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TZEVF-TAN TOIKÍROV

CLAVES. PARA LA OBRA DE MICHAEL BACHTJN*

He reservado para el final la exposición de las ideas de


Bachlin que me son más preciosas y que creo, ai mismo tiem-
jM), la clave de tocia su obra. Retornan con una asombrosa
estabilidad en el curso de su carrera puesto que vuelve a en-
contrárselas inclusive tanto en sus últimios escritos, como en
un übro que se acaba solamente ahora de publicar pero que
habría sido el primero que redactó (hacia 1925) y que permite
por fin comprender ?y,„^-j:vecioria completa. Ser-íg^^jS_JiiS.
ideas •KEta^^xfeJ^^^ridadJ?
Tíachtín cricucntriT'ííof consiguiente, este problema en los
inicios mismos de su activitlad, cuando busca elaborar una
teoría estética coherente, y más en particular, una descrigdán
de! acto creador. Para hacerlo, se ve obligado a postular cierta

* El CTtiKÜo qi!(? sigilo rt cxtrnítín de nn trnhajn en avr^ry, consa-


p-ndn a la prpwntndón de ¡ns id.cns df. Michaol Rachtin (1!%95-!í?"5) .
Jiintn ti \(vt iibrns piiblicatioí ron su nombro, tochtín «cria c\ autor áe
una ter«r lic tcxios Íirm.-Kioi por !'. Mctlveiicv y V. Volothínov; ' no
po(¡(.T c n t m r aquí en ri dcinüc de esta f.if^tii''!!, dríif^io- ^1 autor tic
(•so<! escrito» romo "\5rilvr(¡í-v/''.nchtin" o "Voinchinov/Bnchtin', sin que
!a !)arra niilitu.T prrjiííni'.u* zcvrcn (!c !n nnlurnlf?:! de !a r-inción eorre
r~fn% dos homhrcs Me comiMonción o do íünsutüdói') . Ond.n In comple.
jid.ifi dp !a !)ihlio!>rnfía (ic natlitin, lie oie!;i<i'> Ü" si'^toma do rcferericiss
\<n p<vo particular; ¡OÍ lextos citado* íisuraii rn una Üíia que r''iíal>lp<:c
<•! orden rrnnolóiriro (¡e o^rriíiira; ¡a priincra cifra de mis ro'crciicbi
rcmili; al núinoro de esta li'sía, mit-otras la soiíMiida ÍO r'!Ío>v a ia prícrina.
Tícvoian Todorov I-Í invoíiií^ador dci Ct-nirr Hiilionnl lif in llerhi-r-
f.hr Sncniiíinur en í'aris y mi-emhro de! comiu"- de redacción de la nr-
vifita rnriiipte. Sti noniiirc e^tA unid» a la divnltpcitSti de los formalistas
rnsos y dci cstnicfuralismo. nespiu'^ de halicr?c ocupado ilc c«e?tionej
de narmloloRÍa, a partir de 1070 or¡/-niA ins invcstisrarinnrí tolire lot pr<i-
Ulcmas did rindiólo. Sti .-¡nidio .loi.re nariitiit -5 rsinirio dr on traiiajo
.•uliíalmi-iUc 1-11 (iif«! ¥ drÍK- <vr imhiido iii lioivta ri;:no-!a rn ei mi-
n v r o ron (jtic Pnrliqur celebre m% diez atloi <lo CMiMciiria. F.l iftnlo qtic
lleva -'M
' ¡ie la redarcióo <!e F.CO. U trndocrién Ha -.ido tealir.ada por
ra [wdidu animarla e incluirla, valorizándola, en la
concepción, del ser humano en general, en áonúc (jfl uircf re- unidad exiern;i del mundo pictórico y plástico (2.
presenta un papel decisivo. Comienza por realizar una com- 289). Me parece por I9 demás que siempre se puede
prooacion: es imponible concebir ei ser por fuera de las rela- distinguir ai retrato del autorretrato, gradas ^ ca-
ciones que lo ligan al otro. rácter un poco fantasmdlico del rostro, en el segundo
caso; éste no engloba de alguna manera al hombre
En la vida, hacemos esto a cada paso: nos apre- completo, no lo engloba enteramente y hasta lo úl-
ciamos a nosotros mismos desde el punto de vista de timo: el rostro siempre risueño de Rembrandt en
los otros, intentamos comprender los momentos re-_ su autorretrato produce sobre mí una impresión casi
basadoresjie nuestra propia conciencia y tomarla en y siniestra (2, 292).
cuenta a través del otro ( . . . ) ; en una p a l a b r a : ^
constante e intensamente, nos vigilamos y captamos La imagen que veo en el espejo es necesariamgue incóm-
los reflejos de nuestra vida al nivel de la conciesida pleta. Ahora bien, esa imagen proporciona, en cierta forma^-cL-.
de los demás hombres (2, 279). prototipo de la percepción de sí; sólo la mirada de otro puede
darffle "eOehtmiielííci' deTórmar una totalidad.
c
Hay un término que merece aquí atención particular. Es: No puedo sentirme a mí mismo en mi aspecto
"rebasadores". Baciatin ha tomado la palabra, como tantos otros exterior, sentir que me engloba y me expresa. (...)
cQncspt6s~eSenciaies para él, de la estética alemana (más exac- En este sentido, se puede hablar de la necesidad es-
tamente de Jonas Cohen, Allgemeine Asíhetik. Leipzig, 1901) ; tética absoluta del otro para ei hombre, de la acti-
la emplea en un sentido complementario al de "ingredientes": vidad del otro que consiste en ver, retener, juntar
son elementos de la conciencia que le son exteriores pero que y unificar, la única que puede crear su personalidad
ño por ello dejan de_sgr_Jndispensables para su realización, exteriormente finita; si el otro no la crea., esta pfr-
para su constitución como totalidad cerrada. Esta noción ocu- sonalidad no_ existirá (2, 293).
pará, como se verá enseguida, un puesto de primer orden.
O viendo las cosas por la otra cara: nuestra propia ¡dea
¿En qué consiste, más concretamente, el papel del otro
(o quizás ilusión) de lo que es una {persona completa, un
en la realización de la conciencia individual? Baclitin parte de
ser realizado, no puede venirnos más uue de la percepción
!o más simple: jamás podemos vernos á nosotros mismos por
dei otro, jamás de la que tenemos de nosotras mismos.
completo; ei otro nos es necesario para realizar —así sea__piQ,vi-
síoña-nenie— la percepción de sí, realizada solamente Je ma-
Solamente en ei otro hombre hallo una expe-
neH~'paFcr3l~~par~efTñ3ivH5ó-Ssmor"Exa^^ .as
riencia estética (y éticamente) convincente de la
posfoles ¿TeaTcioñes a este postulado: ¿no se llega a tener una
finitud humana, de la übjetivídad empírica deiimi-
v;sión completa de ú mismo gracias al espejo? ; 0 , en ci caso
. tada (2, 293). Únicamente el otro hombre puede
de u.n pintor, a través del autorretrato? La respuesta es en cuda aparecérsenie como sicndu consubstancial al mundo
Qpcrrjnidad negativa. exterior (2, 295). Pues únicamente puede alcanzarse
Guando esto se logra (verse s-esde e¡ exterior) lo ai otro, rodearlo por todas partes, sentir amorosamen-
que impresiona, en nuestra iniaKS3-S^'^"^^'-°t,-SS—tij'^ te tollas sus liauícs (2, 29(1) .
esjjccie (le vacio, su carácter ¡artlivijnútico_y^jvL_uAv.-
dad un ¡xjc-iíTirtfciíru. ¿Cómo se explica esta unpre- No solameiue la captación externa dei cuerpo tiene ne-
sión? I*ür el liétíío^ de uuc no teiieíaí» frente a esta cesidad de la mirada del oiro; la que tenemos del interior
imagen aproximación emotiva y volitiva, que kubie- 615

614
Quien í|iiio;c ¡^luiul.u.si:, st: picnic; el interior está iictliu
iui:i>uu c^tá timada iguaiiiii^ixo dc luuiuia indcl(;iiil>lo u iu solauícnic dt froiueraa, y c» "ser" debe leerse: otro. Es cnton-
percepción del ouo. Testigo de cilo la lormu como el lúüo jj. ees uiíoru coraprcnsible por tjué liaciitiri le concede tarua
descubre su cuerpo, dándole a sus miembros nombres que to- im¡x>riancia al diálogo.^
ma dei lenguaje "bebe" de su padre o dc su madre.

En ese seniido, el cuerj» no es algo autosuíi- / nifica yxtrticiuar en un diálogo, iiiterrogar^escuchar*


ciente. tiene necesidad dei otro, de su recoaocimieato responder, estar de acuerdo, etc. (7, 307).
y de su actividad fonnadora (2, 303).
ILs menester sin e:nbargo no llamarse a engaño, e inter-
pretar esta imjx>rtanciu del otro como una aproximación en-
Es asojiibroso volver a encontrar esas ideas de Bachtin, tre el otro y sí mismo; "yo" y "lii" son radicaimcn_tgL_disdntQs,.
sin que hubieran cambiado en absoluto, casi cuarenta, años asimcuicos: !a diferencia"es solidaria tieT5jiecesidatL.deLotrp._
más tarde, en lüül, cuando emprendió la revisión de su libro Baclñih"invierte" ei adagio cristiano de "ama a tu prójimo
sobre Dosioiewski: como a ti mismo":

No me torno conciente de mí, no llego a ser No se puede sentir el amor del otro para si,
, yo mismo más que revelándome por el otro, a través se puede querer ser amado, se puede imaginar y
' dei otro y con ayuda del otro. Los actos más im- anticipar ei amor del otro, pero no se puede amar-
portantes, constitutivos de la conciencia de sí, se de- se a sí misino como a otro, directamente (...) No
terminan con relación a otra conciencia (a un "lú") . se puede amar a su prójimo como se ama a sí mismo,
La ruptura, el aislamiento, el encerramiento en sí o más exactamente: no se puede amarse, como si se
son la razón fundamental de la pérdida de si. (...) fuera su prójimo ( . . . ) El sufrimiento, ei miedo por
Toda experiencia interior revela estar situada en la uno mismo, la alegría son cualitativa y profunda-
frontera, encueniTa al otro, y su esencia reside en "7 mente distintos de la compasión, dei miedo por el
este encuentro intenso. (...) El ser mismo del hombre __ otro, de la alegría compartida; hay por eso una di-
(exterior como interior) es una comunicación pro- ferencia de principio en la calificación moral de
funda. Ser significa comunicar. (...) Ser significa - esos sentimientos (2, 301).
ser para otro y, a través de él, para sí. El hombre
no ¡xisee lerri torio interior soberano, está entera- El paralelismo morfoiógico de los pronombres —"mío",
mente y siempre sobre una frontera; al mirar a l j n - "luyo", "suyo"— nos induce a realizar una falsa analogía en-
terior de sí, mira c-n los oíos id otro o a travésjie^ tre entidades radicalmente distintas, inasimilables: "mi amor"
los ojos de üífo" 'C.y. N o''3uédo_ prescindir dei y "su inner", "mi vida" y "su vida", "mi muerte" y "su muer-
rotro, no puedo ireguF~íí~3er yo mismo sin el otro; te", iiaciitin escribe en iUbi;
debo encontrarme en d jiro, hallando al otro cu
/ mi (en el reilejo, en ¡a percepción mutuas). La jus- El hombre, la vida, ei destino tienen un ccmieii-
tificación no pucue ser justificación de si, la confe- /•¿o y un fin, un nacimiento y una muerte; pero no
sión no puedt ser confesión de si. Recibo mi nombre -ia conciencia, que es infinita por su propia natura-
' dei otro, y esc nombre e.xiste para otro (nombrarse •leza, puesto tjue solamente puede revelarse desde ei
a\ sí mismo toca con la usurpación). Y ei amor a si iiiterior, es decir por la conciencia misma. El comien-
mismo es igualmente imposibie (7, 300-1). '' ' 617
— zo y el fin se sitúan en un univeiso objetivo (y ob-
(el novelista se sitúa en el sitio del ¡jersonaje)^_y luegQ-eLdel
jeta!) para los otros, pero no para quien toma coa-
movimiento níverso, a través del ^q|iie.x.eintegra su propia po^
ciencia. No es que no se pueda ver la muerte desde
sjción^A este següñdó^áspecto de la actividad creadora re-
dentro, tai como es imposible ver su nuca siu ayuda
serva Üaciilin una denominación que constituye en ruso un
de un espejo. La nuca existe objetivamente y los
neologismo: vnermkhoüimost, que significa literalmente "el he-
demás pueden verla. Pero uo existe muerte desde
cho de encontrarse fuera", y que yo traduciría, fielmente pero»
el interior, no existe para nadie, ni para ei mori-
en griego, por exotopia.
bundo ni para ¡os demás, no existe en general (7,
303). La ausencia de una muerte concieute (la muer- £1 primer momento de la actividad estética lo>
te para si) es un heclio tan objetivo como la ausencia constituye la empatia: debo experinientar-_=-ver y
de un nacimiento concierne. En esto reside la espe- cbiiociff^^'ló que él ex{3erimenta,_poíieniie_.en- au--
cificidad de la conciencia (7, 304). IúgáV, coincidir en alg^una,fünaa.j:Pix~¿]—(2, 285).
¿Pero en ésta plenitud de !a fusión i.nteript_eiíin
Tales son las granilcs lincas ile la ioinCJXÍI'M» que liiíic úíiíímnitrT¡r mtivitiad estética ( . . . ) ? De nini^una
Bachtin de la ¡x:rsona humana, l'ero esta concepción no tuns- maneja: para dcxirlo con propiedad, la_activitlad-es-
lituye en él una meia en sí misma; simplemente, necesita de tética ni siquiera ha comenzado todavía. ( . . . ) La
eila para aiianzar tnej<jr su teoría del acto cread{»r. £1 jiensa- actividad estética sólo comienza propiamente cuandcd -
mientü de Batlitin parece partir aquí del pcnsamieiuo de su retorna.sobir_ sí y a su puesti), fuera de la ¡>er-
otro especialista alemán en estética de la época, W. Worringer soña" qiie sufre, y se da forma y se termina el ma-
(quien a su turno resume y sintetiza a Riegl,-Lipps,' etc.). Es terial de la empatia (2, 286).
sabido que gara Worringe£ la actividad creadora es una Seíbs-
Sabemos ahora por qué ese doble movimiento resulta
tenidxísserungj una~Tnaprehensión de sí, mía pérdida de_s:i_enL_
necesario: el autor no podrá realizar, acabar, cerrar su perso-
ei mundo exterior: el arte nace solamente a pariir._d,ei. momen-
naje si éste le es exterior; él es otro_pojtador de_lQi_elementos.
to en que el artista da una reaiidadjobjetiva a sai voluntad
iráñsgresores de l^ueliecesita el personaje para estar completo.
artística.
Sólo el otro corno tal puede ser el centro valo-
/'' £1 goce estético es_goce obiéiivadQ.de-si^ Gozar . rizaaó de la visión estética y, gor consi^guientCj^ t>er-
, X estéticamente sii^ni{ica_fflzap-4le.^i_jnismQ._en_elQb-. sonaje de la obra; solo él puede ser esencialmente-
•^ jeto que se^ siente, distinto de _iL-.scntirse en empaií;i formado" y terminado, pues todos los aspectos de la
(Einíülilung) con él {Abslraklion und Einfühhing). realización valorizada, ya sean espaciales, temporales
o semánticos, son rebasadores con relación a la con-
Más exactamente, esa inaprehcnsión conoce dos variantes: ciencia de sí activa ( . . . ) . El yo es irreal, estética-
la cmijatiSi, o ¡dcntiíicacióri (tendencia individual), y la abs- mente, para sí mismo, ( . . . ) En todas las formas
tracción, teh'dé'iicia universal. estéticas, la fuer/a organizadora es !a categoría va-
Baciuin conservará--d< este esquema la idea de la salida lorizada del otro, la relación con ei otro, enriquecida
de sí mismo: en^TTKraTufay jxir ejemplo, al novelista-,cr£a-,^n }X)r el suplemento valorizado de la visión para lle-
persona jc_!!j.aícrialmeT)te disiinit)_(ie sí rni'suio; pero ÍIKÍS Jik:;» gar a una realización rebasadora (3, 150).
que" [jostuiar úíA v'ariámes de esilT atirvulatí (cnijjaiía y aljs-
Eii un texto más o nicn(js contcniporáiieo (do 11)24) , per»
Iraccióii), aíinna "Ta iietcsidad de disiijijiuir dos esíutlTilS'.-cii
publicado, solamente en 1Ü75, liachtin vuelve a encontrar el
todo acto creador: primero, ci_de la_cnqj4i,iií^jL_JdenUÍ^ij¡aci(lu^ _.
mismo problema.
618
619.

••••''''Hlt»MW'iiiMilJMBli>',w»4W'>»y^ I'M •••"


Üíiáail^^t
niiic: <l !iiiiii<'i<i i iiiiijii iiiii.i io g i l ' " , I .;Í,,_'.<' '\'^i<'tt- .'JI:SLSUAÍÍIII;

nuJjor qire~otra: es xina-" prescrluc:i¿T£> En ese texto de juventud"


ua paiiicipanie dkcclo —hubiese sido cniouccs un 0e Uaciuin, ambos aparecen en conjunto, siempre unidos, in-
sxijcio coj;noscenie y éticamente ucivianle—, ocupu -^j^usivc si su autor los ¡jcrcibe como diferentes, pues describe
una posición eseuciai fuera del acontecimiento, como 'cas<js en donde la relación de rebasar no se realiza perfecta-
un CUJÍleinpiador dcsinteiesado i>erü (juc compren- mente. Llega inclusive liasta bosquejar una li|Xjlog¡a de esas
de el sentido y los valores de lo que se {rraduce; q^uc 'enfermedad uel rebasamienio, cuyo primer caso lo constituye
no lo experimenta pero lo comparte: puesto que cierto desbordamiento del jxirsonaje sobre el autor ("ei per-
no puede contemplar el acontecimiento precisamen- sonaje se apodera del autor", 2, 28Ü), y agrega, a título de
te en cuanto acontecimiento si no participa, en ilustración, que "casi totlos los personajes principales de Dos-
cierta medida, en su apreciación. Esta cxolo-pia (que toiewski pertenecen a ese lipu" (2, 282). La condenación que
no es indiferencia) permite a la actividad ariistica -Baditiu -hace entonces du este rébasamienio enfermo es indis-
unificar, formar y realizar el acontecimiento desde cutible.
el exterior. Esta unificación y esta realización son
¡x>r principio imposibles desde el interior de este La crisis del autor puede ir igualmente en otra
conocimiento y de este acto (1, 33). dirección. La posición de exotopía en si misma re-
aulla quebrantada y aparece como inescncial, se dis-
cute ai autor el derecho de estar fuera de ¡a vida
Se imponen aijui dos unoiaciones. La primera tiene que
y de realizarla. Comicaza la descomposición de to-
ver con un punto incierto en la concepción de Bachtin en esta
das las formas rebasadoras estables (ante todo en
éuoca. Se ¡o ha visto afinnar que el autor debe, en suma, re- prosa, de Dostoicwski a Biély; en la poesía lírica la
lornar a su jjugsio. después de urw_emga^ía jji^¡aai_^un__su^ crisis del autor ha tenido siempre una significación
personaje; ahora bien, algunas_jDáginas^.m¿í.,adeiiiatt:.„pa£ece- menor, cfr. .\nneski et allii) ; la vida sólo se toma
pciisar io contrario^^,.,. comprensible y toma todo su peso desde el interior,
En la auco-objetivacióa estética deljiombxs,- allí en donde yo la experimento en cuanto yo, bajo
la forma de una relación conmigo mismo, en las ca-
auior en un persogaje. no _se_dgj¿j¿tcu3iai^-eH-.j>i:
tegorías valorizadas de mi yo-para-sí: comprender
1a~eniidad del personaje debe permanecer p a r a e i
significa (entonces) vivir el objeto dt^ác dentro, mi-
ocro-autor una totalidad_úljLisa^ (2. 280) . rarlo con sus ojos propios, renunciar a la esenciaii-
dad de su exotopía con relación a él (3, 158).
Hay una segunda incertidumbre todavía niás importante,
y uue no deja de tener relación coi\ la primera. Es posible
tiisiinguir, eu la recousírucciún hi\x)tética uue hace Baciitin Y lambién:
dei acto de creación, dos afirmaciones. La una concierne a ia La exotopía se toraa moralmente enferma (los
ukeridad y la exotopias necesarias; la otra, a ia acV:ún de
liumiilados y los ofendidos se convierten en cuanto
sDasar e integrar: es preciso que eí~persoñáje sea un lodo
tales eii los personajes de la visión, lo que ya no es,
realizado
reaiizado yv es
es ei
el auior
auior qmen"
quien pro[x)rcu)2árs^ü§„.eieníeñtos"T'n-
prowraoiu¿jLj¡,.^v^,. es claro, puramente artístico). La posición segura, cal-
<nspensabies que t'akanTEl autor -is esta_e>aa:ioritia<Jr-t^ue.-^e: ma, inquebrantable y rica de la exotopía ya no exis-
:uiie~vcr ai personaje como un tcdo; el autor, es esta cpiíióen-
te (3, 159).
cia que engloba enteramente "al^personaie, ¡rsta unidad con 621
reiaaón a la que medimos las diferencias de ui\ personaje con
otro. Fero estamos aqtu ante "5os~Turcibsme naturaieza dite-
Lo que Buchtin leprotha a Dostoiewski es que éste último jjcrsonajes de Dostoiewski son como nosotros, es decir, incom-
"ha. puesto en cuestión la exotopía rebasadora, !a estabilidad, pletos; son como otros tantos autores, más bien que como los
ei carácter tranquilizador de la conciencia del autor, que per- personajes de los antiguos autores.
mitía al lector saber siempre en donde estaba la verdatL En Para esta interpretación de' Dostoie%vski, Bachtin se apoyó
un texto iimiado por Volochinuv y publicado algunos años en ios críticos que lo habían antecedido, pero desbordó sis-
más tarde, eaia descomposición del maico ideológico estable temáticamente SOIS afirmaciones. Grossman, por ejemplo, había
que ya no es imputada exci'usivuniente a Dostoiewski— se escrito en 1925:
integra dentro de un discurso marxisu que condena a la ideo-
logía burguesa contemporánea; es la última página de Mar-
xisjHú y jiiosulia del kíigiíii/c, que merece ser citada in extenso. Contra las tradiciones inmemoriales de la estéti-
Podría decirse que !o que denuncia en esta página es la ge- ca, que exigen la corresjjündencia entre una mate-
ria y su elaboración, (jue presupone la unidad y, en
neraii/ación del discurso citado, a expensas del discui-so ple-
todo caso, la homogeneidad y el parentesco de los
namente asumido por su sujeto.
elementos constitutivos de una creación.artística par-
£1 libro de juventud de dónde he extraído la teoría de
ticular, Dostoiewski fusiona los contrarios (citado en
Baditin acerca de la alteridad ha permanecido inacabado. Pe-
5, 21-22).
ro, en ei primer capítulo, se lee ei proyecto siguiente:

Finalmente veriíicaremos nuestras conclusiones Bachtin toma esta afinnación pero le da un sentido más
con el análisis de las relaciones del autor con el radical. Educado en ei espíritu de la estética romántica, Gross-
¡personaje en la obra de Dostoiewski, Puchkin y otros man ve toda diferencia en términos de oposición; ahora bien,
(2. 270). desde el momento en que se postulan dos contrarios, se entre-
vé ya su fusión. Bachtin, por su parte, insiste en el carácter
heterogéneo de los ¡>enonajes de Dostoiewski:
iste proyecto jamás será realizado. En cambio, algunos
años más tarde, en 1929, aparecerá la primera publicación
firmada con el nombre de Bachtin: es el libro sobre Dostoiewski. Desde el punto de vista de una visión y dé una
Pero ha tenido lugar una transformación esencial entre, di- comprensión del mundo representado que sería con-
gamos, 1924 y 1928: Bachtin ha invertido el sentido de su secuentemente monológica, desde ei punto de vista
DroTXJsición "descriptiva" y ha asumido el pianto de vista de del canon mouológico de la construcción de la no-
Dostüiewski. Lejos de "verificar" sus tesis del comienzo con el veiá, el universo de Dostoiewski puede aparecer co-
análisis de la obra de Dostoiewski, las ha reemplazado por mo un caos, y la construcción de sus novelas como
su iiiiucsis: iiiioia ¡a mejor exocopía es precisamente la prac- un couglouieraiio nioMsinioso de las materias m;is
ticada por Dostoiewski, ai no encerrar al personuie en la coa- heterogénéiis y de los [itiiicipios de plasmución más
ciencia, dei autor y poner en cuestión la noción misma Ue iuconipaíibles (5, ! i ) . E! hé:-oe de Racine es igual
privilegio de una conciencia sobre otra. El personaje de DÜS- a si mismo, el héroe de Dostoiewski no coincide ni
tííLe'.vhki es .111 ser ¡Mcaü/adü, inacaiíado, lieteiogéneo, pero allí un iusianic coiLsigo mismo (8, G8).
crecisanicnte reside su su[jeriuridad, pues lodos uosoiros SOÍHOS
suicius soiasnente, como ya se lo ha visto, en !a carencia de Baciitin se opone inclusive a iodo intento de absorver la
:iC-ibamientu, de realización. En ei fondo, ei pei-sunaje iitera- dispersión de Dostoiewski ton ayuda del cstpiema dialéctico
riQ antes de Dostoiewski era un ser táctico, al que el autor hegeliano, tal como !o había propuesto Engclgardt, otro pre-
compiaciente suministraba un irano^uilizador rebasamieiito; los cursor:
622' 623

arrerpffia ••W»!^
.; ¡a ; i n : : i l u a tie (•\la ((mi itii( la, i p i e se m u e v e en un
circulo vicio.so. (...) Niiigúáí actjiuei.iíaiento lid-
llc^ei en bu devenir diüiéiii»o, no ¡)ui:dc cnj;endiur .>—" mano se de.'iariuila y se tlecide dentro de una única
^, ü!)n<:ieiicia. De allí la lio!>iihdad de Dostoiewski con-
vosa alj;una disiiiua :d nionúio^u liiusóíitu. El idea-
ira las coiitepcionc-s ilel nmndo que ven el fin úl-
liíoivo inonisia es el iciieno menus iuvuiable para
timo en la fusión, en la disolución de las concien-
l;i eclosión de "una muitiplit itUul de miíciencias no cias en una conciencia única, en la .suj^eración de
^.laitnndiiias. Inclusive en iciininus de imagen, el 'K, la individuali/.acióa. ( . . . ) Después de Dosloiewski
espíritu único en devenir es oi^únicunienle extiaao :' ha aparecido el papel del olru, a cuya luz se constru-
a Dosiuicwski. El mundo lie Dosloiewski es pruíun- ye todo ciibcurso sobre si mismo (7, 300-3Ü2).
danicntc piuralisla (5, 41-Sli).
Baciitin conservará siempre, 5X)r lo ileniás, esta descon- La realización artística soiumenie es, en últimas, una íor-
fianza frente a la dialéctica hegeliana, a la que reproclia que- ¡iS^util de la violencia ejercida sobre el individuo para pre-
rer uniíicario todo. La llama: "la dialéctica monolójjica de sentarlo como autosuíiciente.
Hegei" (10, 2Ü7). La crítica de todas las formas exteriores de re-
Esta renunciación a la unidad del "yo" encuentra su con- lación con, y de acción sobre otro: desde la violen-
trapartida en la aíiruiación de un nuevo estatuto para ei "tú" cia hasta la autoridad; la realización artística como
üei otro. Ei [xjcta V. Ivanov l-.abia (aracterl/.ado como sigue •J, variante de la violencia (7, 305).
la contribución de Dostoiewski: "uliruiar ei yo liel otro no
coiijo objeto sino como otro sujeto: 'lú eres'" (5, 14). Baciitin El férmino exotopía vuelve a encontrar aquí su sentido
ampliará y matizará esta idea a iü largo de lodo su libro. más prístino: no una exterioridad vebasadora, que sirve para
Al concederle al discurso dei autor un estatuto excepcional, ¿ngiobar al otro, sino un lugar-otro inintegrable, irreductible.
ci escritor anterior a Dostoiewski creía hacernos creer en la
posibilidad de una posición única: los personajes tienen ne- No la fusión con el otro sino la conservación
cesidad de su autor para realizarse, mientras el autor, por su de su posición de uxotopia y de suuleiitLnto de vi-
parte, tiene una posición que no demanda complemento algu- -•. sión y de comprensión, que le es correlativo. Pero
no. Pero la soledad no es simplemente lamentable; no existe, •'' eí ¡.nobiema tie saber cómo utiliza Dostoiewski ese
y esto es lo esencial. Solamente existe cierta concepción del ser auuiemento. No para uiíjetivar y dar ucabamieuto.
que aíirina que su estado natural es el de estar solo y ser Ei momento más hutxjrtanie de sse suplemento es
indepcndicaie dei otro; esta concepción, individualista y ro- yi amor (no es ¡xisible auiarsv: u si mismo, el amor
maiitica, es prcducio de un esiudo particular de la sociedad 23 una relación coordinada), luego la confesión, el
capitalista, o aurguesa, pero dei oi^e el ideal sociaiisia es su- perdón (la ;ntrevisi.a de btavruguirie con Tikñone),
laniente la conclusión. y jxir úitimu, una comprensióir simplemente activa
En ello, Dostoie'.vski ^e ouone a iü<.la la cultura (que no duplica) la escucha {uslysha7i7iosi) (7, 3i4).
decadente e idealista (individuaiisia) , x la cultura
de una soledad de principio, soledad desesperada. Se ha comprendido muy írecuentemcnie en forma equi-
.\iiriiia la imposibilidad de la soledad, el carácter vocachi la interpretación (jue r.uce liachtin de la obra de Dos-
ilusorio de la soledad. ( . . . ) El capitalismo ha ciea- toiewski, auibuyéndole la idea de eme en Dostoiewski todas las
do las condiciones para un tipo particular de con- í' posiciones son equivalentes, y el autor no tiene opinión pro-
ciencia solitaria desesperada. Dostoiewski revela toda 'ü25

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'pia. No; lo espcciíico reside en que los [jersonajes pueden, en Asistimos aquí a una singular metamorfosis; Dostoiewski
ésas novelas, dialogar con el autor: es la estructura de la re- ha dejado de ser objeto del estudio proyectado por Baciitin
lación lo diterente, no su contenido. para j>asar del lado ddl sujeto jnismo; es él quien ha ense-
ñado a Bachtin su nueva posición, y todo el trabajo teórico
Nuestro punto de vista no se reduce eu manera
y descriptivo al que va a entregarse Bachtin a partir de ese
alguna a afirmar una especie de pasividad del au- momento, sólo aparecerá ahora como la aplicación y la inter-
tor, quien solamente realizaría algo así como un pretación de la lección de Dostoiewski: ¡es Dostoiewski, y no
montaje de los pumos de vista de los demás, de las Bachtin, quien ha inventado la intertextualidad! ¿Pero no con-
verdades de los otros, y renunciaría por completo a siste acaso la particularidad del conocimiento en el campo de
su punto de vista, a su verdad. No se trata de nada las ciencias humanas, tal como la describe Bachtin, en no dis-
de esto, sino de una inierrelación completamente poner del "objeto" mudo de las ciencias naturales, sino trans-
nueva y particular entre su verdad y la verdad del formarse en un diálogo de textos, conocidos y por conocer?
otro. El autor es profundamente activo, pero su ac- La creación artística no puede ser analizada por fuera de
ción tiene un carácter dialógico particular. ( . . . ) los marcos de una teoría de la alteridad, lo que quiere decir
Dostoiewski interrumpe frecuentemente la voz del también que producir es comprender. No debe entonces sor-
otro, pero no la cubre jamas, jamás la determina a prendernos ver a Bachtin, en algunos de sus últimos escritos,
partir de "sí", es decir, de una conciencia extraña dirigirse hacia el problema de la recepción de los textos, y
(la suya) (7, 298). describirla en los mismos términos. Podría decii-se que hay
Se ha visto que no es realmente posible distinguir e n u t tres tipos de interpretación tal como, de creerse a Blanchot (en
un discurso de naturaleza dialógica y el discurso münoíógico. L'díitreiicn infini), existirían tres tipos de relaciones huma-
puesto que todo discurso es, jx)r naturaleza, "dialógico", es nas. El primero consiste en unificar a nombre de sí mismo:
decir, mantiene relaciones de intertextualidad. En cambio, ia el crítico se proyecta en la obra que lee, y todos los autores
oposición vuelve a tener plena pertinencia a partir del mo- ilustran, o ejemplifican, su propio pensamiento. El segundo ti-
mento en que se la sitúa en el carajx) de las teorías del dis- po corresponde a ia "crítica de identificación" (apelativo siem-
curso o de la conciencia. pre reivindicado): el crítico no tiene identidad propia, sólo
existe una única identidad: la tlcl autor examinado, y el critico
En últimas, el rnonolügismo niega la existenciu se hace su portavoz; asistimos a una especie de fusión en el
de otia conciencia fuera de sí, que tLuga ios iai->- éxtasis, y por consiguiente aún a la unidad. El tercer úuo de
¡p.os derechos y pueda responder sobre un pie de interpretación sería el tliálogo preconizado ¡MV Baditin, en
igualdad, de un otro "yo" igual ("lú"). £n ia anro- donde cada una de las dos ideiitiilades se uíiimu (no hay in-
;<¡macióii inonoiógica (en su forma extrema o •jura), tegración ni itlentificacióu), en donde el conocimiento toma
ú "üiro" {xriuiaiiece entera y únicmucnic i-un:-., ¡}h- la íornia del diálogo con un "íú", igual .ú "yo" y sin embargo
•c(a de la conciencia, y no toiuo otra toncx-Jici.i. disiintfj a él. 'Yiú como para ia creación, Bachtin no !e con-
No be espera de él una respuciui (|ue pueda luodi- cede a la empatia, o identific:ición, más que un papel transi-
íicarlo iodo en el mundo de mi conciencia. E! mu- torio, preparatorio.
• nólügo Cbiá ixalizado y, sordo a la respuesta del
otro, no la espera y riu le reconoce íuer/a deñúvu. Existe una imagen muy viva, pero parcial y
£1 monologo prescinde del otro y por eüo objetiva por consiguiente falsa, de acuerdo con la cual, para
en cierta medida ujda la leiilidad. Ei monólogo JHC- comprender mejor una cultm-a extranjera, es nece-
lende ser la úlLima ¡uilabra (I, 31) -307) . sario habitar en ella de alguna manera y, oividaniio
6ZÜ Ü27

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la suya [noi>iu, se ilciic iiiiiar ti liuiiiilu a Lravcs de
ios ojos de esta cultura extranjera. Cicrtaiucnlc, tii- No cxisic j^rirnerr) íii úitiiíio distursíw y eJ con-
'grcsar en cicrla lucdida ci> una cuitura exuaujcra, texto diaiógico no cunocc fronteras (desaparece en
uiirar el luuiidu a través üc sus ojos, es uti luuiiieti- un |>asado iJiniiíadu y en iuturo sin límites), inclu-
lo uecesario en el jjroceso de coníprcnsióii; pero si sive los sentidos pasados, es decir, aquellos que han
éste se ajjoya en ese único elemento, serla ua simple nacido en ei curso del diálogo de los siglos pasados
dcsdoblaiuiento y no aportaría nada de nuevo ni de (con el texto) no pueden ser estables (acabados
enriquecedor. La comprensión creadora no renun- de una vez por todas y finitos), cambiarán (se re-
cia a si misma, a su lugar en el tieiujx), a su cultu- novarán) siernjjre en el curso del desarrollo ulte-
ra, y no olvida nada. La gran cuestión de la com- Si. rior, futuro, dci diálogo. £n todo momento de ia
prensión es la exolopia del investigador —en el evolución del diálogo existen masas inmensas, ili-
tiempo, en el espacio, en la cultura— con relación mitadas, de sentidos olvidados, pero, en ciertos mo-
a lo que quiere comprender creativamente. Inclusi- mentos ulteriores de ia evolución del diálogo, a me-
ve el liombre no puede ver e interpretar verdadera- dida que éste avanza, retornarán a la memoria y voJ-
mente su propio aspecto exterior como im todo; no verán a vivir en una forma renovada (en un nuevo
lo ayudarán los espejos y las fotografías; su verda- contexto). Nada ha muerto absolutamente: en Ja
dero aspecto exterior solamente puede ser visto y "gran temporalidad", cada sentido tendrá su fiesta
comprendido por otras personas, gracias a su exoto- .. .j, de resurrecdón (10, 212).
pía espacial, y gracias al hedió de ser otros. En el
camjx> de ¡a cultura, la exotopia es una podeíosa
L''n último complemento; inclusive si no existe un lector
palanca de comprensión (en relación constante con
ideal que totalice ei sentido del texto, esto no impide aue
la penetración "desde dentro", por identificación).
el- autor io sueñe; ocurre inclusive lo contrario: para compren-
Sólo a los ojos de una cultiu-a distinta, otra, la
der la estrategia de la escritura, es necesario identificarse con
cultura extranjera se revela de la manera más com-
ese "suj^erdestinatario" ;|ue ha imaginado ei autor. Bachtin ha
pleta y profunda (pero jamás de manera exhausti-
»consagrada a esta problemática algunas páginas no exentas de
va, pues vendrán otras culturas que verán y compren-
emoción, en un inédito que data probabiemente de IS6i:
derán todavía más) (9, 240).

Cada enunciado tiene siempre un destinatario


AI ¡eer estas lineas se dene la impresión de que Bachtin
(de naturaleza diferente, diferentes grados de proxi-
quiere imponer a toda lectura, a todo conocimiento, el status
midad, de especificidad, de conciencia, etc.), cuya
oropio de la etnología, esta discipiina caruci^rizada por la exo-
comprensión como respuesta busca y anticipa ei au-
tooia del investigador con'relación a su objeto (ai mismo tiem-
tor de la obra verbal. Es ei "segundo" (en un ¿en-
po que íundamenta, mejor que los etnólogos mismos, la legi-
rido no aritmético). Pero, además de ese destinatario
timidad de su discipiina). No se trata, me parece, de una
(del "segundo"), el autor del enunciado imagina,
reiormuiación del conocido "círci..o hermenéutico", en donde
en un estado más o menos conciente, un "superd¿s-
uno se acerca, a través de sucesivas aproximaciones, a la iden-
tinatario" superior (un "tercero"), cuya compren-
tidad áci objeto por conocer; sino más propiamente, del man-
sión absolutamente jitsta está proyectada en la leja-
tenimiento de la diferencia de los dos textos. Es por esta pre-
nía metafísica, o en un tiempo histórico alejado.
cisa razón que eJ sentido de un texto identificado por nosocros
^- (Un destinatario de emergencia). En épocas diferen-
jamás tís ei último, y que la inteqsretación es intiniía.
tes y en concepciones del mundo diferentes, ese su-
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jK-rdesiiuaíario y su comprensión idealmente justa,
S29
reciben diferentes expresiones ideológicas concretas quien la ausencia de respuesta es el mal absoluto, el infierno,
(Dios, la verdad absoluta, el juicio de la conciencia sufrir esa suerte singular: no recibir jamás respuesta? Sus libros
humana impardal, el pueblo, el juicio de la histo- aparecieron, pero bajo otro nom5re; es otro quien entonces
ria, la ciencia, etc). recibe la respuesta (se conoce una asombrada carta de Paster-
El autor jamás puede entregarse aiteramente, él nak, dirigida a Medvedev: Pasternak no lo sospechaba capaz
misino y toda su obra verbal, a la voluntad com- de tanta profundidad); o asume sus libros, pero es para poner-
pleta y definitiva de los destinatarios presentes o los en una gaveta; veinticinco años para el Rabelais, cuarenta
próximos (los descendientes próximos pueden etjui- para Estética y teoría de la novela; y un libro escrito alredc-
vocaise igualmente) e imagina siempre (en un esta- tlor de 1925 sólo aparecerá en l'J80...; otros jamás aparece-
rán, perdidos o censurados. En una época de afiebrada suj^er-
do más o menos couciente) una especie de instancia
publicación, puede admirarse la determinación de Bachtin,
superior de comprensión, que puede retroceder en
quien' desarrolló durante cincuenta años los mismos pensa-
direcciones diferentes. Cada diálogo tiene lugar, eu
mientos, encen~ándolos en sus cartapacios. Pero ss |X)sible pre-
cierta forma, sobre el fondo de la comprensión de
guntarse también en qué medida toda la teoría del diálogo
un "tercei'o" invisible y presente, que se mantiene
no ha nacido del deseo de comprender ese estado insoporta-
por encima de todos los. participantes en el diálogo ble, la ausencia de respuesta. Bachtin describe como sigue el
de los inta^locutores. (Cfr. la comprensión de la destino de los personajes de Dostüie%vski en la sociedad capi-
cárcel fascista o del "infierno" en T h . Mánn en cuan- talista:
to carencia absoluta de escucha, en cuanto ausencia
absoluta del icTctro).
De allí la representación del sufrimiento, de las
El "tercero" en cuestión no es en manera alguna
humillaciones y del no-reconocimiento del hombre en
una entidad mística o metafísica (inclusive si den-
la sociedad de clases. Se le ha desprovisto del reco-
tro de algunas concepciones del mundo puede reci-
nocimiento y del nombre. Se lo ha expulsado a una
bir una expresión de ese ti{X>); es un momento cons-
obligada soledad, qne los insumisos se esfuerzan por
titutivo del enunciado, que un análisis más pro-
transformar en una soledad ¡lera (presciüdir del re-
fundo puede descubrir en él; Esto se desprende ue
conocimiento, de los demás) (7, 3Ul).
¡a naturaleía del discurso, que siempre quiere ser
escuchado, que busca siempre una comprensión que
¿Pero qué decir de su destino, en su propia sociedad? ¿Bas-
le resnonda y que no se detiene en la comprensión
ta con imaginar superdestiiiatarios para conqiensar la ausencia
más próxima sino que se abre camino más y más
de ilestinataríos, de coniprensióu (¡ue ¡espoiida? Es para reme-
lejos (sin límites), tiiar esta carencia (¡ue lie intentadlo, en las pái,nMas <jue pre-
Para el discurso (y, por consiguiente, para L-¡ ceden, ¡lacer oír de nuevo la voz de Batluin: para que por
liuiflbre), nada es más aterrador que la axisenciu da fin c'i diálogo pueda comenzar.
rssputísia (6, 149-15!),
No hay dcrediü a permanecer aquí en el puro análisis
lextual y ulvidar las condiciones en que fueron escritas estas
páginas. Se lia puesto de presente la paradoja que hay en
que uii hombre inválido y mutilado haya escrito ese elogio del
cuerjjo tísico que es el Rabelais. ¿Pero no resulta todavía más
iiupiesioíijiitc ver al teórico del diálogo, a este hombre para
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R E F E R E N C I A S

1. "Sodcrziíanic, luattiiai i fonua v HiuU<«liL-3tK:iJiiom p»oÍ2V«laúi".


i924. pubíicada i;u (i 1),
2. Avtor i gcroj v ¿sittkiiiakHJ dcjatti'uosti. alr«l«ior úc 1U2-Í. en:
yoj/rosy Uieratury, 24/1978, pj). 2Ü9-310.
3. Probicaia avlora, aitedtaor (ic iíSi-í. cii: Voljrusy ¡lioioiii, 7/1977.
pp. Ha-ltíO.
-i, V. N. Vulotiiiiiov, Harksiim i ¡ilosolija jaiyka, Ltniíigrjd, lüíiS.
5. PraUUmy tvorcheitva Dosioesusko^o. Ltuiíisraü. ¡929 (praiucra.
vcrsióa <le (S) ) .
6. Problema tckita, 1959-1961. «n: f'oprojy /üeraíury, 10.1975, pp.
122-151.
• 7, l-laa doi-alH,tki LI.ÍHÍ "l'rolík-my puéiiki DosUM:v»kogu-, l'Jül: cu
Kontekst 1976. Mo^tau. 1U77, pp. a>ü-31ü.
á. Problemy poéliki Dostoevskogo. Mtacm, lü(j3.
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