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Resumen
1. Preámbulo contextual.
Las ventajas militar, económica y política que ofrecen las ciencia y la tecnología
espacial a los países, despertaron, la disputa entre las naciones por la dominación del
espacio. En la carrera armamentista los países de economía fuerte generaron programas
geoestratégicos de defensa nacional como la Guerra de las Galaxias y Eureka.
El lanzamiento del satélite Sputnik, por los Soviéticos, apertura la era espacial.
Unos meses más tarde, en México, se lanzaba en el cabo Nopal un par de cohetes sonda,
construidos en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Desde entonces a la fecha,
la comunidad tecnocientífica ha realizado diversos aportes. El artículo se centra en la
participación de científicos e ingenieros relacionados al área de los satélites durante los
últimos quince años, en ese lapso, los proyectos de satélites delineados han sido el
SATEX y UNAMSAT.
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“Así, aun cuando las sociedades pueden acelerar o disminuir en crecimiento científico,
dando o negando el respaldo a la ciencia o a ciertas partes de ella, es relativamente poco
lo que pueden hacer para dirigirla. El curso de la ciencias se ve determinado por el
estado conceptual de las disciplinas y la creatividad individual, que siguen sus propias
leyes, sin aceptar cohechos ni mandatos ni imposiciones” (Ben-David, 1974; 24).
Las participaciones y apoyos del Estado destinados al área espacial, han estado
determinados por un espíritu pragmático más que científico. La obtención de beneficio
en corto plazo ha sido la lógica seguida por el Estado, por ello, los recursos económicos
han existido en tiempos de premura por la realización de aplicación práctica de algún
adelanto científico. La finalidad práctica contrasta con la argumentación científica, lo
que conduce a identificar dos visiones distintas en el progreso de la ciencia y la
tecnología: pragmática y científica.
La visión científica no contrasta con la visión práctica cuando los intereses son
convergentes. Los científicos sostienen una visión cultural y social de su trabajo. Son
sujetos sociales situados históricamente, saben de la carencia de artefactos tecnológicos
prácticos y reconocen los limites de la visión pragmática. En este sentido, han propuesto
desarrollo prácticos bajo la lógica de los progresos científicos con argumentos sociales
que contravienen la postura social de la visión pragmática.
Los científicos del campo espacial han traducido una necesidad tecnológica
desde el lenguaje de la ciencia y desde la argumentación social que ha rebasado los
lineamientos de la política pública producidos por la visión pragmática y eficientista del
Estado. Por ejemplo, Ruth Gall, en distintos foros nacionales e internacionales dio
cuenta de la necesidad de generar no sólo conocimiento científico en el campo espacial;
sino también, crear el sector industrial de componentes espaciales a través de diseñar y
elaborar una política de ciencia y tecnología con la participación activa de los
científicos. El científico se convierte también –en una sociedad como la nuestra- en
traductor de los intereses sociales por el progreso de la ciencia espacial, en este sentido,
se comparte la idea de Callon:
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“… mostraré que los ingenieros que elaboran una nueva tecnología, así como aquellos
que participan en una fase u otra de su diseño, desarrollo y difusión, constantemente
construyen hipótesis y formas de argumentación que les empujan al campo del análisis
sociológico, a lo que yo llamo ingenieros-sociólogos” (Callon, 1998: 143).
“… tomen en cuenta a los verdaderos actores sociales que trabajan en el país, no los que
ustedes imaginan (que hablan muy bien ellos mismos a través de un portavoz), sino de
tener un cuadro fiel como sea posible de las investigaciones que se desarrollan en el
país” (Arvanitis, 1996: 255).
necesario navegar contra las resistencias de una postura que no promueve a los dos
factores señalados: ni al conocimiento ni a la dimensión social de la tecnología
orientada hacia adentro.
“La moral de la ciencia tiene una explicación racional metodológica, pero es obligatoria
no sólo porque es eficaz desde el punto de vista del procedimiento, sino porque se le
cree justa y buena. Es un conjunto de prescripciones tanto morales como técnicas”
(Merton, 1992: 638).
Vinculo ciencia-sociedad:
“En los países en vías de desarrollo el impedimento para hacer estudios espaciales suele
ser, en principio, mental; es decir, de antemano se suponen temas y caminos vedados, o
al menos ajenos. Al pensar esto, nos autolimitamos y consentimos en algunos aspectos
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“Durante casi tres décadas, la mayoría de los países del Tercer Mundo han seguido y
siguen una política que consiste en la adquisición de la tecnología espacial –cara y
sofisticada- de las grandes potencias tecnológicas y en la formación de cuadros de
técnicos entrenados sólo en el manejo de las tecnologías adquiridas. Años de
experiencia han mostrado la falacia de este tipo de política que es incapaz de conducir al
desarrollo de una sólida infraestructura nacional científica y tecnología, y que puede
llevarnos a todo menos a la disminución de nuestra dependencia en materia espacial”
(Gall, 1986; 56-57).
“La característica principal de las actividades espaciales en México es, pues, la falta de
una política y programa espacial mexicano, es decir, una definición de objetivos
nacionales en este rubro y del compromiso estatal para desarrollar, como en otros
campos del quehacer científico y técnico, las condiciones necesarias para un desarrollo
sostenido y congruente con las necesidades nacionales. Esta situación nos ha colocado
en una posición de retraso que nos está, y estará en los próximos años, resultando
costosa” (Peralta, 1991: 279).
Ser científico y traductor, no es tarea fácil, en un país como México, debido a las
carencias educativas, financieras y de sensibilidad política:
La comunidad científica es persistente, los integrantes del GIAE, ante el revés en los
expertos espaciales, decide ahora explorar la posibilidad de fabricar un satélite. Estaba
por iniciar una historia que aún no concluye. Historia acompañada de negantropía,
resistencias e inercias institucionales, que desencantan hasta el científico o ingeniero
más persistente. Compartimos la idea de Merton, de que no basta el interés de
participar, hay que contemplar, además, el aspecto cultural y la estructura institucional:
El microsatélite SATEX 1
Las IIES, además de ser espacios de resistencia, son los lugares donde en el
ámbito nacional se realizan los proyectos científico-tecnológicos de frontera. Aunque,
algunos de ellos, suelen ser autónomos por definición, mantienen la constante de la
intervención política que los sujeta a los vaivenes de los condicionantes del juego del
poder. La fluctuación, pareciera ser, producto del centralizado financiamiento que viven
las IIES.
también significa, la clausura y extinción de una idea. Los costos de la clausura, son de
índole científica y social: sostenimiento de la dependencia y el atraso económico. El
empezar de nuevo, con un grupo entusiasta, significa el riesgo de la repetición del mal
endémico de nuestra cultura científica: apoyo coyuntural basado por el principio del
poder político (la muestra es que después de más de diez años de trabajo constante aún
no finaliza la fabricación de satélite).
5. Conclusiones.
b) No existe una industria espacial proveedora de los componentes requeridos por los
proyectos de vanguardia en el campo de los satélites artificiales;
c) Existe una cultura pragmático-política que sujeta a los intereses a favor del
desarrollo endógeno;
e) Existe una incomprensión del significado social, político, económico y cultural, que
representa la ciencia y tecnología espacial. Los académicos-políticos mentalizados
por una racionalidad burocrática no ven estratégicamente a la ciencia como una
posible salida de la dependencia;
BIBLIOGRAFÍA
Bunge, Mario (1998), Ciencia, técnica y desarrollo, Editorial Hermes, Buenos Aires.
Peralta Fabi, Ricardo (1995), Del Espacio al Subsuelo, Col. La Ciencia desde México,
No. 86, FCE, México.