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EUGENIO DE CASTRO

EL REY GALAOR
VERSIÓN CASTELLANA DE
JOSÉ JUAN TABLADA

PRESENTACIÓN DE
JORGE RUEDAS DE LA SERNA

MÉXICO, FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNAM


COLEGIO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
DGAPA. PROYECTO PAPIIT NÚM. IN401906
2006.

1
PRESENTACIÓN

Más que una traducción, la pieza que aparece en esta plaquette


es una recreación que José Juan Tablada hizo, en 1902, para la
Revista Moderna, sobre el hoy famoso drama poético O rei Galaor
del poeta portugués Eugênio de Castro (1869-1944).1 Representa
apenas una muestra de la inagotable sed de cosmopolitismo que
caracterizó a esa publicación, urgida por estar al día en las
corrientes estéticas más innovadoras; pero al mismo tiempo es
también otra prueba de la extraordinaria intuición vanguardista
de José Juan Tablada.

O rei Galaor fue publicado en 1897 (Coimbra, F. França


Amado, en 8°, 77 páginas). Es considerada una de las obras
marcantes del simbolismo portugués de origen francés, que
irrumpe contra la poesía romántica tradicional y postula una
renovación radical del lenguaje poético, acentuando en
particular el ritmo y la musicalidad del verso libre.

El simbolismo portugués se declaró anti-materialista y


anti-positivista y postuló una poesía trascendental de alto
valor alegórico. O rei Galaor es esto fundamentalmente. Por
ello en nuestros días cobra una significación especial. Puede
leerse como una protesta contra la dominación autoritaria y
profundamente sádica sobre el “otro”, en este caso la inocente
Sibyla, a quien se le enajena la libertad, encerrándola en una
torre y privándola de sus sentidos, para mantenerla alejada del
mundo; pero, al mismo tiempo, enseña cómo de esas relaciones de

1
La pieza apareció en 1902, en la Revista Moderna, en las siguientes
entregas: 1ª quincena de abril, pp. 98-100; 2ª quincena de abril, pp. 126-
127; 2ª quincena de mayo, pp. P. 152-156; 2ª quincena de junio, pp. 191-
192; 1ª quincena de julio, pp. 203-206, y 2ª quincena de julio, pp. 214-
218.

2
dominio, ambos, el dominador y el dominado, son igualmente
víctimas. Enseña también que a un ser humano es imposible
engañarlo con el fin de mantenerlo sometido para siempre: por
más cercado que esté habrá de ver una rendija de luz por donde
hallar su redención. Sería, en síntesis, una alegoría del
destino inmanente de la liberación, no por la muerte sino por
la vida.

Como resultado de su permanente actualidad y por la


convergencia que entre la poesía y la música cultivaban los
simbolistas portugueses, el drama poético de Eugênio de Castro
fue trasladado con éxito a la ópera, entre otros, por el
compositor brasileño, de Rio Grande do Sul, José de Araújo
Vianna (1871-1916), convirtiéndose así esta pieza literaria en
una obra clásica del repertorio musical de Brasil y Portugal.

Miguel de Unamuno tuvo en especial aprecio la obra de


Eugênio de Castro,2 y recomendaba de manera especial la lectura
de algunas de las obras de este poeta portugués, entre ellas la
que ahora publicamos. Aunque Unamuno sugería a los lectores
hispanohablantes que leyeran estas obras en el original
portugués, pues opinaba, con razón, que este idioma era
perfectamente comprensible para ellos, se debe resaltar esta
bella recreación de Tablada que vale por sí misma y que, si
bien resumida, capta con fidelidad la esencia del poema y la
expresa con toda su fuerza dramática.

Debe ponerse atención en el uso de los recursos expresivos


de que se sirve el poeta modernista, en ese proceso de
renovación que violenta el código preestablecido, y que se hace

2
“Eugenio de Castro”, en Obras Completas. Edición y prólogo de Ricardo
Senabre. Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2004. Vol. 6, pp. 171-
177.

3
evidente en la ortografía y la puntuación, que por su
significación poética hemos mantenido: acentuación del adverbio
de negación “Nó”, para dar mayor énfasis a la negativa,
haciéndola cortante; eliminación de los signos de admiración en
interjecciones, y al inicio de la frase, así como de los signos
de interrogación también iniciales, por su impertinencia para
la expresión oral; cuatro puntos suspensivos en vez de tres
para acentuar la idea de incapacidad del lenguaje al querer
expresar lo inexpresable o inexorable; supresión de comas al
final de los versos para forzar los encadenamientos de sentido
entre ellos, y el uso un tanto arcaizante de las mayúsculas al
inicio de los versos.

Finalmente, es de tomarse en cuenta que las traducciones


literarias de textos portugueses hechas por mexicanos han sido
muy escasas hasta nuestros días, y que en el siglo XIX fueron
inexistentes. Por eso esta versión original de José Juan
Tablada es un caso excepcional, que debe abonarse a su haber
como uno de nuestros poetas, quizás el mayor en ese sentido,
que tuvo siempre su mirada puesta en la cultura internacional,
y que es gran mérito para él haberse interesado por la lengua
portuguesa cuando, en general, las letras en este idioma
hermano eran conocidas por nuestros escritores y lectores a
través de las muy escasas traducciones al español que entonces
existían, y lo siguen siendo hasta nuestros días.

Por todas estas razones, pero en particular por la bella


versión de Tablada de este poema dramático portugués, nunca
antes rescatada, hemos querido dar un adelanto del proyecto de
investigación que, con el apoyo del PAPIIT (Proyecto IN401906),
se propone rescatar textos de Talada, dispersos en diversas
publicaciones periódicas, de interés para la literatura y la

4
diplomacia mexicanas. No cabe duda de que ésta es una muestra
del valor que ha tenido nuestra literatura para abrirnos al
mundo moderno. La presente versión de Tablada representa, en el
mejor sentido de la palabra, un acto diplomático pues, gracias
al prodigio de la mimesis literaria, acerca a dos culturas que,
aunque de lejos, se miran recíprocamente y se amalgaman dando
por resultado una poderosa alegoría a favor de la vida y en
contra de la opresión.

Jorge Ruedas de la Serna.

5
EUGENIO DE CASTRO.

“EL REY GALAOR”

POEMA DRAMÁTICO

TRADUCIDO DEL PORTUGUÉS POR JOSÉ JUAN TABLADA.

“Si la nariz de Cleopatra


hubiera
sido más pequeña, habría
cambiado
toda La faz de la tierra.”
Pascal.

DRAMATIS PERSONÆ.

El Rey Galaor.
La Reina Gudula, esposa de Galaor.
La Princesa Sibila, hija de Galaor y de
Gudula.
Un desconocido.

NOTAS SOBRE LOS PERSONAJES.

Galaor. — Teniendo sesenta años apenas, parece tener más de


cien. Cabellera y barbas de nieve. Túnica y manto de terciopelo
negro; al cinto un puñal y una espada; corona de brillantes.
Gudula. — Cuarenta años. Muy hermosa, cabellos grises. Túnica y
manto de terciopelo color de lila; corona de esmeraldas.
Sibila. — Dieciséis años. Alta y delgada, ojos azules, cabellos
rubios. Túnica de terciopelo blanco; corona de perlas.
Un desconocido. — Veinte años. Blanco y rubio, ojos azules.
Todo vestido de malla negra, amplio jubón de lana de oro.

ESCENA 1.

Gran salón taciturno revestido de viejas tapicerías. En el


fondo una ventana sobre el mar. A La izquierda una puerta.
Crepúsculo.
Pensativo y lúgubre, con los ojos cerrados, Galaor está
sentado en un sillón de alto respaldo. Gudula entra
melancólicamente con los ojos empapados de lágrimas.

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GALAOR, (estremeciéndose al oír ruido de pasos):
Quién es?
(Reconociendo a Gudula):
Ah sí.... tú eres.... La dejaste encerrada?

GUDULA, (entregándole dos grandes llaves de plata):

Ay! encerrada como un ladrón o una fiera....

GALAOR:

Vamos, Gudula, entonces.... muéstrate resignada....


Tu llorar incesante mi pecho dilacera....
¿Cuándo el amargo lloro que eternamente viertes
veré secarse? Cuándo?

GUDULA:

Cuando al fin la libertes....

GALAOR:

Entonces, al besarme la muerte negra y fría


No sabré en el postrero temblor de mi agonía
Por quién de los dos lloras, ni por qué te lamentas....

GUDULA:

¡Galaor! Galaor! Dime por qué si intentas


Verla feliz, la tienes en la torre cautiva?
Mi hija, ¡Dios del cielo! está enterrada viva!

GALAOR:

No jamás he pensado en hacerla dichosa


Como no pensé nunca, oh Gudula llorosa,
Darle ojos a las nubes y a las peñas oído.
Teniéndola cautiva, defenderla he querido
De todo lo que pueda sucederle.

GUDULA:

Dios mío!

GALAOR:

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Piensas que Dios te escuche desde el cielo sombrío?
Ilusión imposible!
Contempla el hondo mar:
Las olas que allí miras no cesan de llorar,
Imploran y suplican con gritos angustiados,
No callan y nosotros de escucharlas cansados,
Desdeñosos oímos sus clamores fatales.
A qué, pues, esas vanas y trágicas señales
De aflicción y de luto? Nuestros hondos gemidos
No llegan hasta el cielo con ser tan repetidos:
Para Dios los humanos somos una mar rugiente,
Pero el Dios poderoso, el Dios omnipotente,
Escucha nuestra queja con su poder a solas
Lo mismo que nosotros las quejas de las olas!!!

GUDULA:

Dios olvidar no puede la tortura del alma;


Con goces infinitos, con triunfadora palma
Premiará, tras la muerte, la angustia de la vida!

GALAOR:

A Dios supones justo, oh madre adolorida!


Cuando llegue la muerte e implacable nos hiera?
Puede ser.... puede ser.... más quizá sucediera
Que al vernos como al piélago que estamos contemplando
Olvide a los que vamos a la huesa bajando,
Como nos olvidamos cuando la aurora brilla
De la ola que muere sollozando en la orilla.

GUDULA:
Blasfemas!

GALAOR:

Sí, blasfemo, y que Dios sea culpado,


Él que ha puesto en las hieles del mar convulsionado
Un símbolo de vida y un símbolo tan cierto
Que entre sueños me espanta y me aterra despierto;
Si quieres ver la vida, contempla el mar, Gudula.
(Levantándose y aproximándose a la ventana):
Abre tus ojos, mira:
Allá, la mar simula
Un choque de gigantes salvando las rompientes,
A las primeras olas derriban las siguientes;
Gimen de pesar llenas, silban rebelionadas,
Cambian besos y flores, blanden finas espadas.

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Serviles un momento, luego en fieros alardes
Se yerguen como reyes y humíllanse cobardes,
Fingen odios impíos y amantes embelesos;
Clavan unas puñales y otras derraman besos,
No paran, siempre corren en filas luminosas,
Viriles amenazan, suplican lastimosas,
Del abismo resurgen brillando como estrellas,
Gimen, ríen, imploran y al final todas ellas
Blasfemias y plegarias hundiendo entre la bruma,
En la áurea playa mueren deshechas en espuma!
Cada alma es una ola: se yergue altivamente
Para llegar al cielo y en el cielo esplendente
Conquistar vanidosa un esplendente nido....
y luego se derrumba; su anhelo un sueño ha sido!
y el alma cae y gime con dolorido canto:
Cada alma es una ola y el mundo un mar de llanto!
(Galaor se sienta en el sillón y Gudula en el suelo
sobre un cojín. Silencio)

GUDULA:

Crueldad sin par, infamia, inaudito martirio


Tenerla así encerrada como un cándido lirio
En tenebrosa cárcel! Cautiva pobre estrella,
Señor! Con esas llaves que pesan más que ella!

GALAOR:

Podría suponerme un tigre quien te oyera!


Si por ventura un sólo momento ver pudiera
Dichosa a nuestra hija! Todo lo sufriría!
Por tal de darle alas mis plantas cortaría,
Mis sienes rodeara de calcinante fuego
Por tal de coronarla con azucenas, luego.
La adoro y por librarla del dolor que en mí pesa
Sólo porque la adoro puedo tenerla presa!
(Misteriosamente):
La Desgracia de noche esta mansión recorre.

GUDULA (abrazando las rodillas de Galaor:)

Galaor! Galaor! Que salga de la torre!


Nó! Nunca! La desgracia está durmiendo ahora,
Pero su sueño pasa, bien poco se demora
Y al abrir yo la negra puerta de la prisión
Feliz y jubiloso tu noble corazón
A latir comenzara con tamaña alegría
Que ay de nos! la Desgracia luego despertaría!

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GUDULA:

Si es verdad que despierta al más leve ruido,


Por qué no ha despertado al son de mi gemido?
Al eco de mil quejas incesantes y hondas
Por qué no ha despertado?

GALAOR:

El rumor de las ondas


Arrulla el tenebroso dormir de los pira1as....

GUDULA:

Ten piedad! Por el Cielo! No miras que me matas?


Libértala! Sé bueno! Con maternal cuidado
Estaré vigilando sin cesar a su lado
Como un ángel al lado de un enfermo rosal....

GALAOR:

Nó, no insistas.... Las flores en el yermo erial


En paz viven y mueren; las de alba aristocracia
Que los parques reales adornan con su gracia
Son las decapitadas por dedos refulgentes;
No insistas... Ten cuidado! Dos alas inclementes
Flotan sobre nosotros cual trágicas espadas,

GUDULA:

y Dios Omnipotente?

GALAOR:

Las torres elevadas


No miran a la hormiga que en su cimiento va.
(Después de un breve recogimiento)
Quién no teme el futuro? El menguado quizá!....
Aquel a quien no arredra lo que está amenazando
Es un ciego sin guía y sin bordón andando
Por un puente ruinoso.
(Corto silencio)
Una vez, era en Mayo,
De caza iba, jinete en fogoso caballo,
Seguido de halconeros, de pajes y lebreles
Cuando al cruzar un bosque de fragantes laureles
El corcel indomable miró una rama en flor

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Que de lo alto caía, y loco de pavor
Me arrastró en su carrera hasta un tétrico abismo....
Sólo en fuerza de un triunfo de lealtad y heroísmo
Pudo el bravo escudero, mi leal Segismundo,
Arrancarme con vida del abismo profundo....
A lo lejos tu alcázar sus almenas erguía;
Hacia allá me llevaron.... Tu mirada y la mía
Antes fueron extrañas.... pero al volver en mí,
A los pies de mi lecho, como un ángel, te vi;
Tus manos luminosas vendaron mis heridas,
Las sentí tan suaves, tan blancas y mullidas
Que a Dios gracias le diera si me llagara todo!
¿Cómo no enamorarme del inefable modo
Con que tú me cuidaste?... Que me amabas decías.
Horas inolvidables! Al fin de aquellos días
Llegó el obispo, Gudula, gue nuestra unión bendijo,
En nuestro amante arrobo creíamos de fijo
Haber nacido el uno para el otro exprofeso
Para unir nuestros seres en la gloria de un beso,
Y que Dios tu belleza destinó a mi fortuna
No bien te hubo mirado sonreír en la cuna....
Mas no.... que fue tan sólo la rama desgajada
Quien unió nuestras almas....

GUDULA (interrumpiéndolo):

Rama por Dios mandada....

GALAOR:

Por Dios!.... por el acaso! quién afirmarlo puede?


Sólo afirmar podemos que lo que nos sucede
Tanta raíz ahonda y tiene tantos frutos
Que sólo un paso en esta existencia de lutos
Me hiela, porque miro los dolores sin par
Que al fin debe ese paso atraer y causar!
(Silencio).

GUDULA:

Y mientras de Sibila las glorias son tristezas,


Van riendo y cantando de dicha otras princesas
Cuya vida es un claro y eterno amanecer....

GALAOR:

Si son felices.... pronto lo dejarán de ser,


Se casarán al cabo, serán emperatrices,

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Tendrán hijos y entonces ardientes cicatrices
Lacerarán sus almas sin piedad.
Infelices!
Los que a tener un hijo ciegos de amor se animen!
A veces padre y madre son cómplices de un crimen!
Cómo estará intranquila, como estará abrumado
La madre de un poeta o el padre de un malvado;
Mas todo esto es oscuro, tétrico, enmarañado!
Cómo todo se enlaza! El bardo más querido,
El más genial poeta jamás hubiera sido
Tal poeta.... si acaso, oh misterio sin nombre,
Cierta mujer no hubiera mirado a cierto hombre.
(Hundiendo sus manos en la cabellera revuelta)
Gudula, estos arcanos me queman como el fuego

GUDULA cariñosa:

Sosiega....

GALAOR:

Quién me diera la calma y el sosiego!


Pero cómo encontrarlos, oh Gudula! si llego
Con el presentimiento del mal que me amenaza
A no sentir la pena que hoy me despedaza?
Ah! Qué va a sucedernos?
Nadie, nadie se mueva!
Una ocasión dos hombres entraron a una cueva,
A los dos abrazaba la misma sed de oro,
y uno encontró la muerte y el otro halló un tesoro....

En una tormentosa noche amenazadora


Fulminó una centella a una pobre pastora
Que se acogió a una encina que yo planté de niño
Cuando eran estas manos más puras que el armiño;
Misterios del destino! Fenómenos arcanos!

Dos jóvenes hermanas, hablan a dos hermanos;


Cada una escoge al suyo.... En sus ojos refleja
Su fuego la Lujuria, mas ¡ay! cada pareja
Engendra á un asesino!
Tal vez naciera un santo
Si la elección hubiera sido distinta....
En tanto
Acecha la Desgracia, y oh misterio alarmante,
Un arco se desploma y aplasta a un caminante!
(Pausa).
Algo va á sucedernos!....

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GUDULA:

Hija mía adorada

GALAOR:

Bien sé que vive triste, mas no desventurada;


La quiero triste porque tras la risa el dolor
Camina como un paje detrás de su señor.
Lloremos!

Infelices de los que van riendo;


Es quien ríe un incauto, un necio sacudiendo
Sacos de oro en un bosque, guarida de ladrones!
No sigas insistiendo, que tus lamentaciones,
Tus suspiros y el tono doliente de tu charla
Son vanos! Soy su padre.... no debo libertarla!
No tendrá, ingenua, nunca un mal deseo.... y presa
Nadie puede robarle su angelical pureza

GUDULA (con inusitada vivacidad):

Qué locura! al Destino juzgar en tu desvelo


Como una mujer dócil, débil como un chicuelo
Que tiembla cuando alguno se yergue en su sendero?
Puedes forrar con bronce, con hierro y con acero
La puerta de la cárcel y hacerla custodiar
Por dos sañudos leones de trágico mirar,
La puerta se abriría si Dios abrirla hiciera.
Que Dios no te castigue; Sibyla si él quisiera
Saldría en este instante de su helada prisión.

GALAOR (inquieto):

Mas cómo?

GUDULA:

Cómo? Muerta....

GALAOR:

Horror! Tienes razón,


Es verdad.
(Cae en profundo abatimiento. Silencio).

GUDULA:

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Galaor! Galaor! En qué píensas!

GALAOR:

En lo que va á pasarnos!
Entre tinieblas densas
Va mi alma y la nieve en mis cabellos brilla,
Lobos hambrientos síguenme! Qué torva pesadilla!
A veces, muchas veces, conversando conmigo
Pienso que este tormento es el feroz castigo
De mi crimen odioso.

GUDULA:

Qué has dicho? A ver! A ver!

GALAOR:

Antes de ser tu esposo amé a una mujer


De quien un hijo tuve.... y en vez de estrangularlo
o de tenerlo junto de mí para librarlo
De esta vida y sus negros abismos traicioneros,
Lo entregué a las tinieblas, a los despeñaderos
Y a las olas brutales de esta vida cruel;
Qué le habrá sucedido?....

GUDULA:

No sabes, pues, de él?

GALAOR:

No sé. Recién nacido en una encrucijada


Lo abandoné una tarde.... y al romper la alborada
No pude hallar el sitio donde antes lo escondiera;
Quién llevárselo pudo?.... Ojalá y una fiera....
Tal vez si lo intentara encontrarlo pudiera
Pues en su cuello antes de abandonarlo ahí
Dejé atado un anillo con un grueso rubí.
Acaso es desgraciado! Cuando en ello medito,
Lloro y tiemblo abrumado de un pavor infinito.

LA VOZ DE SIBYLA (dulcemente amortiguada por la


distancia):

Claveles me dieron
Y adorné con ellos

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En ramos purpúreos
Mis largos cabellos.

Qué tinta lucían!
Qué aroma tan blando!
Creí que reían,
Que estaban cantando.

Mas ay! que mis ojos
Apenas los vieron,
Tristes se tornaron
y ya no rieron....

De algún sortilegio
Mi ser es la presa!
No sé si mis ojos
Despiertan tristeza,
O si son mis ojos,
Llorosas turquesas,
Que en toda alegría
Divisan tristezas....

GALAOR:

Di.... tú le has enseñado acaso esas canciones?

GUDULA:

Yo nó.... solos en su alma esos amargos sones


Como flores se abren,

GALAOR:

Y cuando a ella te juntas


En la torre, qué dice? Cuáles son sus preguntas?

GUDULA:

Quiere saberlo todo....

GALAOR:
Y tú?

GUDULA (titubeante):

Haciendo lo que mandas, la engaño a cada instante


Aunque sienta mi pecho por la angustia transido,
Sin convencerla....

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GALAOR:

Cómo! que no la has convencido?....

GUDULA:

No ha creído Sibyla, aunque engañarla intente,


Que guarda tres personas el mundo únicamente,
Ella, tú y yo....

GALAOR (agitadísimo):

Gudula, por Dios! Cuéntame todo!

GUDULA:

Dice ella que en el mundo otra persona existe,


Un ser que de hermosura su espíritu reviste,
Un doncel cuyas manos son de pálida nieve
y que vendrá á buscarla en breve, muy en breve.

GALAOR (como enloquecido):

El corazón me partes! Se abrasa mi cabeza!


Horror abominable! Vamos, vamos, confiesa,
Capaz has sido ¡oh madre desnaturalizada!
De envenenar su alma virgen e inmaculada
Hablándola de amores que son guerra, hambre, peste,
Vamos! que tu inocencia, si eres pura, proteste!

GUDULA (con noble firmeza):

Siempre te he obedecido. Si yo fui, Galaor,


Quien sembró en su pureza la simiente de amor,
Que Dios cubra mi cuerpo de llagas horrorosas,
(Endulzando la voz).
Aprenden los rosales acaso a tener rosas?....

GALAOR:

Está todo perdido!

GUDULA:

Y ahora qué motivo


Tienes para su tierno cuerpo guardar cautivo,
Hoy que libre su alma se ha tendido a volar

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En luminoso cielo donde busca su par?
Rey, si salir la dejas verás una sonrisa
En mis pálidos labios.

GALAOR:

Hoy es cuando precisa


Tenerla presa y siempre apartada del mundo;
El más sombrío pozo será poco profundo
Para esconder....

GUDULA:

Por Dios! Por Dios! si alguien supiera


Cómo Sibyla sufre! Apenas amanece,
Lo que nunca ha mirado, deseosa de mirar,
El cielo azul, los valles y el resonante mar,
A un escabel se sube y así alcanzar procura
Por la ventana; pero la infeliz criatura

GUDULA (inclinándose con amarga sumisión):

Y que de una vez caven mi propia sepultura.

GALAOR (agitándose desesperadamente):

Qué atroz es mi infortunio! Qué amarga mi tortura!


Mirarán ¡ay! sus ojos maravillas y horrores,
Cuerpos llenos de llagas, huertos llenos de flores;
Sus ojos infantiles, almendras luminosas,
Verán el mar surcando galeras gloriosas
y soñará al mirarlas con países distantes,
Con ciudades de jaspe llenas de oro y diamantes,
Y los mares sonoros do saltan las sirenas
Van a mirar sus ojos! las fealdades terrenas
Le dirán que es hermosa y las cosas más bellas,
Rosas, nubes, satines, crepúsculos y estrellas,
Le dirán cómo su alba beldad es codiciada!
Sus ojos cuando pase la brisa embalsamada,
A las frondas unirse verá en lascivo abrazo,
y arderá lujurioso su virginal regazo!
Van a mirar sus ojos! Van a mirar, a abrir
Las puertas de su alma, esa inviolada Ofir
Donde entrarán en breve en hórrida legión
El deseo, la muerte, la desesperación!
Nó, nó, no puede ser!

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(Toma las llaves de plata escondiéndose de Gudula y se
dirige a la puerta).

GUDULA:

A dónde vas?

GALAOR:

Quiero aire! Quiero aire! No puedo sufrir más,


El pecho se me parte..., muero.

GUDULA:

Destino atroz!

(Siéntase al pie de la ventana. Largo silencio).

LA VOZ DE SIBYLA:

Madre! Madre! Mi madre!


Ha de alcanzar bien pronto, puesto que Dios haciendo
Crecer su cuerpo virgen, bien claro está diciendo
Que la escucha y que nunca su plegaria fue vana.

GALAOR (con dureza):

Es preciso que tapien al punto esa ventana!

GUDULA (sobresaltada):

Diríase su voz!
(Pausa).
Fue una ilusión.... lloraba tal vez la mar sombría.

LA VOZ DE SIBYLA:

Madre! Madre! Mi madre!

GUDULA:

Dios santo!

LA VOZ DE SIBYLA:

Madre mía!
(Gudula se dirige apresuradamente hacia la puerta, pero
se detiene al ver entrar

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a Galaor que disimula su enorme agitación).

Me hirieron los ojos


Mientras que dormía,
Ciega estoy, mas veo
Más que antes veía.

Veo a mi lindo novio
Con sus manos bellas,
Camina en el cielo
Recogiendo estrellas.

Lo estoy viendo ahora
En lindos jardines,
Con sus manos bellas
Cogiendo jazmines.

Ahí va mi novio
Por los arenales,
Con sus manos bellas
Cogiendo corales....

Y llega mi novio,
Que loco de amores
Me ofrece corales,
Estrellas y flores.

Siempre, hasta de noche
Para mi es de día....
Ciega estoy y veo
Más que antes veía....

GUDULA (entristecida):

Qué linda cancioncilla! Qué voz tan clara y pura!


Jamás cantar he oído con tamaña dulzura!

GALAOR (trágicamente pálido, lleno de amargura):

Los ruiseñores cantan mejor si alguien los ciega.

GUDULA:

Galaor! Por qué tiemblas? Tu espíritu sosiega,


De tu rostro los músculos están blancos y flojos.

GALAOR:

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Mira: con esta daga le he picado los ojos!

(Gudula cae al suelo desmayada. Galaor se arrodilla


junto a ella, abrazándola y besándola)

LA VOZ DE SIBYLA:

Ciega estoy y veo


Más que antes veía....

ESCENA II.

Largo y tenebroso corredor abovedado. A la izquierda la puerta


de la prisión de Sibyla. A la derecha una escalera. Al fondo
una puerta y una ventana con gradería por donde entran las
últimas claridades crepusculares. Ruido de pasos.

LA VOZ DE SIBYLA.

Qué pasos escucho,


Qué rumor de oro!
Ni el canto de un ángel
Vibra tan sonoro....

Al oírlo caen
Rosas en mi frente.
Paso de mi novio,
Sé más diligente!...

Mi canto te dice
Cuál es el camino,
Acércate pronto
Oh novio divino!

———

UN DESCONOCIDO (apareciendo en la cima de la escalera y


dirigiéndose como a tientas hacia la puerta de la
prisión):

De quién la voz venia.... si del cielo no era;


Negra, pesada, digna del cubil de una fiera,
Del salón donde aguarda es tal vez esta puerta....
Ni el volar de un insecto esta calma despierta
Nadie.... todo reposa....
(Llamando dulcemente a la puerta):
Abre, soy yo, mi amor....

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LA VOZ DE SIBYLA:

Por fin a mi llegaste, oh divino Señor!


Al oírte me siento envuelta en dulce manto
De nardos.... Señor mío!.... Por qué tardaste tanto?

EL DESCONOCIDO:

Tantos años hacía que en balde te buscaba.


En una noche cuando mi atroz vida pasaba
Huérfano, sin hermanos, maldiciendo mi suerte
Lloraba sin descanso, implorando la muerte;
Esa noche, soñando, tu dulce voz oía
Que en mi pecho llagado tiernamente ponía
Una dulce diadema de flores y de aromas
Y entre aquellos efluvios de balsámicas gomas,
Me arrebató en un buque florido de jazmines
Por áureos archipiélagos bordados de jardines,
Por dorados canales do las olas inquietas
Remedaban puñados de rosas y violetas
Que un arcángel de ojos preñados de promesas
Desflorando estuviera sobre nuestras cabezas,
Temblando porque aquella dulce voz hechicera
Al salir de mi sueño para siempre muriera,
De angustia estremecido desperté....
Pero nó,
Aquella voz divina de mí no se apartó,
Y despierto la escucho renacer dulcemente,
Y siempre me acompaña, hada linda y riente,
Argentando, dorando, perfumando mis días,
Renovando las dulces promesas que me hacías.
Así en pasión ardiendo, en correría loca
Guiado por tu acento vine a buscar tu boca.
Bajo el sol y la nieve visité mil países
y como los profetas, nutríme de raíces;
En alta mar mil veces, creí quedarme muerto,
Los lobos me atacaron y la sed del desierto,
Hasta que hoy ha un momento, yendo por la profunda
Selva que a este palacio aterrador circunda,
Oí tu voz y supe que llegaba por fin
Oh áureo clavel! oh rosa de oro! a tu jardín.
Ábreme, por el cielo!

LA VOZ DE SIBYLA:

Pobre desventurada,
Ay de mí! Desde niña vine aquí encarcelada,
Sin claridad, sin sol.... y dos llaves de plata

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Mi padre lleva al cinto y sólo las desata
Cuando las da a mi madre; llaves de rumor fiero
Que eternamente cierran con aldabas de acero
Esta pesada puerta de hierro y de granito.

EL DESCONOCIDO (declamando lleno de indignación):

Más que tu padre, lobo es o chacal maldito,


Para ser de su hija el propio carcelero;
Que víboras a miles nazcan en su sendero,
Que sea veneno el aire que aspiran sus pulmones.

LA VOZ DE SIBYLA (suplicante):

Ya, señor! te lo ruego, basta de maldiciones!


Es mi padre mi amigo, yo soy su gran amor,
Y si aquí me ha encerrado.... ha sido por terror
Del porvenir oscuro y de los inquietantes
Abismos que se abren ante los caminantes....
Al saber que mi frente, esta misma mañana,
Por fin a alcanzar iba a la única ventana
De esta torre, sabiendo que mis ojos por fin
Mirarían los árboles y el celeste confín,
Las estrellas, las nubes, los cármenes risueños,
El mar y las florestas, todo lo que veo en sueños,
Mi padre, pobre padre que su vida daría
Por no ver una sombra sobre la frente mía,
Creyendo que la vista es un mal que anonada
La dicha y la pureza de una alma inmaculada,
El que su vida diera por no causarme enojos
Vino mientras dormía y.... me sacó los ojos!

EL DESCONOCIDO (adolorido y amenazador):

Oh pantera rabiosa! León maldito y sin alma,


Aunque la voz de tu hija, tan dulce, el odio calma
El odio que por ti siento en mi ánima ansiosa.
No, no habrás de escaparte, oh pantera rabiosa!
Habré de desgarrarte con dientes y con uñas,
Y oh Rey! te abriré el pecho con el cetro que empuñas,
Hundiré mil puñales en tus carnes insanas,
Te cortaré las manos, incendiaré tus canas;
He de abrir en tu pecho de sangre vivas fuentes
Y habiéndome vengado cuando por fin no alientes,
Será tu cuerpo presa de carniceras aves
Y juntas con tu vida te arrancaré esas llaves!

LA VOZ DE SIBYLA (con llorosa vivacidad):

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Señor, ya no prosigas. Nó.... yo no puedo odiar
A quien por tanto amarme me hizo tanto penar!
Nó, por Dios no lo mates!.... es un anciano inerme
Y tanto, tanto me ama!.... Cuando aquí viene a verme
Humedecen mis manos las lágrimas que llora.

EL DESCONOCIDO (siempre colérico y amenazador):

Bien dice tu voz que eres más bella que la aurora!


Sea él tan desgraciado como eres tu agraciada.

LA VOZ DE SIBYLA:

Amor, no digas eso!.... pues me haces desgraciada


Odiando así á mi padre que me ama con ternura.
Oye, búscalo y háblale; llega á él con dulzura,
Dile que amor inmenso nuestras dos almas liga,
Pídele humildemente con voz suave y amiga
Que en libertad nos ponga; que nos deje ir solitos
Alegremente, como un par de corderitos
Por un florido prado, y él que es bueno y clemente,
Sin que resistir pueda tu súplica elocuente,
Te acogerá con tierno cariño paternal!
Anda, parte, amor mío.... pero no le hagas mal!....

(El desconocido se dirige hacia la puerta del fondo. Relámpagos


y truenos).

ESCENA III.

El salón de la Escena I, escasamente iluminado por un


blandón. Noche de temporal. Relámpagos y truenos.
Galaor duerme en una silla al pie de la ventana, abierta de
par en par. Gudula duerme también extendida sobre el suelo. A
los pies de Galaor brillan las dos llaves de la prisión de
Sibyla.

EL DESCONOCIDO (entrando paso a paso y parándose al ver a


Galaor):

Es él!.... Está durmiendo.... Así mi pura mano


No manchará la sangre de este mísero anciano,
Rey demente que ciega sin morir de amargura
A su hija!....
Qué veo! qué cosa ahí fulgura?
Serán tal vez las llaves....
No me engaño son ellas!

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(Toma las llaves).

GALAOR (soñando en voz alta):

Cierren las puertas! Ahora las ventanas! Aquéllas....


Ahí viene! Ahí viene! veo su sombra en el lago.

EL DESCONOCIDO (mirando a Galaor):

Sueña.... Pero qué sueña? Qué sufrimiento vago


Se pinta en su semblante?

GALAOR (que sigue soñando en voz alta):

Ahí viene y espía


Lo que aquí estoy haciendo.

EL DESCONOCIDO:

Cual Cristo se diría


Que sufre el mal que toda la humanidad sufriera;
Su piel rugosa deja mirar su calavera,
Quizá siente en el pecho dos tigres combatientes
Y que su seno enlazan invisibles serpientes,
y llora, Dios! y llora sufriendo hasta al dormir.

GALAOR (estremeciéndose y siempre soñando


en voz alta):

Ahí viene y al verme se echó luego a reír!

EL DESCONOCIDO:

Pobre Rey! Pobre Rey! Cuál debes padecer!


(Inclinándose a contemplar a la Reina).
Ésta es la Reina acaso.... Triste y dulce mujer,
Fáciles las raíces hallarán en su pecho
Las sendas que las puntas del dolor habrán hecho!

(La tempestad se hace cada vez más violenta. Los truenos


se suceden sin intervalos).

GALAOR (irguiéndose en estado de sonambulismo, caminando a


ciegas y blandiendo una espada):

Allí viene! Allí viene! Allí, allí, allí!

24
(Tropieza con la pared y despierta Mirando
a su alrededor):
Adónde estoy? Fue un sueño! Vaya! Mejor así!
Sí, fue un sueño! fue un sueño!
Mas qué sueño y qué vida!
Cielos! Ya más no puedo, es mi alma dolorida
Una llaga sangrando bajo un guante de hierro.
(Aproximándose a la ventana):
Así de esa manera sonaréis en mi entierro,
oh truenos pavorosos!
(Llevándose las manos al cuello).
Y mi desdicha es tanta
Que una cadena de ayes me oprime la garganta,
Caen ciudades y rondan tigres en mi cabeza,
Y miro a los espectros que allá en la selva espesa
Me amenazan mirándome sañudos sin cesar....
No puedo más! No puedo! no! no!
Voy a incendiar
El palacio!
Será una alba de fuego
Y con alas de lumbre podré escaparme luego
De la vida —ese pozo de infinitos dolores!
Se llenará la noche de dorados fulgores
y cantará la alondra creyendo en su alegría
Que ese fuego es el alba precursora del día!
Al pensarlo, en mi pecho la alegría circula,
Libre estaré, de mí, de Sibyla y Gudula,
De este inmenso palacio y de la selva aquella,
Mañana cuando muera la luna blanca y bella,
Cuando el sol brille, sólo cenizas quedarán,
Las verán los viandantes y no distinguirán
De un príncipe y de un árbol el despojo postrero.

GUDULA (despertando):

Despierto en fin!
(A Galaor):
Soñaba que estabas prisionero
En tenebrosa cárcel.
(Amargamente).
Triste existencia mía,
Hasta el sueño me inquieta con imagen sombría!

GALAOR (sentándose y atrayendo a Gudula):

Bésame, dulce amor! cuán insensato he sido


Teniendo de tus labios el bálsamo perdido!
Hermanos de las rosas tardías de Septiembre

25
Tus labios son! permíteme que en su frescura siembre
Mis besos, olvidando las tristezas insanas
Que llenaron mi frente de arrugas y de canas!

GALAOR (atrayendo a Gudula):

Llega, pues, a besarme....

GUDULA:
Galaor, qué ha pasado?
Pálido está tu rostro, yerto, desencajado,
Qué desgracia acontece? dímelo por tu vida!
Qué ha sucedido mientras estaba yo dormida?
Señor, tiembla tu mano y está crispada y yerta;
Sollozaba dormida y ahora tiemblo despierta....
Dímelo, te lo ruego, ¿acaso la has matado?....
(Intentando caer de rodillas ante Galaor).

GALAOR:

No puedo más, Gudula, vivo desesperado.


Por fin ante las penas estoy rendido y lacio,
(Con gesto enloquecido y siniestro).
Voy a prenderle fuego esta noche al palacio!

GUDULA:

Horror! Horror! Dios mío!

GALAOR:

Qué sólidas cadenas


Te enlazan a esta vida de lágrimas y penas!

GUDULA:

¡Horror!

GALAOR:

Oye: si acaso la muerte te horroriza,


El fuego en un instante convertirá en ceniza
Las piedras y los seres de este alcázar maldito,
Librándonos al cabo del dolor infinito!
Y los tres moriremos en un fugaz instante
Mientras nos sube al cielo la hoguera deslumbrante!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Oye, Gudula; apenas la media noche suene

26
De Sibyla la puerta que presa la mantiene
Abriré y cuando llegue por fin a nuestro lado
Incendiaré el palacio....
y todo habrá cesado....

GUDULA:

Ten piedad, señor mío! de hinojos te lo ruego!

GALAOR (abstraído y rechazando a Gudula):

Y todo habrá cesado por la gracia del fuego!

(Pausa durante la cual se oyen sonar lentamente las doce


campanadas de la media noche).

GUDULA:
Dios santo!

GALAOR:

Ya es hora! La pena que aniquila


Va a morir con nosotros....
(A Gudula).
Vuelvo, voy por Sibyla.
(Busca las llaves y no encontrándolas se lanza hacia
Gudula).
Las llaves! Di! las llaves; dónde las has guardado?

GUDULA (retrocediendo atónita):

No las tengo; tú acaso....

GALAOR (corriendo hacia la puerta de salida):

Maldición!
Se ha fugado!....

————

ESCENA V.3

Puente levadizo del castillo. En primer término un camino


practicable que continúa en la perspectiva del fondo.

(La voz de Sibyla a lo lejos):

3
En la versión de Tablada ésta debería ser la Escena IV.

27
Con el alma llena
De música y luz,
Me voy con mi novio
Bajo el cielo azul....
——
Sintiendo en mi frente
La brisa y el sol,
Me voy con mi novio
Por el prado en flor....
———
Cegaron mis ojos,
Mi alma clara está,
Me voy con mi novio
Sobre el áureo mar....

(Aparecen Sibyla y el desconocido huyendo en una fuga que


retarda el místico y amante arrobo.)

EL DESCONOCIDO:

La luna se levanta para mirarte, amada!


Y canta nuestras nupcias la brisa en la enramada,
La fimbria de tu veste besan los blancos lirios
Y nuestro paso alumbran como celestes cirios
Los astros....
(Acaricia la frente de Sibyla).

SIBYLA:

Ha cesado nuestro negro infortunio!


Siento en mi frente ahora la luz del plenilunio.

EL DESCONOCIDO:

Nó; la luna se esconde tras de la selva bruna.

SIBYLA:

Entonces son tus manos esos rayos de luna,


Tus manos que se posan sobre mi pobre frente!

EL DESCONOCIDO:

Te llevaré a encantados países; dulcemente


Bogarás en trirremes de púrpura y de oro
Que desfloren las olas con espolón sonoro,
Y al fin arribaremos a la regia Estambul,
A la isla de aro que baña el mar azul!

28
(La voz de Gudula a lo lejos....)
Sibyla! Mi Sibyla!

SIBYLA:

Nos buscan ya!

EL DESCONOCIDO (abrazando a Sibyla e


interrogando las lejanías):

Mi presa
Disputaré a las fieras cabe la selva espesa!
Nada temas, bien mío, falta sólo un momento
Y de un corcel en alas, más ligero que el viento,
Salvaremos los fosos, las selvas, los eriales,
Huyendo para siempre de estos muros fatales.

SIBYLA:

No me dejes, escóndeme allá en la selva umbría.

EL DESCONOCIDO:

Adorada, no temas.

GUDULA (apareciendo desolada por el fondo de la


escena):

Hija mía! Hija mía!


(Besando y abrazando á su hija y procurando
detenerla).
Detente, por el cielo! No te alejes, bien mío,
Qué voy á hacer yo sola con mi destino impío?
Señor, no te la lleves, es mi cielo y mi aurora;
Señor, qué no te apiadas de una madre que llora?

EL DESCONOCIDO:

No sé lo que es un padre ni una madre, mi estrella


Fue un astro negro y sólo sé que mi amor es ella.

GUDULA (arrodillándose):

Piedad!

EL DESCONOCIDO:

Nunca! no puedo dar oído á tus ruegos,

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Mi amor será la aurora para sus ojos ciegos,
Mi amor para sus pasos será báculo y cirio
y olvido a su pasado de trágico martirio!
Apártate, señora....

SIBYLA:

Déjalo, madre mía,


No ves que es bueno y bello y que mi dicha ansía?
Déjanos ir tranquilos y amantes por la vida,
y así en mis oraciones serás tú bendecida.

GUDULA (intentando separarlos):

Bello señor, apiádate!

EL DESCONOCIDO (rechazándola y tomando


a Sibyla en brazos):

Vámonos! ya fulgura
La luna entre los velos de la tiniebla oscura
Y pronto la alborada verterá su rocío.
(A Gudula)
Apártate, señora!

GUDULA (intenta detenerlo por una mano, pero al fin,


tras de un leve forcejeo el desconocido
se desprende y huye, llevándose en brazos á Sibyla).

Piedad! Piedad, Dios mio!

(Solloza con desesperación y tras de una pausa ve despavorida a


Galaor que llega).

GALAOR (agitado y siniestro):

Gudula! Mi Sibyla! ¿Adónde están?

GUDULA (sombría):

Se han ido!
Cegaste a la paloma y ella voló del nido,
Ciega y presa en la torre no veía la vida
Y ahora....

GALAOR:

Vamos, habla, por Dios!

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GUDULA:

Está perdida!

GALAOR:

Por Dios, dímelo pronto, no me ves angustiado?

GUDULA:

En brazos de un mancebo muy bello se ha fugado;


Yo quise detenerlos, pero todo fue en vano.
Rogué, lloré de hinojos, lo tomé de la mano,
Mas él, como el destino fatal e inexorable,
Con ademán de héroe más bien que de culpable,
Juzgó que eran mis ruegos y mis lamentos vanos
Y dejó al desprenderse, ágil, entre mis manos
Esta rica sortija que era suya de fijo.
Un rubí en un anillo.
(Da la sortija a Galaor).

GALAOR (examinando la sortija y desplomándose


muerto):

Gran Dios, era mi hijo!

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