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SUSAN TORRES, UNA ESTADOUNIDENSE DE 26 AÑOS, TENIA CANCER Y MUERTE CEREBRAL

La mantuvieron viva en forma artificial, dio a luz a su hija y


después murió

La niña que lleva el nombre de su madre, pesó 820 gramos y midió 34


centímetros.

WASHINGTON. DPA.

Susan Anne Catherine Torres no sabe nada. Ni siquiera que lleva el nombre de su
madre. Es una beba que come y duerme en la unidad de terapia intensiva neonatal
del Virginia Hospital Center de Arlington, Estados Unidos. Susan Anne no sabe que
nació el martes, que fue prematura, que pesó 820 gramos y midió 34 centímetros. Y
tampoco sabe que su mamá, una heroína, murió sin conocerla, que dio su vida
para darle la vida y que murió poco después de su nacimiento.

La historia es simple y sencilla, porque donde se mezcla el milagro de la vida con la


tragedia de la muerte, las historias se hacen puras y elementales. Susan Torres, la
mamá de Susan Anne, tenía 26 años. Ella y Jason Torres formaron una pareja feliz, por
poco tiempo. Un tumor cerebral arrasó con los planes y la vida de la mujer hace siete
meses, cuando estaba recién embarazada. El tumor, de una agresividad despiadada,
hizo rápida metástasis en los nudos linfáticos, el pulmón y el hígado, amenazó el
útero y amagó provocar graves infecciones.

Hace trece semanas, la familia Torres, con Susan y Jason a la cabeza, se lanzaron a una
fanática carrera contra el tiempo. Mientras la mujer se consumía, su esposo aceptó
la decisión de los médicos que, conscientes de que Susan no viviría mucho tiempo
más, decidieron mantenerla con vida en forma artificial. El 7 de mayo, cuando
Susan llevaba quince meses de embarazo, fue declarada muerta cerebral y
conectada a un equipo mecánico al que llaman "soporte de vida" que cumplía por ella
las funciones que su cuerpo ya no podía cumplir. Entre ellas, alimentar a Susan Anne,
que crecía sin saber.

El martes, en la semana de embarazo número veintiocho, Susan Torres fue sometida


a una cesárea. Llegó al mundo entonces Susan Anne Catherine Torres. Horas
después, Jason Torres autorizó a los médicos a que desconectaran los aparatos
que mantenían a su mujer atada en un hilo a la vida. Susan Torres, una investigadora
del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, de ferviente fe católica,
recibió la extremaunción, fue desconectada y murió ayer, sin conocer a su hija
recién nacida.

"El nacimiento de Susan Anne es un acontecimiento feliz, pero triste a la vez",


dijo Jason Torres ayer desde el mundo a dos aguas en el que navegaba como podía. El
médico Archie McPherson dio una breve conferencia de prensa en la que reveló que la
carrera contra el tiempo que habían encarado llegó hasta la semana veintiocho para
que la recién nacida pudiera vivir fuera del útero de Susan y que el cáncer, un
criminal insaciable, avanzó cada día hasta poner en peligro la vida del feto. Un sitio de
Internet y el apoyo de su parroquia católica, sirvió a los Torres para recolectar
cuatrocientos mil dólares que llegaron desde todo el mundo para solventar los
gastos del milagro. Jason Torres dejó su trabajo y se internó con su mujer para estar
a su lado durante los últimos tres meses de su vida.

La breve historia de Susan Torres terminó ayer. Otra breve historia, la de Susan Anne
Catherine Torres respira en una incubadora de un hospital de Arlington.

Dios, que no suele estar desatento, le dé una larga vida.

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