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WASHINGTON. DPA.
Susan Anne Catherine Torres no sabe nada. Ni siquiera que lleva el nombre de su
madre. Es una beba que come y duerme en la unidad de terapia intensiva neonatal
del Virginia Hospital Center de Arlington, Estados Unidos. Susan Anne no sabe que
nació el martes, que fue prematura, que pesó 820 gramos y midió 34 centímetros. Y
tampoco sabe que su mamá, una heroína, murió sin conocerla, que dio su vida
para darle la vida y que murió poco después de su nacimiento.
Hace trece semanas, la familia Torres, con Susan y Jason a la cabeza, se lanzaron a una
fanática carrera contra el tiempo. Mientras la mujer se consumía, su esposo aceptó
la decisión de los médicos que, conscientes de que Susan no viviría mucho tiempo
más, decidieron mantenerla con vida en forma artificial. El 7 de mayo, cuando
Susan llevaba quince meses de embarazo, fue declarada muerta cerebral y
conectada a un equipo mecánico al que llaman "soporte de vida" que cumplía por ella
las funciones que su cuerpo ya no podía cumplir. Entre ellas, alimentar a Susan Anne,
que crecía sin saber.
La breve historia de Susan Torres terminó ayer. Otra breve historia, la de Susan Anne
Catherine Torres respira en una incubadora de un hospital de Arlington.