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Voces: DELITOS CONTRA LA INTEGRIDAD SEXUAL ~ EXHIBICIONES OBSCENAS ~

SOBRESEIMIENTO ~ TIPICIDAD
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala V(CNCrimyCorrec)(SalaV)
Fecha: 09/11/2004
Partes: L., G. E.
Publicado en: LA LEY 2005-D, 94, con nota de Julio C. Báez; Miguel A. Arce Aggeo; Sup. Penal 2005
(junio), 29, con nota de Julio C. Báez; Miguel A. Arce Aggeo ;
Cita Online: AR/JUR/5976/2004

Hechos:
El juez de instrucción sobreseyó al imputado en orden al delito de exhibicones obscenas por entender que
mostrar los senos en la vía pública configuraba una conducta atípica. La Cámara confirmó el auto apelado.

Sumarios:
1. Cabe confirmar el sobreseimiento decretado en orden al delito de exhibiciones obscenas respecto de un
travestido que se encontraba en la vía pública con el torso desnudo pues, el impacto en la moralidad comunitaria
generado por el peso de los medios de comunicación, permite sostener que la exhibición de los senos resulta una
crudeza, pero no puede afirmarse que implique en la actualidad una afrenta al pudor

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien
CNCrimyCorrec, sala V, "L. R., M. F." , 13/04/2000 LA LEY 2000-F, 555, con nota de Julio E. López Casariego.
(*) Información a la época del fallo

2. La exhibición de los senos en la vía pública por parte de un travestido, de modo tal que puedan ser
involuntariamente observados por terceros, encuadra en el delito de exhibiciones obscenas previsto en el art.
129 del Cód. Penal, ya que se trata de un tipo penal que tiende a proteger el pudor de quien no está obligado a
presenciar exhibiciones por él no buscadas, y el hecho de que el fin perseguido haya sido la oferta de sexo no
modifica la referida calificación legal (Del voto en disidencia del doctor Ponciello de Argerich)

Jurisprudencia Relacionada(*)
Ver Tambien
CNCrimyCorrec, sala V, "L. R., M. F." , 13/04/2000 LA LEY 2000-F, 555, con nota de Julio E. López Casariego.
(*) Información a la época del fallo

Texto Completo: 2ª Instancia. - Buenos Aires, noviembre 9 de 2004.


El doctor Filozof dijo:
Llega a conocimiento de la sala el recurso de apelación interpuesto por el señor fiscal (fs. 63/64) respecto de
la resolución (fs. 61 vta.) que dispone el sobreseimiento de Gastón Esteban Leiza en orden al delito previsto y
reprimido en el primer párrafo del art. 129 del Cód. Penal.
Comienzan las actuaciones el día 5 de julio del año en curso, a las 23:30, en la calle ... a la altura del ... de
esta ciudad, oportunidad en la que G. E. L. se encontraba parado en la vía pública con el torso desnudo
mostrando los pechos, vistiendo únicamente una gorra negra en la cabeza, botas del mismo color y una tanga.
El colega de la instancia anterior dispuso el sobreseimiento del nombrado por entender que su conducta
resulta atípica. En tal sentido, sostuvo que el concepto de lo obsceno resulta un término dinámico y variable
dependiendo del espacio, lugar y circunstancia, por lo que no es posible brindar una definición unívoca. De tal
modo, considera queda librado a la discrecionalidad del juez determinar lo obsceno en cada caso concreto.
En tal inteligencia, señala que no siempre aquello que resulta de mal gusto, inapropiado o desagradable o
inmoral, es delito. Así concluye, que en el marco en que ocurrieron los sucesos a estudio, la conducta
desplegada por el encartado estuvo destinada a ofrecer sexo y no a exhibirse en los términos del art. 129 del
Cód. Penal, máxime cuando no existe el testimonio de ninguna persona que pudo sentirse agraviada.
El Ministerio Público Fiscal expresó agravios a fs. 63/64 y 70 considerando que los elementos de juicio
reunidos justifican que el imputado sea oído en los términos del art. 294 del Código adjetivo. Sostiene no tiene
importancia que ninguna persona se haya visto agraviada por la conducta de L., habida cuenta que el bien
jurídico protegido por el delito de exhibiciones obscenas es el pudor público y no el personal.
Asumiendo el riesgo de aparecer como redundante, citaré algunos párrafos de la decisión de esta sala, "in
re": "c. 13198 "López Rocha, M. F." del 13/4/00 para permitirme adicionar algunos fundamentos pues, algún
articulista al comentar dicha resolución no alcanzó a comprender que ella se sustentaba en que el temor a

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determinadas situaciones sea lo que, en realidad, impida analizar con algún grado de racionalidad y base
científica un tema jurídico. Al respecto no son comparables las penas impuestas en sede penal con las aplicables
en la esfera contravencional pues sus efectos son diversos. El miedo a que un tribunal de justicia se convierta en
junta de censura, contrariando claros preceptos constitucionales fue, además, lo que motivó un apartamiento a
las apreciaciones tradicionales; máxime, cuando se enfrenta un concepto vivo y dinámico, pues resulta
innegable que el tiempo y el lugar influyen en la determinación de lo "obsceno".
Es impropio ignorar la compleja y difícil realidad que ningún juez puede mirar de espaldas. Lo que debe
cuestionarse, entonces, es el facilismo de aplicar un sustento doctrinario y jurisprudencial basado en coyunturas
superadas por la historia.
Trataré de profundizar sobre la naturaleza polémica de la cuestión, las dudas que genera y por qué esta
actitud desafiante no traspasa con holgura las fronteras de lo acostumbrado. Abogo por una revisión de las
premisas enquistadas ya que, todo hecho punible penalmente, debe ser examinado en el contexto en que se
produzca.
Si el Estado considera su deber, preservar normas de conducta, como contrapartida debe reflejar con toda
claridad qué es lo dañoso y cómo puede determinarse o, en todo caso, esclarecer sin dejar lugar a dudas, el
concepto de lo que pretende sancionar, de adverso se violentan los principios de reserva y legalidad que emanan
de la Carta Magna.
Se dijo en López Rocha "... el tema en examen conlleva cuestiones de apreciación constitucional de la mas
sensitiva y delicada naturaleza... en el campo penal, por ser la tipificación previa una de las máximas garantías
del proceso, no puede confundirse pecado con delito...".
Los diccionarios demuestran, la ambivalencia, precariedad y falta de precisión conceptual para determinar
que es "obsceno". Tales textos identifican la obscenidad, entre otros aspectos, con lo que disgusta o causa
repulsa, la descortesía pública, lo ofensivo al gusto o al refinamiento, lo que agrede la modestia, lo indecente (lo
que incluiría salivar en la vereda).
Tortuosa ha sido la búsqueda para elaborar un concepto constitucionalmente válido de la "obscenidad" y
adoptaré la licencia de subrayar que más de una de las descripciones ubicadas, en abstracto, abarcarían el beso
consentido entre dos personas, si lo hacen en lugar público. Tal absurdo (en la actualidad) exime de mayores
comentarios.
No obstante lo dicho, me parece indiscutible que la ostentación o la exposición en público de partes
pudendas (el sexo masculino o femenino) resulta a la fecha, salvo excepcionales o especiales circunstancias, un
espectáculo obsceno y se agrava cuando se expone a menores. Trátase ello de una cuestión puntual y no de una
definición precisa. Sólo esta circunstancia me inhibe de proponer la inconstitucionalidad de la norma en
examen. Es que, al menos, desde Justiniano se utilizó obsenum para referirse a las partes púdicas y me animo a
sostener que tal concepto no ha variado hasta nuestros días, mas no a concretar una definición que brinde
claridad al tema.
El escándalo que pueda producir el efecto visual de advertir la desnudez en el torso puede ofender valores de
determinados grupos o subgrupos, o de alguna persona. Sin embargo la sociedad es compleja, heterogénea y
pluralista; en ella, conviven seres humanos con individualidad.
Los subgrupos con sentimientos minoritarios tienen derecho a existir y la convivencia impone la tolerancia
de la mayoría.
Subyace mi íntima convicción que no se está pretendiendo prohibir a cualquiera mostrar sus senos. Más bien
gravita, en el caso, la opción sexual diferente.
De ser así, se pretende castigar a un ser humano por lo que piensa y siente en el plano sexual. Por supuesto
que esta afirmación excluye a quienes actúan con honestidad intelectual como es el caso del joven y estudioso
colega de sala cuya desavenencia impuso una extensa elaboración sobre la proporcionalidad y equilibrio de los
polos que marcan las reglas imperantes en la sociedad. Fueron sus pensamientos sobre el derecho a la igualdad
y no discriminación, a la propia imagen, a la libertad ideológica y religiosa y, en fin, a la tutela judicial efectiva
lo que generó coincidencias y diferencias que fortificaron las ideas aún en los aspectos de disenso.
Superada la era de las minifaldas y escotes, abundan las trasparencias y desfiles de moda donde se observa
sin tapujos el busto de las modelos.
El género masculino muestra al público su torso desnudo en infinidad de ocasiones. El femenino también. El
travesti tiene iguales derechos, y el lugar de exhibición, no pone ni quita, pues no puede ignorarse el impacto en
la moral comunitaria, generado por el peso masivo y constante de los medios de comunicación (ver servidores
de internet).
Resulta evidente que la influencia de los medios en la mente del espectador es superior a cualquier actitud
individual. La mera referencia a la moral "comunitaria" impone esta conclusión. Puede ser que caminara por la
calle ... algún distraído y también que otro ubicara en el televisor los senos de una mujer jugueteando con el

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control remoto.
El espectáculo brindado por L. será contra bonus mores pero no es distante de lo que se aprecia a toda hora,
en cualquier lugar.
La injustificación estética no convierte una actitud en delito criminal cuando, más allá de la aplicación de
normas de fondo, es función judicial conciliar los derechos conflictivos de diversas comunidades que conviven
en el país.
Se dijo en López Rocha: "... Enciclopedistas, tratadistas, escritores, legos y juristas han pretendido elaborar
una definición de lo que es obsceno sin mayor éxito, a nuestro entender, pues el principal escollo resulta
precisamente su concepto".
"Librado a la discreción del juez determinar lo que es obsceno no es posible aplicar criterios despreocupados
ni aquellos hiper sensibles. No debe caerse en el abuso; pero tampoco en el ridículo".
"Las constantes modificaciones sobre los juicios de valor que los seres humanos marcan con su evolución, el
factor antropológico (raza, edad, sexo, etc. ), aspectos físicos (nocturnidad, estación del año, territorio, etc.),
incluso las cuestiones sociales (educación o instrucción, nivel económico, costumbres, etc.), las variables
territoriales e históricas, son algunos de los aspectos a considerar, previo a lograr una definición categórica de la
terminología utilizada por el precepto en examen".
"Que una actitud cause rechazo no permite, así sencillamente, considerarla obscena. No se consideren estos
renglones como una crítica sino simplemente una meditación precautoria pues corresponde al estudioso de la
ley aclarar sus oscuridades".
"Existe lo feo, lo pobre, lo malo, y ello es parte de la vida. No es dable afirmar que tales ofensas requieran
protección penal y bien podría afirmarse, sin embargo, se está en presencia de lo obsceno...".
En las calles no sorprende a nadie ver quienes permiten se asomen sus ropas íntimas y quien se encuentre a
medio vestir puede resultar de enorme excitación o estímulo erótico. La lujuria puede estar presentada con el
mejor ropaje.
Es el momento de recordar que no sólo el cuerpo humano estimula sexualmente: los libros, la música, el
baile, la pintura pueden generar igual efecto en los seres humanos (dícese del filme "nueve canciones"
recientemente permitido en la cinematografía británica).
Diferentes textos (por ej.: de anatomía), propagandas y múltiples expresiones se refieren a órganos sexuales
a la vista del público; se subrayan zonas erógenas, se muestran relaciones homo y heterosexuales, escenas de
sadomasoquismo, fetichismo, que no omiten la exhibición del busto y otros sitios del cuerpo; narración de
orgías, uso de palabras antes consideradas soeces, hombres superdotados, mujeres ninfomaníacas, son partes de
la vida diaria en este mundo post-freudiano.
El relativismo del mundo que vivimos, la vitalidad y velocidad de las comunicaciones permite sostener que
la exhibición de los senos resulta una crudeza, pero no provoca, en la actualidad, lo que con imprecisión se
denomina malos instintos.
Las circunstancias históricas demuestran que la exhibición de L. resulta un espejo de la sociedad y su
presente. El pretender atarse a conservadores paradigmas, en un área en el que no existe consenso, desecha que
toda comunidad se divide y subdivide en grupos y cada uno posee parámetros y normas diferentes sobre lo que
es la decencia.
No existen medidores certeros para precisar el sentir social, pues ello depende del nivel cultural, del estrato
o sector de la comunidad, de la religión o ateísmo o agnosticismo, de las diversas complejidades geográficas,
económicas o posibilidades de acceso a la información, todo lo que, impide establecer un criterio cuya
fragilidad no viole los preceptos del Texto Fundamental.
Si los jueces carecen de un "moralmómetro" mal pueden afirmarse que el traspaso de alguna frontera
diseminó inmoralidad o atentó contra el pudor cuando el interés general en los asuntos sexuales ya no es un
secreto.
Las últimas décadas marcaron una tendencia hacia la liberación del sexo, una mayor familiaridad con el
cuerpo que, para muchos estudiosos, genera mejor higiene mental.
Relevante es recordar la etimología del latín: ob u obs (a causa de) y coenum (lodo, barro, fango) lo que
interpretado estrictamente (propio del campo penal) es barrera infranqueable, al menos en los días que corren,
para encuadrar el hecho motivo de autos en el artículo 129, primer párrafo, del Código sustantivo.
Para decirlo con todas las letras: se está en presencia de un inminente acto de prostitución (sin principio de
ejecución) que, de haberse iniciado, daría lugar a la intervención del Fuero Contravencional que ha rechazado su
competencia en estas circunstancias.
Surge de la doctrina del fallo referenciado: "... Los tribunales deben ser sumamente cuidadosos para evitar la
natural tendencia a condenar lo que no se ajusta al grado de moralidad personal. Entonces, es preferible incurrir

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en algún error por tolerancia que reprimir como crimen aquello que resulta tan sólo una valoración moral de lo
bueno o lo malo". "No existe prueba científica que permita afirmar que la exhibición de un ser humano en ropa
interior (o mostrando sus senos) tienda a depravar o corromper y no basta, no es suficiente, lo que el juez
"crea"...".
"Para reprimir con precaución o por miedo se ha apelado a la medida de la persona promedio, empero dicho
arquetipo de la moral comunitaria debe sopesar que lo sensato en el norte es injusto en el sur".
"Resulta impreciso y elíptico determinar la importancia social o el sentimiento lascivo ¿Quién, cómo y con
qué elementos de juicio puede ser el dueño de la verdad para considerarse portavoz de los patrones
comunitarios? Hay obscenidades que sólo lo son para algunas personas. Así, las malas palabras (Véase como
ejemplo Camilo José Cela, "Diccionario Secreto)".
"La importancia social redentora no tiene en consideración que cuantas veces en su historia el hombre
intentó regular el sexo y los placeres con sanciones y represiones sólo logró reacción opuesta a la pretendida y
exacerbó el medio social".
Para reconocer si en el entuerto existió una afrenta al pudor merece conjeturarse cuál es el hombre
promedio.
Esa referencia puede ser a un hombre joven, débil, fuerte, maduro, o inmaduro; desde un punto de vista
sicológico, psiquiátrico, filosófico, antropológico, etcétera.
Surge desdibujado y turbio para un juez definir con autoridad un absoluto que represente el arquetipo de
referencia.
Como colofón citaré algunos párrafos más del precedente de esta sala "... Suscitar pensamientos y deseos
sexuales, más allá de lo natural y orgánico, es cosa de todos los días y por infinidad de medios y formas. La
televisión, la radio, el cine, las imágenes en paredes, revistas, distintos medios de difusión y publicidad puede
incidir en minutos sobre la "moral comunitaria" estimulando incluso al más prepotente de los instintos: el
sexual. Ello no podría lograrlo un solo individuo en toda su vida...".
"Si lo obsceno depende del tiempo y el lugar, resulta que se trata de un concepto dinámico y variable, de lo
que se extrae la imposibilidad de brindar su definición unívoca".
En síntesis: La escena investigada puede generar un sinnúmero de sentimientos y opiniones corroborando la
dificultad de sostener seriamente que ella corroe la moralidad comunitaria. Resulta imposible, en lo que a la
vida sexual se refiere, establecer cuándo se ofende el pudor y qué es el hombre promedio.
Aparece exageradamente injusto, sostener que el acto comentado pueda depravar o corromper a alguien que
no sea un menor de edad. Tal expresión física puede disgustar a muchos, pero no a todos. Todos los días y a
toda hora se advierten espectáculos que dejan en el inmediato olvido lo obrado por L.
La represión no moraliza al individuo ni cambia las tendencias estéticas en ninguna parte del mundo y
propongo convalidar el buen auto decisorio que viene en alzada en la medida que un reenvío al Fuero
Contravencional se tornaría abstracto (ver fs. 55/59). Eventualmente, errar en esta dirección es lo menos grave.
El Navarro dijo:
La inexactitud del concepto de lo obsceno que se evidencia con cuanto exponen el Dr. Donna en su
"Derecho penal. Parte especial, t. I, ps. 495/499, y el desaparecido estimado ex-colega Dr. Alberto A. Campos
en la "Enciclopedia Jurídica Omeba", t. XX, ps. 895/911, me inclinan por compartir el voto precedente pues,
como afirmó el Dr. Zaffaroni ("Derecho penal, parte general, ps. 110/112), la remisión del legislador a
conceptos vagos o valorativos de dudosa precisión obliga a aplicar el principio de máxima taxatividad
interpretativa.
El doctor Pociello Argerich dijo:
Me toca disentir con mi colega preopinante, sin perjuicio de lo cual, injusto sería no dejar sentado que lo
fundado de su voto merece cuanto menos reconocer que existen diversas cuestiones que a diario uno debe
someter a examen pues no se encuentran superadas.
Cierto es que nos encontramos frente a un tipo penal abierto, que deja mucho en cabeza del juzgador al
momento de su aplicación, y es que justamente la definición de qué es obsceno dependerá del tiempo, el lugar y
las circunstancias en que deba juzgarse cada conducta. Definición esta que, sin duda alguna, sufrirá variaciones,
con el correr de los tiempos, y, tal vez, cada vez con mayor celeridad, ya que como bien sostiene mi colega en
su sólido y fundado voto, los medios televisivos y gráficos inciden sobre la sociedad y en la "moral
comunitaria" y dicha influencia, para bien o para mal creo que va "'in crescendo".
Pero ello nos transporta también a una realidad ineludible, la conducta sometida a estudio debe ser juzgada
"hoy" y "en este lugar", o, más precisamente como realizada en este tiempo y en el lugar donde se logró la
detención de L.
Partamos pues, al menos de las coincidencias que se mantienen con el voto de mi colega quien repito, aún

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en los disensos, no hace más que ilustrarme en cuestiones lógicas y jurídicas.
Coincido sí en que la exposición en público de las partes pudendas resulta, un espectáculo obsceno, más aún
cuando se expone a menores.
Y a esta altura huelga ya aclarar que el meollo de la cuestión radica en definir qué es lo obsceno, en relación
al punto anterior, y por sus fundamentos, bastaría más bien definir qué son partes pudendas.
Mucha tinta se ha gastado al respecto sin lograr con ello fijar una línea determinada que permita afirmar
cuándo nos encontramos frente a este supuesto.
Dice Molinario que "estamos en presencia de un vocablo cuyo empleo supone un juicio previo, juicio que, a
su vez, está sujeto, como todos los juicios de valor que los hombres producen, a las influencias determinantes
del tiempo, del espacio y de la sociedad o grupo humano a que pertenece la persona que los formula"
(Molinario, Alfredo, Texto actualizado por Eduardo Aguirre Obarrio, Ed. Tea, 1996, p. 487).
Por su parte Creus entiende que "lo obsceno es la manifestación torpe de lo sexual que condensa la lascivia
en el modo indecoroso de expresarla, o sea, la manifestación que nos choca por la manera cómo expresa la
sexualidad ante las nociones que tenemos de cuáles deben ser los límites de esa expresión como integrantes de
la determinada sociedad en que vivimos" (Creus, Carlos "Derecho Penal" Parte especial, t. 1, Ed. Astrea 1999,
p. 219).
Soler dice por su parte que "se tutela el pudor de manera diríamos impersonal, como bien social consistente
en el concepto medio de decencia y de buenas costumbres, en cuanto se refiere a las cuestiones sexuales;... En
este sentido es preciso que el juez se coloque en un término medio normal, para lo cual deberá tomar
especialmente en cuenta las circunstancias históricas y de lugar, ya que éstas son variables" (Soler, Sebastián
"Derecho Penal Argentino", t. III, p. 352, Ed. Tea, 1987).
Es cierto, y cabe aclararlo, que sin duda el alcance que pueda dársele a lo obsceno, puede encontrarse teñido
a menudo de conceptos morales, y no es que se confunda pecado con delito, pues, se tenga la ideología que sea
aquél se comete, para quienes lo acepten, aún en la intimidad, ámbito al que podría encontrarse vedado el
acceso al derecho.
Se ha discutido bastante sobre la constitucionalidad de los llamados tipos penales abiertos, pero se concluyó
también en que su descarte obligaría a un casuismo no propio de un código moderno, pues resultaría imposible
describir todas las posibles conductas donde pueda apreciarse, por ejemplo la "imprudencia'', de igual manera
imposible sería describir todos los casos en que se debiera penar lo que encierra el término "exhibición
obscena", e inconveniente más en este caso por, como se explicó, la variabilidad de su apreciación.
Nos encontramos sí, sin duda, ante un tipo penal que busca proteger el pudor de quien no está obligado a
presenciar exhibiciones por él no buscadas, y si bien lo obsceno puede abarcar varios ámbitos, en lo que nos
ocupa se entiende que estamos tratando acciones que violentan la "integridad sexual", es decir, lo obsceno desde
lo sexual.
Tal vez debamos plantear el absurdo para entender que ante ciertas acciones habría coincidencia en que se
está frente a este supuesto, tal podría ser el caso de masturbarse a la vista del público, o realizar el coito en las
mismas condiciones. En el extremo opuesto, es decir allí donde coincidiremos por la negativa, el mencionado
beso citado en el voto que me precede, que en otros tiempos pudo haber estado dentro de las conductas
reprimidas.
Entre estos extremos es que debemos encontrar un límite, difícil por cierto y que, por la invocación de que
con el correr del tiempo podría variar, no puede dejar de resolverse hoy.
Bien dice el juez instructor en sus también fundadas consideraciones que "queda librada a la discreción del
juez determinar qué es obsceno en cada caso concreto".
Y aún cuando se sostenga que resulta una entelequia encontrar el baremo del "hombre medio", como criterio
rector de los límites que deben superarse para poder considerarse obsceno un acto, hipócrita resultaría no
reconocer que el juez a menudo se encuentra frente a la necesidad de resolver a partir de dicho "modelo"
numerosas situaciones, pues el mismo derecho todo, se encuentra siempre en crisis, obligando a valorar
conductas como "normales" o "anormales", "debidas" o "no debidas" conforme a dichas pautas donde no puede
olvidarse del mentado "hombre medio" (valga como ejemplo dicho tópico al momento de valorar la idoneidad
del ardid en el delito de estafa).
Ocioso es creo a esta altura aclarar que entiendo que la exhibición de los senos por parte del imputado, en
una calle céntrica de esta ciudad, de modo tal que puedan ser involuntariamente observados por terceros,
constituye una exhibición obscena, y es que se debe proteger la libertad de quienes no quieren observar lo
exhibido, sea cual fuere su nivel social o cultural, y en nada cambia que el fin que persiguiese no fuese ése en sí
mismo, sino la oferta de sexo, pues el dolo de la figura se encuentra reunido con el conocimiento que se tiene de
estar realizando el tipo objetivo, quedando el conocimiento de la ilicitud, que no fue invocado, para otro estadio.
Y no es, tampoco, que se esté en contra de alguna minoría, sino que debe tomarse como parámetro un

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objetivo punto medio del sentir de la sociedad, que necesariamente coincidirá sí con una mayoría y es que
cuando la mayoría vea al pasearse las mujeres (o los travestidos) mostrando sus pechos en una calle céntrica,
como una conducta normal, que no los violenta o ni les llame la atención, entonces podremos concluir, no hoy
por cierto, que la sociedad habrá cambiado, y la exhibición mencionada pasará a compartir un status de inocua
junto al mentado beso.
Párrafo aparte merece la consideración sobre si la conducta estudiada merece protección penal o debiera
constituir una mera contravención, y creo que el legislador no ha estado muy alejado de dicha consideración si
se atiende a que la pena con que se sanciona la conducta es sólo de multa, cuando no hay menores afectados,
pero lo cierto es que por el momento así se encuentra legislado y, previa revisión de constitucionalidad, que si
bien debe tener carácter excepcional, todo magistrado debe hacer (dado el control difuso previsto al efecto),
corresponde decidir al respecto.
Voto entonces porque se revoque la resolución de fs. 61/vta.
Por lo que resulta del acuerdo que antecede, el tribunal resuelve:
Confirmar la resolución de fs. 61/vta., por la que se sobreseyó a G. E. L. en orden al delito de exhibiciones
obscenas, haciendo expresa mención de que la formación de esta causa no afectó el buen nombre y honor del
que pudiere gozar (art. 336, inc. 2°, y última regla, Cód. Procesal Penal de la Nación). - Guillermo R. Navarro. -
Mario Filozof. - Rodolfo Pociello Argerich (en disidencia).

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