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La Guerra Civil

(1936-1939)
La Guerra Civil constituyó el hecho más destacable y trágico de la historia de España en el
siglo XX, y está considerado como un preámbulo de la Segunda Guerra Mundial. En esta
guerra civil se concentraron muchos de los problemas que la sociedad española venía
arrastrando desde el inicio de las revoluciones liberales del siglo XIX. El enfrentamiento
entre los grupos tradicionalmente dominantes en España (aristócratas, grandes propietarios
agrícolas, empresarios, Iglesia, ejercito) y las clases populares (campesinos, obreros,
pequeña burguesía) llegó a un punto crítico durante la segunda República y culminó en la
Guerra Civil.
Pero la guerra también fue resultado de las tensiones jurídicas en Europa por la difícil
situación de 1930, además del ascenso del fascismo en Italia y del nacismo en Alemania.
Por eso el conflicto español fue visto a nivel internacional como el primer enfrentamiento
entre el fascismo y la democracia.
En julio de 1936, el conjunto de fuerzas que se sublevaron contra la República no había
previsto la posibilidad del desencadenamiento de una guerra. Las autoridades y los partidos
republicanos tampoco habían contado con ello. El alzamiento militar fracasado se convirtió
en una guerra civil porque tanto los sublevados como el poder legitimo republicano
contaron muy rápido con ayudas exteriores. La Guerra Civil española alcanzó una
dimensión internacional y se temió que el conflicto se pudiera extender a otros puntos de
Europa y del mundo.

Desde el primer momento, la Guerra Civil española tubo una gran repercusión
internacional. El estallido de la guerra en España fue visto como una confrontación entre las
fuerzas democráticas, y en parte revolucionarias(socialistas o comunistas), y los regímenes
fascistas en ascenso (Alemania, Italia). Se creyó de aquella que España era un
“microcosmos” en el que se estaba produciendo un enfrentamiento armado que muchos
temían a escala mundial.
La Guerra Civil fue más bien el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes
de la España de la Restauración, cuyo instrumento fue el ejercito, y los grupos obreros y
burgueses emergentes que querían establecer un sistema político democrático, así como una
nueva orden social progresista.
Las reformas eran imprescindibles para la modernización de la sociedad española pero
atentaban contra los privilegios de los grupos dominantes (latifundistas, empresarios,
Iglesia, ejército). Por eso, estos grupos creyeron que se avecinaba una revolución y optaron
por el abandono de la vía legal y parlamentaria decantándose por el golpe de Estado.

**** La situación llegó a un punto en el que ambos bandos quiso la guerra****


La Guerra Civil se produjo entre dos bandos: el del poder legitimo republicano y los
franquistas

BANDO FRANQUISTA (LIBRO)


A partir de octubre de 1936, diferenciándose de la zona republicana, existía un bando militar
único e incontestado pero ninguna cohesión política. Los sublevados habían prohibido, en el
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(1936-1939)
territorio que controlaba, todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular
y todos los sindicatos. Unicamente actuaban como grupos políticos Falange Española y de
las JONS, cuyo jefe en fundador, Jose Antonio Primo de Rivera, había sido fusilado por los
republicanos y los carlistas. Se toleraba la CEDA y los grupos monárquicos.
Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su
liderazgo militar y se consiguió imponer a las diversas fuerzas que le daban apoyo a la
resurrección. Inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, de partido
único y con un jefe con plenos poderes, en abril de 1937, Franco dio a conocer el Decreto de
Unificación por el que se creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las
JONS, unificando a falangistas y a carlistas, y en el que se deberían de integrar el resto de
las fuerzas “nacionales”. Franco sería el Jefe Nacional de este partido único concentrando en
sus manos otro poder más. El nuevo partido adoptó el uniforme con la camisa azul Falange y
la boina roja de los carlistas o falangistas y el saludo fascista con el brazo en alto. Las
resistencias de algunos fascistas o falangistas a la unificación fueron acalladas con el
destierro o la prisión.
El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero del año
1938 con la desaparición de la Junta Técnica y la formación del primer gobierno de
Francisco Franco. En la persona de Franco se concentraban la jefatura del Estado y la
presidencia del gobierno, y a partir de aquella se pasó a llamar Caudillo de España. El nuevo
Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en la religión
católica y en el carácter conservador.
Según las actuaciones iniciadas por la Junta de Defensa Nacional, el Estado abolió la
legislación republicana en materia económica, social y laboral. Se suprimieron las libertades
religiosas, polítiva sindical y de prensa, así como los estatutos de autonomía y se restableció
la pena de muerte. En marzo de 1938 se aprobó una de sus Leyes Fundamentales, el Fuero
del Trabajo, inspirada en el fascismo italiano de Musolinni con un único sindicato que
agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas y las reivindicaciones
obreras.
Por último, se respetaba la importante influencia de la Iglesia católica, que en julio de 1937
hizo pública una Pastoral Colectiva de los Obispos en apoyo de los sublevados. El nuevo
Estado era claramente confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio,
estableció culto religioso en la enseñanza y en el ejercito, e instituyó una retribución estatal
al clero.

2/La construcción del Estado franquista fue acompañado de una violencia extrema que
formaba parte de las directrices fijadas por los dirigentes de la sublevación e implicó la
aniquilación de los vencidos en los territorios que se ocupaban. Así aconteció en la
ocupación de Badajoz, Malaga y Granada, y en multitud de pueblos y ciudades que
quedaron en territorio “nacional”. En ocasiones, las personas relevantes fueron asesinadas,
más que por su acción política, por lo que significaban como símbolos de la República. Fue
el caso del poeta Federico García Lorca, asesinado en Granada al comienzo de la guerra. De
la misma manera, el gobierno de Franco hizo ejecutar a políticos del bando republicano, así
La Guerra Civil
(1936-1939)
como los militares contrarios al alzamiento.
La represión tubo siempre un carácter sistemático, planificando y fue ejercida por el
ejercito, la Falange o las autoridades políticas contra cualquiera sospechoso de simpatizar
con las izquierdas. Su intención era imponer un clima de “terror” que impidiese toda
contestación. Una parte de los millones de ejecutados durante la guerra fueron soterrados en
fosas comunes sin contancia de su desaparición.

EL BANDO REPUBLICANO (LIBRO)


Para acallar la sublevación, que contaba con el apoyo de todo el ejercito de África y de gran
parte de la oficialidad peninsular, el gobierno de José Giral tubo que organizar con la prensa
una fuerza militar para oponerse a los sublevados. Para eso tomó la decisión de entregarles
armas a las milicias de los partidos y sindicatos, disolver el ejercito tradicional y los cuerpos
policiales y decretar la creación de batallones de voluntarios, en los que se debían integrar
las milicias. Como consecuencia de esto, en el territorio republicano emergió una estructura
de poder popular, vertebrado al rededor de sindicatos y partidarios de izquierda, que
constituían en aquel momento la única forma armada capaz de defender la legalidad
republicana.
En el verano y en el otoño de 1936, el poder del Estado sufrió un hundimiento casi total y
fue sustituido por organismos revolucionarios dispuestos a imponer una nueva orden. De
esta manera surgieron consejos, comités y juntas que se ocupaban de organizar las columnas
de voluntarios para el frente, del orden público, de la economía, etc.
En algunas zonas, los comités se unificaron para formar Consejos Regionales entre los que
destacaban el Consejo Soberano de Asturias, el Consejo de Aragón, el Comité Ejecutivo
Popular de Valencia o la Junta de Defensa de Madrid. En estos organismos se reunían las
fuerzas del Frente Popular con predominio de los sindicatos y de los partidos obreros. Fue
especialmente importante la creación, en Cataluña, por iniciativa de la CNT-FAI, del Comité
Central de Milicias Antifascistas. Ese Comité llegaría en pocas semanas a un entendimiento
con los partidos políticos catalanes y se reconstituiría el poder de la Generalitat con un
gobierno presidido por Lluís Companys y con presencia de sindicatos y partidos obreros.
2/ En el territorio que permaneció fiel a la República, el alzamiento militar provocó la
extensión de un clima revolucionario. La mayor parte de la población que en los primeros
momentos se enfrentó con las armas a los sublevados para defender la República estaba
constituida por campesinos y obreros vinculados a organizaciones de la izquierda
revolucionaria. Una vez sofocada la rebelión se sintieron legitimados para impulsar cambios
sociales.
El elemento más significativo de la revolución social desencadenada a partir de julio de
1936 fue, sin duda, la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Los
comités formados por partidos y sindicatos obreros, se hicieron con el control de los
transportes, de los servicios humanos , de las suministraciones militares, de las fábricas y
los talleres.
En algunos casos, los empresarios e industriales huyeron al estallar la guerra o fueron
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(1936-1939)
detenidos o asesinados, y los trabajadores se pusieron al frente de las empresas. Otras veces,
en vez de hacerse con el control y con la dirección de las empresas, los trabajadores les
comunicaban a sus dueños que las tendrían que explotar a partir de ese momento en régimen
de autogestión. Entre finales de junio y principios de octubre, una serie de decretos, tanto en
el gobierno central como de la Generalitat de Catalunya, les dieron cobertura legal a las
incautaciones de industrias y tierras efectuadas por los organismos populares. También se
intervinieron las cuentas corrientes y los depósitos bancarios y se paralizo la transmisión de
bienes inmuebles. En el campo las expropiaciones de predios y su ocupación masiva se
esparció por Aragón, Valencia, La Mancha y Andalucía. En zonas de influencia anarquista y
socialista, las tierras se colectivizaron en su totalidad y pasaron a depender de comités o
comunas locales.
En los primeros meses de la guerra se desencadenó en la zona republicana una respuesta
popular espontanea contra todo lo que pudiese tener relaciones con los llamados “facciosos”
(sublevados). La Iglesia, la burguesía , los propietarios y las clases acomodadas fueron
objeto de una persecución, que escapó del control del poder republicano. Tuvieron lugar
asesinatos llamados “paseos”, detenciones ilegales en las cárceles clandestinas, saqueos e
incendios de iglesias y conventos, y confiscación de bienes y propiedades particulares. Hubo
incidentes especialmente graves como los asesinatos de presos políticos de derechas en las
cárceles Modelo de Barcelona (agosto de 1936) y de Madrid, estos últimos ejecutados en
Paracuellos del Jarama mientras eran trasladados a Valencia (noviembre de 1936). También
fueron asesinados políticos como Melquiades Álvarez y Jose Antonio Primo de Rivera
fusilado en una cadena de Alacant. Muchos de los perseguidos huyeron al extranjero, se
escondieron o pasaron a la zona sublevada y, por supuesto, la mayoría apoyó al bando
franquista.
Las experiencias de autogestión, la autonomía de las columnas de milicianos en los frentes
de guerra y la imposición de un cierto “terror” revolucionario en las calles estuvieron
impulsados, sobre todo, por el sector mas radical del anarcosindicalismo (CNT-FAI) y del
POUM. EL resto de fuerzas políticas mantuvieron rápidamente posiciones críticas,
reclamando la necesidad de un poder estatal fuerte que concentrase sus esfuerzos en ganar la
guerra.

LAS OPERACIONES MILITARES (LIBRO)


EL AVANCE HACIA MADRID (JULIO-NOVIEMBRE 1936)
Después de cruzar el Estrecho, en julio de 1936, las tropas de África, legionarios y regulares al
mando del coronel Yagüe, tenían como objetivo esencial el avance hacia Madrid para tomar la
capital, símbolo del poder republicano. En agosto, las tropas sublevadas, que avanzaban desde el
sur, tomaron Badajoz y consiguieron enlazar en una estrecha franja con la zona sublevada del Norte.
En septiembre, Franco, convertido en jefe del ejército del sur después de la muerte de Sanjurjo,
decidió desviarse para tomar Toledo y ponerle fin al cerco de Alcázar, donde resistían unos cientos
de militares sublevados con sus familias, y a finales de octubre se encontraron ya a las puertas de
Madrid.
La conquista de la capital podía ser inminente. El 29 de octubre se decretó la movilización general
para salvar Madrid. Miles de hombres y de mujeres fortificaron los accesos y el interior de la
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(1936-1939)
ciudad. Mientras se cavaban fosos, nacían consignas que se hicieron míticas como “No pasarán” y
“Madrid, tumba del fascismo”.
El 6 de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando la plaza en manos de
una junta presidida por el general Miaja, mientras que la estrategia de la defensa de la capital
quedaba en manos del de aquella comandante Rojo. Además de las incursiones aereas, Madrid
resistió al ataque frontal, gracias también a la llegada de las primeras Brigadas Internacionales, de
los carros de combate rusos y de una columna anarcosindicalista procedente de Barcelona, al mando
del lider sindical Buenaventura Durruti.
La resistencia en la ciudad de Madrid (noviembre-diciembre 1936) concluyó la fase denominada
“guerra de columnas” (o fase miliciana), en la que las tropas republicanas estaban principalmente
compuestas por columnas de milicias integradas por voluntarios de partidos y sindicatos.
LAS BATALLAS AL REDEDOR DE MADRID (DICIEMBRE 1936- MARZO 1937)
Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron dos maniobras envolventes
para aislar Madrid , básicamente con el fin de cortar sus comunicaciones con Valencia. Una primera
maniobra produjo la batalla del Jarama, en febrero de 1937, en la que los sublevados cruzaron el río,
pero fueron detenidos por los republicanos y no consiguieron su objetivo de aislar la ciudad. El la
batalla de Guadalajara, en el mes de marzo de 1937, las tropas fascistas italianas aliadas a Franco
sufrieron una espectacular derrota a manos del reconstruido Ejército Popular de la República. Fue la
primera victoria republicana de gran resonancia.
Esta segunda parte de la guerra estuvo caracterizada por la regularización de ambos ejércitos,
especialmente el republicano, con la creación del nuevo Ejército Popular de la República y la
militarización o disolución en buena parte de las milicias. Por su banda, Franco militarizó también
sus cuerpos de voluntarios (requetés, falangistas...)
OCUPACIÓN DEL NORTE (ABRIL-OCTUBRE 1937)
Ante las dificultades para tomar Madrid, Franco decidió abandonar el ataque a la capital y
concentrar los esfuerzos en la zona norte. Una estrecha franja que cogía Asturias, Cantabria y el
País Vasco había quedado en manos republicanas, pero aislada del resto de la Península. Los
sublevados controlaban Navarra desde el principio y en agosto 1936 ya habían tomado Donostia,
pero el espesor de un territorio fundamental por sus recursos mineros, siderúrgicos e industriales se
mantenían a principios de 1937, en manos de la República.
Los combates principales se produjeron entre los meses de abril y octubre de 1937. Los sublevados,
al mando del general Mola, desencadenaron un ataque hacia Biscaia en los últimos días de marzo.
El 26 de abril, la ciudad vasca de Gernika era arrasada por la aviación nazi, por orden del cuartel
general de Franco. Se producía de esta manera el primer bombardeo aéreo de la historia sobre la
población civil, y Gerinka pasaría a quedar inmortalizada en la obra Guernica de Pablo Picasso
como símbolo de la agresión fascista contra una población desarmada. Bilbao fue ocupada el 19 de
junio gracias a la superioridad en medios, armamento y aviación de los sublevados.
La República, para intentar aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó en el mes de julio el
ataque a Brunete, cerca de Madrid, y más tarde Belchite, junto a Zaragoza, pero no dio conseguido
evitar que las tropas de Franco entrasen en agosto en Santander y, dos meses después, en Asturias.
Estas derrotas de los republicanos supusieron que una zona de primera importancia económica se
pasa a manos de los sublevados. Además, miles de personas tuvieron que huir de la región iniciando
de esta forma un verdadero éxodo hacia otras zonas aun en las manos de la República.
EL AVANCE HACIA EL MEDITERRANEO (NOVIEMBRE 1937- JUNIO 1938)
A finales de 1937, los mandos republicanos aun confiaban en la posibilidad de ganar la guerra. Para
eso, intentaron una serie de reformas del ejercito: este fue dotado de mandos profesionales,
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integrándoselos cuandros procedentes de las milicias (modesto, Lister, o Campesiño...) y más las
Brigadas Internacionales (Brigadas Mixtas) y se coloco en su frente a un destacado general, Vicente
Rojo, defensor de Madrid. El nuevo ejército republicano desencadenó diversas ofensivas, la más
importante de las cuales tuvo lugar en Teruel, donde tuvo lugar una gran batalla durante el invierno
de 1937-1938, que llevó a la ocupación republicana de la ciudad.
Pero en el mes de febrero de 1938, el ejército de Franco volvió a ocupar Teruel, y aprovechando el
desgaste sufrido por las tropas republicanas en la defensa de la ciudad, desencadenó la campaña de
Aragón, atravesando el Maestrazgo y llegando al Mediterraneo por Vinaroz (Castelló), en el mes de
abril. El territorio republicano quedó dividido en dos zonas, una de las cuales era Cataluña, aislada
del resto. Franco habría podido concentrar sus fuerzas en atacar Cataluña y quizás haber terminado
con la guerra, pero prefirió continuar con la ofensiva hacia el Sur, manteniendo fuertes combates en
Castelló y Valencia, y estendiendose, poco a poco, cara a Lleida y al sur de Tarragona.
LA BATALLA DEL EBRO Y LA OCUPACIÓN DE CATALUÑA (JULIO 1938-FEBRERO 1939)
El avance de las tropas sublevadas quedó detenido cuando el ejercito republicano, después de recibir
nuevo armamento, reorganizó desde Cataluña sus primeras unidades y desencadenó un poderoso
ataque sobre el río Ebro en la provincia de Tarragona. Las autoridades republicanas eran conscientes
de que la situación bélica era ya plenamente desfavorable. Su única esperanza era reconquistar
territorio y volver a unir las zonas fieles a la República.
La batalla del río Ebro fue uno de los mayores episodios militares de la guerra. Comenzó del día 25
de julio de 1938 con un ataque republicano que cruzó el río Ebro entre Benifallet y Mequinenza y
conquistó poblaciones como Ascó, Mora de Ebro, Flix, etc. Desde esta región avanzaron hacia el
interior y se hicieron fuertes en la zona de Gandesa, donde lograron resisitir durante unos meses.
Franco envió grandes refuerzos, incluida la aviación alemana e la italiana, y consiguió detener el
ataque. Después contraatacó y, a comienzos de noviembre, los republicanos se tubieron que replegar
en la otra vera del río mientras que el ejército de Franco avanzaba ocupando todo el sur de
Tarragona y cruzando el río Ebro en su desembocadura. El 16 de noviembre se dio por terminada la
batalla. El ejército republicano había sido derrotado, y sus fuerzas quedaban menguadas y
desorganizadas.
Franco decidió emprender de modo definitivo la ofensiva sobre Cataluña. El día 26 de enero entraba
en Barcelona sin resistencia. Una marea de exiliados avanzaba hacia el Norte. Con la caída de
Girona se produjo la huída hacia Francia de miles de refugiados, entre ellos todo el gobierno de la
República, con el jefe de gobierno, Negrín, y el presidente de la República, Manuel Azaña. También
cruzaron la frontera los miembros de las Cortes republicanas, el gobierno de la Generalitat, así
como sus parlamentarios y el gobierno vasco. Antes de la huída, el 1 de febrero de 1939, a las diez y
media de la noche -para evitar bombardeos diurnos-, tubo lugar en el castillo de Figueres la última
sesión de las Cortes republicanas.
EL FINAL DE LA GUERRA (FEBRERO-ABRIL 1939)
En febrero de 1939 a la República no le quedaba más territorio que la llamada zona centro, que
cogía Madrid, la Mancha y la región mediterranea desde el norte de Valencia hasta Almería. El jefe
de gobierno republicanos, Juan Negrín, regresa de Francia e intenta un último esfuerzo para
reorganizar el ejercito y resistir en el territorio republicano.
A comienzos de marzo se produce en Madrid una sublevación contra el gobierno republicano que
fue dirigida por el coronel Segismundo Casado, responsable de la defensa de la capital. Casado
había entrado en contacto con el servicio franquista de espionaje desde hacía meses, para entregar la
ciudad y terminar la guerra mediante una negociación con Franco.
Sabía que Negrín y los comunistas eran contrarios a una rendición y, por eso, con el falso pretexto
La Guerra Civil
(1936-1939)
de que el presidente del gobierno iba a nombrar, a comienzos de marzo, altos mandos militares
exclusivamente comunisas, se sublevó el día 5 de marzo.
Casado controlo Madrid después de una fuerte lucha con las unidades comunistas. Con el apoyo de
algunos socialistas (Besteiro, entre otros) y de parte de la UGT, se creó una Junta de Defensa con el
objetivo de negociar con Franco una “paz honrosa” basada en la “generosidad del Caudillo”. Franco
sólo aceptó una rendición de condiciones y obligó a entregar las armas. El día 28 de marzo, las
tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resisitencia.
En los días posteriores a la entrada en la capital se ocupó toda la zona mediterránea. La resistencia
de las escasas tropas controladas por los comunistas no pudo impedir la ocupación de Albacete,
Alacant y Valencia. El 1 de abril Franco firmó en Burgos el último parte de guerra: “En el día de
hoy, pequeño y desarmado el Ejército Rojo, encontraron las tropas nacionales sus últimos objetivos
militares. Españoles, la guerra acabó”
LOS EFECTOS DE LA GUERRA (LIBRO)
MUERTE, CARENCÍA Y DESTRUCCIÓN
La guerra significó miseria y muerte para miles de personas de uno y de otro bando. A las bajas en
los combates y las víctimas de la represión, hay que añadirles las muertes producidas por la grave
carencia de alimentos. Esta situación fu especialmente grave en la zona republicana, dado que las
grandes áreas agrícolas de cereales habían quedado en manos de los sublevados. Los primeros
síntomas de escasez comenzaron en septiembre y octubre de 1936 en productos como el trigo, la
carne y el carbón. Un alimento básico como el pan comenzó a faltar de forma alarmante en los
primeros meses de 1937, y en marzo se llegó al racionamiento en Madrid. Mientras iba avanzando el
conflicto, las colas en los comercios se hicieron habituales, los precios subieron y el mercado negro
se extendió. La desnutrición provocó enfermedades, y en ocasiones, la muerte.
Por otro lada, también se produjo una fuerte reducción de la producción industrial, debido, en
primer lugar, a la movilización de la población masculina para ir al frente. En la zona republicana,
en 1938, fueron llamados a filas todos los hombres entre 17 y 35 años (unos 600000). Además,
aunque la población femenina, especialmente en la zona republicana, se incorporó al mundo laboral,
los esfuerzos de la industria se dirigieron de manera esencial a la producción de armamento y de
avituallamiento militar, lo cual dejó muy desabastecida la población de productos de consumo.
Además, la guerra significó la destrucción de gran parte de las infraestructuras y de las
comunicaciones. Los bombardeos sobre pueblos y ciudades le afectaron duramente a la población
civil. El gobierno republicano no contaba con importantes efectivos aéreos y utilizó sus aviones de
manera fundamental para acciones bélicas. Pero el bando franquista tenía ayuda de los aviones y de
los acorazados alemanes y de los italianos. Desde el principio, los bombardeos sobre la población
civil fueron utilizados por los sublevados como un instrumento de terror y como un arma de
destrucción de casas, fábricas, instalaciones, puerto, etc., además de servir como apoyo al avance de
su ejército. Los brutales y continuos bombardeos sobre Madrid, iniciados en 1936, inauguraron una
práctica que afectó de manera muy especial a las ciudades como Barcelona, que sufrió 385 ataques
con el resultado de cerca de 3000 víctimas, Valencia, Tarragona, Málaga, etc.
LA POBLACIÓN DEPLAZADA: REFUGIADOS Y EXILIADOS
Desde los primeros días de la guerra, civiles de ambos bandos huían del territorio en el que se
encontraban por temor a la persecución que podían sufrir por sus ideas políticas. Numerosos
miembros de la burguesía, católicos, cleros, etc., huyeron de la zona republicana. Con el avance de
las tropas franquistas, los grandes movimientos de refugiados se dieron sobre todo en la zona
republicana, donde la población, atemorizada, abandonaba sus hogares para huir de la ocupación
franquista y posterior represión.
La Guerra Civil
(1936-1939)
Los refugiados republicanos se concentraron especialmente en la zona de Levante y en Cataluña –
un millón en 1938-, con los problemas organizativos que implicaba proporcionarles alimentación,
alojamiento, escolarización y sanidad a una población formada esencialmente por mujeres, niños y
ancianos. La población de la zona norte, aislada del resto del territorio republicano, sólo pudo huir
por mar hacia otros países. Ante la imposibilidad de evacuar el conjunto de la población civil, se
opto por darles prioridades a los niños y de ese modo fueron embarcados cerca de 13000 con
destino a diversos países europeos, americanos y a la Unión Soviética.
Hacia el final de la guerra, población de toda España y miles de soldados en retirada se
concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa. Entre el 27 de enero y el 3 de febrero del
año 1939, aproximadamente medio millón de españoles entraron en Francia. Una multitud de
personas de todas las edades y de las más diversas condiciones (en coche, en camión, a pie,
arrastrando carros...) abarrotaron las carreteras de Barcelona hasta Portbou y la Jonquera para
buscar refugio en el país vecino. Gran parte de los refugiados fueron conducidos por agentes de
policía de Francia (gendarmes) a campos de concentración que fueron improvisados en las playas
próximas a Argelès y St. Cyprien. En pocos meses volvieron a España aproximadamente la mitad
de estos refugiados. El resto inició un largo y penoso exilio.
La “guerra de España”, nombre con el que fue conocida a nivel internacional, resultó un
acontecimiento que apasionó y dividió a gobernantes, medios de comunicación, opinión pública e
intelectuales del mundo entero. La opinión democrática progresista mundial, los partidos obreros de
todo el mundo y la URSS se manifestaron a favor de la República. Por el contrario las fuerzas
conservadoras de las democracias y los gobiernos fascistas veían en el alzamiento de Franco un
freno a la expansión del comunismo. También el régimen fisiócrata portugués de Olivera Salazar
resultó ser un fiel aliado de los sublevados. Por último, el catolicismo tradicional entubo en general
con los rebeldes, y el Papado acabó pronunciándose a favor de Franco.
Las principales potencias democráticas de Europa, Francia (salvo un período inicial en el que
vendió aviones y proporcionó pilotos a la República) y Gran Bretaña se mantuvieron oficialmente
neutrales, pero dicha neutralidad era engañosa, ya que impusieron un embargo de armas y un
bloqueo naval (poco efectivo, puesto que los dos bandos recibieron armamento y municiones por
vía marítima) a España, además de intentar desalentar a la participación anti-fascista de sus
ciudadanos en apoyo de la causa republicana. Pero pese a estos intentos, muchos franceses e
ingleses (Malraux, Orwell, etc.) participaron individualmente como voluntarios en la lucha. Dos
temores alimentaban esta política: el triunfo de la revolución en España y una confrontación total en
el ámbito europeo.
La neutralidad de las democracias occidentales tuvo su justificación oficial a través de su
participación en el denominado Comité de No Intervención, del cual formaban parte, además de
Francia e Inglaterra, Italia, Alemania, la URSS y otros países menores. Si la misión del comité era
impedir el suministro de armas a cualquiera de los dos bandos enfrentados, es fácil suponer, viendo
su composición, que su gestión necesariamente habría de ser un completo fracaso, como así ocurrió.
A pesar de todo, el hecho cierto es que mientras los nacionales recibieron armamento, equipo y
efectivos de las potencias fascistas, la República solo recibió ayuda importante desde la lejana
URSS y, en menor medida, de México. Las principales democracias occidentales (Gran Bretaña,
Francia o los Estados Unidos), no le prestaron ayuda, temerosas de su carácter revolucionario y de
un enfrentamiento abierto con Alemania e Italia.
Las potencias democráticas, concentradas en su política de apaciguamiento de los regímenes
fascistas, no miraban con buenos ojos la oposición frontal de las izquierdas revolucionarias, en las
que veían una cierta amenaza de que se extendiera el mal ejemplo soviético. Por ello, la República
era vista por esos países como un régimen inclinado a un comunismo al que no tenían gran
simpatía.
La Guerra Civil
(1936-1939)

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