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UNIDAD 1

¿Qué es la salud y que es la enfermedad?

1. Evolución histórica de los conceptos y definiciones

Los conceptos salud-enfermedad y sus definiciones están ubicados históricamente y no


existe una aceptación universal de sus significados. Por lo tanto, la sociedad en cada
momento histórico ha decidido que es la salud y que es la enfermedad con bases en las
experiencias, los conocimientos y los intereses clasistas de dicho momento.

1.1 Primera experiencia grupal del hombre: la horda. En ese momento era fundamental la
conservación del cuerpo.

1.2 En la organización económico-social de la comunidad primitiva y como resultado de la


primera división natural del trabajo, las mujeres fueron los primeros “médicos” de la
historia al corresponderles, entre otras funciones, la selección de plantas medicinales.

Surge el primer concepto y la primera definición de salud-enfermedad transmitidos


oralmente y enunciados en términos de: “salud es ausencia de enfermedad”. El manejo
está muy influenciado por concepciones animistas y margicorreligiosas que atribuyen
ambos estados o decisiones de los dioses.

Existieron muchas formas de tratamiento paralelas a la escasa prevención y promoción


pero predominaba una “medicina popular”.

1.3 En la organización económico-social esclavista, la clase dominante asumía a los


esclavos como una herramienta a la cual no era importante brindarle salud, siendo lo
contrario para los amos; se trataba entonces de una medicina clasista y surgieron las
primeras definiciones escritas de salud como las siguientes:

-Alcmeón. “Salud es la armonía perfecta de todos los órganos del ser humano y
enfermedad es la desarmonía”.
- Píndaro. “Salud es la sana felicidad y el pleno goce de la vida”.

- Galeno. “Salud es la ausencia de dolor y la posibilidad de funcionar bien en la sociedad”.

En este momento histórico de la medicina popular era escasa y aparecieron en su orden


la medicina privada y la estatal. También aparecieron las primeras normas escritas sobre
salud pública, pero estaban confinadas a los libros sagrados. Comenzó a separarse la
medicina de la religión y empezó la formación académica de los médicos.

1.4 En la formación económico-social del Feudalismo, no se elaboró ninguna definición de


salud-enfermedad, porque se decía que la enfermedad era una prueba que Dios le hacía
al hombre y, por tanto, había que prepararse para un “bien morir”. Se regresó a las formas
religiosas de curar y los santos se volvieron “especialistas”, por ejemplo, Santa Lucía era
(y aún es) invocada para curar las enfermedades de los ojos.

A pesar de todo se cultivaban plantas medicinales y a los médicos se les otorgó, por
primera vez, el titulo de “doctor”. Debido a las pestes se establecieron las “cuarentenas”,
cosa que permitió el descubrimiento de los periodos de incubación de los microbios
conocidos hasta ese entonces.

1.5 En el modo de producción capitalista cabe destacar a Bernardino Ramazzini, quien en


su obra “Las Enfermedades” de los artesanos” describe las alteraciones a que ellos están
expuestos con relación a sus condiciones particulares de trabajo. Surgen la
epidemiología, la administración de salud y la salud ocupacional con base en la necesidad
sentida de mantener obreros y soldados sanos y, aparece así, la medicina de seguridad
social.

Las concepciones epidemiológicas de finales del siglo XIX dieron origen a una definición
de salud entendida como “un estado de equilibrio entre agentes, medio y huésped” y al
desequilibrio se le llamó enfermedad.
En 1940, la Organización Mundial de la Salud lanza su controvertida, pero casi
mundialmente aceptada, definición de salud: "Salud es el completo estado de bienestar
físico, mental y social / no solamente la ausencia de enferme ad o malestar".

En 1975, Millón Terris (epidemiólogo norteamericano) planteó como definición: "Salud es


el estado de bienestar físico, mental y social y la capacidad de funcionaren la sociedad y
no solamente la ausencia de malestar o enfermedad".
1.6. En el socialismo y particularmente en Cuba, el Instituto de Desarrollo de la Salud de
La Habana, formuló, en 1978, la siguiente definición: "Salud es una categoría biológico y
social que existe en unidad dialéctica con enfermedad, resultante de la interacción
dinámica entre el individuo y su medio y que se expresa por un estado de bienestar físico,
mental y social y está condicionada por cada momento histórico del desarrollo social".

2. Conceptualizaciones críticas contemporáneas

2.1. Alberto Vasco Uribe en su libro "Enfermedad y Sociedad" se refiere así al concepto
de salud: "...concebir la salud como un estado de ausencia de enfermedad, no es más
que una utopía sin el más mínimo piso histórico ni biológico..., estas ideas hacen que la
atención médica se centre en las enfermedades existentes y dejan en un segundo plano
la vigilancia sobre los elementos nuevos que aparecen en la sociedad... Se cree que curar
la enfermedad consiste en eliminar el agente para que el huésped vuelva a su estado
normal...

...Entender el problema de la enfermedad como un elemento resultante del proceso de la


vida, posibilita su comprensión superando las limitaciones de la unicausalidad, hasta
llegar a un concepto causal de tipo Estructura Dinámica, con tres niveles, en los cuales se
ubican las relaciones entre la vida social y la biológica y la forma como mutuamente se
determinan. Esos niveles son:

El plano socio-económico y político, o nivel contextual o dimensión general: Este ha


permanecido por muchos siglos fuera de la esfera del desarrollo de la medicina. La
relación existente entre las condiciones de trabajo y la morbi-mortalidad no ha sido muy
tenida en cuenta por los estudiosos de la medicina y la enfermedad, por el contrario, se
desarrolló en profundidad las corrientes que en lugar de estudiar al individuo en sociedad
lo separan en muchas partes...

A este nivel corresponde el concepto "forma de vida" entendido como la materialización


de un individuo, relacionado de una manera históricamente determinada y específica, a
otros individuos y a una organización que se expresa no sólo en comportamientos,
actitudes, posiciones políticas e ideológicas, sino en situaciones biológicas objetivamente
detectables, o en situaciones subjetivas, sintomáticas que contribuyen o determinan el
comportamiento social del individuo... Puede hablarse aquí de la producción de elementos
terapéuticos, de diagnósticos y de la forma como ellos afectan, son afectados por las
condiciones de vida de una sociedad. Puede analizarse el tipo de implicación política que
tiene determinada manera de enfocar la atención médica en una sociedad dada, y cómo
un cierto saber médico no es totalmente independiente de la estructura social en la cual
se desarrolla y aplica.

El nivel geográfico grupal o dimensión particular: este nivel se distingue del anterior,
estando incluido en aquel, en la medida en que delimita los grupos a estudiar a partir de
categorías cuantificables y que sean comunes a determinados individuos, bien sea en los
planos biológico, geográfico y/o personal. La mayoría de las hipótesis que puedan surgir
del nivel socio-económico y político pueden y deben ser comprobadas en el nivel grupal...
se busca entonces un nuevo marco que pudiera llamarse Epidemiología social o Historia
social de la enfermedad... El proceso salud-enfermedad se convierte en objeto de estudio
no sólo de la medicina sino de la sociología, la economía, el derecho, etc., y la medicina
será una de las estrategias para aproximarse a la comprensión del problema.

El nivel individual: Para llegar a este nivel hay que partir de sus necesarias
determinaciones grupales y socio-políticas, pero sin perder de vista la gran importancia
que hay que darle a la atención del individuo. El papel del médico y de todos aquellos que
tienen que ver con el trato directo de los individuos es irremplazable en esta y en
cualquier sociedad. Si en el nivel grupal el objeto de estudio es la enfermedad en cuanto a
su distribución, sus asociaciones, una atención multiprofesional y en una organización
social que pretende modificar esas situaciones grupales, aquí el objeto de estudio es el
enfermo de algo concreto, en el plano de una relación directa con él y, ante sus
posibilidades de recuperar la situación perdida o deteriorada, o bien de reorganizarse en
una nueva vida, en una nueva normalidad.

2.2. Saúl Franco Agudelo en uno de sus artículos titulado "Las evidencias trágicas de la
relación salud-trabajo", aporta valiosísimos elementos, de los cuales se pueden extractar
las siguientes apreciaciones:

La salud y la enfermedad no son fenómenos aislados sino polos de un proceso histórico y


Social que se desenvuelve al interior de una polaridad mayor vida-muerte y en el ámbito
no de lo individual sino de 10 colectivo. La naturaleza Social de la enfermedad no es
verificable en el caso clínico aislado sino en los modos característicos de enfermar y morir
de grupos humanos, más exactamente, de las clases sociales. Como afirma Cristina
Laurell, la enfermedad es social en la medida en que no es posible fijar la normalidad
biológica del hombre al margen del momento histórico, y dicho momento no es
propiamente la variación cronológica sino la variación en los medios de producción y en la
organización social derivada del proceso de trabajo. La patología individual producida
como consecuencia de determinado trabajo, es un síntoma a través del cual se expresan,
no sólo las contradicciones entre el individuo y su medio, sino que ante todo se
concretizan y manifiestan los antagonismos y contradicciones sociales.

Existe una probabilidad de sobrevivir y un riesgo de enfermar y morir diferencial, en


función con la clase social, así, por ejemplo, estudios hechos en América Latina revelan
que el riesgo de morir durante los dos primeros años está directamente relacionado con la
ocupación de los padres; la probabilidad que un niño proletario urbano muera antes de los
dos anos es cuatro veces mayor que la del niño de la mediana o alta burguesía; el riesgo
para un campesino es cinco veces mayor; los trabajadores no calificados y los
desempleados mantienen el más alto índice de mortalidad.

En la medida en que se cambian los modos de producción, se modifican diferencialmente


para las clases sociales las expectativas de vida y los tipos y modos de enfermar y morir.

La medicalización de la salud y del complejo salud-enfermedad ha producido la


concentración del poder, el saber y el quehacer sanitario en manos de una estructura
jerárquica encabezada y dominada por los médicos y compartida, en diferentes grados,
por los demás profesionales de la salud. Mediante múltiples estrategias la sociedad ha ido
delegando el problema de la salud y de su expropiación masiva ha ido llegan do a la
monopolización.

La salud de los trabajadores no ha escapado a este modeló médico dominante, también


ha su lo expropiada y se ha convertido en objeto de conocimiento y de acción para los
agentes del modelo, quienes, a su vez, han reducido tanto el problema que lo limitan al
del reintegro en el menor tiempo posible y con los más bajos costos, o a la prevención de
los riesgos físicos, químicos, mecánicos, etc., más inmediatos en el medio de trabajo.

Como un subproducto de la concepción y la práctica médica dominante, los trabajadores


han reducido sus acciones en el campo de la salud fundamentalmente a dos frentes:
negociar su salud y luchar por mayores recursos sanitarios. La negociación tiene una
larga historia que arroja como saldo la conversión en dinero o en especie las negaciones
a la salud: indemnizaciones por partes o funciones corporales perdidas; bonificación
salarial para quienes trabajan sometidos a temperaturas extremas o a otros factores de
riesgos altos; una porción mayor de alimentos en las comidas de las fábricas para los
expuestos a riesgos específicos como los químicos; una sobre rrenumeracíón para
quienes tienen que alterar sus ciclos vitales por estar sometidos a turnos nocturnos; un
poco más de salario (incentivo) por aceptar morir más rápido como resultado del aumento
del ritmo (o velocidad) de trabajo; etc.

Para una reorientación de la relación del trabajador con su salud hay que identificarlo
como sujeto y protagonista de su propia salud y para ello hay que asumir la salud como
un objeto de conocimiento científico, de práctica social y de lucha política y como un
momento de un proceso contradictorio mayor: vida-muerte, salud-enfermedad. Lo anterior
exige que los trabajadores recuperen la posibilidad y el derecho al conocimiento de los
procesos básicos y de las condiciones que determinan su salud. La escogencia de las
prácticas más convenientes y necesarias para mejorar las condiciones de salud, así éstas
no coincidan con las impulsadas y ejercidas por el modelo médico dominante; tratar al
trabajador como totalidad pensante, actuante y socialmente articulado al proceso de
producción y a las relaciones por éste determinadas...
2.3. Assa Cristina Laurell, en su obra 'Trabajo y salud en Sicartsa" analiza, como sigue, el
problema de la salud de los trabajadores: Según ella, hay varias maneras de entender
qué es la salud. Para las empresas es una cosa, el Instituto Mejicano de Seguros Sociales
le da un segundo sentido y los trabajadores un tercero.

Para la empresa, la salud del trabajador equivale a que pueda estar trabajando, o sea
que, mientras el obrero siga realizando sus tareas normalmente es considerado como
sano; incluso, la empresa está dispuesta a convencer al obrero que no se fije en sus
molestias y enfermedades y continúe trabajando; el mecanismo para lograr que el obrero
simule estar sano es el premio de asistencia, que se retira por cualquier inasistencia así
sea por enfermedad (una incapacidad de tres oías por enfermedad común no recibe
subsidio). La concepción de la empresa es, pues, "obrero trabajando, obrero sano".

El Instituto ve la salud apoyándose, por una parte, en la ciencia médica y, por la otra, en el
cumplimiento de una determinada función social. La visión médica define la salud por
exclusión es aquel que no esta enfermo. La enfermedad es vista como un trastorno
biológico del individuo que puede ser mostrado con algunas pruebas, lo cual implica dos
limitaciones: por una parte no hace caso al hecho que los individuos no son sólo
organismos biológicos sino, también, personas insertas de una manera específica en la
sociedad. Lo anterior significa que la salud y las enfermedades no pueden ser entendidas
a menos que se conozca cómo trabaja y vive la gente. Por otra parte, al hacer el
diagnóstico de la enfermedad basándose en las pruebas objetivas y sin tomar en cuenta
la experiencia que tiene la persona de su cuerpo, muchas enfermedades pueden pasar
desapercibidas o ser tratadas de manera equivocada. Así, por ejemplo, frente a un catarro
que se repite, lo importante no es curarlo sino estudiar qué lo causa y actuar sobre las
condiciones dañinas.

Con respecto al papel social, el Instituto además de la atención médica también esté
encargado de juzgar quién está enfermo y quién no, con relación al otorgamiento de la
incapacidad y el reconocimiento de las enfermedades profesionales; esta función hace
que los médicos no partan de la información suministrada por el paciente para iniciar un
estudio, pues se les inculca que no dejen pasar a los simuladores; es decir, en vez de
creer en lo que dice la gente hay que desconfiar; o sea, los pacientes estarán sanos hasta
cuando quede demostrado, objetivamente, que están enfermos No puede negarse que
hay simuladores, pero el principio de la actuación médica debería ser al revés hasta
cuando se demuestre que quien se siente enfermo está sano, tiene el derecho a ser
considerado como enfermo. También hay que tener en cuenta que en ocasiones una
incapacidad médica puede ser la única posibilidad de escapar de unas condiciones de
trabajos insoportables.

Para los trabajadores, la salud puede tener varios significados, uno de ellos se asemeja al
de la empresa, ya que la salud es necesaria para poder trabajar; perder la salud es perder
el trabajo y empezar a tener problemas para ganarse la vida. Pero este significado es un
puesto por la sociedad ya que la vida está condicionada a la capacidad de trabajo y por
ello muchos trabajadores tratan de mantenerse entre los sanos aunque estén sufriendo se
los trastornos de salud. El ocultamiento de la enfermedad es todavía más necesario ante
las políticas de recorte de personal, bajo las cuales cualquier >re texto es bueno para
despedir a los Ira bajadores y entre los primeros elegidos estarán aquellos que ya no
pueden mantener su ritmo de trabajo o han acumulado muchos días de incapacidad.

Aún prevalece una visión médica que no admite que las personas no se enferman
aisladas sino viviendo y trabajan do en condiciones específicas; no reconocen que las
condiciones sociales determinan cómo y de qué se enferma la gente, tanto es así que
podría decirse "Dime de qué te enfermas y te diré a qué grupo social perteneces"; pues
cada grupo o clase social tiene sus enfermedades típicas y unos grupos se enferman más
que otros.

Los problemas de salud como las enfermedades, los accidentes, las características del
desgaste, la esperanza de vida o las formas de morir, al estar determinadas por la manera
como se trabaja y se vive, se van transformando en la medida en que esas condiciones
cambian.

En cuestión de salud hay que conseguir unas condiciones sociales más homogéneas, de
tal suerte que la enferme dad, el desgaste y la muerte sean menos desiguales. Pero lo
más importante consiste en lograr el control sobre las causas de esos problemas,
modificando las condiciones de vida y de trabajo; pero el control de dichas circunstancias
debe estar en manos de los mismos trabajadores e inscribirse en un proyecto político.

UNIDAD 2

¿QUE ES EL TRABAJO?

1. Conceptualizaciones Popularizadas

Desde la antigüedad y aún en nuestros días, el trabajo ha tenido y tiene un significado


negativo que lo presenta como un castigo, una carga difícil de sobrellevar, una tarea tan
desagradable que a cambio se recibe un pago, un acto de supervivencia para ganarse la
vida y no perderla entera, etc.

Muchas de estas ideas sobre el trabajo provienen de ese pasaje bíblico sobre el paraíso y
Adán y Eva quienes allí podían holgar sin tener que pensar ni realizar ningún tipo de
actividad creativa y sin ninguna necesidad de superación; pero lo más importante era que
no tenían que trabajar. La expulsión de ese paraíso implicó como castigo el tener que
trabajar, bajo la sentencia: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente". Así, pues, el trabajo
surge como una sanción, como una actividad indeseable e indeseada.

Desde una óptica más científica, lo que ocurrió fue que a medida que evolucionaban las
estructuras sociales se produjo, al interior de las mismas, una división entre poseedores y
desposeídos, en cuanto a bienes y medios de producción y, los desposeídos tuvieron que
empezar a malvender su fuerza de trabajo. De ahí, el trabajo adquirió la connotación de
actividad desagradable, propia de los más pobres; en tanto, los ricos y poderosos intentan
reproducir el ideal de esclavos, siervos, proletarios y subalternos. En la sociedad, dividida
en clases, la fuerza de trabajo se debe vender y es comprada al menor precio posible; por
ello, en buena parte, la jubilación es como un premio que reproduce las características del
paraíso perdido: "Estar en casa, hacer lo que se nos antoje, sin rendirle cuentas a nadie y
recibiendo la platica".
2. Conceptualizaciones Científicas

Desde hace un siglo el trabajo es visualizado de manera distinta y aparece como una
actividad esencialmente humana, inherente al hombre y que le da a éste su carácter de tal
El trabajo es una posibilidad creativa que debe permitir la satisfacción de los aspectos
más elevados del ser humano; es un espacio de realización personal y es el espacio
productivo de mayor trascendencia social. Ya no se admite, como un ideal, el vivir sin
trabajar, sino el poder tener un trabajo con condiciones justas y dignas que permita a las
personas expresar, de la manera más plena posible, sus potencialidades creativas y
realizar una tarea que no solo sirva para el beneficio individual sino también para
beneficio social.

Para Hegel el trabajo es un hacer social e histórico con el cual transforma su mundo
material y social y al mismo tiempo se autocrea como especie inteligente y organizada. Lo
anterior implica entender por trabajo toda actividad mente la realidad; se refiere no sólo a
lo económico, sino también a lo artístico, lo político, lo doméstico, etc.; en fin, a lodo acto
humano que contenga una finalidad transformadora. Y no se trata exclusivamente de
transformar una exterioridad sino que encierra un sentido antropogénico, es decir, el
hombre se crea así mismo al trabajar.

En palabras de Engels,- "El trabajo es una fuente de riqueza, es la condición básica y


fundamental de toda la vida humana, a un grado tal que el trabajo ha creado al propio
hombre".

Según Marx: "El trabajo es un proceso entre el hombre y la naturaleza en el cual el


hombre media, regula y controla su metabolismo con ella para apoderarse de sus
materiales y usarlos de manera útil para su propia vida. El trabajo es una actividad
orientada a un fin y a través de ella el hombre materializa una idea previa. Al transformar
la naturaleza, el hombre se transforma a sí mismo. Gracias al trabajo, la especie I lomo
Sapiens ha nacido, se ha desarrollado y sigue transformándose".
El proceso de trabajo contiene los siguientes elementos:

• La actividad orientada a un fin (o sea, el trabajo mismo).


• El objeto de trabajo: Es todo aquello sobre lo que recae el trabajo del hombre, por
ejemplo: la tierra, los minerales, los árboles, las materias primas, etc.
• Los medios de trabajo son todas las cosas utilizadas por el hombre para actuar sobre los
objetos y transformarlos. Los medios de trabajo, más importantes, son los instrumentos de
producción que abarcan desde las más diversas herramientas hasta las más sofisticadas
máquinas y equipos. El tipo de medio, su creación y su uso, diferencian una época de
otra.

Para que el proceso de trabajo se lleve a cabo es necesario que a los medios de
producción (conjunto formado por los objetos y los medios de trabajo), se les aplique la
fuerza de trabajo, constituida por la capacidad del hombre para trabajar o sea su energía
sicofísica. Esta fuerza es el elemento activo de la producción, el que crea y pone en
movimiento los medios de producción. Al perfeccionarse los instrumentos, también se
perfeccionan la capacidad de trabajo del hombre, su destreza, sus hábitos, su experiencia
productiva.

Bajo las perspectivas científicas el trabajo aparece como una categoría social, como un
proceso que ocurre, no entre individuos y dependiendo de voluntades individuales, sino
entre hombres como seres sociales. Délos elementos esenciales cabe aclarar que:

• El hombre del que se habla representa a un conjunto de trabajadores, con diferentes


niveles de capacitación, responsabilidad y autoridad frente al proceso de trabajo;
trabajadores que viven y expresan momentos sociales diferentes y que participan, de
manera desigual, de los productos del trabajo.

• La naturaleza de que se habla no es aquella de la poesía o la literatura; es la materia en


diferentes momentos de elaboración, con diferente composición, con diversos grados de
dificultad y riesgos durante su procesamiento; es la misma naturaleza, pero en momentos
y condiciones muy diferentes que enfrentan los mineros, los agricultores, etc.
"La relación del hombre con la naturaleza no es una relación directa ni inmediata, entre
ambos se interpone un orden de posiciones y apropiaciones, o sea, una estructura de
poder. El hombre no se relaciona entonces con la naturaleza que quiere, ni en las
condiciones que desea, sino con la naturaleza que le es asignada y bajo las condiciones
que le son impuestas por un orden social y económico que el hombre no controla.

• El fin al cual se orienta el trabajo no es siempre el bien de la humanidad; también


obedece a un orden de intereses y prioridades históricamente determinados y, en nuestra
sociedad, generalmente determinados por el poder y la ganancia.

• El trabajo no sólo comprende el momento productivo; la recreación, la educación, la


cultura y de las demás "consumos", es decir, el "momento reproductivo" (de la fuerza de
trabajo), hace parte del proceso de trabajo y sus implicaciones sobre el proceso salud-
enfermedad son muy importantes.

3. En resumen, ¿Qué es el trabajo?

La respuesta más inmediata dice que es aquello que le permite al obrero ganar un salario
para sostenerse así mismo y a su familia; esto es cierto y muy bien lo saben los
desempleados. Pero si vamos más al fondo, si lo vemos, no como una actividad aislada
de cada individuo, sino como el trabajo de todos (el trabajo social), nos damos cuenta que
es la actividad básica de los seres humanos, que sin él no habría nada, ya que sin el no
existirían las cosas necesarias para la vida. Pero el trabajo no sólo produce lo que
necesitamos a diario, sino, ante todo, la riqueza de la sociedad. Si no hay quienes
siembren y cosechen, y quienes fabriquen, operen y vigilen las máquinas, no habría
producción. Pero se cree que es el dinero el que produce, ya que quienes trabajan cada
día se ven más pobres mientras se enriquecen quienes tienen el dinero.

La finalidad de la producción deja de ser la satisfacción de las necesidades de la gente y


se convierte en la generación de ganancias. Es decir, no importa qué se produce,
mientras sea algo que se pueda vender con ganancia. Y ello sólo es posible cuando se
paga un salario más bajo que el valor de lo que se produce. A esta cara del proceso de
producción se le llama "proceso de valorización de capital" y determina el como se trabaja
en nuestra sociedad.

La otra cara es el "proceso laboral o sea, el proceso concreto a través del cual se
producen las mercancías destina as para la venta y la recuperación de la inversión con
ganancia. Pero sin proceso laboral no puede haber proceso de valorización, sin el trabajo
humano no puede haber ganancias; es decir, el proceso de valorización depende del
proceso laboral, pero al mismo tiempo lo determina; el fin de obtener ganancias determina
qué maquinaria utiliza y cómo organizar el trabajo. Para ganar dinero hay que controlar el
trabajo de los obreros de tal manera que sean lo más productivos posible y gastarse Jo
menos posible en salarios. Y hay muchas formas de controlar a los trabajadores. Una de
ellas consiste en dividir el trabajo de tal modo que nadie sea demasiado importante para
la producción y dividir a los trabajadores. Otra forma es impedir que el obrero decida
cómo trabajar, imponiéndole órdenes de trabajo que deben seguirse al pié de la letra. Otra
consiste en la supervisión que, más que apoyar a los trabajadores, se dedica a obligarlos
a trabajar de cierta manera.

Lo anterior también permite entender por qué se invierte más en el mantenimiento de la


maquinaria que produce que en la protección de la salud de los trabajadores. "Hay que
encontrar una manera de producir que también tenga en cuenta el bienestar y la salud de
los trabajadores" (A.C. Laurell).

UNIDAD 3

¿COMO SE RELACIONAN EL TRABAJO Y LA SALUD?

Las características físicas, químicas y biológicas de los objetos de trabajo pueden causar
trastornos en la salud humana.

Por su parte, los instrumentos de trabajo, producto de un incesante y cada vez más
complejo desarrollo tecnológico, implican cambios muy profundos en el proceso de
trabajo. Por un lado afectan el contenido del trabajo al determinar cuáles tareas hay que
realizar e imponer una nueva relación entre el trabajador y los instrumentos. Por el otro,
determinar la manera de decidir y organizar el trabajo. Pero, no todos los instrumentos
tienen la misma importancia ya que unos repercuten en la forma de trabajo de todos; es,
pues, la maquinaria la que impone las formas de trabajar al obligar al obrero a trabajar de
un modo determinado marcándole las tareas y los ritmos; este control se refuerza con la
división y organización del trabajo. La incidencia de los instrumentos sobre la salud se
deriva de su acción directa sobre el cuerpo (como es el caso dé los accidentes y las
enfermedades que se agravan cuando se introduce la maquinaria) y del hecho de imponer
una manera de trabajar.

Para analizar el trabajo concreto, o sea, las formas específicas que toma en un momento
y lugar dados, hay que entender cómo se emplean las capacidades físicas y síquicas del
trabajador, su cuerpo y su mente. Las características de los instrumentos determinan el
esfuerzo físico, la posición de trabajo y el grado de movilidad; pero también determinan,
en una parte, la actividad síquica, ya que dictan el grado de iniciativa, el control que se
puede ejercer, la monotonía, la repetitividad de la tarea, la atención y concentración, etc.

Sin embargo, aunque la maquinaria impone ciertas condiciones al cómo Ira-bajar, hay
otras posibilidades de realizar el trabajo que lo convierten en individual o grupal y le dan
un contenido complejo o simple. Pero predomina un trabajo altamente dividido en tareas
simples y aunque la producción pueda ser muy compleja y requiera del trabajo de mucha
gente, a cada quien le toca una pequeñísima parte. Estas tareas simples se pueden
organizar de tal modo que sean ejecutadas con máxima eficiencia y bajo un control
estricto. Además, por razones a veces técnicas, el trabajo se realiza 24 horas al día, o
sea, por turnos.

El proceso laboral somete pues a los trabajadores «i una serie de exigencias llamadas
"cargas laborales" o "factores de riesgo". Estas cargas son el resultado de la interacción
entre los elementos del proceso laboral y por tanto involucran directamente al cuerpo del
trabajador, lista aclaración hay que hacerla porque se cree que los factores de riesgo son
exclusivamente los que están fuera del obrero, en el ambiente de trabajo, con lo cual se
reducen a los físicos (ruido, calor, iluminación deficiente), químicos (polvos humos
aerosoles), y los que provocan los accidentes, dejando de lado otros factores no menos
importantes como los relacionados con el esfuerzo físico y la tensión nerviosa. No es
suficiente detectar tal o cual factor aislado para entender cómo se producen los problemas
de salud de los trabajadores, sino que es necesario descubrir el conjunto de las cargas
presentes, pues ello si permite una mejor comprensión del cómo llega a desgastarse y a
enfermarse el trabajador.

Aunque se ha afirmado que cada una de las cargas no actúa aisladamente sino en
interacción con los demás, se pueden agrupar para estudiarlas. Así, hay cinco grandes
grupos que son las cargas físicas, las químicas, las fisiológicas, las síquicas y aquellas
que se derivan de las deficientes medidas de seguridad.

• Las cargas físicas abarcan todos aquellos elementos físicos del proceso laboral que
pueden dañar el cuerpo humano como la temperatura, el ruido, las vibraciones, la
iluminación, las radiaciones.

• Las cargas químicas incluyen las sustancias que pueden estar presentes en las fábricas
en forma de polvo, gases, humos, vapores, etc.

Estos dos grupos tienen que ver con elementos que se derivan principalmente de los
objetos de trabajo, de los instrumentos y de su interacción.

• Entre las cargas fisiológicas están el esfuerzo físico y las posturas de trabajo. También
entran en este grupo el trabajo rotacional y el turno nocturno que alteran el ritmo
fisiológico del cuerpo.

• El grupo de las cargas síquicas está conformado, por una parte, por todas las
condiciones de trabajo que causan tensión nerviosa y, por la otra, por todas las
condiciones que prohíben el desarrollo de la capacidad de pensamiento e iniciativa. Son
elementos concretos de este grupo, por ejemplo, la peligrosidad del trabajo, la supervisión
estricta y despótica, los altos ritmos de trabajo, la presión del tiempo, la monotonía y
repetitividad de las tareas, etc.

Respecto a estos dos últimos grupos es importante tener en cuenta que las cargas se
originan tanto por exceso de actividad como por falta de ella. Por ejemplo, las posiciones
y movimientos de trabajo pueden ser dañinas tanto porque se usa demasiado una parte
del cuerpo como porque se queda otra parte sin usar. Así mismo, es tan dañina la
atención prolongada como la monotonía.

• En el quinto grupo encontramos una serie de elementos que no son cargas propiamente
dichas, sino que tienen que ver con medidas deficientes de seguridad que hacen que
ciertos elementos del objeto, de los instrumentos o de las instalaciones, se conviertan en
amenazas para la integridad física, provocando los accidentes. Estos son los factores de
riesgo a los cuales suele prestárseles más Atención, aislándolos del resto de cargas pese
a estar muy relacionados con ellas.

Una vez descubiertas y sistematizadas las cargas presentes en un puesto de trabajo o en


una unidad de análisis mayor, hay que analizar cómo interactúan entre sí. Por ejemplo, no
es lo mismo trabajar en un lugar caliente vigilando un tablero, que haciendo un trabajo
pesado; tampoco implica el mismo esfuerzo síquico realizar una tarea que necesite
mucha concentración en un lugar silencioso que un uno ruidoso; no entra a los pulmones
la misma cantidad de polvo cuando uno respira normalmente que cuando la respiración es
agitada por un esfuerzo físico intenso.

El estudio de las cargas y sus interacciones nos permite entender cómo se desgastan los
trabajadores y cómo llegan a enfermarse en el proceso laboral. Es preferible hablar de
desgaste que de enfermedad, ya que la enfermedad es sólo una de las expresiones del
deterioro que sufre el trabajador, y, qué es enfermedad y qué no está definido como
enfermedad por los médicos? Si se piensa en términos de desgaste, se logra una
comprensión más completa de la salud de los trabajadores, ya que el desgaste abarca
todo el proceso de deterioro físico y síquico, desgaste que puede o no manifestarse en
una u otra enfermedad. Peor aún, puede haber condiciones de desgaste que engan
implicaciones mucho más grave s en la colectividad de los trabajadores, que una
determinada enfermedad Por ejemplo, el cansancio crónico que sufren los que rotan
turnos y que ningún médico llamaría "enfermedad", los incapacita mucho más para vivir
normalmente, que un catarro.
Otra ventaja de estudiar la salud, en términos de desgaste, es que centra la atención en el
grupo o colectividad, más que en las personas aisladas. Aunque el desgaste se puede
expresar de modo diferente en cada uno de los miembros de un grupo, nadie se escapa al
proceso de desgaste, que impone funcionamiento biológico y síquico determinado.

¿QUE ES EL TRABAJO?

Con los mis diversos criterios, desde los mis variados ángulos y con las metodologías mis
distintas ha sido identificado y entendido el trabajo. Desde su acepción mis abstracta:
"acción y efecto de trabajar", hasta su conceptualización como antítesis del capital ¡desde
castigo o maldición hasta baluarte de la dignidad humana y fuente de plena realización de
las mejores potencialidades del hombre, el trabajo ha sido y sigue siendo objeto de
polémica, controversia, estudio e investigación Teólogos, filósofos, fisiólogos, psicólogos,
sociólogos, antropólogos, economistas, políticos y juristas, todos tienen sus propias
definiciones y su muy personal manera de plantear las realidades y los problemas que el
trabajo ha generado en el curso de la Historia.

Y en realidad no ha sido el trabajo en sí sino las circunstancias en las que se realiza las
que le han impuesto características y significados tan diversos y hasta contradictorios.
El trabajo es, en esencia, la acción que el hombre realiza para dominar o transformar a la
naturaleza con el propósito de obtener satisfactores de sus necesidades, cada día mis
complejas y alejadas de aquellas necesidades primitivas de orden puramente biológico de
sus remotos antepasados. Desde un punto de vista trascendente, el trabajo humano
puede ser considerado como un reflejo de la acción misma del Creador del Universo.

Por otra parte, y siendo el hombre un ser social por naturaleza, el trabajo ha reflejado a
través de la historia esa imagen sustancial, y bajo las más diversas formas y
circunstancias ha puesto en contacto a los hombres para lograr sus fines, y las relaciones
de éstos alrededor de la acción laboral han marcado en la historia huellas más profundas
y significativas que las que han dejado los incesantes y maravillosos descubrimientos
científicos y tecnológicos.
Desde la piedra, que fue la primera herramienta de trabajo, hasta los modernos
dispositivos electrónicos, el hombre ha tratado de transmitir su fuerza física y parte de sus
aptitudes a la herramienta y a la máquina, hasta llegar a la-época contemporánea en la
que los sistemas ergonómicos han logrado la perfecta adaptación del sistema hombre-
máquina, en el que el ser humano aporta el menor esfuerzo físico y emplea el mínimo de
tiempo, mejorando la calidad de los bienes y servicios, haciéndolos accesibles a toda la
comunidad. La investigación científica y tecnológica avanza cada día. Continuamente se
descubren nuevos materiales, se desarrollan nuevas técnicas y sistemas y se aprovechan
recién descubiertas fuentes de energía que han llegado no solamente a satisfacer las
necesidades de la Humanidad sino hasta crear peligros para su propia sobrevivencia.

EL TRABAJO EN LA HISTORIA

Un breve vistazo a la historia basta para apreciar la relación que existe entre las distintas
etapas de desarrollo del trabajo y los fenómenos socioeconómicos que las han
acompañado.

Si comenzamos por analizar las diversas formas de-organización del trabajo, la historia
muestra que hasta antes de la Edad Media el trabajo fue actividad tribal que como parte
de la vida cotidiana se ejercía para cubrir las propias necesidades primero, y las de
pequeñas comunidades más tarde.

La esclavitud tuvo un origen muy antiguo, y ya el Papirus Sellier II relata los sufrimientos,
mutilaciones y muertes de los esclavos que participaron en la construcción de los
monumentos faraónicos. En la cultura griega el trabajo era actividad propia de esclavos, a
quienes no se tenía como seres humanos, no percibían salario alguno y eran acreedores
tan sólo a recibir una mísera alimentación y un no menos miserable lugar donde vivir. El
trabajo servil prevaleció por siglos, pasando como ley de la cultura griega a la romana.

El régimen corporativo que se inició en tiempos del Imperio Romano en las ciudades para
las artes y oficios proporcionó al trabajador mejores condiciones de vida, aun cuando en
el agro continuó prevaleciendo la servidumbre.
El régimen de salario, que se inició a finales de la Edad Media y que actualmente se
mantiene en vigor, ha venido aplicándose tanto en la ciudad como en el campo, unido al
sistema de cooperación desde finales del siglo XIX, con la idea de dar oportunidad al
trabajador de participar de las utilidades. El sistema cooperativo fundada por trabajadores
da a éstos, además del beneficio de participar de la utilidades, la oportunidad de
intervenir, aunque en forma limitada, en la dirección de las empresas. Este último sistema
es practicado por los países industrializados del mundo occidental o de libre empresa,
permitiendo a cada trabajador elegir su lugar y tipo de ocupación.

El comunismo, implantado en la Unión Soviética como consecuencia de la Revolución de


1917, instituyó la posesión, por parte del Estado, de todos los medios de producción, y fue
adoptado en todos los países socialistas, donde los trabajadores siguen siendo
asalariados al servicio de un solo patrón, el Estado, que es quien determina el puesto que
cada trabajador debe ocupar y decide el monto del salario que debe percibir.

Tras este breve esquema histórico de la organización del trabajo, el tipo de relaciones
humanas en torno al proceso laboral, así corro el génesis y la evolución histórica de los
problemas humanos del trabajo que afectan el bienestar y la salud del trabajador, pueden
ser apreciados a través del marco de fondo que ofrece el sociólogo norteamericano Lewis
Munford en su obra Technicsand Civilización, en la que propone una división de la historia
de la civilización mecanizada en el último milenio en tres etapas, cada una de ellas con
complejos tecnológicos particulares, con modelos de organización laboral característicos
y, según agrega Brown, con ideologías propias que explican su organización social.

Así, la etapa eotécnica o medieval de la industria comprende, aproximadamente, del año


1 000 a 1750 d. C. Munford define el complejo tecnológico de esta etapa como de madera
y fuerza hidráulica, ya que el material más usado fue la madera, y el agua y el viento
constituyeron los energéticos principales, aun cuando ya se trabajaban algunos metales y
la energía animal se utilizaba lo mismo que la humana.

Al inicio de este período la comunidad estaba constituida por la aldea, protegida por el
castillo del señor feudal, y a partir de este núcleo primitivo las poblaciones crecieron
lentamente. Los villanos, bajo el sistema feudal, cultivaban las tierras de su señor y
pagaban la protección que recibían. Los artesanos, que representaban el 10%de la
población, se encargaban de producir los satisfactores para cubrir las necesidades de sus
pequeñas localidades y se agrupaban en gremios.

Cada artesano era su propio patrón; trabajaba en su propia casa sin horario fijo,
descansaba cuando quería, conocía personalmente a todos los miembros de la
comunidad a la que servia e inclusive cuando heredaba su oficio, disponía de cierta
libertad para cambiarlo de acuerdo con su vocación y aptitudes, y según la demanda de
satisfactores en su pequeña comunidad. El aprendía vivía con el maestro artesano, a
quien ayudaba a cambio de recibir la instrucción propia de su oficio, y al terminar su
aprendizaje pasaba a ser jornalero y podía ofrecer sus servicios a otros maestros del
oficio a cambio de un salario, y después de ahorrar lo suficiente tenía la opción de
establecerse ya como maestro artesano en su propia casa, lo cual le significaba un logro
muy importante. El trabajo era uno de los componentes de su vida familiar y lo hacía
sentirse orgulloso de contribuir al bienestar de los demás.

Por otra parte, las condiciones sanitarias de las comunidades medievales eran malas y las
epidemias, como las de viruela y peste bubónica, diezmaban periódicamente a la
población, dejando su huella trágica a través de esta etapa histórica. Los trabajadores, en
especial los dedicados a labores mineras y metalúrgicas, ya eran victimas de la patología
profesional, según relatos de Paracelso, Agrícola y Dioscorides.

La organización social feudal de la Edad Media ha sido objeto de un ingenioso símil que
Tawney hace con la estructura y funciones del cuerpo humano: la sociedad, como cada
individuo, es un organismo compuesto por diferentes partes, cada una de las cuales tiene
su propia función: la defensa, la oración, el mantenimiento, el comercio y el cultivo de la
tierra. Cada miembro debe recibir lo necesario para el desempeño de su función y no
debe pedir más. Esta organización social de la Edad Media exigía respeto recíproco a los
derechos y obligaciones de las diferentes clases, y su estratificación era rígida. La vida
transcurría tranquila y relativamente libre de preocupaciones y angustias. La desigualdad
social era aceptada como algo necesario para la sobrevivencia de la comunidad a cambio
de la seguridad que a todos ofrecía.
Esta apacible tranquilidad de la vida medieval fue perdiéndose a medida que el comercio
se desarrolló, primero sólo entre comunidades cercanas y después en nuevas tierras,
descubiertas por navegantes audaces que promovieron un aumento en la producción y un
intercambio cada vez más activo de mercancías. El pequeño taller crecía cada vez más.
Surgió el capitán de industria y el mercader, lo que hizo posible el cambio de posición en
la escala social de acuerdo con las aptitudes, el ingenio y las oportunidades que iban
estimulando en algunos la ambición para ascender, al tiempo que para otros surgía el
peligro de descender.

Poco a poco la seguridad se fue perdiendo y a medida que el hombre tomaba conciencia
de su libertad se sentía más inseguro. La lenta disolución del sistema feudal fue dejando
al hombre sobre sus propios pies y con oportunidades para ascender y descender por
toda la escala social.

La etapa paleotécnica se inicia con la Revolución Industrial hacia el año 1750, y estuvo
caracterizada tecnológicamente por el complejo hierro-carbón y la introducción de la
máquina de vapor y del telar mecánico. La industria inicia la producción en masa y la
economía capitalista, que nace al fundarse la gran empresa, exigió ofertas de capital y de
mano de obra en gran escala. Los operarios e n igra ron de las pequeñas aldeas
comunales y del campo a los centros fabriles en continua expansión, donde a cambio de
su trabajo recibían un mísero salario fijado por la empresa y, a diferencia de los operarios
de la época anterior, muy rara vez llegaban a ser patrones.

Hombres, mujeres y niños trabajaban juntos durante irgas jornadas de doce, catorce y
más horas diarias en un ambiente físico cargado de peligros para su salud e integridad
física.

La introducción de nuevos materiales y energéticos, ¿sí como de nuevos sistemas de


trabajo, trajo consigo el advenimiento de una patología laboral muy variada que afectaba
en grandes proporciones a la fuerza de trabajo, llegando rápidamente a adquirir las
enfermedades y los accidentes de trabajo las características de un problema social y
económico que le daban un nuevo perfil: como generador de invalidez y muerte, por un
lado, y de daño creciente a la productividad, por otro.
El trabajo, según el Dr. Brown, "fue arrancado de su puesto social, dejó de ser parte
integrante de la vida del trabajador, perdió todo sentido y se convirtió en una odiosa
actividad que se evitaba siempre que era posible". El patrón, según la mentalidad de
aquella época, "compraba" el trabajo del operario sin interesarle su salud ni si s
condiciones de vida, ya que éste, en caso de inutilizarse, podía ser r emplazado
fácilmente, lo que no ocurría con la máquina, que por ello merecía mayores atenciones y
cuidados.

Por otra parte, el alejamiento del patrón, que tradicionalmente había estado muy cerca del
empleado, fue consecuencia obligada de la expansión de la empresa al aparecer las
compañías, cuyos inversionistas residían lejos de los centros de trabajo y encomendaban
la administración de sus empresas a ejecutivos, que a su vez delegaban las funciones de
relación con los trabajadores a otros niveles, hasta llegar a los supervisores y capataces,
cuyo contacto deshumanizado con los operarios generaba traumatismos emocionales y
frustración, por lo que el trabajador se tornó indiferente, irresponsable, perdió el interés
por el trabajo, que para él no tenía ningún sentido social, y se resignaba a realizarlo por el
solo interés de recibir un salario.

La subdivisión y especialización del trabajo contribuyó a acentuar aquella enajenación en


la que el hombre vivía.

Según escribió Nietzsche en La Gaya Ciencia:

La gente quiere vivir y tiene que venderse a sí misma, pero desdeña a quien explota su
necesidad. El trabajador suele ver en el pavón un perro astuto, chupador de sangre
humana, explotador de cada necesidad, cuyo nombre, forma y carácter le son del todo
indiferentes.

El trabajador llegó a convertirse en un ser del todo pasivo, que obedecía automáticamente
las órdenes recibidas.
Por su parte, el industrial trataba de estimular el trabajo a base de sanciones, despidos o
aumento de salarios y, más recientemente, por medio de "programas de bienestar" a su
antojo, sin tomar en cuenta las necesidades del trabajador.

La era paleotécnica, que comenzó a mediados del siglo XVIII en los países
industrializados, aún no ha sido desplazada en muchas regiones por la era moderna o
neotécnica, cuyo advenimiento sitúa Munford a finales del siglo XIX.

El complejo tecnológico de la etapa neotécnica o contemporánea incluye el uso de la


energía eléctrica, la introducción de las aleaciones, los plásticos, la petroquímica y,
últimamente, la adopción de la energía nuclear como energético.

Pero lo más importante en el panorama del periodo neotécnico en el que vivimos ha sido
sin duda el advenimiento de las ciencias del hombre aplicadas al trabajo. En efecto, el
maquinismo, la producción en serie, la subdivisión del trabajo, características del periodo
paleo-técnico, fueron consecuencia de las técnicas derivadas de las ciencias de la materia
inanimada; aquellas que comenzando con las aportaciones geniales de Copérnico,
Galileo y Newton abrieron el campo de las matemáticas, la física, la química, la
astronomía y demás ciencias que descubrieron las leyes naturales que rigen el mundo
inanimado.

Estas ciencias pronto generaron las técnicas mediante las cuales fue posible' la
realización de aquella serie de acontecimientos que conmovieron al mundo del siglo XVIII:
la Revolución Industrial, que no solamente afectó a la industria con la introducción de
maquinaria y nuevos energéticos (la especialización del trabajo y la producción en masa),
sino que provoco un cambio radical en la organización social del mundo, afectó
particularmente a ¡a población trabajadora generando problemas humanos, entre los
cuales las muertes, las mutilaciones, las invalideces, las enfermedades profesionales, así
como la soledad y la frustración, ponían un tinte sombrío en el mundo del trabajo que
reflejaba un halo de tristeza en el panorama de la flamante civilización industrial.

Por fortuna, en las postrimerías del siglo XIX se inicia la etapa neotécnica o
contemporánea en la historia del trabajo. Entonces nacieron y pronto cobraron vigor las
otras ciencias, llamadas ciencias del hombre: la fisiología, la psicología, la sociología, la
antropología, ciencias que sin ser las primogénitas son sin duda las más hermosas, las
que a su vez han originado técnicas que tienden a restituir al trabajo la dignidad y la
satisfacción que le habían sido arrebatadas por el maquinismo y la producción en masa.
En los últimos años una nueva orientación científica, la ergonomía, está tratando de
integrar la tecnología con las disciplinas humanas a través del sistema hombre-máquina,
con el fin de adaptar el trabajo a las aptitudes y limitaciones del hombre.

Para completar el panorama de esta nueva revolución industrial, caracterizada por la


aplicación de las ciencias humanas al trabajo, las funciones de los programas modernos
de salud ocupacional cubren la promoción y la protección de la salud de los trabajadores,
dentro y fuera de su ámbito de trabajo, como seres humanos cuya vida laboral y
extralaboral es indisoluble.

EL TRABAJO BN LA FILOSOFÍA

Después de examinar, a través de la Historia, una perspectiva panorámica del trabajo,


puede comprenderse con facilidad que el trabajo es una realidad creada por el hombre,
que ha venido incorporándose a su p .pió ser hasta llegar a constituir un componente
inevitable en la estructura de la vida humana, y como tal ha sido objeto de diferentes
enfoques filosóficos.

L a escuela escolástica no dio al trabajo la categoría de componente esencial de la vida


humana ya que, efectivamente, ocupó hasta entonces un lugar secundario en su
estructura. A partir de la Revolución Industrial se han desarrollado nuevos esquemas de
vida en los que el trabajo ocupa ya el lugar más importante en la autorrealización humana,
y este hecho ha dado lugar a dos enfoques filosóficos diferentes: la filosofía marxista por
un lado, y la filosofía cristiana por otro, que tienen sus propios conceptos y sus diferentes
maneras de interpretar el trabajo y de explicar las manifestaciones de su influencia en la
vida del hombre y en su organización social.

Según Remy Kwant, el trabajo presenta aspectos contradictorios que reflejan el carácter
paradójico de la vida humana, ya que es en el mundo del trabajo donde el hombre
contemporáneo se realiza y las paradojas del trabajo son una expresión de esta condición
paradójica de su propia existencia.

Estas paradojas, como la de pena y privilegio, libertad y coerción, riqueza y pobreza del
trabajo contemporáneo, creatividad y rutina, trabajo como concepto significativo y como
noción sin sentido, claridad y oscuridad del mundo del trabajo, etc., muestran las
diferentes maneras como se interpreta el trabajo.

Esto explica por qué en la cultura griega se hacia la distinción entre el trabajo servil y las
artes liberales, y sólo al primero se le consideraba trabajo, y a la libertad de toda labor
servil se le catalogaba como un privilegio.

Santo Tomás de Aquino hace la apología del trabajo y sostiene que tanto el trabajador
manual como el que practica artes liberales ejecutan un trabajo para ganarse el sustento,
y que el ocio debe estar al alcance de todos como un complemento del trabajo.

Actualmente se considera al trabajo como algo de gran valor; sin embargo, hay diferentes
maneras de entenderlo.

La filosofía marxista considera al trabajo como el centro de la vida humana y el núcleo y


motor de la Historia, por lo que el nivel del trabajo determina las fases del acontecer
humano. Marx considera que el primer instrumento de trabajo es el propio cuerpo del
hombre, que, sin embargo, es un instrumento imperfecto, que tuvo que ser optimizado por
medio de otros instrumentos junto con los cuales constituye uno de los "medios materiales
de producción", y la evolución de todos éstos ha sido el centro y motor de la historia y, al
mismo tiempo, el centro absoluto de la autorrealización del hombre.

Según Marx, la política, las artes y la religión pertenecen a lo accidental y, según su


doctrina, la verdadera comprensión de la historia sólo es posible a través del análisis de
los medios de producción, entre los cuales figura el hombre. Tal es la base del
materialismo histórico, de la antinomia entre trabajo y capital y el punto de partida de la
teoría de la "lucha de clases". Marx reduce toda la existencia humana al trabajo y para él
la historia de la Humanidad no es sino la historia del trabajo, por lo que la evolución de los
medios de producción determina los periodos de la Historia.

En síntesis, la filosofía marxista concibe al hombre en función del trabajo y sostiene que
en la sociedad capitalista el trabajo queda relegado a la condición de un objeto que se
puede vender.

Sin embargo, el marxismo-leninismo como sistema poli! co, implantado hace más de
sesenta años en los países socialistas, a mostrado que es precisamente allí donde la
alienación del hombre por el trabajo es un hecho inevitable.

Por otra parte, en la filosofía cristiana, a la inversa de la concepción marxista, el trabajo


está en función del hombre, que actúa no sólo como instrumento sino como el autor del
proceso proactivo. La filosofía cristiana del trabajo se apoya —según las palabras de Juan
Pablo II en su encíclica 'Laboren Excercens' del año 1981 —en la convicción de que "el
trabajo constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la Tierra",
como lo confirman no solamente las diversas ciencias dedicadas al estudio del hombre,
como la antropología, paleontología, historia, sociología, psicología, etc., sino
fundamentalmente la misma palabra de Dios revelada, ya que en las primeras páginas del
libro del Génesis, después de proclamar que el hombre fue hecho "a imagen de Dios", se
asegura que recibió de su Creador esta consigna: creced y multiplicaos y henchid la
Tierra, so metedla". El hombre, por lo tanto, refleja la acción misma del Creador del
Universo que, primero, con sus propias manos y con herramientas primitivas, labró la
tierra para hacerla producir y luego invento la máquina, que solamente funciona cuando el
hombre la maneja y guía, y a medida que el progreso industrial avanza la inteligencia y el
trabajo del hombre han logrado transformar al mundo en cumplimiento de la consigna que
recibiera al ser creado.

Según el Génesis, el hombre recibió del Creador ciertas capacidades y ciertas


posibilidades para continuar la obra creadora, y un adecuado empleo de esas
capacidades hace del trabajo un medio necesario para desarrollar las aptitudes que cada
ser humano recibió y que son diferentes en cada persona.
En una pt rábula Cristo pide cuentas a cada persona del uso que ha dado a los talentos
que recibió al nacer y que son diferentes en todos los individuos.

Desde un punto de vista filosófico, la dignidad del trabajo la comparten por igual desde los
peones y los obreros mis humildes hasta los altos ejecutivos de una empresa, y cada
hombre debe practicar la actividad que coincida con sus aptitudes y limitaciones.

Las relaciones humanas en el trabajo han dado lugar a múltiples conflictos, especialmente
a partir de la Revolución Industrial, entre los que destaca el conflicto "trabajo y capital".
Varios pontífices, desde León XIII en su encíclica 'Rerum Novarum' del año 1891,
considerada como la carta magna del orden social, hasta Juan Pablo II en su encíclica
'Laboren Excercens' de 1981, han hecho diversos enfoques acerca del trabajo y los
problemas laborales, coincidiendo todos en la dignidad del trabajo, en la justicia social y
en la responsabilidad del hombre para continuar su obra creativa sintiéndose responsable
del dominio del Universo y respetando, al mismo tiempo, la dignidad, inteligencia y libertad
del hombre que trabaja.

En 1931 el Papa Pío XI condena, en su encíclica Cuadragésimo Anno, las injustas


pretensiones del capital, así como las injustas reivindicaciones del trabajador y la lucha de
clases, preconizando la unión de ambos factores como base de la justicia social.

Por su parte, Juan XXIII en su encíclica Mater et Magistra de 1961 insiste en la dignidad
del trabajo, en su retribución justa, en el derecho de asociación de los trabajadores, y
pone de manifiesto la incompatibilidad del marxismo-leninismo como el cristianismo. El
actual pontífice Juan Pablo II hace en su encíclica Laboren Excercens, emitida el 14 de
septiembre de 1981, una síntesis del pensamiento de la Iglesia católica, especialmente en
lo referente a la dignidad del trabajo, reafirmando que "el trabajo está en función del
hombre y no a la inversa, como lo sostiene la doctrina comunista"; condena el error del
capitalismo primitivo al tratar al trabajador como un instrumento y no tomo actor y fin del
proceso productivo. En esa encíclica Juan Pablo II reitera que las fuentes de la dignidad
del trabajo deben buscarse principalmente no en su dimensión objetiva sino en dimensión
subjetiva, enfatuando el hecho de que el trabajo está hecho en función del hombre y no el
hombre en función del trabajo y advirtiendo el error de considerar al trabajo como una
mercancía suígéneris o como una anónima "fuerza de trabajo" necesaria para la
.producción, como lo considera el comunismo materialista".

Refiriéndose a la antinomia trabajo-capital, el pontífice señala que no se trata de


conceptos abstractos o de fuerzas anónimas, puesto que detrás de uno y otro concepto
están los hombre vivos, concretos: los que realizan el trabajo sin ser los dueños de los
medios de producción y los dueños o sus representantes y hace alusión a la encíclica
Rerum Novarum que define la doctrina social de la Iglesia católica sobre la propiedad
privada, incluso cuando se trata de los medios de producción.

Con referencia a la organización social moderna, Juan Pablo II señala que si el trabajo
sigue siendo una necesidad, un deber, es también una fuente de derechos por parte del
trabajador, derechos que deben ser vistos en el contexto de los derechos del hombre, que
le son connaturales y deben tomarse en cuenta en las legislaciones laborales. El
documento pontificio aborda problemas laborales que afectan al mundo actual, tales como
el desempleo, los conflictos obre¬ro-patronales por salarios y por prestaciones sociales,
poniendo en evidencia el aspecto deontológico-moral, ya que el problema clave de la ética
laboral es la justa remuneración por el trabajo realizado, así como el otorgamiento de
prestaciones sociales que tengan como finalidad asegurar la vida y salud de los
trabajadores y sus familias, y que el trabajador tenga acceso a la asistencia sanitaria para
conservar su salud y favorecer la satisfacción de cada trabajador, así como la
autorrealización de sus mejores potencialidades a través del trabajo; esto es, integrar el
trabajo a la vida misma.

LAS PARADOJAS DEL TRABAJO

Remy C. Kwant, filósofo contemporáneo, señala en su obra Philosophy of Labor que el


mundo del trabajo contemporáneo ofrece ciertas paradojas, es decir, aspectos opuestos
de una misma realidad. Entre ellas se incluyen, la de libertad y coerción, la de riqueza y
pobre/a del trabajo contemporáneo, la de claridad y oscuridad del mundo del trabajo, la de
creatividad y rutina, etc.
En efecto, nadie puede dudar que el trabajo sea una energía liberadora que hizo posible
la independencia del hombre de las fuerzas de la naturaleza a las que estuvo esclavizado,
hasta lograr un mundo humano que permite desarrollar nuestras potencialidades.
Podemos vivir contablemente, viajar de un continente a otro en unas cuantas horas,
observar por televisión lo que acontece en ese mismo momento en los lugares más
lejanos, vestir como queramos, etc. Si comparamos la vida de un hombre primitivo con la
de un habitante de las grandes ciudades de occidente no podemos menos que proclamar
que el trabajo nos libera del hambre, la enfermedad y la miseria, permitiéndonos
desarrollar nuestras potencialidades. Pero al lado de esta realidad encontramos que el
mismo trabajo que libera es la fuerza que restringe nuestra libertad, ya que nuestra vida
está sometida a un ritmo impuesto por el trabajo. La hora de abandonar el lecho, el
horario de nuestras comidas y el tiempo de descanso son regidos por la jornada laboral,
que en realidad no incluye solamente el tiempo en que se trabaja sino que comienza
desde el instante en que el trabajador sale de su casa hasta que regresa, y este tiempo
de tránsito que en ocasiones es de ferias horas reduce al mínimo nuestro tiempo libre. Por
otra parte, la monotonía del trabajo contemporáneo y la falta de interés del trabajador
suelen ser otros factores de alienación.

La riqueza y pobreza del trabajo es otra aparente paradoja si se piensa en que, como
proceso total, el trabajo moderno es rico en su ordenada variedad, pero observándolo en
sus funciones particulares hiele ser fatigosamente monótono, pues la división del trabajo
ha privado al trabajador de la posibilidad de actualización de sus potencialidades. La
mecanización al parecer ha divorciado al trabajo del arte. El artesano de antaño pasó a
ser el obrero fabril de hoy en un mundo de trabajo totalmente distinto.

La claridad y la oscuridad del mundo del trabajo son también situaciones supuestamente
paradójicas, ya que, aparentemente, el mundo del trabajo es accesible a todo ser humano
pues se piensa, como lo sostuvo Marx, que las máquinas pueden ser manejadas por
cualquier persona y que el mundo del trabajo es accesible a todos los hombres, tuyas
funciones pueden ser fácilmente intercambiables sin ser necesaria la especialización. Sin
embargo, esta aparente transparencia o sencillez del trabajo parece no existir si
pensamos en que las máquinas y métodos de producción contemporáneos exigen un
complicado aprendizaje por parte de quienes tienen a su cargo la producción de bienes o
servicios. En realidad el esfuerzo físico ha disminuido, pues éste lo realiza la máquina,
pero su operación requiere de aptitudes especiales que no cualquiera posee y éstas
deben ser complementadas por una capacitación y entrenamiento adecuados.

La creatividad del trabajo en la actualidad es una realidad innegable, ya que el progreso


creciente del mundo tiene como escenario de origen el mundo del trabajo. Todas las
cosas nuevas son producto del trabajo. Los investigadores están descubriendo o
desarrollando algo constantemente y los inventos y descubrimientos se traducen en
continuos cambios en el mundo del trabajo, que cada día es más creativo. Sin embargo,
la monotonía del trabajo, consecuencia obligada de la producción en serie, es otra
realidad evidente, y esta monotonía puede llegar a extremos mayores de aburrimiento por
falta de incentivos en la labor de cada operario.

Estas y otras paradojas, alrededor de las cuales giran los roble-mas humanos del trabajo,
se están afrontando mediante la aplicación de estrategias por la moderna administración
de empresas, la cual, como con justicia se dice, ha dejado de ser administración de
objetos para pasar a ser, principalmente, administración de personas, y esta
administración de recursos humanos tiene como objetivo fundamental la humanización del
trabajo, es decir la integración del trabajo en la vida cotidiana, como un componente grato
y saludable que contribuya a la realización de las potencialidades del trabajador y a su
bienestar físico, mental y social. La alegría de trabajar puede hacer más accesible y
menos utópico el supremo ideal del hombre: la alegría de vivir.

Capitulo 2
Desarrollo y productividad

DESARROLLO Y SUBDESARROLLO

En la actualidad vivimos bajo la característica del desarrollo. El mundo está dividido en


dos partes perfectamente diferenciadas entre sí: los países desarrollados y los países no
desarrollados (subdesarrollados). Los primeros congregan a menos de la quinta parte de
la población mundial y los segundos a la inmensa mayoría, es decir, a mis de las cuatro
quintas partes. Si bien esta división ha existido siempre no hay duda de que se ha hecho
más profunda a partir de ese complejo fenómeno llamado Revolución Industrial, que tuvo
su origen a fines del siglo XVIII. Desde entonces, y mis aún en los últimos tiempos, se ha
marcado con mayor intensidad la división de la Humanidad entre países ricos y países
pobres y ésta es mis real, profunda y acentuada que las que pudieran tener su origen en
diferencias raciales, discrepancias ideológicas o antagonismos políticos.

El distinguido economista contemporáneo Josué De Castro, en su interesante libro Lo


Geopolítica del Hombre, inicia su estudio con una frase pintoresca y no por ello menos
cierta: "la mesa del pobre -dice— es escasa, pero su lecho es prolífico". Esto indica que
precisamente en la parte del mundo no desarrollada es donde existe mis pobreza, mayor
necesidad y en donde se está produciendo una verdadera explosión demográfica.

Cada día, desde la última guerra mundial, es motivo de gran preocupación esta
desigualdad, que afecta no solamente a los países subdesarrollados sino que repercute
en diversas formas sobre los países desarrollados.

Desde muy diversos puntos de vista se ha tratado este inquietante problema. Todo un
conjunto de disciplinas científicas: las ciencias económicas, políticas, biológicas, sociales
y naturales han aportado y siguen aportando valiosos elementos para el análisis y manejo
de este multifacético fenómeno que cada día pone en mayor peligro la estabilidad y aun la
sobrevivencia de la Humanidad.

Las guerras, las epidemias y las crisis económicas y políticas tienen en su génesis al; 'in
componente más o menos importante y decisivo relacionado c n los conflictos derivados
de la cada día más difícil convivencia e re el Tercer Mundo y los países industrializados,
entre lo que ha Jado en llamarse el Norte y el Sur, entre la riqueza y la pobreza, entre la
opulencia y la miseria.

El problema del subdesarrollo no es un problema unidimensional, y la historia


contemporánea así lo demuestra. Anteriormente se hablaba sólo de países civilizados y
zonas coloniales o atrasadas, y no fue sino hasta las reuniones de las Naciones Unidas
de 1944 y 1945 cuando hizo su aparición el término "zonas económicamente
subdesarrolladas".
Los primeros enfoques fueron de carácter económico-político y los resultados del análisis
económico mostraron una desproporción entre los factores productivos, es decir, entre el
trabajo, la tierra, el capital y los recursos naturales, así como los factores
desestabilizadores causados por la mala distribución de las actividades económicas.

Representa una realidad indiscutible el hecho de que la disminución en la proporción de la


fuerza de trabajo, ocupada en actividades correspondientes al sector primario o agrícola,
y el aumento en la proporción de la población económicamente activa dedicada a
actividades del sector secundario o industrial y a actividades de carácter terciario o de
servicios constituyen unos de los más elocuentes indicadores del desarrollo. Los países
más altamente desarrollados son aquellos en los que la actividad primaria ocupa la menor
proporción de su fuerza de trabajo.

Sin embargo, los economistas se han dado cuenta de lo difícil que resulta investigar la
naturaleza y causas de la pobreza de las naciones. Es por ello que Meier y Baldwin,
recordando en su interesante libro Economía Development aquella célebre frase del
"tigre" Georges Clemenceau, héroe de la Primera Guerra Mundial: "La guerra es un tema
demasiado serio para confiársela a los militares", la parodiaron con esta otra: "El
desarrollo es un tema demasiado serio para ser confiado a los economistas".

En 1949 H. W. Singer dijo que un país subdesarrollado escomo una jirafa, pues resulta
difícil describirlo, pero uno siempre lo reconoce cuando lo ve. El presidente Truman
definió dentro del célebre Punto Cuarto a las zonas subdesarrolladas como

...aquellas en las que más de la mitad de la población del mundo vive casi en condiciones
de miseria, donde la alimentación es inadecuada y donde la pobreza es un obstáculo y
una deficiencia duradera y peligrosa.

Algunos investigadores realizaron experimentos científicos para probar hasta que punto la
alimentación influye en el desarrollo, y así Sloneker, en Estados Unidos, publicó un
estudio cuya conclusión fue: "de dos grupos de ratas que se mantuvieron en observación,
el primero tuvo una alimentación rica en proteínas y el segundo una alimentación pobre
en proteínas; de ambos, este último grupo resultó ser mucho más prolífico aunque,
desnutrido". Este experimento hace pensar que en los países sumamente desarrollados
hay algo más que el control artificial de la natalidad -el tipo de alimentación-como medio
para que la población no crezca en forma expansiva como sucede en los países
subdesarrollados.

El análisis económico ha mostrado que en los países desarrollados el ingreso per cápita
es relativamente alto, sucediendo lo contrario en los países subdesarrollados, y por este
camino se nos ofrece un concepto mensurable.

Sin embargo, no existe un límite claro entre ambas zonas, habiendo una amplia gama de
situaciones intermedias a lo largo de la línea que divide países ricos y pobres. Entre
Estados Unidos y la India, por ejemplo, puede apreciarse una diferencia enorme, entre
cuyos extremos es posible situar el grado de desarrollo de otros países.

Siendo el propósito de este capítulo mostrar la relación que existe entre el desarrollo, la
productividad y la salud, se intentará definir algunos conceptos básicos de la ciencia
económica que servirán como puntos de referencia para establecer esa estrecha relación.

El ingreso nacional ha sido definido como el total de los bienes económicos producidos
por una nación en determinado periodo de tiempo.

Con el nombre de ingreso per cápita se designa al resultado de la división del ingreso
nacional entre la población. Así pues, cuando el ingreso per cápita permanece constante
durante largo tiempo y hay un incremento en la población se está en presencia de un
crecimiento económico, y cuando se presenta una tendencia al aumento (también a largo
plazo) del ingreso per cápita se trata de progreso económico y, según Zimmerman, la
situación intermedia entre crecimiento y progreso es la de desarrollo.

Los economistas han calculado que para que el proceso de transformación de crecimiento
en desarrollo indique un impulso inicial o "arranque", la tasa de ahorros y de inversión
debe llegar al diez por ciento o más del ingreso nacional, y en un periodo mis avanzado
esta proporción del ingreso nacional que se invierte debe llegar al veinte por ciento,
proporción que caracteriza a la etapa denominada por Rostov como de madurez,
precursora de la etapa de alto consumo en masa.

DESARROLLO ECONOMICO-SOCIAL

Un avance muy importante tanto en la conceptualización como en el planteamiento, en la


evaluación y en las estrategias para hacer frente multifacético y complejo problema del
subdesarrollo, se dio en la Organización de las Naciones Unidas y sus filiales en la
década de los sesentas, en el llamado "sexenio del desarrollo", con motivo de la atención
prioritaria concedida a este tema y a la pretensión de lograr en este lapso una orientación
y un impulso decisivos en la tarea de sacar del subdesarrollo a las cuatro quintas partes
de la población mundial.

El primer avance en este proyecto fue sin duda asociar al criterio puramente económico el
reconocimiento de una realidad que, aun cuando ya era conocida, no se la reconocía
como un complemento indisociable de lo económico. Comenzó entonces a hablarse de
desarrollo económico-social y se empezó a estudiar el papel que juegan en las distintas
etapas del proceso de desarrollo ciertos sectores de la convivencia social, tales como
población, alimentación, vivienda, educación, urbanización y otros cuyo objetivo final es
lograr el bienestar de la Humanidad.

EL PAPEL DE LA SALUD EN EL DESARROLLO

En la Quinta Conferencia de la Organización Mundial de la Salud, en 1952, las


aportaciones de Winslow y Myrdal indicaron la apertura de un nuevo horizonte en las
investigaciones acerca del subdesarrollo. La relación economía-salud fue simbolizada por
el Dr. Horwitz mediante una representación esquemática, y según ésta existe un círculo
vicioso cuyos polos son la enfermedad y la baja producción. La enfermedad origina
energía humana de baja calidad / ésta a su vez determina baja producción. La baja
producción da lugar a salarios apenas suficientes para subsistir, registrándose en
consecuencia nutrición deficiente, educación insuficiente y vivienda inadecuada. La
siguiente consecuencia es más enfermedad, con lo que se cierra el círculo y comienza a
formarse una espiral, ya que como consecuencia del agravamiento de este factor, la
enfermedad, se producen inversiones cuantiosas en asistencia médica e inversiones
reducidas en medicina preventiva y salud pública, produciéndose en Consecuencia más
enfermedad y más baja producción. La espiral se va cerrando y esta realidad explica por
qué los países pobres tienden a hacerse cada día más pobres.

Los economistas hablan de valores instrumentales y de valores intrínsecos. El valor


instrumental es el aumento del ingreso per cápita y el bienestar es el valor intrínseco. En
este contexto el desarrollo es un proceso dinámico que requiere la participación activa del
individuo para obtener sus satisfactores materiales y culturales en la forma más rápida.
Los conceptos de desarrollo económico y progreso social se identifican y se funden en el
anhelo de la meta suprema del mundo contemporáneo: la paz a través de la justicia
social.

De acuerdo con este modo de entender el desarrollo, Kuznetz lo define como "a proceso
que se manifiesta por un persistente aumento del ingreso p « cápita y un nivel de vida
ascendente".

Esta definición introduce un nuevo concepto: el de nivel de vida, el cual ha s 3o objeto de


intensas y extensas consideraciones por parte de expertos en diferentes disciplinas en
reuniones internacionales, así come en el seno de organizaciones filiales de la ONU como
la OMS, la FAO, la UNESCO, etc. Un comité de expertos de estas organizaciones elaboró
un documento que fue aprobado por la Organización de lis Naciones Unidas en el año
1961. Este documento contiene una guía para medir el nivel de vida mediante un conjunto
de componentes que pueden ser evaluados en función de determinados indicadores.

Tales componentes del nivel de vida, con sus respectivos indicadores, son los siguientes:

1. Salud
1.1. Expectativa de vida al nacimiento.
1.2. Mortalidad infantil.
1.3. Mortalidad general.
2. Consumo de alimentos y nutrición

2.1. Promedio nacional de calorías per cápita.


2.2. Promedio nacional de consumo de proteínas totales.
2.3. Promedio nacional de consumo de proteínas animales.
2.4. Porcentaje total de las calorías suministradas en forma de cereales,
raíces, tubérculos y azúcares.

3. Educación

3.1. Tasa de alfabetismo: porcentaje de la población de más de 15 años


que lee y escribe.
3.2. Proporción de la matriculación escolar total.
3.3. Porcentaje de la matriculación en enseñanza superior por cien mil
habitantes.
3.4. Número promedio de años aprobados por la población de más de 25
años.
3.5. Proporción maestro-alumno en áreas urbanas y rurales.

4. Empleo y condiciones de trabajo

4.1. Proporción de personas desocupadas en relación con la población total.


4.2. Salarios reales en las distintas ocupaciones.

5. Vivienda

5.1. Porcentaje de la población que vive en habitaciones.


5.2. Porcentaje de alojamientos con tres o más personas por habitación.
5.3. Porcentaje de alojamientos que disponen de agua potable en el interior
o fuera del mismo en un área de cien metros cuadrados.
5.4. Porcentaje de alojamientos con instalaciones sanitarias.
6. Seguridad social

No existen indicadores internacionales.

7. Vestido

No existen indicadores internacionales.

8. Recreación y entretenimiento

No existen indicadores internacionales.

9. Libertades humanas

No existen indicadores internacionales.

El componente citado en primer término, o sea la salud, es indudablemente el más


importante, pues aun cuando se le asignen solamente tres indicadores específicos, los
otros componentes del nivel de vid. influyen en mayor o menor proporción, positiva o
negativamente, en el bienestar, o sea en la salud.

La relación economía-salud, ponderada por Winslow en 1951, ha sido objeto desde


entonces de discusiones en asambleas de la Organización Mundial de la Salud, y en
aquella que tuvo lugar en el año 1S52 el Dr. Horwitz presentó la representación
esquemática a la que ya se ha hecho referencia: el círculo vicioso salud-baja producción
que va cerrándose hasta convertirse en una espiral.

La determinación del punto en el que este círculo vicioso debe romperse ha sido tema de
discusión entre economistas y expertos en Salud Pública en los últimos años. Pero si bien
en los países que iniciaron primero su proceso de desarrollo la salud fue una
consecuencia de la riqueza, pues sus excedentes eran invertidos en saneamiento
ambiental, profilaxis de las enfermedades, educación sobre la salud etc., las naciones que
se encuentran ahora en etapa de desarrollo tienen necesidad de realizar un esfuerzo
mayor que el que Inglaterra efectuó en dos siglos y otros países durante más de un siglo.

La salud, que para los países desarrollados fue una resultante del proceso, en los países
subdesarrollados se le considera más bien como un factor esencial para su promoción y
es esta la razón por la que la ayuda a estos países se destina, en importantes
proporciones, a resolver los problemas de salud, la que debe ser considerada como un
prerrequisito para el desarrollo y el factor dinámico esencial para que puedan crecer, en
forma sostenida, tanto el ingreso per cápita como el nivel de vida, requisitos
indispensables ambos para llegar a la meta del desarrollo. El punto de elección para
romper esta espiral es, sin duda, la enfermedad, de donde parte la serie de
consecuencias que configuran el panorama del subdesarrollo. Técnicamente, la solución
es bien conocida en términos de aplicación de medidas específicas, como dotación de
agua potable, disposición sanitaria de excretas, inmunización y educación sanitaria, que
constituyen la clave para reducir al mínimo la patología del subdesarrollo que limita la
productividad de los individuos a un 30 ó 60 por ciento de su capacidad.

Horwitz señala en su informe cuadrienal como director de la Oficina Sanitaria


Panamericana que si hubiera que escoger un solo programa que rindiera los máximos
beneficios para la salud, que estimulara rápidamente el desarrollo social y económico y
que mejorara materialmente el nivel de vida de la población, ese programa sería el de
abasto de agua potable con servicio de agua corriente en las viviendas o en lugares
adyacentes. Por su parte, Brockington asegura que nada establece tan claramente la
frontera entre el desarrollo y el subdesarrollo como el control dé los desechos líquidos y
sólidos, y Sonis asegura que países desarrollados son aquellos que están en condiciones
de eliminar los productos de la actividad humana, desde los residuos atómicos hasta los
más elementales desechos fisiológicos. El Comité Mixto OMS-FAO informó en 1959:

Probablemente las tres cuartas partes de la población mundial beben agua contaminada,
no disponen de sistemas sanitarios para eliminación de los excrementos, preparan la
leche y los alimentos en forma inadecuada, están constantemente expuestos al ataque de
insectos y roedores y habitan viviendas inadecuadas.
Y este 75 por ciento de la población mundial, mes a mes, día a día y hora a hora
representa un mayor número de personas dada la expansión demográfica, más intensa
en las zonas subdesarrolladas.

La espiral de Horwitz va cerrándose más y más y aumenta el lastre económico


representado por la disminución de la capacidad productiva de los individuos. Tal es la
razón que explica por qué los países pobres tienden a hacerse cada día más pobres.

LA PRODUCTIVIDAD-NOCIÓN CIENTÍFICA

En la búsqueda de una fórmula que pudiera contemplar los factores tan complejos y
variados que intervienen en el proceso del desarrollo, se ha actualizado el uso de un
concepto casi olvidado durante un siglo y que, a manera de palabra mágica, es repetido
en libros, discursos, conferencias, seminarios, etc., entre economistas, sociólogos,
hombres de empresa y políticos: la productividad, expresión que tiene un doble valor.

Por un lado, la productividad es una noción científica, y por otro tiene un valor de recurso
instrumental. Como noción científica es, en su expresión más amplia, la relación que
existe entre el volumen físico de la producción obtenida y los elementos utilizados para
obtenerla, y puede ser aplicada en función de todos estos elementos o de cada uno de
ellos por separado: materiales, máquinas, recursos económicos, mano de obra, etc. El
concepto puede ser aplicado a una empresa, a una actividad económica o a toda una
economía.

La Organización Europea de Cooperación Económica, en una nota expedida en diciembre


de 1950, definió la productividad como el cociente de u la producción por uno de los
factores de la producción, y agregó que "cuando se habla simplemente de productividad, y
nata siempre de productividad del trabajo", así como que ésta es el cociente de una
producción por la duración del trabajo. Desde entonces la productividad está representada
por esta fórmula:

Productividad = Producción
Número de horas de trabajo
Que a su vez es utilizada como medida del progreso técnico, ya que permite apreciar las
grandes diferencias que existen en el rendimiento de los tres sectores de la producción: el
primario o agrícola, que ha recibido una mediana influencia del progreso técnico; el
secundario o industrial, que ha obtenido su máxima influencia del progreso técnico, como
la más alta posibilidad de aumento de la productividad, y el sector terciario, que
corresponde a los servicios, actividad que ha recibido la más baja influencia del progreso
técnico.

La aplicación de este concepto permite explicar algunas realidades económicas muy


importantes, pues partiendo de la propia definición:

Productividad = Producción
Empleo

Es fácil deducir esta igualdad:

Empleo X Productividad = Producción

Y puesto que se produce para consumir, para que la producción IC adapte al consumo, es
necesario que:

Empleo = Consumo
Productividad

Esta ecuación explica, según lo señala Fourastié, el movimiento del empleo, el


despoblamiento del campo a medida que se desarrolla el proceso técnico, y el consumo
de productos primarios llega al tope por saturación al tiempo que la población
económicamente activa es requerida hacia los sectores secundario y terciario con mejores
salarios, lo cual determina, según el mismo autor, que la productividad como reflejo del
progreso técnico y el salario real, o sea el poder adquisitivo del salario-hora promedio,
expresión del progreso social, varíe siempre en un mismo sentido.
El mismo economista francés enfatiza la importancia del concepto científico de la
productividad afirmando que

...es la clave del conocimiento económico y social de nuestro tiempo. Permite a su vez
comprender y actuar. Engloba todos los problemas importantes de la época actual:
potencia industrial y política de las naciones, equilibrio económico y social del mundo,
nivel de vida de los pueblos y poder adquisitivo de los asalariados, duración del trabajo,
duración media de la vida humana, distribución proporcional de la población activa,
enseñanza, crisis económica, paro obrero, comercio exterior, tributación, artos del hogar,
urbanismo, organización del trabajo, relaciones profesionales, etc. Nada de lo humano le
resulta extraño.

LA PRODUCTIVIDAD COMO RECURSO INSTRUMENTAL

Ahora bien, si tan vasto es el valor conceptual de la productividad, su valor instrumental


no lo es menos. Si se afirma que la productividad es el conjunto de técnicas de reducción
de costos se expresa una verdad, pero como definición debe ir acompañada de una
aclaración muy importante, como es la de que deben tenerse en cuenta no solamente los
costos variables, como el tiempo de producción, sino también los gastos fijos. De ahí que
Robín señale la existencia de dos medios de acción de la productividad: por una parte, (a
disminución de los costos variables por unidad producida, es decir, una mejora en los
cocientes que expresan los rendimientos humanos, mecánicos, etc., y por otra parte la
estabilización de los gastos fijos de una producción-consumo aumentada. Por ello es que
en una empresa cuyo equipo esté saturado, la mejora del rendimiento puede tener como
consecuencia el paro, y es la razón por la que la productividad nacional no siempre
corresponde a la media ponderada de las empresas. Por otra parte, la aplicación de la
noción de productividad en un sentido operativo o instrumental obliga a distinguir el
proceso cualitativo, característico del sector terciario, que no es susceptible de ser medido
según la misma relación producción-tiempo aplicable a los sectores secundario y primario.

En atención a tan importantes circunstancias, el mismo Robín define la productividad


como "la conjunción de las técnicas del aumento de la producción en cantidad y calidad y
la promoción del consumo por medio de la disminución del costo de la producción y la
elevación del poder de compra". En otras palabras, podría decirse que a productividad es
el conjunto de recursos que deben ponerse en juego para la obtención de una producción
en la mayor cantidad posible, de la mejor calidad posible, con el menor costo posible, en
el menor tiempo posible, con el menor esfuerzo humano posible, pagana los más altos
salar/os y beneficiando al mayor número de personas.

La persecución de dichas metas hace que una política de productividad adquiera todo su
sentido. Una expansión económica así concebida ofrece ventajas a todos: a los
empresarios, proporcionándoles las posibilidades de aumentar la producción y de
colocarla en mercados en expansión; a los asalariados, evitando el peligro de un paro
tecnológico por demanda de mano de obra en otras instituciones, elevando la
remuneración de su trabajo, haciendo posible su participación inmediata en el reparto de
utilidades, y algo aún mis valioso que todo J anterior: haciendo posible la plena
adaptación del hombre con c puesto de trabajo hasta convertir la actividad laboral en la
mejor oportunidad de satisfacción de las necesidades básicas del hombre, o sea
humanizando el trabajo.

LA PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO HUMANO

Asimismo, si se tiene en cuenta que la productividad es expresada por la relación tiempo-


hombre para efectos de evaluación, se dibuja la figura humana que, en última instancia,
es la que decide el aprovechamiento real de los recursos inanimados. Por tanto, es fácil
establecer que la política de productividad debe estar basada en el reconocimiento del
hombre como el recurso mis importante y valioso de los que toman parte en el proceso
productivo, así como en la necesidad de conceder prioridad a los recursos aplicables al
hombre no sólo como usufructuario del proceso sino también como el medio o factor
dinámico decisivo para alcanzarlo, no únicamente como participante en tal o cual función
específica sino como factor polivalente en la consecución de los variados objetivos de la
productividad.

Tres son los atributos humanos capaces de determinar la productividad del trabajo
humano, los cuales en mayor o menor proporción están presentes en toda persona que
labora: el poder, e querer y el saber hacer algo. El primero depende de un conjunto de
factores de orden físico y psíquico que determinan su capacidad para trabajar, tales como
su salud, sexo, estatura, peso corporal fuerza muscular, funciones sensoriales, resistencia
a la fatiga, destreza manual, capacidad de coordinación sensitivo-motriz, así come su
desarrollo intelectual y aptitudes específicas. El segundo representa su voluntad para
trabajar y depende fundamentalmente de su estructura mental y emocional, de su
capacidad de adaptación al ambiente tecnológico y al ambiente humano, de su carácter y
de sus intereses.

El saber, aun cuando está en relación directa con el grado de instrucción y de


adiestramiento, depende en gran parte de los otros dos factores (querer y poder), pues
mal puede un» persona aprender a hacer algo bien si no puede o no quiere hacerlo, o si
reúne, como es frecuente, ambas condiciones negativas. El poder, el querer y el saber
constituyen, por lo tanto, un trípode en el que se asienta la productividad del trabajo
humano. Es por esto que países con abundantes recursos naturales, con tecnología
propia o rentada y con posibilidades de obtener el crédito necesario para promover su
desarrollo tropiezan con el lastre de la baja productividad de la mano de obra,
consecuencia de su déficit de salud por un lado, y por otro de la carencia de asignación
racional de los puestos de trabajo y la falta de vigilancia permanente de su salud y su
adaptación.

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