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Biografía

Una anécdota bastante curiosa marca el nacimiento de Eisenstein. Año 1898, un


baile de lujo con orquestina en Riga (Letonia) al que asiste el matrimonio
Eisenstein, Mikhail Osipovich y Yulia, cuando surge un altercado y un individuo es
asesinado. Ante el pánico, el patriarca Mikhail Osipovich, arquitecto e ingeniero
civil de gran reputación en Riga, utiliza su revolver para restablecer el orden. En
medio de la histeria colectiva, Yulia rompe aguas y viene al mundo Sergei
Mikhailovich Eisenstein con dos meses de anticipación.

La infancia de Sergei está marcada por las desavenencias matrimoniales de sus progeni-
tores. Su padre, de prestigiosa posición y baluarte de lo tradicional, representaba
para él el prototipo de burgués que tanto llegaría a detestar. Su madre sin embargo es
más liberal y vividora, la que imprimiría más el carácter de Sergei. Sería ella quien lo
llevara por primera vez de viaje a Paris a la edad de 13 años, ciudad que le dejó
fascinado. El amor edípico de Sergei por su madre será una de los elementos
psicológicos que marcaran la vida de Eisenstein. Su pasión por la lectura le llevó a
descubrir algunas novelas que guardaba su madre en secreto: "Trópico de Cancer" y
'Julietté'. Además algunos comics de ficción en los que individuos eran introducidos en
sarcófagos de aceite hirviendo le provocaban una extraña excitación. Toda esto le
produciría una cierta obsesión por el dolor y unas preferencias sexuales no demasiado
claras. La acusación de homosexual le perseguirá durante toda su vida.

En su adolescencia se ve obligado por su padre a estudiar Ingeniería Civil, para seguir


la tradición familiar, carrera que Eisenstein no tiene dificultad en aprobar por su gran
inteligencia. No obstante ya empezó a intercalar sus estudios con el trabajo en una
compañía de teatro, manifestándose así sus preferencias por el mundo del arte. La
Revolución del 17 le cambiaría la vida. Sería la separación definitiva de su padre.
Mientras Osipovic se alineaba a la guardia Blanca en contra de la Revolución, Eisenstein
defendía al ejército Rojo. La actitud favorecedora del nuevo régimen hacia el Séptimo
Arte al considerarlo como una herramienta que acercaría más el ideal comunista al
pueblo ofreció a Eisenstein todas las facilidades para desarrollar su yo artístico.
Irónicamente afirmaría Eisenstein: "Yo iba a ser un nuevo Oscar Wilde pero la
Revolución me convirtió en un nuevo Leonardo". Eisenstein primero desarrollaría sus
teorías en el mundo del teatro, con su obra fundamental "El montaje de
atracciones", teoría que magistralmente llevaría a la práctica en su nueva concepción
del cine a través del montaje. Extrayendo las enseñanzas del kabuki japonés en el cual
dos símbolos de diferentes significados al superponerse generan un significado
diferente pero complementario de ambos. Este sería el principio revolucionario que
aplicaría Eisenstein al montaje: dos imágenes diferentes de distinto significado,
colocadas una tras de otra generan una nueva idea diversa de las dos anteriores. Lo
podemos ver aplicado frecuentemente en toda su obra. Pero Eisenstein no se queda
en este gran hallazgo sino que va mas allá hasta impulsar su original e innovadora
concepción del cine:

"El interés del montaje no reside en el hecho de ser una forma particular de producir
efectos, sino en el ser una forma de expresarse, una forma de comunicar ideas.
Actualmente no debemos volver al cine primitivo, que era un estado religioso, sino
a una síntesis análoga del elemento emocional y del intelectual. Pienso que el cine
es capaz de conseguir esta gran síntesis, de dar al elemento intelectual fuerzas
vitales, concretas y emocionales".

La gran sensibilidad de Eisenstein, su inteligencia y visión universal que le


desarrollan primero como teórico, su intrincada y compleja psicología, sus ideales
políticos que le convierten en idealista me plantean una duda al observar su obra.
¿Hasta dónde la obra es en sí misma sin el autor y hasta dónde es el autor persona sin
su obra?

La política

El siglo XX comenzaba con una alternativa al liberalismo. Los idealistas socialistas


han huido de la Rusia zarista y desde el exilio preparan la rebelión. Primero la fallida
revolución de 1906 y por fin la revolución de octubre del 17. Lenin sube al poder.
Sergei, como la mayoría de los intelectuales y artistas soviéticos, y amante de su
Rusia natal, comulga con el nuevo régimen. Lenin lleva a cabo la Nacionalización del
cine y lo potencia reabriendo antiguos estudios y comprando material extranjero, pues
considera que el cine es el portavoz de un ideal y es el mejor medio de acercamientro
entre el ideal y el pueblo.

Además la concepción de Lenin es en pro del trabajo del artista en libertad:

"Cualquier creador reclama la libertad de trabajar sin obstáculos, sirviendo al ideal


en el que cree".

Sin embarco con Stalin las cosas son muy diferentes. En el ámbito de las artes y mas
concretamente en el cine, promulga el "Realismo Socialista" que asoló el arte.
Censura llevada incluso hasta el asesinato de directores como Meyerhold o el suicidio
de Lunacharsky. Así surgió el “Período del Gran Terror”. En el marco de este nuevo
orden artístico, Eisenstein realiza sus primeras obras de carácter notablemente
ideológico: "La Huelga", "Lo Viejo y lo Nuevo" y, como no, "El Acorazado
Potemkin". Todo va como la seda, cuenta con el apoyo total del régimen, que viendo
cómo el Acorazado Potemkin era admirado en Occidente encumbra a Eisenstein como
uno de los directores favoritos del régimen. No obstante la severidad y rigidez política
de Stalin quien se ha convertido ya en un dictador de facto empieza a friccionar con la
actitud de Eisenstein. Surgen los primeros problemas con el montaje de "Octubre",
una conmemoración a la Revolución del 17, del que Stalin le obligó a suprimir todas
las escenas en las que aparecía Trotski. Trotski y Stalin habían luchado entre sí
denodadamente por la sucesión de Lenin y por consiguiente las diferencias entre ellos,
o el odio diría yo, les convirtieron en enemigos acérrimos. Tanto es así que Trotski
tuvo que marchar exiliado a Sudamérica por las presiones políticas. Otro ejemplo de la
represión que sufrió fue "La Pradera de Bezhim", que fue suspendida a medio rodaje.
Esta censura política a la que fue sometido Eisenstein le causó tremendos problemas
personales, llegándole a afectar profundamente a su salud. El elemento censor era
intolerable para él. Tanto por ansias intelectuales como por "huir" de la quema
estalinista, Sergei viajó a Europa y a América con la intención de poder trabajar allí.
Numerosos proyectos quedaron truncados, resultándole muy difícil encontrar el apoyo
de las grandes productoras para sus guiones.

Por fin, y gracias a la mediación de su amigo Charles Chaplin, consiguió el apoyo de un


productor, Sinclair, quien financiaría el rodaje en tierras mexicanas del film "¡Qué
viva México!". No obstante, y por desconfianza del productor infundida por los
comentarios del productor ejecutivo que no había congeniado con Eisenstein, tuvo que
parar el rodaje y le fue retirado todo el material que había rodado sin poderlo llegar a
montar jamás.

De vuelta a Rusia, de nuevo tuvo que conquistar los favores de Stalin, aceptando el encargo
del rodaje de Alexander Nevski, film que exalta la figura de un rey ruso que frena el
avance de los caballeros teutones a la conquista de Rusia. Film muy oportuno y evocador
de la situación actual de la época en la que Alemania comenzaba a mostrarse como una
seria amenaza para Europa tras la subida de Hitler al poder. Este film, del máximo agrado
del Primer Ministro, le devolvió su confianza, siendo galardonado el film con el Premio
Stalin. Después Eisenstein planeó su proyecto más ambicioso, la trilogía de Ivan el
Terrible. La primera película de la saga, "Ivan Grozny", al igual que "Alexander Nevsky"
peca de pleitesía ante Stalin. No obstante en la segunda, "La Conjura de los Boyardos" no
puede reprimirse y retrata al maléfico Zar Ivan con la tiranía propia del Primer Ministro,
quien no siendo ajeno a este esperpento cortó finalmente las alas a Eisenstein impidiéndole
el rodaje del final de la saga. Existe una reproducción de la entrevista que mantuvieron
Eisenstein y Cherkasov (el protagonista de Ivan y Alexander Nevsky) con Stalin, en la cual
el dictador argumenta su censura en lo poco que se ciñe Eisenstein al marco histórico y lo
mucho que se sumerge en el yo subjetivo del Zar Ivan, lo cual contraviene las normas
del cine de Estado. Este hecho provocó en Eisenstein una recaída depresiva y un agra-
vamiento de su enfermedad cardiaca, que le llevaría finalmente a la muerte a la edad de
50 años.

ALEXANDER NEVSKI, 1938

He elegido esta película como ejemplo de cine histórico y por sus connotaciones casi
visionarias, pues existen muchos paralelismos entre el argumento del film en donde los
caballeros teutones atacan Rusia, que parece preconizar el asalto de los nazis unos años
después.

En concreto, el film relata una de las hazañas de uno de los príncipes rusos del
siglo XIII, Alejandro, quien frenaría la entrada de los teutones en Rusia,
derrotándolos en la batalla del lago. Aparece el retrato como figura definitiva en
la obra de Eisenstein: Alexander, noble, fuerte e inteligente; los teutones,
crueles y despiadados. Además el retrato que hace de la iglesia es nefasto, pues
la encarna en un obispo realmente siniestro. Los teutones asolan la ciudad de
Pskov, devastándolo y quemándolo todo. La brutalidad en su estado más puro
aparece cuando el general teutón arroja a un niño a la hoguera con total
desprecio en una de las escenas más sobrecogedoras de la película. Los habitantes
de Godnorov recurren a la ayuda de Alexander Nevsky, famoso por haber
derrotado a los suecos quien reúne a todas sus huestes para la batalla. Toda la
composición de la batalla es magistral, desde la macabra misa de campaña de los
teutones sobre la nieve, con sus uniformes blancos con cruces y sus yelmos
rectangulares, la estrategia de Alexander para repeler el ataque en cuña de los
germanos, así como la minuciosa y detallada secuencia de la entrada en combate
y el furor de la batalla, para concluir con los alemanes derrotados hundiéndose
en el hielo quebrado por el peso de sus armaduras.

Y ni que decir tiene lo sublime del acompañamiento musical de la batalla por las
composiciones de Prokofiev, que enfatizan y dinamizan los avatares del combate.
Eisenstein encontraría en Prokofiev su aliado perfecto para lograr el más difícil
todavía: el cine sonoro. La connotación que había logrado otorgarle a sus imágenes a
través del montaje iba a incrementarse más aún con la aportación musical. De
Prokofiev diría Eisenstein que "proyecta en nuestra conciencia este gráfico en movi-
miento del trazado de sus imágenes musicales, del mismo modo que el deslumbrante
rayo del aparado de proyección dibuja imágenes móviles sobre la blanca superficie
de proyección".

Es en Alexander Nevski donde colabora por primera vez Prokofiev, haciendo que la
épica de la película alcance aún un mayor auge. No sólo crea una autentica sinfonía
con pasajes tan magistrales como la batalla sobre el lago helado, auténtico zenit de la
película, sino que introduce además canciones populares que incrementan aún más el
sentir nacionalista de la cinta. Su colaboración le llena de satisfacción a Eisenstein y
continúa trabajando con él en la saga de Ivan.

De este soberbio film, mi favorito de toda la obra de Eisenstein, quisiera destacar


por una parte un cierto paralelismo que se establece entre el comuninsmo de la
época de Eisenstein y la sociedad pagana de la Estepa Rusa de los tiempos de
Nevsky, y también la visión preconizadora del enfrentamiento entre rusos y
alemanes en la Segunda Guerra Mundial, en la que no sólo las fuerzas rusas sino
también su aliado el invierno fueron capaces de derrotar de nuevo al alemán.
BIBLIOGRAFÍA

- Teoría y Técnica cinematográficas. Eisenstein. Ed. Rialp, Madrid 1989


- Reflexiones de un cineasta. Eisenstein. Ed. Lumen, Barcelona, 1970
- Sergei M. Eisenstein. Marie Seton. Fondo de Cultura Económica, México, 1986
- La Gran Historia del Cine. Terenci Moix. Coleccionable ABC
- S. M. Eisenstein. Jean Mitry. Editions Universitaires, Paris, 1955
- Dickens, Griffith and the film today. Eisenstein. Ed. Denis Dobson, 1951
- Film Form. Eisenstein. Meridian Books, 1957
- On Literature and Art (1946-1948). Moscú, 1951 (Discusión entre Stalin y
Eisenstein)

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