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Los modelos de Iglesia (introducción)

La realidad de la Iglesia es compleja, por tanto no se puede agotar con una única
presentación teológica posible. De la misma manera que la Escritura nos muestra diversas
imágenes y modos de configuración de la Iglesia primitiva, debemos considerar las razones
por las que el Espíritu reconfigura permanentemente a la Iglesia según tiempos y lugares.

1- Los modelos de Iglesia. La problemática de los modelos. Imágenes, modelos y


paradigmas

Ya anteriormente habíamos señalado que la Palabra de Dios se refería de diversos


modos al abordar la realidad de la comunidad eclesial. Es que siendo la Iglesia algo
complejo no se la puede definir de manera fácil. Pongamos un ejemplo: cualquier persona
que quiere hablar de la religión y piensa en la fe cristiana la va a describir según lo primero
que se ve, por ejemplo hará referencia al templo, a sus ministros, etc.

Cuando ya se pasa a formar parte de la comunidad, nos damos cuenta de que no se


trata sólo de una organización como si fuera una comisión vecinal o un partido, sino que
hay un elemento humano lógico, conjuntamente con un elemento que no es explicable de
modo natural, porque esta comunidad viene de Dios. De hecho, la Iglesia se basa en la
Palabra de Dios, en la predicación, acciones y vida de Jesús de Nazaret y desde Él se
continúa en la historia. Además, en este largo camino, se ha ido inculturando en distintas
sociedades, culturas, tiempos, etc. Es lo que nosotros llamamos la misión, que ha dado al
cristianismo una riqueza multicultural.

En este itinerario histórico, al anunciar el Evangelio en distintas lenguas, códigos y


pueblos, en definitiva, en distintos tiempos y espacios, la Iglesia se ha ido configurando de
distinto modo. Y si la Iglesia es católica, lo que quiere decir, universal, tiene que evitar a
toda costa, el caer en una mentalidad sectaria, para abrirse a toda la verdad de Dios y a toda
la realidad. De esta manera va asumiendo diversos modelos para anunciar su mensaje a las
diversas situaciones que la realidad le presenta.

Como primer paso, para entender esto de los modelos, hagamos un poco de historia.
En pleno siglo XVI el Cardenal Bellarmino decía de la Iglesia lo siguiente1:

La única y verdadera Iglesia es la comunidad de hombres reunidos por la profesión de la


misma fe cristiana y reunidos en la comunión de los mismos sacramentos bajo el gobierno
de los pastores legítimos y especialmente del Vicario de Cristo en la tierra, el Romano
Pontífice.

Si lo percibe con atención, Bellarmino pretende hacer una definición precisa y


exhaustiva de la Iglesia que contiene los siguientes aspectos:
- profesión de la verdadera fe cristiana lo que excluye a paganos (que no conocen a
Cristo), judíos (que rechazan a Jesús de Nazaret como Mesías) y herejes (que son
cristianos, pero no admiten la totalidad de la fe creída en la Iglesia Católica).
1
AVERY DULLES, Modelos de Iglesia, Sal Terrae, Santander, 1975, p.16.

1
- Comunión en los sacramentos que deja fuera a catecúmenos (por no haber llegado
aun a aquellos) o excomulgados (que quedan fuera de la participación en los mismos).
- Sumisión a los legítimos pastores, que excluye a los cismáticos (que aceptando la
doctrina, no acatan a las autoridades eclesiales).

Si analizamos esta definición de Bellarmino, vemos que por un lado pretende


contestar a la tendencia de los reformadores, quienes valoraban más la Iglesia invisible que
la visible (un prototipo extremo puede haber sido el reformador Juan Calvino 2). Por lo
tanto, hay un intento probatorio, que en términos técnicos se llama apologético. A la par de
lo probatorio, la teología de esa época buscaba encuadrar todo en ideas claras y distintas
que fueran totalmente contundentes. De esta manera, la definición aclara hasta el extremo
de no dejar ninguna duda de quien pertenece a la Iglesia y quien no.

Si se observa bien, no discutimos la veracidad de lo que se dice pero te invitamos a


percatarte de dos cosas:
- que el modo que utiliza Bellarmino descuida un elemento esencial, que la Iglesia es
una unión o comunión de personas a través de la gracia de Cristo. Aunque esta unión se
manifieste por medio de estructuras sacramentales y jurídicas, o sea visibles, en el
corazón más íntimo de la Iglesia anida el misterio.
- Que estamos ante un modo o modelo de explicar la Iglesia que no la agota. Por
tanto, aunque en esa época no se empleara el término modelo, sí se utilizaba, de hecho,
lo que la categoría intenta explicar. Esto nos permitirá dar un paso más.

Saltando del siglo XVI y retornando al XX podemos ahora citar a Pablo VI en su


discurso de apertura a la segunda sesión del Concilio Vaticano II, del 29 de septiembre de
1963:

“…la Iglesia, como Cristo la fundó y los apóstoles la comenzaron a construir, tiene
todavía necesidad de ser enunciada con más exactitud. La Iglesia es misterio, es decir,
realidad penetrada por la divina presencia, y por esto, siempre capaz de nuevas y más
profundas exploraciones”.
Esta realidad, a la que se refiere el Papa, elimina la posibilidad de proceder por
medio de conceptos claros o inequívocos. Entonces podemos suscribir lo que dice Gustavo
Weigel3:

El resultado más significativo del debate fue la constatación profunda de que la


Iglesia ha sido descrita, en estos dos mil años, no tanto por medio de definiciones verbales,
2
Juan Calvino (1509-1564) fue un reformador suizo quien consideraba a la Sagrada Escritura como la norma
principal y única de toda la doctrina y práctica cristiana. En su pensamiento, la caída de Adán y Eva nos
merecían a toda la humanidad la condenación eterna y sólo pueden alcanzar la salvación, aquellos que confían
en el perdón y la misericordia de Dios. La Iglesia es invisible y se da donde se conserva la pureza de la
Palabra y se celebran con pureza el Bautismo y la Cena del Señor. Se ven los distintos tipos de ministros
funcionales al anuncio del Evangelio. Por todas estas razones, su planteamiento eclesiológico reducía la
Iglesia a mínimas experiencias institucionales, al igual que muchos de los reformadores contemporáneos a él
(Lutero, Zwuinglio, etc.) y de ahí se comprende la reacción católica frente a este fenómeno, que invadía a
muchos sectores populares. Cf. Calvinismo; Luteranismo, Reforma, en AA.VV., Diccionario Teológico
Enciclopédico; EVD, Estella, 1995.
3
Citado por AVERY DULLES, Modelos de Iglesia, p. 19.

2
cuanto a la luz de las imágenes. La mayor parte de las imágenes son estrictamente
bíblicas. El valor teológico de las imágenes ha sido fuertemente afirmado por el Concilio.
La noción de empezar con una definición aristotélica ha sido simplemente sobrepasada
para ser sustituída por un análisis bíblico del significado de las imágenes propuestas.

El problema que quisiéramos presentar es que mientras en una época parecía que la
Iglesia era definible de una sola manera (caso prototípico, el de Bellarmino), ahora se ha
redescubierto la necesidad de recurrir a diversas imágenes para profundizar en la identidad
eclesial. Como ejemplo, en el primer capítulo de la LG se utilizan muchos iconos para
hablar de la Iglesia: edificio levantado por Cristo, casa de Dios, pueblo, rebaño, campo,
ciudad, etc.

Ya los Santos Padres empleaban muchas imágenes siguiendo el estilo del Nuevo
Testamento. Así personajes bíblicos se asociaban a la Iglesia como Eva y María, Abraham
y Sara, Tamar, María Magdalena; también acontecimientos o situaciones la figuraban: el
Arca de Noé, el templo, el vino, la tienda, etc. En definitiva, hemos retornado a
experiencias que había ya tenido la Iglesia primitiva.

2-Modalidad de empleo

En la esfera religiosa se ve que las imágenes o iconos como hoy se suele decir más,
funcionan como símbolos, es decir, que hablan a la existencia de cada ser humano y
encuentran un eco en sus profundidades. El significando hondo de la imagen se descubre
por un camino que no es el de las definiciones.

Por eso,
- transforma la vida de las personas que la captan;
- entra en su modo de vivir;
- altera sus escalas de valores, sobrepasa sus capacidades y modifica sus esquemas de
ver y pensar la realidad.

Entonces estamos delante de un mensaje estético, es decir, que toca los sentidos:
entra por la imaginación, pasa al corazón y desde ahí después desemboca en las conductas
primero, para ser interpretada por la mente después. Pongamos un ejemplo para clarificarlo
de modo mejor.

Si partimos de la imagen de la Iglesia como Casa de Dios, se suele comenzar


presentando la casa, viendo lo que ésta significa. Este inicio nos hace imaginar la casa y
todas las experiencias que podamos haber tenido en ella, por ejemplo, la mesa familiar,
comidas, juegos, momentos de encuentro, las visitas, etc. Todo esto nos toca el corazón
trayéndonos bien desde adentro cosas lindas y otras no tanto, que relacionamos con la
familia y la casa. Luego, si se catequiza a través de la imagen descubrimos que nos invita a
un compromiso: desterrar todo aquello que no haga de la Iglesia una casa y favorecer todo
lo que consolide ese aspecto. Por otra parte, desde la identidad de la Iglesia diremos
aspectos que nuestra casa familiar no tenía, es decir, que se supera a la misma imagen. Este
camino finalmente nos llevará a profundizar la imagen y por eso necesitamos reflexionar
activando la mente desde la fe.

3
Todo lo dicho no puede quedar en el plano personal sino que invita a una actitud
común, por eso se dice que las imágenes tienen una función sociológica, dando unidad y
lealtad a los que coinciden con ellas.

“Cuando una imagen es empleada de un modo reflexivo y crítico y permite la


profundización en el entendimiento teórico de una realidad, pasa a ser lo que hoy es
llamado un ‘modelo’”.4

Vamos a profundizarlo aun más. Hay imágenes que se emplean momentáneamente,


al modo de parábolas para ayudar a entender mejor el mensaje que se viene expresando.
Sólo cuando una imagen es tan clara, permanente, comprensible por muchos y permite
entender no sólo un aspecto de la realidad sino muchos, se hablaría de modelo.

En todas las épocas se hizo necesario el uso de modelos para explicar el misterio de
la Iglesia. En un momento histórico como el actual, con tantos y tan ágiles cambios
culturales y de todo tipo, es lógico que se de pronto una crisis de imágenes y más aun de
modelos. Muchos modelos tradicionales pierden su antiguo sentido para el pueblo,
mientras que la aparición de lo nuevo todavía no ha tenido el suficiente espacio para ser
captado y explorado por todos.

Sin embargo, valga una advertencia. La elaboración de modelos capaces de suplir a


los anteriores tiene lugar solamente cuando hay una fe viva. Las imágenes no se crean ni se
destruyen por deliberados esfuerzos humanos. Nacen y mueren. Adquieren poder y lo
pierden mediante un misterioso proceso que escapa al control del hombre e incluso a su
comprensión.5

El uso de los modelos viene al principio del ámbito de las ciencias pero se empieza
a emplear en teología y ahora aquí lo vemos aplicado a la Iglesia, porque nos saca de la
cabeza la idea de que lo definitivo se puede explicar fácilmente. Así se ve que determinados
conceptos se hacen rígidos y, en cambio, la teología se abre a la variedad y a la riqueza del
misterio. Es bueno tener en cuenta que en el uso de los modelos, éstos se pueden dividir en
dos tipos:

- Explicativos: cuando intentan aclarar la comprensión de la Iglesia que se puede


tener o sintetizan lo que ya se sabe.
- Exploratorios: cuando tienen la capacidad para llevar a nuevas visiones. Siempre
nos basamos en la Sagrada Escritura y la Tradición que la Iglesia posee como su
depósito, pero gracias a la progresiva experiencia de la comunidad cristiana guiada por
sus pastores (Magisterio), la teología puede descubrir aspectos del Evangelio de los que
los cristianos hasta ahora no han sido conscientes.

Más adelante vamos a poner algunos ejemplos, pero ahora nos gustaría responder a
una pregunta que, de seguro, surgirá en la mente de los lectores: ¿cómo discernir si un

4
AVERY DULLES, Modelos de Iglesia, p. 23.
5
Cf. PAUL TILLICH, Teología sistemática. Tomo I, Ariel, Barcelona, 1972, pp. 189 s.

4
modelo es bueno y adecuado a la verdad de la revelación y no termina ocultando la realidad
de la Iglesia?

Un criterio es la connaturalidad cristiana (individual y comunitaria) que es una


especie de instinto “espiritual” dado en la comunidad de fieles por la inhabitación y
presencia del Espíritu Santo (cf. LG 12 para profundizar esto); otro criterio es que a partir
del uso de un determinado modelo se multiplican los frutos de Espíritu (cf. Gal 5,22-25). La
Iglesia, como verás, es una realidad siempre en movimiento porque está viva y animada por
el Espíritu y sólo el que pertenece plenamente a ella puede comprender espiritualmente su
identidad más honda. Por supuesto en todo este proceso está la guía de los pastores (cf. DV
10).

Demos un paso más. Cuando un modelo es capaz de resolver y explicar una gran
variedad de problemas y ayuda a entender realidades muy complejas se hace más amplio
que otros. Si además, ese modelo se adelanta en el tiempo y permite solventar posibles
dificultades que se abran posteriormente, se lo denomina paradigma. Si un modelo es una
imagen tan clara que permite explicar con fidelidad lo central de nuestra fe, distintas
dimensiones de la Iglesia como la espiritualidad, la comunidad, el servicio y el apostolado,
la diversidad de vocaciones; si además se adapta no sólo a una región sino a todos los
continentes y culturas y puede ser válido por mucho tiempo, y entendido por todos o, al
menos por la mayoría de los fieles, estamos ante un paradigma.

Durante siglos se hablaba de la Iglesia como una “Sociedad Perfecta”, tal como
hacíamos referencia a Bellarmino. Parecía que esa era la definición exacta. En realidad
expresaba gran parte de la realidad de la Iglesia pero otros aspectos quedaban en la
oscuridad. Ya antes del Concilio Vaticano I se había intentado profundizar en el misterio de
la Iglesia como Cuerpo de Cristo.

Este modelo recién se instaló en 1943 con la Encíclica “Mystici Corporis” de Pío
XII. En esta misma época, los teólogos, investigando desde los estudios de la Sagrada
Escritura y de la Historia de la Iglesia, redescubren la experiencia de la primitiva
comunidad que, según donde estaba y según la realidad de la comunidad generaba distintos
modelos. Con una conciencia refleja se pudo entrar al Concilio Vaticano II.

Presentamos brevemente los Modelos de Iglesia que se perciben en el Concilio


Vaticano II, y que podemos decir que son los más significativos:

• Iglesia Sacramento (cf. LG 1, 9, 59; SC 5,26; GS 42; AG 5) Universal de Salvación


(cf. LG 48; GS 45; AG 1).
• Comunión (cf. LG 4, 8, 13-15, 18, 21; DV 10; GS 32; UR 2-4, 22).
• Iglesia Pueblo de Dios (cf. Capítulo II de LG).
• Iglesia Cuerpo de Cristo (cf. LG 3, 7).
• Sociedad (cf. LG 8, 14, 20, 23).

Luego los profundizaremos más, pero desde ya podrás ver como la Iglesia presentó
de hecho o en la práctica, la variedad de modelos o paradigmas para auto-explicarse.

5
Luego vendrán los teólogos que desarrollarán la teoría de los modelos para poder
comprender lo que en el Concilio aparecía.

3- Algo sobre el cambio de paradigmas en eclesiología

¿Por qué cambian los paradigmas? Cada uno de éstos tiene sus imágenes favoritas,
sus códigos, sus valores y certezas, como también algunas prioridades. Por ejemplo, si se
destaca el paradigma de Iglesia “pueblo”, todos los cristianos que viven en lugares donde
impera el régimen de gobierno democrático, que están habituados a gestionar su destino,
tienen la capacidad para imaginarse una Iglesia pueblo.

También lo asimilarán fácilmente aquellos en cuya cultura tengan fuerte el elemento


de la reunión, la fiesta y la colectividad. Lo tienen que relacionar con el concepto bíblico de
pueblo, descubrir cuál es la diferencia entre cualquier pueblo y el pueblo de Dios, etc., sin
embargo, hay una matriz que facilita la comprensión. En cambio, en otras épocas de la
historia era más difícil hacerlo.

Ahora bien, supongamos que los efectos de la era de la comunicación van


incidiendo cada vez más en la conciencia colectiva de la humanidad y la experiencia de la
comunicación virtual crece más y más, habrá que ver si esto no impulsa la aparición de un
nuevo modo de explicar la realidad de la Iglesia que sea más accesible y comprensible a las
nuevas generaciones. En definitiva, es un juego entre dos fidelidades: una al mensaje que se
quiere transmitir que no puede ser cambiado ni adulterado y otra, a las generaciones
presentes que necesitan conocer siempre de modo nuevo el mensaje de salvación.

Para concluir, vemos apropiado decirte que cada paradigma de Iglesia tiene sus
debilidades, ninguno puede ser tomado como medida de todos los demás. En lugar de
buscar lo absoluto, sería mejor que reconociéramos que las distintas imágenes que ya nos
ofrecen la Escritura y la Tradición son complementarias y recíprocas. Ahondemos
brevemente en esta idea.

La acción y efecto de complementar hace referencia a la unión entre dos o más


magnitudes o realidades que necesitan unas de otras para alcanzar su plenitud. Se supone la
experiencia de estar incompleto y, por tanto, de la necesidad de plenificación. En cambio, la
reciprocidad no hace referencia a la necesidad de ser completado por otro, sino a la riqueza
del intercambio y el vínculo, vale decir, siendo yo pleno, en el encuentro recíproco con el
otro, me enriquezco y experimento el crecimiento como gratuidad.

Pueden inter-explicarse y enriquecerse entre sí. Ninguna pues, debe interpretarse en


un sentido tan exclusivo que niegue lo que los otros modelos aprobados nos han enseñado.
En conclusión, la abundancia de imágenes, modelos y, en menor cantidad, de paradigmas,
reflejan vitalidad teológica.

IV. Los modelos propuestos por el Concilio.

6
El Concilio Vaticano II propone dos grandes modelos de autocomprensión de la
Iglesia. La Iglesia como Sacramento universal de salvación en profunda conexión con la
reflexión de los primeros Padres y escritores eclesiásticos. También presenta a la Iglesia
como Pueblo de Dios en directa relación con la experiencia del Pueblo de Israel continuada
por nuestra comunidad hoy.

1- La Iglesia como sacramento universal de salvación

Este es el modelo que ayuda a sintetizar los aspectos institucionales y místicos de la


Iglesia en un sentido verdaderamente misionero. El Concilio Vaticano II lo presentó como
un modo de ubicar a la Iglesia en relación con el mundo actual. Por un lado, lo presentó en
la Constitución Lumen Gentium (LG) y luego, por su relación con la realidad, en la
Constitución Gaudium et Spes (GS) favoreció su desarrollo.

El fundamento que se quiere establecer sería formulable de esta manera: “si Cristo
es el sacramento del Padre, la Iglesia es sacramento de Cristo. Ella lo representa en el pleno
y antiguo significado del término, lo hace realmente presente”. Al hablar de sacramento
indudablemente que lo estamos haciendo en un lenguaje litúrgico-simbólico. ¿Qué es un
sacramento? ¿Cuál es su fuerza?

La definición clásica de “sacramento” es la de ser un signo que trasmite y actualiza


realmente la gracia que significa. Esto es, hay un elemento material (signo) y un elemento
espiritual (gracia) no separados, sino realizados indisolublemente en el sacramento. La
Iglesia es sacramento porque en la polaridad de su dimensión humano-divina, hace presente
como un sacramento, nada menos que a Jesucristo.

A los siete sacramentos hay que entenderlos en función y nacidos del sacramento
radical que es la Iglesia. Por eso, un elemento fundamental es su dimensión comunitaria.
Desde la cristología, podemos aclarar la estructura sacramental de la Iglesia:

a) La sobreabundancia de gracia y misericordia de Dios revelada a las personas se ve


de manera clara y plena en la historia y la vida de Jesús de Nazaret, icono del Padre.
De esta manera quien lo ve a El, ve al Padre, por eso se usan “imágenes” como las
del camino, por ejemplo (cf. Jn. 14,5-12).
b) Ante esta propuesta de amor, la gracia invita a cada persona a la comunión en la
medida que acoge su acción redentora. Jesús es el prototipo de la respuesta
obediencial y fiel; de la acogida confiada y perfecta.

El sacramento entonces tiene un carácter dialogal, de comunicación, de relación. La


Iglesia permanece como invitada constantemente a ser un signo convincente, tanto hacia
adentro (unidad visible que asume lo institucional y la continuidad histórica del signo) y
hacia fuera, en cuanto que la Iglesia alcanza significación histórico-dinámica en la medida
que expresa la acción de gracia en ella.

7
Vamos entonces a profundizar como presentó nuestro último Concilio, este modelo
de Iglesia como sacramento. Según el Concilio Vaticano II, la Iglesia se define
como sacramento (cf LG 1, 9, 59; SC 5, 26; GS 42; AG 5); sacramento universal
de salvación (cf LG 48; GS 45; AG 1). Ahora bien, esta definición aparece dentro
de los textos conciliares en el contexto cristológico. Del costado de Cristo en la cruz
brotó la Iglesia (cf SC 5; LG 3) y dice que la Iglesia es en Cristo el sacramento, es
decir, signo e instrumento de la unión con Dios y la unidad del género humano (cf
LG 1).

En LG 9 se dice más claramente que Jesucristo es el autor de la salvación, el


principio de la unidad y de la paz, mientras que la Iglesia es el sacramento visible de esta
unidad salvadora. En LG 59 se dice que Jesucristo resucitado y exaltado convirtió a la
Iglesia mediante su Espíritu en el sacramento global de la salvación, y que continúa
actuando en su Iglesia a través de su Espíritu.

Por eso, todos estos textos ponen la primacía en Jesucristo y desde él, en la Iglesia
que irradia su luz sobre el mundo. Por eso, el Vaticano II ve en la Iglesia “una notable
analogía”, comparable, salvando las diferencias, con el misterio de la encarnación de Dios.
Esta analogía consta de que así como el Verbo encarnado actúa a través de la naturaleza
humana, de manera semejante el Espíritu de Cristo obra a través de la estructura visible de
la Iglesia (LG 8).

En segundo lugar, relaciona la imagen sacramental con la realidad de la escatología,


es decir, con el cumplimiento y la consumación del Reino de Dios. Así, la Iglesia es
“germen y comienzo de este Reino en la tierra” (LG 5) y es el pueblo mesiánico que,
aunque de hecho no abarque aún a toda la humanidad y muchas veces parezca un pequeño
rebaño, sin embargo es un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación (LG
9; cf. también GS 42- 45). Como verás, el Concilio quiere expresar así la doble dimensión
de la Iglesia, humana y divina, visible e invisible, encarnada en el mundo y mensajera de un
mensaje de salvación para la humanidad.

Algunas cuestiones teológicas

Una primera consecuencia que se puede sacar es la dimensión misionera que supone
la imagen sacramental: la Iglesia es Palabra, la Iglesia es signo para el mundo y por eso no
está volcada para si misma, sino que su existencia es para los demás. Se podría decir,
usando bien el término, que queda como una Iglesia des-centrada, no en el sentido negativo
de esta expresión sino que su centro no está en ella misma sino en el Reino que debe
anunciar y por tanto, su doble centralidad radica en Jesucristo que es su sentido y origen y
el mundo que es su destino y orientación.

¿En qué consiste el valor del sacramento? En sentido general pueden llamarse
sacramentos o sacramentales a las formas en que Dios viene a nosotros sensiblemente como
gracia: formas, en consecuencia, por las que podemos alcanzarlo y recibir su acción
corporal y espiritual al mismo tiempo. En este aspecto se puede considerar, la Sagrada
Escritura, las palabras como tales, el encuentro interpersonal, un espacio de experiencia
fuerte, etc.; todas pueden tener valor sacramental para nosotros por su significación.

8
La Iglesia pues, en su integralidad visible e invisible, es como un sacramento del
llamado de Dios a la salvación, y prolonga de alguna manera, en su vida misionera, la
acción de Jesucristo, el enviado del Padre para anunciar el Reino, lo que siempre sucede
con la asistencia del Espíritu Santo, por eso algunos teólogos le dicen a la Iglesia
“sacramento o icono de la Trinidad”.6

El Sacramento comporta varios elementos a considerar a manera de síntesis:

- El signo: la Iglesia es esencialmente “visible” no sólo materialmente por el hecho


de que los miembros sean personas concretas, sino formalmente, en cuanto institución
supra – personal que se entiende al servicio del evangelio de Jesucristo. Así, las “notas
o dimensiones de la Iglesia” (una, santa, católica y apostólica) se orientan a hacer de la
Iglesia un principio de comunión con Dios y entre las personas. Viviéndolas, la Iglesia
es ya anunciadora de lo definitivo. Es más, podríamos decir que este Pueblo de Dios
que vive imperfectamente estas dimensiones, en cuanto las vive cada vez más
plenamente, se convierte en signo creíble y sacramento universal de salvación para
todos.

- Eficaz: efectivamente en la Iglesia que hace memoria de su Señor, de la Alianza


definitiva sellada en la Pascua, se actualiza la salvación nacida de ese acontecimiento
para proyectar al mundo (y a ella misma) hacia la plenitud en la que el Espíritu renovará
todas las cosas (cf. Ap 21,5). El sacramento tiene esta fuerza de relacionar todo el
tiempo y toda la historia. El sacramento es aquello que a la vez, pertenece a nuestro
mundo presente por su humilde apariencia; y al mundo futuro y definitivo por la fuerza
trasformadora que porta y que realiza.

- Mediación: en cierto aspecto, la Iglesia es instrumento de salvación; no es ni su


origen ni su finalidad. Ese lugar lo ocupa solo el Dios revelado en Jesucristo. La Iglesia
en este sentido tiene que asumir su carácter mediador.

Por medio de este modelo de Iglesia, queda superado aquel viejo axioma que decía:
“Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Así, el gran valor de esta imagen de sacramento es
recobrar por un lado, la ubicación de la Iglesia en el mundo actual como presencia que
significa el Proyecto de Dios (cf. Jn 15,18-21; 17,9-17). La Iglesia que ya no es “Señora”
del mundo, reconoce su pequeñez pero, a la vez descubre su gran fuerza transformadora
cuando se deja orientar por el Espíritu que la vivifica y la hace sacramento de Jesucristo.
La Iglesia comienza a descubrir el mundo, sus valores, los signos de Dios presentes
más allá de sus estrechas fronteras. De esta manera, profundiza la necesidad de asumir los
desafíos evangelizadores que comporta la dinámica de la vida humana en todos sus niveles.
Esta imagen de la Iglesia Sacramento Universal de Salvación, permite conjugar la
dimensión de lo institucional, lo testimonial, lo misionero y lo mistérico de la vida de la
Iglesia.

6
Este título lo adopta Bruno Forte para desarrollar su planteo eclesiológico. Para profundizar su enfoque se
puede leer BRUNO FORTE, La Iglesia icono de la Trinidad, Sígueme, Salamanca, 1992. Sobre todo,
recomendamos las pp. 24-31 y otro bloque en 61-66.

9
No obstante, este modelo si fuera único correría el riesgo de reflexionar mucho
sobre la Iglesia en su plano más de misterio y olvidar que ella está transitando por el mundo
y la historia. Por este motivo, el Concilio vio necesario ahondar sobre otro modelo
recíproco al anterior que es el modelo de Iglesia Pueblo de Dios. Te invito a que lo
profundicemos.

2- La Iglesia como Pueblo de Dios

El Capítulo 2 de la Lumen Gentium se refiere expresamente y de modo extenso a


este otro modelo de Iglesia. Su ubicación es ya significativa, porque luego de hablar del
Misterio de la Iglesia desde la Trinidad y antes de presentar el aspecto jerárquico de la
misma, el Concilio en LG 10 prefiere dar la clave de interpretación de todo el documento:
“Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la
regeneración y por la unción del Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del
hombre cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los
llamó de las tinieblas a la luz admirable (cf 1Pe, 2,4-10). Por ello, todos los discípulos de
Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios (cf Hech, 2,42.47), han de ofrecerse
a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf Rom, 12,1), han de dar testimonio
de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere, han de dar también razón de la esperanza
que tienen en la vida eterna (cf 1Pe, 3,15)”.

El Concilio Vaticano II ha asumido en la vida de la Iglesia el carácter peregrinante,


es decir, de una comunidad que se descubre no aislada sino caminando junto a toda la
humanidad, atravesada por las preocupaciones de todos los pueblos. A la vez que participa
de las alegrías y tristezas del camino, vive esta experiencia en comunidad anunciando el
Reino definitivo. Por eso es que este modelo de Iglesia hay que verlo en referencia al
anterior que la mostraba como Sacramento Universal de Salvación. Ambos ponen el acento
en su misión histórica desde la perspectiva de la comunión.

De todos modos, algunos teólogos no aceptaban este modelo por considerar que
reducía el misterio de la Iglesia a un elemento “sociológico” demasiado humano7. Sin
embargo, esta definición de Iglesia recupera lo más genuino de la tradición bíblica ya que
entronca directamente con el Antiguo Israel de la elección y la promesa de Dios que lo va
haciendo Pueblo de Dios en la respuesta que va dando en la historia, en los acontecimientos
concretos.

Te decía que es una imagen de una gran fuerza bíblica, ¿pero es conveniente para la
Iglesia llamarse Nuevo Pueblo de Dios? ¿La Iglesia primitiva tuvo conciencia y deseos de
ruptura con el antiguo Israel como para definirse de esta manera? Si rastreamos los escritos
del NT no aparecen deseos de ruptura de la incipiente comunidad cristiana con la religión
judía, con las tradiciones de Israel.

7
Todo este proceso se puede ver de manera sintética en: BRUNO FORTE, La Iglesia icono de la Trinidad, pp. 39
-59.

10
Sin embargo, desde las prácticas y contenidos nuevos que esta comunidad naciente
iba teniendo, fue el mismo judaísmo quien después de los años 70 d.C. hace efectiva la
separación, considerando a este grupo como una secta.8

¿Había razones para que se diera esta separación? Hay que decir que la relación
entre el Antiguo Israel y el Nuevo Pueblo de Dios mantiene una continuidad pero dentro de
una mayor discontinuidad. Se podría explicar de esta manera: en la única historia de la
salvación en la que Dios se ha ido revelando, desde las mismas raíces de Israel, surge un
brote totalmente nuevo que se ancla en el misterio pascual de la Encarnación y la
Resurrección de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Este Jesús venía a cumplir las promesas del Mesías que esperaba el pueblo judío y
éste es un punto de continuidad. A la vez, cuando seguimos profundizando podría notarse
que el alcance universal de la misión proclamada por Jesús es un elemento de
discontinuidad, pero en el inicio del Pueblo de Israel, tal y como lo atestiguan los profetas,
también Israel fue llamado para anunciar a todos los pueblos que sólo hay un Dios (cf. Is
19,16-25; 49,1-6; 66,18-24). De todas formas, la misma práctica de la primitiva Iglesia
atestigua la novedad en las siguientes cosas:

- Bautismo de conversión en Nombre del Señor Jesús: se va conformando una nueva


comunidad en la cual sólo se incorpora aquel que reconoce y acepta ser configurado con
Cristo por el bautismo de agua (cf. Hech 2,38.41; 8,12.16; 1 Cor 12,13; Gal 3,27).
- Si bien es cierto que en un primer momento la comunidad de discípulos sigue
participando del culto en el Templo de Jerusalén; va cobrando más importancia la
oración común en las casas de familia (cf. Hech 2,46; 12,12).
- La exclamación ¡Ven, Señor! que refleja la inminencia de la Segunda Venida es un
elemento particular de esta nueva comunidad que se expresa en la oración y en el rito
(cf. 1 Cor 16,22).
- La comida común escatológica tiene a su vez el elemento de ser el ágape fraterno,
el compartir la vida y la fe en nombre del Señor Jesús. Su elemento de Memoria no se
centra ya en el Éxodo sino en la Pascua de Jesucristo, en su memorial (cf. 1 Cor 11,
23-27).
- A su vez hay que decir que la comunidad naciente tiene una nueva forma de
organización y de gobierno. Son los Doce (y entre ellos Pedro) quienes sustituyen a los
ancianos y escribas. Sobre todo, se destacan las figuras de Pedro (cf. Gal 1,18ss; 2,9) y
Santiago (cf. Hech 12,17; 21,18).
- La Koinonía / comunión no sólo se da en lo espiritual y en la oración sino también
en los bienes materiales (entre los de adentro de la comunidad y entre las comunidades)
y en los sentimientos (cf. Hech 2,42-47).9

8
Cf. HANS KÜNG, La Iglesia, Herder, Barcelona, 19754, pp. 131-139. MEDARD KEHL, La Iglesia. Eclesiología
católica, Sígueme, Salamanca, 1996, pp. 244-275. Sólo cito estos dos textos que pueden ser orientadores al
respecto.
9
Cf. HANS KÜNG, La Iglesia, pp. 133 -136. La Eucaristía hace recuerdo de todos los tipos de comida que tuvo
Jesús y por eso se da la Koinonía total, cf. ANTONIO VIDALES, La Eucaristía. Misterio de fe y escuela de
solidaridad, Edit. Claretiana, Buenos Aires 2009, p. 42.

11
¿Cómo aparece esta imagen de Pueblo de Dios en San Pablo? En primer lugar al
referirse al Pueblo con la peculiaridad que sea de Dios, lo hace pensando en Israel a quien
el Señor no le retiró ni le retirará su promesa. Ellos son los hermanos mayores en la fe (cf.
Rom 9-11). Sin embargo, por momentos distingue entre el Pueblo de Dios “según la Carne”
(1 Cor 10,18 en referencia al antiguo Israel) y aquel “según el Espíritu” (Gal 6,8).

La experiencia de ser Laós10 (Pueblo) está profundamente arraigada en la


experiencia de Israel (cf. Ex 6,6ss; 19,5ss) como una experiencia de elección y liberación;
vivida siempre en la tentación constante de infidelidad y amenaza de ruptura (cf. Ez 11,19-
20; Zac 2,10ss; Is 19,22-25). Es una Alianza que se realiza existencialmente en la relación
de amor y fidelidad porque finalmente Dios no cambia de parecer.

El NT descubre en esta imagen de Pueblo de la Alianza una experiencia válida para


auto-comprenderse como Iglesia. Así Pablo en 2 Cor 6,16 hace referencia a Lev 26,12. Los
Hechos de los Apóstoles en 3,23-26 retoman el Dt 18,15-19 y el Apocalipsis 21,3 hace
referencia a Ez 37,27. Otros textos del NT que hacen referencia a este Nuevo Israel son
Hech 15,4; 18,10; Rom 9,24-26; Tit. 2,14; Apoc 18,4; 1 Ped 2,9-10. Así podrás observar
que la Iglesia se constituye y entiende como:

- Verdadero Israel de Dios (cf. Gal 6,15-16).


- Verdadera Semilla de Abraham (cf. Gal 3,6-9).
- Verdadero Templo (cf. 1 Cor 3,16).

Hasta aquí hemos tratado de recobrar la imagen bíblica del Pueblo de Dios.
Trataremos ahora de descubrir su valor y sus consecuencias según lo presenta el Capítulo II
de LG. Para ello, te invito que analices un esquema de este capítulo.

Llamados todos a la perfección de la santidad


LG 9 Elección de un pueblo que manifiesta el designio salvador de Dios para toda la
humanidad. Se muestra una Alianza y revelación a este Pueblo que fue preparación a la
Alianza definitiva hecha en Cristo con toda la humanidad (Nuevo Pueblo de Dios: 1 Pe 2,9-
10).
Un Pueblo Cabeza: Cristo
Condición: la libertad y dignidad de los Hijos de Dios.
Ley: Amor
Finalidad: Reino

Germen de Unidad
Esperanza en orden a la comunión, siendo Luz y Sal.

10
“En el Nuevo Testamento se emplea el término Laós primeramente como en los Setenta: pueblo en el
sentido originario de nación, y …en el sentido simplemente de población, muchedumbre y gente; pero
también en el sentido específico de pueblo de Dios aplicado a Israel en oposición a los pueblos gentiles …
También en el Nuevo Testamento tiene esta acepción técnica de Laós fundamento religioso: Israel y sólo él
fue elegido por Dios, como se dice expresamente en muchos pasajes, para ser ‘su pueblo’, el ‘pueblo de
Dios’. Sin embargo, el Nuevo Testamento va más allá de los Setenta y da un paso de graves consecuencias:
Laós designa también la comunidad de los discípulos, la Iglesia de Jesucristo”. HANS KÜNG, La Iglesia, p.
146. Los encomilllados en el mismo texto son del autor.

12
Salvación
P En la Historia, siendo Peregrino.
u
e LG 10 Pueblo Sacerdotal nacido del Bautismo
b Sacerdocio común - Culto existencial
l - Testimonio de la esperanza
- Vinculado íntimamente al sacerdocio
o
ministerial
S
a
LG 11 El sacerdocio común se actualiza y realiza en la celebración de los sacramentos.
c
Sobre todo en el Bautismo incorporación
e
Testigos – misión (confirmación)
r
Eucaristía ofrecimiento de sí mismo
d
Manifiesta la unidad del Pueblo de Dios
o
t
a
l
LG 12 Participación del don profético de Cristo por la unción del Espíritu.

A) Infalibilidad de la fe del Pueblo de Dios (para la madurez de la fe y el


estilo de vida cristiano). Todo bautizado en comunión con el resto vive
asistido por el Espíritu Santo.

B) Expresado en la diversidad de dones y carismas (para el bien de toda la


Iglesia) cf. 1 Cor 12,2-27 y el respeto por lo dones, cf. 1 Tes 5,12; 5,19-21.

LG 13 * Todas las personas son llamadas (con-vocadas) a formar parte del Pueblo
de Dios...para hacer realidad el plan de la Creación.
• Cristo es Cabeza del Nuevo y Universal Pueblo de Dios.
• El Espíritu es el Vivificador, fuente de unidad y comunión.
• Vocación Universal: Relación del Pueblo de Dios con las culturas. No las suprime
ni se reduce a ninguna de ellas. Las abraza a todas, respetando e incentivando sus
dones; recogiendo sus aportes, purificando y elevándolos desde la fe en Cristo.
• Catolicidad: Comunicación de bienes entre el todo y las partes para el crecimiento
(de las formas de vida entre sí y de las iglesias particulares entre sí).

LG 14 Dentro del Pueblo de Dios, especialmente los fieles católicos, forman la Iglesia
Peregrina, que siendo sacramento de la salvación, ocupa un lugar necesario en la Historia
de Alianza entre Dios y las personas
Pertenecen a ella los que aceptan tanto su organización como los sacramentos y la profesión
de fe (se trata no de una pertenencia formal sino en el amor- real).

13
Te invito a que veamos qué quiere el Concilio con esta imagen:
- Mostrar cómo el Misterio de la Iglesia se constituye en la historia humana y no es
ajeno a ella.
- Cómo se encuentran las personas situadas de diversas maneras respecto a la plenitud
de vida que es Cristo y cuyo sacramento es la Iglesia.
- Señalar la común identidad de todos sus miembros antes que cualquier distinción de
oficio o estado. Dicho sencillamente, primero está lo que nos une y luego lo que nos
distingue.

Este capítulo es fundamental y marca toda la eclesiología del Concilio Vaticano


II, orientándola de una manera nueva. Su lugar marca el dato relevante: el valor primero
es la cualidad de ser discípulo, de ser hijos de Dios. Así el Único Pueblo de Dios llamado
al servicio de su Señor da origen a algunos ministerios que lo expresan de manera
responsable; eso es lo que llamamos Jerarquía presidida por el Papa, Sucesor de Pedro.

¿Cuál es el valor histórico de este modelo? Al acentuar la continuidad entre AT y


NT entronca la eclesiología desde la perspectiva del Plan de Salvación realizado de forma
gratuita por Dios en la historia y permite rescatar sus elementos de Alianza. Es un modelo
que resalta el valor de la comunidad y nos da un sentido de pertenencia como Iglesia. Aquí
bien cabrían las preguntas: ¿Cuáles son las resonancias en tu vida y en la experiencia de tu
comunidad? ¿Se siente que tu comunidad local camina y vive como Iglesia Pueblo de Dios?

Este modelo logra lo siguiente:


- Refrescar la idea de elección y alianza (convocación) para una misión. No se trabaja
apostólicamente nada más por un gusto, ni es opcional para el cristiano; es Dios que
elige y quien tiene el protagonismo. Entra en relación un llamado y la exigencia que en
tu libertad te hace descubrir, aceptar o rechazar.
- Pone el eje en la idea tan fecunda de la Alianza, a nivel personal y comunitario.
- Como dice 1 Pe 2,9 se habla de la con-sagración de un Pueblo para ser santo y
testigo.
- No sólo se reafirman las promesas y la asistencia divina para alcanzarlas (cf. Ex
3,12; Mt. 28,20) sino también su cumplimiento. Enlaza el presente histórico con el
futuro escatológico. Es un Pueblo Mesiánico portador de una esperanza (la
consumación de todo en Cristo). Es decir, la Iglesia no se queda sólo en lo pastoral y lo
presente, sino que se abre a lo definitivo.
- Realza el aspecto dinámico de la salvación donde la Iglesia es en el mundo como un
sacramento de salvación.

¿Cuál es el valor antropológico? La eclesiología supone y necesita de una


perspectiva de fe sobre la persona humana, pues es ésta la que le da el perfil a la
comunidad en la apertura al llamado de Dios y en la respuesta que da. En este sentido, la
Iglesia no es un ente abstracto o una corporación internacional sin rostro, como pueden ser
hoy muchas empresas; es cada cristiano concreto quien aporta los dones recibidos del
Espíritu para la propia santificación y la de todo el Pueblo de Dios. Dicho más claramente
todavía, todos somos imprescindibles y la ausencia de alguien empobrece a la comunidad.

14
¿Cuál es el valor de este modelo cuando miramos la historia que se da alrededor
nuestro? Es indudable que la dinámica que aporta esta imagen del Pueblo de Dios
peregrino en búsqueda de la plenitud de la promesa, da pie al reconocimiento a nivel
personal y también colectivo del error y del pecado, de la infidelidad, del arrepentimiento y
la conversión. Así aparece más clara una Iglesia cercana a la debilidad de la humanidad.

¿Qué aporta esta imagen a la relación Iglesia Universal – iglesias particulares? Se


trata de reconocer al Único Pueblo de Dios que camina en regiones geográficas y culturales
muy diversas. Cada una de ellas le aportan rasgos peculiares y características distintivas. A
pesar de la variedad es un único pueblo. Ya nos llama la atención cuando en la televisión
transmiten grandes celebraciones de cristianos con el Papa o en los encuentros Eucarísticos
internacionales, como no hay barreras y las personas de distintas razas se sienten parte de
una única comunidad que a la vez, respeta la diversidad.

¿Cuál es el valor pastoral? Sitúa y encarna mi pertenencia al Pueblo de Dios. Mi


respuesta al llamado a vivir en Alianza con otros hermanos y con el único Padre. De esta
relación brota el amor y las fuerzas misioneras (vocación a la vida y a contagiar/ transmitir
vida). Mi pertenencia se juega en la efectiva comunión eclesial.

Señalaremos ahora algunos aspectos relevantes marcados por este capítulo del
Concilio. Son perspectivas que fueron desarrolladas pero que aún queda mucho por
profundizar en nuestra vivencia eclesial:

A) La Iglesia es un Pueblo Sacerdotal. En el Sinaí, Dios que consideraba a Israel como


su primogénito (cf. Ex 4,22) a quién se reservó para sí (cf. Ex 4,29-31), lo hizo un
Pueblo Sacerdotal (cf. Ex 19,6). Israel debía ser mediador entre Dios (que se le
había revelado) y los demás pueblos de la tierra. Debía además, darle culto en
representación de todos ellos. Solo entonces nace un grupo de sacerdotes
(sacerdocio de Aarón, sacerdocio de la tribu de Leví) como particularidad que
represente a todo el Pueblo en los sacrificios.

La Carta a los Hebreos es clara en este punto: es superado y suprimido todo el culto
sacerdotal del AT pues sólo hay un Mediador entre Dios y la humanidad y ese es
Jesucristo. El Pueblo de Dios es un Pueblo Sacerdotal pues Jesucristo ha
comunicado su vida y su espíritu para que de testimonio de él ante las personas. Por
eso es que todo cristiano tiene un sacerdocio común que nace de su Bautismo y se
ve pleno cuando lo profundiza en la celebración de la Confirmación y la Eucaristía
(cf. LG 11).

B) La Iglesia es un Pueblo Profético. Si se recuerda que es profeta la persona que habla


en nombre de Dios, se sabe que lo hace partiendo de un conocimiento especial que
Dios mismo le ha comunicado acerca de su Plan de Salvación y su realización en la
historia. Es aquella que, desde el Plan de Dios discierne los signos de los tiempos en
que vive y da testimonio de ello con palabra y con obras. Jesucristo fue el gran
Profeta del Reino y comunicó a sus discípulos su espíritu (profético) para continuar
el anuncio del Evangelio.

15
El Concilio relaciona la función sacerdotal y profética de cada cristiano desde la
clave de la ofrenda y el testimonio (cf. LG 12; Heb 13,15). El segundo párrafo de
GS 44 retoma a Num 11,29 justamente para acentuar el carácter colectivo y
comunitario de la profecía y de la unción del Espíritu de Dios, en vistas a discernir
las situaciones presentes del mundo e iluminarlas desde el Evangelio.

C) Esta común unción da pie para otro gran tema conciliar que es la infalibilidad de la
Fe del Pueblo Creyente. En efecto, el conjunto del Pueblo de Dios es infalible en su
fe, ya que la unción del Espíritu le ofrece un don sobrenatural para descubrir la
verdad de aquello que cree (cf. LG 12). Se trata como de un instinto espiritual, de
una capacidad de sintonizar con lo que realmente es verdad de Dios y de sacar de
ella aplicaciones prácticas. Cuando en virtud de esto la Iglesia entera concuerda
claramente en aceptar como revelada por Dios una verdad sobre la fe o las
costumbres, su consentimiento es señal infalible de que está contenida en el
depósito de la Revelación. La infalibilidad del Papa radica justamente en que
pertenece a una Iglesia infalible11 que debe guiar.

Para terminar, me gustaría poder resumir señalando algunas características o


consecuencias fundamentales de este modelo de Iglesia:

1.- Todos los creyentes son Pueblo de Dios: de este modo queda excluida una
clericalización de la Iglesia ya que acentúa la igualdad fundamental que nace de todos
aquellos que somos Laós (Pueblo) llamados por el Padre, justificados por el Hijo y
santificados por el Espíritu Santo. De ahí que sea errónea la distinción Iglesia-laicos; ya que
todos somos Iglesia, todos un Pueblo de Dios. Todos conformamos la comunidad de los
elegidos, de los santos, de los discípulos (cf. Jer 31,31-34).

2.- Todos somos Pueblo de Dios por el llamamiento divino: Lo central de la existencia del
Pueblo de Dios es que es un pueblo llamado (con-vocado) por el mismo Dios. Su origen,
entonces, no se reduce a algo cultural o geográfico sino a la iniciativa salvadora de Dios en
la Historia humana (cf. Rom 1,6ss; 1 Cor 1,2; Ef 1,4). Así, el llamado y la Alianza son un
don gratuito de Dios. La dimensión comunitaria de la salvación queda puesta de manifiesto.
De alguna manera, el Pueblo de Dios es creación de Dios mismo y nunca fruto de la sola
voluntad o sentir de los integrantes.

3.- Todos formamos parte de este Pueblo de Dios por una libre decisión humana, ya que
cada uno de los vivientes debemos dar nuestra respuesta al llamado de Dios. En este
sentido, ser Pueblo de Dios significa realizar la común vocación de ser hijos e hijas. Es
imprescindible la libre adhesión en la fe al llamado. Se trata de actualizar el SI de María y
de los discípulos, de decir Amén. El NT presenta justamente a Abraham como padre de los
creyentes (cf. Rom 4,1-25) y padre de los pueblos y del Único Pueblo de Dios. La Iglesia es
Pueblo de Dios en la medida que cada fiel creyente por su respuesta libre en la fe se adhiere
en obediencia a aquel que nos ha llamado.

11
Cf. el capítulo III de LG que ubica la dimensión jerárquica de la Iglesia a continuación de este capítulo que
venimos tratando.

16
4.- El Pueblo de Dios formado por los que nos descubrimos y somos creyentes es un pueblo
histórico; que acentúa su dimensión de caminante, de peregrino, de viajero. Y es justamente
en esta actitud como realiza su misión en el mundo (no instalándose). La Iglesia que busca
la consumación del mundo en el Reino definitivo de Dios, está llamada a ser signo de
esperanza en medio del pecado del mundo y asumiendo también el propio pecado y el
propio error.

Si bien, estos dos modelos de Iglesia Sacramento y Pueblo de Dios se resaltaron en


el Concilio, muchos de los pastores recordaban otros modelos que hasta ese momento
estaban vigentes. Te invitamos a profundizarlos cuando nos encontremos en febrero de
2011.

17

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