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TRABAJADORES
Ideologías y experiencias en el movimiento obrero
Revista de historia
Año I. Número 1
Primer semestre de 2011
Año I, número 1. Primer semestre de 2011
ISSN: en trámite
Web: http://trabajadoresrevistahistoria.blogspot.com
Email: trabajadoresrevistahistoria@gmail.com
Contenidos
pág. 1
pág. 24
pág. 62
pág. 75
pág. 107.
pág. 128
1
Resumen
2
Introducción
E
l presente trabajo es un primer avance de una investigación en desarrollo y
aun en proceso de formulación, en la que nos interesa indagar cuáles son las
formas de organización que adquiere la clase obrera en su proceso de
gestación como tal, poniendo el énfasis en los momentos de lucha en los cuales las
clases se constituyen. El objetivo de este artículo es realizar una descripción de la
huelga de tipógrafos de 1878: nos interesa a través de un trabajo exhaustivo de
fuentes primarias analizar no la huelga en sí misma si no la construcción de ésta
realizada por los diarios, principales implicados en la medida de fuerza, al ser la
patronal misma. Esta construcción realizada nos permitirá observar cómo se
desarrolla la lucha teórica desplegada por la burguesía en contra de la organización
obrera y en defensa de sus intereses particulares, así como el intento de presentarlos
como los intereses del conjunto, en búsqueda de construcción de hegemonía.
Partiendo, en este sentido, de la formulación de Antonio Gramsci, quien plantea “que
un periódico (o un conjunto de periódicos), una revista (o un conjunto de revistas),
son también “partidos” o “fracciones de partido” o “función de determinado
partido”” (1998: 28), indagaremos la forma en que este alineamiento se expresa en el
conflicto en cuestión. De aquí se desprende nuestro especial interés, en este primer
avance, en destacar la representación que los diarios construyen de este
enfrentamiento y sus protagonistas, pudiendo así observar cómo se desarrolló el
proceso mismo de posicionamiento de ambos bloques como antagónicos.
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citado Nicolás Iñigo Carrera, entre otros. Son estos autores los que utilizaremos
como insumos, así como una importante cantidad de fuentes primarias; entre los
diarios consultados se encuentran las siguientes: La Tribuna (LT), El Nacional (EN),
La Nación (LN), Comercio del Plata (CdelP), La Prensa (LP), La República (LR) y
La Libertad (LL). No disponemos hasta el momento de fuentes desde la perspectiva
de los trabajadores. Gracias al relevamiento de estas fuentes podemos aquí presentar
un relato lo más pormenorizado posible del desarrollo del enfrentamiento en
cuestión.
Siguiendo a María Silvia Badoza (1990) podemos afirmar que en el gremio era
mayoritario el desempeño de trabajadores varones y nativos, mientras que entre el
pequeño porcentaje extranjero sobresalían los provenientes del Uruguay; a su vez es
destacable una importante presencia de trabajo infantil en las tareas menos
calificadas. Ricardo Falcón destaca varias circunstancias que posicionan al gremio
tipográfico como vanguardia: la principal sería la característica misma del oficio,
“que supone un cierto grado de instrucción en una época en la cual leer y escribir
correctamente no era usual entre los trabajadores manuales” (1984: 33), siendo esto
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laboral. El diario expone una clara línea acerca de cómo pensar a la huelga en
términos generales, tildándola de “recurso vicioso, y no siempre para lo que la ponen
en práctica dá buenos resultados. En esto se debe proceder con calma” (EN,
16/08/1878). Esta aclaración hecha por la redacción del diario aparece claramente
como una oposición a la posible huelga e, incluso, puede dar cuenta de cierta
advertencia a los trabajadores de su imprenta que pensasen en tal recurso.
2“Siempre en nuestra sociedad ha habido dos ideas. La una que tendía únicamente al socorro
mutuo; y la otra, que además de él tendía al adelanto del arte, y el material e intelectual de los
asociados (…). Propender al adelanto del arte, obtener el arancel de los trabajos tipográficos,
y sobre todo, hacer que nuestro trabajo personal sea justamente remunerado. He aquí el gran
problema que debemos prontamente resolver como lo ordenan nuestros estatutos”, Anales de
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por su misma entidad como asociación de ayuda mutua, actuando ahora la SUT
como órgano sindical, adquiriendo las atribuciones propias de éste.
al comentarla resalta la voz de Ramón Lozano en el debate, tildando a las ideas contrincantes
de “ideas utópicas”, responsables de dividir las opiniones en la asamblea (1990:39).
7
La nota de La Tribuna muestra una visión menos confrontativa al resaltar cómo una
de las posturas logra sostenerse y sus propuestas “merecieron el apoyo más caluroso
(…) obteniendo más tarde la aprobación general de la asamblea” (LT 31/08/1778 y
01/09/1778). Por su parte El Comercio del Plata presenta una información más
puntual y de carácter “informativo”, sin aportar más valoraciones al respecto que una
línea final en la que sentencia: “¿A donde acabarán estas misas?” (CdelP
31/08/1878), en la cual muestra su postura respecto a la posible huelga y, en cierto
sentido, augura un desenlace negativo; enuncia, sin embargo, una unión más sólida
entre los trabajadores ya que en la asamblea “se leyeron varios discursos, redactados
todos en el sentido de que los tipógrafos deben unirse y sostenerse para obligar á los
dueños de imprenta aceptar la tarifa que ha confeccionado la sociedad Unión, y en
caso de no obtener lo que solicitan ponerse en huelga (sic)” (ibíd.) . Esta crónica
aporta un dato valioso: el aviso de una segunda reunión concertada para el día
domingo 1º de septiembre en el mismo lugar.
Nuevamente, El Nacional (al igual que La Tribuna) expresa cuáles fueron los
resultados de la asamblea4 y las decisiones tomadas por ésta: “que todos los que
concurrieron firmasen una declaración, comprometiéndose á respetar las
resoluciones de la Comisión Directiva, acudiendo inmediatamente al llamado que
hiciese á los tipógrafos. Que una Comisión saldría á informarse en todas la imprenta
del número de tipógrafos que estaban dispuestos á seguir los propósitos de la
sociedad. Que se insistiria nuevamente ante los directores de diarios y gerentes de
imprenta, para que aceptasen la nueva tarifa de los operarios. Que en caso contrario,
se reunirian nuevamente en una asamblea general, para resolver lo que tenian que
hacer, es decir, la huelga” (EN, 31/08/1878, LT, 31/08/1878 y 01/09/1878).
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6 Este día también aparece un artículo en el diario El Nacional titulado “Estudios sobre el
proyecto de ley de imprentas III” (EN, 3/09/1878) que resalta la conflictividad con los
trabajadores como un factor que impide el desarrollo de este proyecto. No queda claro en qué
consiste al no encontrarse los ejemplares en los que aparecen la sección I y II, sin embargo
muestra la consideración de la organización de los trabajadores como un problema necesario
de resolver.
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relucir los galardones obtenidos por ésta y se reseñan los variados servicios y
productos ofrecidos, además de la calidad de su servicio, la efectividad de su
desarrollo y la calificación de sus operarios.7 A su vez, publica una noticia acotada
pero específica sobre la huelga en la cual informa la declaración y presenta algunos
de los fundamentos presentados por los trabajadores para incursionar en tal medida
de fuerza: “que son bajos los honorarios que perciben actualmente y (…) que a todo
operario que tenga cinco años de práctica, se le abonen 50 pesos moneda corriente
diarios” (LR, 2 y 3/09/1878). Continúa explicitando cuáles fueron las repercusiones
de este pedido en distintos diarios: “Esta alta tarifa ha sido aceptada en El Nacional,
La Nación, Correo Español, etc” (LR 2 y 3/09/1878). En cuanto al enfoque adoptado
por el diario La República, explicita su posición al decir “Creemos que á pesar de
todo no ha de dar los resultados que se propone la “Unión Tipográfica”” (LR, 2 y
3/09/1878), y la sostendrá en publicaciones posteriores.
7 “Gran medalla de oro. Exposición nacional de Córdoba. Año 1871. La República Sociedad
Anónima de Imprenta, Litografía y Fundición de tipos á vapor Belgrano 189. Este
establecimiento tiene permanentemente en depósito un Variado surtido de papel y o más
moderno en tipos, máquinas prensas y demás útiles de imprenta y litografía. (…) Con tres ó
cuatro dias de tiempo se preparan imprentas; no importa cuáles sean sus dimensiones. (…)
Los talleres de la imprenta cuentan con aventajados operarios y lo más adelantado en útiles,
lo que permite hacer toda clase de trabajos en cualquier idioma, de lujo ó económicos, con
brevedad y á precios módicos (…)” (LR, 2 y 3/09/1878, el destacado es propio).
Esta publicación se reitera: 4/9/1878, 5/9/1878, 6/9/1878 y 7/9/1878.
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los cambios de formato que algunos deben realizar (ver infra) y la mención de
Oddone acerca de la reubicación del personal en las imprentas y el efecto sobre los
diarios de menor tirada – “los diarios más importantes tuvieron que reducir el
material de lectura, no obstante haber puesto a las cajas a los empleados de
administración y algún personal adventicio. Los diarios menos importantes no
aparecieron” (Oddone, 1949:70)8- son hechos que nos permiten demostrar el escollo
que tal conflicto generaba en la patronal, a pesar de sus intentos por cercenarlo. Por
otra parte, respecto a la contratación de operarios uruguayos, ésta es la única fuente
que insinúa tal perspectiva, coincidiendo el resto de las fuentes consultadas en
exactamente lo contrario, en la demostración de solidaridad de los trabajadores
tipográficos del Uruguay9 hacia los trabajadores argentinos, presentándose ésta
como la primera muestra de solidaridad internacional frente a una medida de fuerza
en los albores del movimiento obrero organizado.10
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eso, son bien remunerados y no hay, no puede haber una queja fundada” (LL, 2 y
3/09/1878). Nos sorprenden, sin embargo, algunas de estas declaraciones en
comparación con el aviso clasificado del diario La Republica antes comentado en el
cual se destaca que “los talleres de la imprenta cuentan con aventajados operarios y
lo más adelantado en útiles, lo que permite hacer toda clase de trabajos en cualquier
idioma, de lujo ó económicos” (LR, 2 y 3/09/1878, el destacado es propio), que
implica una necesaria calificación de los operarios, capacitados para realizar trabajos
en distintos idiomas, más aun teniendo en cuenta que casi unánimemente los
trabajadores tipográficos de la Capital Federal eran nativos o a lo sumo, en mínima
proporción comparativamente, españoles y uruguayos, siendo estas dos
nacionalidades de habla hispana.
viéndose los medios oficiales y los aprendices sin trabajo, porque en las imprentas preferirán
un oficial, con conocimientos especiales, para pagarle el precio de la tarifa antes de pagar á
los que no poseen perfectamente el arte de la tipografía” (LL, 2 y 3/09/1878).
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En este día otra seña interesante que encontramos en las fuentes primarias aparece
en el diario El Comercio del Plata que a partir del 2 de septiembre cambia el
ordenamiento de la edición. Como primera medida, hay una reducción notable de las
noticias diarias, aquellas que requieren mayores cambios en la edición, pasando de
ser casi dos páginas de cuatro previamente al 2 de septiembre a ser una de cuatro
luego de esta fecha; esto hace que en segunda instancia se establezca más de una hoja
(lo cual implica más de una placa de preparación en el taller) de propaganda como
fija a lo largo de todo el conflicto, no siendo modificada. Estos dos aspectos podrían
estar mostrando una falta clara de operarios y la imposibilidad de cumplir con más
de una hoja de noticias preparadas para la edición, haciendo uso de mayor cantidad
de planchas minerva ya armadas, por ejemplo en forma de propaganda.12
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europeo donde debe “arrastrar una larga vida de pobreza y privaciones, muriendo
obrero y dejando á su familia la miseria como herencia (…) aquí el obrero gana más,
vive mejor y forma capital acumulando ahorros” (ibíd.), de lo cual se desprende la
supuesta capacidad del obrero, de así desearlo, de ascender socialmente y convertirse
en propietario, por ejemplo. La Argentina, según la línea editorial del matutino,
estaría exceptuada de la lógica del capitalismo (aquí aun en ciernes, claramente) ya
que “entre el capital y el trabajo no existe aquí el antagonismo que existe en otras
partes. Ambos se dan la mano, viven fraternalmente, corren los mismos riesgos y
juntos soportan cargas” (ibíd.), caracterización que, de ser así, daría cuenta de una
relación de producción de tipo cooperativo en las industrias (entre las que se
incluirían las imprentas), siendo el capital y el trabajo socios,13 cuestión que
descartamos de plano. A continuación exhorta a los trabajadores a reflexionar sobre
los efectos contraproducentes que haciendo la huelga generan hacia la producción y
su propio trabajo, así como a las perspectivas de mantenerlo, atentando contra sus
propios intereses. Las exigencias de los trabajadores a una mejor paga
imposibilitarían la continuación de la producción local en términos competitivos con
el extranjero, llevando a la “ruina del patrón y ruina del obrero (…) he aquí el fin
seguro é infalible hácia el cual marchan las cosas si el buen juicio no se sobrepone á
las inspiraciones de los que fomentan la huelga” (ibíd.).
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gremiales, no así hacia la reunión con fines mutualistas, que sí es bien vista por los
diarios y patronales, como veremos más adelante en la diferenciación que hacen
respecto a las noticias publicadas en referencia a la SUT (gremial) y a la STB
(mutual).
“Obrero, tipógrafo, ó lo que se quiera, estoy contento con mi suerte (…) ¿Por qué he
de consentir que se me obligue á cambiar la situación?” (ibíd.). La Sociedad es
representada como un agente externo que se inmiscuye en una relación armoniosa y
beneficiosa entre ambas partes, entre capital y trabajo, situación frente a la cual el
trabajador no tiene ninguna objeción. Inclusive se pone en tela de juicio la
representatividad y legitimidad de la Sociedad: “mucha generosidad en estos tiempos
de general egoísmo!” (ibíd.). A su vez, intenta posicionar la medida de fuerza de los
trabajadores como un posible ejemplo pernicioso a suscitarse en diferentes ámbitos
sociales, no sólo laborales, sino también personales y familiares: “Hoy es con la
imprenta, mañana será con la familia” (ibíd.), instando a los obreros a no seguir los
mandatos de la Sociedad, nuevamente vista como externa, no como organismo
representativo de los trabajadores, ya que “sociedades con tales fines son malas
sociedades, que deben desaparecer para tranquilidad del obrero juicioso y moral”
(ibíd.). Sin embargo, “pueden y deben existir cuando, administradas con honradez,
tienen por objeto auxiliar á sus miembros en los días que falta el trabajo en la hora de
la vejez” (ibíd.). Como habíamos dicho, cuando su fin es sólo mutualista, lo cual no
altera el orden dado de las relaciones laborales. “Destinarlas á imponer la felicidad
por la fuerza y sembrar para ello la anarquía en los talleres donde reinó siempre el
contento entre superiores y subalternos, es desnaturalizar su esencia y condenarlas á
prematura muerte” (ibíd.).14
14Esta visión propia de la patronal en el momento del conflicto, podemos también hallarla en
estudios recientes sobre asociacionismo en la historia argentina, en los cuales se presenta a la
STB como ámbito de sociabilidad válido y competente para los trabajadores tipográficos. La
raíz de ésta consideración radica en la concepción misma sobre la naturaleza de las
asociaciones de ayuda mutua y las organizaciones gremiales, siendo, según Hilda Sabato, más
“completas” las mutualistas “ya que al objetivo general de la asistencia en materia de salud,
desempleo y educación se sumaba la defensa corporativa del oficio (…) [y] no se definían en
términos clasistas e incluían en su seno no solamente a trabajadores en relación de
dependencia sino también a quienes lo hacían por cuenta propia e incluso a patrones o
empresarios del sector correspondiente” (Di Stefano et. al., 2000:114-115). Por oposición, las
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La Nación, al igual que La Prensa, optó por omitir información directa sobre la
huelga de los trabajadores tipográficos, silenciando los hechos. Sin embargo, La
asociaciones gremiales se presentan como más sesgadas en sus objetivos y tareas, e incluso
excluyentes. A su vez, al suponer que “esta «fraternidad» se rompió en 1877 cuando se
planteó un conflicto por los salarios obreros y un grupo se separó de la institución, formó la
Unión Tipográfica (…) para intervenir directamente y buscar imponer a los patrones pautas
salariales y de trabajo para el sector” (Di Stefano et. al., 2000:116), podemos deducir, según lo
planteado por la autora, que la organización de tipo gremial quiebra la lógica “adelantada” de
la organización mutualista.
En sentido opuesto al presentado hasta el momento, Ricardo Falcón estima de manera
disímil a la SUT, sus tareas y objetivos, destacando la presencia misma de esta Sociedad como
un aspecto importante de la huelga tipográfica de 1878, al aparecer “como la primera
organización con fines sindicales específicos” (Falcón, 1984:79). A su vez, considera
claramente de manera distinta la fundación de la SUT como un avance respecto al carácter
mantenido hasta el momento por la STB: “Desde fines de 1877 un núcleo de militantes de la
Sociedad Tipográfica Bonaerense se había propuesto crear una nueva asociación que
superara los límites mutualistas que ésta tenía” (Ídem). En igual sentido es estimada por
Oddone (1949:69) y Marotta (1960:19).
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Como ya dijimos, La Prensa es uno de los diarios que no da cuenta directamente del
conflicto, negando así la política llevada adelante por la SUT. Sin embargo no se
posiciona de la misma manera respecto a la STB, acerca de la cual sí refiere en el
diario, publicando noticias sobre sus actividades y proyectos. Una de estas noticias es
publicada el día domingo 8 y lunes 9 en la cual señala: “Sociedad Tipográfica
Bonaerense-En el local de esta sociedad situado en la calle Solís entre Chile é
Independencia, tendrá lugar en la semana próxima la apertura de la Biblioteca
Popular y un bazar con el objeto de obtener fondos para su sostenimiento” (LP, 8 y
9/09/1878), mostrando simpatías hacia tal sociedad, pudiendo aquí encontrar
notoriamente la diferenciación realizada en múltiples ocasiones por los diarios y
ciertos autores, entre las dos Sociedades y, dándose por sobreentendido, sus
propósitos.
15Aparecieron en el orden siguiente: El periodismo en la República Argentina I (4/09/1878),
El periodismo…II (7/09/1878), El periodismo…IV (17/09/1878), El periodismo…V
(18/09/1878). No disponemos de la fecha de publicación de El periodismo…III.
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La situación dada en las imprentas se presenta como una posible amenaza, según los
diarios, factible de presentarse en otros gremios y establecimientos, tal como lo
destaca El Nacional del 12 de septiembre, en una nota en la cual sentencia que “El
precedente tiene que ser funesto” (EN, 12/09/1878), dando aviso de la agitación que
están efectuando los mayorales del tramway, avivando “la idea de declararse en
huelga, hasta que se le aumenten sus salarios” (ibíd.). A su vez el matutino previene a
los trabajadores de la esterilidad de tal decisión, en caso de tomarla, ya que ese
empleo puede ser ocupado por “miles de personas” (ibíd.). Similar advertencia
realiza el diario La República el 13 de septiembre, siendo incluso ésta más incisiva,
“Vá de huelgas – Según rumores que corren (…) ¿A que no se animan?” (LR,
13/09/1878), hasta sonando como amenaza.
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mas dispuestos á ser influidos (…) por cierto grado de desarrollo intelectual y tener
una sociedad organizada” (ibíd.), reconociendo, por un lado, la calificación de estos
trabajadores y, por otro, destacando lo avanzado de la sociedad organizada en este
gremio.
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egoísmo de los obreros, “cuya conciencia de clase estaba todavía en pañales” (ibíd.),
al poder implantar el trabajo a destajo, iniciándose así una vuelta a la situación
anterior: los obreros ante la perspectiva de ganar más por día prolongaron la
jornada, desapareciendo paulatinamente la conquista obtenida con esta fijación de
horario.
Primeros resultados
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Referencias
Di Stefano, Roberto, Sabato, Hilda, Romero, Luís Alberto y Moreno, José Luís
(2002) De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la
iniciativa asociativa en Argentina 1776-1990, Buenos Aires, Edilab Editora.
Falcón, Ricardo (1984) Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899), Buenos
Aires, CEAL.
Iñigo Carrera, Nicolás (2000) La estrategia de la clase obrera -1936-, Buenos Aires,
Pimsa - La Rosa Blindada.
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Lucas Poy
lucaspoy@gmail.com
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RESUMEN:
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Introducción
A
unque la mayor parte de los trabajos históricos sobre la llamada “crisis de
1890” se concentraron en la bancarrota financiera y en el surgimiento de
una oposición burguesa representada por la Unión Cívica, es importante no
perder de vista que pocas semanas antes de la Revolución del Parque se había
realizado la primera celebración del 1º de mayo, en lo que fue considerado por
muchas historias “oficiales” del Partido Socialista y el PC como la “aparición” de la
clase obrera en la escena del país. Es importante destacar, en cualquier caso, que no
se trataba de un rayo en cielo sereno. Si en la década de 1870 el enviado de la
Asociación Internacional de Trabajadores, Raymond Wilmart, estaba aún en
condiciones de escribirle a Karl Marx que las posibilidades de ascenso social
existentes en el país hacían imposible cualquier intento de organización de los
trabajadores (Tarcus, 2007: 509), en la segunda mitad de la década de 1880 las cosas
habían cambiado. En las vísperas de la revolución del 90, incluso desde antes que se
consolidara un movimiento de oposición dentro de las filas de la propia oligarquía, la
clase trabajadora de la ciudad de Buenos Aires se había puesto en movimiento.
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En este trabajo nos interesa analizar el proceso de conflictividad obrera que tuvo
lugar a fines de la década de 1880 y por lo tanto no profundizaremos en el análisis de
la conformación estructural de la clase trabajadora en la Buenos Aires de la época,
que estudiamos en otro trabajo (Poy, 2010c). Creemos que conservan su actualidad
los planteos de Ricardo Falcón, quien distinguió un cambio importante en la segunda
mitad de la década de 1880 y particularmente en el período que nos ocupa. Según
este autor, “hasta 1887, particularmente para los trabajadores inmigrantes, la
situación se caracteriza por una perspectiva relativamente justificada de gran
movilidad social”. A partir de ese año, sin embargo, la situación comienza a
modificarse:
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En cualquier caso, lo que nos interesa en este punto es analizar de qué manera esas
condiciones estructurales prepararon el terreno para un proceso de agitación y
luchas obreras en la antesala de la crisis económica. Creemos que a los elementos
señalados por Falcón es necesario agregar el profundo proceso de encarecimiento del
costo de la vida que tuvo lugar en los años inmediatamente anteriores al estallido de
la crisis, y sin cuyo análisis es imposible comprender la movilización de los
trabajadores. La ley 1130, sancionada el 25 de noviembre de 1881, había establecido
que un peso oro sería equivalente a 1,033 de los antiguos “pesos fuertes” y a 1,6129
gramos de oro, al igual que la libra esterlina. La convertibilidad, no obstante, no duró
más que dos años, y a partir de 1885 el peso moneda nacional comenzó a devaluarse.
A comienzos de 1888, la moneda nacional ya se había depreciado en un 45%, lo que
provocó una fuerte carestía que impactó directamente en el bolsillo de los
trabajadores.
En efecto, el reclamo obrero ante la carestía provocada por la fuerte devaluación del
peso sería el eje fundamental de la agitación huelguística de los años inmediatamente
anteriores al estallido de la crisis de 1890. La chispa que dio inicio al ciclo de huelgas
no fue provocada, sin embargo, por un reclamo salarial, sino por el rechazo a un
intento de imponer una regimentación sobre el personal de servicio. Una
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Tanto los cocheros como los cocineros y mozos comenzaron a sufrir persecuciones
policiales, que impidieron la realización de reuniones y asambleas. Desde un primer
momento se produjeron incidentes menores y detenciones en restaurantes y hoteles:
en una carta enviada al presidente, el intendente municipal planteaba que el conflicto
era “un escándalo que creo que debe ser reprimido con toda la energía que reclaman
estos movimientos vergonzosos” (Rivero Astengo 1944: 466-467). El domingo 22 una
reunión de doscientos cocheros en un corralón del Bajo fue desalojada por la policía
y más tarde sucedió lo mismo en Palermo. El mismo día, unos seiscientos cocineros y
mozos se reunían en el hipódromo de Lanús, ante la prohibición policial de hacerlo
en la jurisdicción de la ciudad.2
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se había establecido que de dicho fondo se concedería 1 peso con 50 centavos diarios
–prácticamente el equivalente a un jornal promedio– a aquellos huelguistas que lo
necesitasen.3 Los trabajadores no sólo organizaban asambleas y recaudaban fondos
de reserva, sino que se daban una política activa para difundir la huelga. Así, los
“artistas culinarios” dispusieron la formación de “comisiones seccionales que
recorrerán los hoteles del municipio para incitar a la huelga a los cocineros y mozos
que aún permanezcan en sus puestos”.4
La primera huelga del agitado bienio de 1888-1889 concluía así con un importante
triunfo para los trabajadores. Pero su impacto no sólo había impulsado a la acción a
los trabajadores de los gremios afectados: actuó en realidad como un catalizador para
impulsar otras medidas de lucha e intentos de organización obrera. La consecuencia
más importante fue el estallido de una huelga en el gremio de los panaderos,
centrada en reivindicaciones salariales, que marcaba la línea general de lo que serían
los conflictos obreros de los meses venideros. A diferencia de lo ocurrido con la
3 Ibid. Según la crónica, “un cocinero de categoría ha donado 5.000 nacionales para ese fin”.
Los “artistas culinarios” llegaron a reclamar y obtener la solidaridad de sus compañeros de la
ciudad de Mar del Plata.
4 “Huelga de cocineros, mozos y cocheros”, La Prensa, 26/01/1888.
5 Ibid.
6 “La huelga”, La Prensa, 26/01/1888. “El ukase municipal”, La Nación, 26/01/1888. Ver
31
7“La huelga de panaderos”, La Prensa, 01/02/1888.
8“La famosa ordenanza y sus efectos”, La Nación, 31/01/1888. “La huelga de los panaderos”,
La Prensa, 02/02/1888.
32
Luego de los conflictos del verano de 1888, la agitación obrera conoció un nuevo
ascenso, mucho más profundo que el anterior, durante la primavera. El 20 de
octubre un grupo de encargados de sección de los talleres del ferrocarril del Sud
ubicados en la estación Sola, en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires,
presentaron una petición a la gerencia, solicitando que los jornales de los
trabajadores del taller fueran pagados en oro. El viernes 26 por la mañana, cuando el
gerente anunció a los trabajadores que la decisión del directorio era no tomar
ninguna medida hasta tanto no se consultara con las restantes empresas ferroviarias,
los ferroviarios de Sola se declararon en huelga y se dirigieron hacia la plaza Herrera
de Barracas, donde fueron reprimidos por fuerzas policiales que arrestaron a más de
un centenar de trabajadores.9
Cuando aún no se había cerrado el conflicto de los operarios de los talleres de Sola,
de todas formas, comenzaron a estallar huelgas en otros talleres de la ciudad. El
domingo 2 de noviembre los trabajadores de la fundición “Fénix”, ubicada también
en Barracas, enviaron una solicitud a los patrones; en sus breves párrafos es posible
9“Continúa la huelga”, Sud-América, 27/10/1889. El comisario de la seccional llegó incluso a
pedir tropas del ejército como refuerzo, lo cual fue rechazado por el jefe de la policía.
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advertir no sólo la importancia de la reivindicación salarial como eje del reclamo sino
también el impacto causado por otros conflictos laborales:
La primera respuesta de los propietarios de los talleres fue rechazar cualquier tipo de
acuerdo con los trabajadores: Wohlers y Schwartz anunciaron el despido de todos los
operarios. Contaron enseguida, como había sucedido en los conflictos de principios
de año, con el apoyo de las fuerzas policiales, que destinaron piquetes de vigilancia
en las inmediaciones de los talleres. A pesar de ello, las huelgas lograron mantenerse,
basándose una vez más en los vínculos organizativos creados por los trabajadores y
10 “La nueva huelga”, La Prensa, 07/11/ 1888.
11 “Huelgas”, La Prensa, 08/11/1888.
12 “Huelga”, La Prensa, 10/11/1888. “Más huelguistas”, Sud-América, 13/11/1888.
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13 “Las huelgas”, La Prensa, 24/11/1888.
14 Un artículo de La Nación de la semana anterior planteaba que “En La Boca, foco del
huelguismo, se ha formado una asociación denominada Sociedad operaria mecánica de
protección mutua. El centro cuenta ya con cerca con mil doscientos miembros.” (“Las
huelgas”, La Nación, 17/11/1888).
15 “Las huelgas”, La Prensa, 24/11/1888.
16 “Las huelgas”, La Prensa, 18/11/1888.
17 “La huelga de lanchoneros”, La Prensa, 21/11/1888.
35
18 “Huelga”, La Prensa, 15/01/1889. “La huelga”, La Prensa, 16/01/1889. “Huelga de
obreros”, La Nación, 15/01/1889.
19 “Operarios en huelga”, La Prensa, 16/01/1889.
20 “Los peluqueros”, La Prensa, 06/02/1889. “La querella de los peluqueros”, El Nacional,
36
Hacia fines del invierno de 1889, una nueva ola de agitación huelguística, más fuerte
que todas las anteriores, sacudió a la ciudad de Buenos Aires. Por la tarde del viernes
2 de agosto, se declararon en huelga los marineros y trabajadores empleados en las
obras del Riachuelo, los empleados de las lanchas que efectuaban un servicio de
carga y descarga a las lanchas y los barraqueros próximos a la ribera. Sud-América
informaba que la huelga venía siendo preparada desde tiempo atrás por la actividad
de grupos de obreros:
Como siempre en tales casos, varios cabecillas andaban desde días atrás recorriendo
fondas y almacenes, e incitando a sus colegas a un levantamiento en masa, como
único medio de traer a los patrones a un arreglo cuyo resultado fuese un aumento de
sueldos. Tanto trabajaron y tan bien, que ayer el movimiento comprendía la mayor
parte de la población de la Boca.22
37
Según La Prensa,
La Boca y Barracas han seguido presentando en las últimas 25 horas el aspecto de los
días festivos: gran aglomeración de gente que transitaba por las veredas, pero el
movimiento de carros interrumpido por completo. Cunde el ejemplo dado por los
peones de las dragas hasta el punto de poder calcularse ayer en siete u ocho mil el
número de huelguistas.25
Aunque la cifra pueda ser exagerada, no cabe duda que el conflicto portuario
movilizó a miles de trabajadores a la huelga, causó un profundo impacto en los
medios de prensa e impulsó la agitación en otros gremios. El 7 de agosto se extendió
la huelga a las obras del Puerto Madero, donde carpinteros y braceros abandonaron
el trabajo en reclamo de aumento salarial, “promoviendo desórdenes que obligaron a
la policía a intervenir y hacer 45 prisiones”.26 El malestar se extendió incluso a
gremios no portuarios: La Prensa informaba que en el gremio de carreros
“notábanse anoche ciertos síntomas precursores de contratiempos” y que circulaban
volantes de los panaderos que discutían la convocatoria a una huelga por aumento de
jornal. El viernes 9 de agosto el directorio del F.C. del Sud ofreció un aumento del
10% luego de que sus trabajadores reclamaran el 15%, mientras ciento cincuenta
peones cargadores y algunos cambiadores de la estación Retiro se declararon en
huelga pidiendo aumento de jornal. El mismo día, los peones de los depósitos
ferroviarios de Campana reclamaron también un aumento del 20%.27
Las reuniones de ayer tarde han sido más eficaces que las anteriores. (…) Con
excepción de algunos huelguistas de las obras del Riachuelo, carpinteros, calafates y
24 “La huelga de la Boca”, La Nación, 07/08/1889.
25 “Huelga en la Boca y Barracas”, La Prensa, 06/08/1889.
26 “La huelga en vías de solución”, La Prensa, 08/08/1889.
27 “Nuevos episodios de la huelga”, La Prensa, 09/08/1889.
38
peones, todos los demás obreros han aceptado las proposiciones que les han sido
hechas. Las bases del convenio se plantearon en una reunión a la que concurrieron el
sub-prefecto del Riachuelo señor Victorica, representantes de corrales de madera,
lancheros y huelguistas; después de algunas consideraciones, éstos se declararon
satisfechos con el sueldo mensual de 30 pesos, 15 para la manutención, los extras de
viajes que les dan a cada uno diez pesos de sobresueldo por lo menos y, por fin, el
pago de los jornales de los días de jolgorio.28
A fines de mes se dio a conocer un decreto que establecía un aumento salarial del 15
al 25% para los trabajadores de las obras del Riachuelo, que habían sido los primeros
impulsores de la huelga.29
39
31 “Huelga de los carpinteros”, La Prensa, 11 de septiembre de 1889, subrayado nuestro.
32 “La huelga en las fábricas de billares”, La Prensa, 13/09/1889.
33 “La huelga de los carpinteros”, La Prensa, 15/09/1889.
34 “La huelga de los carpinteros”, La Prensa, 14/09/1889.
40
terminada la huelga en una conflictiva asamblea donde “fueron muchos los que se
pronunciaron contra la cesación de ella”.35
El impacto más importante de la huelga de los carpinteros, buena parte de los cuales
trabajaba en la construcción, fue promover la generalización de la lucha huelguística
en otros trabajadores vinculados a la misma rama. El sábado 21 de septiembre, en
efecto, una reunión de trabajadores albañiles resolvió “pedir un aumento del 30% y
una reducción de las horas de trabajo a 9 horas por día en los meses de mayo, junio,
julio y agosto, y a 10 horas y media en los demás meses del año”.36 La huelga
comenzó el lunes 23 cuando se vieron paralizadas la mayor parte de las obras en
construcción de la ciudad. Encontramos también en este conflicto la conformación
de una “comisión” de huelguistas encargada de coordinar y difundir las medidas de
lucha. El miércoles 25 los albañiles realizaron un importante acto público en la Plaza
Constitución –luego de que el gobierno se negase a autorizar la manifestación en la
Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo), tal como había sido solicitado– en el que
reunieron a miles de trabajadores.
Los medios de prensa consideraban injustificada la huelga de los albañiles, dado que
consideraban que se trataba de uno de los gremios mejor pagos de la ciudad, en un
contexto de fuerte demanda de mano de obra provocada por la incesante expansión
de la construcción. Es interesante notar, por otro lado, que El Nacional planteaba
que los empresarios de la construcción no parecían enfrentar la huelga con
demasiada fuerza, dado que no estaban en condiciones de cumplir los contratos a los
que se habían comprometido por el incremento de los precios provocado por la
inflación.37 El martes 1 de octubre, de todas maneras, una reunión de empresarios
constructores planteó que eran “ajenos a la huelga” y que los obreros “han desertado
de las obras sin formular petición de ninguna clase”.38 Según Marotta, el conflicto de
los albañiles concluyó con acuerdos parciales entre trabajadores y distintos
35 “Las huelgas”, La Prensa, 01/10/1889. La crónica continuaba informando que “la
excitación causada por la suspensión de la huelga, por algunos que resistían, impidió que se
tratase en la reunión del domingo, de la fundación de la sociedad ‘La Obrera Internacional’”.
36 “La huelga de los obreros de albañilería”, La Prensa, 21/09/1889.
37 “De huelga”, El Nacional, 26/09/1889.
38 “La reunión de los empresarios constructores de obras”, La Prensa, 02/10/1889.
41
39 “Otra huelga”, El Nacional, 30/09/1889. “Las huelgas”, La Prensa, 01/10/1889. “Las
huelgas”, La Prensa, 03/10/1889. “La huelga de los talleres General Brown”, La Prensa,
05/10/1889. “Sigue la huelga”, El Nacional, 01/10/1889.
40 “La huelga de maquinistas”, El Nacional, 28/09/1889.
42
41 “Huelgas de maquinistas y foguistas”, Sud-América, 27/09/1889. “La huelga y los viajeros
43
Dos años después de la primera gran huelga que marcó el inicio de los reclamos
salariales, los trabajadores panaderos de Buenos Aires volvieron a entrar en conflicto
en el verano de 1890. A comienzos de febrero, la Sociedad Cosmopolita de
Resistencia y Colocación de los Obreros Panaderos envió una nota a los dueños de
panadería en la que planteaban la necesidad de convenir “una nueva tarifa nacida de
meditado estudio y basada en los conocimientos adquiridos”, además de reclamar un
incremento en la asignación diaria reservada para la alimentación de los obreros.
Dado que la respuesta de los patrones fue negativa, la Sociedad dispuso el comienzo
de una huelga a partir del día lunes 10 de febrero. Ese mismo día, una comisión de
propietarios se presentó al despacho del Intendente Municipal, quien convocó
inmediatamente a un representante de la sociedad obrera, en una decisión que
mostraba una notable diferencia con la actitud adoptada al comienzo de la huelga
43“Obreros de Sola”, La Prensa, 27/10/1889. “Los huelguistas de los talleres de Sola”, La
Prensa, 06/11/1889.
44
45
…Conste que lucharemos hasta lo último, prefiriendo trabajar en otras artes u oficios
antes que perder las armas en la batalla que hoy sostenemos contra la avaricia del
patrón panadero; conste que si muchos huelguistas hoy trabajan, es debido a efectuar
arreglos ventajosísimos con los patrones, y conste también, que los obreros
panaderos, apoyados por las 96 sociedades obreras que existen en Buenos Aires, de
común acuerdo llevarán sus demandas a los dueños que hayan aceptado y acepten la
petición que motiva el paro, a fin de favorecer los intereses del que cumple con sus
trabajadores y anonadar a los que pretenden confundir al obrero panadero con
bestias de carga. Tal haremos: a tal terreno nos vienen conduciendo. Cuando
presentamos la demanda estábamos los panaderos solos; hoy que estamos en ella y
en el período de más lucha, están con nosotros miles de obreros que influirán con
otra huelga moral, digna, solidaria: con la huelga en la compra. (…) Quizás sea esta la
vez primera que en la Argentina se conozcan los efectos de lo que es, vale y puede la
unión solidaria de los trabajadores.
46
A fines de mayo los obreros de los talleres de Sola volvieron a ser protagonistas de un
avance patronal, que da cuenta de las difíciles circunstancias que se abrían para los
trabajadores en la nueva coyuntura de crisis y creciente desocupación. El día 23 la
gerencia dispuso una reducción salarial del 25%, acompañada de una reducción de la
jornada laboral de la misma proporción, argumentando que la medida “ha sido
motivada por la gran paralización del trabajo y el mucho personal permanente”. Un
síntoma del nuevo clima reinante en unas filas obreras que ya se veían golpeadas por
el desempleo y las dificultades económicas es la respuesta planteada por la comisión
de los trabajadores, que expresó que la medida de la patronal “no ha sido combatida
por la clase obrera”, y se limitó a pedir una distribución diferente de la reducción
46 “Huelga”, La Prensa, 12/03/1890. “Huelga de obreros”, La Prensa, 18/03/1890. “Los
47
laboral, en tanto exigían “que se les de cinco días completos de trabajo a la semana y
que el sábado les quede libre por completo, para destinarlo a otras ocupaciones”.47
Durante el mes de julio y en las vísperas del estallido de la Revolución del Parque, se
produjo una huelga de cigarreros de “La Proveedora”, que con más de seiscientos
obreros constituía una de las principales fábricas de la ciudad. Las crónicas daban
cuenta de la existencia de tensiones previas al interior del taller, que no habían
llegado a transformarse en huelgas por sucesivas concesiones a los obreros. En el
invierno de 1890, sin embargo, el propietario Manuel Duran consideró llegado el
momento de enfrentar a los trabajadores y despidió a tres operarios, acusándolos de
robar tabaco y papel durante su trabajo. La respuesta de los obreros fue declararse en
huelga y concentrarse en la puerta de la fábrica, ante lo cual Duran dio aviso a la
policía y se produjeron varias detenciones.
48
por culpa de unos cuantos disidentes nos hubiéramos visto obligados a la necesidad
de recurrir a otro trabajo menos lucrativo48.
En medio del duro reflujo impuesto por la crisis y la desocupación, estalló en pleno
invierno de 1891 un importante conflicto en los talleres ferroviarios que el Ferrocarril
48 “Los obreros cigarreros”, La Prensa, 19/07/1890.
49 “Huelga”, La Prensa, 02/09/1890. “Los aguateros en huelga”, La Prensa, 03/09/1890.
“Huelga de mayorales y cocheros de tramway”, La Prensa, 01/11/1890. “Huelga de obreros
carpinteros”, La Prensa, 16/12/1890. “Novedades de policía”, La Prensa, 20/01/1891. Nótese
que este último conflicto gremial aparece en la sección de noticias policiales.
50 “Economías en los talleres de Sola”, La Prensa, 16 de junio de 1891.
49
del Oeste tenía en la localidad de Tolosa, iniciado cuando los más de quinientos
operarios se declararon en huelga el día 22 de agosto. Aún en el contexto de crisis, no
se trataba de un conflicto defensivo como los de los meses previos sino una huelga en
reclamo de aumento de sueldos, que ponía énfasis particularmente en la diferencia
salarial existente con respecto a los trabajadores de los talleres del Ferrocarril del
Sud.51 Los quinientos trabajadores mantuvieron con firmeza la huelga durante más
de una semana: como en conflictos ferroviarios previos, ponían en primer plano que
las empresas mantenían su salario devaluado mientras ataban—gracias a las
disposiciones oficiales—sus tarifas a la evolución de la prima del oro, y reclamaban
que lo mismo sucediera con sus salarios o que al menos se les diera un aumento
equivalente al recibido por los operarios de otras compañías. Finalmente la huelga
logró arrancar una concesión a la patronal, y el 5 de septiembre los trabajadores
volvieron al trabajo luego de que la empresa se comprometiera a un peculiar arreglo,
que establecía una suerte de “indexación” salarial de acuerdo a la evolución de la
prima del oro:
Las condiciones propuestas y aceptadas por los obreros en el aumento de sus salarios,
han sido que cuando el premio del oro se encuentre entre 351 y 400 se les aumentará
un 30% en sus sueldos, de 301 a 350 un 20% y de 250 a 300 un 10%.52
50
hasta la puerta de la empresa sin dejar salir a nadie. El resultado fue un grave
enfrentamiento entre los obreros y la policía que dejó un saldo de nada menos que
setenta detenidos y provocó una honda impresión en los medios de prensa de la
ciudad.53
29/09/1892.
55 “La huelga de zapateros”, La Prensa, 10/11/1892. El jefe de policía dirigió una circular a los
51
Los huelguistas recorrieron tan largo trayecto con el orden más completo. La policía
confiesa no haber visto manifestación obrera mejor ordenada, máxime siendo, como
lo era, muy numerosa. Al pasar por frente a la fábrica [nacional de calzado, L.P.]
hubieron unos gritos, vivando la huelga, y siguióse hasta la Chacarita, donde se
detuvo la columna para oír la palabra de los oradores, trepados en una mesa a
manera de tribuna improvisada. Los discursos pronunciados por los señores Real,
Morales, en español, y otro en italiano, fueron breves y muy tranquilos, sólo se trató
del derecho que al aumento de salario tenían los zapateros y de la necesidad de
continuar la huelga hasta que los dueños de zapatería cedan en las justas peticiones
de sus obreros. Todos concluyeron con vivas al jefe de policía, al comisario Quintana,
a sus subalternos y a los vigilantes.57
52
…en cuanto a aquellos que no tienen medios para aguantar el paro, “que no exiten en
proporcionarse trabajo de peón”, ya en la ciudad o para el campo, hasta que se acabe
la huelga, que sin duda alguna, con una corta resistencia, la victoria será nuestra. Y
entonces por nuestro carácter varonil y nuestra seriedad podremos levantar la cabeza
orgullosamente y dar a registrar un hecho más a la historia del trabajo honrado; y una
fecha más a la cronología de la miseria y un artículo más a la reivindicación del
proletariado.—La comisión”. 59
El 13 de noviembre los zapateros realizaron una nueva manifestación callejera por las
calles de la ciudad, dirigiéndose esta vez desde el local de la Unión Obrera Española
hasta la plaza Once. De la lista de oradores que tomaron la palabra en la plaza Once
puede advertirse que la huelga de zapateros había vuelto a promover una acción
conjunta de militantes socialistas y anarquistas, que en el contexto del conflicto
confluían con otros oficiales del gremio sin filiaciones políticas definidas. Socialistas
como Mauli o Manresa o anarquistas como Gervasini se turnaron entre los oradores
de un acto a cuyo término “tocóse el Himno Argentino, dióse unas vivas a la policía y
a la huelga”.60
La huelga llegó a su punto más alto con la convocatoria a una manifestación pública
en plaza Once que los zapateros extendían a todas las sociedades obreras de la
ciudad: en el punto más álgido del conflicto, los huelguistas buscaban la solidaridad
58 “La huelga de los zapateros”, La Prensa, 12/11/1892.
59 Ibid.
60 “La huelga de los zapateros”, La Prensa, 14 de noviembre de 1892.
53
61 “Reunión obrera de ayer”, La Prensa, 21/11/1892.
62 “La huelga de los zapateros”, La Prensa, 30/11/1892.
54
Conclusión
63 “Huelga de estibadores”, La Prensa, 29/12/1892.
64 “Los peluqueros. Entre patrones y dependientes”, La Prensa, 7 de febrero de 1893. “La
huelga de los peluqueros”, La Prensa, 9 y 10/02/1893.
65 “Oficiales toneleros”, La Prensa, 8 de marzo de 1893. “Huelga de toneleros”, La Prensa,
20/03/1893.
66 “Huelga de cigarreros”, La Prensa, 16 y 18/04/1893.
55
56
Del mismo modo, así como el proceso de acción conjunta que llevó a la celebración
del 1º de mayo de 1890 y a numerosas actividades unitarias no puede separarse del
ascenso huelguístico de los años 1887 a 1890 en un contexto de creciente carestía e
inflación, las numerosas divisiones y rupturas que tuvieron lugar en el período
posterior deben ponerse en relación con el reflujo de las luchas obreras provocado
por el impacto de la crisis económica y sus secuelas de desocupación y emigración.
Después de la manifestación del 1º de mayo de 1890, en efecto, el movimiento no
logró seguir profundizándose: en cierta medida se debió al estallido de la revolución
del Parque, hacia fines de julio de 1890, que puso en primer plano las tensiones al
interior de distintos sectores de la burguesía e implicó un fortalecimiento represivo
que limitó las posibilidades de expresión de los trabajadores. En este contexto se
observa un declive de las huelgas y movilizaciones obreras —en un contexto de
depresión económica general—, que se profundizaría en el bienio siguiente. Por otra
parte, la acción conjunta de socialistas y anarquistas que tuvo lugar durante 1888 y
1889 se veía ahora fuertemente limitada por el predominio que comenzaron a ganar
los anarquistas individualistas. En buena medida, la movilización del 1º de mayo de
1890 fue menos el punto de partida de un desarrollo conjunto de la clase obrera que
la última acción común del período previo, marcado por el ascenso obrero.
nº 20, 19/04/1891.
57
31/10/1891.
58
El año 1893 marcó el punto más álgido del reflujo obrero. Es por ello, también, una
divisoria de aguas entre dos etapas: en el marco del reanimamiento de la lucha
obrera y gremial que desembocaría en las grandes huelgas de 1896, irán resurgiendo
los anarquistas “organizadores”, que poco después publicarán La Protesta Humana,
y también se procesarán importantes cambios en la militancia socialista: con la
aparición de La Vanguardia como factor de aglutinación de los diferentes grupos
existentes se abre un nuevo período, en el cual la figura dominante del socialismo
argentino será Juan B. Justo.
59
Referencias
Falcón, Ricardo (1984), Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899), Buenos
Aires: CEAL.
Poy, Lucas y Daniel Gaido (2009a) “Entre Bismarck y Juárez Celman. Lucha política
y contribuciones teóricas de los socialistas alemanes en los orígenes del movimiento
obrero argentino”, II Jornadas Nacionales de Historia Social, Centro de Estudios
Históricos-Conicet, La Falda.
Poy, Lucas y Daniel Gaido (2009b) “Antes de Justo. Los inmigrantes alemanes y la
‘prehistoria’ del socialismo argentino (1888-1894)”, XII Jornadas
Interescuelas/Departamentos de Historia, Universidad Nacional del Comahue.
Poy, Lucas (2010a), “Tu quoque trabajador? Agitación obrera en Buenos Aires
(1888-1890)” en serie Documentos de Jóvenes Investigadores, número 18, mayo de
2010. Instituto de Investigaciones Gino Germani.
Poy, Lucas (2010b) “Sobre los orígenes del movimiento obrero argentino. Crisis
económica y huelgas obreras en Buenos Aires (1888-1890)”, en En Defensa del
Marxismo Nº 39, Buenos Aires, agosto.
Poy, Lucas (2010c) “No tan Buenos Aires. La situación de la clase trabajadora urbana
en la época del ‘orden y el progreso’ (1880-1890)”. 2das. Jornadas Internacionales
de Problemas Latinoamericanos. Movimientos Sociales, Procesos Políticos y
Conflicto Social: Escenarios de disputa. Universidad Nacional de Córdoba.
60
Poy, Lucas y Daniel Gaido (2010) “New Research on the History of Marxism in
Argentina”, en Historical Materialism. Research in Critical Marxist Theory,
Amsterdam, Holanda, en prensa.
Suriano, Juan (2003) “La crisis de 1890 y su impacto en el mundo del trabajo”, en
Entrepasados, número 24-25.
61
62
Resumen
63
L
a política económica del estado argentino en la década de 1880 fue un abono
propicio para que las “flores exóticas” del anarquismo y del socialismo
arraigaran con vigor en suelo americano. Comprender las reivindicaciones
obreras de la huelga de los Talleres de Sola es comprender el impacto de la política
monetaria en la vida de los trabajadores porteños. Este estudio de caso nos permitirá
vincular la creciente conflictividad social de fines de la década con la evolución de los
indicadores macroeconómicos nacionales; los orígenes del movimiento obrero
“visible” de los 90 se remontan así a la organización de los trabajadores frente al
deterioro de sus condiciones de vida a fines de los 80.
1Cortés Conde atribuye el fin de la convertibilidad al “no funcionamiento de los mecanismos
de ajuste del patrón oro”: el agotamiento de las reservas de oro podría haberse evitado,
reduciendo la cantidad de circulante disponible, cuyo exceso habría ocasionado la salida de
oro (1989: 225).
64
dando lugar a que el público cambiara el papel moneda por oro (1989: 216-221, 246-
247). En efecto, desde el inicio de la intervención del gobierno en el mercado de
cambios, el papel moneda en circulación aumentó de 89 millones de pesos en 1886, a
194 millones en 1887, bajando a 130 millones en 1888 para luego subir a 164
millones en 1889. La emisión alcanzó un pico en 1893 (307 millones),
estabilizándose posteriormente cerca de los 290 millones de pesos (Ford, 1975: 141).
La política de estabilización del papel moneda ocasionó de este modo una fuga de
capitales, fundamentalmente hacia Montevideo o Europa. En 1887 las reservas en
pesos oro del Banco Nacional ascendían a 40 millones. En 1888 ya habían
descendido a 33,50 millones, bajando a 5,80 millones al año siguiente, para
reducirse a tan sólo 18 mil pesos oro en 1890 (Cortés Conde, 1989: 220-221). Vemos
así cómo la estrategia que el gobierno había diseñado para frenar la depreciación del
papel moneda tuvo justamente el efecto contrario al previsto: la intervención en el
mercado de cambios drenó las reservas en oro del estado, a raíz de las expectativas
de depreciación fomentadas por la gran emisión de un papel moneda del que el
público buscaba desprenderse, en busca de activos monetarios más confiables. De
este modo, el oro se hizo más escaso, y su premio creció.
El cuadro se vio aún más agravado por una balanza comercial que en la década del
80 arrojó saldos positivos tan sólo en 1881, alcanzando un punto crítico entre 1888 (-
28,3 millones de pesos oro) y 1889 (-74,4 millones de pesos oro) (Vázquez Presedo,
1969). Un intercambio comercial tan deficitario sólo podía sostenerse con
empréstitos externos; los fondos extranjeros se empleaban tanto para mantener el
nivel de importaciones como para pagar los servicios de la deuda. El volumen de
dinero extranjero fue aumentando a lo largo de la década del 80, con un salto
cuantitativo observable en los años 1886 (67,6 millones de pesos oro), 1887 (153,5
millones) y 1888 (247,8) (ibíd.). A partir del año siguiente los fondos extranjeros
comenzarían a disminuir hasta llegar al cese de préstamos por tres años en 1892.
Vemos por lo tanto que el oro extranjero llegaba a Argentina para salir nuevamente
bajo la forma de: 1) pagos por importaciones, 2) servicios de deuda externa, 3) fuga
de capitales por expectativas de depreciación del peso papel. En palabras de Cortés
Conde: “en esas condiciones, cualquier entrada de capitales (nuevos préstamos del
65
exterior) hubiera vuelto a salir para la compra de activos externos (fuga de capitales,
capital flight)” (1989: 217). A pesar de la gran cantidad de oro que ingresaba al país,
éste volvía a salir, ya que el público buscaba deshacerse del papel moneda,
considerado poco confiable. Y mientras tanto, la emisión de dinero continuaba.
Escasez de oro, y abundancia de billetes: controlar la depreciación del peso papel era
poco menos que imposible.
EL ORO A 150
En otros tiempos una noticia análoga bastaba para presionar la plaza y hacerla ceder:
hoy día es contestada con el alza de medio punto.
[…] El Ministro de Hacienda se presentó con más énfasis que Creso en la Cámara de
Diputados, anunciando un depósito para dentro de pocos meses en el Banco
Nacional, de 100.000.000 de pesos oro; y la Bolsa le responde con la cifra puesta al
frente de estas líneas.
[…] Se han señalado las causas generales de la depreciación del billete, á fin de que se
dirijan sobre ellas las fuerzas poderosas de la Nación; pero al mismo tiempo, se ha
recordado que por el momento, la copiosa y nunca vista importación de oro de este
año, determina una situación de baja, cuya estensión [sic] y duración no es fácil
prever.
Y al Ministro consta que, en el mes pasado se han hecho esfuerzos bajistas, sin éxito,
con el oro vendido en la Bolsa: esto lo repite todo el mundo en el mercado.
[…] Y por lo tanto, cerrando las reflexiones que sugiere la cifra puesta como rubro de
estas líneas, se puede y debe hacer constar, que el principal causante del oro á 150, es
66
Scott rechazó la solicitud de los trabajadores, sosteniendo que los salarios ya habían
sido aumentados el año anterior, por lo que no presentaría la cuestión a la compañía.
El 24 de octubre, una segunda solicitud con 750 firmas fue presentada por los
trabajadores, quienes negaron categóricamente haber recibido aumento de salario
2 La Prensa, “El oro a 150”, 3 de noviembre de 1888.
3 Periódico de lengua alemana publicado por un grupo de emigrados socialdemócratas,
exiliados en Argentina a causa de la legislación represiva de Bismarck.
4 “Wie in Argentinien die Arbeiter behandelt werden” (Cómo son tratados los trabajadores en
67
En una entrevista realizada por el diario La Prensa, cinco obreros explicaron los
motivos de la huelga, señalando un incremento de precios de un 100 por ciento
aproximadamente, en los rubros alquiler de pieza (de 9 a 20 pesos moneda
nacional), “manutención de familia” (de 12 pesos a “más del doble”), vino (de entre 8
ó 10 centavos la cuarta, a 20 ó 22 centavos) y aceite (de 4 pesos la arroba, a 8 pesos).
El artículo no aclara cuánto tiempo separa los valores comparados, y el Vorwärts
sólo indica que “los alquileres para un trabajador y su pequeña familia subieron en
los últimos años de 9$ a 20$, y en la misma proporción subieron los precios de todo
lo demás”, pero esto pierde importancia si consideramos las palabras de un obrero
entrevistado por La Prensa:
-No señor, es el mismo sueldo que ganábamos con diferencia de centavos, desde que
existía la moneda corriente. 6
5 “La huelga de los obreros del ferro carril Sud”, La Prensa, 27 de noviembre de 1888.
6 Ibíd.
68
incremento de los salarios no tuvo la misma magnitud que el aumento en los precios
de los bienes y servicios”, y en consonancia con las conclusiones de nuestro trabajo,
atribuye este hecho “al impulso expansionista de la política monetaria de Juárez
Celman y la creación de los Bancos Garantidos”. Vemos así cómo este estudio
cuantitativo confirma lo afirmado más arriba por un obrero anónimo en el extracto
de La Prensa: el sueldo que recibe “es el mismo con diferencias de centavos”, pero
estos incrementos siguen siendo insuficientes para compensar el deterioro
inflacionario de su poder de compra.
Por otro lado, no debemos olvidar que los ingresos fiscales del estado argentino en el
siglo XIX provenían casi exclusivamente de los derechos de importación: en la
década de 1880, éstos representaban alrededor del 70 por ciento de la recaudación
estatal (Vázquez Presedo, 1969). Y si consideramos que los bienes de consumo
representaban entre un 65 y un 70 por ciento del total de bienes importados entre
1885 y 1888 (Ford, 1975: 126), se sigue entonces que los derechos de importación
afectaban fundamentalmente al consumo de las masas.
Debemos sin embargo ir más allá del evidente aumento del costo de la vida a fines de
la década de 1880, para detenernos en la especificidad de la problemática del
Ferrocarril del Sud. A partir del extracto del Vorwärts reproducido más arriba, es
posible afirmar que el reclamo específico de salarios en oro no fue tan sólo una
demanda coherente a una compañía con ganancias en oro, sino probablemente
también la consecuencia de una diferenciación interna dentro del mismo conjunto de
trabajadores del Ferrocarril del Sud: “los empleados del Ferrocarril mejor pagos
cobraban en oro, mientras que los trabajadores con sueldos bajos no”. En cuanto a la
naturaleza de dichos empleados mejor pagos, el artículo de La Prensa que acabamos
de tratar señala:
Los jornales asignados desde el tiempo que regía la moneda corriente y que pasaron a
la moneda nacional, con aumento de centavos, fluctúan entre 1 peso 24 centavos,
2.68, 2.88 y 3 pesos diarios.
Al primer precio corresponden los operarios peones, los que descontando fiestas,
puede estimarse que cobran 30 pesos mensuales.
69
El tipo de 2.68 y 2.88 pesos diarios corresponde á los oficiales de los diversos ramos
que cuentan los talleres, carpinteros, herreros, tapiceros, etc. Resultan á 65 y 70
pesos por mes respectivamente.
El de 3 pesos por día es el de los encargados de cuadrilla que son en total 16 para las
distintas secciones. Estos con la antigua moneda era su jornal de 70 pesos m/c y al
ponerse en vigencia la moneda actual se les asignaron los tres pesos indicados que
representan próximamente 75 pesos al mes.
Siguientes en categoría ascendente los capataces los que cobraban sus sueldos á oro
computándoseles la diferencia dentro de un tipo que no excede del 20% de premio.
Estos como es de suponer no han entrado en la huelga.
Por lo tanto, es probable que a través de la huelga los trabajadores de los talleres de
Sola buscasen extender al conjunto de los obreros los privilegios de que sólo gozaban
sus supervisores, quienes no sólo percibían salarios mucho más altos, sino que
además estaban protegidos de los efectos más perniciosos de la política cambiaria del
gobierno al ser remunerados en oro.
70
vez que las deudas en oro pesaban sobre toda la población como deudas del estado
nacional (Ford, 1975: 126). El gobierno debía sin embargo tratar de mantener un
punto de equilibrio, para evitar que la depreciación del papel moneda afectase
excesivamente a los ingresos fiscales. Por lo tanto, la intervención en el mercado de
cambios no tuvo por objeto frenar el deterioro de los ingresos populares, sino
conservar un tipo de cambio políticamente tolerable, que diese al Tesoro argentino
un respaldo mínimo para seguir contratando empréstitos en el exterior, a fin de
proseguir con la expansión de la frontera agrícola.
7 Agradezco a Martín Manuli por traer a mi atención este pasaje.
71
reconoce que “la moneda fuerte permitía comprar más cosas a los obreros”, pero
sostiene finalmente que el salario en oro era “una idea reaccionaria, pues se
contraponía a los intereses nacionales”. La política más “evolucionada” era “defender
el valor de la moneda argentina”. Dicho de otro modo, al priorizar su bienestar
material sin atender a los “intereses nacionales” -¡esto es, la moneda nacional!- los
ferroviarios y luego los anarquistas se comportaron como librecambistas
reaccionarios. Estamos ante la presencia de un pre-juicio teleológico a penas velado:
la clase obrera no era aun “nacional”, debía todavía forjarse en comunión mística con
el suelo que le había dado acogida, para terminar su gestación, auténticamente
argentina, cincuenta años después de los hechos de Sola.
Siguiendo, pues, esta especulación contrafáctica, ¿qué hubieran debido hacer los
trabajadores de los talleres de Sola? Según Godio, aferrarse patrióticamente y sin
quejarse a un papel moneda cada vez más devaluado, y luchar por salarios más altos
en moneda nacional, para cuestionar así realmente “la hegemonía efectiva de la
oligarquía”. De este modo, los obreros habrían defendido “el valor de la moneda
argentina” frente al librecambismo oligárquico, alentando de este modo un
desarrollo industrial proteccionista que la misma clase dominante se mostraba
incapaz o renuente de fomentar. Por otra parte, Godio considera que, a diferencia de
los socialistas –quienes partían de consideraciones teóricas particulares- los
anarquistas pedían salarios en oro porque “consideraban fútil toda disquisición sobre
la función de la economía agroexportadora como parte de la economía mundial”. De
esta manera, el autor atribuye el reclamo de salarios en oro a trabajadores poco
patrióticos y poco versados en economía.
72
[…] considerado justamente como el paraíso del proletario, en el que todo buen
trabajador, con tan sólo ser ahorrativo, podía en pocos años reunir dinero suficiente
como para transformarse en propietario8.
8 La Prensa, sección Revue Économique, “Situation générale”, 4 de noviembre de 1888.
73
Bibliografía
Cortés Conde, Roberto (1989) Dinero, deuda y crisis. Evolución fiscal y monetaria
en la Argentina, 1862-1890, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
Godio, Julio (2000) Historia del movimiento obrero argentino. 1870-2000, Buenos
Aires, Corregidor.
74
75
Verónica Norando
76
Introducción
E
n este trabajo, mi objetivo es analizar, a través del conflicto ferroviario de
1896, la estrategia política de los trabajadores en relación con los sectores
dominantes. Esto es, tratar de comprender (al menos avanzar en una
hipótesis tentativa) el carácter de la participación política de los trabajadores. ¿Por
qué analizar y tratar de comprender la participación política de los trabajadores?
Porque por mucho tiempo la pluma de los historiadores (y no solo de los
historiadores), ha silenciado la voz de los explotados de todos los tiempos. “‘¿Quién
construyó Tebas de las siete puertas?’ pregunta el lector obrero de Brecht. (…) La
pregunta conserva toda su carga” (Ginzburg, 1986: 13). En los tiempos que corren y
desde distintas perspectivas, muchos historiadores han intentado e intentan hacer
escuchar estas voces. Es importante complementar, completar y profundizar su obra.
A lo largo de las últimas tres décadas del siglo XIX el capital despliega su dominio en
la Argentina: en la última década del siglo ya es la relación social dominante (Iñigo
Carrera, 2004: 30). Este proceso está relacionado con una nueva fase del desarrollo
del capitalismo, como sistema mundial: la del origen y desarrollo del capital
financiero. Las potencias se disputan el dominio sobre territorios económicos
(colonias y países dependientes) (ver Lenin, 2000). En la Argentina, las condiciones
y la forma de inserción en el mercado mundial se convierten en catalizadoras de los
cambios que se estaban presentando durante el siglo XIX: se origina y se constituye
la burguesía argentina y la satisfacción de sus intereses la llevan a fundar una
enérgica alianza con el capital financiero a nivel internacional.
1 Ver las Referencias bibliográficas
77
Siempre, el desarrollo del capital tiene como condición necesaria la presencia de una
masa de desposeídos de sus condiciones materiales de existencia. La expansión
capitalista argentina se desarrolló con la importación y la acumulación local de
capital en conjunto con la inmigración de crecientes cantidades de población, es
decir “la importación de trabajadores que el capital necesitaba para existir” (Iñigo
Carrera, 2004: 30). Esta población extranjera se sumó a la que, en el propio
territorio, iba siendo despojada de sus medios de producción. El crecimiento de la
población y su concentración en las ciudades del litoral hicieron que se intensificara
la división social del trabajo y que comenzaran a surgir sectores industriales de
producción de medios de consumo. Es así como, en la Argentina de fines del siglo
XIX, se pueden ver desarrolladas las relaciones sociales propias del capitalismo
dependiente, produciéndose un salto cualitativo cuando con la conclusión de la crisis
de 1890 se produce un crecimiento de la producción industrial propiamente dicha
(ver Dorfman, 1986).
Ahora bien, este proceso de expansión del capitalismo es la base para la formación
del proletariado como grupo social, pero de ninguna manera es una explicación
acabada para la génesis de la clase obrera. Porque si no se estarían dejando de lado
elementos subjetivos que hacen al proceso de su formación que son fundamentales. Y
aquí me veo en la obligación de especificar que es lo que entiendo por clase social.
Marco conceptual
2Marx no definió en ninguno de sus trabajos el concepto de “clase social”; es más bien una
categoría histórica que se desprende de sus distintas obras. Le debemos a distintos autores marxistas
(Lenin, Thompson, Dobb, Hobsbawm, y muchos otros), la delimitación de esta categoría analítica.
78
aquí podemos partir para profundizar: por ejemplo, E. P. Thompson plantea la clase
social como una relación, en la confrontación en el núcleo de la sociedad con otros
grupos sociales y sostiene que no se la puede captar como si se le sacara una foto en
un momento determinado, dejándola inmóvil, “en un determinado momento y
anatomizar su estructura” (1977: 7). El mismo autor sostiene en otra obra que “las
clases no existen como entidades separadas que miran en derredor, que encuentran
una clase enemiga y empiezan después a luchar” sino que, “es en el proceso de lucha
donde se descubre como clase” (Thompson, 1974: 37). Metodológicamente, el
análisis que hace Thompson nos permite ubicar la clase social en el terreno de la
lucha de clases. La categoría de clase de Marx “no era estática sino dinámica, no era
descriptiva sino analítica” (Dahrendorf, 1963: 45).
Para Thompson,
Si bien, también hay que tener en cuenta que, en palabras de J. Solomonoff: “las
clases están determinadas por las posiciones relativas de los individuos en el sistema
social global, dentro del cual se privilegian las relaciones sociales de producción”
(1988: 24)
79
los trabajadores, establece la base eventual de su antagonismo con los patrones, “es
el punto de partida estructural para el posible surgimiento de una común acción de
resistencia-coalición” (Solomonoff, 1988: 25). La condición de asalariado implica,
entonces una posibilidad de clase.
el sostenimiento del salario, este interés común que tienen contra su patrono (los
asalariados), los reúne en un mismo pensamiento de resistencia: coalición. (…) En
esta lucha, verdadera guerra civil, se reúnen y se desarrollan los elementos
necesarios para una batalla venidera, una vez llegada a este punto, la coalición
adquiere un carácter político. (Marx, 1969: 134)
80
La huelga
Al poco tiempo, el conflicto se extiende a los talleres del Ferrocarril Sur, Oeste,
Buenos Aires y Rosario y Pacífico. Los obreros de los talleres de Basch y Fénix (que
3 La Nación, 11 de agosto de 1896, p. 5
81
efectúan trabajos para los ferrocarriles), los cambistas de La Plata y Tolosa y las
cuadrillas volantes se adhieren al movimiento (Marotta, 1960: 99).
Más allá de que, en ese momento, la clase obrera argentina no contaba con una
organización nacional estable que nucleara sus intereses, los trabajadores del
ferrocarril y de todos los gremios que se han adherido a la huelga (panaderos de
Buenos Aires, pintores de la misma ciudad, alpargateras, carpinteros, albañiles,
tipógrafos que ya estaban en huelga, empleados de teléfono, zapateros; todos con las
mismas reivindicaciones) han podido sostener una larga lucha y darse como
estrategia la huelga general, aunque no se haya podido lograr en su definición
acabada. Al mismo tiempo, estaba la determinación de no volver a ocupar sus
puestos de trabajo bajo acuerdos parciales, y habían declarado que cualquier decisión
debía ser considerada primero por una asamblea de delegados, para luego ser
sometida a las asambleas generales de los obreros. A propósito de esto, La Nación
dice:
el gerente del ferrocarril del Sur mandó llamar una comisión a fin de entrar en
arreglos con los obreros. La comisión fue y escuchado que hubo las proposiciones de
la empresa puestas a consideración de la asamblea quedaron completamente
rechazadas. Los huelguistas no aceptaban ningún pacto que no parta de las bases por
ellos propuestas.5
El nivel de solidez de los lazos de solidaridad que han sabido generar los trabajadores
entre los distintos sectores fue de una importancia de primer orden para el avance en
la constitución de la clase obrera argentina. Hasta la prensa burguesa no puede dejar
de destacar esto (aunque con temor y alarma): “Ya no son solo los obreros de los
ferrocarriles los que se vienen declarando en huelga. El movimiento ha repercutido
en talleres que nada tienen que ver con las vías férreas”.6 Durante la huelga, según
datos de Marotta, se adhieren al movimiento unos 26.000 trabajadores, de los cuales
12.000 eran empleados del ferrocarril.
5 La Nación, 13 de agosto de 1896.
82
Al mismo tiempo que la “ayuda” de los bomberos, “el gobierno mandó mecánicos de
la armada para substituir a los obreros”. (Marotta, 1960: 100). Visto que estas
medidas paliativas no tuvieron los efectos esperados, no tardaron en utilizar todos
los medios a su alcance para reclutar trabajadores italianos que fueron afluyendo a la
Argentina en cuantiosas tandas hasta completar el estrepitoso número de 700. A
estos trabajadores los obreros locales los denominaron “langostas” en alusión a la
plaga. En correlación con estas actitudes de la burguesía argentina en connivencia
con la burguesía italiana, la clase obrera de estos países tiene esbozos de una actitud
solidaria a nivel internacional. Demostrada, por un lado, por las denuncias hechas
hacia los embarques de obreros italianos hacia la Argentina por los trabajadores
genoveses, y por el otro, de los trabajadores argentinos que comprendían el hecho y
también lo denunciaban.
Cuando las patronales vieron que la huelga se prolongaba poniendo en peligro sus
intereses económicos más importantes, no dudó en utilizar la violencia, como el
medio para terminar el conflicto. La represión policial fue contundente y violenta: “el
jefe de policía de la provincia envió a Tolosa en cuanto tuvo conocimiento de lo
ocurrido un piquete de vigilantes con el objeto de mantener el orden”.8 Según
Marotta “la policía, en los campos de Pereyra, sablea a los huelguistas de Sola (…)
7 La Nación, 14 de agosto de 1896
8 La Nación, 11 de agosto de 1896
83
son perseguidos hasta en las casas en que se refugian para librarse de su furiosa
arremetida” (1960: 99) La represión llevada delante de esta forma, con intervención
en las asambleas de los obreros, detenciones o golpes y abusos de todo tipo, fue la
respuesta más común y que se había ya generalizado como accionar característico de
las patronales.
A pesar de todo esto, la huelga en los ferrocarriles resistió tres meses: en los otros
gremios la resistencia tuvo más debilidades y poco a poco los distintos gremios
fueron volviendo a sus puestos de trabajo, sin haber logrado sus reclamos.
Entre los autores que analizan esta problemática hay acuerdo en que a nivel de
ideología contestataria y revolucionaria, el anarquismo, en su vertiente
“organizadora”, tuvo una participación positiva en el conflicto.
En 1896, se empieza a delinear con fuerza esta corriente dentro del anarquismo
debilitando la vertiente individualista, que había tenido mayor importancia en los
años anteriores. El desarrollo del pensamiento anarquista en la Argentina, se dio
hacia la consolidación (hacia 1899) de la tendencia que aprobaba la participación
integral en las actividades de los sindicatos obreros. (Oved, 1978: 64) Se publicaron
diversos periódicos que tenían esa tendencia: El Oprimido (uno de esos periódicos),
simpatizó con la huela de 1896. Al mismo tiempo, defendió frente a criticas de
grupos individualistas como los que se nucleaban en El Perseguido. En un artículo
editorial, polemizó con los opositores a las huelgas anarquistas: “Combatir la huelgas
es malgastar el tiempo y esfuerzos que pueden ser debidamente aprovechados.
84
¿Por qué no se llega a la huelga general en estas jornadas? Tan proclamada por las
organizaciones anarquistas, faltó todavía experiencia en la organización de una
medida de lucha semejante. Pero estas jornadas servirían a la clase para poder dar
más adelante otras batallas con un saldo más positivo. Analizar el conflicto en la
clave de la participación política de los trabajadores, su accionar político a través de
la lucha por sus intereses inmediatos, nos ayuda a comprender la calidad de su
accionar. Es decir, acercarnos a la comprensión de los cambios cualitativos en el
desarrollo de la lucha de clases en la Argentina. La direccionalidad política de sus
manifestaciones en el enfrentamiento puede darnos la pauta de en qué grado de
desarrollo se encuentra la conciencia de sí mismos de los trabajadores.
Hay que seguir desarrollando en este sentido, investigaciones, que den cuenta de
cómo en la realidad concreta en que se desarrolla la lucha de clases, va marcando a
través del aprendizaje adquirido en esa misma lucha, las estrategias políticas que va
poniendo en práctica la clase obrera (y también la burguesía). Estas van cambiando,
no son siempre las mismas y están determinadas por la experiencia de la lucha
política y la relación de los trabajadores con las ideologías revolucionarias.
85
Referencias bibliográficas
Dahrendorf, Ralph (1963) “Classi e conflicto di classe nella societta industriale”, Bari.
Marx, Karl (1977) La ideología alemana, Buenos Aires, Editorial Pueblos Unidos.
Oddone, Jacinto (1983) Historia del socialismo argentino Tomo I. Buenos Aires,
Centro Editor de América Latina.
Oszlak, Oscar (2004) La formación del Estado argentino, Buenos Aires, Ariel.
Pla, Alberto (1971) La burguesía nacional en América Latina, Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina.
86
Suriano, Juan (1989) “El Estado argentino frente a los trabajadores. Política social y
represión”, Rosario. En Revista Anuario nº 14 (segunda época). Escuela de historia
UNR
87
Martín Manuli
argonautas@gmail.com
88
Introducción
E
l Centenario de la Revolución de Mayo se celebró bajo el estado de sitio. El
“peligro” por el cual fue invocado era la declaración de la huelga general por
las dos centrales obreras del momento: la Federación Obrera Regional
Argentina (FORA) y la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA). El
proletariado argentino sufrió la primera gran derrota de su historia, quedando así en
una virtual inacción durante los primeros años de la década de 1910.
Este trabajo tiene el objetivo de explicar la derrota del Centenario haciendo eje en la
división de las fuerzas obreras en dos centrales. Para ello se hará un recorrido
histórico por el Congreso de Unificación Obrera (1907) y el Congreso de
Concentración Obrera (1909), haciendo hincapié en las tendencias ideológicas del
movimiento obrero del momento: el anarquismo, el socialismo y el sindicalismo
revolucionario.
Postularemos que la división de las fuerzas obreras se debía a una doble disputa en
torno tanto al modo de construcción revolucionaria, como al rol que cumplirían los
sindicatos en ésta: un fin o un medio.
89
una meta claramente definida –el comunismo anárquico– y que debían militar en
ella, con preferencia, los anarquistas; y por otro lado, quienes sostenían que el
sindicato es lugar de cooperación de los trabajadores en tanto explotados, los cuales
en la lucha por sus reivindicaciones harán la experiencia que los llevará a ver que la
única salida es el comunismo anárquico. A los primeros me referiré como
forismofinalistas y a los segundos fusionistas. Por otro lado, en el seno de la UGT se
daba un debate que reflejaba la interna del Partido Socialista (PS). Éste se
encontraba polarizado en dos posiciones contrapuestas: los socialistas justistas
sostenían la necesidad del sometimiento del sindicato a la lucha parlamentaria del
Partido, mientras que los de la corriente sindicalista revolucionaria afirmaban que la
línea política debía someterse a las necesidades de las organizaciones del
proletariado. Cuando en el 7mo Congreso del PS (1906) se resolvió expulsar a los
Sindicalistas Revolucionarios, éstos, gracias a su trabajo previo, lograron en pocos
meses hegemonizar la UGT (ver Oddone, 1983: 286-290; Belkin, 2007).
2 Publicado originalmente por Ediciones Nervio en 1933, corregido por el autor y republicado
en 1971 por editorial Proyección. Reeditado actualmente por Utopia Libertaria, Bs. As., 2005.
3 Publicado originalmente por Ediciones La Vanguardia en 1949.
4 Publicado originalmente por Ediciones Lacio en tres tomos entre 1960 y 1970.
90
tendencia del que escribe tanto como las necesidades políticas del momento de
producción del texto. Para mis fines he de indagar el libro de Abad de Santillán.
5Sobre la vida de Diego Abad de Santillán véase su biografía en Troncoso (1983: 13-30).
6 Sobre la FACA y su complicado proceso de gestación, véase López Trujillo (2005). Otra
organización anarquista de la década de 1930 fue la Alianza Obrera Spartacus: véanse Iñigo
Carrera (2000) y Benyo (2005).
91
Por tanto para estudiar a los fusionistas argentinos no podemos recurrir a la “historia
oficial anarquista” sino que necesitamos el aporte de otras fuentes. He podido
avanzar en este sentido realizando una tarea de análisis y comparación de los textos
de Marotta, Oddone y Abad de Santillán, auxiliada con La Protesta, El Látigo del
Carrero (órgano de los Conductores de carros), La Confederación (órgano de la
CORA) y La Acción Socialista (órgano de los sindicalistas revolucionarios).
En las diversas historias del movimiento obrero he encontrado varios indicios que
nos permiten vislumbrar la existencia de esta corriente. Marotta hace mención a que
en los meses previos al Congreso de Unificación Obrera de 1907 desde La Protesta se
combatía a la fusión “aunque una fuerte corriente anarquista opónese a tan
peligrosa orientación, ella va, sin embargo, abriéndose camino” (Marotta, 1960: 289,
cursivas mías).7 Abad de Santillán nos ayuda a indagar más en la corriente al
decirnos que en este congreso intervienen “incluso algunos anarquistas, Coch y
Perducca, contra la declaración finalista por considerarla innecesaria” (Abad de
Santillán, 2005: 169, cursivas mías). Marotta ofrece una versión ligeramente
diferente de estos hechos: “delegados de filiación anarquista como Pardo, Casares,
Perducca, Coch y otros pronunciaron palabras de honda emoción. Nada ganará el
anarquismo –dicen– con imponer por el número una etiqueta ideológica a la nueva
organización. Demuestran cómo la clase obrera, con su división, continuará en
constante pérdida” (Marotta 1960: 304). El historiador Edgardo Bilsky sostiene que
“importantes figuras del anarquismo y no las menores, apoyaban enérgicamente el
esfuerzo unitario: Maturana, Calcaño, Pascual Guaglianone” (Bilsky, 1985, t.2: 141).
7Según Bilsky luego del congreso una parte de los anarquistas fusionistas se expresarán en el
órgano Labor, “pero no es pro sindicalista revolucionario” (Bilsky, 1985, t.2: 144 y 178).
92
Es posible sintetizar la posición fusionista en las palabras que Luigi Fabbri escribió
en mayo de 1907 con respecto al Congreso de Unificación Obrera (1907):
93
Pedro Casas, quien votó en contra del comunismo anárquico en el 9no Congreso,
expuso su posición en Ideas y Figuras:
Hemos dicho que las sociedades obreras no son entidades anarquistas, y esto es la
pura verdad. ¿Quién puede negar esto? Sólo los miopes de entendimiento,
desconocedores de la organización sindical de los trabajadores. Nosotros sabemos
que las sociedades obreras son organismos creados y sostenidos por individuos de
distintas tendencias sociales e ideológicas, unidos por una misma necesidad
económica. Todo lo contrario de las instituciones anarquistas –que por desgracia
pocas o casi ninguna hay ya en el país– las cuales están formadas y sostenidas por
individuos unidos por afinidades ideológicas, aún cuando exista diferencia en las
condiciones económicas de cada uno.
Yo entiendo que el anarquista es anarquista en todas partes, debe serlo, está obligado
consigo mismo a serlo. Y no se está profundamente convencido de la verdad de las
propias ideas, o es de rigor que en el gremio, en las escuelas y en todas partes se
sostengan y propaguen.
Sin embargo, no se hace esto y lo que es peor aún, se censura a quienes lo hacen o a
quienes sostienen que se debe hacer.
Unos aducen que los gremios son agrupaciones de intereses idénticos y que llevar a
ellos las ideas es romper la unidad de intereses.
94
[...] Todo esto es sencillamente incongruente. Y además peligroso para la difusión del
ideal, que desgraciadamente tropieza con demasiados obstáculos para llegar al
conocimiento de las grandes multitudes” (Gilimón, 1921: 3).
“Una entidad que se intitule anarquista, posiblemente llegará a hacer obra anárquica.
Una que prescinda de este rótulo, considerándolo pernicioso para su robustez, jamás
realizará obra anárquica, y cerrará sus oídos a toda prédica anarquista (Gilimón,
1921: 6).
Este artículo es comentado por el joven Abad de Santillán, quien sostiene que:
95
¿Qué harían los sindicatos obreros, en plena revolución y una vez expropiados los
capitalistas, para organizar la vida sobre bases nuevas, si sus componentes carecieran
de una noción sociológica que les permitiera abarcar el difícil problema de su
verdadera y completa emancipación? (López Arango, “Sindicalismo Revolucionario”,
en López, 1998: 211)
Este planteo es similar al que sostenían los sindicalistas revolucionarios. Por ejemplo
Francisco Rosanova escribe:
96
Los trabajos pro acercamiento gremial no cesaban por parte de los sindicalistas y
también de algunos anarquistas; el tercer congreso de la Unión General de
Trabajadores [...] había allanado mucho el camino. Pero lo que borró muchas de las
hondas disidencias y desconfianzas recíprocas fue la gran huelga general de enero de
1907 en solidaridad con el proletariado rosarino. (Abad de Santillán, 2005: 160)
Este Congreso tuvo un resultado negativo puesto que se aprobó por 62 votos contra 9
(con 38 abstenciones) que la finalidad de la central fusionada fuera el comunismo
anárquico. Sostuvieron esta postura los delegados forismofinalistas y se declararon
97
en disidencia los delegados de la UGT (especialmente los socialistas8) junto con una
minoría anarquista.
Hemos confeccionado una lista de los ácratas que levantaron una posición pro fusión
en este congreso: los delegados de sombrereros9 (Atilio Bianchetti10 y E. Castagnino),
Coch, Pardo y Vicente Perducca (delegado por Aserradores11). Es interesante
remarcar que ninguno de ellos se acopló a la decisión de varios gremios de retirarse
8 Según Oddone los sindicalistas revolucionarios eran partidarios de “la fusión a todo trance,
aun a costa de pasar por la declaración del comunismo anárquico, que –según decían– no
tenía importancia alguna, pues como los anarquistas carecían de conocimientos de
organización y de administración, pronto la nueva central habría caído ‘en nuestras manos’”.
Por eso “en la votación final todos los sindicalistas se abstuvieron de votar o estuvieron
ausentes, para no sumar sus votos a los adversarios del comunismo anárquico. Y así, como
veremos, se retiraron del Congreso, juntamente con socialistas y autónomos, fue ante la
reacción de éstos y la decisión manifiesta de los anarquistas de no admitir en su organización
a quienes no pensaran como ellos” (Oddone, 1975: 288).
9 Según Marotta este gremio “después de rechazar la resolución [del comunismo anárquico],
estima ‘que una declaración de esta índole debe ser tomada por las asambleas de los
gremios’” (1960: 309).
10 En Bilsky (1985, t.2: 176 y 154) encontramos un problema con Bianchetti. Este autor lo
menciona dos veces, la primera en tanto parte de la fracción pro fusión del anarquismo, y la
segunda como perteneciente al sindicalismo revolucionario. En tanto Marotta lo rubrica
como “sindicalista” cuando es nombrado para el Consejo Confederal de la CORA (1961: 55).
Pero siendo que este militante pertenece a un gremio de fuerte inspiración anarquista
integrante de la FORA (sombrereros) nos encontramos en una encrucijada. Siendo que la
realidad es compleja y es una tarea muy difícil señalar el momento de pasaje de una tendencia
política a otra, es posible que Bianchetti fuera un militante que se encontrara en algún punto
entre la fracción anarquista que he llamado fusionista y la corriente sindicalista
revolucionaria. Un caso similar (aunque ligeramente posterior) es el de Francisco J. García,
véase Troncoso (1983) y Sartelli (s/f).
11 Por el mismo gremio estaba delegado Cesano, quien mantuvo las mismas posiciones que
98
del Congreso en protesta por la votación del comunismo anárquico. Es posible que
esto deba entenderse como expresión de voluntad de seguir construyendo dentro de
la FORA más allá de las diferencias de índole táctica.
Otra acusación, todavía más seria por las implicancias que tiene, es la siguiente:
¿Quién no conoce entre nosotros a los que forman la sociedad Carpinteros de Ribera?
Sus componentes son en mayoria (sic) hombres todavia (sic) esclavos de los
prejuicios religiosos, católicos militantes; sin embargo el delegado de este gremio ha
votado por el comunismo anárquico. Y despues (sic) se dice que los diputados no
representan las aspiraciones del pueblo!
12 Esta referencia es la única que hemos podido encontrar a la participación de este gremio en
este Congreso. Tanto Abad de Santillán como Oddone no lo mencionan en sus listados de
participantes. Marotta no consigna la lista de asistentes. Es posible que haya habido una
omisión en las actas del Congreso o que se trate de un error de Zaccagnini.
13 Según Oddone se trataba de Miguel Cabrera y J. Gonga. No hemos encontrado más datos
de ellos.
99
Por otro lado, según Abad de Santillán, de “Aserradores y Anexos [el] delegado votó
contra el mandato de su gremio [oponiéndose al comunismo anárquico]” (Abad de
Santillán, 2005: 171). Siendo que Aserradores tenía dos delegados, pero se votó por
número de sociedades, esto debe significar que tanto J. Cesano como el ya
mencionado Vicente Perducca deben haberse puesto de acuerdo en esta (supuesta)
inorganicidad14.
14 No encontramos referencias sobre este hecho tanto en Oddone como en Marotta. Es de
extrañar que un militante que probadamente haya ido en contra de su mandato volviera a ser
elegido por las bases para representarlas en un futuro congreso de fusión en donde sostuviera
un voto similar a su (pretendida) posición inorgánica, aunque no sería una situación
imposible. Pero las evidencias me hacen pensar en que Abad de Santillán no consigna la
información de manera correcta.
15 He tenido acceso a algunos números del periódico profusión Labor (2, 3, 6 y 7) pero no he
podido encontrar en ellos una crítica clara a este Congreso. Es posible que esta figure en el
número 1. He encontrado dos rastros: en “La Fusión” (número 2) se sostiene que la moción
Oddone “no triunfó, con ser hermosa [...]. Le faltaba algo, una clàusula [sic] final, una frase,
un pedacito de futuro!”. Y en el número 3 en la crítica del folleto “Desde la barra del Congreso
de Fusión” de A. Zaccagnini se dice: “Nos place que el grupo sindical no omita esfuerzos para
justificar su actuación en aquel debate, que tan deplorables consecuencias tuvo por la
intransigencia de todos”. Es de remarcar que ninguno de los redactores de Labor participó
del Congreso como delegado.
100
En las semanas previas al Congreso se dieron una serie de hechos confusos. Según el
informe leído por el Secretario de la FORA en el 8vo Congreso estos se resumirían así:
“se pasó una circular con fecha 28 de agosto, en la cual se invitaba a las sociedades a
reunir sus componentes respectivos y resolver sobre la actitud a asumir.
Terminábase pidiendo el envío de los delegados a la reunión que el 17 de septiembre
[...] a fin de conocer los resultados. [...]
Estos delegados publicaron en nombre de sus gremios el acuerdo tomado y que dice:
[...] este Consejo, a indicación de los delegados reunidos el viernes 17 del presente,
aconseja a todas las sociedades federadas que concurran a dicho congreso con
razonado y elevado criterio a fin de que la verdad, la luz y la razón abran amplios
horizontes a nuestra marcha.
[...] El Comité pro fusión que entonces funcionaba, por error adoptó una resolución
que obstruía la entrada al congreso de toda sociedad que hasta el 2 de septiembre no
16 Según Oddone se trata de Vollino (Oddone, 1975: 294), de quien no encontramos rastro en
ningún congreso tanto previo como posterior. Es interesante notar que excepto este “desliz”
los Carpinteros son uno de los sindicatos mas fieles al forismofinalismo: en el Congreso de
Unificación Obrera (1907) votaron a favor de mantener el comunismo anárquico, en el 7mo
Congreso de la FORA elevaron la moción de que no se tenga mas trato con la UGT (aprobada)
y en el 9no Congreso de la FORA fueron de los pocos contrarios a retirar la finalidad
comunista anárquica, participando de la escisión llamada FORA V Congreso. Como se
trasluce de la Circular del Consejo de la FORA con fecha 28 de septiembre el delegado del
gremio de Carpinteros siguió participando de la Comisión (dicha Circular en Abad de
Santillán, 2005: 192).
101
Este suceso complicado puede ser tomado de diversas maneras. Oddone lo omite en
su capítulo dedicado a la fundación de la CORA. Abad de Santillán no abundará más
allá del informe, parte del cual transcribimos. Bilsky lo toma como “errores
involuntarios de la comisión organizadora crean confusión en las filas de los
anarquistas” (tomo dos, 1985: 153). Por último Marotta reproduce parte del informe
antedicho y acota con mordacidad: “a esa circunstancia [el cierre de admisiones el 2
de septiembre], y a las tardías decisiones de las organizaciones en contestar la
circular que motivara la reunión débese, de estar al informe, que sólo diez de las
organizaciones afiliadas a la F.O.R.A. hubiesen acudido al congreso que, como hemos
visto, venía siendo propiciado desde un año antes y había sido convocado con
largos meses de anticipación” (Marotta, 1961: 65. Cursivas mías).
El análisis de las diversas posiciones refleja que el problema de las fechas es más bien
una excusa, puesto que el problema de fondo radicaba en que la FORA no tenía
posición tomada sobre el Congreso. Ante la inminencia del hecho se trató de salvar
esta carencia llamando lo más rápido que permitían los tiempos a una reunión de
delegados con mandato. En esta era posible que la FORA hubiera acordado no
participar. Pero se resolvió lo contrario. Como ya se resaltó previamente, el cierre del
plazo de recepción de adhesiones había sido unos días antes, por lo que resulta
materialmente imposible que los delegados no supieran que su decisión no se daba
luego de la posibilidad de adherir al Congreso. Los delegados actúaban a sabiendas
17Como veremos infra mis datos indican que este número se encuentra errado, siendo 12 las
sociedades de la FORA presentes en el Congreso.
102
103
Dos días después del fin del Congreso el Consejo Federal de la FORA emitió una
circular. En esta se explica de modo rápido la situación y se resuelve: “es imposible
que este Consejo reconozca o acepte lo hecho por ese congreso, puesto que de las 85
sociedades que componen la F.O.R.A., sólo 10 de ellas tomaron parte en sus
deliberaciones, no pudiendo tampoco aceptar un Consejo nombrado en forma tan
anormal. Por las consideraciones expuestas más arriba, pedimos a la sociedades
federadas que reúnan al gremio en asamblea y resuelvan la actitud que se debe
adoptar ante lo hecho por el congreso de fusión” (Abad de Santillán, 2005: 193).
Luego se llama a una reunión de delegados para el 30 de octubre.
104
21 En El Látigo del Carrero nos encontramos que existe un Ramón Martínez militante activo
de esta sociedad. Participó como tesorero de la comisión de la huelga de 1906 en la que fue
apresado (junto con el histórico carrero M. Santos Montagnoli). La referencialidad de Ramón
Martínez nos lleva a suponer que es posible que fuera el quien estuviera en esta reunión. En
El Látigo... del 31 de marzo de 1910 se informa que decidió retirarse al campo “á buscar allá
lejos, el seno apasible [sic] de la naturaleza, un poco de paz para su espíritu, un tanto
fatigado, sino quebrantado, por la vida de lucha. [...] Nos consta que esta su resolución de
retirarse de la vida activa, más que el canzancio [sic], ha influenciado otras causas que no
nombramos por no ser del caso, ni necesaria”. Que esta decisión sea por otras causas y en
medio de agrias disputas en el seno del movimiento obrero es sugerente.
105
Cigarreros de Santa Fe sólo asistió al Congreso, sin poder participar de él puesto que
su delegado es expulsado. En resumen, excepto 12 gremios que asistieron al
Congreso, todos los demás miembros de la reunión del 30 de octubre asistían por
primera vez en este año a una discusión orgánica sobre la fusión obrera; estos
totalizan 16 gremios.
Otro análisis posible de estos datos es la fuerza relativa que poseen estos gremios.
Leáse: su inserción estratégica en el proceso productivo. De este modo encontramos
que entre los gremios que instaban por la entrada en la CORA se encuentran los más
influyentes: Aserradores, Conductores de carros, Conductores de vehículos, Obreros
del puerto, Laminadores y Panaderos. Entre los 5 dudosos (de los que es muy
probable que uno se posicionara favorablemente a la CORA) se ven potencias
variables: Albañiles, Carpinteros22, Curtidores y Fundidores. De los que asistieron
sólo a la última reunión conocemos a ciencia cierta sólo a 2 que se expresaron
negativamente: Repartidores de diarios y Fideeros. Dentro de los que no sabemos su
posición, como gremios de importancia sólo encontramos a: Caldereros, Foguistas
unidos y Gasistas. En síntesis: entre los que votaron por la negativa tenemos al
menos 13 gremios de importancia muy marginal.
22 Este gremio es el único de la FORA que estuvo representado en el Comité Pro Fusión
creado en el Congreso Obrero del 25 de febrero. Su histórico abroquelamiento con el
forismofinalismo genera dudas razonables sobre la posibilidad de un posicionamiento
favorable a la unidad en las gestiones posteriores. Aunque el discurso pro fusión del delegado
Biaggiotti al final del Congreso nos vuelve a sumir en la incertidumbre.
106
De este modo el discurso inaugural del Congreso realizado por Magistrale, secretario
del Comité Pro Fusión, suena profético: “entre los 32 sindicatos de la Capital y 16 del
interior que respondieron al llamado, figuran los ‘de mayor importancia, tanto por
su número como por su espíritu de combatitividad’, y comprenden a la mayoría de
los obreros sindicados en la República’. El Congreso –añade- ‘es el representante fiel
del proletariado organizado del país, cuantitativa y combativamente considerado’”
(Marotta, 1961: 50. Cursiva mías). Ya desde el comienzo se quizo dejar sentada su
legitimidad, avizorando predecibles impugnaciones sobre este aspecto.
107
108
“Pasaron años tras años, se gastaron muchas energías, y al fin y al cabo, llegamos á la
conclusión de que, aceptando el Pacto de Solidaridad, quedarían destruidas las
divisiones latentes entre los organismos obreros del país. [...] Pero nosotros, los
revolucionarios anárquicos, continuaremos machacando por el cumplimiento de los
acuerdos adoptados por el VII Congreso, que según parece fueron subordinados á los
chines y tiquis miquis [sic] de pretensos revolucionarios” (Cursivas del original).
Como vemos es una explicación complicada. La clave está en el llamado a respetar las
resoluciones del 7mo Congreso de fines de 1907, en donde específicamente se dice:
La continuación de la línea
109
Será este el acuerdo que permitió el ingreso de la CORA en 1914, antesala del
polémico 9no Congreso en donde se quitó la finalidad comunista anárquica a la
Central. Pero en 1910 nada daba a esperar este desenvolvimiento posterior.
Los magros registros sobre este Congreso que se encuentran en Abad de Santillán,
Oddone y Marotta nos impiden realizar generalizaciones. Encontramos que la
comisión de poderes estuvo compuesta por dos forismofinalistas (Antonio Zamboni y
Joaquín Hucha), un anarquista fusionista (Florentino Giribaldi quien aquí comenzó
su participación en Congresos obreros, teniendo importancia en el 9no Congreso) y
un militante del que no tenemos datos (Pereira). La presidencia la obtiene Francisco
López (de Conductores de Carros), siendo los antedichos Giribaldi y Piccinini23 sus
secretarios.
Un análisis de las sociedades nos muestra que algunas estarían realizando una “doble
militancia” entre ambas centrales o se encontrarían en una posición ambigua difícil
de asegurar. El carácter resolutivo sobre la fusión de este Congreso debe haber hecho
que sociedades ingresadas en la CORA participen de este para lograr la solución al
problema de la división. De este modo nos encontramos que 13 sociedades que
asistieron al Congreso de Concentración Obrera se encuentran representadas aquí.
Estas son: Obreros del puerto, Bronceros y anexos, Aserradores y anexos de Boca y
Barracas, Herreros y anexos, Sombrereros, Federación Obrera Marítima24, Pintores
23Sobre este militante sabemos que participó del 7mo Congreso de la FORA ocupando la mesa
revisora de credenciales y que posteriormente fue deportado durante la represión del
Centenario. Carecemos de datos para hacer una cabal ubicación en alguna fracción del
movimiento anarquista.
24 Al Congreso de Concentración asiste la antecesora de la FOM, la Liga Obrera Naval
Argentina. La agregamos a esta lista por entender que la composición del sindicato no debe
haber cambiado a grandes rasgos. Posteriores estudios seguro matizarán esta aseveración.
110
Con las fuerzas divididas las centrales se sumieron en una labor frenética aunque un
tanto autista. La FORA celebró su 8vo Congreso en abril de 1910 en el cual se decidió
no ingresar a la CORA, otorgándole a esta la posibilidad formal de disolverse e
ingresar en ella a cambio de acatar la línea finalista. Mientras, la CORA comenzó sus
primeros pasos de vida orgánica. Una de sus primeras decisiones de relevancia fue
amenazar con la huelga general de ser extendido el estado de sitio de fines de 1909.
25 Esta lista surge en base a comparar los sindicatos mencionados por Abad de Santillán en las
páginas 190-191 y 202.
26 Aunque no le puso fecha de sustanciación. Véase Darraidou (2010: 2).
111
central llamaba a la Huelga General. Para los forismofinalistas la idea de que los
sindicalistas revolucionarios se vieran como más revolucionarios era inaceptable.
Como marca Sebastián Darraidou el sector más doctrinario decidió cortar el nudo
gordiano al impulsar una asamblea en el mitin del 8 de mayo por los presos sociales.
“Balsán fue el encargado de leer la moción elaborada por el Comité de Agitación: ‘El
pueblo congregado en manifestación magna en la Plaza Colón, porque es tal su
voluntad, declara llegada la ocasión de ir á la huelga general revolucionaria para el 18
del actual, si no ha obtenido antes satisfacción completa a las condiciones siguientes:
derogación de la ley de residencia, libertad á los presos por cuestiones sociales,
amnistía amplia para los infractores y desertores del ejército’ (LN, 9/05/10). La
multitud aprobó la moción por aclamación. Quedaba así sancionada la fecha de
comienzo de la huelga general, aclamada por una multitudinaria manifestación, que
los organizadores calcularon en 70.000 asistentes.” (Darraidou, 2010: 3).
“[el movimiento anarquista] llega con una división entre su pata ideológica (los
grupos redactores de La Protesta y La Batalla) y su pata sindical (F.O.R.A.). La
primera trata de controlar a la segunda, por medio de la declaración de la huelga en
el mitin del 8 de mayo y el pedido de renuncia de los miembros del C.F. que se
entrevistaron con Gálvez. Los miembros de la F.O.R.A. tienen una actitud dubitativa
y buscan establecer canales de diálogo con el gobierno para alcanzar los fines
propuestos.” (Darraidou, 2010: 11).
Si bien Gilimón sostendrá que el día de la declaración: “no hubo siquiera [un orador]
á quien se le ocurriese declarar [la Huelga General] para aquel mismo momento [...].
112
Fué un desacierto” (Gilimón, 1911: 84), esta crítica es superficial. El error primordial
fue llegar al Centenario con dos centrales sin relacionamiento alguno. Una buscaba
constituirse como una opción revolucionaria para la clase obrera. La más
referenciada no quería la huelga, y tuvo que aceptarla a regañadientes, so pena de
perder status. El Estado realizó lo que había prometido hacer. El movimiento obrero
marchó a su derrota, sin entender que lo que lo arrastraba no era la fatalidad de una
ley natural e inmutable, sino el fruto de malas tácticas y sus consiguientes decisiones.
Conclusiones
Este trabajo se centró en torno a una fracción del anarquismo: los fusionistas. A
través de su participación en los congresos obreros pudimos avanzar en su
posicionamiento táctico y estratégico. De este modo he tratado de darle entidad a los
que fueron desdeñosamente tildados de malos anarquistas o poco teóricos, buscando
la coherencia en su accionar. En décadas posteriores surgirán otras experiencias
fusionistas en el anarquismo local que lograrán una influencia superior a los que
estudiamos, como los ácratas que participarán del 9no Congreso y, años más tarde,
los nucleados en torno a la ALA quienes, como estrategia de construcción, emplearon
sus fuerzas en una nueva alianza con los sindicalistas revolucionarios: la Unión
Sindical Argentina.
Por otro lado, en esta exposición se indagó en la tragedia del movimiento obrero
posterior: con la preponderancia de la coalición sindicalista revolucionaria y los
fusionistas, la visión del sindicato como fin y no como medio se volverá hegemónica.
Esto abrirá un período en donde los organismos obreros se volverán cada vez más
reformistas, llegando a transformarse en una traba para las reivindicaciones de la
clase. Mientras que los forismofinalistas, quienes denunciaban los peligros de esta
vía, se dieron políticas que los alejaron cada vez más de la clase obrera y los
transformaban en una secta. Pocas décadas después los sindicalistas revolucionarios
colgarán su adjetivo y buscarán simplemente “humanizar” la explotación. Si bien en
todo este proceso los anarquistas pro fusión seguirán militando y creando
experiencias noveles que intentarán revertir este proceso de burocratización (el ALA,
113
la FACA, la Alianza Obrera Spartacus) las dos fracciones del anarquismo no podrán
llegar a un entendimiento para unificar fuerzas en pos de la labor revolucionaria
consumiéndose, en cambio, en una lucha fraticida.
114
Publicaciones periódicas
La Protesta
La Confederación
Labor
Bibliografía
AAVV (2010) La Argentina no era una fiesta. La clase obrera de Buenos Aires en el
Centenario. Selección de Fuentes, Cátedra de Historia Argentina II “B”, FFyL-UBA.
Bilsky, Edgardo J. (1985) La F.O.R.A. y el movimiento obrero, dos tomos, CEAL, Bs.
As.
Gilimón, Eduardo (1921) El anarquismo en los gremios, publicado junto con Ricard,
F, Fundamentos Biológicos de la Anarquía”, Talleres Gráficos Perú 1537, Bs. As.
López, Antonio (1998) La FORA en el movimiento obrero, Tupac Ediciones, Bs. As.
115
Oddone, Jacinto (1975) Gremialismo proletario argentino, Ediciones Libera, Bs. As.
---------- (1983) Historia del socialismo argentino, dos tomos, CEAL, Bs. As.
Zaccagnini, Antonio (1907) Desde la barra del Congreso de... fusión, Biblioteca del
Progreso de la Boca, Imp. a vapor Progreso – Lamadrid 260, Bs. As.
116
Cuadro 1
Albañiles X X X X*
Aserradores X X X
Ayudantes y peones de
Cocina X
Caldereros X
Carpinteros X X X X*
Centro Obrero de
Mercedes X
Cigarreros X
Cigarreros de Santa Fe α
Conductores de Carros X X X
Conductores de Vehículos X X
Curtidores X X X X*
Fideeros X
Foguistas unidos X
Fundidores X X X*
Gasistas X
Herreros de obras X X X
Hojalateros de La Plata X
117
Ladrilleros de Santa Fe X
Laminadores X X X
Panaderos ? X
Panaderos de Carlos
Casares X
Panaderos de La Plata X
Panaderos de Paraná X
Panaderos de San
Fernando X
Panaderos de Santa Fe X
Panaderos de Tucumán Xβ
Repartidores de Diarios X X X
Sombrereros X X X
Zapateros X X X
Notas:
La X marca participación.
*: Puede ser uno de los dos gremios que votaron a favor y el cronista de La Acción
Socialista no recuerda el nombre.
118
119
Sabrina Asquini
sabri_de_saavedra@hotmail.com
120
Resumen:
A fines del siglo XIX, el socialismo se 1890 se pueden leer en castellano. Esta
encontraba en un proceso de expansión herencia, por sí misma, plantea el
favorecido en parte, por las condiciones problema de la cuestión nacional al
sociales que empujaban a miles de interior de las filas partidarias y la ruptura
trabajadores a abandonar Europa. Los -o no- con los derechos y obligaciones con
nuevos reagrupamientos socialistas, el país de origen.
fueron constituyendo partidos modernos
El objetivo de este trabajo es, entonces,
sobre la resignificación del material
analizar cómo intervenía el socialismo
simbólico de cada nación enfrentando así
frente a los aniversarios nacionales y qué
tensiones permanentes con los principios
problemas político-partidarios generó el
básicos del internacionalismo.
advenimiento del Centenario de la
Esto se agrava cuando se analizan las Revolución de Mayo.
consecuencias socio-culturales de la
Para ello se presentará extractos de
inmigración. La divergencia cultural dio
publicaciones como La Vanguardia,
origen a prácticas sincréticas impidiendo
además de notas, pronunciamientos y
que la identificación como “argentinos”
declaraciones sobre las fiestas nacionales a
fuese algo lineal o evidente.
fin de dilucidar los debates internos y
La propia historia oficial del Partido posibles divergencias a la hora de
Socialista ha dado cuenta del origen intervenir en la realidad con un programa
extranjero de las organizaciones obreras proletario.
del país cuyas publicaciones recién hacia
121
Introducción:
C
onsideramos a la lucha de clases como parte constituyente de las clases
sociales. En esta perspectiva, la acción y reacción son las claves para
entender las especificidades de los grupos sociales y finalmente, de la
realidad social. Esto quiere decir que el problema de qué hacer ante la acción de la
burguesía es parte de la lucha consciente del proletario - para la conquista del poder -
y al mismo tiempo, es definitoria. Por esta razón, en este trabajo nos preocuparemos
en indagar un aspecto específico de la acción que despliega un sector de la clase
obrera frente a la iniciativa burguesa respecto a la constitución de identidades
nacionales.
A lo largo de este trabajo, intentaremos analizar el significado que tenían las fiestas
patrias para los socialistas argentinos agrupados en el Partido Socialista.
Primeramente, se deberá indagar si este significado es uno sólo, es decir, si hay un
consenso interno sobre la cuestión, o si existen diferencias. De no haber habido
1 Nos referimos a la toma de posición de los partidos socialistas miembros de la Segunda
122
Para la búsqueda de estas cuestiones, nos hemos sumergido en las páginas del
semanario La Vanguardia2. Seleccionamos el período comprendido entre los años
1900 y 1910 dado que creemos que de haber existido ese consenso, éste se tendría
que haber constituido en los años de mayor iniciativa de la burguesía. Debemos tener
en cuenta, que en este período se encuentra el primer centenario de la Revolución de
Mayo de 1810.
De los cientos de miles de trabajadores que arriban al país, solo unos pocos se
nacionalizan. Debido a ello, las grandes mayorías permanecen alejadas de los canales
2 Desde el 1ro de septiembre de 1905, el semanario comienza a salir todos los días.
123
de participación formal y ello comienza a ser percibido como un riesgo para la elite
nativa. De hecho, el crecimiento de las comunidades extranjeras3 en el país
acrecentaba esta preocupación por la desintegración social. Es importante
contextualizar estos miedos en el período de expansión territorial de las grandes
potencias, y tener en mente los reclamos que -por ejemplo- la diplomacia oficial
italiana hacía sobre sus emigrados.
Con profunda preocupación el diario La Prensa describía los festejos previos al año
1881 –momento en que es federalizada la ciudad porteña-, resaltando la
participación popular y el fervor hacia la patria. Es decir, desde 1887 sectores de la
burguesía lamentaban públicamente la falta de interés popular en las fiestas patrias
–en ese momento sólo el 25 de mayo y 9 de julio-. En esa época, no existían festejos
institucionales ni una actividad regular que ubicara esas fechas dentro del calendario
escolar. La participación de los escolares en dichas ceremonias comenzó a efectuarse
con mayor regularidad a partir de ese año, a través de la actividad organizada por el
director de la Escuela de Graduados del Distrito 1, Pablo Pizzurno. Al parecer la
participación escolar en los actos patrios contribuyó al entusiasmo popular otrora
dormido, y habría sido un eficaz instrumento para despertar el sentimiento de
nacionalidad en una época donde era necesario terminar de consolidar el Estado
Nacional.
una organización de tipo mutual para resolver diversos problemas de la vida cotidiana.
Conmemoran sus propias fiestas nacionales. Su crecimiento es realmente sorprendente y
tiene como base la inmigración masiva.
124
La iniciativa de la burguesía.
Este período es testigo de grandes debates en el Congreso acerca de qué hacer con la
inmigración y sus consecuencias. Según el trabajo de Bertoni, se plantea el problema
de la nacionalización y el significado de la nacionalidad, es decir si se trata de un
simple derecho o si debe implicar una pertenencia determinada al conjunto social.
Por su parte, el Ejército se presentaba como un pilar del naciente Estado Nacional,
participaba en las fiestas nacionales haciendo gala de grandes desfiles y desde
mediados de la década del noventa, promovió reiteradas iniciativas de reclutamiento
que concluyeron finalmente en la ley de Servicio Militar Obligatorio (1901).
125
Desde la función educativa del Estado también se trabajaría duramente. La ley 1420
(educación universal, laica y gratuita) fue sancionada a fines de la década del 80´ y
continuada por la ampliación escolar que proponía la ley Láinez (1905). En el medio
hubo diversos proyectos como la propuesta de obligatoriedad del idioma nacional en
las escuelas (1894) o la incorporación de los cantos de niños en los festejos patrios
(desde 1887).
Esto último condujo a muchos historiadores y políticos a referirse a las fiestas patrias
y todo lo que las rodea como liturgia patriótica. Término cuyo significado está
asociado a las ceremonias religiosas de la antigüedad en las cuales los rituales, los
cantos y demás formas que éstas tomaran, eran considerados parte de la vida
colectiva de la población. En la modernidad, la adoración supersticiosa del pasado5
es una fuente de legitimidad a la que apela la burguesía para gobernar. La
justificación de su reinado no puede salir de sí misma y tiene que recurrir por ello a
la mistificación de la comunidad nacional.
Estructuración de la respuesta:
“Y allí en el hall central adornado con las banderas de todos los pueblos allí
representados, al ver la bandera argentina comprendí una vez más que nadie la
honra como el pueblo trabajador de mí país cuando se educa y organiza para elevar
4 En el fragmento del texto de la jura de la bandera que citamos a continuación se ve el
entrelazamiento de éstas dos dimensiones: “preparados desde la escuela para practicar á su
tiempo con toda pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes á la ciudadanía, estudiad
con empeño la historia de nuestro país y de sus grandes benefactores, á fin de seguir sus
huellas luminosas y á fin también de honrar la bandera”. “El día de la patria”, La
Vanguardia, 09/07/1909.
5 Así la define Marx (1998:16) en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.
126
Este fragmento proviene de las notas tomadas por el dirigente más reconocido del
Partido Socialista, Juan B. Justo, en ocasión del Congreso de la Internacional
Socialista en Copenhague en 1909. En él, se encuentran incluidos los dos aspectos
que queremos analizar: la bandera como representación de la comunidad nacional y
el carácter mundial de la lucha del movimiento obrero -socialista-. Estas dos esferas
deben necesariamente vincularse de una manera especial en medio de la acción
“nacionalizadora” de la burguesía. Particularmente, dicha organización genera un
discurso totalizante-generalizante a través del cual pretende encaminar a toda la
sociedad argentina en las vías del progreso.
Para principios de siglo, los socialistas son una tendencia relativamente joven en el
país. Se constituyeron en partido recién a mediados de la última década del siglo
XIX, y disputaban a las corrientes anarquistas la dirección del movimiento obrero.
Los militantes del Partido Socialista se percibían a sí mismos como aquel sector de la
clase cuya acción consciente promueve la elevación de las condiciones de vida de la
clase obrera. No obstante, su concepción de la política como un espacio superador de
las confrontaciones económicas, y la idea de que el partido político es “una escuela
de cultura y civismo” (Camarero y Herrera, 2005:13), los llevaron a proponerse
como la alternativa social a la barbarie en que la clase gobernante había sumergido al
país.
A nuestro entender, por todo esto, adquiere mayor importancia la posición que toma
dicho partido respecto a la “cuestión nacional”. En un trabajo titulado “Fiestas
patrias o fiestas socialistas”, Marina Becerra trata de pensar la conformación de una
identidad socialista frente a los rituales escolares, la oposición negativa o
resignificación en momentos en que la búsqueda burguesa de una aglutinante social
pone en primer plano la cuestión nacional. Para la autora, es conflictiva la
coexistencia de la cuestión social y la nacional (Becerra, 2005:100).
127
El caso del Partido Socialista Argentino parece no diferir del esquema propuesto
anteriormente. José Aricó (1999) quien discute con las interpretaciones que ubican al
socialismo como una corriente externa a la realidad nacional, describe al
pensamiento justiano como inscripto dentro de la intelectualidad liberal. Según el
autor, la relación entre éste y el pensamiento sarmientino de última hora, es
innegable (Aricó, 1999:44). Ambos, comparten la necesidad de la ampliación de los
canales del sistema representativo. De hecho, la campaña desarrollada por
Sarmiento en pos de la naturalización en masa de los residentes extranjeros, será
recuperada y convertida en una de las propuestas centrales del Partido Socialista
Argentino. No obstante, vale la aclaración que realizan los profesores Patricio Geli y
Leticia Prislei (1993), cuando explican que la nacionalización propuesta por el
Partido Socialista tiene por centro desacralizar la noción de nacionalidad y se le
confiere a ésta un carácter meramente instrumental.
128
el partido. Hay que tener en cuenta que el trabajo de Aricó está centrado en la
concepción política de Justo y no en la del partido, aunque es sabido que luego del
Congreso de 1900 su figura comienza a hegemonizar la dirección partidaria.
De las fuentes recolectadas, encontramos tan solo tres notas que dan cuenta de esta
resignificación histórica. Una primera nota escrita en 19098, aparentemente
editorial, comienza discutiendo la Revolución de Mayo entendiéndola como la
realización de un puñado de grandes hombres9. La razón de los hechos que se
adjudicaba a los “padres” de la patria, era el producto de las necesidades
estructurales –como adelantamos más arriba-. Es manifiesta la oposición que recorre
6 “Apreciación Histórica”, La Vanguardia, 26/05/1909.
7 “25 de Mayo. Su apreciación histórica”, La Vanguardia, 26/05/1909.
8 Como la nota no lleva firma, suponemos que se trata de la redacción dirigida por Carnei.
9 La Vanguardia, 26/05/1909.
129
En éste sentido, una segunda nota, más completa, es el artículo firmado por Rienzi
en el año 1907. Según el Diccionario biográfico de la izquierda argentina éste sería
el seudónimo que solía utilizar Enrique Dickmann quien fuera parte del Comité
Ejecutivo. El texto da cuenta de una solidez teórica, de la cual la mayoría de las notas
carece. El autor comienza explicando la etapa histórica presente que se caracteriza
por desarrollos técnicos e intelectuales que provocan un desdibujamiento de las
fronteras. En paralelo, se expandiría en igual proporción un nacionalismo crónico
fundado en la necesidad de supervivencia de los grupos dirigentes. Es por su propia
supervivencia que estos grupos transforman la patria en un ídolo, al mismo tiempo
que promueven sentimientos de odio y rechazo al extranjero.
El texto plantea que la patria no le pertenece al pueblo y por ello, hace una
caracterización de la revolución que la fundaría. La revolución es burguesa, y la
prueba de ello son los límites conservadores que ha tenido una vez que la burguesía
se ha consolidado en el poder10. De hecho, en las reivindicaciones democráticas
reclamadas por la burguesía “en realidad, [el pueblo] poco ha ganado (...)
Teóricamente libre, es esclavo en la práctica. Leyes escritas le conceden derechos y
privilegios; pero cuando de ellos quiere el pueblo aprovecharse como medios para su
elevación económica é intelectual, tales leyes se convierten en letra muerta”. No
obstante, “la independencia argentina fue real y verdadera para nuestra burguesía;
pero de un valor muy relativo para el pueblo trabajador. Apenas puede considerarse
como un jalón insignificante en la larga vía de su emancipación”. Es correcto,
entonces, que la clase obrera sea indiferente a los festejos que organiza la burguesía.
El rol del partido revolucionario sería desenmascarar a los festejos burgueses,
mostrarlos ante el pueblo como lo que son: festejos de una clase mezquina y egoísta.
Como se verá más adelante, podría haber más de una forma de desenmascararlos.
10 La Vanguardia, 26/05/1907.
130
La pregunta que nos queda pendiente de respuesta es: ¿por qué un miembro de la
dirección firma con un pseudónimo? ¿Significará eso, que la línea desarrollada es a
título personal y no de la organización?
11 Tedeum en latín Te Deum: a ti Dios. Formaba parte de los cánticos religiosos.
12 “Las fiestas patrias”, La Vanguardia, 22/05/1907.
131
En casi todos los casos puede observarse la alusión al término “farsa” para referirse a
las festividades en las que se trataba de incluir a una población realmente excluida a
través de engaños.
Por otro lado, las notas denuncian la ausencia del pueblo en esos festejos. La
indiferencia de las grandes masas de la población se ve enfrentada por diversos
recursos a los que apela el estado para atraer a diversos sectores populares: desde
espectáculos hasta los cantos de los niños de las escuelas de la ciudad. Aún así parece
claro que cada vez asistiría menos población y que el mito tendería a desarmarse
tanto que, finalmente, “han de reducirse con el tiempo á un cortejo de caballería
escoltando á algún presidente por las calles desiertas. Por que el pueblo ha de llegar á
comprender que en el fondo de estas escenas sólo hay una mentira. Y muchos que
engordan explotándola”13.
Es común en las notas que se haga referencia a quién paga las festividades:
“Gratuitos? Así lo cree el pueblo en su ingenuo y simple raciocinio, por que no le
cobra para asistir a la fiesta que él paga buenamente sin advertirlo al momento”14.
Problemas partidarios
“Me llamo argentino, y quiero que este sea el nombre de un pueblo respetado por sus
propósitos sanos y sus acciones eficientes; veo que todavía con cada pueblo tiene una
bandera que, mientras la humanidad no tenga una, la argentina o la sudamericana
flamee en estas tierras”15.
El problema de cómo intervenir frente a las fiestas patrias, cómo entenderlas, generó
en el partido rispideces, discusiones y hasta incluso, separaciones. Pruebas de la
13 La Vanguardia, 10/07/1907.
14 “Se acabó la fiesta”, La Vanguardia
15 Esta cita habría sido parte de conferencia dada por Dr. Justo el día 18/07/1898 (Dickmann,
1933:20).
132
existencia de estos problemas son los cuidados en las formas retóricas con que los
militantes introducen sus opiniones16.
16 A modo de ejemplo, citamos el inicio de una nota de opinión: “No es mi intención tender
sobre este asunto zaleas ásperas para que la discusión con visos de polémica degenere en tal,
pero si quiero decir algo de lo que opino, sin intenciones de réplica ni alardeos de ataques “á
fondo” ó “arrestos””, La Vanguardia, 29/05/1909.
17 La Vanguardia, 9/07/1909.
18 La Vanguardia, 20/05/1905.
133
Una nota de lectores de 1904, firmada por A.S -quien suponemos que debió haber
sido Ángel Sesma, ex redactor del semanario- señalaba: “Yo no veo pecado en que los
compañeros de causa hayan concurrido a formar en la columna cívica ese día. Cuanto
más revelará eso que todavía hay de los prejuicios patrióticos en esos compañeros; y
para quitar esos prejuicios, necesaria es la instrucción”23, manifestando que es
necesario un mayor trabajo de educación partidaria, finalmente, explica que el
prejuicio proletario es tan malo como el burgués.
19 Gustave Hervé, una figura de la izquierda socialista francesa, fundador del semanario La
Guerra Social.
20 “La conferencia del Domingo”, La Vanguardia, 24 y 25/05/1909.
21 “Patria y Banderas”, La Vanguardia, 25/05/1909
22 Citamos tan solo una: “¿Cómo podemos profesar amor á la patria, en el sentido político, si
nuestros naturales enemigos son los que están en el gobierno de ella, en nombre de la cual
nos persiguen y combaten encarnizadamente?”. Escrita a menos de un mes de los sucesos de
la Semana Roja.
23 “A un compañero de Lobos”, La Vanguardia, 04/06/1904.
134
“Síntomas muy buenos”, relataba la acción de los jóvenes quienes cantaron el himno
revolucionario <hijos del pueblo> en lugar del Himno Nacional. El cronista describe
el momento comentando la represión de los docentes, la reincidencia de los niños y
el color rojo de los moños que éstos llevaban. En el artículo contiguo, con el mismo
entusiasmo se hacía referencia a los alumnos de las escuelas salesianas -también de
La Boca- quienes generaron un gran escándalo cuando a coro entonaron el mismo
himno revolucionario.
No obstante, ese mismo año con motivo de la celebración del 9 de Julio, una acción
también dentro del ámbito escolar, no desató el orgullo del partido sino que terminó
en la expulsión de tres pedagogos. Nos adentraremos en el hecho.
24 Esa negativa fue desmentida por una nota publicada por Enrique Dickmann: “He sabido
que la escuela del Centro Socialista de la Banda solicitó y obtuvo de las autoridades escolares
de aquella localidad bancos, útiles, etc”, “Entre nosotros”, La Vanguardia, 12/08/1906.
25“Entre nosotros”, La Vanguardia, 12/08/1906.
135
Lo interesante del asunto son los argumentos y las posiciones que se leen en el
periódico acerca del conflicto. Las discusiones parecen estar más centradas en las
formas que en el contenido. Sin embargo pueden leerse varias notas que manifiestan
desacuerdos y miedos acerca de la decisión que finalmente se expresa como
metodológica.
La cuestión concluye en 1906, con una nota titulada Correspondencia, enviada por el
Centro C. Obrero de la Banda. En ella se desmiente la posibilidad de que la
concurrencia en esa fecha haya sido como fue señalada por Enrique Dickmann.
Explica que si las características del acto hubiesen generado una situación de
censura, las relaciones posteriores con el maestro no hubiesen terminado con la
asignación del cargo de maestro en la Escuela Nocturna Fiscal de La Banda. Es decir,
el asunto se cierra marcando el acercamiento de Irurzun con el gobierno local.
Hacia la conclusión
“Tienen en verdad una noción muy distinta de la patria y el patriotismo que el pobre
soldado fallecido en el hospital á consecuencia de las penurias de la campaña; que el
chacarero esclavizado al señor por el dogal de los arrendatarios; ó que el trabajador á
quien fusilan por la espalda si levanta su protesta frente a las cadenas que lo
oprimen”27.
Concepto de patria
26 En distintos artículos el apellido figura escrito de distinta manera. Suponemos que debería
ser Salaberri, porque así figura la nota enviada por ella.
27 “De la patria y del patriotismo”, La Vanguardia, 28/05/1909.
136
Hasta 1909, la única nota que propone una caracterización más o menos explícita de
la acción revolucionaria de la burguesía en tanto clase, es la que aparece un 24 de
mayo de 1902 en La Vanguardia. No obstante, la nota no avanza en la caracterización
histórica de la revolución. Recupera el pasado, explicando que la independencia
política fue el entronizamiento de la burguesía en la silla que ocupaban los virreyes.
Frente a la bandera nacional se expone que “es un símbolo, pero no es la libertad.
Simboliza la libertad democrática que luego se restringió. Simboliza la libertad
económica pero hoy estamos abrumados de impuestos y nuestros trabajadores
modernos tienen más del paria que del libre”. Dado que la burguesía, hoy, habría
negado o restringido las conquistas revolucionarias, concluye que no hay que asistir a
los festejos: “¡Ay! Asistir á esta fiesta en la cual las instituciones libres están
representadas por sus verdugos, es renunciar á la libertad, es mirar á la puesta del sol
y no á su nacimiento”.
137
Otro texto del mismo año abordando la esta idea de falsedad del concepto, explica
que el carácter de un pueblo no se puede modificar con leyes artificialmente. El
autor, José Caminos, compara esta iniciativa con los tiempos de Felipe II de Francia
y escribe: “Imagina el actual gobierno30consolidar la <la nacionalidad argentina>
implantando el culto a la bandera, glorificando la música marcial, levantando
pedestales á los héroes del sable, y proscribiendo de la enseñanza y de las
instituciones todo lo que no lleve cuño genuinamente nativo”. En definitiva, este
artículo de opinión discute la posibilidad de construcción y la calidad de los
elementos con que se procuraban constituir ese nacionalismo. En las escuelas los
niños sabían de batallas, de cantidad de hombres pero no de proyectos o ideas. Este
intento de constitución de un sentimiento nacional, se hace a través “[del] ruido de la
charangas y de los <oíd mortales>, créese inculcar á las generaciones nacientes el
sentimiento patrio. Todo lo que es tradicional ó nativo está santificado por la
divinidad, sin excluir la bota de potro y la lanza de caña del montonero. Sin embargo,
aquel sentimiento es tan impreciso que se vería en duros aprietos el maestro que
pretendiera explicarlo”.
En cuanto a los escritores de estas notas podemos cerciorar que no son desconocidos
– a excepción de José Caminos, posiblemente un seudónimo - ya que en diferentes
30 Se refiere al gobierno de Figueroa Alcorta.
138
139
Referencias
Marx, Karl y Engels, Friedrich (2003) Manifiesto del Partido Comunista, Buenos
Aires, Ed. Clásicas.
Marx, Karl (1998) Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Buenos Aires, Need.
140
Florencia D’Uva
florduva@yahoo.com.ar
Ludmila Scheinkman
ludsch@gmail.com
141
142
E
l primer centenario argentino se presenta para la investigación histórica
como algo más que mera efeméride. Por el contrario, al aparecer en el
centro de la escena pública de la época, constituye un momento ejemplar de
observación de la dinámica social de la Argentina de aquellos años.
143
El distanciamiento cada vez mayor del grupo sindicalista con respecto a las
posiciones del Partido Socialista llevó a que en su VII Congreso, celebrado en 1906,
fueran desplazados del Partido. De este modo, el socialismo perdió gran parte de su
base sindical, mientras que la corriente sindicalista experimentó un marcado
crecimiento, del que era testigo su conquista, ese mismo año, de la hegemonía de la
UGT en su IV Congreso, y los llevaría en 1915 a dirigir la principal organización
144
Además de esta fuerte base sindical, Falcón señala que “a pesar del evidente anti-
intelectualismo de la propaganda Sindicalista Revolucionaria, el movimiento
congregará desde un principio a un sector de intelectuales socialistas, que se
integrarán posteriormente a la nueva corriente y continuarán en ella” (Falcón,
1986/7: 378). Es sintomático que Marotta, quien compendia la versión sindicalista
de la historia del movimiento obrero, pretenda minimizar este hecho afirmando que
“muy pocos intelectuales sumáronse a esta fracción. Figuraban Julio A. Arraga,
Aquiles S. Lorenzo, Bartolomé Bosio, Emilio Troise y Gabriela L. de Coni” (Marotta
1960a:212). Algunos de estos intelectuales habían sido primero prominentes
dirigentes socialistas, y es a ellos a quienes se debe la introducción del pensamiento
de los teóricos europeos, particularmente a Gabriela L. de Coni, de procedencia
francesa, y al abogado Julio Arriaga, luego de una prolongada estadía en Europa.
Julio Godio menciona asimismo la influencia de Walter Mocchi, corresponsal del
Avanti (Godio, 2000:163).
145
1 La negrita es nuestra. Orden del día adoptado en el XV Congreso Nacional Corporativo de la
146
Entendemos que la clase obrera se basta por sí sola para realizar su lucha
revolucionaria llevándola hasta el extremo anhelado de la expropiación capitalista.
Por lo tanto rechazamos los auxiliares que se ofrecen para llevar de la mano al
proletario y rechazamos las muletas regalitarias ó sectarias que se les brinda. Las
muletas son un estorbo para quienes no las necesitan. El proletariado, bastándose por
si solo no hallará más que un estorbo en esos auxiliares.
En consecuencia, todos aquellos que ofrezcan el amparo de una secta ó una tendencia
del estado ó de un partido á la clase proletaria organizada, con ello no hacen mas que
ofrecer estorbos a la obra que ella realiza en el mundo capitalista, aun cuando quieran
con palabras ampulosas, hacer creer en la poderosa influencia de sus muletas
milagrosas2.
Julio Godio analiza la vinculación con las ideas del italiano Arturo Labriola,
continuador de Sorel, quien afirmaba en Reformismo y sindicalismo que “la
Confederación de los sindicatos es la forma natural de organización de la clase
obrera. En ella se organiza precisamente la clase como tal: los proletarios como tales.
El partido es una asociación ideológica formada por personas que comparten una
misma creencia. El intelectual, el pequeño burgués e incluso el capitalista, pueden
ser socialistas, y por tanto miembros del partido. En los sindicatos lo que une es la
comunidad de la situación económica; en el partido la comunidad de la ideología.
2 “¡Esa autonomía!”, L.A.S., 16/10/1909.
147
La respuesta a esta pregunta parece más que evidente, y en ella se funda un fuerte
antipartidismo, el rechazo a las ideologías, la desconfianza frente a los intelectuales y
el anti-intelectualismo (con la contradicción que ello implica), y a una fuerte
oposición a toda forma de dirigencia “externa” a los propios trabajadores, tal como
aparece plasmado en “La organización obrera”, un artículo de enero de 1910:
Aprendan una vez por todas los trabajadores á no confiar á otras fuerzas
que las propias y á desconfiar de todos aquellos que siendo ajenos á
nuestros métodos de lucha, á nuestra condición, quieren introducirse en
nuestras filas, porque la evidencia y la realidad nos dice que ellos solo persiguen
nuestro propio debilitamiento para fortalecer y dar vida á las formas democráticas
que ellos alimentan en perjuicio de la acción revolucionaria de las fuerzas sindicales.
Los momentos por los cuales atravesamos á gritos nos dicen que nuestra confianza
debemos depositarla solo y exclusivamente en nosotros, los productores, y en
nuestras organizaciones de combate; las sociedades de resistencia y que, lo que, lo
que nosotros no podamos, mancomunando nuestras fuerzas nadie lo podrá, mas si
nosotros confiamos en fuerzas extrañas y á ellas nos adherimos no hacemos más que
declararnos impotentes para afrontar los golpes reaccionarios, y es que elaboramos
nosotros mismos nuestra impotencia si es que recurrimos á instituciones que nada
pueden darnos por su carácter democrático y ajenas á nosotros.
Este poder en ningún otro organismo que no sea sindical lo hallaremos. Entonces,
como trabajadores, nuestra organización por excelencia es aquella donde se agrupan
todos los productores.
148
Y ella más que nadie acelerará nuestra emancipación, porque sus interesados allí
actúan.
La huelga general
3 “La organización obrera”, L.A.S., 22/01/1910 (la negrita es nuestra).
149
huelga general fue defendida por los sindicalistas revolucionarios desde un principio
como recurso fundamental en la lucha entre el proletariado y el capital. Por esto
mismo para lograr la derogación de la Ley de Residencia sancionada en 1902
(herramienta de la burguesía para desarmar el movimiento obrero), los sindicalistas
no dudarán a la hora de escoger el medio de lucha. Así es que esta corriente obrera
impulsará una huelga general para el Centenario como una amenaza dirigida a la
burguesía y a su fiesta “patriota” y “nacional”, que operara de forma de presión para
empujar a las clases gobernantes a derogar la tan repudiada ley.
Así, los SR argentinos obraban en concordancia con los postulados del SR francés
plasmados en la Carta de Amiens: “la obra del sindicalismo: prepara la emancipación
integral que sólo puede realizarse por la expropiación capitalista; preconiza como
medio de acción la huelga general y considera que el sindicato, hoy día grupo de
resistencia, será en el porvenir el núcleo de la producción y de la distribución; base
de reorganización social”4.
4 Carta de Amiens, op. cit.
150
pronto se harán visibles, notorias diferencias entre ambas corriente. Para los
sindicalistas el rechazo a la “acción política” no será sustituido por la preparación de
la vía insurreccional, sino que el sindicato aparecerá como el eje presente y futuro de
toda la vida social” (Falcón, 1986/7:377).
151
Además la huelga general produce un sin fin de revueltas de todo género que
detrimenta el actual estado de cosas constituido y mengua enormemente el poder de
la clase burguesa y del estado, porque ella evidencia con una claridad solar que las
aspiraciones del proletariado no han sido satisfechas, que la democracia es
insuficiente, que los medios legales son una engañifa para tenerlo siempre en
condiciones de esclavo.
Parece por eso que la huelga general será el arma favorita del proletariado en los
tiempos venideros5.
ella alcanzó tan grandiosa magnitud, que no podíamos hacer a menos que dejarnos
arrastrar por la sorpresa que nos produjo la constatación de ese hecho sugerente
que nos presento íntegramente el alma proletaria: rebelde, vigorosa,
impregnada de un profundo sentimiento de guerra de la explotación y la
tiranía burguesa. Por su grandiosidad es un hecho que subyuga. Y
significativo en sumo grado por las esperanzas que sugiere.
5 “La huelga general”, L.A.S., 22/01/1910 (la negrita es nuestra).
152
6 “Elocuente despertar proletario, La huelga general – Triunfo completo de los huelguistas”,
L.A.S., 16/05/1909 (la negrita es nuestra).
7 Esto ha sido desarrollado en profundidad en el artículo de las autoras, “La impugnación al
153
revolucionario en el Centenario”, Actas de las Jornadas “Bicentenario, Perspectivas, debates y
desafíos para las ciencias sociales, Tandil, agosto de 2010.
8 “La batalla del Centenario”, L.A.S., 26/03/1910.
154
Quieren los reformistas fortificar la unidad nacional”. En esa obra los directamente
interesados son los burgueses, los hombres de estado, los conservadores. El beneficio
de tal fortificación sería para la burguesía argentina y su casta dominante en el estado
(…) El proletariado se halla en lucha permanente contra el estado, contra la nación,
155
De este modo, para el SR cualquier idea de una patria común para capitalistas y
obreros no era más que un engaño, un intento de disfrazar el carácter clasista de esta
construcción. Y la defensa de la patria no era más que la defensa del estado burgués,
de la propiedad privada y de la explotación del obrero. Para el SR “Cuando se
defiende la patria, lo que se defiende en realidad es al estado, bajo cuyas órdenes
están los medios de guerra y de mando” (“El proletariado y la patria”, L.A.S.,
02/04/1910). Esta corriente también va a denunciar el falso “nacionalismo” de la
burguesía argentina, que mientras atacaba a los extranjeros que venían a trabajar en
suelo nacional, se arrodillaba frente a los capitales y bancas internacionales:
“¿Porqué se habla de extranjerismo si se sabe que quien gobierna en este país
esencialmente cosmopolita, es la alta banca, los grandes industriales, las fuertes
empresas ferrocarrileras, de tranvías, los ricos terratenientes, etc. Y los dueños de
todo eso que constituye la R. A. en su inmensa mayoría, son extranjeros, gente de esa
9 “El proletariado y la patria (conclucion)”, L.A.S., 01/07/1909.
156
que no sabe compensar los cuantiosos sacrificios que han hecho por ellos los nativos”
(“La “raza” y la “tradición””, L.A.S., 08/12/1909.).
Vemos entonces que los SR criticaron y rechazaron los valores que la burguesía
pretendía imponer en la sociedad, y al conjunto del proletariado, y realizaron sus
propias caracterizaciones acerca de la Revolución de Mayo y la conmemoración del
Centenario denunciando el carácter de clase de estos hechos que, a su entender, en
nada beneficiaron al proletariado sino que por el contrario lo sometieron al yugo de
quien se erigió como clase dominante a partir de 1810, la burguesía “nacional”. Por
esto mismo propugnaron a fondo la celebración “inversa” del Centenario con la
huelga general, para desenmascarar la fiesta burguesa y levantar los reclamos de la
clase obrera.
Los hechos del Centenario son la culminación y cierre de un ciclo de ascenso de las
luchas obreras y conflictos sociales abierto hacia 1909, cuyos hitos principales son
harto conocidos. La Semana Roja, el “ajusticiamiento” de Falcón, la manifestación en
solidaridad con el asesinato del anarquista español Ferrer, el estado de sitio que va a
durar hasta enero de 1910, los intentos de fusión propuestos por la CORA a la FORA
y el VIII Congreso de la FORA son todos hechos que preceden y enmarcan el
contexto del Centenario y los sucesos que aquí nos proponemos rememorar.
157
centrales obreras que dirigían, la FORA y la CORA. Mientras que esta última
impulsará firmemente la realización de la huelga, en el interior de la FORA existirán
divergencias con respecto a la capacidad del movimiento obrero para llevar adelante
tal medida con éxito. Estas discrepancias entre las dos corrientes quedaron
registradas en sus periódicos de aquel entonces. Así, vemos que en marzo de 1910 La
Protesta, diario anarquista, publica una nota titulada “Centenario Rojo” en la que si
bien no se hace mención a la huelga general, se proclama la necesidad de
conmemorar un Centenario “rojo” para denunciar las injusticias de la Argentina de
aquel entonces, y cuya máxima expresión era la existencia de la Ley de Residencia
sancionada contra aquellos que se rebelaban contra el sistema (“Centenario Rojo”,
La Protesta, 23/03/1910). Tres días después de esta nota, L.A.S. publica un artículo
titulado “La batalla del Centenario” en el que se denuncia la inexistencia de
libertades para el proletariado y se anuncia la conveniencia de declarar una huelga
general:
Se comprende entonces que la burguesía no pueda conmemorar una fecha que señalo
el triunfo de su causa creando sus libertades, con la cesión de libertades al
proletariado, quien al crear el nuevo poderío de la clase obrera destruye la
supremacía burguesa conquistada hace un siglo (…) Solamente el proletariado puede
hacer que el centenario se convierta en una fecha que señale la conquista de una
nueva libertad. A ello se prepara. La CORA ya ha dado la voz para que los gremios
traten preferentemente este asunto en sus reuniones, á fin de que en el momento
preciso, ya demasiado vecino, se produzca el estallido de la huelga general exigiendo
la derogación de la ley de residencia10.
A su vez, en L.A.S. de ese mismo día es publicada una circular, con fecha el 15/03,
bajo el título de “Confederación Obrera Regional Argentina” y repartida a todos los
sindicatos adheridos en la que se declara:
10 “La batalla del Centenario”, L.A.S., 26/03/1910.
158
Por esos mismos días, el 09 de abril, L.A.S. publicaba un artículo titulado “La
Revancha” en el que se comenta el temor existente en la opinión pública burguesa
con motivo de la anunciada huelga general:
Y en un tono amenazante anuncia: “¡Oh, si; será el día de la venganza! (…) ¡La fiesta
se convertirá en tragedia! O dese satisfacción á las reclamaciones proletarias:
libertad de los presos y derogación de la ley de residencia (…) Decidan los
gobernantes si quieren tragedia o fiesta (…) ¡Viva la huelga general del centenario!”
(Ibíd.).
11 “C.O.R.A”, L.A.S., 26/03/1910.
12 “La Revancha”, L.A.S., 09/04/1910.
159
Esta postura fue criticada por el SR y el 16 de abril es publicada una nota con título
“La preocupación burguesa”, en la que además de hacer referencia a los temores de la
clase dominante frente a las amenazas del proletariado de convocar a una huelga
general se critica a los socialistas tildándolos de “reformistas” e “intelectuales”:
13 “En Mayo”, La Vanguardia, 10/04/1910.
160
Así los diarios burgueses han lisonjeado en las últimas semanas al patriotismo, al
argentinismo de los reformistas, llamándolos á estar con los burgueses dentro de un
mes, cuando la Republica burguesa argentina estará vestida de gala para festejar un
siglo de existencia. Y acertaron. La lisonja fue correspondida. El reformismo, como
partido militante, no puede sino condenar los actos “instintivos y salvajes” que realice
un proletariado revolucionario para la conquista de sus libertades, para afirmar una
vez más su personalidad combatiente en el concierto ilimitado de las guerras sin fin
que se libran en todo lugar y tiempo. (…) Pero ante esa oposición burguesa el
proletariado unánimemente debe levantar su bandera de guerra. Aún la fracción
obrera templada que milita en el mismo bando de los intelectuales que manifiestan su
posición la huelga del centenario, deben acompañar decididamente esta lucha, si su
alma obrera no ha sido del todo transformada en un alma de rebaño. Porque en el
centenario se dividirán las clases, y los intelectuales que medran en los ambientes y
sistemas democráticos estarán con la democracia, mientras que los obreros, que en
los estados democráticos se hallan en la abyección, estarán con su clase, con sus
ansias de libertad, con sus odios á sus explotadores: estarán con la revolución obrera
que ellos elaboran, no con la revolución burguesa del siglo pasado, que elaboraron los
dignos antenatos de los actuales grandes ladrones del gobierno, del comercio y de las
fabricas. El proletariado no ha cruzado las universidades, como las cruzaron estos
intelectuales, y por eso nada los liga á la patria ni á la clase dominante. En cambio ha
cruzado las fábricas, donde ha sentido el azote de la explotación. Por eso solo puede
expresar los odios reconcentrados y las protestas airadas contra los farsantes que
pretenden festejar grandezas que desconoce la clase obrera14.
Luego de largos debates finalmente la CORA vota la huelga general, que queda
acordada en una reunión de delegados el día 22 de abril. Al día siguiente los distintos
periódicos obreros publican y dan a conocer las resoluciones y el detalle de los votos
de los delegados de las sociedades adheridas: 13 a favor, 4 en contra y 8
abstenciones. En La Vanguardia se lee: “Enseguida se pasó a discutir la fecha en que
debía producirse el movimiento, que según sus iniciadores tendría como objetivo la
derogación de la ley de residencia, la libertad de los presos por cuestiones sociales y
la entrada al país de los obreros deportados. El debate fue glacial, llegándose en la
conversación a un acuerdo tácito respecto a la conveniencia de celebrar una tercera
14 “La preocupación burguesa”, L.A.S., 16/04/1910.
161
162
De este modo vemos cómo los SR terminaron empujando “por izquierda” a la FORA,
apresurándose a declarar la huelga general y obligando así a esta a sumarse a la
convocatoria de huelga para el día 18. Las dudas de ésta organización se habían
hecho ya visibles en la celebración del 1º de mayo, en cuyo balance, titulado “Fracaso
de los socialistas.-Triunfo de la F.O.R.A.---8.000 manifestantes desfilando bajo la
lluvia”, La Batalla, diario anarquista de la tarde, afirma:
El objeto de este mitín puede decirse que no ha sido otro que el de exponer fuerzas y
comprobar en piedras de toque—las lluvias desmoralizadoras, las especies alarmistas
á rodar—el valor de empuje y resistencia de las multitudes anarquistas. Se necesitaba
esta constatación para lanzarse con firmeza á la campaña del Centenario. Podemos
asegurar después de lo de ayer que el más espléndido triunfo coronará esta campaña,
pues las multitudes que saben resistir un aguacero—y díganlo los ciudadanos del
1810—sabrán resistir después aún las balas…
163
empeñados. El mitín de ayer es, pues, algo así como un adelanto, un anticipo del
mitín monstruo a realizarse el día 8; debemos estar satisfechos los anarquistas…15
Comparada con muchas leyes extorsivas que perjudican los intereses más vitales del
pueblo trabajador y con otras que necesitaría, la ley de residencia está muy lejos de
tener la importancia de ellas. Esto no quiere decir que le neguemos toda importancia
(…) Pero de esto a dar una preferencia inmotivada a esa demanda, a revolver el
mundo por ella, hay una distancia que sólo puede salvarla el cálculo malintencionado
o la mentecatez elevada a la quinta potencia.” Y se critica la medida de la huelga
general para reclamar por la eliminación de esa ley: “El recurso supremo de la huelga
general, arma eminentemente política de la que no se debe echar mano sino en
circunstancias extremas, y siempre de resultados problemáticos, no puede ser
empleado para reclamar la derogación de una leyecita perfectamente innocua, y que
nadie debe mirar con tanto desprecio como los anarquistas, despreocupados de toda
ley, y tan revolucionarios que nadie los creería capaces de dar ni pedir cuartel al
enemigo (…)¡Una huelga general por ley! Indudablemente, la táctica de los
anarquistas es muy sabia, y sobre todo muy revolucionaria. La clase trabajadora,
según ellos, no debe elegir diputados que combatan las leyes malas y sostengan las
buenas. Le será más provechoso imponerse el sacrificio de muchos días sin salario
para ir, guiada por los caudillos anarquistas, futuros empleados de aduana, a las
puertas del congreso o de la casa de gobierno, a pedir al señor Figueroa o a sus
diputados quieran cambiar o derogar esta o la otra ley”.
“El gran acto callejero de ayer. Fracaso de los socialistas.-Triunfo de la F.O.R.A.---8.000
15
164
llegar a los extremos. Pero fueron inútiles las conversaciones” (Marotta, 1960b:72).
Gilimón, en Hechos y Comentarios, también hace referencia al 18 de mayo como el
día acordado para iniciar el paro. En este contexto, el 12 de mayo tiene lugar una
reunión de delegados de sociedades obreras convocadas por la C.O.R.A. para fijar la
fecha en la que debería darse comienzo a la huelga general. Hubo una votación en la
que de un total de 25 delegados, 19 votaron a favor de declarar la huelga el 18 y 16 se
abstuvieron de votar.
Como es de conocimiento general, la huelga general había sido declarada para el día
18 de Mayo. Sin embargo, muchos trabajadores se adelantaron comenzando á hacer
la electiva el lunes 16, como respuesta al estado de sitio y á los criminales desmanes
de la chusma burguesa. (…) El movimiento se mantuvo por algunos días decayendo
luego visiblemente debido á la imposibilidad de reunirse ni de vincularse en forma
alguna. Con todo esta huelga representa un triunfo obrero. Más de quinientos
compañeros, y entre ellos casi todos los mas activos estaban presos desde antes que
se decretase el estado de sitio. (…) Con todo esta huelga representa un triunfo obrero.
Más de quinientos compañeros, y entre ellos casi todos los mas activos estaban presos
desde antes que se decretase el estado de sitio”16.
El día 21 la CORA levantaba la huelga, “pues el movimiento decaía y eran inútiles los
esfuerzos que rehacían para prolongarlo” (Ibíd.).
Balance
16 “La huelga general”, L.A.S., 14/6/1910.
165
Este “triunfo obrero” que destacaban los SR no fue visto como tal por el resto de las
corrientes. En efecto, podría afirmarse que las predicciones del Partido Socialista
habían sido bastante certeras, cuando afirmaban que las condiciones no estaban
dadas para una huelga general.
El forista Diego Abad de Santillán afirmaba en La FORA que todos habían sido
atormentados por la represión, incluyendo a la CORA quien había sido “víctima de su
afán de ganar una batalla a lo Pirro adelantándose a la declaración de la huelga (…)
El gobierno triunfó, pero la historia recordará que para celebrar la fecha de la
Independencia fue necesario convertir a Buenos Aires en un campamento militar,
con estado de sitio y con cárceles repletas (…) Por un par de años fue imposible el
funcionamiento normal de la organización obrera” (Abad de Santillán, 2005: 207).
Por su parte, el sindicalista Marotta va a hacer con posterioridad un balance con una
mayor autocrítica que L.A.S. de aquel entonces, donde el movimiento ya aparece
como una “derrota”, responsabilizando de ello al gobierno. “El movimiento, realizado
para consagrar la libertad, era derrotado con el estado de sitio, con la prisión de
medio millar de sus más enérgicos militantes y la destrucción de sus locales y
órganos de publicidad. (…) Podrá decirse –con no poca razón- que hubo de parte de
las organizaciones obreras precipitación y de algunas publicaciones excesos de
lenguaje; podrá arguirse que las circunstancias no eran las más propicias para la
realización de un movimiento de esta naturaleza. Nada de esto justifica sin embargo
ni la declaración del estado de sitio, ni la serie de tropelías cometidas” (Marotta,
1960b:78).
Como reconoce Marotta éste fue un duro golpe para la organización de los
trabajadores, que tardará años en recuperarse y rearmarse. Hacia mediados de la
segunda década del siglo XX, cuando se advierte un despuntar en la actividad del
movimiento obrero, el escenario ya no será el mismo que hasta 1910: el SR se
encuentra ya ganando hegemonía, y en 1915 en el IX Congreso de la FORA (a la que
habían decidido ingresar tras disolver la CORA) logrará derogar el postulado que
defendía el comunismo anárquico como fin de la organización. Asimismo, ganará
hegemonía en algunos de los principales sindicatos. El anarquismo, en cambio,
saldrá golpeado de la contienda, aunque mantendrá parte de su hegemonía. Sin
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El presente trabajo se ha propuesto mostrar el papel crucial que cumplió esta poco
estudiada corriente en los hechos del Centenario, y sus consecuencias para el
movimiento obrero organizado, reconstruyendo a su vez los principios teóricos que
lo guiaron en su accionar en estos años. Sin embargo, se hace necesario aclarar que
en estos momentos de su historia el SR se encontraba en el pico de su radicalización;
no mucho tiempo después, y al igual que el ideólogo francés del que se nutrían,
terminarán abandonando muchos de estos principios y volcándose al más tibio
reformismo sindical, lo cual, junto con su apoliticismo, los llevará, ya asentados en
algunos de los principales gremios, a atravesar un proceso de creciente
burocratización.
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Referencias
Godio, Julio (2000). Historia del movimiento obrero argentino 1870-2000, Buenos
Aires, Corregidor.
Suriano, Juan (2010). “Los festejos del primer Centenario de la Revolución de Mayo
y la exclusión del movimiento obrero”, en Revista del Trabajo, mimeo.
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