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Características de los niños

Las características específicas de los niños que se deben tener en cuenta son:

•Tamaño físico.
•Elasticidad y flexibilidad.
•Masa craneofacial.
•Superficie corporal y pérdida de calor.
•Esfera psíquica.

Tamaño físico: la menor masa corporal hace que la energía de un impacto se


transfiera y se disipe en un soma más pequeño, que contiene por unidad de superficie una
mayor concentración de órganos, esto hace que las lesiones generadas por el impacto puedan
ser mayores a lo esperado.
Una víctima pediátrica es fácil de trasladar o mover, sobre todo en brazos de un
adulto. Esto puede ser causa de lesiones graves durante los movimientos propios en la
atención, reanimación y/o traslado. El traslado debe reunir las condiciones de inmovilización
adecuadas para evitar lesiones secundarias
Elasticidad y flexibilidad: la elasticidad y flexibilidad de los tejidos favorecen el
daño de vísceras sin lesiones externas. Por ejemplo, un niño puede tener una contusión
cardio-pulmonar severa, sin fracturas costales o, una lesión de hígado grave sin siquiera un
hematoma de pared abdominal leve.
Conviene tener presente esta característica cuando se realizan las maniobras de
reanimación. Las mismas tienen que ser delicadas y las fuerzas que eventualmente se aplican
sobre las áreas corporales nunca pueden tener el vigor que requiere el mismo acto en un
adulto (ej. masaje cardíaco).
Masa craneofacial: al ser la masa cráneo-facial proporcionalmente más grande que
el resto del cuerpo, los traumatismos en esa región son más frecuentes y crean situaciones
potencialmente graves por las lesiones sobre SNC y por la obstrucción de la vía aérea.
Superficie corporal: el niño tiene una gran superficie corporal lo cual, sumado a las
características e irrigación de la piel y del tejido celular subcutáneo, favorece una gran
pérdida de calor. Su capacidad para tolerar el enfriamiento es pobre y por ello el niño
fácilmente sufre hipotermia
La víctima no debe quedar expuesta a la pérdida de calor, sea por falta de abrigo,
porque esté mojada o porque no hay temperatura ambiente neutra. Esto sucede
habitualmente en el:
•lugar del accidente
•transporte
•hospital (guardia, quirófano, UCIP, Radiología, etc.)
Por ello, hay que evitar que el paciente pierda calor mientras se lo revisa y atiende
sea cual fuere el ámbito.
Esto se logra mediante maniobras simples como: cubrir al pequeño con elementos
livianos (frazadas, hojas de polietileno, prendas, etc.), uso de lámparas, calefactores o aire
acondicionado para mantener la temperatura del ambiente.
La hipotermia es motivo de una falta de respuesta a las medidas para tratar el
shock.
La hipotermia terapéutica está descrita como parte de algunos tratamientos, en la
atención del trauma no se ha demostrado aún que la hipotermia beneficie a los pacientes.
La hipertermia ha sido asociada a un aumento de la morbimortalidad sobre todo en
pacientes con TEC grave. Por lo tanto, uno de los objetivos de la atención inicial es mantener
la normotermia.
Los controles clínicos incluyen el registro y control seriado de la temperatura
corporal central. La temperatura central se mide en el recto, esófago o conducto auditivo
externo. Para ello se necesita un termómetro que tenga un registro de temperatura mínima
de al menos 30 oC.
En general, mientras más pequeño es el niño, mayores son las posibilidades de
requerir una reanimación inicial agresiva.
El niño accidentado a consecuencia del traumatismo puede tener oxigenación
disminuida, ventilación insuficiente, y/o shock hipovolémico; todas estas condiciones
producen hipoxia.
La hipoxia es causa de paro cardio-respiratorio (PCR).
Si en el lugar del accidente o durante el transporte, el paciente politraumatizado
sufre un paro cardio-respiratorio, este es difícil de revertir y si se revierte las secuelas son de
gran magnitud.
Mientras mayor sea el período de hipoxemia, mayor serán las consecuencias sobre
los distintos órganos en especial el cerebro.
Esfera psíquica: en el niño la esfera psíquica es un componente muy importante, la
mayoría de las veces no jerarquizado en los momentos cercanos al accidente.
Las reacciones psicológicas provocadas por miedo, dolor, ansiedad y falta de
protección ante la eventual ausencia de los padres, condicionan respuestas globales que hay
que contemplar aun en la urgencia. Las conductas regresivas y la tendencia a encerrarse en si
mismo son las que priman habitualmente en estas circunstancias.
Por otro lado, estas respuestas producen modificaciones importantes en los signos
vitales que es necesario conocer para evitar diagnósticos erróneos.
La forma de hablarle a un niño, explicarle lo sucedido y lograr su colaboración
requiere paciencia, cordialidad y tonos suaves, y a su vez una serena firmeza para poder
comunicarse y transmitirle confianza.
Los efectos alejados del accidente en los niños son importantes. Existen estudios
que revelan el compromiso físico, psíquico y social en los niños y sus familias aun después de
varios meses.
El niño accidentado, y en especial el politraumatizado grave, tiene un período muy
corto para su atención inicial. La rapidez con la que se realizan las acciones durante la
atención inicial es crucial. Dentro de este lapso los esfuerzos estarán orientados a evitar que
se produzca un paro cardio-respiratorio.
Como hemos mencionado, las víctimas pediátricas tienen sus particularidades, por lo
tanto el equipo que atiende a un niño politraumatizado tiene que conocer estas
particularidades y debe estar preparado para afrontar su entorno familiar que seguramente se
encuentra profundamente afectado.
La multiplicidad de síntomas que presenta la víctima y la cantidad de cosas por
hacer, pueden sobrepasar la capacidad operatoria del profesional. La respuesta que se genera
en el operador, ayudantes y/o en los espectadores fortuitos, puede ser negativa, paralizante
y/o de excitación improductiva, por lo tanto es importante trabajar con un método que evite
que en la urgencia, las acciones se transformen en un caos de maniobras sin sentido ni
eficacia.

Rapidez y eficiencia no son sinónimos de apresuramiento e ineficiencia.


La sistematización en el método de evaluación y tratamiento es la base
para una correcta atención de los pacientes pediátricos
politraumatizados.
Si el accidente es en la vía pública se recomienda:
1.Pedir ayuda entre los presentes.
2.Pedir la intervención de los servidores públicos (policía o bomberos
según corresponda).
3.Pedir a una persona que llame al sistema de emergencia local (estatal
o privado).
4.Señalizar y crear un espacio de libre circulación alrededor de la(s)
víctima(s).
5.Desviar el tránsito de vehículos.
6.Verificar seguridad del lugar.

Cuando un operador se prepara para ayudar a la víctima de una emergencia en el


contexto prehospitalario, debe verificar primero la seguridad del lugar, para evitar
convertirse en una nueva víctima.
También hay que tener siempre presente la adopción de las precauciones
universales, guantes y barbijos, considerando otros dispositivos de barrera durante los
procedimientos en que se vean expuestos a gotas de sangre, saliva y otros líquidos orgánicos
La evaluación y los tratamientos iniciales de un niño politraumatizado se pueden
llevar a cabo en cualquier lugar y situación y requieren:
•Entrenamiento mínimo.
•Serenidad y rapidez.
•Instrumentos sencillos e infraestructura simple.
•Sentido común.

El operador tiene como meta mantener el flujo de sangre y oxigeno al cerebro y


otros órganos vitales.
A continuación se detallan diferentes pasos que por razones didácticas se presentan
en forma separada pero que en la práctica esta separación no se da en forma tan clara ni
tajante.

La aplicación de presentes pautas exige al operador cumplir en todo momento


con las pautas de bioseguirdad e higiene

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