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La
• Orientación Espacial.
Podemos entender la
Orientación Espacial como la
aptitud para mantener la
constante localización del
propio cuerpo, tanto en
función de la posición de los
objetos en el espacio como
para colocar esos objetos en
función de su propia posición.
Lo anteriormente señalado
incluye un variado conjunto
de manifestaciones motrices
(reagrupamientos, decisiones,
localizaciones, etc.), las cuales
capacitan a la persona para el
reconocimiento topográfico
del espacio.
La manifestación de dificultades de orientación espacial en un niño se
expresará en su aprendizaje, a través de la escritura, la confusión
entre letras de similar grafía, las cuales se diferencian por una
orientación establecida en relación con la vertical y la horizontal, esto
se conoce como "inversión estática" y puede darse, por ejemplo, con
las letras d y b, p y q, entre otras.
Por otra parte, en el cálculo el niño tenderá a confundir, tanto en la
lectura como en la escritura de éste, ciertas cifras como el 6 y 9 o
escribir 3 y 5 al revés.
• Estructuración Espacial.
La Estructuración Espacial es la capacidad para establecer una
relación entre los elementos elegidos para formar un todo, esta
relación implica la independencia de los elementos constitutivos del
conjunto en una situación espacio - temporal determinada.
Desde las investigaciones realizadas con anterioridad, se pueden
rescatar aportes importantes con respecto al tema, entre éstos se
encuentra el que la noción de estructuración espacial no es innata,
sino que se elabora y construye mediante la acción y la interpretación
de un gran bagaje de datos registrados por los sentidos (registros
sensoriales).
Se compone según Piaget, de tres categorías fundamentales, las
cuales deberán ser, manejadas por los niños con el fin de capacitarse
en la organización espacial, estos son:
· Relaciones topológicas: relaciones elementales existentes entre los
objetos, como por ejemplo, de vecindad, separación, orden, sucesión,
continuidad.
· Relaciones proyectivas: se fundan sobre las topológicas y responden
a la necesidad de situar, en función de una perspectiva dada, los
objetos o los elementos de un mismo objeto en relación con los
demás.
· Relaciones euclidianas o métricas: demuestran la capacidad de
coordinar los objetivos entre sí, en relación con un sistema o unas
coordenadas de referencia, lo que supone la utilización de medidas
de longitud, de capacidad y de superficie.
Con relación al último punto, en el caso de los niños con deficiencia
mental se pueden utilizar medidas de carácter arbitrario (por ejemplo:
utilizando objetos como palitos de helado se puede saber cuántos de
éstos caben en una mesa, también se pueden utilizar las manos, los
pies u otros) hasta llegar paulatinamente a la utilización de medidas
convencionales básicas (mediante reglas), todo esto considerando las
posibilidades de los alumnos a los que estemos atendiendo.
En la estructuración espacial, los niños podrán presentar una o más
de las dificultades que se señalarán a continuación: en la escritura
espontánea separará o unirá palabras sin respetar la estructura del
lenguaje, sólo se guiará por claves fónicas. Por ejemplo: "mimamá me
dio laleche" en vez de "mi mamá me dio la leche", esta dificultad
puede darse tanto en el lenguaje oral como en la escritura
espontánea y se caracteriza por exhibir problemas de concordancia
en género, número o conjugación verbal.
En general, las complicaciones presentadas en el ámbito de
estructuración espacial, temporal o espacio - temporal, constituyen
un índice considerable de dificultades para reproducir una cierta
disposición de los elementos (fonemas, letras, cifras, palabras, etc.)
en el espacio y en el tiempo o en ambos al mismo tiempo.
• Organización Espacial.
La Organización Espacial se
reconoce como la manera de
disponer los elementos en el
espacio, en el tiempo o en ambos a
la vez; es decir, la forma de
establecer relaciones espaciales,
temporales o espacio - temporales
entre elementos independientes
(relación de vecindad, proximidad,
anterioridad o posterioridad,
sobreposición). Se caracteriza por
poseer un distinto desarrollo según se produzca en etapas
preoperatorias u operatorias del niño. En relación con el tema Piaget
propone una distinción entre el espacio perceptivo (figurativo) y el
espacio intelectivo (representativo).
El espacio figurativo de tipo perceptivo se presenta en los períodos
evolutivos sensomotores (aprox. entre los 0 y 2 años), y los
preoperatorios o intuitivos (aprox. entre los 2 y 7 años). Se
caracteriza por la vivencia motriz y perceptiva inmediata que el niño
posee del espacio, la cual le permite establecer relaciones cada vez
más complejas mediante la exploración y la experimentación dentro
del entorno más cercano.
El espacio representativo de tipo intelectivo, aparece durante el
periodo operatorio, a partir de los 7 u 8 años, cuando el niño adquiere
progresivamente la capacidad de analizar los datos perceptivos
inmediatos y elabora relaciones espaciales mucho más complejas. En
ese momento se manifiesta una descentración respecto al propio
cuerpo, una objetivación de los puntos de vista y juicios sobre las
relaciones espaciales logrando superar el egocentrismo cognitivo.
Las dificultades en el ámbito de organización espacial se expresarán,
por ejemplo, al presentarle a un niño letras tales como: l - a - s - a y
se le pide que las organice de manera tal que se pueda leer la
palabra "alas", el niño tenderá a no respetar el orden y podrá
presentar palabras como: sala o lasa. Lo anteriormente mencionado
se denomina "inversiones dinámicas" y también se puede presentar
en el cálculo, por ejemplo, al momento de escribir cifras como 418
por 841 o 184 por 481.
Este tipo de inconvenientes no alcanza a ser percibido por el alumno,
ya que se convence de haber realizado en forma exacta su actividad,
es decir, escrito o representado correctamente la palabra o número
requerido.
Existen otros conceptos muy relacionados al tema de estructuración
espacial, estos son la lateralidad y la direccionalidad, mediante los
cuales el niño puede fundamentar un marco de referencia para
distinguir y relacionar elementos u objetos, considerando su propio
cuerpo con respecto al espacio en el que se desenvuelve.
• Lateralidad (Hemidominancia corporal).
La lateralidad se considera como la
principal responsable de la capacidad
de orientación en el espacio.
La lateralidad define el sentimiento
interno de la direccionalidad o el
movimiento corporal en relación con el
espacio circundante. Es una actividad o
función particular que ocurre más
frecuentemente a un lado del cuerpo
que en el otro y / o que tiene
representación de un hemisferio
cerebral por sobre el otro. Por otra
parte, es un proceso que se desarrolla en conjunto con la
conceptualización verbal de los componentes espaciales, tales como,
arriba - abajo, derecha - izquierda, delante - atrás.
El cuerpo humano se caracteriza por poseer una simetría
(equivalencia) anatómica en la distribución de sus segmentos. Junto a
esta simetría mencionada existe una asimetría funcional, la cual se
caracteriza por la intervención de una de los dos segmentos
corporales por sobre el otro al momento de efectuar determinadas
actividades. Esto se denomina "lateralización cortical" y se
caracteriza por la especificidad de uno de los dos hemisferios en el
tratamiento de la información recibida a través de los sentidos y en el
control de las acciones.
Con respecto a la localización funcional de la corteza cerebral, es
necesario rescatar que existen dos tipos de áreas corticales, estas
son, las áreas primarias, que corresponden a las zonas motoras y
sensoriales y se ubican homólogamente en la corteza de cada
hemisferio, con excepción del sistema visual y el sistema auditivo, en
los cuales los centros de cada hemisferio controlan las actividades de
la mitad contralateral del cuerpo, y las áreas secundarias o de
asociación, que son los centros secundarios o de asociación y se
encuentran ubicados en la vecindad de las áreas primarias. Las
neuronas pertenecientes a las áreas de asociación se encargan de
integrar y refinar las respuestas motoras simples.
Entonces, una lesión que logre afectar la zona somestésica derecha
causará una alteración o pérdida de la sensibilidad en el lado
izquierdo del cuerpo y a la inversa, una lesión que dañe la zona
somestésica izquierda provocará una alteración o pérdida de la
sensibilidad en el lado derecho del cuerpo. Por otra parte, el daño al
nivel de centros secundarios no originará defectos motores y
sensoriales específicos sino que afectará diferentes funciones.
Para estudiar el proceso de constitución de la lateralidad, debemos
considerar la diferencia entre la lateralidad innata y la lateralidad
socializada (adquirida según el funcionamiento de diversas
actividades sociales, escolares, familiares, entre otras.). Ambas
fundamentan el desarrollo de la dominancia hemicorporal en la
utilización del propio cuerpo. Lo anteriormente señalado permite
comprobar la existencia de formas de lateralidad contrariada, esto
por los hábitos de funcionamiento familiar o bien por las exigencias
de tipo escolar y social.
Con el fin de llevar a cabo una observación completa de la lateralidad
durante la infancia, se debe atender a sus diferentes manifestaciones,
como: ocular, auditiva, manual, podal y expresiva (simulación de
gestos). Lo recopilado a través de la observación en relación con la
hemidominancia corporal nos indica el tipo de lateralidad y las
diversas fases de su evolución en cada niño, estas se pueden definir
en:
Lateralizados integrales: cuando existe dominancia absoluta de un
costado corporal.
Lateralizados no integrales: en estos se pueden distinguir tres
manifestaciones.
· Cruzada: cuando la manifestación de la lateralidad en diversas
partes del organismo no se produce de forma uniforme desde un
mismo lado.
· Invertida: cuando la lateralidad innata del individuo ha sido
contrariada por los aprendizajes adquiridos. Esto origina que un
mismo segmento cambie su dominancia lateral según la tarea que se
ha de realizar.
· Ambidiestros: cuando no existe una predominancia de lateralización
clara de un lado sobre el otro. Puede producirse transitoriamente.
• Direccionalidad.
Cuando un niño ha tomado
conciencia de la lateralidad en su
propio cuerpo y se encuentra
consciente de sus lados, derecho e
izquierdo, esta listo para proyectar
los conceptos de direccionalidad en
el espacio externo.
Como en el espacio no existen
direcciones objetivas, las nociones de
derecha - izquierda, arriba - abajo, adelante - atrás, abajo, en el
medio o al lado, se atribuyen al espacio externo, sobre la base de
actividades que se efectúan con el propio cuerpo y considerando un
punto de referencia pertinente para el niño.
Por la naturaleza bilateral simétrica, el organismo está anatómica y
neurológicamente preparado para constituirse en un punto de
referencia para el desarrollo de las nociones espaciales señaladas. A
través de la experimentación con ambos lados del cuerpo y sus
relaciones, el niño logra distinguir en forma separada los dos sistemas
de referencia el derecho y el izquierdo.
Se pretende que los niños, junto con asimilar las nociones básicas
para la estructuración espacial, logren un desarrollo mediante
acciones pensadas y actuadas, luego dirigidas y controladas por ellos
mismos, logrando la capacidad de abandonar su propio punto de vista
para considerar el de los demás y la capacidad para dejar de lado la
situación inmediata para analizar la situación en su conjunto. Todo lo
señalado anteriormente se realiza en forma progresiva a través de las
siguientes etapas:
Ø Ejercicios de orientación.
Ø Ejercicios de transposición sobre otros.
Ø Ejercicios en la mesa de trabajo.
• Aspectos educativos.
La idea en relación con lo que implica el espacio, sólo se puede
concebir mediante la acción, la cual se dará en la interacción
constante entre éste y el niño. El niño organiza el espacio a partir de
las experiencias de su cuerpo y de su desarrollo en él,
paulatinamente va explorando el espacio que le rodea, los objetos
que en él existen y el mundo de los demás.
Cualquier niño que presente alguna deficiencia poseerá limitaciones
en la adquisición e integración de las experiencias involucradas en el
espacio. Las nociones que influyen en el espacio se encuentran
directamente relacionadas con las sensaciones kinestésicas,
laberínticas y fundamentalmente de carácter visual.
La acción educativa, basada en los niveles propuestos por Mucchielli,
se organiza en la siguiente manera:
· Nivel de la experiencia vivida: se reconoce como una adecuada
orientación espacio-temporal.
· Nivel de estructuración espacio-temporal: lo cual implica
posibilidades de someter los datos entregados por la experiencia
vivida al análisis del intelecto.
Al hablar de orientación y estructuración espacio-temporal, se hace
mención a la interrelación existente entre ambas nociones, ya que
sólo se separan para lograr mayor facilidad en su entendimiento.
ACTIVIDADES
Las actividades para reforzar las nociones implicadas en la
estructuración espacial, tanto en relación con el cuerpo humano,
como en la relación existente entre éste con los objetos y el entorno
físico - espacial circundante, son de total relevancia para llevar a
cabo, en la manera más óptima posible, la adquisición de
aprendizajes significativos por parte de los alumnos y a la vez, formar
una base sólida para el logro de aprendizajes posteriores, con el fin
de alcanzar el descentramiento y la flexibilidad basado en el propio
punto de vista y superar, en gran parte o en su totalidad, el
egocentrismo cognitivo, teniendo en consideración siempre las
características personales de cada niño.
Para el desarrollo, durante el proceso de enseñanza - aprendizaje, de
las nociones contenidas en la estructuración espacial, se proponen
tres etapas para llevar a cabo actividades y ejercicios, estas etapas
son:
• Ejercicios de orientación.
El objetivo fundamental de estos ejercicios es alcanzar el aprendizaje
de las nociones básicas de referencia espacial, entre las cuales están,
delante - atrás; arriba - abajo; derecha - izquierda. Con el fin de
asimilar con mayor facilidad las nociones mencionadas
anteriormente, se presenta la siguiente clasificación: