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Para que la web semántica funcione es vital que el contenido de una web esté
correctamente descrito y etiquetado, sin embargo, para esta tarea el lenguaje HTML se
queda corto, pues está orientado a la representación de datos, la información que ofrece es
muy limitada, no permite describir datos y no es extensible. El sistema evolucionó y se
realizaron algunas mejoras para hacer este lenguaje algo más dinámico con la introducción
de otros elementos como DHTML, Javascript, hojas de estilo e, incluso, se añadieron a la
Web otros lenguajes que permitieran ofrecer una información más estructurada, como el
lenguaje XML, pero hacen falta otros lenguajes que permitan una descripción más
detallada del documento y de su contenido. Además, también hace falta una nueva
generación de buscadores más inteligentes capaces de leer y evaluar rápidamente toda
esta nueva información.
Así pues, el desarrollo de la Web semántica requiere la utilización de otros lenguajes que
puedan dotar a cada página, a cada archivo y a cada recurso o contenido de la red, de una
lógica y un significado, de manera que permitan a los ordenadores conocer el significado
de la información que manejan con el fin de que esta información pueda, no sólo ser
presentada en pantalla, sino también que pueda ser integrada y reutilizada. Uno de estos
lenguajes que aportan información extra es XML, que ha logrado convertirse hoy en un
lenguaje estándar; se trata de un subconjunto del complejo y sofisticado lenguaje SGML
que aporta datos estructurados a la Web y que se ha convertido en la infraestructura
preferida para el intercambio de datos. Además, las páginas XML pueden ubicar
metadatos, esquemas XML y esquemas RDF, que aportan un mecanismo para que los
programas puedan interpretar y comprender documentos con un vocabulario descriptivo.
Sin embargo para poder explotar la Web semántica, se necesitan lenguajes semánticos
más potentes, esto es, lenguajes de marcado capaces de representar el conocimiento
basándose en el uso de metadatos y ontologías. Aquí aparece el lenguaje RDF (Resource
Description Framework), mientras que XML es un lenguaje para modelar datos, RDF es un
lenguaje para especificar metadatos. XML falla en la escalabilidad de los datos puesto que
el orden de los elementos es antinatural y su mantenimiento es muy difícil y costoso, por el
contrario, RDF provee un marco común de trabajo para expresar esta información y para
intercambiarla entre aplicaciones distintas mediante una serie de parsers o analizadores
RDF y otras herramientas de procesamiento automatizado. Utilizando anotaciones RDF y
RDF Schema se pueden presentar algunas facetas sobre conceptos de un dominio del
conocimiento y se puede, mediante relaciones taxonómicas, crear una jerarquía de
conceptos. Pero se precisan lenguajes de marcado con una mayor expresividad y
capacidad de razonamiento para representar los conocimientos que contienen las
ontologías. Además, estos lenguajes deben ser estandarizados y formalizados para que su
uso sea universal, reutilizable y compartido a lo largo y ancho de la Web.
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Supongamos que la Web tiene la capacidad de construir una base de conocimiento sobre
las preferencias de los usuarios y que, a través de una combinación entre su capacidad de
conocimiento y la información disponible en Internet, sea capaz de atender de forma exacta
las demandas de información por parte de los usuarios. Aprovechando estas
características sería posible realizar consultas en lenguaje natural obteniendo como
resultado justamente aquello que estamos demandando al contrario de muchos de los
buscadores actuales que se basan en palabras clave. Es decir, el usuario introduce las
palabras relevantes de su búsqueda (Procesadores y Lenguaje, por ejemplo), y la
aplicación devuelve todos los documentos que contienen esas palabras. Este tipo de
funcionamiento penaliza la búsqueda con grandes desventajas, las más importantes:
Una búsqueda semántica es una consulta en la que se tiene en cuenta el contexto, y por
tanto el significado, de aquello por lo que se pregunta (y no solamente las palabras de la
consulta), con el objetivo de evitar la ambigüedades tanto de las consultas como del texto
de los documentos donde se busca. Por ejemplo, una búsqueda semántica con las
palabras escritor y El Quijote devolvería documentos sobre Miguel de Cervantes, aunque
en ellos no aparecieran esos dos términos, porque identificaría los conceptos que
estructuran la búsqueda. El fin último de las búsquedas semánticas radica en que los
usuarios puedan formular búsquedas más precisas y expresivas, que originen resultados
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Normalmente, se admite que las búsquedas semánticas se basan en técnicas para extraer
información mediante la utilización de ontologías o metadatos. El uso de ontologías permite
definir formalmente los dominios de interés (teorías científicas, por ejemplo) con la
suficiente riqueza expresiva para que los usuarios pueden especificar sus búsquedas con
bastante detalle, ya sea antes de ejecutar la consulta o durante su ejecución.
Uno de los problemas de los buscadores semánticos es que no siempre pueden acertar a
la primera el significado de una palabra polisémica. Por tanto, deben disponer de medios
de desambiguación para conocer el sentido exacto que tiene la palabra en la búsqueda.
Para ello, puede escoger el significado más probable, preguntar al usuario para que elija
entre varias opciones o usar las demás palabras de la búsqueda para inferir el significado
exacto de la palabra en ese contexto.