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LA SEXUALIDAD COMO ADICCION

Recibido el 3 de marzo de 2005

* Joyce Mc Dougall

Etimológicamente la palabra "adicción" se refiere a un estado de esclavitud,


pero por supuesto este no es el propósito inicial del adicto. Su objeto de
adicción puede ser el tabaco, el alcohol, la comida, los narcóticos, personas
utilizadas como objetos de necesidad narcisísticos o como objetos sexuales.
Cualquiera sea el objeto de adicción, este ofrece al adicto la promesa de
placer v alivio temporario para su dolor v ansiedad: está al alcance de su
mano en cualquier momento, listo para atenuar dolorosos estados
emocionales que de otro modo resultarían intolerables. En su carácter de
tales, todos los objetos de la adicción, en el momento de ser seleccionados,
se presentan al pensamiento como objetos buenos, extremadamente buenos,
como aquello que da sentido a la vida.

La economía psíquica subyacente a la conducta adictiva tiene como


principal propósito la rápida dispersión de cualquier hecho, pensamiento o
experiencia acompañado de afectos intensos, no solamente emociones
dolorosas sino simplemente aquellos afectos que con frecuencia resultan
intensamente conmovedores; pueden inmediatamente conducir a la adicción.
Por ejemplo, se dice que el alcohólico siempre llega tarde a los funerales y
también a las bodas .

Quizás se debería enfatizar, de paso, que todos nosotros recurrimos a


comportamientos de tipo adictivo cuando ciertos eventos en nuestro mundo
interno o en el medio, crean una situación de stress inusual que sobrepasa
nuestro modo habitual para enfrentar el dolor mental: en tales circunstancias
es factible que cualquiera de nosotros tendamos a comer o beber más de lo
habitual, tomar medicamentos o ingerir opiáceos buscando un olvido
pasajero; o bien tendemos a comprometernos con relaciones transitorias,
sexuales o de cualquier otra índole, con la misma intención. Podríamos decir
entonces que esta forma particular de solucionar un conflicto o un dolor
psíquico, sólo se torna un síntoma cuando aparece como la sola y única
manera de enfrentar el dolor mental o la sobreexcitación.

Lo enigmático de la conducta adictiva como solución al dolor mental, cautivó


por primera vez mi atención durante mis entrevistas con la madre de un niño
psicótico a quien llamo Sammy. La mamá de Sammy era alcohólica y aún
recuerdo mi asombro cuando ella trataba de explicarme cómo el whisky la
vino a rescatar de muchas y variadas circunstancias. Una vez ella dijo: "El
problema es que yo nunca sé si es que estoy enojada, tengo hambre, estoy
ansiosa o quiero tener relaciones sexuales y es ahí cuando empiezo a tomar".
Fue esta mi primera observación clínica de una conducta adictiva y sus
causas.

La segunda fue cuando yo misma decidí dejar de fumar, en parte porque


consideré que era nocivo para mi salud, pero además con la expectativa de
aprender algo más acerca del significado de la función de esta sustancia
adictiva. Descubrí que yo fumaba cuando estaba contenta o entusiasmada,
cuando estaba ansiosa o enojada, que fumaba cada vez que tenía que
enfrentar una tarea complicada o tenía que hacer un llamado telefónico que
me resultara demandante. En otras palabras, frente a cada marcado ascenso
en el nivel de mis emociones. Usaba el cigarrillo como una pantalla de humo
que me servía para enturbiar la captación sensata de mis afectos, a los que
yo estaba escapando o aniquilando una parte de vital importancia para mi
mundo interno, es decir mi experiencia afectiva.

Cualquier conducta por la cual alguna forma de acción reemplaza la


capacidad de contener y pensar acerca de una experiencia altamente
cargada de emoción, representa una regresión al tipo de economía psíquica
del bebé. Un infante por definición (infans = sin palabras) no tiene acceso al
uso del pensamiento verbal, y por lo tanto sólo puede responder con algún
tipo de acción, dirigida en primer lugar a descargar la experiencia emocional
dolorosa, y en segundo término a comunicar al medio su estado de
necesidad.

La génesis de la adicción como solución: en un estado de absoluta


dependencia del recién nacido con su madre, un bebé puede en gran medida
separarse de lo que él representa ante los ojos de su madre. Su
motilidad, sus estallidos emocionales, su inteligencia, su sensualidad y sus
zonas erógenas sólo se desarrollar o adquieren significado de acuerdo al
monto de la estimulación o inhibición que la madre otorga al crecimiento de
este cuerpo-mente. En este primitivo alguien -que-es-dos, cada uno es o
debería ser, objeto de gratificación para el otro. Al mismo tiempo, las bases
fundamentales de la identidad sexual y también subjetiva, se están
comenzando a plasmar en su estructura psíquica.

De este modo la relación temprana mamá-bebé puede ser decisiva con


respecto a determinados patterns de funcionamiento psíquico: una madre
"suficientemente buena" en el sentido winnicottiano del término, normalmente
tiende a fusionarse con su bebé en lo que Winnicott llama "la preocupación
materna temprana" pero, él también señala que, en el caso de que esta unión
fusional se continúe más allá del período normal de las primeras semanas de
vida, se crea para el bebé una situación patológica y persecutoria. Es así que
una madre es potencialmente capaz, debido a sus propias ansiedades o
miedos y sus deseos inconscientes de instalar, a través de sus cuidados, lo
que se puede conceptualizar como una relación adictiva a su presencia y a
sus funciones de cuidado del bebé

Frente a tal eventualidad existe el potencial riesgo de que el niño pequeño


fracase en establecer en su mundo interno, la representación de la instancia
del cuidado maternal (y mas tarde paternal) con funciones que incluyen la
capacidad para contener y poder manejarse con estados afectivos de dolor
psíquico o de sobreexcitación.

El niño se ve entonces privado de la posibilidad de identificarse con dichas


representaciones internas que le permitan auto-calmarse en momentos de
tensión interna o externa.

Este mismo lazo compulsivo entre mamá y bebé, quizás pueda también
afectar la fase madurativa del desarrollo del fenómeno transicional (es decir
actividades y objetos transicionales) según la conceptualización de Winnicott.
Habrá entonces, de parte del bebé una tendencia al miedo a desarrollar sus
propios recursos psíquicos, y a instalar modos psicológicos particulares de
enfrentarse con la excitación o el dolor. El desarrollo de la "capacidad para
estar sólo en presencia de la madre" (Winnicott) puede ser puesto en peligro,
es así que la presencia de la madre es constantemente requerida para
enfrentar cualquier experiencia afectiva, tanto aquella que surja desde el
medio psicológico interno, como desde lo ambiental externo.

Me gustaría insistir además, acerca de la importancia de la influencia paterna


sobre la estructuración temprana de la psiquis del bebé. En primer lugar hay
que tener en cuenta el rol que el padre juega en la vida emocional de la
madre. Probablemente la mejor garantía que tenga un bebé para desarrollar
su propia capacidad para cuidarse, la logre a través de una pareja parental
que se ame y desee mutuamente de manera que el hijo no se transforme en
una extensión narcisística de la madre ni en un reemplazo libidinal del padre.
Del mismo modo la contribución paterna al discurso familiar sobre sexo,
relaciones amorosas y vínculos humanos en general va a quedar sellada en
la mente en desarrollo del bebé

Más tarde, en el curso de la vida, el intento de solución ante la falta de


introyección de las funciones materna y paterna, se buscará inevitablemente
en el mundo externo, al igual que en la temprana infancia. Es así como las
drogas, la comida, el alcohol, el tabaco, los medicamentos, etc. pasan a ser
investidos como objetos que intentan cubrir una función maternal que el
individuo no puede asegurar a su propio self. A menudo se agrega a esto una
relación de tipo provocativo con una fuerza externa dotada de significado
paterno tal como la ley.

La elección del objeto de la adicción es rara vez obra de la casualidad. Cada


objeto tiende a corresponder no sólo a una fase del desarrollo en la cual hubo
un fracaso del proceso introyectivo en la infancia, sino que también tiene un
significado en términos del "estado ideal" que el individuo aspira a lograr:
completud, licuefacción, exaltación, eliminación del sentimiento de muerte
interna, etc. Se espera que el objeto de la adicción reemplace o repare a un
objeto faltante o dañado en el mundo interno del individuo.

Como ya fuera indicado, la adicción como solución no está limitada a


sustancias. La gente también puede servir a este propósito en la medida en
que su presencia o su sexo puedan ser objeto de la adicción. En cuanto al
uso vincular de otras personas como un mecanismo para eliminar tensiones,
puede existir la necesidad de apoyarse o fusionarse con otro como un
recurso para aliviar estados afectivos dolorosos, como también puede surgir
la necesidad de buscar constantemente discusiones con otras personas (lo
cual frecuentemente esconde una dimensión paranoide levemente
descargada de este modo, manteniendo así controlada la ansiedad
persecutoria. El intento constante de eliminar perseguidores internos nos
puede llevar a incluir a los insomnes en la categoría de adictos, ya que
también ellos están siempre a la búsqueda de aquella persona, ruido o hecho
externo, al cual hacer responsable de mantenerlos despiertos )

Este tipo de vínculos que demandan dependencia, intercambio agresivo o


contacto sexual compulsivo (en el que la personalidad de la pareja es a veces
relativamente indiferente) puede adecuarse a las funciones de adicción
descriptas más arriba (es decir dispersión de afectos y el uso de sustancias o
personas como sustituto de objetos parentales internos dañados o faltantes).
Esta es otra manera de decir que la actividad o sustancia adictiva es un
sustituto del objeto transicional, pero no cumple la misma función. Es por esta
razón que a estas sustancias o actos yo los llamo "objetos transitorios" más
que "transicionales" (descriptos en Teatros de la Mente).

Se desprende de esto que cualquier forma de adicción está cargada con un


monto considerable de compulsividad. Es evidente que una falla en el
funcionamiento psíquico y en el mundo representacional interno no puede ser
reparada por sustancias u objetos encontrados en el mundo externo; en otras
palabras, la búsqueda de solución en la adicción es un intento infantil de
autocuración, frente a la amenaza de estados psíquicos alterados.

Los individuos cuya economía psíquica funciona predominantemente bajo


este modelo, deben recurrir incesantemente a sus actividades de adicción. El
alcance de la compulsión y su severidad o de otro modo su proclividad a la
adicción, dependerá de los peligros de que deberá defenderse: en otras
palabras, de la naturaleza de los estados de dolor psíquico que deberán ser
dispersos o eludidos mediante la persecución del objeto de la adicción.

Estos estados psíquicos entran en tres categorías y determinarán la cantidad


de "trabajo" que se espera que la adicción realice:

1) Un intento por resguardarse de las ansiedades neuróticas (conflictos


referentes a los propios derechos de adulto de tener relaciones sexuales y de
amor, y de obtener un placer narcisista en el trabajo y en las relaciones
sociales).

2) Un intento de combatir los estados severos de ansiedad (frecuentemente


de naturaleza paranoide) o la depresión (acompañada de sentimientos de
muerte interna).

3) En muchos casos, también la huida de ansiedades psicóticas (tales como


el miedo a la fragmentación física y psíquica). Por debajo de cada uno de
esos estados de dolor psíquico mencionados subyace un terror globalizado a
enfrentar un vacío en el cual el sentimiento de identidad subjetiva está en
peligro.

Con el descubrimiento del objeto de la adicción el individuo sabe


exactamente lo que debe hacer en todas las situaciones en las que la
emoción lo sobrepasa. Es así que el niño angustiado está convencido de que
nunca más sufrirá la sensación de total abandono en los brazos de otro.
Nunca más tendrá que enfrentar una angustia sin palabras, ya que esta será
inmediatamente descargada o limpiada a través del acto adictivo. Además el
individuo tendrá la impresión de estar ejerciendo un control omnipotente
sobre el objeto de sustitución. Nunca más le faltará este "objeto" en la medida
de lo posible.

El rol del Desafío en la adicción como Solución: además de dispersar el


dolor psíquico, la conducta adictiva representa un intento de saldar cuentas
con los objetos parentales del pasado. Invariablemente comprende un triple
desafío:

a)desafío al objeto materno (interno, experimentado como habiéndole fallado


al sujeto) siendo ahora la función materna delegada al sustituto adictivo.
("Nunca más te vas a escapar. Ahora ya tengo el control sobre vos")

b) Desafío al objeto paterno (interno, experimentado como habiendo


fracasado en su función paterna), actitud desafiante que es a menudo
proyectada a la sociedad entera. ("Me importa un bledo lo que los demás
piensen de mi conducta. Al diablo con "todos ustedes")

c) Finalmente existe, inevitablemente, un cierto desafío a la muerte. Esta


puede adquirir dos formas, o bien: "A mi nada me puede afectar. La muerte
es para otros!" O, cuando el sentimiento de omnipotencia cede el paso a un
sentimiento de muerte interna: "...que mi conducta podría causarme la
muerte? Y entonces qué? No me importaría nada!".

Se desprende que la labor analítica se dirige, entre otras cosas, hacia la


posibilidad de revelar y elaborar aquellos estados emocionales primitivos,
infiltrados con sadismo oral y anal, y erotismo.La solución por la adicción será
una huida de los miedos neuróticos, psicóticos y de las fobias. Se debe
agregar a esto el concepto de los estados alexitímicos, ya que uno de los
más grandes obstáculos en el tratamiento de problemas de adicción es la
falta de tolerancia afectiva.

La economía narcisista es igualmente frágil, y por lo tanto la solución en la


adicción tiene un doble propósito narcisistico:

a) la reparación de la dañada imagen del self.

b) el mantenimiento del control omnipotente a través de la facilidad de recurrir


al objeto de la adicción.

Ante la aparición de impulsos suicidas: si el tratamiento psicoanalítico


pareciera inapropiado o contraindicado debemos (modestamente) admitir la
existencia de organizaciones tales como "Alcohólicos Anónimos" (y otras
similares, para bulimia, tabaquismo, terapias sexuales, etc.) que pueden
concretamente reemplazar la falta de la dimensión paterna con la forma de
algun cuidado comunitario consistente que los individuos estén en constante
contacto. Muchas de estas personas no pueden soportar las frustraciones
inherentes a la relación psicoanalítica.
Finalmente, debemos reconocer que las adicciones sexuales son un intento
de reparar la interioridad dañada (la propia autoestima), así como también
una intención de reparar la imagen distorsionada de la propia identidad
genital y el propio rol como ser sexual.

* Datos biográficos: JOYCE MCDOUGALL es analista didáctica y


supervisora de la Sociedad Psicoanalítica de París; miembro de la Asociación
Psicoanalítica Internacional; miembro de Honor de la Asociación de Medicina
Psicosomática de Nueva York y miembro de la Sociedad Freudiana de Nueva
York.

Es autora de numerosos artículos y libros, entre ellos 'Diálogo con Sammy';


'Alegato por una cierta anormalidad'; ' Teatros de la mente'; 'Teatros del
cuerpo', 'La sexualidad como adicción'; 'Las mil y una caras de Eros'.

E-mail: info@enigmapsi.com.ar

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