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El metabolismo

es el conjunto de reacciones bioquímicas y procesos físico-químicos que ocurren en una


célula y en el organismo.[1] Éstos complejos procesos interrelacionados son la base de la
vida a escala molecular, y permiten las diversas actividades de las células: crecer,
reproducirse, mantener sus estructuras, responder a estímulos, etc.

El metabolismo se divide en dos procesos conjugados: catabolismo y anabolismo. Las


reacciones catabólicas liberan energía; un ejemplo es la glucólisis, un proceso de
degradación de compuestos como la glucosa, cuya reacción resulta en la liberación de la
energía retenida en sus enlaces químicos. Las reacciones anabólicas, en cambio, utilizan
esta energía liberada para recomponer enlaces químicos y construir componentes de las
células como lo son las proteínas y los ácidos nucleicos. El catabolismo y el anabolismo
son procesos acoplados que hacen al metabolismo en conjunto, puesto que cada uno
depende del otro.

La economía que la actividad celular impone sobre sus recursos obliga a organizar
estrictamente las reacciones químicas del metabolismo en vías o rutas metabólicas, donde
un compuesto químico (sustrato) es transformado en otro (producto), y este a su vez
funciona como sustrato para generar otro producto, siguiendo una secuencia de reacciones
bajo la intervención de diferentes enzimas (generalmente una para cada sustrato-reacción).
Las enzimas son cruciales en el metabolismo porque agilizan las reacciones físico-
químicas, pues hacen que posibles reacciones termodinámicas deseadas pero
"desfavorables", mediante un acoplamiento, resulten en reacciones favorables. Las enzimas
también se comportan como factores reguladores de las vías metabólicas, modificando su
funcionalidad –y por ende, la actividad completa de la vía metabólica– en respuesta al
ambiente y necesidades de la célula, o según señales de otras células.

EL ANABOLISMO Y EL CATABOLISMO

En los seres vivos hay dos tipos principales de procesos metabólicos, como dos caminos diferentes; en uno
se construye y en el otro se descompone, se degrada. Estos procesos se llaman anabolismo y catabolismo,
y están relacionados entre sí.

Los  procesos anabólicos son procesos metabólicos de construcción, en los que se obtienen moléculas
grandes a partir de otras más pequeñas. En estos procesos se consume energía. Los seres vivos utilizan
estas reacciones para formar, por ejemplo, proteínas a partir de aminoácidos. Mediante los procesos
anabólicos se crean las moléculas necesarias para formar nuevas células.

Los  procesos catabólicos son procesos metabólicos de degradación, en los que las moléculas grandes, que
proceden de los alimentos o de las propias reservas del organismo, se transforman en otras más pequeñas.
En los procesos catabólicos se produce energía. Una parte de esta energía no es utilizada directamente por
las células, sino que se almacena formando unas moléculas especiales. Estas moléculas contienen mucha
energía y se utilizan cuando el organismo las necesita. En el catabolismo se produce, por ejemplo, la energía
que tus células musculares utilizan para contraerse, la que se emplea para mantener la temperatura de tu
cuerpo, o la que se consume en los procesos anabólicos.
VOLUMENES Y CAPACIDADES PULMONARES.
La inspiración dura aproximadamente 2 segundos, y la espiración 2 ó 3
segundos. Por lo tanto, el ciclo ventilatorio dura 4 ó 5 segundos.
La Frecuencia respiratoria es el número de ciclos que se repiten en 1 minuto,
y es de 12 a 15 (resp./min.). FR=60/4 ó 5 = 12 ó 15 resp/min
La cantidad de aire que entra en cada inspiración, que es igual a la misma que se
expulsa en cada espiración, es aproximadamente 500 ml (0´5 l.), y se llama Volumen
corriente (V.C.). El volumen minuto (V.m) es la cantidad de aire que entra en los
pulmones en un minuto.
Vm = Vc x Fr = 500 x 1215
= 6.0007.500
ml
El aire extra que podemos introducir en una inspiración forzada recibe el nombre
de Volumen inspiratorio de reserva (V.I.R), que oscila sobre los 3.100 ml.
El volumen de aire que podemos expulsar en una espiración forzada después de
una inspiración normal se llama Volumen espiratorio de reserva (V.E.R), que se
sitúa entorno a los 1.200 ml.
El aire residual que nos queda en los pulmones tras una espiración forzada, se
llama Volumen residual (V.R), que está sobre los 1200 ml.
No todo el aire que llega a los pulmones (500 ml), llega a la zona de
intercambio, hay una parte que se quede en el espacio muerto anatómico, que son las
partes del aparato respiratorio que no tienen alvéolos (traquea,…), la cantidad esta
alrededor de los 150 ml.
CAPACIDADES PULMONARES.
Son agrupaciones de los distintos volúmenes:
1. Capacidad inspiratoria: cantidad de aire que puede inspirar una
persona distendiendo los pulmones al máximo, será igual a V..IR + V.C = 3.600 ml
2. Capacidad residual funcional: es el aire que queda en los pulmones
tras una espiración normal. Sería igual a V.E.R +V.R = 2.400 ml
3. Capacidad vital: cantidad de aire que una persona puede movilizar en
una respiración forzada máxima. Será V.E.R +V.I.R + V.C = 4.800 ml
4. Capacidad pulmonar total: cantidad de aire total. Es el volumen
máximo teórico que podría alcanzar una persona. Será V.I.R + V.E.R + V.C + V.R =
6.000 ml.
Estos volúmenes son medias genéricas para varones de 70 kg. En mujeres los
volúmenes son aproximadamente un 25% menos. Y en personas muy altas serán

mayores.
Aparato digestivo
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Aparato digestivo
Diagrama del aparato digestivo

 Ingestión
Función
 Digestión
 Absorción
 Excreción

Estructuras básicas boca


faringe
esófago
estómago
intestino delgado
intestino grueso

El aparato digestivo es el conjunto de órganos (boca, faringe, esófago, estómago, intestino


delgado e intestino grueso) encargados del proceso de la digestión, es decir, la
transformación de los alimentos para que puedan ser absorbidos y utilizados por las células
del organismo.

La función que realiza es la de transporte (alimentos), secreción (jugos digestivos),


absorción (nutrientes) y excreción (mediante el proceso de defecación).
El proceso de la digestión es el mismo en todos los animales monogástricos: transformar
los glúcidos, lípidos y proteínas en unidades más sencillas, gracias a las enzimas digestivas,
para que puedan ser absorbidas y transportadas por la sangre.

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