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Laura Ortiz Gómez

Literatura Latinoamericana Colonial

III semestre

El barroco de Indias, reinvención de la individualidad.

Resulta sorpresiva la obra de Jerónima Nava y Saavedra, puesto que se trata de una voz

marginada por occidente. Se trata de un texto creado por una mujer, en un virreinato de

mediana importancia, dos factores que ya bastarían en si mismos para negar esta

producción, que sin embargo esta frente a los ojos del lector del siglo XXI. Es un texto

autobiográfico, que pretende narrar la vivencia interior de Cristo. Este es otro rasgo

sorprendente pues no solo se da validez a la voz marginal de la mujer sino que se le

impone una auto-reflexión, que si bien está planteada como la narración de la negación

de la individualidad con la unión a divinidad, termina por producir una conciencia

individual acerca de la religión, y una fuerte conciencia del yo.

Esta doble marca entre imposición y sorpresiva liberación es producto del carácter de

movilidad y ambigüedad del barroco, y se podría ver como una consecuencia de la

contrarreforma en las Indias. Esta afirmación compone el tema a desarrollar en este

ensayo. Sería una búsqueda por las contradicciones discursivas que se dan en la obra de

Jerónima, en los antecedentes históricos Europeos y en el contexto social de la Nueva

Granada para una monja Clarisa del Siglo XVII. Lo que se desea con esta exploración es

encontrar como la ambigüedad en lo que tiene que ver con el desarrollo del individuo, es

resultado de la posición de la contrarreforma, que para retener el poder social, dirige al

individuo a la expresión de su identidad.


El esquema de temas a seguir es el siguiente, primero se hará una análisis de la posturas

místicas de Lutero, para hacer una comparación con la obra de Jerónima Nava y

Saavedra. Este puede ser un salto temporal y contextual bastante amplio, sin embargo

con esta comparación tan abierta en el tiempo nos es posible rastrear dos formas opuestas

de identidad manejada en ambos discursos, y ver claramente el resultado de la

contrarreforma en Indias.

Comenzaremos entonces con Lutero y su acercamiento a la mística. En primer lugar

vale hacer un pequeño recuento de las acciones de este personaje que contribuyeron a

desestabilizar el poder de la iglesia católica y que desembocaron en la división del

mundo cristiano que se había mantenido unificado durante la edad media. Su trayectoria

religioso - política inicia con la crítica a las indulgencias, denunciando la manera en la

que se engaña a los cristianos ofreciendo perdón a través de bienes materiales. Esta

inicial polémica lleva a Lutero a comprometerse más a fondo con este nuevo

planteamiento de la fe, y llega a rechazar la primicia Romana, y a confirmar el valor

único de autoridad a las sagradas escrituras, en su disputa publica con el maestro Juan

Eck. Los siguientes pasos de su crítica continuaron la misma línea cuando en su

“Tratado sobre el papado de Roma” niega el poder divino del papa y señala la maldad

que se oculta tras una iglesia Jerarquizada. Esto para terminar con su “Manifiesto a la

nobleza de la nación alemana” en donde expone su doctrina del sacerdocio universal

donde afirma que todo cristiano tiene dentro de si un sacerdote, es decir, que las

escrituras le son inteligibles y debe acceder a ellas si quiere acceder a la verdadera

palabra de Dios. Finalmente y para cerrar su labor con broche de oro, Lutero traduce el

Nuevo Testamento al alemán.


Estas acciones y escritos son una crítica abierta a las jerarquías eclesiásticas, y pretenden

descentralizar la experiencia religiosa, de un grupo que interpreta y media el contacto

con las escrituras sagradas. Son pues actos que anuncian una primera modernidad, en la

medida en que apoyan una experiencia individual de la fe, y le permiten al individuo un

desarrollo no mediado del conocimiento. Sin embargo esta es tan solo una parte de lo

que compone el pensamiento Luterano, no hay que olvidar como se trata de una reforma

religiosa, Dios ante todo tiene que seguir rigiendo la experiencia humana, el será la

máxima jerarquía alrededor de la cual se desarrolla el pensamiento Luterano. Dios es lo

mayor y alrededor de el se organiza la experiencia religiosa, en cuanto al perdón, vale

exponer aquí la tesis luterana: en lo referente al perdón es una afrenta a Dios pensar que

el hombre pueda merecer algo por sus buenas acciones, entonces no es el perdón el que

se gana por meritos humanos, sino que es Dios en su infinita grandeza quien puede

otorgar perdón. Y en cuanto a la voluntad humana, Lutero vuelve a hacer el mismo tipo

de afirmación, está le pertenece a Dios y no al hombre. Y es Dios quien debe hacer uso

de ella.

La mirada subyacente a la postura reaccionaria de Lutero, es profundamente pesimista,

se asume al hombre como un ser en disposición a la maldad, que debe dejar a Dios actuar

sobre y a través de él para alcanzar el perfeccionamiento. En ese sentido su experiencia

mística se acercaría al quietismo como lo afirma Hilda Graef en su libro Historia de la

mística:

Es una espiritualidad que tiende con todas sus fuerzas al quietismo, que

desprecia toda virtud humana y abre entre Dios y el hombre un abismo

que únicamente puede ser salvado por la ficción legal de que Dios imputa

los méritos de Cristo al hombre, que sin embargo, continua tan pecador
como antes. Esta imputación de los méritos de Cristo se consigue por la fe,

no en el sentido católico de aceptación de determinadas doctrinas, sino en el

sentido de fiducia o confianza. (…) El hombre permanece pasivo en

agradecimiento a lo que Cristo han hecho por él.1

Dejando a un lado los obvios juicios de valor que hace Hilda Graef, tenemos en este

párrafo el funcionamiento quietista de la mística en Lutero, el hombre solo espera

pasivamente la gracia divina. Este postulado nos muestra la otra cara de la individualidad

en la doctrina luterana. Por un lado el hombre es libre de acceder al conocimiento de

Dios, de la directa fuente de la escrituras, y sin embrago su unión con la divinidad no se

da por sus méritos propios, ni por las características que componen su identidad. También

subyace aquí la poca importancia del arrepentimiento, y la poca importancia de las

acciones, queda el hombre completamente disminuido ante Dios, sus acciones son

ínfimas ante la grandeza de la divinidad.

Pareciera existir entonces en la doctrina luterana una fuerte contradicción, por una lado la

máxima acción de individualidad y por el otro la máxima anulación de la misma en la

experiencia del quietismo. Sin embargo el discurso tiene una coherencia interna que nos

dispondremos a analizar. Para comenzar vale decir que el hilo conductor de esta supuesta

contradicción esta en el rebatir la institucionalización de la fe, y no por supuesto la

supremacía de Dios, en ese sentido la mística Luterana no podría ser otra, en el quietismo

como en ninguna otra experiencia mística, esta la liberación de la doctrina del poder

humano. El quietismo al no tener que dar cuenta en las obras humanas de la unión con

Cristo no es fiscalizable, ni condenable. Este tipo de experiencia es la unión directa con

lo eterno de manera personal, no existe la intervención del juicio humano, a través de la

confesión y el pecado.
1
Graef, Hilda. Historia de la mística. Barcelona, Editorial Herder, 1970, pag 282.
Así es como Lutero construye un discurso que remueve todas las estructuras de poder sin

remover la grandiosidad de Dios. Logra entonces un equilibrio entre individualidad frente

al poder humano, y nulidad frente al poder divino. Independencia de la institución, sin

derrumbar también la dependencia de Cristo. Una ambigüedad que funciona como

discurso religioso, además un discurso religioso que se sostiene por que no llega a

relativizar de Dios, peligro en el que se cae cuando se explora lo individual.

Ahora pasaremos a la comparación con la obra de Jerónima, la primera marca que

encontramos es que se trata de una obra confesional. Se trata de un texto que se escribe

como mandado por el confesor, esta es una marca típica del barroco Neo Granadino,

donde lo interior debe hacerse público por dos razones, como modo fiscalizar la

experiencia mística de las religiosas y como texto que sirve como imagen ejemplar para

el resto de la comunidad. Jerónima pues, no es la excepción, podemos ver en su texto la

imagen barroca por excelencia la de la experiencia corporal y de los sentidos significando

la experiencia interior de Cristo. Acerca de la confesión Michael Foucault afirma:

La confesión es un ritual de discurso en el cual el sujeto que habla coincide

con el sujeto del enunciado; también en un ritual que se despliega en una

relación de poder, pues no se confiesa sin la presencia al menos virtual de

otro, que no es simplemente el interlocutor sino la instancia que requiere la

confesión, la impone, la aprecia e interviene para juzgar, castigar,

perdonar, consolar, reconciliar; un ritual donde la verdad se autentifica

gracias al obstáculo y las resistencias que ha tenido que vencer para

formularse; un ritual, finalmente, donde la sola enunciación,

independientemente de sus consecuencias externas, produce en el que la


articula modificaciones intrínsecas: lo torna inocente, lo redime, lo

purifica, lo descarga de sus faltas, lo libera, le promete la salvación. 2

Como nos es posible ver, aquí ya se cifra una noción acerca de lo individual que esta

cifrada en una relación de poder con lo exterior, y al tratarse de un escrito, también de

lo público. Y sin embrago termina siendo un proceso que tiene una trascendencia en

lo individual, en lo interior, en lo subjetivo. La confesión entonces produce una

individualidad que no lo es en el exterior, que es fiscalizada por el entorno social

patriarcal, pero que termina siendo desarrollada al interior de individuo que debe

hacer conciencia de sí mismo para enunciarse, y debe ser conciente de su proceso

personal espiritual para acceder al perdón. Así pues, se alcanza lo íntimo a través la

socialización de los errores.

Este mismo desarrollo de la individualidad, se ve claramente en los textos de

Jerónima, no tan solo en el hecho de escritura. Un ejemplo de este proceso se

encuentra en el auto desprecio que debe expresar la monja colonial. Su papel de

mujer en una colonia contrareformista y patriarcal, le obliga el aceptar la inferioridad

de su sexo, y recurrir constantemente a recursos retóricos que apelen a la

benevolencia del lector, y a la humildad discursiva de quien enuncia en el discurso.

Sin embrago este auto desprecio toma dimensiones de masoquismo como lo afirma

Ángela Robledo:

A veces el autodesprecio llega hasta el masoquismo. Castillo y Nava

hacen de la pasión de Cristo su paradigma, contraen innumerables

enfermedades y sufren los delirios de autodestrucción, propios de la

“vía purgativa”. (…)A veces, el masoquismo emocional se transforma,

a causa del total asco por el cuerpo, portador del pecado y a la


2
Foucault, Michael. Historia de la sexualidad, 1. México: Siglo XXI, 1982. pag 78.
obsesión por guardar la pureza, en crueles mortificaciones físicas que

ella misma propicia.3

Este auto desprecio genera una particular forma de asumir la identidad, que responde a lo

que se espera socialmente. La mujer acata la norma y es obediente en cuanto a que

enuncia su inferioridad, sin embrago esta inferioridad la lleva a explorar su yo de un

modo masoquista. El dolor producido por el auto desprecio se relaciona, por su puesto

con un experiencia erótica. Así es como a través de la negación de un lugar social, la

monja encuentra su lugar, el lugar del sufrimiento y la recompensa amorosa de la unión

con Cristo.

Así vemos como la experiencia mística de sor Jerónima Nava, al ser textualizada y

fiscalizada, termina por volverse una experiencia subjetiva de la fe. Lo mismo sucede

con el pecado, noción que se relaciona tanto con la confesión. El pecado que es accesorio

y poco importante en la mística de Lutero, se convierte en la mística colonial en un

elemento indispensable, por que es el que permite una reconciliación con Cristo. Este

también exagerado en su función textual, se convierte no ya en represión social, sino en

lugar de expresión de la sexualidad masoquista. Es el pecado, el que permite, no un

crecimiento espiritual, sino una tensión necesaria en toda relación sexual y amorosa, el

peligro del distanciamiento, no hace sino que sea más grande el placer de la unión. Así es

como una denigración aceptada y exaltada se convierte en un placer, por que el dolor

hace a la mujer más merecedora de Cristo. Este discurso patriarcal de la sumisión, cuando

es completamente obedecido, termina por abrir un lugar para el no lugar de la mujer.

3
Robledo, Ángela Inés. Algunos apuntes sobre la escritura de las mujeres colombianas desde la colonia
hasta el siglo XX.
Ahora bien, como conclusión nos es evidente como el discurso luterano y el discurso

barroco son diametralmente opuestos. Y el discurso barroco es en cierta medida una

reacción al discurso Luterano. En respuesta a la Reforma un discurso como el de

Jerónima esta completamente mediado por la institución, y por la necesidad de un poder

social, ella debe hacer un texto donde se exponga a si como nula y como no subjetiva, y

debe también generar ejemplo para comunidad. Sin embargo la obediencia hacia el poder

termina por abrir hacia la subjetividad la experiencia de Dios. Al tener que representar la

experiencia en una forma escrita y autobiográfica Jerónima termina por exaltar su

individualidad interior, su subjetividad mística, cumpliendo una nulidad social.

Así pues, a riesgo de sonar protestante, vemos como el extremo de uso de poder humano,

de contingencia social, termina por relativizar la experiencia de Dios, cuando debería ser

al contrario, la unión con la divinidad debería permanecer inefable, por que lo es. Sin

embrago hay un maravilloso punto de encuentro, y es como el concepto de Dios, termina

siendo el único camino reconfortante en la experiencia religiosa.

Bibliografía:
• Nava y Saavedra, Jerónima. Autobiografía de una monja venerable. Santiago de

Cali, Centro Editorial Universidad de Valle, 1994.

• Aritizábal Montes, Patricia. Autobiografías de mujeres. Manizales, Editorial

Universidad de Caldas, 2004.

• Graef, Hilda. Historia de la mística. Barcelona, Editorial Herder, 1970.

• Velasco, Juan Martín. La experiencia mística: estudio interdisciplinar. Ávila,

Editorial Trotta, 2004.

• Robledo, Ángela Inés. Algunos apuntes sobre la escritura de las mujeres

colombianas desde la colonia hasta el siglo XX.

http://www.iacd.oas.org/Interamer/Interamerhtml/RodrVerghtml/Verg34_Roble

do.htm Consultada 2 de Mayo del 2006

• Foucault, Michael. Historia de la sexualidad, 1. México: Siglo XXI, 1982

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