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Lilith, aquella que surgió al mismo tiempo que Adán de las manos del Creador es, una

criatura espontánea y libre, de fascinante belleza, que posteriormente se convirtió en un


ente maléfico, en un ser de la oscuridad pero que, en todo caso, guarda en sí, como
símbolo, un sentido que la emparenta con la Gran Madre de las civilizaciones antiguas,
sobre todo en su aspecto tenebroso.

Poco sabeís, o casi nada de Lilith. Salvo una brevísima mención en el libro de Isaías, La
Biblia cristiana no dice nada más sobre la mítica primera dama de la historia de la
Humanidad y a la que, por tanto, le cupo el honor de ser también la primera pareja de
Adán, antes que Eva se oficializara para la posteridad recogiendo para sí tal papel. No
existen apenas datos originales de esta figura que ha llegado hasta nosotros procedente,
sobre todo, de la vieja tradición talmúdica; aunque no es exclusivamente oriunda de tal
contexto, ya que, comparaciones, equivalencias y similitudes aparte, nos encontramos
claramente identificada a nuestra protagonista en la vieja simbología súmera y babilónica
integrando, incluso, ciertas versiones del ciclo de Gilgamesh. Con lo cual, nuestra dama
goza de una antigüedad considerable.
Parece que, siguiendo con su propio mito, que nos la muestra como una guapa fémina muy
enigmática y bastante siniestra, fatídica y perversa, indómita e impetuosa, celosa de su
independencia, rotundamente atrayente, de ardientes deseos y de contundente seguridad
en sí misma, que se rebela contra el rol asignado para las de su sexo, capaz de plantarle
cara al mismísimo Creador si es preciso (como así hace) y de marcharse incluso del Paraíso
para refugiarse finalmente en los abismos más profundos y sentar allí sus reales, también
se ha ocultado para nosotros en el fondo de los siglos portando con ella su secreto.
Mas no por ello ha dejado de ser popular, pues a Lilith se han referido, entre otros
interesados, feministas de pro entre las que algunas no han dudado en declararla su
heroína favorita, sagaces psicoanalistas tal vez fascinados por su catálogo de cualidades y,
cómo no, todo tipo de estudiosos de la Mitología y de la Simbología.
¿Será tan seductora Lilith como para merecer tanto esfuerzo?
Vamos a emprender nuestra tarea a través del estudio del simbolismo de nuestra elegida,
apoyándonos en la lectura del contenido del símbolo de Lilith, así como el de Eva y Adán,
tal como nos lo muestran el capítulo III del Génesis al describir la creación humana y el
posterior pecado que ocasionó el despido definitivo del Edén decretado por Yavhé-Dios
para la primera pareja y para sus numerosísimos descendientes. Un estudio simbólico que
considerará como una unidad el mito cristiano de la Creación del hombre y que abarcará
aspectos antropológicos, psicológicos y sociales. Para ello, conviene precisar algunos
puntos sobre el lenguaje simbólico antes de introducirnos en nuestro tema:

Presentando a nuestra protagonista


* Lilith pertenece a la tradición judaica aunque, según algunos, haya sido "tomada
prestada" de la mesopotámica, dentro de la cual es posible hallarla morando entre las
ramas de un árbol que la mismísima Inanna plantó en un jardín sagrado de la ciudad de
Uruk después de haberlo rescatado de las aguas del Éufrates, para hacerse de él un trono y
un lecho, una vez crecido.

* El nombre de Lilith deriva del hebreo Lil, que significa noche, por lo que Lilith vendría a
significar la nocturna, término que nos transmite la idea de oscuridad, de ausencia de luz, y
que se relaciona con sus características personales y su ámbito de acción: la otra faz del
día y los hechos que en tal momento acontecen. Una de sus representaciones y uno de sus
animales asociados, la lechuza, refuerza esta consideración al tratarse de un ser que se
desenvuelve en las tinieblas.

* Se han hecho muchas traducciones, equivalencias y comparaciones del término "Lilith", y


ninguna de ellas demasiado agradable, pues se la conoce como Ave de noche (ahora sin
especificar), ser monstruoso, ente espectral, fantasma nocturno, diablesa, etc.; se la ha
llegado a emparentar con las tentadoras, sensuales y libidinosas súcubos, tan famosas en
el Medioevo, erigiéndose nada menos que en Reina de las mismas.

* Lilith ha sido vinculada también con unos seres parecidos a los demonios del mediodía
griegos (esta vez diurnos), ninfas de los campos de tersos cuerpos etéreos relucientes de
sol; criaturas indomables, inocentes, ardientes y salvajes, que fascinan y enloquecen a los
campesinos enamorándolos sin remisión. Algunas tradiciones cuentan, a este respecto, que
entre el cabello de Lilith se encuentran, enredados, los corazones de los jóvenes que
sucumbieron a su hechizo

* Se ha comparado a Lilith con las terribles lamias de la tradición grecorromana


(recordemos a la reina Lamia que por su crueldad fue transformada en fiera y que devoró
luego a sus hijos) y con las lamias de las creencias medievales, tanto seres de rostro de
mujer y cuerpo de dragón como maléficas féminas que se alimentan de niños, que
conviven con dragones acumuladores de tesoros en cuevas, y que tienen como distintivo
un peine de oro, estando muchas veces provistas de unas patas (en lugar de pies) que
terminan en pezuña hendida; guardan cierto parecido con algunas representaciones de las
regentes y protectoras de fuentes y manantiales gallegas y cántabras, herederas de la
tradición celta, y con algunos personajes femeninos de cuentos y leyendas que, a veces,
aparecen con uno de sus pies correspondiendo al de un macho cabrío o al de una oca,
siempre aludiendo a la presencia de un componente animal todavía activo, algo arcaico
aún no del todo eliminado de ellas.

* Se le ha encontrado cierta semejanza a Lilith con las Xanas (Janas: Dianas) astures y las
lamias del folklore vasco, aquellos seres similares a las hadas, a las ninfas y a criaturas de
la Naturaleza semejantes, servidoras y a veces representantes de la propia Diosa Mari (la
Gran Madre y también la Madre Tierra), que castigan y premian a los humanos (uno de sus
regalos favoritos es la posibilidad de transmutar el carbón o paja de sus favorecidos en
oro); que habitan en montañas, cavernas, cuevas y oquedades diversas, así como en
manantiales y fuentes; y que a menudo aparecen hilando o alisando su largo cabello con
unos peines de oro que semejan la media luna, o recorren los cielos, aureolada su cabeza
con el blanco resplandor de la luna llena, o bien cruzan el firmamento portando una hoz de
oro mientras arrastran consigo las tempestades y se envuelven en unas lenguas de fuego
que desdibujan y afilan sus miembros inferiores.

* Además, se ha equiparado a Lilith con seres semejantes a las ondinas o a las nereidas,
imaginándosela entonces con la parte inferior de su cuerpo correspondiendo a un animal
acuático, tanto un pez como una serpiente marina.

* Se la ha asociado, aun, con serpentinas figuras infernales de torso humano similares a la


Equidna griega o a otras habitantes del mundo inferior (la mansión de los muertos, el
inframundo y también el inconsciente) como Hécate, por ejemplo, provocadoras de
pesadillas, portadoras de terrores nocturnos, generadoras de espanto y relacionadas con
los vínculos que se ansían pero que aprisionan, con la fuente del deseo, con la fuerza de las
pulsiones, con la intensidad de los motivos humanos íntimos que instan a su satisfacción y
que pueden llegar a ser destructivos. (Resaltemos aquí el hecho de que, entre su mucha
descendencia monstruosa, como el Can Cerbero, guardián del Hades, Equidna fue la madre
del buitre que ha de devorar por toda la eternidad las entrañas de Prometeo encadenado al
Cáucaso).
* Hay que señalar que Lilith en algunos aspectos está vinculada con todas las Diosas
Madres que conllevan un matiz de oscuridad, que reinan sobre los elementos (riquezas
includas) del mundo subterráneo y que se relacionan con el aspecto vida y muerte de las
cosas. Son cuna y sepulcro, principio y fin.

* Por último, no olvidemos que Lilith es representada popularmente como una seductora
mujer, sin más vestido que su propia piel, provista de abundante pelo rizado (rojo por más
señas) que se extiende como un manto a su alrededor; y que tiene por costumbre sentarse
sobre la concavidad de la media luna.
Se trata de la luna oscura, que aparece visible al tercer día de la luna nueva en el horizonte
oeste, mostrando una breve franja de luz arqueada, permitiéndonos contemplar las
sombras que envuelven al resto de la esfera.

Lilith en la tradición hebrea


* El Talmud describe a Lilith como una bella y encantadora fémina de opulenta figura y
espectacular cabellera ondulada y la cree madre de gigantes y monstruos. Algunas
versiones de este texto nos la emparentan con un animal de pelo muy abundante
perteneciente a una antigua especie no precisada, ya extinta y problablemente
desconocida en la actualidad.

* En la demonología cabalística se la designa como uno de los siete demonios tradicionales,


en concreto el adversario del genio de Venus, siendo ambos regentes del viernes. En tal
versión, Lilith tiene faz humana, lleva el busto desnudo y su cuerpo termina en una larga
cola de serpiente.

* También en la Cábala se la llama la reflexión femenina de Samael o Samael-Lilith.


Satanás es el adversario por excelencia y una de las versiones de Samael, y Lilith asumiría
características de "doble opuesto" y "doble contrario". Desde aquí se la entiende de nuevo
como un ente maligno semianimal o medio humano.

* En el Zohar se la conoce como Hayo Bischat: "la Bestia", y también la "Mala Bestia", y se
afirma que de ella descienden nuestros actuales monos. * Finalmente, no podemos olvidar
las tradiciones de corte astrológico que relacionan a Lilith con la "luna negra". En este
contexto, estaría representada gráficamente por un punto concreto del cielo situado en la
parte más alejada de la órbita lunar respecto a la tierra. A nivel psicológico, se supone que
operaría sobre los impulsos inconscientes reprimidos que, individualmente, se expresarían
según el sector zodiacal (signo y casa particular) activados por su presencia y conforme a
los aspectos que presente con otros elementos astrológicos.
> sí pues, tenemos que Lilith se nos aparece como seductora mujer, bello animal, ambiguo
ser a medio camino entre el humano y la bestia, ente monstruoso, diablesa, fascinante
demonio hembra y espectral habitante de las sombras, generadora de seres aberrantes.
Pero siempre se muestra impulsada por la pasión y rodeada por un magnético halo de
misterio, de transgresión, de oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación y
deseo.
Y por el contrario, también de frescura, espontaneidad, independencia, libertad y tal vez
autenticidad; pues todo simbolismo es ambivalente y polivalente, como ya se ha señalado,
cosa que los pocos elementos concretos y muy modificados de su mito a los que podemos
acceder nos confirman.
Mas no por dejar de pertenecer al plano físico se privó Lilith de las delicias de la
fecundidad, ya que según nos muestra la tradición engendró seres en tales correrías
nocturnas. Y lo hizo, para más precisión, durante los 138 años que -dice la Cábala- tardó
Adán en engendrar a Seth después de que hubieran nacido Caín y Abel, cifra que nos da
una idea de la longevidad (mítica) de nuestro antepasado y de la espaciada capacidad
generativa de ambos progenitores.
o es extraño que en vista de los anteriores avatares Lilith no sea nada grata en la tradición
hebrea. Está feo, desde este contexto, tener la osadía de querer asemejarse al varón
reclamando paridad con el mismo, discutir el rol a tomar respecto a éste, desobedecer las
órdenes del Hacedor con tanto atrevimiento, abandonar el Paraíso… Pero lo más terrible de
todo es el hecho de invocar el Nombre de Dios, innombrable en toda la tradición judía, por
considerar que el Nombre verdadero de cualquier ser contiene las características de lo
nombrado, y por lo tanto es posible conocer su esencia y adquirir poder sobre ello.
Pronunciar el nombre de Dios se convierte, pues, en una osadía suprema, un acto de
soberbia mucho mayor que el de hacer directamente oídos sordos ante sus mandatos; algo,
en fin, demasiado grave.
Un primer análisis del mito nos muestra que Lilith ha abierto las puertas de lo prohibido.
Lilith ha roto con lo estipulado por el Creador para la raza humana. Ha quebrantado lo
establecido, se ha querellado contra el orden natural de las cosas, ha abandonado el lugar
propio de la Humanidad, ha transgredido los límites impuestos a los seres humanos (algo
que también hará Eva en su momento) y por ello se ha colocado fuera del mundo de los
hombres y se ha convertido a sí misma en apátrida, en exilada, en extraña…
Es por su actitud frente a las normas por lo que se considera a Lilith enemiga del
matrimonio, adversaria de los nacimientos, contraria a los hijos, instigadora del deseo
proscrito y fomentadora del desacato, en general, frente a las reglas sociales establecidas.
Por todo ello, en definitiva, en el contexto judaico se la tiene por un ser nefasto y un ente
maligno en general; de ahí su asociación con lo diabólico y su vinculación con la tentación y
la transgresión, a evitar, por supuesto, si se pretende mantener un orden sociocultural
determinado.
Vemos entonces varios aspectos a considerar en el análisis del mito de Lilith.

a).- Antropológico
Su situación de primera mujer antes del nacimiento de Eva la presenta como un ser previo
a la adquisición de la conciencia humana, como un representante de una "humanidad
previa"; por decirlo así, un grupo de seres anteriores a la humanidad que todos conocemos
y de la cual todos participamos en la actualidad.

b).- Religioso
Ciertas particularidades de las personificaciones de Lilith podrían emparentarla con
características, atributos y potencias relacionadas con la Magna Dea, la Diosa en su
aspecto oscuro en la plena acepción del término, como por ejemplo su capacidad
generativa, su relación con la sabiduría profunda, su vinculación con la vida y la muerte, su
asociación con lo abisal, etc.

c).- Psicológico
Lilith contiene en sí elementos suficientes que, sin hacer una valoración moral, sí nos
permiten en cambio pensar en un patrón típico de lo femenino caracterizado por rasgos
como la independencia, la autonomía, la autopertenencia, la confianza en el propio criterio,
el sentido crítico, la vinculación con el propio ser y el propio deseo que desde nuestra
mentalidad la hacen conceptualizar como individuo libre. El mismo hecho de su
"ocultamiento" en las profundidades nos mostraría que el factor Lilith puede estar en
determinadas mujeres reprimido, oculto en su propio interior, mas permanece latente y
actúa desde las propias profundidades.
d).- Social
Lilith nos remonta a la tan mitificada, por otra parte, etapa matriarcal de la Humanidad,
cuyos restos casi podemos exhumar si hacemos arqueología cultural y, aún ahora,
contemplamos implícitos en algunos textos de la Literatura clásica y en el simbolismo de
las Diosas lunares.
El simbolismo de Lilith, por tanto, apuntaría a un momento previo al actual orden social
patricéntrico que ha prefijado determinadas pautas de relación entre hombres y mujeres. Y
por "actual" entendemos vigente, en el sentido de que corresponde a unos códigos todavía
en uso en los patrones culturales judeo-cristianos y en las sociedades a ellos adscritas;
códigos que se remontan a los orígenes mismos de esta tradición. No hay más que ver
cómo ha "desaparecido" Lilith, cómo aparece Eva en el Génesis, la interpretación y la
divulgación tan particular que durante siglos se ha hecho de los actos de nuestra primera
madre como portadora del mal y fuente del pecado para la Humanidad, además de las
consecuencias sociales e individuales provocadas con tales transmisiones.

Según consta en la literatura hebrea, Lilith fue la primera esposa de Adán. Dios creó a Adán
y supo que no era bueno que estuviera solo; con el mismo barro que a Adán creó entonces
a la mujer, para que lo acompañara, y le puso por nombre Lilith, "aliento".Lilith no obedeció
la orden de sumisión que le impusieron; pensaba que era igual a su marido, que tenía los
mismo derechos que él porque habían sido creados con el mismo barro, no se sentía
inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que
Adán, de la vida y de todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo. Ella
debía aceptar la imposición de amarlo mirándolo siempre desde abajo. Sin embargo, Lilith
se resistía a reconocer como superior al hombre. Decidió abandonar el Paraíso, antes que
someterse y renunciar a sí misma. Lilith osó pensar que tenía derecho sobre su voz,
derecho a la palabra, derecho a nombrar, derecho al logos. Lilith osó pensar que podía
decidir sobre su propio cuerpo, sobre su placer, sobre su sexualidad. Lilith osó pensar que
tenía los mismos derechos que Adán, los mismos derechos que los hombres. De este modo,
liberó al mundo de los límites de la imaginación y del conocimiento, poniendo en escena el
lado oscuro de la Creación. El castigo divino fue la casi completa desaparición de Lilith de la
historia. Dios quiso borrar a Lilith. Así, la primera mujer es, al mismo tiempo, la primera
"desaparecida" de la historia: su nombre fue borrado de la Biblia, solo se la nombra una vez
-Isaías 34:14-, aunque esta mención no resulta clara en todas las traducciones al español;
su cuerpo fue borrado del relato. Desde entonces, las diversas tradiciones la han asociado
con la "cara oculta" del ser, aquel que nos vincula al sexo, a la sangre, a la oscuridad, a la
muerte. Lilith, copulando con el Ángel caído; Lilith con forma de serpiente tentando a Eva
con el fruto prohibido (porque cuando Dios vio que haber hecho a la mujer con el mismo
barro que al hombre había causado tantos problemas, decidió realizar un nuevo intento,
pero, esta vez, borró cualquier pretensión de independencia, creando a la segunda esposa
de una costilla de Adán); Lilith como vampiro, como súcubo, provocando sueños eróticos en
todos aquellos que duermen solos, Lilith "madre de demonios", Lilith inculcando deseos de
autonomía. Lilith que quisieran silenciada; Lilith que quisieran desaparecida. Lilith dueña de
su cuerpo y de su lengua, del placer y la palabra.
Las variaciones del mito llevan a Lilith a convertirse en seductora de los propios hijos de
Adán y Eva (abordando a Caín con palabras de consuelo y reposo tras la muerte de Abel), o
a asimilarla con la serpiente del Paraíso. Otra tradición afirma que Samael, luego Satán, el
ángel caído, se convierte en pareja de Lilith, e incluso que juntos seducen a Eva para que
engendre a Caín.
Lilith fue la primera mujer que reclamó su igualdad con el hombre.

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