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GUTIERREZ ET. AL.

/ ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 45

MEMORIA OPERATIVA Y COMPRENSIÓN LECTORA: ALGUNAS


CUESTIONES BÁSICAS

WORKING MEMORY AND READING COMPREHENSION: SOME


BASIC QUESTIONS

FRANCISCO GUTIÉRREZ*, JUAN A. GARCÍA MADRUGA*, ROSA ELOSÚA*,


JUAN LUIS LUQUE**, MILAGROS GÁRATE***

*Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, **Universidad de Málaga,


***Universidad de Cantabria

Recibido 09-09-01 Aceptado 03-11-01

Resumen Abstract
En este trabajo revisamos algunas de las In this paper, some of the main theoretical
principales cuestiones teóricas que se han plan- issues of the “working memory” construct and
teado en torno al constructo de «memoria ope- its role in cognition are reviewed. We focus on
rativa» (MO) y a su reconocido papel en la cog- the research on reading comprehension abili-
nición. En este sentido, nos centramos particu- ties, in which working memory (WM) has been
larmente en la investigación sobre las habilida- studied as a possible source of individual diffe-
des de comprensión lectora, donde la MO se vie- rences. Particularly, we will refer to three points
ne estudiado como posible fuente de diferencias of special interest: the existence of developmen-
individuales. Concretamente, nos referimos a tal differences in the WM and its influence on
tres puntos de especial interés: la existencia de reading comprehension differences; the impor-
diferencias evolutivas en la MO y su influencia tance of the double-sided working memory
en las diferencias en comprensión lectora; la function of processing and storage and its role
importancia de la doble función de procesa- in comprehension abilities; and finally, the issue
miento y almacenamiento que usualmente se le of the specificity versus generality of WM invol-
atribuye y su papel en las habilidades de com- ved in comprehension. As far as these matters
prensión; y, finalmente, la especificidad o gene- are concerned, we have analyzed the empirical
ralidad de la MO implicada en la comprensión. evidence available, making a special remark on
En relación con estas cuestiones, repasamos la the results obtained in our developmental stu-
evidencia empírica disponible, haciendo espe- dies, in which we use several comprehension
cial referencia a los resultados obtenidos en and working memory measures.
nuestros estudios evolutivos, en los que utiliza-
mos diversas medidas de comprensión y memo-
ria operativa.

Palabras clave: memoria operativa, com- Key Words: working memory, reading
prensión lectora, desarrollo cognitivo. comprehension, cognitive development.
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Introducción complejos que involucran la actuación de múl-


tiples componentes y que enfatizan su papel
La noción de «memoria operativa» (en ade- activo y funcional en torno al procesamiento de
lante, MO) tiene ya una larga historia en la que, la información relevante para tareas y metas
si bien teóricamente se ha ido elaborando de específicas. A este respecto, no ha de olvidarse
muy distintos modos, siempre se le ha reconoci- la influencia del clásico trabajo de Craik y Loc-
do un papel central en el funcionamiento cogni- kart (1972) reivindicando el papel de los «nive-
tivo humano (véase Logie, 1996, para una deta- les de procesamiento» en el recuerdo, frente a
llada revisión histórica del constructo). La tra- una tradición centrada en los aspectos estruc-
dicional referencia a un simple espacio de turales del sistema; pero en esta línea, sin duda
«almacenamiento a corto plazo» –en contrapo- hay que destacar el trabajo pionero de Badde-
sición a la memoria de carácter más permanen- ley y Hitch (1974), en el que ofrecen un primer
te o «a largo plazo»–, fue progresivamente susti- modelo de MO entendida y analizada ya explí-
tuyéndose por la idea de un mecanismo más citamente en términos funcionales: se concibe
«activo», una «memoria de trabajo» (working como un sistema encargado de mantener y
memory) que se encargaría del control y el manipular la información que se va necesitan-
almacenamiento temporal de la información do en la realización de tareas cognitivas com-
mientras está siendo procesada en el contexto plejas, tales como el aprendizaje, el razona-
de cualquier tarea cognitiva (Atkinson y Shif- miento o la comprensión. En otras palabras, la
frin, 1968, 1971). Posteriormente, esta concep- idea de un dispositivo simple de almacena-
ción genérica de la MO se elaboraría según dis- miento a corto plazo, se sustituye por la noción
tintas tradiciones y objetivos; por ejemplo, cabe de un sistema complejo –compuesto por diver-
mencionar las propuestas que se hicieron en el sos subsistemas– y de carácter multifuncional:
marco de la amplia investigación llevada a cabo no sólo atiende las demandas de almacena-
sobre las formas en que se representa el conoci- miento sino que también interviene de manera
miento en la memoria y que, en el incipiente fundamental en el control y el procesamiento
desarrollo de la Psicología Cognitiva –en los activos de la información (Baddeley, 1986).
años 70 y 80 del pasado siglo–, tomaron dos A partir de este tipo de concepción, la MO se
derroteros principales: el de los «sistemas de ha convertido en un componente central en la
producción» (Newell y Simon, 1972; Newell, mayoría de los modelos sobre el funcionamien-
1973; Rumelhart y Norman, 1983) y el de las to cognitivo, tanto en relación con las habilida-
«redes semánticas» o «asociativas» (Quillian, des de pensamiento en general como en referen-
1968; Collins and Loftus, 1975; Anderson, 1983; cia a tareas específicas. Sin embargo, pese este
Anderson y Bower, 1973; Lindsay y Norman, claro consenso sobre su importancia en la cog-
1972). Aquí, sin embargo, nos interesa más otra nición, también es preciso destacar el gran
de las tradiciones de mayor influencia en torno desacuerdo reinante en cuanto a la mejor mane-
al papel de la MO en la cognición que, si bien no ra de conceptualizarlo (véase p. ej., Richardson,
está desligada de la anterior, se ha centrado de 1996, para una revisión de los principales pun-
manera más específica en los mecanismos pro- tos de vista). A este respecto, quizá el supuesto
pios de la MO como tal y en relación con un que ha encontrado mayor aceptación es el que
objetivo característico: el estudio del origen de define la MO como un sistema con capacidad
las diferencias individuales en tareas cognitivas limitada que debe, por tanto, distribuir sus
complejas, tales como el razonamiento o la lec- recursos para la doble función –de procesa-
tura (en Richarsdon, Engle, Hasher, Logie, miento y de almacenamiento– que se le atribuye
Stoltfus y Zacks, 1996, puede verse una amplia y que debe realizar de manera simultánea. De
revisión a cargo de los principales teóricos del hecho, ha sido justamente en relación con esta
área). supuesta limitación en los recursos disponibles
En este marco, la concepción genérica de la y la consecuente necesidad de compartirlos y
MO, entendida como un mecanismo unitario gestionarlos adecuadamente, como la MO se ha
de almacenamiento temporal, se iría abando- venido estudiando como posible factor determi-
nando al incorporarse dentro de modelos más nante de las diferencias individuales en las prin-
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cipales habilidades cognitivas. Pero quizá haya acuerdo sobre la naturaleza –general o específi-
sido en el campo de la comprensión del discurso ca– de este sistema y tampoco se ha dado aún
donde este papel se ha puesto de manifiesto de una respuesta concluyente a las múltiples cues-
forma más clara (Daneman y Carpenter, 1980; tiones que se plantean en torno a su origen y
Cantor y Engle, 1993; Ehrlich, Brébión y Tar- desarrollo evolutivo. En este contexto, el pre-
dieu, 1994; Engle, Cantor y Carullo, 1992; Just y sente trabajo pretende abordar algunos de los
Carpenter, 1992). aspectos que entendemos más destacables en
torno a los problemas señalados; en concreto,
La comprensión, como enseguida veremos, nos referiremos a tres puntos que parecen cen-
supone la construcción de una representación trales: la existencia de diferencias evolutivas
del significado global del discurso, lo que pare- –tanto cuantitativas como cualitativas– en el
ce depender de un proceso relativamente com- funcionamiento de la MO y su influencia en las
plejo y de carácter interactivo, en el que el indi- diferencias encontradas en la comprensión lec-
viduo pone en juego distintos tipos de conoci- tora; la importancia de la doble función de pro-
mientos. En consecuencia, se ha interpretado cesamiento y almacenamiento –como compo-
como un proceso cognitivamente demandante nentes distintos aunque estrechamente relacio-
que, presumiblemente, debe comprometer los nados– atribuida a la MO y, en relación con
limitados recursos de almacenamiento y de pro- ello, la cuestión relativa a la fuente de sus limi-
cesamiento de la MO. Bajo esta idea de base, no taciones: capacidad o eficiencia de los proce-
es extraño que las teorías sobre la comprensión sos–; y finalmente, la especificidad o generalidad
del discurso hayan apelado invariablemente a la de la memoria operativa implicada en la com-
MO para dar cuenta de las implicaciones de la prensión del lenguaje. En relación con estos
memoria en el procesamiento del lenguaje. Así, aspectos, iremos presentando la evidencia
Just y Carpenter (1987), la conciben como un empírica disponible, haciendo especial referen-
espacio donde se depositan los resultados del cia a los resultados obtenidos en nuestros pro-
procesamiento, mientras que van Dijk y Kintsch pios estudios evolutivos (véase, García Madru-
(1983) la incorporan en su modelo de procesa- ga, Gárate, Elosúa, Luque y Gutiérrez, 1997;
miento estratégico del discurso. Baddeley, por García Madruga, Elosúa, Gutiérrez, Luque y
su parte, otorga un papel fundamental a la Gárate, 1999), en el los que analizamos, –para
memoria operativa en la cognición humana y, dos diferentes niveles escolares (7.º EGB y 2.º
en particular, en la comprensión del lenguaje BUP)–, la ejecución de los sujetos en diversas
oral y escrito, resaltando su presencia en los tareas de memoria operativa, comprensión y
componentes fonológicos de la comprensión recuerdo. En concreto, utilizamos tres tareas de
(véase Gathercole, 1999; Gathercole y Baddeley, MO –con diferentes cargas en los componentes
1993; Ribaupierre y Hitch, 1994). Incluso desde de almacenamiento y procesamiento–, una
la teoría de las «Gramáticas de los Cuentos» tarea de comprensión e inferencia –en la que se
(Story Grammars), autores como Stein y Glenn tuvieron en cuenta los tiempos de lectura y las
(1982), Stein y Nezworsky (1978) y Mandler latencias de respuesta–, dos tareas de construc-
(1978), interpretan el rendimiento de los niños ción de la macroestructura –que implicaban la
en la comprensión de cuentos en referencia a aplicación de diversas macrorreglas– y una
las funciones de la MO. En todos estos casos se tarea de recuerdo libre (véase en el Cuadro 1
sugiere que la comprensión exige un espacio una breve descripción de estas tareas, que ayu-
común de trabajo –es decir, una MO– donde se dará a comprender algunos de los resultados
vayan depositando los resultados parciales y que comentaremos en los puntos que siguen.
totales del procesamiento, y donde se coordinen Para una descripción precisa de todas ellas –en
las restricciones simultáneas que los diferentes cuanto a su contenido, y procedimiento y crite-
procesos imponen a la información compartida. rios de puntuación– el lector interesado puede
consultar Elosúa, Gutiérrez, García Madruga,
Pese a esta generalizada aceptación de la
Luque y Gárate, 1996; Elosúa, García Madruga,
importancia de la MO en la comprensión, aun
Gutiérrez, Luque y Gárate, 1997; García
no se han clarificado las complejas relaciones
Madruga y cols., 1997).
que se les atribuyen; todavía no existe gran
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Desarrollo cognitivo y MO: cido una creciente aceptación de la utilidad de


capacidad o eficiencia en los procesos este tipo de propuesta que combina distintos
componentes especializados en el manejo de
Como hemos señalado, el modelo de MO ini- información de naturaleza específica con un
cialmente propuesto por Baddeley y Hitch control ejecutivo central y en el que se destaca
(1974) constituye un primer intento por elabo- su capacidad limitada como principal fuente de
rar teóricamente la idea original de Atkinson y restricciones en la ejecución (Miyake y Shah,
Shiffrin (1968) sobre el papel activo de la 1999). De hecho, desde la perspectiva evolutiva,
memoria a corto plazo (MCP) en el funciona- la idea de una limitación atencional y de memo-
miento cognitivo general. El objetivo era poder ria en el sistema de procesamiento es antigua,
integrar de una manera más consistente los dis- habiéndose considerado por diversos teóricos
tintos resultados experimentales que se habían como un factor mediador importante en el
obtenido hasta el momento –p. ej., en relación desarrollo de otras funciones cognitivas. Así,
con los distintos déficits observados en la nociones aparentemente diversas como la
memoria a corto y a largo plazo (véase Vallar y «amplitud atencional» de Baldwin (1894), el
Shallice, 1990)–, aunando las diferentes funcio- «campo de centración» de Piaget (1926) o el
nes que se habían atribuido a la MCP. Así, según «espacio mental» de Pascual-Leone (1970), se
esta propuesta, desarrollada en trabajos poste- refieren, sin embargo, a un mismo tipo de cons-
riores (véase Baddeley, 1986, 1992; Baddeley y tructo: una capacidad limitada de carácter
Hitch, 2000), la MO comprendería al menos un estructural, determinada en mayor o menor
sistema tripartito, con un «lazo fonológico» medida por factores biológicos y que, consi-
(phonological loop), un «registro viso-espacial» guientemente, crecería con la edad a medida
(visuo-spatial sketchpad) y un «ejecutivo cen- que madura el cerebro de los niños, permitién-
tral» (central executive). Los dos primeros sub- doles el afrontamiento de tareas cada vez más
sistemas serían «subsidiarios» o «esclavos» (sla- demandantes (Engle, Cantor y Carullo, 1992).
ve sistems) y estarían especializados en el man- Este tipo de planteamiento ha tenido sin
tenimiento y manejo de la información verbal y duda una gran influencia en la psicología del
viso-espacial respectivamente; mientras que el desarrollo, si bien cobraría un especial relieve a
ejecutivo central sería el subsistema encargado partir de las propuestas del neo-piagetiano Rob-
de controlar y coordinar el funcionamiento de bie Case (1974, 1985; Case, Kurland y Goldberg,
los dos anteriores (véase Figura 1) a través de 1982) en las que esa formulación inicial se mati-
una capacidad atencional de amplitud limitada. za y se elabora de una manera novedosa. Según
este autor, lo que aumenta con la edad no es la
Aunque los detalles de este modelo no se capacidad «total» de almacenamiento –que per-
admiten de forma generalizada, sí se ha produ- manecería relativamente constante desde la
infancia– sino la eficacia con que el sujeto es
capaz de realizar las operaciones específicas
implicadas en la realización de las tareas; lo que
se traduciría en una creciente liberación de
recursos que podrían, por tanto, ser dedicados a
las funciones de almacenamiento. Desde esta
interpretación, el desarrollo que muestran los
niños en la amplitud de memoria a corto-plazo
sería sólo aparente, ya que es la manera en que
se refleja el creciente espacio residual disponi-
ble para el almacenamiento ante el decreciente
consumo de las operaciones requeridas en la
tarea; en otras palabras, el aumento en la capa-
cidad de la MO sería sólo la manifestación de
Figura 1. Una representación simplificada esta transacción o relación de intercambio (tra-
del modelo de MO de Baddeley y Hitch (1974) de-off) entre las funciones de almacenamiento y
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procesamiento. Este nuevo planteamiento ha las operaciones en diferentes modalidades (sea


encontrado apoyo en otros estudios (véase p. ej., la verbal sea la visual) tienen diferentes propie-
Brown, Bransford, Ferrara y Campione, 1983; dades, su marco teórico permaneció centrado
Carey, 1985; Klahr, 1980; Morris, Craik y Gick, en la dinámica de ese procesador central y no
1990; Zachs y Hasher, 1988) en los que se pone hizo referencia directa a los subsistemas especí-
de manifiesto que la diferencia fundamental ficos. Así, tal y como sugieren Hitch y Towse
entre niños y adultos estriba en que éstos senci- (1995), el modelo de Case puede considerarse
llamente realizan las tareas de forma más eficaz simplemente como una versión más general del
y estratégica, sin que haya que postular grandes modelo de Baddeley. Ciertamente, en ambos
diferencias en sus capacidades generales de casos el factor crucial del desarrollo es el incre-
almacenamiento. En la medida en que la tarea mento de la eficacia en los procesos de control y
requiera la utilización de procesos de mayor sus favorables consecuencias para el almacena-
complejidad, que exigen una actuación más miento; de manera que, en última instancia,
estratégica por parte del sujeto, habrá más dife- ambos describen un mismo proceso de desarro-
rencias con la edad. En otras palabras, los cam- llo cognitivo de carácter eminentemente funcio-
bios en la memoria operativa serían de carácter nal, aunque con un lenguaje distinto y concep-
funcional –más que estructural– en relación con tos de diferente nivel de concreción.
los procesos implicados en las tareas y sólo con-
Lo cierto, en todo caso, es que ese énfasis en
sistirían en un progresivo aumento de la efica-
lo funcional y en la relación de competencia
cia en el uso de unos recursos limitados, pero
–entre el almacenamiento y el procesamiento–
relativamente constantes.
por el uso de unos recursos limitados, ha sido
En realidad, este tipo de relación simple reconocida y aceptada por diversos teóricos
entre almacenamiento y procesamiento estaba (véase p. ej., Engle, Cantor y Carullo, 1992; Just
ya en la base del primer modelo de Baddeley y y Carpenter, 1992); y desde el punto de vista
Hitch (1974). Ciertamente, el «ejecutivo cen- evolutivo, se ha afianzado la idea de que las
tral» fue definido inicialmente por estos autores diferencias tienen que ver con la creciente habi-
como un espacio computacional flexible de lidad para retener información mientras simul-
capacidad limitada, cuya actuación implicaba táneamente se llevan a cabo las operaciones de
el procesamiento de la información de entrada y procesamiento necesarias (Salthouse, 1996;
el almacenamiento de sus resultados. Conse- Salthouse y Babcock, 1991; Siegel, 1994, Swan-
cuentemente, ya se asumía que cuantos más son, 1996, 1999; Verhaeghen y Salthouse, 1997).
recursos fueran dedicados al procesamiento, Sin embargo, la forma en que estas ideas se han
menos capacidad quedaría disponible para el incorporado a los modelos ha sido muy distinta,
almacenamiento. Como ya vimos, sin embargo, especialmente en relación con el aspecto que se
los desarrollos posteriores adoptaron una inter- reconoce como origen o fuente de las restriccio-
pretación más compleja que incluía la interven- nes en la MO. En este sentido, pueden recono-
ción de otros dos sistemas subsidiarios –fonoló- cerse en la literatura dos principales líneas teó-
gico y viso-espacial– (Baddeley, 1986, 1990) a ricas: la que, en la línea de la propuesta de Case,
los que, además, recientemente se ha añadido enfatiza las demandas de procesamiento ligadas
un tercero: el «reten episódico» (episodic buffer; a actividades específicas –es decir, la eficiencia
Baddeley, en prensa; cit. en Baddeley y Hitch, en el procesamiento se interpreta como la princi-
2000). Teniendo esto en cuenta, el modelo de pal fuente de las restricciones y de diferencias–;
Case sí contrasta claramente con el de Baddeley y las que, por el contrario, ponen el acento en
(un sistema con diversos componentes) en una capacidad general que, como el «ejecutivo
cuanto que enfatiza una visión unitaria de los central» de Baddeley, se encargaría del control
recursos de la memoria operativa. Y es que, atencional; en este caso, se enfatiza el papel de
aunque posiblemente el «ejecutivo central» pue- la atención selectiva –más que la eficacia en el
de considerarse similar a la noción de «espacio procesamiento por sí misma– como fuente de
total de procesamiento», no resulta idéntico, las restricciones en la ejecución (véase Cantor y
dado que funciona asistido por los otros dos Engle, 1993; Engle, 1996; Engle, Kane y Tuhols-
subsistemas. Aunque Case (1985) reconoció que ki, 1999; Swanson, 1999). Consecuentemente,
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en la primera línea se ha tendido a defender un la idea de que se trata de planteamientos com-


desarrollo de la MO ligado a la experiencia en patibles y complementarios en cuanto al tipo de
dominios específicos, mientras que en la segun- datos que explican (véase el volumen monográ-
da se apela más bien al desarrollo de una capa- fico dedicado a este asunto en el Journal of
cidad única de carácter general; lo que, como lue- Experimental Child Psychology, n.º 77, 2000). En
go veremos, ha configurado el principal debate concreto, Kemps, De Rammelaere y Desmet
dentro del área. (2000), muestran en su estudio que la teoría de
Pascual-Leone explica las diferencias evolutivas
En este contexto, es obligado volver a men- encontradas –supuestamente ligados a los
cionar la primera propuesta neo-piagetiana de aspectos centrales de la MO–, mientras que el
Pascual-Leone (1970, 1987) que, si bien se basa modelo de Baddeley da mejor cuenta de los
–como la de Case– en la evolución de una capa- resultados obtenidos en torno al manejo de
cidad central de procesamiento, no apela a nin- información específica –supuestamente ligados
gún desarrollo de carácter funcional. Este autor a la actuación de los subsistemas subsidiarios:
ha seguido defendiendo la existencia de cam- fonológico y viso-espacial– (véase también
bios estructurales de base madurativa, que Ribaupierre y Bailleux, 2000). Curiosamente, y
supondrían el desarrollo –hasta la adolescen- pese a la evidencia empírica aportada, ninguno
cia– de lo que denomina el «espacio mental» y de ambos autores reconoce que una síntesis teó-
que se traduciría en un progresivo aumento de rica como la propuesta por Kemps y cols. sea
la capacidad atencional del sujeto. Este tipo de posible, defendiendo de nuevo la idoneidad de
planteamiento de carácter estructural ha encon- sus respectivos modelos para explicar uno y
trado apoyo empírico en los trabajos de Kail otro tipo de datos (véase Baddeley y Hitch,
(1986, 1992, 1993, 1995; Kail y Park, 1994; Kail 2000; Pascual-Leone, 2000).
y Salthouse, 1994), en los que se observa que la
velocidad con que se realizan diversos procesos En cualquier caso, sean cuales fueren los
cognitivos –como la articulación y codificación aspectos implicados, lo que sí parece claro es
de palabras– crece a medida que la edad aumen- que la MO se desarrolla con la edad. Es particu-
ta –especialmente entre los 8 y 12 años de larmente ilustrativo a este respecto el amplio
edad–, repercutiendo favorablemente en otros estudio longitudinal llevado a cabo por Siegel
procesos de orden superior, como la retención o (1994) con una amplia muestra –desde los 6
la comprensión. Según sugiere el autor, este años hasta la edad adulta– y utilizando distintos
tipo de resultados podrían explicarse probable- tipos de tareas: de memoria a corto plazo, de
mente como consecuencia del desarrollo de memoria operativa –la amplitud de escucha–,
algún dispositivo central de procesamiento de de reconocimiento de palabras y de compren-
naturaleza inespecífica. Sin embargo, realmen- sión lectora. Los resultados obtenidos sugieren
te no está claro qué mecanismos subyacen a la un crecimiento gradual en el desarrollo de la
posible influencia de la velocidad de procesa- MO desde los 6 a los 19 años de edad y una dis-
miento, la cual no sólo se ha relacionado con la minución también gradual a partir del final de
memoria operativa sino también con otros la adolescencia, y con una mayor caída a partir
constructos como de la «inteligencia fluida» de los 65 o 70 años. En esta línea, son varios los
(Fry y Hale, 1996, 2000). Así pues, aunque la autores que siguen apelando a limitaciones de
importancia de esta variable en el desarrollo capacidad general –y no de procesamiento espe-
cognitivo parece claramente contrastada, la evi- cífico– como fuente de las restricciones en la
dencia empírica ofrecida tampoco constituye ejecución, y como factor responsable de las
un indicio concluyente de una capacidad cen- diferencias evolutivas, particularmente entre
tral de carácter estructural ligada a factores ancianos y adultos (Foos y Wright, 1992; Salt-
madurativos, en la línea de la propuesta de Pas- house, 1990, 1996; Swanson, 1999). En este sen-
cual-Leone (Henry y Millar, 1991). tido, se ha destacado, por ejemplo, que a dife-
rencia de lo que ocurre con las tareas clásicas de
Recientemente, sin embargo, se ha produci- MCP, cuando se utilizan tareas más complejas
do un intento explícito por aunar teóricamente de MO, se encuentran también diferencias sig-
los modelos de Baddeley y Pascual-Leone, bajo nificativas entre grupos de jóvenes universita-
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Tareas de memoria a corto plazo y memoria operativa

– Tarea de amplitud de palabras: prueba clásica de memoria inmediata con palabras. El sujeto tiene
que leer en voz alta una serie de palabras para recordarlas posteriormente en orden. Se aplicaron sie-
te niveles (series de 2 a 8 palabras), con tres ensayos por nivel.
– Tarea de amplitud lectora (Daneman y Carpenter 1980; versión propia en castellano). El sujeto tiene
que leer en voz alta una serie de frases y recordar finalmente la última palabra de cada frase. La tarea
constaba de 60 frases no relacionadas, de una longitud de 12 a 14 palabras, siendo la última palabra
de dos o tres sílabas. Las frases se agrupadas en 5 niveles (de 2, 3, 4, 5, y 6 frases), también con tres
series por nivel.
– Tarea de amplitud operativa de dígitos (Yuill, Oakhill y Parkin, 1989; versión adaptada). Esta tarea
es similar a la de amplitud lectora con la diferencia de que se trata de series de dígitos en lugar de fra-
ses. El sujeto tiene que leer grupos de tres dígitos presentados en series crecientes y al final de cada
serie se le pide recordar en orden el último número de cada grupo. Se aplicaron cuatro niveles (de 2,
3, 4 y 5 grupos), con 8 ensayos por cada nivel.
– Tarea de comprensión e inferencia
Cada elemento consistía en un conjunto de tres frases que describían un escenario en el que había
unos personajes y se producían unos acontecimientos. En la tercera frase (frase «diana») se hacía
una referencia pronominal a un elemento que, o bien aparecía explícitamente, o bien estaba implícito
en las frases anteriores. Los lectores tenían que construir un único modelo mental para integrar el sig-
nificado de las tres frases. Tras la presentación de las mismas se les pedía que respondieran cuál era
ese elemento en una tarea de evaluación. Ejemplo:
1.a. Condición explícita: Aquella mañana de domingo, Julia tenía aceite calentándose para hacer chu-
rros, mientras esperaba impaciente la llegada de su hijo.
1.b. Condición implícita: Aquella mañana de domingo, Julia estaba friendo churros mientras esperaba
impaciente la llegada de su hijo.
2. Por la radio anunciaron que en el aeropuerto se había producido un terrible accidente al tratar de
aterrizar un avión
3. Sobresaltada por la alarmante noticia hizo un movimiento brusco derramándolo todo y quemándose.
¿CON QUÉ SE QUEMÓ JULIA?
1. con el fuego
2. con la sartén
3. con el aceite

Tareas de comprensión y recuerdo


– Tarea de construcción de la macroestructura: Consistió en dos subtareas, aunque en ambos casos
la respuesta implicaba la aplicación de las macroestrategias de selección y generalización. En la pri-
mera subtarea, los sujetos tenían que identificar la idea principal en cuatro textos breves de entre 5 y 7
líneas. Tres de estos textos incluían explícitamente la idea principal en diferentes posiciones: al princi-
pio, en el medio o al final del texto. Los sujetos, por lo tanto, tenían que aplicar una simple macrorregla
de selección-omisión para identificar la idea principal. El cuarto texto requería que los sujetos genera-
lizasen la idea principal. La segunda subtarea consistió en un resumen que los sujetos tenían que
hacer de un texto más largo, de unas 15 líneas aproximadamente. Para llevar a cabo esta tarea los
sujetos tenían que aplicar una macrorregla de selección y dos macrorreglas de generalización.

– Tarea de Recuerdo: Esta tarea consistió en la lectura de un texto largo, el texto clásico de «Los inicios
del ferrocarril en América» utilizado ya por Bonnie Meyer (1984), y una prueba clásica de recuerdo
libre. El texto tenía una estructura retórica de «Comparación-Contraste» y contenía 434 palabras, con
10 niveles jerárquicos.

Cuadro 1. Tareas utilizadas en el estudio


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rios y ancianos (Craik, 1977; Wright, 1981; mayor edad (2.º de BUP), obtuvieron puntuacio-
Wingfield, Stine, Lahar y Aberdeen, 1988; nes más altas que los más jóvenes (7.º de EGB),
Morris, Craik y Gick, 1990; Morris, Gick y lo que podría explicarse simplemente por la
Craik, 1988; Craik, Morris y Gick, 1990; Salt- mayor capacidad de la MO de los mayores.
house, 1990). No obstante, también cabe la Curiosamente, sin embargo, las diferencias sólo
posibilidad de que ambos componentes –de fueron significativas en la prueba de amplitud
almacenamiento y de procesamiento– no cam- de palabras y en la de memoria operativa de
bien de una manera fija a lo largo del desarrollo dígitos que, supuestamente, demandan menos
evolutivo de la MO. En esta dirección apuntan recursos de procesamiento que la prueba de
resultados como los obtenidos por Towse y amplitud lectora (véase Figura 2). Este resulta-
Hitch (1995), quienes sugieren la posibilidad de do, por tanto, quizá podría interpretarse mejor
que con el desarrollo evolutivo las tareas verba- en términos de la propuesta de Case, es decir,
les complejas se hagan menos dependientes del como consecuencia no tanto de una mayor
«lazo articulatorio» y más de la capacidad de capacidad como de una mayor eficacia por par-
compartir recursos en el ejecutivo central (véase te de los sujetos mayores: lógicamente, cabe
también Gathercole y Baddeley, 1993). Más pensar que la eficacia funcional en la MO sólo
recientemente, Towse, Hitch y Hutton (1998), puede manifestarse, en cada momento evoluti-
han puesto en cuestión directamente la idea de vo, hasta un determinado nivel de complejidad
que el principal factor subyacente al desarrollo o exigencia de las tareas, por encima del cual se
de la MO sea la creciente eficacia en las activi- sobrepasan los recursos del sujeto. Por tanto, es
dades de procesamiento, aportando datos que probable que la prueba de amplitud lectora, por
sugieren mayor implicación de otros aspectos, su mayor complejidad, suponga una carga exce-
como la función de «desvanecimiento» o la for- siva en ambos niveles de edad, de manera que
ma en que se alterna o se cambia la atención no se muestra muy sensible a unas diferencias
entre tareas. evolutivas que de hecho existen y que las otras
tareas, menos exigentes, sí ponen de manifiesto.
Así, pues, por el momento la evidencia dis-
ponible no permite aclarar si existen diferencias Así pues, y aunque por supuesto este tipo de
evolutivas solamente en la eficacia funcional o hipótesis debería estudiarse con otros grupo de
si también se da un crecimiento estructural en edad superior, nuestros datos son consistentes
la capacidad; algo que se relaciona directamen- con el planteamiento de Case o, al menos, con la
te con la otra cuestión fundamental que ya idea de un funcionamiento combinado e inte-
hemos mencionado y que luego consideraremos ractivo entre el procesamiento y el almacena-
con mayor detalle: la de si esas diferencias evo-
lutivas reflejan un desarrollo de la MO ligado a
dominios específicos –o incluso tareas concre-
tas–, o reflejan más bien el desarrollo de una
capacidad más central y de carácter general.
Consecuentemente, el debate permanece abier-
to en ambos frentes (véase Elosúa y cols., 1997;
Kail, 1990; Schneider y Pressley, 1989; Hitch y
Towse, 1995; Gathercole, 1999; Swanson, 1999;
véase Engle, 1996 para una revisión).

En todo caso, el tipo de datos evolutivos alu-


didos concuerdan ampliamente con los obteni-
dos en nuestro propio trabajo, realizado con
niños mayores y adolescentes y utilizando
diversas medidas de memoria operativa (véase
Gutiérrez, Elosúa, Luque, Gárate y García
Figura 2. Medias en la medidas de memoria
Madruga, 1994; Elosúa y cols., 1996, 1997). En
(amplitud de palabras, memoria operativa
todas ellas (véase Cuadro 1), los sujetos de
de dígitos y amplitud lectora)
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 53

miento, que implica una transacción (trade-off) un primer nivel microestructural o «texto base»,
en el uso de los recursos. En realidad, como ya en el que se representa directamente toda la
hemos comentado, este énfasis en el aspecto información contenida texto y que implica el
funcional de la MO ha estado presente desde la logro de la coherencia a nivel local; y un segun-
primera formulación de Baddeley y Hitch do nivel macroestructural, que representa ya el
(1974), quienes ya postularon este tipo de rela- significado global del texto. Asimismo se asume
ción simple entre almacenamiento y procesa- que esta macroestructura se construye estraté-
miento; y, de hecho, está en el origen de la pro- gicamente, aplicando ciertas macrorreglas
pia definición del constructo: fue la atribución (selección, generalización y construcción), a las
de funciones de procesamiento, además de las proposiciones microestructurales bajo el con-
de almacenamiento, lo que permitió la conside- trol de un esquema en el que interviene el cono-
ración de la MCP como una memoria «en fun- cimiento del lector y sus objetivos. Así, las
cionamiento» u «operativa». Así, no es de extra- macrorreglas pueden considerarse, simplemen-
ñar que la principal evidencia experimental en te, como procesos de inferencia que, sobre la
torno a su papel en la cognición, se haya obteni- base del conocimiento previo del lector en rela-
do a partir del conocido paradigma de la doble- ción con los contenidos de referencia, le permi-
tarea, en el que, como su nombre indica, se ten reducir y representar globalmente la infor-
requiere del sujeto que mantenga cierta infor- mación proporcionada por el texto (Kintsch,
mación mientras realiza simultáneamente otra 1994).
tarea que implique un procesamiento activo
Se supone que la aplicación de estas macro-
(por ejemplo, una tarea de razonamiento, de
rreglas tiene diferente nivel de dificultad, lo que
aprendizaje o de comprensión); lo que también
guardaría relación con el incremento en la com-
explica que haya sido este mismo tipo de plante-
plejidad de las operaciones cognitivas implica-
amiento –más funcional– e incluso este paradig-
das y con la aplicación del conocimiento base
ma experimental, los que se hayan empleado al
(Guindon y Kintsch, 1984). En este sentido,
investigar la indudable y estrecha relación exis-
algunos autores han mostrado la existencia de
tente entre la MO y la comprensión, particular-
diferencias evolutivas en la habilidad de los
mente en la amplia investigación desarrollada a
sujetos para usar las distintas macrorreglas.
partir del trabajo pionero de Daneman y Car-
Brown y Day (1983), por ejemplo, mostraron
penter (1980, 1983). Antes de ello, sin embargo,
que mientras que ya a los 11 años los niños eran
conviene presentar –siquiera brevemente– el
capaces de usar eficazmente la macrorregla de
marco teórico de referencia en torno a las habi-
selección, las otras les resultaban claramente
lidades de comprensión.
más difíciles, mostrando un mejor uso de las
mismas conforme aumentaba la edad. Segun
Brown y Day las macrorreglas difieren en el
Los procesos de comprensión lectora modo en que son utilizadas porque demandan
diferentes grados de manipulación de los conte-
En la tradición teórica originada por la pro- nidos del texto. De ahí que los lectores más jóve-
puesta inicial de Kintsch y Van Dijk (1978; Van nes e inexpertos manifiesten en sus resúmenes
Dijk y Kintsch, 1983), se acepta comúnmente una clara tendencia a utilizar la estrategia más
que la comprensión lectora supone por parte superficial de selección (también llamada
del lector la construcción de distintos niveles de «suprimir y copiar»), se traduce simplemente
representación del significado del texto. En con- en la copia literal de ciertas partes del texto
creto, se asume que usualmente el lector cons- (Brown, Day y Jones, 1983).
truye un modelo referencial o situacional que da
cuenta del significado global del texto (Johnson- Estos resultados también son paralelos a los
Laird, 1983; Just y Carpenter, 1987; Van Dijk y obtenidos en nuestro propio estudio, en el que
Kintsch 1983; véase también García Madruga y las diferencias evolutivas fueron significativas
cols., 1999; García Madruga, Martín Cordero, para todas las medidas: comprensión e inferen-
Luque y Santamaría, 1995), junto con una repre- cia, construcción de la macroestructura, y com-
sentación semántica que incluiría dos niveles: prensión y memoria de textos (véanse las Figuras
54 GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68

Figura 5. Medias en las pruebas de «construcción


Figura 3. Medidas temporales en la prueba de com- de la macroestructura» y «recuerdo».
prensión e inferencia (condición implícita).

la aplicación de la macrorregla de generaliza-


ción supone mayores exigencias cognitivas que
la simple macroestrategia de selección (véase
Figura 4). Este resultado no sólo coincide con
los planteamientos de Guindon y Kintsch
(1984) y Brown y Day (1983), a los que hemos
hecho referencia, sino que también vienen a
confirmar los encontrados por algunos de noso-
tros en un estudio anterior, en el que comproba-
mos un patrón de incremento de la dificultad de
la macrorregla de selección a la de generaliza-
ción y de ésta a la de construcción (Luque, Gar-
cía-Madruga y Kintsch, 1993).

El papel de la MO en la comprensión
Figura 4. Medias en la puntuaciones de
«macrorreglas».
De acuerdo con los planteamientos prece-
dentes, la comprensión lectora supone la cons-
3, 4 y 5). Como cabía esperar, los adolescentes trucción de una representación global del signi-
de 16 años mostraron una actuación superior a ficado del texto a distintos niveles, y se produce
la de los chicos de 12-13 años, siendo más rápi- como resultado de la integración entre el texto y
dos en la lectura y la resolución de inferencias, los conocimientos aportados por el lector. Esta
construyendo mejor la macroestructura de los representación final está mediada por procesos
textos y recordando mejor sus ideas importan- intermedios de distintos tipos (léxicos, sintácti-
tes. No obstante, y en línea con los resultados de cos, semánticos) que, según los datos disponi-
Brown y cols., cabe destacar que el incremento bles, operan en paralelo y de forma interactiva a
de las medidas de construcción de la macroes- fin de lograr una interpretación consistente de
tructura se debió, principalmente, a la mejora la información tan pronto como resulta posible
en la aplicación de la macrorregla de selección y (principio de inmediatez; (Just y Carpenter,
en menor medida, sin alcanzar la significación, 1987, 1992). Pues bien, se supone que este tipo
a la de generalización. Tal y como esperábamos, de funcionamiento –interactivo y en paralelo–
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 55

conlleva operaciones muy complejas de proce- en paralelo en que se basa la comprensión, o lo


samiento y almacenamiento de la información, que es lo mismo, para sustentar los procesos
por lo que debe resultar particularmente más profundos en que se basa la construcción
demandante para un sistema que se reconoce de representaciones semánticas apropiadas y
con capacidad limitada. En otras palabras, se precisas. En el mismo sentido, se supone que
asume que las distintas operaciones que conlle- progresivamente estos procesos pueden llevarse
van tales procesos, deben competir por los a cabo con mayor rapidez y eficacia, lo que de
recursos limitados de la MO que, por tanto, nuevo implicaría una liberación de recursos que
jugaría un papel crucial en la comprensión podrían dedicarse al mantenimiento de la infor-
como sistema para la manipulación y el almace- mación relevante. Así, según este tipo de análi-
namiento temporal de la información (Badde- sis, los buenos lectores se caracterizarían prin-
ley, 1986; Gathercole y Baddeley, 1993; Just y cipalmente por poseer una mayor capacidad
Carpenter, 1980, 1987; Kintsch, 1988; Gatherco- funcional de la MO en la medida en que los pro-
le, 1999; Baddeley, Gathercole y Papagno, cesos son más eficaces y consumen menos
1998). Así, la mayoría de los teóricos aceptan la recursos.
idea de que es precisamente a través de la MO
como el lector puede ir integrando coherente- Para contrastar este punto de vista y a fin de
mente la información semántica proveniente de poder evaluar las funciones de almacenamiento
las oraciones sucesivas y, en interacción con el y procesamiento en su dinámica interdepen-
conocimiento previo, ir agregando progresiva- diente, Daneman y Carpenter (1980) construye-
mente la nueva información al modelo mental ron el «Test de Amplitud Lectora» o RST (Rea-
que se va construyendo (Friedman y Miyake, ding Span Test), una prueba basada en el para-
2000). En definitiva, se interpreta que es la digma de la doble tarea: se pide a los sujetos que
doble función –de almacenamiento y de proce- lean una serie de frases (procesamiento) al
so– atribuida a la MO lo que permite actuar tiempo que tratan de retener la palabra final de
coordinadamente a las diferentes operaciones y cada una de las frases (almacenamiento), para
conectar el propio discurso. ser recuperadas al final de la serie. Las frases se
agrupan en series de 2, 3, 4, 5 y 6 frases, con lo
Como ya apuntamos, este tipo de interpreta- que la dificultad de la tarea aumente progresiva-
ción fue recogida inicialmente por Daneman y mente al tener que mantener y recuperar 2, 3, 4,
Carpenter (1980, 1983) para explicar las dife- 5 y 6 palabras al final de la lectura. De esta for-
rencias individuales en la comprensión lectora. ma, el número de palabras que cada sujeto es
De manera semejante a la propuesta evolutiva capaz de mantener mientras lee, y que efectiva-
de Case (1974, 1985), estos autores razonan mente recupera cuando finaliza cada serie, se
que, puesto que el almacenamiento y procesa- toma como índice de la amplitud de memoria
miento funcionan de forma interdependiente y operativa para la lectura. Según argumentan los
mutuamente restrictiva –al compartir unos autores, puesto que la tarea requiere distribuir
recursos limitados–, las diferencias en la com- los recursos simultáneamente para el procesa-
prensión lectora pueden deberse a las diferen- miento (lectura de frases) y el almacenamiento
cias de los lectores en cuanto a la eficacia de sus (retención de palabras), el máximo número de
habilidades de procesamiento; lo que, presumi- palabras recordadas puede considerarse una
blemente, se relaciona con su experiencia y medida apropiada de la capacidad de la MO
capacidad estratégica para economizar los involucrada en la tarea.
recursos. En este sentido, se han interpretado,
por ejemplo, los indudables beneficios que A fin de examinar la relación entre memoria
supone la práctica en los inicios del aprendizaje operativa y comprensión lectora los autores
de la lectura, como primer recurso para promo- midieron específicamente la comprensión a tra-
ver las habilidades de comprensión: la práctica vés de dos pruebas que construyeron expresa-
favorecería la automatización de los procesos mente con esta finalidad. Estas pruebas consta-
más superficiales –como el reconocimiento de ban de algunas preguntas concretas sobre el
palabras–, con lo que se liberarían los recursos contenido de párrafos leídos previamente y
necesarios para el funcionamiento interactivo y algunas cuestiones sobre referencias pronomi-
56 GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68

nales. En estas últimas, la distancia entre el pro- sión lectora, tanto de carácter general como en
nombre y su referente se varió sistemáticamen- torno a aspectos específicos (véase p. ej., Badde-
te de acuerdo con las hipótesis existentes sobre ley, Logie, Nimmo-Smith y Brereton, 1985; Mas-
la cantidad de información que es posible man- son y Miller, 1983; Daneman y Green, 1986). En
tener activa en la memoria operativa. Los resul- parte, nuestro propio estudio (Gutiérrez y cols.,
tados mostraron una correlación muy alta entre 1994; Elosúa y cols., 1996), ha supuesto una
la puntuación de memoria operativa según la réplica de este tipo de resultados pues, además
prueba de amplitud lectora y los dos tests espe- de una clara tendencia hacia correlaciones sig-
cíficos de comprensión, en franco contraste con nificativas entre las diferentes medidas de
la escasa correlación encontrada entre estas memoria y las de comprensión lectora (véase el
mismas pruebas y una medida tradicional de Cuadro 1), esta correlación fue más alta con las
memoria a corto plazo –amplitud de palabras– pruebas de memoria operativa (Amplitud Lec-
(Daneman y Carpenter 1980). La investigación tora y Memoria Operativa de Dígitos) que con la
posterior ha corroborado ampliamente la rela- medida de memoria inmediata (Amplitud de
ción entre el RST y otras medidas de compren- Palabras; véanse las Tablas 1 y 2).

Memoria Operativa (MO) Comprensión e Inferencia

Tiempo Latencia
Amplitud Amplitud Lectura Respuesta
Palabras Lectora MO Dígitos Implícito Implícita

Amplitud Palabras 1
Amplitud Lectora 0, 36** 1
MO Dígitos 0,36** 0,36* 1
Tiempo Lectura –0,26* –0,41** –0,43** 1
Latencia Respuesta –0,08 –0,05 –0,25* 0, 59** 1

(*p < 0,05; **p < 0,01; una cola).


Tabla 1. Correlaciones de Spearman entre las medidas de MO y las de comprensión e inferencia.

Memoria Operativa Comprensión y Recuerdo

Amplitud Amplitud Macro- Recuerdo Recuerdo


Palabras Lectora MO Dígitos estructura Macroest. Estruct.

Amplitud Palabras 1
Amplitud Lectora 0, 36** 1
MO. Dígitos 0,36** 0,36* 1
Macro-estructura 0,07 0,46** 0,29** 1
Recuerdo Macroest. –0,10 0,22# 0,16 0,36** 1
Recuerdo Estruct. –0,05 0,21# 0,12 0,25* 0,74** 1

(*p < 0,05; **p < 0,01; #p< 0,10; una cola)
Tabla 2. Correlaciones de Spearman entre las medidas de MO y las de comprensión y recuerdo.
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 57

Como continuación del trabajo anterior y en En relación con las diferencias cualitativas
un intento de profundizar en la naturaleza de la de los lectores con memoria operativa alta, los
memoria operativa y en sus relaciones con la resultados de Lee-Sammons y Whitney (1991)
comprensión, Just y Carpenter (1992; Carpen- son también ilustrativos. Estos autores exami-
ter, Miyake y Just, 1994) propusieron una nueva naron el efecto de la amplitud de la MO y el
hipótesis en la que la MO se define como la hecho de tener unos objetivos concretos en la
«máxima cantidad de activación disponible». comprensión de textos narrativos. La tarea de
En el contexto de la comprensión esto significa los sujetos era leer una narración desde dos
que al activarse la información desde el texto puntos de vista diferentes, ya fuera la perspecti-
escrito o hablado, o desde la memoria a largo va de un comprador potencial de una casa, ya
plazo, si la demanda de la tarea sobrepasa la fuera la perspectiva de un ladrón. Los sujetos
activación disponible, las funciones de almace- tenían que recordar el texto, bien desde la pers-
namiento y procesamiento pueden verse com- pectiva de codificación a la que fueron expues-
prometidas. En concreto, Just y Carpenter tos, bien desde la otra perspectiva. Los lectores
(1992) hacen referencia a la interacción que con MO baja tuvieron puntuaciones más bajas
caracteriza los procesos, como el aspecto clave en el recuerdo de información no relevante en la
que estaría restringido por la capacidad de la perspectiva original de codificación, incluso
memoria operativa de los sujetos. cuando se dieron claves con la perspectiva alter-
nativa. Los lectores con MO alta obtuvieron un
En relación con lo anterior, varios estudios recuerdo similar, en relación con la información
han mostrado que los buenos lectores dedican relevante a la perspectiva como la irrelevante,
más esfuerzo a la construcción activa del signi- independientemente de las claves. En conse-
ficado que los malos lectores y los más jóvenes cuencia, los autores concluyeron que el grado
(Budd, Whitney y Turley, 1995; De Beni, Palla- en el que los sujetos guiaron sus procesos de
dino y Pazzaglia, 1995; Engle, Cantor y Carullo, comprensión en función de los objetivos de la
1992; Oakhill, 1982, 1984; Oakhill, Yuill y Par- lectura, varió de forma inversamente proporcio-
kin 1986; Stothard y Hulme, 1992). Oakhill nal a su amplitud de MO. Es decir, los sujetos
(1983) encontró que la menor habilidad en los con MO baja permanecieron más dependientes
malos lectores podía explicarse, no en términos de la perspectiva que los sujetos con MO alta,
de amplitud de conocimientos, sino en el dife- guiándose más por una estrategia de arriba-
rente uso que hacen del contexto y del conoci- abajo, como si trataran de compensar con ello
miento específico; esto es, en términos de la su menor capacidad de integración de la infor-
activación por la que controlan el procesamien- mación texto. Más tarde, Budd, Whitney y Tur-
to. Ahora bien, como Just y Carpenter (1992) ley (1995) pudieron generalizar estos resultados
han resaltado, esta activación varía amplia- a materiales que incluían textos expositivos: en
mente entre los individuos, pudiendo estar por comparación con los sujetos de MO baja los lec-
tanto en la raíz de las diferencias individuales tores con MO alta utilizaban diferentes estrate-
existentes en comprensión del lenguaje. Estos gias que les facilitaron una mejor comprensión
autores aportan una serie de datos que mues- de los textos.
tran la existencia de diferencias cuantitativas y
cualitativas entre sujetos de alta y baja com- En este contexto, también podemos citar los
prensión según su capacidad de memoria ope- resultados que nosotros mismos hemos obteni-
rativa. Entre las diferencias cualitativas, desta- do en una tarea de comprensión e inferencia
can la preferencia por un procesamiento inte- con tres frases. En ella, (véase Cuadro 1) los
ractivo más que modular y la capacidad de sujetos deben resolver una anáfora pronominal
mantener más de una representación del signi- que aparece en la tercera y última frase, bien
ficado mientras dura el procesamiento en tex- con el referente explícito o bien implícito. Tal y
tos de ambigüedad sintáctica, en sujetos de alta como esperábamos, teniendo en cuenta el prin-
comprensión. Entre las diferencias cuantitati- cipio de inmediatez, los sujetos no encuentran
vas señalan el tiempo empleado en la lectura y ningún problema en la comprensión de la terce-
la exactitud de la comprensión de frases com- ra frase, independientemente de que la anáfora
plejas. sea superficial –con el antecedente explícito– o
58 GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68

profunda –cuando el antecedente debe inferirse En esta misma línea, otra investigación inte-
a partir del modelo mental construido– (véase, resante es la desarrollada por Stine (1990; Stine
p. ej., Garnham, 1987; Sag y Hankammer, y Wingfield, 1987, 1990). En relación con las
1984). No obstante, la diferencia entre estas características que ponen de manifiesto el papel
condiciones quedó puesta de manifiesto en los de la MO en la comprensión, estos autores
tiempos de respuesta, cuando tras la presenta- resaltan la idea de que la información se proce-
ción de las tres frases se les preguntaba sobre el sa necesariamente en ciclos, de manera que
referente pronominal. Al parecer, como preten- solamente una pequeña cantidad del mensaje se
díamos, la ausencia de un antecedente superfi- procesa cada vez. Asimismo, destacan que aun-
cial obliga a los sujetos a buscar en su modelo que existan diferencias individuales en la canti-
mental e inferir la solución, aumentando las dad de recursos disponibles y en cómo son asig-
latencias de respuesta a la inferencia en la con- nados a las diferentes funciones, la disponibili-
dición implícita en ambos niveles de edad. Lo dad de los recursos es limitada. De esta forma,
que ahora nos interesa destacar, sin embargo, es la MO está limitada no solamente en la cantidad
que en esta tarea, en la que están claramente de información que puede procesarse en un úni-
involucrados los procesos de comprensión, los co ciclo, sino también en los recursos de proce-
sujetos mayores –con mejores puntuaciones en samiento que están disponibles para realizar
MO–, fueron significativamente más rápidos este procesamiento. Stine y Wingfield (1987,
que los más jóvenes, tanto en los tiempos de lec- 1990) asumen que la representación semántica
tura de la tercera frase como en las latencias de del discurso, por ejemplo, se construye gracias
respuesta; y con las mayores diferencias, justa- al ejecutivo central, el cual estaría formado por
mente, en la condición implícita (véase Figura un conjunto de procesadores. Así, existiría un
2), lo que, evidentemente, apoya la idea de que procesador que regularía la llegada de diferen-
ese tipo de diferencias están mediadas por la tes ciclos en el lazo articulatorio y otros proce-
capacidad de MO. De hecho, como luego sadores que organizarían las proposiciones en
comentaremos más ampliamente, encontramos una representación coherente, seleccionando
una correlación positiva y significativa entre aquellas que fueran necesarias para la integra-
ambas medidas y la tarea de Memoria Operati- ción de la información de los diferentes ciclos.
va de Dígitos. En este sentido, las investigaciones de lectura
sobre la marcha (on-line) (Stine,1990; Stine y
Estos resultados son consistentes con otras
Hindman, 1994) sugieren que la organización
investigaciones en las que se ha mostrado
de las proposiciones dentro de un ciclo de proce-
cómo los sujetos evaluados alto en memoria
samiento es un proceso cognitivamente diferen-
operativa, son también superiores en tareas de
te de la integración entre diferentes ciclos de pro-
resolución de anomalía textual cuando las fra-
cesamiento, siendo este último más demandan-
ses que proporcionan información clarificado-
te (Stine, 1990).
ra están distantes de la frase anómala (véase,
p. ej., Yuill, Oakhill y Parkin, 1989). Asimismo, Precisamente, teniendo en cuenta las enor-
Whitney, Ritchie y Clark (1991) encontraron mes demandas de MO que parece implicar la
que los sujetos con adecuada amplitud de comprensión durante la lectura –al menos, en la
memoria operativa, en comparación con los ejecución experta–, algunos autores (Cantor y
sujetos de baja memoria operativa, eran capa- Engle, 1993; Ericsson y Kintsch, 1995), han
ces de mantener interpretaciones de los textos contemplado la memoria operativa desde el
más abiertas, esperando la información ulte- punto de vista de la cantidad de activación de
rior proveniente de los mismos. Estas diferen- memoria a largo plazo (MLP), involucrada en la
cias no son de extrañar en la medida en que en realización de la tarea. En particular, Ericcson y
todas ellas está involucrada la habilidad para Kintsch (1995) han elaborado una completa
mantener activa información procedente de teoría en la que se propone una ampliación del
distintas partes del texto y/o del conocimiento modelo tradicional basado meramente en el
del lector, habilidad en la que los sujetos de almacenamiento temporal, para incorporar
alta memoria operativa se verían, lógicamente, también un dispositivo de almacenamiento a
más beneficiados. largo plazo. Según estos autores, los modelos
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 59

simples de capacidad limitada no pueden dar de su teoría de capacidad limitada –tanto en tér-
cuenta de la gran cantidad de información que minos de capacidad total como de eficacia en el
pueden mantener y manejar los expertos de procesamiento–. Ericcson y Kintch asumen
diversas áreas en sus tareas habituales –como que, efectivamente, una parte de la MO es tran-
por ejemplo, en el cálculo mental o el ajedrez–; sitoria y limitada (CP-MO) y que, en general,
concretamente, en relación con la comprensión puede dar cuenta de la ejecución inexperta fren-
lectora, mantienen que tales modelos no son te a tareas poco familiares, pero no de la ejecu-
capaces de explicar por qué, por ejemplo, la ción experta en tareas complejas que implican
interrupción de la lectura no tiene mayor efecto demandas de memoria mucho más amplias. En
en los buenos lectores que, usualmente, pueden este sentido y con respecto a la comprensión
reanudar la tarea sin gran dificultad. Si la infor- lectora en particular, entienden que lo que
mación necesaria sólo se mantuviese de forma caracteriza a los buenos lectores no es una
transitoria, las interrupciones deberían tener un mayor amplitud o activación de los recursos en
efecto mucho más disruptivo que el que aparen- esa memoria temporal, sino más bien el uso de
temente tienen, tal y como han puesto de mani- estrategias de comprensión más elaboradas y
fiesto los trabajos de Glanzer y cols., (veáse, p. complejas capaces de generar estructuras de
ej., Glanzer, Fischer y Dorfman, 1984). A partir recuperación más extensas en la MLP (LP-MO)
de este hecho, y sobre la base de una amplia y, por consiguiente, una memoria operativa
revisión de muy diversos estudios y resultados mucho más eficaz. De hecho, durante el proceso
en torno a la MO, Ericcson y Kintsch proponen de la lectura, estas estructuras de recuperación
un nuevo modelo de MO que combina un alma- no serían otra cosa que la parte accesible de la
cenamiento temporal (CP-MO) con un almace- representación mental que el sujeto va constru-
namiento a largo plazo (LP-MO). Mediante este yendo en la MLP –de acuerdo con la estructura
nuevo dispositivo, la información podría fijarse del texto y su propio conocimiento–; y sería a
en la LP-MO de manera estable, si bien su acce- través de esta parte accesible como verdadera-
so efectivo sólo se mantendría temporalmente mente se mantiene la información relevante que
por depender de claves de recuerdo o recupera- permite ir integrando la nueva información,
ción almacenadas en la CP-MO. De acuerdo con funcionando así como una eficaz extensión de
este planteamiento, la fuente de las diferencias la MO (LP-MO). El papel de la parte transitoria
individuales en la comprensión lectora no esta- (CP-MO) sería meramente el de mantener la
ría simplemente en la capacidad para mantener estructura superficial necesaria (contexto), así
en un almacén temporal la información relevan- como las claves de acceso a la parte activa de la
te previamente presentada, sino en la habilidad representación multinivel del texto en la MLP.
para codificarla de forma accesible en la memo- Sin embargo, esto supone admitir la necesidad
ria a largo plazo (LP-MO) a través de las ade- de un dispositivo temporal en el que –de acuer-
cuadas claves de recuerdo en la CP-MO; claves do con el modelo de Baddeley–, un ejecutivo
que pueden incluso organizarse de forma esta- central se encarga de procesar y almacenar la
ble como eficaces estructuras de recuperación. información que permite el acceso a la repre-
sentación del texto previo durante la compren-
Los autores defienden que esta propuesta no
sión; lo que nos introduce en el que ha sido qui-
sólo permite explicar de manera más parsimo-
zá el principal debate en torno al papel de la MO
niosa la evidencia en torno a la capacidad limi-
en la cognición en general y en la comprensión
tada de la MO, sino que también es mucho más
del lenguaje en particular: el debate sobre su
consistente con la actual teoría sobre la com-
naturaleza general o específica.
prensión. Lo que mide el el test de Amplitud
Lectora de Daneman y Carpenter (1980), por
ejemplo, no sería la amplitud del almacena-
miento temporal de la MO, sino la habilidad del Generalidad o especificidad de la MO
sujeto para acceder a la MLP desde las claves
que haya podido mantener en la CP-MO. De Como ya hemos mencionado, frente al
igual manera, podrían reinterpretarse los datos acuerdo existente en cuanto al importante papel
aportados por Just y Carpenter (1992) en favor de la MO en la comprensión, se ha venido pro-
60 GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68

duciendo un intenso debate en torno a la especi- representación y procesamiento de la informa-


ficidad o generalidad de la memoria operativa ción simbólica o verbal solamente. Esto llevaría
implicada en la comprensión del lenguaje. El a abandonar la noción de un ejecutivo central
punto fundamental de discusión es si existe un responsable del procesamiento de la informa-
procesador general implicado en todas las tare- ción en general y a proponer que la lectura des-
as de memoria al margen de su modalidad –en cansa en un sistema específico del lenguaje más
la línea de autores como Alan Baddeley y Jane que en un sistema de memoria operativa gene-
Oakhill–, o si, por el contrario, se trata de proce- ral. Más aún, proponen que el «lazo articulato-
sadores específicos que, en el caso de la com- rio» y la «agenda visoespacial» –como sistemas
prensión lingüística, sería un procesador del de almacenamiento temporal y con funciones
lenguaje (Daneman y Green, 1986; Daneman y de procesamiento limitadas primariamente a la
Tardiff 1987; Carpenter y Just, 1989; Just y Car- repetición–, podrían tener todas las funciones
penter 1992). de procesamiento y control asignadas al ejecuti-
vo central. Consiguientemente, no sería necesa-
Como ya vimos, el modelo de Baddeley y rio este constructo de un ejecutivo central o una
Hitch (1974) propone un sistema tripartito cuyo capacidad de procesamiento general.
eje es el ejecutivo central –también considerado
como sistema de control atencional– responsa- Los trabajos de Yuill, Oakhill y Parkin
ble del procesamiento y almacenamiento tem- (1989), sin embargo, no han confirmado estos
poral de sus productos. El ejecutivo central des- planteamientos. Estos autores consideraron
carga algunas de sus responsabilidades de que la alta correlación existente entre amplitud
almacenamiento en los dos sistemas esclavos, si de memoria operativa y comprensión encontra-
bien las tareas de estos dos subsistemas serían da por Daneman y Carpenter (1980) podría obe-
totalmente subsidiarias, permaneciendo el pro- decer, precisamente, a la naturaleza verbal del
cesador central como máximo responsable. En propio test, es decir, a la naturaleza verbal de la
la discusión que nos ocupa, a pesar de que Bad- tarea presente en los dos tipos de prueba. Para
deley, Logie, Nimmo-Smith y Brereton (1985) comprobar este aspecto y con el objeto de cono-
encontraron que de dos tareas de amplitud de cer si los sujetos de alta y baja habilidad de
memoria inmediata, una verbal y otra numéri- comprensión diferían en su memoria operativa
ca, el mejor predictor del lenguaje fue la tarea independientemente de su habilidad para el
verbal, estos autores no son partidarios de procesamiento lingüístico, construyeron un test
abandonar la idea de un único procesador gene- de memoria operativa semejante al test de
ral que dé cuenta del procesamiento y almace- Amplitud Lectora, pero con material numérico
namiento presente en cualquier actividad cogni- en lugar de verbal, la llamada Memoria Operati-
tiva al margen de los distintos dominios especí- va de Dígitos (Working Memory Digit Task). Con
ficos de las tareas. esta nueva prueba encontraron una alta correla-
ción (0,51) entre la memoria operativa no lin-
En relación a este aspecto, Daneman y Tar- güística y la comprensión lectora; lo que parecía
diff (1987) encontraron que de tres medidas dis- mostrar que la lectura, al menos en los niños,
tintas de la memoria operativa en distintos descansa en alguna capacidad de memoria ope-
dominios –verbal, numérico y espacial–, la úni- rativa general, más que en un sistema basado
ca que correlacionaba significativamente con la específicamente en el lenguaje.
comprensión del lenguaje era la medida de la
amplitud verbal. La correlación entre compren- Esta postura se ha visto reforzada por otros
sión del lenguaje y amplitud numérica no resul- trabajos en los que se han obtenido resultados
tó significativa; tampoco la prueba de amplitud en el mismo sentido (Turner y Engle, 1989;
espacial correlacionó con las de amplitud Engle, Nations y Cantor, 1990). Cabe destacar,
numérica, ni con ninguno de los tests de habili- por ejemplo, el estudio de Cantor, Engle y
dad verbal. A partir de este tipo de datos, estos Hamilton (1991) en el que se observó que, si
autores entienden que hay suficiente evidencia bien la comprensión lectora correlacionaba
experimental como para sostener que la lectura principalmente con las medidas de MO, tam-
está limitada por un sistema especializado en la bién se dieron correlaciones con las medidas de
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 61

MCP, y entre éstas y las de MO. Es decir, los tres zados y no únicamente la de un procesador cen-
tipos de medidas parecen estar interrelaciona- tral independiente de la modalidad. En este sen-
das, lo que permite suponer que existe algo más tido los resultados que presentamos en las
general y común a todas ellas. De hecho, en esta Tablas 1 y 2 muestran que entre las medidas de
línea, un amplio conjunto de autores han defen- memoria operativa la que globalmente predice
dido la «teoría de la capacidad general» (Gene- mejor la actuación de los sujetos en las tareas de
ral Capacity Theory), según la cual la MO consti- comprensión y memoria de textos es la Ampli-
tuye un sistema que tiene que ver con habilida- tud Lectora; asimismo, puede observarse que
des generales –principalmente de atención este patrón general no se cumple con las medi-
selectiva y de control inhibitorio de la informa- das temporales que correlacionan en forma más
ción– y que, por tanto, puede medirse en princi- clara con la Memoria Operativa de Dígitos.
pio a partir de cualquier tarea (véanse, p. ej.,
Conway y Engle, 1996; Engle, 1996; Engle, Can- Como vemos, la prueba de Memoria Opera-
tor y Carullo, 1992; Hasher y Zacks, 1988; tiva de Dígitos resultó también ser buena pre-
Stoltzfus, Hasher y Zacks, 1996; Swanson, 1992, dictora de la actuación de los sujetos en algunas
1993, 1999; Turner y Engle, 1989). medidas de comprensión, como las temporales
y las de construcción de la macroestructura
Lo cierto, sin embargo, es que por el (véanse Tablas 1 y 2), pese a no coincidir en la
momento y en su conjunto, la evidencia dispo- modalidad de procesamiento; un resultado que
nible no permite asegurar ninguna posición parece apuntar hacia la posibilidad de un proce-
extrema. Nosotros mismos con tareas semejan- sador central o capacidad de carácter general en
tes hemos obtenido distintos tipos de datos que línea con los planteamientos de Baddeley y los
apuntan en los dos sentidos. Así, por ejemplo, trabajos de Yuill y Oakhill. Nuestros resultados,
en relación con las diversas medidas de MO (en por tanto, aunque ponen de manifiesto la
realidad, versiones castellanas de las pruebas influencia de la modalidad específica de proce-
que hemos mencionado), encontramos la mis- samiento, no parecen apoyar la tesis de Dane-
ma correlación (0,36) entre las tres pruebas que man y Tardiff, en la que proponen sustituir el
utilizamos. De esta manera, las pruebas que ejecutivo central del modelo de memoria opera-
pertenecen a la misma modalidad verbal tiva de Baddeley y Hitch por procesadores espe-
(Amplitud de Palabras y Amplitud Lectora), pare- cíficos de acuerdo con la modalidad de la tarea.
cen correlacionar entre sí en forma semejante a
como correlacionan cada una de ellas con la Así pues, ante la ambivalencia de estos
prueba de Memoria Operativa de Dígitos (véase resultados, quizá debamos pensar que las rela-
Tabla 1). Esto que, a primera vista, puede pare- ciones entre las diversas medidas son más com-
cer extraño no lo es si consideramos que la plejas que lo que implica la simple dicotomía
prueba de dígitos tiene un nivel de exigencia de generalidad-especificidad y que, por lo tanto,
procesamiento intermedio entre las pruebas de ninguna de ambas alternativas extremas resulta
amplitud de palabras y la de amplitud lectora. apropiada para interpretar los datos (Baddeley,
Así, la actuación de los sujetos parece verse 1992; Gathercole y Baddeley, 1993; Lehto, 1996;
afectada por la semejanza tanto en la modali- Baddeley, 1996). En este mismo sentido hemos
dad de procesamiento como en las demandas de destacar otro hecho significativo, como es la
que plantea el mismo. La influencia de la moda- notable correlación que encontramos entre la
lidad ha sido puesta también de manifiesto en medida tradicional de MCP (Amplitud de Pala-
otro estudio en el que encontramos que la tarea bras) y las medidas de MO propiamente dichas
numérica correlacionaba más estrechamente (Memoria Operativa de Dígitos y Amplitud Lecto-
con otra tarea de la misma modalidad, en la que ra; véase Tabla 1); a lo que habría que añadir la
los sujetos debían recordar el resultado final de también significativa correlación entre esta
una sencilla operación aritmética (Elosúa y medida de MCP y una medida de comprensión
cols., 1997). En definitiva, pues, las correlacio- como es el tiempo de lectura. Estos resultados
nes encontradas entre las diversas medidas de confirman los encontrados por otros autores
MO parecen favorecer parcialmente la idea de como Cantor, Engle y Hamilton (1991) quienes
la existencia de algún tipo de sistemas especiali- hallaron, igualmente, que la comprensión lecto-
62 GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68

ra correlacionaba principalmente con la MO, de comprensión, como es el tiempo de lectura


pero que existían también correlaciones con la de la tercera frase; una medida que junto con
MCP, y entre ésta y la MO. la global de macroestructura, destaca por
correlacionar con todas las demás (véase Tabla
Por otra parte, nuestros resultados parecen 3). Téngase en cuenta que, en este caso, el
también coincidir con los de Cantor, Engle y tiempo de lectura puede ser considerada una
Hamilton (1991), quienes encontraron que la medida directa de la comprensión y no una
correlación con la comprensión lectora era algo medida sólo de los aspectos superficiales de la
mayor (0.42) para la prueba de MO con pala- misma, dadas las características de la tarea:
bras que con dígitos (0.37); y, asimismo, van en los sujetos debían hacer una lectura compren-
la línea de los obtenidos por Baddeley y cols. siva, integrando la nueva información en el
(1985) y Daneman y Tardiff (1987) quienes, modelo mental, para poder responder poste-
como ya mencionamos, comparando pruebas riormente a la tarea de inferencia. Los resulta-
de memoria a corto-plazo de amplitud numéri- dos encontrados parecen confirmar este plan-
ca y de amplitud verbal, encontraron que esta teamiento ya que resultan notables sus correla-
última era la mejor predictora de comprensión ciones con las medidas de construcción de la
verbal. macroestructura y de recuerdo (Tabla 3). Con-
siguientemente, este tipo de resultados no per-
Merece también destacar que la memoria miten descartar en absoluto la actuación de un
operativa de dígitos arrojó una correlación sistema general, inespecífico.
ligeramente más alta con una medida directa

Comprensión e Inferencia Comprensión y Recuerdo

Tiempo Latencia
Lectura Respuesta Macro- Macro- Recuerdo Recuerdo
Implícito Implícita estructura reglas Macroest. Estructural

Tiempo Lectura 1
Latencia Respuesta 0, 59** 1
Macro-estructura –0,45** –0,36** 1
Macro-reglas –0,37** –0,07 0,78** 1
Recuerdo Macroestr. –0,40** –0,14 0,36** 0,27* 1
Recuerdo Estructural –0,33* –0,07 0,25* 0,15 0,74** 1

(*p < 0,05; **p < 0,01; una cola)


Tabla 3. Correlaciones de Spearman entre las medidas de comprensión e inferencia, y comprensión y recuerdo.

Como vemos, en conjunto los datos disponi- que, sin duda, ha venido a añadir complejidad
bles todavía no permiten aclarar la cuestión al debate al trascender el planteamiento de
sobre la generalidad-especificidad de la MO; capacidad limitada y resaltar el papel de la MLP
más bien sugieren que este planteamiento dico- en el funcionamiento experto de la MO. En rea-
tómico es simplista y que posiblemente consti- lidad, tal y como señalan estos autores, tanto
tuyen formas de actuación más que característi- Engle y cols., (1992; véase también Cantor y
cas estables del sistema de procesamiento. A Engle, 1993) como Just y Carpenter (1992),
este respecto, de nuevo hemos de hacer referen- entienden que la MO refleja cierta capacidad
cia a la propuesta de Ericsson y Kintsch (1995) para mantener la información activada en la
GUTIERREZ ET. AL. / ACCIÓN PSICOLÓGICA 1 (2002) 45-68 63

MLP durante el proceso; si bien los primeros la estos autores en torno a la memoria y la com-
conciben como una capacidad general, mien- prensión se han reelaborado y propuesto en tér-
tras que los segundos la consideran específica minos de una teoría general de la cognición en
de la información lingüística. Por su parte su conjunto (véanse también a este respecto los
Ericsson y Kintch vienen a sostener un punto de trabajos de Gobet, 1993, 1997, 1998, 2000 en los
vista intermedio o, incluso podría decirse, mix- que también se presentan y discuten distintos
to, dado que, en realidad, es compatible con modelos computacionales sobre la cognición y
ambos extremos. Lo que defienden, de acuerdo la memoria experta). Si bien es verdad que
con su modelo, es que el eficaz funcionamiento siempre se ha reconocido el papel de la memo-
de la MO es una habilidad más que se adquiere ria a largo plazo y del conocimiento previo en la
como parte de lo que implica la pericia (experti- MO, en la comprensión y en el funcionamiento
se) o especialización en campos y actividades cognitivo en general, creemos que esta nueva
particulares tras un entrenamiento suficiente. A línea de trabajo constituye un loable intento de
través de este especial adiestramiento, el sujeto integración –tanto a nivel teórico como empíri-
desarrolla métodos eficaces para codificar y co– que probablemente resultará muy útil para
almacenar la información de forma accesible en reorientar gran parte de la investigación en este
la MLP (LP-MO), lo que le permite utilizarla campo.
como una práctica extensión de la memoria
transitoria (CP-MO) a fin de acomodarse a las
demandas de la tarea específica. Es en este sen- Referencias
tido en el que sostienen que la MO, en la ejecu-
ción experta, es de dominio específico. Pero, Anderson, , J. R. (1983). The architecture of cogni-
como ya comentamos, también admiten una tion. Cambridge, MA: Harvard University Press.
capacidad general al reconocer la necesidad de Anderson, J. R. Y Bower, G. H. (1973). Human asso-
un dispositivo temporal y limitado, incluso en la ciative memory. Washington, DC: Winston.
forma del modelo de Baddeley. Por consiguiente Atkinson, R. C. y Shiffrin, R. M. (1971). «The contol
y en la medida en que se atribuye a la MO esta of short-term memory». Scientific American, 225
doble naturaleza general y específica, el modelo (2), 82-90.
de Ericsson y Kintsch es el único que, por el Atkinson, R. C. y Shiffrin, R. M. (1968). «Human
momento, resulta consistente con la evidencia memory: A proposed system and its control pro-
cesses». In K. W. Spence & J. T. Spence (Eds.),
que se ha ofrecido en uno y otro sentidos.
The psychology of learning and motivation (Vol. 2,
En definitiva, pues, la propuesta de estos pp. 89-195). San Diego C.A.: Academic Press.
autores se decanta como una de las más prome- Baddeley, A. D. (1986). Working Memory. Oxford:
tedoras, en la medida en que, como hemos vis- Oxford University Press.
to, no solo es consistente con la evidencia sobre Baddeley, A. D. (1990). Human Memory. Theory and
Practice. Hillsdale, NJ. LEA.
las limitaciones de la MO y sus modos de fun-
Baddeley, A. D. (1992). «Is Working memory wor-
cionamiento, sino que también conecta directa- king? The Fifteenth Bartlett Lecture». The Quar-
mente con el vigente marco teórico sobre la terly Journal of Experimental Psychology, 44A, 1-
comprensión. En realidad, el modelo propuesto 31.
constituye un amplio desarrollo teórico que pre- Baddeley, A. D. (1996). «Exploring the central execu-
tende continuar tanto la teoría de la compren- tive». The Quarterly Journal of Experimental Psy-
sión del discurso desarrollada por el propio chology, 49A, 5-28.
Kintsch junto con el lingüista van Dijk, como la Baddeley, A. D. (en prensa). «The episodic buffer: a
teoría de Chase y Ericsson (1982) sobre la new component of working memory?» Trends of
memoria «experta»; de manera, que, finalmen- Cognitive Sciences.
te, se presenta como una descripción general de Baddeley, A. D. y Hitch, G. (1974). «Working
Memory». En G.A. Bower (Ed.) The Psychology of
la estructura y funcionamiento de la memoria
Learning and Motivation, vol.8, (pp. 47-90). Nue-
en la actividad cognitiva. En este sentido, no va York. Academic Press.
podemos acabar sin mencionar siquiera otros Baddeley, A. D. y Hitch, G. (2000). «Developmental of
trabajos más recientes (véanse Ericsson y working memory: should the Pascual-Leone and
Kintch, 2000; Kintsch, 1998) donde las ideas de the Baddeley and Hitch models be merged?»
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