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La evolución biológica es el proceso de transformación de especies en otras mediante la

acumulación de pequeñas nuevas características que van adquiriendo las sucesivas


generaciones de descendientes durante millones de años. Efectivamente, la teoría de la
evolución es un modelo útil para entender el desarrollo de la historia de la vida y prever su
evolución futura. Relaciona los conocimientos de diversas ciencias.

En contraste, el creacionismo y el fijismo eran las corrientes de pensamiento instaladas en


la comunidad científica antes de que fueran sustituidas por las teorías de la evolución las
cuales se plantearán más adelante. La simple observación mostraba que los descendientes
eran iguales a sus progenitores. Así, por ejemplo, los ciervos eran engendrados por otros
ciervos de similares características. Según la teoría creacionista, el origen de cada una de las
especies se debía a un acto creador específico por causa de una entidad suprema. La teoría
fijista sostenía que las especies se mantienen invariables a lo largo del tiempo. También se
creía en la inmutabilidad de las especies y se consideraba que los fósiles eran restos de seres
vivos que habían existido en tiempos pasados, pero no de especies antecesoras de los
organismos actuales. Para explicar la desaparición de las especies fósiles se aplicó la teoría
geológica del catastrofismo la cual plantea que durante el transcurso de la historia de la
Tierra habían sucedido varias catástrofes o cataclismos que provocaron la extinción total de
ciertas especies. Sin embargo estas teorías se basaban en sólo especulación y sin ninguna
prueba solida y convincente.

El naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) en 1859, publicó la obra titulada El


origen de las especies, donde presentó sus conclusiones sobre la transformación de las
especies, no obstante esta obra no estuvo exenta de críticas y polémicas ya que para la época
era absurda e inverosímil. En sus estudios, los cuales llevaron a las conclusiones de su obra
posterior, entre los años 1831 y 1836, Darwin participó en una expedición científica, que dio
la vuelta al mundo. Durante ese tiempo, realizó muchas observaciones que le sirvieron de
fundamento para desarrollar su teoría. En el archipiélago de Galápagos, situado en el océano
Pacífico, Darwin observó que a pesar de que la distancia entre las islas no era muy grande,
sus especies eran diferentes. Por ejemplo, observó catorce especies de pinzones, algunas de
las cuales vivían solamente en una de las islas, que estaban adaptadas a distintos tipos de
alimentación. Darwin llegó a la conclusión de que la elevada biodiversidad de las islas
Galápagos se debía al aislamiento geográfico y a la adaptación (selección natural), es decir,
la especie más adaptada sobrevive y se abre paso a la siguiente etapa y el que no desaparece.
Las adaptaciones a las condiciones ambientales peculiares de cada isla adquiridas y
transmitidas a los descendientes sería la causa de la progresiva diferenciación de estos, al
hallarse separadas en las distintas islas, se facilitaría la diferenciación de los descendientes en
distintas especies. Estas conclusiones son clave para la comprensión menester de la
evolución biológica de las especies.

Estas observaciones se asemejan en gran medida a la evolución del ser humano y al proceso
de hominización en su máxima expresión. Dentro de ésta se han encontrado fósiles que abren
paso desde los primates, homínidos, australopithecus, El género Homo hasta llegar al hombre
actual.

Para los paleontólogos el punto de inicio de la historia de la humanidad empezó con la


aparición de los primates, hace unos 65 millones de años. Los primeros de ellos eran unos
pequeños seres que empezaron a vivir en los árboles en lugar de permanecer en el suelo,
como la mayoría de los mamíferos. Entre las especies que pertenecen a los primates están,
además del ser humano, los simios, monos y musarañas. Durante su desarrollo evolutivo,
estos primates se hicieron de ciertos rasgos especiales; buena visión, manos con las que se
pueden sujetar firmemente objetos y un cerebro relativamente grande.

Por pertenecer a la misma familia, las diferentes especies de primates, en especial monos y
simios, guardan similitud con el ser humano. Según algunos estudiosos, el último ancestro
común entre el ser humano y el chimpancé, nuestro primo más cercano, existió hace 6 ó 7
millones de años. Después de esta separación apareció el primer homínido, el llamado
Australopithecus, que posteriormente dio lugar al Homo habilis, el primer espécimen del
género Homo, al que pertenecemos los seres humanos modernos.

Se calcula que los homínidos aparecieron hace 4.5 millones de años y se extinguieron hace
unos 2 millones de años. Durante mucho tiempo debieron coexistir diferentes tipos, y el final
de una especie se entremezcló con las generaciones de otra en el transcurso de miles de años.

Los científicos distinguen entre varias especies de homínidos. Todos ellos comparten algunas
características básicas; pueden mantenerse erguidos y caminar en dos pies, tienen un cerebro
relativamente grande en relación con el de los monos y su mano tiene un dedo pulgar
desarrollado que les permite manipular objetos.

El Australopithecus es el homínido más antiguo que se conoce. Australopithecus quiere decir


"simio sudafricano" y se estima su antigüedad hasta en 4 millones de años.

El descubrimiento de este fósil, ancestro del ser humano e íntimamente relacionado con el
mono, provocó polémica porque se encontró en África y hasta entonces se había fundado el
origen del ser humano en Europa. En lugares cercanos a este descubrimiento se encontraron
otras especies de Australopithecus (afarensis, africanus, robustus, boisei), que confirmaron
el origen del hombre en África.

Sus restos demostraron que estos homínidos medían más de un metro de estatura y que sus
caderas, piernas y pies se aparecían más a los de los seres humanos que a los de los simios.
El cerebro se asemejaba al de estos animales y tenía un tamaño similar al del gorila. La
mandíbula era grande y el mentón hundido. Caminaban erguidos y podían correr, a
diferencia de los simios. Sus largos brazos acababan en manos propiamente dichas, con las
yemas de los dedos planas, como las de los seres humanos. Se cree que estos seres eran
carnívoros, pues a su alrededor se han encontrado huesos y cráneos que habían sido
machacados para extraer el tuétano y los sesos.

Quizá la especie más famosa de Australopithecus es la Australopithecus afarensis, gracias al


descubrimiento, en 1974 en Hadar, Etiopía, de los restos de Lucy, una joven mujer de la que
se encontraron 52 huesos de un esqueleto semicompleto, con una edad aproximada de 3.2
millones de años. Esta especie trepaba árboles pero también podía caminar en dos pies.
Durante mucho tiempo se pensó en Lucy como la abuela de la humanidad. Sin embargo, esta
especie pudo haberse extinguido sin que a partir de ella se continuaran las ramas de la
evolución humana.

Asimismo ocurre un descubrimiento reciente: El Kenyanthropus platyops ¿Será nuestro


ancestro más antiguo?
Hasta hace pocos años, los científicos pensaban que la historia evolutiva de nuestra especie
estaba más o menos dibujada. Sin duda alguna, el puzle de la humanidad se ha complicado
hasta el extremo de que no resulta nada fácil encajar las nuevas piezas en el lugar correcto.

Un equipo de paleoantropólogos dirigido por Maeve G. Leakey, del Museo Nacional de


Kenya, en Nairobi, ha presentado un nuevo género de homínido recién descubierto en el
yacimiento Lomekwi, en la orilla occidental del lago Turkana, en Kenya.

Los científicos lo han llamado Kenyanthropus platyops que significa "hombre de cara plana
de Kenia". Sus restos, un par de cráneos parciales, han sido hallados en unos estratos con
una antigüedad de entre 3,5 y 3,2 millones de años. En el mismo lugar, se han encontrado
evidencias óseas de mamíferos que indican que durante este periodo el paisaje estaba
constituido por una mezcla de bosque y sabana.

Curiosamente, Kenyanthropus platyops vivió en la misma época que Lucy y sus congéneres,
esto demuestra que hace 3,5 millones de años coexistieron dos ancestros del hombre.

Kenyanthropus platyops ha sido bien recibido por la comunidad científica. Ahora bien, su
hallazgo no está exento de polémica. Los autores del descubrimiento proclaman que el
homínido de Kenya, que mostraba un rostro bastante plano, representa un nuevo género y
una nueva especie. El cráneo de Kenyanthropus platyops, se identificó con el código KNM-
WT 40000. Si bien es cierto que ninguna de estas características óseas resulta novedosa,
también es verdad que la combinación de rasgos presentes en Kenyanthropus no se repite en
ningún otro fósil de homínido.

Una inspección más cercana, muestra Kenyanthropus tener una mezcla de características
primitivas y avanzadas.

La arquitectura de la cara realmente depende de la dieta y la forma en que sus mandíbulas


están funcionando, esto es importante porque significa que estos antepasados fueron
habitando un nicho ecológico diferente.

El cráneo presentaba características muy llamativas. En efecto, la anatomía del oído, por
ejemplo, es arcaica y alude a la de los Australopithecus anamensis más antiguos e incluso a
la de los chimpancés. También exhibe semejanzas morfológicas con el Australopithecus
afarensis y Australopithecus anamensis como unos molares con un fino esmalte, un cerebro
no más grande que el de un chimpancé y unos márgenes nasales achatados. Algo similar se
percibe cuando el cráneo del Kenyanthropus se pone junto a los del Australopithecus
africanus garhi. El primero conserva características que están ausentes en los segundos. En
cambio, los pómulos altos y las mejillas planas son rasgos sorprendentemente modernos. Es
por todo esto que el nuevo homínido puede ser considerado un nuevo espécimen.

Asimismo, los descubridores de platyops proponen que el Homo rudolfensis, hasta ahora
considerado por algunos como el primer ser humano, debería abandonar el género Homo
para incluirse dentro del género Kenyanthropus. Propuesta que sin lugar a dudas dará
polémica.
Ahora bien, es medular saber si el KNM-WT 40000 es un nuevo género. Así, los científicos
tienen la difícil tarea de concretar si Kenyanthropus platyops es un linaje único, una criatura
lo suficientemente distinta de otros homínidos contemporáneos como para ser incluida dentro
de una categoría taxonómica independiente. Opino que si nos fijamos en la evolución de
cualquier otro mamífero, por lo general hay una difusión de las especies y sólo unas pocas
especies sobreviven. No me parece correcto que haya sólo una línea de evolución en este
plazo.

Reconocer y clasificar unos huesos fósiles, a veces deformados y fragmentados en miles de


pedazos es un arduo trabajo. No menos ominoso resulta conocer el comportamiento de estas
criaturas desdichados por el tiempo, así como la búsqueda de los ambientes en los que se
desarrollaron los diferentes homínidos y las relaciones entre unas y otras especies. El actual
grado de desconcierto en lo que se refiere al génesis de la humanidad se debe a la avalancha
de espectaculares descubrimientos que se han realizado en los últimos tiempos. Todos ellos
hacen pensar que hace 5,5 y 2 millones de años ocurrió una veloz propagación de los
homínidos que dio lugar a la aparición de numerosas especies en el continente africano que
colonizaron diferentes hábitats. Esta diversificación que tanto dolor de cabeza levanta entre
los científicos fue lo que propició, sin duda alguna, la aparición del hombre.

Los especialistas saben que para estudiar y comprender la creciente colección de homínidos
de la que formamos parte ya no basta con medir sus cráneos y dientes, por ende, nuevas
técnicas analíticas saldrán en auxilio de la comprensión de nuevos hallazgos. Asimismo la
naturaleza de Kenyanthropus platyops plantea todo tipo de preguntas, acerca de la evolución
humana en general y el comportamiento de esta especie en particular. ¿Por qué?, por
ejemplo, ¿tiene la inusual combinación de pequeños dientes de la mandíbula y una grande
cara plana con un arco colocado delante del pómulo? Todas las demás especies de homínidos
conocidos con caras grandes y similares pómulos tienen dientes grandes.

En particular, cada nuevo descubrimiento en el campo de la paleontología presenta una


nueva contradicción de explicar en la teoría de la evolución. Los evolucionistas que
producen los esquemas de la supuesta evolución de la humanidad buscan incorporar nuevos
descubrimientos mediante el establecimiento de los fósiles entre las especies extintas de
simios y de la raza humana.

Sin embargo, concluyo que los fósiles no se ajustan a sus esquemas, simplemente porque los
seres humanos y los simios no evolucionaron de cualquier antepasado común. Para mí los
seres humanos siempre han sido seres humanos y los simios lo han sido siempre. Por esta
razón, la teoría de la evolución se enfrenta a un dilema cada vez más con cada nuevo
descubrimiento científico.
ENSAYO

KENYANTHROPUS
PLATYOPS

Nombre: Joel Alexis González González

Asignatura: Historia

Profesor: Marcelo Sánchez

Institución: Liceo José Cortes Brown

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