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Emmanuel Le Roy Ladurie (1975)

MONTAILLOU ALDEA OCCITANA DE 1294 A 1324

Capítulo VI – Etnografía de los Pirineos carneriles

Etnografía económica en primer lugar: pastores y pastoras son hombres de negocios y mujeres de negocios. Las corrientes de cambio
en la alta montaña de pastos están monetizadas, pero no hasta el punto de suprimir el trueque y la prenda en especie que surgen en
cuanto se deja sentir una carencia momentánea de dinero líquido. A su vez, la importancia del trueque no impide que exista y que
funcione una economía monetaria, probablemente más activa en la montaña ovina que en la baja región cerealista. La lana, con su
elevado poder de compra, permitía obtener sumas de dinero considerables, metamorfoseadas de nuevo en corderos, en la continuación
del ciclo económico. La ganadería transhumante hace frente tanto a los derechos de las grandes comunidades aldeanas, como a los de
los señores que han sabido afirmar su influencia sobre tal o cual porción de pastizales de altura, en zona ibérica o pirenaica. El poder
señorial sobre la ganadería puede además actuar en dos niveles: en el del terreno pastado, pero también en el de los ovinos mismos,
que bien pueden ser propiedad de poderosos personajes, nobiliarios, señoriales, eclesiásticos u hospitalarios. Al lado del señor, la
comunidad campesina o ciudadana posee un derecho de fiscalización sobre la ganadería; este derecho afecta más a los terrenos de
recorrido que a los rebaños mismos. Celosa guardiana de los territorios de pasto, la comunidad aldeana parece desempeñar en cambio
un papel bastante débil por lo que concierne a la organización misma de los agrupamientos ovinos. No se encuentran más que
organizaciones individualistas; o bien en rigor, asociaciones entre particulares. En Montaillou el comunalismo de los rebaños hacia
1300-1325 es inexistente aún entre los sectores ovinos. El papel de la comunidad aldeana por lo que concierne a la vida de los pastores
es, pues, real, pero limitado.
De hecho, la verdadera cédula de sociabilidad de los pastores, independiente de los imperativos de la aldea, es la cabaña. La cabaña es
un lugar de fabricación de los derivados de la leche; y tras esta cortina de queso, es también el punto de intersección de los
desplazamientos de unos y de otros, y en la bolsa de noticias lejanas de la aldea natal. La cabaña es al pastor emigrante de Montaillou
lo que la domus es a su familia que se ha quedado en la vieja región. Se trata de una verdadera institución: cabañas designadas como
tales, con su carga de relaciones humanas, pueden observarse desde el pirineo ariegense y sardanés hasta la zona catalana y morisca.
Cada cabaña aloja a una cuadrilla de seis a diez pastores, que no se queda allí más que estacional o provisionalmente; luego será
reemplazada por otro equipo, equivalente en número, pero totalmente distinto en cuanto a sus orígenes geográficos o al menos en
cuanto a la identidad de los individuos que la componen. En cuanto al efectivo ovino de una cabaña, se limitará a las normas
medievales de antaño: de 200 a 300 cabezas. Son proporcionadas por varios pastores societarios. La vida cotidiana, o mejor mensual
de los pastores, durante la invernada y veranada está acompasada por los partos de las ovejas y por el ordeño. Sociedad de hombres,
reclutada por cooperación y no por generación, la cabaña no deja de ser el conservatorio de las tradiciones más antiguas, de los
ganaderos de ovinos.
En lo que hace a las grandes correrías de la transhumancia Pierre Coste ha suministrado algunas ideas de conjunto, validas no sólo
para la Provenza que estudia, sino también para los Pirineos ariegenses. 1- Predominio de la transhumancia “inversa” de la montaña
hacia la llanura, de la alta región a la baja región, de la veranada a la invernada. 2- Es relevante la importancia numérica de esta
transhumancia. 3- Esta transhumancia exige cierta organización de contactos, necesita de las ferias, de los mercados, porque
desplazamientos tan considerables no pueden justificarse por las simples necesidades de una economía de subsistencia.
Bien se trate de veranada o invernada, el contraste es grande entre la sociabilidad interna propia de los equipos de pastores,
necesariamente interregionales (ariegenses, sardaneses catalanes) y la sociabilidad externa en nombre de la cual el pastor giróvago se
esfuerza cuanto puede para encontrar en las aldeas del éxodo, fuera del equipo, las amistades de la patria chica, y la diáspora, catara o
no, del viejo Montaillou.
Implicado en la ecología y la cronología de la transhumancia, el mundo de los pastores se encuentra encerrado en los lazos del
salariado y de la asociación. Fundamentalmente, el pastor adulto es un empleado, un asalariado. En las regiones de ganadería ocupa un
puesto homólogo al del bracero en las regiones cerealistas; pero en relación a éste tiene posibilidades de enriquecimiento y de
expansión más importantes; en contrapartida, van acompañados de riesgos de accidentes nada despreciables. La biografía del pastor
está marcada por la inestabilidad, ésta no es sentida como una opresión o como una alienación, sino todo lo contrario; el pastor de alta
transhumancia cambia de amo más que de camisa. La contrata puede ser temporaria y calcada de la estructura misma de la
transhumancia. Lo dicho sobre la inestabilidad del empleo de los pastores vale más para los especialistas de la gran transhumancia
como los Maurs o como los Maury que para pastores más asentados, fijos con sus amos, relativamente sedentarios. Hay que subrayar
el carácter más bien estrecho, y relajado debido a su proximidad, de las relaciones patrón-pastor. Hay, al menos por épocas,
corresidencia de pastos o de domicilio entre empleador y empleado. El pastor es un asalariado: una parte de sus honorarios es en
especie, en alimentos. Otra porción del salario es en dinero, suma módica pagada eventualmente cada mes. Por último, además del
salario, el contrato que une al patrón con su pastor prevé frecuentemente un reparto del aumento del rebaño y del queso, también de la
lana. Durante ciertas fases, el pastor, hasta entonces asalariado, puede por otra parte convertirse de forma definitiva o provisional en
empleador independiente. El pastor sigue siendo asalariado; no accede ni siquiera de forma momentánea, a un estatuto de empresario
independiente; pero, sin embargo, se convierte en empleador respecto a un pastor subalterno al que toma por así decir en subarriendo.
La vida de pastor no entraña únicamente vínculos “verticales” de subordinación salarial, comparables a los que existen hoy entre
patrones y agricultura y en la ganadería. Requiere también por parte de los pastores relaciones “horizontales”, formas de asociación
con los colegas, o con los amos de otros pastores y de otros corderos. En algunas estaciones, cuando está mimado por la suerte y
quedan recompensados sus sudores, Pierre Maury logra convertirse a veces en su propio patrón. En este caso usa de diversas técnicas:

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tales como la ayuda mutua de los hermanos, la contrata de pastores asalariados, y luego la asociación con otro amo. Al margen del
salariado, y de la “simple asociación”, existe también toda una categoría de contratos de “aparcería ovina”.

Capítulo VII – Mentalidades pastoriles

Hay que ir más allá de las descripciones de los lazos económicos y profesionales; hay que descifrar, a través de la atractiva
personalidad de Pierre Maury lo que pueda ser la posición social y la mentalidad de un pastor transhumante de Montaillou en los
decenios iniciales del siglo XIV. En un primer análisis, Pierre Maury y sus semejantes parecen situarse muy bajo en una determinada
escala social. Su vida es una trama de incomodidades e incluso de grandes peligros profesionales. A pesar de fases pasajeras de
prosperidad, el propio Pierre Maury se considera pobre e inepto, por ello, para fundar una familia. La pobreza corresponde también,
para Pierre Maury, a un ideal y un sistema de valores. Ese ideal está vehiculado de todas formas por la cultura neoevángelica que
propagan en Occitania, en diversos puntos, los adeptos de la pobreza voluntaria y otros hombres-buenos o franciscanos. Si Pierre
quiere a los Perfectos, es, entre otras razones, porque ponen en práctica un ideal de pobreza laboriosa de la que reniegan los Hermanos
mendicantes, que, sin embargo, la habían precedido no sin fingido ardor Pasando de los clérigos a los laicos, Pierre estigmatiza por
otra parte a aquellos a quienes bien podría llamarse peces gordos o personajes.
Se adivina una de las razones de este pauperismo de los pastores, sentido en la práctica; asumido también, sin complejos, por quienes
son sus portadores. Esta razón es el nomadismo. Los pastores en veranada y, sobre todo, en invernada, se alojan la mayor parte del
tiempo en casa ajena: en casa del patrón, del amigo, del compadre. Desprovisto de domus propia el pastor transhumante originario de
Montaillou se forja sobre las riquezas una idea muy diferente de las de los sedentarios. Este pastor puede ser relativamente afortunado
en términos de rebaño e incluso de dinero, pero es necesariamente pobre de objetos, vestidos, vajilla, muebles, cosechas, etc. De ahí
deriva sin duda el extremado distanciamiento respecto a los bienes de este mundo que da pruebas Pierre Maury cuando aborda los
problemas de la riqueza. Aún cuando Maury se diga “rico”, tiene conciencia de que ello es muy relativo. El verdadero rico no es un
asalariado como él; lo es el propietario agrícola por ejemplo. Y sin embargo, dejando aparte el problema de los objetos materiales e
inmobiliarios, indeseables por intransportables en el curso de una vida errante- Pierre Maury es rico; al menos por lo que se refiere a
las satisfacciones que recibe y de las que no oculta el placer que le procuran. Su vida es interesante, totalmente plena, excitante. Desde
el punto de vista socioeconómico, se sitúa, casi totalmente al margen del dominio de la opresión señorial o feudal. En lo esencial, las
“relaciones de producción” en que se encuentra implicado son de naturaleza contractual y móvil, salarial o cooperativa. No está por
tanto sometido al despiadado horario de una organización capitalista que nada tiene que ver con las normas, poco exigentes desde este
punto de vista, del siglo anterior a la peste. Pierre Maury igual que sus colegas, en los pastos de la montaña o en los pastizales, goza de
ocios. Pierre Maury se mantiene apostado en uno de los nudos de una red de informaciones policéntricas, que circulan de puerto en
puerto y de montaña en montaña; gracias a ellas está el corriente de lo que pasa en Cataluña, en los Pirineos, en la región natal.
Asalariado, no alienado, informado, informal y social, Pierre Maury tiene sentido de la fiesta, de la alegría y simplemente de la comida
de carne y de la amistad. No posee permanentemente cantidades de “inmuebles” ni de objetos personales. Pero tiene muchos amigos.
Y eso es lo que cuenta. Amistades concebidas, para empezar, a imagen de las relaciones familiares. El buen pastor no tiene casa que le
pertenezca personalmente. Pero la domus paterna, la parentela y el linaje siguen siendo para él valores cardinales y fuentes de
fidelidad. Pierre es en primer lugar y ante todo buen hermano: su sentido de la amistad, muy desarrollado, expresa simplemente, como
se verá, una fraternidad no consanguínea. Las capacidades de vinculación fraterna son previsibles en un sistema de fuerte armazón de
linaje, tal como el que prevalece en Montaillou. La amistad, en ocasiones se inscribía también en un transfondo general de cultura
occitana y de parentesco artificial: la fraternidad total de los amigos no parientes, que compartían todo mitad por mitad sin titubear,
estaba institucionalizada en las formas rituales de hermanamiento, atestiguado como tal desde principios del siglo XIV. El
hermanamiento es una forma de parentesco artificial. Pero pueden surgir otras formas que conciernen también a los pastores
pirenaicos de los años 1300: los compadres y las comadres. Estos vínculos están oficializados por la institución del bautismo que da a
los padrinos, madrinas y parientes de tal o cual niños bautizado, convertidos en compadres y comadres unos de otros, la
corresponsabilidad de la educación y del futuro del citado niño. La amistad pura que se tienen mutuamente Pierre Maury y aquellos a
los que ama y de los que es amado, no es simplemente una categoría de afectividad vivida por sí misma como sería hoy el caso en
nuestro mundo. Está basada a menudo en el vínculo preciso del compaternalismo. La triple concepción, indisoluble, de la amistad, del
compadrazgo y de los beneficios recibidos y devueltos, formulada en diversas ocasiones por el buen pastor, permanecerá viva en el
correr de los tiempos. La vida transhumante proporciona a Pierre Maury muchas oportunidades de ser invitado a bautismo y de
conseguir padrinazgos; en ciertas circunstancias puede tener varios compadres en una misma parroquia. Además, en Montaillou
mismo la institución del compadrazgo era floreciente, tejía entre los habitantes de la aldea redes de complicidad suplmentaria que
venían a añadirse a las de la herejía, de la alianza y del amor. Por encima de los vínculos de amistad específicos que se emparentan
con la paternidad-filiación y con más frecuencia con la fraternidad o la compaternidad, Pierre Maury y sus semejantes practican por
otro lado, con bastante largueza, la asociación, en la que el elemento práctico es difícilmente separable del elemento afectivo. Las
asociaciones informales de trabajadores pueden llegar incluso a la prestación mutua de un juramento de fidelidad de tipo medieval.
Estas formas de sociabilidad son hijas de la montaña ariegense; pero están reforzadas por las necesidades del exilio y de la emigración
que implican o que imponen una solidaridad necesaria entre giróvagos. Amistades filiales, fraternales, compaternales, asociativas se
combinan con las amistades simples y con las complicidades heréticas o antiheréticas para formar el círculo de amigos de cada
habitante, de cada domus, de cada pastor, círculo simbolizado por la expresión “todos los amigos”.
Por regla general, los pastores permanecen solteros y sin descendencia: porque con razón o sin ella, se estiman desde su propia óptica
demasiado pobres para tomar mujer; y a su grupo le es necesario recurrir a reclutas externas, sin las que éste terminaría por debilitarse,
es decir, por desaparecer. Respecto al mundo exterior, la actitud de los pastores revela con frecuencia una positividad amistosa. En el

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seno de esta sociedad de pastores, Pierre Maury representa al héroe positivo por excelencia, paladín de una determinada apertura
jovial al mundo y a los demás.
En relación a los pastores en general y a Pierre Maury en particular, lo importante es considerar de qué forma consideran el sentido de
su vida; y que conciencia tienen de su identidad. La respuesta a esta pregunta es bastante clara: el destino. ¿De dónde ha podido sacar
Pierre Maury esta idea de destino que tanto le preocupa? ¿De sus amigos los cátaros? Si y no. De hecho, y fuera de lugar la influencia
albigense, resulta fácil confrontar esta noción de destino con otros conceptos análogos que son populares entre las diversas culturas del
mediterráneo occidental. Los magrebíes y los musulmanes de África y España tienen también el sentido del destino. El cristianismo
medieval posee una teoría muy completa de la Gracia. En sus versiones más rudas, ésta puede ser vivida también bajo los auspicios y
bajo las apariencias de un verdadero destino. El sentido del destino en Pierre Maury no es por tanto vulgarmente mágico,
supersticioso, sino altamente filosófico. ¿No se trata, simplemente, tanto en él como en otros, de una viejísima idea campesina normal
en sociedades sin crecimiento, en las que literalmente no hay elección? Una determinada concepción del destino, como de la buena o
mala fortuna, tejida por los astros. La conciencia del fatum en Pierre Maury es también el sentido profundo de una continuidad
socioprofesional. Vivir un destino es saber mantener su rango y no salir de su condición ni de su oficio. Oficio vivido, por lo demás,
como fuente de interés, como fontana de energía vital. El destino es asumido, pues, como un querer-ser de pastor, y la libertad
montañera es la feliz contrapartida del destino transhumante.
Volviendo de lo subjetivo (la idea del destino vivida por Maury) a lo objetivo (el sistema de producción pastoril), el mundo de los
pastores se mueve en categorías socio-económicas bastante marcadas. En lugar de acumular muchos objetos, Maury elige desear poco
y transferir sus deseos hacia otros tipos de “riquezas” que simultáneamente ocupan en lugar de la familia: una rica red de relaciones
humanas a base de fraternidad artificial o natural, compaternidad, amistad pura o de asociación. El pastor tiene el sentimiento de
poseer “la comodidad sin la abundancia”. Las riquezas materiales serían para él un verdadero fardo, en el significado más concreto de
este término: serían difíciles de desplazar en los viajes sin tregua que le llevan de Tarragona a los Pirineos. Maury tiene pocos bienes,
pero no es miserable.

[Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988 (1975), pp. 145-189 (capítulos
VI-VII).]

• Historia de las mentalidades


• Historia más antropológica. Historia etnográfica.
• Estudio de historia social y cultural.
• Fuente central: el registro de los interrogatorios a los sospechosos de herejía. Fuente inquisitorial. El autor no tiene en cuenta sus
limitaciones, hace un uso insuficientemente crítico de la misma.
• Para Lawrence Stone es el primer ejemplo de microhistoria.
• Recuperación del individuo, del sujeto a través de su propio testimonio.
• Costumbres y vida cotidiana. Ejemplo: alimentación.
• Posición social y mentalidad de un pastor trashumante del siglo XIV.
• Obra exitosa, pensada para un público general.

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