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Dévrig Mollès, "Roberto Arlt, sociólogo de la gran ciudad americana (1920-1930)", L'Ordinaire latino-américain, La ville latino-

américaine : regards et pratiques en mutation, n°205, IPEALT, Université Toulouse – Le Mirail (France), 2006, pp. 153-173,
ISBN : 0997-0584. (devrigmolles@yahoo.fr)

Roberto Arlt, sociólogo de la gran ciudad


americana

“El mundo de Roberto Arlt es apocalíptico: la ciudad refleja la selva en una escala
mayor y más inhumana. Y esta ciudad es sobre todo Buenos Aires, un Buenos Aires
que había frustrado los sueños de El Dorado que traían los inmigrantes y que les
había reducido a autómatas indefensos. La mutilación de un hombre por la vida
urbana debe tener como consecuencia la rebelión ciega y violenta de este despojo de
humanidad” (Jean Franco)

ROBERTO ARLT, SOCIÓLOGO DE LA GRAN CIUDAD AMERICANA.................................................. 1

1 INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................. 4

1- UN PROPÓSITO CIENTÍFICO-LITERARIO....................................................................................... 6
La función del arte .............................................................................................................................................. 7
Socio-psicología de la modernidad urbana .................................................................................................... 7
El anti-héroe picaresco ...................................................................................................................................... 8

2 UN CAOS CREADOR .......................................................................................................................... 9


Cosmopolitismo & merengue ......................................................................................................................... 10
La modernidad técnica .................................................................................................................................... 11
Gente “bian” y chusma: una geografía socio-cultural ................................................................................. 12

3 LA LEY MECÁNICA DE LA SELVA ................................................................................................. 14


El “struggle for life” ........................................................................................................................................... 14
Enajenación y amarguras de fracasado ....................................................................................................... 17
Rebelión y mutilación....................................................................................................................................... 18

4 CONCLUSIÓN .................................................................................................................................... 20
Balance de la modernidad urbana argentina ............................................................................................... 20
Nueva generación cultural .............................................................................................................................. 21

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Dévrig Mollès, "Roberto Arlt, sociólogo de la gran ciudad americana (1920-1930)", L'Ordinaire latino-américain, La ville latino-
américaine : regards et pratiques en mutation, n°205, IPEALT, Université Toulouse – Le Mirail (France), 2006, pp. 153-173,
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1 Introducción
Evocar el Río de la Plata despierta el eco lejano de su filiación con Europa. A partir
de 1852-1862, nuevas minorías dirigentes procuraron organizar una Argentina moderna,
heredera de las grandes revoluciones del siglo XIX (francesa, europeas y americanas). Los
preceptos de la “ideología del Progreso” y los modelos europeos indicaban la vía. Es conocida
a este respecto la formula de Domingo F. Sarmiento (1811-1888) –uno de los principales
intelectuales de Estado de la burguesía progresista latinoamericana e importante dirigente
masónico- quien concebía la historia como una lucha entre Civilización y Barbarie1.
Las nuevas élites políticas y culturales argentinas (y uruguayas) impulsaron un proceso
de modernización social y cultural, cuyo objetivo fundamental era la integración nacional en
las redes sociales, culturales y económicas occidentales (europeas y norte-americanas)2.
La inmigración europea fue la punta de lanza del proyecto modernizador. “En
América, gobernar es poblar” había enunciado otro de los ideólogos de la Joven Argentina,
Juan Bautista Alberdi (1810-1884)3. Fuerza de trabajo destinada a desarrollar la industria y la
agricultura, debía también aportar en un país “vacío” pero inmenso (4 a 5 veces la superficie
de Francia) la herencia cultural europea. El Europeo era una "levadura étnica", un agente de
“la renovación y la transformación de las razas originales”, una herramienta de la
incorporación en “esta corriente de energía que es la Civilización”, según Joaquín V.
González (1863-1923), un discípulo de Sarmiento, también intelectual de Estado y dirigente
masónico4.
Bajo el amparo de la Constitución de 1853, un periodo de libertad de la inmigración
europea se abrió hasta 19235. Entre 1870 y 1930, unos siete millones de Europeos habrían

1. La fórmula que opone « Civilización » y « Barbarie » es del intelectual de Estado y dirigente masónico Domingo Faustino Sarmiento, Facundo (1e éd. 1845).
Buenos Aires, Emecé – Planeta, 1999. Sobre el tema, véase Georges Lomné, Frédéric Martinez, Denis Rolland et Annick Lempérière (coords), L’Amérique
latine et les modèles européens, XIXe-XXe siècles. Paris : Maison des Pays Ibériques - L’Harmattan, 1998.

2. Sobre la teoría del cambio social: Gino Germani, Autoritarismo, fascismo y populismo nacional (1978), Buenos Aires, Academia Nacional de Historia –
Instituto T. di Tella, 2003. Sobre los grupos de mentalidades en la Argentina, José Luis Romero, “Cambio social, corrientes de opinión y formas de mentalidad
(1852-1930)”, en El caso argentino y otros ensayos, Buenos Aires, Hyspamérica, 1987, pp. 167-205.

3. Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852), Buenos Aires, ed. Plus Ultra, 2000.

4. Joaquín V. González, Obras Completas, Buenos Aires, Universidad Nacional de la Plata, 1935-1937, pp. 415-416.

5. Voir Pilar González Bernaldo & Fernando Devoto (coords.), Les Politiques publiques face au problème migratoire en France et en Argentine. Exils et
migrations ibériques au XXe siècle, n°7, Paris, Université Paris VII- Denis Diderot, 1999.

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venido a probar suerte en la “Argentina aluvial”. Era el “Extremo Occidente”6, un El Dorado


que les fue propuesto a millones de inmigrantes. Parte de estos desarraigados se refugiaron a
raíz de los ciclos revolucionarios europeos (1830, 1848, 1871, etc.), muchos lo hicieron para
escapar a la miseria y la presión demográfica.
En teoría, su destino era convertirse en pequeños propietarios “esclarecidos” por la
instrucción pública, obligatoria y laica. La tierra no faltaba: la “Conquista del Desierto” abrió
nuevas fronteras en las inmensidades “vacías” del Sur, sometiendo a los “Indios” por una
brutal guerra de colonización (1879/…). Sin embargo, desde 1885, las tierras conquistadas
fueron vendidas por remate, reforzando la concentración de la propiedad en manos de grandes
familias. La rapacidad de la oligarquía terrateniente desvirtuó el proyecto modernizador
argentino, repitiendo lo ocurrido con la primera tentativa de reforma agraria (1822-1826).
Ante el avance de la gran propiedad, numerosos migrantes refluyeron hacia los suburbios de
Buenos Aires.
Entre 1870 y 1930, Buenos Aires experimentó una rápida mutación demográfica y
sociológica (inmigración masiva), tecnológica (transportes, luz eléctrica, industrialización,
etc.), política (masificación, sufragio universal masculino en 1912 etc.) e ideológica (auge del
positivismo y del cientificismo). En los suburbios, creció un proletariado urbano y nuevas
clases medias, generadores de ahorros y de demanda cultural.
Las élites “capacitarías” que emergieron de estos grupos sociales difundieron nuevas
culturas políticas y nuevas metodologías asociativas democráticas, frecuentemente importadas
por exiliados e inmigrantes europeos (masonerías, sindicalismos, socialismos, asociacionismo
cultural y patriótico, etc.)
La rápida ampliación del espacio público -combinado con prósperas cajas de ahorro-
alentaron la constitución de estructuras de producción cultural de masa: Buenos Aires se
convirtió en un importante polo internacional no solo con el comercio sino también con la
multiplicación de diarios populares (como Crítica a partir de 1913, El Mundo a partir de
1928), editoriales populares (como Claridad, Sudamericana, Losada et Rueda entre 1936 et
1939), empresas de producción cinematográfica y musical etc.
Estos aparatos de producción cultural nos han transmitido los testimonios orgánicos de
aquel tiempo de mutación: los tangos escritos durante el Entre-Guerras son uno de estos
vehículos de memoria colectiva. La obra de Roberto Arlt es otro de estos testimonios, escrito

6 Alain Rouquié, América latina, Introducción al Extremo Occidente, 3ª ed., México D.F., Siglo XXI, 1996, 431 p.

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esencialmente durante las “décadas infames” iniciadas por el golpe militaro-civico-clerical de


19307. Hijo de Alemán de Poznán (ciudad hoy polaca) y de una campesina del Tyrol radicada
en Trieste, Roberto Arlt nació en Buenos Aires en 1900. Se crió en un ámbito popular y, joven
aún, abandonó los estudios para ejercer múltiples oficios y "changas". Su carrera literaria
empezó con El Juguete Rabioso (1926), novela publicada en fragmentos por la revista Proa,
órgano del grupo literario fundado por Jorge Luis Borges. Hasta 1942, año de su
fallecimiento, Roberto Arlt fue novelista, dramaturgo, cuentista y periodista (Crítica, El
Mundo). Su literatura quiso reflejar una realidad a la vez particular y universal, la Isla de
Utopía convertida en Torre de Babel. Esta crónica social queda aún hoy rodeada por la
melodía de Cambalache, uno de los tangos argentinos más significativos del Entre-Guerras:
“Que el mundo fue y será una porquería
Ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
Y en el dos mil también!)
Que siempre ha habido chorros,
Maquiavelos y estafaos,
Contentos y amargaos,
Valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
Es un despliegue
De maldá insolente
Ya no hay quien lo niegue [...]”8

1- Un propósito científico-literario
Durante mucho tiempo, Roberto Arlt fue despreciado en la Argentina e ignorado en
Europa. Fue un innovador, un rabioso de la pluma, decidido a forjar una “gramática [del]
boxeo”9 para dar cuenta de una realidad brutal.

7 Franck Lafage, L’Argentine des dictatures (1930-1983), Pouvoir militaire et idéologie contre-révolutionnaire, Préface de Emile Poulat, Paris, L’Harmattan,
1991.

8 Enrique Santos Discépolo, Cambalache, Tango, Buenos Aires, 1934 (El texto completo está disponible en www.todotango.com.ar)

9 Ibid.

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La función del arte

¿“Chusma”, “grasa”, el lenguaje de Roberto Arlt? ¿Le puso una gorra roja al
diccionario? Detrás del estilo se esconde un propósito científico-literario y psico-sociológico.
Tal vez por referencia a sus orígenes sociales, Roberto Arlt se definía como un
“obrero de carácter intelectual”10. Consecuentemente, el escritor-boxeador fue despreciado
por su estilo poco académico. Doctores en gramática, fieles defensores de la cultura
“legítima” de la época, le reprocharon su falta de respeto por el orden lingüístico establecido.
En realidad, se trataba de forjar una literatura nueva y violenta, adaptada a tiempos nuevos y
violentos:
“Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino
escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un “cross” a la
mandíbula”11.
Ideas nuevas necesitaban palabras nuevas. A sus detractores, defensores de la
gramática tradicional, contestaba que “los pueblos bestias se perpetúan en su idioma, como
que, no teniendo ideas nuevas que expresar, no necesitan palabras nuevas o giros extraños;
pero en cambio, los pueblos que, como el nuestro, están en una continua evolución, sacan
palabras de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores [...]”12

Socio-psicología de la modernidad urbana

La función social del escritor-boxeador era establecer la socio-psicología de Buenos


Aires, prototipo de la gran ciudad americana, para servir al “desenvolvimiento del hombre
dentro de la sociedad”13. Como un médico, se trataba de diagnosticar a una enfermedad:
“¿Cuál es mi obligación entonces? Proporcionar los datos elementales que permitan
diferenciar un resfrío de un juanete o de una tuberculosis” 14

10 Léase Roberto Arlt, “Si la gente no fuera tan falsa”, en Aguafuertes porteñas, Buenos Aires, Vida cotidiana, Prólogo y selección de Silvia Saitta. Buenos Aires,
Losada, 2000, p. 176.

11 Roberto Arlt, “El idioma de los argentinos”, citado en No quiero ser tu beto. Página […] de divulgación literaria, Año IV, n°56, Buenos Aires, septiembre
2001.

12 Ibid.

13 Léase Roberto Arlt, “Si la gente no fuera tan falsa”, en Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas, op. cit., 2000 , p. 176.

14 Ibid.

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Este propósito científico-literario -siempre subyacente- era obviamente inspirado por


la ideología dominante de la época. Así, como en Brasil o en México, el cientificismo y el
positivismo tuvieron mucha influencia en la Argentina, a través por ejemplo de Darwin,
Spencer o Aguste Comte. Hacía 1910, época de formación de Roberto Arlt, el sociólogo
socialista italo-argentino José Ingenieros resumía:
“La humanidad es una especie biológica que evoluciona según leyes que la
sociología procura conocer. La nacionalidad argentina es un conjunto de individuos
de esa especie; en determinadas circunstancias de tiempo, modo y lugar, ellos
constituyen un agregado social para luchar por la vida- dentro de las condiciones
mesológicas que les son comunes- con otros grupos de la especie humana y con el
resto de los seres vivos.”15
El principal método científico empleado por Roberto Arlt fue la “vagancia” y la
observación16. En calles o bares, en plazas y teatros y cines, en actos políticos, Arlt registró a
los perfiles socio-psicológicos de los habitantes de Buenos Aires, con sus hábitos, costumbres,
anécdotas y rumores. Por supuesto, se tuvo que “callar el 75% de las cosas que [hubiera
podido] decir”, para evitar una “muerte violentísima”17.
La “deriva” permitió a Arlt captar informaciones y sensaciones, analizadas y
transmitidas a través de las notas periodísticas, de las novelas o del teatro. Ese ejercicio de
“vagancia” fue cotidiano. La deriva alimentó por ejemplo la crónica que condujo en el
periódico popular El Mundo entre 1928 y 1942, fecha de su fallecimiento, reunidas en las
Aguafuertes Porteñas. Alimentó novelas como El Juguete Rabioso, Los Siete Locos, Los
Lanzallamas y El Amor Brujo. También alimentó novelas cortas, de género policial (muy)
negro18.

El anti-héroe picaresco

El personaje predilecto de Roberto Arlt fue un anti-héroe, claramente inspirado por la


literatura picaresca del Renacimiento español, según el arquetipo de La Vida de Lazarillo de

15 José Ingenieros, Sociología argentina (1910), Buenos Aires, TOR, reed. 1956, p. 5.

16 Léase Roberto Arlt, “Elogio de la vagancia” en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 39.

17 Léase Roberto Arlt, “Si la gente no fuera tan falsa”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. cit., pp. 177-178.

18 Véase la selección publicada por Néstor Ponce, Aguasfuertes negras, Término editorial, 2001.

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Tormes y de sus fortunas y adversidades (1554)19. Así por ejemplo, El Juguete Rabioso -
primera novela de Roberto Arlt (1926)- fue construida sobre la genealogía existencial de su
personaje principal, Silvio Astier. Este método de la “seudo-autobiografía confesional” (A.
Gómez Moriana) es típico de la literatura picaresca.
Como el personaje picaresco, el protagonista central de El Juguete Rabioso era de muy
baja extracción, y por lo tanto desprovisto de honra. Tras una un periodo de formación más o
menos protegido, conoció la mezquina materialidad de su miserable condición social. En la
segunda parte, titulada “Los trabajos y los días”, su deriva sin rumbo lo llevó a recorrer varios
senderos. Este viaje le sirvió de experiencia iniciática. Como el personaje picaresco, Silvio
Astier se arrimó a varios dueños y, a través de ello, experimentó los distintos aspectos de una
cruda realidad: esta “deriva” constituye el pretexto para una descripción sociológica.
Como en la novela picaresca, la condición humana parece subordinada a una “ley de
repetición”, una ley cósmica indescifrable. El Juguete Rabioso se abre así con la imagen de un
viejo zapatero andaluz, pobre y enfermo, herido de “amarguras de fracasado”. Se cierra con
la misma imagen de fracaso, con una diferencia: Silvio Astier ha remplazado al zapatero
andaluz.
Roberto Arlt registró el sordo ruido de las promesas irrealizadas, de los cambios
brutales, de la ciega rebelión, de la confusión y del resentimiento de las masas urbanas. El
protagonista de las novelas de Arlt era convertido en un autómata indefenso e impotente,
totalmente enajenado, de acuerdo con las pautas del género picaresco. Detrás de la tumultuosa
superficie de imágenes, sin embargo, afloraban las estructuras sociales y culturales.

2 Un caos creador
La Argentina es un país “enfermo de su memoria”20. A la hora de evaluar su
experiencia histórica colectiva, los Argentinos no pueden prescindir de la obra de Roberto
Arlt, quien dejó un análisis agudo y un balance de la modernización y de la urbanización
impulsada desde el Río de la Plata a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

19 La Vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades fue publicada en 1554 al alumbramiento casi simultáneo de tres imprentas distintas (Ámbares,
Alcalá de Henares y Burgos), sin que autor algunos hubiera revindicado su paternidad. Es el clásico de la literatura picaresca española.

20 Diana Quattrocchi-Woisson, Un nationalisme de déracinés, L’Argentine, pays malade de sa mémoire, Préface de K. Pomian, Toulouse, CNRS, 1992.

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Buenos Aires fue el escenario de la mayor parte de los relatos de Roberto Arlt. Dos
tendencias en apariencia contradictorias dominaban la ciudad de Arlt: tumulto y estructuras,
superficie u oscuras profundidades.

Cosmopolitismo & merengue

Entregándose a la vagancia, Roberto Arlt exploró el espectáculo novedoso y mutante


de la ciudad grande, convertida en una selva mecánica por una pluma que buscó reconstruir –a
la manera de una pintura expresionista- el conjunto de vibraciones que atravesaron al
“observador lúcido y irónico”. El escritor recurrió a múltiples metáforas e imágenes,
convirtiéndose en intérprete de las vibraciones urbanas que lo atravesaron. Allá, en Plaza
Once, agarraba instantáneos de “ojos que son un poema de insolencia, labios que no son
labios sino llagas que vociferan exclamaciones rojas y verdes”21. En Flores, el protagonista de
El Juguete Rabioso detallaba una calle “cubierta por un océano de sol”, bañada en el “agrio
olor de verduras desde el mercado”. Recordaba “un inmenso cielo resplandeciente sobre
horizonte de casas pequeñas y encaladas, de fábricas de muros rojos, y adornando los
confines: surtidores de verdura, cipreses y arboledas en torno de la cúpulas blancas de la
necrópolis”. Una referencia permanente al cielo y a “la serenidad infinita y extática del
espacio celeste” que sus ojos beben ávidamente22.
En la Buenos Aires de Roberto Arlt, confusión y agitación dominaban un crecimiento
extraño, polifacético y permanente. La ciudad era un universo compuesto de varios mundos
que, de acuerdo a su propósito científico-literario, el autor procuró explorar, armado de sus
sentidos y una lapicera en forma de machete.
Buenos Aires era una ciudad cosmopolita y superpoblada. El transeúnte luchaba sobre
veredas deshechas contra “señoras gordas y robrecas [convertidas en] verdaderos tanques de
asalto”23. El merengue cosmopolita porteño encontraba su máxima expresión en la avenida
Corrientes adonde, bajo “luces fantasmagóricas” y con el jazz en tela de fondo,
confraternizaban:
“vigilantes, canillitas, “fiocas”, actrices, porteros de teatro, mensajeros,
revendedores, secretarios de compañías, cómicos, poetas, ladrones, hombres de

21 Léase Roberto Arlt, “Elogio de la vagancia” en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 39.

22 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), 3e ed., Buenos Aires, Losada, 1975, p. 105.

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negocios innombrables, autores, vagabundas, críticos teatrales, damas del medio


mundo: una humanidad única, cosmopolita y extraña [...] Y libros, mujeres,
bombones y cocaína, y cigarrillos verdosos y asesinos incógnitos”24.
Buenos Aires era una nueva torre de Babel, adonde se hablaba mil idiomas. Sus
habitantes estaban “revolcaos en un merengue”, de acuerdo con la metáfora de un tango
clásico, Cambalache. Comercio y placeres, tal era la propuesta esencial de la gran ciudad:
“Si quiere ver la vida color de rosa,
Eche veinte centavos en la ranura”25.

La modernidad técnica

El rasgo más llamativo de este universo caótico es la irrupción brusca, casi violenta,
de la modernidad técnica. Buenos Aires se convierte bajo la pluma de Roberto Arlt en una
extraña selva mecánica, con árboles de cemento, acero y vidrio, poblado de “grandes edificios
cúbicos”, de “armazones de cemento armado”. La vegetación urbana es prolífica:
“caños de desagüe negros suspendidos entre jaulones de vigas y maderos […] arcos
voltaicos reverberando sótanos de tierra amarilla, mientras cruje la cadena de la
grúa eléctrica”26.
La modernidad técnica es omnipresente. Conforma el imaginario colectivo de la
juventud porteña. En Los Siete Locos como en El Juguete Rabioso, por ejemplo, los “pibes”
se dedican a la estabilidad espontánea de los aviones (de bambú), a la fabricación de
bombardas o, tras haber creado una sociedad secreta, a la constitución de :
“Una biblioteca de obras científicas para que sus cofrades puedan robar y matar de
acuerdo a los más modernos procedimientos industriales”27.
La modernidad técnica genera velocidad y perturba a las percepciones habituales.
Agitación, confusión, velocidad, fugacidad y nuevos peligros acompañan a los “camiones de
cien toneladas” que circulan por calles repletas de “ómnibus que despachurran criaturas y

23 Léase Roberto Arlt, “Encantos de las calles del centro”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, pp. 82-85.

24 Léase Roberto Arlt, “Corrientes por la noche”, en Aguafuertes porteñas [...], Op. Citado, pp. 43-47.

25 La Mujer más gorda del mundo, poema de uno de los principales poetas argentinos, Raúl González Tuñon (1905-1974), citado en Roberto Arlt, “Las cuatro
recovas”, en Aguafuertes porteñas [...], Op. Citado, pp. 17-22.

26 Léase Roberto Arlt, “Corrientes por la noche”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 43-47.

27 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), 3e ed., Buenos Aires, Losada, 1975, p. 20.

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automóviles brillantes como espejos”. Pero ¿para qué sirve el progreso? La vida llega a ser
absurda, el hombre enajenado y desposeído de su propio tiempo:
“Ahora nos levantamos a la mañana, nos metemos en un coche que corre en un
subterráneo; salimos después de viajar entre luz eléctrica; respiramos dos minutos el
aire de la calle en la superficie, nos metemos en el subsuelo o en una oficina a
trabajar con luz artificial. A mediodía salimos, prensados entre luces eléctricas,
comemos con menos tiempo que un soldado en época de maniobras, nos enfrentamos
nuevamente con el subterráneo, entramos a la oficina a trabajar con luz artificial,
salimos y es de noche, viajamos entre luz eléctrica, entramos a un departamento, o
sea la pieza de un departamentito a respirar aire cúbicamente calculado por un
arquitecto, respiramos a medida, dormimos con metro, nos despertamos
automáticamente”28.
Definitivamente, Roberto Arlt critica a la ciudad moderna y a su tiempo acelerado. En
Buenos Aires, dice, “a la gente le crece la barba en muchos menos tiempo que en las rúas de
las pacíficas y adormiladas parroquias”29. Valoriza la antigua sociedad rural, más igualitaria y
más libre, como lo comenta a propósito de una visita en el barrio de Mataderos, barrio de
gauchos venidos a la ciudad para vender carne y pieles:
“Es la única que, a pesar de sus quimeras extranjeras y esa atmósfera de sebo que
pesa en el aire, conserva un aspecto genuinamente criollo, argentinizante, rural; éste
es el término. Rural; de un campo que se ha ido, de unos hombres que existen a pesar
de que, por momentos, creemos que ya han desaparecido. [...] Hombres grandes, casi
enormes, con cuchillos atravesados al cinto, con mirada de distancia, manos rojas,
gestos rapidísimos. Hombres de otra civilización. De una civilización que nosotros,
desdichadamente, no podemos asimilar. Porque digo que estos hombres sólo pueden
dar envidia. Tan grandes, tan sanos, tan recios son.”30

Gente “bian” y chusma: una geografía socio-cultural

A medida que Arlt progresa en sus relatos, evidencia la jerarquía caótica que
estructura la gran ciudad.

28 Léase Roberto Arlt, “Para qué sirve el progreso”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. VIII.

29 Léase Roberto Arlt, “Encantos de las calles del centro”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 82-85.

30 Léase Roberto Arlt, “Criollaje en Mataderos”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 47-52.

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En las calles del centro, la “multitud de gente bien vestida” repela a los “desdichados”,
“miserables” y a los “soñadores que llevan un mundo adentro”. En la calle Florida por
ejemplo, “la calle más despersonalizada” de Buenos Aires, se pueden observar “mujeres que
cuestan mucho dinero”, “parejas de subtenientes y de sus coroneles que salen del Círculo” o
“damiselas” que compran artículos importados de Europa31.
En el barrio Norte, típico ejemplo de barrio acomodado, el pícaro Silvio Astier
descubre con asombro “lujosas casas de departamentos”, que ofrecen un fuerte y simbólico
contraste entre una arquitectura depurada y poderosa y “la oscuridad polar de sus zaguanes
profundos y solitarios”, adonde viven invisibles seres protegidos por porteros y criadas, en
este caso gente culta, que compra libros y habla francés32.
A eso se opone una geografía de la miseria humana, que descansa en “cuatro puntos
cardinales”:
“Cuatro recovas tiene Buenos Aires, cuatro recovas que son el refugio de la
pobretería, el escaparate de la vagancia, el museo de la pobreza [...] el caldero de la
roña, el paseo de la mugre, el camino de la sordidez, el valle de los desarrapados
[...]”33.
Por “las chatas calles del arrabal, miserables y sucias, inundadas de sol, con cajones
de basura en las puertas, con mujeres ventrudas despeinadas y escuálidas”34 se aglutinan
“robustos hijos de napolitanos, toda la barbuda suciedad que se gana la vida traficando
miserablemente, toda la chusma flaca y gorda, aviesa y astuta”.
La Torre de Babel esconde sus cortes de los milagros, recorridas por milongueros
“bronceados por la desvergüenza”35, “pelafustanes de toda bandera [y] mujeres sin rumbo
[…] mujeres de los hombres que, con un baúl enjuto, vinieron a hacer la América desde
Croacia o Bulgaria”. Toda esa “piojería cosmopolita” compuesta por “inmigrantes sin
esperanzas”36, “Gallegos de mierda”37, “inmigrantes alemanes gordos y aventureros de

31 Léase Roberto Arlt, “La calle Florida”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. cit., p. 30-35.

32 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp. 63-64.

33 Léase Roberto Arlt, “Las cuatro recovas”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. cit., p . 17-22.
p
34 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, p. 106.

35 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp. 112-113.

36 Léase Roberto Arlt, “Las cuatro recovas”, en Aguafuertes porteñas [...],.op. cit., pp. 17-22.

37 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, p.13.

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miserable traza”38 que miran desconfiadas “jóvenes mujeres avaras y biliosas, mozuelas
linfáticas y pretenciosas”39.
Cuando Arlt describe la “chusma”, lo hace en forma realista, en especial en sus
descripciones físicas, en las cuales se han de hallar los estígmatas que revelan una condición
social. Así por ejemplo, el retrato del viejo zapatero andaluz que abre El juguete rabioso
queda como algo muy simbólico al respecto. Éste desarraigado, cuyo fuerte acento rural revela
sus orígenes, lleva consigo aparejados los estígmatas de una condición muy humilde:
“cargado de espaldas” por una vida que lo hincó de rodillas, “carisumido y barbudo, y por
añadidura algo cojo, una cojera extraña, el pie redondo como el casco de una mula con talón
vuelto hacía afuera”. Es un “señalado de Dios”, cuya “sórdida sonrisa” es devorada por
“negruzcos dientes”40.
Más emocionante todavía es el retrato que Silvio Astier ofrece de su madre. Retrato de
mucho cariño y compasión, que cierra el periodo de iniciación y abre el duro capítulo de “Los
trabajos y los días”. La madre de Astier es quizás el personaje más noble y abnegado que se
halle en la novela: único refugio estable, que le sirve tanto después de su huida del primer
comercio en el cual trabaja de mozo como después de su baja de los cuadros de la escuela de
mecánica militar, esta madre es un alma grande encerrado en un “cuerpo mezquino” cubierto
por “míseras ropas”, de “cabellos emblanquecidos” prematuramente, de “frente amarilla
rayada de arrugas”, y de “pobre espalda encorvada” por una vida sacrificada y laboriosa41.

3 La ley mecánica de la selva

El “struggle for life”

Así pues, conviven varios mundos en el universo porteño.Bajo esta tumultuosa y


brillante superficie, se encontraba, sin embargo, la cara oscura del cosmopolitismo porteño.
Debajo de la superficie, pues, aparecían una miseria brutal, miseria material pero sobre todo

38 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), , op. cit., 1975, p. 73.

39 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), , op. cit., 1975, p. 112.

40 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 7-8.

41 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp. 41-42.

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moral, ética y cultural. La corrupción moral, la enajenación y la “alienación” constituyeron la


faceta oscura de la modernidad urbana argentina.

La modernidad técnica, mecánica y fría, que impera en la gran ciudad encuentra su


reflejo en “la ley de la ferocidad”42, brutalmente mecánica y fría también. Una ley cuya
justificación ideológica se halla en el positivismo cientificista y biologista de la época, en una
suerte de darwinismo social: “el struggle for life”.
Como en la novela picaresca, la “ley de la repetición” viene a confirmar la enseñanza
central de la deriva de Silvio Astier, protagonista principal de El Juguete Rabioso: “El
“struggle for life”, che, unos se regeneran y otros caen, así es la vida” afirma Lucio, quien
era el cómplice de Astier durante sus primeras experiencias delictivas y pasó a ser policía43.
“Es así, se cumple con una ley brutal que está dentro de uno” le confirma el ingeniero que, al
cerrar el Juguete rabioso, se convierte en una síntesis del amargo aprendizaje que
experimentó Silvio Astier44. Es importante destacar aquí que Lucio y el ingeniero son los dos
únicos ejemplos de éxito social que se encuentran en el camino de Astier.
Como en el mundo animal, la selva moderna tiene sus trampas: no hay más que
predadores y víctimas, siendo cada una de estas categorías susceptibles de transformarse en la
otra. Desdoblamiento del ser que sufre y hace sufrir, esquizofrenia del lobo moderno. Así, por
ejemplo, el primer patrón de Silvio Astier. Don Gaetano es el prototipo del “campesino
astuto” disfrazado de “bella persona”, que se empeña en “perjudicar al prójimo, aunque fuese
de un solo centavo”. Todo en el parece trucho, falso, menos una “mala fe estupenda”45.
Explotador sin vergüenza ni escrúpulos, le toca una cierta dualidad: de pronto pasa a ser
víctima de su propia mujer, una mujer “gorda y blanca” con “ojos admirables por su
expresión de crueldad verde”, en cuyo pecho fermenta un odio espantoso, y quien conoce
secretos muy sensibles, lo que le otorga un poder de amenaza sobre su esposo.
Esta pareja abominable y mezquina tiene un casi-esclavo, bautizado por Silvio Astier
“Dio Fetente”. Este “viejo famélico”, quien vive en una dependencia total respecto a sus
amos, llora por lo menos tres veces “de pena y de hambre” durante su breve aparición.

42 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, p. 134.

43 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 102-105.

44 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), , op. cit., 1975, pp. 132-135.

45 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 44-49.

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Levanta los ojos al cielo, tomando a Dios de testigo de todas las iniquidades de los hombres.
Vive en el miedo y la sumisión ciega, habla “temeroso de ser escuchado”, y lleva su vida
como un autómata indefenso, obedeciendo ciegamente a los órdenes de sus crueles amos. Su
pieza es menos que la pieza de un perro, un “triángulo absurdo, empilado junto al techo”,
cuyo ventanuco roto deja pasar libremente el “frío de la noche” y cuyo balcón le sirve de
baño. Pero también es dual la actitud de Dio Fetente, quien por un lado se queja
silenciosamente y por otro exhibe “ojos lastimeros” en los que “brilla una perfecta
desesperación canina”. Su desesperación es canina, así como lo es su alegría cuando a sus
amos les agarra el capricho de invitarlo a comer en un restaurante46.
Otra vez, la historia se repite. El esclavo semi-voluntario Dio Fetente es otro reflejo
del viejo zapatero andaluz quien abre El Juguete Rabioso, cuya actitud servil hacia un
“parroquiano rumboso a quién lustraba el calzado y que le favorecía con algunas monedas”47
contradice su apología de los vengadores populares y bandidos de honor. Predadores y
víctimas, víctimas y predadores, una cadena sin fin, cuya ley única es la “bestialidad”48. Y
para los restos, siempre se puede contar con los “necrófagos” que andan por la ciudad, en
búsqueda de un festín mórbido49.
El mal es estructural, inscripto en la misma familia burguesa, convertida en un foco de
corrupción moral y ética. El casamiento es un negocio, ansiado por las madres que tienen una
“chica de 17 años, modelo Standard como las 100.000 chicas de la ciudad” que colocar en los
brazos de un “presunto damnificado”50. Tal Rebecca, “prototipo de la judía avara y sórdida”
no duda en estafarlo a su propio marido, involucrando en esa oportunidad a su hijo51. Tal
familia Irzubeta, “mundo pintoresco” descubierto por el joven Astier todavía inocente, vive de
la corrupción, del engaño y de la mala fe, une verdadera y “coja máquina económica” que
florece a expensas del propio barrio, bajo el amparo de parientes, policías y “jueces rancios y
otra gente de la misma calaña del Partido Conservador”52.

46 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 46, 47, 51- 53, 55, 56, 63, 65, etc.

47 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 7-9

48 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, p. 96.

49 Léase Roberto Arlt, “El busca muertos”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 35-39.

50 Léase Roberto Arlt, “Pase nomás, joven...”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 188-192.

51 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp.72-75

52 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 13-16

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¿El amor? En la selva urbana de Roberto Arlt, el amor no es sino o bien una farsa o
bien –en el caso de Silvio Astier- un sueño inaccesible. Es antes de todo una farsa:
“Actualmente –dice Arlt- como se encuentra organizada nuestra sociedad, se puede
decir que las relaciones entre hombres y mujeres son semejantes a una batalla. Una
batalla sorda, donde el más astuto, el más hipócrita, aquel que domina más sus
nervios, su voluntad y sus sentidos, triunfa y engaña al más débil e instintivo. Y una
batalla no se efectúa a base de sinceridad, sino con ardides, mentiras, frases y
palabras engañadoras”53

Enajenación y amarguras de fracasado

“Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias”54
El movimiento, la agitación, la velocidad y la confusión llenan el aire con un
sentimiento de fugacidad. El hombre tiene cada vez menos capacidad en regir sus destinos, y
parece totalmente condicionado por su ambiente: en la selva urbana “los hombres viven a
merced de los sentidos que los arrastran como viento a nubes ligeras. Hoy en una dirección,
mañana en otra”55. Se relativizan los valores éticos, diluyéndose a raíz del contacto con la
ácida realidad urbana:
“Hoy resulta que lo mismo
Ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro,
Generoso o estafador
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
Que un gran profesor!
No hay aplazaos,
Ni escalafón,
Los inmorales

53 Léase Roberto Arlt, “La comedia femenina”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. 157.

54 Enrique Santos Discépolo, Uno, Tango, Buenos Aires, 1943 (Texto en www.todotango.com.ar)

55 Léase Roberto Arlt, “Por algo somos desconfiados”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, p. VIII.

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No han igualao”56
Cambalache, el tango tal vez más representativo de la Argentina de Entre-Guerras,
ilustra a la perfección la crítica hecha por Roberta Arlt a la sociedad industrial. En El Juguete
Rabioso, Silvio Astier empieza como un joven “lleno de esperanzas” pese a su extracción
humilde, seguro que su potencial intelectual, su trabajo y su mérito terminarán por vencer a
los determinismos. En un primer tiempo, tiempos de iniciación, actúa bajo la influencia de sus
lecturas y trata de imitar a los celebres bandidos de honor, quien roban a los ricos para dar a
los pobres. La Bande à Bonnot, José María –« el Rayo de Andalucía » o Rocambole son los
héroes más o menos verosímiles de esta causa romántica. Astier aspira “a ser un bandido de
la alta escuela”57 pero el proyecto abortará pronto.
Al iniciar su desdichada vida de peón, empieza a sufrir “todos los ultrajes, todas las
humillaciones, todas las angustias” y a acumular el resentimiento58. Encuentra una luz de
esperanza cuando un tal V. Timoteo Souza le promete un empleo “donde pueda progresar”.
Sin embargo, Silvio Astier sigue siendo un pícaro, dependiente de un benefactor para lograr
su ascensión social. Encuentra a uno. Sabe que “una resolución de aquel gran señor [puede]
cambiar el destino de [su] mocedad infortunada.” La gestión fracasará, a raíz de un brusco e
inexplicable cambio de actitud del todopoderoso benefactor59.
Por fin, consigue ingresar de aprendiz en la escuela de mecánica militar. En su espíritu
en formación, “más que nunca, [se afirma] la convicción del destino grandioso a cumplir en
[su] existencia.” Sigue: “Yo podría ser un ingeniero como Edisón, un general como
Napoleón, un poeta como Baudelaire, un demonio como Rocambole”.
Es “la séptima alegría”, la más perfecta. ¿Escapará a su “ínfima condición social” para
quizás convertirse “algún día en un señor, dejar de ser el muchacho que se ofrece para
cualquier trabajo”60? La repuesta a estas preguntas caerá, contundente y aplastante, desde
arriba: Silvio Astier queda dependiente de la buena voluntad de otras personas, que no vacilan
en darlo de baja a favor de un recomendado.

Rebelión y mutilación

56 Enrique Santos Discépolo, Cambalache, Tango, Buenos Aires, 1934 (Texto en www.todotango.com.ar)

57 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, p. 10.

58 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp..66 & ss.

59 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp..56-57

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Vuelta a la casilla de inicio, con algunas arrugas y heridas más. Astier no logra
desprenderse de su condición, pero si se aleja de él su romántica “virginidad moral”. La
solitud. Eso es lo que queda después de las imágenes tumultuosas, de la selva poblada de
predadores, de la fría mecánica social y de la corrupción moral generalizada. La ciudad que es
un desierto triste y extenso. Eso es lo que le queda al mutante urbano. Un desierto donde
“no cabe esperar piedad ni socorro de nadie [...] Un desierto de interminables calles
rectas, innumerables casas de puertas abiertas o cerradas [...] por donde el
angustiado pasa con la certidumbre de que nada puede domar el drama que lleva en
su corazón.”61
El cansancio, el rencor fuerte como “ímpetus de cólera” y el sentimiento de su
“absoluta inutilidad” invaden al marginado62. De poco a poco se va corrompiendo el ser
humano originalmente ingenuo. Se contamina, con “una sensación de asco [...] rodeado de
esa gente que no [vomita] más que palabras de ganancia o ferocidad” 63. Confiesa:
“Me contagiaron el odio que a ellos les crispaba las jetas [...] un rencor cóncavo,
cuya concavidad día a día hacíase más amplia y acorazado”64.
¿En estas condiciones, qué es lo que le queda a los mutantes mecánicos de Roberto
Arlt, que no fuera confusión, humillación y frío determinismo social? ¿Será cierto lo que dice
Yira, Yira, otro de los tangos esenciales del Entre-Guerras.
“Cuando la suerte qu’es grela,
fayando y fayando
te largue parao,
Cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao,
Cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
Cuando rajés los tamangos,
buscando ese mango

60 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, pp. 79-81

61 Léase Roberto Arlt, “El desierto en la cuidad”, en Aguafuertes porteñas [...],. Op. Citado, pp. 22-26

62 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp. 85

63 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926), op. cit., 1975, pp. 66 y ss.

64 Ibid.

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que te haga morfar...


¡La indiferencia del mundo
-que es sordo y mudo-
recién sentirás!
Verás que todo es mentira,
Verás que nada es amor, que al mundo nada le importa [...]”65
¿Entonces, qué es lo que le queda al autómata indefenso de Roberto Arlt?
La rebelión ciega y violenta, la locura histérica. Así, en Los Siete Locos y Los
Lanzallamas, un astrólogo rallado del “mate” sueña, desde su lejano suburbio, con crear un
falansterio adonde, lejos de las vanas luchas partidarias, se prepararía la exterminación final
de los privilegiados. Un químico loco, que se muda de pensiones en pensiones, busca la
secreta fórmula del gas mortal que le permitirá liquidar la sociedad del espectáculo. Un tal
Haffner, un proxeneta que responde al apodo de El Rufián melancólico, se propone abastecer
las cajas negras de la conspiración merced a una red de prostíbulos “industrializados”.
La adaptación, la corrupción, la mutilación. En El Juguete Rabioso, un joven
proletario, inicia su vida en el culto de la Bande à Bonnot y la termina violado por las
amarguras de fracasado que acumuló en sus andanzas, denunciando a la policía a un amigo
que le propuso un “golpe” remunerador contra una casa burguesa. Con esto, recibe una
recompensa y se salva de un miserable condición, a costo de un sentimiento de humillación
que conservará toda su vida. Entre lucidez y locura, entre serenidad y histeria, se justifica:
“Hay momentos en nuestra vida en que tenemos necesidad de ser canallas, de
ensuciarnos hasta adentro, de hacer alguna infamia [...] de destrozar para siempre la
vida de un hombre” para poder “volver a caminar tranquilos”66.

4 Conclusión

Balance de la modernidad urbana argentina

La ciudad de Roberto Arlt es una selva que procura explorar, armado un lapicero. La
vagancia es para el un método sociológico. Confusión y agitación sobresalen al primer

65 Enrique Santos Discépolo, Yira…Yira…, Tango, Buenos Aires, 1934 (Texto en www.todotango.com.ar)

66 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, p. 133.

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empuje, en una tumultuosa superficie de imágenes dispares y cosmopolitas. La omnipresencia


de la modernidad técnica llama la atención y constituye un elemento central en el imaginario
colectivo. Induce una determinada organización social, absurda y brutal.
Esas estructuras materiales y mentales anuncian la sociología retratada por Roberto
Arlt acerca del Buenos Aires de los años 1920-1940. La modernidad técnica, mecánica y fría,
que impera en la gran ciudad encuentra su reflejo en “la ley de la ferocidad”67, o sea una
suerte de darwinismo social: “el Struggle for Life”, la lucha por la supervivencia, de acuerdo
con el darwinismo social.
Debajo de la tumultuosa superficie de imágenes aparece la cara oscura del
cosmopolitismo porteño, y tal vez de toda ciudad grande, que corrompe al ser humano. El
determinismo es total y no deja lugar a la ascensión por el mérito, por la virtud o por la
cualidad individual. Se ven frustrados los “sueños de El Dorado”.
De poco a poco, el proletario urbano se corrompe y se encuentra con una opción
terminante: o bien la rebelión violenta y histérica en contra de la sociedad, o bien la
adaptación, la traición y la mutilación para incorporarse en la sociedad. Los anti-héroes de
Roberto Arlt aparecen así como presos de la humillación y la angustia, de la dualidad
predador/víctima y de la dualidad entre sueños de porvenir brillante y mezquina realidad.

Nueva generación cultural

Roberto Arlt participó plenamente de la nueva generación cultural internacional que


emergió durante el Entre-Guerras. Después de la Primera Guerra mundial, la sensación
general de una Decadencia del Occidente68 fragilizó los imaginarios sociales heredados del
siglo XIX. Para la mayor parte de los creadores extra-europeos, que no eran ni tradicionalistas
ni occidentalistas, la tarea principal fue la de desvelar y representar la realidad de sus pueblos
concretos. El “realismo” y el circunstancialismo” fueron la expresión de esta nueva
generación cultural. El circunstancialismo se difundió rápidamente en España (José Ortega y

67 Roberto Arlt, El Juguete Rabioso (1926) , op. cit., 1975, p. 134.

68 Manuel García Morente, La Decadencia del Occidente, Madrid, 1922 (autor nacional-católico); Robert Aron & Arnaud Dandieu, La Décadence de la Nation
Française, Paris, 1931

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Gasset)69 y en Latinoamérica. La “interpretación de las realidades nacionales” se impuso


como tarea prioritaria desde la izquierda marxista70 hasta la derecha reaccionaria71, pasando
por autores más difíciles de clasificar72.
Dos autores de estilo y de capital cultural tan distinto como lo fueron Roberto Arlt y
Jorge Luis Borges hablaron de una y misma cosa durante los años de Entre-Guerras. Una
misma circunstancia los unió, accediendo a la universalidad desde su posición particular. Así,
sin duda, la Historia Universal de la Infamia de Jorge L. Borges (1935) narra de otro modo
los mismos “patíbulos y piratas”, los mismos “tumultos [bajo los cuales] no hay nada. No es
otra cosa que apariencia, que una superficie de imágenes”73.

69 Véase Tzvi Medin, “Una paradoja aparente: eurocentrismo y nacionalismo orteguianos en Hispanoamérica”, Estudios Interdisciplinarios de América latina y el
Caribe, vol. V, n°2, Tel-Aviv, 1994, pp. 5-22. De José Ortega & Gasset, véase especialmente sobre España : Meditaciones del Quijote (1914), El Tema de
nuestro tiempo (1923), y sobre la Argentina : La Pampa…promesas (1929), El Hombre a la defensiva.

70 Voir notamment les écrits de Julio Antonio Mella et José Carlos Mariátegui (Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana), dans Michaël Löwy
(Org.), O marxismo na América latina, São Paulo, Editora Fundação Perseu Abramo, 1999, 2a reeimpressão actualizada, 2003. Véaase también Raúl
Scalabrini Ortiz, Política británica en el Río de la Plata (1935), Buenos Aires, Plus Ultra – Clarín, 2001.

71 Por ejemplo en la Argentina, R. Irazusta & J. Irazusta, La Argentina y el imperialismo británico: los eslabones de una cadena (1806-1833), Buenos Aires,
Cóndor, 1934. Manuel Gálvez, Este pueblo necesita, Buenos Aires, 1934.

72 En Brasil : Gilberto Freire ; en México : el Ateneo de la Juventud ; en la Argentina : Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la Pampa, Buenos Aires, 1933.

73 Jorge Luis Borges, “Prólogo a la edición de 1954”, Historia Universal de la Infamia (1935), Buenos Aires, Alianza, 1998.

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