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Desde que Otón I el Grande (912-973), emperador y fundador del Sacro Imperio
Romano se impone al poder de Roma, y al mismo tiempo se convierten en defensor y
difusor del Catolicismo hacia el oriente de Europa, los emperadores otónidos se
convierten en los verdaderos "jefes de la cristiandad".
Los edificios suelen superar ampliamente los 100 metros de longitud y, por ejemplo, a
la Catedral de Spira se le considera el mayor templo románico conservado de la
Cristiandad con sus 133 metros de longitud.
Tienen tres naves, doble transepto y también doble cabecera (la segunda coincidiendo
con el extremo occidental del templo). Esta hipertrofia de los pies del templo llamada
"westwerk" añadía a la iglesia un gran pórtico y una tribuna regia flanqueadas por dos
elevadas torres. Tal mole -inexistente en el resto del románico europeo- pretendía
representar la fusión del poder terrenal del emperador con el poder religioso y era la
"parte privada y reservada" por donde accedía el soberano y escuchaba Misa.
Las portadas no adquieren importancia ni resalte y los capiteles suelen ser cúbicos o
levemente esbozados pero en general son carentes de escultura, por lo que ésta se aplica
a la orfebrería.
Otra característica de este arte en Alemania es la altura de las naves, que unido al
numeroso repertorio de torres prismáticas o cilíndricas (dos en la fachada, dos
flanqueando el ábside más la linterna o cimborrio octogonal) generan una acusadísima
impresión de verticalidad, alejada radicalmente del tópico de la horizontalidad
románica. Un buen ejemplo primitivo y que se puede considerar "prototipo" del
románico-otónido es San Miguel de Hildesheim.