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INTRODUCCIÓN
p Los intelectuales y la revolución... Sin duda alguna, este fue uno de los problemas sociales
planteados por la Gran Revolución Socialista de Octubre que despertó singular interés en todo el
mundo, promovió una gran polémica y dio motivo a no pocos juicios erróneos y falseamientos de la
realidad.
p En la vertiente de los siglos XIX y XX el capitalismo entró en su edad postrera: en la fase
imperialista de desarrollo. Acercábase la época de las conmociones revolucionarias. En Rusia,
donde maduraban con particular rapidez las premisas de la revolución, el proletariado debería
asumir el cumplimiento de la más revolucionaria de las tareas del movimiento obrero internacional
de aquellos tiempos: desbrozar el camino del socialismo.
p En las filas del partido fundado por V. I. Lenin, intelectuales que figuraban entre los más eruditos
de la época llevaban a cabo una amplia agitación política entre los obreros, encauzaban la acción de
los trabajadores por la vía revolucionaria y ayudaban a las masas obreras a conocer la teoría
marxista, a pertrecharse con la ideología clasista proletaria.
p Lenin, genial pensador, estratega y táctico de la revolución, llevó tras él no sólo a los obreros
avanzados, sino también a intelectuales de espíritu progresista que hicieron suya la ideología de la
clase obrera y se convirtieron en revolucionarios profesionales.
p No menos importante es el aspecto doctrinal de la cuestión. Por los clásicos del marxismo-
leninismo se postuló y fundamentó ampliamente la tesis según la cual la clase obrera, sólo con sus
propias fuerzas y hallándose en las condiciones de opresión económica y espiritual, no puede crear
la conciencia socialista. La doctrina del socialismo debe llevarla al movimiento obrero su
vanguardia, el partido marxista, al que, junto con los obreros avanzados, se incorporan personas
instruidas de las clases pudientes, los intelectuales que han abrazado la causa del 6 proletariado. Por
tanto, es lógico que la mejor parte de la intelectualidad no vaya “cerca” del ejército revolucionario
del proletariado, sino que enraice en él, marchando en sus primeras filas.
p Lenin hizo hincapié en la misión que correspondía desempeñar a los intelectuales revolucionarios
también durante el período en que el joven Estado soviético, nacido de la revolución, emprendía la
restructuración socialista de la sociedad. En el propio Gobierno soviético, presidido por V. I. Lenin,
trabajó una pléyade de notables revolucionarios, dirigentes políticos y estadistas, que abordaron
desde auténticas posiciones científicas la solución de los complejísimos problemas concernientes a
la reorganización revolucionaria de la vida en la Rusia Soviética. El partido construía el nuevo
Estado apoyándose, según la expresión de V. I. Lenin, en un material humano "de una calidad
realmente moderna”, en "lo que haya de verdaderamente mejor en nuestro régimen social”. Aquí
Lenin incluía, en primer lugar, a los obreros avanzados, a los que "atraía la lucha por el socialismo”,
y, en segundo lugar, a "los elementos realmente instruidos”, "los elementos con conocimientos,
educación, instrucción" [6•1 .
p En el informe dedicado al centenario del nacimiento de V. I. Lenin, el Secretario General del CC
del PCUS, L. I. Brézhnev, dijo: "En aquella Rusia descompuesta y removida de cabo a rabo por la
guerra y la revolución, en aquella complejísima trama de tendencias socioeconómicas y fuerzas
políticas y de concepciones y estados de ánimo contradictorios, hacía falta una mente que penetrase
hasta lo más profundo, un gran caudal de conocimientos y un audaz vuelo del pensamiento para
poder mantener una clara orientación, descubrir y presentar en irreprochable forma teórica las líneas
fundamentales del movimiento hacia el socialismo. Esto lo hizo Lenin" [6•2 .
p El autor de este libro no se propone analizar detalladamente el papel jugado por el sector de la
intelectualidad que luchó contra la autocracia militando en el Partido Bolchevique, que, en unión
del proletariado, hizo la Gran Revolución Socialista de Octubre y construyó el socialismo. En la
obra que ofrecemos al lector se fija la atención en otro problema: en la actitud del Partido
Comunista y del Estado soviético hacia la 7 intelectualidad de la época zarista, intelectualidad que
el régimen burgués-terrateniente dejó al País del Socialismo y que después de la revolución siguió
viviendo largo tiempo bajo el influjo de las viejas ideas y de la sicología burguesa.
p Para arbitrar soluciones a este problema el Partido Comunista hubo de avanzar por sendas
inexploradas, ya que debía buscar respuesta a cuestiones que nunca ni por nadie fueron planteadas.
p Lenin, el dirigente y teórico del partido, veía en la incorporación de los intelectuales burgueses a
la construcción de la nueva sociedad una de las condiciones indispensables para la victoria del
socialismo. Por él se formularon los principios esenciales de la línea de conducta que se debía
observar con ellos. De estos principios, los más importantes eran: atraer a la construcción del
socialismo a todos los intelectuales, cualesquiera que fuesen sus ideas políticas; controlar su
actividad; estudio de los obreros y campesinos con el concurso de los especialistas burgueses, y
reducación de los intelectuales en el espíritu socialista. "Es imposible expulsar y exterminar a los
intelectuales burgueses —decia Lenin—; lo que se debe hacer es vencerlos, transformarlos,
refundirlos, reducarlos..." [7•3
p Cuando en octubre de 1917 el proletariado de Rusia se convirtió en la clase gobernante no
contaba con el número suficiente de especialistas que le ayudaran a llevar el timón del Estado,
dirigir la economía nacional y asegurar la defensa del país y el desarrollo de la ciencia y de la
cultura. En aquellos días los enemigos del bolchevismo declaraban que había sido una locura
lanzarse a la conquista del poder por el proletariado sin disponer de los intelectuales propios que
hacían falta. Mas la experiencia histórica del País de los Soviets refutó tales afirmaciones. La clase
obrera de Rusia tomó la única decisión justa: se adueñó del poder sin esperar a que se formara una
intelectualidad nueva, socialista.
p El socialismo llevó por primera vez a la práctica el sistema de dirección planificada de la vida
social.
p En los primeros años de existencia del Poder soviético, el partido se planteó la tarea de formar una
nueva intelectualidad, tarea que fue cumpliéndose paso a paso. Sin embargo, la preparación de
nuevos intelectuales es un proceso muy complejo, que requiere largos años de trabajo y enormes
gastos. Mas la joven república no tenía entonces a su disposición reservas para esta obra. De ahí que
en los albores del Estado 8 soviético adquiriese singular importancia atraer a los intelectuales de la
época zarista a la colaboración con el Poder soviético.
p “No podremos organizar el poder —señaló V. I. Lenin— si no se aprovecha esa herencia de la
cultura capitalista que es la intelectualidad" [8•4 . Para formar .el aparato del Estado y un ejército
regular, restablecer y desarrollar la economía del país y elevar el nivel cultural de las masas
populares eran precisos numerosos especialistas en todas las esferas de la economía, de la ciencia,
de la técnica y del arte militar. Y aunque los intelectuales burgueses no comprendieron ni aceptaron
en su mayoría la Revolución de Octubre, y después desconfiaron de los planes del Partido
Comunista orientados hacia la transformación radical del país, no era posible prescindir de ellos. En
esto estribaba una de las peculiaridades dialécticas del proceso de formación de la sociedad
socialista en Rusia.
p Lenin tuvo que encabezar y sostener una porfiada lucha de principios contra los elementos
oportunistas dentro del partido, que negaban la necesidad vital de utilizar a los intelectuales
burgueses. Dedicó muchas energías y tiempo para que el partido adoptara como línea general la
única concepción justa: la de que la intelectualidad es un elemento social sin el que no es posible
construir el socialismo.
p Debe hablarse también de la inmensa influencia de la personalidad de Lenin sobre los
intelectuales como dirigente político, como corifeo de la ciencia y como intelectual en todo el
sentido de esta palabra. Su extraordinario bagaje de conocimientos, su profunda erudición, su tacto
político a! zanjar muchos problemas “sutiles” y su conocimiento a fondo de los caminos y las
encrucijadas de la intelectualidad rusa contribuyeron en buena medida a granjearle la simpatía de
las personas cultas de la vieja sociedad.
p El Partido Comunista y los organismos de los Soviets, económicos y militares dispensaron
primordial atención a la tarea de incorporar a los intelectuales a la obra de la construcción del
socialismo. Sería difícil mencionar un congreso del partido, de los sindicatos o de los Soviets
celebrado en los primeros años del Poder soviético donde no se tratara en una u otra forma de la
política de la clase obrera respecto a los intelectuales burgueses y de las vías y los métodos para
inclinarles a participar en la edificación socialista y en la defensa del país. Del gran alcance que
tenía este problema para 9 el naciente Estado soviético puede juzgarse sabiendo que el VIII
Congreso del PC (b) de Rusia [9•5 reunido en marzo de 1919. que aprobó el segundo programa del
partido (las tareas del primero habían quedado cumplidas al triunfar la revolución), dedicó
especialmente un apartado del programa al tema de los especialistas burgueses.
p A la par con la labor encaminada a incorporar y reducar a los intelectuales burgueses, el partido
trabajó con gran celo para preparar especialistas entre los obreros y campesinos. No obstante, los
intelectuales del viejo régimen seguían desempeñando un importantísimo papel en la vida
económica y cultural del país. Lenin escribió: "Como cualquiera otra clase de la sociedad moderna,
el proletariado no sólo forma su propia intelectualidad, sino que, además, conquista partidarios entre
toda la gente culta" [9•6 .
p El partido y la clase obrera tuvieron que realizar un gran trabajo para asegurar que la parte más
cualificada de la intelectualidad burguesa colaborase en la construcción del socialismo. En esta obra
fueron logrados grandes éxitos, pero también hubo que lamentar serios reveses. Apoyándose en los
aciertos y subsanando los errores, el Partido Comunista pudo establecer relaciones correctas entre la
clase obrera y los intelectuales. La historia muestra que cualquier país que emprende la vía de
desarrollo socialista tropieza inevitablemente con el problema de la utilización de los intelectuales
burgueses y de la formación de nuevos especialistas entre los obreros y campesinos. Por ello, la
experiencia del Estado soviético ha sido aprovechada por otros países socialistas, pero sin olvidar
sus respectivas peculiaridades nacionales e históricas.
p Esta experiencia de la Unión Soviética y de otros países socialistas acredita que sólo marchando
decididamente por la senda de Lenin pueden los partidos comunistas y obreros asegurar el
anudamiento de buenas relaciones entre la clase obrera, su partido y los intelectuales, así como la
participación activa de éstos en la magna empresa de crear la nueva sociedad.
10
p Hoy día la intelectualidad soviética constituye una gran fuerza integrada por treinta y tres
millones de trabajadores de la ciencia, la técnica y la cultura. El número de intelectuales sigue
creciendo con rapidez, en particular la intelectualidad científica y técnica, que aventaja en su ritmo
de desarrollo a otros grupos sociales. Este proceso es lógico. Lo suscita el progreso científico-
técnico y la propia política del partido, que refleja cabalmente las necesidades objetivas del
desarrollo de la sociedad socialista.
p En el curso de la transformación socialista del país se moldeó una intelectualidad de nuevo tipo,
que se diferencia radicalmente de la intelectualidad burguesa. Obreros y campesinos escalaron las
cumbres del saber y se convirtieron en científicos, ingenieros, agrónomos, maestros, médicos,
artistas, administradores y jefes del Ejército Soviético. Los sociólogos burgueses, obsesionados por
falsear la realidad socialista, dicen que en la URSS los intelectuales forman una "élite”, la "parte
pensante" especial de la sociedad, una especie de "burguesía estatal" que cierra las puertas de su
morada a la gente del pueblo. A este propósito citaremos un solo ejemplo, pero muy elocuente. En
la fábrica de motores de turbina de los Urales se hizo una encuesta entre más de 1.100 ingenieros y
técnicos medios. Resultó que el 44,4% de ellos eran de origen obrero; el 25,6%, procedían de
campesinos; el 24,3%. de empleados, y sólo el 5,7% eran hijos de especialistas. Este ejemplo revela
toda la inconsistencia de esa faramalla sobre el "espíritu de casta hereditario”, la formación de
"élite" y otras patrañas. Los intelectuales soviéticos están entrañados en cuerpo y alma con su
pueblo, unidos indisolublemente con él.
p La intelectualidad soviética se distingue de la intelectualidad de la Rusia prerrevolucionaria no
sólo por su composición social, sino también por sus características nacionales. En el socialismo
todas las nacionalidades que pueblan la URSS han formado su intelectualidad propia.
p La intelectualidad soviética es el reverso de la medalla de la intelectualidad burguesa en el ámbito
de su mundo espiritual y a sus concepciones ideopolíticas. Le son inherentes el colectivismo, la
acción social y un alto espíritu cívico.
p Además de haber hecho cambiar el semblante social y espiritual de la intelectualidad, el
socialismo ha confiado a su iniciativa nuevas tareas creadoras. Erigir la nueva sociedad no sólo
supone desarrollar todo lo posible las fuerzas productivas. Requiere también educar a todos los
soviéticos en el espíritu del ideario comunista científico. La lucha por esculpir el hombre de
raigambre socialista es un aspecto esencial de la múltiple acción 11 de la intelectualidad soviética,
en primer término de sus destacamentos en el campo de la literatura y el arte, que ejercen un influjo
extraordinario en la vida ideológica y cultural del país.
p Los intelectuales coadyuvan considerablemente a la creación de la base material y técnica del
comunismo. Los científicos, ingenieros y técnicos medios forman una poderosa fuerza creativa de
la sociedad soviética. En el último tiempo han hecho importantísimos descubrimientos y han
alcanzado notables éxitos en las ramas principales de la ciencia y la técnica.
p El análisis objetivo de la suerte corrida por los intelectuales rusos después de la Revolución de
Octubre tritura todas las supercherías de los investigadores y publicistas burgueses reaccionarios
sobre el “calvario” de la intelectualidad de Rusia, toda la cual, según ellos, rechazó el Poder
soviético y luchó contra él, siendo perseguida por los bolcheviques, que obligaron a su mejor parte a
abandonar la patria y privaron de los derechos civiles a los intelectuales que se quedaron en ella.
Por lo común, a los investigadores burgueses no les interesan las tradiciones democráticas en el
ideario de buen número de intelectuales de la época zarista, ni su amor al pueblo y a la patria, ni el
poder de atracción de las ideas socialistas sobre la intelectualidad. El hecho de que los intelectuales
burgueses colaboraran con el Poder soviético lo atribuyen a un motivo demasiado trivial: a la
necesidad de "ganar un pedazo de pan" o al miedo que les infundía el "terror bolchevique".
p Una versión muy extendida es la de que los bolcheviques "obligaron brutalmente" a los
intelectuales a ponerse al servicio de sus objetivos políticos. Los historiadores burgueses tratan de
hacer creer a los lectores que V. I. Lenin fundamentó cierto "sistema de violencia y coerción" que
servía de base a las relaciones entre la clase obrera y los intelectuales [11•7 .
p Al polemizar con los historiadores burgueses, el autor de este libro cree ver su tarea en el análisis
objetivo del proceso de paso de los intelectuales burgueses a las posiciones del Poder soviético, con
lo cual quedará demostrada la fragilidad de esa versión.
p Ahora bien, ¿cómo entender este término de “paso”? Ténganse en cuenta que un intelectual podía
trabajar en una u 12 otra institución soviética y cumplir concienzudamente la labor encomendada,
pero sin dejar de ser por sus convicciones políticas un enemigo del Poder soviético, un "emigrado
interior”. Por ello, el paso de cualquier intelectual a las posiciones del socialismo sólo podía
considerarse definitivo cuando ese intelectual se convertía en un hombre soviético en su fuero
interno. De ahí que el autor haya estimado necesario mostrar por qué caminos fueron llegando los
intelectuales burgueses a la comprensión de las ideas socialistas.
p En el presente estudio se fija sobre todo la atención en aquella parte de la intelectualidad que
recibió a la Revolución de Octubre enseñando los dientes o que adoptó una actitud neutralista,
expectante. El libro está dedicado principalmente a exponer la política del Partido Comunista y del
Estado soviético con esa parte de intelectuales, los procedimientos que se emplearon para atraerlos
a la construcción del socialismo y los resultados a que se llegó. El libro se refiere sobre todo a la
intelectualidad rusa, pero debe advertirse que los procesos operados entre los intelectuales de otros
pueblos de la Unión Soviética ofrecen gran interés para el historiador y pueden servir de tema a un
estudio especial.
Por último, señalemos que este trabajo abarca el período comprendido entre octubre de 1917 y la
mitad de la década de 1930, tiempo en que, a la par de darse cima a la construcción de los
fundamentos del socialismo, finalizó el paso de los intelectuales a la causa del Poder soviético. Por
entonces ya se había creado en la URSS una nueva sociedad, integrada por trabajadores y libre de
antagonismos de clase. También se había formado, en lo fundamental, la nueva intelectualidad
soviética. Mas en la finalidad de este libro no entra la tarea de explicar el papel y la situción de esta
nueva intelectualidad.
***
Notes
[6•1] V. I. Lenin. Más vale poco y bueno. O. C., t. 45, págs. 389. 390. 391. (Esta y las demás
referencias a los textos citados corresponden a las ediciones en ruso, salvo los casos señalados
expresamente. —N. de la Edil.)
[6•2] Centenario del nacimiento de V. I. Lenin. Recopilación de documentos. Moscú, 1970, págs.
118–119.
[7•3] V. I. Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo. O. C.. t. 41, pág.
101.
[8•4] V. I. Lenin. Informe sobre la posición del proletariado ante la democracia pequeñoburguesa
en la reunión de los funcionarios del partido. 27 de noviembre de 1918. O. C., t. 37, pág. 223.
[9•5] PC (h) de Rusia: Partido Comunista (bolchevique) de Rusia. Fn 1898 (en el I Congreso)
adoptó el nombre de Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), y en 1917 pasó a llamarse
Partido Socialdemócrata (bolchevique) de Rusia. Fn el VII Congreso (1918) cambió su nombre por
el de Partido Comunista (bolchevique) de Rusia. Con motivo de la formación de la URSS, el XIV
Congreso acordó denominarlo Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Por último, en el XIX
Congreso tomó su nombre actual: Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
[9•6] V. I. l.enin. r-’l tivenlitrerisino revolucionario. O. C., t. fi. pág. 389.
[11•7] L. Shapiro. The Coniuu/ni.st Party of the Soviet Union. N. Y., 1959; W. Chamherlin.
Ruasian’s Iron A)>e. Boston, 1934; J. Reshetar. Concite History of the Comnninist Party of the
Soviet Union. N. Y., 1960; F. Lówental. Das Komniunistische F.xperiment. Tlieorie itnd Praxis der
Marxismus-Lenimsinus. Koln, 1957; O. S. Counts. The Challenge of Soviet F.dncation. N. Y., 1957.
y otras obras.
Capítulo 1
LOS INTELECTUALES
EN LOS PRIMEROS AÑOS
DEL PODER SOVIÉTICO
p Uno de los primeros pasos en el establecimiento del contacto entre el Poder soviético y la
intelectualidad fue la superación del sabotaje. Era preciso arrancar a los intelectuales del influjo de
la gran burguesía e inclinarlos a servir al pueblo. Ya el 15 de noviembre de 1917, por encargo del
Gobierno soviético, el Comisario del Pueblo de Instrucción, A. Lunacharski, hizo un llamamiento
en el que invitaba a los intelectuales a ayudar al pueblo trabajador. "Acudid en ayuda de él. Está
rebosante de fuerzas, pero cercado por la desgracia. Gloria a quienes en la grave hora de la prueba
de fuego están con el pueblo... Oprobio a quienes le abandonan. Y sabed que la revuelta, la
indecente revuelta de la intelectualidad contra el pueblo trabajador, si 32 acaso continuara,
sembraría de nuevas espinas su camino ya sin ellas lleno de martirios, pero no podría detener su
carro. El pueblo os llama a trabajar juntos... No hay retorno al pasado".
p El sabotaje de los intelectuales no era un fenómeno extendido a todas partes y omnicomprensivo.
A él sólo fueron arrastrados ciertos grupos de la intelectualidad, principalmente en las ciudades:
empleados de las instituciones, maestros y médicos. Procede señalar a la vez que no todos los
maestros, médicos y empleados se declararon en huelga. Gran número de ellos protestaron
enérgicamente contra tales formas de oposición al poder revolucionario e hicieron públicas su
desconformidad con la línea política de los líderes antisoviéticos de las asociaciones de intelectuales
y su baja en ellas.
p Dieron el ejemplo los pocos intelectuales comunistas afiliados a esas asociaciones, manteniendo
con valentía y firmeza la única actitud justa: máximo apoyo al Gobierno soviético y lucha contra los
promotores y organizadores del sabotaje. En la reunión del 26 de diciembre de 1917 de la directiva
de la Sociedad de médicos Pirogov se dio lectura a una carta del médico bolchevique I. Rusakov
con motivo del acuerdo de huelga aprobado por la directiva de la sociedad. En su carta, I. Rusakov
protestaba enérgicamente contra este acuerdo y comunicaba que se daba de baja en la sociedad. Una
carta análoga escribió el médico Z. Soloviov. Los médicos comunistas M. Vladímirski, N.
Semashko, V. Obuj y otros llevaron a cabo una gran labor de esclarecimiento entre los trabajadores
de medicina, explicándoles lo que era en esencia el Poder soviético y qué fines perseguía e
invitándoles a una colaboración activa y práctica con él.
p Las huelgas del personal médico levantaron una ola de protestas entre la población y, también,
entre los médicos que habían permanecido fieles a su deber profesional. Los militares que se
curaban en uno de los lazaretos protestaron contra la huelga del personal sanitario y pidieron a los
médicos que no dejaran sin asistencia facultativa, víveres y combustible a los soldados víctimas de
la guerra. Las alumnas de los Cursos Superiores Femeninos declararon en una resolución su plena
solidaridad con sus compañeras de estudio que habían remplazado en sus puestos a los
saboteadores. El comité sindical de empleados inferiores del Hospital urbano Yáuza acordó denegar
productos alimenticios a los huelguistas y considerarlos despedidos. Al mismo tiempo, expresó
profundo agradecimiento a los trabajadores sanitarios que no habían abandonado el cumplimiento
de sus obligaciones.
33
p El proceso de viraje de las personas honradas hacia la colaboración con el Poder soviético
también avanzó entre los maestros La actitud antisoviética de los dirigentes de la Union de
Maestros de toda Rusia suscitó la protesta de la población y de muchos maestros progresistas, que
exigieron poner fin al criminal sabotaje y no convertir la escuela en instrumento de la lucha política.
En las redacciones de periódicos y revistas se recibían cartas de pedagogos que manifestaban su
rompimiento con la dirección contrarrevolucionaria de la Unión de Maestros. He aquí lo que decía
una de aquellas cartas colectivas: "Los abajo firmantes protestamos contra la posición adoptada por
la Unión de Maestros de toda Rusia, que en momentos tan decisivos ha tomado partido claramente
por los enemigos del pueblo, colocándose entre los saboteadores y expulsando de sus filas por
convicciones políticas a los más prestigiosos trabajadores de la enseñanza. Protestamos, creemos
inadmisible continuar en tal asociación y declaramos darnos de baja en ella”. Incluso
organizaciones que estaban muy influenciadas por la dirección contrarrevolucionaria de la Unión de
Maestros se rebelaron contra la política de sabotaje. A demanda de los maestros de Moscú, a finales
de febrero de 1918 se efectuó un referéndum sobre el problema de la huelga. De los 1.305
participantes en él, 1.289 se pronunciaron por el cese de la huelga.
p Entre los trabajadores del arte aparecían cada vez más personas deseosas de colaborar
honradamente con el nuevo poder. Por ejemplo, en el Teatro Alexandrinski, al que ya nos hemos
referido como uno de los centros de sabotaje, había fuerzas que acogieron lealmente los
llamamientos del Gobierno soviético. Al frente de este grupo estaba el actor I. Urálov. Según el
testimonio de un contemporáneo, en los momentos de mayor desenfreno de los saboteadores,
cuando intentaban suspender las representaciones y hasta exigían cerrar el teatro "en señal de
protesta”, I. Urálov y, con él, E. KorcháguinaAlexandróvskaya, M. Domásheva, A. Chizhévskaya y
P. Leshkov, además de otros actores, prepararon urgentemente un espectáculo con el que se pudiera
sustituir la representación interrumpida por los saboteadores. En la dirección del teatro se acentuó el
influjo de los artistas que apoyaban el Poder soviético.
p Sin embargo, a comienzos de 1918 un grupo de 35 personas anunció que abandonaba la compañía
del teatro. Lunacharski se vio obligado a destituir de la dirección del teatro a F. Bátiushkov, uno de
los promotores del sabotaje. En respuesta a su disposición, siguió la amenaza de baja colectiva de la
34 compañía. Al ver la lista de los que “abandonaban” el teatro, A. Lunacharski comentó: "En fin,
amigos míos, por triste que sea, sin ellos el Teatro Alexandrinski no nos hace falta”. Así y todo,
mantuvo su decisión, pero hizo grandes esfuerzos para explicar a los artistas lo que el pueblo y el
Poder soviético esperaban de ellos. Su paciente, inteligente y flexible política acabó por triunfar. La
vida de la compañía del Teatro Alexandrinski fue entrando por un cauce normal.
p Cada día más y más intelectuales se persuadían de que habían sido engañados, de que habían
servido de ciego instrumento en manos de la burguesía y de sus edecanes para la lucha contra el
pueblo revolucionario. Las medidas del Gobierno soviético para mejorar la situación de la
intelectualidad y para proteger los valores culturales, sus disposiciones tan progresistas sobre la
implantación de una nueva ortografía, la separación entre la Iglesia y el Estado y entre la escuela y
la Iglesia y la firme política del Gobierno soviético en los problemas cardinales de la vida del país
mostraron a las más amplias capas de la intelectualidad que el nuevo poder actuaba en beneficio del
pueblo, incluidos los intelectuales. Todo lo que había de honrado y sano en la intelectualidad de
Rusia rompió con la contrarrevolución y emprendió el camino de la colaboración con el Poder
soviético.
p A la par con esto, el nuevo poder hubo de emplear medidas coercitivas contra los saboteadores y
huelguistas más inconciliables. A iniciativa de V. I. Lenin, en diciembre de 1917 se formó la
Comisión Exraordinaria de toda Rusia (Cheka) para combatir la contrarrevolución y el sabotaje.
Suscitó su formación la necesidad de acabar cuanto antes con la resistencia de las clases derrocadas
y sus fautores entre la intelectualidad burguesa. La Cheka sostuvo una enérgica acción contra el
sabotaje, desenmascarando y castigando a sus inspiradores y organizadores.
p El sabotaje causó enorme daño a la naciente República de los Soviets; la lucha contra él fue
complicada y difícil, pues la intelectualidad poseía un arma de la que carecían los obreros: los
conocimientos.
p Ya en los primeros días del Poder soviético el partido y la clase obrera promovieron de entre sus
filas a centenas de organizadores talentosos, que remplazaron con éxito a los especialistas
saboteadores. Los obreros y los comunistas más instruidos asumieron la dirección de los bancos, de
la instrucción pública y de muchas fábricas. Por ejemplo, al bolchevique N. Markin, antiguo
marinero, se le encargó de normalizar la actividad del Comisariado del Pueblo de Negocios
Extranjeros. 35 Dirigió la edición de los documentos diplomáticos secretos: los tratados secretos del
zarismo contrarios a los intereses del pueblo. Sin embargo, los obreros de vanguardia sólo pudieron
ser utilizados principalmente para formar el aparato administrativo. En cuanto a las esferas de la
economía y de la cultura, en las que se exigía conocimientos especiales, los intelectuales, en los que
estaban personificados estos conocimientos, eran imprescindibles.
p Acabar con el sabotaje significaba lograr que volviese al trabajo el especialista saboteador e
impelerle a cumplir sus obligaciones. Debe señalarse que en aquel tiempo no se reprimió con rigor a
los saboteadores. En realidad, no se les impuso otros castigos que la confiscación de sus fondos, la
detención por poco tiempo de los dirigentes del sabotaje, la privación de la ración de alimentos y la
suspensión de sueldo. Aquello fue una lucha, pero no una lucha contra la intelectualidad como tal,
sino contra los desertores del frente del trabajo, que habían condenado al pueblo a nuevos
sufrimientos. Como todo poder legítimo, el Poder soviético tenía perfecto derecho, incluso desde el
punto de vista de la legalidad burguesa, a imponer el cumplimiento de sus obligaciones directas ante
el Estado a los ciudadanos que se negaban a hacerlo guiándose por fines políticos preconcebidos.
p El Poder soviético castigó no sólo por la organización del sabotaje, sino también por la
persecución a los intelectuales que habían aceptado el programa soviético. Les defendió contra las
represalias de los reaccionarios y les prestó apoyo moral.
p En la primavera de 1918 el sabotaje de la intelectualidad había sido, en lo fundamental, vencido.
Un motivo muy importante que influyó en el cambio de actitud de los intelectuales fue la marcha
triunfal del Poder soviético por el país, el desplome del viejo aparato del Estado y su
remplazamiento por un nuevo aparato. La disolución de la Asamblea Constituyente [35•28 echó
por tierra las esperanzas de las fuerzas 36 contrarrevolucionarias en una victoria próxima. Esta
circunstancia no podía dejar de reflejarse en la posición de los grupos que saboteaban el nuevo
poder. Por ejemplo, los delegados al Congreso de maestros de la gubernia de Moscú señalaron en
una resolución sobre la actitud de los maestros hacia el Poder soviético que la coyuntura política
había cambiado bruscamente en el último tiempo en el sentido del paso de todo el aparato del
Estado, tanto en el centro como en las localidades, a manos de los Soviets de diputados obreros,
campesinos y soldados. El congreso reconoció que era "imposible la acción colectiva de los
maestros contra este poder en forma de huelgas" y estimó necesario para los maestros entrar en
relaciones prácticas con el Poder de los Soviets.
p Señalaremos que el cese del sabotaje de los intelectuales estuvo ligado en cierta medida a la
reanudación en febrero de 1918 de las operaciones militares de la Alemania imperial contra la
República Soviética. Esto repercutió especialmente en los médicos huelguistas. Su situación en unas
condiciones de fervor general del pueblo para hacer frente al enemigo se hizo angustiosa y
equívoca, provocando contra ellos el odio del pueblo, que los miraba como a cómplices de facto de
los ocupantes alemanes. Esta fue una de las razones por la que la asamblea de trabajadores de
medicina de Moscú acordó el 2 de marzo de 1918 formar un cuerpo sanitario para atender a las
unidades del Ejército Rojo. A los defensores de la patria enfermos y heridos ofrecieron su ayuda la
Unión de Enfermeras de toda Rusia y los estudiantes de la Academia Militar de Medicina. El
conocido microbiólogo D. Zabolotni dirigió el trabajo de los equipos antiepidémicos.
p La intervención militar extranjera, emprendida por los países de la Entente, y la exacerbación de
la guerra civil también aceleraron el proceso de diferenciación de la intelectualidad y el viraje hacia
su colaboración con el Poder soviético. Grupos considerables de intelectuales ofrecieron sus
servicios al nuevo poder. Por ejemplo, en marzo de 1918, el presidente de la Academia de Ciencias,
A. Karpinski, en una carta a A. Lunacharski, comunicaba que entre el personal de la Academia
había arraigado la opinión de que era necesario colaborar con el Poder soviético. Muchos
intelectuales que se consideraban situados al margen de la política empezaron a interesarse
vivamente por los acontecimientos políticos que conmovían al país. Así lo prueban los mítines de
intelectuales y sus intervenciones a través de la prensa. Todos los intelectuales honrados
reaccionaron con la mayor indignación al conocer el abominable atentado contra V. I. Lenin. En
este período se 37 empezó a constituir organizaciones de masas de los intelectuales que se regían
por los principios soviéticos. Algunas de estas nuevas asociaciones de intelectuales surgieron
espontáneamente, a iniciativa de las personas más progresistas y siempre obtuvieron el apoyo más
resuelto del Partido Comunista y del Estado soviético. Ya a finales de 1917, un grupo de
trabajadores de medicina progresistas puso comienzo a la formación en Petrogrado de su asociación
profesional, a la que se dio el nombre de Unión Federal de Trabajadores de Medicina de toda Rusia.
A mediados de marzo de 1918, también en Moscú y su gubernia organizaron los trabajadores de
medicina su asociación profesional, que, según sus estatutos, tenía entre otras tareas la de "prestar
su concurso al Poder soviético en la organización de la obra médica y en el estudio de los problemas
médico-sanitarios, en consonancia con las tareas de la República Soviética y de la organización de
los trabajadores de medicina que aceptaban el programa del Poder soviético”. A fines de 1917, en
oposición a la contrarrevolucionaria Unión de Maestros de toda Rusia, se fundó la Unión de
Maestros Intemacionalistas, que agrupaba a todos los trabajadores en la esfera de la enseñanza y de
la educación que "se mantenían sobre el terreno de la revolución social..."
p Organizaciones y asociaciones análogas se formaron igualmente entre los intelectuales:artistas,
pintores y periodistas, así como entre los funcionarios del Estado. A comienzos de 1919, los
sindicatos que reconocían el Poder soviético agrupaban: 58.683 trabajadores de correos y
telégrafos; 505.241 trabajadores de las instituciones de los Soviets, sociales y comerciales; 27.234
trabajadores de banca; 12.613 trabajadores de farmacias; 97.779 trabajadores de medicina; 27.586
trabajadores del arte; 18.557 trabajadores agronómicos, y 15.007 trabajadores de silvicultura. En
total, unas 800.000 personas.
p En el otoño de 1918 fue más rápido el proceso de viraje de los intelectuales hacia la colaboración
con el Poder soviético. Por entonces un número considerable de especialistas burgueses ya
trabajaban en instituciones y empresas soviéticas, centros científicos y escuelas superiores y servían
en unidades del Ejército Rojo. Interesante exponente del viraje de la intelectualidad hacia el Poder
soviético fueron los mítines conjuntos de obreros e intelectuales celebrados durante el otoño de
1918 en diversas grandes ciudades del país. En la organización de estos mítines participaron
Máximo Gorki y A. Lunacharski. Al que tuvo lugar en Petrogrado el 6 de octubre asistieron más de
20.000 personas. Los reunidos aprobaron unánimemente una resolución que decía:
38
p "La asamblea de obreros e intelectuales convocada por la Comuna de Trabajo de Retrogrado y
presidida por Máximo Gorki, después de haber oído a varios oradores, reconoce que la historia del
último año ha mostrado el profundo carácter popular de la Revolución de Octubre... La asamblea
considera necesario el acercamiento entre el pueblo-dictador trabajador revolucionario y los
elementos sanos de la intelectualidad trabajadora, que reconoce la justedad de la política general del
Poder soviético y está duspuesta a sostener estrechamente unida con la clase obrera y con los
campesinos pobres la gran lucha por el socialismo”. Las resoluciones de tales mítines influían sobre
amplios círculos de intelectuales, incluidos los que se negaban obstinadamente a colaborar con el
Poder soviético.
p Una ilustración no menos brillante del viraje de la democracia pequeñoburguesa hacia el Poder
soviético fue el cambio de actitud política de una parte de los miembros de los partidos de los
mencheviques y de los eseristas. Temeroso de perder definitivamente el prestigio entre las masas, ya
sin ello profundamente deteriorado, el CC del partido de los mencheviques, reunido del 17 al 21 de
octubre de 1918, aprobó una resolución en la que exhortaba a rechazar por el partido la
colaboración política "con las clases hostiles a la democracia”. En otra resolución, del 14 de
noviembre, el CC de los mencheviques expresó su disposición a romper "decidida e
irrevocablemente" su alianza con la burguesía y "adoptar una actitud incondicionalmente adversa a
la intervención de los rapaces extranjeros...” Los mencheviques declararon que reconocían el Poder
soviético "como hecho de la realidad, pero no como principio”. A pesar de que la última reserva
acreditaba que los mencheviques seguían siendo esencialmente enemigos del bolchevismo, su
declaración de que renunciaban a la lucha activa contra el Poder soviético fue valorada como un
hecho positivo por el Gobierno soviético.
p Una posición semejante adoptaron los eseristas de derecha. En la resolución aprobada el 8 de
febrero de 1919 por su conferencia se llamaba a las organizaciones eseristas de derecha a combatir
contra los guardias blancos y los intervencionistas. La conferencia se pronunció en contra del
derrocamiento del Poder soviético mediante la lucha armada y la formación de un bloque con la
burguesía.
p El Partido Comunista comprendía muy bien que la naturaleza social de la pequeña burguesía
determinaba sus constantes fluctuaciones en dependencia de la correlación de las fuerzas en lucha
en cada momento dado y que los partidos 39 pequeñoburgueses eran compañeros de viaje poco
seguros, proclives a la vacilación y a la traición, como habría de demostrar el giro ulterior de los
acontecimientos. Mas a pesar de todas estas vacilaciones y traiciones de la democracia
mencheviqueeserista, los bolcheviques apoyaron el viraje de estos partidos hacia el Poder soviético,
ya que, en definitiva, de lo que se trataba no era de los partidos pequeñoburgueses, sino de las
masas pequeñoburguesas, incluida la intelectualidad.
p “No basta apoyar este viraje y acoger amistosamente a quienes vienen hacia nosotros —escribió
V. I. Lenin—. Un político que comprenda sus tareas debe aprender a suscitar ese viraje en las
distintas capas y grupos de la amplia masa democrática pequeñoburguesa si está convencido de que
existen causas históricas serias para semejante viraje”. Pero esto no significa en modo alguno,
advirtió Lenin, que se deba renunciar a reprimir a los enemigos. "Sería una farsa intentar
“convencerlos”, y, en general, "influir psicológicamente" en ellos. Pero en la misma medida, si no
más, sería ridículo y estúpido insistir exclusivamente en la táctica del aplastamiento y del terror con
relación a la democracia pequeñoburguesa cuando la marcha de los acontecimientos la obliga a
orientarse hacia nosotros" [39•29 .
p Las causas del viraje de la democracia pequeñoburguesa hacia el Poder soviético en aquel período
hay que buscarlas ante todo en la política del Partido Comunista con respecto a los intelectuales, así
como en los cambios operados en la situación interior e internacional de la República Soviética en
el otoño de 1918. El período transcurrido desde la Revolución de Octubre había enseñado mucho a
los intelectuales. Vieron que el Poder soviético era fuerte y que las masas populares, bajo la
dirección de los bolcheviques, se afanaban por restablecer la economía, conservar los valores
culturales y concertar la colaboración honrada con la intelectualidad. En su artículo Las preciosas
confesiones de Pitirim Sorokin, V. I. Lenin señaló los motivos principales que promovieron el viraje
de la democracia pequeñoburguesa hacia la colaboración con el proletariado y el derrumbamiento
de sus ilusiones. Estos motivos habían sido, en primer lugar, la bancarrota del imperialismo alemán
y la anulación del tratado de Brest en noviembre de 1918, que dificultó mucho el acercamiento
entre la intelectualidad y el Poder soviético, y, en segundo lugar, la implacable revelación 40 por el
curso de los acontecimientos de la falsedad de la fe en la "democracia pura".
p La firma, en marzo de 1918. de la increíblemente penosa paz de Brest con Alemania obedeció a la
necesidad de obtener una tregua en la guerra y no permitir al imperialismo alemán que aplastara la
revolución. En su gran mayoría, la intelectualidad juzgó esta paz como “humillante”, “vergonzosa”
y “traidora”. "La amargura, la ira y la furiosa indignación suscitadas por esta paz son
comprensibles”, escribió Lenin [40•30 . Todo esto creó enormes dificultades para atraer
moralmente a los intelectuales hacia el Poder soviético.
p Una importante razón del viraje de la intelectualidad hacia el Poder soviético fueron los
acontecimientos de la guerra civil, que hicieron ver claramente a los intelectuales que la
intervención y la contrarrevolución de los guardias blancos constituían una amenaza de muerte para
Rusia. Ante la intelectualidad se planteó el dilema de aceptar el Poder soviético, que defendía los
intereses del pueblo trabajador, o pronunciarse por la república burguesa, bajo la égida del
imperialismo anglo-norteamericano, que restablecía la reacción en todo el mundo.
p La parte de la intelectualidad en la que estaban arraigados los sentimientos patrióticos y que
estimaba la independencia nacional de Rusia se iba convenciendo día tras día de que era sólo el
Partido Bolchevique quien defendía esta independencia y decidió ponerse al servicio del Poder
soviético. El conocido físico soviético Abraham loffe refiere en su libro Mi vida y trábalo, cómo
llegó a reconocer la legitimidad de los Soviets: "El significado de la Revolución de Octubre no lo
comprendí de golpe. En la toma del poder por los bolcheviques vi al principio un episodio de la
revolución, determinada por el afán de poner fin a la guerra, y pensaba que los campesinos,
provistos de armas como resultado de la desmovilización, jugarían el papel decisivo, pero que no
serían capaces de mantenerse en el poder. Sin embargo, mi estancia durante el verano en Crimea,
donde bajo la protección del ejército de ocupación alemán se mantenía el poder de la burguesía, el
atentado a Lenin en Moscú y el odio feroz de los liberales crimeos al proletariado me decidieron
definitivamente a fijar mi actitud. Para mi ya no cabía duda: aquí, ante el proletariado, un
esplendoroso futuro; allí, ante la burguesía, el mísero pasado podrido. Al regresar en septiembre de
1918 a Petrogrado decidí firmemente unir para siempre mi destino con el País de los Soviets y
contribuir con mi aporte a la 41 futura construcción”. El camino seguido por A. loffe hacia el Poder
soviético fue el típico de muchos intelectuales.
p El viraje de la intelectualidad hacia la colaboración con el Poder soviético fue tomado en
consideración y aprovechado inmediatamente por el Partido Comunista. Lenin escribió varios
artículos en los que analizó las causas del acercamiento de la pequeña burguesía al proletariado y
formuló las tareas del partido en la nueva situación. En una asamblea de activistas del partido
celebrada el 27 de noviembre de 1918 en Moscú, V. I. Lenin dijo que era necesario aprovechar al
máximo el viraje de la intelectualidad hacia el Poder soviético y atraer a grupos cada vez más
considerables de ella a la construcción del socialismo.
p La actividad del Partido Comunista en esta dirección adquirió gran amplitud sobre todo después
de aparecidas las resoluciones del VIII Congreso del partido, que expresó en el Programa el criterio
cardinal del partido sobre la intelectualidad, atribuyendo una importancia vital a la utilización de la
experiencia y los conocimientos de los intelectuales en provecho de la edificación del socialismo.
Las resoluciones del congreso contribuyeron mucho a la vez a hacer cambiar la actitud de las masas
trabajadoras hacia la intelectualidad y a que esta misma modificara su conducta.
p La política del Partido Comunista, política justa, fundada en el análisis de la correlación objetiva
de fuerzas entre las clases y de la naturaleza social de la intelectualidad, reportó fructíferos
resultados. El Estado soviético incorporaba a su aparato un número cada vez mayor de especialistas.
Científicos, ingenieros, maestros, médicos, expertos militares y otros especialistas iban entrando al
servicio del Poder soviético.
El Partido Comunista se daba perfecta cuenta de que las vacilaciones de los intelectuales con
inclinación hacia la burguesía continuarían en el futuro, que el éxito más insignificante de la
contrarrevolución movería a parte de la intelectualidad a ganar el campo del enemigo y de que, al
cambiar la situación, retornaría a servir al Poder soviético. Lenin enseñaba a no temer esta
volubilidad de los intelectuales. Dijo que sus titubeos eran inevitables. "Pero nosotros, a través de
todas estas vacilaciones, conseguiremos que las capas de los intelectuales cultos engrasen las filas
de los colaboradores soviéticos y eliminaremos a los elementos que continúen apoyando a los
guardias blancos" [41•31 .
***
Notes
[35•28] La Asamblea Constituyente en Rusia era una institución representativa de la población. La
convocación de la Asamblea Constituyente la preparó el Gobierno Provisional en 1917 bajo la
presión de las masas. Las elecciones se celebraron en noviembre, pero según las listas
confeccionadas antes de la Revolución de Octubre. Por ello, en la Asamblea Constituyente
predominaban los partidos contrarrevolucionarios. Convocada en Petrogrado el 5 (18) de enero de
1918, la Asamblea se negó a ratificar los decretos del II Congreso de los Soviets sobre la tierra, la
pa7. y el paso del poder a los Soviets y la Declaración de los derechos del pueblo trabajador y
explotado. El 6 de enero, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia disolvió por decreto la
Asamblea Constituyente.
[39•29] V. I. Lenin. Las precioxux confesiones de Pitirim Sorokin. O. C.. t. 37. pág. 194.
[40•30] Ibídem. pág. 190.
[41•31] V. I. Lenin. Informe sohre el programa del partido, pronunciado el 19de ni/ir:n. (VIII
Coiif-reso del PC (h) de Rusia.) O. C.. t. 38. pág. 169.
Capítulo II
LA POLÍTICA
DEL PARTIDO COMUNISTA
CON LOS INTELECTUALES
DE LA RUSIA ZARISTA
Notes
[42•1] V. I. Lenin. Informe sobre el programa del partido, pronunciado el 19 de marzo. (VIII
Congreso del PC (h) de Rusia.) O. C., t. 38. pág. 165.
[43•2] V. I. Lenin. Informe del Comité Central. O. C., t. 38. pág. 139.
[43•3] V. 1. Lenin. Exitos y dificultades del Poder soviético. O. C.. t. 38. pág. 55.
[44•4] Véase V. I. Lenin. La dictadura del proletariado. O. C.. t. 39, pág. 264.
[44•5] Recopilación leninista. Moscú-Leningrado, III, pág. 494.
[45•6] V. I. Lenin. El VII Congreso de los Soviets de tuda Rusia. .O.C., t. 39, pág. 431.
[47•7] V. I. Lenin. Tareas de las juventudes comunistas. O. C.. t. 41. pág. 304.
[48•8] V. I. Lenin. Las preciosas confesiones de Pitirim Sorokin. O. O, t. 37, pág. 193.
[48•9] V. I. Lenin. Reunión de activistas del partido de Moscú. O. C., t. 37. pág. 220.
[49•10] Los "comunistas de izquierda" constituían un grupo fraccionalista en el Partido Comunista,
organizado en diciembre de 1917. durante el período de las negociaciones sobre la paz de Brest con
Alemania. La lucha del partido contra los "comunistas de izquierda" giró en torno a diversos
problemas cardinales del marxismo-leninismo en la nueva situación histórica.
[50•11] El Comité Ejecutivo Central (CEO de toda Rusia fue hasta 1937 el órgano legislativo,
ejecutivo y de control superior de la RSFSR. Era elegido por el Congreso de los Soviets de toda
Rusia. Funcionó hasta el momento de ser elegido el Soviet Supremo de la RSFSR.
[51•12] El PCUS en las resoluciones v acuerdos de los Congresos \ Conferencias \ de los Plenos
del CC. t. 1. Moscú. 1970. pág. 52.
[51•13] El grupo del "centralismo democrático" era un grupo antipartido, que se oponía a la
dirección centralizada del Estado, a la dirección unipersonal y a la participación de los especialistas
de la Rusia zarista en la producción. En el fondo, este grupo rechazaba la disciplina de partido y
para con el Estado y la función rectora del partido en los Soviets y en los sindicatos.
[52•14] La “oposición obrera” era un grupo antipartido que impugnaba la función rectora del
partido y de la dictadura del proletariado, considerando que los sindicatos constituían la forma
superior de organización de la clase obrera.
[52•15] A. Kollontái (1872–1952). revolucionaria profesional. Participó activamente en la
insurrección armada de Octubre. Figuró en el grupo de los "comunistas de izuquierda" y luego en el
de la "oposición obrera”. Desde 1923 brilló como personalidad social, estatal y política de la Rusia
Soviética. Fue la primera mujer que desempeñó cargos diplomáticos.
[53•16] V. I. Lenin. X Congreso del PC(b)R. O. C., t. 43. pág. 48.
[54•17] V. I. Lenin. Nota a los miembos del Buró olítico del CC del PC(b)R y provecto de carta a
Hoover. O. C., I. 54. pág. 310.
[54•18] Ibídem. pág. 311
p Al fijar los métodos de incorporación de los intelectuales burgueses al servicio del Estado
socialista, el Partido Comunista y su jefe, V. I. Lenin, tropezaron con enormes dificultades. Hubiera
sido ingenuo esperar de los intelectuales burgueses, que habían servido a los capitalistas, y de los
obreros y campesinos, que habían-derrocado el poder de la burguesía, que encontrasen desde el
principio un lenguaje común y establecieran relaciones basadas en la confianza mutua y la
colaboración en un espíritu de camaradería.
p A crear la colaboración entre la intelectualidad y los trabajadores dedicaron el Partido Comunista
y el Poder soviético mucha atención, energías y tiempo. Esta obra empezó a realizarse en los
primeros días de la revolución y no se cesó en ella hasta que la abrumadora mayoría de la
intelectualidad abrazó definitivamente la causa del socialismo.
p Ya en el primer período de la revolución el Partido Comunista hubo de afrontar una tarea muy
compleja: encontrar los caminos y los procedimientos de atracción de los intelectuales burgueses a
la colaboración con el Poder soviético que, de una parte, aseguraran la mayor eficiencia laboral de
los especialistas, y, de otra parte, permitieran ayudar a los intelectuales a cambiar su ideología.
p Para determinar las vías y los métodos de trabajo orientados a incorporar a los intelectuales
burgueses a la construcción del socialismo y a la defensa del país, el Partido Comunista y el Poder
soviético tuvieron presente la situación privilegiada que disfrutaba esta capa social en el
capitalismo, la acuciante 57 necesidad de especialistas altamente cualificados que acuciaba al Poder
soviético y, además, las condiciones de la lucha de clases.
p Ante todo surge esta pregunta: ¿Que lugar ocupaba el elemento de la coerción en las medidas del
partido y del Poder soviético en orden a los intelectuales burgueses?
p Según los historiadores -burgueses, Lenin fundamentó la teoría de "la violencia y la persecución"
contra la intelectualidad. De otro lado, algunos investigadores y escritores soviéticos presentan a V.
I. Lenin como un "no resistente”, dispuesto a perdonar todo a cualquier enemigo. Tanto una opinión
como la otra son falsas. Lenin fue un hombre extraordinariamente humano, que odiaba cualquier
forma de violencia del hombre sobre el hombre. Anatoli Lunacharski refirió cómo V. I. Lenin le
había dicho reiteradamente: "A un gran científico, a un gran especialista en una u otra rama se le
debe perdonar hasta lo último, incluso si es un reaccionario” [57•19 . Mas cuando se trataba del
destino de la revolución, de las vidas de millones de obreros y campesinos amenazadas por las
acciones contrarrevoluconarias de los conspiradores, agentes de los guardias blancos, Lenin era un
hombre de indoblegable firmeza. Advirtió que en la situación extremadamente difícil en que se
hallaba la joven República Soviética, "...sin una represión sistemática, implacable de la resistencia
de los explotadores, sin detenerse ante ninguna fórmula democrático-burguesa, es inconcebible no
sólo la revolución socialista, sino también una revolución consecuentemente democrática, son
inconcebibles cualesquiera medidas serias para combatir la crisis y el desbarajuste económico
provocado por la guerra" [57•20 .
p La actitud de V. I, Lenin respecto a los intelectuales contrarrevolucionarios puede apreciarse en la
correspondencia entre él y Máximo Gorki en 1919. Esta correspondencia fue motivada por las
siguientes circunstancias. Cuando en el verano de ese año se creó una situación muy tensa en
Petrogrado a causa de la ofensiva de Yudénich, general de los guardias blancos, los órganos de la
Comisión Extraordinaria de toda Rusia adoptaron medidas para poner fin a las acciones de las
fuerzas contrarrevolucionarias en la retaguardia soviética. El 14 de junio, con ayuda de los
destacamentos obreros efectuaron registros generales en las barriadas burguesas de Petrogrado,
incautándose de gran cantidad de armas. A fin de evitar nuevas 58 conspiraciones se hicieron
muchas detenciones. Entre los detenidos había numerosos profesores, ingenieros, artistas y
maestros. Algunos de ellos no habían participado directamente en las conspiraciones, otros se
vieron mezclados con las organizaciones de guardias blancos "por imprudencia o por exceso de
confianza”. Mas una parte considerable de los detenidos eran militantes activos de las
organizaciones contrarrevolucionarias clandestinas. Los interrogatorios de los detenidos
proporcionaron abundante material que permitió descubrir organizaciones antisoviéticas
clandestinas en Retrogrado, Moscú y otras ciudades.
p Sin esperar a conocer los resultados de la investigación en curso, Máximo Gorki escribió una
carta a V. I. Lenin, que le envió con V. Tonkov, presidente de la Academia Militar de Medicina. En
la carta, según cabe suponer (el texto original no ha sido encontrado), M. Gorki expresó su
indignación por la detención de los intelectuales. Según testimonio de V. Tonkov, en la carta
figurada incluso la siguiente frase: "Si no cambia la situación de los intelectuales, me paso de los
bolcheviques a los blancos”. En la carta de respuesta a M. Gorki, Lenin escribió: "Querido Alexéi
Maxímovich: He recibido a Tonkov, pero ya antes de recibirle y de serme entregada su carta
habíamos decidido en el CC designar a Kámenev y a Bujarin para que comprueben la detención de
intelectuales burgueses de tipo cercano a los demócratas constitucionalistas y para que se ponga en
libertad a quienes se pueda. Pues para nosotros está claro que también aquí se han cometido errores.
p Está claro asimismo que, en general, la medida de detención del público demócrata constitucional
(y cercano a él) ha sido necesaria y correcta... ¿Con qué motivo pronuncia usted palabras
extraordinariamente airadas? Con motivo de que algunas decenas (o aunque fuesen centenas) de
señoritos demócratas constitucionalistas o cercanos a los demócratas constitucionalistas pasen unos
cuantos días en prisión para evitar conspiraciones como la de la entrega de Krásnaya Gorka,
conspiraciones que amenazan con la muerte de decenas de miles de obreros y campesinos.
p ¡ Vaya qué desgracia! ¡Qué injusticia! ¡Mantener unos días o aunque sean unas semanas a los
intelectuales en la cárcel para evitar la matanza de decenas de millares de obreros y campesinos!...
p A las "fuerzas intelectuales" que desean llevar la ciencia al pueblo (y no servir al capital) les
pagamos un sueldo superior al medio. Esto es un hecho. Cuidamos de ellas. Esto es un hecho.
Decenas de millares de oficiales prestan servicio al Ejército 59 Rojo y vencen a despecho de
centenas de traidores. Esto es un hecho" [59•21 .
p Así era el verdadero humanismo de V. I. Lenin.
p Es sabido que el Estado obrero y campesino no se mostró vengativo con sus enemigos de clase
únicamente porque habían pertenecido antes a las clases explotadoras. Nunca, en ningún Estado, la
burguesía, al derrocar el poder de los feudales, fue tan humana y tolerante con sus enemigos de
clase como lo había sido el proletariado en Rusia. En efecto, el Poder soviético ni siquiera se
propuso en sus primeros meses de existencia instituir órganos punitivos extraordinarios. "Después
de la revolución del 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917 —señaló V. I. Lenin— ni siquiera
clausuramos los periódicos burgueses, y no podía ni hablarse de que hubiera terror. Pusimos en
libertad no sólo a muchos ministros de Kerenski, sino incluso a Krasnov, que luchaba contra
nosotros" [59•22 .
p En este período actuaban en el país los comités militares revolucionarios, cuya única misión
consistía en aislar temporalmente a los elementos que podían obstaculizar el robustecimiento del
nuevo poder. Los comités militares revolucionarios se circunscribían a ordenar detenciones de breve
duración y hacían amplio uso de sus atribuciones para poner en libertad a los detenidos bajo palabra
de honor. Sin embargo, incluso estas medidas encontraron la enconada oposición de los
intelectuales burgueses, que lanzaban por doquier acusaciones contra el terror, la "violación de las
libertades" y el "menoscabo de los derechos individuales".
p En realidad, la primera sentencia de muerte por motivos políticos sólo fue ejecutada en julio de
1918, contra algunos eseristas de izquierda facciosos. El Poder soviético no se vengó de la
intelectualidad porque ésta hubiera servido a las clases explotadoras ni porque gran parte de ella no
aceptara la Revolución de Octubre e incluso se aprovechase con fines malignos del espíritu de paz
del nuevo poder.
p No obstante, la exacerbación de la lucha de clases a causa de haberse recrudecido la guerra civil
(de lo cual fue culpable asimismo cierta parte de la intelectualidad) obligó al Poder soviético a
aplicar una política punitiva más dura, también contra los intelectuales contrarrevolucionarios. Mas
en cualquiera de estos casos se les reprimía no porque fuesen intelectuales, sino porque eran
contrarrevolucionarios. A 60 agudizar la lucha de clases en el país contribuyó en enorme medida la
invasión de las tropas de los intervencionistas. Después de la sublevación de los eseristas de
izquierda en Moscú y del infame atentado a V. I. Lenin en agosto de 1918, el Poder soviético
implantó el terror rojo contra los enemigos de clase alzados en armas contra la dictadura del
proletariado. Esta medida excepcional fue la respuesta a los numerosos actos terrorísticos, conjuras
y sublevaciones organizados por los restos de las clases derrocadas, a los que ayudó determinada
parte de la intelectualidad.
p Mas incluso en las condiciones de guerra civil y de intervención, el Poder soviético mostró suma
precaución en cuanto a la exigencia de responsabilidad a los trabajadores intelectuales.
p El 14 de diciembre de 1918 se publicó una disposición firmada por V. I. Lenin sobre el
procedimiento de detención de los empleados y especialistas que desempeñaban cargos de
responsabilidad, fijando ciertos límites a la actuación de las correspondientes autoridades.
p En la Orden del Presidium de la Comisión Extraordinaria de toda Rusia del 17 de diciembre de
1919, se decía: "... A detener a un especialista sólo se procederá cuando haya sido comprobado que
su trabajo tiende a derrocar el Poder soviético. Detenerle únicamente porque es un antiguo noble o
porque en el pasado fue empresario y explotador, no podrá hacerse si cumple bien con su
trabajo" [60•23 .
p El emigrado blanco S. Melgunov publicó en 1924 en Berlín el libro Terror rojo en Rusia, en el
que describía con acentuado dramatismo los "sangrientos ejercicios" de los "despiadados chekistas”.
Ciertamente, Melgunov estuvo “preso” en la Cheka en 1919. Fue llevado a ella por su participación
en un complot contrarrevolucionario para derrocar el Poder soviético y asesinar a los jefes de la
revolución. ¿Cómo se portaron con él el Poder soviético y los "comisarios de la Cheka"? Melgunov
fue condenado por el tribunal revolucionario a una pena de prisión menor, y en 1921 se le autorizó a
marchar al extranjero. Por tanto. Melgunov fue testigo, en realidad, no de la crueldad “absurda” y
"estúpida" de los tribunales soviéticos, sino de su benignidad con el enemigo derrotado. A muchos
como Melgunov. que habían luchado contra el Poder soviético, este poder no sólo les perdonó la
vida, sino que les permitió marchar al extranjero.
61
p El que a Melgunov, contrarrevolucionario y demagogo, se le dejara marchar impunemente fue uno
de los extremos en que se cayó entonces. Pero también se incurrió en el otro extremo. Sería ingenuo
afirmar que, en la aplicación del terror rojo, pudo lograrse que no cayeran víctimas innecesarias ni
se incurriese en errores y disparidades entre la magnitud de la culpa y la del castigo. Estos casos se
dieron. Los órganos locales del partido y de los Soviets cometieron equivocaciones en el trabajo con
los intelectuales, que provenían, como dijera V. I. Lenin, de que "la gente utiliza burdamente el
poder" [61•24 . En el fragor de la encarnizada lucha de clases y del odio al rojo vivo de las partes
en lucha se cometieron errores.
p Estos errores fueron resultado de la insuficiente experiencia política de algunas personas que
ejercían el poder, mas el partido y los órganos de los Soviets tomaron medidas para evitar
semejantes yerros e injusticias.
p Las severas medidas represivas aplicadas por los órganos del Poder soviético en los años de la
guerra civil eran temporales. Ya en enero de 1920, no terminada aún la guerra, el Comité Ejecutivo
Central de toda Rusia y el Consejo de Comisarios del Pueblo [61•25 de la RSFSR acordaron la
abolición de la pena de muerte. Pero incluso en el período en que regía la ley extraordinaria sobre el
terror contra la burguesía contrarrevolucionaria, el Poder soviético y sus órganos punitivos
recurrieron a la represión sólo en los casos en que habían sido agotadas todas las demás medidas y
el enemigo no había rendido las armas.
p A la par que hacía frente enérgicamente a los contrarrevolucionarios, el Poder soviético exhortaba
a los especialistas de la vieja sociedad explotadora a colaborar con él y les confiaba altos cargos
económicos y militares, en consonancia con sus conocimientos y experiencia y haciendo
abstracción de sus convicciones políticas. A colaborar se atrajo incluso a intelectuales que por el
resbaladizo camino de la "repulsa de la revolución" se habían deslizado hasta el campo de la
contrarrevolución. Con estas personas los órganos de los Soviets mostraban tacto y atención cuando
se habían arrepentido sinceramente de sus errores.
62
p Del Poder soviético no era propio aplicar el mismo rasero a todos los hombres y a su destino.
Cuando del enemigo se podía hacer un aliado o, en el peor de los casos, un ayudante eficaz, el
Poder soviético emprendía gustoso este experimento. Y, por lo general, no quedaba defraudado en
sus esperanzas. Por supuesto, eso llevaba implícito cierto riesgo, y también hubo que lamentar
reveses.
p El Poder soviético saludó cada paso de un intelectual burgués a las posiciones de la clase obrera.
"Apreciamos a todo el que quiera trabajar..." [62•26 , dijo V. I. Lenin. Pero, al mismo tiempo, la
clase obrera castigó con justo rigor a quienes intentaron luchar contra ella empuñando las armas.
p Planteóse la cuestión de las vías y formas de incorporación de los intelectuales burgueses a la
construcción del socialismo.
p Una de las formas fue la utilización de los intelectuales (sobre todo los altamente cualificados) a
lo antiguo, a lo burgués, es decir, pagándoles grandes sueldos y creando para ellos las mejores
condiciones materiales. El Estado soviético no escatimó recursos para estos fines. En los penosos
años del desbarajuste económico, de la guerra y del hambre, los especialistas cualificados recibían
los mayores sueldos, cinco, seis y hasta más veces superiores a los de los Comisarios del Pueblo y
del propio jefe del Estado, V. I. Lenin.
p A la situación material de la intelectualidad se dedicó considerable atención. El Estado soviético
hizo cuanto pudo por los intelectuales en aquellos difíciles tiempos. Ya entre finales de 1917 y
comienzos de 1918 se acordó una gran alza del sueldo mensual de los maestros. Naturalmente, en
las condiciones de brusca baja del poder adquisitivo del rublo esta medida significó una ayuda muy
modesta. Pero en aquellos tiempos no fue posible hacer más. Algo después, el Gobierno adoptó
varias disposiciones que mejoraban las condiciones de existencia de diversas categorías de
intelectuales. En 1919, en Petrogrado se formó, con la participación de Máximo Gorki, una
comisión especial encargada de mejorar la situación material de los científicos; se ocupaba de la
distribución de las raciones alimenticias y del mejoramiento de las condiciones de vivienda de los
científicos, técnicos, literatos y artistas. Posteriormente, comisiones análogas fueron organizadas en
algunas grandes ciudades, y en Moscú quedó constituida la Comisión Central 63 para el
mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos.
p Esta política del Gobierno soviético no siempre fue comprendida por determinados círculos de la
intelectualidad, que en los grandes sueldos y el mejoramiento de la situación material veían el
propósito del Poder soviético de “comprar” sus conocimientos y experiencia. En marzo de 1919, M.
Dukelski, profesor del Instituto Agrícola de Vorónezh, dirigió una carta abierta a V. I. Lenin en la
que decía que el Poder soviético pretendía “sobornar” a los intelectuales con la perspectiva de un
"bienestar animal”. Dukelski afirmaba que ningún especialista, sin inspiración y necesidad creativa,
daría nada por muy largamente que fuera remunerado su trabajo.
p Es significativo el propio hecho de que un intelectual, un profesor de vieja formación, enviara una
carta abierta al jefe del Estado obrero y campesino. Esto acreditaba que la gran mayoría de los
intelectuales no se había metido en su concha y que los llamamientos del Poder soviético a
colaborar con él encontraban cierto eco entre personas alejadas de las ideas socialistas.
p En su carta, el profesor Dukelski reflejaba el estado de ánimo, el pensar y el sentir de muchos
intelectuales rusos de la época zarista. Por ello, V. I. Lenin estimó que debía contestar a su carta a
través de Pravda. Escribió que no cabía pensar en ningún “soborno”, ya que también antes se había
pagado altamente el trabajo de la intelectualidad y en la época soviética se mantenían para ella
sueldos elevados, aunque inferiores a los precedentes, pero, así y todo, bastante considerables. Al
mismo tiempo, V. I. Lenin explicaba en esta carta a los intelectuales que si mostraban una actitud de
comprensión, simpatía y camaradería hacia los soldados exhaustos y los obreros agotados por el
trabajo y exasperados por siglos de explotación, entonces el acercamiento entre las masas
trabajadoras y la intelectualidad avanzaría a pasos gigantescos [63•27 . Esta carta de Lenin
coadyuvó en gran medida a incorporar a la colaboración con el Poder soviético a parte de los
intelectuales burgueses vacilantes aún.
p La atracción de los grandes especialistas de la vieja sociedad mediante sueldos elevados no podía
jugar un papel determinante en el aseguramiento de su colaboración. Como método principal y más
eficiente de incorporación de los intelectuales, el Partido Comunista eligió el influjo moral, la
superación de la 64 incredulidad en el socialismo. No se podía rechazar a las personas que todavía
no habían comprendido los objetivos y las tareas de la revolución socialista.
p Ahora bien, los hombres que gobernaban el timón del país y del partido eran conscientes de que
no se podía reducar a toda la intelectualidad, ante todo a aquella parte de ella que antes de la
revolución poseía capital y que, en el fondo, no se diferenciaba en nada de los capitalistas. A estos
intelectuales no había que enseñarles, sino expropiarles, someterlos al Poder soviético.
p En cuanto a la parte considerable de intelectuales fieles a su obra profesional, pero incapaces de
resignarse de golpe a la pérdida de la situación privilegiada de que habían gozado en la vieja
sociedad y de romper con las tradiciones burguesas, la tarea de utilizarlos y subordinarlos al Poder
soviético se ligó directamente con la de su reducación socialista en el proceso de la amplia
construcción económica y cultural.
p Con el acceso de la clase obrera al poder se acrecentaron inmensamente las posibilidades de la
influencia proletaria sobre todas las personas honradas en las clases y capas sociales no proletarias,
incluidos los intelectuales. En manos del proletariado y de su partido había medios tan poderosos de
influjo sobre las masas como el entusiasmo revolucionario, la disciplina, la organización, el peso
moral, el convencimiento en la justedad de su causa y, como lo más importante de todo, la fuerza y
la verdad de su ideología, y los grandes fines por los que se había alzado a la lucha.
p Para incorporar felizmente a los intelectuales de la sociedad capitalista se requería una buena
organización, disciplina camaraderil entre las masas, influencia del proletariado sobre el resto de la
población y crear condiciones en las que el intelectual burgués viera que su obra sólo podía hacerla
con los comunistas que trabajaban a su lado, dirigían a las masas y se habían granjeado su absoluta
confianza.
p Simultáneamente era preciso crear en torno de los intelectuales burgueses un ambiente de
confianza y benevolencia, de colaboración y de estima a su trabajo, sin renunciar a influir sobre
ellos a través de las organizaciones sociales. Estos conceptos fueron inscritos en el Programa del
partido aprobado en 1919 y confirmados reiteradamente en resoluciones del partido.
p A la par que exigía de los trabajadores una actitud camaraderil hacia los intelectuales, el partido
advertía a éstos que sólo podrían conquistar la confianza de los obreros y los campesinos si ellos
mismos adoptaban una actitud equivalente, 65 si trataban con espíritu de camaradería a los
trabajadores exasperados por siglos de explotación.
p La tarea de transformar la sicología y cambiar las concepciones ideológicas de los intelectuales
era muy compleja. Este proceso no transcurría, ni mucho menos, por sendas llanas y tranquilas. Su
corriente, zigzags y revueltas estaban determinados por las peculiaridades de la situación interior y
exterior del Estado soviético y, en definitiva, por los éxitos de la construcción socialista. La obra de
reducación de los intelectuales burgueses y de máximo aprovechamiento racional de sus
conocimientos y experiencia sólo podía llevarla a cabo el partido con ayuda de las organizaciones
sociales, en primer término los sindicatos. El Partido Comunista puso gran atención en atraer a los
intelectuales a los sindicatos, sobre todo a los especialistas ligados con la producción. El IX
Congreso del partido (1920) escribió en sus resoluciones: "Se debe acabar definitivamente con los
prejuicios contra que ingrese en los sindicatos el personal técnico superior de las empresas e
instituciones. Incluyendo en sus organizaciones a los ingenieros, médicos, agrónomos, etc., los
sindicatos ayudarán a estas personas, en base a la experiencia de la colaboración camaraderil con el
proletariado organizado, a incorporarse al trabajo activo de la construcción soviética y adquirirán
los trabajadores que más necesitan, poseedores de conocimientos científicos especiales y
experiencia" [65•28
p Los aspectos principales en los que hacían hincapié los sindicatos en su labor con los intelectuales
eran la protección de sus intereses laborales, su incorporación a la construcción del socialismo, la
elevación del nivel de su conciencia política y el robustecimiento de los vínculos entre la
intelectualidad y las masas trabajadoras.
p A reducar a los intelectuales e inducirlos a participar más activamente en la construcción socialista
contribuyeron en gran medida los más diversos congresos, conferencias, seminarios, cursos,
asambleas y mítines de intelectuales.
p En octubre de 1921 se celebró el VIII Congreso Electrotécnico de toda Rusia, al que asistieron
alrededor de mil quinientas personas. En el congreso se discutieron ampliamente las cuestiones
relacionadas con la electrificación del país. Muchos especialistas escépticos habían acudido al
congreso con el temor de que su labor se redujese a una agitación mitinesca por la electrificación.
Sin embargo, el planteamiento práctico de los 66 problemas, la amplitud de los propósitos del
Partido Comunista y la plena confianza de los dirigentes del Estado soviético en la competencia de
los delegados derritieron la fría desconfianza de los especialistas. "El éxito más considerable
obtenido en las labores del congreso —recordaría más tarde uno de los asistentes a él— fue, quizá,
el brusco cambio del estado de ánimo de la mayoría de los delegados”. Congresos y conferencias de
este género, convocados casi cada año para diversas ramas de la ciencia, la técnica y la cultura,
sirvieron de gran escuela de educación de los intelectuales.
p Debe señalarse asimismo lo positivo que fueron para la evolución ideológica de la intelectualidad
diversas sociedades y asociaciones (sociedades científico-técnicas, asociaciones de escritores, de
pintores, etc.). Funcionaban como centros en los que las ideas de la creatividad eran entrelazadas
con los problemas concretos del desarrollo de la economía socialista y de la educación del nuevo
hombre.
p Por último, sobre la mentalidad de la intelectualidad burguesa, sobre todo la intelectualidad
científica y técnica, influyeron profundamente los planes y la acción práctica del Estado soviético
en orden a la transformación económica del país. En el proceso de elaboración y cumplimiento de
estos planes fue moldeándose un nuevo enfoque de los científicos y técnicos respecto a la solución
de las tareas prácticas de la organización de la producción. Les sedujo la novedad de los principios
de la planificación socialista, la idea de la combinación de las diferentes ramas de la producción, la
idea del emplazamiento racional de las fuerzas productivas, etcétera. Todo esto hizo despertar el
pensamiento creador de los especialistas sinceramente fieles a su trabajo y suscitó su simpatía hacia
el nuevo poder. Quizá muchos de ellos no compartiesen ni comprendieran los objetivos políticos de
los bolcheviques, pero veían y se daban cuenta de que los bolcheviques eran hombres de acción,
que sabían lo que querían y poseían aptitudes para organizar las cosas debidamente.
p He ahí por qué los planes constructivos del Partido Comunista y del Poder soviético no podían
dejar de encender el entusiasmo de la mejor parte de la intelectualidad. En una carta a V. I. Lenin
del 28 de noviembre de 1918, el presidente de la sección científico-técnica del Consejo Supremo de
la Economía Nacional (CSEN), N. Gorbunov, contaba el siguiente episodio: "Después de la reunión
de ayer sobre Kará-Bugaz, su papel, el de Bakú y el de toda la zona del Caspio como centro
mundial de la futura industria química... los profesores que vinieron 67 especialmente de
Retrogrado para esta reunión se quedaron después mucho tiempo conmigo y hablaron
animadamente y con júbilo del nuevo trabajo y de los nuevos planes... Ellos mismos empiezan a
entusiasmarse, y, enfervorizados, comienzan a apasionar a sus escépticos colegas".
p La historia de aquellos días conoce muchísimos casos de centenas de especialistas que iban a las
empresas llenos de incredulidad respecto a los planes de los bolcheviques y a su capacidad para
organizar el funcionamiento normal de las fábricas en una situación increíblemente difícil. Sin
embargo, transcurrió algún tiempo y, contagiados por el entusiasmo laboral de las masas obreras y
atraídos por la idea del resurgimiento económico del país, se convirtieron en excelentes jefes de la
producción, que poco a poco fueron aprendiendo a mirar todo desde otros puntos de vista. Los
especialistas se convencieron de que precisamente en las condiciones del Estado socialista se abría
un campo infinito a sus conocimientos y talento para aplicarlos al trabajo creador. "Nuestras ideas y
los objetivos que nos hemos planteado —escribió F. Dzerzhinski— son tan grandiosos e ingentes
que los hombres poseedores de conocimientos pueden ser (de hecho) cautivados por la grandeza de
nuestra obra creadora de masas, de la obra creadora de la colectividad de obreros y campesinos.
p Podemos cautivar en grado mucho más elevado del que en el capitalismo cautivaban los
capitalistas" [67•29 .
p La acertada solución de problemas tan complejos y audaces con los que estaba ligado el destino
de grandes grupos de intelectuales —como el plan leninista de electrificación del país, la supresión
del analfabetismo, la construcción del ferrocarril Turkestano-Siberiano y del complejo metalúrgico
de Magnitogorsk, la creación de nuevas ramas de la industria y el ritmo de la industrialización y de
la colectivización de la agricultura no podía por menos de atraer al científico, ingeniero, maestro y
agrónomo amante de su profesión. Aprovechar todas las realizaciones de la ciencia, la técnica y la
cultura no para enriquecer a un puñado de personas, sino para servir a todo el pueblo: esta finalidad
de la producción socialista fue un motivo impulsor de inmensa fuerza para el paso definitivo de los
intelectuales de la vieja sociedad a las posiciones del socialismo.
p De la incorporación de los intelectuales a la construcción del socialismo y a la defensa del país se
ocuparon los mejores hombres del partido. Encarnando en la realidad la política 68 leninista para
los intelectuales de la época zarista, llevaron a cabo una continua labor, no condicionada por ningún
reglamento, pero trascendental, de conquista moral de los intelectuales burgueses.
p En esta obra la prensa soviética prestó una gran ayuda al Partido Comunista. Los diarios Pravda e
Izvestia, el semanario Bolshevik y muchos otros órganos de prensa publicaban a menudo
informaciones y artículos que analizaban los procesos que se operaban entre la intelectualidad y
ayudaban a los intelectuales a formarse en una cosmovisión justa, científica.
La experiencia histórica del País de los Soviets ha mostrado que los métodos de trabajo con los
intelectuales que elaboró el Partido Comunista y las vías fijadas por él para que los intelectuales
pasaran a colaborar con el Poder soviético fueron completamente correctos y los únicos viables. La
conquista moral de la intelectualidad, su acercamiento a los intereses del pueblo revolucionario, la
confianza en la experiencia y la idoneidad de los especialistas y el estrecho contacto de los
intelectuales con las masas obreras y campesinas ayudaron al Partido Comunista a salir airoso de
una tarea de enorme complejidad: arrancar de la burguesía a la intelectualidad y reducar a los
intelectuales burgueses, convirtiéndoles en intelectuales socialistas. Esto fue un proceso
prolongado, fue un camino largo, pero el más justo y seguro.
***
Notes
[57•19] A. Lunacharski. Li¡ intelectualidad y su lunar en la construcción del socialismo.
Revoliutsia i kultura, 1927. No ¡. pág. 29.
[57•20] Recopilación leninista, XXXVI, págs. 24–25.
[59•21] V. I. Lenin. Carta de V. I. Lenin a A. Gorki. O. C.. t. 51. págs. 47–49.
[59•22] Respuestas n las preguntas de un periodista norteamericano. O. C., t. 39. pág. 113.
[60•23] De la historia de la Comisión Extraordinaria de toda Rusia. 1917–1921. Recopilación de
documentos. Moscú. I95K. ñau. 346.
[61•24] V. I. Lenin. Reunión de activistas del partido de Moscú. O. C., t. 37, pág. 228.
[61•25] El Consejo de Comisarios del Pueblo fue hasta 1946 el órgano ejecutivo y administrativo
supremo de la URSS. Por ley que aprobó el Soviet Supremo de la URSS en marzo de 1946 el
Consejo de Comisarios del Pueblo fue transformado en Consejo de Ministros de la URSS.
[62•26] V. I. Lenin. Intervención en la reunión conjunta del Soviet de diputados obreros y soldados
de Petrogrado y representantes del frente. 4(17) de noviembre de 1917. O. C., t. 35. pág. 64.
[63•27] Véase V. I. Lenin. Respuesta a la carta abierta de un especialista. O. C.. t. 38, págs. 218–
222.
[65•28] El PCLIS en lux resoluciones v acuerdos de lux Congresos \ Conferencias v de los Plenos
del CC. t. 2. pág. 160.
[67•29] F. Dzerzhinski. Obran Escogidas en dos tomos, t. 2. Moscú. 1957, págs. 157–158.
Capítulo III
INCORPORACIÓN
DE LOS INTELECTUALES BURGUESES
A LA DEFENSA DEL PAÍS
Y A LA CONSTRUCCIÓN ECONÓMICA
Y CULTURAL DURANTE
LA GUERRA CIVIL
Notes
[73•1] Pravda. 29 de noviembre de 1918.
[73•2] Ibídem, 25 de diciembre de 1918.
[73•3] Pravda. 26 de diciembre de 1918.
[74•4] El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos v Conferencias v de los Plenos
del CC, 1. 2, Moscú,’ 1970, págs. 66–67.
[75•5] G. Zhúkov. Recuerdos y reflexiones. Moscú, 1969, pág. 58.
[77•6] La guerra civil de 191X-1921. Moscú, 1928. t. 2, pág. 95.
[77•7] M. Frunze. Obras Escogidas. Moscú, 1965, págs. 215–216.
[77•8] Y. Petrov. EL PCUS. dirigente y educador del Ejército Rojo (1918–1920). Moscú, 1961,
pág. 273.
[77•9] V. Antónov-Ovséenko. La organización del Ejército Rojo en la revolución. Moscú. 1923,
pág. 31.
[77•10] Cinco años del poder de los Soviets. Moscú. 1922. pág. 157.
[78•11] G. Ordzhonikidze. Artículos y discursos escogidos. 1918–1937. Moscú, 1945, pág. 79.
[79•12] N. Podvoiski. La or¡>aniiación del Ejército Rojo. Voenno-istorícheski zhurnal, 1968, No
12, pág. 70.
[79•13] V. I. Lenin. Discurso en una Conferencia ampliada de obreros y miembros del Ejército
Rojo, en el distrito de Rogozhski-Símonovski de Moscú. O. C, t. 41, pág. 121.
[80•14] Rossía. 1924. No 3 (12). págs. 148–149.
[81•15] Datos del Archivo Central del Ejército Soviético.
[81•16] Ibídem.
[81•17] Ibídem.
[81•18] Ibídem.
[82•19] G. Zhúkov. obra cit.. pág. 57.
[84•20] N. Potápov. Notas aceren de los primeros pasos de la organización militar soviética.
Voenno-istorícheski -hurnal. 1968, No I. pág. 62.
[85•21] V. I. Lenin. El VII Congreso de los Soviets de toda Rusia. O. C., t. 39, pág. 406.
[86•22] Noticias del CEC de toda Rusia. 23 de febrero de 1923.
[86•23] A. Iovlev. Contribución a ln historia de la Incluí del partido par la implantación del
inundo único en el h’iército Rojo (1924–1931). Voprosy istórii KPSS. 1964. No 12, pág. 29.
LA INTELECTUALIDAD CIENTÍFICA Y TECNICA
Notes
[88•24] V. I. Lenin. Las tareas inmediatas del Poder soviético. O. C.. t. 36. pág. 178.
[88•25] El Consejo Supremo de la Economía Nacional (CSEN), se constituyó en dicimebre de
1917. adjunto al Consejo de Comisarios del Pueblo, para organizar toda la economía y las finanzas
del país.
[89•26] Noticias ile ln Academia de Ciencias de Rusia, serie VI. 1918, N» 14, pág. 1395.
[92•27] V. I. Lenin. III Congreso de la Internacional Comunista. O. C., t. 44. pág. 51.
[93•28] Pravda, 4 de septiembre de 1925.
[98•29] El grado de doctor en Ciencias se restableció en la URSS en 1914. Fn 1973 había en el
país 29.800 doctores en Ciencias. Hn 1934 fue instituido el grado de candidato a doctor en Ciencias.
Fn 1973. eran candidatos a doctor en Ciencias 288.300 trabajadores científicos de la URSS.
LOS MAESTROS Y LOS
TRABAJADORES DE MEDICINA
p Para robustecer el naciente Estado soviético era muy importante asegurar la colaboración de uno
de los destacamentos más numerosos de la intelectualidad: el magisterio. El maestro, sobre todo en
el campo, constituía una gran fuerza cultural, a veces la única, capaz de ejercer gran influencia
política sobre la población. El pueblo amaba a los maestros: a ellos se acudía para pedir consejo y
ayuda y en busca de explicaciones sobre el sentido de los acontecimientos que vivía el país. Para
poner a esta fuerza al servicio del Poder soviético fue preciso llevar a cabo una paciente y
minuciosa labor de esclarecimiento por las organizaciones del partido, los órganos del Estado y los
sindicatos.
p Anatoli Lunacharski, dirigiéndose a los maestros, dijo que nadie exigía de los intelectuales que se
infundieran de espíritu comunista y, en unión del partido, se dedicaran resueltamente a la creación
del régimen comunista. Sin embargo, la colaboración era posible si el intelectual mostraba
objetividad y acertaba a justipreciar el ingente trabajo trazado por los comunistas para transformar
culturalmente el país. No obstante, por los motivos que se expondrán más abajo, el Poder soviético,
en los primeros tiempos de su existencia, no encontró en la parte más cualificada del magisterio esta
disposición al entendimiento y la colaboración práctica.
p Un serio obstáculo en la vía de la colaboración del magisterio con el Poder soviético fue la Unión
de Maestros de 103 toda Rusia, sobre todo su directiva, personificada en el Gran Consejo y el
Pequeño Consejo de esta asociación. Después de su fiasco en la organización de la huelga general
de maestros en los primeros meses de existencia del nuevo poder, la Unión de Maestros no renunció
a la lucha. Lo único que hizo fue cambiar sus formas, pasando de los ataques a la descubierta contra
la política del Partido Bolchevique a métodos más flexibles y velados de actividad antisoviética.
Los dirigentes de la Unión de Maestros no pudieron dejar de tener en cuenta un factor tan
importante como el apoyo de las masas populares al Poder soviético. Con gran dolor de corazón, en
un editorial de su órgano de prensa oficial hubieron de reconocer que "desde que se ha precisado
claramente que el gobierno soviético y de los comisarios es apoyado y reconocido en cierta medida
por las masas populares, no se puede preterirle y es difícil negarse en absoluto a mantener
relaciones con él...” Esto, huelga decirlo, no significaba que la directiva de la Unión de Maestros,
después de reconocer de facto el nuevo poder, hubiese decidido colaborar con él.
p Encubriéndose con los lemas de la salvación de la "auténtica democracia" y de las "conquistas de
la revolución”, los jerarcas supremos del magisterio se orientaban especialmente hacia la autonomía
de la escuela y su apoliticismo. En las condiciones de la lucha contra la autocracia zarista, la idea de
la autonomía de la escuela era apoyada por la parte democrática del magisterio y tenía significado
progresista. Pero después de la Revolución de Octubre, cuando el Estado soviético se había fijado
como objetivo la instrucción de las amplias masas populares y cuando los intereses del Estado y de
la escuela se unieron formando un todo, la idea de la autonomía escolar cobró un sentido
contrarrevolucionario, anudándose con la idea del "apoliticismo" de la escuela. Los dirigentes de la
Unión de Maestros de Rusia intentaron desterrar de la escuela la "política" y exigían que los
dirigentes y partidos políticos no atentaran contra la escuela. Mas, como demostró la actividad de
esta asociación, que hizo de la escuela una palestra de lucha política contra el Poder soviético, la
escuela no podía permanecer al margen de la política. Los dirigentes "sin partido" y "apolíticos" de
la Unión de Maestros se revelaron como avezados "políticos”, que expresaban claramente sus
simpatías y antipatías sociales.
p La Unión de Maestros de toda Rusia constituía una fuerza considerable. En sus organizaciones se
agrupaban unos 50.000 maestros, siendo de notar que eran los pedagogos más cualificados. La
asociación gozaba de influencia entre los maestros, y sus órganos impresos, Noticias de la Unión de
104 Maestros de toda Rusia. El maestro. El maestro petrogradensey F.l maestro nacional, eran
populares entre los maestros.
p La línea táctica del partido en orden a cualquier organización social de tendencia antisoviética
estaba determinada no sólo por el carácter de la actividad de tal organización, sino también por la
actitud de las masas hacia ella. Y como en el primer tiempo el magisterio tuvo puesta su confianza
en la directiva de la asociación y la seguía en lo fundamental, se trató de incorporar a la Unión de
Maestros al movimiento sindical de toda Rusia, encabezado por el Consejo Central de los
Sindicatos de toda Rusia, a fin de lograr de este modo arrancar de la influencia ideológica de la
burguesía a los miembros de la Unión de Maestros. Sin embargo, la directiva de esta asociación,
integrada por demócratas constitucionalistas y eseristas, rechazó categóricamente su participación
en las labores del I Congreso de los Sindicatos de toda Rusia, celebrado en enero de 1918. Entonces
el partido cambió de táctica: desplegó un gran trabajo de esclarecimiento entre los afiliados de base
de la asociación. Esta línea táctica fue la principal durante todo el año 1918, que transcurrió bajo el
signo de la lucha por la agrupación de las fuerzas progresistas del magisterio.
p La Unión de Maestros de toda Rusia fue la organización de intelectuales burgueses que mant’jvo
más tiempo sus posiciones. Sin embargo, como fruto de ¡a tiran labor propagandística de denuncia
de la política de sus üiii¿ontes realizada por las organizaciones del partido y de los sindicatos y
también como resultado del fortalecimiento del Poder soviético y de otros factores, en el otoño de
1918 empezaron a menguar rápidamente las filas de esta asociación. El otoño y el final de 1918 fue
el período de completa descomposición de esta organización social del magisterio, que hasta poco
antes había sido fuerte y prestigiosa. Verdad es que su directiva trató de continuar la lucha,
intentando reunir congresos y conferencias de maestros, celebrados bajo sus consignas, y aprovechó
cualquier ocasión para contribuir a la restauración del viejo régimen, pero cada vez era mayor el
número de colectividades de maestros que declaraban su adhesión al Poder soviético.
p Así, en el congreso de maestros de la provincia de Kursk, celebrado a comienzos de mayo de
1918, la mayoría de los delegados (166 contra 3) aprobó una resolución en la que se decía: "El
Poder soviético lo entendemos como el poder del pueblo, que aspira a restructurar la vida del
Estado en base a los justos principios del socialismo... Consideramos que reconocer este poder y
apoyarlo por todos los medios constituye una misión sagrada del maestro nacional en su trabajo
social y 105 pedagógico" [105•30 . Incluso los dirigentes de la Unión de Maestros de toda Rusia
más rabiosos en su intransigencia frente al poder de los Soviets se vieron obligados a reconocer que
"no hay un frente único del magisterio, no hay unidad de pensamiento y de acción".
p A finales de 1918, la Unión de Maestros, a consecuencia de su proceder antisoviético, había
perdido definitivamente la influencia entre amplias masas de maestros. En los medios del
magisterio ya era evidente el viraje hacia la colaboración con el Poder soviético. Después de
analizar la situación existente, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia dispuso en diciembre de
1918 "disolver la UMR, personificada en sus organizaciones centrales y locales, y suspender su*
órganos de prensa centrales y locales: Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia. El maestro
petrogradense. El maestro y otros órganos...” El Gobierno soviético no adoptó ninguna medida
represiva contra los antiguos miembros de la Unión de Maestros. En aquellos momentos la
autoridad de esta organización era tan baja que su disolución no suscitó protestas.
p La suerte de la Unión de Maestros de toda Rusia fue muy aleccionadora para la intelectualidad
burguesa. Vino a demostrar que las organizaciones de intelectuales que se habían apartado del
pueblo y actuaban en pugna con sus intereses perdían en definitiva su influjo y prestigio y acababan
desapareciendo de la arena política. Acreditó también que ningunos llamamientos y consignas
demagógicos de la directiva de la Unión de Maestros podían llevar a éstos al camino de la lucha
activa contra el Poder soviético. En su inmensa mayoría, el magisterio siguió fiel a sus tradiciones
democráticas y a la idea de la dedicación al pueblo.
p Ahora bien, no debe suponerse q,ue la disolución de la Unión de Maestros de toda Rusia convirtió
a la numerosa legión del magisterio en exponente y enérgico paladín entre el pueblo de la política
del Poder soviético. Parte de los maestros, sobre todo en las ciudades, ofrecían una resistencia
pasiva a las iniciativas del Poder soviético en la esfera de la instrucción pública, cumplían
formalmente sus obligaciones y aprovechaban toda ocasión para señalar los errores y reveses de los
organismos locales de instrucción pública y para hacer patente su propio “apoliticismo”.
p Dada la gran insuficiencia de fuerzas culturales, particularmente en el campo, el maestro hubiera
podido jugar un gran 106 papel no sólo con respecto a la instrucción de las masas en general, sino
también a su educación política.
p El Comité Central del partido se ocupó mucho del trabajo de propaganda y agitación entre los
maestros. Se practicaban formas de influencia ideológica sobre ellos tales como la participación de
los comunistas en la labor de sus congresos y conferencias, la formación de bibliotecas políticas
para el personal de las escuelas, la instrucción de los maestros que impartían disciplinas sociales y
la lectura de informes y conferencias sobre temas políticos para los maestros por funcionarios del
partido. En las capitales de provincia y cabezas de distrito se organizaban cursillos de rudimentos
políticos, escuelas del partido y de los Soviets y cursos de agitadores, que preparaban profesores de
rudimentos políticos entre los trabajadores de la enseñanza. Se realizó una labor de propaganda por
el ingreso de los maestros en el Partido Comunista.
p Fue dispensada singular atención al trabajo entre los maestros rurales. En aquel tiempo había
muchos maestros en los pueblos que simpatizaban sinceramente con el Poder soviético. Era preciso
organizarlos y prestarles ayuda. A este propósito ofrece gran interés la exposición de la función del
maestro rura! y de los métodos para atraerle al trabajo social que hacían unas instrucciones enviadas
a las localidades rurales por la sección del CC para el trabajo en el campo: "En los maestros hay que
fijar la mayor atención. Los propios maestros... proceden del medio campesino y sólo por atraso se
oponen al comunismo. Corrientemente, el maestro conoce bien todo lo que ocurre en la aldea y sabe
quiénes viven en ella y qué les interesa; hay que acercarse más a ellos. Si el maestro es bueno, pero
no consciente, hay que... procurar con cuidado ponerle de nuestra parte y ayudarle en lo que
necesita, convencerle y ayudarle con víveres, mover un poco a las autoridades de la ciudad para que
le den lápices y cuadernos, darle a leer un buen libro y atraerle a la labor cultural y educativa. Al
maestro adecuado hay que zarandearle y hacerle que atraiga al trabajo a otros maestros y les ayude
en su difícil y penosa obra" [106•31 .
p En la I Conferencia de toda Rusia sobre el trabajo en el campo, celebrada en noviembre de 1919,
V. I. Lenin subrayó que. a pesar de la compleja situación política y militar, el trabajo en el campo
constituía uno de los problemas más importantes de la construcción socialista. Lenin exhortó a las
organizaciones 107 rurales del partido a utilizar ampliamente a los especialistas burgueses. En las
instrucciones aprobadas por la conferencia se recomendaba incorporar obligatoriamente a los
maestros rurales a la participación en el trabajo del partido.
p En la obra de educación política del magisterio jugó un destacado papel Nadezhda Krúpskaya,
veterano miembro del partido, compañera de lucha y esposa de V. I. Lenin. Maestra ella misma,
conocía perfectamente el estado de ánimo, la sicología, la vida y las condiciones de existencia de
este sector de la intelectualidad y sabía encontrar la mejor manera de abordar sus problemas. En los
primeros años del Poder soviético no hubo un congreso de maestros de toda Rusia o un foro sobre
asuntos de la instrucción pública en los que N. Krúpskaya no participase con la mayor actividad.
Muy a menudo hablaba en mítines y asambleas de maestros, explicando la política del partido en la
esfera de la instrucción pública y la misión del magisterio en la construcción de la nueva sociedad:
criticó el lema "El maestro y la escuela, al margen de la política”, que era bien acogido por una
parte considerable de los pedagogos. Por ejemplo, en uno de sus discursos dijo que "no hay nada
más ingenuo que la afirmación de que la pedagogía puede y debe ser ajena a la política. ¿Qué es
política en la acepción amplia del término? Es nuestra comprensión de las tareas del momento
actual, de los medios para cumplirlas, etc. La pedagogía es. en tres cuartas partes, una ciencia
social, y por eso no hay modo posible de separar de ella los problemas candentes de la política, los
problemas candentes de nuestro tiempo" [107•32 .
p El libro La instrucción pública y la democracia (1919). de N. Krúpskaya. y numerosos artículos
suyos sobre problemas de la enseñanza ayudaron a atraer hacia el Poder soviético a muchas
personas que antes vacilaron o tuvieron un espíritu antisoviético.
p A la educación ideológica de los maestros hizo un gran aporte el viejo bolchevique S. Mitskévich,
que, por encargo del partido, participó en la organización de la Unión de Trabajadores de la
Enseñanza, de la que fue elegido presidente. Mitskévich sabía llevarse bien tanto con los jóvenes de
ánimo exaltado como con los viejos científicos. Muchos corifeos de la pedagogía no aceptaban
ingresar en la Unión recién constituida, se declaraban en huelga, formaban comisiones y
presentaban peticiones en las que formulaban exigencias increíbles. Mas 108 Mitskévich, lejos de
rechazar a los airados e incrédulos, les persuadía con palabras y hechos de la naturaleza progresista
de la instrucción pública soviética.
p Complejo y difícil fue el proceso de agrupación profesional de los maestros. Como contrapeso a
la Unión de Maestros de toda Rusia, a finales de 1917 fue organizada la Unión de Maestros
Intemacionalistas, que agrupaba a los trabajadores de la enseñanza y de la educación que "se
mantenían en el terreno de la revolución social y de la destrucción del actual sistema escolar”. Pero
esta asociación era muy poco numerosa. A fines de 1918 sólo había llegado a tener algo más de
12.000 maestros. Este número tan insignificante de sus adherentes lo explica la circunstancia de que
la Unión de Maestros Intemacionalistas adoptó una actitud errónea respecto a la mayoría de los
maestros. Aislándose de los maestros de la base, únicamente admitía en su seno a los pedagogos
"políticamente maduros”. Sus dirigentes mantenían posiciones sectarias, declarando que el Poder
soviético incurría en una grave equivocación al no tomar medidas tajantes con relación a todo el
magisterio de la época zarista, con el que, a su juicio, no se debía tener contemplaciones, ya que "si
acaso una centésima parte de los maestros puede ser realmente apta para cumplir las nuevas tareas
de la educación revolucionaria".
p Por otro lado, la Unión de Maestros Intemacionalistas llevó a cabo una gran labor para diferenciar
políticamente a los maestros y elevar el número de partidarios activos del Poder soviético. No
obstante, su acción en este sentido habría sido más eficiente de no haber pecado de estrechez
orgánica y de sectarismo, que le impidieron convertirse en la organización masiva del magisterio
soviético.
p En el verano de 1919, en base a la Unión de Maestros Intemacionalistas, se constituyó el
Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza y de la Cultura Socialista de toda Rusia (en 1921 cambió
su nombre por el de Unión de los Trabajadores de la Enseñanza), que llegó a ser la verdadera
organización masiva de los maestros de la ciudad y el campo. Esta asociación desplegó un gran
trabajo de educación política de los maestros, de protección de los derechos profesionales de los
trabajadores de la enseñanza y de incorporación de ellos a la creación de la nueva escuela.
p La propaganda y agitación generales del partido, la labor educativa de sus organizaciones de base
y la fundación y actividad del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de toda Rusia no podían
por menos de reportar fruto. Las informaciones que llegaban de las provincias de Tver, Tula,
Arjánguelsk, 109 Penza, Kursk y otras se referían a la intensificación de la actividad social de los
maestros, al ingreso de los mejores de ellos en el partido y a la reanimación del trabajo cultural y
educativo en el campo. En la escuela empezó a centrarse paulatinamente la vida social de los
pueblos. Muchos maestros rurales intervenían en las asambleas de campesinos, organizaban
bibliotecas y Casas del Pueblo y prestaban su concurso a las organizaciones del partido en las
campañas político-sociales. Por doquier surgían bibliotecas rurales, organizadas sobre todo por los
maestros. Según datos incompletos del Comisariado del Pueblo de Instrucción, a comienzos de
1919 había 12.007 bibliotecas rurales.
p El Partido Comunista y el Estado soviético, pese a todas las dificultades acarreadas por la guerra
civil y la intervención, se desvelaron por llevar adelante la instrucción pública. Y eso que las
dificultades eran enormes. En las condiciones de la guerra y del desbarajuste económico, la escuela
atravesó una situación sumamente grave. Los edificios escolares apenas se reparaban y el material
pedagógico quedaba inservible. Sentíase una aguda falta de maestros y escaseaban los manuales, el
material didáctico y los objetos de escritorio. Apenaba sobre todo el estado de las escuelas ubicadas
en las zonas que habían sido teatro de las operaciones bélicas. Muchas escuelas fueron destruidas u
ocupadas como cuarteles y hospitales; la situación económica de los maestros era difícil. Todo esto
dejó marcada una lacerante huella en la escuela soviética de los primeros años de la revolución.
p Trabajar en las escuelas constituía una obra realmente complicada. Sin embargo, muchos maestros
no cesaron en su labor, tan necesaria para el pueblo; con perseverancia y decisión procuraban
reorganizar la escuela a base de los nuevos principios, venciendo inmensos obstáculos. El Poder
soviético hizo todo lo que permitía aquella rigurosa época para aliviar la situación de las escuelas y
de los maestros. Ya a comienzos de 1918, por decreto del Consejo de Comisarios del Pueblo se
elevó de 50 a 100 rublos el sueldo de los maestros nacionales. A partir de marzo del mismo año su
sueldo se fijó entre 300 y 500 rublos. En noviembre de 1918, a causa del aumento de la carestía, el
sueldo mensual de los maestros fue subido a 600–800 rublos. Además, a los pedagogos se les
concedió la misma superficie de vivienda que a los médicos e ingenieros y se tomaron medidas
encaminadas a mejorar la situación de los maestros que habían quedado inválidos para el trabajo.
p El robustecimiento del Estado soviético y las victorias del Ejército Rojo, a la par con la labor de
propaganda y agitación 110 del partido entre los maestros y la solícita actitud del Gobierno
soviético y de las organizaciones sociales hacia ellos, determinaron que la masa de maestros fuera
decidiéndose paulatinamente a colaborar con el Poder soviético. El diario Pravda señaló el 4 de
septiembre de 1920 que "entre la inmensa masa de los que trabajan en el campo de la instrucción
pública se observa un sensible viraje hacia la ideología comunista”. Entre los maestros seguía
habiendo no pocos elementos antisoviéticos, pero en el período final de la guerra civil ya no tenían
una influencia decisiva.
p El Partido Comunista dio los primeros pasos en orden a la preparación de nuevos pedagogos entre
los obreros y campesinos. En 1919 se organizaron en el país más de 150 cursos pedagógicos. "La
figura principal de los oyentes —se decía en la noticia que daba cuenta de esto— es la población
trabajadora”. A esos cursos asistieron en total unas 6.500 personas. Las secciones locales de
instrucción pública de los Soviets adoptaron eficaces medidas para readaptar a los maestros por
medio de cursos breves, en los que pedagogos daban conferencias sobre los fundamentos del
socialismo científico, sociología, teoría y práctica de la escuela laboral y metódica didáctica. Los
congresos, conferencias y cursos ayudaban a la masa de maestros a formar claro juicio de la esencia
de los eventos, revelaban el significado político de las reformas en la esfera de la instrucción,
ayudaban a comprender los principios fundamentales de la organización de la escuela laboral única,
etc.
p A pesar de las ingentes dificultades, la red escolar en el país, lejos de reducirse, fue ampliada
considerablemente. En tanto que en el año escolar de 1914/15 el número de escuelas primarias y de
enseñanza media se cifró en 106.400. estudiando en ellas 7.800.000 niños, en el curso escolar de
1920/21 llegaron a 118.408, con un total de 9.781.000 alumnos. En la consecución de este avance
correspondió un inmenso mérito a los maestros.
p En la dura situación de guerra civil, intervención y desbarajuste económico, una tarea importante
del Poder soviético fue atraer a los trabajadores de medicina a la colaboración con él. La
recuperación de los combatientes heridos, la lucha contra las epidemias y las consecuencias del
hambre, la asistencia médica a la población, las medidas profilácticas sanitarias y otras muchas
cosas recaían sobre el destacamento poco numeroso de los trabajadores de medicina. Según los
datos del censo hecho el 25 de febrero de 1920 por el Comisariado del Pueblo de Sanidad, en la
República 111 Soviética (excluida Ucrania) había en total tan sólo 24.000 médicos, de los cuales
casi el 40% estaba movilizado en el Ejército Rojo.
p El camino por el que los trabajadores de medicina habían llegado a la colaboración con el Poder
soviético fue tan intrincado y escabroso como el de los maestros. Entre la parte superior de los
intelectuales médicos hubo centros que intentaron llevarlos tras ellos contra el poder de los Soviets.
Estos centros eran la Sociedad Pirogov y las directivas de la Unión Sindical de Médicos de toda
Rusia y de la Unión de Sindicatos de Auxiliares Médicos de toda Rusia, es decir, de los
practicantes. Al igual que entre los maestros, 1918 fue para los médicos, practicantes y enfermeras
el año de viraje en su actitud hacia el Poder soviético.
p Después de su tristemente célebre llamamiento a los médicos, hecho el 22 de noviembre de 1917,
en el que se les instigaba a "oponer resistencia a las fuerzas destructoras del país" y a "participar en
la lucha contra la reacción que se avecina”, la directiva de la Sociedad Pirogov continuó la línea de
“resistencia” al Poder soviético. El congreso extraordinario de la sociedad, celebrado del 13 al 15 de
marzo de 1918 en Moscú, aprobó la actividad de los saboteadores en el ámbito de la medicina y
adoptó varias resoluciones enfiladas contra el Gobierno soviético. El congreso acusó al Poder
soviético de haber descompuesto el servicio médico-sanitario.
p La revista El médico social, órgano de la Sociedad Pirogov. desató una campaña de embustes y
calumnias contra el Poder soviético, exigiendo que fuera "aislado moralmente”. En los artículos e
informaciones insertos en la revista se definía el poder de los obreros y campesinos como "violencia
absoluta" y "criminal experimento”, que llevaba a la "dominación de la anarquía general y de la
guerra fratricida intestina”. En la revista aparecía la sección "Médicos en el campo de los
bolcheviques”, que era una especie de "lista negra" en la que se incluían los apellidos de los
médicos a los que se debía boicotear. Entre los primeros que figuraron en ella se hallaban los
médicos comunistas Z. Soloviov, I. Rusakov y N. Semashko.
p Análoga actitud intransigente adoptaron la directiva de la Unión de Sindicatos de Auxiliares
Médicos de toda Rusia y su órgano oficial. El noticiero del practicante. En verdad, sus ataques al
Poder soviético fueron más inconciliables y desenfrenados incluso que los lanzados por directivos
“pirogovianos”. Esta revista organizó la persecución de los practicantes que 112 colaboraban con
los organismos soviéticos de sanidad e incitaba a pasar de la pasividad a la acción.
p Menos brusca, aunque, en el fondo, igual de intransigente, fue la conducta de la Unión Sindical de
Médicos de toda Rusia, fundada en marzo de 1918, que era, en realidad, una rama de la Sociedad de
Pirogov. La comisión organizadora de la Unión Sindical de Médicos hizo un llamamiento a todos
los médicos rusos, invitándoles a apoyar los ideales de la "medicina social" y. de hecho, a oponerse
al Poder soviético.
p A la par que proclamaban el "apoliticismo de la medicina”, las altas jerarquías de la
intelectualidad médica sostenían una verdadera lucha política contra el Poder soviético, como lo
confirmaban el carácter de su acción y las declaraciones de sus "líderes" y organizaciones. La
falsedad e hipocresía de las declaraciones de “apoliticismo” de los médicos se vieron bien
expresadas en el "Mensaje de los médicos de la región nórdica a los médicos de Inglaterra”, del 16
de agosto de 1919. En él se decía: "Nosotros... aseguramos que las tropas aliadas, defendiendo la
región contra los llamados bolcheviques, no sirven en modo alguno los intereses de la reacción y a
la restauración del antiguo régimen... Les exhortamos, camaradas médicos ingleses, a influir con su
prestigiosa voz sobre su pueblo, a ayudarnos en esta hora llena de amenazas y, mediante el envío
inmediato de fuerzas armadas, darnos la posibilidad de organizamos y establecer la paz y el orden
en el país pisoteado por los bolcheviques”. La revista Noticias del Comisariado del Pueblo de
Sanidad reprodujo en 1920 este mensaje, tomado de periódicos de los guardias blancos,
presentándolo como ilustración del “apoliticismo” de los médicos y añadiendo, con cierto sarcasmo
que "sobraban los comentarios".
p De todos modos, no se debe suponer que los trabajadores de medicina formaron frente único
contra el Poder soviético. La Revolución de Octubre produjo una honda diferenciación entre ellos.
La actividad antisoviética de los “pirogovianos” encontraba enérgica réplica de los trabajadores de
medicina progresistas, alzados en apoyo del poder de los Soviets. Además, entre los intelectuales
médicos había un grupo considerable de personas vacilantes que no habían calado aún en la
verdadera raíz de los acontecimientos. Les intimidaba la novedad de las reformas de la esfera
médico-sanitaria aplicadas por el Poder soviético, pero a la vez se indignaban por las formas de
lucha que utilizaban contra este poder los “pirogovianos” y otros grupos de trabajadores de
medicina que "no reconocían a los Soviets".
p Documento interesante de aquella época es una carta del médico N. Shvaitsar, sin filiación
política, publicada en 113 Notician del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia el 17 de marzo de
1918. en la que censuraba duramente la posición del congreso de la Sociedad de Pirogov celebrado
en marzo de 1918. "No han aprendido nada —decía N. Shvaitsar—. Las acusaciones de los
pirogovianos contra los bolcheviques adolecen de los mismos lugares comunes que antes y son tan
poco convincentes para las masas como siempre. Para salvar a Rusia ofrecen los medios arcaicos,
harto trillados, inservibles en absoluto y criminales en la situación actual: hasta la huelga de
médicos, de la que sólo se puede hablar enrojeciendo de vergüenza, sobre todo si se trata de los
moscovitas”. Al final de su carta, N. Shvaitsar se dirigía a los médicos que continuaban "no
reconociendo" el Poder soviético: "Se puede ser enemigo ideológico de los bolcheviques e incluso
del bolchevismo (personalmente, como “salvaje”, no estoy afiliado a ningún partido), pero lo que
no se puede hacer es dedicarse nada más que a la bolchevicofobia y no participar enérgicamente en
la organización positiva de la vida, que en la actualidad es imposible sin contacto con el Poder
soviético, por temor a que esa participación pueda afianzar a este poder... Créanme, él no se apoya
en ustedes y no son ustedes quienes acabarán con él. Este poder no será eliminado mientras el
pueblo sea la base sobre la que se sostiene.
p Quiéranlo o no, la nueva vida social les obligará a ustedes a subordinarse a sus poderosos
imperativos".
p Ante el Partido Bolchevique se planteaba la compleja tarea de paralizar la actividad antisoviética
de los “pirogovianos”, ahondar el proceso de diferenciación entre los trabajadores de medicina,
arrancar a los intelectuales médicos de la influencia de los partidos pequeñoburgueses y atraerlos a
la fructífera colaboración con los organismos del Poder soviético. En sus discursos y escritos del
período de la guerra civil, V. I. Lenin habló reiteradamente del problema de organizar la medicina
nueva, soviética, y exhortó a los médicos a dedicar al pueblo sus conocimientos y experiencia.
p En esta obra fue valiosísima la aportación de los médicos bolcheviques N. Semashko, Z.
Soloviov, D. Uliánov (hermano de V. I. Lenin), I. Rusakov, M. Vladimirski, V. Obuj y otros. En
numerosas intervenciones orales y escritas explicaron pacientemente y con gran tacto a amplios
círculos de médicos, científicos y expertos en medicina, a profesores y practicantes que eran la
propia lógica de la vida, los intereses del pueblo, el propio curso del movimiento de la ciencia
médica, y no las órdenes desde arriba, lo que imponía la participación de los médicos en la
organización de la medicina a base de los nuevos 114 principios. La conducta personal de aquellos
hombres, dedicados abnegadamente a servir al pueblo, fue un ejemplo digno de imitar.
p Sin embargo, los esclarecimientos y las convicciones de los comunistas habrían sido poco
eficientes si no hubieran estado apoyados en obras concretas. Después de la Revolución de Octubre
experimentó grandes cambios la organización de la sanidad pública. El Estado soviético tomó a su
cargo todas las instituciones sanitarias y asignó cuantiosas sumas para su sostenimiento. En julio de
1918 se formó el Comisariado del Pueblo de Sanidad, institución desconocida en la Rusia zarista,
que centró en sus manos toda la obra médico-sanitaria del país. La asistencia médica se hizo
gratuita y accesible a la población.
p Hay que señalar también la labor del primer órgano social impreso de la medicina soviética, la
revista Noticias de la medicina soviética (posteriormente, Noticias del Comisariado del Pueblo de
Sanidad), cuyo primer número apareció en mayo de 1918. Esta revista propagó ágilmente las ideas
de la organización de los servicios médico-sanitarios a base de los nuevos principios, apoyó
moralmente a los trabajadores de medicina que colaboraban con el Poder soviético y criticó
acerbamente la acción antisoviética de los “pirogovianos” y otros enemigos de la democratización
de la sanidad pública. La revista postuló la amplia incorporación de los intelectuales médicos a la
creación del nuevo sistema de sanidad.
p Hacia el verano de 1918, entre los trabajadores de medicina se perfiló claramente el viraje hacia la
colaboración con el Poder soviético. La mayoría de médicos, practicantes y otros trabajadores
sanitarios trabajaba en los organismos e instituciones soviéticos. La necesidad de mantener
relaciones laborales con el Poder soviético acabaron por reconocerla incluso las directivas de la
Sociedad de Pirogov y de la Unión de Sindicatos de Auxiliares Médicos de toda Rusia. No cejaban
de propagar la naturaleza "antidemocrática" del Poder soviético, pero espoleadas desde abajo por
sus afiliados de la base, no tuvieron más remedio que entrar en contacto laboral con los organismos
soviéticos de sanidad.
p Serguéi Mitskévich, que conocía muy bien el estado de ánimo de los intelectuales médicos,
hablaría posteriormente en sus memorias de las razones que movieron a los trabajadores de la
"medicina social" a entrar al servicio del Poder soviético: "... al principio, parte de los médicos
decidió trabajar en las organizaciones soviéticas porque era preciso trabajar en algún sitio para
poder vivir; por añadidura, el Poder 115 soviético se afianzaba de mes en mes, y las esperanzas en
su próxima caída, abrigadas por muchos en los primeros tiempos, se desvanecían cada vez más. La
mejor parte de los médicos vio que el Poder soviético se trazaba como objetivo el bienestar y la
felicidad del pueblo, la salvaguardia y el desarrollo de la cultura; los científicos de la medicina se
convencieron pronto de cuan grandiosas eran las perspectivas que el Poder soviético abría al
progreso de la medicina científica, y, como expresa Lenin, llegaron a reconocer el comunismo a
través de los elementos de juicio que les ofrecía su ciencia".
p El proceso del paso de los trabajadores de medicina a la colaboración con el Poder soviético no
fue, por supuesto, un acto simultáneo. En tanto que en las zonas centrales de Rusia el brusco viraje
en las convicciones políticas de los intelectuales médicos se produjo ya en la primavera o el verano
de 1918, en los lugares ocupados por las tropas de guardias blancos se retardó considerablemente
este proceso y sólo tuvo lugar después de que fueron liberados aquellos territorios.
p Más complejo fue el proceso de reconocimiento del Poder soviético por los hombres más
representativos de la intelectualidad médica, que en su mayoría figuraban en la Sociedad Pirogov.
Por su composición numérica, esta sociedad era relativamente pequeña. En 1919 contaba con 845
miembros, y en 1920, con 1.126. Sin embargo, agrupaba a los facultativos más cualificados. Su
concurso a la estructuración de la medicina soviética y a la amplia organización de la asistencia
médica a la población habría sido muy valioso.
p La Sociedad Pirogov no constituía un todo estrechamente unido. En su misma directiva existían
serias divergencias en cuanto a la determinación de la línea política. El giro de los acontecimientos,
y en particular las medidas del Poder soviético en la esfera de la sanidad, obligó a una parte de los
“pirogovianos” a reconsiderar sus opiniones. Ya entre finales de 1917 y comienzos de 1918 médicos
prestigiosos empezaron a ofrecer su concurso a los organismos soviéticos. Los "pirogovianos" más
activos no podían dejar de advertir las iniciativas progresistas del Poder soviético en el ámbito de la
sanidad. Además, si se tiene en cuenta que el congreso celebrado por los “pirogovianos” en marzo
de 1918 adoptó, a la par con las retumbantes resoluciones sobre el "no reconocimiento" del Poder
soviético, el acuerdo de formar una comisión para combatir las epidemias, cabe suponer que incluso
en un medio de clima tan antisoviético como el de los “pirogovianos” se daban ciertos pasos
iniciales hacia la colaboración constructiva con el nuevo poder.
116
p Al formarse en julio de 1918 el Comisariado del Pueblo de Sanidad se acentuó visiblemente el
viraje de los “pirogovianos”. Muchos de ellos entraron a trabajar en los organismos del
Comisariado y algunos fueron incluidos en su Consejo Científico.
p El proceso de diferenciación en la cúspide de los "pirogovianos" y la captación de su mejor parte
para que colaborara con el Poder soviético fueron bastante espinosos. Nikolái Semashko, que por el
presidente da la Sociedad Pirogov fue invitado a asistir a una de las reuniones de su directiva,
contaría más tarde que, después de su informe sobre los principios de la medicina soviética, los
reunidos organizaron contra él una especie de obstrucción. "Me atacó sobre todo Dorf, miembro de
la directiva, que en un acceso de furor injurió al Poder soviético y a la sanidad soviética. Sólo el
tacto y la autoridad de L. Tarasévich frenaron las pasiones del agresor. El asunto, naturalmente, no
terminó en una simple formalidad. Unos días después de esta reunión, diversos médicos destacados
conversaron con Tarasévich para tratar de la situación. Todos, a porfía, procuraron denigrar el Poder
soviético, como anticipándose a expresar la actitud adversa a él que suponían en el propio
presidente de la sociedad. Mas en esa reunión, el profesor Tarasévich dijo de pronto, para asombro
de todos los presentes. "No, en vano se pronuncian ustedes tan negativamente respecto al informe
sobre las tareas de la medicina soviética. Aquí hay algo, por cierto interesante y progresivo, y
nosotros debemos saludarlo”. Estas palabras de Tarasévich causaron enorme impresión e hicieron
vacilar a muchos en su actitud hostil hacia la medicina soviética. Conviene decir que posteriormente
L. Tarasévich participaría con la mayor intensidad en la obra de asegurar asistencia médica a la
población.
p Semejante cambio típico en la apreciación de la labor del Poder soviético se observó en P.
Diatróptov, otro destacado dirigente de la Sociedad de Pirogov, a pesar de que en noviembre de
1917 había estampado su firma al pie del llamamiento antisoviético de la directiva de los
“pirogovianos”. "Poco después de la Revolución de Octubre —recordaría N. Semashko—, cuando
yo estaba al frente de la Sección de Sanidad de Moscú, vino a verme P. Diatróptov con la intención
de conciliar con el organismo de Sanidad del Poder soviético a los médicos de dispensarios de
Moscú, que hasta entonces mantenían una actitud saboteadora. Basta recordar la huelga de Moscú a
la sazón para formar juicio de este hecho. En aquel tiempo la mayoría de los médicos moscovitas
boicoteaban a la Sección de Sanidad del Soviet de Moscú. En algunos sitios el 117 boicot se
convirtió en sabotaje... Y de pronto se presentó P. Diatróptov, hombre de nivea cabellera, que había
visto y trabajado mucho en su vida y que, en realidad, en unión de su amigo L. Tarasévich, dirigía la
Sociedad de Pirogov, para ofrecer la "rama de la paz" al Poder soviético; es más, actuaba como
intermediario para incorporar a los médicos moscovitas al trabajo soviético".
p Advirtamos que el Poder soviético obró con suma cautela y tacto respecto a la Sociedad de
Pirogov, pues confiaba en que poco a poco se incorporaría por entero a la organización de la
medicina soviética. En efecto, la mayoría de los médicos rompieron con esta asociación, pero un
pequeño grupo de sus miembros más activos se mantuvo aferrado a sus viejas concepciones
ideológicas. La sociedad siguió existiendo unos años más y sólo fue disuelta en febrero de 1925.
p A la obra de convencimiento de los trabajadores de medicina para que colaborasen con el Poder
soviético y de organización y funcionamiento del nuevo sistema de protección de la salud del
pueblo coadyuvó considerablemente la fundación de la Unión de Trabajadores de Medicina de toda
Rusia. Mas tampoco después de ser constituida se logró la completa unión de los trabajadores de
medicina en el movimiento sindical: muchos médicos no se adhirieron al nuevo sindicato, siguiendo
perteneciendo a la Unión de Sindicatos de Médicos de toda Rusia. Considerando anormal esta
situación, la revista Noticias del Comisariado del Pueblo de Sanidad criticó enérgicamente a los
dirigentes de esta asociación profesional, que torpedeaban la inclusión de los médicos en un
sindicato único, y les previno sobre que, si no cambiaban de política, correrían el riesgo de verse en
la situación de unos jefes militares sin ejército. Presionados por la opinión médica, los dirigentes de
la Unión de Sindicatos hubieron de aceptar prolongadas conversaciones sobre el ingreso en la
Unión de Trabajadores de Medicina de toda Rusia. A comienzos del verano de 1920 los médicos se
integraron en ella.
p El Estado soviético se preocupó del aspecto material de la vida de los trabajadores de medicina.
En aquellos difíciles años de la guerra civil no era posible hacer mucho en este sentido, pero, no
obstante, el Gobierno concedió a los médicos ciertas ventajas y preferencias. Por ejemplo, el 10 de
diciembre de 1919 V. I. Lenin firmó el decreto del Consejo de Defensa "Acerca de los subsidios al
personal sanitario militar en los frentes”, en el que se disponía la entrega de un subsidio por una
vez, así como equipo, calzado y prendas de abrigo, sin guardar turno, al 118 personal sanitario
militar enviado al frente. A sus familias se les aseguraban cartillas de racionamiento
complementarias.
p El mismo año se aprobaron las "Normas temporales sobre la ayuda asegurada a los trabajadores
médicos en caso de enfermedad o fallecimiento a causa de epidemias”, según las cuales a los
trabajadores de medicina enfermos se les pagaba todo el sueldo en dinero que percibían
anteriormente y se les concedía un mes de vacaciones, fuera de turno, una vez restablecidos. Para
las familias de los trabajadores de medicina caídos en la guerra se establecieron pensiones más
elevadas.
p La mayoría de los trabajadores de medicina, convencida de la consistencia del Poder soviético y
de la eficacia de sus medidas en materia de sanidad, se sumó a la construcción del socialismo. En
las graves condiciones de la guerra civil y del desbarajuste económico supo cumplir con su deber.
p En la historia de la medicina soviética ha quedado inscrita como una heroica página la lucha del
personal médico contra las epidemias de tifus, tifus exantemático, cólera y gripe en 1919–1920.
"Sin exageración alguna puede decirse —escribió Z. Soloviov— que la lucha antiepidémica en el
período de la guerra civil fue un asalto, un porfiado y cruento asalto, al que se lanzó
conscientemente el médico militar, impulsado por su deber profesional y revolucionario”. La
mayoría de los trabajadores de medicina sufrieron en estos años el tifus y el tifus exantemático. La
mortalidad entre el personal médico fue cuatro veces mayor que entre el resto de la población. Con
igual abnegación trabajó el personal de las instituciones de la Cruz Roja y de los hospitales rurales y
urbanos. Por ejemplo, los dirigentes del servicio de sanidad de la provincia de Perm señalaron
reiteradamente que entre los médicos no se dio un solo caso de negativa a trabajar en los sectores
más peligrosos.
p El pueblo apreció altamente el noble trabajo y la abnegación del personal médico-sanitario. En la
prensa central y local y en los periódicos del Ejército Rojo de aquel tiempo se pueden encontrar
numerosas cartas y notas de habitantes de pueblos y ciudades y de soldados rojos heridos o
enfermos que expresaban su gratitud a los trabajadores de medicina. Muchos de ellos fueron
condecorados con órdenes, diplomas de honor y valiosos regalos.
Los trabajadores de medicina fueron uno de los primeros destacamentos de la intelectualidad
burguesa que cesaron el sabotaje contra el Poder soviético y entraron al servicio del Estado obrero y
campesino.
***
Notes
[105•30] Pravda, 10 de mavo de I9IX.
[106•31] Datos del Arhico Central del Partido del Instituto de Marxismo–Leninismo.
[107•32] N. Krúpskaya. Del maestro Artículos, discursos y cartas escogidos. Moscu. 1960. pág. 78
LA INTELECTUALIDAD ARTISTICA
Notes
[119•33] K. Bálmont. Soy revolucionaría o no. Moscú. 1918, pág. 3.
[119•34] Z. Guíppius. Ultimas poesías. Retrogrado, 1918. págs. 39. 48.
[119•35] Tomado de Krásiuiya no\-, 1924, N° 3 pág. 253.
[120•36] Carta de Stanislavski, aparecida en Véstnik teatra, 1920, N° 48, pág. 12.
[120•37] Alexandr Blok. Obras, en dos tomos, t. 2. Moscú, 1955, págs. 227–228.
[121•38] K. Fedin. El escritor, el arte y el tiempo. Moscú. 1961. pág. 62.
[123•39] Nóvaya zhizn. 10 (23) de noviembre de 1917.
[123•40] Nóvaya zhizn, 26 de mayo de 1918.
[124•41] Noticias del CEC de toda Rusia, 10 de septiembre de 1918.
[126•42] Véstnik literatury, N° 4, pág. 10.
[128•43] Rússkayu kniga. Berlín, 1921, N° 1, pág. 3.
[130•44] Anna Ajmáhna. l.ti (iirn-rd del rieinpn. Leningiado. IWó. pag. 195.
[130•45] Después de la Revolución de Octubre, por disposición de V. I. Lenin si dio al museo e!
nombre de su fundador. Rn la actualidad el museo cuenta con medio millón aproximadamente de
objetos y es la mayor colección del mundo dedicada a la historia del teatro ruso y del multinacional
teatro soviético.
[130•46] Alexandr Blok. Obras Escogidas en dos tomos, t 2. Moscú. 1955, pág. 291.
[135•47] Nuticitis del CEC de toda Rusia, 29 de julio de 1920.
[136•48] A. Tolstói (1882–1945) se repatrió en 1923 y participó activamente en la construcción de
la cultura socialista. Fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS.
[137•49] L. Andréiev. ¡Salvadnos! (SOS). París. 1918. pág. 14.
Capítulo IV
LA INTELECTUALIDAD EN EL
PERIODO
DE RESTABLECIMIENTO
DE LA ECONOMÍA NACIONAL
p Después de cuatro años de guerra imperialista y tres años de guerra civil, el país quedó arruinado.
Los intervencionistas y los guardias blancos ocasionaron enormes daños a la economía nacional,
cifrados en 50.000 millones de rublos oro [138•1 . Destruyeron fábricas, minas y medios de
transporte. En 1920, la producción de la gran industria sólo llegó al 14,3% de la obtenida antes de la
guerra. Quebrantada por la contienda bélica, la agricultura no podía asegurar el abastecimiento de
productos alimenticios a la población. En el país se sentía una gran escasez de los artículos más
necesarios, como pan, grasas, calzado, ropa, sal, jabón, kerosene y otros. En 1921, muchas regiones
cerealistas (cuenca media e inferior del Volga, zona esteparia del sur de los Urales, Cáucaso, Crimea
y parte de Ucrania) sufrieron una gran sequía, lo que provocó el hambre en masa. La guerra acarreó
al país tremendas pérdidas humanas. De 1918 a 1920, tan sólo el Ejército Rojo perdió un millón de
hombres. En total, durante este período en la República Soviética fueron muertos y heridos y
perecieron a causa de las epidemias y el hambre unos ocho millones de personas [138•2 .
p El desbarajuste económico, la pobreza y el hambre provocaron el profundo descontento de los
campesinos. Durante la guerra se habían resignado a la contingentación de productos
alimenticios [138•3 y a la falta de mercancías. Mas en cuanto terminó 139 la guerra, el campesino
empezó a exigir que se aboliera la contingentación y se le suministraran mercancías. A causa del
cansancio y de las dificultades materiales también surgió el descontento entre parte de la clase
obrera. Todo esto debilitó la base clasista de la dictadura del proletariado.
p Los enemigos del Poder soviético intentaron aprovechar para sus objetivos la compleja situación
del país. Los eseristas, mencheviques y nacionalistas burgueses provocaron motines antisoviéticos
en distintas zonas del país. El 28 de febrero de 1921 estalló una sublevación en Cronstadt,
organizada por los eseristas y mencheviques.
p Las dificultades que atravesaba la República Soviética se reflejaron en el seno del partido. El
otoño de 1920 se inició la discusión sobre los sindicatos, promovida por Trotski, y entró en acción
la "oposición obrera”. Una parte de los comunistas se empezó a vacilar, bajo el influjo de una
errónea idea acerca de las vías del desarrollo socialista.
p En estas circunstancias tan complicadas e increíblemente penosas se hubo de superar el
desbarajuste económico y restablecer el nivel de la producción de antes de la guerra, tanto en la
industria como en la agricultura. "Nos derrotarán —escribió Lenin entonces— si no logramos
restablecer nuestra economía" [139•4 .
p Rigiéndose por las leyes económicas de desarrollo de la sociedad y teniendo en cuenta
minuciosamente la correlación de fuerzas en el país, V. I. Lenin trazó la línea que llevaba al
robustecimiento y desarrollo de la construcción socialista, la línea de la Nueva política económica
(Nep), aprobada por el X Congreso del PC (b) de Rusia, celebrado en marzo de 1921.
p La Nueva política económica del período de transición del capitalismo al socialismo estaba
orientada a establecer una sólida alianza económica y política entre la clase obrera y los campesinos
trabajadores, Esta política era la que reflejaba más ampliamente las leyes económicas objetivas del
período de transición. Para restablecer la economía y edificar la sociedad socialista, el Estado, sin
soltar de sus manos las empresas grandes y medianas, autorizó concesiones, arriendos y empresas
privadas. En el marco del monopolio estatal sobre el comercio exterior y del comercio estatal y
cooperativo, se 140 toleró la existencia de establecimientos comerciales privados. A los campesinos
se les concedió el derecho de elegir la forma de cultivo de la tierra y se permitieron los
arrendamientos agrícolas y la contratación de mano de obra. En sustitución de la contingentación de
productos alimenticios fue implantado el impuesto en especie. El Estado fijó la cuantía de este
impuesto en forma de porcentaje respecto a la cosecha de toda la tierra laborable de cada hacienda,
tomando en consideración el número de miembros de la familia aptos para el trabajo, la existencia
efectiva de ganado y el promedio del rendimiento agrícola por hectárea en la respectiva localidad.
Después de pagar el impuesto, el campesino podía disponer libremente de los excedentes de su
hacienda y venderlos en el mercado. Esto condujo a la extensión del comercio entre la ciudad y el
campo y al fortalecimiento de la alianza obrera y campesina.
p En las condiciones históricas de la época esta fue la única vía correcta y posible que llevaba al
socialismo.
p El restablecimiento de la economía se llevó a cabo en medio de extraordinarias dificultades.
Faltaban equipo industrial, materiales de construcción, materias primas, dinero y víveres. Grandes
obstáculos ocasionaba asimismo la gran insuficiencia de especialistas de alta cualificación.
p Los órganos del partido y de los Soviets habían acaudalado considerable experiencia de trabajo
con la intelectualidad burguesa en el período de la guerra civil. El paso a la Nueva política
económica no introdujo cambios de principio en la actitud del partido hacia los intelectuales. Sin
embargo, en las condiciones de la Nep cobraron mayor importancia política y práctica las
cuestiones relacionadas con la aplicación racional de la experiencia y los conocimientos de los
hombres de la ciencia, la técnica y la cultura y con su reducación en el espíritu socialista.
p Mas a diferencia de los años de la guerra civil, cuando la lucha frente a la contrarrevolución
interior y exterior exigió prestar especial atención a los especialistas militares, en el período de
posguerra ocuparon el primer plano los problemas relativos a la utilización de los conocimientos y
la experiencia de la intelectualidad científico-técnica, en particular de los ingenieros y de quienes
trabajaban en la esfera de la cultura.
p En la estructura general de la sociedad soviética de aquel período, la intelectualidad constituía una
capa muy reducida. Su sector más nutrido era el magisterio. En cuanto a los trabajadores científicos,
los ingenieros, el profesorado de las escuelas superiores y medias especializadas, los médicos, los
literatos y los artistas, formaban grupos muy poco numerosos. 141 Y en aquel entonces esta era la
única fuerza cultural real que el Poder soviético tenía a su disposición. La tarea estribaba, pues, a la
par de preparar intelectuales propios, soviéticos, en convertir a los especialistas burgueses, según la
expresión de V. I. Lenin, de servidores de los capitalistas en servidores de las masas trabajadoras y
consejeros de ellas.
p ¿Cómo acogió la intelectualidad el paso del Estado soviético a la Nueva política económica?
Naturalmente, toda la intelectualidad saludó esta política, ya por el hecho de que aliviaba su
situación material y la de todo el pueblo trabajador y permitía elevar el nivel de vida. Esto, después
de los años de hambre durante la guerra civil, era bastante importante para los intelectuales. Por eso,
reaccionaron unánimemente ante el cambio con el mayor júbilo.
p Por lo que se refiere a la valoración política de la Nueva política económica y a su influencia en el
destino de la revolución y del país, no cabe hablar de unanimidad. Los aspectos políticos de la Nep
se interpretaron de diversa manera por los distintos grupos de intelectuales. Los motivos de ello
eran muchos: la heterogeneidad social de la intelectualidad, sus vínculos con diferentes partidos y
agrupaciones, la experiencia política, la situación económica, etc. Mas dentro del gran abanico de
criterios, se podía señalar algunos grupos de intelectuales que se distinguían por “su” interpretación
de la Nueva política económica y, en ligazón con ella, de la situación política y económica del país,
de las perspectivas de desarrollo social, económico y cultural.
p Un grupo considerable de intelectuales, que había adquirido experiencia en la colaboración
creadora con el Poder soviético en los años de la guerra civil, acogió la Nueva política económica
como un testimonio de la vitalidad y la flexibilidad política del nuevo poder y supo apreciar
cabalmente las posibilidades que ofrecía esta política para el ascenso económico y cultural del país.
Estos intelectuales veían que precisamente en las condiciones del Estado socialista abríase ante los
trabajadores de la ciencia, de la técnica y de la cultura un infinito campo de aplicación real de todos
sus conocimientos y experiencia al trabajo creador.
p Cada año aumentaba el número de científicos, técnicos y trabajadores culturales que ayudaban
sinceramente a la clase obrera y al campesinado a vencer las ingentes dificultades y a poner en pie
la economía destruida. Trabajaban honrada y concienzudamente en fábricas, institutos de
investigación científica, escuelas, hospitales y en el aparato del Estado. A estas personas se las podía
llamar ya con todo fundamento 142 especialistas soviéticos. Las mejores de ellas habían ingresado
en el Partido Comunista. Por ejemplo, el conocido científico I. Gubkin escribió: "Me siento dichoso
de que el partido me hay a dispensado un gran honor y me haya admitido en sus filas... Este título lo
pongo ante todo y lo aprecio más que todos los títulos obtenidos... merced a un tesonero trabajo. Lo
aprecio más que a la vida, que estoy dispuesto a ofrecer, al primer requerimiento del partido, por la
grandiosa obra de la emancipación del trabajo de la opresión del capital y por el magnífico futuro de
la humanidad en la sociedad comunista" [142•5 .
p La Nueva política económica fue aprobada por una parte considerable del magisterio, en cuyo
estado de ánimo político se habían producido importantes cambios. En su mayoría, los maestros
habían aceptado con la mejor disposición la colaboración con el Poder soviético. Por supuesto, hubo
aún quienes prosiguieron haciendo cierta oposición y, a veces, mantenían una actitud hostil hacia el
nuevo poder, pero ya no eran ellos los que determinaban la verdadera fisonomía de la masa del
magisterio.
p Los intelectuales científicos también revisaban sus antiguos postulados ideológicos, que parecían
inmutables. La Revolución de Octubre obligó a los representantes de la ciencia burguesa a
reflexionar seriamente sobre los problemas del desarrollo social e intentar ahondar con sentido
crítico en el pasado y analizar lo que había sucedido, cuáles eran las raíces de los acontecimientos
acaecidos en Rusia y qué consecuencias podían traer. Los intelectuales científicos que habían
formado una sensata opinión del tiempo presente trabajaban con honradez en el campo de la
ciencia, más aún cuando la Nueva política económica creaba nuevas posibilidades para ello.
p Sobre todo ante los ingenieros y técnicos quedó abierta una amplia esfera de aplicación de sus
conocimientos y experiencia. La Nueva política significaba un brusco viraje hacia la construcción
con espíritu creador, y esto no podía dejar de repercutir entre la considerable masa de la
intelectualidad técnica. Por eso, en la Nep vio un fenómeno positivo.
p Sin embargo, esta actitud realista la mantenía solamente una parte de la intelectualidad. Sus
representantes más reaccionarios contemplaban laNueva política como una "artimaña" más de los
bolcheviques, como una maniobra que perseguía el objetivo de "engañar a las masas”. De ahí que
siguieran 143 confiando en que sólo la fuerza, con ayuda de la intervención extranjera, podía
cambiar el curso de los acontecimientos.
p La participación de intelectuales en complots y sublevaciones en los primeros años de la Nueva
política económica fue bastante corriente. La llamada "organización de combate de Petrogrado”,
descubierta en 1921, estaba dirigida por el profesor V. Tagántsev y parte considerable de sus
miembros eran intelectuales. Asimismo, intelectuales contrarrevolucionarios participaron en la
actividad antisoviética del Comité de toda Rusia de ayuda a los hambrientos, en el Centro de Acción
ucraniano, en las organizaciones terroristas del partido de los eseristas, en la sublevación de
Cronstadt y en revueltas en la región de Tambov, en Siberia Occidental y en Georgia. Este grupo de
intelectuales era poco numeroso, pero su acción antisoviética representaba cierto peligro.
p Entre estas dos zonas de la intelectualidad, antípodas respecto a su actitud hacia el Poder soviético
y su política, se hallaban los neutrales, los “izquierdistas” y otros intelectuales que interpretaron la
Nueva política económica en consonancia con sus esperanzas y convicciones políticas.
p A la Nep le dieron un enfoque muy particular aquellos intelectuales que ocupaban el extremo
mismo del flanco “izquierdo” o que se embozaban con una fraseología seudorrevolucionaria.
Precisamente entre ellos cundían las ilusiones pequeñoburguesas y los extravíos románticos. La
relativa admisión de elementos capitalistas en la economía del país llenó de pánico a los
intelectuales “izquierdistas”, que la tomaron por una entrega de posiciones al capitalismo en todo el
frente. Se desgañitaron anunciando la "era del diablo" y prometieron que lucharían contra los
bolcheviques por... "los ideales de los bolcheviques”. Sin duda, en el grupo de los intelectuales de
“izquierda” había personas que, por no comprender lo esencial de la Nueva política económica,
expresaban su sincera alarma por la suerte de la revolución. Pero, al mismo tiempo, entre ellos
actuaban “revolucionarios” que, llevados por el único fin de comprometer a los bolcheviques,
clamaban contra el "hundimiento de la revolución" y su degeneración.
p Sin embargo, el grupo más numeroso era el de los “neutrales”, que prefería interesarse
únicamente por sus asuntos estrictamente profesionales y no meterse en política.
p Por sus convicciones ideológicas, hábitos y tradiciones, la mayoría de la intelectualidad, ante todo
los intelectuales que en la época zarista recibían elevados sueldos, continuaba fuertemente
vinculada al pasado. Estos intelectuales, que en los años de la guerra civil quedaron privados de sus
privilegios 144 económicos, sentían desconfianza hacia el nuevo poder. Las dificultades de la vida
diaria provocaban entre ellos cansancio e irritación. Debe señalarse que en el seno de la
intelectualidad seguían moviéndose mucho los restos de los partidos antisoviéticos derrotados, que
atizaban en ella la volubilidad y el ausentismo políticos.
p La Nep ejerció inmensa influencia sobre todas las esferas de la vida de la sociedad soviética. La
porfiada lucha en el frente económico se libraba a la par con un combate no menos reñido en el
campo ideológico, el combate por las ideas y los sentimientos de los ciudadanos.
p La Nueva política económica profundizó y aceleró el proceso de diferenciación de la
intelectualidad. De un lado, hizo que de su seno se destacaran más rápidamente las personas leales
al Poder soviético y empezasen a prestarle activo apoyo. De otro lado, las condiciones políticas de
la aplicación de la Nep (admisión parcial del capitalismo en la economía nacional, etc.) facilitaron
objetivamente al ala derecha de la intelectualidad burguesa la posibilidad de intensificar su acción
antisoviética.
p El paso a la Nueva política económica fue interpretado por parte de los intelectuales burgueses
como el retorno al régimen capitalista. En la tesis del Comité Central del partido Veinticinco años
de PC (b) de Rusia se decía: "Como resultado del restablecimiento parcial del capitalismo en el
marco del sistema soviético, en los primeros meses de 1922 se ha puesto de manifiesto una
reanimación de la actividad de los restos de la intelectualidad burguesa y se ha formado el
pretendido frente ideológico (el resurgimiento de la ideología burguesa)".
p Entre los intelectuales burgueses comenzó a circular la teoría de la transformación del Estado
soviético en una república burguesa parlamentaria, de la economía socialista en capitalista. La
"crítica" de las ideas socialistas cobró formas veladas, se hacía enarbolando la bandera del
“mejoramiento” del socialismo.
p La ideología burguesa, amén de otras consecuencias perniciosas, causaba los efectos más nocivos
en la reducación de los intelectuales. Reaviváronse las esperanzas de restauración, las ilusiones en
la inconsistencia del Poder soviético, resurgieron el misticismo, el idealismo y las ideas
oscurantistas.
p Esto se expresó en las formas más diversas. Las publicaciones suspendidas en los años de la
guerra civil por su evidente antisovietismo y las sociedades y asociaciones de la intelectualidad
burguesa disueltas por el mismo motivo reanudaron su actividad al iniciarse la Nueva política
económica.
145
p Por ejemplo, en febrero de 1921 reanudó sus reuniones en Petrogrado la Asociación Filosófica,
que tenía un órgano de prensa, la revista Mysl. Las páginas de esta publicación estaban llenas de
concepciones oscurantistas, propagaban el misticismo y el idealismo y arremetían contra la teoría
marxista. La revista mostraba clara preferencia por la religión frente a la ciencia. La Nueva política
económica fue acogida por los intelectuales reaccionarios como una prueba de la crisis del
bolchevismo y de sus ideales comunistas, como el fin de la revolución y el comienzo del lento
descenso "desde la gran utopía a la sensata apreciación de la realidad renovada”. Como objetivo
final del desarrollo de la revolución y de la vida sociopolítica y económica del país se proponía el
restablecimiento del sistema político y económico burgués.
p Un rasgo distintivo de las exigencias políticas de los ideólogos de estas capas intelectuales fue el
propósito de arrancar del control del partido y del Estado los sectores principales de la vida política
y cultural del país. La revista Znamia, órgano de los intelectuales de corte eserista, reclamaba
"reducir a cenizas hasta sus cimientos" el sistema soviético de gestión de la economía. Postulaba
como reivindicación programática el "socialismo integral”, que "no está sujeto ni vinculado a una
clase o a unos grupos determinados”. Los dirigentes de la antigua Unión de Maestros de toda Rusia
propagaban entre los maestros la idea de la instrucción pública apolítica, instigando a que las
escuelas quedaron fuera del control del partido y del Estado. La revista El médico social, órgano de
los “pirogovianos”, que empezó a publicarse en 1922, demandó que todo el servicio médico-
sanitario pasara a depender de los denominados Burós sanitarios, organismos colegiales con
presidencias electivas, que deberían ser independientes del Poder soviético. Sugería que la red
sanitaria rural se pusiera en manos de los organismos de los zemstvos [145•6 , que la revista exigía
restablecer. Los catedráticos hacían declaraciones en las que propugnaban que las escuelas
superiores fuesen independientes del Estado.
p En la naciente "nueva ideología" de la intelectualidad burguesa también ocupaban un lugar visible
las ideas sobre la "conciencia nacional”, es decir, el nacionalismo ruso y el chovinismo de potencia
dominante, Al promover la formación 146 de un fuerte "Estado ruso”, los ideólogos burgueses
pisoteaban los intereses nacionales de los pueblos habitantes del país. Para ellos las regiones
periféricas de Rusia sólo eran, en realidad, colonias, fuentes de materias primas para la metrópoli.
p Al implantarse la Nueva política económica volvió a ser objeto de empeñada discusión un
problema que había interesado vivamente a los círculos liberales después de la Revolución de
Febrero: el lugar y la misión de la intelectualidad en la vida sociopolítica del país. La admisión
parcial de elementos capitalistas en la esfera de la economía hizo forjar esperanzas a los ideólogos
de la burguesía en que se produciría también una Nep en la esfera política. Entre otras cosas, se
difundieron bastante ampliamente las reivindicaciones de independencia política de la
intelectualidad e incluso de que fuera admitida a formar parte de la dirección del país en pie de
igualdad con la clase obrera. Uno de los líderes de la parcela reaccionaria de la intelectualidad, A.
Izgóev (conocido por el seudónimo de A. Lande), declaró que "la intelectualidad deba ser
independiente del poder en los aspectos espiritual y moral" [146•7 .
p En el artículo Acerca de las tareas de la intelectualidad, A. Izgóev trató bastante detalladamente
del lugar y la misión de los intelectuales en la Rusia posrevolucionaria. En él, hablando en nombre
de cierto grupo de intelectuales burgueses, afirmaba que precisamente la intelectualidad debía ser la
"preceptora espiritual" del pueblo. Según Izgóev y sus partidarios, la intelectualidad estaba llamada
a actuar como una fuerza situada por encima de las clases y los partidos, que debería "esclarecer la
opinión pública del país y crear condiciones para la convivencia pacífica bajo el mismo techo de
grupos separados con frecuencia por intereses contrapuestos y hostiles”, ya que "bajo la ley del lobo
es inconcebible la vida conjunta de diferentes grupos sociales. Hay que crear relaciones
humanas" [146•8 .
p Por A. Izgóev no se suscitaba todavía la cuestión de dar acceso a la intelectualidad a la dirección
del país con derechos iguales a los de la clase obrera, circunscribiendo su misión a la de "magisterio
espiritual”. Más hubo también "teóricos" que, no queriendo enredarse en sutilidades sofísticas,
exigieron sin rodeos la sustitución del poder. Por ejemplo, el director de la revista Nóvaya Rossía, I.
Lezhnev, escribió a mediados de 1922: "La intelectualidad debe dejar de jugar el humillante papel
de fuerza auxiliar y mercenario forzado del Estado. En el futuro 147 resurgimiento económico-
cultural de Rusia la intelectualidad... tiene derecho a ejercer una función independiente en los
asuntos del Estado... En estos tempestuosos años la máquina administrativa estatal se ha gastado
físicamente y necesita una sensible reparación... Es preciso remozar el aparato... La intelectualidad
debe aprovechar la posibilidad que aparece ante ella de ir hacia nuevos núcleos de energía y
voluntad social, de ir... no como tercer elemento a cargo del Estado, sino como fuerza
sociocultural... dueña de sí misma" [147•9 .
p A los ideólogos burgueses les preocupaba especialmente el sucesivo rumbo de la construcción
económica. Abogaban por que en la gran industria no fuera "prohibida a la iniciativa privada" y por
que, en general, se dejara campo abierto a la acción empresarial privada, fuera suprimido el
monopolio del comercio exterior, se tolerase la participación del capital extranjero y se desecharan
los principios de la gestión económica planificada. A este programa de encauzamiento del país por
la vía capitalista se le dio el nombre de "liberalismo económico”. Su expresión más patente la
encontró en las revistas Ekonomist y Ekonomfcheskoe vozrozhdenie, publicadas en 1922 en
Petrogrado, cuyos colaboradores eran principalmente, economistas de corte demócrata
constitucionalista. En toda una serie de largos artículos revelaban ciertas esperanzas en la
restauración del capitalismo.
p Los publicistas burgueses dedicaban primordial atención a la crítica de los fundamentos de la
ciencia económica marxista y a revisar la política del Partido Comunista y del Estado soviético en
orden a todos los problemas económicos más importantes. Intentaron demostrar la espontaneidad y
la imposibilidad de controlación de las leyes del desarrollo económico y la inutilidad de la
ingerencia del hombre en el "mecanismo económico”. Partiendo de esto, decían que el Estado
soviético no estaba en condiciones de influir sobre el curso de los procesos económicos, por lo cual
era mejor retornar al modo capitalista de economía, acreditado en la práctica.
p A juicio de los teóricos de la restauración, los principios económicos fundamentales debían ser los
de la libre empresa capitalista. Para salvar a Rusia del caos del desbarajuste económico proponían
marchar por la vía de la atracción de capital extranjero, tratando de demostrar que la realidad
obligaba incluso a los "comunistas convencidos" a "esperar el mejoramiento merced al retorno
parcial al capitalismo libre".
148
p En las revistas Ekonomist y Ekonomícheskoe vozrozhdenie se dispensaba considerable atención a
las perspectivas de desarrollo de la agricultura. Sus colaboradores rechazaban la idea leninista de la
cooperación en la agricultura y decían que estaban equivocados quienes "ven en la cooperación el
camino de socialismo”. Los apologistas del "liberalismo económico" exhortaban de hecho a
ahondar la desigualdad en el campo y se orientaban principalmente hacia el kulak, el capitalista
agrícola.
p Estas eran algunas de las concepciones de la "nueva ideología" en cierne de la intelectualidad
burguesa, ideología que en esencia se orientaba en definitiva hacia el restablecimiento del régimen
capitalista.
p Las tendencias restauradoras se vieron reflejadas asimismo en la literatura y el arte. Algunos
literatos exaltaban alborozados al nuevo hombre, al nepman [148•10 ”, destinado a hacer "resurgir
y sanear" a Rusia.
p Al tiempo que no cejaban en la lucha contra las tendencias reaccionarias en el seno de la
intelectualidad, el Partido Comunista y el Estado soviético se esforzaban tesoneramente por atraer a
los intelectuales a la construcción de la nueva vida. Pero, como se ha dicho más arriba, no toda la
intelectualidad, ni mucho menos, comprendió el verdadero sentido de lo que sucedía. Muchos
intelectuales, aun insertados en la vida económica y cultural del país, seguían siendo "emigrantes
interiores”, que añoraban la restauración del capitalismo. Participaban en el restablecimiento de la
economía y en la vida cultural del país considerando completamente posible e inevitable la
paulatina regeneración del Estado soviético en una república democrático-burguesa.
p Debe señalarse que tal modo de pensar no constituía algo nuevo de la intelectualidad en este
período. La idea de que Rusia, después de recorrer un turtuoso camino de experimentos y
cataclismos sociales, arribaría a las "formas normales de vida estatal" no fue abandonada por cierta
parte de la intelectualidad rusa tampoco durante la guerra civil. La instauración de la Nueva política
económica y, unido a ello, el hecho de que parte de la influyente intelectualidad blanca en la
emigración llegara también a deducir que era posible la "transformación del bolchevismo en
parlamentarismo" no hicieron más que espolear tales tendencias. De ahí que merezca la pena
referirse a los rasgos característicos de los procesos que se operaron entre la emigración blanca bajo
el influjo de los éxitos del Poder soviético y a la formación del movimiento que en la literatura 149
política obtuvo el nombre de smienovejismo “(cambio de jalones”).
p Como es sabido, la emigración blanca constituía un peligro no pequeño para la República
Soviética. "Han conservado su organización de clase en el extranjero—dijo V. I. Lenin en 1921,
hablando de los terratenientes y capitalistas—como emigración, que asciende probablemente a
millón y medio o dos millones de personas y tiene más de cincuenta diarios de todos los partidos
burgueses y “socialistas” (es decir, pequeñoburgueses), restos del ejército y numerosos vínculos con
la burguesía internacional. Esta emigración trabaja con todas sus fuerzas y por todos los medios
para derribar el Poder soviético y restaurar el capitalismo en Rusia" [149•11 .
p Entre la emigración blanca había un grupo considerable de intelectuales. En el extranjero la
mayoría de ellos arrastraba la vida más indigente. Sin medios de existencia y sin conocer el idioma
y las costumbres de los países donde se habían refugiado, fueron a engrosar las filas del
lumpenproletariado y de los sin trabajo. El ingeniero se contrataba como conductor de taxi, el
general vestía la librea de portero y el oficial se alistaba en la Legión Extranjera. El pintor I. Bilibin
escribió con gran amargura sobre sus sufrimientos en la emigración y la situación del intelectual
refugiado, falto de derechos, en el extranjero: "Desde septiembre de 1917 hasta septiembre de 1919
viví en Crimea. Después tuve que “largarme” a Novorossiisk, allí dormí en el suelo de los vagones
y de algunas oficinas... Luego logré salir con la evacuación inglesa... estuve tras el alambre de
espino del campo de concentración de -Tel El Kebir, odiosamente abrasador, perdido en las arenas
del desierto, y, al fin, fui a parar a la famosa ciudad de El Cairo, donde trabajo mucho... Lo que me
pagan por todo es una verdadera miseria, y apenas llega para vivir, pero no se puede discutir, pues
eres un refugiado y un sansculotte: toma lo que te dan y encima da gracias a Dios... Mi trabajo
predilecto, el de libros, no lo hay en absoluto. A veces siento gran nostalgia de Rusia y me entran
deseos de ir allí" [149•12 .
p Profundo desengaño por ei desenlace de la lucha contra el Poder soviético, pesimismo, oquedad
espiritual, accesos de histeria reaccionaria, odio inconciliable a todo lo "soviético" en unos y
completa postración espiritual, como especie de choque, 150 en otros: todo esto era lo que
caracterizaba a la emigración blanca de aquel período.
p Entre tanto, la situación en la Rusia Soviética se robustecía. Afianzábanse sus posiciones en la
arena internacional y en el país cobraban amplitud los trabajos de restablecimiento de la economía.
Abríanse grandes perspectivas de construcción económica y cultural en un futuro no lejano. En
estas circunstancias, muchos emigrantes intelectuales no sólo experimentaban simpatía por los
planes del Gobierno soviético, sino que cada vez era más vivo su deseo de volver a la patria.
p Encontrándose lejos de Rusia, iban cobrando profunda y mortificante conciencia de la justedad y
la lógica de las aspiraciones de su pueblo a llevar hasta el fin victorioso su lucha por el
resurgimiento del país.
p Así era uno de los polos de la emigración. En el otro estaban D. Merezhkovski y Z. Guippius, D.
Filósofov y B. Sávinkov, apareados con los antiguos “socialistas” de la índole de P. Struve, y día
tras día blasfemaban y escupían todo su odio contra los bolcheviques. Todo esto acreditaba que
entre la emigración blanca rusa, bajo el influjo de los logros del Poder soviético, estaba
produciéndose un profundo proceso de diferenciación, de intelección del cataclismo que había
estremecido a Rusia, de valoración de los actos propios en el reciente pasado y de fijación de
posiciones para un futuro próximo. ¿Existían vías de conciliación de los intelectuales con los
bolcheviques o habían sido quemados todos los puentes; retornar a la patria y ayudar a su pueblo en
aquellos duros años o, aunque en el extranjero, seguir siendo inconciliables y "no arriar la
bandera"?
p Parte de la emigración se inclinaba a la idea de la conciliación con el Poder soviético y de que era
inútil la lucha armada contra é!. Ya en 1920, el profesor N. Ustriálov publicó en Jarbín el libro En
la lucha por Rusia, en el que rechazaba el método de la intervención armada, reprobaba las
sublevaciones contrarrevolucionarias y exhortaba a reconciliarse con los Soviets. Ideas análogas
expuso a comienzos de 1921 el profesor S. Zagorski en un periódico parisiense. Los demócratas
constitucionalistas A. Guróvich, I. Efimovski y otros postularon en un periódico de Praga la
necesidad del "cambio de jalones”, de la conciliación con el Poder soviético y de sumarse a aquella
parte de la intelectualidad que ya hacía mucho que "trabajaba con los Soviets”. Estos estados de
ánimo se expresaron con la mayor claridad en la recopilación Smiena vej, aparecida a mediados de
1921 en Praga 151
p Los autores de la recopilación consideraban que su tarea consistía en, a la luz "de las últimas
impresiones revolucionarias... conocer, al fin, el verdadero sentido de la revolución que hoy se está
creando a sí misma" [151•13 .
p Atreviéndose a hablar en nombre de toda la intelectualidad rusa, exponían las conclusiones a que
habían llegado después de reconsiderar sus convicciones de antes de la revolución, extendiéndolas a
toda la intelectualidad, incluida la que vivía y trabajaba en la Rusia Soviética. Mas si Kliúchnikov,
Ustriálov y otros autores de la recopilación tenían cierto peso entre la intelectualidad blanca
emigrada, en la Rusia Soviética eran pocos quienes les conocían.
p Los autores de Smiena vej hacían un análisis crítico de sus errores y se arrepentían de sus pecados
ante el pueblo. Afirmaban que la intelectualidad de aquel tiempo no comprendía muchas cosas y
eran muchos sus extravíos, pero en su mayoría ya no era enemiga inconciliable de la revolución y
había alcanzado la madurez suficiente para reconocerla como un hecho consumado.
p En el artículo programático del profesor Kliúchnikov, que encabezaba la recopilación, se decía:
"La guerra civil se ha perdido definitivamente. Hace tiempo que Rusia marcha por su camino, y no
por el nuestro. La crisis ha terminado. La situación está definida. O reconocen a esta Rusia que
odian ustedes o se quedan sin Rusia, pues una "tercera Rusia" concordante con sus recetas no la hay
ni la habrá" [151•14 .
p Los autores de la recopilación habían hecho su opción. Reconocían el Poder soviético como poder
único y legítimo en Rusia. El conocido abogado petersburgués A. BobríschevPushkin escribía que
"no puede haber otro poder (que no fuera el soviético. —S. F.): nadie podrá hacer nada y todos
pelearán entre sí... Sólo el Poder soviético, que ha tenido frente a él una coalición universal, los
ejércitos blancos, que ocupaban tres cuartas partes del territorio ruso, el desbarajuste económico
interior, el hambre y la inercia centrífuga que arrastraba a Rusia a la anarquía, ha logrado vencer
estas inauditas dificultades históricas" [151•15 .
p La idea de la conciliación con el Poder soviético correspondía al estado de espíritu de muchos
emigrantes y por ello obtuvo amplio eco. Durante 1922 en la emigración se editaron algunos
periódicos de la tendenica del "cambio de 152 jalones": Nóvaya Rossía, en Sofía; Nóvosti zhizni, en
Jarbín; Nakanune, en Berlín; Put, en Helsingfors, y Novy put, en Riga. El núcleo principal de la
tendencia del "cambio de jalones" se agrupaba en torno al periódico Nakanune, que apareció
diariamente desde marzo de 1922 hasta junio de 1924.
p El camino recorrido por cierta parte de la intelectualidad, la opción hecha por ella y el típico curso
de sus reflexiones y argumentos los mostró netamente la carta abierta que A. Tolstói envió al
conocido dirigente de la emigración blanca, N. Chaikovski, publicada el 14 de abril de 1922 en el
periódico Nakanune.
p "Yo represento —escribía A. Tolstói— el tipo natural de emigrante ruso, es decir, del hombre que
ha recorrido todo el doloroso camino entre tinieblas. En la época de la gran lucha entre los blancos
y los rojos estuve de parte de los blancos.
p Odiaba físicamente a los bolcheviques. Creía que eran los aseladores del Estado ruso, la causa de
todas las desgracias..."
p Pues bien, terminó la guerra civil. En la Rusia Soviética se inició el restablecimiento de la
economía nacional y se emprendió la construcción cultural. Los obreros y campesinos no querían en
modo alguno tener en cuenta si el régimen instaurado en el país convenía o no convenía a los
diferentes grupos políticos que vivían fuera de Rusia. En estas condiciones, A. Tolstói dedujo que el
gobierno bolchevique era la fuerza real y única "que ahora defiende ella sola las fronteras rusas
frente a los ataques de sus vecinos, apoya la unidad del Estado ruso y en la Conferencia de Genova
interviene ella sola en defensa de Rusia frente a su posible sojuzgamiento y saqueo por otros
países".
p Analizando el desarrollo de la revolución, el escritor reconocía que, dada la situación existente en
el país y fuera de él, era equivocada la orientación hacia el derrocamiento de los bolcheviques, lo
que con singular celo propugnaba la parte reaccionaria de la emigración blanca. Analizando las tres
vías posibles, a su juicio, de mantenimiento del Estado ruso, examinaba minuciosamente los méritos
y las deficiencias de cada una de ellas y se detenía en la que,’en su opinión, era la única justa.
p "Primera vía: formar un ejército de extranjeros, agregar a él los restos de los ejércitos blancos
derrotados y, a través de las fronteras polaca y rumana, irrumpir en el territorio de Rusia y empezar
a luchar con los rojos. Decidirse a esta obra sólo puede hacerse después de haberse dicho a sí
mismo: tomo sobre mi conciencia la sangre de los rusos muertos y martirizados. En mi 153
conciencia no hay suficiente volumen para meter en ella sangre ajena.
p Segunda vía: rendir por hambre a los bolcheviques, dando de comer un poco, sin embargo, a los
más hambrientos. Esta vía también entraña: I) el aumento de la mortalidad en Rusia; 2) la reducción
de la capacidad de resistencia de Rusia como Estado. Mas la firme seguridad precisamente en que el
gobierno bolchevique, protegido por tropas muy selectas y que, como todo gobierno, vive en
mejores condiciones que los simples habitantes, será rendido por hambre antes de que muera la
población de Rusia, esa segundad yo no la tengo.
p Tercera vía: reconocer la existencia real en Rusia de un gobierno llamado bolchevique, reconocer
que no hay otro gobierno en Rusia y fuera de Rusia. (Reconocer esto de la misma manera que se
reconoce que al otro lado de la ventana azota una furiosa tempestad, aunque se quisiera, estando
junto a la ventana, que hiciese un día de mayo.) Después de reconocerlo, hacer todo lo posible para
ayudar a la última fase de la revolución rusa a marchar hacia el enriquecimiento de la vida, hacia la
obtención de todo lo bueno y justo de la revolución y el arraigo de esto que es bueno, hacia el
aniquilamiento de todo lo malo e injusto que ha acarreado esta misma revolución y, por último,
hacia el reforzamiento de nuestro poderío de gran potencia. Yo elijo esta tercera vía... La conciencia
me llama a no descender al sótano, sino a marchar a Rusia y clavar aunque sólo sea un clavo propio
en la nave rusa destrozada por las tempestades" [153•16 .
p Esta carta contribuyó mucho a hacer cambiar el estado de ánimo político de parte considerable de
la emigración blanca. Si una figura tan destacada como Alexéi Tolstói, un conde y un relevante
escritor que había jugado un papel no despreciable en los círculos de la emigración, se pronunciaba
públicamente por el regreso a Rusia, es comprensible que este ejemplo debía influir, como influyó,
en efecto, sobre muchos expatriados, de rango inferior, pero que, como el linajudo aristócrata, se
consumían atormentados por la duda y las vacilaciones.
p La avalancha de “retornantes” aumentaba de año en año. Lejos de entorpecer la repatriación de
los emigrantes dispuestos a colaborar honradamente con él, el Poder soviético les estimuló por
todos los medios en este afán, aunque poniéndoles, verdad es, algunas condiciones completamente
comprensibles y explicables. Dirigiéndose a los emigrantes rusos, el presidente del 154 Comité
Ejecutivo Central de la URSS, Mijaíl Kalinin, escribió: "Si quieren ser útiles a su pueblo, sin
artimañas, vengan a servirle, pero no a señorear".
p Los monárquicos, demócratas constitucionalistas, eseristas y otros enemigos ideológicos del
Poder soviético organizaron la persecución de los “retornantes”, difundieron bulos provocadores
sobre casos de represión de repatriados por los comunistas y perpetraron actos de terror contra
quienes llamaban a volver a la Rusia Soviética. Por ejemplo, en Sofía secuaces de Wrangel
asesinaron a A. Aguéiev, director del periódico Nóvaya Rossi’a, de los emigrantes. En Jarbín fue
muerto también D. Cherniavski, director del periódico Nóvosti zhizni. El diario Nakanune, que
sostuvo una lucha sistemática contra los guardias blancos más activos y los círculos antisoviéticos
de la emigración, mereció de ellos los calificativos de “traidor”, “vendido”, "reptil soviético”, etc.
p El proceso de descomposición de la emigración, segregando de ella a las personas más sanas,
condujo a que en los años 20 volviera a Rusia un grupo considerable de intelectuales, que resultaron
muy útiles en la construcción de la nueva vida. Por otra parte, entre los que, por unos u otros
motivos, se quedaron en el extranjero, se distinguieron algunos grupos que seguían con creciente
simpatía los .éxitos de la construcción del socialismo en la URSS y procuraban de una u otra forma
prestar ayuda a Rusia, convertida en país socialista. Esto habría de manifestarse con singular
brillantez más adelante, cuando la Unión Soviética hubo de soportar rigurosas pruebas en los años
de la Gran Guerra Patria.
p Por tanto, una de las conclusiones principales a las que llegó determinada parte de la
intelectualidad blanca emigrada fue la del completo fracaso de la idea de la lucha armada contra el
Poder soviético. Frente a esta idea se adelantó la tesis de la necesidad de la conciliación con el
Poder soviético, de la colaboración leal con él, o, como entonces se decía, de "ir a servir a los
Soviets”. Esta fue una idea sana y racional. Mas, a la par con ello, los autores de la recopilación
Cambio de jalones y otros ideólogos de la intelectualidad emigrada expresaban sin ningún equívoco
el objetivo de este servicio: coadyuvar a hacer del Estado soviético una república burguesa.
Consideraban que "la revolución iba enfilada contra determinadas categorías de propietarios, a los
cuales no se les podía arrancar el poder sin desposeerles de su propiedad. Pero está profundamente
reñida con la realidad la afirmación de que en Rusia no existe la propiedad. En la propiedad sigue
descansando todo el género de vida del pueblo, toda su existencia. Todo, en difinitiva, se ha 155
reducido a un reparto de lo adquirido por vía revolucionaria, o, como dirían los damnificados, de los
bienes “robados”. Este reparto se efectúa completamente en base a la propiedad.
p Así pues, todo se arreglará. En Rusia habrá propiedad, iniciativa privada, comercio y cooperación;
lo único que no habrá son los anteriores propietarios arrojados al extranjero" [155•17
p Para que Rusia pudiese avanzar más rápidamente por el camino de la restauración era necesario, a
juicio de S. Chajotin, uno de los autores de la recopilación Smiena vej, "participar de la manera más
activa en el restablecimiento de nuestra Patria”. Pero entonces, continuaba, algunos podrían pensar
que "robusteciendo la situación económica del país, fortalecemos las posiciones de los
bolcheviques”. ¿Cómo enlazar esto con las convicciones del “honesto” intelectual que ha luchado
honradamente contra el Poder soviético? "Es precisamente lo contrario —tranquilizaba S. Chajotin
—, en la buena concertación de los esfuerzos económicos reside también la raíz de la elevación del
nivel cultural del país y de su saneamiento político" [155•18 .
p Entre los voceros de la teoría de la regeneración del bolchevismo se destacó por su celo N.
Ustriálov. En el artículo Patriótica y otros, publicados en Smiena vej, decía que "el bolchevismo,
que ha cambiado su política económica y ha dejado de ser el "comunismo inmediato”, ya no es el
bolchevismo de antes..." [155•19 .
p La ideología reaccionaria de los que propugnaban el "cambio de jalones" se daba la mano con los
objetivos políticos de los mencheviques y los eseristas. Tanto unos como otros suponían 156 que la
vía del desarrollo político de Rusia llevaba a la restauración del capitalismo. El 15 de septiembre de
1921, Sotsialistícheski véstnik, órgano del CC de los mencheviques, publicó un artículo de Y.
Mártov, en el que éste calificaba de utopía la aspiración del proletariado a desbordar el marco de la
revolución democrático-burguesa. Los mencheviques creían inevitable la regeneración del Poder
soviético. Esta línea política era apoyada, de hecho, por diferentes grupos seudorrevolucionarios,
que se llamaban a sí mismos “obreros” y “comunistas”. Antiguos dirigentes de la "oposición
obrera" formaron el "grupo obrero”, que veía en la Nueva política económica el restablecimiento de
"relaciones capitalistas normales" y exigía que se concediera la libertad de palabra y de imprenta a
todos los partidos políticos de Rusia.
p Los llamamientos de la tendencia del "cambio de jalones”, e incluso de sus elementos más
“derechistas”, a colaborar con el Poder soviético tenían, sin duda, un significado positivo. Ahora
bien, lo que se ocultaba tras estos llamamientos y los objetivos políticos que perseguía esta
colaboración debían ser explicados a las masas y al partido. En el informe a XI Congreso del
partido, celebrado en 1922, V. I. Lenin dio una exacta definición de los motivos que habían movido
a los intelectuales tipo Ustriálov a ofrecer su apoyo a los bolcheviques y a colaborar con ellos.
Después de exponer la teoría de Ustriálov, Lenin caracterizó así su actitud: "Estoy de acuerdo con el
apoyo al Poder soviético en Rusia —dice Ustriálov, a pesar de haber sido demócrata
constitucionalista, burgués y defensor de la intervención—, y estoy de acuerdo con el apoyo al
Poder soviético, porque ha adoptado un camino por el cual rueda hacia un vulgar poder
burgués" [156•20 .
p En las publicaciones históricas soviéticas se mantienen dos puntos de vista acerca del lugar y del
tiempo de la aparición de la tendencia smienovejista. Una parte de los historiadores considera que
esta tendencia surgió y se formó en el extranjero, siendo consecuencia de la descomposición del
campo de la contrarrevolución y de las profundas divergencias entre la emigración blanca. La otra
parte de investigadores se inclina a creer que como tendencia ideológica apareció antes de 1921 y
no en el extranjero.
p Este último punto de vista no ha alcanzado gran difusión. Quienes lo sostienen se limitan a
expresarlo, pero sin presentar argumentos que lo confirmen. No obstante, la opinión de que la 157
tendencia smienovejista nació precisamente en Rusia antes de pasar a la Nueva política económica
es digna de atención.
p Si nos abstraemos de distintos matices en la actitud de personas o incluso de grupos, puede
decirse que lo esencial de la tendencia del "cambio de jalones" son dos tesis fundamentales: la
intelectualidad debe entrar al servicio del Poder soviético; el objetivo de este “servicio” es
coadyuvar al proceso de regeneración del Estado soviético en una república democrático-burguesa.
Esto es lo principal en la táctica política y la teoría de la recopilación Smiena vej. Mas es bien
sabido que la intelectualidad, o a lo menos una parte considerable de ella, pasó a "servir a los
Soviets" no después de que se proclamara la Nueva política económica ni desde la emigración, no
después de que viera la luz la recopilación Smiena vej. Ya en diciembre de 1919, en la VIII
Conferencia del partido, V. I. Lenin pudo dejar constancia de que "el Poder soviético cuenta con las
simpatías, no sólo de la clase obrera, sino también de amplios círculos de intelectuales
burgueses" [157•21 . Decenas de millares de especialistas militares sirvieron en el Ejército Rojo y
centenas de millares de maestros, médicos, ingenieros y técnicos trabajaron en la esfera de la
economía y en el ámbito de la construcción cultural.
p Al mismo tiempo, sería erróneo suponer que muchos miles de intelectuales se decidieron a servir
al Poder soviético guiados por el sincero afán de ayudarle a robustecerse. No todos ellos, ni mucho
menos, a pesar de que se declararon apolíticos, deseaban que los bolcheviques triunfasen en la
consecución de sus objetivos.
p Sin embargo, cuando se fracasó en el intento de derribar la dictadura del proletariado por la vía
armada y, en lo fundamental, ya se divisaba la victoria del Poder soviético (y en una serie de casos,
antes de ello), apareció en escena la ideología de la "conciliación" con los bolcheviques y se cobró
conciencia de que era necesario colaborar con ellos en la construcción económica y cultural. El
apoyo de todo el pueblo al Poder soviético, los logros de éste, el desmoronamiento del campo de la
contrarrevolución y la lógica de los acontecimientos en general impelieron a parte considerable de
la intelectualidad burguesa a aceptar la colaboración con el Poder soviético.
p La Declaración de los intelectuales trabajadores y la actitud de Gredeskul, Béjterev y otros deben
ser equiparadas por su espíritu a las manifestaciones de los partidarios del "cambio de jalones" de
Praga. Podrían aducirse abundantes ejemplos de 158 cómo ya en los años de la guerra civil
resonaron en las intervenciones de muchos representantes de los círculos intelectuales los mismos
motivos que más tarde inspirarían la tendencia smienovejista. Por ejemplo, I. Grinevetski, notable
científico especializado en termotecnia, en el libro Perspectivas de posguerra de la industria de
Rusia (Jarkov, 1919) negaba carácter socialista a la Revolución de Octubre y pretendía trazar las
perspectivas del restablecimiento de la economía de Rusia sobre bases capitalistas.
p Los hechos muestran que en el país se operaba un proceso, complejo, difícil y doloroso, de
evolución anímica de la intelectualidad rusa. Pero acreditan también que en ella había un flanco
derecho, para el que la meta del desarrollo social del país era la restauración del capitalismo, y un
flanco izquierdo, que expresaba el pensar de los grupos de intelectuales que habían cambiado de
rumbo, orientándose a colaborar honradamente con el Poder soviético.
p En cuanto a la recopilación Stniena vej, sus autores no hicieron más que dar la explicación
"teórica" del proceso de cambio de jalones entre la emigración blanca y ponerle nombre. En la
Rusia Soviética un proceso análogo a éste se inició antes, cuando los intelectuales se inclinaron
hacia la colaboración con el Poder soviético, y continuó desarrollándose en los primeros años de la
Nueva política económica. A los defensores de la burguesía, escribió A. Búbnov, jefe de la sección
de agitación y propaganda del CC del partido, "no les fue necesario elaborar una ideología nueva;
ya la tenían preparada y únicamente hacía falta adaptarla un poco a las condiciones de lugar, tiempo
y espacio”. Y si utilizáramos el término "cambio de jalones" únicamente con relación a los
comienzos de la década del 20, debe significar tan sólo que en este período acabaron de formarse
definitivamente en una parte de la intelectualidad las opiniones que ya sustentaba en los años de la
guerra civil.
p Por tanto, parece muy discutible la afirmación de que el "cambio de jalones" debe su surgimiento
a la emigración blanca. Sus raíces arrancaban del interior del país. Las profundas discrepancias
entre la emigración blanca y la decisión de "reconciliarse con los Soviets" fueron efectos de lo que
estaba sucediendo dentro de la República Soviética. Y no es casual que uno de los autores de la
recopilación Smiena vej, Kliúchnikov, reconociese que precisamente "de aquí, de Rusia, llegaron
hasta nosotros corrientes que en el extranjero se han reflejado bajo la forma de la tendencia
smienovejista: se trataba ante todo de cambio de sicología de los intelectuales rusos".
159
p Por ejemplo, el profesor V. Tan-Bogoraz, uno de los ideólogos más destacados de la
intelectualidad después de la revolución, dijo: "Englobar a los que están en Rusia y los que se hallan
en el extranjero supone, en realidad, una enorme equivocación. Lo importante no es el nombre.
Llámennos, si lo desean, smienovejistas. Pero, con todo, es absurdo decir que nosotros, los de
Rusia, hemos cambiado de orientación, al igual que los smienovejistas del extranjero... No nos
olvidemos de que la verdadera Rusia, recia e inmensa, está aquí, y no allí, en el extranjero. Allí sólo
está la Rusia N« 2. Y la auténtica intelectualidad también está aquí. En esta Rusia verdadera. Y ya
van a hacer tres años que los intelectuales rusos empezaron a cambiar los jalones, mucho antes de
este alumbramiento en el extranjero. Ha sido una cosa dolorosa y difícil" [159•22 .
p En la primavera de 1922, V. I. Lenin, en el informe presentado al XI Congreso del partido, indicó
claramente dónde se debían buscar las raíces de la tendencia smienovejista. "Los smienovejistas —
dijo— expresan el estado de espíritu de miles y decenas de miles de toda clase de burgueses o de
empleados soviéticos, que participan en nuestra Nueva política económica" [159•23 . Lenin tenía
en cuenta aquí a Ustriálov y su grupo, es decir, a los “jefes” de la intelectualidad que "... representan
una corriente que ha prendido en la Rusia emigrada..." [159•24 .
p Conviene fijar la atención en el término "ha prendido" que emplea Lenin para designar un
fenómeno proveniente de fuera, no propio del medio de que se habla. Mas, ¿de dónde si no de la
Rusia Soviética podía llegar y “prender” el smienovejismo en "la Rusia emigrada"?
p Hay que tomar en consideración asimismo la circunstancia de que la recopilación Smiena vej fue
publicada a mediados de 1921 en Praga. Para que la ideología de los partidarios del nuevo rumbo
pudiera penetrar en amplias capas de intelectuales dentro del país soviético, ser comprendida y
aceptada por ellas eran precisos un considerable lapso de tiempo y gran cantidad de literatura
propagandística. Pero, como es sabido, las relaciones entre la República Soviética y los otros
Estados habían quedado, por una serie de motivos, casi completamente cortadas. Los smienovejistas
no tenían posibilidad de enviar en abundancia sus publicaciones a la Rusia Soviética desde el
extranjero. Por lo expuesto, parece dudoso que pudiesen influir 160 en la sicología de los
intelectuales en proporciones masivas y con sufiente eficiencia.
p Así pues, debe entenderse que, en lo fundamental, la tendencia del "cambio de jalones" fue un
fenómeno de orden interior, que se produjo entre los intelectuales que habían quedado en la Rusia
Soviética.
p ¿Qué extensión alcanzaron las ideas del smienovejismo entre la intelectualidad de la época
zarista? De esto se puede formar cierto juicio por los datos reunidos en Moscú en 1922 durante una
entrevista amistosa no oficial con 230 ingenieros que trabajaban en trusts y otras organizaciones de
carácter económico. En el primer grupo de los encuestados figuraban antiguos propietarios de
empresas, antiguos directivos de compañías anónimas y directores de fábricas, en total, 45 personas.
El segundo grupo comprendía antiguos ingenieros corrientes, que eran 185. De los 230 ingenieros
sin filiación política consultados, 110 mantenían las posiciones del smienovejismo, 46 declararon
que su actitud ante el Poder soviético era indiferente, y 12, que eran adversos a él; 34 no contestaron
y 28 manifestaron su simpatía por el programa soviético [160•25 . Es significativo el número de
personas hostiles al Poder soviético. Eran 12, en tanto que 28 se pronunciaron en apoyo de él. Todos
los demás, sin ser ya enemigos del Poder soviético, tampoco eran partidarios sinceros de él. Si
extendiéramos estos datos a toda la intelectualidad (lo que, por supuesto, sólo se puede hacer
convencionalmente), las conclusiones mostrarían el inmenso éxito del Partido Comunista, que había
logrado arrancar de la burguesía a los intelectuales.
p Al tiempo que reconocían la necesidad de "ir a servir a los Soviets”, los smienovejistas
proclamaban los principios de la “neutralidad” y del “apoliticismo” de los intelectuales y su no
ingerencia en la vida política del país. Por ejemplo, en 1922, en el I Congreso de toda Rusia de
ingenieros miembros de los sindicatos, M. Evréinov, dirigente de la Asociación de Ingenieros de
toda Rusia, dijo: "Nuestra tarea estriba en preservar a la asociación de acciones políticas y no
convertirla en palestra de lucha política".
p Las ideas de la neutralidad y del carácter no partidista de la escuela y el arte resonaron en diversas
intervenciones de destacadas figuras de la instrucción pública y del arte. El director cinematográfico
I. Perestiani, realizador de la primera película de aventuras soviética, Los diablillos rojos, dijo:
"Nunca, en ningún trabajo tuve dirigentes políticos. Trabajo 161 como me lo dicta mi fuero interno.
Considero que mezclar las cuestiones de la política con el arte es una cosa sumamente nociva, lo
mismo que tener bajo vigilancia a los directores".
p En su gran mayoría, la intelectualidad se daba cuenta de que el viejo mundo había sido derrotado,
pero el futuro le parecía nebuloso y caótico. No podía acercarse definitivamente a los bolcheviques,
mas, al mismo tiempo, no veía en el país las fuerzas a las que pudiera unirse para luchar contra el
Poder soviético. De ahí, su espíritu de apoliticismo, de repulsa a los partidos y de espera a ver qué
rumbo tomaban los acontecimientos. Sin embargo, debe advertirse que el “neutralismo” de los
intelectuales era un grado importante y’, quizá, necesario para que pasaran a las posiciones del
Poder soviético. Los intelectuales que sinceramente creían estar "al margen de la política”, por el
propio hecho de su fructífero trabajo y obra creadora en las condiciones del nuevo régimen se
ponían objetivamente de parte del Poder soviético.
p Aduciremos un ejemplo muy característico. En 1922–1924, el Teatro de Arte, con K. Stanislavski
al frente de él, hizo una gira por el extranjero. La compañía no se consideraba ferviente partidaria
de los bolcheviques y salió al extranjero no como propagandista del arte soviético. Por el contrario,
las cartas de K. Stanislavski de aquel período permiten afirmar que por entonces se sentía
sinceramente firme en el apoliticismo y extraño a toda lucha de ideas. "Se ha manifestado la
tendencia a tomarnos por un teatro soviético. Por la afición a la intriga no se quiere reconocer que
somos apolíticos. Nos vemos obligados a obrar con mucha prudencia" [161•26 , escribió K.
Stanislavski en 1922 desde el extranjero. Al artista le indignó la prensa burguesa: dijo a los
periodistas la verdad sobre la Rusia Soviética, les habló de que los teatros habían obtenido
autonomía, de que el gobierno se preocupaba de los teatros antiguos y no les ponía dificultades en
su obra, y al día siguiente los periódicos gritaban: el Teatro de Arte de Moscú es un teatro
bolchevique, Stanislavski es un agente del Kremlin. En aquel tiempo, K. Stanislavski no había
comprendido que él, un artista "apolítico”, ya sólo con sus relatos verídicos e imparciales sobre el
verdadero estado de cosas en la Rusia Soviética se convertía en un "propagandista del
bolchevismo".
p Este episodio mostraba que el “apoliticismo” sustentado por muchos intelectuales empezaba, en
realidad, a transformarse en 162 la más auténtica política. Por la propia marcha de las cosas, el
intelectual "apolítico”, aun estando sinceramente convencido de que se mantenía "alejado de la
pelea”, sentíase atraído a la vida social y política del país. Debe señalarse que la actitud apoliticista
era sometida cada vez más a una crítica de principios por los propios intelectuales. En la prensa, en
los mítines y en las polémicas se planteaba muy a menudo si tenía derecho el intelectual a
permanecer apartado de todo lo que vivía el pueblo.
p En este sentido era sintomática la línea de conducta de la revista Rossía. En ella podían leerse con
frecuencia artículos que exhortaban a los intelectuales a contribuir a la restauración del capitalismo,
pero, a la vez, publicaba otros en los que se suscitaba cuáles eran la función y el lugar de los
intelectuales en la nueva sociedad y si tenían derecho a permanecer apartados de todo lo que vivía
el pueblo. Los autores de estos artículos eran personas progresistas, verdaderos patriotas.
p En el número 9 de 1923 de la revista apareció el artículo La intelectualidad rusa y sus tareas
actuales, del profesor I. Alexándrov, conocido energético, artículo que encontró resonante eco entre
los intelectuales. El profesor escribía:
p "Una honda crisis se ha apoderado de la intelectualidad rusa en la época contemporánea y hasta
ahora no ha sido superada, pero ya se ha hecho imposible, por muchas razones, seguir manteniendo
la misma posición: el país ha resultado ser capaz de resistir el vendaval destructor del primer
período de la revolución y han empezado a aflorar a la superficie de la vida los brotes verdes de la
obra creativa; entre las amplias capas populares han crecido en los últimos años vivas fuerzas
jóvenes.
p Continuar situados al margen del proceso histórico es imposible. No se puede impunemente
permanecer apartados espiritualmente durante una serie de años del grandioso proceso de
restructuración de la formación social del país. El desenlace de esto sólo puede ser la muerte
espiritual o la regeneración espiritual.
p Y la ausencia de los intelectuales de la palestra histórica o su participación en ella como
especialistas que no responden de nada, conduce a la desfiguración de muchas valiosas
realizaciones que podrían mejorar las formas de nuestro desarrollo intelectual y el proceso de
resurgimiento económico del país ... ¿Acaso podemos permanecer indiferentes cuando el poder
revolucionario no encuentra hombres a los que se pueda confiar sin temor una obra importante?
¿Será posible que a ninguno de nosotros le hiera la lucha sistemática que contra el 163
resurgimiento de nuestro Estado sostienen nuestros enemigos de antes, apoyados por el mundo
burgués de Europa?
p Admitamos que no se pueda alcanzar todo, pero no olvidemos que el límite de las realizaciones se
basa antes que nada en nuestra unidad, en nuestra energía, en nuestra voluntad de vida.
p ¿Cómo es posible que !a intelectualidad rusa no vea tras los árboles quebrados los vigorosos
brotes de la gran belleza del naciente bosque que crece?"
p A continuación el autor del artículo decía que las dificultades, las deficiencias y las
equivocaciones cometidas en el restablecimiento de la economía obedecían en grado considerable a
la actitud pasiva de los intelectuales ante las medidas del Poder soviético. Verdad es que esta
pasividad empezaba a desaparecer. "Sin embargo, esto es insuficiente —señalaba I. Alexándrov—.
No basta con ser un “especialista” honrado; es preciso mostrar iniciativa, afanarse, trabajar con
sentido creador, buscar nuevas vías. Hay que borrar esa linde fatal que existía y existe hasta el
último tiempo entre los intelectuales y el pueblo. No sólo es necesario valorar y comprender la
creciente personalidad del pueblo, sino fundirse con él formando una sola masa, en la que haya
personas con talento y conocimientos diferentes, pero donde no haya castas ni tabiques, donde reine
la comprensión mutua".
p Esta carta reflejaba cuan heterogéneos y complejos eran los procesos ideológicos que se operaban
entre los smienovejistas. De un lado estaba la ideología de Ustriálov y Lezhnev, que proponían a los
intelectuales coadyuvar a la restauración del capitalismo; de otro lado aparecía la ideología de
personas que, como el profesor I. Alexándrov, invitaban a los intelectuales a ayudar
desinteresadamente a! pueblo en su grandioso trabajo. Aceptemos que estos hombres no fuesen
consecuentes en todo ni ideológicamente puros y rectos, pero hubiera sido erróneo e injusto
meterlos en un mismo saco con los Ustriálov.
p El análisis de la naturaleza política del smienovejismo ofrece razones para definirlo como
tendencia ecléctica y heterogénea. Sus diversos grupos perseguían objetivos distintos. El ala
derecha, la más reaccionaria, de esta corriente (Ustriálov y otros) enfocaba el futuro del país sólo
ligado a la restauración del capitalismo. Los smienovejistas de derecha se decidieron a colaborar
con el Poder soviético precisamente con la vista puesta en este fin último. Pero dentro del
smienovejismo había también un grupo de intelectuales, numéricamente bastante superior al de los
"ideólogos”, que entendía el lema "cambio de 164 jalones" como la necesidad objetiva de acercarse
todo lo posible al Poder soviético, intérprete de los intereses del pueblo. Para estos intelectuales la
consigna "cambio de jalones" no significaba marchar hacia la restauración, sino mudar de
mentalidad, cambiar su concepción del mundo, a partir del reconocimiento de que el país avanzaba
hacia el socialismo, y no hacia el capitalismo.
p El smienovejismo condujo a gran número de intelectuales a colaborar con el Poder soviético, lo
cual fue muy positivo en la situación de agobiante penuria de fuerzas capacitadas que se atravesaba
entonces. La política de "conciliación" de los intelectuales con los bolcheviques, los llamamientos
de los smienovejistas a colaborar con la clase obrera y su reprobación de la idea de la intervención
armada en los asuntos de la Rusia Soviética condujeron, por una parte, a ahondar el cisma en el
campo de la contrarrevolución, y por otra parte, influyeron objetivamente en el establecimiento de
relaciones correctas entre la clase obrera y la intelectualidad.
p El Partido Comunista apoyó por todos los medios a esta rama del movimiento smienovejista. El
Gobierno soviético autorizó a los partidarios de esta tendencia a editar revistas y periódicos, dar
conferencias públicas, celebrar controversias de intelectuales, etc. La XII Conferencia del partido,
reunida en agosto de 1922, señaló en su resolución lo que había de laudable en el smienovejismo.
En ella se decía que "la llamada tendencia smienovejista ha jugado hasta ahora y puede seguir
jugando aún un papel objetivamente progresivo. Ha unido y une a los grupos de la emigración y de
la intelectualidad rusa que "se han reconciliado" con el Poder soviético y están dispuestos a trabajar
con él por el resurgimiento del país. En este sentido, la orientación smienovejista se ha hecho
merecedora de una actitud favorable a ella" [164•27 .
p Al mismo tiempo, el Partido Comunista mantuvo una resuelta lucha de principios contra la
esencia reaccionaria de la ideología smienovejista. La resolución de su XII Conferencia puso en
guardia a la clase obrera y al partido contra las fuertes tendencias restauradoras burguesas de que
adolecía el smienovejismo y contra el maridaje de los smienovejistas con los eseristas y
mencheviques en la esperanza de que después de las concesiones económicas vendrían concesiones
políticas orientadas hacia la ideología burguesa.
165
p Por tanto, el Partido Comunista combatía no el smienovejismo en conjunto, sino sus tendencias
antisocialistas y su ideología antisoviética. Y como entre la intelectualidad se desarrollaba un
proceso de diferenciación (del cual era exponente el smienovejismo), el partido formulaba su
política respecto a cada grupo de intelectuales de manera que facilitara a los más leales el paso a la
colaboración activa con el Poder soviético. En la resolución de la XII Conferencia del partido se
decía: "... Nuestras organizaciones de partido deben saber abordar con seriedad y sentido práctico a
cada grupo antes hostil al Poder soviético y que hoy muestra sinceros deseos, por pequeños que
sean, de prestar una ayuda eficaz a la clase obrera y al campesinado en la obra del restablecimiento
de la economía, de la elevación del nivel cultural de la población, etc. Ahora es más necesario que
nunca que las organizaciones del partido traten diferenciauamente a cada grupo (e incluso a cada
persona) de representantes de la ciencia, la técnica, la medicina, la pedagogía, etc.".
p Lenin advirtió que se debían distinguir los aspectos del smienovejismo favorables para el Poder
soviético y no identificar a los smienovejistas con los verdaderos enemigos de la revolución. En
mayo de 1922, V. I. Lenin escribió a F. Dzerzhinski: "Novaya Rossía N. 2. Suspendida por los
camaradas petersburgueses.
p ¿No habrá sido suspendida prematuramente? Hay que enviarla a los miembros del Buró Político y
examinar más atentamente el asunto. ¿Quién es Lezhnev, su director? ¿No es de los de El dial ¿No
se podrían obtener referencias sobre él? Por supuesto, no todos los colaboradores de esta revista son
candidatos a la expulsión del país" [165•28 . Lenin se refería a la revista smienovejista Nóvaya
Rossía, que había empezado a publicarse en 1922 bajo la dirección de I. Lezhnev. Como se
desprende del texto citado, V. I. Lenin consideraba un error su precipitada suspensión. Y muy
pronto, la revista volvería a editarse con un título algo diferente: Rossía. Se publicó hasta 1926.
p Mas a la vez, Lenin daba ejemplo de intransigente lucha de principios contra los smienovejistas
que hablaban de la "evolución" del bolchevismo. Es sabido que en su discurso en el XI Congreso
del partido Lenin criticó los rasgos morbosos de la tendencia "cambio de jalones”. De los
intelectuales tipo Ustriálov habló como de enemigos.
166
p ¿Cuándo desapareció el smienovejismo como corriente social? Las publicaciones históricas
soviéticas señalan los años 1925–1926 como su último término. De ordinario, esto se liga a la
suspensión de la prensa periódica del smienovejismo en el país. Sin embargo, el "cambio de
jalones" no era sólo una corriente social. En él se expresaba también el proceso estrictamente
individual de reconsideración por el hombre educado a la antigua de todo su mundo ideológico, y
de sus convicciones y de configuración de su percepción nueva de la realidad. Para muchos este
proceso duró años enteros y llegó a su desenlace como resultado del derrumbamiento de las
ilusiones restauradoras y de la intelección de la realidad soviética. El "cambio de jalones" continuó
para muchos intelectuales después de 19251926, y para amplias capas de la intelectualidad culminó
en su paso definitivo a las posiciones del socialismo. El "cambio de jalones" se llevó a efecto, pero
no como lo había concebido el ala reaccionaria de la intelectualidad. La inmensa mayoría de los
intelectuales se agruparon bajo la bandera del Poder soviético y no se produjo la esperada
degeneración de este poder en alguna forma de parlamentarismo burgués.
p El "cambio de jalones" de la intelectualidad fue un fenómeno lógico y necesario. Anatoli
Lunacharski hablaría de ello atinadamente: "¿Cómo es posible pensar en general que la
intelectualidad, la originalmente soviética y la abroquelada en su anticomunismo, puede sin cambiar
los jalones hacerse comunista? Esto es absurdo”. Y más adelante: "Cuando veo que un liberal se
transforma en comunista en tres saltos mortales, no lo puedo creer. Me siento como en presencia de
un juego de manos, que a veces incluso llega a parecer extraño, a veces es un arrebato, a veces es la
mutación de colores de un camaleón. Mas el verdadero proceso es el cambio de jalones, cuando los
hombres van adelante con la vista puesta en la historia, mirando hacia atrás" [166•29 .
p Por tanto, pues, el smienovejismo, en la más amplia acepción del término, fue una de las
manifestaciones del proceso de transición de la intelectualidad desde las posiciones burguesas o
pequeñoburguesas a las del socialismo, transición que se inició después de la victoria de la
Revolución de Octubre y terminó en los años 30, al darse cima a la construcción de las bases de la
sociedad socialista.
p A la par con su decidido combate de las facetas reaccionarias del smienovejismo, el Partido
Comunista y el Poder soviético lucharon contra la ideología burguesa, especialmente 167 embozada
con las ideas smienovejistas de la "regeneración" del Poder soviético. Su peligro lo acrecentaba la
circunstancia de que en los primeros años de la Nueva política económica se intensificó en el seno
del partido la actividad de diversos grupos fraccionalistas (los trotskistas, la "oposición obrera" y
otros). Por eso cobró singular importancia el frente ideológico de la lucha. Fue preciso mantener
una gran vigilancia y estar con el ojo avizor a cualquier asomada de la ideología del enemigo. Ante
todo hubo que organizar una amplia ofensiva contra la ideología burguesa, extender la propaganda
comunista entre las masas y robustecer el frente teórico.
p En este sentido fue muy valioso para el desenlace de la pugna ideológica el artículo de V. I. Lenin
Sobre el significado del materialismo militante, publicado en marzo de 1922 en la revista Bajo la
bandera del marxismo. Este artículo señalaba las tareas del partido en la esfera ideológica para toda
una época histórica y trazaba el programa de un prolongado trabajo, cuya finalidad consistía en
defender y desarrollar los principios de la visión científica del mundo y lograr su predominio en
todos los ámbitos de la vida de la sociedad soviética.
p La idea central de este artículo de Lenin se expresaba en la tesis de que la ideología tiene carácter
de clase y de partido y que por ello la lucha sistemática y atacante contra la ideología burguesa, la
filosofía reaccionaria y todo género de idealismo y misticismo constituye la obligación primordial
de los comunistas. En esta lucha, subrayaba V. I. Lenin, es indispensable la unión entre los
comunistas y los materialistas consecuentes, incluso aunque se hallen todavía fuera de las filas del
partido. Lenin concedía gran importancia al estrecho nexo de la filosofía marxista con las ciencias
naturales, de los filósofos marxistas con los naturalistas, ya que "sin la unión con los no comunistas,
en los más diversos terrenos de la actividad, no puede ni siquiera hablarse de ninguna construcción
comunista eficaz" [167•30 .
p Un gran acontecimiento en la vida ideológica del partido y del país fue la aparición de la primera
edición de las Obras de V. I. Lenin, que se hizo por disposición del IX Congreso del partido. La
demanda de las Obras resultó tan grande que en 1922 se hubo de iniciar otra edición de las mismas.
Además, se publicaron en ediciones sueltas con grandes tiradas los artículos de V. I. Lenin sobre los
problemas principales de la vida del partido y del pueblo, así como sus intervenciones en los
congresos del partido, de los Soviets y de la Internacional Comunista.
168
p Dióse comienzo asimismo a la impresión de las Obras Completas de C. Marx y F. Engels y a una
serie de trabajos marxistas de autores contemporáneos soviéticos y extranjeros.
p En la lucha contra la ideología burguesa y por la intensificación de la influencia ideológica en las
masas desempeñó un papel extraordinario la prensa periódica. A este propósito fue importante el
aporte de la revista Bolshevik y de los diarios Pravda e Izvestia.
p El Partido Comunista adoptó las medidas más enérgicas para organizar la “contraofensiva” en el
frente ideológico. A este problema se dispensó particular atención en la XII Conferencia del partido,
que puso al descubierto las tendencias restauradoras burguesas de los smienovejistas, mencheviques
y eseristas y recomendó medidas concretas para impulsar la labor de agitación y propaganda entre
¡as masas, mejorar la preparación ideológica y teórica de los activistas del partido y elevar el papel
de la prensa del partido y de los Soviets. A la vez que exponía como tarea cardinal "encauzar todos
los esfuerzos hacia el reforzamiento ideológico del núcleo proletario de nuestro partido”, la
resolución Acerca de los partidos y tendencias antisoviéticos, de la XII Conferencia del partido,
señalaba: "Con respecto a las personas realmente sin partido entre los representantes de la técnica,
la ciencia, el magisterio, los escritores, los poetas, etc., que han comprendido, aunque sólo sea a
grandes rasgos, el verdadero sentido del gran viraje realizado, son precisos un apoyo sistemático y
una colaboración eficaz.
p El partido debe hacer todo lo que esté a su alcance para coadyuvar a que cristalicen las tendencias
y los grupos que muestran un verdadero deseo de ayudar al Estado obrero y campesino. Empezando
por la capital y terminando por la ciudad de distrito, el partido debe aplicar, de manera paciente,
sistemática y tesonera, precisamente esta línea con el fin de facilitar a dichas personas el paso a la
colaboración con el Poder soviético".
p A influir ideológicamente sobre los intelectuales contribuyeron asimismo en gran medida distintas
sociedades científicas marxistas, organizadas en los centros docentes superiores y en las
instituciones de investigación científica, los círculos de estudio del marxismo y los cursos y
seminarios de educación política. Es incalculable la aportación hecha al desarrollo del pensamiento
social soviético por instituciones como la Academia Socialista y el Instituto del Profesorado Rojo.
169
Vemos, pues, que en la primera mitad de los años 20 se determinaron por el Partido Comunista las
formas principales de influjo ideológico sobre las masas, incluida la intelectualidad, y que a las
tentativas de reanimar la ideología burguesa opuso el partido la ofensiva del frente marxista-
leninista militante de la ideología socialista.
***
Notes
[138•1] Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, t. 3, libro 2. Moscú, 1968, pág. 562.
[138•2] Ibídem.
[138•3] En las condiciones de la intervención militar extranjera y de la guerra civil (1918–1920), el
Poder soviético implantó la contingentación de productos alimenticios. Este método de acopios de
productos agrícolas consistía en la entrega obligatoria por los campesinos al Estado, a precios de
tasa, de los excedentes de cereales y forrajes superiores a las normas fijadas para el consumo
personal, así como de semillas y alimento para el ganado. Esta medida, impuesta por las
circunstancias, aseguró el suministro de pan para el Ejército Rojo y la población. Fue sustituida en
1921 por el impuesto en especie.
[139•4] V. I. Lenin. VIII Congreso de los Soviets de toda Rusia. O. C., t. 42, pág. 142.
[142•5] Véase A. Ulianóvskaya. Formación de la intelectualidad científica en la URSS. 1917–
1937. Moscú, 1966, págs. 106–107.
[145•6] Los zemstvos eran los órganos de la administración autónoma local. Su existencia en
diversas provincias de la Rusia Europea se remontaba a 1864. Fueron suprimidos después de la
victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre.
[146•7] A. Izgóev. El poder y el individuo. Véstnlk: litertiliiry, 1922, N° I, pág. 3.
[146•8] A. Izgóev. Acerca de las tareas de la intelectualidad. Parfenon. Recopilación I,
Retrogrado, 1922. pág. 39.
[147•9] I. Lezhnev. Apuntes de un contemporáneo. Moscú. 1936, págs. 238–239.
[148•10] Nepman: nombre derivado de Nep. siglas de Nueva política económica.
[149•11] V. I. Lenin. III Congreso de la Internacional Comunista. O. C., t. 44, pág. 5.
[149•12] Dom iskusstv, 1921, Nb 2, pág. 130.
[151•13] Smiena vej. Praga, 1921. pág. 6.
[151•14] Ibídem, pág. 79.
[151•15] Ibídem, pág. 86.
[153•16] Alexéi Tolstói. Obras Escogidas en diez tomos, t. 10. Moscú, 1961, págs. 34–39.
[155•17] Smiena vej, 1921, pág. 111.
[155•18] Ibídem, pág. 139.
Es muy curiosa la suerte que correría en su vida S. Chajotin. En los años 20, encontrándose en el
extranjero, escribió una serie de artículos en defensa de la República de los Soviets, que
constituyeron un brusco contraste con el tono hostil de la prensa extranjera. El comisario del pueblo
de Comercio Exterior, L. Krasin, invitó a S. Chajotin a dirigir una sección de la representación
comercial soviética en Berlín. Sin embargo, el trabajo de organización no le complacía. Como era
un destacado investigador biólogo, Chajotin se entregó a la indagación científica. Con autorización
de las autoridades soviéticas (Chajotin era ciudadano soviético), se trasladó a Italia y, más tarde, a
Alemania. Sin embargo, el trabajo científico no podía ser para él una muralla que le aislara de las
tempestades políticas, y además Chajotin no se escondía de ellas. Participó activamente en la lucha
contra el fascismo. Los hitlerianos le arrojaron a un campo de concentración. Libertado del
cautiverio en 1944, S. Chajotin fue uno de los primeros organizadores del movimiento mundial de
los científicos por la paz. Desde finales de los años 40, S. Chajotin vivió en la Unión Soviética y
trabajó en el Instituto de Biofísica de la Academia de Ciencias de la URSS. Falleció en diciembre de
1973.
[155•19] Smiena ve], 1922 Ns 13, pág. 18.
[156•20] V. I. Lenin. - XI Congreso del PC (b) de Rusia. O. C., t. 45, pág. 94.
[157•21] V. I. Lenin. VIII Conferencia del PC (h) de toda Rusia. O. C., t. 39, pág. 350.
[159•22] Rossíti. 1922. N° I. págs. 12–13.
[159•23] V. I. Lenin. XI Congreso del PC(b) de Rusia. O. C., t. 45, pág. 94.
[159•24] Ibídem. pág. 93.
[160•25] Pravda, 3 de septiembre de 1922.
[161•26] K. Stanislavski. Obras, t. 8. Moscú. 1961, pág. 30.
[164•27] El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos, Conferencias y de los Plenos
del CC. t. 2. Moscú, 1970, pág. 393.
[165•28] V. I. Lenin. Carta a F. Dzerzhmski. 19.V.1922. O. C.. t. 54. págs. 265–266.
[166•29] Archivo Central de Literatura y Arte del Estado.
[167•30] V. I. Lenin. O. C., t. 45, pág. 23.
Notes
[173•31] N. Krylenko. En finco anos. 1918–1922. Discursos de acusación. Moscú-Petrogrado,
1923. pág. 438.
[176•32] V. I. Lenin. O. C., t. 45, págs. 365–366.
p A la vez que prestaban atención a reducar en el espíritu socialista a los intelectuales de la vieja
época, el Partido Comunista y el Estado soviético se preocupaban constantemente de formar
intelectuales entre los obreros y campesinos.
p En el período de restablecimiento de la economía continuó el proceso de promoción de los
obreros mejor preparados, de comunistas, para desempeñar cargos administrativos y técnicos. Sin
embargo, con ellos no se podía cubrir la enorme falta de 182 personal cualificado. De ordinario
ocupaban los puestos de contramaestres o directores de empresas, teniendo como suplentes o
consultores a especialistas burgueses. Los "directores rojos”, aunque aplicaban con acierto la línea
del partido en la esfera de las relaciones de producción, eran poco competentes a veces en las
cuestiones científico-técnicas, por lo que las resolvían apoyándose por entero en los consejos de los
especialistas, reaccionarios con frecuencia. El país necesitaba como el aire especialistas surgidos de
entre los trabajadores.
p La escuela superior seguía siendo la fuente principal de formación de intelectuales. El Partido
Comunista se ocupó mucho de dar una nueva orientación a la escuela superior. En la resolución de
la I Conferencia del partido sobre cuestiones de la instrucción pública, convocada por el CC del PC
(b) de Rusia a finales de diciembre de 1920, se planteaba la tarea de conquistar políticamente la
escuela superior, es decir, de "en primer lugar, asegurar la orientación revolucionaria de su labor; en
segundo lugar, educar políticamente a todos los estudiantes que pasan por la escuela, y en tercer
lugar, aprovechar la escuela superior para formar el mayor número posible de especialistas
procedentes del proletariado y, en particular, miembros del partido".
p La proletarización del estudiantado se llevaba a efecto dando ingreso en los centro’s docentes
superiores a los egresados de las Facultades Obreras y observando el principio clasista al admitir a
los jóvenes en la escuela superior. La red de Facultades Obreras fue extendiéndose sin cesar. En
tanto que en 1919 sólo había en el país 14 Facultades Obreras, en 1923 su número subía ya a 106,
pasándose de 2.149 a 38.394 alumnos de ellas. Aumentó el porcentaje de estudiantes obreros y
miembros del partido y del Komsomol. El X Congreso de los Soviets de toda Rusia (diciembre de
1922) registró con satisfacción los éxitos alcanzados en el acceso de obreros y campesinos a los
centros docentes superiores. El Congreso propuso al Comisariado del Pueblo de Instrucción y a
otras instituciones soviéticas que "dediquen singular atención al estudiantado proletario, a sus
aspiraciones espirituales y a sus condiciones de existencia y adopten todas las medidas para que
estas nuevas fuerzas, afluidas a la escuela superior, crezcan y se fortifiquen".
p A partir de 1923 millares de egresados de las Facultades Obreras se unieron a los estudiantes de la
escuela superior. Por ejemplo, en 1925 constituían dos tercios del total de los estudiantes admitidos
en los centros docentes superiores técnicos industriales, y la mitad de los ingresados en las escuelas
superiores socioeconómicas.
183
p El principio de selección de los estudiantes ofrecía la posibilidad de dar ingreso en la escuela
superior a las personas pertenecientes a otras clases y capas sociales, además de los obreros y
campesinos. En los centros docentes superiores se admitía a jóvenes procedentes incluso de la
burguesía y, ni que decir tiene, de la intelectualidad trabajadora. Mas, por supuesto, gozaban de
preferencia los que provenían de la clase obrera y del campesinado trabajador.
p En los primeros años del período de restablecimiento de la economía fue muy compleja la
situación en los medios estudiantiles. Entre los alumnos de los centros docentes superiores
abundaban los que eran hostiles al Poder soviético y habían participado en la guerra civil junto a los
guardias blancos y los intervencionistas. Oponíanse obstinadamente a las medidas del Estado
soviético tendentes a democratizar la escuela superior y perseguían a los estudiantes que habían
pasado a ella desde las Facultades Obreras. La mayoría de los estudiantes era apática y no mostraba
el menor interés por todo lo que rebasaba los límites de la ciencia que querían aprender como
profesión.
p Pero la revolución había dado vida a una juventud de nuevo tipo, crecida en el tenso ambiente de
la lucha revolucionaria. Gran número de muchachos y muchachas de familias obreras y campesinas
que hasta poco antes habían trabajado en las fábricas o en el campo entraron en los centros docentes
superiores directamente desde las Facultades Obreras. Por eso, los primeros cursos de la escuela
superior ofrecían en aquellos años un cuadro muy distinto. "Aquí—testimonia N. Mescheriakov—
el estado de ánimo era mucho más vivo. La mayoría de estos jóvenes habían hecho suya la
revolución. Muchos de ellos habían luchado por la revolución en el frente, con riesgo de su vida, y
habían aguantado sus penalidades. La revolución había hecho de ellos demócratas. Un porcentaje
considerable de esta parte de la juventud era comunista".
p Las organizaciones del partido de los centros docentes superiores realizaron un gran trabajo para
reformar la escuela superior y cambiar la composición clasista del estudiantado. Controlaban
directamente el ingreso de los aspirantes y hacían una amplia labor educativa con los estudiantes y
los profesores. Al terminar el período de restablecimiento de la economía, las céludas del partido en
los centros docentes superiores se habían convertido ya en grandes agrupaciones con centenas de
comunistas. Por ejemplo, en 1925, la célula del partido de la Academia Agrícola de Moscú contaba
con 757 miembros, o el 20% de la totalidad de estudiantes; la del Instituto Tecnológico de Jarkov,
con 403, o el 20%; la del Instituto de Economía 184 Nacional de Moscú, con 1.050, o el 27%; la de
la Primera Universidad de Moscú, con unos 1.800, o el 18%, respectivamente.
p En enero de 1925, por una disposición del Buró de Organización del CC del PC (b) de Rusia se
restructuró el sistema de los órganos del partido en los centros docentes superiores. En vez de
células del partido de estudiantes, de científicos y profesores y de empleados administrativos,
independientes y poco ligadas entre sí, se formaron células únicas de todo el centro docente
superior, lo cual permitió llevar a efecto más exitosamente el trabajo de cohesión de las
colectividades de los centros de enseñanza. Se dedicó especial atención a intensificar la actividad de
las organizaciones del Komsomol y de los sindicatos de las escuelas superiores y a mejorar su
dirección por las células del partido.
p La proletarización de la escuela superior fue realizada en medio de la lucha contra el
conservadurismo y, a veces, contra el sabotaje directo por cierta parte del profesorado. Esto se
expresó más crudamente en la esfera organizativa, al revisar los estatutos, los programas de los
centros docentes superiores, etc. Los profesores trataban por todos los medios de crear una muralla
entre la escuela superior y el Estado, de aislarla de la "política" y de impedir su democratización.
p Los comunistas comprendían perfectamente que de pronto no se podía mudar el pellejo a los
profesores burgueses y preparar nuevos pedagogos. De ahí que el Partido Comunista considerase
que, a la par con la incoporación del mayor número posible de profesores comunistas a los centros
docentes superiores, era preciso mostrar solicitud y tacto con los profesores de la época zarista. El
partido se preocupaba constantemente de mejorar los métodos de dirección de la escuela superior y
de establecer relaciones normales entre los órganos del partido, de los Soviets y sociales, por una
parte, y el profesorado, por la otra. Al mismo tiempo, combatió firmemente la "autonomía”, que
significaba, en realidad, el mantenimiento del espíritu de casta en la escuela superior y el
aislamiento entre ésta y las masas populares. El partido luchó con empeño por lograr una situación
en la que los métodos de dirección de la escuela superior por los órganos del partido y de los
Soviets estuvieran en consonancia con el estado de ánimo específico y las tradiciones del
profesorado y por que las medidas del nuevo poder no repelieran a este grupo de la intelectualidad,
sino que, al revés, agruparan a su mejor parte en torno del Poder soviético.
p Sin embargo, en una serie de centros docentes superiores el 185 profesorado se dejó arrastrar en
1921 a conflictos con los órganos del poder. Uno de los motivos serios que acarrearon estos
conflictos fue la errónea política de los dirigentes de algunas instituciones, entre otras la Dirección
General de Instrucción Profesional, con respecto a los catedráticos y profesores, política que
consistía en "apretarles las tuercas" y abusar del poder.
p Por ejemplo, a comienzos de 1921, el rector de la Universidad de Moscú, el catedrático comunista
D. Bogolépov, que no había acertado a anudar relaciones correctas con los profesores, empezó a
despedir a muchos de ellos simplemente porque eran “viejos”. Esta conducta suya fue respaldada
por los jefes de la Dirección General de Instrucción Profesional y también por la célula comunista
de la Universidad, integrada en su mayoría por jóvenes estudiantes y alumnos de las Facultades
Obreras. Como es lógico, sobre el Gobierno llovieron las quejas y reclamaciones. Al enterarse del
modo de proceder de D. Bogolépov, V. I. Lenin se opuso enérgicamente a la práctica de censura
global, con frecuencia completamente infundada, del profesorado. En mayo de 1921, D. Bogolépov
fue sustituido en el cargo de rector de la Universidad por el comunista V. Volguin, que supo calmar
los ánimos entre el profesorado y efectuó un gran trabajo de cohesión de la colectividad
universitaria.
p Un conflicto más espinoso surgió en abril de 1921 en la Escuela Técnica Superior de Moscú, con
motivo del nombramiento de la directiva de este centro docente por la Dirección General de
Instrucción Profesional, sin incluir en ella al candidato del profesorado. La asamblea de catedráticos
y profesores, después de discutir este acto de la Dirección General, lo declaró ilegal y acordó, en
señal de protesta, suspender las lecciones.
p A propuesta de V. I. Lenin, los hechos ocurridos en esta escuela fueron presentados a examen del
Buró Político del CC, y aunque éste propuso hacer una amonestación a todo el profesorado por
considerar inadmisibles semejantes formas de protesta, a la vez anuló el nombramiento de la
directiva.
p En la declaración del Comisariado del Pueblo de Instrucción en que se explicaba la decisión del
Buró Político del CC se reconocía que el jefe de la sección de centros docentes superiores de la
Dirección General de Instrucción Profesional no era apto para desempeñar la función que se le
había confiado, por lo cual fue destituido.
p Así quedó zanjado por esta vez el incidente con la Escuela Técnica Superior de Moscú.
186
p El 2 de septiembre de 1921 se promulgó, firmado por V. I. Lenin. el reglamento de ¡os centros
docentes superiores de la RSFSR, en el que se definían claramente las tareas clasistas de la escuela
superior, a la que correspondía la misión de preparar especialistas cualificados en las diversas ramas
del saber, formar trabajadores científicos y difundir los conocimientos entre las amplias masas
proletarias y campesinas, "cuyos intereses debían ocupar el primer lugar”. Al mismo tiempo, el
reglamento asestó un fuerte golpe a la famosa autonomía de la escuela superior.
p La parte reaccionaria del profesorado, empecinada en conservar sus privilegios y tradiciones,
rechazó hostilmente el reglamento de los centros docentes superiores. Le indignaron sobre todo los
artículos de la disposición del Gobierno en los que se decía que las directivas de las Facultades
serían designadas por la Dirección General de Instrucción Profesional, y las de los centros docentes
superiores, por el Comisariado del Pueblo de Instrucción, a base de los candidatos propuestos por
las colectividades de profesores y de estudiantes. Esto, a juicio del profesorado de la época zarista,
significaba por parte del Estado "una agresión a las sagradas tradiciones de los derechos de la
escuela superior".
p El descontento por la sensible restricción de la autonomía de los centros docentes superiores, los
nombramientos no siempre acertados, las dificultades económicas a causa de la mala cosecha y los
retrasos en el pago de los sueldos determinaron que en el invierno y la primavera de 1922 estallara
la huelga de catedráticos y profesores de la Escuela Técnica Superior de Moscú, de la Universidad
de Moscú y de algunos otros centros docentes superiores del país.
p La situación en la escuela superior fue examinada reiteradamente por el Buró Político del CC del
partido. A fin de llegar a un arreglo rápido y pacífico de los conflictos, el Buró Político del CC
acordó el 2 de febrero de 1922 formar una comisión mixta para estudiar los problemas económicos
de la escuela superior, liquidar los atrasos en el pago de sueldos, proveer de instalaciones, etc. Sin
embargo, la Dirección General de Enseñanza Profesional continuó insistiendo en la adopción de
medidas represivas (incluido el arresto) contra los participantes en las huelgas, obteniendo el apoyo
de las células comunistas de algunos centros docentes superiores. El Buró Político del CC del PC
(b) de Rusia explicó al Comisariado del Pueblo de Instrucción que el acuerdo del CC del 2 de
febrero "perseguía el objetivo de solucionar pacíficamente y con la mayor rapidez la huelga de los
profesores, sin adoptar medidas represivas”, y el 9 187 de febrero impuso una amonestación a E.
Preobrazhenski, A. Lunacharski y M. Pokrovski por incumplimiento del acuerdo del Buró Político
del CC. Preobrazhenski presentó la dimisión del cargo de jefe de la Dirección General de
Instrucción Profesional, que fue aceptada. El 13 de febrero, el Buró Político del CC aprobó las
propuestas de la comisión constituida especialmente para dictaminar sobre el mejoramiento de la
situación material del profesorado. Gracias a todas las medidas tomadas, el conflicto fue liquidado y
en todos los centros docentes superiores se reanudaron las clases. Recordando la "huelga de los
profesores" A. Lunacharski dijo que había sido el conflicto más tenso con la intelectualidad en
todos los años del Poder soviético.
p La flexible política leninista del Partido Comunista con la intelectualidad burguesa reportó buenos
frutos. En la primavera de 1921, un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Petrogrado intentó unir a su alrededor a los catedráticos y profesores al objeto de
obtener su concurso a la reforma de la escuela superior y acercarlos al Poder soviético. El grupo de
los "profesores rojos”, como se llamó a sí mismo, hizo pública una declaración en la que se decía
que el proletariado era el aliado natural de la ciencia y su verdadero defensor, ya que "el desarrollo
de la ciencia servía para él de garantía del triunfo de sus objetivos finales”, y que la dictadura del
proletariado "crea por primera vez en la historia condiciones para el libre desarrollo de la ciencia y
la amplia utilización de sus realizaciones en beneficio de toda la sociedad”. La declaración señalaba
también la clamorosa contradicción entre el estado de la escuela superior y las tareas depositadas en
ella por el Estado soviético. El grupo exhortaba a los pedagogos a organizar la enseñanza de las
disciplinas sociales en base al materialismo histórico y subordinar la enseñanza de las ciencias
aplicadas a la obra de cooperación al desarrollo armónico de las fuerzas productivas del país. El
grupo se trazaba como finalidad de su actividad luchar contra el corporativismo y el espíritu de
casta en la escuela superior y coadyuvar a la estrecha colaboración entre los profesores rojos y los
estudiantes.
p El grupo petrogradense del "profesorado rojo" se limitó principalmente a propagar sus objetivos y
tareas. Sus representantes intervenían en controversias públicas, asambleas estudiantiles y reuniones
de catedráticos y profesores. Sin embargo, no podía ser portavoz del estado de ánimo de grupos del
profesorado más o menos amplios. El obstáculo para ello era su heterogeneidad política y. también,
su actitud sectaria en 188 diversos problemas. Por ejemplo, el rector de la Universidad de
Retrogrado, catedrático N. Derzhavin, escribió que los miembros del grupo se habían deslindado
demasiado marcadamente de las masas de trabajadores científicos de la escuela superior, quedando
aislados por completo... No avanzaban adentrándose entre sus enemigos, sino marchando al margen
de ellos. Por tanto, era evidente su error táctico.
p Más eficaz fue la acción del grupo del "profesorado de izquierda”, constituido en Petrogrado a
finales de 1921. En él figuraban principalmente representantes de las ciencias humanitarias. En
septiembre de 1922 componían el grupo 80 miembros; a fines de noviembre, 116, y en marzo de
1923 unos 150, entre ellos 42 comunistas.
p En su primera asamblea urbana, celebrada el 14 de mayo de 1922, el grupo aprobó unos estatutos
en los que se fijaba el objetivo de "sostener una lucha organizada por la reforma y el desarrollo de la
escuela superior, a base de su renovación ideológica, en consonancia con las nuevas vías de la
ciencia y de la instrucción de las grandes masas populares trazadas ante la escuela superior por la
Revolución de Octubre”. Como miembros del grupo se admitía a catedráticos, profesores y
científicos.
p La autonomía de la escuela superior era una de las principales cuestiones que suscitaba animados
debates, en los que se comprobaba la actitud del profesorado ante el Poder soviético. La línea
política de los catedráticos y profesores reaccionarios se expresaba en el afán de independizar del
Estado a la escuela superior, de sacarla del control del Poder soviético. Es natural que el grupo de
pedagogos avanzados de la escuela superior no pudiera dejar de definir su actitud sobre este
problema. Rechazó decididamente la consigna de autonomía porque propiciaba la ruptura entre la
escuela superior y el pueblo e impedía la aplicación de las medidas del Poder soviético para
renovarla. "En la nueva Rusia —se decía en el llamamiento A todos los científicos y profesores de
la escuela superior, lanzado en septiembre de 1922 por el grupo del profesorado izquierdista— no
se puede poner la escuela superior a la completa disposición de personas que conocen
magníficamente una u otra ciencia, pero que a veces están huérfanas del don de gobernar y de la
capacidad de ver y apreciar correctamente los imperativos del tiempo. El saber, por profundo que
sea, no puede hoy conferir el derecho exclusivo a dirigir la escuela superior. En la Rusia Soviética,
cuya divisa es la negación de las ventajas clasistas, no hay sitio 189 para la casta privilegiada de
científicos. A los científicos se les puede reconocer tan sólo el derecho a ser respetados y merecer
gratitud por sus servicios científicos, pero no el privilegio de dirigir la escuela superior. Gobernarla,
lo mismo que gobernar a Rusia, corresponde hacerlo a los trabajadores, personificados por sus
representantes de las organizaciones interesadas en la prosperidad de la escuela superior".
p Este grupo participó activamente en la restructuración del trabajo de los centros docentes
superiores, en la confección de planes y programas de enseñanza, en la indagación del estado de la
base material de las escuelas superiores, en la selección y recomendación de candidatos para
integrar directivas, claustos y otros órganos de los institutos superiores y las universidades, celebró
asambleas muy concurridas, organizó controversias y polémicas, etc.
p El CC del PC (b) de Rusia respaldó la iniciativa de los profesores avanzados petrogradenses. El
24 de febrero de 1923, en la reunión del consejo de la sección de agitación y propaganda del CC del
PC (b) de Rusia para tratar de la labor entre los estudiantes se tomó el siguiente acuerdo: " ...
Considerar necesario organizar en los centros más importantes el bloque del profesorado de
izquierda a semejanza de la organización de Petrogrado, encargando a la sección de agitación y
propaganda de dar las correspondientes indicaciones a los diversos lugares”. Cumpliendo estas
orientaciones del CC del PC (b) de Rusia, las organizaciones provinciales, territoriales y urbanas del
partido emprendieron este trabajo de formación de grupos del profesorado de izquierda y de
fracciones comunistas dentro de ellos. Además del existente en Petrogrado, se constituyeron grupos
análogos en Moscú, Kazan, Rostov del Don y otras ciudades del país.
p Los grupos de profesores de izquierda jugaron un visible papel en la diferenciación del
profesorado, sacando de su masa a los pedagogos más avanzados e incorporándolos al trabajo
activo para restructurar la escuela superior en base a los nuevos principios y aislar a la parte
reaccionaria del personal docente. Hacia el otoño de 1923, con motivo de haber intensificado su
acción la sección de trabajadores científicos del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza, que
había sido constituida en 1921, fueron disueltos paulatinamente los grupos de profesores de
izquierda, encargándose dicha sección de cumplir sus objetivos y tareas.
p El Partido Comunista dedicó considerables esfuerzos a sanear el clima ideológico en la escuela
superior. Los centros 190 docentes del país se descargaron el fardo de los catedráticos y profesores
reaccionarios. Por ejemplo, en la Universidad de Petrogrado fueron declarados cesantes los
catedráticos N. Losski, N. Karsavin, P. Sorokin, S. Alkóldov, S. Frank y otros reaccionarios.
p Separar de las cátedras a los profesores más derechistas fue impuesto por todo el curso del
desarrollo de la escuela superior soviética. En Pravda del 5 de enero de 1921 V. I. Lenin escribió
que "el contenido de la enseñanza, cuando se trata de asignaturas de instrucción general (en
particular, filosofía, ciencias sociales y educación comunista) deben determinarlo únicamente los
comunistas" [190•33 .
p El cumplimiento de esta tarea llevaba aparejadas inmensas dificultades, en primer término a causa
de la gran insuficiencia de especialistas en ciencias económicas y sociales. En agosto de 1924, el
CC del PC (b) de Rusia destinó para la labor de enseñanza en los centros docentes superiores a más
de 60 funcionarios del partido muy destacados.
p Sin embargo, la necesidad de profesores era tan acuciante que no hubo más remedio que confiar la
enseñanza de asignaturas sociopolíticas a personas inseguras ideológicamente. Eran especialistas
bien preparados, pero con ellos había que tener “ojo” para que no convirtieran la cátedra del centro
docente superior en una tribuna de concepciones antibolcheviques.
p Los órganos del partido y de los Soviets atribuían gran importancia a la organización del estudio
de la teoría marxista entre la intelectualidad, empezando por sus eslabones más altos. A esta tarea
dispensó gran atención V. I. Lenin. Consideraba que a todos los profesores de las escuelas
superiores, en particular los que enseñaban asignaturas sociopolíticas, se les debía obligar a estudiar
los fundamentos del marxismo.
p En los centros de enseñanza superior se organizaban círculos, sociedades científicas de marxistas,
cursillos, seminarios y simposios. Por ejemplo, en 1924, muchos catedráticos y profesores de la
Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de Moscú asistían al círculo de estudio del
marxismo. Cuando en la Universidad de los Urales se formó un círculo de estudio del materialismo
histórico para los profesores, el interés mostrado por las clases fue muy superior a lo que 191 se
esperaba. En la Universidad de Petrogrado, la sociedad científica de marxistas adjunta a ella realizó
una intensa labor.
p A la par con esto se tomaron medidas para preparar científicos y profesores marxistas cualificados
entre los jóvenes obreros y campesinos, entre los comunistas. En 1921 se fundó el primer instituto
dedicado a la preparación de especialistas en disciplinas socioeconómicas: el Instituto del
Profesorado Rojo, en el que se graduaron centenas de historiadores, economistas y filósofos muy
competentes. La formación de especialistas en ciencias sociales se hacía también en los institutos de
investigación en ciencias sociales de la Asociación de Rusia y en las Facultades de ciencias sociales
de las Universidades.
p Escabroso y complicado fue el camino que hubieron de andar los profesores burgueses en el
trabajo conjunto con el Poder soviético. Pero, de otro lado, esto era un proceso lógico e inevitable
dimanante de todo el curso del desarrollo social. En el período que examinamos este proceso no
finalizó aún, mas precisamente entonces el partido y el Estado lograron que se produjeran cambios
decisivos en el ánimo y las concepciones ideológicas de la mayoría de los catedráticos y profesores
de la escuela superior. Ya a mediados de 1925, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR
pudo señalar en una disposición que se había operado una evolución considerable en la fisonomía
ideológica y en el estado de espíritu del profesorado y que se observaba en él un viraje hacia el
nuevo régimen. El Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR subrayó que concedía
extraordinaria importancia a este fenómeno, como también al cambio simultáneo que en el mismo
sentido se verificaba en general entre los científicos de la república.
p Los órganos centrales del partido y de los Soviets adoptaron medidas para impulsar los trabajos de
investigación científica y rodear de las condiciones necesarias a los hombres de ciencia. En
conmemoración del cincuentenario de la actividad científica del catedrático N. Zhukovski y de sus
inmensos méritos como padre de la aviación rusa, el Consejo de Comisarios del Pueblo de la
RSFSR, por disposición especial que llevaba la firma de V. I. Lenin, instituyó el premio anual N.
Zhukovski para los mejores trabajos de matemáticas y mecánica y decidió asimismo conceder
diversos beneficios personales al propio Zhukovski. Aprobó también una disposición por la que se
mejoraban las condiciones de trabajo para I. Pávlov, K. Tsiolkovski y algunos otros científicos.
p Cuando I. Gubkin obtuvo los primeros grandes éxitos en sus trabajos de investigación V. I. Lenin
presentó al Presidium del Consejo Supremo de la Economía Nacional la propuesta de 192 asegurar
con medios económicos la continuación de estos trabajos y premiar a un grupo de investigadores
concediéndoles condecoraciones y una gran recompensa en dinero.
p Testimonio de la solicitud por los hombres de ciencia fue la constitución de la Comisión Central
para el mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos, que acordó formar el Gobierno
soviético en 1921 a iniciativa de V. I. Lenin y con la participación más directa de Máximo Gorki.
Para atender las primeras necesidades se asignaron a esta comisión 2.900.000 rublos oro. La
comisión se encargaba de distribuir las llamadas "raciones académicas" [192•34 y subsidios en
dinero, defendía los derechos de vivienda de los científicos, etc. En el Cáucaso y en los alrededores
de Moscú se inauguraron sanatorios especiales para los científicos y pensiones balneológicas para
los científicos ancianos y sus familias. En Moscú se fundó la Casa de los Científicos.
p Debe advertirse que el acuerdo del Gobierno sobre la formación de la Comisión Central para el
mejoramiento de las condiciones de vida de los científicos y otras disposiciones encaminadas a
mejorar la situación de la intelectualidad se aprobaron en un período dificilísimo para el Estado
soviético, en los momentos en que un hambre pavorosa causaba estragos en todas las provincias
centrales de Rusia, los obreros se veían obligados a trabajar recibiendo raciones de hambre y los
campesinos se alimentaban de hierba y cortezas de los arboles. Esto demuestra que el Poder
soviético no reparó en hacer duros sacrificios cuando se trataba de cuidar de los hombres de la
ciencia y de la cultura.
p Por supuesto, la ayuda material prestada por el Estado soviético a los científicos fue uno de los
factores que hicieron cambiar la actitud de éstos hacia la dictadura del proletariado. Mas lo principal
consistía en que de ese modo se revelaba la preocupación del Estado por el desarrollo de la ciencia
y por la incorporación de los científicos a la viva obra creadora de la construcción de la nueva
economía y de la nueva cultura. Los científicos empezaron a comprender cada vez mejor que
precisamente en las condiciones del socialismo en construcción la ciencia obtenía el más ancho
campo para su expansión multifacética y el científico podía llevar a la práctica sus deducciones y
propuestas.
p Toda la actividad del Estado soviético era prueba evidente 193 de que las palabras sobre el valor
de la ciencia para la construcción de la nueva sociedad no eran pomposa fraseología y que la ciencia
era un elemento consustancial de esta construcción. Convencidos de ello por sus propios ojos, los
científicos, aun sin estar de acuerdo en todo con el Poder soviético, aceptaron la colaboración
práctica y creadora con él.
p Un gran acontecimiento que marcó este viraje tan visible en el ánimo de parte considerable de los
científicos, catedráticos y profesores de centros docentes superiores fue la I Conferencia de
trabajadores científicos de Petrogrado, celebrada los días 5 y 6 de noviembre de 1923. Muchos
científicos manifestaron en esta conferencia su sincero deseo de trabajar en pleno contacto con el
Gobierno soviético. Conferencias análogas tuvieron lugar en otras ciudades del país.
p Los años de restablecimiento de la economía del país constituyeron un período de importantes
realizaciones en el desarrollo de la ciencia, tanto en el ámbito de la teoría como en el terreno de su
aplicación concreta a la práctica de la construcción socialista. Surgió un fenómeno
fundamentalmente nuevo en la historia de la ciencia soviética y mundial: la planificación del
desarrollo de la ciencia en consonancia con las tareas de la economía nacional. La idea de introducir
en la ciencia el principio de la planificación les pareció irreal a muchos científicos, que vieron en
ella "una fantasía bolchevique”. Algunos temieron que la planificación de la ciencia coartase la obra
creadora individual y que el intento de establecer una interdependencia entre las investigaciones
científicas y la economía nacional llevara a la declinación de la ciencia.
p Sin embargo, ya entonces había en el mundo científico personas conscientes de que en la calma de
los despachos no se podía alcanzar un rápido progreso científico y técnico y que en la ciencia y las
indagaciones científicas era inadmisible el “anarquismo”. Estos hombres de ciencia veían que sus
"planes personales" debían estar dedicados a problemas científicos de gran alcance para el adelanto
de la economía y de la cultura del pueblo.
p Considerables fuerzas científicas fueron incorporadas a la labor del Comité Estatal de
Planificación de la URSS. Destacados hombres de ciencia trabajaron como consultores en los
Comisariados del Pueblo y desempeñaron también importantes cargos de dirección en los
organismos económicos.
p En junio de 1925, después del fallecimiento de V. I. Lenin el Gobierno soviético aprobó la
disposición "Acerca de la institución de los premios V. I. Lenin para obras científicas." 194 Este
acto significaba que el Estado soviético se proponía estimular la actividad de los científicos que
trabajaban en la dirección más afín a las ideas de V. I. Lenin, es decir, orientados a establecer un
estrecho nexo entre la ciencia y la vida.
La realidad soviética confirmaba diariamente la opinión de Lenin sobre que el especialista llegaría a
comprender las ideas socialistas a través de los elementos de juicio de su ciencia. Para el
profesorado y los trabajadores científicos la primera mitad de los años 20 constituyó un período de
deslinde ideológico, de grandes cambios en la ideología y de importante paso hacia la participación
activa en la construcción del socialismo.
***
Notes
[190•33] V. I. Lenin. Directrices del CC a ios comunistas que trabajan en el Coinisariado del
Pueblo de Instrucción. O. C., t. 42, pág. 320.
[192•34] Subsidio mensual en especie que se facilitó a los trabajadores de la ciencia, la técnica, la
literatura y el arte en los años más penosos en el aspecto económico (1918–1923).
Notes
[197•35] Archivo Central de Literatura y Arte del Estado.
[198•36] Del Archivo Central de Literatura y Arte del Estado
[199•37] A. Lunacharski. Las etapas del crecimiento de la literatura soviética. Na literatiírnoin
postú. 1927, N. 22–23, pág. 19.
[199•38] Frente Izquierdista de las Artes, grupo literario que existió en Moscú de 1923 a 1930. Las
concepciones literarias de sus miembros estaban ligadas con el futurismo. Editó las revistas Lef
(1923–1925) y Novy /e/(1927–1928).
[200•39] Kúznitsa “(La forja”). Revista fundada por un grupo de poetas soviéticos que en 1920
abandonaron la Proletkult. Los temas de la revista eran la poesía laboral, la camaradería, la
solidaridad de clase y el romanticismo revolucionario. El grupo literario Kúznitsa existió hasta
1928.
[203•40] A. Lunacharski. Acerca de la intelectualidad. Moscú, 1923. pág. 19.
Capitulo V
LOS INTELECTUALES
DE LA ÉPOCA ZARISTA
EN EL PERIODO
DE LA RECONSTRUCCIÓN
DE LA ECONOMÍA DEL PAÍS Y EN
LOS AÑOS
DEL PRIMER PLAN QUINQUENAL.
Notes
[209•1] El grupo de saboteadores de Shajti era una organización contrarrevolucionaria que cumplía
en los distritos de la cuenca hullera del Donbáss, entre otros el de Shajti (de ahí su nombre), tareas
del centro de guardias blancos en el extranjero y de los servicios de espionaje de Estados
imperialistas. El proceso por el asunto de Shajti se vio en Moscú (18 de mayo—5 de julio de 1928).
[209•2] El "Partido Industrial" era una organización clandestina que actuó en la URSS en 1926–
1930. En ella se habían agrupado intelectuales técnicos burgueses enemigos del Poder soviético,
que realizaban misiones de los capitalistas emigrados y de los servicios de espionaje extranjeros.
Los dirigentes del "Partido Industrial" fueron condenados el 7 de diciembre de 1930 en Moscú por
el Tribunal Supremo de la URSS.
[211•3] Proceso del "Partido Industrial”. 25 de novimebre — 7 de diciembre de 1930. Actas
taquigráficas del proceso y documentos agregados al sumario. Moscú, 1931, pág. 305.
[212•4] Archivo Central del partido del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS.
[212•5] El PCUS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos y Conferencias y de los Plenos
del CC, t. 4. pág. 88.
[212•6] José Stalin (1879–1953) era a la sazón secretario general del partido. Fue elegido en su XI
Congreso, celebrado en 1922.
[213•7] El PCUS en ¡as resoluciones y acuerdos de los Congresos v Conferencias y de los Plenos
del CC. t. 4, pág. 88.
Notes
[219•8] Archivo Central del Partido del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS.
[224•9] B. Kéller. La revolución proletaria y los intelectuales. Moscú. 1937, págs. 26–27.
[230•10] Alexéi Tolstói. Obras en diez tomos. Moscú, 1961, t. 10, págs. 148–149.
[230•11] Archivo de M. Gorki, t. X. Máximo Gorki y la prensa soviética, libro 1.
[232•12] " V. Nemiróvich-Dánchenko. Artículos, discursos, conversaciones, carias. Teatrálnoe
naslédie. Moscú, 1952, t. 1, pág. 49.
[233•13] Alexéi Tolstói. Obras en diez tomos, t. 10, pág. 202.
[233•14] Ibídem, págs. 190–191.
[235•15] V. I. Lenin. Acerca Je la candidatura de M. Kalinin para el i-argo de Presidente del
Comité Ejecutivo Central de toda Rusia. O. C.. t. 38. pág. 225.