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EL Sal.

23, comúnmente llamado "Salmo del Buen Pastor", quizá sea el mejor
conocido y el más amado de todos los salmos. Es la delicia de la niñez y el
consuelo de la vejez.

En el Sal. 23 no hay eco alguno de nacionalismo. Su alcance es universal. No


hay duda de que las experiencias de David como pastor en los escarpados
cerros de Judea, y más tarde, como anfitrión real en la opulencia de la corte de
su ciudad capital, lo prepararon para escribir este dulcísimo trozo de lírica
sagrada.

Agustín dijo que este salmo era el himno de los mártires. Sin duda se han
escrito más libros y artículos respecto a este salmo, y se han compuesto más
poemas e himnos sobre este tema, que sobre cualquiera de los otros salmos.

Contiene un mensaje para la gente de todas las épocas. Pero es más que el
"Salmo del Buen Pastor". No sólo describe al tierno Pastor que guía su rebaño
al descanso y lo alimenta "en lugares de delicados pastos ... ; junto a aguas de
reposo" y lo protege de los peligros del desierto, sino que además se esboza en
él el retrato del amable Anfitrión que proporciona alimento en abundancia y
solícita atención a su invitado.

El salmo termina con una confesión de absoluta confianza en Jehová, quien


guiará a su hijo con amor por esta vida y lo recibirá como invitado suyo hasta
el fin de sus días.
El poema se divide en tres estrofas.

Las dos primeras ( vers. 1 - 3, y 4 ), describen la amorosa conducción y la


protección del Pastor; la tercera ( vers. 5, 6 ) presenta la hospitalidad
proporcionada por el Anfitrión.

Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde
las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenación de sí hasta la
fe más sublime y la más exaltada comunión con Dios.

La historia de su vida muestra que el pecado no puede traer sino vergüenza y


aflicción, pero que el amor de Dios y su misericordia pueden alcanzar hasta las
más hondas profundidades, que la fe elevará el alma arrepentida hasta hacerle
compartir la adopción de los hijos de Dios.

De todas las promesas que contiene su Palabra, es uno de los testimonios más
poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y la misericordia del pacto de
Dios. . .
Gloriosas fueron las promesas hechas a David y a su casa. Eran promesas que
señalaban hacia el futuro, hacia las edades eternas, y encontraron la plenitud
de su cumplimiento en Cristo

La comunión con la naturaleza y con Dios ... no sólo había de moldear el


carácter, de David, e influir en su vida futura, sino que también por medio de
los salmos del dulce cantor de Israel, en todas las edades venideras, habrían
de comunicar amor y fe al corazón de los hijos de Dios, acercándolos al
corazón siempre amoroso de Aquel en quien viven todas sus criaturas.

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