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Una vez que la decisión de las primarias salió para febrero de 2012, muchos levantamos
nuestra voz de desacuerdo ante esa decisión que considerábamos y consideramos
todavía errónea y lesiva a los intereses del pueblo común opositor. No es posible que
algo que vemos con tanta claridad nosotros, quienes no militamos en ningún partido y
oímos las opiniones en la calle, no sea entendido de igual manera por la dirigencia de
todos los partidos. Sin embargo, ya es una realidad y esperaremos a febrero de 2012
para conocer el abanderado, sin saber si tendrá tiempo de dar a conocer que es lo que
hará por Venezuela una vez que sea Presidente. Es posible que no le alcance el tiempo
si el CNE decide que las elecciones presidenciales no sean en diciembre sino antes por
aquello de la conveniencia del líder supremo de la revolución.
Todos los precandidatos de la oposición recorren en este momento el país hablando con
la gente, convenciendo de una u otra manera a los electores de la inconveniencia de que
Hugo Chávez continúe siendo Presidente. Cada uno tiene su opinión, su discurso,
incluso su programa de lo que hará cuando sea, primero candidato opositor y luego
Presidente. Toda la energía desplegada por cada uno de ellos de ahora hasta febrero,
será invertida en hacer eso. Cientos de horas de equipos de trabajo, recursos logísticos,
viajes, etc., serán dedicados por cada precandidato para decir lo que a su modo debería
hacerse luego de que Hugo Chávez abandone el poder. Luego, cuando el precandidato
electo se convierta en candidato definitivo, volverá a recorrer el país, esta vez sí con el
programa diseñado por la MUD, para convencer de lo mismo pero con otros
argumentos a los mismos electores que visitaron ya antes, desde ahora hasta febrero. Si
hasta este punto no les suena como un desperdicio enorme, entonces es porque no me he
sabido explicar bien. Y en efecto, eso es lo que harán. Cada precandidato recorrerá el
país hasta que lleguen las elecciones en febrero, salga electo uno de ellos y volver a
comenzar.
Una ventaja especial de este enfoque estaría en que no importaría quien salga electo
como candidato presidencial, ya todos los contendores habrían ya cubierto una gran
parte del país, informándole a los electores cual es la oferta electoral de la oposición sin
haber pisado el candidato electo el primer pueblo con el primer discurso. Es decir,
hacemos del programa el verdadero candidato presidencial. Esto a su vez tiene una
segunda e importante ventaja. No importa quien sea el candidato presidencial, el
gobierno se vería en la obligación de discutir y comparar ofertas electorales y
programas de gobierno con la oposición, y no discutir de la persona del candidato
propiamente dicho, dado que todos los precandidatos tienen la misma oferta electoral.
Se puede tomar ventaja del hecho de haber dejado para febrero de 2012 la elección del
candidato opositor, siempre y cuando las ofertas de todos los precandidatos sean
intrínsecamente las mismas y obedezcan a un pacto entre todas las fuerzas opositoras.
Este pacto debería ir más allá de lo meramente electoral para convertirse en la propuesta
de un gobierno de coalición para sacar a Venezuela del atolladero económico, social y
político en que se encuentra, una vez que Hugo Chávez haya abandonado el poder. Eso
es lo que más angustia a los venezolanos que se preguntan si Chávez tiene razón al decir
que solo habrá precipicio si él no esta gobernando. Uno de los principales escollos que
tiene el posible retorno al poder de los viejos partidos es la promesa de que no se
volverá a realizar lo mismo que originó que Chávez irrumpiera en la escena política
venezolana. Con una oferta clara de cómo eso no volverá a pasar a través de hablarle
claro al colectivo comunicando lo que se hará y como se hará de parte de cada
precandidato, constituiría un acierto que ganaría adeptos de las filas del chavismo
inconformes de la ejecución del presente gobierno.
Sin embargo esta es una propuesta, un tiro en la obscuridad. Ojala todavía se pueda
hacer algo para irle ganando terreno al tiempo. Se requiere de una gran dosis de
tolerancia política entre los mismos opositores. Existen desde ya mismo propuestas
concretas escritas desde hace mucho por los partidos de la oposición venezolana que
deben traerse a la luz publica. Materias como el combate a la pobreza, programas
económicos para abatir la inflación y generar empleo, sobre seguridad, PDVSA, etc., ya
han sido largamente estudiadas, no por uno sino por varios partidos y grupos políticos.
Lo único que hace falta es que los partidos que las tienen acepten compartir esos
programas y aquellos que no los tienen aceptarlos en aras del bien de todos. Y salir
unidos a favor de una proposición común. Se podría decir entonces que el programa
tampoco es el problema. El problema se resume en las siguientes preguntas: ¿Existe la
grandeza y la humildad entre los dirigentes políticos para aceptar que una sola persona
no podrá con el desastre provocado en estos 12 años? ¿Podrán los partidos parir un
nuevo Pacto de gobernabilidad que abarque toda la complejidad de este tiempo y que
rija para el próximo periodo, considerado de transición? De la respuesta a estas
preguntas reside el futuro de mediano y largo plazo de nuestro país. Más le vale a la
oposición venezolana no equivocarse de nuevo…
Caracas 19 de Abril de 2011