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La Rebelión De Los Insectos
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La Rebelión De Los Insectos
PRIMERA PARTE
Los catetos
Hay aquél mal que se antepone a todos los males y que les engendra.
Que es el Adán y la Eva de los males, de quién, por obra y gracia de
una consecuencia lógica, descienden, cual prole, las más temidas
parcas; las más pesadas cruces; y los indescriptibles dolores. Solo
que, a diferencia de otros males, éste no puede acabarse, porque su
fin solo existe en el fin de los hombres. Irónicamente, es la causa de
ello.
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No es deber de nadie darle fin. Eso le hace peor, que todos estamos
en nuestro derecho de dejar que continúe la pandemia.
El retorno
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La cucaracha resume.
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-No, no todos.
Arguño respiró hondo por su tráquea más ancha. Suspiró. Luego dijo
algo en voz muy baja a su congénere, sin percatarse de que aún se
encontraba cerca al micrófono. Todos se pegaron a los
amplificadores y guardaron silencio.
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Los blátidos
Por esto, muchas veces, los hombres les pisotean. Porque en ese
andar taciturno; en esa espera por que se apaguen las luces, pierden
un tiempo valioso. Cuando las luces están apagadas ya no puede ver
nadie. Ni siquiera ellos, pero a diferencia de los mamíferos, pueden
ellos oler o percibir las ondas con sus dos antenas. Ésta
particularidad puede tanto causarnos envidia como ira. Por esto,
muchas veces, los hombres les pisotean.
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hombre. Pero también, muchas veces, vuelan. Ello les hace únicos.
Aunque en su etapa adulta, no muchos de ellos logran tal cometido,
una gran mayoría estira sus apéndices para dominar sobre el aire.
Ello también provoca envidia; ello también les hace tan propensas a
ser aplastadas.
Figurilla gris
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Se consolaba.
Macroexhumación
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niños se fueron a sus casas. Lo mismo las parejas que copaban las
bancas; Y los vendedores ambulantes; y, finalmente, los empleados
públicos encargados de recoger las malezas, limpiar los basureros, y
verificar que todo esté en orden. Aquél rincón de Lima hubiera
quedado desolado si no fuera por la gris presencia de Cándido.
Aquella figurilla retorcida y encorvada que se consumía en un
cigarrillo. Atrapó con la cabeza un conjunto de palabras y bocetó un
pensamiento:
“Ya sé del origen del frío. Es la ciudad que nos cobra los
atardeceres. Nos cobra la belleza que de ellos hacemos nuestra. La
ciudad se está cobrando los atardeceres. Es así. Una avara
celestina que une y rompe, une y rompe a su antojo, y así como te lo
da, te lo quita, y si no te lo quita, te obliga a compartirlo con otros
mortales. Es el precio de la justicia. Todos merecemos tener en la
vida una amante para recostar la decadencia sobre sus muslos y
sentirle las manos cálidas sobre el rostro cuando jura que todo irá
mejor, aunque ni ella misma sepa cómo. La ciudad se cobra el
milagro haciendo del tiempo una burla. Le corta los pies, le
suprime. Espera el descuido, la distracción, que es defecto de
poetas, y ¡zas! Cuando vuelves la mirada notas que adelantó todos
los relojes con sus millones de manos invisibles. Es así con los niños
también: les acorta los veranos cuando se entiende que de molicie
ya está bueno.”
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Muchas veces, los insectos sufren de ira. Cuando ven que no puede
hacerse nada, que nadie reflexiona, que en la práctica nadie atiende;
cuando hablan y es notorio que sus únicos receptores son las
paredes; cuando los hombres se muestran indiferentes con ellos.
Cuando, por ejemplo, les pisotean, no se quejan. Consideran tal
inmolación digna de ser remembrada en épicas citas; de inspirar
monumentos. Allá, bajo el cemento, innumerables estatuas de
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Su mayor tempestad nace cuando todo está perdido. Una vez que la
esperanza les abandona, ellos se dedican al drama vigorosamente,
como si se tratara de una encomiable labor. Aquello les dura un
tiempo. Prosiguen con sus discursos endiablados; se hacen de los
cantos de una epopeya desconocida por los mamíferos para
pronunciar arengas, y vierten sobre los acantilados el recuerdo
último que les quedó de los colores.
El arribo
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Exploración, investigación.
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- A mí no se me escapa, yo lo entierro.
- Bueno es que…
- Es que nada…- Dijo el joven insecto- mire, pruebe, y verá.
- ¡Dios santo!
- ¡Qué! ¿Qué pasa? ¿Está malo?
-¡Por el contrario! No había comido nada más exquisito.
-¡Pues bueno! Estos mamíferos fabrican cientos de kilómetros
cúbicos de esto al año. En todas las viviendas de acá podrás
encontrar uno, a menos que sean hombres socialmente
desadaptados. Digamos que es un bien necesario para el proceso.
Lo increíble es que nunca los terminan, los tiran a la basura y
algunos pedazos siempre caen por la cañería. Están botados y son
deliciosos. Si no fuera por el jabón, nos hubiéramos extinto hace
eras.
- ¿Por qué no se los terminan? ¡Es que no comprendo cómo no
pueden culminar con tamaña maravilla! No había comido nada más
fantástico en mi vida.
- En realidad no se lo comen. Se lo pasan por el cuerpo. Algunos lo
hacen todos los días, otros, cada eclipse, pero, esencialmente, esa es
su función. Ser frotados contra la víscera que cubre el cuerpo.
- Ya decía yo. He observado al animalejo que vive en esta vivienda
y la única conclusión que he podido parir es que es estúpido,
agresivo e inconsecuente.
- Bueno, eso sí, muy cierto- Y siguió el pequeño insecto mascando
el jabón.
- ¿Donde hay más de esto?
- En el baño, pero, ten cuidado. Que si te encuentran te dan vuelta a
revistazos, o, peor aún, pueden lanzar veneno y ahí sí que nos
jodimos todos, caballero. Con todo respeto se lo digo.
- Ah pues, tendré que abstenerme de hurtarlo, pero, ¿puedo recoger
un poco de este lugar?
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- ¡Cuanto guste!
- Mil gracias.
- ¿Cuál es tu nombre?
- 28.
-Picante. En el satélite usábamos muchos nombres para
diferenciarnos, hasta que un día se nos terminaron. Entonces
tuvimos que optar por el uso de acrósticos. Mi nombre, por ejemplo,
está compuesto de las palabras…
28 se precipitó.
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macho.
El animal.
Puede que esté en todas partes, pero, puede más que no esté en
ninguna. No hay sentido que pueda palparle, no hay ley que le
prohíba, es inmune a los discursos y a los tratados. Su debilidad
consiste en una voluntariosa acción, de la que todos, durante un
tiempo, desconocemos. Aunque es sabido que muchas veces,
sabiendo, nos hacemos los desentendidos.
Pero de ella saben los insectos. Siempre lo han sabido. Es por eso
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Las pieles
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evolucionar internamente.”
Los hombres azules tenían una tristeza que no podían consolar con
nada. Los hombres verdes parecían alegres. Los hombres fueron
hechos de muchos colores.
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Los hombres amarillos hacían el amor con los rojos, y luego los
rojos ingresaban a la fiesta que los azules tenían con los verdes. Los
hombres azules festejaban el cenit del placer carnal y evocaban sus
antiguas angustias solo para recordarse que más pena no valdría
vivir.
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Exhumación
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- Baja el arma-
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- ¿Eres un alienígena?
-¿Qué es un alienígena para ti?
-Un individuo de otro planeta.
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Inesperado Hallazgo.
Escribió:
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las partes que irradiaban mayor calor son precisamente las que
utiliza para ver y sorprenderse. Posteriormente noté un cambio
fascinante, no menos preocupante, en la acción de su ganglio
principal. Aquél calor, se irradiaba hacia el sector que utiliza para
realizar sus procesos afectivos. Hemos de suponer por ello que el
simio se sentía conmovido por los contenidos, lo cual es,
evidentemente, señal de que realizaría a posteriori almacenamiento
de informaciones en vista de que, como sabemos, un proceso
emocional es priorizado por la memoria de cualquier ser vivo. El
dato apocalíptico es que mientras más quedaban en él los
contenidos, de más espacio tentaban por hacerse éstos en fracciones
destinadas al aprendizaje. Luego de llamada mi atención advertí que
dicha realidad descrita en el artefacto, una suerte de maquinación
bastante calculada, carecía de sentido y ligazón legítima con la
realidad que vive el sujeto, y es por ello que sostengo que otros
individuos de la misma especie, una gran mayoría muy a mi pesar,
sufren la misma reacción, pues, este aparato se encuentra en casi
todas las viviendas humanas.”
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Pero estos no son vistos como crímenes por el hombre, sopesar que
a nosotros nos parezca civilizada la legislación blatódea, la cual les
enmarca así.
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mundo.
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Patología
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Los apelativos.
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-Uno. Creo que te hace mal beber; dos, lamento no llamarte por tu
nombre. Prometo que de ahora en adelante lo haré, siempre y
cuando, permitas que me acerque más a ti.
Cándido lo miró con ojos vidriosos pero sin que permitiera que el
insecto viera en su interior.
-Bien. Es un trato.
-¿Qué te atormenta tanto?
-No lo sé, mi vida es imperfecta.
-¿Por qué?
-Porque no existe equilibrio en ella- y apoyó el rostro sobre el brazo.
Echóse a gimotear-.
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Y se detuvo el tiempo también para las sillas; para los persas. Para
los hombres veloces también se detuvo el tiempo. La tierra, la
esfera que conocemos, se tuvo que detener también, y la vacilación
de su satélite parecía inclinarse. También la marea se atascó; las
olas gigantes de cinco metros de alto estacionaron sus picos
espumosos en el aire que, por lo demás, también estaba detenido. Y
en lo más hondo de las marianas un melanocetus detuvo su lenta
digestión; se detuvo el batiscafo que se le aproximaba y, se paralizó,
decenas de miles de pies por encima de este cuadro, el incesante
girar de las turbinas de un gigantesco avión de carga.
Arguño se sentó sobre sus rodillas y realizó un tercer viaje. Uno
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interior.
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Muy cerca del centro tuvo que detenerse a mirar las flores. Las
flores silvestres, de un sano amarillo, le llamaban la atención:
“pequeños atardeceres” les llamó. Y, de entre tantas florecillas que
vio en el camino, una en particular, le conmovió.
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José Sánchez
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-¿Y qué me dices tú, refinado insecto, respecto al origen del todo
que acabas nada más hace unos días de explicarme?
- Qué te puedo decir Cándido, yo ¡qué te puedo decir! Dicho
origen no existe pues tampoco existe un fin. Más no supongas que
a aquellas cosas que no poseen fin puede atribuírseles la misma
proporción. Para ellas existe la calidad de lo sempiterno.
- Dime tú entonces si debo temerle a la inmensidad. A lo que no
inicia ni concluye.
- Pues no, a mi entender, no.
-¿serías tú capaz de explicarme el por qué?
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¿Qué hacía a una tribu ser más fuerte?... ¿Su alimentación? ¿Sus
creencias religiosas?... ¿Su lengua acaso le facilitaba ahorrar tiempo
y comprender mejor?
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Los recuerdos que poseía del uso de los sonidos en las personas
distaban diametralmente de la concepción estructural y funcional
que la comunidad blatódea otorgaba a la música. En Origen la
música no es conocida como tal ni en término (lo que inspira la
“musa”) ni en aquellos estados que posee, en el caso insectario: La
premúsica, que existe pero no ha nacido en el plano físico pues si
bien puede que esté gestada en el inconsciente e incluso el
consciente, no ha sido abarcada por el proceso de materialización; la
materialización, que es la etapa anteriormente descrita; y la
interpretación, que es la vida que toma en sociedad.
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¿Quién ata a los hombres? ¿Quién les prohíbe darse tales libertades?
...físicamente, nada. La celda está en sus cabezas. Contra eso deben
luchar.
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me jodí! ¡el fin llegó por la santa madre!” y, pues, supondrán que no
era el cuco ni nada que se le parezca - aunque quizá un insecto
gigante tocando la puerta en horas de la madrugada puede causarnos
mayor pavor que un ladrón de juguetes-. La situación era otra.
Arguño arañaba con su patita más gruesa el centro de la parte
inferior de la puerta, pues sabía que generaría mayor resonancia en
el objeto y que “a mayor resonancia, mayores probabilidades de
alertar al “animalejo””.
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-Un ejercicio que funciona es, por ejemplo, imaginar que estás
haciendo algo que realmente te gusta, o, mejor, algo que siempre
quisiste hacer pero que no has llevado a cabo debido al peso de las
circunstancias. Pregúntate entonces, simio ¿qué siempre has deseado
hacer?
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Sorprendentemente, funcionaba.
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-Estás exagerando, pero, hasta cierto punto, tienes razón. Salvo por
lo de ti.
-Entonces duerme y deja de llamarle.
-¿A quién llamar?
-Mañana podrás enfrentarte a todos los monstruos juntos.
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Lo primero que se vio fue una niña. Bastante joven, de unos 13 años
quizá. Portaba dos cuerpos. Uno encima del otro, y ambos eran
similares. Parecían ciertamente desfasados y esto fue motivo para
que Arguño dijera: “Ahora es una presa fácil. Está débil”. Pero en
apariencia, débil no parecía. Sus manos rechonchas, sus ojos
despiertos, su aura de cono de helado. Tomó entonces una suerte de
cuerda y despertó con un soplido una caja. Aquella caja soltó una
musiquilla sumamente conmovedora, despedía colores sustractivos,
conjuntos sinfónicos que invadían todos los sentidos, y esto se veía
porque una puertecilla miniaturizada que a simple vista parecía
hecha de un material bastante flexible, latía, parpadeaba, y latía, y
latía, pero, sobre todo, parpadeaba: “Aquella es la glándula pineal.
Se ve más grande de lo que es en el plano físico y parece una
puertecilla porque es en realidad una puerta al mundo que deseamos
sea posible, viable.”-dijo la cucaracha. Incluso la figurilla, de
impresionable y terca deformidad, se mostró encantada por el festín
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Cándido se desmayó.
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salga de acá. Más bien ¿por qué no les invitas a venir un día de
vacaciones?
-¡Me parece ideal! pago por probar el jabón de allá.-Gritó 28-.
-¿jabón?-preguntó Torme.
-No nos vayamos por las ramas- reparó Arguño- Les tengo noticias
que quizá no les sorprendan. Así es que si le vamos a ver el lado
bueno al asunto estamos hablando de una confirmación. Eso mismo.
Les confirmo que creo que ya tengo el porqué de ciertos problemas
de la especie.
-¿podrías decírnoslo?
-Que son simios. Eso mismo. Primates que no comprenden su
posición en el mundo.
Entre otros alcances puedo hablarles de, por ejemplo, la búsqueda
de pareja ¡Es tan primario el fin y tan complicada la recompensa!
¡Es ser un pez en busca de tiburones! Pero déjenme que les extienda
datos. Las mujeres pelean por subir peldaños en el escalafón social;
los hombres pelean por las mujeres (con otros hombres) y para ello
deben obtener cierta posición en dicho sistema, es decir, Status.
Mientras que en la cabecita de unos el status se mide con el
potencial sexual propio, en la de las otras se mide por el potencial
sexual de la pareja. Pero son consideraciones normales pues
también puede decirse que se busca pareja para rellenar un vacío, y
sin embargo, lo correcto resultaría buscar la complementariedad, es
decir, evitar la sustitución. Tal potencial sexual radica en un valor
que el contexto asigna a determinados objetos o acciones. El uso
discriminatorio de tal valor, dependiendo de quién y cómo lo use,
muestra la cantidad de potencial.
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mejorar, pueden aún superar esa barrera mental que los sigue
acabando. Recuerda que otras sociedades del universo han logrado
vencer los barrotes de las cárceles de la mente con entereza.
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Hay que decir que Arguño no parecía una cucaracha normal. ¿He
mencionado quizá que el bicho más parecido a él es la cucaracha
gigante de Madagascar? Bueno, pues es del todo cierto que es el
único bicho al que se parece, si descontamos a otras especies del
orden de las blatodeas, en cuestiones de estructura, respiración,
digestión, etc. Pero no por ello era coincidente del todo con estas
especies. Era bastante más grande que la gromphadorhina
portentosa y este factor ya afectaba a su imagen significativamente
al momento de tener un encuentro con los hombres. Hombres como
la figurilla gris, a saber, otro bicho. Con mucha suerte se arrastraba a
través de los pequeños conductos subterráneos en los cuáles vivía 28
y sus hermanos rojizos. Debo decir también que los colores del
exoesqueleto no eran similares a los de la portentosa. Esto indicaba
que el bicho era raro en serio, porque incluso existen personas que
tienen como mascota a una portentosa, curioso también es
reconocerlas en filmes y otras gracias. Busco decir que de tener
algún contacto muy cercano a la gente, ésta reaccionaría muy mal.
Muy, pero muy, mal. Y miedo debía tener Arguño de aquellos
espasmos.
Unos pocos kilómetros más allá ocurrió algo que nadie quería
esperar, pero que era perfectamente posible. Corrección: salvo
Cándido… ¿quién lo hubiera deseado?
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tres discos.
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Podemos corroborar, con este hecho, una de las tantas teorías de los
antiguos visitantes, en este caso. Nunques dijo: “Definitivamente,
hay especies que en apariencia no son tan inteligentes como el
hombre pero que sin embargo actúan de manera bastante más
coherente. Por ejemplo, los ratones”. Dijo esto nuestro congénere
refiriéndose a una especie de limitado mamífero que habita en los
núcleos urbanos y cuyos comportamientos le causaron admiración.
El ratón, por ejemplo, cuando ve que otro ratón muere a causa de
ingerir un alimento, comprende que dicho alimento será nocivo para
él mismo y por ello lo deja, lo evita o se deshace de él raudamente.
No pasó esto con el simio en cuestión si es que vamos a establecer la
analogía de “veneno es a ignorancia como ratón es a hombre” Me
aventuro, pues, a creer, que estos primates son bastante más
estúpidos que los ratones. Pero es este mi juicio sin embargo.
Juzguen ustedes”.
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-¡Ah!, ¡no puedo creerlo bicho!, me has dado gusto. Pues ahora me
someteré a tus pruebas. Que no te sorprenda mi buena gana, es que
ya me estoy sintiendo mucho mejor conmigo mismo, pero que
mucho. No dudes eso, hasta más guapo, ya lo creo.
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Entonces sintió que caía. De pronto creyó tener los ojos abiertos, y,
sin poder moverse, sobre aquella mesa, veía como algunas sombras
antropomorfas se deslizaban sobre él. Temió, pero del miedo le
hablaría luego el insecto. Mientras, Arguño le aconsejaba: “La
última vez que realizamos el experimento tuviste la posibilidad de
ver un porcentaje de la realidad valorativa y otro de la realidad
sustantiva. O, lo que es igual, del primer y del segundo mundo.
Ambos palpables y en apariencia físicos, diríase. Ahora verás la
realidad primera de manera mucho más nítida y de la última
percibirás apenas un reflejo.”
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Las risas de las otras cucarachas rojas hacían eco. Incluso a Torme,
que no estaba del mejor humor, le hizo gracia el comentario del
dodo. 28 no venía ni iba, sencillamente estaba. Figayo intervino:
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atiéndeme. Es que, ¡Tengo que decírtelo con estilo porque así soy
yo! ¡bicho con mucho estilo! Y goloso. Verás, mis padres me
separaron de entre otros huevos porque tenía un destino especial,
reservado para…
-…Dínoslo.- Muy serio irrumpió Torme.
- Pues, no sé. No tengo idea. Pero asumo que no debió irse muy
lejos. Después de todo, cuando se fue había comido tanto jabón que
desvariaba. Sus comentarios se pusieron un poco extraños,
compartía impresiones ininteligibles, ideas confusas. Se las traía
con rareza, es decir ¿me dejo entender? Frases como: “Voy a
detenerlo”, y “baño en la hemolinfa”. Cosas que dice uno cuando se
excede, o cuando sale de un centro de esparcimiento especial ¿me
estoy dejando entender, ilustrísimos?
-No, sí, nos queda claro que no sabes a donde fue. Pero con el dato
que nos diste podemos comenzar, al menos, a inferir. ¿Algo más que
decir?
-¡Claro querido!, tú proponías algo apenas yo te corté la inspiración.
No sé si, podrías…terminar… el ofrecimiento ¿Bueno?, y no te
estoy presionando. Yo soy nervioso, sí. Me jacto de serlo, pero, mira
tú. Soy como aquellas blatódeas que dicen muchas cosas pero que en
el fondo no dicen nada ¡Estrangúlenme! ¡No he querido ser así
nunca…!
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Diría Arguño, quizá, que decir que todo sustantivo humano podía ser
físico, a pesar de que se le considere intangible por los “macacos”,
estaba completamente justificado pues, en la primera realidad,
resultaba ser así. Para ello existían los sentidos que recién el torpe
cuerpo de Cándido, comenzaba a usar de la misma forma en la que
un novel piloto conduce su nave por primera vez.
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Cándido temía.
Cándido pensó:
“Debí explicarlo hace un rato, no pude. Creí que no debía. Estaba
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del país de las ideas simples, para pechos cobardes. Tan trillado
como el cliché más ruin. No sufras por el residuo de pasados donde
la ignorancia física reinaba. Toda concepción de belleza y horror
hoy en día es un rezago de eras llenas de infortunio para la ciencia y
la religión y que, gracias a los centrismos, nos surte de un legado no
menos deplorable respecto a nuestra percepción de ello.
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-Si quieres saber de los más perjudicados por aquello hecho para el
tacto, pues, te digo… hay unos, vehementes y necios hombres, que
dejaron de plantearse la búsqueda de la verdad como una prioridad
en el errante andar de sus corazones. Ellos, por ahora, están
perdidos.
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El hombre, de palo albino y opaco, hizo caso mientras abría los ojos
de modo que sus tristes espejuelos parecían dos luceros decadentes
al borde de un estallido. No pudo mover los pies. La sustancia
pegajosa le impidió zafarse del suelo. Pero Arguño, complaciente y
considerado y, también, con esa sonrisa burlona que ya podía
notarse gracias a los rasgos faciales antropomorfos recién
adquiridos, le ayudó limpiándole, con un trapo, la ponzoña que le
paralizaba como tela de araña que tulle a otras minúsculas
criaturas.
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-Ojalá tuviera ánimo para ello. Aunque dudo que sea tanto la falta de
ánimo. Creo que me desmorono. Supondrás que necesito,
precisamente ahora, que me dejes cerrar los ojos y dejar que algo en
mí tome rumbo propio.
-Pues claro. Con todo tu hablar difícil no hay otra cosa que me hayas
dejado entender. ¿Me equivoco?
-No discutas. Ni conmigo ni con nadie. Hazme el favor de cerrar los
ojos con la misma gana.
Y ambos durmieron:
* * *
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Mas de entre toda la especie tendré que hablarte del particular caso
del Perú. ¿Qué gracia, no? Y es que, todo gozo conlleva un
sacrificio.
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Las minorías del país resultan poderosas. Es por ello que el fruto de
la producción nacional se reparte, como los pasteles de jabón que
recomiendo que prueben, entre muy pocos (pregúntese a las
periplanetas). Pero esto no es lo más triste. Hay un grado tal de
ignorancia respecto a temas tan trascendentales, como la justicia,
por parte de las mayorías, que las multinaciones han convertido
su experiencia en lo que no es más que el vacilar de una pluma en
el céfiro. El olvido, de este modo, aparca en los sótanos de las
casuchas de sus mentes y suprime toda reflexión histórica. Ya a
estas alturas la realidad sería otra. Se desarrollarían aquellos
conceptos firmes del autosostenimiento, de la biotecnología y de la
bioadministración cuyos fines deben ser la homeostasis entre los
sistemas artificiales y la naturaleza de la tierra. Pero no queda todo
esto más que en el limbo de unas pocas reflexiones de unos aún más
pocos soñadores.
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La Rebelión De Los Insectos
Por otra parte, será muy difícil que este dilema sea solucionado por
las minorías poderosas. Esperar, se te dice, a que el aparato estatal,
a que cualquier tipo de maquinaria, solucione el problema de la
educación, es pedirle peras al olmo. El cambio parte de la actitud
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Y sobre todo, debe tenerse en cuenta que nunca hay que olvidar;
que siempre hay que reflexionar. El olvido y la irreflexión son
padres de la ignorancia, y ella es la monstruosa y aterradora madre
de los males de este mundo.
¿Por qué hablaría de esto al insecto la voz del valle? ¿Sería porque
aquél se encontraba entonces en tal lugar? ¿Acaso por acotar un
ejemplo?
No lo podremos saber.
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“De entre tantos rincones del mundo en los cuales pudiste nacer, el
universo conspiró concienzudamente para que existieras en este. Es
este pues el lugar al que perteneces, el vientre húmedo y tierno de
donde provienen los sueños del futuro. Acepta este lugar como si
Dios te lo hubiera dado como tuyo, y tuyo será por tanto.
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SEGUNDA PARTE
El Vientre
-¡Déjame ir bicho!
-¡Que no! ¡Ya tienes el vehículo! ¡Ahora me darás gusto simio!
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-Eso es… lo que debería ser. Este es quizá el último recaudo contra
aquellas manos blancas que ves ahí. Témeles, pero enfréntalas.
El mundo no es occidente
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No hay mala imagen. Hay un mal uso de ésta; No hay mal sonido,
hay un mal uso de éste; No hay mal texto, hay un mal uso de éste.
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Hay que abolir ciertas leyes y promover otras que actúen en pro de
los deseos de los individuos voluntariosos. No favorezco en esto,
como se sospechará, a un conjunto de vagos que aún en la miseria
no ostentan la mínima necesidad espiritual de vivir, sino a aquellos
hombres que, por el hecho de desear contribuir al bienestar de sus
sociedades y las sociedades del mundo, ameritan el apoyo
correspondiente del sistema. Con todo esto solo busco demostrar que
ningún sistema es perfecto, y que incluso en el humanamente
planificado y calculado sistema económico, político y social de
occidente, hay defectos dramáticamente perjudiciales para efectos de
un escaneo objetivo de esta realidad. Hablo, por supuesto, de las
riquezas materiales y espirituales de estas provincias y su balance.
Ningún sistema puede ser perfecto si quienes le dirigen son
imperfectos.
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las libertades hacen del hombre un ser pleno que puede desarrollar
su potencial al máximo”.
Tal niño pretende decir que el otro niño es malo, pero no se trata de
otra cosa que de una forma para reemplazar ciertos vacíos internos;
no es otra cosa que un intento por calmar su propio dolor. No existe
el niño perfecto, todos moquean, lloran y se agarran a puñetazos
cuando se sienten ofendidos, por más ridículo que haya resultado el
vituperio (“cara de lapicero”, por ejemplo). Los niños adoran
alucinar que existen seres malditos a su alrededor: brujas, ladrones
de juguetes, cobaltos agresivos. Y si tales no existen, les inventan,
argumentando como lo haría cualquier infante: “porque tiene un
lunar aquí es la terrible bruja”;”porque lleva un saco en la espalda,
es un ladrón de juguetes”; o “porque es viejo, encorvado y gritón, es
el duende agresivo”. Pero lejos de estar en lo cierto no hacen más
que causarle gracia a un adulto al momento de explicar su
apreciación por estos seres. Así se configuran las creencias de los
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Sin irnos más lejos, quiero seguir con lo mismo que hemos tenido
como premisa desde antes de la planificación de este periplo. Que la
educación, en todos los lugares del universo, debe ser una prioridad.
Paralelamente, adjunto estadísticas sobre la distribución de
riquezas físicas y espirituales de los homo sapiens. Notarán que las
clases “altas” carecen de criterio espiritual (salvo contadas
excepciones), siendo este lastre directo predecesor de sus
equivocados juicios sobre el resto de los hombres; del mismo
modo obsérvese la falta de riqueza material en las clases “bajas”, la
falta de conocimientos racionales y naturales del universo.
Observemos pues que de estos últimos números proviene el
resentimiento a lo que suele llamarse acá “falta de apoyo”.
Aunque, por otro lado, y de manera subjetiva, podemos revertir
totalmente los papeles y decir lo contrario del uno y del otro,
porque unos entienden al universo de una manera y los otros,
confían que el espíritu es guiado por la propia razón lo cual es otra
manera de percibir al todo.
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*2.5 micrómetros.
Sobre el experimento.
No podemos decir si era tarde o era noche. La luz que despedían las
nubes suspendidas por hilos monocromáticos en el techo mantenía
constantes haces neutros -porque era un techo como el de cualquier
casa alta de principios del siglo XX-. El cielo raso tenía el color
marfilado de algunas flautas. Bajo el suelo se descurbrían grietas
que luego se abrían paso hacia la superficie en donde, como bocas,
salían pequeñas aberturas y emitían el mismo sonido de una
inhalación oral. El retorcido hombrecillo hacía lo posible para no
pisarlas, pero resultaba bastante difícil teniendo en cuenta que una
vez que se cerraban unas se abrían otras, y entre el pegajoso líquido
que incluso salpicaba en dichas aberturas, y el peso de sus propios
pies, la tarea de avanzar si quiera cinco metros era trabajosa y
agotadora para el sujeto. Arguño tenía que arrastrarle, y mientras lo
hacía fruncía el ceño de ese peculiar rostro humano que acababa de
formársele. Su sudor era del mismo color que el rostro. Un negro
alquitranado, y poseía también la densidad y caída de un material
como tal. El escurrir era lento, y el calor en sus ojos, quizá
transparentes, se convertía en una acaramelada señal de fatiga.
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La tardanza ha demorado.
Están tan quietas la esperanza y la fe
En el lecho de nuestro hermano
Han dejado de caer sobre la tierra las lluvias que daban fruto.
Y la madre ha exclamado: “Ha muerto mi hijo”
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¡Que no permita de ningún modo la tierra que otra vez nazcas crudo
de mente y cocido en tu impetuoso viaje hacia el desconocido
objetivo!
Trocarán:
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Para:
Pero qué podemos decir. No hay muerto malo. Pero malos son ¡y
mucho! Aquellos idos por motivo de su soberbia.
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Hay que dejar muy claro que si bien Garol y Menteo pertenecían a la
misma camada, su diferencia de edad resultaba radical. Garol fue el
primero en nacer. Menteo, el último, coincidió por ello con otras
generaciones posteriores. Debería decirse que era mucho menor que
Nunques, primer hijo de la segunda camada.
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-Te diré bicho que no soy yo quién puede ayudar a los viajeros
extraviados. Tomemos un breve receso, me canso de hablar.
-Pues presiento que no hay del todo problema, jerarquía. Mirarás tú.
Las cucarachas lo sabemos bien, somos seres que en situaciones
extremas podemos adaptarnos al entorno. Esta propiedad, tal como
la información para personal burocrático que nos fue facilitada
respecto a los viajes de Arguño nos indica, no es característica de los
simios que habitan la tierra. Si fuera así, sobrevivirían a la inminente
autodestrucción, pero como el tiempo que les queda es demasiado
corto como para tomar conciencia, pues, me temo que no
importando lo que pasara, habría que preocuparse más de que ellos
se extingan a que sufran acaso rasguño los tripulantes de las dos
naves enviadas. Tómate el hecho de que aquellos hijos de Origen
estén en la cuerda floja de la existencia, con la tranquilidad con la
que se toman los simios su destino.
-Dudo que el más soberbio de los tomos que puedas encontrar acá
contribuya a la generación de soluciones prácticas. Incluso dudo que
en ello halles consuelo para el amargo sabor de tus dudas, son datos,
sin embargo, creo que hay manera de ayudarte y darte gusto en la
congoja.
-Pues dímelo.
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Cuando quiso abrir los ojos, Menteo entendió que sería imposible
ver, y no los abrió más. Fueron en la máscara dos párpados
dibujados con la inscripción en blatódeo moderno: “Hagan caso
solo de la mitad de lo que yo les diga”.
Asignación Originaria.
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Ahora, es también cierto que existen los oscilantes, que son los
blatódeos que se encuentran en los límites. El 1.1% intelectual con
físico superior y el 1.1% físico con intelecto superior. A ellos se les
realiza un nuevo examen de competencia con el 1.1% medio con
intelecto inferior y el 1.1% medio con físico inferior durante la
debacle de la adolescencia Así puede determinarse con exactitud si
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¿Irónico? Menteo siempre dijo que era una bofetada del destino
pues no se le permitió jamás depositar su esperma en la hembra de
su consideración y sin embargo el comité especializado solicitaba
insistentemente sus criterios para el análisis de la asignación
individual.
Fue a sus 48 años, durante una etapa que, podemos decir, era de
mayor frustración, que decidió abandonar la academia de la camada,
donde ya dictaba cursos de todas las especialidades, para dedicarse a
reivindicar su posición primaria respecto al sistema de asignación
originaria. Podemos, de una u otra forma, decir que esta
disconformidad en el individuo le llevó a su segundo y definitivo
gran plomazo.
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El templo laico
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Erreópe llegó de estudiar, y fue recibida con flores frescas por todas
partes. Su sorpresa la llevó a un nivel emotivo tan grande que las
lágrimas se bloquearon, y no lloró lo que no sabemos ni podremos
saber si sentía.
Debo aclarar que los templos blatódeos son laicos. Solo brindan un
espacio público para que se realicen las ceremonias que las personas
crean adecuadas para su vida espiritual. Hay tantos, que no es
necesario reservar o hacer una fila para realizar los ritos. Este
templo, por ejemplo, siempre estaba desierto pues se encontraba
cerca de una laguna de nitrógeno demasiado fría y cuyos vapores
brindaban una atmósfera azul que podía deprimir al más maniaco
insecto del sector. De ello constaba el símbolo. Las flores que
adornaban el piso, el atril, las aras, todo representaba lo que ellos
ambos eran juntos en un universo triste y vacío. O al menos, esa era
la creencia del bicharraco.
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Relatividad
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-¡Pues claro! A una mujer así soy capaz de atravesarla a sablazos sin
necesidad de estar borracho.
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trago.
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a la característica?
- Pues, si la característica tuviera unas tetas así, ten por seguro de
que la dejo tomando antiinflamatorios.
-El canon ¿verdad?
-¿quién es ese huevón?
-Y el canon es una pre concepción de los receptores determinada por
convenciones sociales, las cuales, en el fondo, siempre surgen
gracias a los procesos históricos sociales.
-Al grano bicho, al grano que quiero ir al baño.
-El caso es que, tú entiendes que existe la percepción de belleza
individual y la masiva. Que una está determinada por factores
empíricos individuales, mientras que la otra, por los sociales, es
decir, los procesos históricos. Entiendes también que este patrón de
conducta, a saber, tu reacción ante este tipo de estímulos, se debe al
binomio producto de ambas creencias. Tal es el resultado de la
retroalimentación de posturas. La masiva determina a la individual,
y la individual a la masiva.
-Ah, ya veo ¿no te gustó que te dijera que eres mi hermano?
-Atiéndeme, quiero que entiendas que la subjetividad juega un rol
fundamental en la construcción de la imagen, no puedes juzgar
como bello de manera objetiva porque, como ya te dije, esto viene
determinado por procesos. La pregunta que quisieran todos los
simios responderse es ¿de qué otra manera puede ser esto o ello
bello? Y la respuesta es simple, la belleza es relativa, cualquier cosa
puede ser bella dependiendo de cómo se le mire, y si no fuera así no
existirían vénuses líticas ni música como la de Schonberg. Un punto
se mueve en relación a otro estático, pero puede decirse que no es el
punto el que se mueve si no todo aquello que lo rodea, pues ¿quién
ve desde afuera? La verdad se manifiesta en este caso gracias a
variables físicas. Por otro lado, entonces, decimos que esta mujer es
bella, porque las otras no lo son, hay una distinción, pero si algún
otro simio no la considera bella, podría considerar también que las
otras lo son, y estaría apartada por ello, pero es más complejo pues
influyen en tal juicio subjetivo las variables sociales y la percepción
generada gracias a la experiencia. ¿Ves lo que quiero decir macaco?
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-Definitivamente…¡no!
-Que la belleza es relativa, siempre estará condicionada a los
factores sociales, a los procesos históricos, pero, primordialmente, a
la experiencia del individuo, es decir, a la subjetividad.
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Es por ello que los hombres de colores eran tan educados y tan
generosos.
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Debe quedar claro. Debe quedar más que claro. El principal afán de
estos hombres era el de aprender, y el de aplicar lo aprendido.
Porque a esto, ellos lo sabían, han llegado todos los seres al mundo,
para aprender, para amar, porque cuando se aprende de todo, entre
otras cosas, se aprende a amar. No valdría la pena vivir si no
cometiéramos la locura de amar. No valdría la pena vivir esta vida si
no es para aprender algo. Es probable que la coloredad en extinción
representara tal creencia en el drama. Se decía que los hombres han
venido al mundo para despertar, que no era otra cosa que un sueño.
Pero lo real no puede ser soñado, así que descartaremos tal
exageración por la de que los hombres llegan a la vida para aprender
y para amar. Y de nada les sirve venir a esta vida y a este mundo de
hombres si no es para hacerlo un mundo mejor, y a hacerlos mejores
hombres. Hombres del crisol. Coloridos seres para los que en
aprender y amar radica el fin de la ética.
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dado un solo paso ¡he aquí el milagro!; no les hace a los simios, ser
ignorantes, culpables de algo. Les hace culpables evitar conocer, es
el temor…; claramente no imprime sobre ellos la estupidez su sello,
por motivo de que ocurran negligencias a diario y violen, el derecho
que les corresponde, los abyectos. Les hace estúpidos guardar
silencio; Definitivamente no les hace animales el hecho de que
existan medios de comunicación que les digan mentiras colosales y
se les manipule a diario. Les hace animales el hecho de que se
traguen aquellas mentiras como si se tratase del calostro; que se
dejen manipular a diario con la misma condescendencia con la que
una ramera bien pagada abre las piernas, aunque, en vez de recibir
recompensa alguna, vean ultrajados su más valioso tesoro; No les
hace bestias disfrutar del sexo (¡En lo absoluto!). Les hace bestias
aprovecharse de él para el chantaje subliminal; No son en el fondo
ingenuos los hombres por tener bienes materiales, son ingenuos por
no darse cuenta de que el peso que tienen los bienes por sobre la
riqueza de las diversas individualidades, es el de una flor… bella y
luminosa manifestación de beldad que el peso de las horas marchita
indiferente hasta ejecutarle sin atisbo de misericordia, para siempre,
sin que exista remota posibilidad alguna de renacer. Tal como el
canon en la historia…; No son los hombres imbéciles por tener las
tecnologías (aunque limitadas) que poseen. Son imbéciles por no
saber aprovecharlas en beneficio de la generalidad… Pues Bueno,
supongo que a esto se refería Menteo. Es solo una interpretación.
Son los hombres responsables de sí mismos como individuos, la
primera exigencia empieza con uno, después podrán concentrarse en
el funcionamiento correcto de los aparatos de poder.
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Y en otros…
Microexhumación
-¡Ayúdame!
-¡No! ¿Para qué es eso?, ¿intentarás atacarme ahora insecto? ¿Acaso
no te bastó con haberme matado? No, no te bastó con darme muerte,
¿verdad bicharraco? ¡Ahora quieres rematarme en el cielo de las
rarezas para que yo olvide tu nombre al momento de presentarme
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ante el supremo!
…; Por último, no existe tal cielo del que hablas, del mismo modo
que no tendrás que presentarte ante un supremo por ahora, para eso
habrá tiempo en alguna realidad paralela, no ésta bicho, no te aflijas.
Para ir libres por la vida es necesario matar a todos los edenes,
ídolos, y profetas habidos, y por haber. Incluso al Dios de todos,
para crear así, uno propio. Un Dios de la consciencia que regule
desde el individuo todos los actos de la sociedad.
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Después de dos tres lunas, extrajeron del subsuelo una urna pequeña
con un cobertor de franela. El ingenio de Arguño era puesto a
prueba por la puertecilla sellada. Se dijo: “No hay tiempo para el
romance” y reventó la urna con una piedra de proporciones
considerables. A estas alturas del partido era evidente la
desesperación del bicho. Cruel fue la desilusión de ambos al ver que
corpse no había en su interior, pero sí hallaron algo. Eran fotografías
de cándido cuando era niño. En la primera se encontraba
sosteniendo un pincel y tenía manchada la cara con pintura. Con una
sonrisa como la que mostraba, fácilmente podría derretirse un
iceberg; en la otra se le veía sostener un libro y atender concentrado
al sucinto texto que acompañaba una ilustración en blanco y negro.
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Menteo en la tierra.
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La búsqueda
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delirante como éste, ornado por las más extrañas formas de vida del
universo, cualquier bicho se mostraría temeroso ¿verdad?
-Esa es una afirmación a medias. Yo me encuentro en absoluta paz.
Torme intervino:
-¿Cómo lo sabes?
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-Pues un poco más no me caería nada mal- comentó con calma pero
sin aminorar el tono insinuante que caracteriza a la petición.
-En primer lugar debemos saber qué fue lo último que dijo el bicho
antes de precipitarse a lo desconocido. Por ejemplo. Hay ciertos
datos referenciales a las últimas comunicaciones sostenidas entre el
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Detalles.
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Bicho nuestro hermano que ha dejado el nido azul donde nacen los
alveolos que alimentan la fiesta medular. Ido te nos has y adiós
decirte nadie ha en este astro podido.
Llegamos vestidos a esta tierra, para fundirnos con los otros, para
amar sin reparos, y al final del camino nos vemos inevitablemente
desnudos. Des provistos de todo salvo la inconsciencia. Ella sabe
cual nadie cuán fácil ha sido amarte.
La cima
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sus alas dentro de los tallos huecos de aquellos geranios. Sobre las
rocas, musarañas cantantes hacían gala de su divino talento y a la
luna le dedicaban estrofas enteras de canciones que el hombre no
conoce, pero que guarda dentro de sí en espera del instante preciso
para sacarlas a flotar entre el prójimo. Aquellas lunas se imponían en
el firmamento como dos pechos feroces impacientes por sentir la
mano amiga de uno o las encías de un lactante sobre sus montículos
erectos de tierra verde y roja. Y guiaba con una hoja de palmera que
encontró bajo las ranas la ruta de la barcaza. A medida que
transcurrían las horas y el simio del bicho se mostraba, cada vez con
menor decencia, autocompasivo, la oscuridad se desprendía de los
techos del cielo para dejar entrar sobre la corriente parsimoniosa el
reflejo furioso de los astrosomas. Aquella noche y después de
mucho tiempo Arguño pudo divisar, con toda nostalgia, la tierra de
la que parecían salidos todos los cuentos de su ensueño. El caudal
del río dinamizó su crecimiento abruptamente, y la fuerza del
líquido se disparó sin dar aviso mayor que el de la menor presencia
de grillos y reptiles de agua. Las rocas comenzaron a dar golpes a la
barcaza, hora aquí, hora allá, y se arrugaban las puntas del papel de
manera que en uno de estos chapoteos una piedra saltó desde el
fondo y golpeó la cabeza de Cándido. Ambos saltaron. Luego rieron.
El siniestrado acudía nuevamente y con lentitud exasperante al
diálogo. La fuerza del agua se hacía escuchar. Los rugidos de
algunas buenas bestias soplaban sus tonos grises y amarillentos en el
eco de la soledad, pero el río siempre sonaba más fuerte. Más fuerte.
Y más piedras saltaban y ambos viajeros esquivaban los ataques con
inusual aplomo. Ahora sí que estaban despiertos:
-¡Ah! ¡Simio! Has oído, prestado atención, al río, porque este quiso
darte su saludo. Despierta.- El río sacudía al barquito. Ni siquiera un
instructor de canotaje hubiera podido colaborar en medio de aquella
chanza del destino- ¡El río nos dice que estamos cerca del estanque!
¡Allá dormiremos!, pero seamos pacientes, que falta, y mira, ¡parece
abismal todo pero no, los abismos están más abajo!, ¡donde los
gallitos de las rocas entierran sus picos! ¡La cima se ha inclinado en
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Han muerto.
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La hipotenusa
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empinado que les tiemblan los tarsos entre roca y roca. Y las
antenitas se mecen en el céfiro como retazos de papel. El céfiro
también tiene voz, tiene su propio lenguaje, tal como el aletear de las
mariposas y las flores que buscan el sol. Y solo le leen quienes
comprenden. El resto, puede irse perfectamente al carajo y sin
intermediarios.
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-Lo dudo. Somos más inteligentes que ellos, más fuertes (en grupo),
e irónicamente más unidos. Tenemos tecnología más avanzada,
mayores conocimientos del universo. Incluso el habitante más
insignificante de Origen está más entendido en cuestiones
espirituales que la consciencia de 10.000 simios juntos. Tampoco
caben en Origen y consumirían demasiados recursos, en fin, inútiles.
-Podríamos comerlos… ¿No?
-¿Estás loco? Con todas las porquerías que comen resultarían
tóxicos. Recuerda la ley Nunqueana sobre alimentación. Prohibidos
los excesos, pero, sobre todo, prohibida la ingesta de cualquier simio
o sus similares como las ratas o las gallinas.
-¿Solo porque comen basura?
-Y la dicen, y la piensan, y la desean. No poseen un lazo especial
con la naturaleza, han salido del círculo homeostático. Por ello no
consisten en un alimento saludable.
-¿Entonces?
-Entonces veneno. Del mismo modo en que algunos simios se
prohíben comer cerdo, nosotros nos prohibimos comerlos a ellos.
Lejos de parecerme una idiotez, como tantas leyes Nunqueanas, creo
que está bastante más aproximada a lo razonable de lo que se
esperaría.
-Cuide su lengua Menteo, Nunques me pidió reportes de todas y
cada una de sus apreciaciones. Estamos condicionados.
-No quise decir idiotez.- nervioso, afirmó- Mi intención era realzar
lo razonable del código.
-Mejor así.
Nival
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**
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-Si desean realizar un choque negro, o blanco, o gris. Pues acá no les
sirve. Sin embargo, para aventurarse al frasco tomen la ruta fácil.
Sigan los charcos.
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Los hemocitos salvajes se abrían camino entre las paredes como una
estampida irreconciliable. “Aún no” respondió.
Ella era eso. No más que una mera ilusión del pasado sepultada en
algún diente de entre las fauces de la gran bestia del olvido.
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Pero para qué hacernos los chistosos narrando las cuitas del
animalejo si podemos más bien engolosinarnos con su desventura.
Eh, que no le hagamos apología a la putita.
¿Cadáveres?
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comunicaba: primero dejaba que las dos patas dejaran diez pares
de huellas cada cinco metros, por ello se entendía que prevalecía la
fortaleza sobre el sopor. Pero a medida que la vorágine de la
ignorancia les arrastraba, se apreciaba que cada dos metros se
daba cinco veces un par, y en los siguientes cinco metros dos de
estos. Se retroalimentaba un ciclo de fatiga que hasta cierto punto
resultaba traza eficiente para que los cerditos reconocieran el
camino de sus amos ambulatorios. Aún no eran hombres. Es por
esto que existían las ratas.
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La sangre
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lanzan los ladrillos, a todas las gotas enrojecidas. Luego Torme las
tomaba y apuntaba en dirección a Figayo, quién a su vez les
colocaba fuera de la caja. Y así con todos los charcos; y así con
todos los frascos. Les intentaron ordenar, pero para gran sorpresa de
los viajeros comenzaron los charcos a fusionarse en un
indestructible sistema de vasos cuya silueta terminada emulaba a un
sirviente en heroica pose.
El guía le habló:
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-¡No puedo creer que seas tú! ¡Es imposible! Yo pensé que la
infección te había matado.
-No, no, matado nada. Todo está bien. ¿Me harían un grueso favor?
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La gran pérdida
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-Fantástico insecto.
-Deja que me ocupo. No te preocupes querido. Solo debes unir esas
patas a tu tórax. Solo hay que rearmarse. Esa será tu identidad.
-No pienso bicho ¿No te das cuenta del asco que siento?
-Pues lo siento, pero si no quieres que te traguen, debes rearmarte
con partes mías.
-¡Que no…!
-¡Recuerdas ese arroz al curry!
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La Rebelión De Los Insectos
-Pregúntale a tu hermana.
Una vez incinerados los órganos internos de los hombres, solo queda
vivo el tejido sobre el que circula la razón en su estado natural. El de
la corteza muscular. Cuando nace un hombre sin vísceras, nace uno
de delgados tronco y extremidades, y gran cerebro.
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edén, o, lo que es igual, una noche sin pasar frío, un bonito collar,
alguien lo suficientemente decente como para presentárselo a tus
padres, etcétera, etcétera. Convenciones e instituciones enemigas del
hombre libre.
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Preguntarse…preguntarse
¿Qué son los hombres?
¿Son los hombres la reencarnación viva de un recuerdo en la
conciencia de un insecto?
¿Qué es un insecto?
Pero, así es le verdad.
Le temen los hombres a los insectos por lo que representan. Porque
sus patas son más rápidas, porque tienen más ojos, porque hablan
una vez cada mil años.
Pero sobre todo porque, a pesar de ser mudos, hablan.
Y tientan a la verdad, la verdad es a insecto lo que felicidad es a
hombre.
Los insectos han llegado para quedarse. Serán las putas de los
hombres
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Para que una revelación despierte la curiosidad hacen falta más que
palabras, colores, o
caricias. El corazón emitía un ritmo cadencioso y sereno cuyo eco
terminaba poseyendo las almas de los hemocitos. Y danzaban.
Danzaban como si la fiesta no se fuera a acabar nunca. Por más que
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El color regresará
Como regresan las aves
Como regresan los hombres
Hoy regresa el amor propio.
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Los cubículos, que encierran al casillero, abrían las puertas para que
los troncos adentro intentaran asirse de algo. Una pequeña cabeza
salía, pausadamente, de los cuellos mutilados. Hacía sonidillos
molestos, pero, prontamente, decía algo. Tuvo que ser Figayo
sumamente paciente para comprender las palabras que formaban un
coro inconstante en el bronquio. “Préstame tus brazos” cantaba uno;
“Hermano, ¡tus piernas! ¡Tus piernas quiero! ¡Tus piernas necesito!,
otro.
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-¡Suéltame!
-¡Que no!
-¡Qué me sueltes bestia!
-¡Donde respira la esfera todas las causas han de parecer justas!-
exclamó el hemocito.
Este pajonal distaba mucho del que conocemos por los libros. Pudo
ser, quizá, algún día, fuente inacabable de colores, sonidos y
texturas. Pudieron ser estas texturas tan inocentes que se sintieron
incapaces de, alguna vez, por conveniencia, engañar siquiera a una
mosca. Este pajonal, era gris. No gris lluvia, aquél que invita a los
refugios para compartir fuego, pan y carne; no gris niebla, aquél en
el que suelen perderse los cuerpos coloridos para hallar reposo. Este
gris era puramente conceptual. Era el gris de los esqueletos de las
plantas y animales que decoraban el suelo. Cándido preguntó: “¿Es
que nos hayamos donde todo se ha olvidado?”
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La Rebelión De Los Insectos
Crecían entonces, cerca a sus pies, más de los mismos arbustos que
con esmero habían sembrado. Pero no había niños acá. Solo, muy
lejos, podía escucharse el canto del ave del futuro. Fue cuando uno
de los arbustos grises que solapadamente se hacía del valor de la
tierra sujetó la pierna del hombrecillo delgado que, por ende, perdió
la movilidad de sus labios. El blátido, con similar miedo al que
poseía Torme en ocasiones como ésta, pidió: “¡Rápido! ¡De qué
color es el arbusto! ¡Ahora macaco!” Pero fue imposible. El simio
estaba totalmente paralizado. Para suerte nuestra, es conocida ya la
inmunidad que ciertas cucarachas poseen ante la invasión de las
malezas.
Es por todo esto que la maleza gris soltó la pierna del visitante. El
insecto, estando incluso agotado, le liberó del silencio impotente.
Sin embargo, aún habitaba el miedo a la verdad la entrada al templo
de la irreflexión, donde, por gracias que no puedo explicar, se
postraban los ojos, como cuencos, de Cándido. A pesar de haber
visto hundírsele en la profundidad, la propia, al olvido, el binomio
continuaba poseyendo titánica fortaleza.
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actuales del hombre, porque ellas y sus ataques son cuerpos sutiles.
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La digestión
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Son cruciales las espinas. Hay quienes dicen que la belleza habita en
ellas. Pero: “Eso es totalmente falso, a mi parecer, ni lo que les
sostiene. Sin ridiculeces hablando.” insistió Arguño al comprobar
qué tan dulces tornábanse las palabras de Cándido al pincharse a la
vez que sacaba con un trozo de junco apenas restos de la sustancia
pegajosa que sus pies ensuciaba. El blátido maldijo: “¡Y lo peor de
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-Algo así he oído antes bicho... la textura de los frutos del Sancayo
llama al hambre.
-Pues, comamos.
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Pudo ser solo eso: Luz, como algunas que pueden verse postrada ya
la mañana entre nortes y sures. En blatódeo: los luceros escribían*
un “ser malo no es necesariamente malo”.
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Conflicto
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Poder hablar, para los hombres sin boca, es imposible. Figayo les
veía caminar a prisa sobre la de vereda, como si huyeran de las
fieras. Los hombres sin ojos no podían ver. Se chocaban con los
faroles; tropezaban con la banqueta; tocaban bustos por dar manos y
estrujaban manos en vez de ofrecer caricia. “Éstos, creo, por algún
motivo de mi gusto, son los que están más jodidos” decía Menteo
antes de reír.
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El valle
-Y cuando te digan que las cosas son así, y que así son buenas, tú
usa tu carta indispensable para cederle el paso a la necia conjetura de
los administradores de la ilusión. Te convierte, creerte débil y creer
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* * *
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* * *
Sudor perfumado a azúcar aquél que bañaba a Cándido, la sal,
porfiada, se armaba de valor para significar un sonido, como de
aplauso; allá la piel se descascaraba, cauta, cual acechanza, de lo que
ya no, al parecer blatódeo, podría aprisionarle.
Sabía Arguño que era momento de algo. No por azar, más bien por
evidente estupefacción. Tal como la que despiertan los animales
cuando entre ellos discuten: “¡Podrías tú cuidarla, pero hace falta
amarla!” y un escupitajo; y “Podrías tú amarla…lerdo, pero ¿quién
le da la pasión que necesita?” y otro refinado escupitajo sopesado
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-¿Y su autorización?
-¿De qué autorización me habla?-Aturdido planteaba Cándido.
-Pues la que debe firmarse por los hombres blancos y negros.
Arguño intervino:
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reconociese en cada uno de los colores del valle. Que dijera “usted
es escarlata”
* * *
Llegó a la memoria de Menteo un frágil recuerdo.
Y más.
* * *
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Pensó el guía del más flaco de ambos que este tipo de situaciones
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El agujero
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* * *
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Una vez bajo la tierra, Arguño se puso a abrir puertas. Gran cantidad
de ellas conducían a túneles en cuyos fondos habitaba el color. Pero
no querría enfrentarse a los guardianes blancos y negros que
transitaban a paso ligero y listos para dar muerte a quién se cruzase.
Resolvió con que hicieran una división. Figayo caminó hacia el
flanco derecho, y Arguño hacia el izquierdo.
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* * *
Torme preguntó que por qué lo hacían. Entre ellos se miraban
consternados. A ciencia cierta, no lo sabían.
* * *
* * *
El cuerpo de Cándido
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Fungió Menteo, por los hilos que no podía ver; Figayo, por la
hemolinfa, sueño derramarle; y Torme, por la inconstante llamada
a la inmolación. En el suelo se vieron todos los insectos. En la
cancha; en la arena; en el filo burlesco de una guadaña.
Nadie podría salar las incisiones abiertas en la carne del valle. Salvo
ellos.
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La coloredad
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* * *
Cayeron los insectos sobre las huellas de bota de la última frontera.
Ahí, Arguño era devorado por siniestras bacterias, hormigas, y
periplanetas caníbales. Les espantaron con dos o tres vituperios.
Observaron con qué paciencia se enrarecía el cuerpo. No sería tarea
fácil, no se trataba de meter las vísceras de regreso en el saco ventral
y colocar cinta autoadhesiva. No. Los problemas de los insectos
deben ser solucionados como lo solucionan los insectos. Pero antes
tendrían que esquivar las botas marciales que rondaban. Figayo, que
era más joven y rápido, se escondió con facilidad. Menteo y Torme
se ocultaron en la tierra.
Menteo se quitó la máscara, abrió los ojos por voluntad propia, sin
sorprenderse pues no requirió esto esmero alguno, y colocó la
máscara sobre el rostro de la cucaracha muerta. Figayo, congelado y
en medio del terror, le preguntó:
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-Debemos volver.
* * *
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Una iguana azul escribió con alevosía muchos nombres sobre una
piedra; un pez bebió la sustancia que envenenaba el río, para que
con su muerte lograra limpiar algo del lugar donde nacerían sus
hijos; un auquénido escupía al aire. Todos cubrieron a los hombres
de colores que, heridos, sentían que no podían hacer nada.
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Renacieron las formas; los colores; las letras; los números; ciertos
signos; ciertos símbolos; los cobayas; los auquénidos; los charangos
y sus formas; los números y sus colores. Y, aunque acorralados por
el invisible monstruo, este, lentamente, comenzó a disiparse.
* * *
Entonces alzaron una gran bandera. Una que podría avistarse desde
el nival; desde las cuevas; desde los abismos. Cuyos rojos llegaban a
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-Tal no existe.
El sacrificio de Torme
Cuando Arguño pudo por fin respirar con normalidad, les agradeció
a los demás insectos que le hayan rescatado. Menteo comentó que
no le había costado mucho, que solo seguía órdenes de Nunques, y
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-Existe alguna forma de que yo averigüe por mis propios medios qué
es lo que te ha pasado. Tendrás que decirme.
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Y Deteniendo el tiempo…
A ti me entrego, humanidad.
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El escaneo
Desfallecido, Arguño apenas podía mover una pata para indicar que
hicieran lo conveniente al momento de efectuar el escaneo. Nunques
le colocó una mascarilla, continuó nebulizándolo.
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-Jabón.
Cándido
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Cruzó una de las venas por las que, desde el sur, regresaban a sus
hogares los espectros de la calle; inhaló el vapor de los corazones de
res y se detuvo en una esquina a leer titulares; tronó la espalda;
sacudió la muñeca y se hizo de un reloj de bolsillo. Ahí estaba,
indolente, yendo sin apremio ni fin, el tiempo. Plasmado en los
caminos; escrito en el desgaste de un zapato; sicario y colaborador
de los mortales.
Por entre los pasajes circulaban, flotantes, las máquinas. Frente a sus
ojos las lociones; las colonias; las lacas; las gominas; los esmaltes;
los geles; los barnices; los acrílicos; los selladores; las pinturas; los
tarrajeos; los hormigones; el ladrillo; el concreto; el acero; la plata;
la fantasía. Frente a sus ojos la creación del hombre, aquella que le
dio el derecho de sentirse, eventualmente, un dios peregrino.
Esquivando las carrocerías burbujeantes; haciéndose sordo y ciego;
limpiando con sus alveolos la ráfaga plástica; quedándose varado en
los baches, Cándido oreaba a la muchedumbre con su acrisolada
asistencia.
Volvió a cruzar la vena, quizá porque viera del otro lado la densa
presencia que abogaba por él en su trance. Distraído, no advirtió que
coincidiría en tal espacio, mas no en velocidad, con el armazón
rabioso y estridente de una combi. Y en un despiste no menos
fatídico, encontró su cuerpo profanado sobre la azul indiferencia del
pavimento.
Sucumbió.
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Menteo.
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* * *
Surgió entonces la escuela del estudio del jabón. Todos los blátidos
tendrían que probarle y analizarle, como si se tratara de una verdad,
de un misterio religioso.
* * *
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Arguño
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Arguño regresó al cuerpo y cerró el corte tejiendo con sus dos más
ágiles patas una costura desde vientre hasta el tórax.
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peligro de extinción.
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