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Santiago, 19 de abril de 2010.

Excelentísimo Señor
Presidente de la República
Don Sebastián Piñera Echenique
PRESENTE.

Excelentísimo Señor Presidente:

Desde el 11 de Marzo de 2010, fecha en que S.E. asumió la


Presidencia de la República, he tenido el honor de acompañarlo como
Ministra de la Vivienda y Urbanismo.

Como usted sabe, al aceptar su convocatoria para dirigir esta


Secretaría de Estado, lo hice en la convicción más profunda de que
esta función de servicio público era un medio eficaz para servir a
Chile, a los más necesitados y a los propósitos de cambio que las
chilenas y chilenos depositaron en las nuevas autoridades del país.

El terremoto del 27 de febrero del año pasado modificó nuestras


prioridades y cambió los escenarios previstos originalmente, pero no
amainó un milímetro nuestra voluntad de trabajar, aún con más
esfuerzo y sacrificio para aliviar el dolor de cientos de miles de
chilenas y chilenos que lo perdieron todo, menos la fuerza vital para
volver a levantarse, para volver a ponerse de pie a pesar de la
desgracia.

Desde esos días hasta hoy, estimado Presidente, no ha existido


ningún día en que no me despierte en la mañana ni concluya mi
jornada sin dejar de tener en mi mente y en mi corazón la realidad de
los damnificados. Hemos trabajado, la mayor de las veces en silencio,
por buscar soluciones que traigan remedio y esperanza. En poco más
de un año, hemos logrado entregar miles de subsidios a quienes
fueron damnificados y también a otros tantos que esperan su
vivienda desde hace mucho tiempo y se está iniciando el abordaje
definitivo de una reconstrucción con dignidad, con viviendas mejores,
con soluciones para siempre.

En lo personal, he dedicado a esta tarea no sólo toda mi fuerza y mis


conocimientos, sino que, como lo haría toda mujer chilena, he puesto
al servicio de los damnificados, de los deudores habitacionales y de
las familias que quieren hacer efectivo su derecho a un hogar, mi
corazón y mi espíritu. Dios y mi familia saben cómo he sufrido con los
que sufren y cómo me he alegrado cuando veo la esperanza en los
rostros de los que van, poco a poco, recibiendo las soluciones que
empiezan a llegar.

En este breve periodo las cosas no han sido fáciles: Debí enfrentar
una interpelación, abordar problemas complejos que afectaron el
proceso de reconstrucción en la Octava Región y, recientemente, dar
la cara y asumir frente al país, como corresponde a un servidor
público honesto, problemas relacionados con la solución de
obligaciones pendientes respecto de un Contrato del Serviu suscrito
originalmente en el año 2006 y arrastrado hasta hoy por sucesivas
administraciones. En todos estos episodios usted sabe que he
actuado con una sola línea: la verdad y la transparencia. Cueste lo
que cueste y sean cuales fueren las consecuencias y costos.

En este último caso, al estudiar los antecedentes del asunto descrito,


adopté varias determinaciones: Reconocí un error en el
procedimiento; adopté las medidas para evitar daño al patrimonio
fiscal, ordenando no pagar un peso de recursos fiscales mientras no
se aclaren y revisen los procedimientos y así ha ocurrido; entregué
los antecedentes a la Contraloría General de la Republica y solicité al
Ministerio Público que, como entidad llamada a investigar
imparcialmente los hechos, determinara la existencia o ausencia de
ilícitos para sancionar a los responsables, si los hubiera, o para
cautelar la honra de los inocentes, si no se detectaran hechos
punibles.

Tengo la convicción, señor Presidente, de que hice todo lo que una


persona correcta haría frente a una situación como la que debí
enfrentar. Ahora quiero dar un paso más y asumir la responsabilidad
política que me corresponde como Ministra de Estado. Sé que esta
actitud no es usual en la vida pública chilena, pero quiero dar con ello
un testimonio de integridad, humildad y corrección.

Aunque aparentemente pierda en lo personal, sé que gana Chile,


contribuyo con ello a la unidad de mi querido país, evito un conflicto
político innecesario y, por sobre todo, efectúo un aporte para que las
energías y las prioridades de los líderes políticos y de las autoridades
se pongan en el objetivo ético de servir a nuestros damnificados y a
quienes esperan su vivienda, y no en conflictos políticos subalternos.

Por ello, estimado Presidente, porque soy una mujer íntegra que
durante toda mi vida he actuado con transparencia y honestidad, he
resuelto presentar mi renuncia indeclinable al cargo de Ministro de
Estado en la cartera de Vivienda. Lo hago por amor a Chile, como
testimonio de humildad y como un homenaje a las miles de personas
sin hogar que todavía esperan, y a quienes intenté servir con toda la
fuerza de mi espíritu.

Como una simple ciudadana, seguiré a entera disposición de las


autoridades judiciales, administrativas y parlamentarias que deseen
profundizar en la investigación de los hechos. Al tomar esta
determinación solo tengo palabras de inmensa gratitud a los
funcionarios del Ministerio, a los parlamentarios y dirigentes de mi
partido, la UDI y de Renovación Nacional e incluso a muchos de la
Concertación y de otras tiendas políticas que me han expresado su
apoyo y confianza. Pero también quiero agradecer a las miles de
personas que en estos días, con un gesto en la calle, con su cariño y
sus palabras me han alentado y acompañado.

Creo en Chile, en la unidad del país como condición para lograr


mejores días para los más necesitados y en el amor infinito de Dios,
sin el cual nada sólido podemos construir.

Muchas gracias, señor Presidente, por invitarme a participar en un


proyecto político que está llamado a cambiarle el rostro a Chile y,
muy especialmente, por permitirme el honor de servir a los
habitantes de esta tierra bendita.

Magdalena Matte Lecaros.

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