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JUAN CANO BALLESTA VOCES AIRADAS LA OTRA CARA DE LA GENERACION DEL 27 CATEDRA 1. edicién, 2013 Tlustracién de cubierta: Arriba, de izquierda a derecha: etratos de Luis Buel, José Moreno Villa, Federico Garcfa Lorca, Vicente Aleixandre y Dimaso Alonso, Debajo, de izquierda a derecha: Luis Cernuda, Jorge ‘Guillén, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Pedro Salinas y Emilio Prados ido de ests obra ess protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, ademas de ls correspondientes indemnizaciones por dafos yperjuiclos, para {quienes reprodujeren,plagiaren, discribuyeren o comunicaren pblicamence, en todo o en parte, una obra ltearia, artstica fica, 0 su tansformacién, interpreacién o ejecucion, ia jada en cualquier tipa de soporte o comunicada ‘a ceavés de aualquier medio, sin a preceptiva autorizacién, © Juan Cano Ballesta, 2013, © Ediciones Cétedra (Grupo Anaya, S. A.), 2013 Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid ‘Depésito legal: M. 20.418-2013 IS.BN.: 978-84-376-3179-0 Printed in Spain 9 La voz desgarrada de Luis Cernuda El poema «Diptico espafiobs, uno de los més conmavedores de Desolacién de a guimera, tal ver el mejor libro de Luis Cernuda, se abre con unosversos en que el propio poeta se queja de que de su obra se oye slo una vor, la vor del recuerdo y de la nostalgia por su tierra natal. Cernuda reivindica y exige a criticos y lectores que presten aten- cién al hecho de que son varias las voces de su obra y de que el tono nostilgico de algunos de sus versos slo es parte de un «coro concer taesiotome d dice, Clpamen sus pale Cuando alli dicen unos eee ela separacién y la nostalgia Tocla que en ni eos, ‘Sélo la mds remota oyen entre mis voces? Hablan en el poeta voces varias: Escuchemos su coro concertado, ‘Adonde la creida dominante Es tan sélo una vor entre las otras (PC 476)! Esta llamada de atencién del propio poeta sevillano nos recuerda Ja importancia de examinar aspectos especiales y voces poco tenidas "3! Cio la obra poética de Cernuda en el texto mismo encre paréntesis con la sigla PC seguida de a pigina, efiriéndome a la edicibn: Luis Cernuda, Poesa com- ppleta, ed. de Derek Harris y Luis Maristany, Barcelona, Barral Edicores, 1974, 137 en cuenta en una obra toral. La voz airada y de protesta de Luis Cer- nuda destaca en el conjunto de su produccién y en medio de la rica generacién dle poetas a que pertencce. Se ha repetido con demasiada insistencia —como ya he indicado en otras ocasiones— que estos poctas del 27 formaban una generacién esteticista, que no les intere- saba la politica y que su gran preocupacién era el arte y la poesia! ‘Aunque muchos de estos crticos se refieren mis bien a los afios vein- te, las fronteras no quedan bien definidas. En fechas no muy lejanas Victor Garcfa de la Concha aludia una vex. més ala dimensi6n lidi- ca de aquellos alumnos de la Residencia de Estudiantes de los aiios veinte y consideraba que se debia «a una concepcidn del arte como juego y del jucgo como factor de liberacién del espiricu, una menta- Tidad extendida por toda Europa, por la influencia, entre otros libros, del Tractasus de Wittgenstein". Pero lo cierto es que ha quedado una imagen bastante hidica y superficial de esta promocién de escritores. Pues bien, esta imagen tan fiecuente necesita ser completada con orras facetas menos conocidas de aquella prestigiosa promocién y de algunos desus pregios posts Sigulendo a psticin expres de Cet rnuda hay que escuchar los mileiplesregistros que resuenan en la rica polifonia de la obra de cada uno de estos extraordinarios talentos. ‘También la voz poética de Luis Cernuda llega a veces a expresarse en tin lenguaje vulgar o ircacional, sabe adoptar claves de brusquedad y ctispacién y plantearse profundos problemas humanos, sociales y liticos. Pos clerto que Luis Cernuda es, ante todo, un gran artista de gus- to refinadlo, y que en los comienzos de su escrivura, facinado por la obra de algunos poetas modernistas 0 del maestro Jorge Guillén, mientras trataba de hallar su propia voz, seesforzaba, sobre todo, por ser un buen poeta. Asi se nos revela en la revista Litoral, donde pu- blica en 1927 un poema que podsfa servimnos de paradigma de los gustos de este su primer estilo, Trata, al parcecr, de pintar un paisaje "5 Dimaso Alonso, Portas spaiols cantemporineos, Madrid, Gredos 1968, pig. 161. Cf. C. B, Mortis, A Generation of Spanish Poets 1920-1936, Cambridge, Cambridge University Press, 1969, pig. 82, quien habla de la poesfa como jucgo (The game of Poetry) y cita a Antonio Espina, Luna de copas, Madrid, 1929, pig. 33, ya E. Giméner Caballero, Julep de mente, Madrid, 1929, pag. 85, como muestra de esta actiud. 135 "Noricia periolistica firmada por Susana Pérez de Pablos con el vtulo wGar- cade la Concha aribuye a los poetas del 27 una renovacién integrals, El Pats, 6 de agosto de 1998. 138 crepusculas, en que los objetos, débilmente iluminados, surgen cual «escollos de sombra» o «masas en acecho». Es una materia en estado de caos, sin formas ni colores. Slo ante la hz del horizonte cobra lineas y perfiles. Aunque eternas, surgen las cosas ante los sentidos como totalmente nuevas, como si estuvieran recién creadas: Eternas aunque jévenes, las cosas vvan con rumbo Feliz, en evidencia. Algsin canto de pajaro perdido clava su grito exacto en esa linea ‘que impalpable se tiende separando orbes irreductibles: noche, dia!™. Es una muestra, parcial ciertamente, del primer estilo de Luis Cernuda, cuaado su admiracién por Jorge Guillén le inspira poemas de gran belleza, aunque todavia no ha madurado su vox més autén- tica, En el pocma percibimos la vigorosa irradiacién estética del ob- jeto, que cobra evidencia y le basta ser iluminado para wer» en si. plenitud, Peo Cermuda va mucho més alli, Est teorzando sobre el némeno litico, Est haciendo mecapoesfa. A esta composicién le pone el stulo de «Poesia y ee seanto de pir noes sno vox frce capan de separarorbes iereducrbles La noche'y al dia, el cn de las cosas y el cosmos magnifico de los objetos recreados. La misién 6d pone 3 prestearnces a de Novntoar Ison exten plete su creacign, convertir el caos informe en un cosmos de formas bellas José Angel Valente ha puesto de relieve una de las voces mis va- liosas de Luis Cernuda, la vor. intima y profunda de su poesia medi- tativa, que vaora toda una vera de la tradicién literaria espafiola y revela un amplio conocimiento de la lirica medicativa inglesa, la obra de los llamados umerafisicos» y de otros poetas posteriores de cono semejante, La admiracién de Cernuda por Miguel de Unamuno se debe precisamente al hecho de que este pensador supo abrie al verso espafol «la posibilidad de alojar un pensamiento poético». Valente anade: Ena zpacidad de dar de modo pleno al verso espaol es inflexién meditativa que para él pedia Unamuno reside una de las aportacio- nes capitales de Cernuda a nuestra tradicin inmediata" Lito nis. 5-7 (1927), pig, 24. "5 José Angel Valente, Las palabras de asribu, Madsi, Siglo XXI de Espasa Ediores, 1971, pgs. 123, 129. 139 Es un tipo de poesia que funde el sentimiento con el pensamien- to, o mejor, la pasién con la reflexién, lo que hace que Cernuda con- sidere a Unamuno «el mayor pocra que Fspafia ha tenide en lo que va de siglo»!*, Esto lleva a decir a José Angel Valence: ‘Me parece evidente que el contacto de Cernuda con la tradicién ‘meditativa através de la poesfa inglesa resulta particularmente fe- cundo en la medida en qu sl propio emp, redscubrimien- to ohallazgo contemporanco de nucstra propia poesia meditativa, cups nace no son probablemente distinc de las de los met «QUISE GRITAR Y NO HALLE Mt voz» Pero queda otro aspecto de la poesia de Cernuda, otra vox. deci- siva, que merece de modo especial la atencién de los criticos. Tal vez enel contexto de la poesia pura, que le imponfan los ambientes lite- tatios de los afios veintc, esta vel germen del intimismo que ha hecho deel ung de os valores mis indsctibes y permanente de a gene- tacidn del 27» en palabras de Guillermo Carnero', En efecto, la voz més conocida de Cernuda es melancélica, triste, es una vor en la soledad y en el vacto, indolente, tierna, entregada a su deseo de amor, con frecuencia en tono sombrio y elegiaco, envuelta en un «remoto dejo de tristeza» superado, a veces, por el encuentro con la belleza (PC 74), como él contiesa en su elegia. En Un rio, un amory en Los pplaceres probibides Cernuda expresa en ritmos de un lenguaje colo- {quial el estado de nimo de cansancio y pesadumbre que lo sumerge en una melancolia impenetrable. El critico Manuel Durdn ha sefia- lado ese tono misterioso y a media voz en que el poeta expresa sus estados emocionales: los sentimientos y las imagenes mismas del poeta en vez de estallar violentamente se funden en mezcla agridulce que el lector ha de adivinary analizar. Es el arte de lo discreto, de Io apenas indicado, "36 Luis Cermuda, Estudios sobre poesia expatola contempordnet, Madsid, Gua- dlasrama, 1957, pig, 90. "57 José Angel Valente, Las palabras dela tribu, pigs. 141-142 188 Guillermo Camero, «Lis Cernuda y el pusisme poético: Perf del aire, cen Las armas abisinis, Ensayas sobre literatura y are del siglo 2X, Barcelona, Anthro pos, 1989, pig, 210 (199-211). 140 Jo sutl y transparente, que lo acerca espiritualmente a Keats y a Shelley™ Asi podriamos seguir comentando facetas y aspectos de la obra del ilustre sevillano que han sido acentuados por la critica y por los lectores. Pero no hay que olvidar que, desde 1929, y sobre todo con el correr de los afos treinta, Luis Cernuda se va volviendo consciente de una serie de realidades que no evade y que a él, en persona, leafectan profundamence. El movimiento surrealista y la reiida controversia en tomo al msmo —que Cernuda vivié con cierta intensidad— le llevan a plancearse de modo definitivo su escala de valores, artsticos y humanos, y le empujan a definir su actitud sobre la alvernativa esteticismo-compromiso. La profunda crisis sentimental que sufiia en lo mas fntimo de su persona le ace-c6 mas al movimiento sutrealista. Luis Cernuda, que Bpco antes habia escrito ypublicado obras de corte casita como Eqloge Hla, Ody se da cuenta de lo insuicientes que resltaban les moldes y ejercicios de estilo para expresar en su complejidad las mil inquietudes que le bullian en su interior: «pero no dejaba de dar- ‘me cuenta —confiesa— cémo mucha parte viva y esencial en mi no hallaba expresién en dichos poemas»"*, En 1928 y en la Universidad de Toulouse, a donde ha ida de lector, empieza a escribit sus prime- ros poemas de corte surrealista que formarin Un rio, un amor. Fl critico Capote Benot ha sefialado el profundo arraigo de este nuevo Jenguaje lirico en la intima crisis personal del poeta: El no haber encontrado con sus des libros anteriores la via de expresién que necesitaba para desarrollar todo cuanto latia en su interior, asf como la situacién de inestabilidad, tanto econé- mica como social y profesional, en que se encontraba por aquel tiempo, fueron circunstancias suficientemente determinaites para que Cernuda buscara en el surrealismo la libertad expresiva que rqueria, asi como cirta lberaci6n de sus personales opre- siones! © Manuel Durdn Gili, El superrealismo en la poesia eparola contemponinea, México, Grificos Guanajuato, 1950, pag, 93. "Luis Cermda, Prase completa, Barcelona, Barral Editores, 1975, pig. 905. Mt José Maris Capote Benot, en Luis Cemuda, Analegia, Madrid, Citedra, 1984, pig. 33. 141 Luis Cernuda gozaba ya de un cierto relieve porsu perfil personal y como poeta cuando, junto con Aleixandre, es convocado por Emi- Prados para discutir el proyecto de publicar un manifiesto del surrealismo que debia imprimir un nuevo rumbo a la poesia espaiio- la hacia un mayor compromiso social. Emilio Prados celebra esta reunién con Cernuda en casa de Vicente Aleixandre. Pero, desgra- ciadamente, sin que sepamos por qué, el encuentro no dio resultado, potitivo y Prados se velvi6 a Mélaga derlusionado de nu incento, Pero el surrealismo ayuda a Cernuda a valorar los datos del sub- consciente, la experiencia onirica y todo su revuelto ¢ inquieto mun- cdo més intimo. Se revela en estos libros (Un rio, un amor y Los pla- ceves prohibidos) como wn rebelde vital y profundo, aunque no lleguue a los gestos desafiantes y extremos de otros vanguardistas. Tal vez por ¢s0 tampoco se libré de los Feroces ataques de Buiiuel en la carta que xe digi a Pepin Bell, en que tas condenar El romance gino del poeta granadino, arremete contra «los poetas maricones y cernu- dos de Sevilla», ¥ es que Busiuel distinguia entre el slirismo de la belleza que dominaba por aquellas fechas en los poctas andaluces»™®, donde inclufa a Cernuda, y otro liismo violenco y subversivo que es el que dl defendiay cultivaba en su libro de poemas Un perro andaluz. La carta a Pepin Bello del 14 de septiembre de 1928 es ya, para esas fechas, inexacta, aunque no podamos reprochar a Butiuel que no co- nociera el profundo cambio que en aquel momento (1928) estaba Cernuda imponiendo a su poesia. El surrealismo en su forma mas radical, como lo entendia Bufuel, consideraba cl automatismo psi- juico de la escritura como una rebelién total, como una explosion eles instintos y de los impulos ciegos del subconsciente Pretendla sacudir y perturbar las conciencias con las més hirientes imagenes. ‘También llevaba una tremenda carga ideol6gica, considerada decisiva por los maestros del surrealismo francés (André Breton, Louis Ara- gon), y una profunda conciencia ética que intentaba cambiar la so- ciedad y que inspiré a Luis Bufiuel su pelicula Las Flurdes terra sin ‘pan (1932), que es de un implacable verismo critico. El surrealismo ‘no slo era una imaginerfa atrevida, el verso libre y estructuras sit cdcticas insolitas, sino también un arte que atrancaba de lo més hon- do del subconsciente y de la experiencia ontrica. Su filosofia preten- ® Luis Butuel, Obre literaria,Zaragena, Ediciones Heraldo de Aragon, 1982, ig, 30. 16 J, Francisco Aranda, «Surtealismo espasol en el cines, Ansula, Madrid, ‘nim, 337 (diciembre de 1974), 142 dia librar a la humanidad de la opresién y la tiranfa con un discurso revolucionario que presentaba una nueva visién del mundo y nuevas ideas saciales y paliticas!#, Pareso si fxerza artolladora; por exe hiza tanta nella col dnimo de poctas cotnd Links Carniids o Gerefa Loren, Cernuda es el tinico poeta del 27 que no niega ni minimiza la in- fluencia de este surrealismo ético, violento y subversivo, en stt obra. Se distancia de La deshumanizacién del arte de Oxcega, para quien las artes, al menos las modernas, tenian una funcién mis ligera, Para Cer- ‘nuda la poesfa no es puro juego e intrascendencia, sino que arranca de las més profundas vetas de su set. La lucha por la libertad expresi- vase convierte en él en lucha total por la liberacién del ser humano y de la sociedad. Luis Cernuda, hundido, como Federico Garcfa Lorea, en una profunda crisis existencial, la resuelve enfrentindose ditecta- mente con la problematica de su homosexualidad y se rebela contra la represidn social. Asi surgen una serie de poemas en que se deja oft la yor roncay desgatrada de un Cernuda que antes no conociamos. Es el Cernuda de Un rio, un amor (1929) y Los placeres probibidos. Es el poeta que se suefia ehuyendo en un galope de caballos furiosos» en el pocma «Quisiera estar solo en el sur» (PC. 84) o el que en «;Son todos felices?» de Un rio, un amor rechaza los valores que sustentan la sociedad en que vive (honor, patria, sacrificio, orden, virtud): El honor de vivir con honor gloriosamence, El patriotismo hacia la patria sin nombre, El sactifico, el deber de labios amarillos, No vakn un hierro devorando Poco a poco algtin cuerpo triste a causa de ellos mismos. ‘Abajo pues la virtud, el orden, la miserias ‘Abajo todo, todo, excepto la derrota (PC 112). Es el grito de insumisign y rebeldia contra la caduca moral bur- sa, contra la que se revuelve junto con todo el movimiento surrea- lista. Los poemas de Un ria, un amor son de desilusién y angustia: Aquella noche el mar no tuvo suefio, Cantaba tempestades, estruendos desbocados "4 Andvé Breton define el surrealismo como un sinconformismo absolutos y ‘en su Segundo ranifisto del sureaismo» (1929) dice: ese concibe que el surrea- lismo no haya cemido hacer un dogma de a rebelia absolut, de la insurisin to- tal del saborajea rege, y que siga sin esperar nada sino de Aniologia (1913-1966), México, Siglo XX1, 1973, pigs. 55, 82 lenciay, A. Breton, 143 Bajo cielos con sombra, ‘Como la sombra misma, ‘ome la sombra siempre Rencorosa de pajaros estrellas (PC 100). Todo el libro gira en tomno al deseo insatisfecho, la busqueda del ‘otro, la tristeza de la separacién y de la ausencia: Donde estrellas Sus labios dan a otras estrellas. Donde mis ojos, estos ojos, Se despiertan en otros (PC 104). ‘i mis ojos se cierran es para hallarte en suefios (PC 105). Es en Un rio, un amor (1929) y en Las placeres prohibidos (1931), donde, como afirma C. B. Mortis, Luis Cernuda se muestra sensible al malestar que revelaba la poesia de algunos surrealistas franceses, ‘como Aragon, Breton y René Crevel, y hace propias en su obra algu- nas de sus preocupaciones: Fiel al primer impulso perseguido y defendido por los surreaistas al yecogiéen sus verses ede una yer sn coreciones» el raceo del amor y del desco, que él, sin embargo, defendié tenazmente ‘como un valor de la vida a pesar de sus colapsados ideals, sus ate- sradoras Fantasias y la desilusiGn corrosiva que provocaba sus hipo- téticos deseos en Los placeresprohibidos"®, El poeta busca el amor y, en su aterradora soledad, tropieza con a més sorda e insuperable incomprensién: Extender entonces la mano Es hallar una montafa que prohibe, ‘Un bosque impenetrable que niega, ‘Un mar que traga adolescentes rebeldes (PC 118). ‘Un muro, zno comprendes?, ‘Un muro frente al cual estoy solo (PC 119). "5G. B. Monts, A Generation of Spanish Poets 1920-1936, pigs. 191-192. 144 El.amor insatisfecho le deja un sabor amargo: «Diré amargamen- te eémo te amon (PC 120). El poeta recurre a su vor. més ronca, jere gritar pero na le sale ni un sola: aquise gritar, y no hallé mi vor» (PC 121) Sin embargo, sigue sofiando, ansiando saciar su deseo y lo dice con voz apasionada: Siel hombre pudiera decir lo que ama, Siel hombre pucliera levantar su amor por el cielo ‘Como una nube en la luzs Si como maros que se derrumban, Para saludar la verdad erguida en medio, Pudiera desrumbar su cuerpo, dejando sélo la verdad de su amor, Ja verdad desi mismo, i Que no se lama gloria, foreuna o ambicién, Sino amor 9 deseo, Yo seria aquel que imaginaba: quel que con su lengua, sus ojos y sus manos Proclama ante los hombres la verdad ignorada, La verdad de su amor verdadero (PC 125}. REBELION ¥ PROTESTA REVOLUGIONARIA La vor pottica de Cernuda es también capar de adoptar tonos més violentos, de protesta c indignacién. A veces no puede disimular el dolor de haber perdido su tierra, sus amigos y todo lo que més querla. Su vor,suena rota de emocién cuando escribe: La vida con la historia, Tan dulces al recuerdo. Ells, los vencedores Caines sempiternos, De todo me arrancaron, Me dejan el destierro. («Un espaiiol habla de su tierra», PC 269). Cernuda no vuelve Ia espalda a la realidad de la vida, ni es un poeta abstracto, ni ignora las implicaciones sociales 0 politicas de su escritura, Hay momentos, aunque no son frecuentes, que nos sobre- cogen por su expresién desgarrada y violenta. ;Qué lejos estamos de su otra voz, melancélica, introvertida, intima y triste! 145 Cuando en el otofio de 1933 sale a la luz Octubre, publicaci6n de artistas y escritores revolucionaris, fundada por Rafael Alberti, Luis Cernuda se asocia a los ideales de la revista! con un texto en prosa, que aparece con esta presentacién: «Luis Cernuda, pocta andaluz de quicn la burguesfa no ha sabido comprender su gran valor, se incot- pora al movimiento revolucionario». Los parrafos siguientes de Cet nuda son una acerba repulsa de la poesfa que se venta escribiendo (cLlcga la vida a un momento en que los juguetes individualistas se juiebran entre las manos») y una protesta vigorosa contra las «cana- ladas amparadas por los cédigos» y las «indignantes desigualdades en las que siempre resulta favorecido el estiipido». Es una declaracién de guerra a este «mundo absurdox, que «destruye las enengfas jéve- nes». «Debe darsele muerte», dice. Termina abrigando la esperanza de una revolucién comunista. Gaceta de Arte recoge la noticia de que Cernuda ha pasado a las filas comunistas, prediciendo —lo que era Jogico— que tal actitud habia de «influir notablemente en su posi- cién poéticay'”, Tal profecia se realizé sélo parcialmente. Cernuda es uno de los poetas que menos s¢ entregan a la poesfa comprometi- da y revolucionaria, fuera de algunas primeras manifestaciones. Su poesla posterior, porsu problemética y enfoque, est muy lejos de los cantos colectivistas que parecia insinuar en su declaracién. Eran los afios del resurgir de las masas, en que todo arte habfa de reflejar cstc fenémeno segtin los espiritus mds vanguardistas. No sabemos con certeza si el gesto revolucionario de Cemuda tenéa profundas raices o fue una actitud pasajera. Juan Gil-Albert alude a estas pala- bras como «selladas por la independencia del hombre sin partido y que no atiende a programa ni a investiduras, pero que abre sus ojos sin empafiar ante la evidencia de acontecimientos efectivos»™®, Tan- to James Valender como Bernard Sicot estin de acuerdo en que «nin- iin indicia» (Valender), «ninggin documento permite afitmar (..), ni Siquiera las fichas que se conservan en Salamanca», la adhesién de Cernuda al Partido Comunista'®. Sin embargo, el poema «Vientres "6 Bl contexto de a poesfarevolucionaria de aquellos afios puede verse en Juan Cano Ballesta, La poesia espaol entre pureza y revolucén (1920-1936), Maid, Siglo XXI de Espafia Ediores, 1996, pigs. 99-100, 71-116. 16 Gacetade Arte, im. 21 (noviembre de 1933), pig. 2. 8 Juan Gil-Albere, «Realidad y deseo en Luis Cernuda. Vision de un contem- potineo», en 3 Luit Cerda, Universidad de Sevilla, 1977, pig. 68. © Bernard Sicot, #5] compromise politico de Luis Cerna: Alganas puntualiza- cones y un texto olvidados, mda, Madsid, nim. 669 (septiembre de 2002), pig, 26 146 sentados»™, publicado en ta revista Octubre unos meses mds tarde, no puede tespirar mayor despego, y més desprecio y asco por esa bur- guesfa inconsciente y satisfecha: Con satisfcién ‘Como quienes saben ‘Como quienes tienen en su puso la verdad Bicn apresada para que no sc escape Y con exgullo ‘Como vigilantes de vosotros mismos Dorinfis a lo largo a lo ancho de la tierra Vosotrcs vientres sentados [..] Minis «un lado y a otto Sonreis rasgando maliciosamente la hedionda boca {..] ‘labo d pie vigoroso El pie javenl y vigoroso Que derrumbard bien pronto Ese saco henchido de fango de maldad de injusticia Arrastrando consigo vuestro trasero y vientre ‘Vuestra triste persona que mancha el aire El aire limpio y justo Donde hoy nos levantamos Contra vosotros todas [..] (PC 549). En consonancia con este poema y con su ataque virulento a la burguesia, auncue planteando ciertos interrogantes, esté el compor- tamiento de Lus Cernuda durante la guetta civil, Curiosamente du- rante estos aiios Cernuda no se hace cco en sus escritos de las consig nas ideolégicas y politicas ni se une a la gran campafia publicitaria del comienzo de la guerra, aunque si critica a los «traidores» y «co- bardes» que huyen det pais («Blegia espafiola, b). Tampoco escribe rninguno de los humerosos romances de guerra con que se trataba de encender los énimos durante los primeros meses de la contienda, como lo hicieron otros muchos poetas conocides como Bergamin, Alberti, Prados, Miguel Hernndez.e incluso Vicente Aleixandre. Sin embargo, tras colaborar con Serrano Plaja en una serie de emisiones radiadas para mantener la moral de los madkilefios en las dificiles se- ‘manas de octubre y noviembre de 1936, se alista como voluntario en el Barallén Alpino y marcha a la sierra de Guadarrama a defender a la Repiiblica co. un fusi y, curiosamente, con un libro de Hélderlin "5 Luis Cermeda, «Vientres sentadoss, en Octubre, nim. 6 (abril de 1934), pig. 9. 47 en el bolsillo, como cuenta James Valender en su valioso y decisivo estudio", Segiin este critico, Cemuda estuvo en la embajada espa- ola de Paris de julio a septiembre de 1936 como agregado de pren- sa bajo el embajador Alvaro de Albornoz. Alli vivié el duro y decisi vo choque entre politicos del Frente Popular e ilustres republicanos liberales como Fernando de los Rios o Alvaro de Albornoz. Tras una visita a la embajada, en agosto de 1936, de politicos del Frente Po- pular que, dirigidos por /a Pasionaria, intentaban negociar con el gobierno francés, y ante las sospechas de éstos, que acusaban al per- sonal de la embajada de tibieza e incluso de traicién al hallar que el Funcionario de teléfonos era un antigo monatquico que, aparente- mente, informaba a los nacionales de cuanto ocurrfa en la embajada, cel embajador Alvaro de Albornoz fue destituido y siguid siendo vigi- lado durante meses como sospechoso. Concha Albornoz, su hija, un dia perdié las claves que el gobierno de la Repiiblica le habfa entrega- do al ser nombrada cénsul en Salénica, y también por ello cayé bajo sospecha de espionaje y fue puesta en entredicho y vigilancia. Como afitma Valender: «Cernuda, que cra su intimo amigo, se indigné. Y este segundo incidente, que debié ocutrir, en Valencia, durante la primavera de 1937, sin duda fue determinante en su alejamiento de jlitica més «revolucionaria» del campo republicano. Cernuda se hallaba en Valencia en la primavera de 1937 como colaborador de Hora de Esparia, donde public poemas, prosas y resefias!™. En fe- brero de 1938 recibié una invitacién para dar un ciclo de conferen- cias en Inglaterra. Venfa de su amigo Stanley Richardson, que traba- jaba en la embajada espafiola de Londres y le arreglé todos los permisos. Cemnuda, que habfa techazado en octubre de 1937 una oferta para irse de lector de espafiol a Oslo, acepta esta vez. Sus ex- periencias cotidianas en el ambiente de la guerra y Ia muerte y des- truccién que ha estado viviendo muy de cerca han ido erosionando su dnimo y sus esperanzas. El poeta ha expetimentado un profundo cambio y parte para Inglaterra sin saber que iba a ser su salida de pafia para siempre. El compromiso politico de Cernuda, que es auténtico, tiene, como venimos diciendo, caracteristicas muy especiales. A tono con Jo que yo afirmaba antes, Bernard Sicot reconoce que «raras veces la "LCi James Valens «Poesia y polite: Luis Cemada la guerra civil 1936-1939», ‘en James Valender(e.), Bela realidad deen: Luis Cennuda (1502-1963), Mali, Residencia de Estudiantes, 2002, pigs. 257-261. 19 James Valendes, ibid. pigs. 264, 259. 148, poesia de Cernuda se tife de un compromiso politico de signo par- tidario, y atin menos de declarada ideologia». «Pero —afiade— el hombre Cernuda, de 1931 a 1938, dio amplias y reiteradas prucbas de su compromiso personal en favor de una repiblica de inquierdas, guste o no guste y aunque tengamos que revisar algunas de las ideas que se han forjado al respecto»'®®, El mensaje de Cernuda es claro: «Camaradas, extdis luchando como un solo hombre por la victoria del proletariado; cuidadla bien desde ahora, en estos mismos dias de Ja lucha, cuanco alin no ha nacido esa victoria. Porque nadie debe arrebatirosla luego, ni torcerlan'™, La vor de alerta y lamento deja su eco en poemas sangrantes como «A Larracon unas violetas», que en plena guerra civil muestra su repulsa de la mezquindad humana que ha instituido las «casas es- twechasy matrimonios sérdidos», «su venenosa opinidn piiblica», «sus revoluciones, més crueles e injustas que las leyes, como inmenso bos- tezo demoniaco», para continuar: Y nuestra gran madrastra, mirala hoy deshecha, erable atin bella entre lar rumbas grins De losque como ti, nacidos en su estepa, ieton mientras vivian moritse la esperanza [..] Escribit en Espafia no es lloras, es morit, Porque muere la inspiracién envuelta en humo, ‘Cuands no va su llama libre en pos del aire (PC 220), En eLa visita de Dios» de su libro Las nubes (PC 227) llega Cer- nuda a afiadir una dimensién metafisica y religiosa a su rebelidn con- tra ese mundo en que vive, ya en el exilio en Londres, tras la guerra civil y posiblemente en plena Segunda Guerra Mundial: En aquel gran negocio demonfaco de la guerra. Esvoy ena cludadalrada para su orglle por el rico, ‘Adon lt mieia ocala cana por Es exjunae expone dibujos que me arrasan de égrimas los ojos, YY mordlendo mis puios con trnezaimpotente ‘Adin cuento mentalmente mis monedas escasas, > ‘Berard Sioxt, «El compromiso politico de Luis Cemnudan, pigs. 26-28. 'S Delatclo i miliiano ye simpatizaneenfga,rmad pot Ls Ce ‘nuda, que publica d importance diasio madrileio Abo, el 18 de febrero de 1937, pig. 8, segin el mismo Bernard Sicot. 149 Porque un trozo de pan aqui y unos vestidos Suponen un esfuerzo mayor para lograrlos ‘Qui el de los viejos héroes cuando vencian ‘Monstruos, rompiendo encantos con su lanza (PC 227). El pocta se vuelve a Dios («Pero a ti, Dios, jcon qué te aplacate- ‘mos?») para confiarle la tragedia en la que se ve envuelto: Mi casa rota, mi vida trabajada, y la casa y la vida De eos hombres como yo a dere En el naufiagio de un pais. Levantados de naipes, ‘Uno tras otro iban cayendo mis pobres paraisos (PC 229), Tias recordar todas estas desdichas el poeta se vuelve a Dios para preguntarle si las ha causado él («:Movi6 tu mano el aire que fuera derribandolos?...) pero, al fin, se somete y le confiesa que él es su Sinica esperanza: «No golpees airado mi cuerpo con tu rayo: / Si el amor no eres ta, ;quién lo sera en tu mundo?». Cernuda, aunque prdximo a Unamuno, no se expresa con los exabruptos del poeta ‘vasco, pero pide cuentas a Dios y le ruega que escuche weste murmu- Ilo» que se eleva desde la tierra. Con stt voz airada le razona, mis 0 menos, de este modo: «si esto sigue asi estamos a punto de enterrar esas ansias por conseguir tus preciosos ideales y dones (hermosura, verdad, justicia) que s6lo ti eras capaz de mantener vivas, Si esas an” sias se borraran, tti desaparecerfas»: Siellas murieran hoy, de la memoria ti te borrarias Como un suefio remoto de los hombres que fueron (PC 229), En su libro Las Nubes, y sobre todo en las elegfas, al levantar su vor de protesta y lamento, Cernuda se decide por una explicacién moral de la tragedia de la guerra. Para ésta tiene que ver con el ca- rdcter espaiiol. Al llorar la destruccién de Espafia no lo atribuye a la lucha de clases (no hay huella de marxismo en estos poemas), ni a ‘motivos politicos o histéricos, sino a un rasgo de la idiosincrasia es- atiola, la wesencia misteriosa de nuestra raza» que durante siglos nos Pisdodo aide any how lla 4 emtgens epee cls pesto, como dice en «Flegia espafiola(I)». Cernuda parece afectado por las ideas de algunos escritores noventayochistas, como Unamuno, Or- tega.o Machado, en sus teflexiones sobre la historia y el carter es- paiol. Para l el odio secular y la envidia nos han llevado a esta guerra civil, Repetidas veces habla de ello en sus elegias: 150 Elodio y destruccién perduran siempre Sordamente en la entrafia “Toda hiel sempiterna del espaiiol terrible [J Tero antes no sabias La realidad més honda de este mundo: EL odio, el trisee odio de los hombres (. (A.un poeta muerto: E.G. La)", Hay quien afima que el mejor homengje al artists a lctura serena y el disfruse reposado de la belleza de sus versos abandonando el (llamado) prusito por revolver las aguas turbias de su vida privada © por recordar sus simpatias politicas, ciertamente discutibles. Que no se nos diga, como hacen ciertos panegiristas, que «su legado per- tenece a la belleza, no al escindalo», ;No! No podemos entender de- bidamente la obra total de Cernuda sia reducimos a puro culto a la belleza. Conviene recordar, como escribié Octavio Paz, que la de Cernuda es «la ebra de un espiritu que con admirable e inflexible terquedad no ces6 nunca de afirmar su disidencia». «Como la [poesta] de Pessoa, su obra es una subversién y su fecundidad espititual con- siste, precisamente, en que pone a prueba los sistemas de la moral colectiva, tanto los fundados en la autoridad de la tradicién como los que nos proponen los reformadores sociales»! "59 La lectura cuidadosa de las cleglas y del libro Las Nubes confirma esta in- terpretacién que anes formulé James Valender («Poesia y politica: Luis Cernuda y la guerra civil 1936-1939, pég, 254) y para la que hallan eambign fuertes argu mentos en su excelente estudio Julio Nera y Javier Pérer Bazo, Luis Cermuda en el clio, Leturas de La: Nubesy Deslacn de la Quimera, Toulouse, Presses Univer- sicaires du Mirail, 2602, pigs. 133-173. °° Octavio Ps, Cuadrivio, México, Joaquin Mori, 1965, pigs. 167, 169. 151 10 Rafael Alberti, poeta de la revolucién Los criticos y la voz popular coinciden en considerar a Alberti tun gran artista. El poeta gaditano es un escritor de mileiples face- tas: es poeta lirico, es dramacurgo, es memorialista, escribe siti- ras, esctibe para la prensa, pero, ademds, cambia y se renueva de Continuo a lo lrgo del siglo xx de modo que se lz ha podido lle ‘mar «el Picasso de las letras espafiolas» por esta gran variedad de estilos, tones y géneros de su obra. Su poética y su primera obra de los afios veinte revelan que su gran preocupacién era la belleza. Es entonces cuando brotan de su pluma preciosos libros de poemas como Mariners en tierra o Caly canto. En Marinero en tierra Albet- ti escribe una poesia ligera, musical, lena de ritmo y de gracia, a tono con el gusto neopopularista introducido por Juan Ramén Ji- ‘ménez, Ese marinero ¢s el sujeto desplazado, arrancado de sus sue- fios y de su medio (wen tierray), lejos del paraiso y trasladado a la realidad dura y cruel. Suefio y fealidad son los dos elementos que constituyen In estructura del libro y crean sus tensiones. El joven poeta recuerda el mar y suefia con ser pirata en una acticud juvenil y romantica, Como un nuevo Prometeo quisiera arrebatar el fuego (da auroras) alos dioses, el fuego del cielo, como dice en un pre- ioso poema: Pirata de mary cielo, Si no fui ya, lo sere 153 Sino robé la aurora de los mares, sino la rabé, ya la robaré, Pirata de cielo y mas, sobre un cazatorpederos, con seis fuertes marineros, alternos, de tres en tres. Sino robé la aurora de los ciclos, sino la robé, ya la robaré (PC 58)", Si el héroe de Espronceda (en su popular «Cancién del pitata») gusta ser ducio de los mares wel uno al otro contin, te quiere lominar los mares y os cielos. Y es que la aviacién ya fascinaba a los poetas vanguardistas y les inspiraba fervorosos cantos. Muy pronto la travesia del Atléntico Sur a bordo del hidroavién Plus Ulera por Ramén Franco en 1926 despertaria mas entusiasmos. El poema apa- rece embellecido con la alusién a dos grandes y prestigiosos mitos, que eran a la vez romanticos y modernos: el pirata y Prometco. El poeta evoca marineros, capitanes de navio, barqueros, lavan- deras, pescadores, vaqueros y pastoras, Aunque se sentia atraido por las nuevas conquistas dela técnica, cantadas por los ultraistas, le Fas- cinaba mas la emocién de una tierna escena que atranca a la mucha- cha una exclamacién llena de lirismo, cuando ésta lamenta a su ma- dre, como en las viejas canciones de tipo tradicional, la muerte de su joven amigo: Madte, ha muerto el caballero del aire, que fue mi amor. Y en el mar dicen que ha muerto de teniente aviador. iin el mar! {Qué joven, made, sin ser todavia capitin! (PC 36). "57 Cio la obra de Rafael Albert en el texto y entre paréntesis con la sigla PC. seguidda del ntimero de la pagina refirindome a la edicién de Poesiar completas, Buenos Aires, Losada, 1961, excepto en un par de casos que indicaré, 154 Alberti evoca idilicas fantasfas. La existencia sencilla de su infan. cia en Puerto de Santa Maria es pintada liricamente como bello pa- raiso de deliciasa orillas del mar. Con él suefia el poeta desde su des- tierro en la ciudad: Si yo navi campesino, Siyo nacl marinero, | por qué me tenéis aqui, Si ese agut yo no lo quiero? El mejor dia, ciudad, a quien jamés he querido, el mejor dia —silencio— hiabré desaparecido (PC 81), ‘También aqui aparece el dramatico contraste que es eje de todo alls: tere Qaneidad, irvulgardad carding) yruar fs sora, el ideal, el suefio, la utopia). ‘Como vemos en estos versos, que rebosan ligereza y pracia, Al- berti tenia un hondo sentido del ritmo y de la musicalidad, y escribe sersorsenellog Ienande encanta y devosslels. Cpnelloe dtnons que era un gran poeta y obtuvo el reconocimiento de sus compaiieros de generacion y el elogio undnime de la critica. Marinero en tierra es su libro de juvencud, por el que se le ha recordado durante décadas yssobre el cual existe una abundante bibliografia. Pero el ambiente de efervescencia social de los iltimos afios vein- tey delos tina y la misma enfermedad y crisis psiquica del poeta fron artarde dle hacia un lc mda profundo, que desis una petspectiva inquictante vivia y expresaba sus angustias internas y su mundo en crisis. Las revucleas sociales de aquellos aiios (recordemos que Alberti se unié a las manifestaciones estudiantiles contra la dic- tadura de Primo de Rivera, el movimiento curls unto con a ripida difusién de las ideas marxistas, van arrastrando al poeta hacia una nueva oriertacién de su poesia. El surrealismo, ral como era dis- cutido en las te-tulias de Paris y como lo definian las revistas y ma- nifiestos, era un movimiento filoséfico, politico y revolucionario, que creaba un nuevo diseurso para presenta con toda virulencia sus ‘mensajes. No erasélo un estilo, el surrealismo queria cambiar el mun- dd, era una escritura que arrancaba de las profundidades del subcons- ciente, cultivaba la experiencia onfrica ¢ intentaba liberarse y iberar ala humanldad dela opresén yla Granta Era una nueva Alosolay una nueva visién del mundo. 155

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