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La ley natural es "La participación de la criatura racional en la ley eterna"

Sto. Tomás de Aquino; Summa Theologica, 1a, 2ae, quest. 91, art.2
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Introducción

El tema a desarrollar en el presente trabajo es el Derecho Natural, pero antes, analizaremos este
concepto, para comprender porqué se relaciona con los Derechos del Hombre. Así, veremos que
el Derecho Natural es aquel inherente a la persona humana, aquel emana de la naturaleza misma
del hombre, y que por esta razón no es creado por los órganos de Estado. Es decir, que este
Derecho se encuentra formado por normas que rigen a todos los hombres por su simple calidad
de ser humano, por su pertenencia a la raza humana.
Por lo que se refiere al nexo que existe entre el Derecho Natural y la Declaración Universal de
los Derechos del Hombre, ésta establece aquellos derechos que le deben ser reconocidos al
hombre para que alcance su respetabilidad como persona y su desarrollo dentro de la comunidad;
y tales derechos son inherentes al individuo, al ser humano, son superiores y anteriores a las
leyes estatales, por lo tanto los derechos humanos son los derechos naturales del hombre, pues
como se verá en este trabajo, el Derecho Natural es el fundamento ideológico de la Declaración
Universal1.
Los derechos consignados en la Declaración Universal pertenecen a todas las personas, sin
importar su sexo, edad, posición social, creencia religión, etc., son inherentes a la idea de
dignidad del hombre, por lo tanto no pueden perderse ni transferirse por propia voluntad.
La expresión Derecho Natural hace referencia a una corriente de pensamiento jurídico presente
por más de 25 siglos. Su idea fundamental es la tesis de la existencia de un Derecho anterior a
cualquier norma jurídica positiva, es decir, de origen humano, denominado precisamente
Derecho Natural.
Para su validez, el Derecho Natural, no requiere ser producto de un determinado procedimiento
previamente establecido para la creación de normas jurídicas. El Derecho Natural es esencial a la
naturaleza humana, y no creación del hombre.
Es precisamente natural, porque se funda en la naturaleza; pero ésta ha sido considerada desde
diferentes enfoques. Para unos está fundada en la naturaleza divina. Para otros, se inspira en los
dictados o mandamientos de la divinidad. En otra de sus versiones está el Derecho Natural
apoyado y basado concretamente en principios de la Iglesia Católica. Para otros, está de acuerdo
con la naturaleza humana; el hombre refleja su propia naturaleza en ese derecho para que sus
normas tengan suprema calidad humana.
Así, podríamos definir al Derecho Natural como: "El conjunto de las normas que los hombres
deducen de la intimidad de su propia conciencia y que estiman como expresión de la justicia en
un momento histórico determinado. La idea de la existencia de este derecho sigue al hombre en
el curso de la historia, pero es una idea cambiante como el tiempo"2.
La concepción de quienes afirman la existencia de un Derecho Natural eterno e inmutable, igual
para todos los tiempos y para todos los pueblos es difícil de sostener. Atribuirle semejante

1
BASAVE FERNÁNDEZ DEL VALLE, Agustín, Filosofía del Derecho, Editorial Porrúa, México, 1995
2
VILLORO TORANZO, MIGUEL, Lecciones de Filosofía del Derecho, Editorial Porrúa, 3° Edición, México,
1996

Alexis M. Mitre 1
característica es contrario a las realidades históricas que manifiestan que el Derecho Natural está
sujeto a cambios y transformaciones.

De Grecia a la escolástica

La forma en que la idea de derecho natural recibió su formulación clásica con Cicerón se
desarrolla del siguiente modo en su obra La República3:

“...La ley verdadera es la recta razón de conformidad con la naturaleza; tiene una aplicación
universal, inmutable y perenne; mediante sus mandamientos nos insta a obrar debidamente, y
mediante sus prohibiciones nos evita obrar mal. Y no es en vano que establece sus mandamientos
o prohibiciones sobre los hombres buenos, aunque aquellos carezcan de efecto alguno sobre los
malos -ni el senado ni el pueblo pueden liberarnos de sus obligaciones, y no tenemos que mirar
fuera de nosotros mismos para encontrar su expositor o intérprete. No habrá así diferentes leyes
en Roma, en Atenas, o diferentes leyes ahora y en el futuro, sino que una ley eterna e inmutable
será válida para todos los países y habrá un solo maestro y rector, es decir, Dios, sobre todos
nosotros, pues él es el autor de esta ley, su promulgador y su juez aplicador. Quien desobedece
huye de sí mismo y niega su naturaleza humana, y en razón de este mismo hecho sufrirá las
peores penas, aun si escapa a lo que comúnmente se considera castigo...” (De República, III,
XXII).
Para explicar lo que supone este pasaje, es preciso recordar que el romano, de orientación
pragmática, podía aceptar sin el ornato de la metafísica estoica la exigencia de que las leyes que
rigen la conducta humana estaban fundadas en la naturaleza. Todo lo que necesitaba era
reconocer que la naturaleza humana proporciona los elementos esenciales para este programa, y
que estos elementos (por regla general) son comunes por igual a todos. Cicerón resume así estas
características: posición erguida (necesaria para una visión amplia y a lo lejos de las cosas), el
lenguaje y los actos expresivos (para la comunicación) un sentido natural de sociabilidad (para
permitir la vida social) y por supuesto el pensamiento racional (Leyes, I.VII-XIII). La posesión
más o menos universal e igual de estos rasgos por parte de los seres humanos muestra el sentido
en que, para Cicerón y sus herederos intelectuales, el derecho natural se concebía como algo
natural.
Tan pronto añadimos a esto el sentido en que para ellos había de entenderse el derecho natural
como derecho, estamos en situación de eliminar un equívoco común. Cicerón contrasta la
concepción correcta de la ley con la concepción de la multitud. Para ésta, la ley es «aquello que
en forma escrita decreta lo que desea, bien por mandamientos o prohibiciones», pero para el
hombre culto «la ley es la inteligencia, cuya función natural es prescribir la conducta correcta y
prohibir la mala conducta -es la mente y la razón del hombre inteligente, la norma por la que se
miden la justicia y la injusticia» (Leges, 1.VI).
A pesar de las discrepancias sobre el contenido del derecho natural, las formulaciones estándar
de la idea básica de derecho natural en la Europa medieval coincidían con la ciceroniana. La
teoría de Tomás de Aquino4 (incluida en su imponente Summa Theologiae, y a menudo
identificada como la teoría del derecho natural) no es una excepción: aunque los intereses de
Santo Tomás son principalmente metafísicos y religiosos, su exposición de la ley natural no
apela a doctrinas metafísicas ni religiosas. Más bien explica tanto el carácter natural como legal
de la ley natural en términos de la razón.

Para Santo Tomás, la ley natural es natural porque está de acuerdo con la naturaleza humana, y
3
Cicerón, La República, Ediciones Orbis S. A. Hyspamerica, Barcelona, 1983
4
Aquino, Tomás de, Suma Teológica, selección Tomos I y II, ED. Paulinas, Bs. As., 1989

Alexis M. Mitre 2
esta naturaleza es una naturaleza racional:

«Lo que es contrario al orden de la razón es contrario a la naturaleza de los seres humanos como
tales; y lo que es razonable está de acuerdo con la naturaleza humana como tal. El bien del ser
humano es ser de acuerdo con la razón, y el mal humano es estar fuera del orden de lo
razonable... Así pues, la virtud humana, que hace buenas tanto a la persona como a sus obras,
está de acuerdo con la naturaleza humana en tanto en cuanto está de acuerdo con la razón; y el
vicio es contrario a la naturaleza humana en tanto en cuanto es contrario al orden de lo
razonable». (ST, 1-II, Q.71, A.2C).
De forma similar, el carácter legal de la ley natural está en función de su racionalidad: la ley
-dice- es «una ordenación de la razón para el bien común»; es una «norma y medida de los actos,
por la que el hombre se mueve a obrar o se abstiene de obrar», y «la norma y medida de los actos
humanos es la razón». (ST, 1-II,Q.90, A.I, 4). También añade que, para ser una ley, ha de
promulgarse una norma, porque sólo las normas conocidas pueden ser una medida de acción.
Este añadido parece indicar una mayor preocupación por la situación de la «multitud» que el
aristocrático rechazo de Cicerón de las meras creencias populares; pero en los demás sentidos, la
concepción de Santo Tomás es fiel a la formulación de Cicerón.
Sin embargo Santo Tomás va mucho más allá de Cicerón, al ofrecer una explicación de la
relación entre la ley natural y la ley eterna (divina) por un lado, y las leyes humanas comunes por
otro. Su principal interés estuvo siempre orientado a demostrar que, aun cuando son formas de
ley distintas, no entran en conflicto. Dado que Santo Tomás comparte la concepción medieval
común de que existe una ley eterna, de carácter inmutable, mientras que la ley humana es
ostensiblemente cambiante, su intento de armonización puede parecer condenado desde el
principio.

Su solución es dividir la ley natural en principios primarios y secundarios, los últimos de los
cuales son mutables, pero no los primeros. Así enunciado en términos abstractos, esto puede
parecerse más a desplazar el problema que a resolverlo, pero para nuestros actuales propósitos
contiene dos aspectos importantes: en primer lugar la solución depende de reanimar la
concepción aristotélica de los cambios naturales; y en segundo lugar, el posterior éxito de las
concepciones de Santo Tomás en la Europa medieval posterior significó una amplia aceptación
de la capacidad de la ley natural para incorporar el cambio. Así pues, a pesar de la extendida
creencia actual en sentido contrario, la ley natural no ha de entenderse en general como un
conjunto de normas fijas e inalterables que pudiesen aplicarse de forma sencilla a la conducta
humana o a la sociedad independientemente de las circunstancias.

Sin embargo, la flexibilidad así conseguida no es totalmente una ventaja: evita un tipo de
problemas pero acentúa otro. Un problema común de las teorías del derecho natural es el de
cómo traducir las nociones abstractas sobre la existencia de soluciones naturales y racionales a
las cuestiones del recto gobierno de la conducta humana en normas prácticas o máximas
específicas de utilidad. El aumentar la flexibilidad de la idea de derecho natural acentúa este
problema porque debilita la conexión entre los principios generales y las máximas prácticas
reales. Impide así una respuesta directa a este interrogante: ¿qué implica en la práctica el
derecho natural?

Los Iusnaturalistas modernos

Los nuevos teóricos del derecho natural invocaban la utilidad general, los derechos de los
individuos y el estado de naturaleza. Justificaban, de esta forma, las ambiciones personales y
nacionales, proporcionando a los soberanos instrumentos utilísimos en su lucha contra las
pretensiones de la nobleza, que reivindicaba sus privilegios para oponerse a las tendencias

Alexis M. Mitre 3
centralizadoras de las Monarquías modernas. Pero, precisamente por eso, constituyeron armas de
doble filo, ya que, si la teoría del derecho natural podía permitir la justificación del absolutismo,
también sirvió para iniciar su proceso de disolución.
Los primeros teóricos iusnaturalistas modernos no escolásticos fueron Grocio5 y Pufendorf6. Las
obras más conocidas de Hugo Grocio (1583-1645) fueron "Mare liberum" (1609) y "De iure belli
ac pacis" (1625). Interesado sobre todo en demostrar que el derecho de los holandeses a
comerciar y a navegar libremente por todos los mares procedía del derecho natural, estableció
que éste consiste en un precepto de la recta razón que nos indica que una acción es moralmente
mala o no, en virtud de su conveniencia o inconveniencia con la naturaleza racional y social, y
que, por ello, Dios como autor de la naturaleza la prohíbe o la ordena. De esa manera, unidos los
conceptos de racional y social con naturaleza, Grocio hace provenir la sociabilidad humana de
una inclinación o apetito natural.
Será, sin embargo, Samuel Pufendorf (1632-1694) quien rompa definitivamente con la tradición
escolástica acerca del derecho natural. Gracias a sus obras "De iure naturae et gentium" (1672) y
"De oficio hominis et civis" (1673) puede ser considerado como el creador del derecho natural
moderno y uno de los pensadores que mayor influencia han ejercido en su propio tiempo (en
Locke, por ejemplo) y, sobre todo, durante el siglo XVIII (en Rousseau y los independentistas
americanos).
A diferencia de Grocio, Pufendorf no fundamenta el derecho natural en un apetito social, sino en
la sociabilidad misma, esto es, en la necesidad que el hombre tiene de vivir entre otros hombres,
de tal manera que cada uno debe cuidar y conservar la comunidad, de lo cual se sigue que todo lo
que es bueno para la sociedad es un precepto del derecho natural y todo lo que la perjudica o
destruye es una prohibición. Así pues, más que una doctrina de derechos individuales (derecho a
no estar sometido a nadie o derecho a la autoconservación), los deberes y obligaciones de los
hombres respecto a sus semejantes siempre por delante de los derechos constituyen la base
doctrinal del derecho natural de Pufendorf. Si el deber de vivir en común es el fundamento del
derecho natural, la familia, los grupos humanos y el Estado, como la comunidad más completa,
se construye también desde ese deber, mediante un contrato social.
El Derecho natural es un modelo epistemológico de la filosofía del derecho. Abarca desde la
filosofía griega hasta el triunfo del modelo epistemológico científico a comienzos del siglo XIX.
Su primacía en el mundo del Derecho acaba cuando el positivismo jurídico entra en las
universidades europeas, entre otras razones por el enorme triunfo de los modelos científicos
mecanicistas.
El Derecho natural es de carácter metafísico, es decir, el derecho se contempla como algo ideal,
sólo se tiene en cuenta lo que el derecho debe ser, se confunde lo que el derecho es con lo que el
derecho debe ser, se confunde "el ser" y "el deber ser". Lo que el derecho es no consiste en lo
que observamos en el mundo real, (que es lo importante para el positivismo), el verdadero
derecho se oculta tras la realidad; a la verdadera naturaleza o esencia del derecho sólo podemos
acceder mediante la razón. Los iusnaturalistas sacan el derecho de este mundo y lo colocan en
otro, puesto que la naturaleza o esencia del derecho está contrapuesta a la arbitrariedad humana.
El Derecho natural capta la verdadera esencia del derecho, por eso se dice que en modelo
epistemológico el derecho "es" lo que "debe ser", ser y valor se igualan.
La ley natural es la ley de la recta o sana razón.

El derecho natural y sus rivales modernos

También son instructivas las observaciones de Grocio acerca del método, pues ayudan a
5
GROCIO, H. 1625, Prolegómenos, 11, ED. Paidós, Bs. As., 1994
6
PUFENDORF, S, El derecho natural y la persona, ED. Paidós, Bs. As., 1990

Alexis M. Mitre 4
esclarecer la relación entre el derecho natural moderno y su principal adversario, el utilitarismo
moderno. Grocio distingue entre dos tipos de método para determinar lo que concuerda con la
ley de la naturaleza. El método a priori consiste en «demostrar el necesario acuerdo o desacuerdo
de cualquier cosa con una naturaleza racional y social», mientras que el método a posteriori sigue
el curso más falible de «llegar a la conclusión, sino con absoluta seguridad, al menos con toda
probabilidad, que está de acuerdo con la ley de la naturaleza considerada como tal en todos los
países, o al menos entre los más avanzados de la civilización». Aunque este último método está
plagado de dificultades, Grocio lo utiliza en el intento de descubrir qué es natural en la vida
humana: «un efecto que es universal exige una causa universal; y la causa de esta opinión apenas
puede ser otra que el sentimiento que se denomina sentido común de la humanidad» (Grocio
1625, I.I.XII.I).

Supongamos que adoptamos el método a posteriori, para inmediatamente


ver frustradas las expectativas anteriores: en vez de descubrir creencias
universales o al menos reconocidas en general, como claramente esperaba
Grocio, encontramos que está tan arraigada la diversidad humana que no
puede abarcarse por principios generales de la naturaleza humana, ni
explicarse invocando creencias reguladoras (como el «nivel de civilización»).
Si nos vemos forzados a llegar a esta conclusión, el método a posteriori nos
llevaría también a adoptar otra. La irreductible diversidad de las creencias
humanas, unida al compromiso de aceptar las pautas de aquellas creencias
como guía de lo natural en los humanos, nos inclinaría a una concepción
pluralista de los bienes humanos (o bien, dicho en otros términos, a un
pluralismo en relación a los fines humanos); y si nuestro pluralismo fuese lo
suficientemente incondicional, desembocaríamos en la concepción de que no
hay otro criterio relativo a los bienes humanos más allá de las preferencias
de las personas individuales7.

En este punto, la idea de derecho natural corre el peligro de descomponerse por completo. Esta
cuestión se expresa claramente formulando la siguiente pregunta: si la
diversidad humana es tan grande, y tan fragmentario el ámbito de los
valores humanos, ¿cómo es posible la sociedad?
Son posibles dos diferentes tipos de respuestas. Por una parte insistiríamos en la significación
moral de la persona individual (y de sus preferencias), una concepción que, ante tal diversidad,
daría lugar a reconocer la significación moral de muy poco más, al menos más allá de aquellos
principios de procedimiento considerados necesarios para mantener la deseada individuación.
Seguir este camino sería avanzar hacia una versión extrema de la teoría de los derechos
naturales, una versión que separase la posesión y justificación de los derechos de cualquier bien
humano superior (el representante más claro de una posición así es Robert Nozick en su obra
Anarquía, Estado y Utopía). O también podría proponerse un método para armonizar las
preferencias en conflicto. Una forma atractivamente sencilla de hacerlo sería conceder igual
importancia a las preferencias de los individuos, y a continuación encajarías en un resultado que
proporcione el mayor grado de satisfacción de las preferencias. Esto sería adoptar el utilitarismo
de la preferencia (si nos comprometiésemos con una psicología hedonista de la acción,
habríamos adoptado el utilitarismo clásico).
Resulta demasiado fácil pensar que el derecho natural y el utilitarismo moderno son simplemente
opuestos, especialmente cuando uno se enfrenta a los modernos debates sobre cuestiones
polémicas como el aborto o la eutanasia. Ambas teorías concuerdan en un aspecto central. El
derecho natural es, ante todo, la afirmación de que las creencias morales tienen un fundamento

7
López Azpitarte, E., Fundamentación de la ética cristiana, ED. Paulinas, Madrid, 1990

Alexis M. Mitre 5
natural, de que puede justificarse racionalmente la moralidad. El utilitarista moderno está de
acuerdo en esto. Aunque típicamente revisionista sobre las creencias morales tradicionales, el
utilitarista no es un escéptico moral, pues suscribir el utilitarismo es aceptar que existen bienes
morales verdaderos. Las diferencias entre ambas posturas se reducirán normalmente a la medida
en que se considera que los hechos subyacentes de la naturaleza humana configuran o limitan las
conclusiones morales.

Una teoría de los bienes humanos

Una razón para contrastar las teorías del derecho natural con otras teorías morales
contemporáneas en estos términos es la de mostrar que la teoría del derecho natural puede
expresarse como una teoría de (un limitado número de) bienes humanos genuinos. Esta es la
forma en que se ha presentado la teoría del derecho natural más reciente. La obra de John Finnis
“Natural law and natural rights” defiende el siguiente grupo de bienes humanos básicos: vida,
conocimiento, ocio, experiencia estética, sociabilidad (amistad), razonabilidad práctica y
«religión». La última de estas categorías no pretende destacar un grupo de creencias específico,
sino todas aquellas creencias que pueden denominarse cuestiones de interés último; las
cuestiones sobre el sentido de la vida humana.

Esta es al menos una lista plausible de candidatos al estatus de bienes humanos básicos, pero la
exposición de Finnis se vuelve más controvertida cuando prosigue especificando los requisitos
básicos de la razonabilidad práctica. El más discutible de estos requisitos es que la razón práctica
exige «el respeto de todo valor básico en cualquier acto». Pretende desempeñar un doble (y
doblemente católico) papel: no simplemente descartar todas las formas de razonamiento
consecuencialista sino además delimitar la perspectiva moral de la Iglesia católico-romana en
una serie de cuestiones polémicas, como los métodos anticonceptivos y la masturbación. Incluir
esta exigencia entre los requisitos básicos de razonabilidad práctica, e incluso ordenarla junto a
exigencias tan irreprochables como el interés por el bien común y el carácter injustificable de las
preferencias arbitrarias entre valores o personas es poner la teoría en sintonía con la ortodoxia
católica-romana a expensas de su plausibilidad general. La cuestión no es que la ortodoxia moral
católica no pueda ser correcta, sino que no puede demostrarse, con exclusión de todas las demás,
simplemente enunciando los principios más generales de moralidad y racionalidad práctica.

No obstante, el derecho natural se entiende comúnmente como una teoría cabalmente


deontológica. Puede considerarse poco plausible el intento de criticar esta característica, y
también puede considerarse que el requisito de razón práctica de Finnis es, con todos sus
excesos, el mal menor. Es posible responder a esta acusación del siguiente modo. Sin duda aquí
no hemos defendido que todas las formas de utilitarismo sean compatibles con el derecho
natural, sino sólo que algunas lo son (y que éstas son de carácter muy elaborado, y tienen muy
poco parecido con el utilitarismo clásico del acto8). En segundo lugar, dado que normalmente se
define el derecho natural como la ley de la razón, todo dependerá de la definición de
racionalidad. A menos que se excluyan rígidamente todas las formas de racionalidad
instrumental (una hipótesis poco plausible para que la teoría sea verdaderamente práctica) es
muy difícil ver por qué las consecuencias no desempeñan, al menos en ocasiones, un papel
decisivo a la hora de seleccionar o configurar los principios a seguir. De hecho, la relatividad que
comúnmente incorporan las teorías del derecho natural -como el reconocimiento de que
diferentes sociedades siguen legítimamente normas diferentes- puede explicarse precisamente
según este criterio. En tercer lugar, la imagen pública rígidamente deontológica del derecho
natural se debe en gran medida al hecho de que muchos de sus nominales defensores suscriben
una versión que no es defendible siquiera desde una perspectiva del derecho natural. El propio
8
Mill, S, El utilitarismo, ED. Planeta, Bs. As., 1993

Alexis M. Mitre 6
Finnis critica duramente esta versión. Depende de lo que denomina el «argumento de la facultad
pervertida», un argumento que considera absurdo (Finnis, 1980, p. 48). No obstante es una
concepción popular, y con frecuencia se considera el alma misma del pensamiento iusnaturalista,
por lo que es preciso presentar su naturaleza y fallos.

El tipo de perspectiva en cuestión clasifica determinadas acciones como malas simplemente


porque son no naturales. Aunque esta concepción tiene diferentes versiones, todas dependen de
la idea de que este carácter no natural consiste en la violación de los principios básicos del
funcionamiento biológico humano. Donde se aplica más comúnmente es en aspectos de la
conducta sexual, en especial a la homosexualidad, la masturbación y la anticoncepción. Como
tesis sobre la conducta sexual puede formularse del siguiente modo. Aunque la actividad sexual
pueda dar placer, no es para el placer: el placer es parte de los medios para el fin, pero el Fin de
la actividad sexual es la procreación humana. Sin embargo, puede apreciarse fácilmente la
debilidad de este tipo de pensamiento (al menos en sus formas más simples). Consiste en decir
que una acción es mala si no concuerda con una función biológica relevante, e implica así que
incluso conductas inocuas como besar y escribir también son malas. La boca está creada para
comer y (quizás) para hablar, no para besar; y aunque la mano humana es quizás el mecanismo
más adaptable de la naturaleza, escribir no forma parte de su función biológica. Si esto parece
demasiado ligero, puede considerarse necesario distinguir entre aquellas actividades no
funcionales que frustran las funciones biológicas, y las que no: el besar no impide comer,
mientras que la homosexualidad no impide procrear. Pero esta estrategia no sirve, pues es sólo la
homosexualidad exclusiva, y no los actos homosexuales individuales, lo que impide la
procreación, pero a lo que se imputa la inmoralidad es a los actos individuales.

¿Por qué esta concepción, que ha parecido ser moralmente vinculante a tanta gente, es tan
equivocada? El problema básico es su concepción totalmente inadecuada de la naturaleza del ser
humano. La única función que concede a la racionalidad humana es la ilimitada función de
encubrir -y a continuación adecuarse a- las funciones biológicas. Esto resulta irónico, pues desde
el principio la teoría del derecho natural subrayó que su fundamento estaba en la naturaleza
racional del ser humano (por supuesto hay versiones más elaboradas de esta concepción que
apelan a una concepción de la racionalidad más adecuada. Sin embargo, incluso estas versiones
parecen estar afectas de una preocupación excesiva por las funciones biológicas, pues es difícil
ver de qué otra manera pueden mantenerse las conclusiones que distinguen estas concepciones).
Por esta razón también es difícil no sospechar que, a pesar de sus objeciones al argumento, el
propio Finnis no esté totalmente inmune a su efecto.

Extractos de la Doctrina Social de la Iglesia (Textos Pontificios desde 1832 a 1982)9

 Moral Natural (657): “Ningún fiel querrá negar que corresponde al Magisterio de la
Iglesia interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible que
Jesucristo, al comunicar a Pedro...su autoridad divina...los constituía en custodios e
interpretes auténticos de toda ley moral...también de la natural...”(Pablo VI, Humanae
vital, 4)
 Dignidad Humana (767): “...la verdadera dignidad y excelencia del hombre radica en la
moral... (León XIII, RN, 17); (768): Más aún, ni siquiera por voluntad propia puede el
hombre ser tratado, en este orden de una manera inconveniente o someterse a una
esclavitud del alma, pues no se trata de derechos de que el hombre tenga pleno dominio,
sino de deberes de Dios, y que deben ser guardados puntualmente. (León XIII, RN,30);

9
Strubbia M, Doctrina Social de la Iglesia, Tomo I, ED Paulinas, Bs. As., 1983

Alexis M. Mitre 7
(774): “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley
que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer...advirtiéndole que debe amar
y practicar el bien y que debe evitar el mal...(GS, 16)
 Derechos del Hombre (781): “La religión es la regla suprema que define y señala los
derechos y los deberes del hombre (Pío XI, DR, 12); (789): “...el hombre tiene por sí
mismo derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia
naturaleza. Estos derechos son universales e inviolables y no pueden renunciarse por
ningún concepto (Pío XII, radiomensaje navideño de 1942: AAS 35,1943, pp. 9-24; Juan
XXIII, discurso 4/1/ 1963: AAS 55,1963 pp. 89-91) (Juan XXIII, PT, 9)
 Derecho Natural (977): “Tal es la ley natural...la cual esta escrita y grabada en la mente
de cada uno de los hombres, por ser la misma razón humana mandando obrar bien y
vedando pecar...la ley natural es la misma ley eterna...” (León XIII, Libertas,6); (978):
“...los preceptos de derecho natural, comprendidos en las leyes humanas, no tiene fuerza
tan sólo de éstas, sino principalmente comprenden aquel imperio...que proviene de la
misma ley natural y eterna...Otras ordenaciones hay de la potestad civil que no dimanan
del derecho natural...sino remotamente, y por modo indirecto, y ordenan varias cosas, a
las cuales no ha provisto la naturaleza sino de un modo general y vago (León XIII,
Libertas, 7); (982): “...las leyes humanas que estén en abierta contradicción con el
derecho natural se hallan afectadas de vicio original, que no se remedia ni con la
violencia ni con el despliegue de fuerzas externas.” (Pío XI, Mit brennender Sorge, 35);
8983): “La Iglesia, cuya misión es custodiar el derecho natural...( Pío XI, Mit brennender
Sorge, 37)

Extractos de la Doctrina Social de la Iglesia (Textos Pontificios desde 1983 a 1990)10

 Derecho Natural (491): “Las instituciones y las leyes, cuando son conformes a la ley
natural y están ordenadas al bien común, resultan garantes de la libertad de las personas y
de su promoción.” (Juan Pablo II, LC, 74)

La ley moral natural, según las palabras de santo Tomás de Aquino, "no es otra cosa que la luz
de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe
hacer y lo que se debe evitar. Dios ha donado esta luz y esta ley en la creación" (Veritatis
Splendor, n. 40; cf. también Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1954-1955).

Sabemos, por ejemplo, por la ley natural, que el adulterio, el aborto y el robo son males porque
podemos razonar que violan derechos humanos fundamentales.
San Pablo reconoce la existencia de la ley natural cuando describe las responsabilidades morales
de aquellos que no tenían el beneficio de conocer la ley mosaica (ley revelada).
"En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la
ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley
escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o
alabanza... “Romanos 2,14
La ley civil del Occidente se ha fundamentado en gran parte en el principio de la ley natural.
Lamentablemente, se ha ido apartando de ella en las últimas décadas, como se hace evidente, por
ejemplo, en la legislación favorable al aborto. Es por esto que es urgente una “reconcientización”

10
Strubbia M, Doctrina Social de la Iglesia, Tomo II, ED Paulinas, Bs. As., 1992

Alexis M. Mitre 8
en nuestros políticos, si es que realmente nos representan, para que ante todo se defienda la vida
y no que en cambio se atente contra ella.

Anexo

Juan Pablo II sobre la ley natural:


Del discurso a la asamblea general de la academia pontificia para la vida, 27 de febrero de
200211.

4. Es importante ayudar a nuestros contemporáneos a comprender el valor positivo y


humanizador de la ley moral natural, aclarando una serie de malentendidos e interpretaciones
falaces.

El primer equívoco que conviene eliminar es "el presunto conflicto entre libertad y naturaleza",
que "repercute también sobre la interpretación de algunos aspectos específicos de la ley natural,
principalmente sobre su universalidad e inmutabilidad" (Veritatis splendor, 51). En efecto,
también la libertad pertenece a la naturaleza racional del hombre, y puede y debe ser guiada por
la razón: "Precisamente gracias a esta verdad, la ley natural implica la universalidad. En cuanto
inscrita en la naturaleza racional de la persona, se impone a todo ser dotado de razón y que vive
en la historia" (ib.).

5. Otro punto que hace falta aclarar es el presunto carácter estático y determinista atribuido a la
noción de ley moral natural, sugerido quizá por una analogía errónea con el concepto de
naturaleza propio de las realidades físicas. En verdad, el carácter de universalidad y
obligatoriedad moral estimula y urge el crecimiento de la persona. "Para perfeccionarse en su
orden específico, la persona debe realizar el bien y evitar el mal, preservar la transmisión y la
conservación de la vida, mejorar y desarrollar las riquezas del mundo sensible, cultivar la vida
social, buscar la verdad, practicar el bien y contemplar la belleza" (ib.; cf. santo Tomás, Suma
teológica, I-II, q.94, a.2).

De hecho, el magisterio de la Iglesia se refiere a la universalidad y al carácter dinámico y


perfectivo de la ley natural con relación a la transmisión de la vida, tanto para mantener en el
acto procreador la plenitud de la unión esponsal como para conservar en el amor conyugal la
apertura a la vida (cf. Humanae vitae, 10; Donum vitae, II, 1-8). Análoga referencia hace el
Magisterio cuando se trata del respeto a la vida humana inocente: aquí el pensamiento va al
aborto, a la eutanasia y a la supresión y experimentación que destruye los embriones y los fetos
humanos (cf. Evangelium vitae, 52-67).

6. La ley natural, en cuanto regula las relaciones interhumanas, se califica como "derecho
natural" y, como tal, exige el respeto integral de la dignidad de cada persona en la búsqueda del
bien común. Una concepción auténtica del derecho natural, entendido como tutela de la eminente
e inalienable dignidad de todo ser humano, es garantía de igualdad y da contenido verdadero a
los "derechos del hombre", que constituyen el fundamento de las Declaraciones internacionales.

En efecto, los derechos del hombre deben referirse a lo que el hombre es por naturaleza y en
virtud de su dignidad, y no a las expresiones de opciones subjetivas propias de los que gozan del
11
JUAN PABLO II, Del discurso a la asamblea general de la academia pontificia para la vida, 27 de febrero de
2002, website: www. vatican.it

Alexis M. Mitre 9
poder de participar en la vida social o de los que obtienen el consenso de la mayoría. En la
encíclica Evangelium vitae denuncié el grave peligro de que esta falsa interpretación de los
derechos del hombre, como derechos de la subjetividad individual o colectiva, separada de la
referencia a la verdad de la naturaleza humana, puede llevar también a los regímenes
democráticos a transformarse en un totalitarismo sustancial (cf. nn. 19-20).

En particular, entre los derechos fundamentales del hombre, la Iglesia católica reivindica para
todo ser humano el derecho a la vida como derecho primario. Lo hace en nombre de la verdad
del hombre y en defensa de su libertad, que no puede subsistir sin el respeto a la vida. La Iglesia
afirma el derecho a la vida de todo ser humano inocente y en todo momento de su existencia. La
distinción que se sugiere a veces en algunos documentos internacionales entre "ser humano" y
"persona humana", para reconocer luego el derecho a la vida y a la integridad física sólo a la
persona ya nacida, es una distinción artificial sin fundamento científico ni filosófico: todo ser
humano, desde su concepción y hasta su muerte natural, posee el derecho inviolable a la vida y
merece todo el respeto debido a la persona humana (cf. Donum vitae, 1).

7. Queridos hermanos, como conclusión, deseo estimular vuestra reflexión sobre la ley moral
natural y sobre el derecho natural, con el deseo de que brote de ella un nuevo y fuerte impulso de
instauración del verdadero bien del hombre y de un orden social justo y pacífico. Volviendo
siempre a las raíces profundas de la dignidad humana y de su verdadero bien, y basándose en lo
que existe de imperecedero y esencial en el hombre, se puede entablar un diálogo fecundo con
los hombres de cada cultura, con vistas a una sociedad inspirada en los valores de la justicia y la
fraternidad.

Dialogo entre dos estudiantes de derecho de la Universidad Católica de México12

- ¿Cómo se explica que la gente siga creyendo en un orden universal y eterno que rija nuestras
existencias? ¿Acaso no es un gran invento para conducir a la pasividad a los seres humanos y
lanzarlos a un laissez faire, laissez passer en forma enmascarada?

- La actitud negativa hacia la existencia de un ser superior creador del orden natural y aun mas
complejo sino que nuestra propia conciencia que la que es mas justa porque quieras o no, aunque
el grado cultural y de captación sentimental que hayas tenido en el seno familiar te deja un poco
en la misma situación de comprensión de lo que esta mal o esta bien, por ahí debes de empezar a
catalogar tu pensamiento y creo que no esta lo suficientemente elevado como para acceder a
catalogar o criticar cualquier legislación o régimen de leyes naturales, puesto que tu compresión
es casi nula... OK nada mas sigue buscando la verdad porque aunque haya gente como yo que
piense lo contrario a vos, por más que seamos mil y vos estés solo no significa que nosotros
tengamos la razón....Alberrt Eisten.-

- En ningún momento negué la existencia de un ser superior. Negué la existencia de un orden


natural que es otra cosa. Pero claro, con personas como vos y Einstein, lloraron bastante en
Hiroshima, si mal no recuerdo.

12
GONZÁLEZ MORFIN, E, Temas de Filosofía del Derecho, Editorial Oxford, México, 1999.

Alexis M. Mitre 10
- Es una afirmación interesante negar la existencia del derecho natural y por ende, un orden
universal, pero seria bueno fundamentar un poco más, porque eso de que es un gran invento para
conducirnos a un laissez faire es muy poco convincente y un muy pobre argumento.

- Derecho natural es una doctrina sobre el derecho ideal, independiente del Estado, derecho que
se deriva, según la teoría indicada, de la razón y de la «naturaleza» del hombre. Las ideas del
derecho natural ya fueron expuestas, en la Antigüedad clásica (Sócrates, Platón, & Co.); en la
Edad Media, se consideraba al derecho natural como una variedad de la ley, divina (Tomás de
Aquino). Fue en el período de las revoluciones burguesas en el Occidente. (S. XVII- XVIII)
cuando las ideas del derecho natural alcanzaron mayor difusión. Los partidarios de esta doctrina
–Grocio, Spinoza, Locke, Rousseau, Montesquieu, Holbach, Kant, Radishchev, & Co. – la
utilizaron para criticar el feudalismo, para explicar el carácter «natural» y «racional» de la
sociedad burguesa. En el período imperialista, las ideas del derecho natural, muy tergiversadas,
se utilizan para defender el capitalismo.

Declaración Universal de los Derechos humanos13

Esta Declaración fue adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el
10 de diciembre del año 1948. Esa fecha quedó establecida como el Día Internacional de los
Derechos Humanos. En la Argentina, desde el año 1994, posee jerarquía constitucional, según lo
establecido por el artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional.
En su Preámbulo se establece que la libertad, la justicia y la paz tienen como base el
reconocimiento de la dignidad y de los derechos iguales e inalienables de todos los seres
humanos. En los 30 artículos se establecen los derechos humanos esenciales que poseen todas las
personas.

Los primeros artículos establecen la universalidad de los derechos humanos:

1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

2. Todas las personas tienen todos los derechos y libertades que establece la
Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

13
Colección Educ.ar, Convivencia en la diversidad, CD Interactivo, Tema A: Derechos Fundamentales de la
humanidad: documentos y actividades, Bs. As. 2004

Alexis M. Mitre 11
Conclusión:

Después del trabajo expuesto, nos quedan algunas preguntas <replicando> en la cabeza... ¿Se
puede pensar una moral, basada en el supuesto del Derecho Natural, caminando junto a la
historia del hombre? ¿Es el derecho, como deontológico como algún autor lo expone, realmente
fundamento del Derecho Natural? ¿O es inherente al hombre y a su naturaleza por supuesto?
¿Es acaso éste el problema de las dos grandes posturas modernas en relación al derecho del
hombre, a saber: universal o particular?
Creo que los documentos magisteriales echan luz sobre algunos de estos interrogantes, pero
también se quedan sin respuestas frente a otros. Intentamos no hacer un trabajo “tan” extenso,
puesto la cantidad de material que hay escrito sobre el tema, como así también, lo amplio de los
tópicos abordados. Es así como no quiero creer en el postulado kantiano, de cumplir por el deber
mismo. El hombre, en su condición de tal, conlleva la imagen y semejanza de Dios, y es también
a la vez, templo del Espíritu Santo, por tal motivo, no podemos desoír tales afirmaciones: el
derecho natural es el cimiento de la dignidad humana, más allá de las limitaciones que uno, o
toda la Iglesia pueda tener. Distinta a la ley revelada, la ley natural es lo que los seres humanos
podemos conocer, por medio de la razón, de la ley eterna de Dios. Es lo que está al alcance de la
razón sin recurso a la fe.

Alexis M. Mitre

Bibliografía:

Alexis M. Mitre 12
 AQUINO, Tomás de, Suma Teológica, selección Tomos I y II, ED. Paulinas, Bs. As.,
1989

 BASAVE FERNÁNDEZ DEL VALLE, Agustín, Filosofía del Derecho, Editorial Porrúa,
México, 1995.

 CICERÓN, La República, Ediciones Orbis S. A. Hyspamerica, Barcelona, 1983

 COLECCIÓN EDUC.AR, Convivencia en la diversidad, CD Interactivo, Tema A:


Derechos Fundamentales de la humanidad: documentos y actividades, Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología Bs. As. 2004

 GONZÁLEZ MORFIN, EFRAIN, Temas de Filosofía del Derecho, Editorial Oxford,


México, 1999.

 GROCIO, H. 1625, Prolegómenos, 11, ED. Paidós, Bs. As., 1994

 JUAN PABLO II, Del discurso a la asamblea general de la academia pontificia para la
vida, 27 de febrero de 2002, website: www. vatican.it

 LECLERCQ, J, Ensayos de moral católica, Tomo I: Retorno a Jesús, Ediciones Pax et


Bonum, Bs. As, 1953

 LÓPEZ AZPITARTE, E., Fundamentación de la ética cristiana, ED. Paulinas, Madrid,


1990

 MILL, S, El utilitarismo, ED. Planeta, Bs. As., 1993

 PUFENDORF, S, El derecho natural y la persona, ED. Paidós, Bs. As., 1990

 PUEBLA, La Evangelización en el presente y en el futuro de A. Latina, Erre Eme, Bs.


As, 1996

 ROJAS ROLDAN, ABELARDO, El Estudio del Derecho, Editorial Porrúa, México,


2000.

 SANTO DOMINGO, Conclusiones, Erre Eme, Bs. As, 1992

 SINGER, P, Compendio de Ética. Alianza Editorial, Madrid, 1995 (cap. 13, págs. 235-
252)

 STRUBBIA M, Doctrina Social de la Iglesia, Tomo I, ED Paulinas, Bs. As., 1983

 STRUBBIA M, Doctrina Social de la Iglesia, Tomo II, ED Paulinas, Bs. As., 1992

 VILLORO TORANZO, MIGUEL, Lecciones de Filosofía del Derecho, Editorial Porrúa,


3° Edición, México, 1996

Alexis M. Mitre 13
Índice

Introducción..................................................................................Pág. 2
De Grecia a la Escolástica............................................................ Pág. 3
Los Iusnaturalistas modernos....................................................... Pág. 4
El derecho natural y sus rivales modernos................................... Pág. 5
Una teoría de los bienes humanos.................................................Pág. 7
Extractos de la Doctrina Social de la Iglesia (Textos Pontificios
desde 1832 a 1982)....................................................................... Pág. 8
Extractos de la Doctrina Social de la Iglesia (Textos Pontificios
desde 1983 a 1990)....................................................................... Pág. 9
Anexo: Juan Pablo II sobre la ley natural........................................ Pág. 10
Dialogo entre dos estudiantes de derecho de la Universidad
Católica de México.......................................................................Pág. 11
Declaración universal de los Derechos Humanos........................Pág. 12
Conclusión.................................................................................. Pág. 13
Bibliografía.................................................................................. Pág. 14

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