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2º BACH LENGUA ESPAÑOLA Y LITERATURA II

Temario de Literatura
Departamento de Lengua
Colegio Diocesano San Atón – Badajoz

14. Aportaciones de los escritores extremeños a la literatura del siglo XX.


Del 98 a la Guerra Civil
La crisis de 1898 en España produce en la Literatura española de principios del siglo XX, al igual
que en la política, unos de deseos de regeneración. Esta regeneración en la literatura se
convierte en renovación sobre todo estética en los poetas modernistas, como Rubén Darío, y
también temática en los autores de la llamada Generación del 98.
Por el contrario, en Extremadura en esos años iniciales del siglo XX predominan los autores
regionalistas, herederos del Realismo conservador del siglo XIX. Estos escritores, que
consideran su maestro y guía al poeta José María Gabriel y Galán (1870-1905), escriben versos y
prosas en las que se dibuja un panorama idealizado de la vida rural, amenazado por el desarrollo
social, a la que se remite cualquier posible felicidad. Se trata, claro, de una literatura
conservadora en cuanto a los temas, el estilo y la intención (el exceso de emoción, la
sensiblería…) que sin embargo fue muy bien acogida.
El regionalismo encuentra en Luis Chamizo (1896-1944) el modelo más destacado de esta
tendencia. Su obra, con una presencia evidente de la métrica modernista, acabó consagrándole
como el poeta extremeño por antonomasia. El miajón de los castúos (1921), escrita en la versión
literaria de una supuesta habla regional que se comienza a llamar castúo, es su obra esencial.
En prosa, el representante más destacado del regionalismo fue el narrador y periodista
Antonio Reyes Huertas (1887-1952) que en multitud de novelas, como La sangre de la raza
y breves relatos –sus estampas- consagró la imagen conservadora de la tierra extremeña,
aferrada a sus costumbres, que se niega a cambiar, y para la que solo pide como corresponde a
cierto catolicismo social de la época, reformas que acaben con las injusticias más evidentes.
Por otro lado, el autor más cercano a la ideología del 98, Felipe Trigo (1864-1916), escribirá
dentro de la estética del Naturalismo, superada ya en esta época. Este prolífico novelista
mantiene, dentro de un naturalismo comercial propio de las grandes obras del siglo anterior, un
programa de denuncia de la situación social de su época, y en esencial de la vida rural que sitúa
en la Extremadura que tan bien conoce: El médico rural o Jarrapellejos son expresión realista
de una situación terrible, pese a que esta última se publique en pleno Novecentismo, 1914.
Sin embargo, el Modernismo de principios de siglo XX sí influyó en muchos poetas extremeños.
Un ejemplo es el libro de poemas Versos de las horas de Enrique Díez-Canedo (1879-1944).
Este poeta es una de las figuras más importantes de las letras de los años veinte y treinta: fue
profesor, crítico teatral y traductor, y a sus esfuerzos debemos una parte muy importante del
conocimiento en España de las corrientes de la literatura europea contemporánea. Su obra
poética evoluciona hasta que, en el exilio a causa de su sincero compromiso con la República,
publique un libro de poemas humanos, casi desnudos, El desterrado.

La posguerra
La Guerra Civil española y la instauración de la dictadura ocasionan un cambio estético y
literario muy profundo. Multitud de españoles deben marchar al exilio, y entre estos, dos
autores extremeños importantes en el panorama de la literatura española: Enrique Díez-
Canedo, que muere en México en 1944, y el novelista Arturo Barea (1897-1957). Si el exilio es
un espacio que otros autores ocupan con sus recuerdos, en Barea y su trilogía La forja de un
rebelde es toda la historia reciente de España la que ocupa su memoria.
A mediados de los años cuarenta aparecen los primeros poemas y libros de la poesía de Jesús
Delgado Valhondo (1909-1993), conocedor de la lírica de su momento, de la llamada poesía
rehumanizada, de cierta desolación moral. Sus versos –libros como La esquina y el viento– y
los cuentos de la época hablan de un poeta cercano a los planteamientos del existencialismo
cristiano y a un cuidado extremo del verso. Delgado Valhondo es uno de los tres poetas
importantes de los años cincuenta y sesenta en Extremadura; los otros dos son Manuel
Pacheco (1920-1998) y Luis Álvarez Lencero (1923-1982). Pacheco, poeta autodidacta
escribe una poesía desarragaida con denuncia social, en defensa de los oprimidos, relacionada
con las formas literarias de vanguardia. En Álvarez Lencero destaca también su compromiso con
los más desfavorecidos con versos marcadamente líricos y algo trascendentes.
Debemos también citar en esta etapa de posguerra a un poeta de importancia nacional que
desarrolla su obra lejos de Extremadura: José María Valverde (1926-1996) Aunque es un
poeta de difícil clasificación, apreciado en las distintas etapas de su producción poética, algunos
le relacionan con los poetas católicos de la generación del 36 (Rosales, Panero, Vivanco) no solo
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por su sincera actitud religiosa, manifiesta ya en Hombre y Dios (1945), sino por el carácter
sosegado de su lírica (tan lejana al desarraigo de un Blas de Otero, por ejemplo). Muy dentro de
la línea de la época se halla la inclusión de elementos realistas en algunos de sus libros; como
Versos del domingo (1954), donde la alusión a la humilde realidad cotidiana revela una actitud
de generosa simpatía y ternura hacia las cosas como criaturas de Dios.
Los últimos años de la dictadura coinciden con la escritura y estreno de las obras teatrales de un
autor reconocido como figura esencial en la historia del teatro español contemporáneo: Manuel
Martínez Mediero (Badajoz, 1939). Sus obras se relacionan con los movimientos teatrales
alternativos y de vanguardia empleando una crítica social y política que suscitó grandes
polémicas a finales de la dictadura y durante la transición democrática. Entre sus obras más
importantes podemos citar Las hermanas de Búffalo Bill y El bebé furioso.

La transición democrática
Dos corrientes de posguerra son las que van a predominar en los años setenta en Extremadura:
el realismo social y el experimentalismo. Ejemplos de estas tendencias son el novelista José
Antonio Gabriel y Galán (1940-1993, cuyo estilo se vincula con el realismo de los años
cincuenta y el novelista y dramaturgo Jesús Alviz (1946-1998). En sus novelas como He
amado a Wagner, realiza apuestas experimentales arriesgadas y en ellas prima el individuo y no
el grupo o la sociedad. Ya a principios de los ochenta aparece el teatro de Miguel Murillo
(1953) que participa de esta crítica de la realidad social a través de lo cotidiano en obras como El
reclinatorio y, con un fuerte componente poético, Perfume de mimosas.

La renovación de los años ochenta y noventa


Durante la década de los ochenta y primeros años noventa se produce, al compás con la
modernización del país una renovación de la literatura en Extremadura que obedece a las
mismas circunstancias estéticas que se dan en el panorama nacional: variedad de corrientes,
multiplicidad de propuestas artísticas…
La novela de los años ochenta, al hilo de la recuperación de ciertos modelos narrativos, vive años
de esplendor. Por ejemplo, Juegos de la edad tardía de Luis Landero, alejada de las ataduras
regionales, está plenamente inserta en el relato nacional: simultaneidad de propuestas, influjo
de los medios audiovisuales, conciliación de modernidad y tradición, revalorización de géneros
menores como el cuento, la literatura de viajes o el diario. La novela que se publica estos años
atiende a multitud de cuestiones, como la recuperación de la memoria histórica o intrahistórica,
en el caso de Dulce Chacón y Cielos de barro o Justo Vila y La agonía del buho chico; el
juego entre realidad y ficción; la novela negra; la recreación histórica y la realidad en clave
irónica; o incluso sarcástica como en El claro de los trece perros de Jorge Márquez (1958).
Este último, junto a su obra narrativa es también autor de importantes y reconocidas obras
dramáticas y un nombre imprescindible en el teatro español contemporáneo: piezas como
Hazme de la noche un cuento o Hernán Cortés marcarán estos años, dentro de la línea crítica
del teatro escrito en Extremadura. Volviendo a la novela un libro de gran interés publicado en
estos años es El último de la conquista de Antonio Zoido.

Las últimas generaciones


Este período, abierto todavía, se define por la aparición de nuevos nombres más que por
propuestas estéticas diferentes. Se trata de una generación de autores que han crecido, y leído,
desde la renovación de los ochenta. Debemos citar sobre todo dos autores de gran éxito en la
literatura nacional: Javier Cercas, que en la novela Soldados de Salamina emplea la confusión
de géneros (novela, periodismo, ensayo) y el sacerdote Jesús Sánchez Adalid (1962),
representante extremeño del éxito nacional de la novela histórica con obras como El mozárabe.

Adaptación de Miguel A. Lama y Luis Sáez Delgado, Literatura en Extremadura, siglo XX.
Antología didáctica de textos.

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