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IV.

-UN LLAMAMIENTO SANTO


Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en
el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias
por vosotros,
haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él, alumbrando
los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado,
y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del
poder de su fuerza,
la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y
sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia,
la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Efesios 1:15-23

Los versos escritos en el capitulo 1 de efesios más parecen reflejar un solo


pensamiento, o más bien unas cascada de pensamientos inspirados en el
apóstol por el Espíritu Santo, en ellos Pablo refleja todo el sentir que hay en su
alma respecto de las revelaciones que Dios había puesto en su mente para que
las compartiera con la iglesia de Efeso y cada una de las iglesias de Asia, y por
consiguiente con cada uno de nosotros, y vaya que si lo consigue porque no hay
otro trozo de la Palabra más magníficamente inspirado que Efesios 1, ni que
entregue tanto contenido ni revelación nueva.
En esta parte de la carta que más parece una oración el apóstol magistralmente
nos enseña como combinar equilibradamente la alabanza con la oración
cristiana.
Para lograr una vida cristiana saludable es de mayor importancia mantener este
equilibrio que Pablo demuestra en Efesios, o sea mantener juntas la alabanza y
la oración en nuestra vida con Dios. El no hacerlo nos va a mantener
disconformes con lo que tenemos o en un vivir mediocremente en vez de una
vida plena.
 Unos no hacen más que orar por nuevas bendiciones espirituales,
olvidando que Dios ya les ha bendecido abundantemente en Cristo con
“toda” bendición espiritual.
 Otros ponen tal énfasis en la verdad de que todo es suyo en Cristo, que se
vuelven autocomplacientes y pierden el amor por la búsqueda de cosas
nuevas, de misterios escondidos en Dios o de vivir más abundantemente
sus privilegios espirituales.
Y de estos existen muchos cristianos y grupos de cristianos que polarizan su
relación con Dios y enseñan mal la doctrina, ya que enfatizan su predicación en
su experiencia; una experiencia de estar viviendo en la mitad de la revelación.
Pablo nos alienta aquí a vivir alabando a Dios porque en Cristo todas las
bendiciones espirituales son nuestras y a seguir orando para que podamos
conocer la plenitud de los que se nos ha dado.
LA ESPERANZA A LA CUAL HEMOS SIDO LLAMADOS
Que Dios, en algún sentido, llama y preordena todo lo que sucede es un resultado necesario de
su soberanía. Dios es absolutamente soberano sobre su creación. Dios puede preordenar las
cosas de diferentes maneras.
¿Quién, entre los cristianos, argumentaría que Dios no podría impedir que ocurriese algo en
este mundo? Si Dios así lo deseara, tiene poder para parar el mundo entero.
Otra pregunta medular en la Biblia con respecto a esto es lo que establece Salomón cuando
dice:
"Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que el torció?
Ecles 7:13

La conocida declaración de Romanos 8:30 es indispensable en este tipo de análisis "Porque a


los que antes conoció, a esos predestinó y a esos también justificó y llamó"
Aquí queda claro que TODOS, o sea cada uno de sus Hijos “Tenemos un llamamiento” y este
es sencillo y fácil de comprender, obviamente, cuando lo miramos a la luz del Evangelio.

LOS COSTOS DE SER LLAMADO

Puede surgir que, cuando conocemos el evangelio y entendemos el llamado de Dios en nuestra
vida, hay circunstancias que hay que enfrentar como todo en la vida, Jesús cuando ejerció su
Ministerio lo dijo:
"en el mundo tendréis aflicción, más no os preocupéis, yo he vencido al mundo"
Juan 16:33
Al dar respuesta a este “llamamiento” inevitablemente vamos a encontrar momentos difíciles
en la vida, en los cuales flaquearemos pero en Cristo podemos permanecer firmes y perseverar.
Recordemos las palabras del apóstol Pablo en 2 Timoteo 1:7
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio"

Cuando entendemos el porque hemos sido llamados y a que hemos sido llamados entendemos
también el porque en nuestro caminar dentro del evangelio hemos pasado momentos difíciles y
sin lugar a dudas los seguiremos pasando, pero es imprescindible que entendamos que muchas
veces, eso es lo que nos hace crecer en Cristo Jesús. Algunas veces la palabra contenida en el
evangelio de la gracia pareciese que es un camino de rosas y que todo es fácil, obviamente lo
es Jesús lo dijo en Mateo 11:30 "mi yugo es fácil y ligera mi carga", sin embargo las rosas
también tienen espinas y aunque las rosas son preciosas hay que saber tomarlas, sino es
inevitable que nos pinchen y provoquen dolor, el evangelio de nuestro señor Jesucristo, de igual
manera tiene que tomarse con cuidado y muy en serio, porque Dios en el lo da todo, pero
también lo demanda todo. El evangelio exige de nosotros un cambio notable de vida, de
actitud, de mostrar un excelente proceder, de amar a los demás. Pablo escribió:
"No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha
cumplido la ley"
Romanos 13:8

EL CAMINO PARECE DIFICIL

"Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que están en ti por la imposición de
mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y
llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos"
2 Timoteo 1:6-9

Una de las cosas que debemos comprender en cuanto al llamamiento de Dios es que este no
tuvo lugar el día que llegamos a una iglesia, tampoco el día que Dios nos alumbro los ojos del
entendimiento, sino que el llamamiento fue dado antes de la fundación del mundo, Hebreos cita
en el capítulo 2, que la salvación provista y el llamamiento se sucedieron en la mente del Padre
antes de que participáramos de carne y sangre (Hebreos 2:14) y el llamamiento es uno de
naturaleza espiritual porque cuando fue hecho no existía más que seres espirituales, ya que
aun no existían ni carne ni sangre.

Y esto nos ayuda a comprender que los momentos difíciles de la vida no escapan al control de
Dios, o sea no es que Dios no sepa lo que nos está pasando, porque todo ha sido prefijado. Dios
nos ha llamado a entender, no nos llamó ayer, tampoco hoy, Dios nos llamó antes de participar
de carne y sangre, el llamamiento, es decir, lo que Dios nos llamó a hacer no depende del
hombre, tampoco depende de las circunstancias, depende de Aquel que nos llamó.
Cuando usted conoce que Dios le ha llamado antes de los tiempos de los siglos, no hay ningún
obstáculo que no podamos traspasar, no hay barrera en este mundo que no podamos traspasar,
porque hemos sido llamados específicamente para que los obstáculos y barreras que se
presentan podamos traspasarlos, aunque a veces no sin dificultad.
Por ello debemos entender que muchas veces el llamamiento de Dios a nuestras vidas exigirá
de nosotros sacrificios importantes, dejar cosas o personas muy queridas para nosotros, pero
que a lo mejor están siendo impedimento para ver más claramente el destino al cual es nos ha
llamado. Una de las cosas que Dios hace, cuando nos llama, nos aparta, (recuerda que ser santo es
ser apartados para El)
Dios llamó a Abraham, y le mandó que saliera de su tierra,… otra vez cuando le quiso hablar
acerca de su hijo Isaac, le mandó salir de la tienda en que habitaba con Sara su mujer.
Dios obra misteriosamente y El ve lo que nosotros no vemos, por lo que nos pide a veces cosas
que en el momento no entenderemos, pero que entenderemos después. A veces nos aparta de
grandes amistades, pero que inevitablemente ocupan todo nuestra atención y tiempo. Otras
veces no sabemos que quienes nos rodean pueden ser nuestros peores enemigos, porque son a
quienes escuchamos, y lo que escuchamos de ellos es la carne y sangre de esas personas, sin
embargo el llamado de Dios es espiritual. Eso no quiere decir que usted no los ame, usted los
ama, pero necesita tener la atención y el oído presto para escuchar, no lo banal de la vida
diaria, lo de carne y sangre, sino disponer y ejercitar nuestro oído espiritual ante un
llamamiento también espiritual, un llamamiento santo, un llamamiento específico que obedece
a la Palabra misma de Dios, y no al consejo de ningún hombre.
Hebreos 13:13 dice "salid fuera del campamento", cada uno de nosotros, una vez que
conocemos el evangelio de la gracia tenemos que salir fuera del campamento, no solo los
pastores o misioneros, nosotros también somos llamados a salir, no a que nos quedemos donde
estamos para siempre, porque los pastores tienen que salir a pastorear, una vez preparados
tienen que salir porque este es parte de su llamamiento, salir del campamento y al igual que
Abraham, solo allí veremos las estrellas de los cielos y el llamado se nos hará más claro.

UN LLAMAMIENTO EN AMOR

Es importante entender lo que Dios nos ha llamado a hacer, esto es a cumplir UN ROL, un
llamamiento que contiene el ADN de Dios, su sello, para ello el nos otorga dones los cuales nos
guían a saber por donde debemos movernos, que es lo que hay en nosotros que nos hará
cumplir con el propósito divino, Pablo dice que El
"nos salvó y llamó, con llamamiento santo", es tiempo de advertir cual es la función específica
que debemos desarrollar en el cuerpo de Cristo. El llamamiento de Dios, no es estático, no es
para contemplar Su hermosura y santidad, es un llamado dinámico, de acción y reacción, lo otro
es importante pero no lo más urgente. Tendremos toda una eternidad para contemplarle, pero
la mies es mucha y los perdidos no pueden esperar.

Cada uno de nosotros hemos sido llamados al régimen del espíritu, no es en el hombre, ni en el
expositor, ni en la predicación, es en Dios mismo guiándonos, Dios mismo hablando a nuestro
intelecto, y bajo ese orden de cosas hemos sido llamados para escuchar la voz de Dios, no ya
para escuchar la voz del hombre. Cada uno de nosotros llevamos nuestra propia carga, tenemos
llamamiento específico.

"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados"
Efesios 4:1,
El llamamiento de Dios para cada creyente, dice que "andéis como es digno de la vocación con
que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia y
mansedumbre los unos con los otros en amor", hay un llamado para andar en amor. ¿Para que
fuimos llamados? Para andar en amor, no sólo para triunfar pisoteando a los demás, no, hemos
sido llamado para vencer, pero venceremos por medio del amor.
Ante las dificultades que debamos enfrentar Pablo nos dice: "Fortaleceos en el Señor" Efesios 6,
"todo lo puedo en Cristo que me fortalece" Filipenses 4.13, pues para eso hemos sido llamados,
para entre todas las cosas amar a los demás.

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de


benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y
perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el
vínculo perfecto." Col 3:9

Y no es fácil si lo miramos humanamente, pero si lo vemos con los ojos de Dios, de Cristo que
todo lo soportó por amor a nosotros entonces comprendemos
"que el amor de Cristo ha sido derramado en nuestros corazones por el espíritu santo que nos
fue dado" Romanos 5:5

Y otra vez nos dice: "solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un
cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de nuestra
vocación". Efesios 4:3-4,

Fuisteis llamados en una misma esperanza (un mismo sentir) y la esperanza es el Evangelio, la
esperanza es que todos nosotros hablemos del evangelio, no es solo repetir, no es decir amen a
todo, es escudriñar y discernir para poder enseñar también a otros. La unidad es la esperanza
que todos tengamos cimentado en nuestro corazón un mismo lenguaje, y que ese lenguaje se
entienda, que sea una expresión de nuestra comunicación entre el cuerpo y el espíritu, entre
nosotros y Dios, entonces tendrán sentido las palabras y estaremos cumpliendo fielmente el
llamado que se nos ha encomendado.

LLAMADOS A SER SANTOS


Además de ello no podemos quedarnos con lo sabido, debemos indagar los
tiempos de nuestra peregrinación; averiguar los derroteros que Dios nos ha
prefijado; los limites de nuestra habitación e ir más allá, adonde Dios quiere que
lleguemos.
“a los que predestinó, a estos también llamó, y a los que llamó, a estos también
justificó…”
Es cierto que un día nosotros le llamamos para que nos salvara del pozo oscuro
y profundo en el cual nos encontrábamos sumidos; pero nuestro llamado a la
luz de lo aprendido solo fue una desesperada respuesta del alma al llamado que
Dios nos había hecho a uno de los rincones de nuestra vida vacía.

Ahora la cuestión pasa porque debemos averiguar para que fuimos


llamados: porque si el nos llamó, fue con un propósito, asunto que lo afirman
las escrituras en más de una ocasión. Nos llamó a algo o para algo.
“y esta es la esperanza a que El os ha llamado…”(v 18)
, en el capítulo 4:4 habla de “la esperanza de vuestra vocación…”
La respuesta a estas interrogantes las encontramos en Efesios mismo y la
forma de llevarla adelante se encuentra en innumerables citas de todo el resto
del Nuevo Testamento donde se nos abre toda una expectativa variada y rica;
1. Entre ellas nos dice que hemos sido llamados:
 A ser primeramente de Jesucristo
 A la comunión con EL
 A ser santos
 A ser y actuar como personas con un llamamiento santo
Una pregunta:
¿Eres santo? ¿Vives en santidad?
Dentro de los anhelos de cada cristiano, uno de los más profundos de su
corazón es ser santos, Pedro el apóstol cita en su primera carta:
… sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; 1Pe 1:15
Hebreos por su parte nos dice: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual
nadie verá al Señor. Heb 12:14
La santidad no es una opción para los hijos de Dios, es un requisito, la palabra
para santo aquí empleada es “agion” y significa apartado para algo; y nos
indica de algo que ha sido apartado, separado del uso normal que se le da para
guardarlo para un uso específico. Los utensilios del templo eran dedicados
“agion”, o sea no podían ser usados en otra función más que servir al templo.
Si reducimos este concepto de santidad a una definición más sencilla, diríamos
que ser santos es “ser diferentes”, es recorrer un camino que es distinto a
aquel que recorren aquellos que no conocen al Señor, por ello Pablo señala en
Romanos 12:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento…” Rom 12:2

Ahora en los días que vivimos esto se torna cada vez más difícil, porque muchas
veces nos vemos inmersos dentro de la cultura que prevalece en este mundo y
nos dejamos llevar por un evangelio a la moda y no por convicciones; nos
vemos siendo arrastrados por las tendencias que marcan cada ámbito de la
sociedad y no somos el elemento catalizador que el mundo requiere, no somos
sal sino que nos disolvemos en el mar de las gentes, no somos la luz que guía e
ilumina sino que nos lamentamos porque ni nosotros sabemos retener esa luz.
Ser santos significa que cada día debemos tomar decisiones, pero decisiones
que tienen en particular ser diferentes a las que toman quienes están a nuestro
alrededor, tenemos que ser honestos en una sociedad deshonesta; por ser
íntegros en una sociedad corrupta; por amar la pureza en una sociedad volcada
hacia la pornografía y el sexo; ser personas donde la consideración con nuestro
prójimo está presente a flor del día, en una sociedad donde el egoísmo está
presente a cada nivel. Y tantas otras áreas de la vida en las cuales Dios nos
llama a ser diferentes. La Biblia en su NT, nos da innumerables consejos y
pistas donde guiarnos a esa santidad, pero el mayor apoyo y ayuda es el que
nos da el mismo Espíritu de Dios, día a día, paso a paso el Espiritu nos irá
marcando un camino que es diferente, distinto al que escoge la gran mayoría
de quienes conocemos.
Un desafío para nosotros: Nunca escojas el camino de la popularidad, no hagas
lo que otros hacen, anímate a recorrer un camino diferente, el camino que Jesús
nos trazó.
¿Ahora, está la iglesia como pueblo santo y especial de Dios, libre
del juicio de la ley de Dios?
Que nos dice la Escritura al respecto:
“Porque a libertad fuisteis llamados…”
2. Una segunda característica que identifica la vocación del pueblo de Dios
es la hermandad armoniosa que debe estar por encima de las barreras de
raza y clase, porque “somos un solo cuerpo” para disfrutar de la paz y
amor de Dios en “koinonía” o sea vivir “una vida digna de la vocación con
que quietes llamados…”, y prosigue ” soportándoos con
paciencia los unos a los otros en amor…”
3. La paz es otra de las características que debe identificarnos, y la paz
entre los miembros es el fiel reflejo de la paz interior que estas
revelaciones imprimen en la convicción de cada cristiano.
4. Al mismo tiempo mientras podemos gozar de plena paz dentro de la
comunidad cristiana, estamos obligados a experimentar la oposición del
mundo incrédulo. Y aunque no debemos responder de igual modo a como
somos agredidos, no significa tampoco que para alivianar la carga
debamos transar nuestras convicciones.
“y el que quiera vivir piadosamente, padecerá persecución…”
Y esto es real, mientras más tratemos de vivir la vida recta y santa que
Dios requiere, más oposición tendremos, y no precisamente de nuestros
enemigos sino también de nuestros pares.
Y cuando habla de que no debemos pagar mal por mal diciendo “pues
para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas…”

Cuando Pablo nos habla de ver a Cristo y conocer de sus maravillas de gloria en
gloria, Pablo habla de una gloria en medio del sufrimiento, pues sabe que
esta “leve tribulación momentánea…” (que no es en ninguna manera leve
ni poca) es parte del sacrificio que Cristo ha requerido a fin podamos
conocer más y más de su perfecta paz y amor, y quien requiere de
nosotros venzamos en la muerte la carne y vivamos para Dios en el
Espíritu.

Este es el “supremo llamamiento de Dios en Cristo” un LLAMAMIENTO SANTO,


por cuya causa el continúa en la carrera cristiana hacia la meta.
Todo esto estaba en la mente de Dios cuando nos llamó, nos llamó a Cristo, a
santidad, a libertad, a paz, a sufrimiento y a gloria. Dicho en otras palabras, nos
llamó a una vida nueva, una vida que nosotros debemos procurar; ya lo dijimos
antes, la vida nueva como una vida de santidad no es un estado; es un camino
que debemos recorrer cada día, siempre hacia la meta que es Cristo; en
obediencia y servicio. Es la comunión con los santos y con Dios, mirando más
allá de los sufrimientos presentes con la vista puesta en la herencia que nos ha
sido provista y que nos será revelada en plenitud aquel día.
“esta es la esperanza a que se nos ha llamado” .
Es por esta esperanza que Pablo ora para que Dios abra los ojos de nuestro
entendimiento a fin sean abiertos para comprenderla.
Si el llamamiento apunta al comienzo, la herencia de Cristo apunta al final, a
esa de la cual el Espíritu santo es la garantía (ver.14) la cual Pedro describe
como “incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos
para vosotros…”

Esa de la cual somos coherederos con Cristo, y que un día por su gracia será
nuestra. ¿Como lo será efectivamente?
Sobrepasa nuestra imaginación aunque algunos aspectos de ella han sido
revelados en el Nuevo Testamento diciendo “cuando el se manifieste seremos
semejantes a El…” y esto no solo en cuerpo sino también en carácter,
“nosotros tenemos la mente de Cristo…”. Porque su herencia no será una
porción particular para cada uno, sino que será dada “entre los santos” en esa
“…gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus y
lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero…” Pablo
ora por eso, para que podamos conocerla y conocerle “las riquezas de su
gloria”.

La doctrina de la elección:

Es una revelación divina, no mera especulación humana


No fue inventada por san Agustín, ni por Lutero o Calvino, es una doctrina
eminentemente bíblica y como tal no podemos ignorarla. El AT nos indica que
Dios eligió a su pueblo, de entre todas las naciones de la tierra para serle “un
pueblo especial”.
De acuerdo al NT, Dios está eligiendo de entre todas las naciones de la tierra un
nuevo pueblo, una comunidad de “santos”, su “pueblo especial”. Así es que si
formamos parte de esta elección debemos saber tomarla humildemente
(aunque no la entendamos del todo), sino como una verdad que Dios mismo ha
revelado. Calvino predicó sobre Efesios 48 sermones en al año 1558. el
comenta en uno de sus sermones:
“Aunque no podemos concebir ni por medio de argumentos ni por
razonamientos como Dios nos eligió antes de la fundación del mundo, sin
embargo lo sabemos porque El nos lo declaró, y la experiencia misma es
suficiente comprobante, cuando estamos iluminados por la fe”

Es un incentivo para la santidad, no una excusa para el pecado


Si bien esta doctrina nos da una `poderosa garantía de seguridad eterna, ya
que fiel es el que nos llamo y eligió para guardarnos hasta el fin. Pero no
podemos usar esta seguridad para admitir y menos alentar el pecado. La
presunción de alguien que considere innecesario cuidar su vida y santidad no
tiene apoyo alguno en lo que sostiene la verdadera doctrina de la elección. Ello
porque Pablo mismo sostiene que Dios nos eligió: “para que fuésemos santos y
sin mancha delante de El”
Sin mancha =amomus=sin defecto(Col 1:22)
Aquí señala nuestro estado final de perfección. Pero el proceso de santificación
comienza aquí y ahora. Así que lejos de alentar el pecado, la doctrina de la
elección lo prohíbe y coloca sobre nosotros la carga de la santidad. Ya que esta
es el propósito mismo de nuestra elección. Por último, la unica evidencia de ser
elegidos es llevar una vida santa.

Es un estimulo para la humildad, no un motivo para el envanecimiento


Generalmente la gente que no tiene claro (aún cristianos) la doctrina de la
elección, suelen creer que el sostener que se es elegido es de una arrogancia
suprema. Y así sería si nos imagináramos que hemos sido elegidos por mérito
propio. Pero no hay lugar para el mérito en la doctrina de la elección, es
justamente lo opuesto.
Dios dejo bien claro al pueblo de Israel el porque habían sido elegidos (Deut
7:7) no por ser ellos el mejor o más sobresaliente de todos los pueblos. Sino que
fueron elegidos únicamente porque les amaba. La razón radica enteramente en
el amor y no en el mérito propio. Esta misma verdad la vemos plasmada en las
palabras del apóstol a los efesios. El énfasis de todo el primer párrafo esta en la
gracia, en el amor de Dios, en su voluntad, en sus propósitos y elección.

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