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San Agustín de Hipona

La libertad y el mal.

Para desarrollar el tema de la libertad en San Agustín es necesario estudiar lo que dice el
Obispo de Hipona acerca del mal.
En toda la doctrina de San Agustín encontramos el influjo platónico y neoplatónico. Esto se
trasluce sobre todo en la manera como aborda el problema del mal, en cuanto a una
participación menor del Bien, como se desarrollará en seguida.
Agustín propone un fin para la conducta humana: la felicidad. Esta felicidad se encuentra,
para el Doctor de la Gracia, en Dios o el Bien más que en la propia creatura1. Esta consiste
en el logro y posesión del objeto eterno e inmutable. Esta unión y posesión es de carácter
amoroso más que puramente teorética y filosófica.
Entrando de lleno en el problema del mal tenemos que en el estilo dialéctico, propio por
cierto de Platón, Agustín charla con Evodio acerca del mal en su obra De libero arbitrio.
En primer lugar Agustín hace distinguir a su amigo a qué mal se refiere cuando él le
consulta acerca de cuál es el origen del mal. Así, encontramos en su enseñanza dos tipos de
males, a saber: el mal que es obrado por alguien (el mal moral) y el mal sufrido por alguien
(el mal natural o físico). En cuanto a su autoría, aclara que Dios es el autor del mal físico,
pues él, siendo bueno por naturaleza, no puede obrar el mal.2
Ante la autoría del mal moral San Agustín declara que “cada hombre que no obra
rectamente es el verdadero y propio autor de sus malos actos”3. Posteriormente, San
Agustín le enseña a Evodio que el origen del mal es la libídine o concupiscencia4. Esto es
en cuanto a la autoría y al origen mismo del mal.
Otra cosa es cuando busca definir el mal. Para esto debemos remitirnos a la teoría del
mundo de las ideas de Platón para quien “el mundo sensible tiende a ser como el mundo de
las ideas, pero no lo alcanza, siempre queda por debajo”5. El único y verdadero mundo es
el mundo de las ideas y el mundo sensible es una copia que está entre el ser y el no-ser6.
San Agustín define el mal a partir del bien. Distingue al bien en sumo grado y por sí
mismo, es decir, por esencia y naturaleza, del bien por participación. La criatura es el bien
por participación y esta sujeta a deficiencias, pero el autor de estas no es Dios. El mal, en
consecuencia, nos es una esencia, sino una privación. El bien de las criaturas se da por
participación del Sumo Bien y el mal, por el contrario, se da por menor participación en
este.7
Así, entonces, tenemos que el verdadero mal procede de la libre voluntad de las criaturas
racionales. La voluntad humana en sí misma es buena, aunque falible. Y el libre arbitrio es
un bien necesario para alcanzar la felicidad. Pero el ejercicio del libre arbitrio comporta el
riesgo de pecar o sea de elegir el mal moral.
La voluntad siempre quiere el bien. Incluso cuando opta por el mal moral, pues ve en este a
un mal revestido de bien.
1
Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982, p. 87
2
Cf , Agustín, Santo; De libero arbitrio, I,1,1
3
Agustín, Santo; De libero arbitrio, I,1,1
4
Cf. Agustín, Santo; De libero arbitrio, I,3,8
5
Platón; Fedón, 75b
6
Hirschberger, Johannes; Historia de la Filosofía, v.1, Editorial Herder, 15ª edición, Barcelona, 1997, p. 106
7
Cf. Agustín, Santo; De moribus Ecclesiae et Manichaeorum, II,4,6
La libertad consistirá, entonces, en usar bien el libre arbitrio. Por tanto, la libertad es mayor
en tanto que el hombre se adhiere al Bien (ser) y se aparta del mal (no-ser).8

Antropología agustiniana.

En esta temática, San Agustín sigue, como es su preferencia, la doctrina dualista de Platón
y los neoplatónicos, pero en cierto modo la supera y la adecua a la enseñanza de la Iglesia.
Define al hombre como un “alma racional que se sirve de un cuerpo mortal y terreno”9.
En el modo en como concibe al hombre, San Agustín distingue dos aspectos:
a) Como una substancia completa y acabada, sujeto de atribución de operaciones
inmanentes y transeúntes; y
b) Como problema filosófico (unidad frente a dualidad)10
El problema surge cuando se intenta solucionar o conjugar la unidad humana con la
dualidad de dos coprincipios que son esenciales en el ser humano (alma y cuerpo). ¿Cómo
puede ser que dos sustancias completas, alma y cuerpo, al juntarse sean un solo sujeto
humano? En cuanto a esto San Agustín afirma que “un alma en posesión de un cuerpo no
constituye dos personas, sino un solo hombre”11.
La unidad de la dualidad (no dualismo) cuerpo-alma consiste en la posesión que el alma
ejerce sobre el cuerpo. Lo usa y lo gobierna.12. “El alma es cierta substancia dotada de
razón que está allí para dominar y regir al cuerpo”13. De aquí se deduce que, para San
Agustín, el cuerpo no posee el mismo rango que el alma. No obstante, San Agustín supera
la visión del cuerpo como una cárcel, como era el planteamiento de Platón e incluso ya en
la era cristiana como se ve en Orígenes. Es más bien una mirada positiva. Su visión pasa a
ser patrimonio común de la doctrina cristiana.14
El alma es un tema difícil. Pues San Agustín se ve enfrentado con el “traducionismo”,
doctrina que sostiene una cierta materialidad del alma, pues ésta se transmite en el
momento de generación del sujeto por los padres. A partir de esta cierta materialidad
distinta a la normal es que se define al alma como “espiritual”. En la doctrina de Agustín
no se encuentra ni afirmación ni negación del traducionismo, sino más bien confusión. Por
lo tanto no se puede afirmar a ciencia cierta que haya defendido una cierta materialidad del
alma. No obstante, afirma la inmortalidad del alma racional15.
El fundamento para afirmar la inmortalidad del alma se enraíza en el tema de la verdad.
Esta es inmutable y eterna. El espíritu del hombre siempre esta ligado a ella, la desea y la
busca durante toda su vida, a pesar que la verdad es absoluta e intemporal. El alma la
encuentra en la materialidad del mundo sensible.16

8
Cf. Saranyana, José Ignacio; Historia de la Filosofía Medieval, EUNSA, 2ª edición, Pamplona, 1989, p 67-
69
9
Agustín, Santo; De moribus Ecclesiae et Manichaeorum, I,27,52
10
Saranyana, José Ignacio; Historia de la Filosofía Medieval, EUNSA, 2ª edición, Pamplona, 1989, p.66
11
Agustín, Santo; In Joann. Evang., XIX,5,15
12
Cf. Hirschberger, Johannes; Historia de la Filosofía, v.1, Editorial Herder, 15ª edición, Barcelona, 1997,
p.304
13
Agustín, Santo; De quantitate animae, XIII,22
14
Cf. Hirschberger, Johannes; Historia de la Filosofía, v.1, Editorial Herder, 15ª edición, Barcelona, 1997, p.
305
15
Cf. Saranyana, José Ignacio; Historia de la Filosofía Medieval, EUNSA, 2ª edición, Pamplona, 1989, p.65
16
Cf. Hirschberger, Johannes; Historia de la Filosofía, v.1, Editorial Herder, 15ª edición, Barcelona, 1997,
p.306
Santo Tomás de Aquino

Existencia de Dios (cinco vías)

Santo Tomás, de influencia peripatética, expone cinco pruebas o vías para mostrar la
existencia de Dios. Estas tienen un sustento filosófico importante pues se basan en el
pensamiento del filósofo griego Aristóteles, especialmente en sus obras Metafísica y Física.

1. Del movimiento.
Dice el Aquinate: “La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es
cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se
mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que en cuanto potencia esté
orientado a aquello para lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues
mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más
que por quien está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en
potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es
posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede
ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo
tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible
que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se
mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita
ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente,
porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los
motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo:
Un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a
aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.”17
Con el término movimiento, Santo Tomás se refiere al modo que lo entendía Aristóteles, es
decir, como paso de la potencia al acto. Parte bajo la consigna de que podemos percibir, por
medio de los sentidos, que en el mundo hay movimiento. Luego, todo movimiento es
movido por otro, pero ese otro necesariamente tiene que estar en movimiento, es decir, para
que algo pase de la potencia al acto necesita de algo que esté en acto. Entonces, todo lo que
se mueve es movido por otro, pero es imposible remontar esta secuencia al infinito, lo que
hace necesario la existencia de un motor que no sea movido por otro y que sea causa de
todos los movimientos en acto y potencia, un primer motor. En este, dice el aquinate, todos
reconocen a Dios.18

2. De la causa eficiente.
La segunda vía dice: “La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos
encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no
encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a
sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente
porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y

17
Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp.
18
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.333
ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el
efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco
ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este
proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último
ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una
causa eficiente primera. Todos la llaman Dios”19.
Esta prueba, inspirada en el libro II de la Metafísica de Aristóteles, también parte del
mundo sensible notando que hay un orden o serie de causas eficientes 20. Aristóteles plantea
cuatro causas para poder explicar todo lo que existe, a saber: causa material, causa formal,
causa eficiente y causa final. Por causa eficiente se entiende aquello que genera algo o lo
mueve, causa motriz21.
De lo anterior, se deduce que nada puede ser causa eficiente de sí mismo, pues tendría que
haber existido con anterioridad, cosa que resulta imposible y absurdo. Así, al igual que en
las anteriores pruebas, no se puede proceder infinitamente con una serie de causas
eficentes. Debe existir, entonces, una primera causa eficiente. Santo Tomás identifica a esta
Primera Causa eficiente con Dios.

3. De la contingencia.
En esto Santo Tomás afirma: “La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo
necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser
producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es
imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí
mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan
en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto
es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir
más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a
existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los
seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario
encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres
necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente,
como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso
admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro,
sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios”22.
En esto el Doctor Angélico observa que los seres pueden ser o no-ser, existir o no existir,
ya que, como dice, pueden ser producidos o destruidos. Por lo tanto, los seres son
contingentes y no necesarios, pues si fuesen necesarios deberían haber existido siempre. Y
puesto que son contingentes y no necesarios y encierran la posibilidad de no existir, Santo
Tomás establece que hubo un tiempo en que nada existió. Y para que las cosas empezaron a
existir requirieron de un ser que exista, es decir, un ser necesario que Santo Tomás lo
identifica con Dios.23

19
Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
20
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.334
21
Cf. Reale, G. y Antiseri, D.; Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, v.I, Editorial Herder, 2008,
p.165
22
Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
4. De los grados de perfección
Sostiene Santo Tomás: “La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos
en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores
se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de
las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de
aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy
bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son
sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que
en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así
el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el
mismo libro —, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de
su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios.”24
Esta argumentación aristotélica es de origen platónico. Dice relación con los grados de
participación, de un óptimo relativo y de establecer juicios comparativos. Si hay grados de
participación, entonces debe existir uno más seres que sean perfectos, supremos o
absolutos. Así, lo que es supremo en algo es causa de ese algo que está presente en todas las
cosas. Por ejemplo, lo que es supremo en verdad debe ser causa de la verdad presente en las
cosas.25

5. De la finalidad.
Por último, el aquinate argumenta: “La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las
cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos
naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a
menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su
objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento
no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la
flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son
dirigidas al fin. Le llamamos Dios”26
Santo Tomás se da cuenta que las cosas obran por un fin, incluso las que carecen de
movimiento. Pero, a pesar de no poseer conocimiento, estos objetos no obran al azar ante lo
cual concluye que las cosas sin conocimiento son dirigidas a un fin por alguien que sí tiene
conocimiento, es decir, alguien inteligente que dirige todas las cosas a su fin.27

Estas pruebas, a pesar de ser argumentos racionales o filosóficos, tienen una connotación
religiosa. Puesto que la obra donde Santo Tomás expone estas pruebas, la Suma Teológica,
está dirigida a cristianos, no a personas de otras religiones ni mucho menos a ateos. Quizás,
es por esto que se apresura en conciliar o identificar al Primero Motor, a la Causa eficiente
primer, al Ser necesario o al Ser inteligente con Dios. Para los tiempos actuales, donde hay

23
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.334
24
Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
25
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.336
26
Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
27
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.336
mayor diversidad de religiones, un ateísmo sistemático, relativismo, etc. Santo Tomás
hubiese requerido un poco más de desarrollo antes de identificar lo Sumo con Dios.

Relación Aristóteles-Santo Tomás

Santo Tomás de Aquino fue el más grande reconciliador entre la filosofía aristotélica y el
cristianismo. No obstante, ya se había anhelado e intentado esta reconciliación
especialmente por parte de San Alberto Magno (1206aprox.-1280), aunque la más grande
sistematización de la obra del Estagirita sería realizada por el sacerdote de la Orden de los
Predicadores.
La razón por al que se anhelaba tanto la reconciliación entre la obra de Aristóteles y la
doctrina cristiana era que no se podía rechazar la obra intelectual más espectacular que haya
conocido el medioevo.
Particularmente, Santo Tomás se interesó en la obra porque vio que los principios
aristotélicos eran verdaderos y por eso los usó. No es que fuesen “verdaderos” porque eran
útiles.
Pese a su gran inclinación por el Filósofo, como le llama Santo Tomás a Aristóteles, él
también tomo elementos de otros pensadores anteriores a él como San Agustín y el Pseudo-
Dionisio Areopagita, de claras influencias platónicas y neoplatónicas, como se puede ver en
la exposición de la cuarta vía para la demostración de la existencia de Dios28.
Cabe destacar que gran parte de la filosofía peripatética fue re-pensada por Santo Tomás.
No se debe pensar que Santo Tomás haya tomado una posición de “esclavo” frente a la
doctrina aristotélica.
No es lícito pensar que Santo Tomás haya acogido la doctrina de Aristóteles por el hecho
de ser Aristóteles quien lo dice como la Falacia as Veracundiam, que consiste en admitir
como verdaderas las proposiciones sólo porque esta proviene de pensadores de renombrado
prestigio intelectual.
Tampoco se puede pensar que el aquilate haya adoptado la doctrina aristotélica por que
provenga del mundo pagano y, por consiguiente, pueda encerrar un peligro para la
ortodoxia cristiana. Él las adoptó porque observó que, como se dijo anteriormente, los
principios aristotélicos eran verdaderos.
Algunos de los principios aristotélicos recogidos por el Doctor Angélico son:
- Acto y potencia. También Santo Tomás vio la interacción acto-potencia en los cambios
accidentales y esenciales del mundo y en el movimiento.
- Nada es reducido de la potencia al acto sino es por otro que está en acto. Esto lo llevó a
fundamentar la existencia de un Motor inmóvil29.
- Idea de la finalidad. Esta idea es más fundamental que acto y potencia, porque el paso
de la potencia al acto se da para conseguir un fin y es por este fin que existe la
potencia.30
Finalmente, desde un punto de vista histórico, cabe destacar que el pensamiento aristotélico
tomista, que hoy se levanta como sello de tradición y seguridad doctrinal, en su tiempo tuvo
bastantes opositores dentro de la Iglesia, precisamente por querer conciliar una doctrina
28
Cf. Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
29
Cf. Tomás de Aquino, Santo; Summa Theologae, I,q.2,art.3, resp
30
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.410ss
pagana con la Revelación divina. Fue considerado casi un averroísta, es decir, aquellos que
prefieren la autoridad de un filósofo pagano antes que la de San Agustín.
Esto sirve para darse cuenta que verdaderamente Santo Tomás fue un innovador en su
tiempo y su pensamiento fue considerado como “peligroso” incluso para los hermanos de
su propia orden religiosa.31

Introducción
31
Cf. Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, 1982,
p.415
Luego de lo estudiado en clases acerca de la Historia de la Filosofía Antigua con
exponentes como los filósofos naturalistas, Heráclito, Parménides de Elea, Sócrates, Platón
y Aristóteles, sólo por mencionar algunos, queda por estudiar los más importantes filósofos
y teólogos de la Edad Media: San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino.
San Agustín nació en Tagaste (África) el año 354, hijo de Santa Mónica; después de una
juventud desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue
bautizado por el obispo San Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al
ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció
este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de
sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una
mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Su
doctrina tiene una fuerte influencia platónica y neoplatónica como veremos en los temas
que se desarrollan en el trabajo que son: la libertad y el mal y la antropología agustiniana.
Murió el 28 de agosto del año 430.
Santo Tomás de Aquino nació en el año 1225 en Nápoles. Hijo de familia de nobles estudió
en el monasterio de Montecasino y después en la Universidad de Nápoles. En el año 1244
toma el hábito como dominico y conoce a Alberto Magno, con quien estudiará en Colonia.
Posteriormente, en 1252, ejerce como maestro de teología en la Universidad de París, y en
otras ciudades europeas como Roma, Bolonia y Nápoles. El 7 de marzo de 1274 murió en
Fossanova, camino del segundo concílio de Lyon. Su pensamiento se inclina por el lado
aristotélico, puesto que en su tiempo la doctrina de Aristóteles recibía un nuevo empuje y
varios pensadores la comenzaban adoptar, aunque no tan magníficamente como el Doctor
Angélico. Los temas tomistas que se desarrollan en el trabajo son: La existencia de Dios
(cinco vías) y la Relación entre Aristóteles y Santo Tomás.

Conclusión
Estos filósofos y teólogos fueron, sin lugar a dudas, un gran aporte para su tiempo, puesto
que atienden a problemas que se suscitan en su contemporaneidad, como, por ejemplo, la
doctrina de los maniqueos, en el caso de San Agustín; y la conciliación de la obra
aristotélica con el cristianismo, en el caso de Santo Tomás, por ejemplo. Sus enseñanzas
siguen aún vigentes, sobre todo en la predicación de la Iglesia, puesto que muchos de los
problemas que enfrentaron no varían sustancialmente de los problemas de hoy, aunque si en
su forma.
La profundidad e importancia de sus temas motiva a un estudio personal, sobre todo como
futuros profesores de Religión, donde nos veremos enfrentados en aula con alumnos que se
preguntan con la curiosidad propia del ser humano acerca de Dios, su existencia, su
esencia: del hombre, el alma, el universo, el conocimiento, la moral, si es posible la
complementariedad de la fe y la razón, etc. Todo esto y mucho más exige están bien
formados no sólo en el ámbito pedagógico, sino en el filosófico y teológico, para dar
razones de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15).
En el mundo actual hace falta que las personas que salgamos de nuestro ensimismamiento y
recuperen la capacidad de asombro aletarga da y perdida por los medios de comunicación y
así estemos más atentos a los reales problemas del mundo para darles verdaderas soluciones
que humanicen al homre y lo hagan capaces de conocerse a sí mismo, practicar la virtud y
acercarse a la felicidad tan anhelada, pero nunca poseída en su totalidad.
Bibliografía.

- Copleston, Frederick; Historia de la Filosofía, v.II De San Agustín a Escoto, Editorial


Ariel, 1982
- Fernández, Clemente; Los Filósofos Medievales. Selecciónde textos, v.I, Editorial
B.A.C., Madrid, 1979
- Hirschberger, Johannes; Historia de la Filosofía, v.1, Editorial Herder, 15ª edición,
Barcelona, 1997
- Reale, G. y Antiseri, D.; Historia del Pensamiento Filosófico y Científico, v.I, Editorial
Herder, Barcelona, 2008
- Saranyana, José Ignacio; Historia de la Filosofía Medieval, EUNSA, 2ª edición,
Pamplona, 1989
- Tomas de Aquino, Santo; Suma Teológica, http://hjg.com.ar/sumat/index.html
Informe para la Cátedra de Historia de la
Filosofía I.
San Agustín y
Santo Tomás de Aquino.

Nombre: Rodrigo A. Casanova A.


Académico: Lic. María Belén Tell
Carrera: Pedagogía en Religión y Moral.

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