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Erickson de Santiago
Al leer a Bateson creíamos que Bateson había enunciado explícitamente un aserto u otro. Al
buscar en sus libros para encontrar exactamente dónde lo afirmó, hemos decubierto que no lo
afirmó. A veces encontramos un lugar donde parecía que era así, quizá en el siguiente párrafo, pero
no era así.
Al intentar enseñar a otros su forma de mirar el mundo, es raro que Bateson intentara dar
una descripción exacta; en lugar de eso presentaba ideas interrelacionadas en la forma de
historias, observaciones aparentemente dispersas, chistes y símbolos como las conchas marinas o los
cangrejos cocidos, confiando en que su audiencia hiciera sus propias conexiones.
Fritjof Capra (1988, p. 176)3 ha descrito cómo en sus conversaciones con Bateson, «Bateson
trazaba su hilado de ideas y yo comprobaba ciertos nudos en esta red haciendo comentarios
breves y preguntas rápidas. Se mostraba especialmente agradado cuando yo era capaz de ir por
delante de él y moverme en esa red. » La siguiente conversación, reconstruida por Capra, ilustra el
estilo interaccional preferido de Bateson. Los participantes son Capra y Bateson, que están sentados
afuera de la portería en Esalen. Incluímos una porción aquí para que usted pueda sentir el estilo de
comunicación de Bateson.
1 "A Batesonian Perspective"; in G. Combs and J. Freedman, Symbol, Story and Ceremony. Using Metaphor in
Individual and Family Therapy. New York: Norton, 1990, p. 27-41 (Traducción de Mario Pacheco)
2 G. Bateson, Espíritu y naturaleza. Amorrortu Editores, Bu enos Aires, 1993
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«La lógica es una herramienta elegante,» dijo [Bateson], «y hemos recorrido mucho en los últimos mil
o dos mil años. El problema es, usted sabe, cuando la aplica a los cangrejos y propósitos, mariposas y
formación de hábitos» —su voz se desvaneció de a poco, y añadió después de una pausa, mirando
hacia el océano— «usted sabe, todas esas cosas bellas» —y ahora, mirándome directamente [Capra]—
«la lógica no funcionará bien.»
«¿No? »
«No funcionará bien», continuó diciendo animadamente, «porque la fábrica de las cosas vivas no
las juntó en base a la lógica. Vea, cuando usted encuentra series de causas circulares, que siempre
obtiene en el mundo viviente, el uso de la lógica lo hará entrar en paradojas. Considere el termostato,
un órgano de los sentido simple, ¿sí? »
Me miraba, preguntando si lo seguía, y al ver que era así, continuó.
«Si está encendido, está apagado; si está apagado, está encendido. Si es sí, es no; si es no, es sí.»
Se detuvo ahí, para dejarme perplejo con lo que había dicho. Su última frase me recordaba la
paradoja clásica de la lógica aristotélica, lo cual, desde luego, me tuvo absorto. De modo que me
arriesgué a decir.
«¿Quiere decir que los termostatos mienten?» *
Los ojos de de Bateson se abrieron: «Si- no-sí-no-sí-no. Vea, la cibernética equivalente a la lógica es la
oscilación.»
Se detuvo nuevamente, y en ese momento tuve súbitamente un insight, haciendo una conexión
con algo que me había interesado por largo tiempo. Estaba muy excitado y le dije con una sonrisa
provocativa:
«¡Heráclito lo sabía!»
«Heráclito lo sabía» repitió Bateson, respondiendo a mi sonrisa con una sonrisa.
«Y también Lao Tzu», expresé.
«Sí, desde luego, y respecto a los árboles allí. La lógica no funcionará con ellos.»
«Entonces, ¿qué usa usted en su lugar?»
«La metáfora.»
«¿La metáfora?»
«Sí, la metáfora. Así es cómo la fábrica de conexiones mentales junta las cosas. La metáfora es el
fondo de los seres vivos.»
Puede que usted haya escuchado la siguiente historia. Era la favorita de Bateson:
Un hombre quería quería saber algo acerca del espíritu, averiguándolo no en la naturaleza, sino en su
gran computadora privada. Preguntó a ésta (sin duda en su mejor lenguaje Fortran): «¿Calculas que
alguna vez llegarás a pensar como un ser humano?» La máquina se puso entonces a trabajar para
analizar sus propios hábitos de computación. Por último imprimió su respuesta en trozo de papel, como
3F. Capra, Uncommon wisdom: Conversations with remarkable people. New York: Batman
*
(G.C. y J.F.) Capra está refiriéndose aquí a la paradoja de Epiménides, el cretense, que dijo, "todos los cretenses son
mentirosos." Si la afirmación es verdadera, entonces el hablante es un mentiroso, de modo que la frase es una mentira.
Si la afirmación es falsa, entonces Epiménides no es un mentiroso, de modo que su afirmación es verdadera.
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suelen hacerlo las máquinas. El hombre corrió hacia la respuesta y halló, nítidamente impresas, estas
palabras: ESTO ME RECUERDA UNA HISTORIA. (Bateson, 1979, p. 14)4
4 G. Bateson, Espíritu y naturaleza. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1993 (p. 23)
5 (N.T.) Sin duda aquí se ha deslizado un error de los autores al usar la palabra "real", puesto que entra en
contradicción con lo que se afirma más abajo respecto «a esa cosa en el mundo externo que los símbolos
fonéticos "c", "e", "r", "d", y "o" representan.»
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Bateson usó una multiciplidad de metáforas para ilustrar la utilidad de las descripciones
múltiples. Un ejemplo simple es la visión binocular. Cada ojos nos da una descripción del mundo.
Cuando las imágnes de cada ojo son combinadas en nuestra mente, emerge una nueva
descripción, una mucho más vívida, el sentido de profundidad.
Es correcto (y mucho mejor) comenzar a pensar en las dos partes de la interacción de nuestros dos ojos,
cada uno dando una visión monocular de lo que ocurre, y entregándonos juntos la visión binocular. Esta
doble visión es la relación. (Bateson, 1979, p. 147, itálicas en el original)
Bateson acuñó el término abducción para describir el tipo de razonamiento (del mismo tipo
lógico que deducción e inducción) en el cual usted junta dos o más sistemas, modelos o metáforas
y busca las pautas que los conectan.
Al trazar una distinción, usted distingue algún tipo de diferencia. Si esta página fuera
uniformemente blanca, sin variaciones en el color, no contendría información. El negro debe
distinguirse del blanco para que puedan advertirse las letras y las palabras. La posibilidad de leer
emerge de las múltiples distinciones trazadas —una letra de otra, una palabra de otra, un
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significado de una palabra de otro significado posible, etc. — y cada una de esas distinciones es
una relación. El negro tiene significado en relación con el blanco; la «a» tiene significado en relación
con la «e», la «i», la «o», y la «u». Incluso en el nivel más simple, dos o más cosas deben estar en
alguna relación antes que alguna de ella tenga significado.
Bateson aprendió del mundo natural al distinguir pautas de relación en un sistema complejo,
y al examinar otros sistemas complejos buscando la presencia o ausencia de esas mismas pautas. Al
construir un mapa a lo largo de los sistemas, pudo refinar su comprensión de las relaciones dentro de
cada sistema. Al mismo tiempo, comenzó a distinguir pautas de relación entre dos sistemas
complejos, pautas que describen una conexión más amplia. A veces describió el trabajo de toda su
vida como una búsqueda de «las pautas que conectan todo el universo biológico.»
En psicoterapia, la metáfora es una herramienta maravillosa para la descripción doble.
Permite que el cliente aprenda a través de la abducción. Si un terapeuta, por ejemplo, les relata a
los miembro de una familia una historia respecto a personas en una situación similar a la de ellos,
tienen la posibilidad de observar su situación en relación a las personas en la historia. Podrían ver
pautas en su situación que nunca han visto antes. Una vez que han percibido esa pauta nueva,
pueden aplicarla, y en la aplicación distinguirán más pautas.
Una sóla metáfora es una versión particular de una parte particular del mundo. Cuando las
personas tienen solamente una metáfora para una situación, su creatividad está limitada. Mientras
más metáforas tengan para elegir en una situación dada, tendrán más opciones y mayor
flexibilidad para manejarla. El hallazgo de metáforas múltiples expande la esfera de la creatividad.
Bateson nos brindó una forma nueva de pensar lo que constituye una mente. Muchas
personas en la cultura occidental piensan que la mente es algo que ocupa un cerebro individual. El
concepto de Bateson era más amplio.
Para ilustrar su definición de la mente, Bateson (1972, pp. 458-459)6 le pidió a las personas
considerar el conjunto de eventos que la mayoría de las personas describirían como «un hombre
derribando un árbol con un hacha.» Describió al árbol, el corte en el árbol, la cabeza del hacha, el
mango del hacha, y el hombre manejando el hacha.
A medida que el hacha vuela a través del aire, modifica progresivamente la forma del
corte en el tronco del árbol, y el cambio en la forma del corte modifica las decisiones del hombre
respecto a cómo hacer oscilar el hacha la vez siguiente. Bateson afirmó que cualquiera que
explicara este conjunto de fenómenos, necesitaría prestar atención para captar «las noticias de la
diferencia» que estaban siendo comunicadas en cada paso, una y otra vez, a lo largo del circuito.
El cambio en la forma del corte en el árbol es recibida por la retina del hombre como noticias de la
diferencia, los cambios en la retina dan noticias de la diferencia al sistema nervioso central, el
6G. Bateson. Pasos hacia una ecología de la mente. Una aproximación revolucionaria a la autocomprensión del
hombre. Planeta-Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1991
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sistema nervioso central pasa las noticias a los músculos, los músculos envían información al mango
del hacha, el mango del hacha "le dice" cómo moverse a la cabeza del hacha, y la cabeza del
hacha continúa cambiando la forma y el tamaño del corte.
Cualquier explicación de los procesos mentales implicados necesita incluir todas las partes
del circuito y las transformaciones del mensaje en cada interfase. Por consiguiente, la mente
implicada en el corte de un árbol no se detiene en las fronteras del cuerpo del hombre.
Para Bateson, la mente era más un proceso que una cosa, y las fronteras de una mente
estaban definidas funcional y pragmáticamente. Cada elemento implicado en la diseminación de
noticias de una diferencia particular era parte de la mente que estaba distinguiendo la diferencia.
Sugiero que la delimitación de una mente individual siempre debe depender del fenómeno que
deseamos comprender o explicar. Obviamente hay muchas vías para los mensajes fuera de la piel, y
aquellas y los mensajes que son transportados deben ser incluidos como parte del sistema mental
dondequiera que sean relevantes. (Bateson, 1972, p. 458)
De este modo, ningún sistema que muestra características mentales puede tener una parte que tenga
el control unilatera l del todo. E n otras palabras, las características mentales del sistema son inmanentes,
no en alguna parte dada, sino que en el sistema como un todo. (Bateson, 1972, p. 316, itálicas en el
original)
Cuando Bateson estaba considerando materias como la ecología global o las razas
armadas, consiedaraba que todo el mundo natural estaba interconectado en esta forma. Creía
que había una unidad necesaria entre la mente y la naturaleza.
Cuando usamos la noción de Bateson de la mente, podríamos trazar una distinción respecto
a una parte de una persona, la persona como un todo, una pareja, un grupo de trabajadores, una
nación, o alguna otra entidad. La pregunta de dónde trazar la distinción es importante, y la
respuesta es siempre arbitraria y relativa. No conocemos una regla que determine cuál debe ser el
tamaño apropiado del mapa, pero creemos que es esencial respetar la naturaleza arbitraria de las
fronteras que hemos establecido.
Nuevamente, la forma de pensar de Bateson respecto a las cosas nos obliga a recordar que
todo pensamiento está basado en una metáfora y depende del tipo de metáfora que usemos. La
«mente» que distinguimos puede covariar con la metáfora que usemos. Si examinamos una
situación a través de la metáfora de «familia», trazaremos un conjunto de distinciones, y la noticias
de esas distinciones fluirán a través de ese conjunto de elementos —una mente. Si examinamos la
misma situación a través de de la metáfora «comunidad», trazaremos otras distinciones, y esas
noticias fluirán a través de una mente diferente.
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Coevolución
La evolución del caballo a partir desde el Eohippus no fue un ajuste unilateral de la vida en la llanura. Es
seguro que las hierbas fueron evolucionando pari passu con la evolución de los dientes y las pezuñas de
los caballos y otros ungulados. El césped fue la respuesta evolutiva de la vegetación a la evolución del
caballo. Evolucionaron en el contexto. (Bateson, 1972, p. 155, itálicas en el original)
No debiéramos pensar en [la evolución] sólo como un conjunto de cambios en la adaptación animal a
la vida en las llanuras herbosas, sino como una constancia en la relación entre los animales y el
ambiente.. Es la ecología quien sobrevive y evoluciona lentamente. En esta evolución, los [organismos]
interrelacionados —los animales y la hierba— pasan por cambios que son adaptativos de un momento a
otro momento. Pero, si el proceso de adaptación fuera toda la historia, no podría haber una patología
sistémica. Los problemas surgen precisamente debido a que la «lógica» de la adaptación es una «lógica»
diferente a la de la sobrevivencia y la evolución en los sistemas ecológicos. (Bateson, 1972, p. 338, itálicas
en el original)
Bateson vio a todo el ecosistema de la llanura como una mente en la cual los diferentes
elementos (caballos, hierba, estiércol de los caballos, bacterias, pumas predadores, etc.) existen en
una relación de evolución. Toda evolución es coevolución. Cualquier cambio en un elemento es
percibido como una noticia de la di ferencia en la relación con los otros elementos. Las «noticias »
proponen cambios en los otros elementos si la relación entre ellos se mantiene.
Para Bateson, el cambio (del cual la evolución es un ejemplo) nunca fue una proposición
unlitareral. La hierba cambia en relación con las pezuñas de los caballos. Los dientes de los caballos
cambian en relación con la hierba. Y cada cambio en si mismo existe en relación con su
complemento, el cual es la estabilidad.
Esta idea de coevolución es importante en el sistema terapeuta-cliente. Los clientes no
cambian en forma unilateral. Cambian en relación con los cambios en el terapeuta y con los otros
elementos del contexto terapéutico. El terapeuta elige una metáfora particular en relación a lo que
el cliente comparte, y el cliente elige compartir en relación a la metáfira escogida por el terapeuta.
Además, es importante considerar la evolución del sistema cliente y los diversos sistemas de los
cuales el cliente es parte, así como también las noticias de las diferencias se comunicarán desde el
trabajo terapéutico a esos sistemas.
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Ecología de ideas*
Bateson usó el modelo presentado más arriba —caballos y hierba, y todos los otros seres que
al coevolucionar interdependientemente conforman algo como un clímax del ecosistema de la
pradera— como una metáfora para el flujo de ideas interrelacionadas en un sistema mental.
La relativa constancia —la sobrevivencia — de las relaciones entre los animales y las hierbas es
mantenida por los cambios en ambos [organismos] interrelacionados. Pero cualquier cambio adaptativo
en cualquiera de los [organismos] interrelacionados, si no es corregido por algún cambio en el otro,
siempre hará peligrar la relación entre ambos. Esos argumentos proponen un nuevo marco conceptual
para [diversas ideas]. Dejan de ser un asunto de la psicología individual y se hacen parte de la ecología
de ideas en los sistemas o «mentes» cuyas fronteras coinciden con la piel de los participantes individuales.
(Bateson, 1972, p. 339)
En la mente, las ideas viven a cada lado, y de tiempo en tiempo van de uno a otro lado, a
veces apoyando y otras veces entrando en conflicto. A través del tiempo, crecen y decaen en
vigor, desarrollan una colaboración protectora, se atacan, permanecen dormidas, emigran,
copulan, se extinguen, y se diferencian en nuevas especies de ideas.
Coevolucionan en un proceso de comunicación y adaptación mutua a lo largo del tiempo.
En la mente de un sistema cliente-terapeuta, las ideas que prosperan son aquellas del cliente y del
terapeuta que tienen a confirmarse y apoyarse unas a otras a lo largo del tiempo. La comunicación
del terapeuta se relaciona y es parte de una pauta que incluye las comunicaciones del cliente y
vice-versa.
Al igual que los caballos y las hierbas se gobiernan o se restringen mutuamente, facilitando
ciertas posibilidades y minimizando otras, ideas, en la mente que constituye un sistema terapeuta-
cliente, restringiéndose en forma mutua a medida que evolucionan. Las metáforas que
proponemos, como terapeutas, en la ecología terapéutica de ideas puede tener una profunda
influencia en la evolución de los ecosistemas, así como las respuestas y las ideas de nuestros clientes.
Conceptos como «esquizofrenia» pueden convertirse en metáforas organizadoras alrededor
de las cuales coevoluciona un sistema de invitaciones recíprocas a un estilo de vida esquizofrénico.
Encontrar una metáfora nueva que sea aceptable al sistema más amplio, puede invitar al
subsistema cliente a desarrollar un estilo de vida más satisfactorio. Desde luego, los clientes pueden
dar significados diferentes a los que intenta dar el terapeuta con sus metáforas. En consecuencia, es
importante dar atención a cómo el sistema más amplio recibe la invitación de uno.
En una ecología de ideas, es muy importante el proceso a trav és del cual el significado es
atribuido y construido. El significado de una noticia de la diferencia que viaja a través de una red
interrelacionada puede cambiar. Puedo intentar comunicar el significado que soy un terapeuta con
una buena reputación y un buen entrenamiento, manteniendo mi diploma colgado en la pared de
*
Gran parte de esta sección es un parafraseo y condensación del artículo de Bogdan (1984), "Family organization as an
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la consulta, pero el efecto del diploma en la ecología de ideas que emerge con un cliente dado,
dependerá del significado que encuentre éste. Si el cliente toma mi exhibición del diploma como un
signo que deseo impresionar a las personas con mi aprendizaje, puede concluir que soy un inseguro,
un idiota con exceso de educación, y abandonar la terapia.
La influencia del terapeuta sobre cualquier sistema cliente depende de la percepción que
éste tenga del terapeuta y de la situación terapéutica. En la misma forma, la influencia del sistema
cliente sobre el terapeuta depende de la percepción del terapeuta. Si el terapeuta quiere tener
alguna influencia en la evolución del sistema cliente, debe unirse lo suficiente con ese sistema para
funcionar como parte de una mente más amplia que los incluya a ambos.
Creemos que los terapeutas que son capaces de percibir, comprender y utilizar el dominio
de las metáforas de los diversos sistemas cliente, tienen una mejor oportunidad para participar en la
coevolución saludable de esos sistemas, que esas terapeutas que no poseen esas habilidades.
Esencialmente, esa habilidad es la disposición a ser cambiado por un sistema cliente, así como
también cambiarlo.
Cibernética
ecology of ideas: An alternative to reification of family systems. Family Process, 23: 375-388
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subsistema denominado «el hombre» está dirigido hacia una meta. Si no se une adecuadamente a
los otros subsistemas implicados, no puede alcanzar la meta. Debe advertir las respuestas del árbol a
cada oscilación del hacha. Debe ser receptivo a cómo responde el hacha a los mensajes que le
envían los músculos. Si no cierra el círculo de retroalimentación, no será capaz de alcanzar su meta.
Los terapeutas y los clientes se unen para alcanzar un propósito. Cremos que el trabajo del
terapeuta es ser un guía experimentado para los clientes, siguiendo de cerca la retroalimentación
de ellos y del contexto más amplio, sugiriendo una ruta segura para el alcance de la meta y
ofreciendo nuevas sugerencias basadas en la retroalimentación del curso [de la terapia]. Ser
realmente un buen guía es una tarea engañosa. Si nos esclavizamos a lo que creemos que es una
dirección correcta, sin desviarnos en lo absoluto de ella, y guiamos a los clientes de modo
autoritario, ellos pueden alcanzar su destino, pero pueden no ser capaces de continuar su viaje sin
el uso continuo de un guía. El sistema terapeuta y cliente pueden unirse en una ecología de ideas,
de modo que ninguno prospere sin el otro. Pueden, de hecho, convertirse en adictos mutuos. Si
asumimos poca responsabilidad al disponer una dirección, preferentemente co-derivando con
nuestros clientes, podemos tener un viaje interesante en el cual todas las partes aprendan mucho,
pero no llegar a ningún destino en particular.
Las preguntas de cuán agresivamente se debe actuar en la retroalimentación, cuán
estrecho debe ser el curso de acción, y cuánta responsabilidad delegar como un buen guía, están
interrelacionadas, y es importante que sean respondidas. La noción de Bateson acerca de los
procesos estocásticos es útil a este respecto.
Procesos estocásticos
Bateson (1979, p. 165) habló de la evolución y el aprendizaje como los «dos grandes sistemas
estocáticos». La palabra «estocástico» proviene de la raíz griega «óô ïãáóôé÷üò [hábil en conjeturar]»
que se relaciona con el tiro al blanco usando un arco. Bateson lo usó para referirse a los procesos en
los cuales los eventos son dispersados en una forma azarosa, de modo que alguno de ellos alcanza
un resultado preferido. Cualquier secuencia de eventos que combina componentes al azar (como
la puntería imperfecta de un arquero) con un proceso selectivo (como el acto de tirar al blanco),
de modo que solamente ciertos resultados perduran al azar, son estocásticos (Bateson, 1979).
Debido a que la metáfora es indirecta, multidimensional y tiene significados múltiples, es una
comunicación que incorpora algo de azar. Cuando nosotros como terapeutas tenemos una idea
particular y usamos una metáfora para expresarla, puede pensarse que la comunicación es
dispersada en una forma parcialmente azarosa. Después podemos advertir las ideas y metáforas
que nuestros clientes nos ofrecen de vuelta. Podemos ofrecer otras metáforas respondiendo a las
comunicaciones de los clientes y manteniendo en mente nuestros propósitos (los cuales cambian a
medida que el sistema cambia a través de la comunicación). A través del tiempo podemos advertir
cuáles aspectos de nuestras ideas, que han coevolucionado con las ideas de los clientes,
sobreviven en la ecología de las ideas. El uso de la metáfora para unirse a los clientes en el espíritu
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más amplio del sistema terapéutico nos permite crear experiencias que tienen algún propósito, a la
vez que permite a todas las partes aprender por ensayo y error.
Cuando expresamos nuestras sugerencias a los clientes en la metáfora, ofrecemos un
espectro de posibilidades, que el cliente y el terapeuta pueden explorar juntos. Podemos tener un
propósito claro en nuestra mente y permitir a los clientes, además, un rango de alternativas para
que respondan, incluida la oportunidad para que comprendan nuestra metáfora en una forma muy
distinta a los fines para los cuales fue construida. Basados en la retroalimentación que percibimos y
en nuestro propósito en un momento dado, podemos ofrecer una metáfora diferente, y permitir
nuevamente una amplitud de alternativas.
Bateson tenía mucho cariño por un pasaje de "Los dichos del viejo marinero" de Coleridge.
En esta parte del poema, el barco en el cual viaja el marinero está casi condenado. La mayoría de
los tripulantes han muerto de sed, y el barco es incapaz de moverse debido a la falta de viento. El
marinero ha traído este infortunio al asesinar a un albatros, el cual ahora cuelga de su cuello como
una señal del curso de la cosas que ha engendrado.
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La lluvia cae después de este evento. Bateson creía que el evento curativo aquí, fue aquel
que trajo la belleza salvaje de las serpientes marinas, y el marino pudo ser un participante en el
espítiru amplio de la naturaleza. Esto solamente podía sucedir sin «darse cuenta». Estar consciente
de lo que está sucediendo requiere una perspectiva disociada, la cual requiere una retirada de la
participación directa.
Bateson era un apasionado defensor de la conectividad. Para él, el propósito consciente
era muy útil si estaba conectado y equilibrado con un propósito no consciente. En nuestro enfoque
terapéutico, creemos que la fijación de propósitos y el planeamiento son esenciales, pero deben
estar equilibrados por un respeto a los procesos no conscientes y una disposición a perdernos por
momentos en la pauta más amplia.
El uso de la metáfora ayuda a asegurar que respetemos los procesos no conscientes.
Bateson habló respecto a este tema, en esta forma:
Lo que la consciencia nunca podrá apreciar sin ayuda (sin ayuda del arte, los sueños y cosas
parecidas) es el carácter sistémico de la mente.
Esta concepción puede ilustrarse prácticamente con una analogía: el cuerpo humano viviente es un
sistema complejo, integrado cibernéticamente. Este sistema ha sido estudiado por los hombres de
ciencia, principalmente los médicos, durante muchos años. Lo que ellos saben actualmente sobre el
cuerpo puede compararse acertadamente con lo que la conciencia, sin ayuda, sabe acerca de la
mente. Por ser médicos, tenían ciertos fines: curar esto y aquello. Sus esfuerzos de investigación estuvieron,
por lo tanto, focalizados (de la misma manera como la atención focaliza la conciencia) en aquellas
cortas cadenas causales que podían manipular, mediante drogas u otras intervenciones, para corregir
estados más o menos específicos e identificables o síntomas. Cada vez que descubrían una "cura" eficaz
para algo, dejaban de investigar en esa zona, y la atención se dirigía hacia otra. Podemos ahora evitar la
poliomelitis, pero nadier sabe mucho más que antes sobre los aspectos sistémicos de esa apasionante
enfermedad. La investigación sobre ella ha cesado, o a lo sumo se limita al mejoramiento de las vacunas
existentes.
Pero de una bolsa llena de trucos para curar o prevenir una lista de determinadas enfermedades no
podemos sacar una sabiduría general. La ecología y la dinámica poblacional de la especie han sido
dislocadas; los parásitos se han hecho inmu nes a los antibióticos; la relación entre la madre y el neonato
ha sido casi destruida, y así sucesivamente.
Característicamente, los errores se producen cuando la cadena causal alterada es parte de una
estructura grande o pequeña de un sistema. Y el resto de nuestra tecnología (de la cual la ciencia
médica es sólo una parte) hace lo posible por perturbar el resto de nuestra ecología.
De todas maneras, lo que en este trabajo me propongo no es atacar la ciencia médica sino demostrar
un hecho inevitable: que la mera racionalidad teleológica, sin la ayuda de fenómenos tales como el arte,
la religión, el sueño y otros semejentes, es necesariamente patogénica y destructora de la vida; y que su
7[N.T.] Aquí se ha transcrito la traducción de Christian Clear de ese poema; en Mary C. Bateson, Cómo nació
Algels Fear. En Y. Winkin (Dir.) Bateson. Primer inventario de una herencia. Nueva Visión, Buenos Aires, 1991, p. 23-
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Coda
Para Bateson la forma favorita de la metáfora era aquella parecida a una historia, y que
definió como «un pequeño nudo o complejo de esa especie de conectividad que denominamos
relevancia» (Bateson, 1979, p. 14) En otras palabras, las historias son como la mente conecta los bits
individuales de datos.
El siguiente pasaje, escrito realmente por la hija de Bateson, Mary Catherine, es lo que
Bateson denominaba «metálogo» —una especie de diál ogo fabricado que usaba en la enseñanza.
Incluimos éste aquí porque nos gusta, porque ata muchos de los cabos que hemos discutido más
arriba, y porque se refiere a las historias.
Hija: De manera que los seres humanos piensan valiéndose de historias. Pero, quizá te engañes sobre
la palabra «historia». La computadora emplea una frase que se usa para introducir una clase de
historias... Y un chiste es una clase de historia...; dijiste que el mito de Kevembuangga no se refiere al
pasado sino a algo diferente. ¿Qué es, pues una historia? Y además, ¿hay otra clase de historias, como
los sermones predicados junto a los arroyos? ¿Y los árboles? ¿Piensan en historias? ¿O cuentan historias?
Padre: Ciertamente no lo hacen. Mira, alcánzame esa concha que está en la repisa. Lo que tenemos
aquí es toda una serie de diferentes historias y por cierto que muy bonitas.
Hija: ¿Por eso la pusiste en la repisa de la chimenea?
Padre: Esto que aquí ves es el producto de un millon de pasos; nadie sabe cuántos pasos de sucesivas
modulaciones en sucesivas generaciones de genotipo, de ADN, etc. Esto es pues una historia, porque la
concha debe tener la clase de forma que puede evolucionar a través de una serie de pasos. Y la
concha está hecha, como tú y como yo, de repeticiones de partes y repeticiones de repeticiones de
partes. Si consideras la columna vertebral del ser humano, que también es algo muy hermoso,
comprobarás que ninguna vértebra es como otra sino que cada una es una especie de modulación de
la anterior. Esta concha representa lo que se llama una espiral que va de izquierda a derecha, y las
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espirales también son cosas muy bonitas; esta forma puede aumentarse en una dirección sin alterar las
proporciones básicas. De manera que la concha contiene la narración de su crecimiento individual
dentro de su forma geométrica, así como contiene la forma de su evolución.
Hija: Lo sé... una vez estuve mirando una cimofana y vi en ella la espiral, de modo que conjeturé que
procedía de algo vivo.
Padre: Y luego, como ves, aunque la concha presenta protuberancias que le impiden rodar por el
fondo del océano, así y todo está raspada y desgastada; pero ésta es otra historia.
Hija: Mencionante también la columna vertebral, de manera que las historias del desarrollo y
evolución del ser humano están también en la conversación. Pero aunque en realidad no menciones el
cuerpo humano, hay configuraciones comunes que constituyen una base de reconocimiento. Eso es lo
que quiero decir —o parte de lo que quise decir— cuando años atrás declaré que cada persona es su
propia metáfora central. Me gusta esa concha porque es como yo, pero también porque es muy
diferente.
Padre: Muy bien, lo cierto es que yo cuento historias y a veces Gregory es un personaje de la historia y
a veces no lo es. Con frecuencia el cuento sobre un caracol o sobre un árbol es también una historia
sobre mi mismo y también una historia sobre ti. La verdadera destreza está en saber lo que ocurre
cuando las historias se colocan la una junto a la otra.
Hija: ¿Parábolas paralelas?
Padre: Luego está esa clase de historias que llamamos modelos , los cuales son generalmente
esquemáticos y que, como las parábolas expuestas por los maestros de religión, existen precisamente
para facilitar que pensemos sobre alguna cuestión.
Hija: Bueno, pero antes que te ocupes de los modelos, deseo señalar que las historias sobre caracoles
y árboles son también historias sobre ti y sobre mi en combinación. Y yo siempre respondo a las historias
que no cuentas así como a las que cuentas y siempre hago lo posible para leer entre líneas. Pero ahora
puedes hablarme de modelos o hasta de Kevembuangga si así lo deseas. Ya he oído hablar antes de
esas cosas. (Bateson y Bateson, 1987[1991, p. 46-47])9
9G. Bateson y Mary C. Bateson. El temor de los ángeles. Ed. Gedisa, Buenos Aires. (Las páginas transcritas
corresponden a esa edición. N.T.)
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