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Editorial 22.08.

2010

¿Iglesia débil?

No existe la iglesia perfecta. Todas las iglesias tienen virtudes y defectos. ¿A qué se debe
esto? La respuesta no nos gustará a ninguno de nosotros: se debe a que las iglesias están formadas
por seres humanos con virtudes y defectos. Aun así, no debemos pasar por alto la meta que nuestro
Dios nos dío: convertirnos en una iglesia pura y sin mancha que no olvida su primer amor y vive
para su Señor.

Se requieren al menos tres características personales para el crecimiento de la iglesia:


1. Motivación propia: una iglesia que depende de sus pastores y líderes para alabar y servir a
su Señor no puede crecer. Esta motivación interna nace:
 En nuestra relación con Dios. Fil. 2:13
 Recordando nuestro pasado. Jn. 9:25
 Confrontando la realidad. Existe una tremenda necesidad del evangelio. Debemos
alumbrar con la luz divina. Jn. 3:19, Mt. 5:14

2. Conciencia de Cuerpo: muchas veces pensamos que no dañamos a nadie si nos quedamos en
casa en vez de ir a la reunión. No podríamos estar más equivocados. Ro. 12:5-21

3. Espíritu de servicio: nunca más vengamos a la iglesia tan bien vestidos que no podamos
mover una silla; tan apurados que no podamos alentar a un hermano; tan distraídos que no
podamos orar por alguien necesitado. Vengamos dispuestos a servir así como nos enseñó
nuestro Señor Jesús:

“Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido,


sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Mateo 20:28

Raúl Salazar

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