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Antecedentes teóricos e históricos de un debate inconcluso

Consejo de Fábricas, Construcción del Socialismo, Control


Obrero, Cooperativismo, Nacionalización, Autogestión,
Producción socialista...
Carlos Lanz Rodriguez

3 CONS3O D3 FÁBRICA Y A CONSTRUCCIÓN D3 SOCIA ISMO.

PR3S3NTACION.

3n los actuales momentos la revolución bolivariana entra en una nueva fase rumbo al
socialismo. 3l Cmdte Chávez ha planteado acelerar dicho proceso, impulsando diversas
iniciativas político-ideológicas conocidas como los 5 motores de la nueva etapa, las cuales
demandan un inmenso esfuerzo de pedagogía política. 3n este contexto cobra especial
relevancia profundizar el debate y sistematizar las experiencias, en particular aquellas que
apuntan a un cambio en las relaciones de producción, tal como lo hemos definido en el
proceso cogestionario en CVG ±ALCASA.

3n tal sentido, hemos realizado una compilación de materiales ( donde los subrayados son
nuestros ), esta vez referido al papel que juegan los Consejos de Fábricas ( también
denominados como consejos obreros o consejos de trabajadores ) en la construcción del
Socialismo. 3n esta reseña documental, queremos evidenciar algunos antecedentes teóricos e
históricos de la experiencia consejista, con el propósito de superar los peligros de hacer
caricaturas con estos planteamientos o reiterar el expediente burocrático ya conocido
históricamente.

3n esta perspectiva hemos rescatado de la ³crítica roedora de los ratones´ un viejo


documento que escribí estando como prisionero político en el Cuartel San Carlos en el año
1979, donde se combina la crítica epistemológica con la impugnación a la COG3STION que
impulsaba la CTV para ese entonces, proponiendo el CONTROL OBR3RO como
alternativa. 3n aquella coyuntura, junto con otros prisioneros políticos y sectores populares
conformamos el MOVIMI3NTO R3VOLUCIONARIO D3 LOS TRABAJADOR3S (MRT)
y desde la prisión apoyamos la edición de un órgano periodístico donde se publicó el referido
artículo.( ALGUNAS CONSID3RACION3S 3 LICATIVAS 3N TORNO A LA
CONSIGNA D3L CONTROL OBR3RO ³Al Rojo Vivo´ N° 5. Mayo de 1979) De la lectura
de este material, se desprende el porqué hemos diferenciado el proceso cogestionario de
ALCASA del enfoque tradicional que le ha dado la socialdemocracia a este tipo de
participación de los trabajadores en la empresa ( particularmente el reparto de acciones ).
Hacen ya más de dos década que habíamos ajustado cuenta con este tipo de formulación y es
por esto que en nuestra experiencia planteamos la COG3STION R3VOLUCIONARIA,
articulada con el control obrero y los Consejos de Fábrica.

Ahora cuando el residente de la República esta haciendo un deslinde en relación a algunas


experiencias que se han venido desarrollando en el país donde se siguieron las orientaciones
socialdemócratas en torno a la cogestión, invitamos al lector a comparar tanto nuestros
planteamientos como la experiencia concreta de CVG-ALCASA. 3sta misma observación
vale para el planteamiento de la reducción de la jornada de trabajo y los Consejos de Fábrica,
ya que muchos sectores que se opusieron y descalificaron las iniciativas que venimos
promoviendo desde hace dos años, hoy están ³ descubriendo´ la validez histórica de dichos
planteamientos e intentan aparecer como originales en la propuesta.

Aquí merece especial mención la reseña que realizamos de la aprobación dada por la
rocuraduría General de la República a las cláusulas que en la Convención Colectiva de la
empresa apuntan a reivindicar los Consejo de Fábrica como concreción de la democracia
obrera.

También cabe destacar en esta reconstrucción documental, el artículo de Cristóbal


Colmenares publicado en ³Rebelión´ del 12 de Marzo de 2003, siendo un excompañero de
prisión que ha mantenido una postura consecuente con los planteamientos que sosteníamos
en aquel entonces en el Cuartel San Carlos sobre el Control Obrero y los Consejos de
Fábrica. De igual forma, reseñamos los trabajos de Luis rimo publicados en Aporrea, el cual
como dirigente de UN3T3 y de la CRM, ha sido uno de los pioneros en promover el debate
en Venezuela sobre los tópicos que estamos comentando

Desde el punto de vista de los aportes vinculados a experiencias históriacas, destacamos en


este dossier los planteamientos realizados por Trotsky a partir de la experiencia Rusa, el
deslinde de Gramsci inspirado en los Consejos de Fábrica de Turín ± Italia en la década del
20,la postura crítica de annekoek en Holanda para la misma década,y la contribución de
aúl Mattik quien más contemporáneamente sistematiza los elementos más controversiales
de estos diversos enfoques. 3n el mismo sentido, reseñamos las lecturas de hilippe
Bourrinet y René Riesel sobre la polémica en el seno de la izquierda comunista para esa
época.

Nuestro propósito al reseñar dichos autores es mostrar los retos y desafíos que ha enfrentado
la experiencia consejista, recordando el viejo lema: quien no tiene memoria histórica, tiende
a repetir los mismos errores.

De estas lecturas se desprenden variadas enseñanzas que quisiera sugerir como guía
didáctica, especie de clave comprensiva de estos textos:

1.- 3xiste una tensión dialéctica entre sindicato y consejo obrero, la cual suscita fuertes
enfrentamientos y divergencia entre quienes ven este nexo como antagónico.

2.- 3l Consejo de Fábrica es la célula orgánica del 3stado socialista, pero no puede ejercer
esta función sin articularse con lo social ± territorial, leyéndolo en nuestro contexto quiere
decir que no se puede separar de los Consejos Comunales, y más particularmente de nuestra
propuesta del YANAMA-CUMB3.

3.- 3l Consejo de Fábrica no es un apéndice del partido, como frente de masa, sino que debe
preservar su autonomía.
Ë.- Igualmente, no puede reducir su tarea al especto corporativo-economicista, sino que debe
asumir tareas político-culturales. De igual manera, no sólo puede remitirse a los aspectos
productivos, sino también abordar la distribución y el consumo.

5.- 3l consejo de fábrica no puede quedarse aislado a nivel de fábrica en el ámbito local, sino
que debe ampliar su radio de acción hacia el conjunto de la sociedad, desde lo local-regional
hacia lo nacional-internacional.

6.- 3l Consejo de Fábrica está inserto en una determinada alianza de clase que corresponde al
bloque histórico, es decir, se extiende desde los trabajadores del campo y la ciudad, cansando
por el campesinado, capas medias, nuevos movimientos sociales, hasta incluir la diversidad
étnica.

7.- 3l Consejo de Fábrica al inscribirse en la perspectiva del cambio de las relaciones de


producción con un claro contenido anti-capitalista, supera las diversas expresiones del
capitalismo de 3stado y de las nacionalizaciones del aparato productivo.

Ubicar estas 7 claves interpretativas de la experiencia histórica de los Consejos de Fábrica en


el necesario debate que debemos profundizar los revolucionarios venezolanos, nos permite
definir las tareas teórico-práctica del momento: abordar el tema global de qué tipo de
socialismo estamos planteando, cuál es el papel del partido y su naturaleza, cómo
entendemos la transformación del modelo productivo, la distribución del excedente y los
patrones de consumo, de igual manera involucra examinar qué tipo de Estado vamos a
construir.

3s de esperar que el lector podrá encontrar en la lectura de este dossier importantes


referencias de ese debate que la burocracia stalinista clausuró, pero cuyos ecos lo volvemos a
sentir en este nuevo momento histórico en que planteamos el transito rumbo al socialismo,
realizando la revolución dentro de la revolución.
A UNAS CONSID3RACION3S 3P ICATIVAS 3N TORNO A A CONSINA
D3 CONTRO OBR3RO

Carlos Lanz Rodríguez


 ublicado en el ³Al Rojo Vivo´ N° 5.Mayo de 1979 )

Hemos venido insistiendo en la necesidad de superar ³escisión´ entre programa máximo y


programa mínimo. 3ntre táctica y estrategia, lo que al nivel del método se refleja en el
manejo de las abstracciones y lo concreto. Uno de los errores metodológico más comunes
entre revolucionarios consiste en creer que basta la enunciación y repetición de una frase
general, de una consigna estratégica para que los pasos iniciativa practico-concretas tenga
validez y justificación ³revolucionaria´. Ya desde la CRITICA A LA FILOSOFIA D3L
3STADO D3 H3G3L. Marx delineó un conjunto de observaciones críticas a la ³lógica
hegeliana´ que operando con ³abstracciones vacías´. Cuando trataba de explicar la realidad,
lo concreto, la tomaba ³ tal como era´, es decir, sin ninguna precaución ni observación
critica, se toman las cosas y fenómenos presentes en cualquier realidad y entonces se le da
una explicación especulativa, ³se le llena de conceptos´ o de consignas, pero mientras tanto
la realidad queda incólume sin transformar. 3sta escisión entre la abstracción vacía y la
realidad concreta que se toma sin crítica. Conduce a la desviación teoricista-empirista. A
nivel del discurso siempre habrán los ³conceptos puros´ y las abstracciones que no poseen
ningún vínculo con la realidad, no son ³determinadas´, pero que le sirven de explicación al
empirismo vulgar, de allí que el dato inmediato con el cual nos enfrentamos en la realidad,
³lo empírico´, tiene una justificación especulativa.

Si por un momento y vinculamos estas observaciones con lo que ha sido la práctica del
movimiento revolucionario venezolano, encontramos que han existido concepciones
generales que resultan ser copias o extrapolaciones de otras experiencias históricas, y por lo
tanto operan como ³abstracciones vacías´, en la medida en que no surgen de un diagnóstico
económico, social, político, de nuestra sociedad.

Dentro de estas concepciones se establecen un conjunto de consignas que entonces se


convierten en una especie de ³guardián´ de las acciones concretas, al abordar la realidad
inmediata ésta será interpretada tal como se presenta empíricamente pero rodeada y
custodiada por consignas estratégicas, sin ningún vínculo y conexión con dicha realidad, en
tal forma se consagra la ³escisión´ entre los pasos tácticos y la estrategia general, entre el
programa revolucionario y la plataforma de lucha inmediata.

3ste error de método es corregido en una primera instancia haciendo análisis dialécticos,
donde las abstracciones como: Clase, 3stado, artido, lucha armada, socialismo
revolucionario, dualidad de poderes, etc., T3NGAN UNA D3T3RMINACION HISTORICA
CONCR3TA, o sea, que como ³abstracciones´ sean la síntesis de los elementos económicos,
sociales y políticos que están presentes en nuestra sociedad; en una segunda instancia lo
particular, lo concreto e inmediato debe abordarse en una forma crítica, transformando lo
real, modificando la realidad, así lo empírico encuentra su interpretación y transformación
revolucionaria, esta fusión de los abstracto y lo concreto, programáticamente entonces se
refleja en la vinculación entre la estrategia general y los momentos ³coyunturales´, en el
³puente o vínculo´ que debe existir entre el programa máximo y el programa mínimo. 3n
nuestra experiencia pasada estos elementos estaban separados, por lo cual los bandazos y
desviaciones estaban a la orden del día: ³izquierdismo´ por aferrarnos a consignas sobre la
³guerra´, lucha armada, revolución democrática, liberación, etc. sin conexión con nuestra real
situación histórica; y ³derechismo´ por el oportunismo de adaptarse a la realidad, de tomar la
simple lucha reivindicativa como el único objetivo. De allí que la superación de éstas
desviaciones implique desmontar su soportes metodológicos: las abstracciones vacías y el
empirismo, y en consecuencia ofrecer alternativas que determinen la naturaleza histórica-
concreta de las abstracciones, su piso concreto en nuestra sociedad, y actitud crítica ante los
³datos empíricos´, ante las coyunturas específicas.

Como estas respuestas no vienen dadas de una vez y para siempre, se requiere siempre del

ANA ISIS CONCR3TO D3 A R3A IDAD CONCR3TA.

Teniendo una línea estratégica que resulte de un análisis histórico-concreto, éstas sirven
como marco orientador de nuestras acciones cotidianas, para interpretar y transformar
coyunturas particulares. 3n los análisis concretos de cada una coyunturas se requiere
establecer los nexos y vínculos con la estrategia, estos nexos son diversa naturaleza; política,
organizativa, ideológica, militar; éstas es una función de la táctica revolucionaria.

3n el esbozo de línea táctica que hemos propuesto se consignan los aspectos políticos,
organizativos e ideológicos que vinculan la actual coyuntura con la estrategia general, y en
las plataformas de lucha para cada sector o área de la lucha de clase está contemplada la
necesidad de establecer estos nexos, es decir, el puente entre las reivindicaciones inmediatas
y los objetivos estratégicos. 3stas referencias teórico-metodológicas están hechas con el
objeto de facilitar la comprensión y ayudar en la formación de los camaradas que están
implementando la línea táctica en frente de trabajo específicos donde se requiere dar
respuesta concreta a múltiples problemas.

3ste puede ser el caso en el trabajo obrero, donde se requiere una combinación de los
elementos coyunturales con los objetivos estratégicos, tal como el aumento de salario y
demás reivindicaciones, los objetivos de construcción de la hegemonía en la fábrica, la
construcción de las organizaciones autónomas, la toma del poder la gestación de la nueva
sociedad, etc. Veamos cómo se relaciona todo lo anterior con la consigna del Control
Obrero.

AS R3IVINDICACION3S INM3DIATAS Y 3 CONTRO OBR3RO

1.- 3n el movimiento obrero existen un conjunto de reivindicaciones tales como: aumento


salariales, reducción de la jornada de trabajo, tabulador, bonificaciones, seguridad industrial,
problemas de vivienda y de transporte, etc., que no ponen en discusión el dominio del capital
en la fábrica; pero existe otro tipo de reivindicaciones que implican una injerencia del
movimiento obrero en áreas reservadas al monopolio exclusivos del capital, que por su propia
lógica pone en discusión quiénes quién tiene la hegemonía en la fábrica, y si bien la clase
obrera no puede obtener el control de la producción por mucho tiempo sin antes haber
destruido la maquinaria burocrática-militar del 3stado, estas reivindicaciones entre las cuales
está el control obrero - prepara, educa y organiza al proletariado para el ejercicio del poder,
devela muchos de los mecanismos de la explotación capitalista, y le facilita una serie de
herramientas al obrero para defender con mayor eficacia las propias reivindicaciones
inmediatas.

2.- Los aspectos que son una injerencia del movimiento obrero en el dominio del capital y
que forman parte del conocimiento y la formación que hacen posible la instauración del
control obrero son:

a. Acceso a los registros contables para establecer los costos en materia prima, salarios,
seguros, cuota de ganancia, etc.

b. Tipo de tecnología y cuota explotación.

c. Sistema de mercadeo y distribución.

d. recios de las mercancías en el mercado, al por mayor, al detal.

e. Monto del capital, grado de centralización y concentración de la propiedad.

f. Naturaleza jurídica de la empresa (C.A., SRL) para determinar la composición de las


directivas, accionistas, registros comercial, vínculos comerciales, etc.

3.- A partir del dominio y conocimiento sobre la empresa el movimiento obrero puede vetar
los despidos, los procesos de racionalización que incrementan la explotación, la
desvalorización del salario real a través de la manipulación de los precios y en consecuencia
proponer la escala móvil de salarios.

Ë.- 3ste tipo de reivindicaciones pone en discusión los fundamentos mismos del capital, lo
cual es inaceptable para la burguesía, traduciéndose en consecuencia en un enfrentamiento
abierto entre dos poderes que cobra fisonomía en la propia fábrica, por lo cual se vinculan
aspectos concretos del proceso productivo, con aspectos atinentes al poder, a la propiedad, a
la intervención estatal.

5.- La dualidad del poder a nivel de fábrica, con sus propias implicaciones políticas,
organizativas, ideológicas, se vincula con la dualidad de poderes en relación al 3stado
burgués y tal como hemos sostenido en otras oportunidades este poder en las fábricas
constituye uno de los cimientos y soportes fundamentales del poder revolucionario.
A CRISIS D3 CAPITA ISMO Y 3 CONTRO OBR3RO

1.- Las innovaciones tecnológicas, que entrañan para el capital monopolista la necesidad de
planificar de manera precisa la amortización del capital fijo, y por otro lado la crisis de
sobreproducción, se plantea como premisa al capital ³la explotación intensiva´ del trabajo,
³su disciplina´ y domesticación, y por ello traza una política de integrar el aparato sindical a
los mecanismos de ³concertación´ ± comisiones tripartitas - donde se ³planifiquen los
salarios´, de tal forma que éstas se convierta en una de las palancas ´anticrisis´, al permitir
una planificación o programación donde los costos salariales están previstos para un largo
período.

2.- La inflación, los despidos, el desmejoramiento de las condiciones de trabajo, permiten que
los obreros comprendan que no está en discusión la ³simple distribución del ingreso´, sino
que se plantea el método como está organizado el trabajo y la producción, es decir, el
problema de las relaciones capitalistas de producción.

3.- 3l Control obrero al proponer el acceso a los registros contables, abolición del secreto
tecnológico y comercial, el derecho al veto en una serie de áreas de la actividad empresarial,
la escala móvil de salario, etc., enfrenta los intentos del capital de ³concretar´ y programar su
propia crisis, manipulando los salarios, explotando más a la clase obrera, o sea, el control
obrero obstaculiza la puesta en práctica de las medidas ³anticrisis´.

A R3ACCION D3 A BURU3SIA ANT3 A CONSINA

D3 CONTRO OBR3RO.

1.p Los estratos más inteligente de la burguesía son perfectamente conscientes del peligro
que implica, para el régimen en su conjunto, esta rebeldía instintiva de los
trabajadores en contra de las relaciones de producción capitalistas. También
comprenden que esta rebeldía amenaza fusionarse con la propaganda, la agitación y la
acción de la vanguardia revolucionaria en favor del control obrero.
2.p or eso se esfuerzan en canalizar y desviar esta rebeldía (con ayuda de la burocracia
sindical) hacia la COLABORACION Y LA NO IMUNACION D3L DOMINIO
D3L CAITAL 3N LA FABRICA. 3ste es el sentido de la propaganda que hoy se
hace en los países capitalistas en torno a la COG3STION, que en nuestro caso
concreto es una consigna que esta impulsando la CTV. Ante que un planteamiento
revolucionario como el CONTORL OBR3RO, que pone en discusión el dominio del
capital, prenda en las masas obreras y ayude a su concientización y organización, el
aparato sindical se adelanta a ofrecer una alternativa de conciliación de clase como la
COG3STION que es impulsada por la propia burguesía cuando toma conciencia del
peligro inminente que significa que el movimiento obrero tenga acceso a los secretos
de la producción y de la explotación.
AS DIF3R3NCIAS 3NTR3 CO3STION Y CONTRO OBR3RO.

La diferencia fundamental entre las ideas de ³participación´ y ³COG3STION´ por una parte,
y el concepto de CONTROL OBR3RO, por otra parte, puede resumirse de la siguiente
manera:

1.p 3l Control obrero rechaza toda responsabilidad por parte de los obreros y sus
organismos autónomos en la gestión capitalista.
2.p 3xige un D3R3CHO A V3TO en toda una serie de dominios que se refieren a su
labor cotidiana en la empresa: cambios de turnos, sobretiempo, higiene industrial,
nombramiento de los capataces, aplicación de nuevos procedimientos y nuevas
tecnologías, etc.
3.p 3l Control obrero rechaza todo tipo de secreto, toda ³apertura´ de los registros
contables ante un puñado de burócratas sindicales y exige por el contrario la mayor, y
más completa difusión posible de todos los secretos que los trabajadores puedan
descubrir no solamente al examinar la contabilidad patronal y las operaciones
bancarias de las empresas, sino también, y sobre todo al confrontar con la realidad
económica que encubren.
Ë.p 3l Control obrero rechaza toda institucionalización, toda idea de convertirse aunque
sea por un periodo transitorio, en una ³parte integrante´ de la forma en que funciona
el sistema, dado que cualquier tipo de integración significaría la degeneración e
instrumento de conciliación entre las clases.
5.p LA COG3STION es un mecanismo de ³colaboración de clase´ que implica que
cuando sectores de la clase obrera aceptan asociarse a la gestión de su FABRICA
ARTICULAR, incluso con paridad de votos y con el señuelo de la ³participación en
los beneficios´ no hacen si no asumir ³los intereses de la empresa´ frente a sus
competidores, es decir, aceptar que la concurrencia capitalista fragmenten y dividan
más a la clase, porque entonces los obreros separados ³por fábricas´ lucharan entre si
para producir más y tendrán que competir con sus hermanos de clase.

La clase obrera no puede aceptar, a riesgo de una capitulación creciente que rápidamente
conduciría a la parálisis, que el principio de la competencia sea llevado al mercado capitalista
y a la sociedad burguesa a la organización y a la conciencia de los obreros a partir de sus
propias iniciativas, reivindicaciones y luchas, como será el caso de la COG3STION.
A N3C3SIDAD D3 UNA SIST3MATICA CAMPAÑA D3 AITACION Y
PROPAANDA 3N TORNO A CONTRO OBR3RO.

Con las plataformas de lucha programa mínimo ± y con una forma de organización propuesta
± Concejo Obrero de Fábrica ± perseguimos modificar la actual correlación de fuerza entre al
capital y el trabajo, hacer que los obreros adquieran confianza en sus propias fuerzas, elevar
su nivel político ± ideológico, ayudarlos a formarse la conciencia de clase, fortalecer su
unidad interna y su organización.

ero para que las masas obreras comprendan el significado de las reivindicaciones inmediata
y la consigna del CONTROL OBR3RO, que es un planteamiento muy reciente aquí en
nuestro medio, se requiere un esfuerzo prolongado y sistemático de allí que no deben
sorprender a nadie las relativas dificultades iniciales que enfrentamos, porque, por un lado los
reformistas y revisionistas ofrecerán resistencia y tratarán de descalificar esta proposición
tildándola de ³anarquista´, ³ultra´, ³radical´, etc., y en su lugar presentarán sus opciones
como la COG3STION,, - etc., por otro lado el neorreformismo que no posee ninguna política
al respecto asumirá una papel de vacilación y duda, cuando no de rechazo a este
planteamiento; pero por otra parte, objetivamente los elementos de crisis económica y la
maduración de importantes sectores de la clase obrera, hacen posible que esta consigna
prenda en estos momentos ,para ellos debemos dedicar un serio esfuerzo por explicar en
diversas formas y a través de diversos mecanismos las implicaciones de esta consigna; sacar
folletos, obleas, pancartas, afiches, organizar círculos de estudio, investigar en torno a su
facetas que es necesario profundizar en realidades específicas, en cada fábrica, en las ramas
industriales buscamos que en los obreros se familiaricen con estas consignas y puedan batirse
por su implementación.

3N A CONSTRUCCION D3 SOCIA ISMO HAY


QU3 3RRADICAR A 3P OTACION D3 TRABAO.
(a propósito del Aló Presidente)
Por carlos anz Rodriguez

3n el primer Aló residente del año 2007, realizado en el alacio de Miraflores el Domingo
21 de 3nero, el Cmdte Chávez ha planteado unas premisas básicas de la construcción del
socialismo: superar la esclavitud del trabajo asalariado, asumiendo la humanización del
trabajo, instruyendo a los ministros para que incluyan en la Habilitante. una ley que permita
reducir la jornada laboral de los trabajadores para dedicarla a unas horas de estudio semanal.

3n CVG ALCASA, desde el año pasado propiciamos el debate y la reflexión sobre la


reducción de la jornada de trabajo ( editamos un ensayo con materiales para la discusión )
planteando una nueva manera de entender el concepto de productividad, que ya no lo
asociamos a la intensificación de la explotación del trabajo como se asume en la lógica de la
acumulación capitalista, sino que se inscribe en el marco de nuevas relaciones de producción,
donde los trabajadores deben tener oportunidades de tener tiempo para:
a.- 3star con su familia.

b.- Descansar y reponer las energías

c..- 3studiar y mejorar la profesionalización

d.- Recrearse a través del ocio creador.

3n tal sentido, el planteamiento del presidente de la República es un espaldarazo al debate


que iniciamos en la empresa.

or otro lado, el proceso de humanización del trabajo en el proceso cogestionario que
venimos desarrollando, se articula con la construcción de la democracia obrera concretada en
los Consejos de Fábrica.

3n esa dirección, en CVG-ALCASA hemos propuesto 10 premisas para su construcción:

1.- La organización, funcionamiento y acción del Consejo Fábrica se rige conforme a los
principios de corresponsabilidad, cogestión, autogestión, cooperación, solidaridad,
transparencia, rendición de cuentas.

2.- 3n el Consejo de Fábrica se concreta tanto la democracia política como la democracia


económica, poseyendo un respaldo jurídico en el marco que establece la constitución, cuando
expresamente plantea que la nueva república será un ³Estado democrático y social de
derecho y justicia´.

Aquí aparece la vinculación de la democracia en el terreno político con la democracia social


y económica. Consciente de que estamos en un proceso de construcción de los cimientos de
un NU3VO 3STADO (el 3stado que hemos heredado no responde a las exigencias
transformadoras y la nueva institucionalidad apenas está naciendo) 3n esa dirección se puede
sostener que el Consejo de Fábrica prefigura los rasgos del nuevo 3stado de la V República.
3.- 3l consejo de fábrica coloca la economía al servicio del hombre, rompiendo con la lógica
mercantil, ya que no se trata del afán de lucro y la máxima ganancia como móvil de la
producción, sino la satisfacción de necesidades colectivas.
Ë.- 3l Consejo de Fábrica asume también como tarea la superación del trabajo alienado que
surge en el régimen de producción capitalista, donde el trabajador está separado y enfrentado
con los medios de producción, pero también con sus productos convertidos en mercancías.5.-
3n el Consejo de Fábrica, al dirigirse a superar las relaciones de producción capitalistas, se
plantea la abolición de la jerarquía y el despotismo de fábrica, colocando en cuestión a la
división social del trabajo, es decir, la separación entre el trabajo manual e intelectual, la cual
es una de las principales relaciones de dominación que se coloca en entredicho a través del
ejercicio de la democracia de los trabajadores:

· Crítica al monopolio y la jerarquía del saber, que se materializa en la expertocracia o en las


modalidades tecnocráticas.
· Cuestionamientos la fragmentación del saber que surge de la especialización.

· Darle dignidad teórica al trabajo manual, reivindicando el saber popular, propugnando el


diálogo de saberes.

· Asumir la democratización del saber y el pensar con cabeza propia, como requisitos básicos
de la democracia en la fábrica.

· Abolición de los secretos tecnológicos, apertura de los libros de contabilidad, humanización


de las jornadas y puestos de trabajo.

· Conocimiento de la relación salarial, la seguridad y la salud ocupacional

6.- La delegación y descentralización de la capacidad de decisión y de las funciones,


concretado en un nuevo modelo de gestión con planificación democrática y elaboración
participativa del presupuesto.

3n esa dirección, el cambio gerencial, forma parte de la profilaxis antiburocrática, la cual está
signada por:

· La democratización del saber y el diálogo permanente.

· La transparencia informativa y libre acceso a los documentos restringidos.

· 3l trabajo en equipo y colegiación de las decisiones.

· La delegación de funciones para aplanar las estructuras gerenciales.

· La simplificación de trámites y combate a la cultura del papeleo.

7.-Como práctica democrática en el Consejo de Fábrica, se elabora el presupuesto


participativo, donde se materializa los diversos puntos de vista sobre los problemas a
resolver, iniciativas de cambio, aportes e innovaciones del colectivo´

a.- 3l presupuesto participativo es otra manera de entender la distribución de los recursos


públicos, tradicionalmente en manos de algunas élites, especialistas o expertos. Ahora se trata
de que los trabajadores, participen en los debates y consultas sobre ingresos y gastos,
naturaleza de las inversiones y áreas prioritarias en la empresa.

b.- 3l presupuesto participativo promueve el combate de la burocracia, ya que permite


evaluar la maquinaria administrativa, ubicando sus principales fallas: papeleo, recaudos
inútiles, pasos innecesarios. 3l presupuesto participativo, favorece también el combate a la
corrupción, ya que la participación del conjunto de los obreros y empleados de nuestra
empresa, neutraliza el clientelismo, el tráfico de influencia en los cupos, licitaciones, compras
o inversiones.

c.- 3l presupuesto participativo, genera condiciones propicias para el seguimiento y control


de gestión, ya que el colectivo puede evaluar en forma permanente la ejecución de lo
acordado, vigilar los recursos empleados.

d.- 3l presupuesto participativo, permite combatir la parcelación y fragmentación del


conocimiento, ya que muchas veces ³vemos los árboles pero sin mirar el bosque´, es decir,
no vemos más allá del estrecho marco de nuestro campo de trabajo sin comprender las
múltiples conexiones en el proceso político-social, sin valorar adecuadamente la
complementación y reciprocidad que debe existir entre las diversas iniciativas, planes y
programas, sin desarrollar la cooperación y la solidaridad entre todos.

e.- Finalmente, podemos indicar que el presupuesto participativo, por todo lo anterior, puede
facilitar la superación de un conjunto de errores y fallas que tradicionalmente están presentes
en la formulación y planificación del presupuesto´ falta de sinergia, escasa coordinación,
poca articulación y pertinencia social de la gestión pública.

8.- 3n el marco de las nuevas relaciones de producción, donde se inscribe el Consejo de


Fábrica, como ya señalamos, la producción no se rige por el mercado, sino que es regulada
conscientemente por los trabajadores, en función de necesidades colectivas. 3sta regulación
consciente, involucra un proceso de planificación, pero no necesariamente con el carácter
burocrático y vertical de los planes estatales que hemos conocido.

3l ejercicio de la democracia participativa y protagónica, los mecanismos de contraloría


social, exigen también de una LANIFICACIÓN ARTICIATIVA en el proceso
económico-social.

La planificación democrática y la participación ciudadana en el proceso de elaboración y


ejecución de políticas públicas, es uno de los rasgos constitutivos de la nueva república en
construcción, tal como está concretado en el mandato constitucional referido específicamente
al ámbito de la planificación. 3n el Art. 299, la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (CRBV) se establece que el 3stado promoverá ³ el desarrollo armónico de la
economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional,
elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país,
garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y
equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza
mediante una planificación estratégica y democrática, participativa y de consulta abierta´.

3ste mandato también está establecido el Art. 9 de la Ley Orgánica de lanificación, cuando
se refiere a lo que venimos reseñando: ³Se entiende por viabilidad socio ± política, que el
desarrollo de los planes cuenten con la participación y el apoyo de los sectores sociales´.

9.- Reparto equitativo de los excedentes de la producción como esfuerzo colectivo.. Las
formas de distribución del excedente, que no persigue la apropiación individual del trabajo
ajeno o la acumulación de capital, se guía por principios de solidaridad, equidad y
cooperación. 3n tal sentido, en el Consejo de Fábrica los excedentes se reparten en una serie
de fondos:
£p Un fondo de carácter social, dirigido a devolverle a la sociedad en su conjunto, parte
de la riqueza generada por el trabajo colectivo. Con estos aportes se apoyan las 3S,
Cooperativas y Nudes, igualmente las misiones educativas, planes de vivienda y
desarrollo territorial
£p Otro fondo dirigido a cubrir gastos asociados a deudas, compras de equipos y
materias prima.
£p Un tercer fondo para la seguridad social y la remuneración básica de los trabajadores.
£p Y finalmente, un fondo rotatorio para las contingencias.

10.- La contraloría social es ejercida por los trabajadores a través de organismos específicos
creados para tales fines. Se trata de una práctica para realizar la contraloría social en el
manejo de los recursos asignados a la empresa, así como sobre los programas y proyectos de
inversión pública presupuestada. La contraloría social tiene como objetivo: a.-Dar
seguimiento al funcionamiento del Consejo de Fábrica en su conjunto. b.-romover una
práctica permanente de vigilancia y control de la administración en la empresa. c.- 3jercer el
control en la ejecución del plan estratégico de la empresa y los diversos programas y
proyectos.

TRABAADOR3S D3 CV A CASA CONSARARON 3N SU NU3VO


CONTRATO CO 3CTIVO A PROPU3STA D3 OS CONS3OS D3 FABRICA Y
A CO3STION R3VO UCIONARIA

 CLAUSULA 145, A ROBADA OR SINTRALCASA Y LOS RE RESENTANTES DE LA


EM RESA, EN LA DISCUSION DEL DIA MARTES 19 DE SE TIEMBRE DE 2006,
ratificada por la rocuraduría de la República el 24 de Enero de 2007 )

Proceso Cogestionarío

Con base en los principios de corresponsabilidad, cooperación, solidaridad, transparencia,


eficiencia, eficacia y rendición de cuenta consagrados en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela en atención a lo relacionado con la construcción del nuevo modelo
económico, se asume como plataforma LA COG3STION, la cual plantea cambio en las
relaciones de producción como transformación de las relaciones de propiedad, las relaciones
mercantiles y la superación de la división social del trabajo; 3n esta perspectiva se inscribe
la participación directa de los trabajadores y trabajadoras en la administración y dirección de
la empresa, la conformación de los consejos de fabrica, asambleas de trabajadores y
trabajadoras, elección de las autoridades cogesti onarias, contraloría obrera, mesas de
trabajo, voceros, referéndum consultivo y revocatorio de gestión, elaboración del plan
estratégico y presupuesto participativo. 3n este sentido se establece:
Consejos de Fábrica

Los Consejos de Fábrica se conciben como instancias de articulación e integración que


permitirán a los trabajadores y trabajadoras ejercer directamente la gestión de la 3mpresa en
concordancia con las políticas públicas trazadas por el Gobierno Nacional orientadas a la
construcción de una sociedad de equidad y justicia social.

Asambleas de Trabajadores y Trabajadoras

La Asamblea de trabajadores y trabajadoras es la máxima instancia de decisión y estará


integrada por los trabajadores y trabajadoras, activos, jubilados y pensionados de CVG
Alcasa.

Mesas de Trabajo

3spacio de discusión y análisis formado por un equipo de trabajadores y trabajadoras que


tienen un fin común: tomar decisiones en los aspectos administrativos, tecnológicos,
operativos y laborales de la organización; dando vialidad a la cogestión como cambio en las
relaciones de producción, formando un elemento multiplicador de conocimientos y
motivando círculos de estudio en toda la organización.

Voceros: Trabajador o trabajador elegido/elegida libre y democráticamente con carácter de


revocabilidad por la Asamblea de trabajadores y trabajadoras, para representarlos en las
diferentes mesas de trabajo que se realicen en la 3mpresa.

Contraloría Social

Se establece el derecho de los trabajadores y trabajadoras de la empresa, a ejercer la


Contraloría Social, entendida como la fiscalización, control y supervisión del manejo de los
recursos recibidos o generados por la empresa, así como también el control de la
planificación, desarrollo, ejecución y seguimiento de los programas y proyectos de inversión
presupuestados, ejecutados y por ejecutar en la empresa

3n el ejercicio de la democracia participativa y protagónica los trabajadores y trabajadoras de


CVG Alcasa, tienen el derecho de elegir a las Autoridades Cogestionarias, en tal sentido se
establece:

- 3scogencia: Serán elegidas por los trabajadores y trabajadoras activos, jubilados y


pensionados mediante elecciones libres, universales, directas y secretas, garantizando la
personalización del voto.

- Tiempo de Gestión: Duraran en el ejercicio de sus funciones dos (2) años, pudiendo ser
consultados o revocados en el ejercicio de sus funciones por vía de referéndum consultivo o
revocatorio según sea el caso, al cumplirse la mitad del periodo para el cual fue electo

^ Rendición de Cuentas: Los que resulten electas o electos gerentes deberán rendir cuentas
de su gestión en forma pública, transparente, periódica de acuerdo al programa que haya
presentado para el lapso de ejercicio de sus funciones

Se establece el derecho de los trabajadores y trabajadoras a estar informados del manejo


económico y financiero de la empresa.

Unico: A los efectos de elaborar las normas y procedimiento que regirán la materia, se
nombrara una comisión paritaria en igual número de representantes empresa y trabajadores.

Consejos y control obreros: desafío anticapitalista

xngel Cristóbal Colmenares

A finales de la rimera Guerra Mundial y en medio de un generalizado ascenso de luchas


revolucionarias, tiene lugar en 3uropa un vivo debate acerca de los Consejos Obreros como
forma de organización que va más allá de las fronteras (marcadas por el sindicalismo) de un
dominio aceptado, de una clase obrera que solo reclamaba un precio más elevado por su
fuerza de trabajo sin poner en discusión la dominación misma. 3sa era la diferencia de fondo
y parte de sus antecedentes los podemos encontrar en las enseñanzas de la Comuna de aris y
en las intensas luchas de la 3uropa de 18Ë8, línea divisoria entre socialdemocracia y
revolución que hoy podemos reconstruir estudiando algunos documentos de esa época, entre
ellos la "Crítica al rograma de Gotha" y el "Manifiesto Comunista". Tema principal era la
percepción de una sociedad con dos polos fundamentales, la burguesía y el proletariado, en la
cual el segundo era identificado como sujeto histórico en la edificación de una forma distinta
de organización social por ser la única creadora de bienes, a los cuales sin embargo no tiene
acceso toda vez que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un
objeto extraño, a cuyo respecto se generó también un interesantísimo debate filosófico y
desarrollo de conceptos tales como "alienación" y "cosificación". Los extremos prácticos del
discurso eran:

a. una lucha por mejoras de diversa índole sin objetar el poder, es decir, sin vínculos con un
modo diferente de producir/distribuir, y b. combatir por una sociedad diferente sin relacionar
ese fin con las condiciones de vida cotidianas del proletariado.

3s necesario hurgar en la historia para entender el origen de esos dos polos sociales, por
ejemplo, ¿por qué unas personas deben comerciar con su vida para subsistir vendiendo su
fuerza de trabajo a otros?, ¿quién organizó así, tan injustamente, a la sociedad? Hay la
explicación de una "acumulación originaria" (Marx, "3l Capital"), llamada "acumulación
previa" por Adam Smith ("La Riqueza de las Naciones"), y al respecto el primero de los
nombrados explica: "En la historia de la acumulación originaria hacen época todas las
transformaciones que sirven de punto de apoyo a la naciente clase capitalista, y sobre todo
los momentos en que grandes masas de hombres se ven despojados repentina y
violentamente de sus medios de producción para ser lanzadas al mercado como propietarios
libres, y privados de todo medio de vida". 3n ese proceso tuvieron papel preponderante la
violencia, el arrebato y la expropiación, primero de tierras, luego de medios de trabajo
mediante acción directa del 3stado, así que el régimen de la propiedad privada nace
despojando al productor directo y destruyendo la propiedad privada basada en el trabajo, es
decir, garantizando el monopolio de los medios de producción a una clase social específica.

Desde finales del siglo V hasta finales del VIII se desarrolla una etapa de terror que
obliga a la gente al abandono de sus campos de labranza y vivienda a fin de lanzarla al
desvalimiento para luego ser castigada bajo acusación de vagabundaje con cargos como
"delincuentes voluntarios" y tal situación es reforzada mediante bandos y leyes que en
Inglaterra, por ejemplo, comenzaron con 3nrique VIII en 1530. Los castigos eran atroces e
infamantes, como marcar a fuego la letra "S" de esclavo ("slave" en inglés) en la frente o en
el pecho, azotes "hasta que la sangre mane de su cuerpo", derecho de quitarle los hijos al
vagabundo y retenerlos bajo custodia como aprendices, los varones hasta los veinticuatro
años y las mujeres hasta los veinte pudiendo mantenerles encadenados y sujetos con anillos
de hierro por brazos, pies o cuello. Diferentes formas asume la lucha contra el despotismo
político-económico sobre el cual comienza a cimentarse el dominio pero debe tomarse en
cuenta que los trabajadores no se hallaban concentrados en sitios únicos, vale decir talleres
colectivos y fábricas sino que laboraban en sitios dispersos, en aldeas y viviendas rurales.
No existe identidad colectiva y el combate se apronta primero en forma individual y
progresivamente por pequeños grupos. or otra parte, el trabajo manual era dominante y al
comenzar a ser introducido el uso de herramientas y artefactos que potenciaban la producción
ello fue visto como elemento que desmejoraba condiciones de vida pues desplazaba mano de
obra y provocaba reducciones salariales. Se hicieron comunes entonces las destrucciones de
instrumentos y medios de producción, lo que se conoce como "luddismo" por referencia a un
luchador británico llamado Ned Ludd, aun cuando ese método de combate era muy anterior,
por ejemplo la serie de motines de "labourers" ingleses de 1778. Los obreros comienzan a
construir organizaciones como la London Corresponding Society y las llamadas Sociedades
Fraternales en Inglaterra; las Asociaciones de Oficiales del Oficio ("compagnonnages"), los
comités de la Comuna de aris y la Sociedad de Amigos del ueblo en Francia. Los Códigos
enales franceses de 180Ë y 1810 dan continuidad a la tradición represiva que considera a las
coaliciones obreras como delito punible por el 3stado. 3l sindicato aparece como instancia en
las postrimerías de 1800 y se hace fuerte en las primeras décadas de 1900, pleno desarrollo
de la rimera Guerra Mundial, en escenario que permitía prever acciones políticas de gran
envergadura por parte de la clase obrera en la llamada lucha por el poder.

La organización sindical es duramente cuestionada no ya por los patronos y su 3stado sino


por sectores avanzados de la clase obrera, y es puesta en duda su capacidad de ser "escuela de
revolucionarios" como en principio fue definida, pues ha devenido en aparato de control
capitalista sobre los trabajadores limitando sus acciones, introduciendo valores contrarios a la
clase obrera en el conciente colectivo y garantizando la hegemonía (el gramsciano consenso
acorazado de coerción) del capitalismo. 3l capital y su 3stado hacen de esa organización un
medio más de dominio, como se observa con los contratos colectivos, mediante los cuales los
empresarios planifican costos a mediano y largo plazo, determinando así las erogaciones que
les permitirán expropiar el trabajo ajeno y calcular los gastos de la reproducción de la fuerza
humana explotada, igual que prefijan los índices de la depreciación de máquinas y equipos de
sus fábricas para su eventual reposición.

Resulta que los precios del trabajo son mucho más constantes que los de los víveres, casi
siempre en proporción inversa y bajo tales parámetros el proletariado jamás traspasará en
cuanto a calidad de vida los límites impuestos por los dueños de medios de producción, de
los frutos del trabajo obrero y del mercado en el cual éste es comerciado, como resume
Antonio Gramsci´ "« El sindicato organiza a los obreros no como productores sino como
asalariados, es decir, como criaturas del régimen capitalista de propiedad privada, como
vendedores de una mercancía llamada trabajo". 3xperiencia documentada del proceso
definitorio de la clase obrera lo constituye la organización del soviet de etersburgo en 1905,
cuya necesidad objetiva era fundada en:

1. tener una organización que gozara de autoridad indiscutible, que uniera a todos los sectores
expropiados desprovistos de enlace; 2. convertirse en punto de confluencia de todas las
corrientes revolucionarias existentes en el seno del proletariado, y 3. ser capaz de iniciativa
político-militar, de autocontrol efectivo y de capacidad de respuesta inmediata. Ningún
partido podía realizar esas tareas por sí solo ya que sus nexos con el colectivo social no
capitalista eran débiles pues operaban propagandísticamente y desde la clandestinidad. 3l
único vínculo orgánico entre masas proletarias no organizadas es el proceso de producción. Y
era obvio que no se trataba de un problema de técnica organizacional sino de una definición
de la naturaleza de clase de la organización. 3l soviet (traducción rusa del término consejo)
se convirtió así, hasta su desmantelamiento por la regresión estatal, en motor de cambios
efectivos pues constituyó unidad de discusión, legislación y ejecución de las clases obrera y
campesina doquiera se hallaren elementos individuales de ellas, por lo cual existieron soviets
de obreros, campesinos y soldados. Objetivo consejista era conquistar la autonomía de la
clase obrera desde la fábrica misma, donde el productor se ve constreñido por el propietario,
donde la ley es la palabra del patrono, donde toda la complejidad del mundo se reduce a una
realidad cotidiana: la masa de trabajadores crea riqueza y un reducido núcleo social se
apodera de ella. 3l trabajador como individuo no tiene visión de conjunto de los problemas
técnicos, económicos, políticos ni sociales en una situación que es mantenida y profundizada
por la burocracia, la cual nace y se alimenta de la ausencia de conocimiento, competencia,
iniciativa y actividad socio-cultural por parte de los trabajadores, sometidos a rutinas
embrutecedoras impuestas por la división social del trabajo. Rosa Luxemburgo
("¿Qué quiere la Liga 3spartaco?") resumía: "« Debemos actuar en la base; esto es lo que
corresponde al carácter de masa de nuestra revolución, cuyos objetivos apuntan hacia los
fundamentos, hacia las raíces mismas de la constitución social, lo cual corresponde al
carácter de la revolución proletaria actual. Debemos conquistar el poder político no por lo
alto sino por lo bajo «) Es en la base donde cada patrono hace frente a sus esclavos
asalariados. Es en la base donde los órganos ejecutivos de la dominación política de clase
hacen frente a los objetos de ésta dominación. Es en la base donde nosotros debemos
arrancar a los gobernantes, pedazo por pedazo, los instrumentos de su poder para tomarlos
en nuestras manos". Ningún concepto explica mejor a ese "arrancar pedazo por pedazo" que
el de control obrero de la producción, cuyo desarrollo práctico significa oponer un poder dual
a la burguesía como clase, al capitalismo en tanto régimen socio-económico, al 3stado en
cuanto resumen del dominio clasista. Y comienza cuando la clase obrera deja de ser, por
propia decisión, elemento de la economía para convertirse en partícipe de ella; abandona el
papel pasivo de ser un engranaje de la maquinaria y asume la dirección conciente del
mecanismo industrial.
Como acertadamente señalaba Gramsci: "La política es acción permanente y da nacimiento a
organizaciones permanentes en cuanto se identifica con la economía". La primera posguerra
es tiempo de intentos en esa dirección, entre ellos la huelga de trabajadores metalúrgicos
italianos en 1920, la insurgencia del Movimiento de los Delegados de Taller ("shop
stewards") en Inglaterra, los Consejos Obreros en Alemania y, en el continente americano,
los conflictos de trabajadores en Seattle y Winnipeg.
3ra innegable la influencia política ejercida por la revolución bolchevique y posteriormente
vendrían la gran crisis del capitalismo ("crack" de 1929) y la irrupción de la reconcentrada
forma del poder de la burguesía: el fascismo. 3ntre 1936 y 1938 hay repunte de luchas con
huelgas en Francia y la experiencia colectivizadora de Cataluña. Y es importante señalar
también que ante la insurgencia que desbordaba los límites del sindicalismo ("más pan y más
mantequilla" sin problematizar el dominio, criticaba Gramsci), la burguesía desarrolló planes
alternativos para neutralizar la estrategia de su clase antagónica y logró -- en no pocas
oportunidades-- utilizar a los comités de fábrica confiándoles responsabilidades en las
empresas creando situaciones de confrontación entre los propios trabajadores que caían en la
trampa de ocupar fábricas y dirigirlas bajo métodos capitalistas, con lo cual se convertían en
agentes reproductores del régimen que decían combatir. 3l control obrero devenía, bajo tales
circunstancias, en cogestión, una de las formas que el capitalismo utiliza para administrar y
resolver sus crisis.
or ello algunas reglas del Control Obrero son perfectamente claras, por ejemplo: su objetivo
es una regulación planificada de la economía por los propios productores organizados en
instancias que incluyan a personal administrativo y técnico; esas instancias tienen derecho de
fijar límites de producción y de tomar medidas para determinar costos de esa producción;
deben tener acceso a toda información relativa a las unidades productivas, especialmente los
libros de contabilidad, terminando radicalmente con el "secreto" tan celosamente guardado,
que no es otra cosa que manipulación de datos y cifras mediante las cuales el patrono (como
clase social, no solo como individuo) falsifica la realidad y encubre tanto la explotación
como sus efectos. Y es obvia la diferencia con la práctica sindical y con la variante
cogestionaria (o "accionariado") ya que debidamente dirigido y aplicado el control obrero no
es "institucionalizable" por el capitalismo, no acepta ser asimilado a sus estructuras y se
asienta y desarrolla sobre rasgos político-organizativos verdaderamente autonómicos, que por
otra parte son también garantía de verdadero progreso individual basado en mejor experiencia
profesional, efectiva organización de la producción y elevación de la conciencia social de los
trabajadores pues la promoción se asienta en efectiva vinculación con objetivos colectivos.
Superación de lo señalado por Marx ("Manuscritos 3conómico-Filosóficos" de 18Ë8): "Las
únicas ruedas que la 3conomía olítica pone en movimiento son la codicia y la guerra entre
los codiciosos, la competencia." La Segunda Guerra Mundial trae la consecuencia de un
nuevo mapa político, económico y militar del globo con la preeminencia de los 3stados
Unidos. 3n 3uropa los partidos revolucionarios habían sido diezmados por la represión
fascista, especialmente en Italia, prevista por la administración Wilson como "una segunda
Rusia" por su fuerte y combativo movimiento obrero, problema que parcialmente les fue
resuelto por Mussolini, tanto que los líderes sindicales estadounidenses daban la bienvenida
al fascismo como baluarte contra el comunismo en un periódico denominado "American
Federationist", editado por el presidente de la American Federation of Labour (AFL) Samuel
Gompers. 3sa simpatía se mantendrá y fortalecerá luego de la guerra, cuando mediante
operaciones clandestinas CIA-Mafia y el condicionamiento de aplicación del "lan Marshall"
el gobierno estadounidense garantiza la restauración en el poder de la misma clase
representante y beneficiaria del fascismo, tarea en la que la AFL contribuyó para "reforzar las
fuerzas de la libertad y progreso social en todo el mundo", según declaraba su entonces
presidente, George Meany, citado por Noam Chomsky ("3l miedo a la democracia", Grijalbo
Mondadori, 1992) Tomemos en consideración los cambios que se han operado en la sociedad
desde aquellos años, la desaparición de la Unión Soviética como punto de referencia y
eventual apoyo, la existencia de China como "potencia comunista" con un modo de
producción evidentemente capitalista, la heroica supervivencia de Cuba con una Constitución
socialista en lucha cotidiana contra un feroz cerco imperialista y toda la experiencia que la
burguesía, a escala mundial, acumuló para administrar sus inevitables crisis y convertirlas --
por ausencia de proyectos revolucionarios alternativos-- en superación y crecimiento. Las
luchas populares continúan y en muchos lugares el sindicalismo actúa con extremo apego a la
legalidad capitalista, provocando rebeldía en los trabajadores, quienes presionaban por
acciones defensivas del salario y el trabajo y llegan a desencadenar huelgas contra la
voluntad y las instrucciones de la dirigencia. A finales de 19Ë5, en medio de un ambiente de
rebeldía, los dirigentes de la AFL dirigen una carta al presidente Harry Truman, ante quien se
identifican como "jefes responsables" de movimiento obrero y critican a las "huelgas
irregulares y a los ataques subversivos contra la producción esencial".
or esos mismos años se discutía en Inglaterra el establecimiento de una plena democracia
industrial y también del control obrero, sintetizado como poder para obtener información,
para establecer supervisión sobre la actividad de la gerencia, para imponer un veto a las
decisiones arbitrarias y obtener representación, de modo que los trabajadores puedan
desempeñar tales funciones. 3n Bolivia hubo una importante experiencia en 19Ë6, cuando el
sindicato de mineros reivindicó el control obrero en sus Tesis de ulacayo, según las cuales
"los obreros deben controlar la dirección técnica de la empresa, los libros de contabilidad,
intervenir en la designación de empleados y, sobre todo, deben interesarse por hacer
públicos los beneficios que reciben los grandes mineros y los fraudes que realizan cuando se
trata de pagar impuestos al Estado y de contribuir a la caja de seguridad y ahorro obrera".

¿or qué fracasó ese intento? Una de las respuestas obligadas es que el capitalismo superó el
nudo crítico quedando demostrado una vez más que las crisis económicas por sí mismas no
son suficientes para determinar un cambio revolucionario. Otras respuestas deben ser
buscadas por el movimiento obrero organizado en las diferentes versiones que de tales
experiencias existen, muchas de ellas teñidas por los intereses e intenciones de quienes
cuentan la historia. Se habla por ejemplo de políticas arribistas y grupales al interior de los
consejos, lo cual causó su rápida regresión; la influencia del sindicalismo en el gobierno del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que colaboró en la conversión de la
corporación minera en una caja chica donde se cobraba sin trabajar; de la permanente
influencia de los comandos partidistas en el funcionamiento de las minas; de una exagerada
oferta de trabajo respecto a la capacidad de producción, lo cual devino en política clientelar
que corroía las posibilidades abiertas por la legislación social, toda vez que la fuente
financiera del beneficio era precisamente la producción minera que se derrochaba en
burocracia y politiquería. Y en esa búsqueda de información y razones importa analizar un
documento también emitido por los trabajadores mineros bolivianos:
las Tesis de Colquiri de 1963.
Nuevas y cercanas experiencias de control obrero las tenemos en Argentina, donde los
trabajadores han ocupado fábricas y otros negocios que habían sido cerrados o abandonados
por los patronos, entre ellos Cerámicas Zanon, Textileras Bruckman, Imprenta Chilavert,
Frigorífico Fricader y Clínica Junín de Córdoba. Sobra decir que los "ocupas" han sido y son
objeto de ataques de todo tipo, pero también es importante la movilización social que en
torno a las luchas obreras se manifiesta bajo las duras condiciones de ese país, "fundido"
(Duhalde dixit) por el soplete del capital internacional. Los trabajadores venezolanos tenemos
la oportunidad y el deber de aprender y discutir las experiencias actuales --porque
históricamente resumen el acervo de las luchas en cada país-- y las pretéritas en función de
avanzar evitando repetir viejos errores. Y esto es sumamente importante pues en Venezuela
se ha planteado, desde el seno de importantes sectores laborales, la necesidad de aplicar el
control obrero en aquellas empresas que sean cerradas unilateralmente por los patronos con
fines sediciosos, contra la Constitución y por ende contra el movimiento popular. Creemos
por ejemplo que nuestra principal empresa energética debe ser colocada bajo control directo
de los trabajadores sin caer en el error de convertirla en refugio de "funcionarios" partidistas
o sindicales, pecado que por lo menos aquí no es atribuible al movimiento popular pues tal
fue lo que hizo la burguesía emergente luego de la fraudulenta nacionalización petrolera y
que perfeccionaron los autócratas pedevecos inventando cargos superfluos, asegurando los
puestos de dirección y repartiendo subcontratos entre sus allegados y parientes, utilizando
además las finanzas de DVSA para organizar sus grupos políticos bajo disfraz de
"organizaciones no gubernamentales", uno de cuyos mejores ejemplos lo tenemos en
"rimero Giusti-CIA".

Nos encontramos ante una coyuntura decisiva que a escala planetaria se puede resumir entre
globalización, es decir, desembozado imperialismo, y supervivencia del género humano. Allí
vienen las grandes corporaciones, impersonales pero ubicuas, a por nuestras riquezas
naturales (petróleo, gas, oro, bauxita, maderas, aguas, biodiversidad) en función de expandir
y mantener su dominio. 3s la vieja pero nunca reconocida lucha de clases que en estos
tiempos de conexiones instantáneas, de satélites y de innovaciones electrónicas sigue
generando desencuentros y miserias. De nada han servido la democracia formal (di lo que
quieras pero haz lo que te ordeno), el "desarrollo" y las técnicas para erradicar a la pobreza
que cada vez crece más. La expropiación de trabajo ajeno se intensifica, adopta novísimas
nomenclaturas ["calidad total", "excelencia", "reingeniería de procesos", "outsourcing", "just
in time") y trata de seguir enmascarando bajo sus rimbombantes términos a la realidad de
cada día.
Recordemos a Antón annekoek ("annekoek et les conseils ouvriers", 1969):

"La lucha de clase revolucionaria del proletariado contra la burguesía y sus órganos es
inseparable del control de los trabajadores sobre el aparato de producción y de su extensión
al producto social, por lo que la forma organizativa que une a la clase en su lucha
constituye, simultáneamente, la forma de organización del nuevo proceso de producción".
Los Consejos Obreros y el Control Obrero sobre la producción constituyen desafíos al
dominio capitalista y la decisión o no de asumir ese reto no corresponde a organización,
grupo ni a individualidad alguna, por importante o decidida que pueda ser, sino a los propios
trabajadores afianzados en su conciencia y potenciados por su autonómica organización.

La cogestión puede significar cosas distintas para muchas personas diferentes, pero está claro
que para la clase obrera venezolana la lucha por la cogestión es una lucha por el verdadero
control obrero y la dirección de los trabajadores, y la transformación socialista de la sociedad.
3l desarrollo de la lucha por el control obrero en Venezuela marca la intervención decisiva de
la clase obrera venezolana en la revolución bolivariana.

La cogestión puede significar cosas distintas para muchas personas diferentes, pero está claro
que para la clase obrera venezolana la lucha por la cogestión es una lucha por el verdadero
control obrero y la dirección de los trabajadores, y la transformación socialista de la sociedad.

3l desarrollo de la lucha por el control obrero en Venezuela marca la intervención decisiva de


la clase obrera venezolana en la revolución bolivariana. Debido al desarrollo de esta lucha en
Venezuela, es imperativo que discutamos estas cuestiones importantes para tener una visión
clara de los acontecimientos en Venezuela y explicar nuestra posición y prepararnos para las
luchas revolucionarias en otros países alrededor del mundo.

Cooperativismo, cogestión, autogestión y control obrero: Un análisis marxista


uís Primo .18^Noviembre^ 

La lucha de los trabajadores de Venepal exigiendo que el estado intervenga, asuma la


empresa para que esta sea gestionada bajo control de los trabajadores y se cree un núcleo de
desarrollo endógeno cogestionado por el estado, los trabajadores y los sectores populares, ha
reabierto el debate sobre cuál es el mejor modo de llevar hacia adelante la revolución en le
terreno de la economía. 3ste debate se da en medio de otro más global: ¿Cómo hacer "la
revolución dentro d e la revolución" - como ha dicho el presidente Chávez- también en el
terreno económico y social?

Las opiniones son encontradas pero podríamos resumir tres líneas de pensamiento. Desde
algunos sectores reformistas o neoreformistas de la dirigencia bolivariana se rechaza la idea
de expropiar a los capitalistas y nacionalizar empresas bajo control obrero. 3ste sector
burocrático y reformista dice defender las cooperativas pero las concibe en el marco del
capitalismo y como embrión de nuevos empresarios. ara ellos cada comunidad o colectivo
debe presentar un proyecto "sustentable" (¿sustentable para quien y en función de qué
criterios?) , el estado dar una primera ayuda y luego desentenderse del asunto, la cooperativa
debe competir en el mercado con las demás cooperativas y con las empresas y
transnacionales ya existentes.
Cooperativas, capitalismo y socialismo

ero en realidad las cooperativas no son más que una forma organizativa que se desarrollará
satisfactoriamente o no en función de las medidas que tome el propio estado para garantizar
su futuro y ,sobre todo, en función de cuáles sean las formas de propiedad que predominen en
la economía. Como ha dicho en más de una ocasión el propio residente, "en el marco del
capitalismo no puede haber solución al problema de a pobreza y el desempleo".

3sto es completamente cierto y es así porque el capitalismo es un sistema basado en la


búsqueda del máximo beneficio privado mediante el mecanismo de la competencia. Las
grandes empresas transnacionales y la gran burguesía aplastan a las pequeñas. De hecho las
grandes transnacionales son el resultado histórico y natural del desarrollo capitalista. De un
sinfín de pequeñas empresas -e incluso cooperativas- compitiendo entre sí por los mercados y
por acumular el máximo beneficio hemos llegado a la situación actual en que un puñado de
500 transnacionales controlan el mundo.

Bajo el capitalismo es inevitable que la riqueza y la propiedad e concentre cada vez en menos
manos. Las cooperativas son una semilla de otra sociedad, pero como ocurre con las semillas
si la planta en un terreno favorable crece si la pones en un entorno hostil muere. 3l
capitalismo es el terreno más hostil posible. Si el estado no nacionaliza las principales fuentes
de riqueza de la economía nacional (bancos, grandes empresas o empresas en crisis) estas
cooperativas sólo pueden tener un destino a corto y medio plazo: competir en el mercado
entre ellas, con las empresas capitalistas nacionales e incluso en muchos casos con las
transnacionales. 3l resultado inevitable de esto es que la mayoría de las cooperativas podrían
arruinarse, que algunas -una minoría exigua- pudieran convertirse en prósperas empresas
capitalistas (igual de explotadoras que cualquier otra) mientras la mayoría pueden verse
arruinadas, lo que significaría un enorme riesgo para el proceso revolucionario ya que las
ilusiones que han despertado las cooperativas entre muchos desempleados podrían
convertirse en decepción y desmoralización.

De todo esto hay ejemplos suficientes. Los defensores de este cooperativismo de derechas,
reaccionario o precapitalista presentan como modelo de cooperativas triunfadoras a la
Volkswagen, una transnacional alemana que explota amillones de trabajadores en todo el
mundo. Cuando los trabajadores de la Seat-Volkswagen en 3spaña se negaron a aceptar
trabajar más horas por menos salario la "cooperativa" les dijo que si no aceptaban cerraría la
empresa y trasladaría sus inversiones a 3slovaquia, en el este de 3uropa, pues allí no hay
sindicatos y trabajan por salarios de hambre. ¿3s esto lo que quieren para Venezuela estos
compatriotas?

Otro ejemplo que se nos da es el de las cooperativos Mondragón en 3spaña. 3sta


"cooperativo" es un grupo que posee infinidad de empresas. Una de las cadenas de
supermercados más esclavista y explotadora, 3roski, pertenece al grupo Mondragón. 3ste
grupo es un modelo... pero un modelo de explotación laboral: no hay derecho a sindicatos,
(como es una "cooperativa" ¡para qué?), los jóvenes que emplea son contratados por escasas
semanas, meses e incluso horas y si protestan son inmediatamente botados de la empresa. Los
salarios son de los más bajos del sector y los beneficios de los más altos. ¿3s este el modelo
que proponen los compatriotas que nos dicen que es imposible nacionalizar nada y que lo
revolucionario es desarrollar cooperativas en el marco del capitalismo?

Nosotros, desde la CMR, creemos que si se implementan las cooperativas con esta filosofía
vamos hacia el fracaso y se puede crear un grave peligro para la revolución. ara evitarlo, los
marxistas proponemos que las cooperativas se desarrollen en el marco de una economía
estatizada y planificada democráticamente que avance hacia el socialismo y como una parte
integral de esa economía. No todo puede ni debe ser cooperativa. De hecho esta forma d e
propiedad se adapta sobre todo a pequeñas empresas en el sector primario, en la distribución
o en el consumo. 3mpresas como Venepal, CNV y otras empresas en crisis (armalat) o
tomadas en su día por los trabajadores para evitar el cierre (Industrial de erfumes-Cristine
carol) de hecho deberían ser nacionalizadas por el estado y gestionadas por una comisión con
representantes de este y una representación mayoritaria de los propios trabajadores de la
empresa elegibles y revocables en todo momento por la asamblea de trabajadores de la
misma.

levar la democracia participativa al estado y a la economía

3l estado también debería nacionalizar la banca para ofrecer créditos a muy bajo interés a las
empresas nacionalizadas bajo control obrero o a las cooperativas, instaurar el monopolio
estatal del comercio exterior para evitar la competencia salvaje de las transnacionales y
realizar un plan en el que se combinasen los esfuerzos de empresas nacionalizadas
gestionadas por los trabajadores, cooperativas y microempresas con el fin común de
satisfacer todas las necesidades de la sociedad venezolana. 3l propio estado debería estar
controlado democráticamente por los trabajadores y sectores populares a través de
representantes elegibles y revocables en todo momento de asambleas revolucionarias a escala
local, estadal y nacional para garantizar que este plan se hace bajo el control y con la
participación de todos los ciudadanos. De este modo la economía se podría planificar en
función de las necesidades sociales que existen y no de la búsqueda del máximo beneficio
privado y la lucha a muerte por los mercados (como ocurre en el capitalismo).

Otros sectores no se atreven a defender la necesidad de mantenerse bajo el capitalismo pero


implícitamente la aceptan o al menos creen que es posible desarrollar nuevas formas de
propiedad dentro del capitalismo y "rodear" a este hasta superarlo, tal como plantea el
pensador anarco-reformista John Halloway y otros. 3n realidad estos sectores hacen
abstracción de las relaciones de propiedad y caen en el mismo error que los reformistas que
pensaban que se puede cambiar el capitalismo poco a poco sin expropiar a los ricos ni
sustituir las estructuras corrompidas y parásitas del estado burgués por un estado nacido de
las bases revolucionarias, de los trabajadores.
È3conomía "social" o socialista?

ero toda la historia demuestra que es imposible una "economía social". La sociedad no es
algo abstracto, es una sociedad dominada por una clase social determinada que es la que tiene
los medios de producción en su poder. La sociedad (y la economía) o es capitalista o es
socialista, 3n una sociedad capitalista como la que aún -por desgracia- tenemos en Venezuela
la economía sólo basarse en la explotación del hombre por el hombre y la búsqueda del
máximo beneficio privado a costa de la miseria de la mayoría. Nuevas formas de propiedad
colectiva o social sólo son posibles en otro tipo de sociedad, la sociedad socialista. 3ntre
ambas se desarrolla una etapa de transición revolucionaria pero los revolucionarios debemos
tener claro en cada momento hacia dónde queremos ir y que el único modo de avanzar en esa
transición es empezando por cambiar las formas de propiedad, pasando de la propiedad
privada de los medios de producción (fabricas, bancos, tierra, etc.), gestionada por cada
propietario o grupo de propietarios en su exclusivo interés, a la propiedad social; es decir,
gestionada por todos democráticamente a través de un nuevo estado de los trabajadores en
interés de todos.

3sto es lo que no entienden ( o no quieren entender) muchos de los defensores de eso que se
ha dado en llamar la "economía social". 3l fracaso del reformismo clásico en el siglo en
todos los países, incluso en los más avanzados, se debió precisamente a que es imposible
cambiar al capitalismo poquito a poco. Como gusta decir el teórico marxista británico, Alan
Woods, "se puede pelar una cebolla capa por capa pero no se puede cazar un tigre pata por
pata".

Al capitalismo sólo se le cambia expropiando las principales industrias, poniéndolas bajo el


control estatal y construyendo a su vez un estado de los trabajadores controlado
democráticamente a través de asambleas obreras y populares. Crear islas de economía
"social" (?) en un mar de capitalismo nos hace retroceder en el plano teórico al socialismo
utópico o las comunas anarquistas del siglo I . 3n la práctica nos lleva al mismo lugar en
el que acabaron esos experimentos, y al que -de paso- han llevado todas las quimeras
reformistas (desde la economía mixta en Nicaragua hasta el intento de reformar el
capitalismo desde adentro): a no resolver los problemas sociales y que la revolución pueda
ser derrotada en el futuro.

Seguiremos produciendo material abordando este tema desde una perspectiva genuinamente
marxista. Como primer paso a continuación presentamos un artículo del camarada Luís
rimo, dirigente de la central sindical revolucionaria UNT y de la Corriente Marxista
Revolucionaria (CMR). 3ste artículo analiza el desarrollo histórico de las cooperativas, la
cogestión, autogestión y el control obrero y ofrece un análisis marxista de cuál es la
propuesta que mejor puede contribuir a que la revolución avance y triunfe definitivamente.
3s un artículo escrito hace más de un año, antes de la magnífica lucha que desde agosto están
librando los trabajadores de Venepal, -y antes también de que los artículos sobre la
"economía social" proliferasen en Internet- pero creemos que responde a muchas de estas
ideas y ofrece una magnífica base para quien quiera participar en este debate desde una
perspectiva proletaria revolucionaria.
3l camarada Luís rimo participó también en una Comisión del Ministerio de Trabajo sobre
la economía social y las formas de participación de los trabajadores. A lo largo de esa
experiencia conoció de cerca las principales experiencias de cooperativismo, cogestión y
participación de los trabajadores que se dan en nuestro país, colaboró con los trabajadores
que mantenían sus empresas tomadas y debatió con decenas de trabajadores sobre este tema.
3ste trabajo, además de toda la experiencia acumulada de la clase obrera y del arsenal teórico
siempre vivo del marxismo, se alimenta de esa experiencia de lucha.

William Sanabria, 17 de Noviembre de 200Ë

3 D3BAT3 SOBR3 A 3STIÓN OBR3RA 3N V3N3U3 A


uís Primo, Octubre de 

3l proceso revolucionario ha llegado a una encrucijada, en donde debe definir cuál será el
proyecto económico que desarrollará la Revolución Bolivariana; es decir cómo transformar
las relaciones de producción capitalistas.

a clase obrera venezolana como protagonista en la gestión de la producción


Participar, es participar en el poder o no es nada
Alberto Delfico

3l debate ha comenzado. or una parte sectores de la alta dirigencia del gobierno y algunos
sectores de los partidos políticos que apoyan la revolución están hablando de un ´royecto de
Capitalismo Nacional´ que desarrollaría una burguesía nacional que junto al 3stado
industrializaría el país. Toda la historia del proceso socioeconómico venezolano ha
demostrado que no existe una burguesía nacional interesada en el desarrollo económico de
nuestra nación. Creemos que es erróneo pensar que se puede construir una burguesía
progresista en la época de mayor concentración de capital del imperialismo. Incluso si fuera
posible dar pasos en ese sentido serían aplastados por el capitalismo internacional, que no
desea ni permitirá un crecimiento autónomo en la región.

or otra parte otros sectores de los partidos políticos, movimientos, organizaciones populares,
sectores sindicales y de trabajadores apuestan a nuevos modos de producción y formas de
gestión en las empresas, verdaderamente revolucionarias, que transformen las relaciones de
producción capitalistas. Tal vez estos sectores del pueblo tengan aún muchas confusiones e
incoherencias, pero tienen una intuición de clase que ha logrado dos grandes victorias: el
levantamiento popular contra el golpe de 3stado del 11 de Abril de 2002 y la derrota del
lock-out petrolero con la toma por parte de los trabajadores de nuestra principal industria
petrolera y su puesta en producción. 3stas tendencias están entrando en un fuerte debate
ideológico y político que terminará definiendo el rumbo de la Revolución Bolivariana.

ara nosotros un proyecto revolucionario, verdaderamente emancipador, se debe sostener en


un cambio de las relaciones de propiedad y de producción que permita a los trabajadores y al
pueblo en general dos cosas fundamentales: rimero, que sean los trabajadores los que
decidan el destino social y el uso de los medios de producción, comunicación y distribución
y, segundo, cómo organizar el trabajo para desarrollar las capacidades de producción de
manera colectiva y autónoma.

oseer los medios de producción no es sólo una posesión material o la propiedad jurídica de
la empresa, es además poseer los medios de poder para desarrollar la producción social, de
acuerdo a la participación y decisión tomada democráticamente por todos los trabajadores.

3l problema no es sólo participar, sino bajo qué condiciones se participa, cómo se participa,
es decir cómo se organiza la cooperación de las diferentes instituciones de la sociedad de una
manera democrática.
Los trabajadores se preguntan por qué razón las máquinas y las empresas deben pertenecer a
alguien diferente de aquellos que la ponen en movimiento día a día y por qué la fuerza de
trabajo es rebajada a simple mercancía. 3s entonces que en momentos de crisis coyunturales,
donde exist e un descontento acumulado durante décadas de aspiraciones insatisfechas y
sumadas además al lock-out petrolero de diciembre del 2002 promovido por la burguesía,
cuando los trabajadores pasan instintivamente de una impugnación potencial a una
impugnación efectiva del sistema capitalista. 3l nivel de conciencia cambia; da un salto
cualitativo y buscan modificar y transformar las relaciones sociales de producción.

3ste gran salto de una conciencia corporativa, reivindicativa y una conciencia política, los
trabajadores lo dirigen en un primer momento a las empresas y van directamente contra la
organización del trabajo, las técnicas de producción y la división del trabajo, que forman la
matriz material que reproduce las relaciones jerárquicas en el trabajo y las relaciones de
producción capitalistas. Son, en definitiva, las que permiten la desigualdad social.

3n Venezuela sucedieron, dos hechos fundamentales que sacudieron la conciencia de los


trabajadores, transformándola en una conciencia impugnadora de la sociedad capitalista: a) la
toma y puesta en producción de la industria petrolera por los trabajadores y el pueblo en
diciembre del 2002; y b) la toma de algunas empresas privadas por parte de los trabajadores,
que fueron abandonadas, cerradas o quebradas. ero además se proponen líneas políticas,
como las del residente Hugo Chávez Frías, en el sentido de crear cooperativas con las cuales
³transformaremos el sistema económico y social´. 3sta situación ha venido generando un
fuerte debate en el seno de los trabajadores, provisto de confusión, en cuanto al modo de
participación y la forma de gestionar las empresas.

Así, los trabajadores venezolanos, en función de la práctica histórica del movimiento obrero
mundial, han desarrollado en este proceso revolucionario las viejas formas de gestión de las
empresas que quedarán como nuevas experiencias para la emancipación de los trabajadores
del mundo.

¿Cuáles son las formas de gestión que han desarrollado los trabajadores históricamente en el
mundo? ¿Cooperativas, cogestión, autogestión o control obrero? ¿Cuáles son las que rompen
con la lógica capitalista? ¿Cuáles sirven en la actual lucha de los trabajadores venezolanos
para la transformación de la sociedad capitalista en una socialista?
Trataremos, en forma resumida de resolver aunque sea parcialmente estas preguntas,
presentando las formas de gestión social mas importantes desarrolladas por los trabajadores;
teniendo en cuenta que existe una continuidad histórica de prácticas gestionarías que
expresan la autoorganización autónoma de los trabajadores en su lucha contra el Capital.

as cooperativas: primera experiencia obrera de gestión colectiva

La cooperación se desarrolla con la conformación de la clase obrera en los inicios del siglo
I . La creación de mutuales o de ayuda mutua es anterior al desarrollo de los primeros
sindicatos. Las cooperativas y mutuales respondían a la necesidad de mejorar la calidad de
vida y la solidaridad de todos los asociados, en un tiempo en donde la miseria y la
explotación azotaban a las clases desposeídas.

Las cooperativas obreras de consumo o de producción tuvieron su auge en el siglo I ,


especialmente en Inglaterra y Francia. Los principios fundamentales del cooperativismo, en
esa época se basaron en: una democracia interna, un hombre un voto, afiliación libre, los
fondos pertenecían a toda la sociedad y la ³neutralidad política´.

3n la primera mitad del siglo I , se inicia el proceso de expansión del capitalismo,


motivado por la libre competencia. 3ste proceso se intensificó, llevando a la conformación de
monopolios y a una mayor concentración del capital. Marx, visualizó esta tendencia del
capital, por eso explicó como las cooperativas eran brotes de la nueva sociedad, dentro de la
vieja y que no podían sobrevivir como islas en una economía capitalista. Sólo podrían
sobrevivir si se extendían a todos los sectores de la producción y se coordinaran a nivel
nacional; que en definitiva no sería otra cosa que la articulación de una economía planificada
socialista

3l cooperativismo se deslizaría por dos corrientes: una revolucionaria, que se dirige hacia la
superación de la explotación y otra, reformista, que reforzará el sistema capitalista y
permitirá la explotación de trabajadores no asociados a la cooperativa. 3sta última tendencia
se reforzará y potenciará.
3l marxismo revolucionario no descartara la cooperativa como forma de participación
democrática de los trabajadores pero buscara otras formas de gestión obrera que permitan
realmente romper con la lógica capitalista, sirviendo de enseñanza y de avance cualitativo en
la conciencia política y revolucionaria de la clase obrera. 3sa nueva forma de gestión será el
control obrero.
De todo este proceso teórico-práctico del movimiento obrero y del socialismo en la
construcción del cooperativismo, desarrollado durante la primera mitad del siglo I y la
primera década del siglo , podemos concluir con las siguientes reflexiones:
3n el marco de la crisis capitalista, entendemos la creación de cooperativas de producción, ya
que pueden eliminar la contradicción antagónica entre capital y trabajo a lo interno, siempre
que estén dentro de un plan de transformación revolucionario de las relaciones sociales de
producción del capitalismo.
Las cooperativas de consumo, sin negarle su importancia, no es la más adecuada, porque sólo
afecta a la esfera de la circulación y representa un paliativo que ayuda parcialmente en la
distribución de riqueza de los asociados, pero no va a la raíz del problema: La explotación de
la clase obrera.

Las cooperativas aisladas, en un régimen capitalista de gran concentración de capital y


altamente monopolizado serán barridas y derrotadas. Las cooperativas deben alcanzar un
amplio desarrollo nacional para poder subsistir como opción revolucionaria; pero esto sólo
será posible cuando la clase obrera se apodere de los medios de producción y cree unas
relaciones sociales colectivas.

La cooperativa es una forma colectiva de apropiación. La propiedad no es privada sino social,


pero es una socialización que cuando opera en el marco del sistema capitalista (mercado,
lucha competitiva, etc.) y no rompe con su lógica resulta contradictoria. La asociación de los
trabajadores es su propio patrón, es decir se explota así misma y no tiene otro patrón que los
mismos asociados. 3n el marco de la competencia capitalista esto llevará, en muchos casos, a
que los trabajadores aumenten voluntariamente el grado de su explotación para ³competir´
con otras empresas del mismo sector. La lógica del capital no parece abolirse, pero los
trabajadores han tocado un elemento fundamental del capitalismo: Las relaciones de
propiedad.

Dentro de la cooperativa debe ser colectiva, no sólo la propiedad, sino también la


organización jerárquica del trabajo y las técnicas de producción. 3s decir los trabajadores
deben controlar los medios de decisión para evitar que se reproduzcan las relaciones de
producción capitalistas y las formas de explotación.
Las cooperativas requieren de financiamiento y ayudas del 3stado, no sólo para iniciar sus
operaciones sino también para invertir en nuevas aplicaciones tecnológicas; estas ayudas no
pueden permitir que la cooperativa pierda su autonomía. Como lo expresaba Marx, las
sociedades cooperativas tendrán valor mientras sean creaciones autónomas de los
trabajadores y no sean protegidas por el gobierno ni por los burgueses. ara garantizar la
supervivencia de las cooperativas es fundamental la estatización del sistema bancario y
crediticio que puede proporcionar créditos accesibles a las mismas.
Las cooperativas de producción tendrán importancia en la lucha de la clase obrera si son
parte integrante de las sociedades de consumo, ya que pueden ser instrumentos para lograr la
extinción de la ley del valor ± trabajo. Además las cooperativas de consumo pueden ser
importantes en el apoyo de las luchas obreras y las huelgas. ero las mejoras de las
cooperativas serán insignificantes hasta tanto los medios de producción sigan en manos de
los capitalistas.

Las cooperativas no son organizaciones de lucha directa y dan la ilusión de que pueden
resolver la explotación sin lucha de clases y sin expropiar a la burguesía.
3l proceso del movimiento cooperativo ha crecido por tres vertientes. Las cooperativas
obreras que se desarrollan hacia la superación de la explotación e inmersas en la lucha de
clases; las cooperativas burguesas que explotan a trabajadores que trabajan para las
cooperativas en beneficio de los asociados; y las cooperativas reformistas que es aquella que
se beneficia de la división internacional del trabajo, explota a otros obreros reforzando así el
sistema capitalista.
3l control obrero: gestión revolucionaria en la producción

3l control obrero es una propuesta de gestión colectiva en la empresa que tiene su desarrollo
a partir de la primera década del siglo . 3n todo este proceso histórico la clase obrera
comprendió que la contradicción capital±trabajo es antagónica y que la burguesía lo resuelve,
si la clase obrera no lucha por su emancipación, con guerras que destruyan a grandes
contingentes de trabajadores o con su exterminio por efecto de políticas que produzcan un
altísimo desempleo.

3s en este momento que la lucha de los trabajadores rebasa los objetivos inmediatos,
reivindicativos y se plantea la organización de la lucha y la gestión obrera de las empresas,
para reorganizar la producción de acuerdo a sus intereses. 3xiste un cambio cualitativo de la
conciencia en la clase obrera. Se pasa de una conciencia corporativa a una revolucionaria que
impugna todo el sistema capitalista.

odemos extraer de toda la experiencia histórica del desarrollo del control obrero las
siguientes reflexiones:

3l proceso de desarrollo del control obrero se da cuando el país se encuentra en una


coyuntura política±económica de crisis y de contradicciones entre las clases en pugna, más
cuando pueda existir un gobierno popular y revolucionario, unido a los trabajadores y
sectores populares, y una burguesía que no acepta entregar sus privilegios y desarrolla una
política de sabotaje económico. 3ste sabotaje esta dirigido a debilitar artificialmente la
producción, mediante la reducción del número de jornadas de trabajo, el cierre, la quiebra, el
despido y la suspensión de trabajadores en masa.

3l control obrero tiene como objetivo la regulación planificada de la economía por los
trabajadores organizados en diferentes comités que incluyen a los empleados y personal
técnico. Los comités tendrán derecho de fijar límites de producción y tomar medidas para
determinar el costo de esa producción. Tendrán acceso a toda información relativa al proceso
productivo, a los libros de contabilidad de la empresa y las finanzas, a las inversiones, a
como organizar el trabajo de manera democrática y participativa.

Sin embargo, el control obrero, después de tomar el camino del control de la producción, se
extenderá más allá de los límites de las empresas individuales y los trabajadores exigirán
intervenir en las decisiones de cómo organizar el trabajo, las técnicas de producción y cómo
romper la jerarquización en la organización productiva de toda la sociedad.

3l control obrero, de acuerdo a la experiencia histórica, es transitorio. or su esencia, se


presenta en un período de convulsión política y económica. Al generalizarse con la toma de
conciencia de los trabajadores, de sus objetivos y de su importancia social, creará las
condiciones favorables para la toma de poder político, la instauración del socialismo, con sus
formas de autogestión obrera para el desarrollo del trabajo colectivo y productivo.

La estrategia del control obrero debe ser un medio que permita acelerar la lucha de clases en
su conjunto y preparar a la clase obrera para gestionar el gobierno, una vez que tome el poder
político.

La lucha por la estatización bajo control obrero, de las empresas en crisis, cerradas o que
estén ocupadas es la única forma de garantizar la viabilidad de estas empresas, a la vez que
significa un avance para imponer la socialización de la propiedad y del trabajo bajo control
obrero y gestión de los trabajadores, Y es una forma de transición de la lucha revolucionaria
contra el 3stado capitalista.
3l control obrero es una lucha contra el despotismo capitalista a lo interno de la empresa,
pero requiere la articulación de todas las empresas bajo control obrero para trascender y
enfrentar la oposición capitalista que luchara contra su construcción.

La cogestión: participación en la gestión dentro de la producción capitalista

La cogestión es la participación de los trabajadores en la gestión de la empresa, en conjunto


con los propietarios de la empresa privada o los representantes del 3stado.
La cogestión se desarrolla a finales de la segunda guerra mundial como parte del esfuerzo
bélico en los países aliados occidentales. Después del conflicto, sobre todo en Alemania se
generaliza la experiencia de la cogestión, perfeccionándose con leyes que aumentaron el
poder de decisión laboral de los trabajadores, sobre todo en las grandes empresas.
3n los últimos años, en diversos países se han desarrollado experiencias de participación en
diversos niveles. 3n América Latina casi todos los países tienen experiencias de participación
de cogestión, incluidas en leyes y constituciones.
3sta participación puede ser en los diferentes niveles de la empresa (junta de accionista, junta
directiva, gerencia, etc.). También viene combinada con la participación en los beneficios de
la empresa. La cogestión postula, además, una intervención en dos factores: intervención en
el nivel de concepción y en la fijación de la política global de la empresa. 3stas
intervenciones se sitúan a nivel de los consejos de administraciones que pueden ser paritarios
o no. La cogestión es un sistema de coparticipación que ³institucionaliza´ la discusión obrero
± patronal.

Como se observa la cogestión no impugna las relaciones de propiedad ni los medios de


producción capitalista, por lo que favorece la integración de la clase obrera al sistema de
producción capitalista. Su principal objetivo es hacer a los trabajadores, a través de sus
representantes, corresponsables de su propia explotación y así extraer más plusvalía de su
propio trabajo. 3sto no significa que, bajo una política revolucionaria clara de los objetivos
de la clase obrera, no se utilice este tipo de participación compartida como un instrumento
para avanzar en gestiones obreras que forman al trabajador. 3sto sólo será posible con el
desarrollo de un sindicalismo clasista y revolucionario, en el que los representantes de los
trabajadores sean elegidos y puedan ser revocados por las asambleas de los trabajadores y
respondan de su actuación ante ellas.
Las formas actuales de participación en la organización de trabajo como el toyotismo, la
calidad total, los equipos autónomos de trabajadores, además del aumento y enriquecimiento
de las tareas en los puestos de trabajo, forman parte de los nuevos sistemas de cogestión en la
base de los trabajadores. No ponen en peligro, ni siquiera en cuestión, los objetivos definidos
por la dirección de la empresa capitalista permitiendo la integración de los trabajadores en la
lógica capitalista de la empresa.

La autogestión: propiedad social y gestión colectiva en la producción

La autogestión es una de las formas de lucha de los trabajadores para la construcción de una
sociedad socialista. No es sólo un cambio en la gestión de la empresa sino es la
transformación total de las relaciones sociales de producción capitalista, de manera que los
trabajadores posean los medios de producción y de poder y decidan sobre la gestión,
acumulación y administración de la empresa. 3s la apropiación social de los medios de
decisión y poder por parte de los productores directos.

La autogestión propugna la gestión directa y democrática de los trabajadores, en las


funciones de planificación, dirección y ejecución. Rechaza y cuestiona el poder de los
propietarios de los medios de producción, distribución y consumo capitalista.
3n la empresa, la autogestión significa que los trabajadores a través de las asambleas y otras
formas democráticas de decisión colectiva, poseen todo el poder dentro de la comunidad
establecida para la producción o distribución de bienes y servicios, mediante una
planificación democrática.

Las empresas autogestionarías presentan, sin embargo los mismos problemas que las
cooperativas. 3stas empresas aisladas dentro del sistema capitalista son fácil presa de las
grandes empresas privadas y de las trasnacionales. No pueden existir islas de autogestión en
el seno del capitalismo, sometidas a la competencia y a la alta concentración de capitales que
estrangulan a los más débiles.
Las diferentes experiencias demuestran que la falta de planes financieros, que son absorbidos
por la banca y la empresa privada, la colocan en una situación de supervivencia, en el mejor
de los casos, o en la extinción definitiva. Otro problema es como realizar la ³transferencia
tecnológica´ cuando ésta es controlada por el imperialismo y las trasnacionales, precisamente
para subordinar a las empresas en general.

Sin embargo, su perspectiva a futuro en una sociedad socialista las hacen una experiencia
formativa importante para la clase obrera. La autogestión no es un cambio en la gestión de la
empresa, ni un paso transitorio al control obrero en el sistema capitalista, es la transformación
total de las relaciones de producción capitalista y la apropiación de los medios de producción
y decisión; porque la propiedad colectiva será una ficción sino lleva además una gestión y
planificación colectiva y democrática.

3stado, nacionalizaciones, estatización y relación con las formas de gestión de la producción

3l 3stado Capitalista venezolano se desarrolla a partir de la segunda década del siglo ,


con el descubrimiento y crecimiento de la industria petrolera. 3sto le imprime velocidad al
desarrollo económico venezolano en esta etapa, impulsándose la creación de 3mpresas del
3stado. Éstas son formas colectivas de propiedad capitalista, son una superación de la
propiedad privada a lo interno del propio sistema capitalista. Lo que permite intervenir en la
economía. Así el 3stado se constituye en una palanca importante para el desarrollo,
especialmente en los países atrasados, con formas precapitalistas que aun subsisten. 3sto es
una demostración más del carácter atrasado, parasitario y retrogrado de las clases dominantes
locales que son incapaces de jugar algún papel progresista. ero si el 3stado y sus empresas
forman una propiedad colectiva ¿cómo sigue siendo capitalista? Los motivos son varios. 3n
primer lugar, porque ese 3stado responde a los intereses del capital nacional e internacional y
por lo tanto orienta la producción y desarrollo de esas empresas bajo ese punto de vista. Y
además, porque las relaciones de producción que existen a nivel de la organización jerárquica
del trabajo están profundamente marcadas por las estructuras del capital.

3l problema de la superación del capitalismo plantea además el tema de la estatización de las


empresas. La estatización se nos puede presentar como si la propiedad privada es abolida al
pasar a un tipo de propiedad pública. Sin embargo, la propiedad capitalista no se sostiene
sobre el trabajo personal sino sobre la apropiación del trabajo ajeno. 3s la apropiación
capitalista de los medios de producción, poder y distribución que conlleva la propiedad de los
capitalistas sobre el producto del trabajo ajeno.

La estatización de las empresas ha sido considerada como una reforma de la estructura que
supondría la socialización de la propiedad, es decir un duro golpe a la propiedad privada y al
capitalismo, pero de acuerdo a la práctica histórica esto no ha sido así. La reforma de la
estructura de la propiedad privada a una propiedad estatal no instaura un nuevo modelo
económico, diferente al capitalismo ni siquiera por si misma, al socialismo.
3sto se debe a que el 3stado y sus empresas hay que analizarlas de acuerdo a dos factores que
consideramos, son fundamentales: Las relaciones y los medios de poder, es decir cuáles son
las clases sociales que controlan los poderes públicos y el contexto nacional e internacional
en el que, a pesar de las nacionalizaciones no suprime el mercado mundial y mantiene la
división internacional del trabajo. Además las relaciones que existen a nivel de la división y
de la organización del trabajo a lo interno de las unidades de producción son de carácter
capitalista.

3sto lo podemos observar en la nacionalización de la industria petrolera en los años 70. La


propiedad privada pasó a una propiedad colectiva o pública pero se mantuvo intacta la
organización jerárquica del trabajo, la división del trabajo y las técnicas de producción, que
representan la matriz fundamental que reproduce las relaciones de producción capitalista. Lo
que pasó fue que se creó una tecnoburocracia unida a la burguesía criolla y al capital
internacional, hasta diciembre del 2002, en donde esa casta fue derrotada y expulsada de
DVSA. ero ojo, sino existe gestión obrera y control de los trabajadores para cambiar las
relaciones sociales de producción capitalista esta tecnoburocracia se va a reproducir.
3n Venezuela el proceso revolucionario y el papel totalmente reaccionario de la burguesía ha
puesto en tela de juicio el modelo de organización capitalista de la economía. La única
manera de avanzar y defender el proceso revolucionario, es impulsar y permitir todas las
formas de gestión obrera y popular. Además iniciar una fuerte transformación del 3stado que
implique la participación y la toma de decisiones de los trabajadores en todas las esferas del
3stado, y que sustituya el 3stado de los capitalistas por un 3stado de los trabajadores.

Propuestas para desarrollar una política de gestión obrera en Venezuela

Después de las argumentaciones expresadas, producto de la experiencia histórica de las


formas de gestión obrera, debemos exponer algunos lineamientos que sirvan para la discusión
y el debate entre los trabajadores, sus sindicatos y organizaciones populares, que permitan
generar una política de gestión obrera y popular en Venezuela. Algunas de las
consideraciones serian: La situación coyuntural que presenta nuestro país, producto del lock
out petrolero, el sabotaje a DVSA y el cierre o quiebra de empresas ha producido en dos
meses la perdida de 553.515 puestos de trabajo. Ahora existe un agregado en la estrategia de
la burguesía, un ³sabotaje de baja intensidad´ en el sector de la economía con el
desabastecimiento de algunos productos, el cierre de empresas y el desarrollo de un mercado
negro de divisas. 3sta situación exige por parte de las organizaciones políticas, sociales y
sindicales de una profundización de la conciencia de los trabajadores y sectores populares
que permita consolidar la Revolución Bolivariana. Consideramos que para el logro de esto
debe desarrollarse una política de participación y gestión obrera y popular.

Consideramos que las organizaciones sindicales y la nueva central UNT debe desarrollar una
lataforma olítico-Sindical orientada en tres ejes fundamentales: Una estrategia
sociopolítica y económica, una estrategia de gestión obrera y popular en la producción y una
estrategia para el desarrollo del país.

3l eje estratégico de gestión obrera y popular en la producción es fundamental para


transformar al trabajador de su condición de asalariado a la condición de productor colectivo.
Impulsar la planificación democrática no como mera participación para legitimar las
decisiones del 3stado, sino asumiendo los trabajadores el poder real tanto a nivel de la
planificación regional y local. 3n lo referente a las cooperativas, como formas de gestión
obrera, consideramos que a pesar de ser una forma de propiedad social y colectiva tendrán
grandes debilidades cuando se enfrente al mercado capitalista y a la competencia entre las
empresas. Sin embargo no negamos su implementación, pero requieren de un lan Nacional
olítico-productivo expresado en los siguientes fundamentos: (a) los objetivos políticos-
productivos a desarrollar; (b) los tipos de cooperativas que se crearán para el desarrollo
económico del país, sean estas de producción, consumo o servicios; (c) el plan de
financiamiento; (d) la creación de un nuevo tejido social en la producción y distribución de
los bienes que genere y, (e) las formas de articulación de las cooperativas (federación de
cooperativas productivas de una misma rama, integración de las cooperativas de producción
y de consumo que permitirían ser utilizadas para la solidaridad de los trabajadores, creación
de cooperativas intersindicales, creación de redes cooperativas etc.).

3l Gobierno debe implementar políticas de financiamiento y crédito para las inversiones y


cambios tecnológicos que requieran las cooperativas, pero es importante que conserven su
autonomía, tanto productiva como económica, pero además no debe estar desligada de la
lucha política contra las condiciones generales del capitalismo. 3n el marco de un lan
productivo nacional, el Gobierno debe potenciar, promover y proteger todas las formas de
gestión obrera y popular. ero estas no deben estar bajo el control del 3stado, sino bajo el
control de los trabajadores y el pueblo

La otra forma de gestión de la producción, el control obrero, se genera en coyunturas de crisis


políticas y económicas y tiene por objetivo la regulación de la producción y el control de las
decisiones por parte de los trabajadores.
3l control obrero debe ser la política fundamental en el eje estratégico de gestión obrera y
popular y deberá ser implementada por los sindicatos de base y sus trabajadores. Se debe
impulsar los Comités de Trabajadores, en base a cinco direcciones: (1) controlar la
organización jerárquica del trabajo y crear una nueva democrática y participativa; (2) ejercer
el control en la división de trabajo a nivel de la empresa y en los sectores de la economía; (3)
controlar las finanzas, contabilidad e inversiones de la empresa; (Ë) generar el control sobre
los despidos y cierres de empresas y, (5) controlar los medios de decisiones en la empresa. Se
deben ocupar todas las empresas privadas abandonadas, cerradas quebradas o
semiparalizadas, creando los Comités de Trabajadores que impidan el vaciamiento de la
empresa por parte del patrón y proceder a su control obrero.

Implementar, como fase siguiente a la ocupación de la empresa, los trámites necesarios para
la estatización de la empresa ocupada bajo control obrero.
3n las empresas del 3stado, principalmente de transporte, básicas y petroleras, se impulsarán
los Comités de trabajadores que implementarán el control obrero a diferentes niveles,
pudiendo estar combinado con participación mayoritaria de los trabajadores (cogestión). 3sto
permitirá enfrentar el poder de la tecnoburocracia en las empresas del 3stado

Los directores laborales que plantea la actual Ley del Trabajo, deben ser ampliados en forma
paritaria en las Juntas Directivas y Juntas de Accionistas, debiendo ser electos por los
trabajadores y que no sean personal de confianza ni directores. 3stos podrán ser revocados
por los trabajadores. Se creará una Asamblea de Directores Laborales de todas las empresas
del 3stado a fin de articular una política socioeconómica que favorezca la calidad de vida de
los trabajadores e impulsen formas de gestión obrera y popular a nivel nacional.
Los Comités de Trabajadores se articularán en Coordinaciones Regionales de Control Obrero
y estos una Coordinadora Nacional de Control Obrero. 3stos organismos implementaran
políticas nacionales y regionales. ara concluir debemos tener presente que si no se transforma la
propiedad y sí la gestión de la empresa, estaremos enmarcados en el sistema capitalista. Si
transformamos la propiedad y la gestión de la empresa no está en manos de los trabajadores,
estaríamos todavía en la lógica del capitalismo. Sólo revolucionando las relaciones de propiedad y las
formas de gestión en la producción y en la sociedad, estaremos en el desarrollo de un nuevo modo de
producción y a las puertas de la emancipación definitiva del género humano.
Qué tareas debe abordar la UNT?
os cinco ejes para construir el socialismo, los Consejos de Trabajadores y el papel de
la clase obrera

or´ Luis rimo 29/01/07

3xisten cuatro elementos muy importantes en el discurso y actuaciones recientes del


presidente Chávez. 3l primero es el del partido unido: el SUV. Desde la CMR, estamos de
acuerdo con la constitución de un artido que permita dirigir la Revolución Bolivariana: es
un paso importante para desmontar a los partidos electoralistas, que conciben el partido como
un fin en si mismo y no como un instrumento para desarrollar la conciencia política de los
trabajadores y el pueblo que permita expropiar a los capitalistas y transformar la sociedad
capitalista en una sociedad socialista y la emancipación del ser humano de todas las taras del
capitalismo. La otra razón es que el artido Socialista Unido permite un espacio de discusión
más amplio a los trabajadores y el pueblo acerca de la necesidad de construir el socialismo.
La construcción del SUV debe realizarse desde las bases, que se elijan realmente los
dirigentes obreros y comunales naturales de ese partido. 3sto no significa que sólo con esta
medida se logre controlar a la burocracia, ese peligro siempre existirá y solo la democracia
participativa en el seno de la organización ira resolviendo el problema de la burocracia y la
corrupción.

as nacionalizaciones y la construcción del socialismo

3l segundo punto propuesto por el residente Chávez son las nacionalizaciones de empresas
estratégicas como la CANTV y otras, que consideramos acertada pero también requiere que
los trabajadores y la sociedad participen en el control social y la gestión de esas empresas
nacionalizadas, porque sino estaríamos impulsando un capitalismo de estado en donde un
pequeño sector de la tecno-burocracia seria la que controlaría y se beneficiaria de esas
empresas. 3l residente planteó la nacionalización de todo lo privatizado, eso significa que
SIDOR y otras empresas deberían ser también estatizadas bajo control obrero. También
deben serlo las empresas que se encuentran cerradas, en crisis o tomadas por los trabajadores,
como Sanitarios Maracay, Transportes Caroní, Sel Fex y otras. Otro punto que aun no ha
planteado el gobierno, y debe plantear, es la nacionalización de la banca, que resulta
fundamental para el desarrollo de nuestra atria y la construcción del socialismo.

3l tercer punto propuesto por Chávez tiene que ver con el desarrollo de los Consejos
Comunales como un elemento de participación real del pueblo en las necesidades de la
comunidad, pero además en la construcción de un nuevo estado revolucionario. 3l cuarto
punto, que consideramos muy importante, es acerca de los sueldos de los funcionarios
públicos. No se trata sólo de eliminar la pobreza sino que, además, exista equidad en toda la
sociedad. No es una cuestión de decir una cantidad tope de sueldo que tienen que ganar los
funcionarios públicos, hay que revisar toda la situación salarial de la sociedad venezolana y
plantear propuestas que sean progresivas y que tiendan a resolver la in equidad salarial que
hoy existe. No es un problema que se resuelve de un plumazo. Sin embargo, históricamente
el movimiento obrero y la Comuna de arís han implementado medidas y criterios de esta
naturaleza: 1.) Todo funcionario público no debe ganar más que el sueldo de un obrero
calificado, 2.) La elegibilidad de todos los funcionarios públicos y 3.) La revocabilidad de
todo aquel funcionario que no cumpla con su función.

3n lo que se refiere al desarrollo de los Consejos Comunales, el Ministro del Trabajo ha


planteado crear los Consejos de Trabajadores. 3stos Consejos de Trabajadores deben servir
para cambiar el modelo productivo capitalista por uno socialista donde la democracia y la
participación de los trabajadores sea el eje central. Los Consejos Obreros deben garantizar la
toma de decisiones en los asuntos más importantes de la sociedad; es decir la conformación
del Nuevo 3stado Revolucionario. 3stos Consejos de Trabajadores deben organizarse en cada
empresa, a nivel local, estadal y nacional y en conjunto con los Consejos Comunales ser la
estructura del Nuevo 3stado Socialista.

Aquí, igual que en los Consejos Comunales, hay que tener cuidado con que no estén
tutelados por el 3stado ya que serian fácil presa de la burocracia. Hay que dejar que sean los
trabajadores los que realicen el control político-productivo en cada uno de los Consejos de
Trabajadores. 3stos Consejos de Trabajadores deberían implementarse ya en aquellas
empresas que sean abandonadas o estén a media maquina, así como en las empresas
recuperadas o tomadas por los trabajadores. 3xiste un censo de más de 700 empresas
cerradas que debe ser evaluadas para su toma por los trabajadores. 3n la organización de la
toma de estas empresas y en el desarrollo de los Consejos de Trabajadores la UNT tiene un
papel fundamental que jugar.

os Consejos de Trabajadores y el control obrero

Lo expresado por el Ministro del Trabajo es correcto: debe existir control obrero en la
industria de la Alimentación, más aún cuando esta industria ha disminuido sus
establecimientos en un 12,1% desde el 2.001 al 2.005. Sin embargo, este control obrero debe
extenderse al resto de sectores, constituir la política fundamental en el eje estratégico de
gestión obrera y popular y ser implementado por los sindicatos de base y sus trabajadores.
Los Consejos de Trabajadores deben trabajar en cinco direcciones: (1) controlar la
organización jerárquica del trabajo y crear una nueva, democrática y participativa; (2) ejercer
el control en la división de trabajo a nivel de la empresa y en los sectores de la economía; (3)
controlar las finanzas, contabilidad e inversiones de la empresa; (Ë) generar el control sobre
los despidos y cierres de empresas, (5) controlar los medios de decisiones en la empresa y (6)
controlar las ganancias para que parte del excedente sirva para realizar servicios para la
comunidad.

3l residente Chávez ha planteado que para ir hacia el socialismo hay que desmantelar el
actual estado, que definió como burgués, y crear un estado que el llamó comunal porque
debería basarse en organismos de democracia directa como los consejos comunales. Los
Consejos de Trabajadores son ese nuevo instrumento que puede iniciar el desmantelamiento
del viejo aparato burgués. La construcción del socialismo del siglo I pasa por la
transformación de las relaciones sociales de producción capitalistas, es decir las relaciones de
producción, poder y dominación y las relaciones espirituales que se encuentran atravesadas
por la división social del trabajo. Transformar estas relaciones significa que los trabajadores y
el pueblo decidan el destino social y uso de los medios de producción, poder, distribución y
comunicación creando relaciones sociales colectivas y solidarias. ara ello se requiere
construir un nuevo modelo de gestión en la producción: democrática, participativa y
solidaria, un nuevo estado Revolucionario y por último, y no menos importante, crear un
nuevo ser humano: la construcción de una nueva vida cotidiana que reproduzca los nuevos
valores socialistas y colectivos. 3stos aspectos están dialécticamente integrados.

3l papel de la clase obrera es fundamental. Sin ella no habrá revolución posible. 3sto no es
optimismo desaforado ni fatalismo hacia otros sectores revolucionarios. 3s una realidad
socio-histórica. 3s la única clase que puede liberar a las otros sectores y que, destruyendo el
sistema capitalista, se autodestruye a la vez como clase para así acabar definitivamente con la
división de la sociedad en clases sociales, emancipar de la enajenación al hombre y construir
una sola raza: la humana

" a industria nacionalizada y la administración obrera".

eon Trotsky

3n los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la
relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. 3sto crea
condiciones especiales de poder estatal. 3l gobierno gira entre el capital extranjero y el
nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso
proletariado. 3sto le da al gobierno un carácter bonapartista de índole particular. Se eleva,
por así decirlo, por encima de las clases. 3n realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose
en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de
una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle
concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a
los capitalistas extranjeros. La actual política [del gobierno mexicano] se ubica en la segunda
alternativa; sus mayores conquistas son la expropiación de los ferrocarriles y de las com-
pañías petroleras.

3stas medidas se encuadran enteramente en los marcos del capitalismo de estado. Sin
embargo, en un país semicolonial, el capitalismo de estado se halla bajo la gran presión del
capital privado extranjero y de sus gobiernos, y no puede mantenerse sin el apoyo activo de
los trabajadores. 3so es lo que explica por qué, sin dejar que el poder real escape de sus
manos, [el gobierno mexicano] trata de darles a las organizaciones obreras una considerable
parte de responsabilidad en la marcha de la producción de las ramas nacionalizadas de la
industria.

¿Cuál debería ser la política del partido obrero en estas circunstancias? Sería un error
desastroso, un completo engaño, afirmar que el camino al socialismo no pasa por la
revolución proletaria, sino por la nacionalización que haga el estado burgués en algunas
ramas de la industria y su transferencia a las organizaciones obreras. ero esta no es la
cuestión. 3l gobierno burgués llevó a cabo por sí mismo la nacionalización y se ha visto
obligado a pedir la participación de los trabajadores en la administración de la industria
nacionalizada. or supuesto, se puede evadir la cuestión aduciendo que, a menos que el
proletariado tome el poder, la participación de los sindicatos en el manejo de las empresas del
capitalismo de estado no puede dar resultados socialistas. Sin embargo, una política tan
negativa de parte del ala revolucionaria no sería comprendida por las masas y reforzaría las
posiciones oportunistas. ara los marxistas no se trata de construir el socialismo con las
manos de la burguesía, sino de utilizar las situaciones que se presentan dentro del capitalismo
de estado y hacer avanzar el movimiento revolucionario de los trabajadores.

La participación en los parlamentos burgueses no puede ya ofrecer resultados positivos


importantes; en determinadas situaciones, puede incluso conducir a la desmoralización de los
diputados obreros. ero esto no es argumento para que los revolucionarios apoyen el
antiparlamentarismo.
Sería inexacto identificar la participación obrera en la administración de la industria
nacionalizada con la participación de los socialistas en un gobierno burgués (lo que se llama
ministerialismo). Todos los miembros de un gobierno están ligados por lazos de solidaridad.
Un partido representado en el gobierno es responsable de la política del gobierno en su con-
junto. La participación en el manejo de una cierta rama de la industria brinda, en cambio, una
amplia oportunidad de oposición política. 3n caso de que los representantes obreros estén en
minoría en la administración, tienen todas las oportunidades para proclamar y publicar sus
propuestas rechazadas por la mayoría, ponerlas en conocimiento de los trabajadores, etcétera.

La participación de los sindicatos en la administración de la industria nacionalizada puede


compararse con la de los socialistas en los gobiernos municipales, donde ganan a veces la
mayoría y están obligados a dirigir una importante economía urbana, mientras la burguesía
continua dominando el estado y siguen vigentes las leyes burguesas de propiedad. 3n la
municipalidad, los reformistas se adaptan pasivamente al régimen burgués. 3n el mismo
terreno, los revolucionarios hacen todo lo que pueden en interés de los trabajadores y, al
mismo tiempo, les enseñan a cada paso que, sin la conquista del poder del estado, la política
municipal es impotente.

La diferencia es, sin duda, que en el gobierno municipal los trabajadores ganan ciertas
posiciones por medio de elecciones democráticas, mientras que en la esfera de la industria
nacionalizada el propio gobierno los invita a hacerse cargo de determinados puestos. ero
esta diferencia tiene un carácter puramente formal. 3n ambos casos, la burguesía se ve
obligada a conceder a los trabajadores ciertas esferas de actividad. Los trabajadores las
utilizan en favor de sus propios intereses.

Sería necio no tener en cuenta los peligros que surgen de una situación en que los sindicatos
desempeñan un papel importante en la industria nacionalizada. 3l riesgo radica en la
conexión de los dirigentes sindicales con el aparato del capitalismo de estado, en la
transformación de los representantes del proletariado en rehenes del estado burgués. ero por
grande que pueda ser este peligro, sólo constituye una parte del peligro general, más
exactamente, de una enfermedad general: la degeneración burguesa de los aparatos sindicales
en la época del imperialismo, no sólo en los viejos centros metropolitanos sino también en los
países coloniales. Los líderes sindicales son, en la abrumadora mayoría de los casos, agentes
políticos de la burguesía y de su estado. 3n la industria nacionalizada pueden volverse, y ya
se están volviendo, sus agentes administrativos directos. Contra esto no hay otra alternativa
que luchar por la independencia del movimiento obrero en general; y en particular por la
formación en los sindicatos de firmes núcleos revolucionarios que, a la vez que defienden la
unidad del movimiento sindical, sean capaces de luchar por una política de clase y una
composición revolucionaria de los organismos directivos.

Otro peligro reside en el hecho de que los bancos y otras empresas capitalistas, de las cuales
depende económicamente una rama determinada de la industria nacionalizada, pueden
utilizar, y sin duda lo harán, métodos especiales de sabotaje para poner obstáculos en el
camino de la administración obrera, desacreditarla y empujarla al desastre. Los dirigentes
reformistas tratarán de evitar el peligro adaptándose servilmente a las exigencias de sus
proveedores capitalistas, en particular de los bancos. Los líderes revolucionarios, en cambio,
del sabotaje bancario extraerán la conclusión de que es necesario expropiar los bancos y
establecer un solo banco nacional, que llevaría la contabilidad de toda la economía. or
supuesto, esta cuestión debe estar indisolublemente ligada a la de la conquista del poder por
la clase trabajadora.

Las distintas empresas capitalistas, nacionales y extranjeras, conspirarán inevitablemente,


junto con las instituciones estatales, para obstaculizar la administración obrera de la industria
nacionalizada. or su parte, las organizaciones obreras que manejen las distintas ramas de la
industria nacionalizada deben unirse para intercambiar experiencias, darse mutuo apoyo
económico, y actuar unidas ante el gobierno, por las condiciones de crédito, etcétera. or
supuesto, esa dirección central de la administración obrera de las ramas nacionalizadas de la
industria debe estar de estrecho contacto con los sindicatos.
ara resumir, puede afirmarse que este nuevo campo de trabajo implica las más grandes
oportunidades y los mayores peligros. 3stos consisten en que el capitalismo de estado, por
medio de sindicatos controlados, puede contener a los obreros, explotarlos cruelmente y
paralizar su resistencia. Las posibilidades revolucionarias consisten en que, basándose en sus
posiciones en ramas industriales de excepcional importancia, los obreros lleven el ataque
contra todas las fuerzas del capital y del estado burgués. ¿Cuál de estas posibilidades
triunfará? ¿Y en cuánto tiempo? Naturalmente, es imposible predecirlo. Depende totalmente
de la lucha de las diferentes tendencias en la clase obrera, de la experiencia de los propios
trabajadores, de la situación mundial. De todos modos, para utilizar esta nueva forma de
actividad en interés de los trabajadores y no de la burocracia y aristocracia obreras, sólo se
necesita una condición: la existencia de un partido marxista revolucionario que estudie
cuidadosamente todas las formas de actividad de la clase obrera, critique cada desviación,
eduque y organice a los trabajadores, gane influencia en los sindicatos y asegure una
representación obrera revolucionaria en la industria nacionalizada.

Tomado de: León Trotsky, "3scritos Latinoamericanos". Centro de 3studios, Investigaciones


y ublicaciones León Trotsky, Bs. Aires, 2000.
eón Trotsky 3 CONTRO OBR3RO D3 A PRODUCCIÓN (191)

3l texto es el de una carta de Trotsky dirigida aun grupo de opositores alemanes el 20 de


agosto de 1931. Se publicó por primera vez en el nº 2Ë del BIULLETEN O OZITSII de
septiembre de 1931.

Al contestar a su pregunta debo esforzarme por apuntar aquí, como preludio a un intercambio
de opiniones, algunas consideraciones generales con respecto a la consigna del control
obrero de la producción.

La primera pregunta que surge en relación con esto es la siguiente: ¿podemos presentar el
control obrero de la producción como un régimen estable, por supuesto que no eterno, pero
de una duración bastante larga? ara contestar a esta pregunta es preciso determinar más
claramente la naturaleza de clase de este régimen. 3l control se encuentra en manos de los
trabajadores. 3sto significa que la propiedad y el derecho a enajenarla continúan en manos de
los capitalistas. or lo tanto, el régimen tiene un carácter contradictorio, constituyéndose una
especie de interregno económico.

Los obreros no necesitan el control para fines platónicos, sino para ejercer una influencia
práctica sobre la producción y sobre las operaciones comerciales de los patronos. Sin
embargo, esto no se podrá alcanzar a menos que el control, de una forma u otra, dentro de
ciertos límites, se transforme en gestión directa. 3n forma desarrollada, el control implica,
por consiguiente, una especie de poder económico dual en las fábricas, la banca, las empresas
comerciales, etc.

Si la participación de los trabajadores en la gestión de la producción ha de ser duradera,


estable, "normal", deberá apoyarse en la colaboración y no en la lucha de clases. Tal
colaboración de clases solamente puede llevarse a cabo a través de los estratos superiores de
los sindicatos y las asociaciones capitalistas. No han faltado los experimentos de este tipo en
Alemania (la "democracia económica"), en Inglaterra (el "mondismo"), etcétera. No obstante,
en todos estos casos, no se trataba del control de los obreros sobre el capital, sino de la
subordinación de la burocracia del trabajo al capital. 3sta subordinación, como lo muestra la
experiencia, puede durar mucho tiempo: depende de la paciencia del proletariado.

Cuando más se aproxima a la producción, a la fábrica, al taller, menos viable resulta un


régimen de este tipo, porque aquí se trata ya de los intereses inmediatos y vitales de los
trabajadores y todo el proceso se despliega ante sus mismos ojos. 3l control obrero a través
de los consejos de fábrica sólo es concebible sobre la base de una aguda lucha de clases, no
sobre la base de la colaboración. ero esto significa en realidad la dualidad de poder en las
empresas, en los trusts, en todas las ramas de la industria, en la totalidad de la economía.

¿Qué régimen estatal corresponde al control obrero de la producción? 3s obvio que el poder
no está todavía en manos de los trabajadores, pues de otro modo no tendríamos el control
obrero de la producción, sino el control de la producción por el estado obrero como
introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que
estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la
burguesía. 3n cualquier caso, una burguesía que se sienta firmemente asentada en el poder
nunca tolerará la dualidad de poder en sus empresas. 3l control obrero, en consecuencia,
solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de
fuerzas desfavorable a la burguesía por la fuerza, por un proletariado que va camino de
arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así pues,
el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma esencia, sólo
puede corresponder al período de las convulsiones del 3stado burgués, de la ofensiva
proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución proletaria en el
sentido más completo del término.

Si la burguesía no es ya la dueña de la situación en su fábrica, si no es ya enteramente la


dueña, de ahí se desprende que tampoco es ya enteramente dueña de su 3stado. 3sto significa
que el régimen de dualidad de poder en las fábricas corresponde al régimen de dualidad de
poder en el 3stado.

3sta correspondencia, de todos modos, no debería ser entendida mecánicamente, esto es, no
en el sentido de que la dualidad de poder en las empresas y la dualidad de poder en el 3stado
nazcan en un mismo y solo día. Un régimen avanzado de dualidad de poder, como una de las
etapas altamente probables de la revolución proletaria en todos los países, puede desarrollarse
de forma distinta en distintos países, a partir de elementos diversos. Así, por ejemplo, en
ciertas circunstancias (una crisis económica profunda y persistente, un fuerte grado de
organización de los trabajadores en las empresas, un partido revolucionario relativamente
débil, un 3stado relativamente fuerte manteniendo un fascismo vigoroso en reserva, etcétera)
el control obrero sobre la producción puede ir considerablemente por delante del poder
político dual desarrollado en un país.

3n las condiciones señaladas a grandes rasgos más arriba, especialmente características de


Alemania en estos momentos, la dualidad de poder en el país puede desarrollarse
precisamente a partir del control obrero como fuente principal. Hay que detenerse en este
hecho, aunque sólo sea para rechazar ese fetichismo de la forma soviética que han puesto en
circulación los epígonos de la Comintern.

De acuerdo con el punto de vista oficial que prevalece en la actualidad, la revolución


proletaria solamente puede llevarse a cabo por medio de los soviets; éstos, por su parte,
deben ser creados específicamente para el propósito del levantamiento armado. 3ste cliché no
sirve para nada. Los soviets son únicamente una forma organizativa; el problema se decide
por el contenido de clase de la política, en modo alguno por su forma. 3n Alemania hubo
unos soviets de 3bert y Scheidemann. 3n Rusia los soviets conciliadores atacaron a los
obreros y soldados en julio de 1917. Después de esto, Lenin pensó durante un tiempo que
habríamos de llegar al levantamiento armado apoyándonos no en los soviets sino en los
comités de fábrica. 3ste cálculo fue rechazado por el curso de los acontecimientos, ya que
fuimos capaces, en las seis u ocho semanas anteriores al levantamiento, de ganarnos a los
soviets más importantes. ero este mismo ejemplo muestra qué poco inclinados nos
sentíamos a considerar los soviets como una panacea. 3n otoño de 1923, defendiendo contra
Stalin y otros la necesidad de pasar a una ofensiva revolucionaria, luché al mismo tiempo
contra la creación por encargo de soviets en Alemania, pegados a los consejos de fábrica que
estaban comenzando ya de hecho a cubrir el papel de los soviets.

Se podrían decir muchas cosas en favor de la idea de que, en el actual ascenso revolucionario,
igualmente, los consejos de fábrica alemanes, al llegar a un cierto estadio, serán capaces de
jugar el papel de los soviets y remplazarlos. ¿3n qué baso esta suposición? 3n el análisis de
las condiciones en que surgieron los soviets en Rusia en febrero-marzo de 1917, y en
Alemania y Austria en noviembre de 1918. 3n los tres sitios, los principales organizadores de
los soviets fueron los mencheviques y socialdemócratas, que se vieron forzados a ello por las
condiciones de la revolución "democrática" en tiempo de guerra. 3n Rusia, los bolcheviques
tuvieron éxito en ganar los soviets a los conciliadores. 3n Alemania no lo lograron, y es por
esto que los soviets desaparecieron.

Hoy, en 1931, la palabra "soviet" suena bastante diferente de como sonaba en 1917-1918.
Hoy es sinónimo de la dictadura de los bolcheviques, y por lo tanto una pesadilla en los
labios de la socialdemocracia. Los socialdemócratas alemanes no sólo no tomarán la
iniciativa en la creación de los soviets por segunda vez, ni se unirán voluntariamente a esta
iniciativa, sino que lucharán contra ella hasta el fin. A los ojos del estado burgués, en especial
de su guardia fascista, el que los comunistas pongan manos a la obra en la creación de soviets
será equivalente a una declaración directa de guerra civil por parte del proletariado, y en
consecuencia podría provocar un choque decisivo antes de que el partido comunista lo juzgue
conveniente.

Todas estas consideraciones nos empujan fuertemente a dudar que se pueda llegar a tener
éxito, antes del levantamiento y la toma de poder en Alemania, en la creación de soviets que
agrupen realmente a la mayoría de los trabajadores. 3n mi opinión, es más probable que los
soviets nazcan al día siguiente de la victoria, pero entonces ya como órganos directos de
poder.

3l problema de los consejos de fábrica es enteramente otro asunto. Éstos existen ya hoy. Los
están construyendo comunistas y socialdemócratas. 3n cierto sentido, los consejos de fábrica
son la realización del frente único de la clase obrera. Ampliarán y profundizarán esta función
con el ascenso de la ola revolucionaria. Su papel crecerá, como lo harán sus incursiones en la
vida de la fábrica, de la ciudad, de las ramas de la industria, de las regiones y, finalmente, de
todo el 3stado. Los congresos provinciales, regionales y nacionales de los consejos de fábrica
pueden servir como base para los órganos que desempeñarán de hecho el papel de los soviets,
esto es, para los órganos de doble poder. Arrastrar a los trabajadores socialdemócratas a este
régimen por medio de los consejos de fábrica será mucho más fácil que llamar a los obreros
directamente a construir los soviets un día determinado y a una hora dada.

3l cuerpo central de los consejos de fábrica de una ciudad puede cumplir ampliamente el
papel del soviet de la ciudad. 3sto pudo observarse en Alemania en 1923. 3xtendiendo sus
funciones, abordando por sí mismos tareas cada vez más audaces y creando sus propios
órganos federales, los consejos de fábrica pueden convertirse en soviets, uniendo
estrechamente a los trabajadores socialdemócratas y comunistas; y pueden servir como base
organizativa de la insurrección. Después de la victoria del proletariado, estos consejos de
fábrica/soviets tendrán naturalmente que separarse en consejos de fábrica propiamente dichos
y soviets, éstos como órganos de la dictadura del proletariado.

Con todo esto no queremos decir que la creación de soviets antes del levantamiento proletario
en Alemania esté completamente excluida de antemano. No es posible prever todas las
variantes concebibles del desarrollo. Si la desmembración del estado burgués viniese mucho
antes de la revolución proletaria, si el fascismo llegase a ser aplastado y hecho añicos o se
quemase antes del alzamiento del proletariado, entonces se podrían crear las condiciones para
la construcción de los soviets como órganos de la lucha por el poder. Desde luego, en ese
caso los comunistas tendrían que percibir la situación a tiempo y lanzar la consigna de los
soviets. Ésta sería la situación más favorable que se pueda imaginar para la insurrección
proletaria. Si cobra cuerpo, tiene que ser utilizada hasta el final. ero contar con ella por
adelantado es casi imposible. Mientras los comunistas tengan que entendérselas con un
3stado burgués todavía lo bastante fuerte, con el ejército de reserva del fascismo a sus
espaldas, el camino que pasa por los consejos de fábrica, en vez de por los soviets, se
presentará como mucho más probable.

Los epígonos han adoptado de una forma puramente mecánica la noción de que el control
obrero de la producción, así como los soviets, solamente puede ser realizado en condiciones
revolucionarias. Si los stalinistas intentasen plasmar sus prejuicios en un sistema definido,
argumentarían probablemente así: el control obrero, como forma de poder económico dual, es
inconcebible sin el poder político dual en el país, que a su vez es inconcebible sin la
oposición de los soviets al poder de la burguesía: en consecuencia -se sentirán inclinados a
concluir los stalinistas- avanzar la consigna del control obrero de la producción es admisible
solo simultáneamente con la consigna de los soviets.

De todo lo que se ha dicho arriba se desprende claramente cuán falsa, esquemática y falta de
vida es semejante construcción. 3n la práctica, se ha transformado en el ultimátum único que
le partido plantea a los trabajadores: yo, el partido, os permitiré luchar por el control obrero
sólo en el caso de que estéis de acuerdo en construir simultáneamente los soviets. ero esto
es precisamente lo que está en cuestión: que estos dos procesos no tienen necesariamente que
desarrollarse paralela y simultáneamente. Bajo la influencia de la crisis, el desempleo y las
manipulaciones rapaces de los capitalistas, la clase obrera puede llegar a estar preparada en
su mayoría para luchar por la abolición del secreto comercial y por el control sobre la banca,
el comercio y la producción antes de haber llegado a entender la necesidad de la conquista
revolucionaria del poder.

Después de tomar el camino del control de la producción, el proletariado presionará


inevitablemente en el sentido de la toma del poder y de los medios de producción. Los
problemas de crédito, materiales de guerra, mercados, extenderán inmediatamente el control
más allá de lo límites de las empresas individuales. 3n un país tan altamente industrializado
como Alemania, los problemas de las exportaciones importantes deberían elevar
directamente el control obrero a los órganos oficiales del estado burgués. Las contradicciones
del régimen de control obrero, irreconciliables en su esencia, se verán inevitablemente
agudizadas en la medida en que se amplíen su esfera y sus tareas, y se volverán pronto
intolerables. Se puede encontrar una salida a estas contradicciones o bien en la toma del
poder por el proletariado (Rusia) o bien en la contrarrevolución fascista, que establece la
dictadura abierta del capital (Italia). 3s precisamente en Alemania, con su poderosa
socialdemocracia, donde la lucha por el control obrero de la producción será con toda
probabilidad la primera etapa del frente único revolucionario de los trabajadores, que precede
a su lucha abierta por el poder.

¿3s posible avanzar precisamente ahora, de todos modos , la consigna del control obrero?
¿Ha madurado la situación revolucionaria lo bastante para ello? La pregunta es difícil de
contestar desde la barrera. No existe ningún termómetro que permita determinar de forma
inmediata y precisa, la temperatura de la situación revolucionaria. 3s obligatorio determinarla
en la acción, en la lucha, con la ayuda de los más variados instrumentos de medida. Uno de
estos instrumentos, quizás uno de los más importantes en las condiciones existente, es
precisamente la consigna del control obrero de la producción.

La significación de esta consigna se basa principalmente en el hecho de que sobre su base


puede ser preparado el frente único de los trabajadores comunistas con los socialdemócratas,
los sin partido y los cristianos. La actitud de los obreros socialdemócratas es decisiva. 3l
frente único revolucionario de los comunistas y los socialdemócratas, esa es la condición
política fundamental que falta en Alemania para una situación directamente revolucionaria.
La presencia de un fascismo fuerte es sin duda un obstáculo serio en el camino hacia la
victoria. ero el fascismo solamente puede conservar su capacidad de atracción gracias a que
el proletariado está dividido y es débil, y porque le falta la posibilidad de conducir al pueblo
alemán por el camino de la revolución victoriosa. 3l frente único revolucionario de la clase
obrera significa ya, en sí mismo, un golpe político fatal para el fascismo.

or esta razón, dicho sea de paso, la política de la dirección del partido comunista alemán
sobre la cuestión del referéndum tiene un carácter especialmente criminal. A su peor enemigo
no se le habría ocurrido una forma más segura de incitar a los obreros socialdemócratas
contra el partido comunista y detener el desarrollo de la política de frente único
revolucionario.

3ste error debe ser corregido ahora. La consigna del control obrero puede ser
extraordinariamente útil en este aspecto. De todos modos, debe ser abordada correctamente.
Avanzada sin la preparación necesaria, como una orden burocrática, la consigna del control
obrero puede no solamente mostrarse como un disparo de fogueo sino que, más aún, puede
comprometer al partido a los ojos de las masas obreras socavando la confianza en él, incluso
entre los trabajadores que hoy le votan. Antes de lanzar oficialmente esta consigna
fundamental, se debe medir bien la situación y prepararle el camino.

Debemos empezar desde abajo, desde la fábrica, desde el taller. Los problemas del control
obrero deben ser puestos a prueba y adaptados al funcionamiento de ciertas empresas
industriales, bancarias y comerciales típicas. Debemos tomar como punto de partida casos
especialmente claros de especulación, lock-out encubierto, ocultación pérfida de beneficios
destinada a reducir los salarios o exageración mendaz de los costes de producción con el
mismo propósito, etc. 3n una empresa que haya caído víctima de tales maquinaciones, debe
ser a través de los trabajadores comunistas como se sienta el estado de ánimo del resto de las
masas obreras, sobre todo de los obreros socialdemócratas: en qué medida estarían dispuestos
a responder a la exigencia de abolir el secreto comercial y establecer el control obrero de la
producción. Utilizando la ocasión proporcionada por casos individuales particularmente
claros, debemos comenzar estableciendo directamente el problema y continuar con una
propaganda persistente, y medir de este modo la fuerza de resistencia del conservadurismo
socialdemócrata. Ésta sería una de las mejores formas de establecer en qué medida ha
madurado la situación revolucionaria.

3l tanteo preliminar del terreno supone una elaboración simultánea, teórica y


propagandística, de la cuestión del partido, una instrucción seria y objetiva de los
trabajadores avanzados, en primer lugar de los miembros del consejo de fábrica, de los
obreros sindicalistas prominentes, etc. Solamente el desarrollo de este trabajo preparatorio,
esto es, el grado en que tenga éxito, puede sugerir en qué momento puede pasar el partido de
la propaganda a la agitación abierta y a la acción práctica directa bajo la consigna del control
obrero.

La política de la Oposición de Izquierda sobre este problema se desprende con suficiente


claridad de lo que se ha planteado, al menos en sus rasgos esenciales. 3n el primer período,
es cuestión de propaganda sobre el modo correcto en los principios de plantear la cuestión y,
al mismo tiempo, de estudio de las condiciones concretas de la lucha por el control obrero. La
oposición, en pequeña escala y al modesto nivel que corresponde a sus fuerzas, debe abordar
el trabajo preparatorio que fue caracterizado antes como la próxima tarea del partido. Sobre
la base de esta tarea, la oposición debe buscar el contacto con los comunistas que están
trabajando en los consejos de fábrica y en los sindicatos, explicarles nuestra caracterización
de la situación en su conjunto y aprender de ellos cómo debe ser adaptada nuestra correcta
visión del desarrollo de la revolución a las condiciones concretas de la fábrica y el taller.

eón Trotsky

3l consejo de los diputados obreros y la revolución

La historia del consejo de los diputados obreros de San etersburgo es la historia de


cincuenta jornadas. Desde el 13 de octubre de 1905 en que se celebró la sesión fundacional
hasta el 3 de diciembre en que fue disuelto por la tropas gubernamentales.

¿Cómo pudo lograr en tan poco tiempo una posición indiscutible no sólo en la historia del
proletariado ruso sino incluso en la de la revolución rusa?

3l consejo organizaba a las masas, dirigía las huelgas políticas y las manifestaciones, armaba
a los obreros... Otras organizaciones habían hecho lo mismo antes que él, lo hacían al mismo
tiempo y continuarían haciéndolo tras su disolución. ero la diferencia consistía en que el
consejo era, o al menos aspiraba a ser, un órgano de poder. 3l proletariado, y la prensa
reaccionaria, denominaban al consejo "gobierno obrero", y es que de hecho el consejo
representaba realmente un embrión de gobierno revolucionario. 3l consejo ejercía el poder
allí donde ya se encontraba en sus manos y luchaba por él allí donde aún residía en manos del
3stado militar-policiaco. Antes del consejo ya existían organizaciones revolucionarias
proletarias, en su mayor parte socialdemócratas. ero se trataba de organizaciones que
evolucionaban en su seno y cuya lucha tenía como objetivo intentar conquistar influencia
entre las masas. 3l consejo en sí era la organización del proletariado y su objetivo la lucha
por el poder revolucionario.

Al mismo tiempo el consejo era la expresión organizada de la voluntad de clase del


proletariado. 3n la lucha por el poder aplicaba los métodos que implica el hecho de que el
proletariado es una clase: su papel en la producción, su masa, su homogeneidad social.
Además vinculaba la lucha por el poder a la dirección inmediata de toda actividad social
autónoma de las masas obreras; a menudo incluso se encargaba de arbitrar en los conflictos
entre los representantes individuales del capital y del trabajo.

ero aunque condujo a la victoria diversas huelgas y medió con éxito en diversos conflictos
entre obreros y patronos, no fue porque existiera expresamente para estos cometidos. Al
contrario, allí donde existía un sindicato potente éste se mostraba tan dispuesto como el
consejo para dirigir la lucha sindical; la intervención del consejo sólo tenía importancia en
función de la autoridad universal de que gozaba. Una autoridad que se debía al hecho de
cumplir con sus tareas fundamentales, las tareas de la revolución, que iban mucho más allá de
los límites de cada oficio y de cada ciudad y conferían al proletariado como clase un lugar
entre las primeras filas de combatientes.

3l instrumento principal del consejo fue la huelga política de masas. Una huelga de este tipo
tiene la virtud de desorganizar el poder del 3stado. Y cuanto más grande es la "anarquía" que
produce, más cerca está la huelga de lograr sus objetivos. ero esto sólo es cierto si a esta
anarquía se llega por medios no anarquistas. La clase que día tras día hace funcionar el
aparato de producción y al mismo tiempo la maquinaria del poder, la clase que cesando de
trabajar en bloque no solo paraliza la industria sino todo el aparato estatal, debe estar
suficientemente organizada para no convertirse en la primera víctima de la anarquía que ha
originado. Cuanto en mayor medida estrangula la huelga la organización estatal existente, en
mayor medida debe asumir la organización de la huelga las funciones del 3stado.

3l consejo de los diputados obreros proclamó la libertad de prensa. Organizó patrullas de


calle para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Dominaba casi por completo el correo,
el telégrafo y los ferrocarriles. Intentó instaurar la jornada de ocho horas con carácter
obligatorio. aralizando mediante la huelga al 3stado absolutista, introdujo su propio orden
democrático en la vida de las clases trabajadoras de la ciudad.

II

Tras el 9 de enero de 1905, la revolución demostró que predominaba en la cabeza de las


masas obreras. 3l 1Ë de junio demostró, con la rebelión del acorazado "otemkin
Tavvitchesky", que podía convertirse en una fuerza material. Con la huelga de octubre
demostró que podía desorganizar, paralizar y poner de rodillas al enemigo. Y haciendo surgir
por todas partes los consejos obreros, mostró que era capaz de crear una forma de poder.
Ahora bien, un poder revolucionario no puede apoyarse más que sobre una fuerza
revolucionaria activa. 3l desarrollo de la revolución rusa puso de manifiesto que excepto el
proletariado, ninguna clase social está dispuesta o es susceptible de apoyar el poder
revolucionario. 3l primer acto de la revolución fue la lucha que opuso el proletariado a la
monarquía en la calle. La primera victoria seria de la revolución se logró mediante una
verdadera herramienta de clase del proletariado, la huelga política. Y el primer órgano
embrionario de poder revolucionario fue un órgano de representación del proletariado. 3n la
historia rusa moderna, el consejo es la primera forma de poder democrático. 3l consejo
representa el poder organizado de la masa misma sobre cada una de sus partes. Constituye la
verdadera democracia no especulada, sin dos cámaras, sin burocracia profesional, en la que
los electores tienen derecho a revocar a sus representantes cuando lo estimen oportuno. 3l
consejo dirige sin intermediarios, mediante sus miembros, diputados obreros electos, todas
las manifestaciones sociales del proletariado en su conjunto y de sus diferentes sectores,
organiza sus acciones de masa, le proporciona sus consignas y su bandera. 3sta dirección
organizada de la masas autónomas ha visto por primera vez la luz en suelo ruso.

3l absolutismo dominaba a las masas pero no las dirigía. Creaba de forma mecánico un
marco externo para la actividad de las masas y obligaba a pasar por él a los elementos
díscolos de la nación. 3l ejército era la única masa que dirigía el absolutismo. ero incluso en
él dirigir no era otra cosa que mandar. Amontonando a los elementos que componían el
ejército, el absolutismo anulaba en ellos todo vínculo moral. Lo substituía por la igualdad de
las condiciones físicas y sometía su voluntad a la hipnosis embrutecedora del cuartel. ero
ahora, incluso la dirección de esta masa atomizada e hipnotizada escapa cada vez más de la
influencia del absolutismo.

3l liberalismo, por su parte, carecía de suficiente fuerza entre nosotros para dar órdenes a las
masas y no tenía suficiente iniciativa para guiarlas. Cuando las masas hacían una aparición
pública, y aunque ésta le reforzara directamente, reaccionaba como ante un fenómeno natural
henchido de peligros, como un terremoto o una erupción volcánica.

3l proletariado entró en el terreno de la revolución como una masa autónoma, con una total
independencia política frente al liberalismo burgués.

"3l consejo era la organización de clase de los obreros" -y ahí residía la fuente de su potencia
en la lucha. Sucumbió en el primer periodo de su existencia, no podía ser de otra forma, no
porque las masas urbanas lo abandonasen sino porque generalmente la revolución en las
ciudades está reducida a unos límites. Las razones de su caída hay que buscarlas en la
pasividad del campo y la inercia de los elementos campesinos del ejército. Su posición
política entre la población urbana fue tan sólida como se podía desear.

3l censo de 1897 arrojaba una población "activa" de cerca de 820.000 personas en San
etersburgo de los que unos Ë33.000 eran obreros y empleados domésticos. 3s decir, el
proletariado constituía el 53% de la ciudad. Si hubiéramos incluido a la población no activa
la cifra hubiera sido un poco inferior (50,8%), ya que la mayoría de proletarios carecía de
familia. 3n cualquier caso el proletariado constituía más de la mitad de la población
petersburuesa.

3l consejo de diputados obreros no era el representante oficial del casi medio millón de
personas que formaban la población obrera de la capital. Organizaba a cerca de 200.000, en
la mayoría obreros que trabajaban en la industria, y aunque su influencia política, directa e
indirecta, era muy amplia, sectores importantes del proletariado (obreros de la construcción,
criados, jornaleros, carreteros) quedaron casi por completo fuera de su radio de acción.

Sin embargo no cabe la menor duda de que el consejo expresaba los intereses de esta masa
proletaria "en su conjunto". Si, en las fábricas, existían también elementos reaccionarios todo
el mundo veía como su número disminuía no solo día tras día sino de hora en hora. 3ntre las
masas proletarias de San etersburgo sólo podía haber partidarios del dominio político del
consejo, no enemigos. La única excepción eran los criados privilegiados, los criados de los
lacayos cubiertos de condecoraciones de la alta burocracia, los cocheros de los ministros, de
los especuladores de la Bolsa y de las cocottes, todos conservadores y monárquicos de
profesión.

3ntre la intelectualidad, tan numerosa en San etersburgo, el consejo tenía más amigos que
enemigos. Miles de estudiantes reconocían la dirección política del consejo y apoyaban sus
iniciativas.

La intelectualidad diplomada y asalariada estaba por completo de su lado, salvo los


elementos que se habían dejado llevar irremediablemente por la inercia. 3l apoyo activo que
recibió la huelga de correos y telégrafos también atrajo la atención de las capas inferiores del
funcionariado hacia el consejo. Todos los explotados de la ciudad, la gente honesta, quienes
conservaban alguna energía, se sentían, instintiva o conscientemente, atraídos por el consejo.

¿Quienes se oponían a él? Los representantes del bandolerismo capitalista, los especuladores
de la Bolsa que juegan con el alza de los precios, los patronos, los negociantes y los
exportadores para quienes la huelga representaba pérdidas, los proveedores del hampa de
cuello blanco, la banda del consejo municipal petersburgués, esa mafia de propietarios
inmobiliarios, la alta burocracia, las cocottes mantenidas a costa de los presupuestos del
3stado, los dignatarios, personajes públicos generosamente pagados, los partidarios de
"Novoye Vremya", el departamento de policía, y, en general, todo lo que había de rapaz,
grosero, disipado y condenado a desaparecer. 3ntre el ejército del consejo y sus enemigos
habían también elementos políticamente indiferentes, dubitativos o inseguros. Los sectores
más atrasados de la pequeña burguesía, que aún se mantenían al margen de la política, no
tuvieron tiempo para observar suficientemente al consejo e interesarse por él. ero por la
naturaleza de sus propios intereses se encontraban más próximos al consejo que al antiguo
poder.

Los políticos profesionales que había entre la intelectualidad, los periodistas radicales que no
saben lo que quieren, los demócratas roídos por el escepticismo, proferían gruñidos
condescendientes hacia el consejo, enumeraban sus errores y, en general, dejaban entender
que en el caso de que ellos hubieran estado a la cabeza de esta institución hubieran
conseguido la felicidad eterna para el proletariado. ensemos que la total impotencia de estos
señores les excusa.

3n todo caso, el consejo era efectivamente el órgano de la mayoría significativa de la


población. Sus enemigos en la capital no hubieran representado peligro alguno para su poder
político si no hubieran encontrado la protección del absolutismo, aún bien vivo, que a su vez
se apoyaba en los elementos atrasados de un ejército compuesto de campesinos. "La
debilidad del consejo no era inherente a él" sino "la debilidad de una revolución puramente
urbana". 3sos cincuenta días representaron el período de mayor vigor de la revolución y el
consejo fue su instrumento en la lucha por el poder. 3l carácter de clase del consejo vino
determinado por la rigurosa división en clases de la población urbana y la profunda antinomia
política entre el proletariado y la burguesía capitalista -incluso en el marco históricamente
limitado de la lucha contra el absolutismo. Tras la huelga de octubre, la burguesía capitalista
frenó abierta y conscientemente la revolución, la pequeña burguesía se reveló demasiado
insignificante como para poder jugar un papel autónomo. 3l proletariado fue el jefe
incontestable de la revolución urbana y "su" organización de clase fue su instrumento en la
lucha por el poder.

III

Cuanto más desmoralizado estaba el gobierno, más fuerte se sentía el consejo. Conforme
aumentaba la desorientación e incapacidad del antiguo poder del 3stado, aumentaba la
atracción del consejo sobre las masas no proletarias.

La huelga política de masas (general) era el principal instrumento con que contaba el consejo.
Uniendo a todos los sectores del proletariado por un vínculo revolucionario directo y
manteniendo la energía de los obreros de todas las empresas gracias a la autoridad y fuerza de
la clase, el consejo podía paralizar toda la vida económica del país. ues aunque los medios
de producción y transporte seguían siendo propiedad privada de los capitalistas, y en parte
del 3stado, y el poder estatal seguía estando en manos de la burocracia, el consejo "disponía"
de los medios de producción y transporte nacionales, al menos en la medida en que se trataba
de "paralizar" la vida económica y política regular. recisamente fue su capacidad,
demostrada con hechos, para organizar la vida económica y sumir en la anarquía los asuntos
oficiales del 3stado lo que hizo del consejo lo que fue. 3n estas condiciones hubiera sido la
más desesperada de las utopias el buscar un medio de hacer coexistir el consejo y el antiguo
gobierno. Y sin embargo, si se quiere resumir el verdadero fondo de todas las objeciones que
se han manifestado contra la táctica del consejo se apreciará que todas parten de una misma y
quimérica idea: tras octubre, y apoyándose en todas las conquistas arrancadas al absolutismo,
el consejo hubiera debido preocuparse por organizar a las masas y abstenerse de cualquier
otra iniciativa agresiva.

Ahora bien, ¿en qué consistió la victoria de octubre?

Aunque el proletariado tenga derecho a reclamar todo el mérito histórico de la victoria, ello
no impide a su partido apreciar lúcidamente los resultados obtenidos.

No cabe duda alguna que tras el asalto de octubre el absolutismo abandonó la partida. ero
propiamente hablando no había perdido la batalla, solamente había evitado el enfrentamiento.
No hizo tentativa sería alguna para oponer su ejército campesino a las ciudades en rebelión.
Claro que no se abstuvo por razones humanitarias, sino porque había perdido todo rastro de
coraje y el dominio de sí mismo. Los elementos liberales de la burocracia, que esperaban
pacientemente su turno, cobraron ventaja y cuando la huelga empezó a dar muestras de
agotamiento publicaron el manifiesto del 17 de octubre, la abdicación de principios del
absolutismo. ero toda la organización material del poder, la jerarquía funcionarial, la
policía, la justicia, el ejército, seguían siendo como antes propiedad personal de la
monarquía. ¿3n estas condiciones que táctica debía y podía seguir el consejo?

Su fuerza estribaba en el hecho de que apoyándose en el proletariado productivo era capaz de


privar al absolutismo de la posibilidad de utilizar el aparato material del poder. Desde este
punto de vista la actuación del consejo significaba la organización de la "anarquía". Si
continuaba existiendo y desarrollándose ello significaba el incremento de la "anarquía". La
coexistencia permanente era imposible. 3l futuro conflicto ya estaba inscrito en la semi-
victoria de octubre, su base material.

¿Qué podía pues hacer el consejo? ¿Debía fingir que no había previsto la ineluctabilidad del
conflicto? ¿Debía aparentar haber organizado a las masas para festejar un régimen
constitucional? ¿Quién le habría creído? ¡or supuesto que ni el absolutismo ni las masas
obreras!

Mas tarde, el ejemplo de la duma nos demostró cuan mezquina defensa representa una
corrección superficial, una forma vacía de lealtad, en la lucha contra el absolutismo. ara
prestarse a una táctica de hipocresía constitucional hubiera sido preciso que el consejo
hubiera estado hecho de otra pasta. ero incluso en el caso de que hubiera sido así, ¿qué
habría sucedido? Lo mismo que más tarde le sucedió a la duma. 3l consejo no podía hacer
más que "reconocer que el enfrentamiento directo era inevitable" a corto plazo y no disponía
de otra táctica que no fuera el "prepararse para la insurrección".

¿Y en qué podían consistir estos preparativos sino en extender y consolidar los atributos del
consejo que le permitían paralizar el poder del 3stado y constituían su fuerza?
3videntemente, los esfuerzos -inscritos en su naturaleza- que el consejo hacía para consolidar
y extender su poder, aceleraban inevitablemente el conflicto.

3l consejo cuidó -cada vez más- de extender su influencia entre el ejército y el campesinado.
3n noviembre llamó a los obreros a mostrar activamente su solidaridad fraternal con un
ejército que estaba empezando a despertar de su letargo. No haberlo hecho hubiera sido no
preocuparse de acrecentar sus fuerzas. Hacerlo correctamente era ir al encuentro del
conflicto.

¿Hubiera habido, por casualidad, una tercera vía? ¿Acaso hubiera tenido que apelar a la
pretendida "razón de 3stado" del gobierno? ¿Hubiera podido, hubiera debido observar la
frontera que separa los derechos del pueblo de los privilegios de la monarquía y detenerse
ante este límite sagrado? ero, ¿quién hubiera garantizado que la monarquía no traspasaría
ese límite? ¿Quién hubiera sido el encargado de preparar la paz, o al menos un armisticio
provisional, entre los dos adversarios? ¿3l liberalismo? Una se sus comisiones propuso el 18
de octubre al conde Witte, como signo de reconciliación con el pueblo, retirar las tropas de la
ciudad.

"Vale más quedarse sin electricidad ni agua que sin tropas", respondió el ministro.

3s del todo evidente que el gobierno no tenía intención alguna de deponer las armas. ¿Qué
posibilidades tenía pues el consejo? O bien apartarse y dejar todos los asuntos en manos de la
cámara conciliadora, la futura Duma del Imperio -lo que en verdad ansiaba el liberalismo. O
bien tenía que prepararse para defender con las armas en la mano todo lo que había
conquistado en octubre y, si fuera posible, organizar nuevos asaltos. Ciertamente ahora
tenemos la completa evidencia de que la cámara conciliadora se ha convertido en escenario
de un nuevo conflicto revolucionario. or lo tanto, el rol objetivo de la duma no hizo más que
confirmar la justeza de la hipótesis mediante la que el proletariado dedujo su táctica. ero no
es necesario llegar tan lejos. 3s legítimo preguntarse: ¿qué es lo que podía y debía garantizar
la reunión de esta "cámara conciliadora" que no podía conciliar a nadie? ¿Otra vez la razón
de 3stado de la monarquía? ¿O una solemne promesa por su parte? ¿O la palabra de honor
del conde Witte? ¿O las procesiones de la nobleza rural a eterhof por la puerta de servicio?
¿O las advertencias de Mendelssohn? O bien el famoso "curso natural de las cosas" por el
que el liberalismo se descarga de todos su problemas desde que la historia le confía su
solución a su iniciativa, a su energía, a su razón.

IV

Si se reconoce -y es imposible no hacerlo- que tras la semi-victoria de octubre las cosas se


presentaban como acabamos de decir, aún debe uno preguntarse si el consejo se preparó
como debía para este conflicto inevitable. A este respecto, la prensa burguesa democrática ha
lanzado diversas acusaciones que desgraciadamente han tenido algún eco en la prensa del
partido.

Si les damos crédito, el principal fallo del consejo y de los partidos revolucionarios consistió
en agitar mucho y organizar poco. or ello no pudo rechazarse con suficiente fuerza el asalto
contrarrevolucionario. ero nosotros no comprendemos bien qué tipo de organización tienen
en mente estos acusadores.

3l consejo organizaba alrededor de 200.000 obreros. Todas las fábricas tenían su centro
organizativo: el colegio de diputados de la fábrica. Todos los barrios el suyo: la asamblea de
los diputados de distrito. Y, finalmente, el conjunto del proletariado petersburgués tenía el
suyo: el consejo. Se trataba de una vasta organización, libre, influyente y dotada de iniciativa.
Se desplegó simultáneamente una intensa actividad para fundar sindicatos, que aspiraban
vivamente a unirse. Disponían de un órgano coordinador: el buró central de los sindicatos. A
partir de la delegación de las diversas empresas, el consejo mismo asumía la representación
de las organizaciones de ramo. 3n su último período de existencia estaban representados
dieciséis sindicatos.

Naturalmente, se le puede reprochar al consejo el haber organizado tan solo doscientos mil
obreros y no cuatrocientos o quinientos mil. Se les puede reprochar al consejo y a la
socialdemocracia no haber organizado más que dieciséis, y no treinta o cuarenta, sindicatos o
no haber organizado a todo el proletariado en estas uniones. ¡ero hay que tener en cuenta
que para toda esta tarea la historia no concedió mas que "cincuenta días"! La
socialdemocracia hizo mucho, pero no podía hacer milagros.

¿Fue acertado el trabajo de organización interna del partido? ¿No dejó pasar estos cincuenta
días sin aprovecharlos bien? 3n la medida en que se trataba de armar a cientos de miles de
obreros en el plazo más breve posible, el partido no podía hacer nada mejor que empeñar
todas sus fuerzas para organizar y consolidar el consejo. Al fin y al cabo el consejo era
íntegramente "su" trabajo. 3n lo tocante a su propia organización, al partido se le presentaban
dos opciones: la vía conspirativa y la abierta. 3n nuestras filas, nadie con dos dedos de frente
dudaba que el asalto de la contrarrevolución contra las organizaciones obreras abiertas era
inevitable. Sin embargo, en unos momentos en que la vida política de las masas era intensa y
abierta hubiera sido una completa estupidez dirigir toda la organización del partido en la
clandestinidad. ara que el trabajo de agitación prosperase era indispensable que el partido
saliera a la luz pública por medio de secciones y clubes socialdemócratas. ero era evidente
que estas organizaciones sufrirían en diciembre la misma suerte que el consejo de los
diputados obreros, la federación campesina y todas las demás uniones sindicales, con las
federaciones de ferroviarios, correos y telégrafos a la cabeza. Diciembre deriva de octubre
como la conclusión de la hipótesis. 3l resultado de diciembre se explica naturalmente porque
en ese momento del desarrollo revolucionario la reacción era mecánicamente más fuerte que
la revolución. 3l liberalismo, está claro, estima que en todas las circunstancias se debe suplir
la falta de fuerzas con unos pies ligeros. ara él, la táctica realmente valerosa, madura,
reflexiva y adaptada consiste en desertar en el momento decisivo. Claro que puede hacerlo
porque tiene la inmensa ventaja de tener esos pies ligeros, ya que no carga con la confianza
de las masas ni es responsable ante ellas. ero si la socialdemocracia o el consejo hubieran
cedido sin luchar en diciembre, habrían despojado de contenido no sólo la manifestación de
noviembre sino todos los esfuerzos derrochados y la victoria lograda en octubre. Hubiera
significado, junto a la derrota material producto de la relación de fuerzas, la derrota moral
producto de la traición que era la deserción.

Hemos dicho que diciembre era consecuencia directa e inevitable de octubre. Desde este
punto de vista, las divergencias de opinión en la apreciación de la huelga de noviembre y de
la lucha por la jornada de ocho horas tienen una importancia secundaria. Actualmente,
cuando se observa retrospectivamente la actuación del consejo, la lucha por la jornada de
ocho horas suscita cierto número de opiniones divergentes. No se trata cuestionar el hecho de
la huelga de noviembre, pero ciertos socialdemócratas influyentes han puesto en duda su
oportunidad. or nuestra parte afirmamos lo siguiente: si la huelga de noviembre fue un error,
si la instauración de la jornada de ocho horas por la fuerza fue otro mayor -opiniones que no
compartimos en absoluto-, fueron dos errores de menor importancia. No modificaron la
situación política, pues no fueron estos dos errores los que originaron la oposición entre el
poder que se apoya en los soldados y el que lo hace en los obreros. Con o sin errores, el
conflicto de diciembre estaba inscrito ya en esta situación contradictoria. La derrota de
diciembre estaba prefigurada en la correlación de fuerzas. Más al sur, en los países bálticos,
en el Cáucaso, no hubo ni huelga de noviembre ni instauración forzosa de la jornada de ocho
horas. Y sin embargo las cosas sucedieron igual en todas partes y en diciembre se produjo el
conflicto y la derrota.

uesto que no se pueden encontrar las razones de la derrota en la táctica seguida, ¿acaso
estarían en la "composición" del consejo? Se ha dicho que el pecado original del consejo era
su carácter de clase. ara convertirse en órgano de la revolución nacional, se dice, era preciso
que el consejo ampliara su base y estuvieran representadas en él "todas" las capas sociales.
3llo hubiera consolidado la influencia del consejo y reforzado su poder.

¿3s eso cierto?

La fuerza del consejo provenía del papel que juega el proletariado en la economía capitalista.
La tarea del consejo no consistía en transformarse en una parodia de arlamento, sino en
crear las condiciones del parlamentarismo. Tampoco tenía que organizar la representación
equitativa de los intereses de los diferentes grupos sociales, sino organizar la lucha
revolucionaria del proletariado. Su principal arma era la huelga política de masas, un método
privativo de la clase de los obreros asalariados, del proletariado. La unidad de clase eliminaba
las fricciones internas en el consejo y le confería la capacidad de iniciativa revolucionaria.

¿De qué forma se podía ampliar la composición del consejo? Se hubiera podido admitir a los
representantes de profesiones liberales. Aunque no hubieran aportado nada al consejo
podemos suponer que no le habrían molestado demasiado. 3s inútil añadir que eso no hubiera
cambiado para nada la fisonomía de clase del consejo.

¿Qué otros grupos sociales podrían haber estado representados? ¿3l congreso de loa
"zemstvos"? ¿3l comercio y la industria?

3l congreso de los "zemstvos" se reunió en Moscú en noviembre para deliberar sobre la


cuestión de las negociaciones con el ministerio del conde Witte, pero no se le ocurrió
plantearse la cuestión de las negociaciones con el consejo obrero.

Durante las sesiones del congreso estalló la insurrección de Sebastopol, lo que


inmediatamente desplazó hacia la derecha a los representantes de los zemstvos . Miliukov
tuvo que serenar al congreso con un discurso que decía en substancia que, a Dios gracias, la
insurrección ya había sido aplastada. ¿Cómo hubieran podido llevar a cabo una acción
revolucionaria común estos señores y los diputados obreros que saludaron a los insurrectos
de Sebastopol? Uno de los dogmas, medio sincero, medio hipócrita, del liberalismo es la
exigencia de que el ejército se mantenga al margen de la política. 3l consejo, por su parte,
desplegó una intensa actividad para conducir al ejército a la política revolucionaria. ¿Sobre
qué bases se podía haber llegado a una acción común en este terreno? ¿Qué hubieran podido
aportar estos señores a la actividad del consejo excepto una oposición sistemática, debates
inacabables y la desmoralización interna? ¿Qué hubieran podido aportarnos, aparte de
advertencias y consejos como los que abundaban en la prensa liberal? 3s muy posible que los
cadetes y los octubristas tuvieran a su disposición la verdadera "razón de 3stado", pero eso
no implicaba que el consejo hubiera de transformarse en un club de debate político y
educación mutua -era preciso que fuera un órgano de "lucha", y lo fue.

Mientras que, para el consejo, la huelga general era la única condición previa para la
insurrección, donde los elementos no proletarios podían encontrar su sitio junto a los obreros,
y mientras el consejo pedía a todos los grupos revolucionarios que prepararan con él la
huelga directa e inmediatamente, el liberalismo burgués veía en la huelga política, de la que
no podía formar parte activa, un método de lucha que había perdido toda eficacia y exigía la
parte del león en la dirección de una lucha cuyo peso recaía exclusivamente sobre el
proletariado.

¿Qué es lo que podían añadir a la potencia del consejo los representantes del liberalismo y la
democracia burgueses? ¿Cómo hubieran podido enriquecer sus métodos de lucha? Basta con
recordar el papel que jugaron en octubre, en noviembre, en diciembre, o con recordar la
resistencia que opusieron estos elementos a la disolución de su duma, para comprender que el
consejo podía y debía seguir siendo una organización de clase, es decir, una organización de
lucha. Algunos diputados burgueses podían aumentar su importancia "numérica", pero eran
absolutamente incapaces de incrementar su "potencia".

VI

La tarea central de la revolución es la lucha por el poder. 3stas cincuentas jornadas y su


sangrienta conclusión no sólo han mostrado que en Rusia las ciudades constituyen una base
demasiado estrecha para esta lucha, sino que, en los límites de la revolución urbana, una
organización local no puede asumir la dirección del proletariado. La batalla del proletariado
en nombre de tareas "nacionales" exigía una "organización de clase de envergadura
nacional". 3l consejo de etersburgo era una organización local. ero la necesidad de una
organización central era tal que, de buen grado o no, tuvo que asumir las funciones. Desde
esta perspectiva hizo todo lo que pudo, pero siguió siendo ante todo el consejo de diputados
de "etersburgo". Ya en la época del primer consejo se manifestó claramente la necesidad de
un congreso obrero panruso, que inevitablemente habría supuesto la fundación de un órgano
central. La derrota de diciembre impidió que esta tarea llegara a buen puerto. Quedó como un
legado de estos cincuenta días. La idea del consejo echó raíces en la mente de los obreros, al
igual que la necesidad previa de la irrupción revolucionaria de las masas. La experiencia
demostró que el consejo no estaba adaptado ni era posible en todas las circunstancias. La
organización del consejo significa objetivamente que surge la posibilidad de desorganizar al
gobierno, significa la organización de la "anarquía", por lo tanto la condición necesaria para
un conflicto revolucionario. Si un período de calma chicha en la revolución y triunfo
desmesurado de la reacción excluye la posibilidad de un órgano de masas público, elegido,
influyente, no cabe duda alguna que el próximo asalto de la revolución significará la
constitución de consejos obreros por doquier. 3l consejo obrero panruso, organizado por la
unión de todos los obreros del país, asumirá la dirección de las organizaciones locales
elegidas por el proletariado. Claro que lo esencial no es el nombre ni los detalles de las
organizaciones, sino su actividad: la dirección democrática y centralizada del proletariado en
la lucha para poner el poder en manos del pueblo. La historia no se repite jamás, y el nuevo
consejo no tendrá que pasar otra vez por los mismos acontecimientos de estos cincuenta días,
sino que de este período podrá extraer un programa de acción completo. Y este programa está
perfectamente claro: cooperación revolucionaria con el ejército, el campesinado y las capas
populares de la población urbana.; abolición del absolutismo; destrucción de su organización
material: en parte cambio radical, en parte disolución inmediata del ejército, disolución del
aparato policial burocrático; jornada de ocho horas; armamento de la población, sobre todo
del proletariado; transformación de los ayuntamientos en órganos de auto-administración de
las ciudades; fundación de consejos de diputados campesinos como órganos de la revolución
agraria; organización de elecciones a la Asamblea constituyente y campaña electoral en base
a un programa determinado de trabajos de la representación popular.

Un plan de este tipo es más fácil de formular que de poner en práctica. ero, si la revolución
debe vencer, el proletariado ruso se verá obligado a seguir precisamente este programa.
Desplegará una actividad revolucionaria como jamás ha visto el mundo. La historia de estos
cincuenta días no será entonces más que una página menor en el gran libro de la lucha y
victoria del proletariado.

Antonio ramsci
3 MOVIMI3NTO TURIN3S D3 OS CONS3OS D3 FABRICA
(Informe enviado al Comité 3jecutivo de la Internacional Comunista en julio de 19 .)
[ulio de 19 , 1^III^19 1; L.0.N.; 176^186]
³ El entusiasmo por los Consejos.

La propaganda por los Consejos de fábrica fue acogida con entusiasmo por las masas; en el
curso de medio año se constituyeron Consejos en todas las fábricas y todos los talleres
metalúrgicos; los comunistas conquistaron la mayoría en el sindicato metalúrgico; el
principio de los Consejos de fábrica y del control de la producción se aprobó y aceptó por la
mayoría del Congreso y por la mayor parte de los sindicatos pertenecientes a la Cámara del
Trabajo.

La organización de los Consejos de fábrica se basa en los siguientes principios: en cada


fábrica, en cada taller, se constituye un organismo sobre la base de la representación (y no
sobre la base del antiguo sistema burocrático), el cual realiza la fuerza del proletariado, lucha
contra el orden capitalista o ejerce el control de la producción, educando a toda la masa
obrera para la lucha revolucionaria y para la creación del 3stado obrero. 3l Consejo de
fábrica tiene que constituirse según el principio de la organización por industria; tiene que
representar para la clase obrera el modelo de la sociedad comunista, a la cual se llegará por la
dictadura del proletariado; en esa sociedad no habrá ya división en clases, todas las relaciones
humanas estarán reguladas según las exigencias técnicas de la producción y de la
organización correspondiente y no estarán subordinadas a un poder estatal organizado. La
clase obrera tiene que comprender toda la hermosura y nobleza del ideal por el cual lucha y
se sacrifica; tiene que darse cuenta de que para llegar a ese ideal hay que pasar por algunas
etapas; debe reconocer la necesidad de la disciplina revolucionaria y de la dictadura.

Cada empresa se subdivide en secciones y cada sección en equipos de oficio: cada equipo
realiza una parte determinada del trabajo; los obreros de cada equipo eligen un obrero con
mandato imperativo y condicionado. La asamblea de los delegados de toda la empresa forma
un Consejo que elige de su seno un comité ejecutivo. La asamblea de los secretarios políticos
de los comités ejecutivos forma el comité central de los Consejos, el cual elige, a su vez, de
su seno, un comité urbano de estudio [21] para la organización de la propaganda, la
elaboración de los planes de trabajo, la aprobación de los proyectos y de las propuestas de las
varias empresas y hasta de los obreros individuales, y, por último, para la dirección de todo el
movimiento.

Consejos y comisiones internas durante las huelgas.

Algunas tareas de los Consejos de fábrica tienen un carácter estrictamente técnico y hasta
industrial, como, por ejemplo, el control del personal técnico, el despido de empleados que se
muestren enemigos de la clase obrera, la lucha con la dirección por la conquista de derechos
y libertades, el control de la producción de la empresa y de las operaciones financieras.

Los Consejos de fábrica arraigaron pronto. Las masas acogieron gustosas esta forma de
organización comunista, se reunieron en torno de los comités ejecutivos y apoyaron
enérgicamente la lucha contra la autocracia capitalista. Aunque ni los industriales ni la
burocracia sindical quisieron reconocer a los Consejos y sus comités, éstos consiguieron
éxitos notables: echaron a los agentes y espías de los capitalistas, establecieron relaciones con
los empleados y con los técnicos para obtener información financiera e industrial; por lo que
hace a los asuntos de la empresa, concentraron en sus manos el poder disciplinario y
mostraron a las masas desunidas y disgregadas lo que significa la gestión directa de los
obreros en la industria.

La actividad de los Consejos y de las comisiones internas se manifestó más claramente


durante las huelgas; estas huelgas perdieron su carácter impulsivo, fortuito, y se convirtieron
en expresión de la actividad consciente de las masas revolucionarias. La organización técnica
de los Consejos y de las comisiones internas, su capacidad de acción, se perfeccionó tanto
que fue posible obtener en cinco minutos la suspensión del trabajo de 16.000 obreros
dispersos por Ë2 secciones de la Fiat. 3l 3 de diciembre de 1919, los Consejos de fábrica
dieron una prueba tangible de su capacidad de dirigir movimientos de masa de gran estilo;
por orden de la sección socialista, que concentraba en sus manos todo el mecanismo del
movimiento de masas, los Consejos de fábrica movilizaron sin preparación alguna, en el
curso de una hora, 120.000 obreros organizados por empresas. Una hora después, el ejército
proletario se precipitaba como una avalancha hasta el centro de la ciudad y barría de calles y
plazas a toda la canalla nacionalista y militarista.
La lucha contra los Consejos.

3n cabeza del movimiento para la constitución de los Consejos de fábrica se encontraron los
comunistas de la sección socialista y de las organizaciones sindicales; también colaboraron
los anarquistas, que intentaron contraponer su fraseología ampulosa al lenguaje claro y
preciso de los comunistas marxistas.

ero el movimiento chocó con la encarnizada resistencia de los funcionarios sindicales, de la


dirección del artido Socialista y del Avanti! La polémica de esa gente se basaba en la
diferencia entre el concepto de Consejo de fábrica y el de Sóviet. Sus conclusiones tuvieron
un carácter puramente teórico, abstracto, burocrático. Detrás de sus frases altisonantes se
escondía el deseo de evitar la participación directa de las masas en la lucha revolucionaria, el
deseo de conservar la tutela de las organizaciones sindicales sobre las masas. Los
componentes de la dirección del partido se negaron siempre a tomar la iniciativa de una
acción revolucionaria mientras no existiera un plan de acción coordinado, pero no hicieron
nunca nada por preparar y elaborar ese plan.

3l movimiento turinés no consiguió rebasar el ámbito local; porque todo el mecanismo


burocrático de los sindicatos se puso en movimiento para impedir que las masas obreras de
las demás partes de Italia siguieran el ejemplo de Turín. 3l movimiento turinés fue objeto de
burlas, escarnecido, calumniado y criticado de todas las maneras posibles.

Las ásperas críticas de los organismos sindicales y de la dirección del artido Socialista
animaron nuevamente a los capitalistas, los cuales no tuvieron ya freno alguno en su lucha
contra el proletariado turinés y contra los Consejos de fábrica. La conferencia de los
industriales celebrada en marzo de 1920 en Milán elaboró un plan de ataque; pero los "tutores
de la clase obrera", las organizaciones económicas y políticas, no se preocuparon por ello.
or todos abandonado, el proletariado turinés se vio obligado a enfrentarse él solo, con sus
solas fuerzas, con el capitalismo de toda la nación y con el poder del 3stado. Turín fue
inundado por un ejército de policías; alrededor de la ciudad se emplazaron cañones y
ametralladoras en los puntos estratégicos. Y una vez dispuesto todo ese aparato militar, los
capitalistas empezaron a provocar al proletariado. 3s verdad que ante esas gravísimas
condiciones de lucha el proletariado vaciló antes de aceptar el reto; pero cuando se vio que el
choque era inevitable, la clase obrera salió valerosamente de sus posiciones de reserva y
quiso reanudar la lucha hasta un final victorioso.

El Consejo socialista nacional de Milán.

Los metalúrgicos estuvieron en huelga un mes entero, y las demás categorías diez días; la
industria se detuvo en toda la provincia y se paralizaron las comunicaciones. ero el
proletariado turinés quedó aislado del resto de Italia; los órganos centrales no hicieron nada
por ayudarle; no publicaron siquiera un manifiesto para explicar al pueblo italiano la
importancia de la lucha de los trabajadores turineses: el Avanti! se negó incluso a publicar el
manifiesto de la sección turinesa del partido. Los camaradas turineses recibieron de todas
partes los epítetos de anarquistas y aventureros. 3n aquella época tenía que celebrarse en
Turín el Consejo Nacional del artido; pero la reunión se trasladó a Milán, porque una ciudad
"presa de una huelga general" pareció poco adecuada como teatro de discusiones socialistas.

3n esa ocasión se manifestó toda la impotencia de los hombres puestos a dirigir el partido;
mientras la masa obrera defendía valerosamente en Turín los Consejos de fábrica, la primera
organización basada en la democracia obrera, encarnación del poder proletario, en Milán
charlaban de proyectos y métodos teóricos para la formación de los Consejos como forma de
poder político que el proletariado habría de conquistar; se discutía sobre la manera de
organizar conquistas que no se habían conseguido y se abandonaba al proletariado turinés a
su destino, se dejaba a la burguesía la posibilidad de destruir el poder obrero ya conquistado.

Las masas proletarias italianas manifestaron su solidaridad con los compañeros turineses de
varios modos: los ferroviarios de isa, Livorno y Florencia se negaron a transportar las tropas
destinadas a Turín; los trabajadores portuarios y los marineros de Livorno y Génova
sabotearon el movimiento en los puertos; el proletariado de muchas ciudades se lanzó a la
huelga a pesar de las órdenes de los sindicatos en contra de ella.

La huelga general de Turín y del iamonte chocó con el sabotaje y la resistencia de las
organizaciones sindicales y del partido mismo. ero tuvo una gran importancia educativa,
porque demostró que es posible la unión práctica de los obreros y los campesinos, y volvió a
probar la urgente necesidad de luchar contra todo el mecanismo burocrático de las
organizaciones sindicales, que son el apoyo más sólido de la obra oportunista de los
parlamentarios y de los reformistas, tendiente a sofocar todo movimiento revolucionario de
las masas trabajadoras.

Antonio ramsci
3 PRORAMA D3 L¶ORDINE NUOVO
[1 y 8^VIII^19 ; L.O.N.: 16^15]

Cuando, en el mes de abril de 1919, tres, cuatro o cinco personas (de cuyas deliberaciones y
discusiones aún deben de existir, puesto que se redactaron y escribieron en limpio, las actas,
sí, señores míos, nada menos que actas... ¡para la historia!) decidimos empezar la publicación
de esta revista L¶Ordine Nuovo, ninguno de nosotros (o tal vez ninguno...) pensaba en
cambiar la faz del mundo, renovar los cerebros y los corazones de las muchedumbres
humanas, abrir un nuevo ciclo de la historia. Ninguno de nosotros (o tal vez ninguno, porque
alguno hablaba fantasiosamente de tener 6.000 suscriptores en pocos meses) acariciaba
ilusiones rosadas acerca del buen éxito de la empresa. ¿Quiénes éramos? ¿Qué
representábamos? ¿De qué nuevo verbo éramos portadores? ¡Ay! 3l único sentimiento que
nos unía en aquellas reuniones era el provocado por una vaga pasión por una vaga cultura
proletaria: queríamos hacer algo, algo, algo; nos sentíamos angustiados, sin orientación,
sumidos en la ardiente vida de aquellos meses posteriores al armisticio, cuando parecía
inminente el cataclismo de la sociedad italiana. ¡Ay! La única palabra nueva que realmente se
pronunció en aquellas reuniones quedó sofocada. La dijo uno que era un técnico: "Hay que
estudiar la organización de la fábrica como instrumento de producción; debemos dedicar toda
la atención a los sistemas capitalistas de producción y de organización y debemos trabajar
para que la atención de la clase obrera y la del partido se dirijan a ese objeto". Otro, que se
preocupaba por la organización de los hombres, por la historia de los hombres y por la
sicología de la clase obrera, dijo también: "Hay que estudiar lo que ocurre en el seno de las
masas obreras. ¿Hay en Italia, como institución de la clase obrera, algo que pueda
compararse con el Sóviet, que tenga algo de su naturaleza? ¿Algo que nos autorice a afirmar:
el Sóviet es una forma universal, no es una institución rusa, exclusivamente rusa; el Sóviet es
la forma en la cual, en cualquier lugar en que haya proletarios en lucha por conquistar la
autonomía industrial, la clase obrera manifiesta esa voluntad de emanciparse; el Sóviet es la
forma de autogobierno de las masas obreras; existe un germen, una veleidad, una tímida
incoación de gobierno de los Sóviets en Italia, en Turín?" 3ste otro, impresionado por una
pregunta que le había dirigido a quemarropa un camarada polaco --"¿or qué no se ha
celebrado nunca en Italia un congreso de las comisiones internas de fábrica?"--, respondía en
aquellas reuniones y a sus propias preguntas: "Sí, existe en Italia, en Turín, un germen de
gobierno obrero, un germen de Sóviet; es la comisión interna; estudiemos esta institución
obrera, hagamos una encuesta, estudiemos también la fábrica capitalista, pero no como
organización de la producción material, porque para eso necesitaríamos una cultura
especializada que no tenemos; estudiemos la fábrica capitalista como forma necesaria de la
clase obrera, como organismo político, como "territorio nacional del autogobierno obrero".
3sta era la palabra nueva; y fue precisamente rechazada por el camarada Tasca.

¿Qué quería decir el camarada Tasca? Quería que no se empezara ninguna propaganda
directamente entre las masas obreras, quería un acuerdo con los secretarios de las
federaciones y de los sindicatos, quería que se promoviera una asamblea con esos secretarios
y se construyera un plan de acción oficial; de este modo el grupo de L¶Ordine Nuovo habría
quedado reducido a la dimensión de una irresponsable camarilla de presuntuosas pulgas
labradoras [25]. ¿Cuál fue, pues, el programa real de los primeros números de L¶Ordine
Nuovo? Ninguna idea central, ninguna organización íntima del material literario publicado.
¿Qué entendía el camarada Tasca por "cultura", quiero decir, qué entendía concretamente, no
abstractamente? He aquí lo que entendía por "cultura" el camarada Tasca: quería "recordar",
no "pensar", y quería "recordar" cosas muertas, cosas desgastadas, la pacotilla del
pensamiento obrero; quería dar a conocer a la clase obrera, "recordar" a la buena clase obrera
italiana, que es tan atrasada, tan ruda e inculta, recordarle que Louis Blanc ha tenido ideas
acerca de la organización del trabajo y que esas ideas han producido experiencias reales;
"recordar" que 3ugenio Fourniére ha redactado un cuidado ejercicio escolar para servir bien
calentito (o completamente frío) un esquema de 3stado socialista; "recordar" con el espíritu
de Michelet (o con el bueno de Luigi Molinari) la Comuna de arís, sin oler siquiera que los
comunistas rusos, siguiendo las indicaciones de Marx, enlazan el Sóviet, el sistema de los
Sóviets, con la Comuna de arís, sin oler siquiera que las observaciones de Marx acerca del
carácter "industrial" de la Comuna han servido a los comunistas rusos para comprender el
Sóviet, para elaborar la idea del Sóviet, para trazar la línea de acción de su partido, una vez
llegado a partido de gobierno. ¿Qué fue L¶Ordine Nuovo durante sus primeros números? Fue
una antología y nada más que una antología; una revista que igual habría podido nacer en
Nápoles, Caltanisetta o Brindisi: una revista de cultura abstracta, de información abstracta,
con cierta tendencia a publicar cuentecillos horripilantes y xilografías bienintencionadas; eso
fue L¶Ordine Nuovo durante sus primeros números: un desorganismo, el producto de un
intelectualismo mediocre que buscaba a fuerza de traspiés un puerto ideal y una vía de
acción. 3so era L¶Ordine Nuovo tal como se botó al agua a raíz de las reuniones que
celebramos en abril de 1919, reuniones oportunamente registradas en acta y en las cuales el
camarada Tasca rechazó, por no ser conformes a las buenas tradiciones de la morigerada y
pacífica familia socialista italiana, la propuesta de consagrar nuestras energías a "descubrir"
una tradición soviética en la clase obrera italiana, a sacar a la luz el filón del real espíritu
revolucionario italiano; real porque era coincidente con el espíritu universal de la
Internacional obrera, porque era producido por una situación histórica real, porque era
resultado de una elaboración de la clase obrera misma.

[25] or µpulgas labradoras¶ (expresión construida según el dicho del refranero: "aramos, dijo
la pulga, e iba encima del asno") se traduce la frecuente frase gramsciana µmosche
cocchiere¶, literalmente µmoscas cocheras¶, presumiblemente inspirada en alguna tradición
del tipo de la recogida en el refrán castellano, y acaso precisamente en la fábula de La
Fontaine que habla de una mosca cochera ("Le Coche et la Mouche", Fables, livre VII, n°
I ).

Togliatti y yo urdimos entonces un golpe de estado de redacción: el problema de las


comisiones internas se planteó explícitamente en el número siete de la revista. Una tarde,
pocos días antes de escribir el articulo; expuse al camarada Terracini la línea del mismo, y
Terracini expresó su pleno acuerdo con la teoría y con la práctica resultante; el artículo, con
el acuerdo de Terracini y con la colaboración de Togliatti, se publicó; y entonces ocurrió todo
lo que habíamos previsto: Togliatti, Terracini y yo fuimos invitados a celebrar
conversaciones en los círculos educativos, en las asamblea de fábrica, fuimos invitados por
las comisiones internas a discutir en reducidas comisiones de fiduciarios y administradores de
las comisiones. Seguimos adelante; el problema del desarrollo de la comisión interna se
convirtió en central, se convirtió en la idea de L¶Ordine Nuovo; se presentaba como problema
fundamental de la revolución obrera, era el problema de la "libertad" proletaria. L¶Ordine
Nuovo se convirtió, para nosotros y para cuantos nos seguían, en "el periódico de los
Consejos de fábrica"; los obreros quisieron a L¶Ordine Nuovo (podemos afirmarlo con íntima
satisfacción). ¿or qué gustaron los obreros de L¶Ordine Nuovo? orque en los artículos del
periódico encontraban una parte de sí mismos, su parte mejor; porque notaban que los
artículos de L¶Ordine Nuovo no eran frías arquitecturas intelectuales, sino que brotaban de
nuestra discusión con los mejores obreros, elaboraban sentimientos, voluntades, pasiones
reales de la clase obrera turinesa que habían sido exploradas y provocadas por nosotros,
porque los artículos de L¶Ordine Nuovo eran casi el "acta" de los acontecimientos reales
vistos como momentos de un proceso de íntima liberación y expresión de la clase obrera. or
eso los obreros quisieron a L¶Ordine Nuovo, y así se formó la idea de L¶Ordine¶Nuovo. 3l
camarada Tasca no colaboró en esa formación, en esa elaboración; L¶Ordine Nuovo
desarrolló su idea sin su voluntad y al margen de su "aportación" a la revolución. Y en eso
veo la explicación de su actual actitud y el "tono" de su polémica; Tasca no ha trabajado
esforzadamente para llegar a "su concepción", y no me asombra que esa concepción haya
nacido tan torpemente, porque no la ama, ni que trate el tema con tanta grosería, ni que se
haya puesto a actuar con tanta desconsideración y tanta falta de disciplina interior para volver
a darle el carácter oficial que había sostenido y puesto en acta el año anterior.

II

3n el número anterior he intentado determinar el origen de la posición mental del camarada


Tasca respecto del programa de L¶Ordine Nuovo, programa que había ido organizándose, de
acuerdo con la real experiencia que teníamos de las necesidades espirituales y prácticas de la
clase obrera, en torno al problema central de los Consejos de fábrica. Como el camarada
Tasca no participaba de esa experiencia, y como era incluso hostil a que se realizara, el
problema de los Consejos de fábrica se le escapó completamente en sus reales términos
históricos y en el desarrollo orgánico que, aun con algunas vacilaciones y errores
comprensibles, había ido cobrando en el estudio que desarrollamos Togliatti, yo mismo y
algunos otros camaradas que quisieron ayudarnos; para Tasca el problema de los Consejos de
fábrica fue problema solo en su aspecto aritmético: fue el problema de cómo organizar
inmediatamente toda la clase de los obreros y los campesinos italianos. 3n una de sus notas
polémicas, Tasca dice que sitúa en un mismo plano el artido Comunista, el sindicato y el
Consejo de fábrica; en otra muestra no haber comprendido el significado del atributo
"voluntario" que L¶Ordine Nuovo aplica a las organizaciones de partido y de sindicato, pero
no al Consejo de fábrica, entendido como forma de asociación "histórica", de un tipo que hoy
solo puede compararse con el del 3stado burgués. Según la concepción desarrollada por
L¶Ordine Nuovo --la cual, precisamente para ser una concepción, se organizaba en torno a
una idea, la idea de libertad (y concretamente, en el plano de la creación histórica actual, en
torno a la hipótesis de una acción autónoma revolucionaria de la clase obrera)--, el Consejo
de fábrica es una institución de carácter "publico", mientras que el partido y el sindicato son
asociaciones de carácter "privado". 3n el Consejo de fábrica el obrero interviene como
productor, a consecuencia de su carácter universal, a consecuencia de su posición y de su
función en la sociedad, del mismo modo que el ciudadano interviene en el 3stado
democrático parlamentario. 3n cambio, en el partido y en el sindicato el obrero está
"voluntariamente", firmando un compromiso escrito, firmando un "contrato" que puede
romper en cualquier momento: por ese carácter de "voluntariedad", por ese carácter
"contractual", el partido y el sindicato no pueden confundirse en modo alguno con el
Consejo, institución representativa que no se desarrolla aritméticamente, sino
morfológicamente, y que en sus formas superiores tiende a dar el perfil proletario del aparato
de producción y cambio creado por el capitalismo con fines de beneficio. 3l desarrollo de las
formas superiores de la organización de los Consejos no se formulaba, por eso mismo, en
L¶Ordine Nuovo con la terminología política propia de las sociedades divididas en clases,
sino con alusiones a la organización industrial. Según la interpretación desarrollada por
L¶Ordine Nuovo, el sistema de los Consejos no puede expresarse con la palabra "federación"
ni con otras de significación análoga, sino que sólo puede representarse trasladando a un
centro industrial entero el complejo de relaciones industriales que vincula en una fábrica un
equipo de obreros con otros, una sección con otra. 3l ejemplo de Turín era para nosotros un
ejemplo plástico, y por eso se dijo en un artículo que Turín era el taller histórico de la
revolución comunista italiana. 3n una fábrica, los obreros son productores en cuanto
colaboran ordenados de un modo exactamente determinado por la técnica industrial, el cual
es (en cierto sentido) independiente del modo de apropiación de valores producidos. Todos
los obreros de una fábrica de automóviles, sean metalúrgicos, albañiles, electricistas,
carpinteros, etc., asumen el carácter y la función de productores en cuanto son igualmente
necesarios e indispensables para la fabricación del automóvil, en cuanto que, ordenados
industrialmente, constituyen un organismo históricamente necesario y absolutamente
indesmembrable. Turín se ha desarrollado históricamente como ciudad de un modo que
puede resumirse así: por trasladarse la capitalidad a Florencia y luego a Roma y por el hecho
de que el 3stado italiano se ha constituido inicialmente como dilatación del 3stado
piamontés, Turín se ha quedado sin la clase pequeño-burguesa cuyos elementos dieron el
personal del nuevo aparato italiano. ero el traslado de la capitalidad y ese empobrecimiento
repentino de un elemento característico de las ciudades modernas no determinaron la
decadencia de la ciudad; ésta, por el contrario, empezó a desarrollarse nuevamente, y el
nuevo desarrollo ocurrió orgánicamente a medida que crecía la industria mecánica, el sistema
de fábricas de la Fiat. Turín había dado al nuevo 3stado su clase de intelectuales pequeño-
burgueses; el desarrollo de la economía capitalista, arruinando la pequeña industria y la
artesanía de la nación italiana, hizo afluir a Turín una compacta masa proletaria que dio a la
ciudad su figura actual, tal vez una de las más originales de toda 3uropa. La ciudad tomó y
mantiene una configuración concentrada y organizada naturalmente alrededor de una
industria que "gobierna" todo el movimiento urbano y regula sus salidas: Turín es la ciudad
del automóvil, del mismo modo que la región de Vercelli es el organismo económico
caracterizado por el arroz, el Cáucaso por el petróleo, Gales del Sur por el carbón, etc. 3
igual que en una fábrica los obreros cobran figura ordenándose para la producción de un
determinado objeto que unifica y organiza a trabajadores del metal y de la madera, albañiles,
electricistas, etc., así también en la ciudad la clase proletaria recibe su figura por obra de la
industria predominante, la cual ordena y gobierna por su existencia todo el complejo urbano.
Y así también, a escala nacional, un pueblo toma figura por obra de su exportación, de la
aportación real que da a la vida económica del mundo.

3l camarada Tasca, lector muy poco atento de L¶Ordine Nuovo, no ha captado nada de ese
desarrollo teórico, el cual, por lo demás, no era más que una traducción, para la realidad
histórica italiana, de las concepciones del camarada Lenin expuestas en algunos escritos que
ha publicado L¶Ordine Nuovo mismo, y de las concepciones del teórico americano de la
asociación sindicalista revolucionaria de los I[ndustrial] W[orkers of the] W[orld], el
marxista Daniel De Leon. 3n efecto: llegado a cierto punto, el camarada Tasca interpreta en
un sentido meramente "comercial" y contable la representación de los complejos económicos
de producción que se expresa con las palabras "arroz", "madera", "azufre", etc.; en otra
ocasión se pregunta qué relaciones ha de haber entre los Consejos; en otro ve en la
concepción proudhoniana del taller destructor del gobierno el origen de la idea desarrollada
en L¶Ordine Nuovo, pese a que en el mismo número del 5 de junio en el que se imprimieron
el articulo El Consejo de fábrica y el comentario al congreso sindical, se reprodujo también
un extracto del escrito sobre la Comuna de arís, en el cual Marx alude explícitamente al
carácter industrial de la sociedad comunista de los productores. 3n esa obra de Marx han
encontrado De Leon y Lenin los motivos fundamentales de sus concepciones, y sobre esos
elementos se hablan preparado y elaborado los artículos de L¶Ordine Nuovo que el camarada
Tasca, repitámoslo, ha mostrado leer muy superficialmente, precisamente por lo que hace al
número en el que se originó la polémica, y sin ninguna comprensión de la sustancia ideal e
histórica.

No quiero repetir para los lectores de esta polémica todos los argumentos ya desarrollados
para exponer la idea de la libertad obrera que se realiza inicialmente en el Consejo de fábrica.
He querido aludir sólo a algunos motivos fundamentales para demostrar como ha ignorado el
camarada Tasca el proceso íntimo de desarrollo del programa de L¶Ordine Nuovo. 3n un
apéndice que seguirá a estos dos breves artículos analizaré algunos puntos de la exposición
de Tasca, porque me parece oportuno aclararlos y demostrar su inconsistencia. ero hay que
aclarar enseguida un punto: a propósito del capital financiero, Tasca escribe que el capital
"alza el vuelo", se separa de la producción y planea. etc. Toda esa confusión de alzar el vuelo
y planear como... papel moneda no tiene relación alguna con el desarrollo de la teoría de los
Consejos de fábrica; lo que nosotros hemos observado es que la persona del capitalista se ha
separado del mundo de la producción, no el capital, aunque éste sea financiero; hemos
observado que la fábrica ha dejado de estar gobernada por la persona del propietario, para
serlo por el banco a través de una burocracia industrial que tiende a desinteresarse de la
producción del mismo modo que el funcionario estatal se desinteresa de la administración
pública. 3se punto de partida nos sirvió para un análisis histórico de las nuevas relaciones
jerárquicas que han ido estableciéndose en la fábrica, y para afirmar el cumplimiento de una
de las condiciones históricas más importantes de la autonomía industrial de la clase obrera,
cuya organización de fábrica tiende a hacerse con el poder de iniciativa en la producción. Lo
del "volar" y "planear" es una fantasía bastante desgraciada del camarada Tasca, el cual,
aunque se refiere a una reseña suya del libro de Arturo Labriola sobre el Capitalismo,
publicada por el Corriere Universitario, con lo que intenta demostrar que se ha "ocupado" de
la cuestión del capital financiero (y obsérvese que Labriola sostiene precisamente una tesis
contraria a la de Hilferding, que ha sido al final la de los bolcheviques), muestra, en cambio,
en los hechos que no ha comprendido absolutamente nada y que ha levantado un frágil
castillo de cartas sobre un cimiento hecho de vagas reminiscencias y palabras vacías.

La polémica ha servido para demostrar que las criticas que dirigí al informe Tasca están muy
fundadas: Tasca tenía una formación muy superficial sobre el problema de los Consejos y
una invencible manía de formular "su" concepción, de iniciar "su" acción, de abrir una 3ra
nueva para el movimiento sindical

3l comentario al Congreso sindical y al hecho de la intervención del camarada Tasca para


conseguir la aprobación de una moción de carácter ejecutivo se debió a la voluntad de
mantener íntegramente el programa de la revista. Los Consejos de fábrica tienen su ley en sí
mismos, no pueden ni deben aceptar la legislación de los órganos sindicales, a los que
precisamente tienen que renovar de modo fundamental, como finalidad inmediata. Del
mismo modo, el movimiento de los Consejos de fábrica quiere que las representaciones
obreras sean emanación directa de las masas y estén vinculadas a éstas por un mandato
imperativo. La intervención del camarada Tasca como ponente en un congreso obrero, sin
mandato de nadie, acerca de un problema que interesa a toda la masa obrera y cuya solución
imperativa habría debido obligar a la masa misma, era algo tan contrario a la orientación
ideal de L¶Ordine Nuovo que la áspera forma de nuestro comentario estaba perfectamente
justificada y era una obligación absoluta.
Antonio ramsci
A OS COMISARIOS D3 S3CCION D3 OS TA 3R3S
FIAT^C3NTRO Y PAT3NT3S
[1^1^1919; ..N.; 1^]

¡Camaradas!

La nueva forma que ha tomado la comisión interna en vuestra fábrica con el nombramiento
de los comisarios de sección y las discusiones que han precedido y acompañado esa
transformación no han pasado inadvertidas por el campo obrero y patronal de Turín or una
parte, se disponen a imitaros los obreros de otros establecimientos de la ciudad y de la
provincia; por otra, los propietarios y sus agentes directos, los organizadores de las grandes
empresas industriales, contemplan este movimiento con creciente interés, y se preguntan y os
preguntan cuál será el objetivo al que tiende, cuál el programa que se propone realizar la
clase obrera turinesa.

Sabemos que nuestro periódico ha contribuido no poco a determinar ese movimiento. La


cuestión se ha examinado en el periódico desde un punto de vista teórico y general, pero,
además, se han recogido y expuesto en él los resultados de las experiencias de otros países,
para suministrar los elementos del estudio de las aplicaciones prácticas. ero sabemos que
nuestro trabajo ha tenido valor sólo en la medida en que ha satisfecho una necesidad, ha
favorecido la concreción de una aspiración que estaba latente en la conciencia de las masas
trabajadoras. or eso nos hemos entendido tan de prisa, por eso se ha podido pasar tan
seguramente de la discusión a la realización.

La necesidad, la aspiración de la cual nace el movimiento renovador de la organización


obrera que habéis comenzado, está, según creemos, en las cosas mismas, es una consecuencia
directa del punto al que ha llegado en su desarrollo el organismo social y económico basado
en la apropiación privada de los medios de cambio y producción. Hoy día, el obrero de
fábrica y el campesino en el campo, el minero inglés y el mujik ruso, todos los trabajadores
del mundo entero, intuyen con mayor o menor seguridad, sienten de modo más o menos
directo la verdad que habían previsto hombres de estudio, de la cual se cercioran cada vez
más a medida que observan los acontecimientos de este período de la historia de la
humanidad: hemos llegado al punto en el cual la clase obrera, si no quiere quedarse por
debajo de la tarea de reconstrucción que está apuntada en sus hechos y en su voluntad, tiene
que empezar a ordenarse de un modo positivo y adecuado a la finalidad que hay que
conseguir.

Y si es verdad que la nueva sociedad se basará en el trabajo y en la coordinación de las


energías de los productores, entonces los lugares en los que se trabaja, en los que los
productores viven y obran en común, serán mañana los centros del organismo social y
tendrán que ocupar la posición de las entidades directivas de la sociedad de hoy. Así como en
los primeros tiempos de la lucha obrera la organización por oficios era la que más se prestaba
a las finalidades defensivas, a las necesidades de las batallas por la mejora económica y
disciplinaria inmediata, así hoy, cuando empiezan a dibujarse y cobran cada vez mayor
consistencia en la mente de los obreros los objetivos de reconstrucción, es necesario que
surja, junto a la primera y en sostén de ella, una organización por fábricas, verdadera escuela
de la capacidad reconstructiva de los trabajadores.

La masa obrera tiene que prepararse efectivamente para conseguir el pleno dominio de sí
misma, y el primer paso por ese camino consiste en disciplinarse lo más sólidamente en la
fábrica, de modo autónomo, espontáneo y libre. No puede negarse tampoco que la disciplina
que se instaurará con el nuevo sistema llevará a una mejora de la producción; pero eso no es
sino la verificación de una de las tesis del socialismo: cuanto más conciencia de sí mismas
toman las fuerzas productivas humanas, emancipándose de la esclavitud a la que el
capitalismo querría verlas eternamente condenadas, cuanto más se liberan y se organizan
libremente, tanto mejor tiende a ser el modo de su utilización: el hombre trabajará siempre
mejor que el esclavo. Y a los que objetan que de este modo se acaba por colaborar con
nuestros adversarios, con los propietarios de las industrias, contestamos que ése es, por el
contrario, el único modo de hacerles sentir concretamente que el final de su dominio está
cercano, porque la clase obrera concibe ya la posibilidad de decidir por sí misma [16 µfare da
sé': retorsión de la exclamación nacionalista I'Italia fará da sé!], y decidir bien; aun más: la
clase obrera cobra de día en día la certeza, cada vez más clara, de ser la única capaz de salvar
al mundo entero de la ruina y la desolación. or eso toda acción que emprendáis, toda batalla
que se libre bajo vuestra guía, estará iluminada por la luz del objetivo último que está en los
ánimos y en las intenciones de todos vosotros.

or eso tendrán también un grandísimo valor los actos de importancia aparentemente
pequeña en los que se manifieste el mandato que habéis recibido. 3legidos por grupos
obreros en los cuales son todavía numerosos los elementos desorganizados, vuestra primera
preocupación será, sin duda, la de hacer que entren en las filas de la organización; obra, por
otra parte, que os será facilitada por el hecho de que ellos encontrarán en vosotros hombres
siempre dispuestos a defenderlos, a guiarlos y a prepararlos para la vida de la fábrica.
Vosotros les mostraréis con vuestro ejemplo que la fuerza del obrero está toda ella en la
unión y en la solidaridad con sus compañeros.

También os corresponde velar porque se respeten en las secciones las reglas de trabajo fijadas
por los sindicatos de oficio y aceptadas en los convenios, pues en este campo la más pequeña
derogación de los principios establecidos puede a veces constituir una ofensa grave a los
derechos y a la personalidad del obrero, cuyos defensores y custodios rígidos y tenaces seréis.
Y como viviréis vosotros mismos constantemente entre los obreros y en el trabajo, podréis
conocer las modificaciones que vaya siendo necesario introducir en los reglamentos,
modificaciones impuestas por el progreso técnico de la producción y por la conciencia y la
capacidad progresivas de los mismos trabajadores. De este modo irá constituyéndose una
moral de fábrica, primer germen de la verdadera y efectiva legislación del trabajo, o sea, de
las leyes que los productores elaborarán y se darán a sí mismos. 3stamos seguros de que no
se os esconde la importancia de este hecho, que es evidente para todos los obreros que han
comprendido, con rapidez y entusiasmo, el valor y la significación de la obra que os
proponéis hacer: empieza la intervención activa de las fuerzas mismas del trabajo en el
campo técnico y en el de la disciplina.
3n el campo técnico podréis, por una parte, realizar un utilísimo trabajo de información,
recogiendo datos y materiales preciosos para los sindicatos de oficio igual que para las
entidades centrales y directivas de las nuevas organizaciones de fábrica. Curaréis, además, de
que los obreros de la sección consigan capacidad creciente, y eliminaréis los mezquinos
sentimientos de envidia profesional que todavía los tienen divididos y discordes; los
acostumbraréis así para el día en el cual, sin tener ya que trabajar para los patronos, sino para
ellos mismos, necesiten estar unidos y solidarios para aumentar la fuerza del gran ejército
proletario del que son las células primeras. ¿or qué no habríais de poder suscitar en la
misma fábrica adecuadas secciones de instrucción, verdaderas escuelas profesionales en las
que cada obrero, irguiéndose del cansancio que embrutece, pueda abrir la mente al
conocimiento de los procesos de producción y mejorarse a sí mismo?

3s cierto que para hacer todo eso hará falta disciplina, pero la disciplina que pediréis a la
masa obrera será muy distinta de la que el patrono imponía y pretendía basado en el derecho
de propiedad que constituye en sí mismo una posición de privilegio. Vosotros os basaréis en
otro derecho: el del trabajo que, después de haber sido durante siglos instrumento en manos
de sus explotadores, hoy quiere redimiese, dirigirse a sí mismo. Vuestro poder, opuesto al de
los patronos y sus oficiales, representará frente a las fuerzas del pasado las fuerzas libres del
porvenir, que esperan su hora y la preparan, sabiendo que será la hora de la redención de toda
esclavitud.

Y así los órganos centrales que surjan para cada grupo de secciones, para cada grupo de
fábricas, para cada ciudad, para cada región, hasta un supremo Consejo Obrero Nacional,
seguirán organizándose, intensificando la obra de control, de preparación y de ordenación de
la clase entera para fines de conquista y de gobierno.

Sabemos que el camino no será breve ni fácil: surgirán muchas dificultades y se os opondrán,
y para superarlas hará falta poner a contribución mucha habilidad, tal vez también apelar a la
fuerza de la clase organizada, y habrá que estar siempre animados y empujados a la acción
por una gran fe; pero lo que más importa, camaradas, es que los obreros, bajo vuestra guía y
la de los que os imiten, consigan la certeza viva de caminar ya, seguros de la meta, por el
gran camino del porvenir

Antón Pannekoek
. os Consejos de Fabrica
³. a organización de las fábricas

La idea de la propiedad común de los medios de producción está entonces comenzando a


penetrar en el espíritu de los trabajadores. Una vez que perciban que el nuevo orden, su
propio dominio sobre el trabajo, es una cuestión de necesidad y de justicia, todos sus
pensamientos y todas sus acciones se consagrarán a su realización. Saben que no se lo puede
lograr enseguida; será inevitable pasar por un largo período de lucha. ara quebrar la
empecinada resistencia de las clases dominantes los trabajadores tendrán que aplicar sus
máximas fuerzas. Deben desarrollar todos los poderes de espíritu y carácter, de organización
y conocimiento, que sean capaces de reunir, y ante todo deben tener en claro ellos mismos
cuál es el fin que persiguen y qué significa este nuevo orden.

3l hombre, cuando tiene que hacer un trabajo, primero lo concibe en su mente como un plan,
como un designio más o menos consciente. 3sto distingue las acciones del hombre de las
acciones instintivas de los animales. 3sto también vale en principio, respecto de las luchas
comunes, de las acciones revolucionarias de las clases sociales. No enteramente, sin duda;
hay una gran cantidad de impulsos espontáneos no premeditados en sus estallidos de
apasionada revuelta. Los trabajadores en lucha no son un ejército conducido según un plan
netamente concebido de acción por un equipo de líderes capaces. Son una masa de personas
que surgen gradualmente de la sumisión y de la ignorancia y llegan poco a poco a cobrar
conciencia de su explotación, impulsados una y otra vez a luchar en pos de mejores
condiciones de vida, y que desarrollan gradualmente su capacidad. Surgen en sus corazones
nuevos sentimientos, nuevos pensamientos en su cabeza acerca de la manera en que podría y
debería estructurarse el mundo. Nuevos deseos, nuevos ideales, nuevos propósitos llenan su
mente y dirigen su voluntad y acción. Sus propósitos toman gradualmente una forma más
concisa. Al comienzo sólo se trata de la simple lucha por mejores condiciones de trabajo,
pero luego los propósitos se van transformando en la idea de que es necesario reorganizar
fundamentalmente la sociedad. Hace ya varias generaciones que el ideal de un mundo sin
explotación y sin opresión se ha posesionado de la mente de los trabajadores. 3n la actualidad
la concepción de que los trabajadores dominen los medios de producción y dirijan por sí
mismos su trabajo, surge en forma cada vez más intensa en su espíritu.

A esta nueva organización del trabajo debemos dedicar nuestra investigación y


esclarecimiento para nosotros mismos y para los demás, consagrándole las mejores
capacidades de nuestra mente. No podemos idearla como una fantasía; la derivamos de las
reales condiciones y necesidades del trabajo actual y de los obreros actuales. No podemos,
por supuesto, describirla en detalle; no conocemos las futuras condiciones que determinarán
sus formas precisas. 3stas formas se configurarán en la mente de los trabajadores cuando
éstos enfrenten la tarea. Debemos contentamos por ahora con rastrear sólo los lineamientos
generales, las ideas conductoras que dirigirán las acciones de la clase trabajadora. Serán
como estrellas guía que en todas las vicisitudes de la victoria y la adversidad en la lucha, del
éxito y el fracaso en la organización orientarán permanentemente la vista hacia la gran meta.
Hay que dilucidarlas no con descripciones minuciosas en detalle, sino sobre todo
comparando los principios del nuevo mundo con las formas conocidas de las organizaciones
existentes.

Cuando los obreros se apoderen de las fábricas para organizar el trabajo surgirá ante ellos una
inmensidad de problemas nuevos y difíciles. ero también dispondrán de una inmensidad de
nuevos poderes. Un nuevo sistema de producción nunca es una estructura artificial que se
implante a voluntad. Surge como un proceso irresistible de la naturaleza, como una
convulsión que conmueve a la sociedad en sus más profundas entrañas, evocando las fuerzas
y pasiones más poderosas del hombre. 3s el resultado de una lucha de clases tenaz y
probablemente larga. Las fuerzas requeridas para la construcción sólo pueden desarrollarse y
crecer plenamente en esta lucha.

¿Cuáles son los fundamentos de la nueva sociedad? Son las fuerzas sociales de la
camaradería y la solidaridad, de la disciplina y el entusiasmo, las fuerzas morales del
sacrificio de sí mismo y la devoción a la comunidad, las fuerzas espirituales del
conocimiento, del valor y la perseverancia, la firme organización que liga a todas estas
fuerzas en una unidad de propósitos, y todo el conjunto es el resultado de la lucha de clases.
No se las puede preparar deliberadamente de antemano. Sus primeros rastros surgen en forma
espontánea en los trabajadores a raíz de su situación de explotación común; y luego crecen
incesantemente a través de las necesidades de la lucha, bajo la influencia de la experiencia y
de la inducción e instrucción mutuas. Deben crecer porque su plenitud trae la victoria y su
deficiencia la derrota. ero aun después de un éxito en la lucha, los intentos de nueva
construcción fracasarán en la medida en que las fuerzas sociales sean insuficientes y en que
los nuevos principios no ocupen enteramente el corazón y la mente de los trabajadores. Y en
este caso, puesto que la humanidad debe vivir, puesto que la producción debe proseguir, otros
poderes, poderes de coerción, fuerzas dominantes y represoras, tomarán en sus manos la
producción. Así, la lucha tendrá que recomenzarse hasta que las fuerzas sociales de la clase
trabajadora hayan alcanzado la altura suficiente como para ser capaces de convertirse en
dueñas de la sociedad y gobernarse a sí mismas.

La gran tarea de los trabajadores consiste en la organización de la producción sobre una


nueva base. Tiene que comenzar con la organización dentro de la fábrica. 3l capitalismo
también tenía una organización fabril cuidadosamente planeada; pero los principios de la
nueva organización son totalmente distintos. La base técnica es la misma en ambos casos; es
la disciplina de trabajo impuesta por la marcha regular de las máquinas. ero la base social,
las relaciones mutuas entre los hombres, son el opuesto exacto de lo que fueron. La
colaboración de compañeros en un nivel de igualdad reemplaza al mando de los patrones y a
la obediencia de los seguidores. 3l sentimiento del deber, la devoción a la comunidad, el
elogio o reproche de los camaradas según los esfuerzos y logros, toman como incentivo el
lugar que ocupan el temor del hambre y el perpetuo riesgo de perder el trabajo. 3n lugar de
ser utensilios pasivos y víctimas del capital, los trabajadores se transforman en dueños y
organizadores de la producción confiados en sí mismos, exaltados por el orgulloso
sentimiento de estar cooperando activamente para que surja una nueva humanidad.

3l cuerpo dominante en esta organización fabril es todo el conjunto de los trabajadores que
colaboran en ella. Se reúnen para discutir los asuntos y en esas reuniones toman sus
decisiones. Todos los que toman parte en el trabajo participan entonces en la regulación de
las tareas comunes. Todo esto es evidente por sí mismo y normal, y el método parece ser
idéntico al que se siguió cuando bajo el capitalismo grupos o sindicatos de trabajadores
tenían que decidir por votación acerca de los asuntos comunes. ero existen diferencias
esenciales. 3n los sindicatos había virtualmente una división de tareas entre los funcionarios
y los miembros; los funcionarios preparaban e ideaban las propuestas y los miembros
votaban. Con el cuerpo fatigado y la mente agotada los trabajadores tenían que dejar a otros
la concepción de las ideas; sólo en parte o en apariencia manejaban sus propios asuntos. Sin
embargo, en el manejo común de los talleres, los operarios tienen que hacerlo todo por sí
mismos, la concepción, la ideación y también la decisión. La devoción y la emulación
desempeñan no sólo su papel en la tarea laboral de cada uno, sino que son aún más esenciales
en la tarea común de regular el conjunto. 3n primer lugar, porque ésta es la causa común más
importante, que ellos no pueden dejar a otros. 3n segundo lugar, porque trata de las
relaciones mutuas que se establecen en su propio trabajo, tema en el cual todos están
interesados y tienen competencia, y que por lo tanto exige profundas consideraciones por
parte de ellos y una discusión exhaustiva para esclarecerlo. Así, no es sólo el esfuerzo
corporal, sino aún más el esfuerzo mental que cada uno aporta al participar en la regulación
general, lo que constituye el objeto de competencia y apreciación. Además, la discusión debe
asumir un carácter distinto del que tiene en las sociedades y sindicatos bajo el capitalismo,
donde hay siempre diferencias de interés personal. 3n este último caso, cada uno se
preocupa, en su más profunda conciencia, de su propia salvaguardia, y las discusiones tienen
que ajustar y suavizar estas diferencias en la acción común. 3n cambio, en la nueva
comunidad laboral todos los intereses son esencialmente los mismos y todos los
pensamientos se dirigen al propósito común de la organización cooperativa eficaz.

3n las grandes fábricas y plantas los trabajadores son demasiado numerosos como para
reunirlos en una sola asamblea, y su concurrencia simultánea no permitiría una discusión real
y exhaustiva. 3n este caso las decisiones sólo pueden tomarse en dos pasos, mediante la
acción combinada de asambleas de las distintas secciones de la planta, y asambleas de
comités centrales de delegados. Las funciones y la práctica de estos comités no pueden
establecerse con exactitud por adelantado; son enteramente nuevos y constituyen una parte
esencial de la nueva estructura económica. Cuando enfrenten las necesidades prácticas, los
trabajadores desarrollarán la estructura práctica. Sin embargo, parte de su carácter puede
derivarse, en líneas generales, comparándolos con los cuerpos y organizaciones que
conocemos.

3n el viejo mundo capitalista los comités centrales de delegados son una institución bien
conocida. Los tenemos en los parlamentos, en toda clase de cuerpos políticos, y en las juntas
directivas de las sociedades y de los sindicatos. 3stán investidos de autoridad sobre sus
electores, o incluso los gobiernan como dueños suyos. Con tales características, están de
acuerdo con un sistema social en que hay una masa trabajadora de personas explotadas y
mandadas por una minoría dirigente. Ahora, sin embargo, la tarea consiste en construir una
forma de organización para un cuerpo de libres productores que colaboran entre sí y
controlan real y mentalmente su acción productiva común, regulándola como iguales según
su propia voluntad; en una palabra, un sistema social totalmente distinto. También en el
mundo viejo tenemos consejos sindicales que administran los asuntos corrientes después que
los miembros, reunidos a grandes intervalos, fijan la política general. 3stos consejos tienen
por misión tratar bagatelas cotidianas, no cuestiones vitales. Ahora, sin embargo, se trata de
la base y esencia de la vida misma, del trabajo productivo, que ocupan y han ocupado
continuamente la mente de todos como uno de los máximos objetivos de sus pensamientos.

Las nuevas condiciones de trabajo hacen que estos comités de fábrica sean algo totalmente
diferente de cualquier otra cosa que conozcamos en el mundo capitalista. Son cuerpos
centrales pero no gobernantes, y no hay ninguna junta de gobierno. Los delegados que los
constituyen fueron enviados por asambleas seccionales con instrucciones especiales; vuelven
a estas asambleas a informar acerca de la discusión y de su resultado, y después de una mayor
deliberación los mismos delegados, u otros, pueden retornar a la instancia superior con
nuevas instrucciones. De tal manera actúan como vínculos entre el personal de las distintas
secciones. Tampoco hay cuerpos de comités de fábrica formados por expertos que provean
las reglamentaciones directivas para la multitud no experta. or supuesto, serán necesarios
los expertos individualmente o en cuerpos, para que se ocupen de problemas especiales, de
carácter técnico y científico. Sin embargo, los comités de fábrica tienen que encargarse de los
trámites cotidianos, las relaciones mutuas, la reglamentación del trabajo, en que todo el
mundo es experto, y, al mismo tiempo, parte interesada. 3ntre otras cosas, les corresponde
poner en práctica lo que sugieren los expertos especializados. Tampoco son los comités de
fábrica los cuerpos responsables por el buen manejo del conjunto, pues de ese modo todos los
miembros podrían derivar su parte de responsabilidad y descargarla en una colectividad
impersonal. or el contrario, como este manejo incumbe a todos en común, pueden
consignarse a determinadas personas tareas especiales a cumplir con su entera capacidad, con
plena responsabilidad, en tanto cosechan los honores de lo que logren realizar.

Todos los miembros del personal, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, que toman parte en el
trabajo como compañeros en un pie de igualdad, participan también en esta organización de
fábrica, tanto en el trabajo real como en la regulación general. or supuesto, habrá mucha
diferencia en lo que respecta a las tareas personales, más fáciles o difíciles de acuerdo con la
fuerza y capacidades, de carácter distinto según la inclinación y las especiales habilidades de
cada uno. Y, por supuesto, las diferencias en lo que respecta a perspicacia en general servirán
de base para dar preponderancia al consejo de los más inteligentes. Al comienzo, cuando
haya, como herencia del capitalismo, grandes diferencias de educación y formación, la falta
de buenos conocimientos técnicos y generales de las masas se sentirá como una grave
deficiencia. 3ntonces el pequeño número de técnicos y científicos profesionales muy
entrenados deben actuar como líderes técnicos, sin adquirir por ello una posición de mando o
liderazgo social, sin obtener privilegios que no sean la estimación de sus compañeros y la
autoridad moral que siempre se atribuyen a la capacidad y el conocimiento.

La organización de una fábrica es el ordenamiento consciente y la vinculación de todos los


procedimientos separados para formar un conjunto. Todas estas interconexiones de
operaciones mutuamente adaptadas pueden representarse en un esquema bien ordenado, una
imagen mental del proceso real. Tal imagen estuvo presente en la primera planificación y en
los mejoramientos y ampliaciones posteriores; también debe estar presente en la mente de
todos los operarios que colaboran entre sí y deben familiarizarse cabalmente con lo que
constituye un asunto de interés común. Tal como un mapa o un gráfico fijan o muestran en
una imagen clara e inteligible para todas las conexiones que existen en una totalidad
complicada, también en este caso el estado de la empresa total en cada momento, en todos
sus desarrollos, debe hacerse visible mediante representaciones adecuadas. 3n forma
numérica esto se hace mediante las anotaciones contables. La contabilidad registra y fija todo
lo que ocurre en el proceso, de producción: qué materias primas entran a la fábrica, qué
máquinas se adquieren, qué productos rinden, cuánto trabajo se aplica a los productos,
cuántas horas trabaja cada operario, qué producto resulta. La contabilidad sigue y describe el
flujo de los materiales a través del proceso de producción. ermite comparar continuamente,
en informes globales, los resultados con las estimaciones previas realizadas durante la
planificación. Así, la producción de la fábrica se transforma en un proceso mentalmente
controlado.

3l manejo capitalista de las empresas conoce también el control mental de la producción.


También en este caso los procedimientos se representan mediante cálculos y procedimientos
contables. ero hay esta diferencia fundamental: el cálculo capitalista se adapta enteramente
al punto de vista de la producción de ganancia. Maneja los precios y costos como datos
fundamentales; el trabajo y los salarios son sólo factores en el cálculo de la ganancia
resultante en el balance anual. 3n el nuevo sistema de producción, en cambio, las horas de
trabajo constituyen el dato fundamental, sea que aún se las exprese, al comienzo, en unidades
monetarias, o en su verdadera forma. 3n la producción capitalista, el cálculo y la contabilidad
es un secreto de la dirección, de la oficina. No interesa a los trabajadores; éstos son los
objetos de la explotación, son sólo factores en el cálculo del costo y el producto, accesorios
que se agregan a las máquinas. 3n la producción bajo propiedad común, la contabilidad es
cosa pública; está expuesta a la vista de todos. Los trabajadores tienen siempre una visión
completa del curso que sigue todo el proceso. Sólo de esta manera están en condiciones de
discutir diversas cuestiones en las asambleas seccionales y en los comités de fábrica, y de
decidir sobre lo que hay que hacer. Además, los resultados numéricos se hacen visibles
mediante tablas, estadísticas, gráficos y cuadros que despliegan la situación ante la vista. 3sta
información no se limita al personal de la fábrica; es una cuestión pública, abierta a toda la
gente ajena. Cada fábrica es sólo un miembro en la producción social, y también la conexión
de sus acciones con el trabajo exterior se expresa en la contabilidad. Así, el conocimiento
pormenorizado de la producción que se está procesando en cada empresa es materia de
conocimiento común para todos los productores.Ë. La organización social

3l trabajo es un proceso social. Cada empresa forma parte del cuerpo productivo de la
sociedad. La producción social total se forma por la conexión y colaboración de todas las
empresas. Como las células que constituyen un organismo viviente, las empresas no pueden
existir aisladas y amputadas del cuerpo. Así, la organización del trabajo dentro de la fábrica
es sólo la mitad de la tarea de los obreros. or encima de ella, y como tarea aún más
importante, está la unión de las empresas separadas, su combinación es una organización
social.

Mientras que la organización dentro de la fábrica ya existía bajo el capitalismo y sólo había
que reemplazarla por otra, basada en un nuevo fundamento, la organización social de todos
los talleres en un conjunto es, o fue hasta años recientes, algo enteramente nuevo, sin
precedentes. Tan profundamente nuevo, que durante todo el siglo I el establecimiento de
esta organización, bajo el nombre de socialismo, se consideró como la tarea principal de la
clase trabajadora. 3l capitalismo consistía en una masa no organizada de empresas
independientes -una multitud de empleadores privados separados que avanzan a los codazos,
como dice el programa del artido Laborista-, vinculadas sólo por relaciones azarosas de
mercados y competencia, con el resultado de las bancarrotas, la superproducción y la crisis,
el desempleo y un enorme desperdicio de materiales y mano de obra. ara abolir esta
situación, la clase trabajadora debía conquistar el poder político y utilizarlo para organizar la
industria y la producción. 3ste socialismo de 3stado se consideraba, entonces, como el
primer paso hacia un nuevo desarrollo.
3n los últimos años la situación ha cambiado hasta el punto de que el capitalismo mismo ha
dado un primer paso con las organizaciones dirigidas por el 3stado. Se ve impulsado a ello
no sólo por el simple deseo de aumentar la productividad y los beneficios mediante una
planificación racional de la producción. 3n Rusia hubo la necesidad de remediar el retraso
del desarrollo económico mediante una deliberada y rápida organización de la industria que
realizó el gobierno bolchevique. 3n Alemania se produjo la lucha por el poder mundial, que
impulsó al control estatal de la producción y a la organización estatal de la industria. 3sta
lucha constituía una tarea tan pesada que sólo concentrando en manos del 3stado el poder
sobre todas las fuerzas productivas pudo la clase capitalista alemana tener una posibilidad de
éxito. 3n la organización nacionalsocialista la propiedad y los beneficios -aunque
fuertemente reducidos a raíz de las necesidades estatales- siguen estando en manos de los
capitalistas privados, pero la disposición de los medios de producción, su dirección y manejo
fue asumido por funcionarios oficiales. Mediante una organización eficiente se asegura al
capital y al 3stado que no se deteriore la producción de beneficios. 3sta organización de la
producción en gran escala se funda sobre los mismos principios que la organización dentro de
la fábrica, es decir, sobre las órdenes personales del director general de la sociedad, el líder,
la cabeza del 3stado. Cuando el gobierno toma el control de la industria, la autoridad y la
coerción ocupan el lugar de la anterior libertad de los productores capitalistas. 3l poder
político de los funcionarios oficiales se ve grandemente robustecido por su poder económico,
por su facultad de disponer acerca de los bienes de producción, que constituyen el
fundamento de la sociedad.

3l principio de la clase trabajadora es, en todos los respectos, exactamente el opuesto. La


organización de la producción por los trabajadores se funda en la libre colaboración: no hay
dueños ni servidores. La combinación de todas las empresas en una sola organización social
ocurre según el mismo principio. 3l mecanismo para lograr este propósito deben construirlo
los trabajadores.

Dada la imposibilidad de reunir a los trabajadores de todas las fábricas en una sola asamblea,
el único medio que les queda para expresar su voluntad es la designación de delegados. Ha
llegado a utilizarse en época reciente el nombre de consejos obreros para designar a tales
cuerpos de delegados. Cada grupo o personal que trabaja en colaboración designa los
miembros que en las asambleas del consejo deben expresar su opinión y su deseo. 3stos
tomaron parte activa en las deliberaciones de este grupo y llegaron a primer plano como
defensores capaces de los puntos de vista que suscitaron el apoyo de la mayoría. Ahora se los
envía como portavoces del grupo para confrontar estos puntos de vista con los de otros
grupos, con el fin de llegar a una decisión colectiva. Aunque la capacidad personal de esos
delegados desempeña un papel en lo que respecta a persuadir a los colegas y esclarecer los
problemas, su peso no reside en su fuerza individual, sino en las fuerzas de la comunidad que
los ha delegado. Lo que tiene peso no son las simples opiniones, sino aún más la voluntad y
disposición del grupo a proceder de acuerdo con ellas. Diferentes personas actuarán como
delegados según las diferentes cuestiones que surjan y los problemas que se vayan
presentando.

3l principal problema, que constituye la base de todo el resto, es la producción misma. Su


organización tiene dos aspectos: el establecimiento de reglas y normas generales, y el trabajo
práctico mismo. Deben establecerse normas y reglas generales para las relaciones mutuas en
el trabajo, para los derechos y obligaciones. Bajo el capitalismo, la norma consiste en la
orden del dueño, del director. Bajo el capitalismo de 3stado consiste en la orden más
poderosa del Líder, del gobierno central. ero en la nueva sociedad todos los productores
serán libres e iguales. 3n el campo económico del trabajo ocurrirá el mismo cambio que se
produjo en siglos anteriores en el campo político, con el surgimiento de la clase media.
Cuando el gobierno de los ciudadanos llegó a ocupar el lugar del monarca absoluto, esto no
pudo significar que se substituía la voluntad arbitraria de éste por la voluntad arbitraria de
todos. Significaba que en lo sucesivo leyes establecidas por la voluntad común regularían los
derechos y deberes públicos. Así ahora, en el dominio del trabajo, la orden del dueño cederá
el paso a las reglas fijadas en común, para regular los derechos y obligaciones sociales en la
producción y el consumo. Formularlas será la primera tarea de los consejos obreros. No se
trata de una tarea difícil ni de una cuestión de profundo estudio o seria discordancia. A cada
trabajador le surgirán inmediatamente en la conciencia estas reglas como base natural de la
nueva sociedad: el deber de cada uno de tomar parte en la producción de acuerdo con sus
fuerzas y capacidad, el derecho de cada uno de gozar de su parte adecuada del producto
colectivo.

¿Cómo se medirán las cantidades de trabajo invertido y las cantidades de producto a que cada
uno tiene derecho? 3n una sociedad donde los bienes se producen directamente para el
consumo no hay mercado para intercambiarlos; y ningún valor se establece automáticamente
como expresión del trabajo contenido en ellos, a partir de los procesos de compra y venta. 3n
este caso el trabajo invertido debe expresarse de una manera directa mediante el número de
horas. La administración lleva un libro (registro) de horas de trabajo incluidas en cada pieza o
cantidad de unidades del producto, así como de las horas invertidas por cada uno de los
trabajadores. 3n los promedios respecto de todos los operarios de una fábrica, y finalmente,
de todas las fábricas de la misma categoría, se atenúan las diferencias personales y los
resultados personales se vuelven comparables entre sí.

3n el primer período de transición, cuando hay que reparar muchas devastaciones, el primer
problema consiste en construir el aparato de producción y mantener viva a la gente. 3s muy
posible que el hábito impuesto por la guerra y el hambre, de distribuir sin distinción las
sustancias alimenticias indispensables, continúe simplemente sin modificaciones. 3s muy
probable que en tiempos de reconstrucción, cuando deben emplearse las fuerzas al máximo,
cuando además los nuevos principios morales de trabajo común sólo se están formando
gradualmente, el derecho de consumo se equipare al rendimiento del trabajo. 3l viejo dicho
popular, de que el que no trabaja no debe comer, expresa un sentimiento instintivo de
justicia. 3n este precepto se encuentra no sólo el reconocimiento de que el trabajo es la base
de toda vida humana, sino también la proclamación de que ha terminado la explotación
capitalista y la apropiación de los frutos del trabajo ajeno mediante los títulos de propiedad
de una clase ociosa.

3sto no significa, por supuesto, que se distribuya el producto total entre los productores, de
acuerdo con el tiempo que cada uno dedica. O, expresado de otra manera, que cada trabajador
reciba, en forma de producto, exactamente la cantidad de horas invertidas en el trabajo. Debe
dedicarse una considerable parte del trabajo a la propiedad común, al perfeccionamiento y
ampliación del aparato productivo. Bajo el capitalismo parte de la plusvalía servía a este
propósito; el capitalismo tenía que utilizar parte de su ganancia, acumulada en forma de
nuevo capital, para innovar, ampliar y modernizar su equipo técnico, impulsado en su caso
por la necesidad de no ser superado por sus competidores. Así, el progreso en la técnica
ocurrió en formas de explotación. 3n la nueva forma de producción, este progreso es de
interés común para los trabajadores. Lo más inmediato es que se mantengan vivos, pero
construir las bases de la producción futura es la parte más gloriosa de su tarea. Tendrán que
establecer qué parte del trabajo total se gastará en la fabricación de mejores máquinas y
herramientas más eficientes, en la investigación y la experimentación, para facilitar el trabajo
y mejorar la producción.

Además, parte del tiempo y trabajo total de la sociedad debe gastarse en actividades no
productivas pero necesarias, en administración general, en educación, en servicios médicos.
Los niños y los viejos recibirán su parte del producto sin los correspondientes aportes. Hay
que mantener a las personas incapaces de trabajar; y especialmente en los primeros tiempos
habrá una gran cantidad de desechos humanos dejados por el ex mundo capitalista.
robablemente prevalecerá la regla de que el trabajo productivo es la tarea de la parte más
joven de los adultos; o, en otras palabras, es la tarea de todos durante el período de la vida en
que tanto la tendencia a la actividad vigorosa como la capacidad para ella son máximas.
Mediante el rápido crecimiento de la productividad del trabajo esta parte, o sea el tiempo
necesario para producir todos los bienes que la subsistencia requiere, decrecerá
continuamente, y una parte cada vez mayor de la vida quedará disponible para otros
propósitos y actividades.

La base de la organización social de la producción consiste en una administración cuidadosa,


en forma de estadísticas y contabilidad. La estadística del consumo de todos los diferentes
bienes, la estadística de la capacidad de las plantas industriales, de las máquinas, del suelo, de
las minas, de los medios de transporte, la estadística de la población y de los recursos de las
ciudades, distritos y países, constituyen en conjunto el fundamento de todo el proceso
económico en filas bien ordenadas de datos numéricos. Bajo el capitalismo ya se conocían las
estadísticas de los procesos económicos; pero eran imperfectas debido a la independencia y a
la visión estrecha de los comerciantes privados, y sólo encontraban una aplicación limitada.
3n la nueva sociedad constituirán el punto de partida en la organización de la producción;
para producir la cantidad correcta de bienes, hay que conocer la cantidad utilizada o deseada.
Al mismo tiempo, la estadística como resultado comprimido del registro numérico del
proceso de producción, el sumario global de la contabilidad, expresa el curso del desarrollo.

La contabilidad general, que comprende y abarca las administraciones de las distintas


empresas, las combina en una representación del proceso económico de la sociedad. 3n
diferentes grados de rango registra todo el proceso de transformación de la materia,
siguiéndolo desde las materias primas en su origen, a través de todas las fábricas, de todas las
manos, hasta llegar a los bienes listos para el consumo. Al unir los resultados de las empresas
de un determinado tipo que cooperan entre sí, reuniéndolos en un todo, se compara su
eficiencia, se promedian las horas de trabajo necesarias y se orienta la atención hacia los
caminos que se abren al progreso. Una vez llevada a cabo la organización de la producción,
la administración es la tarea comparativamente simple de una red de oficinas interconectadas
al cómputo. Cada empresa, cada grupo vinculado de empresas, cada rama de la producción,
cada municipio o distrito, tiene su oficina para la producción y para el consumo, encargada
de la administración, de reunir, procesar y discutir las cifras y ponerlas luego en forma
perspicua para que sea fácil abarcar el conjunto. Su trabajo combinado hace que la base
material de la vida sea un proceso dominado por la mente. Como imagen numérica clara e
inteligible, el proceso de producción queda expuesto a la vista de todo el mundo. Mediante
este sistema la humanidad puede contemplar y controlar su propia vida. Lo que los
trabajadores y sus consejos idean y planean en la colaboración organizada se muestra, en su
carácter y resultado, en las cifras de la contabilidad. Sólo si se las mantiene continuamente
ante los ojos de cada trabajador se hará posible la dirección de la producción social por los
productores.

3sta organización de la vida económica es totalmente distinta de las formas de organización


desarrolladas bajo el capitalismo; es más perfecta y más simple. Las complicaciones y
dificultades de la organización capitalista, para la cual fue necesaria la contribución muy
celebrada del genio de grandes comerciantes, se referían siempre a su lucha mutua, con las
artes y triquiñuelas de la guerra capitalista, destinadas a someter o aniquilar a los
competidores. Todo eso habrá desaparecido. 3l propósito franco, que es proveer a las
necesidades vitales de la humanidad, hará que toda la estructura resulte abierta y directa. La
administración de grandes cantidades no es fundamentalmente más difícil o complicada que
la de pequeñas cantidades; sólo hay que agregar un par de cifras a los números anteriores. La
rica y multiforme diversidad de necesidades y deseos que en pequeños grupos de personas
difícilmente sea menor que en grandes masas, cuando adquiera carácter masivo podrá
procurarse con mayor facilidad y en forma más completa.

La función y el lugar que la administración numérica ocupa en la sociedad depende del


carácter de esta sociedad. La administración financiera de los 3stados formó siempre parte
necesaria del gobierno central, y los funcionarios encargados de los cálculos fueron
servidores subordinados de los reyes o de otros gobernantes. 3n el capitalismo
contemporáneo, como la producción está sujeta a una organización central que la abarca,
quienes tienen en sus manos la administración central son los directores que guían la
economía y crean una burocracia gobernante. Cuando en Rusia la revolución de 1917 llevó a
una rápida expansión de la industria y multitudes de trabajadores aún imbuidos de la
ignorancia bárbara de las aldeas se apiñaron en las nuevas fábricas, carecían del poder para
controlar el creciente predominio de la burocracia que se estaba organizando entonces en una
nueva clase gobernante. Cuando en Alemania, en 1933, un partido rigurosamente organizado
conquistó el poder estatal, como órgano de su administración central tomó en sus manos la
organización de todas las fuerzas del capitalismo.

Las condiciones serán totalmente distintas cuando los trabajadores sean los dueños de su
trabajo y como libres productores organicen la producción. La administración mediante la
contabilidad y la computación será una tarea especial de ciertas personas, así como el forjar
acero o el hornear pan será tarea especial de otras personas, todas igualmente útiles y
necesarias. Los trabajadores de las oficinas de cómputo no serán sirvientes ni señores. No
serán funcionarios al servicio de los consejos obreros, que tienen que cumplir
obedientemente sus órdenes, sino grupos de trabajadores, que como otros grupos regulan
ellos mismos en forma colectiva su propio trabajo, disponen de sus implementos, cumplen
sus obligaciones como lo hacen todos los grupos, en vinculación continua con las
necesidades del conjunto. Son los expertos que tienen que proporcionar los datos básicos de
las discusiones y las decisiones en las asambleas de los trabajadores y de los consejos. Tienen
que reunir los datos, presentarlos en una forma fácilmente inteligible de tablas, gráficos o
cuadros, de modo que cada trabajador en todo momento tenga una clara imagen del estado de
cosas. Su conocimiento no es una propiedad privada que les da poder; no son un cuerpo con
conocimiento administrativo exclusivo que pueda ejercer por ello una decidida influencia. 3l
producto de su trabajo, la capacidad de percepción numérica requerida para el progreso de la
tarea, está disponible para todos. 3ste conocimiento general es el fundamento de todas las
discusiones y decisiones de los trabajadores y de sus consejos, mediante las cuales se logra la
organización del trabajo.

or primera vez en la historia de la vida económica, en general y en detalle, habrá un libro
abierto puesto ante los ojos de la humanidad. Los fundamentos de la sociedad, que bajo el
capitalismo constituían una enorme masa oculta en las oscuras profundidades, apenas
alumbradas aquí y allá por estadísticas sobre comercio y producción, quedarán a plena luz y
mostrarán su estructura en detalle. Disponemos entonces de una ciencia de la sociedad que
consiste en un conocimiento bien ordenado de hechos, mediante el cual se captan fácilmente
las relaciones causales fundamentales. 3sa ciencia formará la base de la organización social
del trabajo, tal como el conocimiento de los hechos de la naturaleza, condensados a su vez en
relaciones causal es, constituye la base de la organización técnica del trabajo. Como
conocimiento de los hechos simples y comunes de la vida diaria estará disponible para todos
y les permitirá ver de una ojeada y captar de inmediato las necesidades del conjunto, así
como la parte que cada uno ocupa en él. Formará el equipo espiritual mediante el cual los
productores podrán dirigir la producción y controlar su mundo.

7. La organización de consejos

3l sistema social que aquí consideramos podría denominarse como una forma de comunismo,
salvo que ese nombre, por la propaganda del artido Comunista a nivel mundial, se utiliza
para designar un sistema de socialismo de 3stado bajo la dictadura partidaria. ero, ¿qué es
un nombre? Siempre se abusa de los nombres para engañar a las masas, pues los sonidos
familiares les impiden utilizar críticamente su cerebro y reconocer claramente la realidad.
Más conveniente, por lo tanto, que buscar el nombre correcto, será examinar más de cerca las
características principales del sistema constituido por la organización de consejos.

Los consejos obreros son la forma de autogobierno que en tiempos futuros reemplazará a las
formas de gobierno del viejo mundo. or supuesto, no para todo el futuro; ninguna forma de
éstas se crea para la eternidad. Cuando la vida y el trabajo en la comunidad sean un hábito
natural, cuando la humanidad controle enteramente su propia vida, la necesidad cederá el
paso a la libertad y las reglas estrictas de la justicia establecidas con anterioridad se
disolverán en formas de conducta espontánea. Los Consejos Obreros son la forma de
organización durante el período de transición en el cual la clase trabajadora está luchando por
el predominio, está destruyendo al capitalismo y organizando la producción social. ara
conocer su verdadero carácter será conveniente comparados con las formas existentes de
organización y gobierno, tal como están fijadas por la costumbre y resultan evidentes por sí
mismas en la mente del pueblo.

Las comunidades que son demasiado grandes como para reunirse en una sola asamblea
regulan siempre sus asuntos mediante representantes, delegados. Así, los burgueses de las
ciudades medievales libres se gobernaban por consejos de ciudad, y la clase media de todos
los países modernos, siguiendo el ejemplo de Inglaterra, tiene sus parlamentos. Cuando
hablamos de administración de los asuntos por delegados elegidos pensamos siempre en
parlamentos; por ende, tenemos que comparar especialmente con un parlamento a los
consejos obreros para discernir los rasgos predominantes de éstos. 3s razonable pensar que
con las amplias diferencias existentes entre las clases y los propósitos que éstas persiguen,
también sus cuerpos representativos deban ser esencialmente distintos.

La siguiente diferencia salta en seguida a la vista: los consejos obreros se ocupan del trabajo,
tienen que regular la producción, mientras que los parlamentos son cuerpos políticos que
examinan y deciden las leyes y los asuntos estatales. Sin embargo, la política y la economía
no ocupan campos totalmente desvinculados entre sí. Bajo el capitalismo, el 3stado y el
parlamento tomaron las medidas y aprobaron las leyes necesarias para el curso sin tropiezos
de la producción; entre ellas estaban las imprescindibles para asegurar el tráfico y los tratos
comerciales, para proteger el comercio y la industria, los negocios y los viajes en el interior y
el exterior de los países, para la administración de justicia, la acuñación de monedas y la
adopción de pesas y medidas uniformes. Y también su trabajo político, que a primera vista no
se vincula con la actividad económica, se ocupó de las condiciones generales de la sociedad,
de las relaciones entre las diferentes clases, que constituyen el fundamento del sistema de
producción. Así, la política, la actividad de los parlamentos, puede considerarse en un sentido
más amplio como auxiliar de la producción.

¿Cuál es entonces bajo el capitalismo la distinción existente entre política y economía? Se


comparan entre sí como la reglamentación general se compara con la práctica real. La tarea
de la política es establecer las condiciones sociales y legales en que el trabajo productivo
puede realizarse sin obstáculos; el trabajo productivo mismo es la tarea de los ciudadanos.
Así, hay una división del trabajo. Las reglamentaciones generales, aunque constituyen
fundamentos necesarios, forman sólo una parte menor de la actividad social, accesoria del
trabajo propiamente dicho, y se las puede confiar a una minoría de políticos gobernantes. 3l
trabajo productivo mismo, base y contenido de la vida social, consiste en las actividades
separadas de numerosos productores y llena totalmente la vida de éstos. La parte esencial de
la actividad social es la tarea personal. Si todo el mundo se ocupa de su propia actividad y
realiza bien su tarea, la sociedad en su conjunto marchará bien. Cada tanto, a intervalos
regulares, en días de elección parlamentaria, los ciudadanos tienen que prestar atención a las
reglamentaciones generales. Sólo en tiempos de crisis social, de decisiones fundamentales y
graves litigios, de guerra civil y revolución, la masa de los ciudadanos tiene que dedicar todo
su tiempo y sus fuerzas a estas reglamentaciones generales. Una vez decididos los aspectos
fundamentales, los ciudadanos podrían volver a su ocupación privada y dejar confiados una
vez más estos asuntos generales a la minoría, a los jurisconsultos y los políticos, al
parlamento y al gobierno.

Totalmente distinta es la organización de la producción común mediante los consejos


obreros. La producción social no se divide en una cantidad de empresas separadas, cada una
de las cuales constituye la tarea vital restringida de una persona o grupo; forma, en cambio,
una totalidad intervinculada, un objeto de cuidado para todos los trabajadores, que ocupa sus
mentes como tarea común de todos ellos. La reglamentación general no es una cuestión
accesoria que queda a cargo de un pequeño grupo de especialistas; es la cuestión principal,
que requiere la atención de todos en conjunto. No hay ninguna separación entre la política y
la economía como actividades cotidianas de un cuerpo de especialistas y del grueso de los
productores. ara la comunidad única de productores la política y la economía se han fundido
en la unidad de reglamentación general y trabajo productivo práctico. Su carácter unitario es
el objeto esencial para todos.

3ste carácter se refleja en la práctica de todos los procedimientos. Los consejos no son
políticos, no son gobierno. Son mensajeros, que transmiten e intercambian las opiniones, las
intenciones, la voluntad de los grupos de trabajadores. No, en verdad, como los mensajeros
indiferentes que llevan apáticos las cartas o mensajes de las que ellos mismos no saben nada.
Los mensajeros de los obreros han tomado parte en las discusiones, se destacaron como los
fogosos portavoces que representaban las opiniones predominantes. Así luego, como
delegados del grupo, serán no sólo capaces de defenderlos en la reunión del consejo, sino, al
mismo tiempo, tendrán la suficiente imparcialidad como para ser accesibles a los demás
argumentos y para informar a su grupo acerca de las opiniones que recibieron mayor
adhesión. or lo tanto, ellos serán los órganos del intercambio y la discusión social.

La práctica de los parlamentos es exactamente la contraria. 3n este caso los delegados tienen
que decidir sin pedir instrucciones a sus votantes, sin tener ningún mandato coactivo. Aunque
el miembro del parlamento, para mantener su fidelidad, puede dignarse hablarle y exponerles
su línea de conducta, lo hace como dueño de sus propias acciones. Vota como el honor y la
conciencia se lo dictan, de acuerdo con sus propias opiniones, por supuesto, ya que él es el
experto en política, el especialista en cuestiones legislativas, y no puede dejar que lo dirijan
mediante instrucciones provenientes de personas ignorantes. Su tarea es la producción, los
negocios privados, su tarea es la política, las reglamentaciones generales. Tiene que guiarse
por elevados principios políticos y no debe dejarse influir por el estrecho egoísmo de sus
intereses privados. De esta manera se hizo posible que en el capitalismo democrático los
políticos, elegidos por una mayoría de trabajadores, puedan servir a los intereses de la clase
capitalista.

3n el movimiento laboral también lograron hacer pie los principios del parlamentarismo. 3n
las organizaciones masivas de los sindicatos, o en organizaciones políticas gigantescas tales
como el artido Socialdemócrata alemán, los funcionarios de las juntas directivas, como una
especie de gobierno, tomaron poder sobre los miembros, y sus congresos anuales asumieron
el carácter de parlamentos. Los líderes los llamaban orgullosamente así, parlamentos de
trabajo, para acentuar su importancia; y los observadores críticos señalaron la lucha de
facciones, la demagogia de los líderes y la intriga por detrás del escenario. Como indicios de
la misma degeneración que se observaba en los parlamentos reales. 3n verdad, eran
parlamentos en su carácter fundamental. No en el comienzo, cuando los sindicatos eran
pequeños, y miembros esforzados hacían todo el trabajo por sí mismos, en la mayoría de los
casos gratuitamente. ero con el aumento del número de miembros se produjo la misma
división del trabajo que en la sociedad más amplia. Las masas trabajadoras tuvieron que
prestar toda su atención a sus intereses personales separados, a la manera de conseguir y
conservar su trabajo, que eran los principales contenidos de su vida y de su mente. Sólo de
una manera muy general tuvieron además que decidir mediante el voto acerca de su clase
común y sus intereses de grupo. La práctica de detalle quedó a cargo de los expertos, los
funcionarios sindicales y líderes partidarios, que sabían cómo tratar con los patrones
capitalistas y las secretarías de 3stado. Y sólo una minoría de líderes locales estaba
suficientemente familiarizada con estos intereses generales como para poder asistir con
carácter de delegados a los congresos, donde pese a los mandatos a menudo categóricos,
tenían en la realidad que votar según su propio juicio.

3n la organización de consejos desaparece el predominio de los delegados sobre su


electorado, porque también desaparece la base de ese predominio, que es la división de las
tareas. La organización social del trabajo obliga a cada trabajador a prestar toda su atención a
la causa común, a la totalidad de la producción. La producción de los bienes necesarios para
la vida como base de ésta ocupa totalmente, como antes, la mente de los trabajadores. ero
ello no ocurre en la forma de preocupación por la propia empresa, el propio trabajo, la
competencia con los demás. La vida y la producción sólo pueden asegurarse mediante la
colaboración, el trabajo colectivo con los compañeros. or consiguiente, este trabajo
colectivo es lo predominante en el pensamiento de cada uno. La conciencia comunitaria es el
fondo, la base de todo sentimiento y pensamiento.

3sto implica una revolución total en la vida espiritual del hombre. 3l hombre aprende a ver la
sociedad, a conocer la comunidad. 3n épocas anteriores, bajo el capitalismo, su visión se
concentraba en la pequeña parte relacionada con su negocio, su trabajo, él mismo y su
familia. 3sto era imperativo para su vida, para su existencia. La sociedad se asomaba por
detrás de su pequeño mundo visible como un fondo oscuro y desconocido. 3l hombre
experimentaba, sin duda, las poderosas fuerzas de ésta, que determinaban el éxito o el fracaso
como resultado de su trabajo; pero guiado por la religión, las veía como la acción de
otencias Supremas sobrenaturales. Ahora, por el contrario, la sociedad está a plena luz,
transparente y cognoscible, la estructura del proceso social del trabajo está expuesta ante los
ojos de los hombres, la vista de éstos se dirige a la totalidad de la producción. 3sto es
imperativo para su vida, para su existencia. La producción social es objeto de reglamentación
consciente. La sociedad es una cosa manejada, manipulada por el hombre, y por lo tanto
comprendida en su carácter esencial. Así, el mundo de los consejos obreros transforma la
mente.

ara el parlamentarismo, para el sistema político del negocio separado, el pueblo era una
multitud de personas separadas, a lo sumo, en la teoría democrática, cada una supuestamente
dotada de los mismos derechos naturales. ara elegir sus delegados se agrupaban de acuerdo
con su residencia. 3n tiempos del pequeño capitalismo podía suponerse que los vecinos que
habitaban en la misma ciudad o aldea tenían una cierta comunidad de intereses. 3n el
capitalismo posterior este supuesto se transformó cada vez más en una ficción sin sentido.
Los artesanos, los dueños de negocios, los capitalistas, los trabajadores que viven en el
mismo barrio de una ciudad, tienen intereses distintos y opuestos, dan habitualmente su voto
a diferentes partidos, y se imponen mayorías que se forman por azar. Aunque la teoría
parlamentaria considera al hombre elegido como representante del electorado, es evidente
que todos estos votantes no constituyen juntos un grupo que lo envía como delegado a
representar sus deseos.

La organización de los consejos, en este respecto, es totalmente lo opuesto del


parlamentarismo. 3n este caso los grupos naturales, los obreros que colaboran entre sí, el
personal de las fábricas, actúan como unidades y designan a sus delegados. uesto que tienen
intereses comunes y participan en la praxis de la vida diaria, pueden enviar a algunos de ellos
como representantes y portavoces reales. La democracia completa se realiza en este caso
mediante los iguales derechos de cada uno de los que participan en el trabajo. or supuesto,
quien se excluye del trabajo no tiene voz en su reglamentación. No puede considerarse como
una falta de democracia el hecho de que en este mundo de autogobiemo de los grupos que
colaboran, todos los que no tengan ningún interés en el trabajo -el capitalismo dejará gran
cantidad de ellos: explotadores, parásitos, rentistas-, no tomen parte en las decisiones.

Hace setenta años Marx señaló que entre el dominio del capitalismo y la organización final
de una humanidad libre habría un tiempo de transición en el cual la clase trabajadora sería
dueña de la sociedad, pero la burguesía no habría desaparecido aún. Marx llamaba a este
estado de cosas dictadura del proletariado. 3n esa época esta palabra no tenía aún el sonido
ominoso de los actuales sistemas despóticos, ni se la podía utilizar equívocamente para
designar la dictadura de un partido gobernante, como ocurrió después en Rusia. Significaba
simplemente que el poder dominante sobre la sociedad se transfería de los capitalistas a la
clase trabajadora. Con posterioridad el pueblo, enteramente confinado dentro de las ideas del
parlamentarismo, trataría de materializar esta concepción suprimiendo el derecho de las
clases propietarias a integrar los cuerpos políticos. 3s evidente que al violar, como lo hizo, el
sentimiento instintivo de la igualdad de derechos, entraba en contradicción con la
democracia. Vemos ahora que la organización de consejos pone en práctica lo que Marx
anticipó teóricamente, salvo que en esa época no podía aún imaginarse la forma práctica.
Cuando los productores mismos reglamentan la producción, la ex clase explotadora queda
automáticamente excluida de tomar parte en las decisiones, sin necesidad de que esto se
estipule artificialmente. La concepción de Marx de la dictadura del proletariado resulta ahora
idéntica a la democracia laboral de la organización de consejos.

3sta democracia laboral es totalmente distinta de la democracia política del anterior sistema
social. La así llamada democracia política bajo el capitalismo era una parodia, un sistema
artificioso concebido para enmascarar el real dominio del pueblo por una minoría gobernante.
La organización de consejos es una democracia real, la democracia del trabajo, que hace que
quienes trabajan sean dueños de su trabajo. Bajo la organización de consejos desaparece la
democracia política, porque la política misma desaparece y deja su lugar a la economía
social. La actividad de los consejos, puesta en acción por los trabajadores como órganos de
colaboración, guiada por el permanente estudio y la tensa atención a las circunstancias y
necesidades, abarca todo el campo de la sociedad. Todas las medidas se toman en medio de
constante intercambio, por la deliberación en los consejos y la discusión en los grupos y los
talleres, por acciones en los talleres y decisiones en los consejos. Lo que se hace en tales
condiciones nunca podría ser producto de órdenes venidas de arriba y proclamadas por la
voluntad de un gobierno. rocede de la voluntad común de todas las personas interesadas,
puesto que se funda en la experiencia laboral y el conocimiento de todos, e influye
profundamente en la vida de todos. Las medidas sólo pueden ejecutarse de manera tal que las
masas las pongan en práctica como su propia resolución y voluntad; la coerción externa no
puede imponerlas, simplemente porque le falta esa fuerza. Los consejos no son un gobierno;
ni siquiera los consejos más centrales tienen un carácter gubernamental. 3n efecto, no
disponen de ningún medio para imponer su voluntad sobre las masas; no tienen órgano
alguno de poder. Todo el poder social está en manos de los trabajadores mismos. Cuando se
requiera el uso del poder contra perturbaciones o ataques que afecten al orden existente, éste
procederá de las colectividades de trabajadores de las fábricas y se mantendrá bajo su control.

Los gobiernos eran necesarios, durante todo el período de la civilización hasta la actualidad,
como instrumentos de la clase dominante para mantener oprimidas a las masas explotadas.
3sos gobiernos se arrogaban también funciones administrativas en medida creciente, pero su
carácter principal, como estructuras de poder, estaba determinado por la necesidad de
mantener la dominación de clase. Una vez desvanecida esa necesidad, también desaparecerá
el instrumento. Lo que subsistirá es administración, uno de los muchos tipos de trabajo, la
tarea de clases especiales de trabajadores; lo que vendrá en su lugar, el espíritu vital de la
organización, es la constante deliberación de los trabajadores en el pensamiento común que
sirve a su causa común. Lo que impone el cumplimiento de las decisiones de los consejos es
la autoridad moral de éstos. ero la autoridad moral en tal sociedad tendrá un poder más
imperativo que cualquier orden o medida coercitiva por parte de un gobierno.

Cuando en la época precedente de los gobiernos sobre el pueblo había que conceder poder
político al pueblo y a sus parlamentos, se hacía una separación entre la parte legislativa y
ejecutiva del gobierno, completada a veces con la judicial como tercer poder independiente.
La confección de las leyes era tarea de los parlamentos, pero la aplicación, la ejecución, el
gobierno diario quedaba reservado a un pequeño grupo privilegiado de gobernantes. 3n la
comunidad laboral de la nueva sociedad desaparecerá esta distinción. La decisión y la
realización estarán íntimamente vinculadas. Quienes tienen que hacer el trabajo deben
decidir, y lo que ellos deciden en común ellos mismos tienen que ejecutarlo en común. 3n el
caso de grandes masas, los consejos serán sus órganos de decisión. Cuando la tarea ejecutiva
se confiaba a cuerpos centrales, éstos debían tener el poder de mando, debían ser los
gobiernos. Como la tarea ejecutiva corresponderá a las masas mismas, este carácter estará
ausente en los consejos. Además, de acuerdo con los variados problemas y objetos de
reglamentación y decisión, se delegarán y reunirán diferentes personas en diferentes
combinaciones. 3n el campo de la producción misma, todas las plantas tienen no sólo que
organizar cuidadosamente su propio rango extensivo de actividades, sino también que
vinculado horizontalmente con empresas similares y verticalmente con quienes los proveen
de materiales o utilizan sus productos. 3n la dependencia e intervinculación mutua de las
empresas, en su conjunción con las ramas de la producción, los consejos de discusión y
decisión abarcarán dominios cada vez más amplios, hasta llegar a la organización central que
agrupa a toda la producción. 3n cambio, la organización del consumo, la distribución de
todos los artículos necesarios para el consumidor, requerirá sus propios consejos de
delegados de todas las personas interesadas, y tendrá un carácter más local o regional.

Aparte de esta organización de la vida material de la humanidad hay un amplio sector de


actividades culturales, y de otras no directamente productivas, que son de primera necesidad
para la sociedad, tales como la educación de los niños o el cuidado de la salud de todos. 3n
este dominio vale el mismo principio, el principio de la auto reglamentación de estos campos
de trabajo por quienes trabajan en ellos. arece totalmente natural que en el cuidado de la
salud universal, así como en la organización de la educación, todos los que toman parte
activamente, en un caso los médicos y en otro los maestros, reglamenten y organicen
mediante sus asociaciones todos los servicios que prestan. Bajo el capitalismo, cuando éstos
tenían que hacer profesión y vivir de la enfermedad humana o de instruir a los niños, su
vinculación con la sociedad en general tomaba la forma de negocio competitivo o de
reglamentación y órdenes por parte del gobierno. 3n la nueva sociedad, como consecuencia
de la vinculación mucho más íntima existente entre salud y trabajo, y entre educación y
trabajo, quienes se ocupen de esas tareas tendrán que reglamentarlas en estrecho contacto y
permanente colaboración de sus órganos de intercambio, o sea de sus consejos, con otros
consejos obreros.

Debe señalarse aquí que la vida cultural, el dominio de las artes y las ciencias, por su
naturaleza misma está tan íntimamente vinculado a la inclinación y el esfuerzo individual,
que sólo la libre iniciativa de las personas no abrumadas por el peso del trabajo incesante
puede asegurar su florecimiento. 3sta verdad no queda refutada por el hecho de que durante
los siglos pasados de la sociedad clasista los príncipes y los gobiernos protegieran y
dirigieran las artes y las ciencias, proponiéndose por supuesto utilizarlas como utensilios para
su gloria y para la preservación de su dominio. Hablando en general, hay una disparidad
fundamental tanto en lo que respecta a las actividades culturales como a todas las otras no
productivas y productivas, entre la organización impuesta desde arriba por un cuerpo
gobernante y la organización lograda mediante la libre colaboración de colegas y camaradas.
La organización centralmente dirigida consiste en una reglamentación lo más uniforme
posible sobre todo el dominio; de otro modo no podría supervisárselo y dirigirlo desde un
centro. 3n el caso de la autor reglamentación realizada por todos los interesados, la iniciativa
de numerosos expertos, todos los cuales escudriñan cuidadosamente su propio trabajo y lo
perfeccionan emulándose, imitándose y consultándose entre sí en constante intercambio, debe
dar por resultado una rica diversidad de modos y medios. Cuando la vida espiritual depende
de las órdenes centrales de un gobierno, debe caer en una obtusa monotonía; cuando la
inspira la libre espontaneidad del impulso humano masivo, debe desplegarse en brillante
variedad. 3l principio de los consejos proporciona la posibilidad de descubrir las formas
apropiadas de organización.
or consiguiente, la organización de consejos teje una matizada red de cuerpos que colaboran
a través de la sociedad regulando su vida y progreso de acuerdo con su propia y libre
iniciativa; y todo lo que se discute y decide en los consejos adquiere su poder real por la
comprensión, la voluntad, la acción de la humanidad trabajadora misma.

Anton Pannekoek

OS CONS3OS OBR3ROS (II)

[Las condiciones para la nueva forma de los Consejos Obreros. Oposición entre democracia
proletaria y democracia burguesa.]

Las viejas formas de organización, el sindicato y el partido político, y la nueva forma de los
consejos (soviets), pertenecen a fases diferentes en el desarrollo de la sociedad y tienen
diferentes funciones. Las primeras tienen que afianzar la posición de la clase obrera entre las
otras clases dentro del capitalismo, y pertenecen al periodo de capitalismo expansivo. La
última ha de asegurar la dominación completa de los obreros, para destruir capitalismo y sus
divisiones de clase, y pertenece al periodo del capitalismo en declive. 3n un capitalismo
ascendente y próspero, la organización de consejos es imposible porque los obreros están
completamente ocupados en el mejoramiento de su condición, lo cual es posible en ese
periodo a través de los sindicatos y de la acción política. 3n un capitalismo decadente que
navega en la crisis, estos esfuerzos son inútiles y la fe en ellos sólo puede estorbar el aumento
de la autoactividad de las masas. 3n tales periodos, de elevada tensión y de revuelta creciente
contra la miseria, cuando los movimientos de huelga se propagan por países enteros y
golpean las raíces del poder capitalista, o cuando, siguiendo a guerras o a catástrofes
políticas, la autoridad gubernamental se desmorona y las masas actúan, las viejas formas
organizativas fracasan contra las nuevas formas de autoactividad de las masas.

Los portavoces de los partidos socialistas o comunistas admiten a menudo que, en la


revolución, los órganos de acción autónoma de las masas son útiles destruyendo la vieja
dominación; pero entonces ellos plantean que éstos tienen que ceder a la democracia
parlamentaria la función de organizar la nueva sociedad. ermítasenos comparar los
principios básicos de ambas formas de organización política de la sociedad.

La democracia primitiva en pueblos pequeños y distritos fue ejercida por la asamblea del
conjunto de los ciudadanos. Con la gran población de los pueblos modernos y países esto es
imposible. Las personas sólo pueden expresar su voluntad escogiendo delegados para algún
cuerpo central que los representa todos. Los delegados para los cuerpos parlamentarios son
libres actuar, decidir, votar, para gobernar mediante su propia opinión con 'honor y
conciencia', tal y como es llamado a menudo en términos solemnes.

Los delegados del consejo, sin embargo, están limitados por mandato; son enviados
simplemente para expresar las opiniones de los grupos obreros que los envían. ueden ser
llamados de regreso y ser reemplazados en cualquier momento. Así, los obreros que les
dieron el mandato mantienen el poder en sus propias manos.

or otro lado, los miembros del parlamento son escogidos por un número fijo de años; sólo
en las votaciones son amos los ciudadanos --en este único día en el que escogen a sus
delegados--. Una vez este día ha pasado, su poder se ha esfumado y los delegados son
independientes, libres para actuar hasta el término de esos años según su propia 'conciencia',
sólo restringidos por el conocimiento de que después de este periodo tienen que encarar a los
votantes nuevamente; pero entonces, cuentan con captar sus votos mediante una ruidosa
campaña electoral, bombardeando a los confusos votantes con eslóganes y frases
demagógicas. De este modo, no son los votantes sino los palamentarios quienes son los amos
reales que deciden la política. Y los votantes ni siquiera envían a personas de su propia
opción como delegados; son presentados ante ellos por los partidos políticos. Y entonces, si
suponemos que las personas pudieran seleccionar y enviar personas de su propia opción,
estas personas no formarían al gobierno; en la democracia parlamentaria el legislativo y los
poderes ejecutivos están separados. 3l gobierno real que domina a las personas está formado
por una burocracia de funcionarios que se mueve tan lejos del voto de las personas que es
prácticamente independiente. Así es como es posible que la dominación capitalista se
mantenga a través del sufragio general y la democracia parlamentaria. 3sto es así por que, en
los países capitalistas dónde la mayoría de las personas pertenece a la clase obrera, esta
democracia no puede llevar a una conquista del poder político. ara la clase obrera, la
democracia parlamentaria es una democracia farsante, considerando que la representación del
consejo es la democracia real: el gobierno directo de los obreros sobre sus propios asuntos.

La democracia parlamentaria es la forma política en la que los diferentes intereses


importantes en una sociedad capitalista ejercen su influencia en el gobierno. Los delegados
representan ciertas clases: campesinos, comerciantes, industriales, obreros; pero no
representan la voluntad común de sus votantes. De hecho, los votantes de un distrito no
tienen ninguna voluntad común; son una asamblea de individuos, los capitalistas, obreros,
tenderos, viviendo por casualidad en el mismo lugar, teniendo intereses contrarios de partido.

Los delegados del consejo, por otro lado, son enviados por un grupo homogéneo para
expresar su voluntad común. Los consejos no están sólo hechos de obreros, teniendo
intereses de clase comunes; son un grupo natural, trabajando juntos como el personal de una
fábrica o sección de una planta grande, y están entre sí en íntimo contacto diario, teniendo el
mismo adversario, teniendo que decidir como obreros compañeros sus acciones comunes, en
las que han de actuar de forma unitaria; no sólo en las cuestiones de la huelga y la lucha, sino
también en la nueva organización de la producción. La representación del consejo no se
funda en la agrupación sin sentido de pueblos adyacentes o distritos, sino en los
agrupamientos naturales de los obreros en el proceso de producción, la base real de sociedad.

Sin embargo, no deben confundirse los consejos con la representación corporativa propagada
en los países fascistas. Ésta es una representación de las distintas profesiones u ocupaciones
(amos y obreros combinados), considerados como componentes fijos de la sociedad. 3sta
forma pertenece a una sociedad medieval con clases fijas y gremios, y en su tendencia a
petrificar los grupos de interés es aun peor que el parlamentarismo, donde los nuevos grupos
y los nuevos intereses que ascienden con el desarrollo del capitalismo encuentran pronto su
expresión en el parlamento y el gobierno.

La representación del consejo es completamente diferente porque es la representación de una


clase comprometida en la lucha revolucionaria. Representa sólo los intereses de la clase
obrera, y impide la participación de los delegados capitalistas y de los intereses capitalistas.
Niega el derecho de existencia a la clase capitalista en la sociedad e intenta eliminar a los
capitalistas apropiandose de los medios de producción. Cuando con el progreso de la
revolución los obreros deben asumir las funciones de la organización de la sociedad, la
misma organización del consejo es su instrumento. 3sto significa que los consejos obreros
son entonces los órganos de la dictadura del proletariado. 3sta dictadura del proletariado no
es un sistema de votación astutamente ideado que excluye a los capitalistas y la burguesía
artificialmente de las votaciones electorales. 3s el ejercicio del poder en la sociedad por los
órganos naturales de los obreros, estructurando el aparato productivo como la base de
sociedad. 3n estos órganos de los obreros, consistentes en delegados de sus variadas ramas en
el proceso de producción, no hay ningún lugar para ladrones o explotadores que permanezcan
fuera del trabajo productivo. Así, la dictadura de la clase obrera es al mismo tiempo la
democracia más perfecta, la democracia de los obreros reales, excluyendo a la clase de los
explotadores que está en desaparición.

Los adherentes de las viejas formas de organización exaltan la democracia como el único
derecho y forma política justa, como contraria a la dictadura, una forma injusta. 3l marxismo
no conoce nada de derecho abstracto o justicia; explica las formas políticas en que la
humanidad expresa sus pareceres de derecho político como consecuencias de la estructura
económica de la sociedad. 3n la teoría marxiana podemos encontrar también la base de la
diferencia entre la democracia parlamentaria y la organización del consejo. Tal y como la
democracia burguesa y la democracia proletaria, respectivamente, reflejan el carácter
diferente de estas dos clases y sus sistemas económicos.

La democracia burguesa se funda en una sociedad consistente en un gran número de


pequeños productores independientes. Quieren que un gobierno cuide de sus intereses
comunes: la seguridad pública y el orden, la protección del comercio, los sistemas uniformes
de medida y moneda, la administración legislativa y judicial. Todas estas cosas son
necesarias para que todos puedan hacer su negocio a su propia manera. 3l negocio privado
recibe toda la atención, forma los intereses vitales de todos, y esos factores políticos son,
aunque necesarios, sólo secundarios y exigen sólo una parte pequeña de su atención. 3l
contenido principal de vida social, la base de la existencia de la sociedad, la producción de
todos los bienes necesarios para la vida, es dividida dentro del negocio privado de ciudadanos
separados, por lo que es natural que tome casi todo su tiempo, y esa política, su asunto
colectivo, es una cuestión subordinada, provisora solamente de condiciones auxiliares. Sólo
en los movimientos revolucionarios burgueses hacen que las gentes tomen las calles. ero en
tiempos ordinarios la política es dejada a un pequeño grupo de especialistas, políticos, cuyo
trabajo simplemente consiste en el cuidado de estas condiciones generales, políticas, del
negocio burgués.

Lo mismo es también verdad para los obreros, con tal de que ellos sólo piensen en sus
intereses directos. 3n el capitalismo trabajan largas horas, toda su energía se agota en el
proceso de explotación, y la poca capacidad mental y el pensamiento fresco les abandonan.
Ganar su salario es la necesidad más inmediata de su vida; sus intereses políticos, su interés
común en la salvaguarda de sus intereses como asalariados puede ser importante, pero
todavía es secundario. or eso dejan esta parte de sus intereses también a especialistas, a sus
políticos del partido y a sus jefes sindicales. Votando como ciudadanos o afiliados, los
obreros podrán dar algunas instrucciones generales, así como los votantes de la clase media
pueden influir en sus políticos, pero sólo parcialmente, porque su atención principal debe
permanecer concentrada en su trabajo.

La democracia proletaria bajo el comunismo depende justo de las condiciones económicas


opuestas. No se funda en la producción privada sino en la producción colectiva. La
producción de las necesidades de la vida no es por más tiempo un negocio personal, sino un
asunto colectivo. Los asuntos colectivos, formalmente llamados asuntos políticos, ya no son
secundarios, sino el objeto principal del pensamiento y la acción para todos. Lo que se llamó
la política en la sociedad anterior --un dominio para especialistas-- se ha vuelto el interés
vital de todo obrero. No es el afianzamiento de algunas condiciones necesarias de la
producción, es el proceso y la regulación mismos de la producción. La separación de asuntos
e intereses privados y colectivos ha cesado. Ya no es necesario un grupo separado o clase de
especialistas que cuiden de los asuntos colectivos. A través de sus delegados del consejo, que
los ligan entre sí, los productores mismos están manejando su propio trabajo productivo.

Las dos formas de organización no se distinguen en que una se funda en una base tradicional
e ideológica, y la otra en la base productiva material de sociedad. Los dos se fundan sobre la
base material del sistema de producción, una en el sistema decadente del pasado, la otra en el
sistema progresivo del futuro. Ahora mismo estamos en el periodo de transición, el tiempo
del capitalismo avanzado y los comienzos de la revolución proletaria. 3n el capitalismo
avanzado el viejo sistema de producción ha sido ya destruido en sus fundamentos; la extensa
clase de productores independientes ha desaparecido. La parte principal de la producción es
el trabajo colectivo de extensos grupos de obreros; pero el mando y la propiedad han
permanecido en manos privadas. 3ste estado contradictorio es mantenido por los fuertes
coeficientes de poder de los capitalistas, especialmente el poder estatal ejercido por los
gobiernos. La tarea de la revolución proletaria es destruir este poder estatal; su contenido real
es la apropiación de los medios de producción por los obreros. El proceso de la revolución es
una alternación de acciones y derrotas que construyen la organización de la dictadura
proletaria, que al mismo tiempo es la disolución, paso a paso, del poder estatal capitalista.
or lo tanto este es el proceso de reemplazo del sistema de organización del pasado por el
sistema de organización del futuro.
Philippe Bourrinet.

os Consejos Obreros en la teoría de la Izquierda


Comunista holandesa y alemana

Los consejos obreros se convierten por una vez en la naturaleza


De toda la humanidad sobre la Tierra
Así como en un gran manojo de flores
3l mayor rayo de sol contemplado juntos.
Son lo más supremo del ser acabado en común
Son la supresión del ser solitario,
3n cada hombre, mujer y tierno niño
La humanidad encuentra su única meta.
Los consejos obreros son luego como la luz
Son la verdad y la fuente de la verdad
Son la consolidación en un gran todo
De la humanidad, el nudo del trabajo,
Son la creación de la humanidad - ella es la luz.
(Herman Gorter, 3l Consejo Obrero).

La importancia decisiva de los Consejos Obreros para el Nuevo Movimiento Obrero, nacido
de las ruinas de la rimera Guerra Mundial, se notaba aún antes de la ola revolucionaria de
1917-1921, que permitió crecer a estas organizaciones desde el enorme terremoto proletario
en países tan diferentes como Alemania, Hungría, Austria y Rusia. 3s en este último país
donde aparecieron en 1905 los primeros Consejos Obreros, que bajo esa última forma de
organización semejaban ser la forma final del primer autogobierno de los obreros desde la
Comuna de arís.

La contribución de la Izquierda holandesa, o más bien de la Izquierda holandesa-alemana,


para la reflexión teórica sobre los Consejos Obreros, no sólo es un simple reconocimiento de
esta forma de praxis revolucionaria del proletariado. Contiene inicialmente el reconocimiento
del factor espiritual, es decir, del factor conciencia, para dar vida a las formas de lucha del
proletariado.

Inicialmente, sin ninguna filosofía de la acción, el proletariado deberá ser incapaz de


emanciparse. Los factores objetivos (los de la crisis), los de la organización (los sindicatos y
el partido) de minorías dirigentes, no bastaban. 3staba ausente un factor esencial: el factor de
las masas, animado por la conciencia de su objetivo revolucionario.

³ 3l partido, los consejos y la revolución."¿Masas o jefes?"

La guerra y la Revolución de los consejos en Rusia, Alemania y Hungría modificarán y


enriquecerán la concepción de la izquierda holandesa. Básicamente, la revolución en Rusia
planteó exclusivamente la cuestión del detentamiento real del poder por los Consejos
Obreros, y así del antagonismo entre el partido que supuestamente los representa (el partido
bolchevique o cualquier otro partido) y estos últimos. La sustitución total del poder de los
consejos por la dictadura del partido al servicio del capitalismo del 3stado a partir de marzo
de 1918 (y antes aún) planteó claramente la cuestión del papel de los partidos revolucionarios
en los consejos. La Izquierda alemana, representada por el KAD y las Uniones Obreras
(AAU y AAU-3) en Alemania encarnó en la práctica esta tendencia radical que puso al frente
el papel de los Consejos Obreros como formas inalienables del poder proletario. Las Uniones
representaban al núcleo económico-político de los obreros radicales por la transformación de
las organizaciones de lucha económica en cuerpos políticos de poder: los Consejos Obreros.

3n la Izquierda comunista alemana y holandesa, había, no obstante, una gran importancia


otorgada al papel del partido, antes como durante la revolución. Opuesta al bolchevismo, que
predicaba la dictadura del partido en lugar de la "dictadura del proletariado" ejercida por la
clase obrera en conjunto agrupada en los Consejos Obreros, la Izquierda holandesa-alemana
replicó en 1920 con los escritos de Gorter y annekoek, Replica al camarada Lenin, y
Revolución mundial y tácticas comunistas de annekoek.

Un artido comunista que actúa en el movimiento de los consejos tenía otra finalidad, muy
diferente de la asignada por los partidos bolchevique y socialdemocrático. Haciendo suya de
nuevo la concepción de Rosa Luxemburgo, los teóricos holandeses afirmaron que los
comunistas "planean preparar su propia declinación" (61) en la sociedad comunista.

3l artido comunista podría ser sólo una herramienta de la revolución, aun cuando juega un
papel decisivo en la cristalización de la mentalidad y la actividad revolucionarias del
proletariado:

"3l partido tiene la tarea de propagar por adelantado el conocimiento claro, de modo que
surjan dentro de las masas, en esos momentos, los elementos capaces de saber lo que es
aconsejable hacer y juzgar la situación por sí mismos. Y, durante la revolución, el partido
debe establecer el programa, las consignas y las directivas que las masas, actuando
espontáneamente, reconozcan correctas, porque encuentran allí, de una forma cumplida, su
propio objetivo revolucionario y llegan, gracias a ellas, a ver las cosas más claramente." (62)

La función del partido no era, de este modo, solamente elaborar el programa; su función era
una función activa de propaganda y agitación. Aun cuando las masas obreras se alzen
espontáneamente, el partido no era espontaneista; no podía aceptar ciegamente cualquier
acción espontánea de los obreros. 3l partido no se disolvía en la masa sino en una vanguardia
lúcida y valiente mediante sus consignas y directivas. Sólo en esta acepción el partido dirigía
y "conducía la lucha". 3ste papel de "dirección" no era el de un personal que mandaba a la
clase obrera como a un ejército, la concepción teorizada tanto por el bolchevismo como por
la socialdemocracia. La revolución no era decretada, sino que era "espontáneamente" "la obra
de las masas mismas". Si ciertas acciones del partido podían ser un punto de partida de la
revolución ±"eso no llega sino raramente"± el factor decisivo era el autodesarrollo de la
conciencia de clase que emergía en forma de acciones espontáneas. "Los factores psíquicos
profundamente escondidos en la inconsciencia de las masas" dan una aparente espontaneidad
a la actividad revolucionaria. La función del partido era precisamente "actuar y hablar
siempre para despertar y fortalecer el conciencia de clase de los obreros" (Subrayado por
Gorter). (63)

3sta función del partido determinaba la estructura y el modo de operar de la organización


comunista. 3n lugar de reunir masas enormes, con el riesgo de un endulzamiento de los
principios e incluso de una gangrena oportunista, el partido tenía que seguir siendo "un
núcleo tan resistente como el acero, tan puro como el cristal". 3sta idea de un partido-núcleo
implicaba una selección rigurosa de los militantes. ero la Izquierda holandesa-alemana no
predicaba las virtudes del aislamiento y la minoría:

" Si... nosotros tenemos el deber de permanecer siendo aún durante un tiempo una pequeña
minoría, no es porque apreciemos esta situación con una predilección particular, sino porque
debemos soportarla antes de volvernos más fuertes".

De una manera bastante torpe, Gorter ±al precio de una argumentación paradójica± cae en
unas polémicas vanas contra el 3jecutivo de la Comintern, que juzgaba a la Izquierda
comunista como "sectas":

"¿Una secta, entonces? dirá el Comité ejecutivo... erfectamente, una secta, si usted entiende
por ese término el núcleo inicial de un movimiento que demanda la conquista del mundo".

Siguiendo al KAD, Gorter opuso "el partido de los jefes" al "partido de las masas",
«dialéctica» que annekoek, por otro lado, se negó a adoptar. 3stá claro que toda la Izquierda
comunista se había sobresaltado por la escisión en octubre de 1919, en Heidelberg, donde la
minoría, maniobrando con una dirección del KD que no era representativa, ejerció su
dictadura sobre el partido, y expulsó al final a la mayoría del partido. 3sta jefatura
autodesignada, así pues Levi, Brandler y Clara Zetkin, se opusieron a la voluntad y la
orientación política de las masas obreras del partido. Con "el partido de los jefes", la
Izquierda quería decir el partido que no nutre su democracia interna, sino la dictadura de la
camarilla, de arriba a abajo, adoptando la concepción de Lenin: "una partido de hierro" y
"una disciplina de hierro". "3l partido de las masas" ±y no el partido de masas-, al contrario,
debe construirse "de abajo hacia arriba" por los obreros revolucionarios del partido.

Gorter, annekoek y el KAD no negaron la necesidad de un trabajo unitario en el partido,


necesariamente centralizado y disciplinado. Gorter, que es presentado a menudo e
injustamente como un Don Quijote, como el héroe de "la lucha contra los jefes", quería de
hecho verdaderos jefes, verdadera centralización y verdadera disciplina en el partido:

"... nosotros estamos todavía buscando verdaderos jefes, que no busquen dominar a las masas
y no las traicionen, y como durante mucho tiempo no los tendremos, queremos que todo se
haga de abajo a arriba, y por la dictadura de las masas mismas... 3so también vale con
respecto a la disciplina férrea y el centralismo fuerte. Nosotros también los queremos, pero
sólo después de haber encontrado verdaderos jefes, no antes".

De hecho, de una manera intuitiva, Gorter desarrolló una idea que será la del conjunto de la
Izquierda comunista internacional, la italiana incluida, después de la IIª Guerra Mundial. 3n
los partidos revolucionarios, no surgieron más «grandes hombres», como en la IIª y IIIª
Internationales, que tuviesen un peso aplastante hasta el punto de dominar la organización
entera. La organización revolucionaria se volvió más impersonal y más colectiva. Gorter notó
este hecho en 1920, en un país tan desarrollado como Alemania:

"¿No ha notado, camarada Lenin, que no hay «grandes» jefes en Alemania? Todos son
hombres muy ordinarios."

La existencia de «grandes hombres» en el movimiento y la personalización de este último


(Leninismo, Trotskismo, Luxemburgismo, Bordigismo) era de hecho una señal de debilidad y
no de fuerza. Caracterizaba a los países económicamente subdesarrollados ±donde la
conciencia y la madurez del proletariado permanecen en un estado embrionario, de lo cual la
necesidad de «jefes carismáticos» para equilibrar esta debilidad. 3n los grandes países
capitalistas, las tradiciones históricas de lucha aportan una conciencia de clase mucho más
elaborada y estructurada. La importancia de los «jefes» es inversamente proporcional a la
conciencia real de las masas obreras.

Las nuevas tácticas del proletariado

3l triunfo de los Consejos Obreros a una escala mundial requería una completa inversión de
la praxis anterior del proletariado, la socialdemocracia y el bolchevismo incluidos.

ara la Izquierda holandesa, las tácticas del Comintern en Occidente eran demasiado «rusas»
y, así, inaplicables. Las tácticas de Lenín "sólo podrían llevar al proletariado occidental a su
pérdida y a derrotas terribles". Contrariamente a la revolución rusa, que había sido construida
sobre la revuelta de los campesinos pobres, la revolución en Occidente sería más puramente
proletaria. 3l proletariado en los países avanzados no tenía aliados potenciales, ni los
granjeros ni la pequeñaburguesía urbana. Sólo podría contar con su número, su conciencia y
su propia organización. 3l proletariado estaba solo enfrentandose con todas las demás clases.

"Los obreros en 3uropa occidental están completamente solos. ...en suma, sólo una capa muy
reducida de pequeñoburgueses pobres les ayudará. Y esta es económicamente insignificante.
Los obreros tendrán que llevar todo el peso de la Revolución. Aquí está la gran diferencia
con Rusia". (6Ë)

Lo que era evidente sobre el terreno social, todavía era más verdadero a nivel político. Las
fuerzas políticas que representaban las diversas tendencias e intereses de los estratos
burgueses y pequeñoburgueses ya no estaban divididas sino unidas contra el proletariado. 3n
la era del imperialismo, "las diferencias entre clericales y liberales, conservadores y
progresitas, clase alta y pequeñaburguesía, están desapareciendo". 3so fue confirmado por la
guerra imperialista, y más aun por el proceso de la revolución. Al proletariado unido en la
revolución se le enfrentó la unión de todas las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas:

"Unidos contra la revolución y así, de hecho, contra todos los obreros, porque sólo la
revolución puede realmente mejorar la situación de todos los obreros. Contra la revolución
todos los partidos concuerdan en lugar de dividirse".

or consiguiente, la Izquierda comunista rechazó cualquier posibilidad "táctica" de formar un


frente unitario con estos partidos, incluso "izquierdistas"; rechazó la idea de "gobiernos
obreros" recomendada por el KD (S) y Lenín.

3l nuevo periodo histórico, el de las guerras y las revoluciones, borró las "diferencias" y
"desacuerdos" entre los partidos burgueses y los socialdemócratas:

"Indudablemente, uno debe decir que estas diferencias entre los socialdemócratas y los
burgueses se redujeron a casi nada durante la guerra y la revolución, y que normalmente
desaparecieron".

Cualquier "gobierno obrero" ±como subraya annekoek- es esencialmente


contrarrevolucionario. "Buscando impedir por todos los medios que la brecha no socave el
flanco del capitalismo, y que el poder de los obreros no sea desarrollado, se comporta como
un agente contrarrevolucionario activo. 3l papel del proletariado no es sólo combatirlo, sino
también invertirlo para establecer un verdadero "gobierno comunista".

3se análisis de la Izquierda a cerca de la naturaleza de los partidos socialdemócratas está


todavía marcado por algunas vacilaciones. A veces la socialdemocracia aparece como el ala
izquierda de la burguesía, a veces como un "partido obrero". Las tácticas de la Izquierda
holandesa no aparecen en Gorter muy claras: ningún apoyo a la Socialdemocracia, ala
derecha y ala izquierda incluidas, en las elecciones, sino llamar a la acción común: "por la
huelga, por el boicot, por la insurrección, las batallas callejeras y sobre todo por los Consejos
Obreros, por las organizaciones de fábrica. También podría establecerse un Frente Unitario,
"empezando por los cimientos" y "en la acción", con estas organizaciones.

3l cambio histórico del periodo modificó profundamente la táctica del proletariado europeo
occidental. 3sta fue simplificada, tendiendo directamente a la toma revolucionaria del poder.
3so no significa que la revolución proletaria será más fácil en occidente que en un país
subdesarrollado, como Rusia. Al contrario, será más difícil: enfrentando un "capitalismo
poderoso", "los esfuerzos requeridos de las masas por la situación todavía mayores que en
Rusia". 3stos factores objetivos (la fuerza económica del capital, la unión de todas las clases
contra el proletariado) pesa poco, sin embargo, en contraste con el retraso de las condiciones
subjetivas de la revolución. La Izquierda holandesa subrayó el enorme peso de la ilusión
democrática en el proletariado. La herencia "democrática" es el factor principal de inercia
dentro del proletariado. 3sta es la diferencia principal con la revolución rusa. annekoek lo
expresó en estos términos:

"3n estos países, el modo burgués de producción, y la cultura ilustrada que está vinculada a
él desde hace siglos, impregnaba en profundidad la manera de sentir y de pensar de las masas
populares."

3l modo proletario de pensar está distorsionado por esta "cultura" cuyas expresiones más
típicas son el individualismo, el sentimiento de adherencia a una "comunidad nacional", la
veneración de fórmulas abstractas como la "democracia". 3l poder de las posiciones
anacrónicas de la Socialdemocracia, la creencia ciega ±revelando una falta de confianza en sí
mismo± del proletariado en "jefes que, durante décadas, habían personificado la lucha, el
objetivo revolucionario", y finalmente, el peso material y moral de las viejas formas de
organización, "gigantescas máquinas creadas por las masas mismas": múltiples factores
negativos que consolidan la "tradición burguesa".

Se sigue que la cuestión fundamental en los países desarrollados de 3uropa occidental es la


ruptura con la ideología burguesa, disfrazada en la "eterna tradición espiritual". Ésta,
mientras es presentada como "cultura", es "un factor de infección y de parálisis" de la acción
de masas. La contradicción entre la inmadurez del proletariado, también acostumbrado a
pensar en los términos de la ideología, y la madurez de las condiciones objetivas (el
derrumbamiento del capitalismo) "sólo puede resolverse por el propio proceso de desarrollo
revolucionario", mediante "la experiencia directa de la lucha".

Las tácticas seguidas por el proletariado durante el periodo revolucionario deben adaptarse
necesariamente "a la fase evolutiva alcanzada por el capitalismo". Los métodos y las formas
de lucha cambian, dependiendo de "cada fase" de la evolución capitalista. 3l proletariado
debe así "superar la tradición de las fases precedentes", en primer lugar la sindicalista y la
parlamentaria.

La cuestión de los sindicatos. ±¿Sindicalismo revolucionario o organizaciones unitarias del


proletariado?

Contrariamente a los anarquistas, Gorter y annekoek no rechazaron para cualquier periodo y


por principio las tácticas parlamentarias y sindicales. Desde 191Ë, ya no son consideradas
"las armas de la revolución" (Gorter). Los parlamentos y los sindicatos expresan desde ahora
"el poder de los jefes" sobre "las masas". Terminología algo "idealista", retrayéndose de la
cuestión fundamental: ¿es el funcionamiento interno ±los "jefes"± o la estructura de los
sindicatos lo que se vuelve inadecuado para la lucha revolucionaria?

3n La enfermedad infantil del comunismo, Lenin afirmaba que era necesario por todos los
medios, incluso mediante los menos reconocidos, penetrar con fuerza en los sindicatos para
conquistarlos. Los insertó en el mismo plan que el movimiento Zubatovista (65) en 1905, al
que se adherieron los obreros rusos:

"3s incluso necesario... usar -si se necesita- todas las estratagemas, todos los recursos,
recurrir a trampas, disimular, ocultar la verdad, para el único objetivo de penetrar en los
sindicatos, permanecer allí y llevar a cabo a cualquier coste la acción comunista." (66)

La réplica de la Izquierda holandesa ni fue moral ni moralizante -aunque rechazó cualquier


política de subterfugios y mentiras-, sino histórica. La situación en 1920 ya no como la de
1905. Los sindicatos en Alemania, el país más representativo en 3uropa occidental, se
pasaron al lado de la burguesía y ya no tienen naturaleza obrera, sino sangre en sus manos.
No sólo los "malos" jefes, sino también las "bases" tomaron parte en la represión de la
revolución (67):

"Los sindicatos son utilizados por los jefes y la masa de los miembros como armas contra la
revolución. 3s por su ayuda, su apoyo, a la acción de sus jefes, y en parte también por sus
miembros, que la Revolución ha sido asesinada. Los comunistas ven a sus propios hermanos
acribillados con la ayuda de los sindicatos. Las huelgas en favor de la revolución son rotas.
¿Usted cree, camarada, que es posible que los obreros revolucionarios permanezcan luego en
tales organizaciones?"

Durante la época revolucionaria, ya no hay sindicatos "apolíticos" o "neutros", que estuviesen


satisfechos con acciones económicas en favor de sus miembros. "Cada sindicato, incluso
cada agrupamiento obrero, juega un papel político de partido a favor o en contra de la
revolución". Contrariamente a la Izquierda "bordigista" italiana, que recomendaba un "Frente
unitario sindical", rechazando cualquier clase de "Frente político unitario", la Izquierda
holandesa se negó a cualquier forma de "frentismo".

Los sindicatos, al principio "organizaciones naturales para la unificación del proletariado", se


habían transformado gradualmente en organizaciones antiobreras. Su burocratización, donde
el aparato de representantes oficiales gobierna sobre los obreros, equivale casi a una fusión
con el 3stado. Los sindicatos se comportan como el 3stado Capitalista mientras rompiendo
con sus "leyes" (reglas, estatutos) y por la fuerza cualquier revuelta contra su "orden":

"Los sindicatos también asemejan al 3stado y a su burocracia en que, a pesar de un


funcionamiento democrático, las bases no tienen ningún medio para imponer su voluntad a
los dirigentes; un hábil sistema de reglas y estatutos sofoca, de hecho, la menor revuelta antes
de que pueda amenazar los reinos superiores."

Como el 3stado Capitalista, los sindicatos no han que ser conquistados, sino destruidos.
Cualquier idea de reconquistar los sindicatos y transformarlos en cuerpos comunistas no
puede ser sino la peor ilusión reformista -Gorter compara en varias ocasiones a Lenin con
Bernstein-. Desarrollar una oposición en los sindicatos ±de acuerdo con las tácticas de Lenin±
que fuese comunista era un sin sentido, porque "la burocracia puede maniobrar perfectamente
para suprimir una oposición antes de que esta última la amenaze". 3n la asunción absurda de
que la oposición se apropiaría del aparato de dirección echando a los "malos" jefes, lo que
esta haría sería actuar exactamente como esos últimos:

"Reemplace, en los viejos sindicatos, la burocracia anterior por sangre nueva y, en poco
tiempo, usted verá a ésta adquiriendo también el mismo carácter, que lo promoverá, lo
desarrollará, lo desligará de las masas. 3l 99 por 100 de ellos se convertirán en tiranos, al
lado de los burgueses". (68)

No es tanto que el contenido de la organización sindical lo que es malo ("malos" jefes y


"aristocracia obrera" en la concepción de Lenín), sino la forma de organización, que "reduce
a las masas a la impotencia". La revolución no es, de este modo, una cuestión de inyectar
nuevos contenidos revolucionarios en las viejas formas de organización del proletariado. No
existe, en la concepción de la Izquierda comunista, una forma alienada de sus contenidos
revolucionarios. La forma no es indiferente (69). 3n este sentido, la revolución es también
una cuestión de forma de organización, así como es una cuestión del desarrollo de la
conciencia de clase, de su contenido mismo.

3sta forma toma figura sólo en los Consejos Obreros que ascienden en un periodo
revolucionario, o, más exactamente, en las organizaciones de fábrica. Aquéllos superan la
exclusividad de las viejas uniones de gremio y oficio y aparecen como la única forma de
unificación de la clase obrera. Sus representantes (Obleute), contrariamente a los sindicatos,
son constantemente revocables. La Izquierda holandesa, en este punto, sigue el ejemplo ruso,
dónde los Consejos de Fábrica y no los sindicatos llevaron a cabo la revolución. Sin
embargo, ciertas aserciones de la Izquierda holandesa dejan a flote ciertas ambigüedades y
muestran una falta de coherencia**:

¨ mientras predicaban la destrucción de los sindicatos, afirmaban que los consejos


proporcionarían "las bases de sindicatos nuevos";

¨ confunde la Unionen alemana (Allgemeine Arbeiter-Unionen, Unión General Obrera) con


los Consejos de Fábrica, que crecen dentro de los Consejos Obreros. Las Uniones eran
además organizaciones de naturaleza política***, reconociendo la necesidad de la revolución
y de la dictadura del proletariado ejercidas por los Consejos Obreros.

¨ seguía siendo "obrerista" y predicaba una forma de "fabriquismo" dónde la fábrica estaba en
el centro de toda la vida social: "la revolución en Occidente no puede organizarse sino sobre
la base de las fábricas y en las fábricas"; no se han aproximado a la formación de
organizaciones territoriales que hiciesen añicos el marco de la fábrica.

Sobre estas cuestiones, la Izquierda holandesa no fue a las raíces del problema del sindicato,
y por tanto a las de la formación de los Consejos Obreros. ¿3ra verdad que el "declive del
capitalismo" ±proclamado por el Comintern± haría imposible reformas duraderas? ¿3ran
éstas ±obtenidas en el siglo I por los reformistas±, todavía posibles desde la guerra?
Organizaciones puramente económicas y reivindicativas podrían abandonar sus objetivos de
clase, bajo la presión del 3stado, y ser llevadas a la colaboración de clases. O, en el mejor de
los caos, desaparecerían, como las Uniones. ¿3ra posible, por último, establecer
organizaciones reivindicativas permanentes? Mucho después, la Izquierda holandesa-alemana
rechazó cualquier posibilidad de una organización reivindicativa permanente.

Ë. ¿3conomía olítica o política económica de la Revolución?

Mientras rechazaban como negativas las lecciones políticas de las Revoluciones rusa y
alemana, junto a su rechazo finalmente de la necesidad de una organización política -por la
obsesión del sustitucionismo-, los Comunistas de Consejos Holandeses vieron en la futura
revolución en primer lugar una cuestión económica. Los consejos parecían ser más
organizaciones económicas de administración de fábrica que cuerpos de decisión y control
sobre la política económica.
as vías de la revolución proletaria: de los comités de lucha a los Consejos Obreros

La revolución proletaria se establecería por el alzamiento de los Consejos Obreros, reuniendo


al conjunto del proletariado. ero esto era alrededor de la última fase de un proceso largo y
contradictorio que necesitaba del estallido de huelgas económicas. Ésas eran necesariamente
"huelgas salvajes" contra los sindicatos. 3sta posición ha sido siempre desarrollada y repetida
desde su nacimiento por el GIC, apenas desviado de la de la Izquierda Comunista italiana en
los años treinta (70). Como esta última, pero de un modo mucho más audaz, el GIC dio una
gran importancia a la generalización de las luchas económicas bajo la forma de huelgas de
masas.

ero, a diferencia de los "Bordigistas" italianos y belgas, insistió particularmente en la


autoorganización de las huelgas salvajes. 3sta autoorganización requería necesariamente la
formación de "comités de lucha" (strijdcomites) elegidos, revocables por el conjunto de los
obreros en lucha (71). 3stos, siguiendo el ejemplo alemán durante y después de la Iª Guerra
Mundial, eligieron directamente "representantes responsables" dentro de las asambleas
generales de huelguistas. Todos los obreros, cualquiera que fuese su filiación política y
sindical, podrían tomar parte en estos "comités de lucha" para llevar a cabo una verdadera
"unidad de clase". Tales comités, a menos que traicionasen su función de unificación
transformandose en nuevos sindicatos, eran órganos no permanentes: emergían y
desaparecían con la propia lucha. Sólo en un periodo revolucionario podrían nacer y
desarrollarse verdaderas organizaciones permanentes, unidades que agruparían a todo el
proletariado: los Consejos Obreros. 3stos consejos, no obstante, y a pesar de su formación
espontánea, no emergen de la nada, por generación espontánea.

Los "precursores" de la autoorganización "unificada", que preparan la "organización de la


clase", nacían inevitablemente antes de la explosión de luchas de masas. 3stas
organizaciones, en cierta magnitud "embriones" de los consejos, no eran otras que los
"núcleos de propaganda", integrados por obreros combatientes, organizando y haciendo
agitación para las próximas luchas de masas. ero, en ningún caso, tales "núcleos de
propaganda" podrían autoproclamarse organización unitaria (3inheits-organisatión): "...3l
núcleo de propaganda no es por sí mismo la organización de la clase" (72).

Tales núcleos de propaganda, obviamente, formaban "grupos obreros" sin una verdadera
línea que los guiase, aunque defendiendo una opinión en la lucha de la clase. ero, en la
práctica, el GIC parecía confundir los "grupos de opinión", que constituían los "grupos de
trabajo" en la teoría de los holandeses, con estos grupos obreros. A esto siguió, de esta
manera, una confusión desconcertante entre organizaciones obreras y organizaciones
revolucionarias.

ara pasar por encima de esta contradicción, el GIC negó a los "grupos de opinión", así como
a los "núcleos de propaganda", un papel político en las luchas económicas obreras. ara
annekoek, era inútil que estos grupos llevasen a cabo una lucha política para dirigir las
huelgas y las demostraciones de los obreros, contra los otros grupos o partidos, aun cuando
aquéllos actuaban desde el interior, en la fábrica, contra la autoorganización de los obreros.
ara él, la cuestión era evitar la ruptura de la "unidad de la clase" por confrontaciones
políticas inútiles:

"3l Comunismo de Consejos considera a todos los obreros como una unidad de clase, más
allá de las demarcaciones de las organizaciones. No entra en la competición con estas
organizaciones... 3l Comunismo de Consejos no dice a los obreros que son miembros de
partidos y organizaciones: déjalos y ven conmigo". (73)

3sta visión, donde la organización comunista consejista estaba rigurosamente separada de la


lucha de los obreros, tuvo consecuencias prácticas. or ejemplo, en la lucha de los
desempleados en los aíses Bajos, donde el GIC intervino, este dio como consigna, cuando
se formaron los comités de desempleados (Comités de Lucha): "apartaos de todos los
sindicatos y partidos políticos". (7Ë)

ara el "Consejismo" holandés, esto sería lo mismo en un periodo revolucionario. Los


Consejos Obreros serían formados desechando cualquier acción de los partidos
revolucionarios dentro, para ser capaces de llevar a cabo sus tareas económicas de
transformación de la sociedad. Habría una separación radical entre la creación de grupos
revolucionarios "formando una organización independiente de obreros revolucionarios en
grupos de trabajo que funcionasen libremente" (Canne-Meijer, op. cit.) y la "(organización)
independiente de las masas obreras en Consejos Obreros" (idem) (75). La acción de los
grupos revolucionarios estaría limitada a apoyar las tareas económicas de los consejos
obreros.

La transformación de la economía, del Capitalismo al Comunismo. Los Grundprinzipien


(rincipios Fundamentales de roducción y Distribución Comunistas, GIK).

La cuestión del periodo de transición ±después de la toma del poder por los Consejos
Obreros- hacia el Comunismo siempre fue abordada por los comunistas de consejos alemanes
y holandeses bajo un ángulo estrictamente económico. La degeneración inmediata de la
Revolución rusa después de octubre del 17 y la evolución de la Rusia "soviética" hacia el
capitalismo del 3stado mostró, según la concepción del GIC, la bancarrota de la "política". 3l
factor económico, la administración de la nueva sociedad por los consejos, había sido
demasiado minimizado. La tradición de la "política", en la que la "dictadura del proletariado"
era concebida como una dictadura política sobre el conjunto de la sociedad, había relegado a
un segundo plano las tareas económicas cruciales del proletariado. 3sta idea fue expresada
con particular claridad por el mismo annekoek:

"La tradición significa dominación de la economía por la política... lo que los obreros tienen
que realizar es la dominación de la política por la economía". (76)

3sta visión era exactamente el reverso de la de los grupos revolucionarios de los años treinta,
tal como la Izquierda Comunista italiana, que había abierto la discusión teórica sobre el
periodo de transición (77).

Uno no encontrará en el GIC ±contrariamente a las Izquierdas italiana y alemana (78)±,


reflexiones teóricas sobre la cuestión del 3stado durante el periodo de transición. La relación
entre el nuevo 3stado del periodo de transición, los partidos revolucionarios, y los Consejos
Obreros nunca fue tocada, a pesar de la experiencia rusa. Uno no encontrará nada de nada a
cerca de la relación entre una Internacional revolucionaria y el 3stado ±o los 3stados± en los
países donde el proletariado hubiese tomado el poder político. or último, las complejas
cuestiones de la "violencia proletaria" (79) y la guerra civil en el periodo revolucionario
nunca se plantearon. ara el GIC, parece que no hay ningún problema en la existencia de un
3stado -o semi-3stado- durante el periodo de transición hacia el Comunismo. Su existencia,
incluso su caracterización ("3stado proletario" o "plaga" que el proletariado hereda) nunca se
propone. 3stos problemas están completamente ausentes.

3l texto principal del GIC sobre el periodo de transición, los rincipios fundamentales de
producción y distribución comunista, aborda solamente los problemas económicos de este
periodo.

3l punto de partida del GIC es que el fracaso de la Revolución rusa y la evolución hacia el
capitalismo del 3stado sólo podría explicarse por la ignorancia, sino por la negación, de la
necesidad de transformar la nueva sociedad económicamente. 3sta interpretación errónea era
de sentido común en el conjunto del movimiento obrero. ero, de una manera paradójica, el
GIC reconoció el papel fundamental de la experiencia rusa, permitiendo hacer progresar la
teoría marxista:

"Con respecto a la industria, Rusia intentó construir una estructura económica de acuerdo con
los principios comunistas... y fracasó completamente... 3s en la escuela de la práctica de la
Revolución rusa con la que estamos endeudados para poder progresar, para ser capaces de
apreciar lo que significaba el derecho de tener un aparato de producción, cuando está en las
manos de una dirección central". (80)

ara los comunistas de consejos holandeses, la "dictadura del proletariado" resultaría


inmediatamente en la "asociación de productores libres e iguales". Los obreros, organizados
en los consejos en las fábricas, tenían que tomar todo el aparato de producción y hacerlo
funcionar para sus propias necesidades, como consumidores, y sin consultar a una autoridad
central, de tipo oficial, cuya finalidad es la perpetuación de la desigualdad en la sociedad.
Uno evitaría así que el "comunismo de 3stado", establecido durante el periodo del
Comunismo de Guerra, de 1918 a 1920, se transformase inevitablemente en capitalismo de
3stado para que las necesidades de la producción se antepusiesen a las de los obreros
productores-consumidores. 3n la nueva sociedad, dominada por el poder de los consejos y no
por el 3stado de un partido centralizado, la remuneración salarial ±fuente de cualquier
desigualdad y de cualquier explotación de la fuerza del trabajo± será abolida.

Finalmente, para el GIC, los problemas del periodo de transición eran muy simples: los
productores tenían que controlar y distribuir el producto social, de una manera igualitaria
para cada uno de ellos y mediante una autoridad ejercida "de abajo a arriba". 3l proceso del
periodo de transición, desde 1917, no fue puramente político, bajo la forma de la extensión de
la revolución proletaria a todo el mundo, sino económico, por medio de un incremento del
consumo obrero, inmediata e igualitariamente organizado por los Consejos de Fábrica. 3l
único verdadero problema del periodo de transición sería, de acuerdo con el GIC, la relación
entre los productores y sus productos:

"3l proletariado subraya el carácter fundamental de la relación del productor con su producto.
3sto y sólo esto es el problema central de la revolución proletaria."

ero, ¿cómo llegar a una "distribución" igualitaria del producto social? 3sto, obviamente, no
podría surgir de las simples medidas de naturaleza jurídica: la nacionalización, la
"socialización", cualquier forma de nacionalización de la propiedad privada. La solución,
según el GIC, estaba en el cálculo de los costes de producción de las fábricas en términos de
tiempo de trabajo, comparándolo con la cantidad de los bienes sociales creados. or supuesto,
según la productividad respectiva de las fábricas, para el mismo producto las cantidades de
trabajo necesario para su fabricación era desigual. ara resolver este problema, era suficiente
calcular el medio tiempo social de producción de cada producto. La cantidad de trabajo de las
fábricas más productivas, excediendo del promedio social, sería versada en unos Fondos
Comunes; se tendría cuidado de ella para elevar el "nivel" de las fábricas menos productivas.
Simultáneamente, se usaría para introducir el progreso tecnológico necesario para desarrollar
la productividad de las fábricas de una rama dada, para disminuir el medio tiempo de
producción.

Los organización del consumo dependía del mismo principio de contabilidad. La contabilidad
social general, gracias a la documentación estadística establecida por los productores-
consumidores organizados como consejos y cooperativas, calculan los factores de consumo.
Después de deducir ±el reemplazamiento del aparato de producción obsoleto, las mejoras
técnicas, los fondos de seguridad social para los no son aptos para trabajar, las catástrofes
naturales, etc.± habría una distribución igual de las reservas sociales de consumo para cada
consumidor. A las condiciones iguales de producción, aseguradas por el cálculo del tiempo
social medio de trabajo, corresponderían generalmente las condiciones iguales para todos los
consumidores individuales. Gracias a este sistema de contabilidad social, se acabaría con la
ley del valor: los productos no circularían ya en base a su valor de cambio usando el patrón
monetario universal. 3n suma, con la construcción de un centro estadístico y contable
"neutral", no desligado de los consejos, independiente de cualquier grupo de personas o de
cualquier autoridad de naturaleza central, la nueva sociedad escaparía al peligro de la
formación de una burocracia parasitaria, que rapiñaría una parte del producto social.

Los Grundprinzipien de los comunistas de consejos holandeses tenían el mérito de enfatizar


la importancia de los problemas económicos durante el periodo de transición del capitalismo
al comunismo, cuando habían sido poco discutidos en el movimiento marxista. Sin un
incremento real y continuado del consumo de la clase obrera, la "dictadura proletaria" no
tendría ningún sentido y la perspectiva del comunismo sería un deseo piadoso.

ero el texto del GIC sufría de un cierto número de debilidades, a las que no escaparon otros
grupos revolucionarios (81).

Los Grundprinzipien se acercaron, de hecho, a la fase avanzada del comunismo, donde la


administración de los hombres cedía su lugar "a la administración de las cosas", según el
principio de "todos según sus necesidades, todos según sus posibilidades" (Marx). 3l GIC
concibió como inmediatamente posible -al momento en que los Consejos Obreros tomasen el
poder en cualquier país± la construcción del comunismo en su forma más avanzada.
3mpezaba a partir de una situación ideal, donde el proletariado victorioso se había apropiado
del aparato productivo correspondiente a países altamente desarrollados, sin haber sufrido el
gran mal de la guerra civil (destrucción, parte de la producción dedicada a las necesidades
militares); donde, además, ningún problema campesino se erguía en el camino a la
socialización de la producción, una vez que, según el GIC, la producción agrícola ya había
sido completamente industrializada y socializada (82). Finalmente, ni el aislamiento de una o
varias revoluciones proletarias, ni el arcaísmo de la pequeña producción agrícola pequeña,
constituían el mayor obstáculo para fundar el comunismo: "Ni la ausencia de revolución
mundial ni el desajuste del minifundismo individual para la gestión estatal pueden sostenerse
como responsables del fracaso de (la Revolución rusa)..." en el campo económico. (83)

Así, el GIC se alejó de la visión de Marx sobre el periodo de transición, que distinguió dos
fases: una fase inferior, la del socialismo donde "la administración de los hombres" determina
una política económica "proletaria", en una sociedad todavía dominada por la escasez, y una
fase superior, la del comunismo, donde la sociedad sin clases librada de la ley del valor
disfrutaría de un desarrollo libre de las fuerzas productivas a una escala mundial. ero
incluso en la fase inferior del periodo de transición, dominada aún por la ley del valor y la
existencia de clases reaccionarias, el marxismo puso el acento en que la condición de
cualquier transformación económica socialista descansaba en el triunfo de la revolución
mundial. 3l comienzo de cualquier transformación económica real de la nueva sociedad,
todavía dividida en clases, necesitaba en primer lugar la seguridad política de la
contraposición del proletariado a las otras clases.

La visión "economista" del GIC podría explicarse por una ignorancia del problema del
3stado ±denominado por Marx "semi-3stado"± durante el tiempo de dictadura del
proletariado, al principio del periodo de transición. 3ste "semi-3stado" constituía una
amenaza real para el poder proletario; reagrupando los estratos no proletarios y las anteriores
clases poseedoras. 3n la teoría marxista, era un factor de conservación social: "este poder,
surgido de la sociedad, pero situándose por encima de ella, y alienándose cada vez más de
ella, es el 3stado" (3ngels, 3l origen de la familia, la propiedad privada y el 3stado). (8Ë)

La teoría del GIC sobre el periodo de transición realmente podría parecer bastante cercana a
la teoría anarquista, que niega la existencia de un 3stado y así de una lucha política por la
dominación de la nueva sociedad. 3l papel técnico otorgado por el GIC a los obreros,
responsables de la contabilidad del tiempo medio de trabajo social de la producción, era una
negación implícita de su papel político.

Como en la teoría anarquista, el GIC parecía dar una forma automática y casi natural a la
construcción de una sociedad comunista. 3sta no era el resultado de un proceso
contradictorio y a largo plazo de lucha de clases por la dominación del "semi-3stado", contra
los estratos sociales conservadores, sino el producto de un desarrollo lineal y armonioso, y
casi matemático. La armonía matemática de la contabilidad del tiempo de trabajo era una
garantía de la armonía de la sociedad comunista. 3sta visión no está tan lejos de la de los
utópicos en el siglo I , particularmente el de la "armonía universal" de Fourier (85).

La debilidad última de los Grundprinzipien descansaba en la contabilidad misma del tiempo


de trabajo, incluida en una sociedad comunista desarrollada, no sufriendo ya más escasez.
3conómicamente, este sistema podría reintroducir la ley del valor, dando un valor contable y
no un valor social al tiempo de trabajo necesario para la producción. 3l GIC se oponía así a
Marx, para quien la norma de medida en la sociedad comunista no era el tiempo de trabajo
sino el tiempo disponible (86), el tiempo libre disponible.

3n segundo lugar, la existencia de una contabilidad "neutra" y del denominado centro técnico
de contabilidad no ofrecía garantías suficientes para la edificación del comunismo. 3ste
"centro" podría, finalmente, tener como objeto sólo la acumulación de las horas de trabajo
social, recortando mientras los requerimientos de consumo y el tiempo disponible de los
productores-consumidores, y también alienándose él mismo más y de la sociedad. "Hasta los
cimientos", si de aquello se deriva que los productores ignoren más y más el control de este
"centro" y la organización social en general, lo que podría convertirse inevitablemente en una
transferencia de las funciones ocupadas por los "cuerpos" dirigentes de los productores a
algunas "autoridades técnicas". La negación de estos peligros potenciales por el GIC no
quedaba sin consecuencias. Los Internacionalistas holandeses podían a partir de esto rechazar
cualquier posibilidad de lucha, aún bajo el comunismo, surgiendo de los productores para la
mejora de sus condiciones de trabajo. arecía que el GIC rehusaba a considerar la posibilidad
de una sociedad donde la lucha por mejores condiciones de trabajo no cesaría, donde "la
distribución del producto social seguiría siendo una distribución antagónica" y donde
finalmente la lucha por la distribución igual de los productos pudiera existir. ¿No era esto
reintroducir la idea de que los productores-consumidores no podrían luchar contra sí mismos,
incluyendo su "centro de contabilidad"?

De hecho, para el GIC el comunismo se asemejaba a una igualdad absoluta entre todos los
productores. 3sto se cumplía al comienzo del periodo de transición (87). Durante el periodo
comunista, ya no había desigualdad natural (física, psíquica) en las esferas de la producción y
del consumo. Sin embargo, una sociedad comunista podría definirse como la verificación de
una "igualdad real en la desigualdad natural" (88).

annekoek y la transformación económica de la nueva sociedad

annekoek, a quien Canne-Meijer había pedido un prólogo al libro de Jan Appel en 1930
(89), era muy cauteloso con la idea de escribir un libro consagrado a las transformaciones
económicas del periodo de transición. 3stimándose a sí mismo "no demasiado familiarizado
con estas cuestiones", le parecía al principio "algo utópico e irreal" deducir un esquema de un
"plan" irreal. Luego, después de haber leído los Grundprinzipien, le pareció que "ganaban
siendo conocidos" (90).

De hecho, la posición de annekoek en estas cuestiones fue expresada, casi 15 años más
tarde en su libro Los Consejos Obreros (19Ë6). No difiere de forma apreciable de las
conclusiones teóricas de los Grundprinzipien, pero sigue siendo más moderado, más
histórico.

Como los Grundprinzipien, annekoek consideraba justificado el sistema de contabilidad de


las horas de trabajo: "...en el nuevo sistema de producción, los datos fundamentales son el
número de horas de trabajo, que se expresa en unidades monetarias, en los primeros periodos,
o en unidades reales" (91). Como el GIC, annekoek tiende a reducir los problemas
económicos del periodo de transición a cuestiones técnicas y estadísticas: "La contabilidad
general, que relaciona e incluye a las administraciones de las varias fábricas, agrupará a todas
juntas en una tabla económica del proceso de la sociedad... la organización social de la
producción encuentra en una buena gestión por medio de estadísticas y datos contables... que
el proceso de producción está claramente expuesto para todos bajo la forma de una
representación numérica simple y entendible."

3sta concepción de la gestión, determinada por una realidad estadística y no social, envuelve
una organización administrativa de la nueva sociedad, una pura "administración de las cosas"
bajo la forma de oficinas de contabilidad: "Una vez que la producción estaba organizada, la
administración se convierte en una tarea, relativamente simple, de la red de oficinas de
contabilidad, enlazadas entre sí.

Como el GIC, annekoek sólo tiene en cuenta "la fase superior del comunismo". Los
Consejos Obreros, "la organización de la democracia real", la de los obreros, sólo tienen un
papel de decisión al nivel de la producción, pero al nivel político no tienen ninguno. Los
consejos, a causa de que "la política misma desaparece", no ocupan ninguna función
gubernamental del poder. No hay ningún "gobierno de los consejos", como era la consigna
durante el periodo revolucionario (1917-1921):

"Los consejos no son un gobierno; ni aún los consejos más centrales poseen un carácter
gubernamental. No tienen ninguna manera de imponer su voluntad sobre las masas; no tienen
órganos de poder". 3l aspecto del "mantenimiento de la ley y el orden" y del la "violencia de
clase", típicos de cualquier estructura estatal, no podría estar en manos de un poder político
central, sino en las de un poder social descentralizado: "Todo el poder social es puesto en
manos de los obreros mismos. 3n todas partes donde es necesario el ejercicio del poder
contra desórdenes o ataques contra el orden existente, éste emana de las comunidades obreras
en las fábricas y permanece bajo su control".

3sta aserción de "un poder social" de las comunidades obreras muestra que annekoek no
aborda en Los Consejos Obreros la cuestión del 3stado y de las clases sociales -analizados
sin embargo por Marx y 3ngels±. arece, de hecho, que annekoek consideraba la existencia
de un "semi-3stado " en la "fase superior" del comunismo, ejerciendo todavía una forma de
violencia. ¿Si existían todavía "comunidades obreras" y en consecuencia clases ±y no una
sociedad sin clases de productores±, no es esta la admisión de que el 3stado aún
permanecería? ¿Aunque este 3stado, denominado "social", es desplazado de los consejos a
las comunidades, para ser descentralizado, no es eso admitir la existencia de un poder político
de clase? 3nfrentándose a estas cuestiones, annekoek no daba ninguna respuesta precisa.
arecería más bién que este último retrotrae los problemas de una verdadera sociedad
comunista, "sin clases ni 3stado", a los del periodo de transición propiamente, en la "fase
inferior" del comunismo.

Los Consejos Obreros de annekoek critican implícitamente los Grundprinzipien en dos


puntos esenciales:

· los inícios del periodo de transición del capitalismo al comunismo serán marcados por la
escasez, la carestía de bienes, viendo que la economía arruinada por la guerra civil o por la
crisis económica mundial, o por ambas al mismo tiempo, tendría que ser reconstruida
(annekoek no da detalles precisos sobre eso). La Guerra y/o la escasez podrían jugar un
papel dominante dentro de la economía. La igualdad y la justicia en la distribución de los
bienes de consumo no se fundamentaría en una contabilidad correcta de las horas de trabajo,
sino en el principio constreñido ±pero "moral"± de trabajar obligatoriamente para la
comunidad:

"Al principio del periodo de transición, considerando que debe levantarse una economía
arruinada, el problema esencial consiste en la instalación del aparato de producción y en
asegurar la existencia inmediata de la población. 3s muy posible que bajo estas condiciones
uno continúe distribuyendo los artículos alimentarios de modo uniforme, como siempre se
hace en tiempos de guerra o de hambre, pero es más probable que en esta fase de
reconstrucción, donde todas las fuerzas disponibles deben ocuparse completamente, y donde,
es más, los nuevos principios morales del trabajo común toman forma sólo gradualmente, el
derecho al consumo está ligado a la realización de tareas laborales. 3l viejo dicho popular "el
que no trabaja no come" expresa un sentimiento instintivo de justicia."

· la contabilidad de la cantidad de horas de trabajo proporcionada por cada obrero no


implicará un consumo individual de cada uno acorde a la suma de las horas de trabajo
producidas por cada uno. La distribución de los bienes de consumo no está fundada en un
principio de igualdad individual sino que todavía estará basada en un principio de
desigualdad duradero. 3l consumo es un proceso social general, eliminando el control directo
del productor sobre su producto:

"...3so no significa que la totalidad de la producción se distribuirá de aquí en adelante a los


productores, en proporción al número de horas de trabajo proporcionadas por cada uno, o, en
otras palabras, que cualquier obrero recibirá en forma de productos el equivalente exacto del
tiempo que pasó trabajando. De hecho, la mayoría del trabajo debe dedicarse a la propiedad
común, debe usarse para mejorar y ampliar el aparato de producción... 3s más, será necesario
asignar parte del tiempo de trabajo total a las actividades improductivas, pero socialmente
necesarias: la administración general, la enseñanza y los servicios de salud...".

3l análisis de annekoek, a la luz de sus breves esbozos teóricos, aparece mucho más nutrido
por las experiencias históricas concretas (la Revolución rusa y el Comunismo de Guerra), y
menos marcado por cualquier forma de "utopismo" igualitario. Con el rechazo de un
"derecho igual" en la distribución de los bienes de consumo, se muestra más cercano al de
Marx en la Crítica del rograma de Gotha. 3ste enseña, de hecho, que una distribución igual
basada en el tiempo de trabajo conllevaba al mismo tiempo nuevas desigualdades, dado que
los productores difieren necesariamente los unos de los otros por sus habilidades laborales
personales y también por su estado familiar y su capacidad física.

Sin embargo, como los Grundprinzipien, Los Consejos Obreros siguen encerrados en
problemas técnicos y contables. 3l punto de vista sigue siendo "economista" ±las cuestiones
complejas del 3stado y de la dominación política de la sociedad de transición por el
proletariado nunca son abordadas, o lo son o muy brevemente. Desde un punto de vista
económico, la cuestión decisiva de si la abundancia de bienes de consumo bajo el comunismo
haría inútil cualquier cálculo del tiempo de trabajo individual es completamente ignorado. De
un modo realmente tan simple, las cuestiones de la perpetuación de las formas monetarias y
de la productividad social son francamente dejadas a un lado.

¿3s debido a la dificultad de diseñar una sociedad basada no en la escasez sino en la


abundancia? or último, la relación entre el comunismo y la naturaleza, la cuestión crucial de
su equilibrio para la perpetuación de la humanidad, no podía obviamente proponerse en esa
época.

5. 3l movimiento de lucha de la clase y Consejos Obreros

La publicación de Los Consejos Obreros en enero de 19Ë6 contribuiría a la clarificación del


movimiento de los consejos. Alrededor del grupo Communistenbond Spartacus (Unión
Comunista 3spartaco) se habían reunido militantes procedentes del grupo de Sneevliet (MLL
Front) y del GIC como Canne-Meijer, Jan Appel y B.A. Sijes. La lucha de clases era
concevida, según sus premisas, más como un movimiento económico que como un proceso
de organización creciente del proletariado. annekoek, que había criticado la visión
expresada en los Grundprinzipien, suministró importantes aportaciones de reflexión para
entender la dimensión política de los Consejos Obreros, que uno no podía reducir a órganos
de gestión económica. Aún cuando la base de la lucha de clase sea económica, esta se
transformaba necesariamente en una lucha política de todos los obreros por el poder.

La "autogestión" de la lucha de la clase

annekoek insistió con fuerza más en la necesidad de una organización general de la clase
que sobre el proceso de la lucha. De hecho, afirmaba que "la organización es el principio
vital de la clase obrera, la condición de su emancipación" (92). 3sta clara aseveración
mostraba que la concepción del Comunismo del Consejos en este periodo no era la del
anarquismo. A diferencia de esta corriente, annekoek enfatizó que la lucha de la clase es
menos "acción directa" que el despertar del objetivo de la lucha, y que la conciencia precede
a la acción:

"3l desarrollo espiritual es el factor más importante en la apropiación efectiva del poder por
el proletariado. La revolución proletaria no es el producto de una fuerza brutal, física; es una
victoria del espíritu... 3n el principio era la acción. ero la acción no es nada más que el
principio... Cualquier inconsciencia, cualquier ilusión sobre la naturaleza, el objetivo, la
fuerza del adversario, resulta en infortunio y la derrota funda una nueva esclavitud". (93)

Sólo este proceso de conciencia en la clase obrera permitía la erupción espontánea de


"huelgas salvajes" (ilegales o no oficiales) en oposición a las huelgas "manejadas" por los
sindicatos respetando las normas y el "orden público". La espontaneidad no era la negación
de la organización; al contrario "la organización nace espontáneamente, inmediatamente".

ero ni la conciencia ni la organización para la lucha son un objetivo en sí mismo. 3xpresan


la praxis proletaria, donde la conciencia y la organización están sujetos al proceso práctico de
extensión de la lucha, que conduce a la unificación del proletariado:

"...la huelga salvaje, tal fuego en el prado, se extiende sobre las otras fábricas e incluye masas
cada vez más importantes... la primera tarea a ser desarrollada, la más importante, es hacer
propaganda para intentar extender la huelga."

3sta idea de extender las huelgas salvajes estaba, no obstante, en contradicción con la de
tomar posesión de las fábricas, una idea propagada por annekoek. A annekoek, como a los
militantes de la Spartacusbond, le había marcado mucho el fenómeno de la ocupación de las
fábricas en los años treinta. La ocupación de fábricas había pasado a la historia bajo el
nombre de "huelgas polacas", desde que los mineros polacos en 1931 hubiesen sido los
primeros en aplicar esta táctica. 3sta se había extendido luego por Rumania y Hungría,
después en Bélgica en 1935, y finalmente en Francia en 1936.

3n ese momento, la Izquierda Comunista italiana, alrededor de Bilan, mientras saludaba estas
explosiones de lucha obrera (9Ë), había mostrado que estas ocupaciones conducían al
encarcelamiento de los obreros en las fábricas, lo que correspondía a un curso
contrarrevolucionario hacia la guerra mundial. 3n suma, un curso revolucionario resultaría
primeramente en un movimiento de extensión de la lucha, que culminaría con la aparición
súbita de los Consejos Obreros. La aparición de los consejos no causa necesariamente un
paro de la producción y de la ocupación de las fábricas. Al contrario, en la Revolución rusa,
las fábricas continuaron trabajando, bajo el control de los Consejos de Fábrica; el
movimiento no consistía en una ocupación de fábricas sino en la dominación política y
económica de la producción por los consejos bajo la forma de asambleas generales diarias.
3sta es la razón por la que la transformación de las fábricas del Norte de Italia en "fortalezas"
por los obreros en 1920, que ocuparon los talleres, expresaba un curso revolucionario en
declive.

ara la Izquierda Comunista italiana, era necesario que los obreros rompiesen los lazos que
los ataban a su fábrica, para crear una unidad de clase que excediese el marco estrecho del
lugar de trabajo. Sobre esta cuestión, annekoek y la Spartacusbond estaban atados a las
ideas "fabriquistas" de Gramsci en 1920. Consideraron la lucha dentro de la fábrica como un
objetivo en sí mismo, dado que la tarea de los obreros era la gestión del aparato productivo,
como primera fase antes de la conquista del espacio:

" ...en las ocupaciones de fábricas tiene lugar este futuro que depende de la conciencia clara
de que las fábricas pertenecen a los obreros, de que juntos forman una unidad armoniosa, y
de que la lucha por la libertad se llevará a cabo fuera hasta final en y por las fábricas... aquí
los obreros se sus estrechos lazos con la fábrica... es un aparato productivo que ellos hacen
funcionar, un órgano que sólo se convierte en una parte viva de la sociedad mediante su
trabajo". (95)

Contrariamente a annekoek, la Spartacusbond tendía a guardar silencio sobre las varias


fases de la lucha de la clase, y a confundir las luchas inmediatas (las huelgas salvajes) y las
luchas revolucionarias (las huelgas de masas que darían lugar a los consejos). Cualquier
comité de huelga ±cualquiera que sea el periodo histórico y la fase de la lucha de clases± era
comparado con un Consejo Obrero:

"3l comité de huelga incluye delegados de varias fábricas. 3s llamado de este modo "comité
general de huelga"; pero uno puede llamarlo Consejo Obrero." (96)

Al contrario, annekoek subrayó en las Cinco tesis sobre la lucha de clases (19Ë6) que la
huelga salvaje sólo se volvería revolucionaria en la medida en que se convirtiese en "una
lucha contra el poder del 3stado"; en este caso "los comités de huelga deben entonces asumir
funciones generales, políticas y sociales, es decir, el papel de Consejos Obreros". (97)

a autogestión del nuevo poder político

Fiel al marxismo, annekoek no rechazó el uso de la violencia como medio de la lucha contra
el 3stado ni el concepto de "dictadura del proletariado". ero estos no eran en ningún caso un
objetivo por sí mismos; estaban estrechamente subordinados al objetivo comunista: la
autoemancipación del proletariado, que se vuelve consciente mediante su lucha. Su único
principio de acción era la democracia obrera. La revolución de los consejos no era "una
fuerza brutal y estúpida (que) sólo es capaz de destrucción". "Las revoluciones, al contrario,
son nuevas construcciones resultantes de nuevas formas de organización y pensamiento. Las
revoluciones son periodos constructivos dentro de la evolución de la humanidad". 3sta es la
razón por la que "si la acción armada (jugaba) también un gran papel en la lucha de la clase",
era al servicio de un objetivo: "no para romper craneos, sino para abrir los cerebros" (98). 3n
esta dirección, la dictadura del proletariado no era sino la libertad del proletariado para la
realización de la verdadera democracia de consejos:

"La concepción de Marx de la dictadura del proletariado parece idéntica a la democracia


obrera en la organización de consejos."

annekoek tuvo cuidado de distinguir la dictadura del proletariado de la del 3stado: "Los
consejos no son un gobierno; incluso los consejos más centralizados no son de naturaleza
gubernamental, porque no tienen ningún medio de imponer su propia voluntad a las masas;
no tienen órganos de poder. Todo el poder social pertenece a los obreros mismos."

Así, los Consejos Obreros parecen una estructura autónoma de autorregulación en la base, no
teniendo necesidad de órganos especializados. 3s más, annekoek sostenía la posibilidad de
ejercer el poder descentralizado, mediante el "policentrismo" del poder proletario: "3n esta
dependencia mutua y esta conexión de las fábricas, en sus eslabones con otras ramas de la
producción, los consejos, que discuten y deciden, cubrirán campos de acción cada vez más
amplios; hasta la organización, el consumo y la distribución de todos los bienes necesarios,
requerirán sus propios consejos de representantes de todas las partes interesadas y serán más
bien locales o regionales". (99)

as contradicciones y los silencios de os Consejos Obreros

Uno mencionará varias inconsistencias en el libro de annekoek.

Hay inicialmente la visión de un desarrollo automático de los comités de lucha y de los


comités de fábrica para convertirse en Consejos Obreros. 3stos comités anuncian los
consejos por su revocabilidad:

"Durante una huelga salvaje los obreros deciden sobre todo por sí mismos, por medio de
asambleas generales. 3ligen comités de huelga, cuyos miembros son revocables en cualquier
momento. Si el movimiento se propaga en un gran número de fábricas, la unidad de acción se
lleva a cabo gracias a comités ampliados, que reúnen a los delegados de todas las fábricas en
huelga. 3stos delegados no deciden aparte de las bases, y no les imponen su voluntad. Son
utilizados, de forma totalmente simple, como agentes de transmisión, que expresan las
opiniones y los deseos del grupo al que representan, y, recíprocamente, llevan a las reuniones
generales, para la discusión y decisión, la opinión y los argumentos de los otros grupos.
Constantemente revocables, no pueden jugar el papel de dirigentes. Los obreros deben
escoger su camino por sí mismos, decidir por sí mismos sobre el curso a dar a la acción; la
capacidad de decidir y actuar, con sus riesgos y sus responsabilidades, les pertenece. Y
cuando la huelga acaba, los comités desaparecen ". (100)

Si annekoek tiene razón en insistir en el aspecto evolutivo del proceso, no muestra en dónde
existe el verdadero salto histórico en que surge la forma revolucionaria de los consejos,
considerando que los comités de la huelga son todavía sólo potencialmente revolucionarios.

3n segundo lugar, en annekoek, una concepción estrecha de la democracia obrera en los


consejos evacuaba la cuestión de la oposición del poder obrero a las otras clases,
especialmente al 3stado. Los consejos parecían el reflejo de la diversas "opiniones" entre los
obreros. Son una especie de parlamento con sus comités, donde los diferentes grupos de
trabajo coexisten, pero sin poder ejecutivo ni legislativo:

"Los delegados en los consejos están... limitados por su mandato: tienen para la sola misión
de entregar la opinión de los grupos de obreros que les escogieron para representarlos.
Dándose que son constantemente revocables, los obreros que los han elegido preservan todo
el poder".

Los consejos no eran, así, un instrumento del poder del proletariado, sino una asamblea
abstracta:

"Los consejos no controlan; transmiten las opiniones, las intenciones, la voluntad de los
grupos de trabajo."

ero, como muy frecuentemente, en Los Consejos Obreros una aserción está seguida de su
exacta antítesis, por lo que es difícil desvelar un pensamiento coherente. Tanto en el pasaje
citado los Consejos Obreros parecen ineficaces, como tanto más allá son definidos como un
poderoso órgano "que tiene que ocuparse de tareas políticas", donde "lo que se decide... es
puesto en práctica por los obreros". Lo que implica que los consejos "escriben el nuevo
derecho, la nueva ley".

3n tercer lugar, los consejos parecían ser sólo órganos de fábrica, o Consejos de Fábrica. De
esta manera, la extensión territorial y, así, la internacionalización de los consejos, parecía un
problema secundario. ara annekoek, parece que la forma de los consejos no es
propiamente de naturaleza territorial sino una asociación co-ordenada de los diferentes
lugares de producción:

"La representación por medio de los consejos no se fundamenta en la reagrupación absurda


en comunas o distritos; depende de la reagrupación natural de los obreros en el proceso de
producción, la única base real de la vida social." (ídem).

"Sólo los intereses proletarios están allí representados, excluyendo de esta forma la
participación de delegados capitalistas... Los Consejos Obreros son los órganos de la
dictadura del proletariado".

Así, todo viene de las fábricas para volver a las fábricas, en el ejercicio del poder político o
económico. Las fábricas parecían como múltiples "fortalezas" en la realización de la
verdadera asociación de los productores. Uno puede reflexionar hoy a cerca de la validez de
esta visión, teniendo en cuenta el peso decreciente de las fábricas en la vida económica y
social. Desde un punto de vista económico, en un mundo de seis billones de seres humanos,
demasiada centralización mata cualquier iniciativa económica autoregulada, cualquier
espontaneidad de los productores (y consumidores), para llevar a cabo el socialis mo. 3n
ninguna parte se plantea la cuestión de si la base territorial, descentralizada para el ejercicio
del poder, no sería la mejor base de decisión y acción.

or último, la cuestión del antagonismo entre los consejos y el 3stado, que surge de la
revolución, no se encuentra por ninguna parte. Aunque la cuestión había surgido en la
Revolución rusa, annekoek parece considerar implícitamente los consejos como una especie
de 3stado, cuyas tareas serán cada vez en mayor medida económicas, una vez que los obreros
se habrán convertido en los "amos de las fábricas". Los consejos cesan de ser órganos
políticos y "se transforman... en órganos de producción" (100). Bajo este ángulo, es difícil de
ver en que difiere la teoría de los consejos de annekoek de las bolcheviques después de
1918. ermítasenos no olvidar que la transformación de los consejos a partir de marzo de
1918 en órganos de producción para el 3stado se enlazaba con la supresión de cualquier
democracia en las elecciones de los delegados. Los consejos no eran nada más que una
cáscara vacía o "un pueblo de otemkin", un simple apéndice del 3stado que establece el
capitalismo de 3stado. La política del Comunismo de Guerra logró transformar los consejos
en órganos de producción al servicio de las necesidades económicas y militares del 3stado
ruso.

Más de 50 años después de bosquejar los Consejos Obreros, muchas cuestiones concretas
siguen pospuestas, sin resolver:

¨ la evolución de la sociedad, donde el emplazamiento del proletariado fabril no es tan fuerte


como en el pasado.

¨ el sin sentido de una representación de la sociedad construida bajo la forma exclusiva de


pequeñas islas de producción, y no bajo el ángulo de la internacionalización

¨ ¿se encargarán los consejos de todas las tareas económicas de la sociedad, hasta el punto de
convertirse en una corporación, en un 3stado económico?

¨ la cuestión de Rühle: ¿centralismo o anticentralismo? será la economía controlada por un


sistema de "policentrismo", o por medio de la descentralización (el ejemplo de Internet).

¨ ¿si la sociedad permanece en la escasez, en qué pueden los Consejos Obreros ser los
órganos de socialización de una sociedad fundada en las naciones, en la economía nacional,
en las antecámaras sociales (las corporaciones y los gremios)?

¨ la revocación de los "delegados" dentro de los consejos: ¿es una garantía contra los partidos
enemigos?. Se plantea todavía la cuestión de la relación entre el 3stado, llamado "proletario"
o "semi-3stado" ±que se suponía que estaba al servicio de todo el pueblo trabajador± y los
Consejos Obreros.

La cuestión del 3stado realmente no se ha aclarado. La cuestión crucial de la orientación de


la nueva sociedad está ausente: ¿no más unidad monetaria? ¿desaparición de la contabilidad
en las fábricas? ¿Desaparición súbita del trabajo asalariado? ¿no más emulación en el
trabajo? ¿Y qué sobre la contabilidad de los gastos sociales? Todas estas cuestiones no se
plantean, y es de una gran dificultad tratarlas sin una experiencia mundial, considerando que
la revolución rusa sólo fue capaz de encajar ±a pesar de, o debido a, el Comunismo de
Guerra± dentro del marco del capitalismo del 3stado.

ara formular tales cuestiones media el retorno al punto de partida, tal como ha sido
elaborado por Dietzgen y la izquierda holandesa: el del factor "espiritual", la fuerza
impulsora de la nueva sociedad.

Y, finalmente, qué sobre el lugar de los diferentes partidos que reivindican la revolución de
los consejos. Uno notará que annekoek no niega la existencia de partidos revolucionarias:
estos perdieron sus vieja función jacobinista de aspirar a tomar el poder, como un 3stado
mayor de la guerra social. 3ncarnaron el pensamiento de los obreros organizados en grupos
de trabajo descentralizados:

"(3llos) tienen una función: difundir claridad y conocimiento, estudiar, discutir y formulan
las ideas sociales, y clarificar la mente de las masas por medio de su propaganda. Los
Consejos Obreros son los órganos de la acción práctica y de la lucha de la clase obrera; los
partidos tienen la tarea de ejercer el poder espiritual. Su actividad es esencial para la
autoemancipación de la clase obrera." (102)

Los partidos revolucionarios (los "comunistas de consejos") y los consejos están así
fuertemente ligados entre sí, en el camino estrecho y difícil que conduce de la esclavitud
asalariada a la autoemancipación del conjunto de los explotados y oprimidos.

hilippe Bourrinet.

3l comunismo de consejos

[Introducción]

No puede haber ninguna duda de que esas fuerzas sociales, generalmente conocidas como el
"movimiento obrero" que se elevó durante los últimos cien años y que, cuantitativamente,
alcanzó su expansión máxima poco antes y poco después de la [I] Guerra Mundial, están
ahora definitivamente en declive. Aunque esta situación sea reconocida, alegre o
renuentemente, por la gente interesada en las cuestiones obreras, las explicaciones realistas
de este fenómeno son escasas. Donde el movimiento obrero fue destruído por fuerzas
externas, queda el problema de cómo fue eliminado a pesar de la aparente fortaleza que había
adquirido en su largo período de desarrollo. Donde se desintegró por propio acuerdo, queda
la cuestión de por qué no ha aparecido un nuevo movimiento obrero, dado que las
condiciones sociales que producen tales movimientos existen todavía.

La mayoría de las explicaciones ofrecidas no convencen, porque se ofrecen solamente con el


propósito de servir a los intereses específicos e inmediatos de los partidarios involucrados en
problemas obreros, por no mencionar sus limitaciones en el conocimiento teórico y empírico.
ero, peor que una posición falsa o inadecuada acerca de la cuestión de la responsabilidad del
presente impasse del movimiento obrero, es la incapacidad resultante para formular cursos
que lleven a una nueva acción independiente de la clase obrera. No hay escasez de propuestas
acerca de cómo revivir al movimiento obrero; sin embargo, el investigador serio no puede
ayudar señalando que todas esas propuestas de un "nuevo comienzo" no son, en realidad, más
que la reiteración y el redescubrimiento de ideas y formas de actividad desarrolladas con
mucha mayor claridad y consistencia durante los comienzos del movimiento obrero moderno.
Al refutar la idea de la aplicación exitosa de estos principios redescubiertos y --en
comparación con desarrollos más tardíos-- radicales, debe considerarse no sólo que estos
principios habrán de ser inadecuados, dado que estaban necesariamente ligados a una fase de
desarrollo completamente diferente de la sociedad capitalista, sino que ya no encajan, ni
pueden ya hacerse encajar, en un movimiento obrero que ha basado su filosofía, formas de
organización y actividades durante demasiado tiempo, y con demasiado éxito, en
aspiraciones totalmente contrarias al contenido de estos principios más tempranos.

No ha de esperarse un resurgir del viejo movimiento obrero; ese movimiento obrero que
pueda ser considerado nuevo tendrá que destruir los rasgos mismos del viejo movimiento
obrero, que eran considerados su fortaleza. Debe evitar sus éxitos, y no puede aspirar
meramente a una expresión organizativa "mejor que antes"; debe entender todas las
implicaciones de la fase presente del desarrollo capitalista y organizarse de acuerdo con ello;
no debe basar sus formas de acción en las ideas tradicionales, sino en las posibilidades y
necesidades dadas. Volver a los ideales del pasado, bajo las condiciones sociales generales
presentes, significaría sólo una muerte más temprana para el movimiento obrero. No fue
meramente la cobardía de los amos de las organizaciones obreras y de la burocracia obrera
ligada a ellas lo que originó las muchas derrotas sufridas en los conflictos recientes con las
clases dominantes y determinó el resultado de la huelga "general" en Francia; sino, más que
eso, un reconocimiento claro o instintivo de que el movimiento obrero presente no puede
actuar contra las necesidades capitalistas, de que sólo puede, de un modo u otro, servir a los
intereses capitalistas específicos e históricamente determinados.

Dejando a un lado a aquellas organizaciones y funcionarios que, desde el principio,


concibieron su función como no más que participar en la distribución de la riqueza creada por
los trabajadores, bien a través de la extorsión abierta o bien a través de la organización del
mercado de trabajo, esto es mucho más obvio: hoy los dirigentes obreros, lo mismo que los
trabajadores mismos, son más o menos conscientes de su incapacidad de actuar contra el
capitalismo, y el cinismo que exhiben tantos dirigentes obreros en tales políticas prácticas --
en cuanto son todavía posibles--, es decir, "venderlo todo", puede considerarse también como
la actitud más realista, derivada del reconocimiento pleno de una situación cambiada. 3l
sentido de la futilidad que predomina en el movimiento obrero actual no puede disiparse
mediante un uso más pródigo de la fraseología radical, ni mediante una completa
subordinación a las clases dominantes, como se intenta en muchos países donde los dirigentes
obreros claman por la "planificación nacional"[1] y por una solución al problema social
dentro de las condiciones de producción presentes. Sobre una base de acción tal, el viejo
movimiento obrero no puede ayudar copiando de las vagas propuestas de los movimientos
fascistas, y como imitadores tendrán aún menos éxito que los originales. 3l fascismo, y la
abolición del movimiento obrero presente conectada con él, no puede ser detenido con
métodos fascistas ni con la adopción de las metas fascistas por el movimiento obrero mismo.

II

Aunque se intenta a menudo, es imposible explicar el presente estado miserable del


movimiento obrero como el resultado de muchas "traiciones" a manos de "renegados", o por
la "falta de visión" de las necesidades reales de la clase obrera por parte de sus dirigentes. Ni
es posible culpar a formas de organización específicas, o a ciertas tendencias filosóficas, de
las muchas derrotas que han ocurrido. Ni es posible explicar el declive del movimiento
atribuyéndoselo a "características nacionales" o "peculiaridades psicológicas". 3l declive
del movimiento obrero es un declive general; todas las organizaciones, sin consideración de
sus formas y actitudes específicas, están por consiguiente afectadas; y ningún país ni ningún
pueblo han sido capaces de escapar a esta tendencia a la caída. Ningún país, viendo la
destrucción del movimiento obrero en otras tierras, ha sido capaz de "sacar lecciones de sus
derrotas"; ninguna organización, viendo otras derrumbándose, fue capaz de "aprender para
evitar este destino". La castración de todo el poder de los trabajadores en Rusia en 1920 fue
rápidamente copiada en Turquía, en Italia, en China, en Alemania, en Austria, en
Checoslovaquia, en 3spaña, y ahora en Francia, y pronto en Inglaterra. 3s cierto que en cada
país, a causa de las peculiaridades del desarrollo económico y social, la destrucción de las
organizaciones obreras capaces de funcionar como tales ha variado de caso a caso; sin
embargo, nadie puede negar que en todos estos países la independencia del movimiento
obrero fue abolida. Lo que existe todavía allí bajo el nombre de organización obrera no tiene
nada en común con el movimiento obrero que se ha desarrollado históricamente --o que, en
los países más atrasados, estaba en proceso de desarrollo-- y que fuera fundado para
mantener una oposición insuperable a una sociedad dividida en obreros impotentes y
explotadores que controlan todo el poder económico --y el consecuente poder político--. Lo
que todavía existe allí en la forma de partidos, sindicatos de oficio e industriales, frentes
obreros y otras organizaciones, está tan completamente integrado en la forma de sociedad
existente que es incapaz de funcionar de otro modo que como un instrumento de esa
sociedad.

No es posible, además, culpar a la expresión teórica más importante desarrollada hasta ahora
en el movimiento obrero --el marxismo-- de las muchas limitaciones del movimiento obrero y
de su presente destrucción. 3se movimiento obrero que está ahora muriendo tenía muy poco
que ver con el marxismo. Tal crítica del marxismo sólo puede surgir de una falta de todo
conocimiento en lo que respecta a sus contenidos. Tampoco el marxismo fue mal entendido;
fue rechazado tanto por el movimiento obrero como por sus críticos, y nunca fue tomado para
lo que es: ³una guía no dogmática para la indagación científica y la acción
revolucionaria"[2]. 3n ambos casos, tanto por parte de aquéllos que lo adoptaron como una
frase sin significado, como por aquéllos que combatieron incluso esta frase sin significado,
fue utilizado en su lugar como un instrumento para ocultar una práctica que, por un lado,
confirmaba la entereza científica de la ciencia social marxiana, y, por otro lado, estaba
fuertemente opuesta a la correspondiente y perturbadora realidad.

Aunque desarrollado bajo la influencia del marxismo, este movimiento obrero decadente ha
repudiado ahora por completo sus comienzos revolucionarios, incluso donde su adhesión ha
sido meramente nominal, y actúa sobre fundamentos enteramente burgueses. Tan pronto
como se reconoce este hecho, no hay necesidad de buscar las razones del declive del
movimiento obrero en alguna filosofía vagamente elaborada y actualmente despreciada; en
cambio, este declive se convierte en un paralelo completamente evidente del declive del
capitalismo. Ligado a un capitalismo en expansión, totalmente integrado en el conjunto del
tejido social, el viejo movimiento obrero puede solamente estancarse con el capitalismo en
estancamiento, y decaer con el capitalismo decadente. No puede divorciarse de la sociedad
capitalista, a menos que rompa completamente con su propio pasado, lo que es posible
solamente disolviendo las viejas organizaciones --en la medida en que todavía existen--. 3sta
posibilidad, sin embargo, está impedida debido a los intereses establecidos desarrollados en
esas organizaciones. Un renacimiento del movimiento obrero es concebible sólo como una
rebelión de las masas contra "sus" organizaciones. Justamente como las relaciones de
producción, para hablar en términos marxianos, impiden el despliegue ulterior de las fuerzas
productivas de la sociedad, y son responsables del presente declive capitalista, así las
organizaciones obreras de hoy impiden el pleno despliegue de las nuevas fuerzas de la clase
proletaria y sus intentos de nuevas acciones que sirvan a los intereses de clase de los
trabajadores. 3stas tendencias en conflicto entre los intereses de la clase obrera y las
organizaciones obreras predominantes se revelaron con la mayor claridad en 3uropa, donde
el proceso de expansión capitalista se detuvo y la contracción económica fue sentida más
severamente, resultando en formas fascistas de control sobre la población. ero en América
también, donde las fuerzas de la economía capitalista han estado menos exhaustas que en
3uropa, los viejos dirigentes obreros están unidos a los de las organizaciones obreras más
nuevas, aparentemente más progresivas, en el apoyo a la clase capitalista, que se esfuerza por
mantener su sistema incluso después de que su base social e histórica haya desaparecido.

III

Sólo es una paradoja para el observador superficial que el declive del movimiento obrero
europeo fuese acompañado por un nuevo brote de organizaciones obreras en los 3stados
Unidos. 3sta situación indica sólo la tremenda fuerza y reserva que todavía posee el
capitalismo en América. No obstante, también es una expresión de debilidad del capitalismo
americano comparado con el capitalismo más centralizado de los países europeos. Siendo
tanto una ventaja como una desventaja, la situación obrera americana actual ilustra
meramente los intentos de utilizar la ventaja para ayudar a eliminar la desventaja.

La centralización de todos los poderes económicos y políticos posibles en manos del 3stado
(que, debido a la economía decadente, está impelido a participar en luchas internas y externas
más grandes) se encuentra todavía en los 3stados Unidos confrontada por intereses
capitalistas poderosamente individualistas, que temen correctamente ser víctimas de este
mismo proceso. Así surge otra paradoja: que es precisamente la fuerza persistente del capital
privado, capaz de contrarrestar las tendencias capitalistas de 3stado y de luchar contra la
organización del trabajo, la que es, en gran medida, la responsable de la existencia
continuada de estas organizaciones obreras. ues el apoyo indirecto, pero muy poderoso, que
el movimiento obrero ha encontrado en estas políticas gubernamentales que se dirigen contra
los procedimientos capitalistas anárquicos, individuales, en un esfuerzo por salvaguardar la
sociedad presente, servirá inevitablemente sólo al 3stado. 3l 3stado habrá entonces hecho
uso aprovechable de la organización obrera, no la organización obrera del 3stado. Cuanto
más el gobierno sostiene los intereses del trabajo, tanto más los intereses obreros
desaparecen, más estas organizaciones obreras se hacen ellas mismas superfluas. 3l ascenso
del movimiento obrero americano experimentado recientemente no es sino un síntoma velado
de su declive. Como se indicó en la primera convención del CIO celebrada recientemente, los
obreros organizados están completamente subordinados a la dirección sindical más eficiente
y centralizada. De esta completa castración de la iniciativa de los trabajadores dentro de sus
propias organizaciones a la subordinación completa del conjunto de la organización al 3stado
hay sólo un paso. No sólo el capital, como Marx decía, es el que cava su propia tumba;
también las organizaciones obreras, donde no son destruídas desde fuera, se destruyen a sí
mismas. Y se destruyen a sí mismas en el mismo intento por convertirse en fuerzas poderosas
dentro del sistema capitalista. Adoptan entonces los métodos necesarios bajo las condiciones
capitalistas para crecer en importancia, y por eso, a su vez, fortalecen continuamente aquellas
fuerzas que finalmente las "harán suyas". No hay, por lo tanto, ninguna oportunidad de
beneficio a partir de sus esfuerzos, ya que, en último análisis, los poderes reales de la
sociedad deciden lo que permanecerá y lo que será eliminado.

Tampoco hay esperanza alguna de que, en reconocimiento de los servicios prestados a la


sociedad explotadora, los organizadores obreros y sus seguidores encuentren su propia
recompensa en un sistema económico completamente controlado por el 3stado, pues todos
los cambios sociales en la presente sociedad antagónica ocurren por medio de la lucha. Una
armonización de los intereses entre dos clases diferentes de burocracias es posible sólo en
casos excepcionales, como en el caso de que estalle una guerra antes de que el sistema
totalitario esté completado; de otro modo la apropiación del viejo movimiento obrero por el
sistema estatal deja a los viejos dirigentes en las calles, o les lleva a los campos de
concentración, como se demostró de modo tan competente en Alemania. Tampoco el
reconocimiento de que tal futuro es probable pudo hacer que los dirigentes obreros evitasen
prepararlo, como no se le da al presente movimiento obrero no revolucionario otra
posibilidad que allanar el camino hacia él. La única alternativa, la actividad revolucionaria,
excluiría todos esos aspectos de la actividad obrera que son aclamados como las victorias
dolorosamente ganadas de una larga lucha, y significaría el sacrificio de todos esos valores y
actividades que hoy hacen que valga la pena trabajar en organizaciones obreras, y que
inducen a los obreros a entrar en ellas.

Si el reciente desarrollo del llamado trabajo "económicamente" organizado en América es, él


mismo, una indicación del declive general del movimiento obrero mundial --y está
contundentemente ilustrado por laa reciente declaración de John L. Lewis de que su
organización está lista "para apoyar una guerra de defensa contra Alemania", o, en otras
palabras, que él y su organización están listos para luchar por los intereses del capitalismo
americano--, no hay ni siquiera la necesidad de probar el declive del viejo movimiento obrero
en el campo político de los 3stados Unidos. Dado que factores históricos y sociales
específicos excluyen el crecimiento de un movimiento obrero político con alguna
consecuencia en América, un movimiento obrero político americano no puede declinar, dado
que no existe. Con la excepción de un número de movimientos espontáneos que han
desaparecido tan rápidamente como emergieron, lo que hasta ahora se ha experimentado en la
forma de un movimiento obrero político en este país no era de ninguna importancia. La
ausencia total de conciencia de clase en los movimientos "económicos" aquí es tan bien
reconocida que es superfluo mencionar este hecho de nuevo. Con la excepción de los
Industrial Workers of the World I.W.W.), las organizaciones obreras de la historia reciente se
han considerado siempre como complementarias al capitalismo, como uno de sus recursos. 3l
observador objetivo debe admitir que todas las masas trabajadoras organizadas y
desorganizadas están aún bajo la autoridad del capitalismo, porque allí se desarrolló con el
capitalismo en expansión no un movimiento obrero, sino un movimiento capitalista de
trabajadores.

IV

A partir de la posición negativa desarrollada aquí puede verse fácilmente que la actividad
futura de la clase obrera no puede designarse como un "nuevo comienzo", sino meramente
como un comienzo. 3l siglo de lucha de la clase que dejamos detrás de nosotros ³desarrolló
un conocimiento teórico inestimable; encontró galantes palabras revolucionarias en desafío
de la demanda capitalista de ser el sistema social final; despertó a los obreros de la
desesperación de la miseria. ero su lucha efectiva estaba dentro de los límites del
capitalismo; era la acción a través de la mediación de los dirigentes y sólo buscaba poner
amos blandos en el lugar de los duros."[3] La historia previa del movimiento obrero sólo
debe considerarse como un preludio de la acción futura. Aunque no hay duda de que este
preludio ya ha previsto algunas de las implicaciones de la lucha venidera, no obstante sigue
siendo sólo una introducción, no un resumen, de lo que va a seguir.

3l movimiento obrero europeo desapareció con tan poca lucha porque su organización no
tenía perspectiva de avance; sabían o sentían que no había lugar para ellos en un sistema
socialista, y su miedo de que la sociedad de clases desapareciese no era menor que el de otros
grupos privilegiados. Capaces de funcionar sólo bajo condiciones capitalistas, contemplaban
con desagrado el fin del capitalismo; una elección entre dos maneras de morir nunca ha
alentado a nadie. 3l hecho de que tales organizaciones obreras puedan funcionar sólo en el
capitalismo explica también sus conceptos bastante curiosos acerca de lo que constituiría una
sociedad socialista. Su "socialismo" era y es un "socialismo" que se asemeja al capitalismo;
ellos son capitalistas "progresivos" más bien que socialistas. Todas sus teorías, desde la del
"marxista" revisionista Bernstein, a aquellas de un "socialismo de mercado" en boga hoy, son
sólo métodos para lograr la conformidad en el capitalismo.

or consiguiente, no es sorprendente que un sistema capitalista de 3stado, claramente


discernible tal y como existe en Rusia, sea generalmente aceptado por ellos como un sistema
socialista completo, o como una fase transitoria al socialismo. La crítica dirigida contra el
sistema ruso considera solamente la falta de democracia, o una supuesta malicia o estupidez
de su burocracia, y se preocupa poco o nada del hecho de que las relaciones de producción
ahora existentes en Rusia no difieren esencialmente de aquellas de los demás países
capitalistas, o del hecho de que los obreros rusos no tienen voz alguna en cualquier cosa en
los asuntos productivos y sociales de su país, sino que están sujetos políticamente y
económicamente a las condiciones y los individuos explotadores, como los obreros de
cualquier otra nación. Aunque la amplia mayoría de los obreros rusos ya no hace frente a los
empresarios individuales en su lucha por la existencia y mejores condiciones de vida, sus
autoridades presentes muestran que incluso la vieja aspiración del movimiento obrero, el
reemplazo de los amos duros por otros benévolos, no se ha cumplido allí.

3llos muestran también que la sola desaparición del capitalista individual no acaba con la
forma capitalista de explotación. Su transformación en un funcionario estatal, o su reemplazo
por cargos estatales, deja todavía intacto el sistema de explotación que es peculiar al
capitalismo. La separación de los obreros de los medios de producción y, con esto, la
dominación de clase, se continúan en Rusia, con el añadido de un aparato explotador
altamente centralizado y unívoco que ahora hace más difícil la lucha de los obreros por sus
objetivos, de modo que Rusia se revela sólo como un desarrollo capitalista modificado
expresado en una nueva terminología. Los intentos de una mayor suficiencia nacional a los
que Rusia fue forzada, como han sido forzados todos los demás países capitalistas, es ahora
celebrado como "la construcción del socialismo en un sólo país". La quiebra de la economía
mundial, que explica y permite el desarrollo forzado del capitalismo de 3stado en Rusia, es
ahora descrita como una "coexistencia de dos sistemas sociales fundamentalmente
diferentes". Sin embargo, el optimismo del movimiento obrero parece incrementarse con
cada derrota que sufre. Cuanto más progresa la diferenciación de clase en Rusia, más la
nueva clase dominante tiene éxito en suprimir la oposición a una explotación creciente y
altamente celebrada; cuanto más Rusia participa en la economía capitalista mundial y se
convierte en un poder imperialista entre los otros, más se considera que el socialismo está
plenamente realizado en ese país. Justo como el movimiento obrero ha sido capaz de ver al
socialismo en marcha en la acumulación capitalista, celebra ahora la marcha hacia el
barbarismo como otros tantos pasos hacia la nueva sociedad.

Como quiera que el viejo movimiento obrero pueda estar dividido por desacuerdos en varios
temas, en la cuestión del socialismo está unido. 3l "cartel general" abstracto de Hilferding, la
admiración de Lenin por el socialismo de guerra y el servicio postal alemanes, la eternización
de Kautsky de la economía del valor-precio-dinero (deseando hacer conscientemente lo que
en el capitalismo se realiza por las ciegas leyes del mercado), el comunismo de guerra de
Trotsky, provisto de los rasgos de la oferta y la demanda, y la economía institucional de
Stalin --todos estos conceptos tienen en su base la continuación de las condiciones de
producción existentes--. 3s una cuestión de hecho que son meros reflejos de lo que
efectivamente está ocurriendo en la sociedad capitalista. De hecho, tal "socialismo" se discute
hoy por famosos economistas burgueses como igou, Hayek, Robbins, Keynes, por
mencionar sólo unos pocos, y ha creado una literatura considerable a la que los socialistas se
vuelven ahora por su material. Además, los economistas burgueses de Marshall a Mitchell, de
los neoclásicos a los modernos institucionalistas, se han interesado ellos mismos por la
cuestión de cómo traer orden al desordenado sistema capitalista, siendo la tendencia de su
pensamiento paralela a la tendencia a una intrusión aun mayor del 3stado en la sociedad
competitiva, un proceso que resulta en "New Deals", "Nacional-Socialismo" y
"Bolchevismo", los diversos nombres para los diferentes grados y variaciones del proceso de
centralización y concentración del sistema capitalista.

Recientemente se ha vuelto casi una moda describir las inconsistencias del movimiento
obrero como una trágica contradicción entre medios y fines. Sin embargo, tal inconsistencia
no existe. 3l socialismo no había sido el deseado "fin" del viejo movimiento obrero; fue
meramente un término empleado para ocultar un objetivo enteramente diferente, que era el
poder político dentro de una sociedad basada en gobernantes y gobernados por una
participación en la plusvalía creada. 3ste fue el fin que determinaba los medios.

3l problema de los medios y los fines es el de la ideología y la realidad basadas en las


relaciones de clase de la sociedad. Sin embargo, el problema es artificial, porque no puede
resolverse sin disolver las relaciones de la clase. También es sin sentido, en tanto sólo existe
en el pensamiento; en la realidad efectiva no existe tal contradicción. Las acciones de las
clases y los grupos pueden explicarse en cualquier momento sobre la base de las relaciones
productivas existentes en la sociedad. Cuando las acciones no corresponden a los fines
proclamados, esto es sólo porque no se lucha realmente por aquellos fines; estos fines
aparentes, en cambio, reflejan un descontento incapaz de convertirse en acción, o un deseo de
ocultar los fines reales. Ninguna clase puede, en realidad, actuar incorrectamente, es decir,
actuar de algún modo en desacuerdo con las fuerzas sociales determinantes, aunque tenga
posibilidades ilimitadas de pensar incorrectamente. Dentro de la producción social del
capitalismo cada clase depende de la otra; su antagonismo es su identidad de intereses; y
mientras tanto esta sociedad exista, no puede haber elección de la acción. Sólo abriéndose
camino, quebrando los límites de esta sociedad, es posible coordinar los medios y los fines
deliberadamente, establecer la verdadera unidad de teoría y práctica.

3n la sociedad capitalista hay sólo una contradicción aparente entre los medios y los fines,
siendo la disparidad sólo un instrumento para servir a una práctica efectiva que en absoluto
carece de armonía con los deseos involucrados. Se necesita solamente descubrir el fin
efectivo detrás del fin ideológico para despejar la aparente inconsistencia. ara usar un
ejemplo práctico: si se cree que los sindicatos están interesados en las huelgas como un
método de minimizar los beneficios e incrementar los salarios, como ellos sostienen, se
sorprenderá al descubrir que, cuando los sindicatos eran aparentemente más poderosos y
cuando la necesidad de aumentar los salarios era mayor, los sindicatos eran más reacios que
nunca a usar el medio de la huelga en interés de su meta. Los sindicatos se inclinaron a
medios menos apropiados para el fin al que se aspiraba, como el arbitraje y las regulaciones
gubernamentales. 3l hecho es que el incremento salarial bajo todas las condiciones ya no es
el fin de los sindicatos; ellos ya no son lo que eran en sus inicios; su verdadero fin es ahora el
mantenimiento del aparato organizativo bajo todas las condiciones; los nuevos medios son
esas tácticas más apropiadas a esta meta. ero descubrir su carácter cambiado sería alienar a
los obreros de la organización. Así, el mero fin ideológico se convierte en un instrumento
para asegurar el fin real, deviene sólo en el instrumento de una actividad completamente
realista y bien integrada.

No obstante, el problema de los fines y los medios excitó al viejo movimiento obrero
considerablemente, y explica en parte por qué el carácter real de ese movimiento fue
reconocido tan despacio y por qué florecieron las ilusiones acerca de las posibilidades de
reformarlo. 3l esfuerzo más importante por revolucionar el viejo movimiento obrero fue
realizado cuando la revolución rusa de 1905 había interrumpido el negocio cotidiano en que
el movimiento obrero estaba entonces comprometido y la cuestión de un cambio social
efectivo se puso de nuevo al frente. ero, incluso aquí, en esta aparente oposición, el viejo
movimiento obrero reveló su innato carácter capitalista. Los serios esfuerzos de Lenin por
resolver el problema del poder le condujeron directamente de vuelta al campo de los
revolucionarios burgueses. 3sto no sólo era el resultado de las atrasadas condiciones rusas,
sino también del desarrollo teórico del socialismo occidental, que únicamente había
enfatizado el carácter burgués que había heredado de las revoluciones más tempranas. La
naturaleza capitalista del movimiento obrero también aparecía en su teoría económica que,
siguiendo la tendencia de la economía burguesa, veía los problemas de la sociedad cada vez
más como una cuestión de distribución, como un problema de mercado. Incluso el asalto
revolucionario de Rosa Luxemburgo en su Akkumulation Kapitals (La acumulación de
capital) contra los "revisionistas" era todavía un argumento situado dentro del nivel
establecido por sus antagonistas. 3lla, también, dedujo las limitaciones de la sociedad
capitalista principalmente de su incapacidad, a causa de los mercados limitados, de realizar la
plusvalía. No la esfera de la producción, sino la esfera de la circulación parecía de
importancia predominante, determinando la vida y la muerte del capitalismo.

Sin embargo, desde la izquierda de preguerra (que incluía a Luxemburgo, Liebknecht,


annekoek y Gorter), emparejada con las luchas efectivas de los trabajadores en huelgas de
masas en el este tanto como en el oeste, surgió allí un movimiento durante la guerra que
continuó por unos cuantos años como una tendencia verdaderamente anticapitalista, y que
encontró su expresión organizativa en diversos grupos antiparlamentarios y antisindicales en
un número de países. 3n sus comienzos, y a pesar de todas sus inconsistencias, este
movimiento estaba desde el principio estrictamente opuesto al conjunto del capitalismo, así
como al conjunto del movimiento obrero que era una parte del sistema. Reconociendo que la
asunción del poder por un partido sólo significaba un cambio de explotadores, proclamó que
la sociedad debe ser controlada directamente por los obreros mismos. Las viejas consignas de
la abolición de las clases, la abolición del sistema salarial, la abolición de la producción de
capital, dejaron de ser consignas y se convirtieron en los fines inmediatos de las nuevas
organizaciones. Su objetivo no era un nuevo grupo gobernante en la sociedad, queriendo
actuar "por los obreros" --y, con este poder, capaz de actuar contra ellos--, sino el control
directo por los obreros sobre los medios de producción a través de una organización de la
producción que asegurase este control. 3stos grupos[Ë] se negaron a distinguir entre los
diferentes partidos y sindicatos, pero vieron en ellos restos de una fase pasada de luchas
dentro de la sociedad capitalista. Ya no estaban interesados en dar nueva vida a las viejas
organizaciones, sino en hacer saber de la necesidad de organizaciones no sólo de un carácter
enteramente diferente --una organización de clase capaz de transsformar la sociedad--, sino
capaces también de organizar la nueva sociedad de tal manera que hiciese la explotación
imposible.

[ VI ]

Lo que queda de este movimiento, hasta donde encontró expresión organizativa permanente,
existe hoy bajo el nombre de Grupos de Comunistas de Consejos. 3llos se consideran
marxistas y con eso, internacionalistas. Reconociendo que todos los problemas de hoy son
problemas internacionales, rehusan pensar en términos nacionalistas, sosteniendo que todas
las consideraciones nacionales especiales sirven sólo a las necesidades competitivas
capitalistas. 3n su propio interés los obreros deben desarrollar las fuerzas de producción más
allá, una condición que presupone un internacionalismo consecuente. Sin embargo, esta
posición no pasa por alto las peculiaridades nacionales y, por consiguiente, no lleva a
esfuerzos de perseguir políticas idénticas en países diferentes. Cada grupo nacional debe
basar sus actividades en una comprensión de su ambiente, sin la interferencia de ningún otro
grupo, aunque se espera que el intercambio de experiencias lleve a actividades coordinadas
dondequiera que sea posible. 3stos grupos son marxistas porque allí no se ha desarrollado
todavía una ciencia social superior a la originada por Marx, y porque los principios
marxianos de indagación científica son aún los más realistas y permiten la incorporación de
nuevas experiencias que crecen a partir del continuo desarrollo capitalista. 3l marxismo no es
concebido como un sistema cerrado, sino como el estado presente de una ciencia social en
desarrollo, capaz de servir como teoría de la lucha de clase práctica de los trabajadores.

Hasta ahora las funciones principales de estas organizaciones consistieron en la crítica. Sin
embargo, esta crítica ya no se dirige contra el capitalismo que existía en los tiempos de Marx.
Incluye una crítica de esa transformación del capitalismo que aparece bajo el nombre de
"socialismo". La crítica y la propaganda son las únicas actividades prácticas posibles hoy, y
su aparente infructosidad sólo refleja una situación aparentemente no revolucionaria. 3l
declive del viejo movimiento obrero, que implica la dificultad e incluso la imposibilidad de
llevar adelante otro nuevo, es una perspectiva lamentable sólo para el viejo movimiento
obrero; no es ni aclamada ni lamentada por los Grupos de Comunistas de Consejos, sino
simplemente reconocida como un hecho. Los últimos reconocen también que la desaparición
del movimiento obrero organizado no cambia nada de la estructura social de clases; que la
lucha de clases debe continuar, y estará forzada a actuar sobre la base de las posibilidades
dadas.

"Una clase en la que los intereses revolucionarios de la sociedad están concentrados, tan
pronto como se ha alzado, encuentra directamente en su propia situación el contenido y el
material de su actividad revolucionaria´ los enemigos a ser abatidos; las medidas dictadas
por las necesidades de la lucha) a ser tomadas; las consecuencias de sus propias acciones
para impulsarla adelante. No se hace preguntas teóricas acerca de su propia tarea."[5]

Ni siquiera una sociedad fascista puede acabar con las luchas de clases --los obreros fascistas
serán forzados a cambiar las relaciones de producción--. Sin embargo, no hay en la realidad
efectiva cosa alguna como una sociedad fascista, justo como no hay tal cosa como una
sociedad democrática. Ambas son sólo fases diferentes de la misma sociedad, ni más
elevadas ni más bajas, sino simplemente diferentes, como resultado de cambios de las fuerzas
de clase dentro de la sociedad capitalista, que tiene su base en un número de contradicciones
económicas.

Los Grupos de Comunistas de Consejos reconocen también que ningún cambio social real es
posible bajo las condiciones presentes, a menos que las fuerzas anticapitalistas se hagan más
fuertes que las procapitalistas, y que es imposible organizar las fuerzas anticapitalistas con tal
fuerza dentro de las relaciones capitalistas. artiendo del análisis de la sociedad actual y de
un estudio de las luchas de clases previas, concluyen que las acciones espontáneas de las
masas insatisfechas crearán, en el proceso de su rebelión, sus propias organizaciones, y que
estas organizaciones, emergiendo de las condiciones sociales, pueden sólo acabar con el
presente orden social. La cuestión de la organización, tal y como se discute hoy, es
considerada como una cuestión superflua, en tanto las empresas, las obras públicas, los
departamentos de beneficencia, los ejércitos de la guerra que viene, son organizaciones
suficientes para permitir la acción de las masas --y organizaciones que no pueden ser
eliminadas, no importa qué carácter pueda asumir la sociedad capitalista--.

Como marco organizativo para la nueva sociedad se propone una organización de consejos
basada en la industria y el proceso productivo, y la adopción del tiempo medio de trabajo
social como medida para la producción, la reproducción y la distribución en tanto se
necesitan medidas para asegurar la igualdad económica a pesar de la división del trabajo
existente. 3sta sociedad, se cree, será capaz de planear su producción de acuerdo con las
necesidades y el goce deseado por la gente.
Los Grupos de Comunistas de Consejos comprenden además, como ya se ha declarado, que
tal sociedad sólo puede funcionar con la participación directa de los obreros en todas las
decisiones necesarias; su concepto del socialismo es irrealizable sobre la base de una
separación entre trabajadores y organizadores. Los Grupos no reclaman estar actuando por
los trabajadores, sino que se consideran ellos mismos como aquellos miembros de la clase
obrera que, por una razón o por otra, han reconocido las tendencias evolutivas hacia el
hundimiento del capitalismo, y que intentan coordinar las actividades presentes de los
obreros para ese fin. Saben que ellos no son más que grupos de propaganda, capaces sólo de
sugerir los cursos necesarios de la acción, incapaces de realizarlos en el "interés de la clase".
3sto, la clase tiene que hacerlo ella misma. Las funciones actuales de los Grupos, aunque
referidas a las perspectivas del futuro, intentan basarse enteramente en las necesidades
presentes de los trabajadores. 3n todas las ocasiones, intentan fomentar la iniciativa propia y
la acción propia (self-iniciative and self-action) de los obreros. Los Grupos participan
dondequiera que sea posible en cualquier acción de la población trabajadora, no proponiendo
un programa separado, sino adoptando el programa de aquellos trabajadores y empeñándose
en incrementar la participación directa de los mismos en todas las decisiones. Demuestran en
la palabra y en el hecho que el movimiento obrero debe fomentar exclusivamente sus propios
intereses; que la sociedad como un todo no puede verdaderamente existir hasta que las clases
sean abolidas; que los trabajadores, considerando nada más que sus intereses específicos y
más inmediatos, deben y han de atacar a todas las otras clases e intereses de la sociedad
explotadora; que no pueden equivocarse mientras tanto hagan lo que les ayuda económica y
socialmente; que esto es posible sólo mientras tanto lo hagan ellos mismos; que deben
comenzar a resolver sus asuntos hoy y así prepararse para resolver los problemas aún más
urgentes del mañana.

[1] Ver: lanificación Económica y lanes del Trabajo (arís: Federación Internacional de
Sindicatos, 1936).
[2] Ver: Karl Marx, por Karl Korsch. Una reafirmación de los principios y contenidos más
importantes de la ciencia social de Marx. (Nueva York, John Wiley, 1938.)
[3] J. Harper [ =Anton annekoek ], ³Observaciones Generales sobre la Cuestión de la
Organización", Living Marxism, noviembre de 1938.
[Ë] La "Izquierda", o sea las organizaciones obreras comunistas, rastrean sus principios más
tempranos a la oposición de izquierda que se desarrollaba en los partidos socialistas y
comunistas antes, durante y brevemente después de la guerra. Sus conceptos del control
obrero directo asumieron importancia real con la llegada de los "soviets" en la revolución
rusa, los delegados de fábrica ( shop stewards ) en Inglaterra durante la guerra, y los
delegados obreros de fábrica en Alemania durante la guerra y los consejos de obreros y
soldados de después de la guerra. 3stos grupos fueron expulsados de la Internacional
Comunista en 1920. 3l folleto de Lenin, "El comunismo de izquierda una enfermedad
infantil" (1920), fue escrito para destruir la influencia de estos grupos en 3uropa occidental.

3stos grupos consideraban contrarrevolucionarias las políticas bolcheviques en lo que


respecta a los intereses de clase de la clase obrera internacional, y fueron derrotados por esta
contrarrevolución que se asoció con el movimiento reformista y con la propia clase
capitalista para destruir los primeros principios de un movimiento radical dirigido contra
todas las formas de capitalismo. Lo que todavía queda de este movimiento hoy son pequeños
grupos en América, Alemania, Holanda, Francia y Bélgica, incapaces de hacer más que
trabajo de propaganda con influencia en grupos sumamente pequeños de trabajadores.
[5] Karl Marx, Las luchas de clases en Francia, 18Ë8-50.

Paul Mattick

Introducción a los Principios Fundamentales de


Producción y Distribución Comunistas del IKH

3scrito en 197. Se reproduce, con alguna corrección puntual, a partir de la edición en


español de los Principios Fundamentales de Producción y Distribución Comunistas de la
editorial ero^Y, 1976. os subtítulos entre corchetes son de esta edición.

3l presente trabajo colectivo, Grundprinzipien Kommunistischer roduktion und Verteilung -


rincipios Fundamentales de roducción y Distribución Comunistas, apareció por primera
vez hace cuarenta años. Sus autores, el Grupo de Comunistas Internacionales de Holanda
(GIKH), pertenecían al movimiento de los Consejos.

[3l movimiento consejista y los « rincípios Fundamentales»]

Los Consejos surgieron por primera vez durante la Revolución Rusa de 1905. Según Lenin,
tenían ya la fuerza suficiente para tomar el poder político, aunque, en realidad, se movían aún
dentro de los márgenes de la revolución burguesa. ara Trotsky, los Consejos Obreros
representaban, al contrario de los partidos políticos presentes en la clase obrera, la
organización propia del proletariado. 3l holandés Anton annekoek veía en el movimiento de
los Consejos la autoorganización del proletariado, que le conduciría a su dominio como clase
y a la dirección de la producción. Con el desarrollo de la revolución rusa [de 1905] y con el
fin de los Consejos el interés por esta nueva forma de organización se perdió y la
organización del movimiento obrero estuvo nuevamente a disposición de los partidos
políticos y los sindicatos tradicionales. Más tarde, la revolución rusa de 1917 repropondría la
perspectiva de los Consejos para el movimiento obrero internacional, pero no sólo como
expresión de la organización espontánea de los trabajadores revolucionarios, sino además
como medida necesaria frente a la posición contrarrevolucionaria del movimiento obrero
tradicional.

La primera guerra mundial y la quiebra de la II Internacional cerraron el primer período del


movimiento obrero. Lo que mucho antes era previsible, a saber, la integración del
movimiento obrero en la sociedad burguesa, se convirtió en un hecho irrefutable. 3l
movimiento obrero no era un movimiento revolucionario, sino un movimiento de obreros que
intentaba adaptarse al capitalismo. Tanto los dirigentes como los propios trabajadores
carecían de interés por la abolición del capitalismo y se contentaban con la actividad sindical
y política en su interior. Las escasas posibilidades de los partidos y de los sindicatos en el
interior de la sociedad burguesa, expresaban los intereses reales de los trabajadores. No se
podía esperar otra cosa, ya que un capitalismo en expansión progresiva excluye todo
verdadero movimiento revolucionario.

3l idilio de una posible armonía entre las clases en el curso del desarrollo capitalista, sobre el
que se fundaba el movimiento obrero reformista, se hizo pedazos al chocar con las
contradicciones mismas del capitalismo, que se expresan mediante crisis y guerras. La
ideología revolucionaria, al principio reducida a una minoría radical en el interior del
movimiento obrero, se introdujo entre las grandes masas cuando la miseria de la guerra puso
al desnudo la verdadera naturaleza del capitalismo; y no sólo la del capitalismo, sino también
la de las organizaciones obreras crecidas en su seno. Las organizaciones habían escapado de
las manos de los trabajadores; para ellos existían sólo en la medida en que era necesario
mantener la existencia de su burocracia. uesto que la función de estas organizaciones está
ligada al mantenimiento del capitalismo, no pueden por menos que oponerse a toda lucha real
contra el sistema capitalista. Un movimiento revolucionario necesita, en efecto, formas de
organización que lleven más allá del capitalismo, que den el poder a los obreros sobre sus
organizaciones, organizaciones en las cuales no esté una parte de la clase obrera sino su
totalidad. 3l movimiento de los Consejos fue un primer intento de construir una forma de
organización adecuada a la revolución proletaria.

Tanto la revolución rusa como la alemana encontraron como expresión organizativa el


movimiento de los Consejos. ero en ninguno de estos dos casos alcanzaron la capacidad
suficiente para afirmar su poder político y usarlo en la construcción de una sociedad
socialista. Mientras que el fracaso del movimiento de los Consejos ruso hay que achacarlo
indudablemente al retraso de la situación social y económica rusa, la derrota del movimiento
alemán fue producto de la falta de voluntad de las masas trabajadoras en realizar el
socialismo de manera revolucionaria. La socialización era vista como tarea del gobierno y no
como tarea de los mismos trabajadores; y así, el movimiento de los Consejos decretó su
propio fin, restableciendo la democracia burguesa.

Si bien el partido bolchevique había llegado al poder con la consigna «Todo el poder a los
Soviets», se atuvo a la concepción socialdemócrata, según la cual la construcción del
socialismo era tarea del 3stado y no de los Consejos. Mientras que en Alemania no se llevaba
a cabo ningún tipo de socialización, el 3stado bolchevique destruyó la propiedad privada
capitalista, pero sin atribuir a los trabajadores ningún derecho a disponer de su producción.
or aquello de que defendían los intereses de los trabajadores, el resultado fue una forma de
capitalismo de 3stado, que dejaba intacta la condición social de los trabajadores y que más
bien continuaba su explotación en beneficio de una nueva clase privilegiada. 3l socialismo no
se podía realizar ni por medio de una reforma del 3stado democrático burgués, ni por medio
del nuevo 3stado bolchevique revolucionario.

rescindiendo de la inmadurez objetiva o subjetiva de la situación, la vía que hubiese sido


posible tomar para alcanzar la socialización permanecía envuelta en la oscuridad. La teoría
socialista tendía genéricamente a la crítica del capitalismo y a la estrategia y táctica de la
lucha de clases en el interior de la sociedad burguesa. La vía al socialismo y su estructura
aparecían como prefiguradas ya en el capitalismo. 3l mismo Marx había dejado sólo unas
pocas indicaciones fundamentales acerca del carácter de la sociedad socialista, ya que,
efectivamente, es poco productivo ocuparse del futuro, de situaciones no comprendidas
dentro del presente o del pasado. Sin embargo, contrariamente a cuanto sostienen
interpretaciones posteriores, Marx había puesto en claro que el socialismo no se refiere al
3stado sino a la sociedad. 3l socialismo como «asociación de productores libres e iguales»
necesitaba del «Estado», es decir, de la dictadura del proletariado, sólo hasta tanto durara su
estabilización. Con la consolidación del socialismo, la dictadura del proletariado, entendida
como «3stado», desaparecería. 3n cambio, en la concepción socialdemócrata, tanto
reformista como revolucionaria, existía una identificación del control estatal con el social, y
el término «asociación de productores libres e iguales» perdió su significado original.

Las características del socialismo futuro, ya contenidas en el capitalismo, no fueron vistas en


la posible auto-organización de los productores en la producción y la distribución, sino en las
tendencias a la concentración y la centralización, típicas del capitalismo, que generarían
finalmente un dominio estatal sobre todas las esferas de la economía. 3sta concepción del
socialismo fue asumida primero, y más tarde atacada tachándola de ilusión, por la burguesía.

3l fin de un gran movimiento revolucionario como el de los Consejos no excluye la


posibilidad de su reaparición en una nueva situación revolucionaria. Además, de las derrotas
se puede aprender. La tarea de los comunistas de consejos después de la revolución perdida
no consistía en la propaganda del sistema de consejos, sino también en la investigación de las
carencias por las que el movimiento había fracasado. Una de las carencias, quizá la mayor,
había sido que los Consejos no tenían en absoluto claridad a respecto de sus tareas en una
organización socialista de la producción y la distribución. Ya que los Consejos tienen su base
en las fábricas, éste debe ser el punto de partida para la coordinación social y la síntesis de la
vida económica, y en ellas los productores deben poder disponer de lo que producen. 3stos
rincipios Fundamentales de roducción y Distribución Comunistas fueron el primer intento
del movimiento de los Consejos en 3uropa occidental de ocuparse del problema de la
construcción del socialismo sobre la base de los Consejos.

[Los «rincipios Fundamentales» y la concepción del socialismo]

Teniendo en cuenta las grandes dificultades con las que se encuentra una posible revolución
proletaria, a primera vista, este escrito que se ocupa en su mayor parte de la unidad de cálculo
y de la contabilidad de la economía comunista, podrá parecer extraño.

Ya que no se pueden prever exactamente las particularidades de las difíciles situaciones


políticas que nos esperan, sobre un tema así sólo podemos dedicarnos a la especulación.
uede ser fácil o difícil destruir un cierto sistema social: depende de condiciones que no
pueden ser previstas. ero este escrito no se ocupa de la organización de la revolución, sino
de problemas posteriores. Como, además, no es posible adivinar el estado de la economía
después de la revolución, no se puede ni siquiera hacer un programa por adelantado de los
trabajos que deberán ser llevados efectivamente a cabo. ero sí es posible discutir
anticipadamente los procedimientos y los instrumentos necesarios para la afirmación de
determinadas condiciones sociales que se quieren obtener, en este caso condiciones que se
consideran comunistas.

3l problema teórico de la producción y la distribución en el comunismo ha resultado un


problema práctico a partir de la revolución rusa. ero la práctica estaba determinada desde el
principio por la concepción del control estatal centralizado, al cual se referían las dos alas de
la socialdemocracia. Las discusiones sobre la realización del socialismo o del comunismo
dejaban fuera el problema real: el del control de los trabajadores sobre su producción. La
cuestión estribaba en cómo se podía realizar la planificación económica dirigida por una
autoridad central. Ya que, según la teoría marxiana, el socialismo no conoce el mercado, ni la
competencia, ni los precios, ni el dinero, el socialismo era concebible sólo como economía
natural, en la cual, mediante la estadística, tanto la producción como la distribución vienen
determinadas por un servicio central. 3n este punto se centró la crítica burguesa, al afirmar
que en estas condiciones es imposible una gestión racional porque la producción y la
distribución necesitan una medida de valor, como la que proporcionaban los precios de
mercado.

ara no anticipar la disertación que a este respecto se encuentra en los rincipios


Fundamentales de roducción y Distribución Comunistas, baste decir que sus autores han
encontrado la solución al problema de la necesaria unidad de cálculo en el tiempo de trabajo
socialmente medio como base de la producción y la distribución. La aplicación práctica de
este método de cálculo y la contabilidad pública a él unida se demuestran minuciosamente. Y
como se trata tan sólo de métodos para alcanzar determinados resultados, el razonamiento es
perfectamente lógico. 3l uso de este método tiene como condición necesaria la voluntad de
llegar a una producción y distribución de tipo comunista. Verificado este presupuesto, nada
se opone a este método, aunque puede no ser el único adaptado al comunismo. Según Marx,
toda economía es una economía «de tiempo». La subdivisión y el desarrollo del trabajo se
realizan según las exigencias de la producción y el consumo y, al igual que en el capitalismo,
el tiempo de trabajo es la medida de la producción, aunque no de la distribución. 3n la base
de los precios, reguladores del capitalismo, se encuentran valores ligados al tiempo de
trabajo. Las relaciones de producción y de explotación en el capitalismo, que son al mismo
tiempo relaciones de mercado, y la acumulación de capital que es el motivo y el motor de la
producción capitalista, excluyen un intercambio de valores equivalentes dados por el tiempo
de trabajo. No por nada la ley del valor domina la economía capitalista y su desarrollo.

artiendo de este hecho, se puede pensar fácilmente que también en el socialismo debe ser
válida la ley del valor, ya que en éste también debe tenerse en cuenta el tiempo de trabajo,
para hacer una economía racional. ero el tiempo de trabajo se transforma en «valor del
tiempo de trabajo» sólo en condiciones capitalistas, en las cuales la necesaria coordinación
social de la producción está sujeta al mercado y a las relaciones de la propiedad privada. Sin
relaciones capitalistas de mercado no existe ninguna ley del valor, aunque aún, y quizá
siempre, sea necesario considerar el tiempo de trabajo para adaptar la producción social a las
necesidades de la sociedad.

3s en este último sentido en el que los rincipios Fundamentales de roducción y


Distribución Comunistas hablan del tiempo de trabajo socialmente medio.
[ a distribución según el tiempo de trabajo medio]

Los autores subrayan el hecho de que antes de ellos se había propuesto el tiempo de trabajo
como unidad de cálculo económico. Consideran inaceptable esta propuesta porque se basa
sólo en la producción y no en la distribución, y en eso sigue emparentada con el capitalismo.
Según su punto de vista, el tiempo de trabajo socialmente medio debería valer tanto en la
producción como en la distribución. Aquí, sin embargo, nos encontramos con una dificultad y
debilidad para calcular el tiempo de trabajo, dificultad que Marx también había visto, no
encontrando otra respuesta que la abolición del cálculo fundado sobre el tiempo de trabajo en
la distribución, llevando a cabo el principio comunista «De cada cual según su capacidad, a
cada cual según sus necesidades».

3n su Crítica del rograma de Gotha del artido Socialdemócrata Alemán, Marx aclaró el
hecho de que una distribución proporcional al tiempo de trabajo traería consigo una nueva
desigualdad, ya que los que producen se diferencian por su capacidad de trabajo y por su
situación privada. Algunos trabajan más en el mismo tiempo; unos tienen que mantener una
familia y otros no; por tanto, la igualdad de la distribución según el tiempo de trabajo tiene
como efecto la desigualdad en las condiciones de consumo. Marx escribe: «En efecto, a
igualdad de trabajo prestado y, por tanto, a igualdad de usufructo del fondo social de
consumo, uno obtiene más que otro, uno es más rico que otro, etc... ara evitar esta
situación injusta, la ley debería ser desigual en lugar de igual». Si bien consideraba este
inconveniente como inevitable en la primera fase de la sociedad comunista, no lo consideraba
un principio comunista. Cuando los autores de los rincipios Fundamentales dicen que su
exposición es «sólo la aplicación consecuente del pensamiento marxiano», es verdad sólo en
la medida en que este pensamiento se refiere a una fase del desarrollo socialista, en la cual
reina aún el principio del intercambio de equivalentes, principio que encontrará su fin en el
socialismo.

ara Marx estaba claro que «toda distribución de los medios de consumo es sólo la
consecuencia de la distribución de los medios de producción», y que «cuando los medios de
producción sean propiedad de los mismos trabajadores, se conseguirá una distribución de
los medios de consumo diferente de la actual». Los posibles defectos de una distribución
según el tiempo de trabajo no podían, pues, ser superados con una división entre la
producción y la distribución, ya que el gobierno de la producción por parte de los productores
comprende también su control sobre la distribución, así como la determinación de la
distribución por parte del 3stado -la asignación desde arriba- comprende tambien el control
estatal sobre la producción. Los autores de los rincipios Fundamentales subrayan
justamente que los productores deben tener la más amplia posibilidad de disponer de su
producción, pero que esto exija una distribución según el tiempo de trabajo, es otro problema.

3n los países capitalistas avanzados, o sea, en los países en los que es posible la revolución
socialista, las fuerzas productivas sociales están suficientemente desarrolladas como para
producir medios de consumo en sobreabundancia. Más de la mitad de toda la producción
capitalista y de las actividades improductivas ligadas a ésta (prescindiendo completamente de
las posibilidades de producir que no son explotadas) no tienen seguramente nada que ver con
el consumo humano real, sino que sólo pueden encontrar sentido en la irracional economía de
la sociedad capitalista. Resulta entonces claro que, en condiciones de economía comunista, se
podrán producir tantos bienes de consumo que harán superfluo un cálculo de sus partes
individuales.

3l logro de la abundancia, ya hoy potencialmente presente, presupone, sin embargo, una


completa transformación de la producción social, basada en las necesidades reales de los
productores. La transformación de la producción capitalista en una producción orientada
según las necesidades humanas, no sólo traerá como resultado de la abolición de las
relaciones capitalistas un cambio en el desarrollo técnico-industrial, sino que, de esta manera,
dará también mayor seguridad al futuro de la existencia humana, ahora claramente en peligro.

Si bien los rincipios Fundamentales ponen justamente el acento en el hecho de que la


producción está condicionada por la reproducción, y si bien el punto de partida de la
producción comunista sólo puede ser el del fin del capitalismo, la nueva sociedad necesita en
cualquier caso transformaciones adecuadas en los objetivos y en los métodos de la
producción. Los procedimientos empleados en estas transformaciones y los resultados
obtenidos permitirán elegir el modo de distribución adecuado, tanto según las partes de la
producción como según las variables necesidades reales. Además, también es posible que una
destrucción parcial de la base de la producción, como consecuencia de la lucha de clases
necesaria para la transformación social, excluya la distribución según el tiempo de trabajo,
sin que por esto sea imposible una distribución igualitaria, por ejemplo por medio de
racionamientos. Y esta distribución igualitaria podría ser determinada por el propio
trabajador, sin el giro vicioso del cálculo del tiempo de trabajo. ero los rincipios
Fundamentales parten de un sistema económico comunista «normal», esto es, de un sistema
ya impuesto y con condiciones propias de reproducción. 3n condiciones semejantes, una
distribución ligada al tiempo de trabajo parece superflua.

3s verdad que la «relación exacta entre el productor y el producto», auspiciada en los


rincipios Fundamentales concierne solamente a la parte individual de la producción -
después de la sustracción de las partes de la producción que competen al consumo y a la
reproducción de la producción social-. 3l proceso de socialización se expresa en la
disminución del consumo individual y el aumento del consumo público, por lo que el
desarrollo comunista tiende, a fin de cuentas, a abolir el cálculo del tiempo de trabajo en la
distribución. La estructura económica sin mercado necesita de la organización de los
consumidores en cooperativas (en contacto directo con las empresas), en las cuales las
necesidades individuales, referentes al consumo y a la producción, puedan expresarse
colectivamente. 3s una pena, sin embargo, que ésta sea la parte menos elaborada de los
rincipios Fundamentales, cuando precisamente la presunta libertad de consumo de la
economía de mercado es utilizada por el capitalismo para hacer la apología de sí mismo. 3n
realidad, es perfectamente posible establecer las necesidades del consumo sin necesidad del
mercado, y aún mucho mejor que lo hace el mercado, porque en la sociedad comunista
desaparecen las deformaciones de la demanda del mercado, causadas por una distribución
ligada a la existencia de clases sociales.

También en la producción un cálculo exacto sólo puede realizarse aproximadamente, ya que


el proceso de trabajo y de reproducción está sujeto a constantes cambios. 3l cálculo del
tiempo de trabajo socialmente medio para la producción global está sujeto a ciertas
dilaciones, y los resultados obtenidos están siempre retrasados con respecto a la reproducción
efectiva. La «exactitud» del cálculo se refiere a un momento pasado, y por mucho que sea
posible acortar los tiempos de indagación por medio de métodos e instrumentos modernos, el
tiempo de trabajo socialmente medio varía constantemente. 3sta falta de exactitud no es un
obstáculo insuperable para el cálculo de la producción y de la reproducción tanto al nivel
mismo de la producción como a nivel superior. ero la situación real diferirá de la calculada,
y solamente en la diferencia encontraremos el estado real de la producción. 3n el cálculo del
tiempo de trabajo no se trata de obtener la adecuación completa del tiempo de producción,
obtenido mediante la unidad de medida, al tiempo medio de trabajo efectivamente empleado
y a la producción resultante, sino de ordenar y distribuir el trabajo social, cosa que, por su
propia naturaleza, podrá obtenerse sólo de forma aproximada. ara una economía comunista
planificada, un resultado así es perfectamente aceptable.

Los autores de los rincipios Fundamentales conciben la organización productiva de manera


que «la relación exacta entre el productor y el producto llegue a ser la base del proceso de
producción social». Ven esto como el «problema fundamental de la revolución proletaria»,
porque sólo de esta manera se puede evitar que se alce un aparato por encima de los
productores. Sólo por medio de una definición de la relación entre el producto y el productor
«se puede abolir la función de los dirigentes y de los administradores en el reparto del
producto social». 3l presupuesto necesario para una sociedad sin clases es, pues, la
autodeterminación de la distribución por parte de los productores. 3n verdad, la
determinación de la relación directa entre productor y producto sólo puede ser el resultado de
una revolución proletaria victoriosa, que establece el sistema de los Consejos como
organización social. 3n este caso, la necesidad de regular el proceso productivo en función de
la distribución puede ser menor. Se puede imaginar una distribución controlada de los medios
de consumo tan bien como una no controlada, sin que esto haga necesaria la existencia de
nuevos estratos privilegiados. or lo demás, la sola asunción de una norma para la
distribución no es condición suficiente para el establecimiento de una economía comunista:
ésta, en efecto, no debe basarse simplemente en la participación de los productores en el
producto social sino, más allá de estos problemas, en las condiciones materiales de la
producción social.

3n el capitalismo, la distribución, está regulada sólo aparentemente por el mercado. Si bien la


producción debe realizarse basándose en el mercado, el mercado mismo está determinado por
la producción de capital. 3n la base del proceso de producción están la producción del valor
de cambio y la acumulación del capital. 3l valor de uso aparece en la producción sólo como
un medio para aumentar el valor de cambio. Las verdaderas necesidades de los productores
pueden ser tenidas en cuenta sólo si coinciden con los imperativos de la acumulación. La
producción, producción de plusvalía, se regula en la economía de mercado automáticamente
según las relaciones del valor de cambio, que no coinciden sino accidentalmente con las
relaciones del valor de uso. La sociedad comunista produce sólo para el uso y debe, por ello,
adecuar la producción y la distribución a las necesidades reales de la sociedad. La producción
es anterior a la distribución, aunque esté determinada por las necesidades de los
consumidores. ero la organización de la producción necesita bastante más que la
determinación exacta de la relación entre productor y producto: necesita del control de las
necesidades y de las capacidades de producción de toda la sociedad, en sus formas físicas, y
de una distribución adecuada del trabajo social.

[3l problema de la centralización]

3l sistema de consejos no se podrá hacer a menos que se creen instituciones que hagan
posible una supervisión de las necesidades y las posibilidades del conjunto social. Los
conocimientos así obtenidos deben dar lugar a decisiones que no pueden ser tomadas por
cada organización de fábrica. La estructura del sistema de consejos debe ser tal que regule la
producción centralmente, sin por esto condicionar la autonomía de los productores. 3n las
mismas fábricas, además, la ejecución de las decisiones de los trabajadores se dejará a los
Consejos, sin que por esto deba surgir una primacia de los Consejos sobre los trabajadores.
También, desde una óptica más global, en la producción nacional se pueden encontrar
métodos organizativos que coordinen las instituciones por encima de las fábricas, bajo el
control de los productores. ero esta solución de la contradicción centralismo-federalismo,
que es por otra parte auspiciada en los rincipios Fundamentales, no podrá resolverse
simplemente por medio de un «registro del proceso económico en la contabilidad social
general», muy probablemente serán necesarios órganos particulares, integrados en el sistema
de consejos, que se ocupen específicamente de la organización económica.

3n los rincipios Fundamentales el rechazo de una administración central de la producción y


la distribución dirigida por el 3stado se basa en la experiencia rusa, lo que en realidad no
afecta al sistema de consejos, sino al capitalismo de 3stado. ero, también aquí, la
producción y la distribución no son obra de organismos de planificación sino del 3stado, el
cual se sirve de estos organismos de planificación como instrumentos. 3s la dictadura política
del aparato estatal sobre los trabajadores, y no una planificación de la economía, lo que ha
llevado a un nuevo tipo de explotación de la cual participan también las autoridades de la
planificación. Sin la dictadura política del aparato estatal, los trabajadores no estarían
obligados a someterse a la administración central de la producción y la distribución.

La primera condición de la producción y la distribución comunistas es, pues, que no exista


ningún aparato estatal al lado o por encima de los Consejos, y que la función «estatal», la
supresión de las tendencias contrarrevolucionarias, sea ejercida por los mismos obreros,
organizados en sus Consejos. Cualquier partido que, como fracción de los trabajadores,
aspire al poder estatal o se coloque como aparato estatal después de la toma del poder,
intentará sin duda ser quien controle la producción y la distribución, y reproducir este control
para mantener las posiciones obtenidas. Si existe el control de la mayoría por parte de una
minoría, entonces seguirá existiendo la explotación. 3l sistema de los Consejos no puede
dejar subsistir a su lado ningún 3stado, a menos que renuncie a sí mismo. ero sin este poder
estatal separado de la sociedad, cualquier planificación de la producción y la distribución sólo
puede ser llevada a cabo por el sistema de consejos. Los organismos de planificación vienen
a ser también de las empresas, que junto a otras empresas se funden en un único sistema de
consejos. A propósito de esto, se dice ahora que también la clase obrera en su composición
está sujeta a continuos cambios. Los rincipios Fundamentales consideran al proletariado
industrial reunido en las empresas como la clase socialmente determinante. 3l sistema de
consejos basado en las empresas determina la estructura de la sociedad y obliga a las otras
clases, por ejemplo a los campesinos independientes, a integrarse en el nuevo sistema
económico-social. 3n los últimos Ë0 años, la clase obrera, es decir, el estrato de los que
perciben una paga o un salario, ha aumentado, pero -en relación con el conjunto de la
población- el número de trabajadores industriales ha disminuido. Una parte de los empleados
trabaja en las empresas junto a los trabajadores manuales, otra en el campo de la distribución
y la administración. Ya que la producción depende cada vez más de la ciencia, y las fuerzas
productivas de la ciencia superan «tendencialmente» a las del trabajo directo, también las
universidades, al menos en parte, pueden ser vistas como «empresas». Y si, en el capitalismo,
plusvalía significa siempre trabajo no pagado (plustrabajo), cualquiera que sea el estado de la
ciencia, la riqueza social en el comunismo se presenta no como un crecimiento del trabajo,
sino como la continua reducción del trabajo necesario, consecuencia del desarrollo científico
libre de las limitaciones capitalistas. La producción se socializa progresivamente como
consecuencia de la creciente participación de las masas en el proceso de producción, masas
obreras que sólo pueden existir en la más estricta colaboración y en la recíproca
compenetración en todos los tipos de trabajo. 3n pocas palabras, la noción de clase obrera se
amplía, es más extensa hoy que hace Ë0 años. Los cambios en la organización del trabajo
contienen ya una superación de la división del trabajo, de la división entre trabajo manual e
intelectual, entre oficina y fábrica, entre trabajadores y directores: es un proceso que,
mediante la participación de todos los productores en la producción ahora orientada
socialmente, puede llevar a un sistema de consejos que incluya a toda la sociedad y ponga así
fin a la dominación de clase.

Se puede compartir la desconfianza de los rincipios Fundamentales frente a los «jefes,


técnicos y científicos» que se arrogan el derecho de dirigir la producción y la distribución, sin
por ello olvidar que aparte de los jefes, los otros son productores. recisamente, el sistema de
consejos los coloca junto a todos los demás productores y los arranca de la posición
privilegiada que ocupan en el capitalismo. A pesar de todo, como los pasos atrás en el campo
social son posibles, es claro que, incluso un sistema de consejos puede degradarse; por
ejemplo, a causa del desinterés de los propios productores en su autonomía y el consiguiente
paso de las funciones de los consejos a exponentes internos del sistema, que se vuelven
independientes de los productores. Los autores piensan que se puede evitar este peligro por
medio del «nuevo cálculo de la producción como base general de la producción». ero como
este cálculo de la producción debe ser, ante todo, dictado prácticamente, el efecto esperado
puede entonces perderse por una serie de modificaciones.

3n la exposición de los autores, el sistema, una vez implantado, se presenta como suficiente.
or medio del «funcionamiento objetivo de la producción», del control de ésta en relación a
la reproducción, se defienden del ordenamiento que permite la personalización de las
decisiones, como ocurre en el capitalismo de 3stado. 3l nuevo sistema de producción y
distribución garantiza en sí mismo la sociedad comunista, aunque en realidad el
«funcionamiento objetivo de la producción» está siempre garantizado por personas. También
en el capitalismo hay un «funcionamiento objetivo» de la producción, que viene dictado por
la ley del mercado, a la cual todas las personas están sujetas. 3s el sistema quien domina al
hombre. 3sta visión fetichista del sistema encubre la realidad de las relaciones sociales de
explotación del hombre por el hombre. Detrás de las categorías económicas están clases y
personas, y cada vez que el fetichismo del sistema es sobrepasado, vuelve a la luz la lucha
abierta entre clases y personas. Si bien también el comunismo es un sistema social, éste no
actúa por encima de los hombres, sino según los hombres. No tiene una vida propia a la que
las personas deban forzosamente adaptarse; el «funcionamiento objetivo de la producción»
está determinado por personas, pero por personas que forman parte del sistema de consejos.

[3l futuro de los «Princípios Fundamentales»]

3stas pequeñas observaciones críticas serán suficientes para indicar que, en los rincipios
Fundamentales, no se nos presenta un programa acabado, sino que se trata de un primer
intento de acercarse al problema de la producción y la distribución comunistas. Y, aunque los
rincipios Fundamentales tratan de un estado social del futuro, constituyen al mismo tiempo
un documento histórico que arroja luz sobre una etapa de las discusiones del pasado. Sus
autores trataban las cuestiones de la socialización de hace más de medio siglo, y algunos de
sus argumentos han perdido actualidad; los rincipios Fundamentales intervienen en la
disputa, entretanto ya superada, entre los teóricos de la economía natural y los representantes
de la economía de mercado, mostrando las posiciones equivocadas de ambos.

3n general, el socialismo no se considera ya como una nueva sociedad, sino como una
variante del capitalismo. Los defensores de la economía de mercado hablan de una economía
de mercado planificada, mientras que los defensores de una economía planificada se sirven
de la economía basada en el mercado. La organización de la producción fundada sobre el
valor de uso no excluye la distribución desigual de los bienes de consumo mediante la
manipulación de los precios. Las «leyes económicas» son consideradas independientes del
tipo de sociedad, y todo lo más se discute ahora sobre qué mezcla de capitalismo y de
socialismo es más «económica».

3l «principio económico», es decir, el principio de la racionalidad económica que, como se


suele decir, es la base de toda ordenación social y que se presenta como la realización del
máximo resultado con el mínimo costo, en realidad no es sino el clásico principio capitalista
de la producción con vistas al beneficio, que tiende siempre a la máxima explotación. 3l
«principio económico» de la clase obrera, en consecuencia, no es otro que la abolición de la
explotación. Tal principio, del que parten los rincipios Fundamentales, ha sido hasta hoy
letra muerta para los trabajadores. Aparte de la clara explotación en los países llamados
«socialistas», las académicas charlas en los países capitalistas a propósito del socialismo se
refieren sólo a sistemas de capitalismo de 3stado. La «propiedad socialista» de los medios de
producción es considerada siempre como propiedad del 3stado. La distribución
administrativa de los bienes, con o sin mercado, es siempre objeto de decisiones centrales.
Como en el capitalismo, la explotación se da en dos formas: mediante la separación continua
de los productores de los medios de producción y mediante la monopolización del poder
político. Y donde se ha concedido o impuesto a los trabajadores una especie de derecho a la
cogestión, el mecanismo de mercado une a la explotación estatal la autoexplotación. or
muchos puntos débiles que se puedan encontrar en los rincipios Fundamentales, en la
situación actual siguen siendo, hoy como mañana, el punto de partida de todas las discusiones
y esfuerzos serios para la realización de la sociedad comunista.

os consejos obreros y la organización comunista de la economía

3laboración colectiva de un grupo de comunistas consejistas para la revista International


Council Correspondence, vol. I, nº 7. (Abril 1935). Se reproduce con correcciones puntuales
a partir de la versión publicada en "Los consejos obreros y la cuestión sindical", 1977,
Castellote 3ditor.

Hemos recibido de raga las siguientes tesis, aparecidas en el número 20 de «Neue Front».
Han sido publicadas bajo el título «Marxismo revolucionario y revolución socialista» por un
grupo de marxistas revolucionarios «organizados en la social-democracia alemana». He aquí
su concepción de la vía hacia el socialismo. Nuestras críticas se exponen inmediatamente a
continuación.

1. La experiencia de todas las revoluciones, durante y después de la guerra, ha mostrado que


una política reformista y oportunista acaba siempre en la derrota de la clase obrera. 3l trabajo
preliminar a la revolución socialista, a su victoria y consolidación, presupone, pues, una
ruptura radical con todas las políticas reformistas.

2. 3sta ruptura radical exige un cambio fundamental en los medios, métodos y objetivos
concretos de la lucha política. Como prueba de su transformación interna y de su aceptación
del marxismo revolucionario, el partido debe abandonar su viejo nombre de artido
Socialista Alemán (SD) y transformarse en un partido marxista revolucionario.

3. Nuestro objetivo es la realización del socialismo sobre la base de una República socialista
alemana de los soviets, bajo la dirección de la dictadura del proletariado. La dictadura
revolucionaria es la etapa de transición necesaria hacia la sociedad socialista. La conquista de
la libertad moral e individual, para todos los que sufren actualmente la opresión fascista,
presupone, pues, la destrucción del sistema capitalista por medio de la dictadura del
proletariado.

Ë. ara desarrollar esta lucha, el proletariado tiene necesidad de un partido revolucionario


consciente de los objetivos. 3ste partido no podrá y no deberá componerse más que de la
vanguardia revolucionaria del proletariado. Sólo podrán, pues, hacerse miembros aquellos
que hayan atravesado con éxito la prueba de la lucha revolucionaria, que admiten el principio
de la dictadura del proletariado y se someten incondicionalmente a las decisiones del partido.
3l partido utiliza todas las formas de lucha, legales e ilegales. Su tarea es preparar y organizar
movimientos de masas, huelgas de masas y la insurrección de masas.

5. 3n caso de guerra, el partido rechaza toda forma declarada o disimulada de «defensa de la


madre patria». or el contrario, llamará al proletariado a ayudarle para transformar la guerra
imperialista en guerra civil, con el fin de realizar la dictadura del proletariado. La huelga
general y la insurrección armada son dos medios que se deben utilizar para conseguir este
objetivo.
6. Después de la toma del poder político, el viejo aparato de 3stado será totalmente
desmantelado. Todo el poder legal y la autoridad serán transmitidos entonces a los consejos
obreros, y a los consejos de campesinos pobres y de obreros agrícolas. Los consejos ejercerán
la dictadura del proletariado. La dirección de la dictadura pertenecerá al partido marxista
revolucionario.

7. La consolidación del poder recaerá sobre el proletariado en armas, hasta la formación de


un ejército socialista.

8. La burocracia profesional será abolida. Todas las personas que ejerzan una función pública
serán nombradas por los consejos y revocadas en cualquier momento.

9. Con el fin de dar su apoyo a la dictadura revolucionaria, los obreros y los funcionarios se
organizarán en sindicatos de industria.

10. Las imprentas y los periódicos serán requisados. La prensa, la radio y todos los otros
medios de información quedarán bajo la vigilancia y el control de los consejos.

11. 3l conjunto de la propiedad capitalista será expropiada sin indemnización. La


obligatoriedad del trabajo para todos será puesta en marcha, así como el control de la
producción por los consejos.

12. Todos los bancos se fundirán en un banco central; lo mismo se hará con todas las
compañías de seguros.

13. Todas las hipotecas sobre fincas serán anuladas. Todas las propiedades que sobrepasen la
superficie necesaria a la existencia o la supervivencia de una familia serán expropiadas sin
indemnización. Se procederá a un nuevo reparto de las tierras en función de las necesidades
de los campesinos pobres y de los obreros agrícolas. Las empresas campesinas serán
reagrupadas en asociaciones. Allí donde existan condiciones, se crearán grandes empresas
agrícolas piloto.

1Ë. Con el fin de asegurar el abastecimiento de la población, será obligatorio el agrupamiento


de todos los consumidores en cooperativas. 3l comercio al detalle también tendrá su lugar en
el sistema de distribución de la República de los soviets.

15. 3l comercio exterior será centralizado en un monopolio de 3stado.

16. La construcción de la economía socialista se efectuará bajo la dirección de una oficina de


planificación económica.

17. Todas las instituciones culturales, educativas y recreativas serán administradas en


beneficio de todos. 3l arte y la ciencia serán tomados a cargo del 3stado, quien les dará todo
su apoyo. 3l objetivo pedagógico de todos los establecimientos educativos será preparar para
la vida en una comunidad socialista.
a regresión

Después del hundimiento total de la política reformista, estas tesis propugnan la vía
«revolucionaria». 3n la tesis número 2, los autores llaman a esto una «ruptura radical» con
la política anterior, reclamando un «cambio fundamental en los medios, los métodos y los
objetivos concretos de la lucha política». 3l objetivo es a continuación presentado (tesis 3)
como «una República Socialista Alemana de los Soviets bajo la dirección de la dictadura del
proletariado».

A primera vista, este programa parece efectivamente en proceso de ruptura total con la vieja
política de la socialdemocracia, ya que las ideas de una «República Socialista Alemana de los
Soviets» y de la «dictadura del proletariado» han sido siempre vehementemente combatidas
por el artido Socialista Alemán (SD). ero, de acuerdo con las tesis siguientes (Ë-7), que
tratan del papel del partido antes y después de la revolución, y donde se dice que los órganos
de la dictadura del proletariado si bien serán los consejos obreros, éstos estarán colocados
bajo la «dirección» del partido, es evidente que una ruptura radical con la política de la
socialdemocracia queda fuera de lugar.

Sería más exacto decir que los autores quieren volver a las fuentes de la política
socialdemócrata y a los viejos conceptos sobre los medios y los fines del socialismo. ues se
ha hecho demasiado evidente que el SD, durante y después de la guerra, ha renunciado a
toda política socialista, y que al escoger la vía del reformismo, ha degenerado en un partido
democrático de reformas. or el hecho mismo de que esta política reformista ha llevado al
fascismo, no tiene sentido hablar de ruptura con ella, ya que ha dejado de existir.

3n sus orígenes, el viejo SD quería realizar el «socialismo», pero pretendía conseguirlo
utilizando las posibilidades legales que aparentemente ofrecía la democracia burguesa. (Una
vez transformado en exclusivamente democrático, el SD rechazó los objetivos del
socialismo y en este sentido la dictadura del proletariado). 3l SD se ha hundido al mismo
tiempo que esta democracia burguesa a la cual estaba indisolublemente unido. Quien quiera
que sea que aún pretenda realizar el socialismo, descubre que tales posibilidades legales no
existen ya y tiene, pues, que intentar llegar a su objetivo por otros medios. Ahora bien, los
medios que estas tesis intentan definir no se diferencian de ningún modo de las concepciones
que se podían encontrar ya en la antigua socialdemocracia (antes de su aburguesamiento).
Las tesis Ë y 7 lo demuestran irrefutablemente. Las concepciones que exponen son ni más ni
menos que las del artido Socialdemócrata Ruso (bolcheviques), que no siguió la vía
democrática del SD alemán.

Reencontramos aquí «al artido Revolucionario consciente del objetivo», «la vanguardia»
que dirige a las masas en las luchas hasta la victoria, que prepara y organiza las acciones de
masas, las huelgas generales y la insurrección armada. Y después de la victoria, es aún bajo
la dirección del partido como los consejos obreros deben funcionar en tanto que órganos
estatales, y los funcionarios y los obreros organizados en sindicatos de industria. Las últimas
dudas que podrían subsistir en relación a quién detentaría el poder real en esta República
socialista soviética son desvanecidas por la tesis 7: «La consolidación del poder recaerá
sobre el proletariado en armas, hasta la formación de un ejército socialista.» 3sto significa
que después de la victoria, los obreros armados, indispensables para el derrocamiento de las
fuerzas del 3stado fascista, deberán entregar las armas y cedérselas a un «ejército socialista»,
dirigido evidentemente por el partido.

Despojada de todas sus florituras, es claramente la vieja concepción socialdemócrata de los


medios y fines del socialismo lo que resurge: el alfa y el omega de la lucha por el socialismo,
o sea la toma del poder político por el artido Socialdemócrata.

De hecho, el ejemplo de la revolución rusa ha demostrado que el ejercicio del poder por el
partido no era en absoluto sinónimo de «dictadura del proletariado»; no se trata tampoco de
una dictadura del proletariado que se efectuaría por intermedio de la dictadura del partido
(para retomar la fórmula de la socialdemocracia rusa), sino más bien de una dictadura sobre
el proletariado. 3n efecto, el 3stado-artido, al transformar la antigua economía capitalista
privada en una economía de 3stado, subordina de nuevo a los obreros, en tanto que
asalariados, a esa dirección estatal.

Las tesis de la 7 a la 17 dejan claro que, en la construcción del socialismo -es decir, en la
organización de la economía por el 3stado-artido- hace falta también seguir el modelo ruso.
3l punto fundamental en esta organización de la economía es la estatización de todos los
medios de producción con el 3stado como único jefe de empresa, bajo el control de los
consejos obreros. Las pequeñas explotaciones agrícolas e individuales conservan una
existencia autónoma (cosa que, con toda evidencia, no es sino una concesión a la coyuntura
del momento).

Trabajo asalariado y economía estatizada

3l socialismo que los autores tienen en vista revela, pues, que no es más que una economía
estatizada. Asociada a la planificación económica, a la eliminación de la competencia, origen
de las crisis, y del beneficio, y al pleno empleo de las fuerzas productivas, es concebida como
el medio de elevar el nivel de vida de las masas en su conjunto. uesto que la propiedad
privada de los medios de producción se opone a la racionalización de la economía -y además
de ello, en caso de crisis duradera impide todo empleo de las fuerzas productivas- la
abolición de la propiedad privada aparece como el objetivo inmediato. De esto se desprende
la necesidad de concentrar la economía bajo la autoridad central del 3stado. 3n ese estadio,
corresponde a los sabios, a los estadísticos, a los ingenieros, organizar efectivamente la
economía. Concebida de este modo, la construcción de la economía socialista aparece como
un problema organizativo (Lenin), como una generalización y un cumplimiento de la
tendencia ya iniciada por el capitalismo bajo la forma de los "trusts" y de los "cartels". 3l
3stado se transforma en un "trust" titánico que, gracias a su hiperorganización, derriba los
obstáculos que se oponen a una mayor expansión de la producción.

La evolución rusa ha demostrado que una estatización de este tipo de la economía no es otra
cosa que el capitalismo de 3stado. 3l obrero sigue siendo un asalariado, obligado a trabajar a
la fuerza por el 3stado (tesis 11). Trabaja en empresas del 3stado y vende su fuerza de
trabajo al 3stado, que se la paga bajo la forma de salario. De este modo, el 3stado juega el
papel del capitalista privado expropiado. 3s él, a partir de entonces, quien dirige el trabajo
asalariado; es él, en consecuencia, quien dirige y explota a los obreros. La fuerza de trabajo
se transforma en una mercancía, al igual que en el sistema capitalista privado; es evaluada en
relación a un producto ya fabricado (los medios de subsistencia, que el obrero recibe bajo
forma de salario). Se transforma en una mercancía, lo que significa que es colocada al nivel
de una cosa privada de toda voluntad individual. De sujeto, se transforma en objeto. ero
como el obrero no se puede separar de su fuerza de trabajo, pasa lo mismo con él; se
transforma en una cosa, es llevado al nivel de objeto, con el fin de ser utilizado por el
propietario de los medios de producción como un «medio de producción» más. No son
necesarios argumentos suplementarios para establecer que la condición de asalariado, que es
la del obrero en esta economía estatizada, determina igualmente su posición social.

ero el ejemplo ruso no demuestra solamente que el socialismo oficial no es en realidad sino
un capitalismo de 3stado, y que la producción estatizada no es la producción en función de
las necesidades, sino la producción ordinaria de mercancías. Ha revelado igualmente la
formación de un nuevo elemento dirigente que dispone a su voluntad de la propiedad estatal
y llega así a ocupar una posición privilegiada. 3ste elemento tiene todo el interés en ver
crecer el poder del 3stado, puesto que es precisamente éste último quien garantiza su
posición social privilegiada. Como concentra entre sus manos todos los medios materiales y
políticos de la sociedad, es él también quien dirige la orientación del desarrollo posterior.
¡Cómo extrañarse entonces de que luche exclusivamente por acrecentar la propiedad
estatizada y por magnificar el poder del 3stado!

Una vez que la producción social ha tomado la forma de empresa del 3stado, la evolución
social que sigue es determinada por las relaciones de poder así creadas.

Los obreros son desposeídos, cada día, a lo largo del proceso de trabajo, y lo son de hecho
por el 3stado, propietario general, que se apropia de los productos del trabajo. 3l 3stado es el
propietario, el administrador de la riqueza social. 3s él el que organiza y dirige el proceso
social de producción. 3ncarna el poder que determina el reparto individual del producto
social y distribuye las mercancías. ara comprender la especificidad de esta organización
social, basta con imaginar el aparato administrativo de todas las empresas privadas
capitalistas, las compañías bursátiles, los sindicatos, los "trusts", etc., asociados al poder
político del 3stado. 3s así como se presenta el 3stado en tanto empresario único: un
conglomerado de todos los órganos administrativos de la propiedad privada. Ya que, al igual
que la administración del capital privado, que es improductiva y sirve únicamente como
órgano de apropiación de los productos fabricados por el trabajo de los demás, el aparato
burocrático no crea tampoco ningún producto y no tiene por objetivo sino asegurar al 3stado
la producción derivada del trabajo asalariado en las empresas estatizadas.

De este modo, el desarrollo de la economía estatizada se caracteriza por un antagonismo que


no puede más que irse acrecentando. or un lado, la acumulación de posiciones y de poder en
las manos de la burocracia, ya que el 3stado es ella; por otro, los obreros asalariados y su
trabajo, de cuyo producto se apropia el 3stado.

Cuanto más crece la riqueza social bajo la forma de propiedad de 3stado, más aumenta la
explotación de los obreros asalariados, al igual que su impotencia. 3s también su
pauperización lo que crece y, consecuentemente, la lucha de clases entre obreros y burocracia
de 3stado. ara imponerse en esta lucha, la burocracia no tiene otra salida sino la de extender
el aparato de represión estatal. 3ste se refuerza a medida que se agudiza el antagonismo de
las clases. Cuanto más rico es el 3stado, mayor es la pobreza de los obreros, y más aguda
también la lucha de clases.

3l punto de vista proletario

Los obreros asalariados no pueden sentirse satisfechos con un tal «socialismo», incluso si
éste les inundase de bienes materiales (cosa que además es muy dudosa). La abolición de la
dominación del capital: éste debe ser el objetivo de su lucha. 3l sentido de su combate es
acabar con las relaciones capitalistas, con el fin de dejar de ser comprados como fuerza de
trabajo y, en tanto que fuerza productiva, colocados al mismo nivel que las máquinas en el
proceso de producción, bajo el mando de nuevos patronos. Deben transformarse a sí mismos
en dueños de su producción, así como de la realizada por las máquinas. Deben apropiarse de
los medios de producción, con el fin de gestionarlos y administrarlos en nombre de la
sociedad, ante la cual son responsables. Deben ser capaces de asumir ellos mismos la
dirección y la organización de la producción, la administración y la distribución de los bienes
productivos, si quieren realizar la unidad de la humanidad en una sociedad sin clases, y evitar
una vuelta al esclavismo.
3sta lucha también tiene como consecuencia iniciar una nueva problemática y abrir nuevas
perspectivas, contrariamente a lo que ocurriría en el caso de los intelectuales. Nuevas
concepciones se van elaborando, en lo que concierne a la regulación de las relaciones
humanas en la producción social; concepciones que, a los ojos de los intelectuales, parecen
incomprensibles y pasan por utópicas o irrealizables. ero estas concepciones se concretaron
ya de una forma potente cuando los alzamientos revolucionarios de los obreros asalariados.
Se expresaron por vez primera a gran escala durante la Comuna de arís, que intentaba
derribar a la autoridad centralizada del 3stado a través de la autoadministración de las
comunas. Fueron ellas las que empujaron a Marx a abandonar la idea (expresada en el
Manifiesto Comunista) según la cual la economía de 3stado llevaría a la desaparición de la
sociedad de clases. Fueron también estas concepciones las que inspiraron los consejos de
obreros y soldados en las revoluciones rusa y alemana en 1917-1923, momento en que
adquirieron frecuentemente una fuerza determinante. Ningún futuro movimiento
revolucionario proletario es concebible sin que esta fuerza juegue un papel creciente y, en
última instancia, preponderante. 3s la autoactividad de las amplias masas trabajadoras lo que
se manifiesta en los consejos obreros. No hay en ello nada de utópico: es la realidad en acto.
Con los consejos obreros, el proletariado ha elaborado la forma organizativa apropiada a la
lucha que desarrolla por su liberación. 3n este sentido, no se trata de ningún modo de una
utopía, de una teoría vacía, cuando estos consejos obreros, en todas partes donde se van
agrupando sobre la base de la producción, en las fábricas, en organizaciones de fábrica,
tienen como objetivo apropiarse de los medios de producción y dirigir la producción. 3s una
exigencia formulada a lo largo de los acontecimientos por amplias masas de trabajadores. Los
intelectuales deberán poner fin a este combate por la fuerza, si quieren imponer su control
sobre la economía de 3stado.
Desde el punto de vista de los consejos obreros, el problema de la organización económica no
se reduce a saber cómo debe ser dirigida la producción, y organizarla lo mejor posible en este
sentido, sino más bien cómo serán reguladas las relaciones entre los seres humanos en
función de la producción. Ya que para los consejos la producción no es ya un proceso
objetivo, en el que el hombre se encuentra separado de su trabajo, y consecuentemente de su
producto, un proceso que se dirige y se calcula como si estuviese compuesto de materias
muertas; para los consejos, la producción se transforma en la función vital de los obreros. La
producción -función vital de los seres humanos en el momento en que todos tengan que
trabajar- es desde ese momento socializada. Se puede, pues, fácilmente imaginar que la
participación de los seres humanos en esta producción pueda, también ella, ser regulada
socialmente sin que sean colocados al mismo nivel que sus instrumentos de trabajo ni
sometidos a la dominación de una clase o de una capa específica. Una vez puesto el problema
en estos términos, la solución parece más bien fácil de encontrar. De hecho, se presenta a sí
misma. 3s el trabajo desarrollado en el dominio de la producción el que servirá de criterio
para determinar las relaciones mutuas entre los hombres. Una vez que se admiten, como
factores determinantes de la regulación de las relaciones sociales, el trabajo desarrollado por
los individuos y su agrupación en las organizaciones de fábrica, ya no hay lugar para ningún
tipo de dirección o de gestión que no participe directamente en el proceso de producción, sino
que se contente con gobernar y apropiarse del producto de los demás.

os consejos obreros

Las tesis demuestran claramente que sus autores no creen en la fuerza creadora del
proletariado. Incluso después de que los consejos obreros hayan probado indiscutiblemente la
realidad de esta fuerza. Antes de 1917, ningún jefe de la socialdemocracia, ni siquiera Lenin,
había admitido la importancia de los consejos obreros, a pesar del papel considerable que
habían jugado en San etersburgo cuando la revolución de 1905. ara que la atención de los
grandes jefes de la socialdemocracia los tomase en cuenta, fue necesario esperar a 1917,
primero en Rusia, después en Alemania y en otras partes, cuando los consejos obreros
revelaron ser la organización de combate del proletariado revolucionario en lucha y, a través
de ellos, las amplias masas obreras ejercieron una influencia determinante en los dominios
político y económico. ero, lejos de considerar a estos consejos como el primer intento
autónomo del proletariado para tomar en sus manos su propio destino, los grandes jefes de la
socialdemocracia no veían en ellos más que un nuevo fenómeno organizativo susceptible de
llevarles a ellos al poder. 3l proletariado, esta fuerza social potente y en continua expansión,
no era a sus ojos sino una fuerza cuantificable, al mismo nivel que las fuerzas productivas de
las empresas -una fuerza que se emplea para llegar a fines concretos y poner en práctica
planes elaborados de antemano-. Tal es la concepción del intelectual que dirige el proceso
capitalista de producción, tal es igualmente su concepción cuando, en tanto que
socialdemócrata, pretende dirigir las fuerzas sociales. ara él, el proletariado no tiene
pensamiento autónomo; piensa y actúa según las directrices de sus jefes. 3s por esta razón
por la que el partido marxista revolucionario (tesis 6) debe tener en sus manos la dirección
antes de lanzar a las fuerzas proletarias a la lucha de acuerdo con los esquemas socialistas. Si
el partido marxista revolucionario está ausente, es simplemente otro partido quien utiliza la
fuerza del proletariado para realizar sus propios planes y designios particulares. 3l problema,
considerado desde este ángulo, no ofrece sino una conclusión: «Sin la dirección del partido,
no hay socialismo». Desde este punto de vista, los consejos obreros aparecen como nuevos
órganos proletarios donde hay que conquistar la dirección; en manos de la dirección del
partido, deben transformarse en instrumentos para influenciar el pensamiento y la práctica de
las masas. 3s en este sentido también como las tesis conciben y definen a los consejos
obreros.

ero la fuerza nacida de los consejos obreros se ha desarrollado según el esquema


exactamente inverso. 3ra la voluntad de las masas lo que se expresaba en las fábricas y en las
reuniones, para designar de entre sus filas a los representantes y delegados que actuarían
como sus portavoces, preparados en todo momento para defender su punto de vista hasta el
final. 3sta voluntad de masas no se expresaba hasta ese momento sino en tomo a problemas
de interés general, en los cuales nadie podía eludir la solución. De este modo la voluntad de
las masas en Rusia en 1917 y en Alemania en 1918 tenía como objetivo terminar con la
guerra. 3ra necesario acabar con la guerra a cualquier precio. Todos los escrúpulos en torno a
este punto, cultivados artificialmente entre las propias masas, fueron finalmente barridos.
3ntonces se elevó en todas partes la voluntad general de poner fin a la guerra y, para ello, de
desarrollar la lucha contra el poder militar en su propio país; los consejos de obreros y de
soldados no fueron sino la forma organizativa en la que se concretó esta voluntad. 3n este
sentido, los consejos obreros son concebibles únicamente como forma organizativa que
exprese la voluntad de amplias masas obreras. 3s necesario, en todo caso, tener presente que
una tal voluntad no se concretiza más que cuando se reúnen una serie de condiciones previas,
y que no se crea de un golpe gracias a «slogans» de tal o cual partido.

ues bien, en su esfuerzo para apropiarse de la dirección de los consejos obreros, el partido
marxista revolucionario sigue exactamente el camino inverso. Quiere utilizar estos órganos
de voluntad de las masas como un medio para hacer actuar a las masas según la voluntad y
los planes de los «jefes». 3l jefe, sin embargo, no puede ver a las masas sino como un
material con el cual debe trabajar y, en ese contexto, la voluntad autónoma de las masas es un
elemento hostil. Bajo la dirección de un partido, los consejos obreros se encuentran, pues,
privados de su propia fuerza, y si subsisten es exclusivamente por el engaño, o sea,
escondiendo a las masas que se han transformado en instrumentos para los jefes. Tal fue la
suerte de los consejos obreros en Rusia y en Alemania una vez que el primer objetivo, el fin
de la guerra, fue conseguido y que las divergencias surgieron a propósito de la reconstrucción
del orden social -sobre este punto las masas obreras no tenían ya voluntad unificada-. Los
consejos fueron recuperados por las diversas tendencias del partido, perdieron incluso a corto
plazo su influencia sobre las masas obreras y, consecuentemente, su utilidad para la política
del partido de los jefes. 3ntonces desaparecieron. 3s únicamente en los programas de los
partidos «marxistas revolucionarios», que se preparan a tomar la cabeza de los próximos
alzamientos de masas, donde pueden volver a encontrarse como órganos susceptibles de
dirigir a las masas.

Sin embargo, el espíritu que se expresó a través de los consejos obreros revolucionarios no ha
muerto. 3n realidad, el punto fundamental en estas organizaciones consistía en que los
obreros realizaban la coordinación de su fuerza de clase y el desbordamiento de su dispersión
en sindicatos, partidos, tendencias. Cuando los obreros descubren esta unidad en la lucha de
clases cotidiana, cuando dirigen ellos mismos la lucha en órganos formados
espontáneamente, rechazando las viejas organizaciones generadoras de su división interna,
entonces el espíritu de los consejos obreros revolucionarios anima de nuevo a las masas
trabajadoras, y es entonces cuando éstas expresan su voluntad.

3n las luchas actuales, vemos surgir sin cesar formas embrionarias de esta acción de clase,
pero podemos constatar, al mismo tiempo, los intentos, hasta ahora casi siempre victoriosos,
del viejo movimiento obrero para arrancar a los trabajadores la dirección de la lucha y
confiársela a los burócratas de los sindicatos. Así como la economía «comunista», tal como
es concebida por los jefes, debe efectuarse a través de la vía errónea del aparato de 3stado
oficial, de igual modo la dirección de la lucha debe ser retirada a la autoridad de los obreros y
puesta en manos del aparato sindical.

ero el poder de la clase dirigente bajo el capitalismo es tan considerable que sólo el poder de
la clase obrera unida puede derribarlo. De este modo, las relaciones de clase nos muestran
que los trabajadores, para vencer, deben antes triunfar sobre el viejo movimiento obrero,
realizando la unidad en sus consejos, y que el ejercicio por las propias masas del «poder
legislativo y ejecutivo» en la lucha es la condición de la victoria.

3n 1918, en Alemania, la consigna revolucionaria del proletariado era «Todo el poder a los
consejos obreros». 3sta consigna no tiene sentido a no ser que el poder de los consejos sea la
expresión de la voluntad unificada de las amplias masas -de la totalidad de la clase obrera. La
unidad de toda la clase obrera en la voluntad y en la acción, tal es la base sobre la que se
construye el poder de los consejos obreros. ara ello, no es suficiente que las amplias masas,
en situaciones extremas, pongan fin por su propia acción a condiciones que han llegado a ser
insoportables. 3s lo que hicieron en 1918, y esto llevó solamente a acabar con la guerra.

Hay que unir a esto la voluntad determinada de reconstruir a sociedad y de regular las
relaciones humanas en el cuadro de esa nueva sociedad.

Se puede contar sin miedo con el capitalismo para transformar las condiciones materiales en
intolerables. La situación de la clase obrera se hace cada vez más insoportable; el trabajo
asalariado se transforma para millones de individuos en una calamidad, una pesadilla a la que
es imposible escapar. La situación se hace finalmente tan tensa que en las amplias masas
surge la voluntad de poner fin a cualquier precio a estas condiciones intolerables. ero éstas
no pueden acabar sin suprimir al mismo tiempo el régimen salarial. Incluso el socialismo de
3stado de los jefes no soluciona el problema, puesto que conserva el sistema salarial,
reorganizado por el poder de 3stado. 3s por ello por lo que, a la acción acometida bajo el
empuje de la necesidad extrema, hay que añadir la transformación consciente de las
relaciones sociales. La supresión del estado de penuria y la reorganización de las relaciones
sociales no son más que una misma cosa; son las dos caras de una misma acción. ara salir
de esta situación intolerable, las masas obreras, que en tanto que asalariadas se ven reducidas
al empobrecimiento absoluto, no tienen más que una tabla de salvación: tomar posesión ellas
mismas de los medios de producción. ara conseguirlo tienen que, agrupadas en el seno de
los consejos, apropiarse del poder social global, utilizando los medios de producción en
común, o sea, sobre bases comunistas, para satisfacer las necesidades sociales.

a economía comunista

3l poder del consejo o del soviet puso fin al régimen salarial; hizo del obrero el factor
determinante de la producción. Su papel es el de llevar a la clase obrera a la liberación,
transformando a los asalariados en productores libres e iguales. ero estos productores libres
e iguales deben regular sus relaciones mutuas en función de las nuevas condiciones. La
regulación rigurosa de estas relaciones es la única garantía de la igualdad y, por tanto, de la
libertad de los productores: tal es, en último análisis, el fundamento sólido sobre el cual se
construye la sociedad comunista.

3sta regulación de las relaciones no es, sin embargo, otra cosa que la regulación del proceso
de interacción de la sociedad -la regulación de la producción y del consumo; de la
participación del productor individual en la fabricación de bienes y de su consumo de bienes
producidos en común-. Como el trabajo del productor individual representa, al mismo
tiempo, su participación en la producción social de los bienes, resulta necesariamente que ese
trabajo determina también la parte que le corresponde de los bienes producidos. La medida
social que debe regular la relación de los productores entre sí es el trabajo, definido por su
tiempo de actuación: la hora de trabajo. La hora de trabajo individual es particular de cada
productor y no constituye una medida social; puede variar según los casos y se renueva sin
cesar. Se trata, pues, de calcular la hora de trabajo social promedio, la media de todas las
diferentes horas de trabajo, que deben transformarse en el factor de regulación social.

No podemos aquí extendernos más sobre la hora de trabajo social media como fundamento
de la economía socialista. ara este tema, recomendamos la obra titulada «Grundprinzipien
Kommunistischer roduktion und Verteilung» [ rincipios fundamentales de roducción y
Distribución Comunistas], publicada por el Grupo de los Comunistas Internacionales
(Holanda). 3n todo caso, es necesario indicar que, para nosotros, la realización de la
contabilidad en términos de tiempo de trabajo en la sociedad comunista es un objetivo
inmediato y no un problema a considerar «posteriormente».

La utilización en la vida económica de la contabilidad por tiempo de trabajo se traduce, en


política, por la dirección de la clase obrera sobre la sociedad. Los dos fenómenos son
indisociables. Si la clase obrera no es capaz de imponer la contabilidad por tiempo de trabajo,
esto significa que no puede eliminar el régimen salarial ni asumir la dirección y la
administración de la vida social. Si el tiempo de trabajo no se transforma en la medida del
consumo individual, entonces no queda más que la solución del régimen salarial. 3n este
caso, se admite que no hay ninguna relación directa entre los productores y la riqueza social.
Cosa que no es más que considerar que la separación creada por el salario entre los obreros y
el producto social se ha transformado en un hecho irreversible. 3n otras palabras: la dirección
del proceso de producción no incumbe a los obreros. 3sta es, pues, transmitida a los
«estadísticos» y otros sabios responsables de la distribución de la «renta nacional». La
alternativa es, pues, ésta: por una parte, abolición del régimen salarial con adopción de la
hora de trabajo social media como «pivot» de toda la economía, bajo control directo de los
obreros; por otra parte, trabajo asalariado en beneficio del 3stado.

Como consecuencia, las consignas que reivindicamos inmediatamente para el poder obrero
son las siguientes: los obreros colocan bajo su control directo todas las funciones sociales,
ellos nombran y revocan a todos los funcionarios. Los obreros toman en sus manos la
dirección de la producción social, asociándose en las organizaciones de fábrica y los consejos
obreros. Integran por sí mismos su fábrica en la forma comunista de economía, calculando su
producción a partir del tiempo de trabajo social medio. De este modo, es la sociedad entera la
que entra en el circuito de producción comunista. He aquí lo que puede hacer sobrepasar la
diferencia entre empresas «maduras» para una dirección socializada, y las que aún no lo
están.

Tal es el programa político y al mismo tiempo económico de los asalariados; es en este


sentido que sus Consejos transformarán la economía. Tales son las exigencias máximas que
podemos formular sobre estas cuestiones; pero son también, al mismo tiempo, nuestras
exigencias mínimas, ya que depende de ellas que la revolución proletaria se haga o no.

Preliminares sobre los consejos y la organización consejista

René Riesel

"3l gobierno obrero y campesino ha decretado que Kronstadt y los buques rebeldes deben
someterse inmediatamente a la autoridad de la República Soviética.

or tanto, ordeno a todos los que han levantado su mano contra la patria socialista, que
depongan las armas de inmediato. Los recalcitrantes serán desarmados y entregados a las
autoridades soviéticas. Los comisarios y otros representantes del gobierno que se encuentran
detenidos, deben ser liberados en el acto. Sólo quienes se rindan incondicionalmente podrán
contar con un acto de gracia de la República Soviética. Al mismo tiempo, doy órdenes para
preparar la represión y el sometimiento de los amotinados por medio de las armas. Toda la
responsabilidad por los perjuicios que pueda sufrir la población pacífica, recaerá sobre la
cabeza de los amotinados contrarrevolucionarios.

3sta advertencia es la definitiva".

Trotski, Kamenev. "Ultimatum a Kronstadt", 5 marzo 1921

"Lo único que os tenemos que decir es ¡TODO 3L OD3R A LOS SOVI3TS! ¿Quitad
vuestra manos de este poder, vuestras manos teñidas de sangre de los mártires de la libertad
que lucharon contra los guardias blancos, los propietarios y la burguesía!.

lzvestia de Kronstadt nº6, 7 marzo 1921

Hace 50 años que los leninistas redujeron el comunismo a la electrificación, que la


contrarrevolución bolchevique erigió el estado soviético sobre el cadáver del poder de los
Soviets, que la palabra Soviet ha dejado de traducirse por Consejo. Y en todo este tiempo, las
revoluciones habidas siempre han lanzado a la cara de los amos del Kremlin la reivindicación
de Kronstadt: "Todo el poder a los Soviets y no a los partidos" La notoria persistencia de la
tendencia real del movimiento proletario hacia el poder de los Consejos Obreros a lo largo
de medio siglo de tentativas y fracasos sucesivos, indican a la nueva corriente revolucionaria
que los Consejos son la única forma de dictadura antiestatal del proletariado y el único
tribunal que podrá pronunciar el juicio contra el viejo mundo, al mismo tiempo que ejecutará
la sentencia.

Como nos es necesario precisar la noción de Consejo, descartaremos las groseras


falsificaciones acumuladas por la socialdemocracia, la burocracia rusa, el titismo e incluso el
benbellismo, pero sobre todo reconoceremos las insuficiencias de las breves experiencias
prácticas que hasta ahora se han esbozado del poder de los Consejos, y los errores de las
concepciones de los revolucionarios consejistas. Aquello a lo que el Consejo tiende a ser en
su totalidad, aparece perfilado negativamente por los límites y las ilusiones que han marcado
sus primeras manifestaciones y por la lucha inmediata y sin compromiso que las clases
dominantes han emprendido contra él, factores ambos que causan su derrota. 3l Consejo
pretende ser la forma de unificación práctica de los proletarios, que se apropian de los
medios materiales e intelectuales para cambiar todas las condiciones existentes y realizan
soberanamente su historia. 3l Consejo puede y debe ser la organización en acción de la
conciencia histórica. Ahora bien nunca ni en ningún lugar, el poder de los Consejos llegó a
trasponer la separación que, congénitamente, comportan las organizaciones políticas
especializadas, y las formas de falsa conciencia ideológica que estas producen y defienden.
Además, si los Consejos, como agentes principales de un momento revolucionario, son
normalmente Consejos de Delegados que coordinan y federan las decisiones de los Consejos
locales, se puede constatar que las asambleas generales de la base, casi siempre han sido
consideradas como meras asambleas de electores, de manera que el primer grado de "un
Consejo" se situaría a un nivel superior al de estas asambleas. Aquí nos encontramos con un
principio de separación que no puede ser superado más que haciendo de las asambleas
generales locales de todos los proletarios revolucionarios, el Consejo mismo, de donde
cualquier tipo de delegación deba obtener en cualquier instante su poder (mandato).

Dejando a un lado los rasgos preconsejistas que entusiasmaron a Marx en la Comuna de arís
("la forma política al fin descubierta, bajo la que puede realizarse la emancipación económica
del trabajo") y que mejor que en la Comuna elegida se manifiesta en la organización del
Comité Central de la Guardia Nacional, compuesto por delegados del proletariado parisino, el
primer esbozo de una organización propia del proletariado en un momento revolucionario,
fue el famoso "Consejo de Diputados Obreros" de San etesburgo. Según las cifras dadas por
Trotski en 1905, unos 200.000 obreros enviaron sus delegados al Soviet de San etesburgo,
pero su influencia se extendía mucho más allá de su zona, pues otros muchos Consejos de
Rusia se inspiraban en sus deliberaciones y decisiones; agrupaba directamente a los
trabajadores de más de 150 empresas y además acogía a los representantes de 16 sindicatos
que se habían unido al Consejo. Su primer núcleo se formó el 13 de octubre, pero ya el 17,
instituía por encima de él, un Comité 3jecutivo que, dice Trotski, "le servía de ministerio".
Sobre un total de 562 delegados, el Comité 3jecutivo lo formaban 31 miembros, de los cuales
22 eran realmente obreros delegados por el conjunto de los trabajadores y 9 representaban a
los tres partidos revolucionarios (mencheviques, bolcheviques y social-revolucionarios); sin
embargo los "representantes de los partidos no tenían voto en las deliberaciones". odemos
admitir, pues, que las asambleas de base estaban representadas fielmente por sus delegados
revocables, pero evidentemente, éstos habían abdicado gran parte de su poder y de manera
totalmente parlamentarista a favor de un Comité 3jecutivo en el que los "técnicos" de los
partidos políticos tenían una influencia inmensa

¿Cuál fue el origen de este Soviet?. arece que esta forma de organización fue encontrada por
algunos elementos políticamente instruidos de la base obrera y que pertenecían a alguna
fracción socialista. arece excesiva la afirmación de Trotski al decir que "una de las dos
organizaciones socialdemócratas de etesburgo, tomó la iniciativa de la creación de una
administración autónoma revolucionaria obrera". (Además, de estas "dos organizaciones",
quienes enseguida reconocieron la importancia de esta iniciativa, fueron los mencheviques).
Sin embargo, la huelga de octubre de 1905, se originó, de hecho en Moscú el 19 de
septiembre, cuando los tipógrafos de la empresa Sytin se pusieron en huelga,
fundamentalmente porque querían que los signos de puntuación estuvieran entre los 1000
caracteres que constituían la unidad de pago de su trabajo a destajo. Cincuenta empresas les
siguieron y el 25 de septiembre, las imprentas de Moscú, constituyeron un Consejo. El 3 de
octubre, "la asamblea de diputados obreros de las corporaciones de artes gráficas, de
mecánica, de carpintería, del tabaco y otras, adoptó la resolución de constituir un consejo
(Soviet) general de Moscú" (Trotski, op.cit.) Vemos, pues, que esta forma aparece
espontáneamente al principio del movimiento huelguístico. Y este movimiento que empezó a
enfriarse en los días siguientes, se vivificó de nuevo hasta alcanzar la gran crisis histórica del
7 de octubre, cuando los trabajadores de los ferrocarriles, a partir de Moscú y
espontáneamente, comenzaron a interrumpir el tráfico de trenes.

3l movimiento de los Consejos en Turín, de marzo-abril de 1920, lo comenzaron los


proletarios de la Fiat que constituían un núcleo muy concentrado. 3ntre agosto y septiembre
de 1919, se procedía a la renovación de los elegidos en una "comisión interna" -una especie
de comité de empresa colaboracionista, fundado por un convenio colectivo de 1906, con el
objetivo de integrar mejor a los obreros-, lo que dio ocasión a una transformación completa
del papel que jugaban estos "comisarios" por la situación de crisis social por la que entonces
atravesaba Italia. Así comenzaron a federarse entre ellos en tanto que representantes directos
de los trabajadores. 3n octubre de 1919, treinta mil trabajadores estaban representados en una
asamblea de "comités ejecutivos de los Consejos de fábrica", que se asemejaba más a una
asamblea de shop-stewards que a una organización de Consejos propiamente dicha (sobre la
base de un comisario elegido por cada taller). ero el ejemplo se extendió como una mancha
de aceite y el movimiento se radicalizó, sostenido por una fracción del artido Socialista, que
era la mayoritaria en Turín (con Gramsci) y por los anarquistas piamonteses (Cf. el folleto de
ier Carlo Masini, Anarchici e comunista nel movimento dei Consigli a Torino). 3l
movimiento fue combatido por la mayoría del artido Socialista y por los Sindicatos. 3l 15
de marzo de 1920, los Consejos iniciaron la huelga con ocupación de las fábricas y pusieron
en marcha la producción bajo su absoluto control. 3l 1Ë de abril, la huelga ya era general en
el iamonte y en los días siguientes alcanzó gran parte del norte de Italia, sobre todo entre los
ferroviarios y los estibadores. 3l gobierno tuvo que emplear buques de guerra para
desembarcar en Génova las tropas que marcharían sobre Turín. Si el programa de los
Consejos fue aprobado posteriormente por la Unión Anarquista Italiana, reunida en Bolonia,
el 1 de julio no ocurrió lo mismo por parte del artido Socialista y los sindicatos, que
lograron sabotear la huelga manteniéndola en el aislamiento; el diario del artido, Avanti, se
negó a publicar el llamamiento de la sección socialista de Turín, mientras que la ciudad era
tomada por 20.000 soldados y policías (Cf. .C. Masini). La huelga, que había posibilitado
con claridad una victoriosa insurrección proletaria en todo el país, fue aplastada el 2Ë de
abril. Y ya sabemos lo que ocurrió después.

A pesar de los rasgos francamente avanzados de esta experiencia poco citada (cantidad de
izquierdistas creen que las ocupaciones de fábricas comenzaron en Francia en 1936),
debemos apuntar que comportaba ambigüedades bastante graves, incluso entre sus defensores
y teóricos. or ejemplo, Gramsci en el nºË de Ordine Nuovo (2º año), escribía: "Nosotros
concebimos el Consejo de fábrica como el principio histórico que debe conducir
necesariamente a la fundación de un 3stado Obrero". or su parte, los anarquistas consejistas
estimaban aún el sindicalismo y pretendían que los Consejos le diesen un nuevo impulso.

Con todo, el manifiesto lanzado por los consejistas de Turín, el 27 de marzo de 1920, "a los
obreros y campesinos de toda Italia" por un Congreso General de los Consejos (que no tuvo
lugar), formula algunos puntos esenciales del programa de los Consejos: "La lucha de
conquista se hace con armas de conquista y no de defensa (se refiere a los sindicatos,
organismos de resistencia . . . cristalizados en una forma burocrática" -Nota de la I.S.).
Debemos desarrollar una organización nueva como antagonista directa de los órganos de
gobierno de los patronos; por eso debe surgir espontáneamente en el lugar de trabajo y reunir
a todos los trabajadores porque todos, como productores, estamos sometidos a una autoridad
que nos es extraña y debemos liberamos de ella (...) He aquí el origen de la libertad: el origen
de una formación social que, extendiéndose rápida y universalmente, nos pondrá en trance de
eliminar del terreno económico al explotador y al intermediario y convertirnos en nuestros
propios amos, en amos de nuestras máquinas, de nuestro trabajo, de nuestra vida . . .

3s conocido que los Consejos de obreros y de soldados en la Alemania de 1918-1919,


estaban mayoritariamente dominados por la burocracia socialdemócrata o eran víctimas de
sus maniobras, pues toleraban el gobierno "socialista" de 3bert cuyo apoyo principal era el
3stado Mayor y los Cuerpos Francos. Los "7 puntos de Hamburgo" (sobre la liquidación
inmediata del antiguo ejército) presentados por Dorrenbach y votados por una fuerte mayoría
en el Congreso de los Consejos de Soldados iniciado el 16 de diciembre en Berlín, nunca
fueron aplicados por los "comisarios del pueblo". Los Consejos consintieron ese desafío, así
como las elecciones legislativas fijadas rápidamente para el 19 de enero. Y después el ataque
contra los marinos de Dorrenbach y después el aplastamiento de la insurrección espartaquista
en la misma víspera de aquellas elecciones.

3n 1956, el Consejo Obrero Central del Gran Budapest, constituido el 1Ë de noviembre, se


declaraba dispuesto a defender por sí mismo el socialismo y, al mismo tiempo, que exigía "la
retirada de todos los partidos políticos de las fábricas", se pronunciaba por la vuelta de Nagy
al poder y por la fijación de elecciones libres en un plazo dado. 3n este momento se mantenía
la huelga general mientras que las tropas rusas habían aplastado ya la resistencia armada.
ero incluso antes de la 2ªa intervención del ejército ruso, los Consejos húngaros habían
pedido elecciones parlamentarias; es decir, que buscaban llegar a una situación de doble
poder, cuando, eran el único poder efectivo en Hungría frente a los rusos.

La conciencia de lo que el poder de los Consejos es y debe ser, nace en la práctica misma de
ese poder. ero en una fase en que ese poder sea parcial, la conciencia puede ser muy
diferente de lo que piensa tal o cual trabajador miembro de un Consejo, o incluso la totalidad
de un Consejo: la ideología se opone a la verdad en actos que encuentra su terreno en el
sistema de los Consejos. 3sta ideología se manifiesta, no solamente bajo formas de
ideologías hostiles o bajo formas de ideologías sobre los Consejos edificados por fuerzas
políticas que quieren someterlos, sino también bajo la forma de una ideología favorable al
poder de los Consejos que restringe y dosifica la teoría y la praxis total. or último, un puro
consejismo sería también por sí mismo enemigo de la realidad de los Consejos. Tal ideología,
bajo formulaciones más o menos consecuentes, comporta el riesgo de ser vehiculada por
organizaciones revolucionarias que en un principio están orientadas hacia el poder de los
Consejos. 3ste poder, que es en sí mismo la organización de la sociedad revolucionaria y
cuya coherencia está objetivamente definida por las necesidades de esa tarea histórica tomada
como conjunto, no puede, en ningún caso, dejar de lado el problema práctico de las
organizaciones particulares, enemiga del Consejo o más o menos verídicamente
proconsejistas que de todas formas intervendrán en su funcionamiento. 3s necesario que las
masas organizadas en Consejos conozcan y resuelvan este problema. Aquí, la teoría
consejista y la existencia de auténticas organizaciones consejistas, adquiere singular
importancia porque en ellos aparecen ya algunos elementos esenciales que estará en juego en
los Consejos y en su propia interacción con los Consejos.

Toda la historia revolucionaria muestra que la aparición de una ideología consejista juega un
papel no despreciable, en el fracaso de los Consejos. La facilidad con la que la organización
espontánea del proletariado en lucha aseguró sus primeras victorias, frecuentemente anunció
una segunda fase en la que la reconquista se operó desde dentro, en la que el movimiento
prescindió de su realidad por la sombra de su fracaso. 3l consejismo es, en este sentido, la
nueva juventud del viejo mundo.

Socialdemócratas y bolcheviques tienen en común la voluntad de no querer ver en los


Consejos más que un organismo auxiliar del artido y del 3stado. 3n 1902, Kautsky, inquieto
por el descrédito que alcanzaba a los sindicatos, en el ánimo de los trabajadores, propugnaba
que en ciertas ramas de la industria, los trabajadores eligieran "delegados que formarían una
especie de parlamento que tuviera como misión, reglamentar el trabajo y vigilar la
administración burocrática" La Revolución Social). La idea de una representación obrera
jerarquizado que culminara en un parlamento sería aplicada con mucha más convicción por
3bert, Noske y Scheidemann. La manera como trata a los Consejos este género de
consejismos fue magistralmente experimentada por una vez por todas para los que no tienen
mierda en lugar de cerebro desde el 9 de noviembre de 1918, cuando para combatir sobre su
propio terreno la organización de los Consejos, los socialdemócratas fundaron en las oficinas
del Worwaerts un "Consejo de Obreros y Soldados de Berlín" que contaba con doce hombres
de confianza de las fábricas, de los funcionarios y líderes socialdemócratas.
3l consejismo bolchevique no tenía ni la ingenuidad de Kautsky ni la desfachatez de 3bert.
Saltó de la base más radical "Todo el oder para los Soviets", para caer de patas al otro lado
de Kronstadt. 3n Las tareas inmediatas del poder de los Soviets abril 1918), Lenin añade
enzimas al detergente Kautsky: "Los parlamentos burgueses, incluso los de las mejores,
desde el punto de vista democrático, repúblicas capitalistas del mundo, no son considerados
por los pobres como algo suyo y para ellos (...). recisamente el contacto de los soviets con el
pueblo de los trabajadores, es lo que crea formas particulares de control por abajo -elección
de diputados, etc.,- formas que debemos ahora empeñamos en desarrollar con celo particular.
or eso, los consejos de instrucción pública que son las conferencias periódicas de los
electores soviéticos y sus delegados, reunidos para discutir y controlar la actividad de las
autoridades soviéticas en este campo, merecen toda nuestra simpatía y nuestro apoyo. Nada
sería tan estúpido como transformar a los soviets en algo fijado de antemano, en un objetivo
en sí. Cuanto más resultante nos pronunciemos por un poder fuerte y despiadado, por la
dictadura personal en tal proceso de trabajo, en tal momento del ejercicio de funciones
puramente ejecutivas, más variados serán los medios de control por abajo con el objetivo de
paralizar toda sombra de posibilidad de deformación del poder de los Soviets, a fin de
extirpar, ahora y siempre, la embriaguez burocrática". ara Lenin, pues los Consejos deben
ser a manera de ligas de piedad, que actúen como grupos de presión que corrijan la inevitable
burocracia del 3stado en sus funciones políticas y económicas, asegurados respectivamente
por el artido y los Sindicatos. Los Consejos serían, como mucho, la parte social, que, como
el alma de Descartes, es preciso que resida en alguna parte.

3l mismo Gramsci no hace sino limpiar a Lenin con un baño de formalidades democráticas:
"Los comisarios de las fábricas son los únicos y verdaderos representantes sociales
(económicos y políticos) de la clase obrera porque son elegidos en sufragio universal por
todos los trabajadores en el lugar mismo del trabajo. 3n los diferentes grados de su jerarquía,
los comisarios representan la unión de todos los trabajadores tal como ésta se realiza en los
organismos de producción (equipo de trabajo, departamento de fábrica, unión de las fábricas
de una industria, unión de organismos de la industria mecánica y agrícola de una provincia,
de una región, de nación, del mundo), siendo los Consejos y el sistema de los Consejos el
poder y la dirección social" (artículo de Ordine Nuevo). Si los Consejos quedan reducidos al
estado de fragmentos económico-sociales que preparan una "futura república soviética", no
cabe duda de que el artido, este "ríncipe de los tiempos modernos" aparece como el
indispensable entramado político, como el dios mecánico preexistente y deseoso de asegurar
su existencia futura: "3l partido comunista es el instrumento y la forma histórica de
liberación interior gracias al cual los obreros, de ejecutantes se transforman en iniciadores, de
masas se transforman en jefes y guías, de brazos se transforman en cerebros y voluntades"
Ordine -Nuovo, 1919). 3l tono cambia pero la cantinela del consejismo es la misma:
Consejos, artido, 3stado. Tratar de los Consejos de manera fragmentaria (poder económico,
poder social, poder político) como lo hace el cretinismo consejista del grupo Revolution
Internationale de Toulouse, es creer que apretando las nalgas a uno lo porculizan a medias.

3l austro-marxismo, desde 1918, en la línea de lenta evolución que preconiza, también


construye una ideología consejista propia. Max Adler, por ejemplo, en su libro Democracia y
Consejos Obreros, ve acertadamente el Consejo como instrumento de autoeducación de los
trabajadores, el fin posible de la separación entre ejecutantes y dirigentes, la constitución de
un pueblo homogéneo que podrá realizar la democracia socialista. ero reconoce también que
el solo hecho de que los trabajadores detenten un poder no es suficiente para garantizarles un
objetivo revolucionario coherente: para esto será preciso que los trabajadores miembros de
los Consejos quieran explícitamente transformar y realizar el socialismo. Como Adler es un
teórico del doble poder legalizado, es decir, de un absurdo que forzosamente será incapaz de
mantenerse aproximándose gradualmente a la conciencia revolucionaria y preparando
prudentemente una revolución para más tarde, se encuentra privado del único elemento
verdaderamente fundamental de autoeducación del proletariado: la revolución misma. ara
sustituir este irreemplazable terreno de homogeneización proletaria, esta única forma de
selección constituida por la formación en sí de los Consejos y por la formación de las ideas y
de los modos de actividad coherente en los Consejos, a Adler no se le ocurre más que esta
aberración: "3l derecho del voto para la elección de los Consejos obreros se basará en la
pertenencia a una organización socialista".

Al margen de la ideología sobre los Consejos, de socialdemócratas y bolcheviques, que desde


Berlín a Kronstadt han tenido siempre un Trotski o un Noske preparado, podemos afirmar
que la ideología consejista, o sea la de las organizaciones consejistas del pasado y la de
algunos del presente, siempre tienen algunas asambleas y algunos mandatos imperativos de
menos: a excepción de las colectividades agrarias de Aragón, todos los Consejos que han
existido hasta hoy, han sido "consejos democráticamente elegidos" solamente en el mundo de
las ideas, aún cuando los momentos álgidos de su práctica desmentían esta limitación y todas
las decisiones eran tomadas por Asambleas Generales soberanas que daban su mandato a
delegados revocables.

Únicamente la práctica histórica, en la cual la clase obrera encontrará y realizará todas sus
posibilidades, indicará las formas organizativas concretas del poder de los Consejos. Sin
embargo, corresponde a los revolucionarios la labor de establecer los principios
fundamentales de las organizaciones consejistas que van a nacer en todos los países.
Formulando hipótesis y recordando las exigencias fundamentales del movimiento
revolucionario, este artículo que deberá ser seguido por algunos más, intenta abrir un debate
igualitario y real. Solo excluiremos a aquellos que esquiven este planteamiento en estos
términos, a saber: los que declarándose hoy enemigos de toda forma de organización en
nombre de un espontaneísmo subanarquista, no hacen sino producir las taras y el
confusionismo del antiguo movimiento; místicos de la no-organización, obreros desalentados
al haber estado mezclados durante demasiado tiempo con las sectas trotskistas o estudiantes
prisioneros de su pobre condición que son incapaces de escapar a los sistemas organizativos
bolcheviques. Los situacionistas evidentemente son partidarios de la organización y la
existencia de la organización situacionista lo atestigua. Los que anuncian su acuerdo con
nuestras tesis poniendo un vago espontaneísmo en nuestro haber, simplemente, no saben leer.

recisamente por no serlo todo y por no permitir salvar o ganarlo todo, la organización es
indispensable. Al contrario de lo que decía el carnicero Noske (en Von Kiel bis Kapp) a
propósito de la jornada del 6 de enero de 1919, las masas no fueron dueñas de Berlín ese día
al mediodía, no porque tuvieran "buenos oradores" en lugar de "jefes decididos", sino porque
la forma de organización autónoma de los Consejos de fábrica no había llegado al suficiente
grado de autonomía como para actuar sin "jefes decididos" y sin organización separada que
asegurase unión. 3l ejemplo de Barcelona en mayo del 37 es otra prueba de lo que decimos:
el hecho de que las armas salieran tan pronto en respuesta a la provocación estalinista, pero
también que la orden de rendición lanzada por los ministros anarquistas fuera tan
rápidamente obedecida, habla largo y tendido, tanto sobre las inmensas capacidades de
autonomía de las masas catalanas como de la autonomía que todavía les faltaba para vencer.
Mañana mismo, será el grado de autonomía de los trabajadores lo que decidirá nuestra suerte.

Las organizaciones consejistas que se formen en adelante no dejarán de reconocer y de


retomar como un punto de partida la Definition mínimum des organisations revolutionnaires,
adoptada por la VII conferencia de la Internacional Situacionista (cf. I.S. nº 11, págs. 5Ë y
55). Al ser tarea de tales organizaciones la preparación del poder de los Consejos que es
incompatible con cualquier otra forma de poder, deberán saber que un acuerdo abstracto
dado a esta definición, las condena sin remedio a no ser nada. or esto su acuerdo real se
verificará prácticamente en las relaciones no jerárquicas en el interior de los grupos o
secciones que los constituyen, en las relaciones entre estos grupos y en las relaciones con
otros grupos u organizaciones autónomas; tanto en desarrollo la teoría revolucionaria, y de la
crítica unitaria de la sociedad dominante como en la crítica permanente de su propia práctica.
Rehusando la vieja bifurcación del movimiento obrero en organizaciones separadas, partidos
y sindicatos, afanarán su programa y su práctica unitarias. Todas las organizaciones
consejistas del pasado que jugaron un papel importante en la lucha de clases, consagraron la
separación entre los sectores político, económico y social. Uno de los pocos partidos antiguos
que merecen ser analizados es el Kommunistische Arbeiter artei Deutschlands (K.A..D.,
artido comunista obrero alemán) que al adoptar los Consejos como programa sólo se
proponía como tareas esenciales la propaganda y la discusión teórica, "la educación política
de las masas", dejando a la Allgemeine Arbeiter Union Deutschlands (A.A.U.D., Unión
general de trabajadores de Alemania) el papel de federar las organizaciones revolucionarias
de las fábricas, concepción que se alejaba poco del sindicalismo tradicional. Aunque el
K.A..D. rechazaba el parlamentarismo y el sindicalismo de un K..D. (Kommunistische
artei Deutschlands, artido comunista alemán), tanto como la idea leninista del partido de
masas y prefería agrupar a los trabajadores conscientes, quedaba aún amarrado al viejo
modelo jerárquico del partido de vanguardia, o sea, profesionales de la revolución y
redactores asalariados. 3l rechazo a este modelo, principalmente explicitado en la negación
de una organización política separada de las organizaciones revolucionarias de las fábricas,
llevó en 1920 a la escisión de una parte de los miembros de la A.A.U.D. que fundaron la
A.A. U.D.-3(Allgemeine Arbeiter Union Deutschlands 3inheitsorganisation, Unión general
de los trabajadores de Alemania-Organización unificada). La nueva organización unitaria
cumpliría mediante el nuevo juego de su democracia eterna el trabajo de educación hasta
entonces desempeñado por el K.A..D. y se asignaba como tarea simultánea la coordinación
de las luchas: las organizaciones de fábricas que federaba, se convertirían o transformarían en
Consejos en el momento revolucionario y asegurarían la gestión de la sociedad. Así la
consigna moderna del Consejo Obrero estaba aún mezclada a los recuerdos mesiánicos del
antiguo sindicalismo revolucionario: las organizaciones de fábricas se convertirían
mágicamente en Consejos cuando todos los obreros estuvieran integrados en ellas.

Todo esto llevó a lo que tenía que llevar. Después del aplastamiento de la insurrección de
1921 y de la represión del movimiento, los obreros, desilusionados por el alejamiento del
horizonte revolucionario abandonan en gran número las organizaciones de fábrica que
periclitaron al tiempo que dejaban de ser los órganos de una lucha real. La A.A.U.D. era lo
mismo que el K.A..D. y la A.A.U.D.-3, veía cómo la revolución se alejaba a la misma
velocidad que sus efectivos disminuían. Ya no eran más que organizaciones portadoras de
una ideología consejista, cada vez más separada de la realidad.

La evolución terrorista del K.A..D. y el apoyo exclusivo de la A.A.U.D. a reivindicaciones


puramente "alimenticias" produjo en 1929 la escisión entre la organización de las fábricas y
su partido. Muertos en vida, la A.A.U.D. y la A.A.U.D.-3, se fusionaron grotescamente y sin
preámbulos ante la ascensión del nazismo en 1931. Los elementos revolucionarios de ambas
organizaciones se reagruparon a su vez para formar la K.A.U.D. (Kommunistische Arbeiter
Union Deutschlands, Unión de Trabajadores Comunistas de Alemania), que siendo una
organización minoritaria con conciencia de serio, fue la única que no pretendió asumir la
organización económica (económico-política en el caso de la A.A.U.D.-3) futura de la
sociedad. La K.A.U.D. propuso a los obreros la formación de grupos autónomos y a que
aseguraran por sí mismos la unión entre dichos grupos. ero en Alemania la K.A.U.D.
llegaba demasiado tarde. 3n 1931, el movimiento revolucionario había muerto hacía ya diez
años.

Aunque no sea más que para oírles rebuznar, vamos a recordarles a los que aún se obstinan
en la querella marxismo-anarquismo, lo que la C.N.T.-F.A.I. (dejando de lado el peso muerto
de la ideología anarquista, pero con mucha más práctica e imaginación liberadora) se parecía
en sus disposiciones organizativas al marxista K.A..D.-A.A.U.D.. De la misma manera que
el artido Comunista obrero Alemán, la Federación Anarquista Ibérica quiere ser la
organización política de los trabajadores españoles conscientes, mientras que la A.A.U.D. y
la C.N.T. tienen a su cargo la organización de la sociedad futura. Los militantes de la F.A.I.,
élite del proletariado, difunden la idea anarquista entre las masas; la C.N.T. organiza
prácticamente a los trabajadores en sus sindicatos. ero entre las organizaciones alemana y
española hay dos diferencias esenciales, una ideológica, de la que resultará lo que podía
esperarse: la F.A.I. no quiere tomar el poder y se contentará con influenciar la totalidad de la
conducta de la C.N.T.; y la otra es decisiva- la C.N.T. representa realmente a la clase obrera
española. Dos meses antes de la explosión revolucionaria, el congreso cenetista de Zaragoza,
el 1 de mayo de 1.936, adopta uno de los más bellos programas revolucionarios que
organización alguna del pasado haya propuesto, programa que será parcialmente aplicado por
las masas anarcosindicalistas mientras que sus jefes zozobran en el ministerialismo y la
colaboración de clases. Con los chulos de masas García-Oliver, Segundo Blanco, etc. y la
subintelectual Montseny, el movimiento libertario antiestatal, que ya había soportado
Kropotkin, el príncipe anarquista, encontraba al fin la coronación histórica de su absolutismo
ideológico: los anarquistas de gobierno. 3n la última batalla histórica que libró el anarquismo
vería caer sobre sí toda la salsa ideológica que era su ser: 3stado, Libertad, Individuo y otras
especies mayúsculas con que se abanicaban. Y mientras los milicianos, obreros y campesinos
libertarios salvaban su honor y aportaban la mayor contribución práctica al movimiento
proletario de toda la historia; quemaban iglesias, combatían en todos los frentes a la
burguesía, al fascismo y al estalinismo; comenzaban a realizar la sociedad comunista.

3n la actualidad existen organizaciones que simulan no serlo. 3ste hallazgo les permite evitar
ocuparse de la más elemental clasificación de las bases a partir de las que pueden reunir a no
importa quien (con la mágica etiqueta de "trabajador"); no rendir cuentas a sus semimiembros
de la dirección informal que algunos ejercen; decir no importa qué y, sobre todo, condenar
indiscriminadamente, cualquier otra organización posible y cualquier enunciado teórico,
maldito de antemano. Así, el grupo "Informations Correspondance Ouvriéres", escribe en un
reciente boletín (I.C.O. nº 8Ë, agosto 1969): "Los consejos son la transformación de los
comités de huelga bajo la influencia de la situación misma y en respuesta a las necesidades
propias de la lucha, en la dialéctica propia de la lucha. Cualquier otra tentativa para formular
en un momento dado de una lucha la necesidad de crear consejos obreros, denota una
ideología consejista tal como se puede observar bajo formas diversas en algunos sindicatos,
en el .S.U., o en los situacionistas. 3l concepto mismo del Consejo excluye toda ideología".
3stos individuos no saben nada de lo que es ideología, y la suya se distingue únicamente de
otras más elaboradas por su eclecticismo invertebrado. ero han oído campanas (quizá en
Marx, quizá apenas en la I.S.) que tocaban que la ideología era mala cosa y han entendido
que todo trabajo teórico, del cual ellos huyen como de la peste es ideología, lo mismo en los
situacionistas como en el . S. U.. ero Su valiente recurso a la "dialéctica" y al "concepto",
adornos de su vocabulario, no les pone a salvo de una ideología imbécil suficientemente
testimoniada por esta frase. Si contamos en idealistas con el "concepto" de Consejo
solamente, o lo que es más eufórico, con la inactividad práctica de I.C.O. "para excluir toda
ideología", en los Consejos reales, podemos esperar lo peor: ahí está la experiencia histórica
que niega todo optimismo de este género. La superación de la forma primitiva de los
Consejos, no procederá sino de luchas cada vez más conscientes y en pro de una mayor
conciencia. La imagen mecanicista de I.C.O. cuando habla de la perfecta respuesta
automática del comité de huelga a las "necesidades", que hace ver que el Consejo aparecerá
por sí mismo y a su hora, a condición sobre todo de que no se hable del asunto, desprecia
totalmente la experiencia de las revoluciones de nuestro siglo, que señalan que "la situación
por sí misma" tiende más bien a hacer desaparecer los Consejos o su recuperación, que a
hacerlos surgir.

Dejemos esta ideología contemplativo, ersatz degradado de las ciencias naturales que
quisiera observar la aparición de una revolución proletaria como una erupción solar. Se
formarán organizaciones consejistas y deberán de ser todo lo contrario de un estado mayor
que hiciera que los Consejos surgieran por decreto. A pesar de que el movimiento de las
ocupaciones de mayo del 68 abrió un nuevo período de crisis social, que se ha manifestado
aquí y allá, desde Italia a la U.R.S.S., es probable que se tarde bastante en constituir
verdaderas organizaciones consejistas y que se producirán movimientos revolucionarios
importantes ante los cuales estas organizaciones no estén en condiciones de actuar a un nivel
importante. No se debe jugar con la organización consejista lanzando o sosteniendo parodias
prematuras. De lo que no cabe duda es que los Consejos tendrán más oportunidades de
mantenerse como único poder si en ellos se encuentran consejistas conscientes y en posesión
real de la teoría consejista.

Al contrario del Consejo como permanente unidad de base constituyendo y modificando


constantemente a partir de él los Consejos de delegados), asamblea en la que deben
participar todos los obreros de una empresa consejos de talleres, consejos de fábricas) y
todos los habitantes de un sector urbano adherido a la revolución consejos de calles, de
barrios), la organización consejista, para garantizar su coherencia y el ejercicio efectivo de
su democracia interna, deberá escoger a sus miembros, según lo que aquellos quieren
expresamente y según lo que puedan hacer efectivamente. La coherencia de los consejos está
garantizada por el hecho de que son el poder, eliminan cualquier otra forma de poder y
deciden sobre todo. Esta experiencia práctica es el terreno en que todos los hombres
adquieren la inteligencia de su propia acción, en que "realizan la filosofía". Es evidente
también que existe el riesgo de cometer errores pasajeros y que no se disponga del tiempo y
los medios para rectificar; pero los Consejos tendrán en cuenta de que su propia suerte es el
producto verdadero de sus propias decisiones y que su existencia necesariamente cesará por
el contragolpe de sus errores no dominados.

En la organización consejista, la igualdad real de todos en la toma de decisiones y en la


ejecución de estas no será un eslogan vacío, una reivindicación abstracta. Es una verdad de
perogrullo que todos los miembros de una organización no tienen el mismo talento y que un
obrero escribirá siempre mejor que un estudiante. ero dado que la organización poseerá
globalmente todas las capacidades necesarias complementariamente, ninguna jerarquía de
facultades individuales vendrá a sabotear la democracia. La adhesión a una organización
consejista y la proclamación de una igualdad ideal, e s evidente que no hará que sus
miembros sean todos guapos, inteligentes y que sepan vivir sino que permitirá que sus
aptitudes reales para ser más guapos, más inteligentes, etc., se desarrolle en el único juego
que vale la pena´ la destrucción del viejo mundo.

3n los movimientos sociales que se produzcan, los consejistas no dejarán que se les elija en
los comités de huelga; su tarea consistirá, por el contrario, en actuar para que todos los
obreros se organicen por la base en asambleas generales que decidirán la conducta a seguir en
la lucha. Hace falta que se empiece a comprender que la absurda reivindicación de un
"comité central de huelga", lanzada por algunos ingenuos durante el movimiento de las
ocupaciones de Mayo del 68, si se hubiera logrado, habría saboteado más rápidamente
todavía, el movimiento hacia la autonomía de las masas, porque casi todos los comités de
huelga estaban controlados por los estalinistas.

Dado que no nos corresponde el forjar un plan que valga para cualquier situación futura, y
que un paso adelante del movimiento real de los Consejos valdrá más que una docena de
programas consejistas, es difícil emitir hipótesis precisas en lo que concierne a la relación de
las organizaciones consejistas con los Consejos en el momento revolucionario. La
organización consejista -que sabe que está separada del proletariado- deberá dejar de existir
en cuanto organización separada en el instante en que quedan abolidas las separaciones,
incluso si la completa libertad de asociación garantizada por el poder de los Consejos deja
sobrevivir diversas organizaciones y partidos enemigos de este poder. Sin embargo, es
discutible que todas las organizaciones consejistas se disuelvan, como quería annekoek,
desde el momento en que los Consejos aparezcan. Los consejistas hablarán como tales en el
interior de los Consejos y no deberán propugnar una disolución ejemplar de sus
organizaciones para luego reunirse al lado y jugar a los grupos de presión sobre la asamblea
general. Así les será más fácil y legítimo el combate y la denuncia de la inevitable presencia
de burócratas, espías y viejos esquiroles que se infiltrarán por todas partes. También será
preciso luchar contra los falsos Consejos o los fundamentalmente reaccionarios (Consejos de
policías), que sin duda, aparecerán, actuando de manera que el poder unificado de los
Consejos no reconozca a estos organismos ni a sus delegados. Al ser exactamente contrario a
sus fines la infiltración en otro tipo de organizaciones y por rechazar toda incoherencia en su
seno, las organizaciones consejistas prohíben la doble pertenencia. Antes hemos dicho que
todos los trabajadores de una fábrica, o al menos los que aceptan las reglas de su juego deben
de formar parte del Consejo, pero en el caso de "aquellos a los que hubo que sacar de la
fábrica con el browing en la mano" (Barth) sólo podremos hallar la solución en su momento.

La organización consejista sólo podrá ser juzgada, en último término, por la coherencia de su
teoría y su acción, por su lucha por la desaparición completa de todo poder exterior a los
Consejos o que intente constituirse fuera de ellos. ara simplificar la cuestión y no tomar en
consideración la ola de pseudoorganizaciones consejistas que estudiantes y gente obsesionada
por el militantismo profesional simularán, digamos que no se puede reconocer como
consejista toda aquella organización que no se componga por lo menos de las dos terceras
partes de obreros. Y como esta proporción puede aparecer como una concesión, nos parece
indispensable corregirla mediante esta regla: se establecería que en toda delegación a
conferencias centrales donde pudieran tomarse decisiones no previstas por mandato
imperativo, los obreros constituirían las 3/Ë del conjunto de participantes. 3n resumen, la
proporción inversa a la que se dio en los primeros congresos del "partido obrero
socialdemócrata de Rusia".

Se sabe que nosotros no tenemos ninguna propensión al obrerismo bajo ninguna forma en
que se conciba éste. Se trata de que los obreros "devengan en dialécticos", del mismo modo
en que lo harán, pero entonces en masa, con el ejercicio del poder de los Consejos porque
son, ahora y siempre, la fuerza central capaz de detener el funcionamiento existente en la
sociedad y la fuerza indispensable para reinventar todas sus bases. Además, aunque la
organización consejista no debe de separarse de otras categorías de asalariados, sobre todo de
los intelectuales, es fundamental que estos últimos vean limitada la importancia sospechosa
que pueden tomar, tanto considerando todos los aspectos de su vida para verificar si son
auténticamente revolucionarios, consejistas como limitando su número de modo que en la
organización sean tan pocos como sea posible.

La organización consejista no aceptaría hablar de igual a igual con otras organizaciones si


éstas no son partidarias consecuentes de la autonomía del proletariado; del mismo modo que
los Consejos habrán de deshacerse no sólo de intentos de recuperación de partidos y
sindicatos sino de todo aquellos que tienda a hacerse un lugar bajo el sol y a tratar con los
Consejos de poder a poder. Los Consejos serán la única potencia o no serán nada. Los medios
de su victoria son ya su victoria; con la palanca de los Consejos y el punto de apoyo de una
negación total de la sociedad espectacular-mercantil se puede levantar la tierra.
p

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