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(El presente artículo aparece como un capítulo del libro en A. Ruiz (2003). “La
Psicoterapia en un Mundo de Complejidad e Incertidumbre” (p.19- 76). Editorial
Instituto de Terapia Cognitiva. Santiago de Chile.)
Notas Introductorias.
En este artículo, mi propuesta consiste en mostrar el punto de vista de que La Teoría
Biológica del Conocer de Humberto Maturana y el Enfoque Post-Racionalista de
Vittorio Guidano son proposiciones explicativas de la experiencia humana. La primera
explica la naturaleza de la identidad humana en su sentido más amplio; en tanto que el
enfoque de Guidano explica la identidad personal.
"Sin apenas darnos cuenta de ello, nos hemos metido en un mundo nuevo, uno creado
por el efecto acumulativo del pluralismo, la democracia, la libertad religiosa, el
consumismo, la movilidad y el creciente acceso a las noticias y el entretenimiento. Este
es el mundo que se describe como postmoderno para destacar la diferencia con el
mundo moderno en el que nacimos la mayoría de nosotros. En este nuevo mundo está
emergiendo una nueva conciencia social, y está afectando a la vida de todo tipo de
personas, personas que ni siquiera tienen un mínimo de interés por alcanzar una nueva
clase de conciencia social. Se nos está forzando a todos a ver que existen muchas
creencias, múltiples realidades, una profusión estimulante y a la vez desalentadora de
visiones del mundo que se ajustan a todo tipo de preferencia. Podemos elegir entre ellas,
pero no podemos elegir el no hacer elecciones" (1991, p.20).
Existiría, entonces, una conciencia general cada vez más aceptada de que el sistema de
creencias y las supuestas "realidades" aparentes que habitan en cada uno de nosotros, se
van configurando socialmente en lugar de venir "objetivamente" dadas y, por lo tanto,
pueden adoptar formas muy diferentes en las distintas culturas, épocas y circunstancias,
a pesar de que pudiera parecer que poseen la fuerza de la necesidad de aquellos que
habitan en ellas (Berger & Luckmann, 1976).
En el año 1903, sin embargo, ocurre un evento histórico crucial para el cambio de
mirada en la perspectiva epistemológica, con la famosa carta que un joven estudiante de
problemas lógicos de Oxford llamado Bertrand Russell -a la sazón de 21 años- le envía
al gran lógico-teórico alemán G.Frege. En aquella circunstancia Russell le demuestra
-usando el mismo lenguaje formal matemático- que una proposición paradójica (del
modo "Todos los cretenses son mentirosos; yo soy cretense; por lo tanto...etc.") no
podía ser resuelta por el sistema lógico-matemático que proponía Frege. Antes bien,
explicar y resolver esta proposición paradójica implicaba considerar el contexto, es
decir, implicaba la elaboración de un significado; pero esta elaboración tenía que ver
con la persona que estaba intentando resolver el problema y no tanto con la paradoja en
sí. Asistimos por primera vez a una clara toma de conciencia de que el conocer es un
proceso autorreferencial, que no está en relación a la realidad externa misma, sino que el
conocimiento es una capacidad del observador en tanto cognoscente humano.
Los acontecimientos se fueron sucediendo con la creación de los prodigiosos modelos
de la Física: la Teoría de La Relatividad de Einstein, el Principio de Incertidumbre
(Heinsenberg) y la Mecánica Cuántica. Se destaca esta última por su decisiva influencia
en el cambio radical de la relación observador-observado. Teorías que van en la misma
dirección epistemológica que Guidano le da a la psicoterapia.
Consideraciones finales
La explicación del observador es lo que nos permite entender la cognición, entender el
conocimiento, y, por tanto, entender la experiencia humana. Como asimismo entender
que la observación es siempre autorreferencial, es decir que la observación es el
producto de la interacción con nosotros mismos y el mundo. Guidano lo señala en estos
términos: "la relatividad histórica de los procesos de conocimiento se basa
exclusivamente en su naturaleza interactiva y constructivista como lo ha expresado con
claridad el conocido aforismo de la Escuela Chilena (o Escuela de Santiago): Todo lo
dicho es dicho por un observador a otro observador que también puede ser él mismo, y
el observador es un ser humano".
La experiencia humana, para finalizar, nace de la experiencia de vivir. En palabras de
Humberto Maturana:
- 1. Una visión circular, no lineal, sistémica de los sistemas vivos, que conducen a una
comprensión de la vida como proceso de conocimiento en la realización del vivir en
congruencia con el medio.
- 2. El carácter ontológico no trascendente (ontologías constitutivas en términos de
Maturana) y la potencia explicativa de la proposición de Maturana en relación a la
comprensión de la experiencia humana.
- 3. Una concepción del observador como un participante constitutivo y activo en todo
lo que observa. El observador como también la realidad emergen como explicaciones de
la experiencia del observador y no como entidades trascendentes.
- 4. Una negación de la separación de la mente y el cuerpo, junto con negar la
suposición de que la mente tiene una localización en el cerebro. La mente es entendida
como un fenómeno relacional que pertenece a la dinámica de relaciones del organismo.
- 5. Una comprensión no reduccionista totalmente consistente.
- 6. Una concepción de que el sistema nervioso es una red neuronal cerrada que no
opera con representaciones del medio o con símbolos.
- 7. Una visión del conocimiento como acción efectiva y no como una representación de
una realidad independiente.
- 8. Y, finalmente, una visión de la cognición como un fenómeno biológico que pone fin
a la creencia en el conocimiento objetivo.
Epistemología Evolutiva
Para ello, postula Guidano, tenemos que ponernos en un contexto de epistemología
evolutiva; esto significa entender el tipo particular de animales que somos. La
experiencia humana sólo puede ser entendida si se la considera desde una perspectiva
evolucionista. Al ponernos entonces en este contexto de epistemología evolutiva, vamos
a ser reconocidos como primates; no se quiere decir que descendamos de los primates,
sino que somos primates. Esto está demostrado por los estudios de inmunología que se
han hecho con respecto al ADN, y que muestran que la correlación que hay entre el
ADN de los chimpancés y los seres humanos es del 99,7%.
Dimensión Intersubjetiva
Desde un punto de vista evolutivo con los primates comienza la aparición de una
novedad, cual es de vivir en una realidad intersubjetiva. Esto se traduce en que el
conocimiento de nosotros mismos es siempre en relación al conocimiento de los otros,
quienes nos dan un sentido de nosotros mismos, que está dado por lo que visualizamos
en los demás: por las intenciones, por la visión que percibimos que los otros tienen de
nosotros. Y a su vez, el conocimiento que tenemos de los otros es siempre en relación a
cómo reconstruimos, simulamos o imaginamos en nosotros mismos lo que pueden estar
sintiendo los otros. Y esto -como decimos- se empieza a ver ya entre los primates; el
conocimiento que empieza a tener cada primate de sí mismo, -y que se aprecia muy
claramente en el chimpancé, nuestro pariente más cercano- es que siempre ese
conocimiento está en relación a como el primate se ve en relación a los otros (esta
cualidad no se distingue en otras especies de mamíferos; sólo se aprecia en los
primates).
Referencias sociales.
Si nos adelantamos un poco en el ciclo de vida, esto se ve mucho más en el niño a los
dos años de edad, en que él ya tiene una percepción de sí mismo más centrado en los
detalles solamente mirando la cara de la madre; a esto los americanos le llaman “social
reference”. Si se pone a un niño frente a una situación novedosa, por ejemplo frente a
juguetes nuevos y teniendo cerca a la madre, él se va a fijar en la cara de la madre y, a
través de la cara de la madre, sabe si esa novedad es algo que se puede enfrentar o algo
por lo cual es mejor retirarse. Pero, ¿cómo el niño sabe esto? Justamente, debido al
reconocimiento que el niño hace de la cara de la madre, lo cual es como si le diera un
sentido específico de sí mismo en esa situación.
Necesidad de individuación
Probablemente éste sea el aspecto más importante de la experiencia humana, la
necesidad de una individuación, lo que se ha llamado "self individuation"; que aparece
junto con la importancia que se da a la cara como señal de reconocimiento entre varios
miembros de un grupo, y, conjuntamente, la cara como pantalla en la que terminan
todas las emociones, y que ha permitido también la evolución de la identidad personal.
Es debido a la capacidad de reconocer y distinguir de manera segura entre diferentes
individuos, que conlleva también la capacidad de poder anticipar cuáles serán las
reacciones de cada individuo en particular. Por una parte esto permite una mejor
sintonía, una mejor reciprocidad.
Procesos de vinculación.
Otro aspecto más que podemos visualizar aquí es que, en este sentido, los procesos de
vinculación son centrales en todo el arco de vida humana o en el arco de vida
individual; son muy importantes en la fase del desarrollo cuando el niño necesita
cuidado, cariño, aceptación incondicional. Desde este punto de vista, los procesos de
vinculación en los seres humanos aparecen siempre como fundamentales, porque tienen
una raíz epistemológica que señala que es sólo a través de la conciencia de los otros que
podemos alcanzar una conciencia de nosotros mismos, y esto sucede como una
consecuencia afectiva. Esto, en la vida adulta, también es algo determinante.
En la vida adulta ocurre lo mismo que en la vida de la infancia, es decir, cuando
hablamos de los fenómenos de “social reference” en el que un niño, desde la cara de la
madre, tiene automáticamente una experiencia inmediata y específica de sí mismo que
le señala la situación en que se encuentra en ese momento. Como mecanismo, esto se
mantiene durante toda la vida adulta. Las relaciones afectivas en la vida adulta pueden
ser vistas desde esta perspectiva también. Una persona significativa para nosotros -la
esposa, el esposo, un hijo, etc.- es, fundamentalmente, haber construido por nuestra
parte una imagen de esta persona con características de exclusividad, de unicidad; la
imagen de esta persona es interdependiente con nuestra percepción de nosotros mismos.
Y eso es, exactamente, lo que pasa en un niño; aunque lo que vive un niño es mucho
más sencillo porque el niño está más conectado a lo concreto; es como si fuera una
reacción química de la cara de la madre, que inmediatamente le da un sentido de sí
mismo. En el adulto esto es mucho más articulado y complejo porque hay más
capacidades abstractas. No obstante, el aspecto básico de la vida afectiva adulta es
esencialmente el mismo. En este sentido no podemos decir que una persona en el curso
de su vida elige “objetivamente” a otra persona, sino lo que hace es llegar a un modo
específico de sentirse a sí mismo con esa persona determinada, y esto es coherente con
su continuidad de vida. El la realiza de esta manera construyendo una imagen de esa
persona significativa que tiene una serie de características muy importantes desde el
punto de vista emotivo; es una imagen construida con características de unicidad y de
exclusividad que le da una calidad específica de percepción a la experiencia inmediata
de sí mismo, y que posteriormente puede ser organizada en una imagen consciente de sí
positiva y aceptable.
Esto es muy importante y veremos que tiene consecuencias también en la terapia, ya
que una de las fuentes más significativas de emociones perturbadoras que pueden dar
lugar después a patologías en la vida adulta, son por repentinos cambios en la imagen
del otro significativo que le puede ocurrir a una persona. Esta es, precisamente, fuente
de rupturas de equilibrio que se ven en la vida adulta. Lo característico es lo que pasa
siempre en los procesos de la dinámica entre el "yo" y el "mi". La percepción del
cambio de imagen en la otra persona es algo que experiencia el individuo y empieza
generalmente como un proceso de negación, o bien de confirmar que la persona con
respecto a la cual se ha experimentado este cambio sigue siendo la misma,
incrementando aún más las características que tenía antes, de unicidad y de
exclusividad. Este es uno de los procesos más frecuentes que suelen ocurrir.
Examinemos a continuación cómo es que esto ocurre.
Para ello, debemos señalar nuevamente que los primates viven una realidad
intersubjetiva y que la supervivencia del joven primate y del adulto va a depender de la
calidad de vinculación con la madre, y no sólo de una relación de proximidad física de
cuidado y protección. Si nos desplazamos de los primates a los humanos, vamos a
encontrar que el sistema vincular se torna extremadamente complejo. Porque el sistema
de vínculo humano es el medio por excelencia por el cual cada humano logra construir
un sentido de sí mismo, específico y único por el cual se reconoce, es decir, que
vincularse a alguien es reconocerse y tener un sentido de sí mismo específico.
Una figura de vinculación en el niño es una coordinación de sensaciones, de acciones,
de percepciones que le dan un sentido de sí mismo. Este tema del vínculo e identidad es
el tema básico de todo el desarrollo emocional desde los 0 hasta los l8 años a 20 años.
Podemos decir muy breve y gráficamente que la calidad del vínculo es la manera de
dividir y ordenar el espacio con ciertas tonalidades emotivas, de la misma manera como
lo veíamos en los primates. Se empieza a ver entonces que en el niño, desde el momento
mismo de nacer y de acuerdo a las modulaciones emotivas que acompañan sus
experiencias activadoras relacionadas con el alejamiento de la figura referencial (que
puede ser la madre u otra persona) o de las tonalidades emotivas que están asociadas a
la desactivación por el acercamiento a la figura vincular, algunas tonalidades emotivas
comienzan a delinearse más que otras. Lo que sabemos hoy con respecto al desarrollo
emocional es que los humanos nacemos con un repertorio de emociones. Podemos decir
que un niño al momento de nacer tiene un repertorio de emociones básicas
potencialmente listas, completas. Ahora, estas emociones van a tomar forma a través de
la experiencia inmediata, que van a tener que ver con los procesos de vinculación con
las figuras de referenciales. En base a las características emotivas de la persona que
ejerce el vínculo, ciertas tonalidades emotivas serán más seleccionadas que otras. Por
ej.: en una madre muy preocupada y asustada con su hijo, en éste la tonalidad emotiva
de miedo será mucho más desarrollada y vivida que las otras. Otra madre que no está
nunca presente o que no acude a los llamados de su hijo, la tonalidad emotiva de
pérdida, abandono y desamparo serán seleccionadas en él. Pero estas emociones se irán
desarrollando de una manera diferente a los pensamientos, cuya forma es secuencial y
lineal. El desarrollo de las emociones es por semejanza analógica. Para Guidano la
mejor metáfora de cómo esto sucede es la metáfora musical. Si se tiene presente cómo
se construye una sinfonía, notamos que en ella hay una tonalidad musical básica y que
ésta es la llave ordenadora de todas las otras tonalidades musicales.
Volvamos entonces a ese niño que su particular vínculo familiar le ha seleccionado y
amplificado una tonalidad emotiva de pérdida. Todo su desarrollo emotivo se hará en
esa línea, es decir, el niño va a diferenciar las otras tonalidades emotivas
confrontándolas con la pérdida. Así la tonalidad emotiva de alegría es la ausencia de
pérdida. El miedo, la anticipación de una pérdida. La tristeza, la vivencia de la pérdida,
etc. Todas las emociones son diferenciadas desde esta tonalidad básica. La calidad
emotiva del vinculo se refleja en una unidad organizativa del dominio emotivo que es
un proceso. Es unitario porque hay una tonalidad emotiva de fondo, que le va dando al
niño un sentido específico de sí mismo, de identidad, de unicidad en diferentes
situaciones, y con esa modalidad el niño diferencia todas las emociones. Es unitaria
porque todas las emociones son contempladas siempre como derivadas de una sola. Esta
unidad da un sentido específico de uno mismo como una manera precisa de sentirse en
el mundo.
La duración completa de este proceso se prolonga hasta pasada la adolescencia. La
vinculación se va volviendo más compleja a lo largo del desarrollo para favorecer la
instauración de procesos autorreferenciales más estructurados, como la identificación y
la imitación de modelos.
El mundo oral
En nuestro proceso evolutivo la mayor parte del tiempo la hemos vivido en un mundo
oral, cuya principal característica está en una concentración del lenguaje en el sonido,
pues en este período no había la posibilidad de representar el lenguaje. En el mundo oral
la memoria es el problema fundamental, es decir la mantención en el tiempo de la
información significativa para el individuo y el grupo. En un grupo que tiene la
necesidad de vivir en una coordinación consensual recíproca –de acuerdo a Maturana- el
mantener la información, la instrucción y compartirla era fundamental para la
supervivencia misma. Así, por tanto, ¿cómo mantener la información que se refiere a
los valores, a las tradiciones? ¿cómo conservar las instrucciones fundamentales para
cazar, para huir, para refugiarse...? etc. La única posibilidad de mantener la información
en un mundo oral es a través del ritmo, repitiéndolo continuamente de manera que todo
el proceso de repetición sea facilitado. Para esto era necesario que los componentes más
importantes de cada información o instrucción fuesen conectados unos con otros, no por
un medio lógico-causal, sino conectados siempre en un sentido rítmico. En fin, todo el
mundo oral tiene una consistencia rítmica; es un mundo en donde se inventa la poesía,
la danza, el baile, los cuentos, los proverbios; y todo esto era necesario repetirlo:
enganchando los ritmos, los proverbios y las enseñanzas que eran fundamentales para el
grupo. Estos aspectos fueron los que determinaron los procesos de secuencialización en
el mundo oral.
El Mundo Escritural
Cuando se inventa el alfabeto y, con ello, el mundo escritural, surge la posibilidad de
visualizar el sonido y esto genera un cambio repentino, porque se elimina el problema
de cómo mantener la información; una vez que el lenguaje puede ser visualizado, el
individuo ya lo puede mantener estable en su memoria, sin necesidad de hacer una
constante repetición rítmica que le ocupaba gran parte del tiempo. Y lo más importante
(sobre todo para nuestro rastreo histórico del self): por vez primera es posible establecer
una diferenciación ontológica entre “conocedor” y “conocido”, entre “hablante” y
“hablado”; en que “lo hablado” pasa a adquirir una realidad propia, diferenciada del
“hablante”, del “conocedor”; ya que el producto del lenguaje se puede ver escrito y
reconocer que está ontológicamente separado del sujeto que emitió esas palabras. En
suma: en el momento en que el lenguaje pudo ser diferenciado, se volvió un producto
vivo de ese hombre o individuo que lo produjo; el problema quedó centrado entonces en
la persona que lo creó, en quien lo construyó. Con la separación entre ser humano y
lenguaje surgió por primera vez el espacio epistemológico para el estudio del self, del
simismo. (Guidano. Inteco. Chile, 1997).
Recordemos que antes la persona estaba fundida con su acción, no había una
diferenciación entre persona y acció; pero en tanto emergió esta nueva dimensión de
realidad, la persona pasó a constituirse en una personalidad. Una vez que el lenguaje se
visualiza y –sobre todo- se escribe, lo que se ha escrito queda independiente de quien lo
hizo, y para mejor entender lo escrito -lo establemente escrito- se requiere una
comprensión y estudio de la persona que lo produjo. Es decir, si no se tiene acceso al
autor o a quien escribió el texto, el significado tendrá que ser reconstruido cada vez, si
se quiere acceder a la interioridad del autor.
Además, con el mundo escritural comienza por primera vez en la historia el problema
del significado, derivándose una nueva disciplina llamada “hermenéutica”. Esta, como
ciencia escritural, empezó con el estudio del significado de los textos religiosos hasta
llegar a los temas de nuestro tiempo. Actualmente la hermenéutica concentra su mayor
interés en los asuntos narrativos; los especialistas estudian la estructura de la novela, la
relación entre estructura y literatura, la estructura de la conciencia individual y
conciencia social, etc.
Pero lo interesante para nuestro entendimiento del self está en las consecuencias que
derivan con el pasaje a un mundo escritural, ya que cambia la secuencialización, que se
vuelve estrictamente cronológica -como hoy la entendemos-. Con el mundo escritural
nace el tema de la historia o “lo histórico”. En el mundo griego Heródoto y Eurídice
comienzan su obra con el alfabeto, ya que antes no era posible una exacta cronología.
Pero la secuencialización ahora no es sólo cronológica sino también estrictamente
causal: encontramos una completa serie de eventos que en esta secuencia son causales,
generando eventos sucesivos y temáticos; es decir también tenemos una secuencia de
orden temático. Y lo más importante, que la secuencialización se destaca por mantener
siempre un paralelismo con el contexto: es decir, lo que es un ordenamiento cronológico
y causal que la persona lleva adelante, tiene que ser siempre consistente con una
experiencia cultural y de vida que pertenezca a los contextos circunstanciales de
referencia en los que está inmerso el sujeto (Guidano, Inteco, 1997). Por ello resultaría
absurdo en el mundo escritural tener una secuencialización sin cronología –ir desde la
muerte al nacimiento o del nacimiento a la juventud, por ejemplo-. Para Guidano el
paralelismo secuencial con el contexto se convierte en un requisito fundamental, a
menos que se explicite que se trata de una ficción literaria con la cual se quiere
significar algo (v.gr., como se aprecia en “Cien Años de Soledad”, de García Márquez);
de lo contrario, el sujeto –en nuestra cultura escritural- puede ser tomado por loco o
suponer que su proceso de secuencialización es el delirio. El delirio tiene todas las
características de ser una secuencia narrativa de tipo épico, no sólo por la construcción
en donde falta la cronología, y en donde no hay una adecuada consistencia causal, sino
sobre todo porque no hay ningún paralelismo con el contexto, en el cual se va por
cuenta propia y sin considerar la experiencia de vida de los otros.
Pero lo que nos interesa enfatizar aquí, a raíz de la distinción entre el mundo oral y el
mundo escritural, es la emergencia por primera vez del ámbito epistemológico para
empezar a construir el sujeto, el self, la persona. En el mundo escritural surge una
dimensión que antes no había, que es una dimensión para construir el interior de un
sujeto; para construir todas las categorías de la vivencia, a saber, el sentir experiencial,
emocional y la relación entre el sentir y el pensar. Para Guidano esto es una
construcción muy larga y que toma mucho tiempo; pero no obstante ya se empieza a
distinguir este primer elemento importante en el mundo escritural: se empieza a
diferenciar en cada secuencia -cronológica, causal y temática- entre lo externo y lo
interno. Es decir, en cada secuencia uno sabe que hay un conjunto de acontecimientos y
de eventos que se refieren a los personajes; esto es lo externo. Pero a la vez cada
personaje tiene un mundo interno, hecho de emociones e intenciones, de valores, puntos
de vista, etc. Luego, para comprender lo externo necesito tener una recta comprensión
de lo interno; son dos niveles que deben ir siempre juntos, no separados. Esto es muy
interesante porque la distinción entre lo externo y lo interno ha dado paso al nacimiento
del mundo simbólico –como se conoce en la actualidad-, facilitando la distinción entre
palabra y significado. La palabra pertenece a lo externo, a la persona que emite la
expresión; en cambio el significado pertenece a lo interno, a lo que percibe el sujeto.
Ahora bien, ¿cómo se articula a lo largo del ciclo de vida de un sistema humano esta
dialéctica entre los procesos de continuidad y discontinuidad? La construcción de un
sentido de sí mismo, es decir de una manera de sentirse en relación al entorno, empieza
ya en los primeros meses de vida y corresponde a reunir o armar esquemas emotivos de
patrones recurrentes de experiencia inmediata. Así, por tanto, la continuidad se
desarrolla desde un principio como la sensibilidad a lo que es canónico, a lo que nos es
familiar; y por otro lado también hacia una atención de lo que es novedoso, de lo que es
excepcional.
Nos detendremos entonces en estos dos procesos, comenzando por la sensibilidad hacia
lo canónico, hacia lo que es familiar para nosotros. Jerome Bruner y sus colaboradores
han demostrado que a los veinte meses un niño ya tiene claro el sentido de lo que es
normativo, de lo que es canónico. Si bien es un proceso básico, sin embargo no puede
ser un proceso único y exclusivo, ya que también está presente la atención hacia lo
novedoso, hacia lo extraordinario; es un proceso a través del cual transformamos lo
novedoso para que nos llegue a ser familiar, ampliando así nuestro sentido de
estabilidad del mundo. Ampliamos, en otras palabras, nuestro sentido de continuidad.
Guidano sostiene que en el desarrollo del sistema del simismo o del self system,
haciendo referencia a lo que han evidenciado varios autores en cuanto a que es la
dialéctica interna del sistema del simismo, que nos habla de la conservación de la
continuidad mientras, al mismo tiempo, se perciben cambios y novedades.
Aquí se distinguen dos aspectos fundamentales que están en relación dialéctica entre sí,
o sea son interdependientes. Por una parte tenemos lo que se define en inglés como
"sameness", que se traduce como la mismidad, queriendo significar el sentido de
continuidad que tenemos de nosotros mismos, es decir que me siento ser siempre la
misma persona, que siento que soy siempre el mismo en el tiempo. Y, por la otra,
tenemos el "selfhood", como se dice en inglés, que es lo opuesto de la mismidad; se
diría entonces que es la ipseidad, esto es, lo que a uno le va sucediendo en la vida
momento a momento, es lo no previsto. Entonces las experiencias de mí mismo a
menudo son experiencias diferentes y que están en contraste con el sentido de
continuidad interna.
Aquí en este punto podemos introducir el tema que nos interesa y que dejamos
enunciado, me refiero al tema de la narrativa, la dialéctica entre el simismo o el self
como protagonista y el self como narrador. Es aquí también donde se pueden captar los
aspectos del sameness o la mismidad y de la ipseidad o selfhood. El self narrador es el
self que trata de compactar la experiencia, es el que se ve desde afuera y que actúa
directamente, podemos decir que es el self que forma parte de la mismidad y que se
ocupa de reconstruir, de entrelazar esta continuidad; mientras que el self protagonista es
el que está actuando, es el que nos da el sentido de diversidad, de discrepancia respecto
a la continuidad que mantenemos. Este es un trabajo continuo, el actuar en primera
persona sintiéndonos protagonistas, y también al contarnos, compactar, reorganizar o
asimilar la discrepancia que hemos vivido, en la que nos parece ser una continuidad y
en la que nos reconocemos dentro de esa continuidad. Así entonces, este transformarnos
para pasar de un self protagonista a un self narrador es lo que nos da la coherencia, lo
que le da un orden a nuestra historia de vida; y de esta manera, con la intervención del
self narrador sobre el self protagonista, la historia de vida se convierte en una historia
dotada de una univocidad. Guidano sostiene que es la intervención del self narrador
quien transforma todo lo que es casual en destino, quien hace que se transforme en
destino. Así nada queda afuera de esto.
Así pues, lo que produce cambios en el ciclo de vida es tanto la mismidad como la
discrepancia de lo que sucede momento por momento, la ipseidad; es decir la
complementariedad entre cambio y mantenimiento. Pero a menudo esto no lo
consideramos y suponemos que el cambio es algo que tenemos que perseguir de manera
independiente de los procesos complementarios del individuo. Esta complementariedad
entre cambio y mantenimiento, la podemos ver muy bien en todas las experiencias de
cambio personal. Cada cambio personal o del sentido de sí mismo que se verifica a lo
largo del ciclo de vida ( no importa si es espontáneo o si lo induce la psicoterapia), la
manera en que vemos nuestra historia cuando cambia tiene una mezcla de varios
ingredientes, es una mezcla de sorpresa y familiaridad, Cada cambio personal hace que
nos demos cuenta especialmente de algo que ya conocíamos, por lo tanto el sentido de
familiaridad está presente; en tanto algo que vemos por primera vez tiene un sentido de
sorpresa. Por otra parte esta complementariedad entre mantenimiento y cambio podría
parecer lógica, si dentro de un sistema complejo y autoorganizador no hay algo que se
mantiene siempre invariable. El sistema mismo no podría percibir el cambio del sí
mismo. El cambio lo podemos reconocer en nuestra conciencia, debido a que tenemos
este sentido de continuidad.
Bibliografia
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sobre la experiencia humana
Guidano, V. (1991). The self in process. Toward a post-rationalist cognitive
therapy.New York: Guilford Press. (Hay traducción italiana:" Il sè nel suo divenire",
Bollati Boringhieri, Torino, 1992; y traducción española :"El sí-mismo en proceaso.
Hacia una Terapia cognitiva postracionalista", Paidós, 1994).
Guidano, V. (1191). Affective change events in a systems approach to cognitive
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In J. Safran & L. Greenberg (Eds.), Emotion, Psychotherapy & Change. New York:
Guilford Press.
Guidano, V. (1995). Un enfoque constructivista de los procesos del conocimiento
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En M. Mahoney (Ed.), Psicoterapias cognitivas y constructivistas. Bilbao: Desclée De
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Maturana, H. (1988a). Reality: The search for objectivity, or the quest for a compelling
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