Sei sulla pagina 1di 16

EDUCACIÓN

para el encuentro y la comunión

Lic. Inés Franck

F U N D A R
2

Educación para el encuentro y la comunión


Lic. Inés Franck

“Veo las noticias y corroboro que es inadmisible


abandonarse tranquilamente a la idea de que el mundo
superará sin más la crisis que atraviesa”.
“Indudablemente, cada generación se cree destinada a
rehacer el mundo”.
(Ernesto Sabato, “Antes del fin”, Ed. Seix Barral, 1998,
Buenos Aires, Argentina).

INDICE GENERAL

1.- LA EDUCACIÓN
1.1.- Etimología y definición
1.2.- ¿Quiénes educan?
1.3.- La cultura
1.4.- Esbozando un diagnóstico cultural
1.5.- Educación y cultura
1.6.- En qué consiste “educar” hoy:
1.7.- La “crisis de la educación”

2.- EDUCACIÓN “PARA”


2.1.- El objetivo de la educación
2.2.- El tema de los valores

3.- EDUCACIÓN PARA EL “ENCUENTRO” Y LA “COMUNIÓN”


3.1.- La comunión: signo de contradicción
3.2.- Las bases de la comunión
3.3.- Comunión y cultura actual
3.4.- El problema docente y sus consecuencias para la comunión
3.4.1.- Testigos de comunión desde una realidad fragmentada
3.4.2.- Testigos de comunión ante una realidad fragmentada
3

1.- LA EDUCACIÓN

1.1.- Etim ología y definición

La palabra “educación”, como todos sabemos, tiene en su raíz el vocablo latino


“ducere”, que significa “conducir”, “llevar adelante”. “Educere” quiere decir,
exactamente, “sacar fuera” 1. “Educación”, “educir”, significaría algo así como ayudar a
que alguien saque algo que tiene dentro de sí, enseñarle, acompañar su proceso,
poner las condiciones para que logre hacerlo. No significa hacerlo por el otro, sino
guiar el proceso que culmina en el desarrollo, por parte de la otra persona, de sus
potencialidades.

El concepto así entendido está íntimamente relacionado con la teoría del acto y la
potencia. El educando logra poner en acto lo que tenía en potencia. Estará más
perfectamente educado cuanto más desarrolle sus potencialidades. También está
vinculado con la “mayéutica socrática”, esa idea de ayudar al discípulo a “dar a luz” el
conocimiento.

La educación hace referencia al estar un paso adelante y tender una mano al otro para
que, a su vez, también avance. Esa mano tendida no son sólo los conocimientos, sino
también la transmisión de experiencias, de fortaleza, de ejemplos.

1.2.- ¿Quiénes educan?

La educación es un proceso que no tiene por qué darse únicamente en la escuela. Se


dice que también “la vida educa”, la familia, las amistades.

Es un proceso íntimamente vinculado a la comunicación, ya que la educación se


potencia en cuanto se establece un vínculo comunicacional con alguien: con un
maestro, con un familiar, con una realidad. La educación concreta se da al contacto
con realidades que trascienden la del propio individuo que es educado.

Sin embargo, en la imaginación popular, pareciera que poco a poco se va colocando la


misión de educar sólo en las escuelas y en los establecimientos formales.

Es éste un primer reduccionismo, que tiende a desligar responsabilidades y que es


fuente de gran cantidad de errores y perjuicios. Al ignorarse la función de los demás
miembros de la sociedad en la educación de las personas, se genera una
fragmentación en la que la escuela se queda con la totalidad de la educación formal,
en tanto que la familia se encarga de la contención de los hijos; los medios de
comunicación se ocupan de divertir, distender e informar; las amistades de acompañar
y compartir; y así con los demás miembros de la sociedad.

Vemos en esta simplificación que a la escuela le es asignada en soledad la parte que


requiere más “esfuerzo”, la que parece una “carga” y la que tiene menos “incentivos”
para los jóvenes. Al mismo tiempo debilita la posición de la familia, que es por
excelencia el lugar en que se educa; bastardea el sentido de la verdadera amistad y
deja el camino abierto para que los medios de comunicación se descomprometan
impunemente con la educación.

1
Joan Corominas, Brev e Diccionario Etimológico de la lengua castellana”, Ed. Gredos, Madrid, 1990.
4

Salvando, entonces, la idea de que en una sociedad la función educativa está


compartida por todos, vamos a analizar el tema específico de la educación en la
escuela.

1.3.- La cultura

Hemos dicho que la educación consiste principalmente en transmisión de algo. Al


profundizar en esta idea, es obligado aquí hablar de la cultura.

Muchas definiciones se han dado del término “cultura” 2. En general se refieren a todo
aquello con lo cual el hombre expresa, en forma simbólica o directa, sus reacciones
ante las situaciones existenciales “que afrontan todos los seres humanos en todos los
tiempos: cómo se hace frente a la muerte, la naturaleza de la tragedia y el carácter del
heroísmo, la definición de la lealtad y de la obligación, la redención del alma, el sentido
del amor y del sacrificio, la comprensión de la piedad, la tensión entre la naturaleza
animal y humana, los reclamos del instinto y los frenos” 3. Cultura es, entonces, la
elaboración que los hombres de una época determinada hacen frente a realidades
dadas que no dependen en última instancia de él. Elaboración que se expresa en
construcciones artísticas, científicas, filosóficas, políticas, económicas y sociales de
todo tipo.

Nos podríamos preguntar, por ejemplo, qué postura adopta nuestra cultura frente a la
naturaleza material creada, frente a la propia esencia del hombre, frente a la existencia
de límites a su accionar, frente al misterio de su propia dignidad, frente a la existencia
objetiva de la verdad y del bien, frente a la irrupción interpeladora de Dios en su
historia, frente al dolor. Surgirían así múltiples e interesantísimos rasgos que no es el
momento de considerar aquí, pero que nos darían pautas para un diagnóstico
profundo de la cultura que estamos viviendo, o que estamos forjando en gran medida.

1.4.- Esbozando un diagnóstico cultural

Se han hecho ya muchos y muy ricos diagnósticos de la cultura contemporánea.


Quisiera, sin embargo, poner en común ciertas características generales del momento
actual que, sin ser negativas o positivas en sí, encierran para los hombres peligros y
esperanzas al mismo tiempo.

Un mundo de contrastes. El primer dato que quisiera remarcar es la característica de


profunda contradicción que presenta el mundo a quien se detenga a analizarlo. “El

2
Consultar, por ejemplo, la Constitución Apostólica Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II. Allí se
entiende por “cultura” “todo aquello con lo que el hombre af ina y desarrolla sus innumerables cualidades
espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace
más humana la v ida social, tanto en la f amilia como en toda la sociedad civ il, mediante el progreso de las
costumbres e instituciones; f inalmente, a trav és del tiempo expresa, comunica y conserv a en sus obras
grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirv an de prov echo a muchos, e incluso a todo
el género humano”. Por su parte el documento de la III reunión del Episcopado Latinoamericano en
Puebla, N° 386-387 def ine a la cultura como “el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan
su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios de modo que puedan llegar a ‘un niv el
v erdadera y plenamente humano’. Es ‘el estilo de v ida común’ que caracteriza a los div ersos pueblos; por
ello se habla de ‘pluralidad de culturas’. La cultura así entendida, abarca la totalidad de la v ida de un
pueblo: el conjunto de v alores que lo animan y de desv alores que lo debilitan y que al ser participados en
común por sus miembros, los reúne en base a una misma ‘conciencia colectiv a’. La cultura comprende,
asimismo, las f ormas a trav és de las cuales aquellos v alores o desv alores se expresan y configuran, es
decir, las costumbres, la lengua, las instituciones y estructuras de conv iv encia social, cuando no son
impedidas o reprimidas por la interv ención de otras culturas dominantes”.
3
Bell, Daniel; “Las contradicciones culturales del capitalismo”; Alianza Editorial Mexicana; 1989
5

género humano nunca ha disfrutado de tantas riquezas, capacidades y poder


económico, y sin embargo, una gran parte de los habitantes del mundo todavía
padecen hambre y miseria, y hombres innumerables sufren la total falta de instrucción.
Nunca como hoy han tenido los hombres un sentido tan vivo de la libertad, mientras
surgen a la vez nuevas servidumbres psicológicas y sociales. Mientras el mundo
siente vivísimamente su unidad y la dependencia mutua de todos en una necesaria
solidaridad, por la oposición de las fuerzas está sometido a gravísimas tensiones; así
los violentos conflictos políticos, sociales, económicos, raciales e ideológicos todavía
persisten, y no falta el peligro de la guerra que puede destruir radicalmente todo.
Crece el intercambio de ideas, pero al mismo tiempo las palabras con las cuales se
expresan los conceptos más importantes revisten sentidos harto diferentes en las
diversas ideologías. Y, en fin, se busca asiduamente un más perfecto orden temporal,
sin que progrese igualmente el espíritu” 4.

En estrecha relación conviven hoy el bien con el mal, la verdad y el error, la fortaleza y
la debilidad. Separar los términos es una tarea muy ardua y dificultosa hoy para los
hombres. Más cuando también están involucrados las preferencias y sentimientos
subjetivos.

El bombardeo de los estímulos. Hoy el hombre no tiene que salir a buscar arduamente
las cosas, sino que las cosas van hacia el hombre, se le ofrecen. Y me refiero a todo
tipo de ofrecimientos: desde el credo religioso hasta la carrera; desde una golosina
hasta un programa de TV. La publicidad y los medios hacen que exista la posibilidad
de tener al alcance de la mano lo que se elige y de no reconocer límites al ancho
campo de la opción libre. Asimismo, esto acompaña a una cierta mentalidad del
confort y la superficialidad, combinación muy difícil de contrarrestar hoy.

No sólo se ensancha el campo abierto a la elección del hombre, sino que, por otro
lado, éste sufre el bombardeo de todos los estímulos que intentan captarlo muchas
veces con fines de mercado o no del todo honestos. Este bombardeo puede llegar a
ser tan nocivo que anule la capacidad misma de elección que dice favorecer. Así, y
volviendo a caer en el estilo paradojal utilizado en Gaudium et spes, nunca antes hubo
tantas posibilidades de elegir libremente, pero tampoco nunca antes el hombre había
sufrido tanto la atrofia de las facultades que conforman su libertad (la inteligencia y la
voluntad).

La mediatización de la realidad. Es una característica típica de nuestra época.


Consiste en la falta el contacto de la persona con la realidad sobre la que o con la cual
tiene que actuar, formar proyectos, encarar la vida. La realidad se conoce a través de
los medios de comunicación, las personas se conocen a través de una máscara que
las convenciones aconsejan ponerse; las computadoras, los mails y el chat
reemplazan la voz y el contacto entre las personas, la tarjeta de crédito al pago
inmediato, los geriátricos y hospitales mediatizan el contacto con el dolor.

En un contexto así, el hombre no confía en lo que le dicen los medios, el marketing, el


mail. Le cuesta llegar a las personas concretas que tiene delante y lo invade el
escepticismo frente a la verdad y, a la larga, la angustia y el aislamiento.

La globalización. En palabras de Thomas Friedman, “la globalización involucra la


inexorable integración de los mercados, naciones y tecnologías en un grado nunca
visto antes, de una manera que permite que individuos, corporaciones y naciones se
comuniquen con mayor rapidez, a mayor distancia, con mayor profundidad y menos
costo que nunca antes, y de una manera que produce también una poderosa reacción

4
Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 4
6

de parte de los que son tratados brutalmente o se han quedado atrás en el nuevo
sistema”. Afirma también Friedman que “el sistema de la globalización (...) no es
estático, sino un permanente proceso orgánico” 5.

La globalización es una prueba más de la vocación del hombre a vivir en comunión


con los otros hombres. Es un vínculo que se abre potencialmente a todo el género
humano.

“La globalización en sí misma no es el problema. Más bien las dificultades surgen de la


falta de mecanismos efectivos para darle una dirección adecuada. La globalización
necesita ser enmarcada en un contexto más amplio de un programa económico y
político que busca el auténtico progreso del género humano”. La elaboración de estos
mecanismos concretos para una adecuada regulación de la globalización implica
grandes dificultades, que encontrarán resistencia en algunos sectores. “Sin embargo,
es esencial progresar en esta dirección, con todos los esfuerzos posibles” 6.

La masificación y el anonimato. Dice un autor contemporáneo, refiriéndose a la


posmodernidad, que ésta es “productora de no lugares (...). Un mundo donde se nace
en la clínica y donde se muere en el hospital, donde se multiplican, en modalidades
lujosas o inhumanas, los puntos de tránsito y las ocupaciones provisionales (las
cadenas de hoteles y las habitaciones ocupadas ilegalmente, los clubes de
vacaciones, los campos de refugiados, las barracas miserables destinadas a
desaparecer o a degradarse progresivamente), donde se desarrolla una apretada red
de medios de transporte que son también espacios habitados, donde el habitué de los
supermercados, de los distribuidores automáticos y de las tarjetas de crédito renueva
con los gestos del comercio ‘de oficio mudo’, un mundo así (...) propone (...) un objeto
nuevo (...). Los no lugares son la medida de la época, medida cuantificable y que se
podría tomar adicionando (...) los aeropuertos y las estaciones ferroviarias, las
estaciones aeroespaciales, las grandes cadenas hoteleras, los parques de recreo, los
supermercados, la madeja compleja, en fin, de las redes de cables o sin hilos que
movilizan el espacio extraterrestre a los fines de una comunicación tan extraña que a
menudo no pone en contacto al individuo más que con otra imagen de sí mismo (...)7.

Con esto se alude a una característica especial de la cultura actual, que está muy
relacionada con la globalización: el progresivo debilitamiento de los vínculos que unen
a las comunidades más cercanas al hombre, para agrandar el horizonte hacia una
universalización que muchas veces corre el riesgo de ser “despersonalizante”. El
mismo autor citado en el párrafo anterior reconoce que “el retorno al lugar es el
recurso de aquel que frecuenta los no lugares (y que sueña, por ejemplo, con una
residencia secundaria arraigada en las profundidades del terruño)”. Esta actitud
regresiva, si bien se comprende a la luz de los vertiginosos cambios culturales, no es
el ideal para el hombre que tiene que lidiar con ellos para que plenifiquen a las
personas.

1.5.- Educación y cultura

A través de la educación se da la comunicación de la cultura. De generación en


generación, se transmite la visión que cada época tiene de los grandes problemas
humanos. La función cultural de la educación es, así, enorme.
5
Thomas L. Friedman; “Tradición v ersus Innov ación”
6
Juan Pablo II, Discurso a los miembros de la Academia Pontif icia de las Ciencias Sociales, Viernes 2 de
may o de 2003
7
Marc Augé, “Los ‘no lugares’ .’ Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, Ed.
Gedisa, 1998, Barcelona, España
7

Al mismo tiempo, en la educación se procede a la verificación y contraste de esta


misma cultura. Las nuevas generaciones, en ese diálogo que implica el proceso
educativo, van “verificando” si la manera de ver el mundo de sus progenitores
responde a los cambios objetivos que sin cesar van teniendo lugar. En mi opinión, hoy
constatamos que estamos ante una brecha cada vez más grande entre estos dos
términos, no sabiéndose dar muchas veces las respuestas adecuadas a los desafíos,
interrogantes y contradicciones que genera la realidad actual, en un cada vez más
acelerado y vertiginoso proceso de cambio.

En este punto se precisan pensadores profundos que vuelvan a elaborar esa síntesis
de pensamiento que constituye la respuesta adecuada a estas cuestiones, a la vez
que constituyen impulso y marco para nuevos desarrollos culturales.

La educación también aporta su contribución al enriquecimiento cultural. En ese


encuentro entre alumno y maestro, en ese intercambio y verificación del conocimiento
hechos con pasión, inteligencia y amor, surge siempre la chispa de nuevos
entendimientos, nuevos desarrollos y horizontes, que ensanchan sin cesar el mundo
de la cultura.

1.6.- En qué consiste “educar” hoy

La problemática educativa es muy amplia, y es urgente la necesidad de no desconocer


este hecho. Reducir la educación a algunos de sus aspectos es profundamente
negativo para encarar el tema.

Cuando hablamos de educación, entonces, nos estamos refiriendo simultáneamente a:

Los contenidos de la educación: muchas veces enfocamos solamente el tema de los


contenidos, es decir, qué se enseña, cuáles son los conocimientos que los alumnos
deben terminar sabiendo. Sostengo que éste es uno de los principales aspectos, pero
no el único. Desde luego que constatamos que los contenidos impartidos, o al menos,
efectivamente aprendidos, son cada vez menores, menos exigentes, menos exactos.
Se culpa al alumno que no se esfuerza, al docente que no se dedica, a los programas
que son anticuados o no responden al interés general… La cuestión es que pareciera
imposible que un egresado del colegio sea una persona ‘culta’, en el sentido
tradicional del término. Y en el ingreso a la Universidad, este problema salta a la vista
lastimosamente.

Éste es el primer aspecto que nos llama la atención: no tenemos éxito en la


transmisión concreta de conocimientos. Y creo que deberíamos preguntarnos por qué.
Desde luego que éste es un importantísimo indicador objetivo a la hora de diagnosticar
en nuestra realidad educativa.

La cosmovisión desde la que se imparte esta educación: un problema no menor es el


cosmovisional. Al hablar de educación, también me refiero a la cosmovisión a la que
esta educación responde. Y con esto abordo un tema que retomaré más adelante y
que es el siguiente: ¿debe la educación ser “lo más neutra posible”? ¿O debe más
bien estar guiada por una cosmovisión determinada? ¿No atentaría esto contra un
sano pluralismo?

Me parece que resulta imposible que la educación sea “cosmovisionalmente neutra”,


es decir, que no tenga ninguna jerarquía de valores según los cuales ordene la
transmisión y el aporte cultural que debe llevar a cabo. No sólo opino que es
8

imposible, sino también inconveniente. No creo que se pueda enseñar “cualquier


cosa”, “de cualquier manera”.

Pero sí soy de la opinión de que la cosmovisión debe tener en el centro,


honestamente, a la persona humana, indagando permanentemente cómo servirla
mejor, desde una postura que reconozca su realidad más profunda y no se deje
engañar por argumentaciones baratas y superficiales que intenten desalojarla de ese
centro que debe ocupar.

Creo también que en esta búsqueda es posible lograr el consenso y el tan ansiado
objetivo de caminar juntos todos los hombres. Todos buscan esto, lo que ocurre es
que hoy hemos perdido la habilidad para desenmascarar falsas intenciones, así como
la firmeza para denunciar errores y la caridad para saber acompañarnos entre todos
sin consentirnos. El resultado de esto es una profunda confusión de ideas y opiniones,
en la cual todas reclaman el mismo peso y validez, y en donde la unidad es la que
termina sufriendo las consecuencias.

Desde la Iglesia nosotros proponemos una cosmovisión, basada en las enseñanzas


del Hijo de Dios hecho hombre. La ponemos en la mesa del diálogo y la ofrecemos
para iluminar las realidades de todos, creyentes o no creyentes. Es nuestro aporte y es
sumamente valioso. No ponerla en común sería, en el fondo, un acto de egoísmo.

La metodología de enseñanza. Se ha dicho también que el problema de la educación


es un problema de métodos. No se sabe cómo captar la atención y el interés de los
más jóvenes. Se trataría, entonces, de buscar la mejor manera de interesar a los
educandos, a fin de lograr transmitir los conocimientos necesarios.

Y en tren de resolver este punto, se echa mano a cuanto método llamativo circule por
allí. Muchas veces con escasos o nulos resultados.

El tema del “ambiente escolar” y la convivencia. El factor “humano”. No podemos


desconocer en una cantidad cada vez mayor de alumnos la existencia de situaciones
familiares y económicas complejas y a veces con aspectos trágicos. Cuando el alumno
llega al aula para “educarse”, frecuentemente ya ha recibido “otra” educación: la de la
vida que, impiadosa y cruel, le ha impartido sus más duras lecciones sin esperar
ningún tipo de maduración ni capacidad de comprensión.

El proceso educativo de este niño no puede medirse por las generales de la ley.
Muchas de las dificultades de aprendizaje tienen su oscura raíz en una situación
conflictiva anterior a la escuela. Y los bloqueos a causa de estos problemas pueden
ser muy grandes.

En esta instancia es muy plausible que la escuela termine haciendo de ámbito de


contención, en el caso de que el alumno no encuentre espacios en su propia familia.
Casos que, por otra parte, son cada vez más frecuentes.

Esta función que, subsidiariamente, desempeña la escuela, es muy importante hoy en


día. El problema que aquí se presenta es que no existe el supuesto necesario para
comenzar una educación formal, es decir, una previa situación estable. De modo que
el proceso educativo comienza a retrasarse.

La verificación de lo enseñado: según Luigi Giussani, “para responder de modo


adecuado a las exigencias educativas de la adolescencia no basta proponer con
claridad un significado de las cosas, ni basta que tenga una real autoridad quien lo
propone. Es necesario suscitar en el adolescente un compromiso personal con su
9

propio origen; es necesario que ponga a prueba y verifique la oferta recibida por
tradición (…). Hoy la educación es deficiente a causa de una orientación racionalista
que olvida la importancia del compromiso existencial como condición para obtener una
genuina experiencia de lo verdadero y, por tanto, para alcanzar convicción” 8.

La cosmovisión y los conocimientos transmitidos a través de una adecuada


metodología, deben poder ser verificables por el alumno en la realidad cultural que
está viviendo. Es más, creo que la escuela debería generar los ámbitos en que estos
conocimientos se verifiquen.

Este es el punto central a tratar si queremos abordar el tema de la conexión de lo


enseñado con la realidad.

1.8.- La “crisis de la educación”

Hoy se dice que la educación está en crisis. Comparto esa idea y me parece
importante abrir el debate para encontrar respuestas a todos los aspectos de la
misma: la crisis de los contenidos de la educación, la metodología, la contención y,
sobre todas ellas, la crisis cosmovisional que trasciende en terreno meramente
educativo.

Digo esto porque estamos asistiendo a una crisis de la razón, hija de la decepción y el
cansancio que generó la falta de cumplimiento de las promesas de la modernidad. El
lógico que esa situación haya afectado a la actividad racional por excelencia, que es la
que debe darse en las aulas, educadoras del intelecto.

Asistimos también a una crisis de la voluntad, apática e indecisa frente a tantos


bombardeos y cambios vertiginosos. La tarea de modelar la inteligencia y del carácter,
que no se hace sin un trabajo tenaz y constante, sufre también las consecuencias de
esta situación.

Vemos asimismo una exacerbación de los sentimientos, cuando el marco


proporcionado por la inteligencia y la voluntad se encuentra dañado. Es lógico, siendo
así, que los resultados de los esfuerzos de la educación no estén a la altura de los que
obtiene el mensaje fácil y sensible de los medios de comunicación.

Seamos realistas y convengamos en que el panorama no se presenta muy claro. Pero


en este realismo y buen diagnóstico están las claves para ser capaces de poner los
medios adecuados para revertir algunos aspectos de lo que se ha dado en llamar “la
crisis de la educación”.

8
Luigi Giussani, “El riesgo educativ o”, Ed. Ciudad Nuev a, 2004
10

2.- EDUCACIÓN “PARA”

El título de este trabajo es “Educación para el encuentro y la comunión”. Lo cual nos


lleva a un tema delicado y sumamente interesante. Se educa “para” algo. Es decir que
la educación tiene un objetivo más allá de sí misma.

Cuál deba ser este objetivo es el tema que nos ocupará ahora.

1.2.- El objetivo de la educación

Hemos dicho, entonces, que la educación debería tener un sentido, un objeto final. Yo
no estudio por el simple hecho de estudiar, excepto que tenga una vocación muy
especulativa, pero aún así, no estudio TODO lo que existe, bajo TODOS los aspectos
posibles, porque eso es imposible.

El objetivo constante de la educación es la transmisión apropiada de la verdad y la


formación para la vida en sociedad. Por “apropiada” entiendo el hecho de que debe
ser expresada y comunicada bajo las formas y parámetros que confieren a quienes la
adquieren capacidad para entrar en diálogo con los demás y para realizar aportes
efectivos a esa misma cultura.

El objetivo que no varía es la transmisión de la verdad. Lo que sí varía son los


aspectos y modalidades en que esa verdad se presenta.

Quizás aquí esté la causa de los problemas que tiene hoy el método educativo: en la
dificultad de vincular las formas de impartir la enseñanza con la verdad de fondo que
se intenta transmitir. Quizás, también, no estemos demasiado seguros sobre la verdad
que queremos enseñar, ni sobre para qué educamos.

Si todo esto no está seguro en la mente y el corazón del educador, su tarea se


dispersa en multitud de pequeños objetivos que, más que educar, confunden y
desprestigian su actividad, la “desactualizan”.

2.2.- El tem a de los valores

Caemos así en el tema de los valores. Se trata de saber cuáles son hoy los valores
imperantes que se pretende que la educación haga presentes.

Seguimos aquí el interesante capítulo del libro “La tragedia educativa”; de Guillermo
Jaim Etcheverry, titulado “¿Hacia dónde parece orientarse la educación?” 9.

El actual rector de la Universidad de Buenos Aires, reconoce en la educación


argentina algunas prioridades muy concretas, que él llama de la siguiente manera:

La educación “útil”, es decir, aquella que privilegia lo que sirve para el trabajo, frente a
lo que considera “ocioso saber perimido”. “Pocos buscan aprender para tener la
experiencia irrepetible y esencialmente humana de entender, de intuir la inteligibilidad
del mundo. La preocupación central de nuestra sociedad es que lo que aprenden los

9
Cf r. Guillermo Jaim Etchev erry , “La tragedia educativ a”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
2000
11

jóvenes les ‘sirva’. Y pronto. Pero lo que ‘sirve’ está, cada vez más, relacionado con la
vida profesional, con el beneficio económico”.

La utilidad se transforma, así, en objetivo prioritario de la educación.

La educación “espectáculo”: la televisión, la escuela “divertida”. Se refiere a los


estímulos que recibe permanentemente la educación para adaptar sus actividades a la
lógica que impone el entretenimiento. “No es casual (…) que al referirse a las
actividades escolares, tanto padres como hijos recurran a calificativos que están
estrechamente vinculados con el entretenimiento. Así, es frecuente escucharlos
afirmar que la escuela es ‘aburrida’. Que temas aburridos terminan por aburrir a los
chicos en las aulas. Es el comentario que cabría esperar cuando se juzga un programa
de televisión o un festival de rock. Es que la expectativa es similar: para los padres y
para los niños actuales, asistir a la escuela es ir a divertirse. Creen que la escuela les
brinda una oportunidad más de ser entretenidos. Lo grave es que esta lógica del
espectáculo está orientando muchos intentos contemporáneos de reformar la
educación”. Sigue Jaim Etcheverry afirmando que se ha ido perdiendo la noción de
que “aprender es un trabajo, una tarea nada sencilla que demanda sacrificios. Que
aprender supone que cada persona emprenda un esfuerzo individual destinado a
modificarse a sí misma, por lo general con ayuda de otros”.

Aquí la educación se guía, entonces, por los criterios de la diversión y el


entretenim iento.

La educación “moderna”: se refiere fundamentalmente al hincapié puesto en la


educación tecnológica y en la computación en las escuelas. “Casi unánimemente, los
argentinos pensamos que la crisis de nuestra educación resulta del atraso tecnológico
y que, una vez que cada aula tenga su computadora, el problema habrá quedado
resuelto. Confiamos ciegamente en que la tecnología solucionará todo, hasta la
escasez del tiempo que se dedica a la escuela. Parecería haberse perdido el sentido
de la proporción, pues, si bien la tecnología puede contribuir con herramientas
interesantes al aprendizaje, el motor central del aula sigue siendo un buen maestro,
encargado de dar testimonio del valor humano del conocer”.

La m odernización tecnológica asume acá el papel principal en la educación de los


argentinos.

¿Es posible proponer valores diferentes hoy? ¿Cuáles deberían ser esos valores?

Sostenemos que, más allá de todo, la educación está algo “desorientada” en su


propuesta de valores a los más jóvenes. Vamos a intentar sugerir con fuerza, en la
última parte, que la “comunión” es el ideal que debe regir hoy en nuestros ámbitos
educativos.
12

3.- EDUCACIÓN PARA EL “ENCUENTRO” Y LA “COMUNIÓN”

3.1.- La com unión: signo de contradicción

Con el Papa, queremos sostener hoy que “hace falta promover una espiritualidad de la
comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se
forma el hombre y el cristiano” 10.

Una mirada al conjunto de las realidades sociales y culturales de hoy, nos confirma
esta intuición del Papa. Sólo con consultar los medios de comunicación, se nos ofrece
un panorama en el que, como muestra, pueden enumerarse los siguientes ejemplos:
• Enfrentamientos sociales
• Enorme dificultad de los intentos de encarar procesos de diálogo entre
argentinos
• Resentimientos entre los distintos sectores sociales
• Violencia en las escuelas
• Inseguridad, secuestros y desconfianza
• Permanentes reclamos
• Actos de corrupción en perjuicio del bien común
• Extrema pobreza que agrava estos y otros conflictos

3.2.- Las bases de la com unión

Bases teológicas de la comunión. Sabemos por la Fe que en el comienzo Dios nos


creó participando de su comunión perfecta y nos creó en comunión perfecta con El,
con uno mismo, con los demás hombres y con el resto de la naturaleza creada.

En este estado vivió el hombre hasta el pecado. El pecado opaca esa relación prístina,
y produce un alejamiento progresivo de esta situación de plenitud.

Al encarnarse y llevar a su plenitud el proceso de la redención, el Señor Jesús mostró


al hombre en su plenitud, y nos enseñó el camino para volver sobre nuestros pasos y
recuperar nuestra condición de hijos, restaurando la herida originada en el pecado. La
Cruz y la Resurrección, a la vez que nos enseñan el modo de producir esta vuelta, nos
advierten sobre las dificultades y lo arduo de la misma.

Cuando decimos que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, muy pocas
veces conocemos las implicancias de lo que estamos diciendo. Deberíamos saber que
esa frase encierra un misterio de un alcance infinito para el hombre.

Dios Uno, modelo de toda coherencia, de toda unidad, de toda identidad. Dios Trino,
modelo de toda relación, de todo ‘salir de sí mismo’, de todo amor. Dios Uno y Trino a
la vez, modelo de misterio profundo y lleno de sentido, abismo insondable pero
fascinante y Verdadero, donde la identidad se hace relación de amor y esta relación de
amor se constituye en identidad11.

“Por su unidad, Dios no se contradice, es claridad. Por su unidad Dios entabla una
relación de comunión perfecta con el Hijo y el Espíritu Santo, relación regida por el

10
Juan Pablo II, Nov o millennio ineunte, número 43
11
Cf r. Enrique Cambon, “La Trinidad, modelo social”, Ed. Ciudad Nuev a
13

Amor y por el continuo salir de sí mismo para ir hacia el otro y así ser más plenamente
uno mismo para poder entregarse más plenamente. Proceso vertiginoso que el amor
hace posible; aparente contradicción, pero, en el fondo, la más implacable lógica, tan
perfecta que ciega a quien no acepta la luz sobrenatural de la Fe” 12.

El hombre, creado por y para la comunión, debe entonces restaurar una a una las
relaciones heridas por el pecado, en varios planos: con Dios, con la Naturaleza,
consigo mismo y con los demás hombres.

Esto tiene consecuencias clarísimas para el hombre concreto y le abre los ojos sobre
la naturaleza más profunda de sí mismo y de todo el universo.

Nos presenta un cuadro absolutamente extraño para la lógica del mundo: el amor
como criterio supremo; la entrega que fortalece la identidad y a la vez la presupone; la
Cruz y el sacrificio; la serenidad y la confianza; el destino común de los bienes de la
creación. Todo esto nos habla de un código absolutamente distinto del que estamos
acostumbrados a escuchar.

Los datos que acabamos de exponer hacen que la realidad del hombre adquiera un
nuevo significado, una nueva riqueza, una nueva “insondabilidad” y misterio. Significan
contemplar al hombre con otros ojos, con otra apertura. Significan, en definitiva, una
antropología que parta de la comunión y que tienda hacia ella.

Ya no es el hombre un ser egoísta, cerrado sobre sí mismo, de miras estrechas,


movido únicamente por el interés o el temor, o la utilidad o la diversión, incapaz de
arriesgar su bienestar y sus derechos, calculador. Sino que nos abrimos a una realidad
completamente distinta: la realidad del que se entrega por los demás y así llega a ser
plenamente él mismo y permite a los demás serlo también; la realidad del que deja a
un lado el interés y el temor y se guía por el amor; del que enfrenta dolores y
sacrificios con la serenidad y la confianza últimas que da la Resurrección final.

En este marco, quisiéramos destacar algunos presupuestos de la persona humana:

- El hombre es un ser hecho para la comunión, para estar con otros y llegar a
esa unión con los demás que engendra la fraternidad.
- Todas sus potencialidades están hechas para ser puestas al servicio de los
demás. El hombre no tiene nada que le pertenezca de forma absoluta. No se
posee si no es para entregarse.
- El criterio máximo es el amor. Esto descarta y relativiza otros criterios, desde el
interés personal hasta el propio derecho.

Estas ideas revolucionan las disciplinas humanas y también las relaciones entre los
hombres.

Bases antropológicas de la comunión. Toda la estructura del hombre está pensada


para entrar en relación con los otros. Desde la capacidad de comunicarse a través del
lenguaje, hasta la necesidad de relacionarse con otro para propagar la especie,
pasando por el largo tiempo que necesita para poder independizarse de los
progenitores y bastarse solo, aún en forma relativa. Sin contar la compleja maraña de
sentimientos, intuiciones e impulsos que lo llevan a buscar siempre compañía.

12
Cf r. Enrique Cambon, Op. cit.
14

La inteligencia del hombre está hecha para extraer la verdad de las cosas, a fin de
relacionarse con ellas. La voluntad lo lleva a tender hacia determinadas personas y
realidades.

También las heridas más profundas se producen cuando este valor de la comunión es
vulnerado. Y los momentos más grandes de plenitud son aquellos en los que se
establecen encuentros, ya sea con personas o con realidades que nos iluminan por
dentro.

El hombre solo, languidece.

Bases sociológicas de la comunión. Comprobamos que históricamente el hombre ha


buscado siempre congregarse. De hecho, prácticamente no existen personas que
vivan absolutamente aisladas.

3.3.- Com unión y cultura actual

Hoy esta estructura creada para vivir en comunión se ve profundamente dañada por
realidades lacerantes: las rupturas familiares, las experiencias de anonimato, las
divisiones, las guerras, las incomprensiones, el terrorismo, la desconfianza, la
corrupción, la falta de comprensión de unos con otros, la aceleración que no deja
tiempo para el encuentro.

Todo esto nos habla de la necesidad de volver a restaurar la idea de comunión como
base de nuestra cultura y de nuestras búsquedas.

Creo que no tenemos una sociedad preparada para aceptar “la locura de la comunión”.

Por eso, para prepararla, me parece fundamental que el camino comience por la
educación.

3.4.- El problem a docente y sus consecuencias para la com unión

Los docentes, y con más razón los creyentes, estamos llamados a ‘educar para la
comunión’, somos ‘docentes de la comunión’. Si algo debemos enseñar, hoy que los
medios de comunicación nos toman la delantera y ‘roban’ la atención de nuestros
discípulos, es a vivir en comunión. Es el conocimiento que más necesita nuestra
sociedad y el que menos comúnmente encuentra en sus ‘mentores’ y ‘maestros’.

Educar para la comunión significa educar para hacer capaz al otro de vivir la comunión
intensamente. Significa vivirla con conocimiento de causa, dejándose plenificar por esa
comunión y promoviéndola en todos los aspectos en donde ella se juega, mostrando la
belleza y el don de la comunión y cómo ella puede restaurar los vínculos personales y
sociales rotos o heridos.

3.4.1.- Testigos de com unión desde una realidad fragm entada

Y aquí nos hacemos una pregunta clave: ¿cómo va a ser testigo de la comunión un
docente que vive la problemática actual con enorme intensidad? Los últimos años de
la historia argentina han sido testigos de la ingratitud hacia nuestros maestros, de
reclamos muchas veces justos y hasta de violencia. ¿Y cómo va el docente a proponer
15

la comunión como principio educativo cuando él mismo está angustiado, temeroso,


desvalorado, desunido y a veces enfrentado con sus mismos hermanos de vocación?

Y sin embargo, la Iglesia nos sigue diciendo hoy más que nunca que “las buenas
escuelas son fruto no tanto de las buenas legislaciones cuanto principalmente de los
buenos maestros, que (...) arden en puro y divino amor hacia los jóvenes a ellos
confiados” 13.

Creo que ante todo los docentes debemos ‘reconciliarnos’ entre nosotros. Y la mejor
manera de hacerlo es reencontrarnos con la profundidad de nuestra vocación común,
con aquel arder “en puro y divino amor” hacia los jóvenes que nos han sido confiados.
Creo que la vocación une; los intereses que se apartan de la vocación, dividen. Y el
principal pecado de las políticas injustas hacia los docentes, es que favorecen que los
intereses, muchas veces legítimos, pero que no se identifican con la verdadera
vocación, nos distraen de esta última. Y toda la sociedad se ve resentida y
perjudicada, desde sus raíces. Pierde.

Por eso es necesario iniciar un proceso arduo, pero indispensable: obligarnos a


redescubrir lo sobrenatural de nuestra vocación. Y sólo así podremos superar los
obstáculos materiales que nos separan, para así dar testimonio de comunión aún en
las pruebas.

3.4.2.- Testigos de com unión ante una realidad fragm entada

Hablar hoy de “educación para el encuentro y la comunión” puede parecernos


anacrónico, ingenuo, naif, no adecuado a la realidad. En un contexto mundial donde la
violencia y las desigualdades, la angustia por la carencia de lo material y el
resentimiento, la pérdida del sentido profundo de las cosas, la competitividad y los
enfrentamientos que ésta genera entre las personas, pasan a primer plano y son
fomentadas por casi todos los medios de comunicación, hablar de comunión parece un
tanto descolocado y no siempre es bien comprendido.

Sin embargo, el Papa nos exhorta a proponer nuevamente el principio de la comunión


a esta sociedad fragmentada que parece estar en las antípodas. “Concierne (...) a la
escuela católica afrontar con decisión la nueva situación cultural” 14.

¿Qué papel juegan los docentes en esta tarea? Sabemos que “la docencia es una
actividad de extraordinario peso moral, una de las más altas y creativas del hombre: el
docente (...) escribe sobre (...) el alma misma de los hombres” 15. Sabemos también
que los buenos maestros han cautivado desde siempre el corazón de los jóvenes.
Nadie como ellos ha sabido comprender y dar cauce a los anhelos más profundos de
esta edad tan sensible y crítica. Numerosas historias han sido recreadas por la
literatura y el cine teniendo como base la relación entre docentes y alumnos.

Hoy “las transformaciones culturales, la globalización de los intercambios, la


relativización de los valores morales y la preocupante desintegración del vínculo
familiar crean en numerosos jóvenes gran inquietud” 16 y desasosiego interior. “La
escuela es, indudablemente, encrucijada sensible de las problemáticas que agitan este

13
Pío XI, Div ini Illius Magistri, 55
14
Fr. Congregación para la educación católica; “La escuela católica en los umbrales del Tercer Milenio”;
16
15
Congregación para la educación católica; “La escuela católica en los umbrales del Tercer Milenio”; 19.
16
Juan Pablo II; Discurso al Congreso Internacional organizado por el Comité Europeo para la Educación
Católica; 28 de abril de 2001; 2
16

inquieto tramo (...) del milenio (...). Se ve obligada a relacionarse con adolescentes y
jóvenes que viven las dificultades de los tiempos actuales (...), con alumnos que
rehuyen el esfuerzo, incapaces de sacrificio e inconstantes y carentes (...). Hay casos,
cada vez más frecuentes, en los que no sólo son indiferentes o no practicantes, sino
faltos de la más mínima formación religiosa o moral (...)”.

Es comprensible que este clima produzca en el docente “un cierto cansancio


pedagógico, que se suma a la creciente dificultad, en el contexto actual, para hacer
compatible ser profesor con ser educador” 17. Sin embargo, el docente está llamado a
encontrar los medios para seguir siendo testigo de comunión y de esperanza en este
contexto, sanando heridas, enseñando a sobreponerse a los desafíos de la cultura y
formando personalidades valientes y fuertes.

Jesús, como Buen Pastor y modelo de Maestro, se nos brinda para confortarnos:
“Vengan a mí todos aquellos que estén agobiados y yo los aliviaré”. “Me dicen Maestro
y Señor, y dicen bien, porque lo soy”.

En Él encontraremos los docentes la fortaleza para cumplir esta misión de ser signos
de contradicción en medio de este panorama, educando para el encuentro y la
comunión a semejanza del Único Maestro.

17
Congregación para la educación católica; “La escuela católica en los umbrales del Tercer Milenio”; 6.

Potrebbero piacerti anche