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CULTURAS MADRES

OLMECAS

Se estima que los indicios más antiguos de la cultura


Olmeca son de alrededor de 1200 a. C., y los más
recientes son aproximadamente del año 500 a. C. La
civilización Olmeca se constituyó principalmente
alrededor de 3 centros ceremoniales: San Lorenzo,
La Venta y Tres Zapotes.
Estos centros ceremoniales tenían función de
ciudades, y en ellos se construyeron edificaciones de
tierra y adobe, por lo cual han perdurado pocos
restos. Se construyeron montículos con templos en la
parte superior, lo que se podía considerar como un precursor de las pirámides
mesoamericanas.

El nombre "Olmeca" significa en náhuatl "gente del país del hule". Este
vocablo era utilizado por los mexicas para nombrar a varios pueblos, étnica y
lingüísticamente diversos, que ocuparon la región de Veracruz y Tabasco a
través de los siglos.

El término fue acuñado por Valliant y Saville —quienes lo emplean por


primera vez al final de la década de 1920, para designar a los portadores de la
cultura que produjo las monumentales cabezas de piedra que se han
descubierto en distintos yacimientos arqueológicos en la que actualmente es
llamada área nuclear Olmeca.

Su religión desarrolló todos los temas importantes encontrados en los


cultos posteriores. Tenían una religión politeísta, gran número de sus dioses
eran relacionados con la agricultura y otros elementos como el sol, el agua, los
volcanes, etc.

El centro de su religión es el culto al jaguar. Se le representaba con la


característica boca Olmeca, de forma trapezoidal, con las comisuras hacia
abajo y el labio superior muy engrosado. En muchos casos con colmillos muy
pronunciados, adornos supraciliares y el cráneo hendido. Siempre aparece
representado de la misma manera.
Hay muchos animales considerados dioses, como el caimán, sapos, reptiles,
todos animales de la zona. Normalmente, aparecen mezclados entre ellos,
cabezas de unos y cuerpos de otros, creando seres mitológicos.
Es una religión compleja, que no se ha conseguido descifrar aún. Se cree
que pudo ser una religión dinástica, sus dioses estarían relacionados
directamente con los gobernantes, se cree que pudo tener toda una doctrina
aceptada por el pueblo, para justificar, explicar y legitimar a los linajes
gobernantes, las desigualdades sociales, las fuerzas sobrenaturales y
establecer vínculos entre éstas y los gobernantes.

Ya que la Olmeca fue la primera civilización en Mesoamérica, se afirma o se


especula que muchos logros mesoamericanos tuvieron lugar por primera vez
en el seno de su cultura. Entre otras cosas, se acredita a los Olmecas el
desarrollo del juego de pelota, la invención del cero, el calendario, la escritura
y la epigrafía.
El arte Olmeca era muy complejo, tiene muchos elementos que aún se están
investigando. Los más importantes y conocidos son posiblemente las Cabezas
colosales Olmecas, que son un ejemplo de escultura monumental y una de sus
mejores representaciones artísticas. Se cree que pueden representar a
guerreros o a jefes.
Una característica llamativa de estas cabezas colosales es la marcada
apariencia negroide, lo que ha llevado a diferentes conjeturas. Se cree que son
guerreros y no dioses por los cascos que llevan. Fueron construidas con basalto
traído desde grandes distancias. Pesan varias toneladas, y miden hasta tres y
cuatro metros de altura.
Hay otro tipo de escultura, los altares, que son bloques trapezoidales, con
representaciones religiosas esculpidas en los laterales, y tienen un agujero del
que sale un personaje, que tiene la forma de una boca de dragón o jaguar, que
probablemente represente el nacimiento de un dios desde el inframundo.
Se han encontrado en esa misma zona elementos de alfarería, figurillas y
fragmentos cerámica que corresponden al periodo de crecimiento entre el año
1500 y el 1150 a. C. La cerámica es lo más pobre de la cultura, normalmente
monocroma, y sin una gran variedad de tipología. De color negro y sin
decoración elaborada. El uso del basalto y de la obsidiana comenzaron a
destacarse en esa época. Se constata el uso de cuarzo, piritas y todas las
piedras duras. También se usaron otro tipo de piedras, como el jade, para
realizar máscaras funerarias.

CHAVIN

La Cultura Chavín deriva su nombre del sitio arqueológico Chavín de Huántar,


ubicado en un fértil valle de la sierra centro norte peruana.
Chavín representa la consolidación de los procesos culturales de larga historia
en los Andes, tales como la invención de la cerámica y la agricultura, la vida en
aldeas y la arquitectura monumental. L a distribución de su estilo de arte,
principalmente a través de la cerámica y los tejidos, obedeció a la
diseminación de sus influyentes ideas religiosas, extendiéndose desde Chongo
yape por el norte hasta Ica y Ayacucho por el sur, constituyendo el fundamento
cultural de las sociedades que se desarrollaron en los Andes con posterioridad.
Algunos autores sostienen que Chavín de Huántar siguió funcionando como un
centro de peregrinaje hasta la llegada de los españoles.

La base de la economía Chavín fue la agricultura. Si bien no se sabe cuán


desarrollados estaban los sistemas de regadío, el uso de gran cantidad de
plantas domesticadas (maíz, frijoles, calabazas, papa, quinua, etc.) evidencian
un acabado conocimiento de técnicas agrícolas. Esta actividad era combinada
con la pesca, caza y recolección de recursos marinos en la costa y con la caza
de animales en la sierra. A juzgar por los restos encontrados en los basurales,
la llama parece haber desempeñado un importante rol en la dieta y el
transporte de bienes.

Aunque discutible, se piensa que Chavín fue un “estado prístino”, es decir, el


primero en los Andes en gestarse sin influencias externas. Seguramente, la
sociedad se vinculaba por lazos de parentesco, formando clanes y linajes, cuyo
prestigio estaba en relación a la cercanía con el ancestro común, posiblemente
de origen mítico. Existían especialistas dedicados a las labores productivas,
pero la organización de las actividades estaba a cargo de sacerdotes, como
parte de un gobierno teocrático en el cual los servicios religiosos aseguraban a
los gobernantes los privilegios y el prestigio necesarios para ejercer el control
político.
El estilo religioso Chavín parece haberse difundido a través de los Andes
Centrales como expresión de un culto consagrado a sus principales deidades.
El felino es uno de los elementos centrales de este culto. Sus atributos
aparecen en individuos humanos con cetros provistos de grandes colmillos
curvos. Las serpientes en la cabeza y cintura, así como las garras de aves de
rapiña de estos personajes, indican que los ofidios y las águilas integraban
también la constelación de animales que proporcionaban poderes a estas
divinidades. Las plantas alucinógenas que aparecen en su iconografía sugieren
que el chamanismo desempeñaba un importante papel en las creencias
religiosas y prácticas rituales. Las formas de entierro van desde fosas simples
con esqueletos extendidos y flexionados, a otras más elaboradas, revestidas
con piedras.

Chavín se refiere también a un estilo de arte, caracterizado por el uso de


simetrías, repeticiones, líneas curvas, imágenes metafóricas y motivos como
los colmillos entrecruzados, el “ojo excéntrico”, las fosas nasales dilatadas y
las garras. Gran parte de las representaciones se inspiran en la fauna y flora de
la selva amazónica, tales como cocodrilos, felinos, serpientes, águilas y plantas
ejecutados en forma intrincada y estilizada.
Este estilo se plasma en distintas materias primas y alcanza por lo general
altos grados de complejidad. El mayor desarrollo de este arte estuvo en la
piedra, con la que construyeron enormes templos y esculpieron estelas y
obeliscos con la figura de seres mitad hombre - mitad felino, tales como el
Lanzón, la Estela Raimondi y el Obelisco Tello. Esta preferencia por el trabajo
de la piedra encuentra un reflejo en la alfarería, la que exhibe un inconfundible
aspecto pétreo, ya que es principalmente de color gris y decorada por incisión.
Destaca su extraordinaria calidad técnica, así como el énfasis en las
decoraciones de tipo plástico y, sólo excepcionalmente, la aplicación de
pigmentos de color. Sus formas comprenden botellas con asa-estribo imitando
frutas, escudillas y botellas simples.

El aumento de la población durante esta época se refleja en aldeas ubicadas en


la mayoría de los valles de la costa y la sierra, especialmente en las faldas de
los cerros. Generalmente estaban compuestas de 20 o 30 viviendas, hechas de
materiales perecederos y, en algunos casos, de piedras unidas con barro o a
veces con adobes. Las formas de estas viviendas varía de región en región,
aunque la mayor parte son de planta rectangular o semicircular. En cerámica
existen modelos de casas con techo a dos aguas, posiblemente usadas en la
sierra, ya que en la costa las lluvias son muy escasas como para requerir este
tipo de techumbre. Las aldeas no diferían mucho de las del período anterior,
pero contenían áreas para tareas productivas especializadas, así como barrios
diferenciados por el estatus de sus residentes.
La gran innovación estuvo en la arquitectura monumental de los centros
ceremoniales, constituidos por conjuntos de edificios o templos de estructura
piramidal, de plataformas superpuestas, hechos de piedra y/o con adobes
cónicos. Destaca el gran centro ceremonial Chavín de Huántar, que cuenta con
distintos templos, pasillos, plazas, patios hundidos, galerías subterráneas con
propiedades acústicas, algunos de ellos construidos conforme a orientaciones
astronómicas.

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