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LOS DESPLAZADOS EN EL PERÚ

Alejandro Diez Hurtado


Alejandro Diez Hurtado

Copyright  Comité Internacional de la Cruz Roja


Juan de Aliaga 620. Magdalena.
Teléfono: 4602719
Fax: 4615782
E-mail: lima.lim@icrc.org
Web: www.cicr.org
Primera edición, 2003

Hecho el depósito legal: 1501362004-0050


(Ley 26905 - Biblioteca Nacional del Perú)
ISBN: 9972-9355-2-3

Autor: Alejandro Diez Hurtado


Cuidado de edición: Susana Silva Hasemback

Diseño y diagramación: Lilian Kanashiro Nakahodo

Tiraje: 500 ejemplares

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Los Desplazados en el Perú

CONTENIDO

PROLOGO 7

Glosario de términos 11
Glosario de siglas 12

INTRODUCCIÓN 13

I. Una cuestión previa: no uno sino muchos tipos de


desplazados 17

II. Procesos de desplazamiento, retorno e inserción 25


2.1. Los procesos de inserción 32
2.2. Los procesos de retorno 36

III. Condiciones de vida de los desplazados, insertados


y retornantes 47
3.1. Condiciones de vida de los desplazados/insertados
en las ciudades refugio 48
3.2. Condiciones de vida de las poblaciones
retornantes 62

IV. Cuantificación y efectos del desplazamiento 67


4.1. Número de desplazados y tipos de afectación 67
4.2. Impactos del desplazamiento 70
4.3. El ciclo de las ayudas a los desplazados 75

V. Casos particulares de desplazamiento, retorno e


inserción 83
5.1. Caso 1: Lima, desplazamiento de larga distancia,
procesos de inserción 83
5.2. Caso 2: Retornos en Ayacucho. Las dificultades
del proceso y estrategias diversas 89

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Alejandro Diez Hurtado

5.3. Caso 3: Desplazados asháninkas, desprotección


y reafirmación étnica 96

Alternativas para la reparación a poblaciones


desplazadas 103
a. Sobre el desplazamiento 103
b. Propuestas de los afectados por la violencia
política 107
c. Consideraciones de política y propuestas de
reparación a desplazados 128

Bibliografía sobre Desplazamiento en el Perú 133

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Los Desplazados en el Perú

AGRADECIMIENTOS

Mi llegada al tema de los desplazados ha sido circunstancial.


Llegué a él primero por la lectura de determinados artículos,
inicialmente más bien periodísticos, como parte de la literatura
que lee un científico social en su búsqueda de comprensión de lo
que estaba pasando, en este caso en los espacios rurales y locales,
sujeto de mi interés. Años después, durante el gobierno de
transición pude aproximarme más al tema cuando a invitación
del PAR desarrollé una pequeña investigación sobre la situación
de los desplazados en Lima.

La investigación que conduce a este libro surge de la iniciativa


del CICR por introducir el tema de los desplazados en el proceso
mayor de revisión de la historia reciente del país abordado por
la comisión de la verdad. Sin fundarse en una investigación de
campo, se nutre del conjunto de trabajos emprendidos durante
más de una década sobre la problemática del desplazamiento
en el Perú y procura brindar una visión de conjunto del mismo.

Entre ambos esfuerzos mayores, pequeños trajines me vincularon


con diversas personas e instituciones, tanto las que trabajaban
en atención a la población afectada (ONGs y agencias de
cooperación) como los propios desplazados y sus organizaciones,
cuya lista no me atrevo a enumerar por temor a alguna omisión
inintencionada. Este trabajo arrastra una deuda de gratitud con
todos ellos y todas ellas.

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Alejandro Diez Hurtado

Sólo señalaré que para este trabajo, fue invalorable el apoyo


brindado por el PAR que no sólo nos abrió la posibilidad de
revisar sus materiales y algunas otras referencias bibliográficas
sino que nos brindó los resultados y los informes generados a
partir de la serie de talleres desarrollados para conocer las
expectativas de los desplazados, en diversas regiones del país.

Finalmente, el “nos” del último párrafo no es fruto de un horror


de concordancia sino el reconocimiento último de que todo
trabajo de este tipo es a fin de cuentas una obra colectiva, y éste
en particular debe parte de su existencia en primer lugar a
Susana Silva –responsable y monitora del tema desde la CICR–
a María Luisa Burneo, quien trabajó conmigo en la primigenia
búsqueda de información y a Lilian Kanashiro, quien compartió
la tarea de los cuidados de la edición del libro.

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Los Desplazados en el Perú

PRÓLOGO

P lasmar en un libro la realidad que vivió un grueso sector de


la población civil durante el conflicto vivido en el Perú es sin
duda una tarea difícil, no por razones metodológicas, sino, fun-
damentalmente, porque cuesta entender el dolor que los seres
humanos somos capaces de producir y, sobre todo, callar.

Cuando nos referimos al desplazamiento interno producto de la


violencia política, hay toda una complejidad de sufrimiento que
no se agota con enmarcarlo en la afectación colectiva de dere-
chos. Ciertamente, no hablamos de patrones de violación de de-
rechos tangibles como son la desaparición, la muerte, la viola-
ción sexual, el secuestro y la tortura que tienen nombres propios,
y por ello son claramente visibles. Al referirnos al desplazamien-
to hablamos en realidad de mucho más. Hablamos de la suma de
todo ello, de nombres de personas ajenas al conflicto que se fun-
dieron en el dolor, en el temor y en el silencio. Hablamos de per-
sonas que escaparon del horror y, sin que la sociedad pudiera
darse cuenta, cayeron en el olvido y en la indiferencia.

Para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), cuya expe-


riencia es vasta en la atención y asistencia humanitaria en países
en los que el desplazamiento interno ha sido una constante, re-
sultó siempre difícil de entender el proceso del desplazamiento
en el Perú. El éxodo característico en otros países que enfrenta-
ron procesos de desplazamiento permitió brindar una asistencia

7
Alejandro Diez Hurtado

organizada, así como un reconocimiento temprano del fenóme-


no por parte de los Estados. En el Perú, sin embargo, la tarea fue
mucho más compleja ya que el desplazamiento se produjo como
una diáspora que dio lugar a distintos tipos de migración con
características diversas unos de otros y con un cierto grado de
invisibilidad que aún persiste.

La invisibilidad del dolor humano resulta difícil de admitir, sin


embargo, es preciso reconocer que se dio y que ello, precisamen-
te, agudizó el sufrimiento de cada una de las personas que hoy,
según cálculos aproximados, conforman el medio millón de pe-
ruanos y peruanas que tuvieron que dejar de vivir para tan sólo
sobrevivir.

En ese contexto, afirmar que es deber de los Estados parte de los


cuatro Convenios de Ginebra, como el Perú, proteger en todo
momento a la población civil que no participa directamente en
las hostilidades, resulta a todas luces irónico.

La tarea es pues muy grande y no exclusiva del Estado Peruano


sino de toda la comunidad nacional e internacional. El CICR, como
parte de ella y en atención al mandato humanitario que le ha sido
conferido por los Estados, tiene el firme propósito de persistir en
su tarea de sensibilizar respecto a los límites de los conflictos ar-
mados y de recordar a los Estados su deber de protección frente a
la población civil.

En esta oportunidad, con la publicación del libro «los desplaza-


dos en el Perú» producto del estudio que con amable disposición
el profesor Alejandro Diez Hurtado aceptara realizar, el CICR
pretende coadyuvar en el esfuerzo de muchas organizaciones y
en el de los propios afectados, de poner en agenda un tema que
va más allá de la reparación económica y de la promoción del
desarrollo. En efecto, tal como lo remarca el profesor Diez en el
presente libro, el desplazamiento es un tema que plantea la nece-
sidad de entender, primero, que en el Perú, ha sido un proceso
carente de homogeneidad que exige atención según los distintos
grados de afectación sufridos, y, segundo, que es un tema que

8
Los Desplazados en el Perú

demanda el reconocimiento del estatus de afectado por la violen-


cia política.

Además de sistematizar la información sobre el fenómeno del


desplazamiento en el Perú y de enfatizar que éste es un tipo espe-
cífico de violencia política, la importancia del aporte del profesor
Alejandro Diez Hurtado radica en la identificación de los rasgos
propios que el desplazamiento ha acusado en el Perú. El silencio
tanto de las víctimas como de los causantes, y la invisibilidad del
proceso generalizado de desplazamiento, son signos sociológi-
cos cuyo análisis enriquecería sin dudas el esfuerzo de compren-
sión que la sociedad peruana ha emprendido, con tanto valor y
tanta dignidad, sobre su historia más reciente.

Para el CICR es importante participar en tan encomiable tarea.

Lima, 12 de enero de 2004

PHILIPPE GAILLARD
Jefe de Delegación Regional para Ecuador, Bolivia y Perú del
Comité Internacional de la Cruz Roja

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Los Desplazados en el Perú

GLOSARIO DE TÉRMINOS

Comedor Popular: Asociación femenina que provee principalmente


servicios de alimentación (menú) en zonas urbano marginales de
las ciudades y en algunas comunidades rurales. Habitualmente es
beneficiaria de repartos de víveres de parte del Estado.

Comité de Autodefensa: Grupos de comuneros organizados para


desarrollar labores de defensa y de enfrentamiento con grupos
subversivos. Aunque muchos de ellos surgieron espontáneamen-
te bajo el nombre de rondas campesinas, fueron por lo general pro-
movidos y fomentados por el Ejército Peruano como parte de la
estrategia contrasubversiva.

Comunidad Arrasada: Localidad rural afectada en grado sumo por


la violencia política: asesinato de parte de su población, desplaza-
miento de los restantes y destrucción de su infraestructura social y
familiar.

Comunidad Desplazada: Localidad rural cuya población se des-


plazó durante los años de la violencia.

Comunidad de Resistentes: Localidades re agrupadas en el con-


texto de la violencia política que optaron por la permanencia en la
localidad de origen o a proximidad de ésta, implementando estra-
tegias de defensa y de enfrentamiento a los grupos subversivos.

Comunidad de Retornantes: Localidades rurales en las que se cuen-


ta un porcentaje importante de población desplazada que optó por
el retorno, pasado el período de la violencia.

Ejército Asháninka (oyaverite): Grupos asháninkas alzados en ar-


mas y organizados para el enfrentamiento al MRTA y a Sendero
Luminoso en la selva central.

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Alejandro Diez Hurtado

Estrategia a dos pies: Modalidad de ocupación del espacio basa-


da en la residencia diferenciada en campo y ciudad de los
miembros de una familia nuclear, por motivos de estudio o trabajo.

Insertado: Poblador originalmente desplazado que ha optado por


el establecimiento definitivo en la ciudad o localidad de refugio.

GLOSARIO DE SIGLAS

APRODEH = Asociación Pro Derechos Humanos


ASFADEL = Asociación de Familiares de Desplazados de Lima
CAAAP = Centro Amazónico de Antropología de Aplicación Práctica
CAD = Comité de Autodefensa
CCC = Centro de Capacitación Campesina
CODEAC = Coordinadora de desarrollo y apoyo comunal
CONEP = Concilio Evangélico del Perú
CEDESPRA = Centro de desarrollo y promoción rural Ayacucho
CEPRODEP = Centro de Promoción y Desarrollo Poblacional
CVR = Comisión de la Verdad y Reconciliación
DNI = Documento Nacional de Identidad
DPI = Documento Provisional de Identidad
EDA = Enfermedad Diarréica Aguda
INEI = Instituto Nacional de Estadística e Informática
IRA = Infección Respiratoria Aguda
SL = Sendero Luminoso
MRTA = Movimiento Revolucionario Tupac Amaru
OIM = Organización Internacional para las Migraciones
ONG = Organización no gubernamental
PROMUDEH. = Ministerio de Promoción de la Mujer y del Desa-
rrollo Humano
TBC = Tuberculosis

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Los Desplazados en el Perú

INTRODUCCIÓN

L uego de algunos años en el ojo de la discusión sobre la pro-


blemática de los afectados por la violencia política, el tema
del desplazamiento ha ido diluyéndose al punto de que hoy en
día pasa prácticamente desapercibido frente a otras categorías de
población consideradas prioritarias, como las víctimas de tortu-
ras y ejecuciones extrajudiciales o los desaparecidos.

Este trabajo tiene por finalidad destacar esta categoría particular de


afectado por la violencia, tratando de perfilar sus características, su
situación actual y proponer sugerencias para una estrategia o
política de reparación.

El desplazado1 es un damnificado por la violencia política afectado


en modos y grados específicos, diferentes a los de otras categorías
de víctimas. El fenómeno del desplazamiento es un acto vivido
individual y familiarmente pero que afecta a poblaciones enteras,
por lo que tiene también una dimensión colectiva y una serie de

1
«Aquellas personas que se han visto forzadas a migrar dentro del territorio
nacional abandonando su localidad de residencia o sus actividades económicas
habituales porque su vida, integridad física o libertad han sido vulneradas o se
encuentran amenazadas, debido a la existencia de las siguientes situaciones
causadas por el hombre: conflicto armado interno, disturbios o tensiones inte-
riores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos Humanos u
otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan alterar
o alteren drásticamente el orden público» (Reunión Técnica permanente sobre
desplazamiento en las Américas, Costa Rica, 1993. Citado en Mendoza 2000).

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Alejandro Diez Hurtado

consecuencias para individuos y comunidades. Desplazada es


aquella persona o colectividad que se ve forzada a dejar su lugar
de residencia, y con ello sus pertenencias, sus intereses, sus fami-
liares y su mundo de vida, durante un lapso de tiempo en el cual
se encuentran imposibilitadas de volver porque ello pondría en
riesgo su integridad física y mental e incluso su propia existencia.

Aunque un desplazado es a fin de cuentas un emigrante, se dife-


rencia de él por las siguientes características fundamentales: 1) el
emigrante sale, en principio, voluntariamente, en tanto que el
desplazado lo hace por necesidad (real o percibida); 2) el emi-
grante busca mejorar sus condiciones de existencia y parte a la
búsqueda de nuevos horizontes, en cambio, el desplazado debe
salir de manera perentoria dejando un lugar del que no pensaba
necesariamente alejarse2. El emigrante puede en principio volver
cuando lo desee, el desplazado no puede hacerlo hasta que por lo
menos cesen las causas que lo obligaron a salir de su lugar de
origen.

La conceptualización del término «desplazado» respondió a una


necesidad humanitaria (nacional e internacional) pero también
jurídica: el reconocimiento de una categoría de población afecta-
da forzada a desplazarse fuera de su lugar de origen pero dentro
de su país, distinguiéndose así de la población refugiada que se
caracteriza por tener que salir de su país. La categoría «desplaza-
do» se construye para establecer un status de particular de ex-
cepción que facilite la focalización de acciones de ayuda hacia
dichas poblaciones. Se trata de un término con connotaciones
políticas cuya aplicación ha permitido favorecer a determinadas
poblaciones mediante la ayuda humanitaria, legal, psicológica y
promoción del desarrollo.

2
Y ello incluso en el caso de que algunos desplazados hayan sido emigrantes en
potencia. Por otro lado, hay diferencias en el desplazamiento de acuerdo a zo-
nas y momentos: hay quienes se vieron forzados a huir «con lo que llevaban
puesto» en tanto que otros pudieron planificar mejor el desplazamiento, lo que
les permitió tomar una serie de precauciones económicas y regular mediana-
mente el asunto de sus pertenencias antes de salir de sus localidades.

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Los Desplazados en el Perú

Aunque no existe claridad sobre la caducidad o la duración de


dicha condición, se puede entender que se trata de una condición
temporal que terminaría cuando el desplazado retorna a su lugar
de origen. Esta suposición es simplista y desconoce el hecho que
el fenómeno del desplazamiento ha desencadenado una serie de
procesos sociales con consecuencias diversas para la población
implicada. Por ello, es necesario distinguir, por un lado, entre la
experiencia de desplazamiento y la condición de desplazado y,
por otro, entre las diversas maneras por las que dicha condición
puede cesar. Así, si la experiencia del desplazamiento es única e
independiente del lugar de destino y del devenir posterior de los
afectados, no se borraría por su decisión de inserción, retorno o
cualesquiera estrategias que se adopten, sino que la condición de
desplazado se terminaría cuando se adquiera una nueva condi-
ción que suponga cierto grado de superación de la carencia gene-
rada por el proceso de desplazamiento.

En base a esta premisa, los procesos de desplazamiento y la


condición de desplazados caducarían por dos caminos:
1) cuando los desplazados/insertados adscriben la condición e
identidad de pobladores urbanos, con similares características
a las de otros emigrantes a las ciudades (lo que ya se verifica en
buena parte de la población desplazada e insertada en Lima);
2) cuando los retornantes han restablecido en sus localidades
de origen condiciones de vida semejantes o mejores a las que
tuvieron antes de su desplazamiento y cuando se haya res-
tablecido cierta paz social a través de la reconciliación o el
establecimiento de nuevos equilibrios socialmente acepta-
dos (proceso aún en curso en diversas comunidades del país).

Éste es un trabajo elaborado sobre una serie de fuentes publica-


das y no publicadas durante la última década y media sobre la
problemática del desplazamiento y temas afines. Dichas fuentes
son diversas y se encuentran dispersas en bibliotecas y archivos
de los diversos agentes preocupados por la problemática a lo lar-
go de estos años. El grueso de la información proviene de cinco
tipos de fuentes:
1) pequeños artículos, folletos y revistas publicadas con la
finalidad de hacer visible el fenómeno del desplazamiento
ante un público amplio;

15
Alejandro Diez Hurtado

2) textos de balance de la situación de los desplazados expuestos


en seminarios o reuniones convocadas alrededor de la
problemática;
3) estudios sobre el desplazamiento, elaborados por tesistas u ongs;
4) informes, memorias y evaluaciones sobre algunas instituciones
dedicadas al tema, tanto estatales como privadas; y,
5) encuestas parciales aplicadas en diversas épocas y lugares a
poblaciones desplazadas (dos sobre desplazados –1996 y 20013-
y una sobre población retornante4 –1997-)5.

Cabe señalar que a pesar de la diversidad de las fuentes, la infor-


mación sobre el tema es escasa, muy general y repetitiva. Algunas
de ellas se pierden en pequeños detalles de poca significancia, otras
en generalidades demasiado gruesas sin presentar información para
sustentar las afirmaciones formuladas. Así por ejemplo, aunque
existen fuentes que abordan el fenómeno de los desplazados en
Huancayo e Ica, éstas se circunscriben a detalles muy puntuales y
referenciales.

Este documento consta de seis partes: comienza con algunas


consideraciones sobre la manera de enfocar los procesos de des-
plazamiento, inserción y retorno que se describen en la segunda
parte; una tercera sección proporciona algunos casos específicos a
manera de ilustración del proceso. La cuarta parte describe la si-
tuación actual de los desplazados insertados y retornantes y la
quinta discute su cuantificación y los niveles de afectación. Final-
mente se formulan algunas conclusiones y recomendaciones.
3
La primera se aplicó a nivel de familias y la segunda a individuos, por lo que
algunos de sus datos no son fácilmente comparables. La encuesta de 1994 se
aplicó sobre una muestra de 900 familias en las ciudades de Lima (280), Huancayo
(180), Huamanga (260) y Huanta (180). La encuesta del 2001 se aplicó en las
ciudades de Apurímac (151 encuestas), Ayacucho (148), Ica (150), Junín (150) y
Lima (350). En ambos casos el universo se construyó a partir de los desplazados
organizados.
4
La encuesta de caracterización de la población retornante se aplicó sobre 437
distritos: 292 priorizados por el PAR (en los departamentos de Ayacucho, Junín,
Huancavelica, Apurímac y Huánuco) y 145 distritos con alta tasa de emigración
y/o tasa negativa de crecimiento poblacional (en 10 departamentos)
5
No se ha utilizado para el trabajo las cifras del censo por la Paz elaborado por
el PAR durante el gobierno de transición, cuya validez ha sido cuestionada a
posteriori por el propio PAR.

16
Los Desplazados en el Perú

I.
UNA CUESTIÓN PREVIA:
NO UNO SINO MUCHOS TIPOS DE DESPLAZADOS

U no de los principales problemas para la comprensión del fe-


nómeno del desplazamiento forzado en el Perú es su tratamiento
como si fuera un fenómeno homogéneo. Si algunos trabajos incluyen
clasificaciones de los desplazados de acuerdo al origen, el lugar
de destino y la forma del desplazamiento1, éstas no son incorpo-
radas en sus análisis posteriores y tampoco en sus recomendaciones.

Dejar de lado la diversidad del fenómeno lo hace aparecer como


un proceso amorfo, poco claro y por momentos simplemente
confuso o incoherente. Ahora bien, los trabajos desarrollados y

1
Coral (1994: 10) propone cuatro variables para construir una tipología de despla-
zados en el Perú: 1) causal de desplazamiento, 2) ubicación de los desplazados, 3)
modalidad de asentamiento y, 4) perspectivas futuras. Sin embargo, no llega a
integrarlas en una única tipología, generándose en cambio tantas tipologías como
variables. Así, los desplazados se clasificarían: 1) Por causal de desplazamien-
to: por arrasamiento de comunidades, por incursión armada en varios momen-
tos en una misma comunidad, por agresión directa (asesinato, chantaje, etc.),
por reclutamiento forzado, por prevención, por desarticulación de condiciones
de trabajo y de vida en general. 2) Por ubicación: desplazados extrarregionales
(abandonan su departamento) e internos (dentro del mismo departamento de
origen). 3) Por la modalidad de asentamiento: recentralizados (con tendencia a
recentralizarse como comunidad, ubicándose colectivamente), concentrados
(asentados en campamentos provisionales, a veces protegidos por el ejército o
promovidas por la Iglesia) e itinerantes (que se mueven permanentemente en
función de situaciones de riesgo). 4) Por la alternativa que elijan (perspectivas
futuras): en proceso de inserción definitiva, en proceso de reinserción o
retornantes, y en proceso de reubicación (en lugares distintos al de origen y al
de recepción).

17
Alejandro Diez Hurtado

los casos descritos sobre la problemática muestran que el despla-


zamiento es un fenómeno multiforme, con grados diversos de
complejidad y singulares características según los casos. Estas
diferencias están a la base de los procesos o itinerarios
experimentados por los desplazados en los años siguientes
al desplazamiento y ayudan a entender sus diferentes estrategias
respecto al retorno o la inserción en los lugares de destino.

Así por ejemplo, sabemos que los desplazados no corresponden


a una sola categoría socio económica y que existía diferenciación
entre la población que tuvo que salir de sus localidades, lo cual
ha marcado diferencias en los motivos, las estrategias y las características
del desplazamiento.

En grueso y según este criterio, parece posible distinguir entre


tres categorías de origen de la población:
1) campesinos comuneros provenientes de zonas y regiones con
diferente grado de integración al mercado y diferentes grados
de acceso y comunicación;
2) pobladores «urbanos», comuneros y mestizos residentes en
pueblos; y
3) élites locales, residentes en capitales de provincia y departamento
(Kirk 1991).

Sobre esta clasificación, Coral (1996) ensaya una proporción


entre la población desplazada según estas tres categorías
resultando que de acuerdo al origen, los desplazados serían:
70% comuneros, 20% urbanos y 10% élites. Por su parte, los
procesos de refugio habrían correspondido también a dichos
escalones sociales: los comuneros se dispersaron y algunos se
establecieron en grupos; los poblanos se integraron y relacionaron
con organizaciones de residentes; en tanto que las élites vivieron
procesos menos traumáticos (Coronel 1997).

Aunque útil, dicha clasificación es aún demasiado general por lo


que, sobre la base de la lectura de diversos documentos existentes,
se propone un esquema conceptual que permita entender mejor
el fenómeno en su diversidad. El esquema se construye sobre la
combinación de cuatro variables: tipo de lugar de origen, tipo de
18
Los Desplazados en el Perú

lugar de destino, estrategia de desplazamiento o inserción y, evo-


lución posterior; el cual, aplicado a los diversos casos, permite
ubicar los procesos de retorno, de inserción y de cambio en un
patrón de ocupación del espacio (ver Cuadro 1).

Según el esquema, existirían 15 trayectorias posibles dependiendo de


la categoría del lugar de origen y de destino (independientemente de
si el trayecto fue paulatino –con escalas- o realizado directamente
de una sola vez). El número de opciones disminuye o aumenta
progresivamente de acuerdo al tamaño y la categoría política de
los espacios de origen. Así, el número de opciones es mayor
conforme nuestra unidad de origen sea más pequeña y más alejada,
y menor cuanto mayor sea el grado de integración y centralidad
del punto de origen: el desplazado de un anexo tiene seis posibles
lugares de destino y por lo tanto, seis trayectorias; el que sale de
una capital de distrito, cuatro posibilidades; el que sale de una
capital de provincia, tres; y, finalmente, quien sale de una capital
de departamento, sólo dos.

Así, los desplazados de anexos de comunidades lejanas optaron


por una de seis alternativas:
1) desplazarse a otro anexo o comunidad más segura;
2) ir a una comunidad de resistentes2 o a proximidad de una
base militar;
3) dirigirse a la capital de distrito;
4) dirigirse a una capital de la provincia;
5) dirigirse a una capital de departamento;
6) dirigirse a Lima3.

2
Entendemos por «comunidad de resistentes» a aquellas que por iniciativa propia
o con apoyo del Ejército optaron por no desplazarse, implementando estrategias de
defensa y de enfrentamiento a Sendero Luminoso en sus espacios locales de origen
o a proximidad de éstos.
3
El planteamiento amplía la descripción de Coronel sobre el desplazamiento de
comunidades en la zona norte del departamento de Ayacucho, que se dio a
diversos niveles: 1) desplazamiento de comunidades anexas hacia la comuni-
dad mayor, 2) desplazamiento de comunidades hacia ciudades menores de la
región, manteniendo vínculos en la ciudad con la perspectiva de retorno, y 3)
desplazamiento de comunidades (o grupos de familias) a ciudades mayores, en
la perspectiva de instalarse en ellas (Coronel 1999: 201)

19
Alejandro Diez Hurtado

En el otro extremo, los desplazados provenientes de una capital


departamental emigraron a otro centro político semejante o, en
su defecto, a Lima.

El esquema se completa con las estrategias implementadas por


los desplazados, que -de acuerdo a los lugares de refugio- se
limitarían a tres:
Estrategia 1: (E1 en el esquema) en otros anexos y comunidades o
de las bases de refugio donde impera una estrategia de búsqueda
de seguridad y refugio en la cual se opta por el ocultamiento y la
seguridad o protección, o por enfrentarse a los grupos subversivos
integrándose a las Comités de autodefensa (CADs) o constituyen-
do comunidades de resistentes;
Estrategia 2: (E2) en las capitales de distrito y de provincia e
incluso en algunas capitales de departamento donde la estrate-
gia es la búsqueda de seguridad mediante el asilo temporal a
manera de migración interna del campo a la ciudad; y,
Estrategia 3: (E3) en las capitales de departamento, en las ciudades
más lejanas al lugar de origen pero sobre todo en Lima, donde
predominaría una estrategia de emigración más permanente, de
abandono de bienes y alejamiento del lugar de origen.

20
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 1:
Esquema de procesos de desplazamiento, refugio, inser-
ción y retorno
Lugar Lugar Tipo de Evolución
de origen de destino estrategia posterior
(opción)
Anexo o Anexo o E1 EV1
comunidad comunidad Refugio Retorno cuando
(6 opciones: (1) Temporal las condiciones
1 al 6) de seguridad
lo permitan

Base de E1
refugio Refugio
(2) Temporal

Capital de Capital E2 EV2


distrito de distrito Refugio Retorno
(4 opciones: (3) Temporal o de Patrón de doble
3 al 6) mediano plazo residencia
Desarrollo de
estrategias
«a dos pies»

Capital de Capital E2
provincia de provincia Refugio
(3 opciones: (4) Temporal o de
4 al 6) mediano plazo

Capital de Capital de E3 EV3


departamento departamento Migración Retorno
(2 opciones: (5) interna Doble
5 y 6) residencia
Inserción en
lugar de
destino

Lima (6) E3
Migración de
larga distancia

21
Alejandro Diez Hurtado

Las tres estrategias presentadas corresponden a las vías de evo-


lución que desarrollaron los desplazados una vez amainada la
violencia o cuando las condiciones de seguridad en los lugares
de origen permitieron considerar la eventualidad de un retorno.
Así en la Evolución 1 (EV1 en el esquema) quienes salieron en
busca de refugio a comunidades próximas o la capital del distri-
to, optaron rápidamente por el retorno en la medida que su des-
plazamiento fue siempre considerado como «temporal». En la
Evolución 2 (EV2), quienes salieron de capitales de provincia o
departamentos cercanos, además del retorno, ensayaron un re-
torno condicionado de carácter temporal buscando consolidar su
nueva posición sin perder las ventajas de la localidad de origen.
De esta manera, desarrollaron una estrategia que les permitió (y
permite) ocupar ambos espacios a la vez. Finalmente, en la
Evolución 3 (EV3), quienes se desplazaron a capitales de
departamento lejanas y en particular a Lima, desarrollaron
–además de las dos anteriores– estrategias de inserción en el lugar
de destino en búsqueda de alguna oportunidad de retorno
eventual para ordenar y cancelar sus asuntos en su lugar de
origen.

Este esquema provee también un marco para entender algunas


de las secuelas atribuidas al fenómeno del desplazamiento per-
mitiendo establecer en qué grado las distancias podrían haber
afectado a los desplazados. Así, por ejemplo, si se asume como
válida la premisa que el grado de «shock» cultural experimentado
será tanto mayor cuanto mayor sea la distancia física y cultural
recorrida, el esquema mostraría una pequeña afectación en el
desplazamiento a comunidades cercanas, un cierto impacto –pero
«conocido»- en el caso de las estrategias de migración interna a
capitales de distritos o provincias de la región y un impacto
mayor para los desplazados de pequeñas comunidades que van
a las ciudades de la costa.

El esquema provee además la posibilidad de construir una ma-


triz de combinatoria, en la que se muestran las composiciones
posibles. Así, en el cuadro 2, la columna de la izquierda muestra
los lugares de origen en tanto que las dos de la derecha muestran
los posibles lugares de destino y las estrategias que permiten
22
Los Desplazados en el Perú

cada uno de ellos. El cuadro muestra que cuanto más grande es


el lugar de destino, las posibilidades de los desplazados son ma-
yores: aquellos que se desplazan a un anexo o comunidad,
pueden quedarse como refugiados por un tiempo, pero lo más
probable es que retornen; en cambio aquellos que se dirigieron a
una capital departamental pueden optar por la emigración
temporal y el retorno pero también ensayar estrategias de doble
residencia o de inserción.
Cuadro 2
Matriz de estrategias percibidas de acuerdo
a lugares de origen y destino
Lugar de origen Lugar de destino Estrategias posibles
Anexo o comunidad Anexo o comunidad Refugio/retorno
Capital de Distrito Capital de Distrito Asilo/retorno
Capital Capital de Asilo/retorno/doble
de Provincia Provincia residencia
Capital de Capital de Migración temporal/
Departamento Departamento retorno/doble resi-
dencia/inserción
Ciudad de Lima Migración/retorno/
doble residencia/
inserción
Fuente: Cuadro 1

Este esquema y esta matriz no cubren, sin duda, la totalidad de


las posibilidades de manifestación del fenómeno. Es claro que en
los hechos, los procesos de desplazamiento involucran amplios
espacios geográficos y se producen de manera diversa: algunos
suponen sólo el traslado entre la localidad de origen y el centro
de refugio; otros suponen una serie de pasos o etapas entre la
localidad de origen y el punto final de destino; finalmente otros
serían sólo itinerantes sin encontrar nunca una posición fija (Coral
1995). Asimismo, muchos de los procesos no han sido «lineales»
sino que han supuesto una serie de marchas y contramarchas,
desplazamientos y retornos, antes de fijarse en un lugar deter-
minado como desplazados o como resistentes. Sin embargo, este
esquema sí permite abordar el fenómeno desde un nivel de com-
plejidad mayor al que se ha venido trabajando habitualmente y
quizás, por ello, permita entenderlo mejor.

23
Los Desplazados en el Perú

II.
PROCESOS DE DESPLAZAMIENTO,
RETORNO E INSERCIÓN

L a migración poblacional que se conoce como desplazamiento


es una consecuencia de la violencia política experimentada
por el país por la presencia de Sendero Luminoso y el MRTA y
por las respuestas del Estado y la sociedad peruana ante ello. Se
sabe que la situación de inseguridad y de peligro aceleró la emi-
gración ya existente, generando los procesos de desplazamiento.
Sin embargo, las razones que impulsan esta movilidad forzada
fueron diversas y variaron según las zonas y los períodos.

Aunque el propósito de este trabajo no es explorar las causas del


fenómeno –múltiples, complejas y diversas según las zonas y
momentos- mencionaremos que, de modo general, se señalan
cuatro tipos de causas directas:
1) pérdida de algún familiar,
2) recepción de amenazas o sensación de próxima víctima1,
3) reubicación forzada2 y,
4) sensación de inseguridad general (Coral 1996, Reyes 1993).

1
Ante la prolongación del conflicto, los actores empiezan a entrever la posibili-
dad o necesidad de emigrar antes de ser afectados directamente y de que sea
tarde para salir (Reynoso 1993); en algunos trabajos se llama a esto la «sensa-
ción de próxima víctima».
2
En 1984, la Marina estableció nueve campos de refugiados en zonas de emer-
gencia, forzando el desplazamiento de 1435 personas (Kirk 1991: 15). Los cam-
pos fueron establecidos en: Huayao (581 personas), Yanta Yanta (202 personas),
Pucamarca (122 personas), Tantar (175 personas), Ccescce (145 personas), Vicus
(100 familias), Pata Pata (60 familias) y Pukrura (50 familias)

25
Alejandro Diez Hurtado

Bajo el interés de mirar el fenómeno en su conjunto, se hace nece-


sario ensayar una clasificación por períodos que incluyan tanto
el desplazamiento como el retorno, que por lo general los estu-
dios y textos consultados consideran por separado.

Para ello existe un problema de fuentes pues la mayor parte de


ellas usan años diferentes para establecer cortes entre uno y otro
período y existen además diferencias entre las clasificaciones en
el tiempo del fenómeno a nivel nacional y aquellas de carácter
más regional o local. No obstante ello, en un intento por aclarar el
panorama, a modo de propuesta se presenta una periodificación
aproximada, de carácter general, elaborada en base a un cotejo
entre varias de las diversas fuentes existentes (Kirk 1991; Coral
1994; Soto 1997; Suyasun 1997; INEI 1998):

1. 1983-1985: Primeras oleadas del desplazamiento que afecta-


ron principalmente a la población joven y a las élites locales
de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica (Provincias de
Víctor Fajardo, Cangallo, Huanta, Vilcashuamán,
Huancavelica, Tayacaja, Churcampa y otras). En este perío-
do, la mayoría de las veces se trató de una huida precipitada
que no dio lugar a llevar muchas pertenencias y en algunos
casos a salir sólo con lo que se tenía puesto.
2. 1986-1989: Generalización del fenómeno a diversas regiones
del país donde se combina la salida precipitada predominante
en la etapa anterior, con algunos desplazamientos «planea-
dos» de carácter preventivo. El «planeamiento» permitió
llevar algo de dinero consigo y encargar a parientes el cuidado
de las chacras. En este período se desarrollaron los primeros
ensayos y experiencias –por lo general fallidas como en los
casos de Huambalpa y Acomarca- de retorno en Ayacucho,
Apurímac y Huancavelica3
3. 1990-1992: Continúa el desplazamiento pero de carácter menos
masivo que en los años anteriores y cada vez más planificado
en los espacios ya afectados. Corresponde a esta etapa un
desplazamiento de los escenarios hacia las zonas de ceja de
3
En Ancash esta época marca ya el inicio del retorno sostenido: el 50% de los
retornos en el departamento data de este período (INEI 1998).

26
Los Desplazados en el Perú

selva y donde toma particular relevancia la problemática de


los grupos asháninkas. Es el período de las primeras
experiencias sostenidas de retorno y de exploración de
la posibilidad del mismo, por lo general espontáneas y sin
ningún tipo de ayuda externa. Corresponde también al inicio
del proceso de creación de asociaciones de desplazados y al
desarrollo de programas de ayuda.
4. 1993-1998: Disminución y focalización del proceso de despla-
zamiento, y consolidación del proceso de retorno espontáneo o
asistido, desde las organizaciones de desplazados, el Estado o
las ONGs.
5. 1999-2003: Agotamiento de los procesos de desplazamien-
to y retorno; afianzamiento de estrategias escogidas por los
actores hacia sus derroteros específicos. Así, los insertados
se encuentran ya consolidados en sus espacios de residencia
actual (en ciudades); los retornantes se encuentran inmersos
en procesos de reconstrucción y de reacomodo social (recon-
ciliación o re estructuración social); y, los desplazados, con
intereses claros y equilibrados entre los espacios de inserción y
el retorno limitado. Este período coincide con el agotamiento
del ciclo de las ayudas a desplazados desde las ONGs, con
los cambios en las estrategias del PAR y con la crisis de las
organizaciones de desplazados que, sin embargo, experimentan
un reflujo gracias a la creación de la Comisión de la Verdad
y Reconciliación (CVR).

Esta periodificación muestra el proceso general pero no puede ni


pretende dar cuenta del sinnúmero de experiencias singulares de
los individuos o de las familias y tampoco de los diversos
momentos o períodos definidos regionalmente para cada uno de
los lugares de expulsión y de refugio.

Por otro lado, es difícil evaluar la cantidad de población movili-


zada en cada uno de dichos períodos, pues no hay cifras confiables
sobre desplazados o retornantes. Sin embargo, la información del
Censo de retornantes del INEI proporciona algunas cifras parciales
que nos permiten ciertas aproximaciones para los diversos períodos
y regiones (ver cuadro 3).

27
Alejandro Diez Hurtado

ITINERARIOS DE DESPLAZAMIENTO.
SIERRA CENTRAL

Fuente: IDEELE N° 28, agosto 1991

28
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 3
Períodos de desplazamiento y retorno
(sobre población retornante) en porcentajes
Años4
1981-1985 1986-1990 1991-1993 Después Total
Desplazamiento 45.4 39.5 11.8 1993 100.0
Ayacucho 60.4 32.2 6.5 3.3
Junín 2.5 42.9 43.8 0.9
Apurímac 26.3 68.6 4.1 10.8
Huancavelica 39.1 47.4 9.8 1.0
Huánuco 22.7 30.4 22.0 3.7
Ancash 20.8 66.7 8.3 24.9
Retorno 0.6 16.4 28.8 4.2 100.0
Ayacucho 0.6 15.9 26.3 54.2
Junín 0.2 8.2 38.1 57.3
Apurímac 0.3 23.6 32.6 53.5
Huancavelica 2.0 21.5 31.3 43.4
Huánuco 0.2 15.4 21.9 45.2
Ancash 0.0 62.5 12.5 62.5
Fuente: INEI 1998 25.0

Así, casi dos terceras partes de los desplazados de la región


Ayacucho salieron antes de 1985, retornando en su mayoría des-
pués de 1993. En cambio, en Apurímac, Ancash y Huancavelica,
el pico del desplazamiento se produjo entre 1986 y 1990, en tanto
que en Junín el desplazamiento se habría producido entre 1986 y
1993 y en Huánuco de manera casi constante durante todo el
período analizado. Del lado del retorno, los ancashinos fueron
los primeros en regresar, cerca de un tercio de los desplazados de
Junín, Apurímac y Huancavelica retornaron entre 1991 y 1993, en
tanto que en todas las regiones es a partir de dicha fecha que se
produce el grueso de los retornos.

4
Los períodos han sido adaptados y uniformizados pues el censo del
INEI sobre población retornante no utiliza los mismos periodos para
desplazados y retornantes: para población desplazada señala los años
1981-1985; 1986-1990; 1991-1992; y después de 1992. Para los retornos
distingue entre 1982-1984; 1985-1987; 1988-1990; 1991-1992 y desde 1993.

29
Alejandro Diez Hurtado

Estas cifras gruesas ocultan los micro-procesos locales, que mues-


tran matices y diferencias entre diversos tipos de poblaciones y
entre regiones o provincias dentro de los departamentos. Así por
ejemplo, en Ayacucho el desplazamiento tuvo características y
períodos diferentes de acuerdo a las zonas: si las localidades del
norte de Ayacucho (Huanta y La Mar) fueron prácticamente des-
pobladas entre 1983 y 1984, aquéllas de la zona centro sur (Cangallo,
Fajardo), experimentaron un desplazamiento parcial y selectivo que
se prolongó por varios años (Del Pino 2001). El período de despla-
zamiento en Huánuco y Junín también tuvo sus variaciones, cuyas
poblaciones serranas migraron tempranamente en tanto que la
población amazónica lo hizo en los últimos períodos; y esta distinción
tampoco aparece en las cifras agregadas.

Por otro lado, los destinos varían de acuerdo a las zonas. Lima
fue el lugar escogido por el 22% de los desplazados-retornantes;
21% se desplazó a otro departamento en tanto que 22% lo hizo a
otro distrito de su provincia de origen. Hay gran variación de
acuerdo a las zonas: dos terceras partes de los desplazados en
Junín se quedaron en su provincia igual que la mitad de los
ayacuchanos y huanuqueños; en tanto que más de dos terceras
partes de los apurimeños y huancavelicanos y la tercera parte de
los ayacuchanos se dirigieron a otro departamento; los ancashinos
se desplazaron casi íntegramente a Lima.

30
Cuadro 4
Destino de desplazamiento de la población retornante, por departamento

Departamento Total Destino del desplazamiento


Intra Otro Capital Otra Capital Otro Lima
distrital distrito provincia provincia departamental departamento
Total 100 22.0 13.6 11.9 5.8 3.8 20.8 22.1
Ayacucho 100 28.9 9.3 13.5 5.3 3.6 19.4 20.0
Junín 100 20.2 35.8 8.5 11.9 9.1 5.1 9.4
Apurímac 100 5.1 12.2 12.4 2.4 0.7 27.9 39.3
Huancavelica 100 1.7 8.2 2.5 1.9 0.4 48.5 33.6
Huánuco 100 15.8 26.0 16.6 14.8 6.5 12.4 0.9

31
Ancash 100 - - - - - 8.3 91.7
Fuente: INEI 1998
Los Desplazados en el Perú
Alejandro Diez Hurtado

2.1. Los procesos de inserción

En sí mismo y en todos los casos, independientemente de las


expectativas de retorno o de inserción, el proceso de desplazamiento,
cualquiera fuera su evolución, implica un proceso de adaptación a
las condiciones impuestas por el medio en el que se insertan,
incluso en el caso que la inserción fuera temporal. De hecho, el
proceso de desplazamiento sólo puede ser entendido si se aborda
como contraparte el análisis de los procesos de inserción. Así,
aunque ambos son vividos de manera particular y diversa por
cada uno de los afectados, y son ante todo, experiencias personales
irrepetibles, es posible encontrar algunas constantes en las etapas
por las que se transita, en las alternativas encontradas, en los
puntos de llegada y en los problemas no resueltos.

Por lo general, el proceso de inserción resultó condicionado por


las redes y recursos personales con los que se contaba en la zona
de refugio, el año de desplazamiento, el tipo de situación de
violencia vivida y el modo de vida anterior (Suyasun 1997: 59).
Desde la experiencia vivida por las personas y las familias parece
posible distinguir tres momentos en el proceso de inserción en
los ámbitos urbanos5:

1) Llegada a la zona de refugio: situación de shock y primeras


aproximaciones al nuevo entorno. Generalmente hospedados
en casas de parientes o de paisanos, los desplazados se
hallaron en situación de inamovilidad, experimentaron
depresión y nostalgia, somatizando («todo me duele») y
sintiendo pena por la pérdida de parientes. Superada la
postración inicial, empezaron a aprender los rudimentos de
la supervivencia en su nuevo entorno y salieron a las calles
para conseguir comida y trabajo.
2) Establecimiento en la ciudad. Luego de un año, aproxima-
damente, las familias ya se encontraban «ubicadas». Tenían
un lote donde vivir, los varones tenían algún trabajo –por

5
Aunque la secuencia propuesta fue elaborada a partir del caso del desplaza-
miento en Lima, suponemos que el proceso fue semejante en otras ciudades
destino, con algunas diferencias más de grado que de género.

32
Los Desplazados en el Perú

precario que sea-, las mujeres se hallaban conectadas con


redes de apoyo a la supervivencia (aunque muchas conser-
vaban el temor y la depresión), los niños iban a la escuela y
la añoranza por la tierra era menos marcada.
3) Asentamiento y aculturación. A partir de los cuatro años,
los hombres ya se encontraban regularmente asentados en
el mercado laboral existente en la zona, las mujeres a las
redes de supervivencia al interior de la comunidad y los
niños inmersos en la vida escolar. En general, se dio una
mejoría de las condiciones de vivienda y mejor desenvolvi-
miento en la ciudad, así como mayores posibilidades de
desarrollo personal y familiar, lo que finalmente les aproximó
significativamente a la decisión de quedarse (Suyasun 1997)

Por supuesto que este proceso general no fue uniforme en todas


las etapas y aspectos que plantea la problemática del desplaza-
miento. Si bien todos conducen a un mismo proceso general de
inserción y asentamiento, cada uno de sus componentes tuvo su
propio ritmo. La inserción económica tuvo un proceso que atra-
vesó por la convivencia con los parientes, la dependencia de ellos,
y luego de la ayuda humanitaria seguida por la incorporación al
espacio laboral urbano en condiciones desventajosas. Precisamente,
este último factor fue lo que por lo general motivó y, en muchos
casos, obligó a obtener un mínimo nivel de (auto) capacitación y
aprendizaje.

El asentamiento en el nuevo espacio de residencia supuso ade-


más la lucha por la vivienda, pasando primero por la invasión de
terrenos y luego por la búsqueda y obtención de servicios básicos,
que fueron mejorando paulatinamente. Por lo general, la obtención
de vivienda, por precaria que ésta sea, marca un hito en la historia
de la inserción urbana de cada familia. De ahí que la residencia se
consolidara en el pilar central no sólo del proceso para asegurar
la alimentación vía la integración a comedores populares u otras
redes de apoyo a la supervivencia, sino muy especialmente del
proceso de adaptación cultural.

Muchas personas debieron comenzar por aprender el castellano,


pero todas debieron aprender las reglas de interacción s o c i a l
33
Alejandro Diez Hurtado

c o tidianas o simplemente de circulación en el ámbito urbano. En


el primer año, hubo procesos de adaptación cultural «primaria»
(inicial o básica), que irían complementándose en los años siguientes.
En algunos ámbitos y bajo particulares condiciones de exclusión,
el proceso de adaptación básica duró varios años –y en algunos
casos no se logró– debido en parte a la estigmatización de los
pobladores serranos en general, y de los ayacuchanos en particular,
pero también de situaciones de diferencia cultural extrema, como
el caso de los muy ancianos.

Finalmente, la seguridad personal y los problemas derivados de


la indocumentación fueron solucionándose por factores externos
no derivados de las experiencias propias a los desplazados sino
de la sociedad en general y por las campañas de re-inscripción de
ciudadanos emprendidas desde principios de los noventa. Asi-
mismo, la inseguridad y la sospecha de ser «terrorista» fueron
también disminuyendo ante el retraimiento y disminución de la
violencia política.

Cabe señalar que las etapas de los procesos de inserción descritas


corresponden paso a paso a las comunidades desplazadas de
Ayahuanco o Huahuapuquio, quienes salidos en 1983 experimentaron
en primer término un choque cultural. Posteriormente, y luego
de un proceso paulatino de adaptación, se dedicaron a la producción
artesanal y a la venta ambulatoria y se articularon a redes vecinales
y populares.

En tal sentido, el proceso descrito corresponde más a los


emigrantes andinos de las comunidades y los pequeños distritos
que a los de otras regiones provenientes de capitales
de departamento o de provincias integradas, donde el
proceso de adaptación fue menos traumático.

De hecho, entre los desplazados asentados en Lima, los andinos


fueron los más afectados y los que más atención recibieron de las
agencias de ayuda humanitaria y promoción social, así como de
los investigadores y analistas que dieron amplia cuenta del proceso.

34
Los Desplazados en el Perú

En los espacios rurales o en las zonas próximas a las localidades


de origen, la situación fue bastante diferente. En estos casos, el
desplazamiento fue hacia espacios y áreas conocidas, lo que per-
mitió a los afectados agenciarse la vida en actividades también
conocidas, permitiendo eventualmente el retorno esporádico o
estacional para atender sus propiedades u otros asuntos. En estos
casos, el choque cultural fue menor o inexistente. Ello no supone,
sin embargo, que no se experimentaran cambios dadas las carencias
materiales y la situación de precariedad económica que padecieron
así como por la sensación de inseguridad y de desarraigo, a lo
que se sumó la necesidad de integrarse en espacios extraños, bajo
reglas ajenas, y sin muchas posibilidades de modificarlas.

Por otro lado, el desplazamiento a espacios cercanos supuso


muchas veces la necesidad y la exigencia de integrarse a los
Comités de Autodefensa (CADs). Y si ésta fue una experiencia
menos traumática que el desplazamiento a larga distancia,
también supuso la necesidad de adaptarse a un medio diferente
del habitual y en condiciones de desventaja y a una serie de
reglas y trabajos poco habituales en las comunidades de origen.

En cualquier caso, la inserción ha supuesto un proceso de apren-


dizaje paulatino y sostenido, que termina por transformar a las
poblaciones tanto desplazadas como las existentes en el lugar de
destino, pues la presencia de fuertes contingentes de población
emigrante ha dado lugar a complejos procesos de retroalimentación
cultural. En resumen, el proceso fue menos traumático cuanto
más próximo haya sido el desplazamiento y más próxima
culturalmente la población en la que se insertaron.

Existen sin embargo, dos grupos de desplazados afectados de


manera diferente y para los cuales no se aplican las afirmaciones
precedentes: 1) los pobladores amazónicos refugiados en ciudades,
como las pocas familias Amuesha desplazadas a Lima, en las cuales
los hombres trabajaban mientras las mujeres cuidaban a los niños,
y quienes no se relacionaron mayormente con la población resi-
dente en los espacios de refugio por lo que no llegaron a adaptarse
(Reyes 1993); y, 2) las familias de sectores medios y altos, que en

35
Alejandro Diez Hurtado

virtud a su mayor nivel educativo, mayor capacitación o redes


de parientes y conocidos mejor situados, se insertaron con rela-
tiva facilidad en los estratos medios de las ciudades refugio.

2.2. Los procesos de retorno

Como el desplazamiento, el retorno es también un proceso com-


plejo. Aparentemente, el retorno es una opción aceptable cuando
no se consideró nunca la posibilidad de establecerse definitiva-
mente en los lugares de refugio, o cuando no se logra un proceso
de inserción adecuado, o cuando hay insuficiencia insalvable del
manejo del castellano (o hay analfabetismo), e incluso cuando el
referente comunal es muy fuerte. Pero, sobre todo, el retorno es
una opción cuando retornar es posible y deseable.

La principal razón aducida para retornar es «el proceso de paci-


ficación». Esta respuesta es suficiente para explicar porqué vuelven
tan rápido aquellos que no se fueron muy lejos, que según todas
las fuentes representan los primeros y el mayor número de
retornantes. De hecho, los mayores retornos registrados han sido
desde ciudades menores a las comunidades de origen, con las
que mantuvieron relaciones estrechas todo el tiempo y que expli-
caría el 89% de retornantes espontáneos (INEI: 1998).

Los retornos desde otras zonas más lejanas y para poblaciones


desplazadas por períodos más largos de tiempo necesitan ser
explicados por otras razones; así, la segunda respuesta más
frecuente es «para recuperar propiedades» (33.6%) –cifra que
alcanza hasta el 50% en algunos departamentos– y la tercera
«por trabajo» (29,3%). En menor medida, para el retorno se
aduce el tener familia en la zona de origen. Así, en resumen y
parafraseando a Isabel Coral, retornarían: los que tienen más
bienes y recursos en sus comunidades, los de desplazamiento
más reciente y los más indígenas –es decir, los que tuvieron más
problemas de adaptación– (1995: 28). Aparentemente, son tres
las condiciones que inciden en la posibilidad del retorno: la
decisión voluntaria, las condiciones de seguridad en las
localidades de origen y las políticas de inversión (Coral 1993)

36
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 5
Motivos de retorno de la población retornante,
según departamentos
(Respuestas múltiples, en porcentaje)

Departamento Motivo del retorno


Por trabajo Para recuperar Proceso de Razones
propiedades pacificación familiares
Total 29.3 33.6 36.0 12.5
Ayacucho 30.7 25.3 34.1 9.5
Junín 38.3 39.9 29.5 10.2
Apurímac 21.7 15.9 50.8 15.9
Huancavelica 25.9 32.7 34.8 28.0
Huánuco 16.4 46.6 40.3 26.5
Ancash 20.8 45.8 29.2 4.2
Fuente: INEI 1998

Las zonas de retorno más importantes son Ayacucho,


Huancavelica y la Selva Central, y en menor medida Apurímac y
Ancash. Según el PAR, en 1995 habían 385 comunidades en
perspectiva de retorno: 177 en abandono total y 288 por recons-
truir (Coral 1995: 28). En cualquier caso, el retorno es parte de un
proceso social abierto y aún inconcluso, que se inicia con fuerza
entre los años 91 al 93 y se generaliza en los años siguientes. Así,
el proceso de retorno está directamente asociado a la paulatina
recuperación de las condiciones de seguridad en el país. El año
de 1994 fue el de mayor porcentaje de retornantes, disminuyendo
en 1995 y volviendo a incrementarse durante 1996 (Coronel 1999:
206). 52.7% de los retornos registrados en 1997 fueron posteriores
a 1993 y la cifra ha ido incrementándose en los años transcurridos
desde entonces.

Según las experiencias de retorno conocidas, el proceso supondría


tres etapas6:
1) la toma de decisión y la organización del retorno, que puede
suponer incluso algunas visitas previas a la localidad para
6
Coral, en un documento programático identifica tres etapas: 1) la reconstruc-
ción comunal: reconstrucción de infraestructura física y social, reinicio de acti-
vidades productivas, recomposición de la organización comunal, y el estableci-

37
Alejandro Diez Hurtado

tantear el terreno y eventualmente preparar algunas condicio-


nes materiales para un mejor establecimiento7 (sembrando
para cosechar luego, por ejemplo);
2) el retorno y reasentamiento en sí, que supone el desplaza-
miento de regreso de personas y algunos bienes, y de
re-ocupación de sus antiguos espacios, en la medida de
que sea posible; y,
3) el proceso de reconstrucción y recreación del universo local,
que incluye la reconstrucción o rehabilitación de infraes-
tructura (viviendas, edificios públicos, infraestructura productiva)
y sobre todo el aspecto social que implica la reconstrucción
de relaciones personales e instituciones afectadas por el
proceso de violencia y desplazamiento.

Esto supone a su vez complejos mecanismos en los que se


mezclan tanto las experiencias antiguas de vida en el lugar de
origen, el proceso de desplazamiento y las experiencias vividas
en los años que se permaneció fuera del lugar, como la posición
familiar y personal de cada uno durante los años de la violencia
política. En el mediano plazo, se generan nuevas poblaciones, con
nuevas identidades y equilibrios fruto del conjunto de procesos
desencadenados en los últimos años.

Una de las constantes del retorno es la combinación entre los


elementos del antes y del ahora. En efecto, al mismo tiempo que
se busca reconstruir un universo social alterado y que se sigue
trabajando en actividades tradicionales, se exige y se espera
también la formación de un espacio de vida renovado, demandando

miento de una nueva relación con el Estado; 2) el repoblamiento: acto de ubica-


ción de la población retornante y la reconstitución del tejido social comunal; y, 3)
el enfrentamiento de los problemas estructurales, a través de programas inte-
grales de desarrollo implementados desde el Estado (Coral 1995: 30). Estas
etapas no describen el fenómeno se constituyen en una lista de «tareas» a desa-
rrollar para promover el retorno.
7
Según el censo de 1997, la mitad de los retornantes volvió a su localidad antes
de emprender el retorno, la mayor parte de las veces «para ver sus propieda-
des» (Ayacucho, Huancavelica, Huánuco), para visitar a sus parientes
(Huancavelica, Huánuco), para ver condiciones de seguridad (Junín, Huánuco)
o para siembra y cosecha (Ayacucho).

38
Los Desplazados en el Perú

una serie de servicios, buscando modernizar sus pueblos y


emprendiendo una serie de procesos de re-constitución de los
grupos8. El retorno supondría entonces a la vez tanto una estrategia
socioeconómica como un proceso de redefinición de identidades
(Del Pino 2001).

Cabe señalar que no se trata siempre de un proceso «hacia


adelante», pues muchas veces supone un «retroceso» con relación
a las condiciones sociales o de vida que se tenían anteriormente o
que se habían alcanzado en la ciudad. El ejemplo más sensible de
ello lo constituyen las mujeres desplazadas-retornantes que
luego de experimentar procesos de organización y participación
colectiva en las zonas de refugio, son obligadas a reasumir roles
tradicionales que les resta participación política local y capacidad
de decisión (Consejería 1997).

En 1997, en los 437 distritos afectados por la violencia política


encuestados por el INEI9, 57.6% de la población era retornante, lo
que involucraba un universo de 44 mil personas. Para la misma
fecha, la Mesa Nacional de Desplazamiento registraba el retorno
de 68,547 personas de las cuales el 48% (32,984 personas) corres-
pondían al departamento de Ayacucho (Coronel 1999: 201). Las
cifras de la época indican claramente que a mayor tiempo
transcurrido desde el desplazamiento, la posibilidad de retornar
es menor: la mayor parte de los retornantes tenía en 1997 menos
de seis años como desplazados (39.6%), la segunda mayoría
había estado entre seis y diez años fuera (36.6%), en tanto que los
desplazados de las primeras oleadas (1982-1984) constituían
menos del 1% de retornantes (INEI 1998).

8
La reconciliación en las zonas de conflicto es todo un proceso, inconcluso en
varios aspectos y marcado por distintos tipos de conflictos: 1) los que dividie-
ron sectores de una misma comunidad, por las distintas actitudes frente a la
guerra; 2) los que enfrentan a comunidades entre sí por las opciones que asu-
mieron frente a Sendero o al Ejército; y, 3) aquellos entre comunidades y cen-
tros poblados en donde se encontraban bases del ejército, por el trato recibido
durante la guerra (Coronel 1999: 206).
9
Incluyendo entre ellos todos los priorizados por el PAR y todos aquellos con
crecimiento negativo entre 1981 y 1993.

39
Alejandro Diez Hurtado

Según el censo, las familias retornantes son más bien pequeñas,


contando con tres a cuatro miembros como máximo (INEI 1998;
Del Pino 2001). Del conjunto de retornantes, 37.8% eran jefes de
hogar10 y de la población restante, 18.3% eran varones y 36.2%
mujeres. Comparando estas cifras con la composición de las
familias campesinas (que tienen habitualmente de cinco a seis
miembros en promedio), se deduce que sólo retornó parte de la
familia desplazada, quedando el resto en la zona de refugio. Ade-
más, el desbalance entre población femenina y masculina
retornante indicaría que los padres llevaban consigo a sus hijas,
dejando a sus hijos en las ciudades. Estas afirmaciones generales
son corroboradas por el estudio sobre Ayacucho, según el cual
las familias retornantes tienen en promedio tres miembros y al
menos un miembro que no retornó11 (Del Pino 2001). Algunas
fuentes señalan que en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac los
primeros retornantes fueron las mujeres: viudas, ancianas y
mujeres con hijos, que por lo general no se habían alejado mucho
de sus lugares de origen (Consejería 1997: 16).

Como se ha mencionado anteriormente, la mayor parte de los


retornos (89%) se realizó espontáneamente y sin ayuda externa, y
sólo cierta parte fue organizada por el Ejército, por algunas ONGs
y también por el Estado desde el PAR.

Los resultados de la encuesta aplicada a desplazados en Lima


(PAR 2001) muestran que pocas familias intentaron retornar y
que la mayor parte de ellas lo hicieron por cuenta propia. Sobre
348 familias encuestadas, sólo 48 intentaron el retorno, y sólo la
mitad de éstas respondió a la pregunta sobre organización del
retorno. De las 24 que contestaron sólo 12 señalaron haber recibido
algún apoyo del PAR (5 casos) o de sus organizaciones de base (7
casos).

10
31.5% varones y 6.3% mujeres (INEI 1998).
11
Cifra que se duplica en el caso de las comunidades del centro-sur en donde las
familias tienen dos miembros no-retornantes.

40
Los Desplazados en el Perú

No existe información agregada sobre el número de retornos


apoyados desde las Organizaciones no Gubernamentales o las
Iglesias. Como ejemplo, un informe de apoyos institucionales de
la zona de Huanta, La Mar y Ayacucho reseña sólo el apoyo a 34
comunidades (27 retornantes y 7 de refugio) de parte de cuatro
ONGs (ver cuadro 6).
Cuadro 6
Apoyos a comunidades de desplazados por el Proyecto
Interinstitucional de apoyo al repoblamiento

Provincia Distritos Comunidades Familias


Visión mundial Huanta SantillanaHuanta 38 242457
CCC* Huanta HuantaSantillana 52 399164
CODEAC HuantaLa Mar HuantaTambo 63 303145
CEDESPRA La Mar Tambo 6 507
Totales 34 2181
Fuente: Visión Mundial 1995
* Ver glosario de siglas

La mayor parte de retornos asistidos habrían sido organizados


por el PAR sobre la base de una política general construida
–según el análisis de Coronel (1999)- a partir de una lectura inco-
rrecta de sus propias cifras. En efecto, la lectura de las respuestas
sobre la intención de retorno habría subestimado la importancia
del retorno interzonal y sobrevaluado la del retorno desde las
capitales de departamento. Así, al incluir entre los potenciales
retornantes al 37% que respondió que retornaría sin dejar la
ciudad y al 18% que retornaría con condiciones, se habría inter-
pretado tendenciosamente las cifras de la encuesta de 1994 para
justificar una política de apoyo al retorno desde las ciudades, que
resultaba más impactante en términos de imagen y propaganda.
Según la interpretación oficial, más de la mitad de los desplazados
habría estado esperando la posibilidad de retornar. Sin embargo,
leída correctamente, la misma encuesta muestra en cambio que
para 1994, el 84,3%12 de la población desplazada residente en las
ciudades de Lima, Huancayo, Ica, Abancay y Huamanga, ya
había optado por la inserción (Coronel 1997).
12
La cifra incluye la población que en 1994 declaró que: 1) no retornaría, 2) retor-
naría sin dejar la ciudad o, 3) retornaría con condiciones (Coronel 1997: 602).

41
Alejandro Diez Hurtado

Bajo dicha política, el Programa de Apoyo al Repoblamiento se


dedicó a promover el retorno de desplazados por violencia
política a sus poblados y comunidades de origen. Según cifras
oficiales, entre 1995 y el 2000, el PAR habría organizado 115
retornos, la mayor parte de ellos a Ayacucho (ver cuadro 7). Buena
parte de ellos tenían como punto de partida la ciudad de Lima
pero también se organizaron grupos en las ciudades de Ica,
Nazca, Abancay, Huanta y en la Selva de Junín.

Cuadro 7
Retornos organizados por el PAR, 1995-2000
Departamento Año Total
de destino 1995 1996 1997 1998 1999 2000
Ayacucho 2 15 26 11 17 11 82
Apurímac 0 1 5 5 5 0 16
Huancavelica 0 3 2 0 1 3 9
Junín 0 2 4 2 0 0 8
Total 2 21 37 18 23 14 115
Fuentes: Memorias PAR 1995-2000

Es lugar común afirmar que la mayor parte de los retornos


organizados por el Estado fracasó en la medida en que buena parte
de dicha población retornante volvió a las ciudades-refugio para
reasentarse luego de un breve período de residencia en sus lugares
de origen (y se suelen citar por ejemplo, casos como los de
Culluchaca en 1996 o de Iquicha en 1997). Ello se explica porque
buena parte de los retornos organizados estuvieron fundados en
la expectativa de recibir apoyo oficial pero probablemente en
muchos casos no hubo nunca la intención de abandonar definiti-
vamente los nuevos espacios de residencia (por los que ya se había
optado, por las razones antedichas líneas arriba). Por lo demás, si
creemos a los encuestados, el apoyo estatal se limitó sobre todo al
transporte y en el caso de la reconstrucción de viviendas y provisión
de enseres a una mínima y limitada ayuda (ver cuadro 8).

42
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 8
Apoyos recibidos por los retornantes salidos de Lima
(encuesta del 2001)

Tipo de Antes del retorno Durante el retorno Después del retorno


Apoyo % Lima % d Total % Lima % d Total % Lima % d Total
Transporte 18,8 13,2 48,4 37,3 4,3 2,7
Dinero - 5,7 - 2,0 4,3 2,7
Vivienda - 1,9 - - 4,3 5,4
Enseres 6,3 5,7 - 5,9 8,7 8,1
Nada 68,8 62,3 48,4 51,0 73,9 75,7
Otros 6,3 11,3 3,2 3,9 4,3 5,4

Fuente: PAR 2001

Se puede decir que los retornos fracasaron en la medida en que


los ofrecimientos del Estado sólo se cumplieron parcialmente y
por que buena parte de la población desplazada participante
regresó a las ciudades en las que se hallaban insertadas. Sin
embargo, es posible hacer una lectura diferente. Primero, reco-
nociéndoles un éxito parcial, pues hubo gente que sí regresó para
quedarse en sus comunidades de origen. De hecho, los procesos
de retorno, organizados o no, permitieron devolver a sus
comunidades a aquellas personas que efectivamente no llegaron
a adaptarse al nuevo medio, contándose entre ellos muchos
ancianos y personas mayores13 que sufrieron más duramente el
shock cultural, pero también aquellas personas que por motivos
diversos (prestigio, bienes conservados en la localidad de origen,
apego al terruño, temor a ser considerados fracasados) optaron
por la vida en su comunidad.

Segundo, por sus efectos colaterales toda vez que los retornos
resultaron siendo funcionales a las nuevas estrategias puestas en
marcha por las poblaciones de desplazados que incluyeron la
inserción en los espacios urbanos y diversas formas de movilidad

13
Tanto el retorno como la renuencia a salir de la localidad parecen tener un
claro cariz generacional: son los más viejos los que se quedaron y son también
los más propensos al retorno.

43
Alejandro Diez Hurtado

entre los lugares de origen y las zonas de refugio. Así, los retor-
nos organizados fueron útiles en la medida en que contribuye-
ron a consolidar las estrategias de reproducción «a dos pies» de
las familias desplazadas/insertadas, permitiéndoles restablecer
el contacto perdido o interrumpido con sus parientes y paisanos
que se quedaron. Esto fue positivo tanto en términos sociales -al
restablecer vínculos-, como psicológicos -al permitir un proceso
de reconciliación, aún probablemente inacabado- e n t r e l o s
desplazados y los resistentes.

El restablecimiento de dichos vínculos permitiría, además, a los


desplazados/insertados asegurar su participación en el disfrute
de los bienes que abandonaron al marcharse, lo que a su vez les
permitió completar su canasta urbana con productos de la tierra,
vía la conducción indirecta de parcelas al partir o por otra modalidad
de distribución de trabajo y riesgos. Con todo ello, el retorno
permitió a los desplazados reducir más aún las pocas diferencias
que podían diferenciarlos de cualquier otro tipo de emigrante.

Vista la relación establecida con el lugar de origen, habrían tres


tipos de «retornos»:
a) temporal, para visitar a familiares, para las fiestas, para
comprometer apoyos a la localidad;
b) temporal-productivo, en ocasión de la siembra o de la cosecha
o para controlar los intereses que se conservan en la
localidad (aunque la mayor parte de las veces sin cumplir
las obligaciones comunales); y,
c) definitivo, cuando la población opta por establecerse
nuevamente en el lugar de origen, por lo general promoviendo
procesos de modernización, algunas obras de mejora en la infraes-
tructura productiva y de servicios, para las que se espera el apoyo
de instituciones privadas o del Estado (Garay 1997).

Sin duda, sólo el tercer tipo es realmente un retorno. En los otros


dos casos, lo que se tiene es la relación común que establece buena
parte de los emigrantes con su localidad de origen con la que se
mantienen ligados mediante diversos mecanismos de comunicación
y circulación, que incluyen vínculos de parentesco y paisanaje y una

44
Los Desplazados en el Perú

serie de visitas periódicas. Los desplazados/insertados en las


ciudades mantienen intercambios con sus zonas de origen, simi-
lares a las que establecen los llamados migrantes económicos, que
mantienen su domicilio en la ciudad conservando parte de sus
intereses en su localidad de origen (Rebaza 1995; Tinoco 1997).

El balance del proceso de retorno en Ayacucho encuentra tres


modalidades de arreglos espaciales entre los lugares de origen y
las zonas de refugio puestas en práctica por los desplazados
retornantes:
1) mantener casa en la comunidad (donde tienen sus chacras y
ganado) y en la ciudad (donde se dedican a otros trabajos o el
pequeño comercio y donde estudian los hijos), movilizándose
entra ambos espacios;
2) división de la familia, residiendo algunos en la comunidad y
otros en la ciudad, intercambiando permanentemente bienes,
dinero e información; y,
3) establecimiento en la comunidad y establecimiento de
vínculos débiles con parientes en la ciudad (del Pino 2001: 58)

45
Los Desplazados en el Perú

III.
CONDICIONES DE VIDA DE LOS DESPLAZADOS,
INSERTADOS Y RETORNANTES

M ás allá de las diferencias, al momento del arribo a las zonas


de refugio, los desplazados sufrieron por igual una serie
de carencias socioeconómicas (ausencia de trabajo y medios para
ganarse la vida), psicológicas (trauma de la experiencia vivida),
étnico-culturales (sensación de desarraigo más la condición de
encontrarse en un ambiente y cultura extrañas); y, legales
(indocumentación y existencia de órdenes de captura o detención).
Todo ello en un contexto de pobreza crítica, en su mayoría, extrema
(Cf. Diez 2001).

Fundándose sobre esta evidencia, los trabajos más tempranos


sobre la problemática han tendido a considerar dichas condicio-
nes como permanentes sin tomar en cuenta su evolución en el
tiempo1. Otros han considerado los lugares de residencia como
zonas de refugio temporal, en las que los desplazados tendrían
resistencia a establecerse definitivamente (Kirk 1991:29). Si ello
puede ser cierto para el desplazamiento hacia los campamentos
y algunos poblados intermedios, no se aplica a los desplazados
establecidos en las grandes ciudades, en donde, pasados los años,
algunas carencias de los desplazados iniciales se atemperan, otras
se ocultan y algunas otras desaparecen, de modo que su situación
contemporánea no es la misma que al inicio del proceso, cuando
salieron de sus localidades de origen. Esta circunstancia no

1
Rebollar, por ejemplo, aún en el 2001 señala que 70% de los desplazados se
encuentran en situación de extrema pobreza y 15% en indigencia (2001: 17).

47
Alejandro Diez Hurtado

disminuye en nada la gravedad del fenómeno, las dificultades


iniciales, ni los derechos de reparación que pudieran o debieran
corresponder a los desplazados.

3.1. Condiciones de vida de los desplazados/insertados en las


ciudades refugio

La imagen que suele proyectarse acerca de los desplazados es la


de una población en carencia absoluta: condiciones de hacina-
miento y precariedad, ausencia de servicios; actividades labores
que requieren baja escolaridad y escaso capital (como guardianes,
vendedores ambulantes, jardineros y otros empleos similares);
sub alimentación y exposición permanente a una serie de enfer-
medades (TBC, IRAs, EDAs); bajos niveles de educación, problemas
de aprendizaje e integración; y por último, desprotección legal
por carencia de documentos.

Si ello puede haber sido cierto en las etapas iniciales, y puede


corresponder aún a la situación de muchos desplazados en el
interior del país, los datos recogidos por dos encuestas aplicadas
en varias ciudades refugio (Lima, Huamanga, Huanta, Huancayo,
Ica, Abancay) en 1994 y en el 2001, muestran que la situación ha
evolucionado, evidenciando que se han producido procesos de
inserción en las ciudades.

Población y niveles educativos


La encuesta de 2001 comprueba en primer lugar la condición de
desplazados de los entrevistados. Sus respuestas corresponden a
lo conocido en el análisis de los procesos generales. Como se aprecia
en los cuadros siguientes (9 al 11), la mayor parte de hombres y
mujeres salió en la década del 802 (72.7% de los hombres y 75.2%
de las mujeres) y señalan que el principal motivo fue la violencia
política (76.7% varones y 84.9% mujeres). Una significativa
proporción de los desplazados salió por decisión familiar (49.3%),
mientras que una proporción menor tuvo que hacerlo intempes-
tivamente (45%), sobre todo en Ayacucho (57.0%) y en Junín
2
La fuente no permite hacer una distinción entre los desplazados de los prime-
ros años y los de finales de la década del ochenta.

48
Los Desplazados en el Perú

(51.4%). Dos terceras partes de ellos llegaron a casas de parientes


(67.6%), sobre todo cuando el lugar de destino era más lejano: el
83.7% de los desplazados en Lima y 66% de los de Ica versus
51.7% en Apurímac y 54.4% en Ayacucho.

La mayor parte de los desplazados encuestados en el 2001 tenía


largo tiempo de residencia en la ciudad de refugio: casi 60%
vivían en ellas más de diez años y 21.9% más de cinco (ver
cuadros 9 al 13)

La comparación de la encuesta de 1994 con la del 2001 muestra


un cambio en el nivel educativo de los desplazados/insertados
en las ciudades (ver cuadro 14). En el dominio lingüístico hay un
cambio en los idiomas que declaran conocer, destacando una sen-
sible disminución de quienes reconocen hablar quechua. Así, si
en 1994, en Ayacucho lo hacía el 97.9%, en el 2001 sólo lo declara
el 79.1%. También se reduce el porcentaje de quienes hablan sólo
quechua de 20.2% a 4.9% y sucede lo mismo en Lima en donde
además se incrementa ligeramente el porcentaje de castellano
hablantes (de 93.2% a 96.8%).

Hay también un incremento en el nivel educativo general de la


población desplazada/insertada, aunque con sensibles diferen-
cias por género. Actualmente, el nivel promedio de formación de
los padres de familia es la educación secundaria y de las madres,
la primaria. El porcentaje de población con educación secundaria
crece del 16.8% -en general-, al 44.9% para los varones y al 23.3%
de las mujeres, en tanto que la educación superior pasa del 2.0%
al 8.9% para los varones y 5% para las mujeres (ver cuadros 15 y
16). Estas cifras revelan que, sin duda, por lo menos para los
varones, el espacio urbano ha significado mejores posibilidades
de acceso a la educación. Por otro lado, el aumento en el nivel de
instrucción en el ámbito familiar se da como efecto de la mayor
formación de los hijos de los desplazados.

49
Cuadro 9
Fecha de desplazamiento, 2001. En porcentajes.

Varones Mujeres
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
80-89 79.8 74.8 72.6 81.7 65.4 72.7 9.3 74.8 68.9 84.2 72.2 75.2
90-99 19.3 22.0 23.9 8.3 27.6 21.9 20.0 19.4 30.3 10.1 27.5 22.6
Otros años 0.9 3.2 3.5 10 8.0 5.5 0.7 5.7 0.8 5.8 0.3 2.2
Totales 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.

50
Cuadro 10
Motivo del desplazamiento, 2001. En porcentajes
Alejandro Diez Hurtado

Varones Mujeres
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Económicos 3.5 12.3 21.6 24.5 19.2 16.8 2.1 7.7 18.8 13.6 11.6 10.8
Violencia 93.8 77.9 73.3 70.9 72.8 76.7 97.9 81.0 76.1 82.9 85.3 84.9
Otros 2.7 9.8 5.2 4.5 8.0 6.5 0 11.3 5.1 3.6 3.1 4.3
Totales 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 11
Decisión de salida, 2001. En porcentajes
Departamentos
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Planificadacomunalmente 3.3 3.4 8.0 0 3.7 3.7
Acordada con la familia 37.1 55.9 42.7 46.6 55.9 49.3
Intempestivamente 57.0 37.2 46.7 51.4 39.5 45.0
Otra 2.6 3.4 2.7 2.0 0.9 2.0
Totales 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.

Cuadro 12
Llegada después de salir de su lugar de origen, 2001.
En porcentajes.
Departamentos
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Parientes 51.7 54.4 66.0 60.4 83.7 67.6
Paisanos 2.6 0 4.0 2.0 1.7 2.0
Amigos 15.9 12.2 10.0 8.1 6.0 9.5
Lugar definido por la 0 1.4 7.3 0.7 0.9 1.8
comunidad
Otros 29.8 32.0 12.7 28.9 7.7 19.1
Totales 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.

Cuadro 13
Tiempo de permanencia en la ciudad de refugio 2001.
En porcentajes.
Departamentos
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
0 a 4 años 2.0 7.5 51.0 1.4 9.9 13.4
5 a 9 años 7.9 23.1 14.8 6.2 37.1 21.9
10 a 19 años 85.4 61.2 30.9 78.8 51.9 59.6
Más de 19 años 4.6 6.2 3.4 13.7 1.2 5.1
Totales 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.

51
Cuadro 14
Idiomas que hablan las familias desplazadas.
En porcentajes.
Encuesta 1994 Encuesta 2001
Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Sólo quechua 33.3 20.2 9.8 6.2 17.1 4.8 4.9 0.7 3.0 1.9 2.8
Sólo castellano 2.8 1.9 1.0 16.2 8.3 19.9 20.7 49.4 68.3 56.5 45.4
Quechua y castellano 63.1 77.7 79.2 77.0 74.3 75.3 74.2 49.1 28.8 40.3 51.2
Sin información 0.9 0.2 0 0.5 0.4 0 0.1 0.8 0 1.2 0.6
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.

52
Cuadro 15
Niveles de instrucción de las familias desplazadas, por género, 2001. En porcentajes.
Alejandro Diez Hurtado

Varones Mujeres
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Sin instrucción 13.4 12.3 8.5 2.7 3.5 7.1 34.0 38.7 18.4 36.3 16.0 26.1
Primaria 47.4 47.7 38.8 33.6 34.3 39.1 45.6 43.0 50.4 37.7 48.4 45.6
Secundaria 33.9 30.7 45.0 52.2 52.6 44.9 17.7 14.1 25.6 19.9 30.2 23.3
Superior 5.4 9.2 7.8 11.5 9.7 8.9 2.7 4.2 5.7 6.1 5.4 5.0
Total
Fuente: PAR 2001.
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 16
Niveles de instrucción de las familias desplazadas, 1994.
En porcentajes
Huanta Huamanga Huancayo Lima Total
Sin instrucción 37.2 31.3 30.5 27.7 31.3
Primaria 51.3 51.5 48.3 48.6 49.8
Secundaria 10.2 13.2 19.3 22.3 16.8
Superior 1.3 3.9 1.7 1.4 2.0
Total 100 100 100 100 100
Fuente: OIM 1995
Condiciones de vivienda y acceso a servicios
La mayor parte de los desplazados/insertados mejoraron su
condición de vivienda y acceso a servicios entre 1994 y el 2001
(ver cuadros 17, 18 y 19). En 1994, tres cuartas partes habitaban
una vivienda independiente (74.4%) y algo más de la mitad eran
propietarios (57%), aunque en algunas zonas un porcentaje
significativo habitaba en viviendas improvisadas (como en
Lima, 38%) y en invasiones (31% en Lima y 48.8% en Ayacucho).
Siete años después hay menos familias viviendo en casas indepen-
dientes (70.8%) pero hay un mayor porcentaje que es propietario
(72.8%)3. El cambio más significativo, que muestra cierta ca-
pacidad de «acumulación» o de mejora, son los materiales de
las viviendas. En 1994, sólo el 8% tenía casas construidas pre-
dominantemente con material noble; en el 2001, 32% declara tener
casas con paredes de ladrillo. Sin embargo, en Lima quedaría un
remanente importante de familias pobres pues un tercio señala
que el material de las paredes de sus viviendas es madera
(22,4%), esteras (1,4%) o material improvisado (23.8%).
Dados los niveles de carencia registrados en 1994, la situación
del acceso a servicios también ha mejorado significativamente.
Más de las dos terceras partes (80.8%) de los insertados tienen
ahora acceso a energía eléctrica y a agua potable (70.3%) y algo
más de un tercio (40.6%) tiene instalaciones de desagüe, cifras
que contrastan con los altos niveles de carencia registrados en
1994 (ver cuadro 20).
3
En el 2001, no se registra población en invasiones, ello podría ser fruto de la
consolidación del asentamiento urbano de los insertados, pero puede deberse
también a deficiencias en el diseño muestral de la encuesta.

53
Cuadro 17
Tipo de vivienda. En porcentajes.

Encuesta 1994 Encuesta 2001


Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Casa independiente 73.9 99.1 68.8 59.7 74.4 71.3 89.2 12.0 83.3 82.6 70.8
Choza o cabaña 25.0 1.1 5.9 2.7 3.4 2.0 0.7 10.9 5.4
Vivienda improvisada 0.5 0.9 3.2 38.2 13.1 8.7 1.4 86.0 12.0 6.0 19.3
Otros 0.5 27.9 1.1 6.6 17.3 6.1 0 4.0 0.6 4.5
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.

54
Cuadro 18
Régimen de tenencia de la vivienda. En porcentajes.
Encuesta 1994 Encuesta 2001
Alejandro Diez Hurtado

Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Propia 86.2 43.2 29.3 65.4 57.0 27.8 83.1 87.3 64.7 85.1 72.8
Alquilada 7.7 0.9 37.0 9.7 57.0 7.4 4.0 21.3 3.1 15.4
Cedida por propietario 5.1 7.0 32.1 3.5 10.7 15.2 5.5 8.0 12.0 11.1 10.5
Invasión 1.0 48.8 1.6 31.1 22.5
Otro 0 4.1 0.7 2.0 0.6 1.3
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.
Cuadro 19
Material de la vivienda. En porcentajes.

Encuesta 1994 Encuesta 2001*


Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Predominante noble 2.0 0.5 13.0 14.5 8.0 2.6 12.2 16.0 46.7 53.7 32.0
Adobe 90.3 99.5 86.5 36.4 74.4 96.0 85.2 78.0 50.6 8.6 52.1
Improvisado 17.1 48.8 17.1 1.3 23.8 8.9
Madera (22.4) (8.2)
Esteras (1.3) (1.4) (0.7)
Sin información/Otro 0.6 0.5 0.4 0.6 1.3 2.7 4.7 2.7 13.8 6.9
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100

55
*Datos corresponden al material de las paredes de la vivienda
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.

Cuadro 20
Acceso a servicios. Porcentaje de familias que tienen acceso a luz, agua y desagüe
Los Desplazados en el Perú

Encuesta 1994 Encuesta 2001


Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Luz 30.6 55.9 51.8 17.0 38.9 77.5 66.9 74.7 92.0 86.0 80.8
Agua 510.7 7.1 68.2 0.0 18.6 87.4 66.2 90.7 93.3 46.0 70.3
Desagüe 0.0 0.0 29.6 0.4 6.3 64.9 34.5 8.0 81.3 29.1 40.6
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.
Alejandro Diez Hurtado

Situación laboral
Entre las dos encuestas, es difícil apreciar si hubo o no mejora en
las condiciones laborales de los desplazados/insertados. En cual-
quier caso las cifras arrojadas por ambas encuestas muestran una
precariedad en el empleo que probablemente no sea menor ni
mayor que la del poblador urbano-marginal promedio.

En 1994, el 57.1% de los miembros de las familias desplazadas se


hallaba trabajando por algún ingreso, 6.5% estudiaba y el 29.8%
se dedicaba al cuidado del hogar, sólo el 6% se hallaba buscando
trabajo. En cuanto al tipo de actividad desarrollada había una
amplia y dispersa gama de actividades, con algunas diferencias
entre ciudades: en Lima existía un número considerable de
empleados domésticos y albañiles; en Huanta y Huancayo se
dedicaban a labores agrícolas; en Huamanga eran albañiles y
pequeños comerciantes (ver cuadros 21 y 22).

Cuadro 21
Situación laboral de las familias, 1994. En porcentajes.
Huanta Huamanga Huancayo Lima Total
Trabaja por algún ingreso 51.0 57.0 63.6 57.2 57.1
Busca trabajo 4.7 1.5 1.9 5.9 3.6
Cuida hogar 35.4 29.6 22.2 31.0 29.8
Estudia 6.5 6.8 9.3 4.0 6.5
Otros 2.4 5.1 3.0 1.9 3.0
Total 100 100 100 100 100
Fuente: OIM 1995.

Es difícil saber si hubo cambios en las actividades realizadas por los


desplazados/insertados. La información de 1994 incluye un 39% de
las respuestas en la categoría «otros». Si asumimos que esta infor-
mación correspondía a las mujeres que estaban a cargo del hogar y a
los hijos que estudian, podríamos casi duplicar los porcentajes de
las respuestas sobre ocupación principal. Ello daría en conjunto como
principales categorías de actividad: la agricultura (30% que trabajaban
de peones agrícolas más un 10% que lo hacían como agricultores), la
construcción (17% de albañiles más un 14% de peones de construc-
ción) y el comercio (18% de pequeños comerciantes).

56
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 22
Ocupación principal de mayores de 13 años, 1994.
En porcentajes.

Huanta Huamanga Huancayo Lima Total


Comerciante de abarrotes 8.1 11.7 5.1 2.8 9.6
Agricultor 15.9 5.5 1.8 0.3 5.4
Albañil 6.9 11.0 4.0 1.3 8.5
Empleado doméstico 4.1 5.5 4.3 9.1 5.9
Limpiador 2.0 4.5 5.1 4.4 4.1
Peón agrícola 20.7 1.0 41.7 2.8 15.7
Peón de construcción 8.1 8.3 3.6 7.8 7.0
Otros 20.3 47.9 33.7 50.0 39.0
Sin información 13.8 4.5 0.7 1.6 4.8
Total 100 100 100 100 100
Fuente: OIM 1995.

Por su parte, la encuesta del 2001 no incluye la situación laboral


general, pero sí la actividad principal del padre y de la madre de
familia. Según sus cifras (ver cuadro 23), la mayor parte de los jefes
de hogar son obreros (49.1%), en tanto que la mayoría de las mujeres
se ocupan en primer lugar de su hogar (35.8%). Ser comerciante es la
segunda opción de ocupación tanto para hombres como para mujeres
(11.2% y 22.1%, respectivamente). Hay más varones empleados que
mujeres (9.2% contra 4.9%) -y hay más empleo en Lima-, pero más
ambulantes mujeres que varones (10.6% contra 6.2%). En general, se
puede decir que las ocupaciones coinciden con lo reportado en los
diversos análisis y artículos sobre la situación de los desplazados en
las ciudades.

57
Cuadro 23
Ocupación de los padres y madres de familia, 2001. En porcentajes.

Varones Mujeres
Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total Apurímac Ayacucho Ica Junín Lima Total
Obrero 70.6 38.3 57.9 42.5 45.1 49.1 0.8 0.8 22.7 1.4 3.7 5.5
Ambulante 5.9 5.5 6.3 6.2 6.6 6.2 14.2 17.2 3.5 16.0 7.4 10.6
Comerciante 2.0 10.2 12.7 11.5 14.2 11.2 35.4 19.5 21.3 22.2 18.2 22.1
Empleado 8.8 6.3 6.3 8.0 12.5 9.2 2.4 4.7 5.7 0.7 7.4 4.9
Otros 12.7 39.8 15.1 25.7 16.7 21.1 29.8 55.5 10.7 17.4 10.2 21.0
Su casa 0.7 0.3 18.1 2.3 35.5 42.4 53.2 35.8
Desempleado

58
1.6 6.2 4.2 2.8
Total 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: PAR 2001.
Alejandro Diez Hurtado
Los Desplazados en el Perú

Buena parte de los desplazados declara poseer tierras en su loca-


lidad de origen, pero no se sabe cuántas están abandonadas, en
manos de familiares, manejadas por terceros según algún arreglo
o simplemente ocupadas por terceras personas. Tampoco se sabe
cuántas familias asumen tener algún tipo de derecho sobre
tierras sobre las que otros tienen la conducción directa sin
reconocer los derechos de los emigrantes (tierras familiares o
comunales, o tierras abandonadas sobre las que se estén aplicando
nuevos criterios de propiedad).

Al respecto, la encuesta de 1994 brinda alguna información pero


no las respuestas que necesitamos (ver cuadro 24): 91.6% de los
desplazados que declara poseer tierras se considera propietario
(si fuera cierto, habría un mayor retorno o visitas por este con-
cepto, por lo que dicha respuesta debe ser matizada) y el 52% de
la tierra estaría siendo trabajada por familiares, por lo que es de
suponer que se trata de tierras sobre los que se tienen derechos
reclamables pero no «actuales». Ello equivale a decir que algunos
de los desplazado/insertados asumen tener una serie de dere-
chos de propiedad que probablemente no serían reconocidos por
los actuales ocupantes de las mismas. En cambio, sí es posible
pensar en propiedad real sobre las tierras declaradas abandona-
das (36%) y sobre todo sobre las tierras conducidas por terceros
de acuerdo a algún arreglo (2.3%). En general, los desplazados/
insertados señalan conservar tierras en propiedad4 («nadie ha
perdido su tierra»), trabajadas por parientes y a las que se retorna
periódicamente en épocas de siembra y sobre todo de cosecha,
pero no proporcionan información suficiente sobre el status legal
de las mismas (Diez 2001).

4
Cabe señalar que estamos hablando fundamentalmente de tierras de secano
(tierras irrigadas por lluvias, sujetas en algunas zonas a reglas de rotación de
cultivos, muchas veces bajo control comunal), de pequeña extensión, confor-
mándose el grueso de los terrenos en extensiones entre una y diez hectáreas.

59
Alejandro Diez Hurtado

Cuadro 24
Declaraciones sobre tenencia y derechos a tierras en la
localidad de origen, 1994. En porcentajes.
Huanta Huamanga Huancayo Lima Total
Por propiedad
Propias 83.9 88.7 97.1 94.7 91.6
Comunales 13.6 3.3 1.4 3.7 5.0
Otras 2.5 8.1 1.4 1.6 3.4
Total

Por conducción
Trabajadas por familiares 47.5 52.7 39.1 65.1 52.4
Trabajadas por la comunidad 14.4 3.3 4.3 3.2 5.7
Abandonadas 34.7 32.0 52.9 27.5 36.0
Por algún arreglo 3.3 11.1 3.6 4.2 2.3
Total
Fuente: OIM 1995.

En 1994, poco más de la tercera parte de los desplazados tenía


otros intereses en su lugar de origen además de la tierra: viviendas,
ganado, tierras de pastos e incluso tiendas. La mayor parte de los
desplazados señala haber perdido su ganado pero no hay
información sobre el destino de sus demás bienes. Se sabe de
algunos casos en que estos bienes fueron destruidos como fruto
de las incursiones armadas o se perdieron irremisiblemente por
deterioro; en otros casos, los desplazados alcanzaron a transferirlos
parcial o totalmente a terceros, como parte de su estrategia de
inserción urbana. Otros, en cambio, buscando restablecer los
vínculos con sus localidades de origen, han recuperado y puesto
en valor sus bienes como parte de la estrategia «a dos pies» entre
el campo y la ciudad.

Además de los indicadores demográficos, económicos, laborales


y de vivienda, una caracterización de la población desplazada/
insertada debería dar cuenta de otros indicadores de los que la-
mentablemente no existe información agregada: la situación
específica de segmentos especiales de la población de acuerdo a
género, edad y condición étnica o las condiciones de salud (física
y mental).

60
Cuadro 25
Posesión de tierras por su cualidad de riego o secano, 1994. En porcentajes

Secano Riego
Huanta Huamanga Huancayo Lima Total Huanta Huamanga Huancayo Lima Total
Sin tierras 47.4 37.6 27.4 47.0 40.7 47.4 37.6 27.4 47.0 40.7
Sin riego
Menos de 1 Ha 15.3 17.8 11.8 15.9 15.4 15.3 17.8 11.8 15.9 15.4
Entre 1 y 10 Has 35.1 41.8 53.2 31.1 39.2 35.1 41.8 53.2 31.1 39.2
Más de 10 Has 2.0 2.8 7.5 6.0 4.7 2.0 2.8 7.5 6.0 4.7
Total 100 10 100 100 100 100 10 100 100 100

61
Fuente: OIM 1995.
Los Desplazados en el Perú
Alejandro Diez Hurtado

3.2. Condiciones de vida de las poblaciones retornantes


Aunque no existe información agregada sobre los desplazados
retornantes, la encuesta aplicada por el INEI en 1997 y la evaluación
del PAR desarrollada en el 2001 en una serie de localidades de
Ayacucho nos proporcionan una buena aproximación a su situación
general, que eventualmente podría ser representativa del conjunto
pero que, sobre todo, nos permite una comparación con las condi-
ciones de vida de las poblaciones desplazadas en sus lugares de
refugio.

La mayor parte de los retornantes tiene, en el mejor de los casos,


educación primaria (57.6%). Sólo una quinta parte alcanza un nivel
secundario y una pequeñísima porción ha cursado estudios supe-
riores –los hombres el doble que las mujeres-. Entre los varones
jefes de hogar, estos niveles están muy por debajo de los alcanzados
por los desplazados/insertados quienes duplican el porcentaje de
personas con educación secundaria, disminuyen a la tercera parte
aquellos sin instrucción (de 20.6% a 7.1%)5 y triplican (de 3.4% a
8.9%) la proporción de personas con educación superior. Del lado
de las mujeres la brecha es menor existiendo similares niveles
educativos entre mujeres desplazadas y el promedio de población
retornante (varones y mujeres). Sólo con relación al acceso a la
educación superior, las insertadas duplican el nivel general de los
retornantes, por lo que previsiblemente, la brecha entre mujeres
insertadas y retornantes sería aún mayor (ver cuadro 26)6.

En los departamentos para los que se tiene información de las dos


fuentes se observan situaciones diferenciadas: mientras en
Ayacucho y Junín se reproduce la cifra general duplicando el
porcentaje de población con educación secundaria, en Apurímac
se aprecian similares niveles en las dos poblaciones (ver cuadro 27).

5
La proporción sería mayor si consideramos la información sobre la población
retornante del norte de Ayacucho, entre la que la mitad de los jefes de familia
no tiene ningún nivel educativo; la población del sur corresponde a las cifras
generales de retornantes (Del Pino 2001).
6
Aunque la comparación se hace sobre encuestas aplicadas con cuatro años de
diferencia, no es un período de tiempo lo suficientemente largo como para que
los porcentajes varíen significativamente, por lo que las cifras reflejarían a grosso
modo la situación de ambos grupos de población.

62
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 26
Nivel educativo de poblaciones desplazadas,
retornantes e insertadas. En porcentajes.

Retornantes, 1997 Insertados, 2001


Total Jefes de Otros Varones Mujeres
Nivel educativo hogar miembros
Sin nivel 18.5 20.6 17.6 7.1 26.1
Primaria 57.6 54.6 60.2 39.1 45.6
Secundaria 21.4 21.4 20.6 44.9 23.3
Superior 2.5 3.4 1.6 8.9 5.0
Total 100 100 100 100 100
Fuentes: INEI 1998; PAR 2001.

Cuadro 27
Niveles educativos por departamentos, poblaciones
desplazadas, retornantes e insertadas. En porcentajes.
Sin nivel Primaria Secundaria Superior
1997 2001* 1997 2001 1997 2001 1997 2001
Total 18.5 57.6 21.4 2.5
Ayacucho 24.5 12.3 57.1 47.7 16.9 30.7 1.5 9.2
Junín 9.1 2.7 63.9 33.6 24.8 52.2 2.2 11.5
Apurímac 10.7 13.4 50.3 47.2 34.0 33.9 5.0 5.4
Huancavelica 11.0 57.5 26.6 4.9
Huánuco 9.2 64.7 22.6 3.5
Ancash 3.6 39.3 35.7 21.4
* Los datos del 2001 corresponden a los desplazados en ciudad
Fuentes: INEI 1998; PAR 2001.

63
Alejandro Diez Hurtado

La mayor parte de los retornantes declara contar con vivienda propia


(81.9%), porcentaje que podría haberse incrementado por el tiempo
transcurrido sumado a las políticas de apoyo al repoblamiento de
parte del Estado y ONGs. El informe del 2001 señala que en el norte
de Ayacucho el 95% de la población tiene vivienda propia, en tanto
que en el sur las cifras son bastante menores (entre 55% y 87%). En
promedio, los insertados se encuentran en una situación similar
respecto a la vivienda, sin embargo, en algunos departamentos hay
diferencias: en Ayacucho retornantes e insertados estarían aproxi-
madamente en la misma situación, en tanto que en Apurímac y Junín,
los desplazados insertados sufren carencia de vivienda, lo que no
ocurre entre los retornantes.
Cuadro 28
Situación de vivienda y acceso a servicios. Desplazados,
retornantes (1997) e insertados (2001). En porcentajes.
Vivienda propia Agua potable Luz eléctrica
Retornantes Insertados Retornantes Insertados Retornantes Insertados
Total 81.9 72.8 27.8 13.6
Ayacucho 82.8 83.1 23.7 66.2 7.5 66.9
Junín 90.3 67.4 39.8 93.3 30.5 92.0
Apurímac 72.8 27.8 33.9 87.4 23.3 77.5
Huancavelica 74.4 37.1 23.0
Huánuco 88.7 15.7 8.9
Ancash 84.6 92.3 92.3
Fuentes: INEI 1998; PAR 2001.

Cuadro 29
Acceso a servicios del Estado: alimentación de
retornantes (1997) e insertados (2001). En porcentajes.
Vaso de leche Club de madres
Retornantes Insertados Retornantes Insertados
Total 42.1 36.3
Ayacucho 39.9 71.4 36.7 78.6
Junín 38.8 73.1 19.2 3.8
Apurímac 57.5 80.5 51.2 58.4
Huancavelica 41.4 37.3
Huánuco 39.9 31.0
Ancash 15.4 7.7
Fuentes: INEI 1998; PAR 2001.

64
Los Desplazados en el Perú

En cambio, en el acceso a servicios hay una clara ventaja del lado


de los insertados en proporción de tres a uno tanto en acceso al
agua potable como a la energía eléctrica, con brechas mayores en
algunos departamentos como en Ayacucho. Cabe señalar que en
los últimos años, el trabajo del PAR estaría revirtiendo la situación
o en todo caso reduciendo la brecha. De hecho, en las comunidades
de retornantes ayacuchanas apoyadas por el Estado, el 44% de la
población accede al agua potable y 24% cuenta con letrinas (Del
Pino 2001).

En lo que respecta al acceso a servicios del Estado, en particular a


los de salud y al reparto de alimentos (comedores y programa de
vaso de leche), los retornantes tenían poco acceso en 1997. En
promedio 42.1% accedía al vaso de leche, aunque con gran variación
de acuerdo a los departamentos: había más acceso en Apurímac
(57.5%) y mucho menor acceso en Ancash (15.4%). Estos porcenta-
jes podrían haberse incrementado pues el estudio a profundidad
del 2001 señala un 81% de cobertura del vaso de leche y un 75%
de participación en clubes de madres (más un 31% en comedores
populares). Si estas cifras son generalizables, ello igualaría a los
retornantes con los insertados en el acceso a alimentos, pues los
últimos registran, según las ciudades, una cobertura entre el 70%
y 80% en vaso de leche y entre 60% y 70% en clubes de madres.

No hay relación censal de la participación en los comités de


autodefensa, pero el estudio a profundidad arroja que un 61% de
los retornantes participarían en ellos.

La mayor parte de los retornantes encuestados en 1997 aparecen


como «trabajadores independientes» (88.9%) y en segundo lugar
como obreros (3%), dedicándose mayoritariamente a actividades
primarias (52%), seguidas de comerciales (14%) y construcción
(13%), un porcentaje bastante menor (6%) se dedicaría a «manu-
factura» (artesanía) (INEI 1998). Las cifras censales muestran que
la población afectada ha sido principalmente campesina, dedicada
a labores de producción agropecuaria y otras actividades derivadas
de la misma. Por su parte, el estudio a profundidad sobre población
retornante corrobora estas cifras, arrojando un 85% de población

65
Alejandro Diez Hurtado

dedicada a actividades agropecuarias, un 14% dedicado sólo en


actividades agrícolas en tanto que el 1% con dedicación exclusiva
en actividades pecuarias (Del Pino 2001).

Según la encuesta de 1997, 98.7% de los retornantes posee


propiedades (94% tierras y 20% ganado). Sin embargo, el estudio
a profundidad muestra que su situación es más precaria que al
inicio de la violencia política, y que la población retornante no
alcanza aún sus niveles anteriores de productividad y capitaliza-
ción. Los retornantes sólo alcanzan a sembrar la mitad de lo que
sembraban antes de la violencia –lo que corresponde en promedio
a dos yugadas de terreno frente a las cuatro que era lo habitual
(Del Pino 2001). Este nivel de producción reducido ha contado ya
con cierto apoyo de agentes externos al menos en un 21% de los
casos (13% de parte de ONGs y 8% del Par). En la actividad
pecuaria las cifras son similares: antes de la violencia 60% de las
familias contaba con más de seis cabezas de ganado, capital
alcanzado actualmente sólo por el 26% de las familias. Si bien no
hay un registro de los niveles de comercialización previos al
desplazamiento, en la actualidad son relativamente bajos si los
comparamos con otras regiones menos afectadas por la violencia:
sólo un 22% comercializa parte de su producción agrícola y un
46% comercializa su producción pecuaria (Del Pino 2001).

Sin embargo, las actuales estrategias «a dos pies» implementadas


por la población desplazada obliga también a plantear algunas
preguntas sobre su economía a nivel de las unidades familiares.
Algunos estudios señalan que algunas familias que carecen de
bienes y muestran precariedad en sus comunidades de origen
han logrado acumular en las ciudades de Huamanga o Huanta,
en donde cuentan con casas o negocios; por otro lado, se señala
también que si bien las familias de retornantes han perdido capital
físico pero en cambio, han logrado acumular en activos intangibles,
como educación o habilidades de relación en la ciudad, dominio
del castellano y otros (Cf. Gamarra 2003: 70).

66
Los Desplazados en el Perú

IV.
CUANTIFICACIÓN Y EFECTOS
DEL DESPLAZAMIENTO

4.1. Número de desplazados y tipos de afectación


No existe un cálculo apropiado del número de desplazados. Y
ello porque a la propia naturaleza del fenómeno (que se produce
en situación de guerra, de temor, con necesidad de ocultarse, de
vergüenza, etc.) se suma la ausencia de un interés temprano por
registrar cifras. Si bien existen algunas estimaciones locales ini-
ciales, la mayor parte de las estimaciones generales datan de dos
años después de la primera oleada de desplazamiento y los in-
tentos serios de cuantificación se intentan recién once años más
tarde.

En 1991, Kirk muestra un primer balance de cifras que estimaban


a nivel nacional entre 75 y 170 mil desplazados (ver cuadro 30).
Sin embargo, luego, considerando las diversas y dispersas fuen-
tes, estima 200 mil desplazados en todo el país.

67
Alejandro Diez Hurtado

Cuadro 30
Primeras estimaciones sobre desplazamiento

Agencia CEAS Comisión Consejería de Centro de


Andina de proyectos Estudios de
Juristas población y
desarrollo
Año de 1984 1985 1985 1986
estimación
Cifras En Huancayo: En zona de En zona de Toda la
estimadas 1000 familias emergencia: emergencia: migración
En Huamanga: 30 mil 50% de la posterior a
600 familias personas población de las 1983:20 mil
En La Merced: En el país: 75 comunidades personas en
25 familias8,100 mil reconocidas,126 Lima150 mil a
personas en total mil personas nivel nacional
Fuente: Kirk 1991.

Posteriormente CEPRODEP estima una población de 120 mil


familias desplazadas, equivalentes a 600 mil personas1. Esta cifra,
tomada por cierta sería la referencia oficial y de conocimiento
general aceptada por los diversos agentes comprometidos con el
problema del desplazamiento como verdadera. Se consideraba
además una cifra «conservadora» pues según los cálculos de la
OIM (1993), sobre la base de las cifras de población emigrada entre
los censos de 1981 y 1993, el número de desplazados podía alcanzar
un tope de un millón de personas2 (Coral 1995: 23; Suyasun
1997:24; APRODEH-FIDTH, 2000: 22).

En 1996, se desarrolla un nuevo esfuerzo de cuantificación


–referencial- desde la MENADES, en la que luego de distinguir
entre desplazados y población afectada y en base a estimaciones

1
De los 600 mil, 86% provendrían de la región central y 300 mil no habrían
salido de ella; Lima habría concentrado al 26% de la población desplazada
(Rodríguez 1996).
2
Según los cálculos de la OIM, en los nueve departamentos más afectados se
habrían desplazado 625,506 personas, sin incluir la población que se desplazó
al interior del departamento; la población emigrada de Ayacucho, Apurímac,
Huancavelica y Junín entre 1981 y 1993 ascendió a 314,797 personas (OIM 1993).

68
Los Desplazados en el Perú

elaboradas en diversas localidades se logra un acercamiento nu-


mérico más preciso: los desplazados de las principales zonas de
expulsión llegarían a 430 mil personas (ver cuadro 31)3.

Hoy en día, ante la ausencia de una estadística más fiable, la cifra


de 600 mil desplazados tiene más un valor simbólico y referencial
que cuantitativo.

Cuadro 31
Número de desplazados.
Cálculo de la MENADES, 1996
Departamento o zona de origen Numero de desplazados
Ayacucho 156,575
Huancavelica 70,000
Apurímac 66,000
Sierra central 90,000
Otros (Tingo María, Huánuco y Pucallpa) 15,000
TOTAL 430,075
Fuente: Coronel 1999.

Las principales zonas de desplazamiento serían siete:


1. Departamento de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac.
Ayacucho es el departamento con más desplazados; se con-
centran en Huamanga, Huánuco, Huancavelica, Ica y Lima.
2. El valle del Alto Huallaga. Se estima que el 70% de todos los
desplazados de esta zona abandonaron sus hogares en los
últimos años.
3. El valle del río Mantaro y la zona de Vizcatán. Las migracio-
nes forzadas a Huancayo se iniciaron en 1985 y continuaron
hasta 1994.
4. Los Valles del río Ene y del río Tambo. Poblados por comu-
nidades nativas Asháninkas que huyeron a Huancayo y Lima
5. El corredor Norte, incluye zonas diversas de departamento
del norte del país.
6. Corredor sur Andino: departamentos de Cuzco y Puno.

3
Las cifras de la MENADES son también referenciales, otro documento de la
mesa de Huancavelica, miembro de la MENADES arroja 10 mil desplazados
más de los señalados en el primer cálculo.

69
Alejandro Diez Hurtado

7. Lima Metropolitana y algunas zonas del norte de departamento,


donde hubo frecuente actividad subversiva y antisubversiva
(Tamagno 1998; Coronel 1999).

Sólo la inclusión de una serie de preguntas específicas en el próximo


censo nacional podría proporcionarnos una cifra válida –aunque
también aproximada- del número real de la población desplazada
así como de sus lugares de origen, de refugio y su retorno o inserción.
Por lo pronto, la evaluación de la MENADES parece como la fuente
más confiable como referencia, pues su estimación ha sido elaborada
a partir de una mayor diversidad de información y de fuentes
confiables de diversas regiones del país.

4.2. Impactos del desplazamiento


Las consecuencias de la violencia sobre las poblaciones afectadas
son conocidas, y están bien resumidas en el trabajo de Francke (2000):
a) Descapitalización de la economía campesina y comunera,
destrucción de bases productivas y desarticulación de
circuitos mercantiles.
b) Destrucción de la infraestructura pública y severa restricción
del acceso a servicios estatales y comunales
c) Destrucción de vidas y destrucción de hogares, con
inmensurables daños psicológicos y un incremento sustancial
en el número de hogares a cargo de mujeres solas, así como
en el número de huérfanos, niños, adolescentes y desplazados
forzosos.
d) Pérdida de los derechos civiles, políticos y culturales para
un porcentaje importante de la ciudadanía, a raíz de la
declaración de zonas de emergencia y la promulgación de
leyes y normas de excepción atentatorias contra dichos
derechos
e) Debilitamiento de la institucionalidad estatal y social,
desestructuración de la dinámica organizativa pre existente
y surgimiento de dinámicas organizativas alternativas no
exentas de conflictos.

Este abanico completo de la afectación de las poblaciones despla-


zadas proporciona una buena base para establecer los niveles de
afectación real que previsiblemente habrían ocurrido en diversos
70
Los Desplazados en el Perú

grados, de acuerdo a los tipos de poblaciones y su exposición


particular a la violencia. Dichos niveles de afectación y perjuicios
específicos sobre cada población deberían ser diferentes de acuer-
do a las diversas categorías de desplazados, dependiendo tanto
por el proceso experimentado en diversas regiones como por el
grupo afectado (definiendo cada grupo por una combinación de
criterios de edad, de género, clase social y de etnicidad). Ade-
más, el grado de afectación de cada individuo y de cada grupo
dependerá de una serie de factores: apresuramiento del proceso,
distancia a la que se refugian, disponibilidad de parientes en la
zona, tipo de localidad en la que se refugian y otros.

Es importante tener en cuenta que existen segmentos de población


particularmente afectados. Los nativos amazónicos –en particular
los asháninkas- han experimentado perjuicios atentatorios no sólo
contra su supervivencia e integridad física sino también contra
su cultura y su identidad, por lo que suponen un caso especial
dentro de la problemática del desplazamiento. De otro lado, dada
su mayor vulnerabilidad, niños4, mujeres5 y ancianos han sido
también particularmente afectados–y dicho sea de paso, aparente-
mente han sido los menos beneficiados con las ayudas brindadas a
poblaciones desplazadas.

4
Los niños desplazados por razones de violencia, muchas veces huérfanos son
parte de la población más vulnerable y más afectada. Algunos de ellos recibie-
ron cierto apoyo, como en el caso de las mujeres, de parte de ONGs y del Esta-
do, pero sobre todo de sus propios familiares, quienes terminarían acogiendo y
absorbiendo a los huérfanos en sus familias. Dicha problemática, álgida duran-
te la segunda mitad de la década del 80, parece haber pasado a un segundo o
tercer plano, dado que en la actualidad muchos sino la mayoría de los huérfa-
nos por la violencia son jóvenes o adultos.
5
Las mujeres sufrieron de manera particular los estragos de la violencia, sin-
tiéndola como tiempo de pérdida y desprotección (Consejería 1997); desplaza-
das en las ciudades se insertan en redes de supervivencia urbanas, en algunos
casos antes que los varones. La inserción de las familias desplazadas en el me-
dio urbano fue acompañada de una mayor participación femenina en la econo-
mía familiar y la vida política local (Coronel 1999). Varias ONGs, y también el
Estado, han implementado programas específicos de capacitación y generación
de ingresos dirigidos específicamente a mujeres (Suyasun 1997).

71
Alejandro Diez Hurtado

Por otro lado, el nivel de afectación puede ser individual (o fami-


liar) o colectivo (ver cuadro 32):

a. A nivel individual, el desplazamiento ha generado además


de traumas psicológicos y shock cultural -marcados ambos
por la sensación de inseguridad e inestabilidad-, la pérdida
de documentos de identidad y no pocas veces la condición
de perseguido o requisitoriado, el maltrato y la discriminación
en las zonas de refugio, la carencia de condiciones básicas
de vida y la pérdida o deterioro de bienes y capital,
incluyendo en ello la vivienda y sus enseres –por lo general
con valor económico, sentimental y cultural-, herramientas
de trabajo así como las tierras y los productos de ellas y el
stock ganadero que representaba el ahorro de la familia.

b. A nivel colectivo, el desplazamiento ha supuesto la destrucción


de la infraestructura pública (casas comunales, iglesias,
postas, escuelas) y productiva, ha afectado el normal desen-
volvimiento de los derechos internos de los comuneros y ha
desestabilizado su organización al acabar con instituciones
y líderes. Asimismo, ha generado una serie de conflictos
internos por la posición de las personas y grupos en el
conflicto pero sobre todo por la serie de situaciones anómalas
para las que no existe una respuesta desde la costumbre.
También ha provocado la quiebra o desaparición de una
serie de normas, costumbres y procedimientos que facilitaban
la vida de los pobladores, incluyendo valores culturales como
solidaridad, confianza y otros6. Por último, ha deteriorado el
patrimonio cultural de las colectividades.

6
En el Censo por la Paz, el PAR distingue entre «comunidades desplazadas» -
aquellas cuya población se ha visto obligada a salir de la localidad por efecto de
la violencia política- y «comunidades arrasadas» –aquellas que habrían sufrido
además del desplazamiento, la muerte de parte de su población-.

72
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 32
Tipos de afectación: familiar y colectiva
Nivel Afectación
Individual o familiar Trauma psicológico
Shock cultural
Inestabilidad legal
Maltrato y discriminación
Carencia
Pérdida o deterioro de bienes y capital
(casa, enseres, tierra, ganado)
Colectivo Destrucción de infraestructura pública
Desestabilización y desaparición de
dirigencias y estructuras de gobierno
tradicionales
Conflictos internos en las localidades
Ruptura de relaciones y procedimientos de
resolución de conflictos
Establecimiento de relaciones de descon-
fianza
Deterioro del patrimonio cultural
Elaboración: A.Diez.

Por otro lado, es importante considerar que la situación actual de


los desplazados no es la misma que al inicio del proceso. Como
se ha dicho, en los 20 años transcurridos desde los primeros
desplazamientos las poblaciones afectadas han ido solucionando
algunos de los problemas generados (aunque en condición de
desventaja con relación a otros emigrantes), y han generado una
serie de respuestas de adaptación y de sobrevivencia en las nuevas
circunstancias en las que les tocó vivir. De hecho, algunos optaron
por la integración individual y familiar en los espacios de refugio
agenciándose trabajo y finalmente estableciéndose definitivamente;
otros optaron por vías más colectivas, organizándose para
sobrevivir, ya sea en Comités de Autodefensa –en las comunidades
refugio- sea en Comedores Populares para la sobrevivencia o
asociaciones de desplazados, albergando el sueño del retorno.
Finalmente muchos de ellos regresaron a sus localidades de origen
emprendiendo el largo camino de la reconstrucción y la
reconciliación.

73
Alejandro Diez Hurtado

Recuadro 1. Efectos psicológicos del desplazamiento7


La situación psicológica de la población desplazada es una incógnita.
Hay referencias sobre los efectos traumáticos de la experiencia de
huida e inserción en la ciudad, y el shock debe haber sido más signi-
ficativo de acuerdo a la intensidad de la experiencia vivida y la dife-
rencia cultural. En los primeros años, el trauma se expresaba en te-
mor, recelo, desconfianza, depresión, inactividad, entre otros sínto-
mas. En el caso de los niños se presentaba bajo la timidez, el silencio
y la referencia constante a pesadillas (Kirk 1991). ¿Qué queda de todo
ello tras el tiempo transcurrido y los procesos de inserción urbana?

A falta de información sistemática, se disponen de algunos indicadores


sobre los cuales construir algunas hipótesis sobre el particular. Los
trabajos con talleres de mujeres muestran que para superar el trauma
es necesario procesarlo como un luto, para aprender a convivir con
él; a ello parecen haber contribuido la experiencia de trabajo en co-
mún y el establecimiento de lazos de confianza, que han brindado
espacios para compartir, comparar y asimilar las experiencias vivi-
das (Suyasun 1997). Por otro lado, se trata de temas sobre los que es
difícil hablar y no existen espacios ni mecanismos necesarios para
favorecer procesos ideales de asimilación. En cualquier caso, el trau-
ma existe, no hay mecanismos que permitan que sea procesado psi-
cológicamente y no es posible saber en qué grado afecta a los despla-
zados (e incluso a sus descendientes).
Se sabe que en Ayacucho los efectos psicológicos sobre las personas
habrían incidido en un incremento del alcoholismo y ser causa tam-
bién de algunos suicidios, pero no se dispone de información sobre
otros espacios (Theydon 2001). Es posible que la población haya asi-
milado o por lo menos adormilado el trauma por otras vías, dada la
capacidad humana para sobrevivir en las circunstancias en las que se
encuentra, adaptándose hasta encontrar un nuevo equilibrio (Cf Sacks
1998).
Entre los desplazados subsiste el recuerdo -muchas veces doloroso y
que puede provocar hasta el llanto- y también la cólera contra el go-
bierno por su responsabilidad en el proceso. Y sin embargo, el dolor
disminuye con el tiempo. Aunque aún se conversa sobre los años de
la violencia, ahora se habla de ello de manera «normal», es decir,
directamente. Antes la gente se escondía y tenía miedo de hablar de
ello o consideraban que era demasiado doloroso; ahora la gente ya
está resignada y se sufre menos por esos recuerdos. Con el tiempo, la
gente empieza a preocuparse por otros problemas más acuciantes,
como conseguir trabajo. Parecería que el dolor ha dejado el espacio
«público», trasladándose al espacio «privado». Y sin embargo, resta
por saber cuál es el verdadero estado de esas personas que guardan
sus recuerdos para sí mismas.

7
Tomado de Diez, 2001.

74
Los Desplazados en el Perú

4.3. El ciclo de las ayudas a los desplazados


Un último elemento para la comprensión del proceso vivido de
los desplazados, es el ciclo de las ayudas y apoyos ofrecidos a los
afectados por el Estado y por diversas agencias de cooperación al
desarrollo y promoción de derechos humanos.

La secuencia de la ayuda otorgada a los desplazados por dichas


instituciones contribuye a reforzar la idea de que estamos ante
un proceso, ante una realidad que se transforma. El desplazamiento
en el Perú parece haber constituido un ciclo que aparentemente hoy
se está cerrando o, dicho en otras palabras, abriéndose hacia nuevas
perspectivas. En grueso, el ciclo del apoyo a los desplazados en el
Perú, habría pasado por cuatro etapas:
1) la atención de la emergencia (1984-1992);
2) la restitución y reconocimiento de derechos (1992-1994);
3) el apoyo promocional a la inserción urbana y al retorno (1994-
1998);
4) el desplazamiento de la problemática hacia otros sujetos de
interés (1998 a la actualidad).

El primer período corresponde a los años de la violencia, cuando


se proveía de ayuda de emergencia, limitada a pequeños grupos
y canalizada principalmente por instituciones de iglesia como
CEAS y CONEP. CEAS empieza a preocuparse tempranamente
por la problemática: en 1984 atendía unas 90 familias y en 1990 ya
se ocupaba de 600. Ante el crecimiento del fenómeno, hacia fines
del período muchas instituciones se han sumado a la ayuda a
familias de desplazados como el Comité Internacional de la Cruz
Roja, y a la vuelta de los 90 se les suman las asociaciones de des-
plazados (primero Hatary Ayllu en Huancayo 1985; mucho más
adelante ASFADEL en Lima, 1991).

Hacia 1992, la problemática de los desplazados era ya parte de la


agenda de muchas instituciones: iglesias, ONGs, asociaciones
civiles, organizaciones humanitarias y también de las agencias
de cooperación internacional. Existía incluso una comisión técnica
para el tratamiento del problema, luego se crearían una mesa de
coordinación en Lima y luego en el ámbito nacional (1993). Sin

75
Alejandro Diez Hurtado

descuidar los apoyos en ayuda humanitaria, que aunque


redefiniéndose serían constantes a lo largo del tiempo, se empezó
a tratar la problemática en términos de restitución de derechos,
abriéndose además un proceso consultivo a nivel internacional
(ICVA 1992-1993). Buena parte de las acciones de la cooperación
y apoyos se enfocaron en las tareas de restitución de derechos
(comenzando por el de identidad ciudadana), presionando hacia
el tratamiento de la problemática por el Estado. Corresponden al
período las campañas pro indocumentados, la defensa legal de
inculpados inocentes, las mesas de salud mental y los primeros
talleres y encuentros de asociaciones de desplazados.

Hacia mediados del período se crea el Programa de Apoyo al


Repoblamiento, PAR creado en 1993 en el Mipre-Inade. El nuevo
organismo entra en funciones desde 1995 desde el Ministerio de la
Presidencia y un año después es transferido al Ministerio de la
Mujer como Programa Nacional de Apoyo a la Población Desplazada;
finalmente, fue rebautizado en 1998 como Programa de Apoyo al
Repoblamiento y Desarrollo de Zonas de Emergencia. Los
cambios en su denominación marcan de alguna manera la serie
de cambios en la estrategia y el enfoque que caracterizarán el ac-
cionar del PAR a lo largo de sus diez años de existencia.

Según Francke, hasta el 2001 el PAR habría pasado por tres etapas:
1) entre 1993 y 1995 era concebido como un soporte y apoyo a
la estrategia de pacificación implementada desde el Ejército,
constituyéndose como un núcleo de coordinación de acciones
entre diversas agencias del Estado;
2) entre 1996 y 1997, cambia sus prioridades orientándose hacia
acciones de repoblación y desarrollo de los pueblos afectados,
concibiendo este apoyo básicamente como de construcción
de infraestructura, lo que representaba el 80% de su
presupuesto; y,
3) entre 1998 y el 2000, se orienta más hacia acciones de corte
social y de reparación y reconstrucción institucional de las
poblaciones afectadas, vinculándose con ONGs (Francke
2001).

76
Los Desplazados en el Perú

El tercer período es el de las acciones orientadas por grupos


institucionalizados, de un lado las organizaciones de la sociedad
civil y del otro, el Estado, y corresponde a dos formas de accio-
nar, relativamente aisladas -y en ocasiones contrapuestas- una
de la otra: de un lado las acciones coordinadas de las agencias
de apoyo a los desplazados, centradas en la promoción, la orga-
nización y la restitución de derechos; del otro, el trabajo del Estado
promoviendo fundamentalmente el retorno de las poblaciones
desplazadas.

Las ONGs se dedican a promover talleres y encuentros de


desplazados e inician labores de promoción del empleo vía la
capacitación y el crédito; el Estado se ocupa de algunas acciones
de reparación y capacitación, pero sobre todo de promover y
organizar el retorno, especialmente de aquella población asentada
en las ciudades susceptible de generar mayor impacto en los
medios de comunicación. Las asociaciones de desplazados,
recibieron y atendieron a la ayuda y los requerimientos de
ambos grupos de donantes. Hacia fines del período, algunas
ONGs empezaron a reorientar su accionar, atendiendo a otras
categorías de afectados por la violencia política.

Finalmente, el período actual parece ser de redefinición del


trabajo de atención a la población desplazada. Incluso aquellas
ONGs y asociaciones que se dedican específicamente al tema
(como Suyasun o la MENADES, incluso ASFADEL), empiezan a
ampliar los horizontes atendiendo tanto la problemática global
de los afectados por la violencia política como, y sobre todo,
ocupándose cada vez más de la atención a pobladores urbanos
en términos más amplios, hacia la autogestión y la ciudadanía en
sus espacios de residencia.

Las acciones desarrolladas por las agencias de promoción y apo-


yo a los desplazados han sido diversas, combinando –según los
períodos, los requerimientos de la población y la disponibilidad
de ayudas– la atención humanitaria con acciones de promoción

77
Alejandro Diez Hurtado

de diverso tipo. El socorro a los desplazados ha incluido funda-


mentalmente:
1) la recepción, apoyo y protección de los mismos,
2) la provisión de ayuda alimentaria y enseres para vivienda;
3) la atención médica y psicológica;
4) la asesoría legal y la restitución de derechos;
5) el apoyo organizacional y en la interlocución con terceros;
6) el apoyo promocional para la inserción urbana y la obtención
de empleo mediante la capacitación;
7) la atención a poblaciones específicas (mujeres, niños); y, 8)
la organización del retorno.
Dentro del conjunto de acciones emprendidas, cuatro de ellas
parecen revestir particular interés e incidencia en la situación de
los desplazados (insertados y retornantes) y en su organización:
la restitución de derechos, la promoción de la organización, las
acciones de capacitación y los apoyos a la población retornante.
Las acciones de restitución y de determinación de derechos tienen
como trasfondo una pregunta fundamental ¿cuáles son los derechos
de los desplazados? En su tratamiento, la pregunta nos remite en
primer lugar a los derechos de sujetos específicos, pero también a
los derechos de la población civil en general. En un primer nivel y
momento, las acciones de las ONGs, de las asociaciones de despla-
zados y del Estado se orientaron a la restitución del derecho de
identidad ciudadana, procediendo a la inscripción de las poblaciones,
otorgando primero documentos provisionales (DPI) y luego los
documentos definitivos8 (DNI); el proceso, aunque inacabado, está
bastante avanzado (Cf. Mendoza 2000).
Potencialmente, más significativos son los debates sobre los
derechos debidos a los desplazados: las agencias que trabajan
sobre la problemática hablan de la restitución de derechos en
términos integrales (políticos, económicos, sociales, culturales, de
género, etc.), lo que se traduce en una serie de demandas especí-
ficas de restitución, que van más allá del derecho de ayudar a la
gente a regresar a su condición original (que de hecho es imposible).

8
Cabe señalar que en Lima se han concentrado la mayor proporción de inscrip-
ciones (17%), entrega de DPIs (17%) y de DNIs (20%) a nivel nacional, lo que
una vez más reafirma su condición de espacio receptor de población.

78
Los Desplazados en el Perú

Actualmente, se propone la promulgación de un cuerpo normati-


vo que abarque la prevención, la protección y la reparación so-
cial en casos de desplazamiento forzado, lo que incluye no
sólo la restitución de derechos básicos, sino también la
rehabilitación de los afectados y sobre todo, la promoción de
su desarrollo (empleo, vivienda, trabajo, alimentación,
educación, seguridad, salud). Se trata de una serie de
requerimientos que inspirados en los «principios rectores»
internacionales sobre población desplazada 9 van mucho más
allá que ellos. Sobre esto no está dicha la última palabra, toda
vez que si bien está claro que los desplazados tienen derecho a la
rehabilitación, no queda tan claro hasta dónde debe llegar la
ayuda al desarrollo a poblaciones específicas en un contexto
de pobreza generalizada. Por otro lado, entran también en este
ámbito los reclamos por reparación a las víctimas, sanción a los
responsables y búsqueda de la verdad, a los que se estarían
abocando buena parte de las organizaciones interesadas en la
problemática.

El segundo tipo de acciones ha tenido influencia directa en las


organizaciones de desplazados. Desde principios de la década
del 90, se han multiplicado las acciones de apoyo a la organización
y más propiamente a la «centralización» de las asociaciones que
reúnen a población desplazada. Respondiendo a necesidades de
multiplicación del impacto de sus acciones y de una mejor y ma-
yor relación con la población afectada, las agencias de coopera-
ción se abocaron a la doble tarea de concertación entre ellas y de
apoyo a la organización y centralización de las asociaciones de
desplazados; ello permitió la unificación de las agendas y deman-
das al Estado y contribuyó sensiblemente al sostenimiento –y también
a la creación– de dichas organizaciones. El centro del accionar

9
Los principios rectores contienen dos artículos básicos referidos el uno a la
provisión de medios y condiciones para el regreso voluntario, seguro y digno a
los lugares de origen (lo que nos remite al problema de la reconstrucción de las
zonas afectadas, de las que no me he preocupado en este informe), y el otro
sobre la no-discriminación de la población desplazada en razón de su condi-
ción en sus espacios de asentamiento (que conduce a la necesidad de la asisten-
cia a dichas poblaciones).

79
Alejandro Diez Hurtado

de dicha confluencia fue la realización de hasta 12 talleres na-


cionales (la mitad de ellos –y los tres primeros– en Lima), de
múltiples encuentros y de un Congreso nacional de población
desplazada (realizado también en Lima).

En tercer lugar, los talleres permitieron centralizar planteamien-


tos y demandas además de afianzar y alimentar las acciones de
capacitación en derechos humanos, desarrollo de capacidades y
habilidades, vinculadas en gran parte a programas de generación
de ingresos. Las ONGs y el PAR, aunque con estrategias y objeti-
vos diferentes coincidieron en dos cosas: el desarrollo de accio-
nes de capacitación y el privilegiar la interlocución con las aso-
ciaciones de desplazados.

Desde la iglesia, las ONGs, la cooperación internacional, institu-


ciones humanitarias y el Estado, se han desarrollado una serie de
programas y proyectos conducentes a mejorar las condiciones de
vida, familiares y colectivas, de las familias desplazadas, tanto
insertadas como retornantes. En el caso de las primeras se trató
más bien y sobre todo de ayuda humanitaria, fundada en la
entrega de alimentos, enseres y auxilio primario a las poblaciones
asentadas precariamente en las ciudades, mas tarde se incluirían
también apoyos destinados a fomentar el retorno organizado a
las localidades de origen.

En cualquier caso, la mayor parte de la ayuda promocional parece


haberse destinado a los retornantes y en general a la población
afectada de las zonas de emergencia expulsoras de población.
Desde el Estado, las ayudas han sido diversas: se han
implementado apoyos para la reconstrucción de infraestructura
pública dañada, destruida o inexistente (incluyéndose edificios y
ámbitos para servicios públicos como postas médicas, escuelas y
también edificaciones de interés más productivo como canales,
reservorios, andenes y otros); se han construido caminos de acce-
so a las localidades; y, se ha implementado una serie de progra-
mas sociales de atención en salud y educación, principalmente,
así como una serie de apoyos para la edificación de viviendas
familiares (Memorias PAR 1995-2000; Del Pino 2001). De parte de

80
Los Desplazados en el Perú

las ONGs y las iglesias se ha desarrollado una serie de pequeños


proyectos de diverso tipo: de servicios y saneamiento básico (agua
potable, letrinas), desarrollo productivo (piscigranjas, ganado,
fondos rotatorios de semillas, etc.), herramientas y enseres y otras
ayudas (Del Pino 2001). Por el momento, fuera de las cifras
declaradas por el Estado, no existe un cálculo de las inversiones
totales en ayudas a población desplazada retornante.

En el contexto actual, la mayor parte de las agencias que en algún


momento se dedicaron a la atención de poblaciones desplazadas
han dejado de ocuparse directamente de ellas (buena parte ha
vuelto a sus acciones o poblaciones objetivo originales) atendiendo
a poblaciones más amplias en términos de lucha contra la pobreza,
desarrollo de la autogestión y la participación en espacios locales
pero sobre todo derivando hacia acciones más generales, de
naturaleza y cobertura política y social como la reconciliación
nacional o la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

Cabe señalar que a pesar de las múltiples ayudas recibidas,


muchas de las poblaciones desplazadas –y entre ellas particularmente
las retornantes– no logran aún recuperarse económica, política,
económica o emocionalmente de los daños y perjuicios sufridos
por efecto de la violencia subversiva y sus secuelas por lo que
queda pendiente una tarea de atención integral sobre la base de
las necesidades y demandas de parte de las poblaciones afectadas,
que permitan más tarde hablar de justicia para las poblaciones
afectadas.

81
Los Desplazados en el Perú

V.
CASOS PARTICULARES DE DESPLAZAMIENTO,
RETORNO E INSERCIÓN

D ada la diversidad de casos y situaciones, la presentación de


algunos casos específicos, para los que se cuenta con infor-
mación suficiente puede ayudar a ilustrar la complejidad de los
procesos de desplazamiento. Los casos de los desplazados inser-
tados en Lima, de los retornantes en las comunidades de Ayacucho
y la situación de los desplazados asháninkas sirven para ilustrar
la complejidad y particularidades de cada proceso específico de
desplazamiento.

5.1. Caso 1: Lima, desplazamiento de larga distancia, procesos


de inserción1
Lima fue el principal destino de muchas de las familias desplaza-
das. Se trata de un espacio típicamente receptor aunque también
haya sido espacio emisor de población de la sierra del departa-
mento. Cabe señalar que en la mayoría de los casos no fue un
refugio elegido sino un efecto de la «costumbre». Lima terminó
siendo el destino principal de los desplazados porque ya lo había
sido para anteriores oleadas de migración generadas por moti-
vos económicos. No se trató de una elección en búsqueda de
mayor seguridad, mejores condiciones de vida o más oportuni-
dades de empleo y educación (aunque al final muchos encontrarían
todo ello) sino que se terminó en Lima por «costumbre», es decir,
los desplazados siguieron rutas habituales y conocidas dirigiéndose

1
Salvo indicación contraria, el conjunto de esta sección se basa en el texto de
Diez (2001).

83
Alejandro Diez Hurtado

hacia las ciudades en las que ya tenían parientes o paisanos


(Coronel 1999: 204). En resumen, «los refugios no fueron escogidos
pensando en la mayor integración económica de las comunidades
a dichos centros urbanos, sino en la mayor presencia de familiares
migrantes» (Soto 1997: 57).

Se estima que no menos de 120 mil personas desplazadas por la


violencia política se asentaron en Lima, el principal destino de
los desplazados extraregionales.

Atendiendo a criterios de densidad de concentración y ubicación,


los desplazados se asentaron en la ciudad de manera individual
o concentrada, según cuatro modalidades2:
· Como familias dispersas, en asentamientos humanos, con
alguna relación entre ellos (caso del Asentamiento Humano
Santa Cruz de Motupe)
· Como asentamientos nucleados compuestos mayoritariamente
por desplazados (Caso Huachipa)
· En asentamientos humanos con alta densidad de población
desplazada (Casos de los Asentamientos Humanos Huanta 1 y 2)
· Como población dispersa en áreas no marginales

Aunque no existen cifras exactas sobre la ubicación de los des-


plazados, se estima que la mayor parte (80%) se habría insertado
de manera dispersa, no agrupada, en asentamientos humanos y
pueblos jóvenes (Coral 1999).
Una estimación del grado y del proceso de inserción en Lima
realizado sobre los logros económicos de las familias en zonas
atendidas por Suyasun, distingue cuatro etapas sucesivas:
a) etapa de emergencia, en pobreza extrema, con alta incidencia
de enfermedades y de reproducción precaria (10%)3;
b) etapa de sobrevivencia, en condiciones de vida y trabajo
inestables, dedicados al comercio ambulatorio (30%);

2
Las cuatro modalidades de asentamiento de los desplazados establecidas por
Coral (dispersos, recentralizados, concentrados e itinerantes) se aplica mejor a
los desplazados fuera de Lima que a los asentados en la capital (Coral 1999)
3
Las cifras entre paréntesis corresponden a los porcentajes de población des-
plazada que se encontraba en la etapa señalada en 1997.

84
Los Desplazados en el Perú

c) etapa de crecimiento, con empleo estable y reproducción


asegurada (45%); y,
d) autogestión y desarrollo, donde se cuenta con buena vivien-
da, ingresos aportados por más de un miembro de la familia
y con cierta capacidad de ampliar su producción y crecer
(Suyasun 1997: 161)

Aunque en todas partes los desplazados muestran tendencias


tanto a la inserción como al retorno, los trabajos consultados
coinciden en que en las grandes ciudades (Lima, Huancayo, Ica)
se impone la tendencia a establecerse definitivamente4. En ellas,
y especialmente en Lima, la mayoría habría optado por la inserción
tal como se muestra en la encuesta aplicada en el 2001, donde
92% de los desplazados señala no haber intentado el retorno (86%
en Lima, 94% en Ica y 97% en Junín).

Aunque algunos textos explican ello por el temor de las secuelas


de violencia y las condiciones de extrema pobreza, marginalidad
social, cultural, económica o política –por lo general anteriores al
desplazamiento- (II Seminario 1995), lo más probable es que ello
responda también a condiciones «actuales» como la socialización
urbana de los hijos o falta de recursos para la reconstrucción en
los lugares de origen (Coronel 1990). A ello se suma la inversión
ya realizada y los logros obtenidos en la ciudad (en 1990 se
estimaba que el 50% de los desplazados en Lima contaba ya con
vivienda propia), así como las mayores expectativas de desarrollo
familiar que brindan los espacios urbanos particularmente para
las mujeres y los hijos.

Si la mayor parte de analistas muestra coincidencia sobre este


punto, se discrepa sobre el tiempo de desplazamiento después
del cual se opta definitivamente por la residencia en la ciudad,
algunos mencionan seis años, otros señalan que se produciría
luego de ocho o nueve años.

4
Según Coral de 35% a 40% de los desplazados estaría en perspectiva de la
inserción en las ciudades de Lima, Ayacucho, Huancayo y Lima (1995: 30), pero
es probable que la cifra sea mayor.

85
Alejandro Diez Hurtado

MAPA DE DESPLAZADOS
DE LA ZONA DE EMERGENCIA DE LIMA Y CALLAO

Fuente: Kirk 1991

86
Los Desplazados en el Perú

Considerando que quienes salieron en la primera oleada tienen


ya entre 16 y 17 años de residencia en la capital y los de la segun-
da, entre 8 y 10 años, la situación actual de los desplazados en
Lima es la de insertados. De hecho, todos han experimentado
algún proceso de incorporación al modo de vida urbano, lo
que se verifica al considerar la descripción de sus condiciones
actuales. En otras palabras, la gran mayoría de los desplazados
en Lima han alcanzado una posición de equilibrio, en la medida en que
es población estable, urbana y con base principal en la capital, inde-
pendientemente de los múltiples contactos con sus lugares de
origen y del tipo, densidad y frecuencia de relaciones y despla-
zamientos con y hacia los mismos. La gran mayoría de los
insertados, con diversos niveles de logro, han superado la etapa
de la emergencia: se haya insertada en el mercado laboral –en la
medida en que lo permite la economía general-, tienen cierto
avance en sus condiciones de vivienda y son medianamente
beneficiarios de programas estatales de sobrevivencia, como los
otros pobladores urbano marginales de Lima. Como veremos más
adelante, han logrado también cierto equilibrio en la reafirmación
de su identidad local, reproduciendo sus fiestas patronales y
costumbristas (Coronel 1999).

La inserción en los espacios urbanos se aprecia en varios


indicadores de diverso tipo. Por un lado, por las referencias a los
niveles educativos señalados líneas arriba, el acceso a los servicios
de salud (50% en 1994) pero también por los grados de pertenencia
y participación en organizaciones locales con base vecinal y
comunal, como los comités del vaso de leche o los clubes de
madres, en los que se aprecia prácticamente una duplicación en
la participación entre 1994 y el 2001 (ver cuadro 33). La participación
en las Apafas, aunque minoritaria, también es muestra del grado
de integración a la localidad, pues hace explícito que no se trata
de familias aisladas sino que son reconocidas como pares por otros
pobladores. A ello se le puede añadir el hecho de que la población
participa más en las organizaciones locales (59%), que en las de
desplazados (14,4%).

87
Alejandro Diez Hurtado

Cuadro 33
Uso de servicios e integración en Lima. 1994 y 2001

1994 2001
% %
Servicios de salud 50,2 Sin datos
Vaso de leche 48,4 86,4
Club de madres 11,7 24,3
Comedor popular 52,3 Sin datos
Rondas 0,0 Sin datos
Apafa Sin datos 1,9
Otras org. Locales Sin datos 15,0
Fuentes: OIM 1995; PAR 2001.

Otro indicador de la inserción urbana, es el traslado de algunas


manifestaciones propias del lugar de origen hacia el ámbito de la
nueva residencia. Si bien un grupo minoritario declara que nada
se traslada desde el lugar de origen (16%), la opinión
mayoritariamente es la inversa e insiste en la recreación de fiestas
patronales (49%), el uso del idioma (18%) y la conservación de la
comida (14%), como la principal evidencia de la inserción definitiva;
en ello se comportan exactamente igual que los emigrantes
–económicos u otros- asentados en la ciudad de Lima (Cf.
Altamirano 2001). Los migrantes de Pillao celebran a San Pedro,
en tanto que los de Huahuapuquio celebran en Lima el aniversario
de la comunidad, los carnavales y la fiesta del Niño en Navidad;
los de Osccoyllo festejan sus carnavales y la fiesta de la Virgen
Asunta. Además, en algunos asentamientos humanos como en
Isabel Flores de Oliva, celebran fiestas en las que se mezclan estilos
de los diversos lugares de procedencia de los emigrantes.

88
Los Desplazados en el Perú

Cuadro 34
Elementos de la localidad de origen trasladados a la
ciudad, 2001

Porcentajes
Fiestas 49,2
Idioma 17,8
Comidas 13,7
Organización 0,6
Otros 2,8
Nada 15,9
Total 100
Fuente: PAR 2001

Un último indicador adicional, que apoya la hipótesis de la inserción


de la población originariamente desplazada, es la inequívoca
opción de las generaciones más jóvenes por el medio urbano como
espacio de vida y de futuro, tanto de aquellos que llegaron niños
como de aquellos nacidos en Lima. Por un lado, los padres ponen
su esperanza en la superación familiar vía sus hijos y trabajan
para ello; por el otro, los propios jóvenes ven la educación como
un medio privilegiado de abrirse paso en el mundo urbano y no
consideran el retorno como alternativa. Por lo demás, muchos de
ellos se casan con gente conocida en sus lugares de residencia y
ya no con gente del pueblo como sus padres.

5.2. Caso 2: Retornos en Ayacucho. Las dificultades del proceso


y estrategias diversas
La evaluación de la gestión del PAR desarrollada por un grupo
de investigadores ayacuchanos permite ilustrar las complejidades
del desplazamiento y retorno en el ámbito de la región
ayacuchana5, la más golpeada por la violencia y la más impactada
por el fenómeno del desplazamiento.

5
Salvo indicación contraria, toda la información contenida en esta sección pro-
viene de Del Pino (2001).

89
Alejandro Diez Hurtado

El análisis efectuado sobre seis casos muestra que se habrían


producido al menos dos formas de desplazamiento sub-
regionalmente determinadas:
1) en las comunidades al norte, el desplazamiento se habría
producido como respuesta a la agresión de Sendero Luminoso
y habría involucrado a comunidades enteras que decidieron
dejar sus lugares de residencia en búsqueda de protección y
seguridad orientando sus pasos hacia comunidades vecinas6,
la capital de la provincia (Huanta) o las zonas de ceja de selva;
2) en las comunidades del centro-sur, el desplazamiento se
produjo como respuesta a la agresión senderista y la represión
del ejército y habría sido paulatino. Fue realizado a lo largo
de varios años (entre 1982 y 1989) y no habría sido total,
quedando inclusive alguna población –generalmente ancianos-
en las localidades, la cual se desplazó tanto a la ciudad de
Huamanga como hacia Lima. Estas dos formas de desplazamiento
generarían luego formas diferentes de retorno.

Las diferentes modalidades de desplazamiento responderían a


las diferencias históricas entre ambas zonas y también a su diferente
rol y posición durante los primeros años de la violencia política.
Así, las localidades del norte, zona de antiguas haciendas, con
menor nivel educativo, no hicieron eco del discurso senderista y
se encontraron entre dos fuegos en medio del conflicto; las
localidades del centro sur, zona de comunidades libres, con una
mayor historia de desarrollo educativo, habrían sido en algún
momento proclives a la prédica senderista, o en todo caso, área
de reclutamiento forzoso, por lo que sufrieron más duramente la
represión del ejército.

Sin embargo, más allá de las características generales, cada


comunidad se desplazó de manera particular, aunque no única.
Entre las comunidades del norte, a modo de ejemplo, la población
de Uchuraccay se dirigió primero a localidades vecinas en donde

6
Este desplazamiento «interno» generaría en algunos casos nuevos centros po-
blados, por la reunión de población proveniente de diversas comunidades, como
en el caso de Ccarhupampa, formado por desplazados de 12 comunidades de
las alturas de Huanta y Tambo (Valencia 2003).

90
Los Desplazados en el Perú

permanecieron entre tres meses y un año, antes de dirigirse a la


ciudad de Huanta o a la selva del río Apurímac. Los de Cunya, en
cambio, se dirigieron a Huanta, en tanto que los de Laupay se
refugiaron en el distrito de Santillana, desde donde retornaron
constantemente a cuidar sus terrenos. Entre las comunidades del
centro sur, las de Bellavista y Umaro salieron por temor a la
represión y aprovechando sus redes de paisanos se dirigieron
principalmente a Huamanga y a Lima, estableciéndose en las
ladrilleras de Huachipa, trabajando algunas de las mujeres como
domésticas. Los de Pomatambo experimentaron dos momentos
de desplazamiento: en 1982, cuando los padres alentaron el
desplazamiento de los hijos para que no fueran captados por
Sendero Luminoso y en 1985, cuando para huir de la represión,
la mayor parte de la población se desplazó hacia Huamanga, Lima
y la selva, de manera masiva y desorganizada7.

En todos los casos, el desplazamiento siguió las antiguas rutas de


la emigración local: la zona norte estaba vinculada desde antaño
con las zonas de la selva del río Apurímac en tanto que la zona
centro sur tenía una larga historia de emigración a Lima, primero,
de manera temporal en la década del veinte del siglo anterior, y
luego, de manera permanente, veinte años después (Gamarra
2003). Los desplazados usaron las redes de familiares y conocidos
ya existentes, las mismas que conservarán, renovadas y reforzadas,
tras los procesos de retorno (ver cuadro 35).

7
Otras fuentes señalan que en algunas comunidades la población «calificada» o
con algún oficio optó por Huamanga o Huanta, en tanto que los agricultores no
calificados habrían optado mayoritariamente por las zonas de selva (Valencia
2003).

91
Cuadro 35
Desplazamiento y retorno en seis comunidades ayacuchanas

Fecha de Zona de refugio Fecha de retorno y Apoyos Estrategia


desplazamiento modalidad recibidos implementada
Zona Norte
Uchuraccay 1983-1984, total Huanta Selva de 1993, auto organizado 1995, PAR 1998, Comunal
Ayacucho ACODEPH y CONEP SENATI
Cunya 1984, total Comunidades 1993, apoyo Ong 1997, IPAZ, Visión Comunal/ciudad
cercanas Huanta evangélica Mundial, PAR
Laupay 1984-1987 Santillana 1994, sin apoyo UNSCH, PAR, Comunal
presencia itinerante CARE

92
Zona centro sur
Bellavista 1985 Lima (90%) 1998, apoyo PAR 1998, PAR y Pronaa Comunal/ciudad
Huamanga
Umaro 1985, total Lima (40%) 1994, apoyo 1997, PAR Desorganizada
Alejandro Diez Hurtado

Huamanga CEPRODEP
Selva
Pomatambo 1982-1986 Lima (73%) 1993, sin apoyo 1997, PAR Desorganizada
Huamanga (mínimo)FINCA
Fuente: Del Pino 2001.
Los Desplazados en el Perú

Todas las comunidades empezaron a retornar a partir de 1992,


bajo diversas modalidades:
1) los primeros retornos fueron espontáneos y parciales, a
manera de exploración del terreno –algunos de ellos fallidos-;
2) luego siguieron los retornos organizados por asociaciones
de desplazados apoyados por ONGs o iglesias evangélicas;
3) finalmente se producirían los retornos organizados por el
PAR (1996-1997), los más tardíos y que involucraban población
desplazada a mayor distancia.

Así, los desplazados de Uchuraccay, incorporados a la Asociación


de comunidades desplazadas de la provincia de Huanta (creada
en 1992) organizaron su retorno en 1993 apoyados por el Concilio
Evangélico de Perú (CONEP). Trayectoria similar siguieron los
desplazados de Cunya, organizados en la asociación de tricicleros
en Huanta que retornaron apoyados por la ONG Visión Mundial
y el CONEP, planteando desde un inicio su intención de retornar
sin abandonar la ciudad. En cambio, los desplazados de Laupay,
que salieron llevando incluso sus «santos» empezaron a retornar
progresivamente y sin apoyo.

Entre las comunidades del centro-sur, Umaro fue la primera en


ensayar el retorno a principios de los noventa, pero sus pobladores
se vieron forzados a regresar a sus ciudades refugio. Con el tiempo,
estas entradas y salidas marcarían el derrotero de su retorno; en
1994 retornó un nuevo contingente apoyado por la ONG
CEPRODEP, a los que luego se les añadieron nuevas familias. La
población de Pomatambo regresó paulatinamente, sin apoyo, a
partir de 1993. Finalmente, Bellavista emprendió el retorno
asistida por el PAR en 1998, poco a poco, a la población traída de
Lima se le sumaron luego otras familias.

Todos los retornos, organizados o no, suponen un proceso paulatino


y progresivo. Al núcleo retornante inicial se le suman gradual-
mente nuevas familias que van llegando posteriormente enteradas
de que hay gente viviendo de nuevo en la comunidad.

Por lo general, retornaron los que no lograron establecerse en la


ciudad y los que no lograron satisfacer sus necesidades básicas
93
Alejandro Diez Hurtado

de subsistencia. Otros grupos retornaron por razones culturales,


ante la incapacidad de adaptarse a situaciones y ambientes dife-
rentes al propio. En cambio, no retornaron los que se insertaron
exitosamente, logrando conseguir trabajo o agenciarse una vivienda
o los que pensaron que ello afectaría la educación de sus hijos.

Las diversas experiencias de retorno muestran una diversidad


de estrategias puestas en práctica, siendo la más común el dejar
parte de los miembros de la familia en las zonas de refugio. Por lo
general, quienes se quedaron en las ciudades fueron los hijos
varones, los mismos que probablemente hubieran emigrado
inexorablemente, aun sin violencia de por medio.

El retorno es entendido de manera diversa por las familias de las


diversas comunidades, apareciendo tres alternativas:
1) el establecimiento de doble residencia familiar, en el lugar de
refugio y en la localidad de origen;
2) el desdoblamiento de la familia: retornando sólo algunos y
estableciéndose el resto en la ciudad; y,
3) el retorno a la localidad propiamente dicho8.

En cualquiera de los tres casos hay importantes contingentes de


población que viajan entre las localidades de origen y las ciudades
de refugio de manera más o menos frecuente. El retorno como
estrategia para fijar a las poblaciones en sus lugares de origen no
se habría logrado más que medianamente, y únicamente en las
comunidades que optaron por la tercera alternativa (que son
probablemente las menos); las estrategias «a dos pies» serían las
dominantes en el ámbito ayacuchano.

En términos colectivos, habría dos estrategias: una centrípeta, que


buscaba fortalecer y reconstituir la comunidad, y otra centrífuga,

8
En los dos primeros casos, hay de hecho un proceso de separación física de las
familias, pues por lo general los hijos se quedan en las ciudades tanto para
estudiar como porque no tienen referentes sociales en las comunidades de ori-
gen de sus padres. Además, separados de sus familias, muchos jóvenes hijos de
desplazados desarrollan conductas agresivas cuando no delincuenciales en los
espacios urbanos (Valencia 2003: 47).

94
Los Desplazados en el Perú

que concibió el retorno a la comunidad como parte de las estrate-


gias de sobrevivencia y acceso a recursos por parte de las fami-
lias asentadas en las ciudades.

Cabe señalar que en la mayor parte de los casos, los apoyos llega-
ron con posterioridad al retorno y de manera parcial. A pesar de
ello, y de que en algunos casos se realizaron obras inapropiadas
para las condiciones de la zona, el PAR dejó en la población una
imagen más bien positiva en tanto organismo proveedor de infra-
estructura. Sin embargo, su presencia habría generado inevitable-
mente algunas expresiones de malestar entre comunidades apoya-
das y no apoyadas por el Estado. Asimismo, su accionar habría
sido ineficiente en la focalización de las ayudas puesto que las fa-
milias dirigidas por mujeres, siendo las más desprotegidas, son las
que menos se beneficiaron de las ayudas (Del Pino 2001).

El grado de organización de las comunidades de retornantes es


diverso. En general, pareciera que las que emprendieron el retorno
masivo y organizado desde sus propias bases fueron las mejor
organizadas como Cunya y Uchuraccay que lograron su reco-
nocimiento comunal desde el exilio. En cambio, las que
retornaron espontáneamente, poco a poco, son las que muestran
más dificultades de organización. Ello se evidencia en los espacios
de refugio donde si bien conservaron algunas trazas de
organización e identidad, se abandonaron las prácticas
comunales generándose más bien conductas individualistas que
buscaron ser superadas por nuevos procesos de organización hacia
comités zonales de desarrollo (Valencia 2003: 44).

Luego del retorno, se abrieron en la zona ayacuchana una serie de


procesos de reconciliación pero también de nuevas exclusiones y
de ajustes de cuentas, que en muchos casos no permitieron la re-
organización armónica de las comunidades. Al respecto, es preciso
resaltar que los procesos mejor logrados en materia de reconci-
liación y reconstitución del tejido social han sido aquellos promo-
vidos y monitoreados desde las iglesias evangélicas9, que constitui-
rían casos interesantes a observar y eventualmente a replicar.

9
Las iglesias evangélicas han puesto en práctica una serie de acciones orienta-
das a la reconciliación, el perdón pero también la expiación y al castigo, que

95
Alejandro Diez Hurtado

5.3. Caso 3: Desplazados asháninkas; desprotección y


reafirmación étnica
Los desplazados nativos de las comunidades amazónicas de la
selva central han vivido un proceso particular y sui generis, di-
ferente a los de otras zonas y poblaciones, tanto por las modalidades
de desplazamiento como por su respuesta a la violencia política
y sus posteriores modalidades de retorno.

La presencia de Sendero Luminoso en la selva central empieza


en 1982 con sus primeras excursiones en el valle del Ene. Luego,
por entradas sucesivas afectaría también los valles del Tambo,
las zonas del río Pichis, Atalaya, el Gran Pajonal y otras zonas.
Hacia 1988, a la presencia de SL se sumaría la del MRTA. Entre
1992 y 1994; Sendero se replegó al valle del Urubamba (Espinoza
1994), empezando desde 1995 y con cierta regularidad, ataques y
hostigamientos a las comunidades Asháninkas ubicadas a lo largo
del valle del río Ene, desde el límite de los departamentos de Junín
y Ayacucho hasta la comunidad de puerto Ocopa. Sin embargo
las comunidades más afectadas serían aquellas situadas en las
cabeceras de los afluentes del río Ene, zona en la que Sendero
terminaría refugiándose (CAAAP 1997: 7).

No se conoce a ciencia cierta desde cuándo empiezan los despla-


zamientos de población asháninka. Hay referencias a la movili-
zación de pobladores desde 1987 hacia las comunidades hermanas
de las zonas altas en el valle de los ríos Tambo y Ene (distritos de
Pangoa, Satipo y río Tambo), pero eventualmente se habrían
producido desplazamientos internos, no registrados, antes de
dicha fecha (Rodríguez 1993).

En 1989, la muerte del líder Calderón10 provocó como reacción la


creación del ejército asháninka (oyaverite), que convocó a las
comunidades de puerto Bermúdez, Ciudad Constitución y puerto

aparentemente resultan eficaces en la tarea de restablecimiento de la paz y del


equilibrio social comunales (Cf. Theydon 2001).
10
Calderón, líder y dirigente asháninka muy activo en la selva central, fue ajus-
ticiado por miembros del MRTA acusado de haber colaborado con el ejército en
la represión el movimento guerrillero de 1965.

96
Los Desplazados en el Perú

Inca contra el MRTA, y el cual, más adelante se enfrentaría tam-


bién a SL en otras zonas. Años más tarde se crearían comités de
autodefensa en otros lugares.

Los mayores desplazamientos de población se habrían producido


entre 1988 –inicio del conflicto con el MRTA- y 1995, cuando
empieza a disminuir el número de refugiados llegados a los
«núcleos poblacionales» (CAAAP 1997: 7). Sobre el particular,
los asháninkas experimentaron tres formas de desplazamiento:
1) migración colectiva en busca de zonas de seguridad ante el
conflicto;
2) desplazamiento forzoso, por parte de Sendero y el MRTA que
esclavizaron nativos y secuestraron como bases de apoyo; y,
3) migración de refugio por rescate, cuando la población anterior
fue recuperada por el Ejército y las rondas nativas, y
reubicada temporalmente en zonas seguras 11 . Por las
experiencias vividas, parte de los desplazados asháninka
–como los de Chamiriari- llegaron a los centros de refugio
en estado de shock.

Los núcleos poblacionales más importantes de población desplazada


asháninka son: Cutivireni y valle de Esmeralda en el río Ene;
Puerto Ocopa, Poyeni y Betania, en el río Tambo y Matereni, Rio
Berta y Boca Kiari en el Pangoa; además del refugio en las capitales
distritales de San Ramón de Pangoa y Satipo.

El desplazamiento se desarrolló por etapas, los de Mazamari por


ejemplo se dirigieron primero a José Galvez, después a Cañete y
finalmente a Pangá y Puerto Ocopa, en donde se encuentra la
mayoría actualmente. Por la escasez de tierras y alimentos, muchos
tuvieron que ir de comunidad en comunidad antes de lograr
establecerse o instalarse temporalmente (Voz Indígena 1995).
11
En 1995 el ejército asháninka y las rondas nativas rescataron a cerca de 4000
nativos cautivos de Sendero Luminoso. A ellos habría que sumar los que busca-
ron refugio en los «núcleos poblacionales» que habrían sido «liberados» por los
mismos mandos senderistas, que soltaban la «masa» con el objeto de hacer más
ágil su desplazamiento en la región. En 1995 solo llegaron 82 refugiados al nú-
cleo de Puerto Ocopa, 7 a Betania y 3 a Poyeni, sumando, en total, 92 refugiados
nuevos. (CAAAP 1997: 8)

97
Alejandro Diez Hurtado

Los asháninkas desplazados se refugiaron en dos tipos de


asentamientos:
1) zonas no muy peligrosas (o comunidades receptoras), donde
si bien fueron recibidos inicialmente con celo y desconfianza,
posteriormente se les cedería algún terreno para sembrar y
se les permitía sacar algo para comer de otras chacras
familiares 12;
2) zonas y campamentos de refugio, cercanos a capitales de
distrito en donde vivían –y en algunos casos aún viven- en
forma hacinada. Un pequeño grupo se mantuvo como
población itinerante, desplazándose constantemente entre
las comunidades, sin integrarse a ningún asentamiento.

El desplazamiento hacia ambos tipos de asentamientos provocó


una serie de problemas, entre los que se cuentan:
1) hacinamiento,
2) cambio en las condiciones tradicionales de trabajo,
3) escasez de tierras,
4) convivencia con no ashánikas,
5) necesidad de integrarse en CADs y,
6) generación de nuevas tensiones y fracturas sociales.

En las comunidades receptoras, la población se incrementó


significativamente y en localidades que contaban con trescientas
300 a 400 personas llegaron a juntarse hasta cerca de mil entre los
que se contaban además mujeres y niños, viudas y huérfanos. No
obstante que a algunos de los que podían trabajar se les cedió
terreno, el problema de escasez de tierras que ya existía anterior-
mente se agudizó aun más. En los centros de refugio, los asháninkas
se enfrentaron a condiciones de vida distinta a las que estaban ha-
bituados. De hecho permanecieron en condiciones de hacinamien-
to, fueron obligados a otros tipos de trabajos sin posibilidad de ca-
zar, además de tener que convivir con la presencia de militares.
12
En algunos casos, la adaptación en las comunidades de refugio es también
colectiva: en el valle del Pangoa, por intervención de la organización indígena
local (CONOAP), la entrega de tierras a los desplazados se ha hecho en conjun-
to, la producción obtenida es vendida de la misma forma; sin embargo, ello no
soluciona la situación de los desplazados ni permite una inserción adecuada
por los limitados recursos a los que tienen acceso.

98
Los Desplazados en el Perú

En ambos casos (comunidades receptoras y campamentos de


refugio) se incrementó el número habitual de pobladores en los
asentamientos, lo que supuso un cambio en sus formas de
relacionarse entre ellos mismos, así como la alteración de sus
antiguos roles sociales (Rodríguez 1993). En algunos
asentamientos refugio, como en Puerto Pangoa, los hombres, inte-
grados en CADs dejaron sus actividades tradicionales para
dedicarse a la defensa y seguridad, en tanto que las mujeres vieron
recargadas sus actividades al tener que encargarse del abasteci-
miento y del cuidado de los hijos (Villapolo 2003: 150). Por todo
ello, hubo remanentes de población que se rehusaron a vivir en
pueblos, en tanto que entre aquellos que sí lo hicieron aparecieron
nuevas fracturas sociales entre, por un lado, aquellos próximos a
la misión católica y los que prefirieron mantener cierta autonomía,
y por otro, entre aquellos que enfrentaron a Sendero con aquellos
que colaboraron inicialmente con los senderistas.

Por lo general, los asháninkas establecidos en los campamentos


recibieron ayuda mediante entrega de ollas, frazadas, semillas,
herramientas, medicinas y atención médica por parte de diversas
ONGs, Iglesias, agencias de cooperación e instituciones humanitarias.

Es de resaltar que el desplazamiento asháninka tuvo una serie de


características peculiares que lo diferencian del de otras poblaciones
y zonas. En primer lugar fue una migración masiva, sin dispersión
de sus miembros, es decir, se desplazaron familias y poblados
enteros. En segundo lugar, buscaron mantenerse en su territorio
sin emigrar ni pretender socializarse en un medio distinto al
propio. Y finalmente, porque no buscaron construir nuevas ni
mejores condiciones de vida, toda vez que su desplazamiento se
concibió como temporal y por ello tuvo una alta vocación al
retorno una vez superada la etapa de emergencia (Voz indígena
1995: 85). De ahí que los asháninkas no hayan emigrado a centros
poblados grandes alejados de sus territorios y zonas tradicionales,
tampoco hayan optado por la inserción y la gran mayoría haya
mantenido siempre la intención de retornar a sus propias tierras
(CAAAP 1997: 9). No obstante ello, es de precisar que sí existe,

99
Alejandro Diez Hurtado

sin embargo, un remanente de asháninkas que se estableció en


las comunidades refugio estableciendo vínculos por matrimonio
con las familias locales.

No hay cifras exactas sobre el número de desplazados asháninkas.


Se estima que serían alrededor de diez mil individuos, que
representan a más de cincuenta comunidades afectadas de los
valles de Pangoa, Ene, Tambo, bajo Perené y Apurímac. Hacia
1996 se intentó realizar un censo del conjunto de asháninkas
desplazados, que aplicado en algunas de las zonas afectadas,
llegaría a contabilizar 4,918 desplazados, sin contar la parte del
río Tambo y del Ene, en donde se concentra buena parte de los
desplazados (ver cuadro 36). Es necesario señalar que el censo
numeró además cerca de 200 huérfanos y numerosas viudas.

Cuadro 36
Población desplazada: autocenso asháninka
Desplazados Retornarían
Valle Familias Personas Familias Personas
Zona central 464 186213 372 1261
Mazamari 109 397 101 334
Pangoa 117 434 101 341
Satipo 104 456 69 250
Puerto Ocopa 134 575 101 336
Atalaya 65 290
Sepa 14 40
Rio Ucayali 18 86
Rio Urubamba 33 164
Gran Pajonal 167 723 32 104
Tambo 455 2033
Total censado 1151 4918
Fuente: Voz indígena, 1995.

13
452 hombres, 495 mujeres y 915 niños.

100
Los Desplazados en el Perú

Sobre la población consultada, más del 80% esperaba retornar


cuando fuera posible. Sin embargo, la población refugiada en
Atalaya señaló su intención de establecerse en las comunidades
que les acogieron. Aunque no se especifica por qué no quieren
volver, se presume que sería debido a la angustia sentida cuando
se les forzó a salir. Por lo demás algunos desplazados, niños y
jóvenes por lo general, optaron por quedarse en las ciudades ca-
pitales para aspirar a mejores condiciones de educación.

Los retornos asháninkas se han desarrollado bajo dos modalidades:


por el impulso estatal o por iniciativa de las propias comunidades.
Los primeros se iniciaron en setiembre de 1994, como parte de
una campaña impulsada por el Estado y las Fuerzas Armadas,
llamado por los medios de comunicación «la gran marcha
asháninka», que congregó aproximadamente 500 personas. Por
otro lado, para el retorno comunitario, grupos o comunidades se
organizaron colectivamente para volver a sus tierras originales,
incluso cuando su desplazamiento había sido familiar y no
comunal (CAAAP 1997: 9).

Si el retorno acelerado generó en la mayoría de los casos el regreso


a los «núcleos poblacionales», el retorno autónomo, gradual y
progresivo, fue más exitoso. El ejemplo más claro del primer caso
fue el de la comunidad de Kaperucia y Potsoteni, que intentó
retornar sin las condiciones mínimas para subsistir, lo que
ocasionó la muerte de algunos niños. En cambio, el caso más
exitoso fue el de la comunidad de Cheni, que planificó gradual-
mente su retorno enviando primero grupos de personas para
preparar las chacras, luego las viviendas, luego la producción de
cultivo y así garantizar condiciones óptimas para el traslado del
resto de la comunidad (CAAAP 1997: 11).

Por lo general, los programas desarrollados por el Estado para


promover el retorno asháninka no tomaron en cuenta el marco
cultural en el que ellos se desenvolvieron. Algunas de las acciones
cívicas del PAR fueron consideradas por los asháninkas como
simbólicas e insuficientes y algunos de los retornos organizados
resultaron en algunos casos como colonizaciones pues no siempre

101
Alejandro Diez Hurtado

involucraron a quienes habitaban originalmente los lugares de


destino. De hecho, éste es un problema frecuente –e independiente
de las acciones del PAR- pues en algunos casos las áreas desocupadas
con el desplazamiento fueron ocupadas por colonos cocaleros
cuya presencia perturbó las condiciones de retorno, sea éste
espontáneo o no (Voz indígena 1995: 82). Sin duda, esta
combinación de factores generó entre grupos asháninka cierta
desconfianza hacia las propuestas gubernamentales (Villapolo
2003: 141).

Como se ha dicho, las ayudas a los asháninkas llegaron por parte


de la Iglesia Católica, de las agencias de cooperación y desde el
Estado. Algunas de ellas fueron coordinadas con la comisión de
emergencia asháninka, organizada sobre la base de los desplazados
y comunidades hermanas con el fin de centralizar sus reclamos y
demandas recibiendo el apoyo de las 9 federaciones locales de la
etnía (Voz indígena 1995). Entre las principales demandas se
solicitó que el PAR sea un programa de reinserción –apoyando a
la población ya retornada- y no una organización para fomentar
el retorno. A ello se sumaron los reclamos para que la ayuda
(estatal y no estatal) tome en cuenta el marco cultural asháninka
proveyendo soluciones apropiadas a su particular cultura y
forma de vida.

102
Los Desplazados en el Perú

ALTERNATIVAS PARA LA REPARACIÓN


A POBLACIONES DESPLAZADAS

a. Sobre el desplazamiento en general

El desplazado es una víctima de la violencia política, afectado en


modos y grados específicos, diferentes a los de otras categorías
de víctimas. El fenómeno del desplazamiento es un acto vivido
individual y familiarmente pero experimentado por colectividades
enteras, adquiere además una dimensión colectiva con una serie
de consecuencias a dicho nivel.

Aunque un desplazado es a fin de cuentas un emigrante, los di-


ferencian dos características fundamentales: el emigrante sale
voluntariamente, en tanto que el desplazado lo hace por necesidad
(real o percibida); el emigrante busca mejorar sus condiciones de
existencia y parte a la búsqueda de nuevos horizontes, en cambio,
el desplazado debe salir de manera perentoria dejando un lugar
del que no pensaba necesariamente alejarse.

La condición de desplazado es independiente del destino y


posterior ubicación de los afectados, y no se borra por su decisión
de inserción, retorno o cualesquiera estrategias intermedias que
adopten con posterioridad al período de emergencia que le forzó
a salir de su lugar de origen. La condición de desplazado se pierde
cuando se adquiere una nueva condición que suponga cierto grado
de superación de la carencia generada por el proceso de
desplazamiento.

103
Alejandro Diez Hurtado

El desplazamiento se concentró en los departamentos, provincias,


distritos y comunidades de la sierra y selva alta centro sur,
afectando sobre todo Huánuco, Pasco, Junín, Huancavelica,
Ayacucho y Apurímac.

Aunque cada localidad tiene su propia historia de desplazamiento,


se puede decir que en general el proceso experimentó dos oleadas:
la primera entre los años 1982 y 1984 y la segunda entre los años
1988 y 1992, produciéndose algunos retornos menores tras dicha
fecha.

Por lo complejo del fenómeno, la ausencia de registros confiables


sobre la población existente antes del conflicto y la dificultad para
diferenciarlos de la población trasladada por otros motivos, la
cifra exacta de la población desplazada solo podría ser conocida
por preguntas ad hoc en el próximo censo nacional.

Las cifras estimadas fluctúan entre algo más de 400 mil hasta un
millón. La cifra oficialmente aceptada, aproximada al volumen
real de población desplazada es la de 600 mil desplazados y tiene
hoy connotaciones simbólicas.

Dado el tiempo transcurrido desde los primeros desplazamientos,


el fenómeno, singular en sí mismo, tiene ya dimensión histórica y
sólo puede ser entendido si se le considera como un proceso
desencadenante de y concomitante con una serie de otros procesos,
algunos de ellos paralelos, otros posteriores: el proceso de adaptación
al ámbito de refugio, el proceso de retorno y posterior
reasentamiento y reconstrucción, los procesos de inserción y los
de construcción de nuevas estrategias de ocupación del espacio.

El proceso de adaptación a la zona de refugio supone una serie


de etapas por las que pasan los desplazados: la llegada y las
primeras aproximaciones al nuevo entorno, el establecimiento y
su inserción laboral en el espacio, y el asentamiento y aculturación,
cuando la población desplazada se ha integrado a la vida del
lugar de refugio. Tras los tres estadios del proceso, el desplazado
puede ser prácticamente un insertado. Este itinerario sería propio

104
Los Desplazados en el Perú

de todas las zonas urbanas de refugio pero con mayor incidencia


en las ciudades más grandes, como Lima, Ica, Huancayo,
Huamanga y otras.

El proceso de retorno ha sido emprendido autónomamente por


comuneros -organizados o no- y promovido también por el Estado
(primero como parte de la estrategia de pacificación promovida
por el ejército y luego desde el PAR), por iglesias evangélicas y
por ONGs. Supone el regreso a las localidades de origen con la
intención de restablecer la población y generando una serie de
procesos de reasentamiento y reconstrucción física y social de las
mismas.

El retorno no supone el restablecimiento de las condiciones


iniciales sino la creación de nuevas condiciones de vida, producto
de un reacomodo y puesta al día de las relaciones sociales, las
organizaciones e incluso de la infraestructura. Por ello, el retorno
supone el inicio de una serie de procesos de reconstrucción de
infraestructura y de restablecimiento de instituciones en los
pueblos de origen.

Hay varios tipos de desplazados y varios procesos estándar


dependiendo de los tipos de poblaciones afectadas (localidad de
origen y status socioeconómico) y los lugares en los que se esta-
blecieron. Una tipología operativa distinguiría a los desplazados
de acuerdo a sus estrategias e itinerarios de mediano plazo separando
los que optan por el retorno, los que optan por la inserción y los
que prefieren una combinación de ambas estrategias, en lo que se
ha dado en llamar «estrategia a dos pies».

Cada comunidad, pueblo o ciudad de refugio tiene una historia


particular en el proceso de desplazamiento y retorno:
1. Lima ha sido el principal destino de muchos de los despla-
zados concentrando población de todas partes del país, aunque
existieron algunas asociaciones de desplazados, la mayor
parte se organiza gracias a las antiguas asociaciones de
residentes, que les proveen de un medio de integración y
una base para recomponer su mundo de vida; los desplazados

105
Alejandro Diez Hurtado

en Lima, han ensayado mayoritariamente la inserción, sin


embargo también hay entre ellos retornantes y probablemente
un número no calculado de emigrantes permanentes. (Este
derrotero debe haber sido experimentado también en otras
ciudades de la costa como Ica o Cañete).
2. En las ciudades de Huancayo o Huamanga que han recibido
gentes de los alrededores y del interior de sus respectivos
departamentos, además de algunas de los departamentos
vecinos, los desplazados se organizaron en asociaciones ad
hoc de acuerdo a sus zonas de origen o se mantuvieron
dispersos; luego han generado retornos temporales, para
asegurar sus bienes en la comunidad o simplemente para
ver si hay condiciones para un retorno definitivo, estable-
ciendo por lo general estrategias económicas «a dos pies».
3. En las capitales de provincia que sirvieron de refugio, tras
un período de ocultamiento, terminarían por organizarse de
acuerdo a comunidades o zonas de origen y por lo general
pasado el período de violencia o restituidas las condiciones
mínimas de seguridad, parecen haber optado por el retorno.
4. En las comunidades vecinas o bases de refugio que recibieron
desplazados de las comunidades cercanas se afiliaron y
organizaron en comités de autodefensa, convirtiéndose en
resistentes. Por lo general habrían vuelto a sus zonas de origen
pasada la emergencia.

El desplazamiento ha afectado tanto a los individuos y familias


como a las colectividades:

A nivel individual, el desplazamiento ha generado además de


un trauma psicológico y en buena parte de los casos de un shock
cultural, la pérdida de documentos de identidad y no pocas
veces la condición de perseguido o requisitoriado, el maltrato y
la discriminación en las zonas de refugio, la carencia de condiciones
básicas de vida y la pérdida o deterioro de bienes y capital, inclu-
yendo en ello la vivienda y sus enseres, herramientas de trabajo
así como tierras y los productos de ellas y el stock ganadero que
representaba el ahorro de la familia.

106
Los Desplazados en el Perú

A nivel colectivo, el desplazamiento ha supuesto la destrucción


de la infraestructura pública y productiva, ha afectado el normal
desenvolvimiento de los derechos internos de los comuneros y
desestabilizado su organización al acabar con instituciones y
líderes; ha generado una serie de conflictos internos por la posición
en el conflicto pero sobre todo por la serie de situaciones anómalas
para las que no existe una respuesta desde la costumbre; ha
provocado la quiebra o desaparición de una serie de normas,
costumbres y procedimientos que facilitaban la vida de los
pobladores, incluyendo valores culturales como solidaridad,
confianza y otros; por último, ha deteriorado el patrimonio
cultural de las colectividades.

Desde mediados de los ochenta una serie de organizaciones


(ONGs y agencias de cooperación internacional) desarrollan
acciones de apoyo a la población desplazada y de acompaña-
miento a sus organizaciones.

La respuesta del Estado fue tardía creando el Programa de Apoyo


al Repoblamiento, primero como una instancia de coordinación,
luego como una agencia con presupuesto propio para la atención
de población desplazada y la organización de retornos.

b. Propuestas de los afectados por la violencia política

Las alternativas de actuación que tiene el Estado, en términos de


reparación, suponen como requisito preliminar e indispensable
el entendimiento y el diálogo intercultural con las comunidades
afectadas por el fenómeno de desplazamiento, lo que implica
fundamentalmente, conocer sus necesidades y demandas.

Sobre la base de esta premisa, este capítulo presenta el resultado


de una serie de talleres con población desplazada realizados
durante los meses de abril y mayo del 2003. Dichos talleres,
encargados al Programa de Apoyo al Repoblamiento (PAR)
tuvieron el objetivo de conocer los problemas, necesidades y
propuestas de solución desde las propias personas desplazadas
que deben ser vistas antes que víctimas como actores sociales con

107
Alejandro Diez Hurtado

capacidad de contribuir en la transformación de su propia situación


de vida y de la realidad del país.

Los talleres fueron realizados en seis departamentos del país:


Ayacucho, Junín, Apurímac, Huánuco, San Martín y Lima, en
catorce localidades1 y con la participación de 264 personas; las
mujeres fueron algo más de la mitad de las participantes. Se
trabajó en comunidades campesinas e indígenas, en ámbitos
rurales, en asentamientos humanos y en zonas urbano marginales
(ver cuadro 1).

El objetivo fue recoger la opinión de las personas que vivieron el


fenómeno del desplazamiento cualquiera fuera la condición
actual que tuvieran: insertados, resistentes o retornantes. Ello,
en la medida en que pudieran formular demandas diferentes y
específicas de acuerdo a la particular condición de cada grupo.

La metodología combinó el desarrollo de talleres con la realización


de grupos focales. En cada departamento contamos con un
número de facilitadores proporcional al número de talleres a
desarrollarse, y que trabajaron con el apoyo de las Gerencias
Zonales del PAR para la convocatoria de los participantes. Dado
que los talleres estaban orientados a recoger información de los
diferentes actores del fenómeno del desplazamiento: desplazados
insertados, resistentes y retornantes, se establecieron algunos
criterios para la selección de los participantes: en primer lugar,
se buscó personas que hayan vivido la época de la violencia polí-
tica, acotando las edades entre los 30 y 60 años; se buscó una
representación equitativa por género; se asumió que los talleres
rurales recogerían la opinión de los resistentes y retornantes y
que en los urbanos se escucharía la voz de los insertados

La sistematización de los problemas, demandas y necesidades


que se recogieron en los 14 talleres permite identificar las prin-
cipales dificultades que los desplazados vivieron desde el momento

1
En Ayacucho se realizaron talleres en las provincias de Huamanga, Huanta,
La Mar y Cangallo; en Apurímac en la provincia de Andahuaylas; en Junín en
las provincias de Concepción y Huancayo; y, en San Martín en Tarapoto.

108
Cuadro 1
Participantes en los talleres de consulta con la población desplazada

Departamento Tipo de Localidad Participantes


localidad Hombres Mujeres Total
Ayacucho Rural Ccarhuapampa 10 10 20
Totos 12 13 25
Paqcha 17 10 27
Santa Rosa de Ocana 12 11 23
Urbano AAHH Nueva Jerusalén 10 9 19
AAHH San Felipe 7 10 17
Apurímac Rural Pomacocha 16 4 20

109
Junín Rural Andamarca 12 7 19
Urbano AAHH Justicia, Paz y Vida 5 11 16
Huánuco Rural Cayna 6 7 13
Lima Urbano AAHH Flores de Nievería 3 9 12
AAHH César Vallejo 1 11 12
Los Desplazados en el Perú

AAHH Santa Cruz -Vitarte 6 13 19


San Martín Rural Habana 12 10 22
Total participantes 129 135 264

Rural 8 localidades 97 72 169


Urbano 6 localidades 32 63 95
Elaboración: PAR.
Alejandro Diez Hurtado

en que salieron de sus lugares de origen, se establecieron en un


lugar nuevo -como el caso de los insertados-, así como el momento
de su retorno a sus lugares de origen.

A partir de dicha sistematización se pudo identificar los problemas


que esta población tiene actualmente, así como sus necesidades y
demandas que aún son muchas y diversas. De esta manera, se ha
podido constatar que existe en algunos casos expectativas por la
ayuda que se les pueda brindar, pero también que existe desconcierto
en este grupo humano ante la posibilidad de ser utilizado y engañado
como perciben haber sido en otros talleres y encuestas en donde se
les solicita información sin resultados positivos para ellos.

a) Problemas, demandas y necesidades


De manera preliminar es necesario señalar que la mayoría de los
problemas y las demandas identificadas por los desplazados coinciden
en gran medida con las que podrían reclamar otros pobladores de
asentamientos urbano marginales (en el caso de los insertados) o de
asentamientos rurales (en el caso de los retornantes); y ello nos remite
a las condiciones generales de pobreza o pobreza extrema que
caracteriza a una porción importante de la población peruana. Sin
embargo, existe una serie de problemas específicos que sin duda
afectan de manera muy particular a la población desplazada y que
como tal es resaltada.

En general, los testimonios de los participantes giraron en torno a


siete categorías: 1) salud; 2) educación; 3) trabajo; 4) organización
comunal; 5) vivienda; 6) problemas legales; y, 7) reparación civil. A
partir de la frecuencia con que fueron señaladas, procuramos
priorizar las diversas demandas han sido priorizadas2 de acuerdo a
tres categorías: alta, regular y baja, como se muestra en el cuadro 2.

2
La priorización ha sido establecida en base a la mayor o menor frecuencia con
la que el problema y las demandas fueron mencionadas por los participantes en
los talleres: se le asignó primera prioridad a las demandas formuladas en más
de la mitad de los catorce talleres (más de siete menciones); segunda prioridad
a los temas mencionados entre la mitad y un tercio de los mismos (4 a 6 mencio-
nes); y tercera prioridad a los señalados en menos de un tercio de los talleres (3
menciones o menos).

110
Los Desplazados en el Perú

Cuadro N° 2
Demandas formuladas en los talleres,
por temas y prioridades

Tema Demandas Prioridad


Salud Atención psicológica Alta
Infraestructura de salud Media
Personal capacitado en salud Baja
Educación Ayuda económica o en materiales Alta
Infraestructura educativa Media
Personal capacitado Baja
Educación de adultos Baja
Trabajo Trabajo Alta
Generación de ingresos Media
Capacitaciones productivas Media
Infraestructura productiva Media
Mercado para productos Baja
Organización Fortalecimiento organizacional / Participación Media
comunal Capacitaciones para el desarrollo «social» Baja
Apoyo productivo Baja
Seguridad comunal Baja
Herramientas, materiales Baja
Recursos Baja
Vivienda Servicios básicos Alta
Viviendas / Infraestructura comunal Media
Legal Justicia (castigo) Baja
Derechos ciudadanos Baja
Reparación civil Reparación material / económica Baja

La enumeración de demandas por orden de prioridades da una


visión general del interés que podrían tener los afectados por
diversas posibilidades de reparación. Dos de las cuatro demandas
más importantes corresponden al reclamo de todos los peruanos,
desplazados o no: mejores oportunidades de trabajo y la provisión
de servicios básicos para el lugar en el que habitan; las otras dos
corresponden a demandas específicas de grupos de desplazados
e –de ser acertada la selección de la muestra y la posterior clasifi-
cación del material- indicarían que las necesidades más acuciantes

111
Alejandro Diez Hurtado

–o los ámbitos en los que los desplazados necesitan ayuda- son:


1) la atención psicológica para la población afectada y
2) la provisión de mayores oportunidades educativas para sus
hijos, por la vía de la subvención o la provisión de materiales.

En segundo orden de prioridad se concentran las demandas por


infraestructura pública y privada (viviendas, postas, colegios),
capacitaciones productivas o actividades capaces de generar in-
gresos y para el apoyo de organizaciones. Todas ellas demandas
necesarias para cualquier contingente poblacional pobre del país.
La diferencia radica en que muchas de estas ayudas se solicitan
como compensación por haber sido perjudicados durante los años
de la violencia, colocándose actualmente en desventaja; por otro
lado, se aduce también la destrucción de activos y edificios
públicos, para recibir donaciones que les permitan reconstruirlos
(ver cuadro 3).

Finalmente, es en el amplio abanico de demandas poco recurrentes


en donde encontramos mayor diversidad de temas vinculados
directamente con la situación del desplazamiento. Aunque
también se consignan demandas generales como mejor personal
de salud y docentes calificados para colegios y escuelas, apoyo
productivo y mercado para los productos, se incide también en la
necesidad de seguridad comunal, «justicia», apoyo para el
desarrollo social (organizaciones), educación de adultos y repa-
ración material y económica. Ello podrá significar que, fuera de
las dos grandes demandas formuladas líneas arriba: atención
psicológica y apoyo en educación, todas las demás demandas de
los desplazados son secundarias con relación a las carencias que
experimentan en tanto población pobre.

112
Los Desplazados en el Perú

Cuadro N° 3
Demandas agregadas de acuerdo a prioridad asignada

Prioridad asignada Demanda


Alta Atención psicológica
Ayuda económica o en materiales para educación
Servicios Básicos
Trabajo
Media Infraestructura productiva
Generación de ingresos
Capacitaciones productivas
Viviendas / Infraestructura comunal
Infraestructura de salud
Fortalecimiento organizacional / Participación
Infraestructura educativa
Baja Seguridad comunal
Herramientas, materiales
Personal capacitado en salud
Educación de adultos
Reparación material / económica
Mercado para productos
Justicia
Capacitaciones para el desarrollo «social»
Apoyo legal
Personal capacitado en educación
Apoyo productivo
Recursos
Elaboración: PAR

113
Alejandro Diez Hurtado

b) ¿Qué piden los desplazados?


En el ámbito de la salud, las demandas formuladas fueron la
presencia local de personal capacitado en salud y la construcción
de infraestructura (postas de salud y hospitales). Según mani-
fiestan los entrevistados, la mayoría de comunidades no cuenta
con postas médicas y si las hay, éstas no cuentan con capacidad
suficiente para atender a la población o no cuenta con personal
debidamente capacitado.

Un punto de particular relevancia, lo constituyen las demandas


referidas a las secuelas psicológicas causadas por el conflicto
interno. Los participantes en los talleres manifestaron estar
«traumados» o «sentirse mal emocionalmente», situación que por
lo demás, afecta al conjunto de miembros de las comunidades,
sean varones, mujeres o niños. Estas secuelas psicológicas se
manifiestan en resentimiento, rabia, tristeza, desmotivación y
problemas familiares.

De manera particular se aprecia que los jóvenes son particular-


mente vulnerables, al ser quienes presenciaron, cuando niños,
los hechos de violencia. Otros importantes grupos de población
afectados son los de las viudas y los de las hijas de los desplazados
quienes sienten que «no están completas y que nunca lo van a
estar porque su familia ya no volverá a ser la misma». En general,
todos manifiestan sufrir la nostalgia de haber visto trastocadas
sus costumbres.

En el ámbito de la educación, al igual que en el de la salud, los


entrevistados manifestaron su disconformidad con los servicios
educativos recibidos en sus comunidades, siendo los principales
problemas también la ausencia de personal capacitado y las defi-
ciencias en infraestructura. Se exige personal titulado para una
mejor formación y la construcción de escuelas de primaria y
secundaria, así como servicios básicos en las mismas.

Para la población desplazada, las posibilidades de acceso a una


educación completa y de calidad se ven fuertemente limitadas
por la carencia de recursos económicos. Los miembros de comu-
nidades consideradas en extrema pobreza, no pueden cubrir sus
114
Los Desplazados en el Perú

costos de matrícula ni de los materiales necesarios, lo que sumado


a la necesidad de contar con el trabajo de los hijos para sostener
la economía familiar determina que algunos no puedan estudiar
o tengan que abandonar los estudios. Influye en esto el número
de hijos y probablemente el género de los mismos, señalándose
que se logra dar educación a unos hijos y a otros no.

Según manifiestan, el desplazamiento habría impedido que los


hijos terminen los estudios. De ahí que demanden un sistema de
becas integrales o que se norme la exoneración en los pagos de
matrículas en los colegios además del ingreso directo a la univer-
sidad para los hijos de desplazados.

Cabe señalar que en las comunidades, la educación sigue siendo


vista como una vía para el progreso, sobre todo en un contexto en
el que la mayoría de pobladores tiene sólo primaria o primaria
incompleta. Existe conciencia que la situación de pobreza es
consecuencia de su deficiente educación, al considerar una relación
directa entre estudios y situación económica personal y comunal.

La situación educativa de las mujeres presenta una realidad


particular toda vez que buena parte de ellas son analfabetas y
son las que han sufrido más fuertemente el problema de aprendi-
zaje del castellano. En el caso de las retornantes este tema no es
tan problemático, aunque también reclaman programas de alfa-
betización y educación para adultos.

Cabe señalar que las demandas por educación cubrirían tanto


requerimientos «técnicos», enfocado en lo productivo, como una
educación en valores. Se pide una educación capaz de cambiar
los viejos/malos hábitos de comportamiento y que fomente
valores como el diálogo, la concertación, el respeto y la solidaridad.

En el ámbito del trabajo, los desplazados piden tener acceso a


actividades laborales que les permita asegurar su manutención.
Sólo unos pocos cuentan con empleos estables y su situación
económica es precaria; algunos cuentan con pequeñas empresas
pero enfrentan dificultades y se quejan de la falta de apoyo de
parte del Estado. Junto con las oportunidades laborales, se pide
ayuda para poder generar sus propios empleos o ingresos.

115
Alejandro Diez Hurtado

Al respecto, hay tres tipos de demandas: la primera por capacitación,


diferenciada para varones y mujeres; otras por activos, en infra-
estructura o en capital; finalmente, las demandas de trabajo
propiamente dichas.

Del lado de la formación:


1) Para varones, se solicita la capacitación en empleos productivos
–particularmente en los casos de los desplazados insertados
en ciudades como Lima- que les permita ejercer algún oficio
y con ello conseguir mejores empleos pues la mayoría sólo
ha logrado trabajos no especializados, en ladrilleras, como
comerciantes y en el mejor de los casos, como carpinteros. Es
particularmente preocupante la situación de los jóvenes que
no llegaron a terminar la secundaria y que, por ello, ven
recortadas sus posibilidades de empleo.
2) Para las mujeres se solicita alguna capacitación que les
permita desempeñarse en algún oficio o que les facilite
la formación de micro empresas.

Del lado de los activos, a nivel colectivo hay algunas demandas


por el desarrollo de infraestructura productiva que les facilite el
trabajo. Se refieren en este caso a infraestructura de riego que les
permita mejorar su producción o a carreteras que les faciliten el
acceso a los mercados. A nivel individual, existen demandas por
el apoyo a la formación de pequeñas empresas que algunos han
logrado instituir pero que necesitan capital adicional (maquinaria
agrícola por ejemplo) para poder competir en el mercado.

La tercera demanda se formula directamente como la generación


de oportunidades de trabajo para los familiares de las víctimas a
manera de compensación.

En cuanto a la organización comunal, los participantes señalan


tres problemas que afectan al conjunto de las organizaciones
urbanas y rurales en el país:
1) la pérdida de confianza en la organización como una vía para
la solución de los problemas individuales y colectivos;
2) la desidia y el poco interés por participar en reuniones u

116
Los Desplazados en el Perú

organizaciones, a las que sólo se asiste si se vislumbra un


beneficio particular inmediato; y,
3) la ausencia de continuidad generacional en las dirigencias
de las organizaciones por el poco interés y voluntad de
participación de los más jóvenes.

Además de ello, los desplazados manifiestan no tener dirigentes


y líderes dado que muchos de ellos fueron asesinados y aún en el
caso en que éstos fueran suplidos por mujeres, éstas no conservan
dicha posición terminado el conflicto en las comunidades de
retornantes. Por ello, sufren de una particular carencia
organizacional que se evidencia en que las pocas organizaciones
existentes no funcionen en la práctica.

Existe una percepción negativa en la colectividad con respecto a


los alcaldes o presidentes de las organizaciones a quienes se les
atribuye trabajar para intereses partidarios o personales. Ello,
según refieren, dificulta la solución de los problemas colectivos
que actualmente afrontan las poblaciones de desplazados, como
el de la seguridad comunal, en donde el problema se evidencia
en el deficiente control de actos delictivos o de violencia, como el
robo y el pandillaje en espacios urbanos y el abigeato en los espacios
rurales.

Por otro lado, los retornantes refieren tener dificultades para ser
aceptados y reconocidos nuevamente en sus comunidades debido
en parte al resentimiento que existe por parte de las personas que
se quedaron y por la natural desconfianza hacia aquellas personas
a las que se señala como pertenecientes a las organizaciones
terroristas que actuaron en la zona. Ello denota que aún existe
recelo entre comunidades que se acusan mutuamente de haber
apoyado a Sendero y al Ejército.

Para los insertados, constituye aún un desafío tener que superar


por completo la marginación y discriminación de la que eran
objeto en los lugares de refugio y en donde se les excluía de las
organizaciones de base. Adicionalmente a ello, tienen dificultades
para organizarse tanto por problemas internos o simplemente por
desconocimiento de las formas y procedimientos para obtener
ayudas del Estado o de otras agencias.
117
Alejandro Diez Hurtado

Por todo ello, se demanda apoyo y fortalecimiento de las organi-


zaciones desde dos ángulos complementarios: la capacitación y
los recursos. Por un lado, se demandan «capacitaciones para el
desarrollo social» que incluirían temas relacionados con el
conflicto interno y derechos humanos3 y, por otro, recursos para
activos institucionales como una mayor asignación presupuestal
para los distritos con fondos del FONCOMÚN

Infraestructura para viviendas y servicios públicos. Sin duda,


ésta es la demanda más recurrente de los desplazados quienes
requieren del apoyo para la reconstrucción de los edificios públicos
afectados durante los años de la violencia así como la de sus
propias viviendas familiares.

Si bien, en muchos casos, se ha obtenido apoyo del Estado o de


otras agencias para la reconstrucción de edificios públicos como
postas, escuelas, locales comunales, iglesias y otros, ahora la
demanda está dirigida hacia la provisión de servicios con los que
antes no habían contado. En el caso de las comunidades de
retornantes, la prioridad es la energía eléctrica de la que muchos
carecen total o parcialmente, y cuyo servicio les resulta oneroso.
Del lado de los insertados en asentamientos humanos en las
ciudades, la principal demanda es el saneamiento básico e insta-
lación de servicios de agua y desagüe.

La necesidad de vivienda es crítica tanto para insertados como


para los retornantes. Para los primeros porque aun cuando la
mayoría reconoce tener un lote propio, son pocos los que cuentan
con una vivienda terminada, con techos, acabados y espacios
adecuados. Igualmente, para los retornantes existe la necesidad
de reconstruir sus viviendas debido a que muchas de ellas carecen
de techos y de condiciones de habitabilidad.

3
Sobre el particular es preciso señalar que los entrevistados si bien
manifiestan una necesidad de recibir este tipo de capacitaciones, al mismo
tiempo refieren sentir cierto hastío y saturación hacia actividades de este
tipo, dadas las numerosas capacitaciones provistas desde el Estado u otras
agencias de la sociedad civil.

118
Los Desplazados en el Perú

En lo vinculado a problemas legales, las demandas se orientan


hacia dos tipos de reivindicaciones: justicia y restitución de derechos
civiles ciudadanos y civiles. Con relación a este segundo aspecto,
se demanda solución al problema de la indocumentación, así como
el de la expedición masiva de requisitorias por el delito de terrorismo.

En cuanto a la demanda de justicia refieren la necesidad de ser


compensados por los perjuicios ocasionados en los años de la
violencia, particularmente señalan el saqueo de sus casas, la
expoliación de sus pocos alimentos y ganado, pérdida de tierras
y ganado por el desplazamiento y daños personales. Ello es
demandado como «reparación civil». La mayoría de participan-
tes en los talleres que mencionan el tema, aducen haberse enterado
de que existe este tipo de reparación y que habría ya sido recibido
(en dinero en efectivo) por algunas supuestas víctimas, por lo
que demandan un mismo trato.

Las demandas por reparación civil incluirían tanto la indemnización


a los familiares de las víctimas como la condonación de los
préstamos o deudas adquiridos en cualquier entidad del Estado,

c) ¿Hay diferencias entre regiones?


Aunque en líneas generales las prioridades se mantienen, cuando
analizamos la información de cada departamento se encuentran
algunos matices (ver cuadro 4).

En primer lugar, hay que señalar que por su peso en la muestra


general, las localidades de Ayacucho y Apurímac son las que
corresponden más a lo formulado en las demandas agregadas,
mostrando una concentración en las demandas para ayudas en
educación y en atención psicológica, y prácticamente la gama
completa de demandas de alivio a la pobreza mencionando infraes-
tructura, capacitación y fortalecimiento organizacional. En cambio,
salvo en el tema de seguridad, mencionado por dos localidades (una
rural, por el tema del bandidaje; y una urbana, por los problemas con
pandillas), cada localidad expresa una necesidad y demanda diferente:
justicia, apoyo legal, educación de adultos; sólo en una localidad se
solicita una reparación material.

119
Alejandro Diez Hurtado

En la zona central (Huánuco y Junín) la demanda principal es la atención


psicológica en tanto que aquellas por ayudas en educación se ubican
en segundo lugar, junto con las demandas por apoyo legal y reparación
material; aparentemente las demandas por desarrollo se orientarían
hacia temas productivos, solicitando para ello infraestructura y
capacitación. En San Martín, se pide ayuda en educación y en atención
psicológica, así como en infraestructura de salud y educación y
fortalecimiento institucional; sólo las dos primeras demandas
se refieren a problemáticas específicas de los desplazados, todas
las demás son demandas por desarrollo y lucha contra la pobreza en
general.

Los desplazados en Lima solicitan ante todo apoyo en educación,


incluida la educación de adultos, pero no señalan la necesidad de
ayuda psicológica. Incluyen también demandas por justicia y
seguridad.

d) ¿Piden cosas diferentes los retornantes y los insertados?


Para la clasificación de las demandas de los diferentes afectados
por el conflicto interno, hemos asumido que los talleres realizados
en los ámbitos urbanos han reunido sobre todo a desplazados
insertados en tanto que aquellos realizados en comunidades y
ámbitos rurales habrían convocado la participación de retornantes
y resistentes.

Aunque las demandas de unos y otros son semejantes, muestran


algunas diferencias seguramente debido a sus historias específicas
pero sobre todo a las diferentes carencias de los medios urbanos
y rurales. En el cuadro cinco se enumeran los matices de las
diferentes demandas de estos dos tipos de población afectada.

120
Cuadro 4
Principales demandas por departamentos, según número de menciones en talleres

Ayacucho-Apurímac Junín-Huánuco San Martín Lima


(7 localidades) (3 localidades) (1 localidad) (3 localidades)
Atención psicológica 5 3 1 0
Ayuda en educación 5 1 1 2
Servicios básicos 4 0 1 3
Trabajo 4 1 1 2
Infraestructura Salud 3 0 1 1
Educación 2 0 1 1
Productiva 4 2 0 0

121
Capacitación en producción 3 1 0 1
Fortalecimiento organizacional 3 1 1 0
Apoyo legal 1 1 0 0
Seguridad 2 0 0 1
Los Desplazados en el Perú

Reparación material 1 1 0 0
Justicia 1 0 0 1
Educación de adultos 1 0 0 1
Alejandro Diez Hurtado

Cuadro N° 5
Principales demandas de desplazados retornantes e insertados
Tipo de Afectación Retornantes Insertados

Tipo de Demandas
1. Empleo y falta Creación de puestos de trabajo Creación de puestos de trabajo
de recursos para mujeres y jóvenes. para mujeres, hombres y
Oportunidad de trabajo para jóvenes.
los familiares de las víctimas. Capacitación en oficios
Mejoramiento de la agricultura productivos
Préstamos para iniciar nego-
cios propios.
2. Acceso a ElectrificaciónInstalación de Electrificación
servicios básicos agua potable a domicilio. Instalación de agua, desagüe y luz
Donación de calaminas para Construcción de colegios
sus viviendas. cercanos a las viviendas de los
Terminar sus viviendas niños
Mejora de carreteras Construcción de postas de
Construcción de postas y mejora salud
en su atención donde existen
3. Educación, Construcción de colegios en Becas de estudios para los
capacitaciones y donde se pueda estudiar familiares de las víctimas
equipamiento primaria y secundaria Programas de alfabetización
Equipamiento de colegios de para las personas adultas
las comunidades y AAHH con Construcción de bibliotecas e
mobiliario adecuado implementación y capacitación
Acceso a estudios universita- en donde ya hay
rios a los familiares de las
víctimas
Mejoramiento de la calidad de
la educación
4. Organización y Capacitación a autoridades y Programas de capacitación
participación líderes locales en gestión para mujeres, hombres y
Capacitación a las mujeres en jóvenes en organización
organización Talleres sobre ciudadanía
Proceso de reconciliación a
nivel de la organización
5. Acceso a Conocer la verdad de lo que Conocer la verdad
justicia sucedió Indemnización a los familiares
Reparación económica para los de las víctimas.
familiares de las víctimas

122
Los Desplazados en el Perú

Tipo de Afectación Retornantes Insertados

Tipo de Demandas
6. Atención psico- Atención psicológica sobre todo Atención psicológica a todos los
lógica para las mujeres y los niños afectados por la violencia (op-
cional)
7. Relaciones fami- Sesiones de integración familiar Asesoría en problemas de pare-
liares y comunales y comunal. ja y de familia (violencia fami-
liar, pandillaje, alcoholismo,
depresión, etc.)

En general, los retornantes y resistentes tienen demandas


vinculadas al desarrollo del campo y de la actividad agrícola y
de infraestructura relacionada: carreteras y también viviendas.
Insisten además en la necesidad de apuntalar la integración
familiar pero sobre todo comunal. Piden además becas para
estudios universitarios de los hijos e insisten en la necesidad de
capacitación en gestión y sobre todo en la necesidad de apoyar
los procesos de reconciliación. En cambio, en el ámbito urbano,
los desplazados-insertados piden capacitación en oficios produc-
tivos y préstamos para iniciar negocios propios, solicitan talleres
de ciudadanía y asesorías para problemas de integración familiar.

Aunque en grueso las demandas de unos y otros son similares,


retornantes e insertados tienen prioridades diferentes. Los
retornantes resistentes priorizan más la atención psicológica que
los insertados, en tanto que en lo referente a la demanda de ayudas
para la educación, importante en ambos segmentos, se muestran
más interesados los habitantes urbanos. Por otro lado, como era
de esperarse, son los retornantes los más interesados en la repa-
ración de infraestructura productiva y también son algo más
demandantes en fortalecimiento institucional. También son los
retornantes quienes se refieren a la conveniencia de una reparación
civil en bienes o en dinero. En cambio, son los insertados quienes
insisten en la educación de adultos y la necesidad de mantener la
seguridad (ver cuadro 6).

123
Alejandro Diez Hurtado

Cuadro 6
Prioridad en las demandas de desplazados retornantes e
insertados. De acuerdo al número de menciones
Retornantes-resistentes Desplazados-insertados
Demandas (rurales) 8 localidades (urbanos) 6 localidades
Atención psicológica 6 3
Ayuda en educación 5 4
Servicios básicos 5 3
Trabajo 4 4
Infraestructura Salud 3 2
Educación 2 2
Productiva 5 1
Capacitación en producción 3 3
Fortalecimiento organizacional 3 2
Apoyo legal 1 1
Seguridad 1 2
Reparación material 2 0
Justicia 1 1
Educación de adultos 0 2

e) ¿Quiénes deberían atender a las demandas?


Aunque no fue sencillo lograr en los talleres que los participantes
aterricen en demandas de acciones específicas, las referencias
obtenidas han permitido una breve enumeración de las mismas,
señalándose además qué instituciones deberían, de acuerdo a los
participantes, atender dichas demandas (ver cuadro 7)

124
Cuadro N° 7
Demandas, propuestas e instituciones que deberían atenderlas

Demanda Propuestas Instituciones


1) Atención Atención psicológica a los Atención especializada y permanen- Estado a través de
psicológica familiares de las víctimas te en cada zona hospitales y ONGs
2) Apoyo en Acceso a estudios universita-Facilitar el ingreso a las universida- Ministerio de Educación
educación rios des a través de becas integrales a los Universidades
huérfanos y familiares de las víctimas
Donación de mobiliario para Útiles escolares, muebles para las PAR, Ministerio de
los colegios bibliotecas, libros, etc. educación
Implementación de la biblio- Construcción de mobiliario e instala- Municipalidad
teca pública ción de una sala de cómputo

125
3) Servicios Mejoramiento de la conexión Revisión técnica de la obra ya Municipalidad
públicos del servicio de agua construida
Electrificación Electrificación de todas las zonas Gestión de autoridades
a través del PAR
Los Desplazados en el Perú

4) Apoyo Mejoramiento de la agricultu- Tecnificación de la agricultura y Estado y ONGs


productivo ra ganadería
Instalación de una planta proce-
Construcción de una plata que permita Municipalidad
sadora de productos de la zona procesar los productos de la zona
Infraestructura de riego Donación de materiales para la Población pone la mano
construcción de obra
Mejoramiento de las vías de Construcción de una carretera de Ministerio de Transportes
acceso a los centros de acopio penetración que permita acceder a Municipalidad
los centros de acopio
Cuadro N° 7
Demandas, propuestas e instituciones que deberían atenderlas

Demanda Propuestas Instituciones


5) Fortalecimiento Fortalecimiento Capacitación en fortalecimiento ONGs
organizacional organizacional de las institu- organizacional de las instituciones
ciones locales locales
6) Reparación Indemnización a los familia- Donación de bienes a los familiares Estado a través del
económica res de las víctimas por violen- de las víctimas Ministerio de la Presi-
cia política dencia.

126
Alejandro Diez Hurtado
Los Desplazados en el Perú

Vemos en primer lugar que el cuadro de propuestas es parcial y


que no coincide necesariamente con el conjunto de problemas y
demandas formuladas y reseñadas líneas arriba. Una clasificación
simple de las propuestas permite agruparlas en seis conjuntos:
1) la primera propuesta es la institucionalización de la ayuda
psicológica a través de programas estatales, desde las postas
de salud y las ONGs;
2) las demandas por educación aterrizan en la solicitud de becas
e ingreso directo a las universidades para los familiares de las
víctimas y personas afectadas por la violencia política, la
implementación de colegios y bibliotecas, solicitadas al
Ministerio de Educación, a los municipios y a las universidades;
3) la provisión de servicios de agua y energía eléctrica, solicita-
dos a las municipalidades y al PAR;
4) las demandas en la línea del fomento de la producción
mencionan la tecnificación productiva, la construcción de
infraestructura de riego y de centros de acopio y la mejora de
carreteras, solicitadas al Estado, las municipalidades y las
ONGs, señalándose la intención de la población de apoyar
con la mano de obra;
5) el fortalecimiento institucional que es solicitado a las ONGs y,
6) la indemnización económica, en bienes, a las familias afectadas
a través del Ministerio de la Presidencia.

La mayor parte de las propuestas (siete sobre doce) reclaman la


atención de alguna institución del Estado (Ministerio de Educación,
de Transportes, postas de salud, PAR, Ministerio de la Presidencia):
se requiere de la presencia del Estado. Algunos de los afectados
señalan como causa de la violencia el abandono de parte del
Estado, por lo que debería responsabilizarse del desarrollo no
sólo porque es su obligación sino como una medida preventiva
ante posibles nuevos hechos de violencia. Cabe anotar que,
contradictoriamente, en algunos talleres se ha señalado la in-
tervención del Estado como perjudicial, pues habría generado
malos hábitos en la población, que acostumbrada a recibir
alimentos, infraestructura y préstamos, perdió el hábito del es-
fuerzo y del trabajo.

127
Alejandro Diez Hurtado

Las otras dos instituciones a las que se menciona como llamadas


a responder a las demandas de los desplazados son, en primer
lugar, los municipios, como proveedores de servicios urbanos y
de promoción de la actividad productiva; y las ONGs, a las que
se asigna en exclusividad la tarea de apoyo a la organización y se
le reconoce una labor en materia de atención psicológica y
asistencia productiva.

c. Consideraciones de política y propuestas de reparación a


desplazados

Antes de plantear algunas recomendaciones sobre cómo y en qué


responder a los problemas planteados por el desplazamiento,
resulta imprescindible explicitar cuatro consideraciones generales,
sobre las que se elaboran las sugerencias planteadas más adelante.

Una primera consideración a tomar en cuenta es que la reparación


debería responder a los grados de afectación y establecer un
equilibrio entre la afectación en sí, las formas de resiliencia y
adaptación a la situación de parte de las poblaciones y la ayuda
ya recibida. Una segunda es que la reparación debería responder
a las opciones ya tomadas por las poblaciones desplazadas,
adecuándose a su nueva situación. La tercera consideración es
que la reparación debería incluir e integrar componentes a nivel
individual familiar con componentes de reparación colectivos.

Una cuarta, y última pero en realidad primera consideración, es


que sea cual fuere la reparación, ésta debe ser entendida como un
derecho y no como una dádiva o regalo. Es decir, debe ser
complementaria y no reemplazar a las acciones que los propios
desplazados puedan desarrollar para solucionar sus problemas o
mejorar su situación. Debe, asimismo, ser justa con relación al
resto de la población afectada por la violencia, que somos la
sociedad en su conjunto.

Sobre el particular, el cuadro siguiente presenta algunas alternativas


de reparación tanto a nivel individual y familiar como colectivo.
Se presenta en términos polares por facilidad explicativa, aun

128
Los Desplazados en el Perú

cuando se sepa que un porcentaje importante de la población


desplazada optó por estrategias intermedias entre ambas
alternativas.

Cuadro 8
Alternativas de reparación de acuerdo a tipo de afectación

Tipos de En la localidad de origen En la zona de inserción


afectación (retornantes)
Individual Apoyo a capitalización Apoyos en capacitación
productiva (agrícola o no para la inserción laboral
agrícola) Apoyos en vivienda
Apoyos en capacitación Apoyos en educación
de transformación pro- superior de los hijos
ductiva (becas de estudios
Reconstrucción de vivienda concursables y de
Atención psicológica acuerdo a méritos)
(opcional) Atención psicológica
Apoyo especial (opcional)
alimentario y educativo a Facilidades para el
familias desamparadas, retorno o algunos viajes
mujeres y ancianos para arreglo de bienes
Colectivo Reconstrucción de infra- Apoyo en el proceso de
estructura social y pro- inserción a organizacio-
ductiva nes «naturales» de los
Apoyo en procesos de emigrantes
reconstitución del tejido Acciones de reconoci-
social comunal miento simbólico
Reconciliación
Reconocimiento colectivo
y simbólico
Elaboración: A. Diez

129
Alejandro Diez Hurtado

En general, la reparación individual a los retornantes debería con-


tribuir a que superen la etapa de la emergencia, a nivel personal
y familiar, y empiecen un proceso de desarrollo entendido como
una mejora en sus condiciones generales de vida y sus posibili-
dades de futuro.

Por superar la etapa de la emergencia se entiende la triple condi-


ción de:
1) obtener las condiciones físicas para la reproducción social
de las familias en condiciones similares o superiores a las
existentes en la etapa inmediatamente anterior a la violencia
política;
2) establecer equilibrios sociales que permitan una relación
armoniosa y en equilibrio entre las partes involucradas en el
conflicto y sus secuelas; y,
3) llegar a un estado de salud mental apropiado dadas las
características de los procesos vividos de manera personal
desde el inicio del desplazamiento.

Por lo general, la población insertada en las ciudades ha alcanzado


las dos primeras condiciones, pero quedan remanentes de población
que necesitaría aún ayuda psicológica para superar la tercera. En
cambio, las poblaciones retornantes están aún en proceso de
superación de la emergencia en los tres niveles.

En ningún caso se sugiere una restitución exacta o equivalente


de lo perdido durante los años de la violencia, sino al apoyo
necesario para superar las carencias vividas y poder desarrollarse
como ciudadanos dignos e iguales a los demás peruanos.

La reparación individual en los lugares de refugio que optan por


permanecer en ellos debería conducir a una mejora en sus condi-
ciones de inserción, proveyendo algunas necesidades básicas,
ayudando a superar el trauma y apoyando en la educación de los
hijos. Asimismo, favoreciendo el retorno de quienes quieran
volver y facilitando las visitas (una o dos) de quienes han decidido
establecerse en la ciudad, para que puedan dejar en orden sus
intereses en su localidad de origen.

130
Los Desplazados en el Perú

Aunque ello suponga entrar a los procedimientos y no a las defi-


niciones, probablemente buena parte de los fondos de reparación
individual para desplazados deberían ser concursables, a manera
de reconocimientos o premios más que regalos o proyectos de
aplicación general. Ello permitiría salvar la necesidad de una
evaluación de daños, siendo suficiente la calificación como
d e s p l a z a d o insertado para acceder a los concursos
promocionales.

Del lado de la población desplazada retornante, son necesarias


ayudas más consistentes para superar la emergencia, por lo menos
en vivienda y capitalización productiva a nivel individual. En
este caso, es necesario algún proceso de calificación, que permita
establecer con claridad quiénes tienen derecho a dichas ayudas.
Un primer criterio sería una selección de comunidades afectadas,
calificando luego dentro de ellas qué familias necesitan ayuda y
en qué medida.

Tanto la población insertada como la retornante deberían poder


acceder a servicios psicológicos de carácter voluntario, que les
ayuden a superar traumas personales que pudieran arrastrar desde
los años de la violencia. Sin embargo, dada la naturaleza del
fenómeno, no se debería alentar un programa estatal en este
sentido, sino la creación de un equipo especializado de psicólogos,
de atención itinerante bajo control no estatal.

Por su parte, las reparaciones colectivas deberían comenzar por


un reconocimiento público de la afectación colectiva y por la
implementación de medidas para una reparación simbólica.
Adicionalmente deberían contemplarse una serie de actividades
orientadas a la inversión social y económica para la reconstrucción
y reparación de infraestructura física -sobre todo en los lugares
de origen de los desplazados- pero sobre todo a la reparación de
las relaciones sociales y la reconstrucción del tejido social. Para
ello deberían implementarse proyectos que faciliten la re-articu-
lación y la integración de la población, canalizando las diferencias y
restableciendo la confianza y otros valores solidarios.

131
Alejandro Diez Hurtado

Probablemente para esta tarea sea más efectivo un conjunto de


acciones simbólicas que la vía de las capacitaciones o acciones
promocionales. Se podrían por ejemplo promover concursos de
danza, canto, poesía e historia, dependiendo de los públicos y las
tradiciones locales, promovidos de tal manera que contribuyan a
la superación y resiliencia de los procesos de violencia. También
podrían promoverse actos simbólicos de expresión de perdón
entre las diversas poblaciones involucradas (incluido el Ejército,
los CADs y los arrepentidos). Para ello es necesario prestar aten-
ción y evaluar los métodos utilizados por la población evangélica
ayacuchana, que incluyen actos de expiación y que aparentemente
conducen los más exitosos procesos de reconciliación social.

Para el caso de los desplazados asháninkas y de otros pueblos


amazónicos deberían incluirse además algunas acciones que
incluyan un reconocimiento de parte de la sociedad nacional y
colectiva que podría incluir algún tipo de derecho territorial y
protección al mismo.

132
Los Desplazados en el Perú

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LUCIANO, José. Retorno: autoridad civil y democracia. (N°85,


abril 1996)

Ucchuraccay 1983-1996 (N°86, mayo 1996)

Congreso de desplazados: cuando el río suena (N°86, mayo 1996)

MENADES. Para que Deng no se quede en el papel. (N°86, mayo


1996)

CISNEROS, David. Desplazados: las aguas se mueven, solo cuan-


do hay viento (N°93-94, diciembre 1996)

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