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El Puente de Montesclaros (El Puente de

Piedra). Remembranzas históricas


del monumento más antiguo de
la ciudad de Lima
Luis Sifuentes de la Cruz

El antiguo Puente de Piedra cumple 400 años y en dicho lapso, se cons-


tituyó en el único nexo de comunicación con la zona norte del territorio,
es decir con la importante ciudad de Trujillo. Antes lo eran los primitivos
puentes tendidos sobre el río Rímac, que no resistieron el embate de
sus constantes avenidas en la estación de verano y que terminaban por
desmoronarse.  

Se trata sin lugar a dudas, de la construcción más antigua de Lima,


cuyo mérito recae en el virrey Juan de Mendoza y Luna, Marqués de
Montesclaros, la fábrica se inició en 1608 con el apoyo y participación del 
activo alcalde de Lima don Jusepe de Rivera y Dávalos y se culminó en
1610, el gasto llegó a 200 mil pesos (Consejo Provincial de Lima. Tomo
I, 1935: 58), atribuyéndose  al agustino Villegas el diseño del mismo y en
cuanto a su construcción le pertenece al alarife Juan del Corral. 

Antes de la construcción del actual puente, se había construido


únicamente un puente de  criznejas, ubicado a la altura de la calle  La
Palma, pero las arremetidas del río Rímac, terminaron por destruirlo con
facilidad.

Posteriormente se edificó otro puente también de madera , al cual


se le denominó puente de palo, y era tan angosto que sólo podía cruzar una
persona a la vez. Se ubicó a la altura de la calle del convento de Santo
Domingo, pero las constantes crecidas del río en las épocas de verano ter-
minaron por arrastrarlo. Debido a su debilidad, había ocasionado infinidad
de accidentes y personas que habían sido arrastradas por la corriente al
Coloquio de Lima

Figura 1. Acta del cabildo sobre edificación del Puente.

caer del inestable puente al igual que los cargamentos de mulas y caballos
que venían de los llanos y provincias del norte y que irremediablemente se
perdían, afectando el abastecimiento de  productos a la ciudad.

Posteriormente el virrey, Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de


Cañete, fue quien mandó construir el primer puente de cantería frente a
las casas reales. Al llegar a Lima el virrey  encontró que una veintena de
caballeros nobles, comprometidos en la rebelión de Francisco Hernández
Girón, se encontraban presos ya que la Audiencia de Lima no encontró
causa suficiente para mandarlos a la horca; el virrey revisó los procesos y
tampoco halló mérito para ajusticiarlos, por lo que los condenó a traba-
jar con grilletes en la edificación del nuevo puente (Consejo Provincial de
Lima. Tomo II, 1935: 94).

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Luis Sifuentes / El Puente de Montesclaros...

Figura 2. Juan de Men-


doza y Luna, Marqués de
Montesclaros, Virrey del
Perú.
Al parecer la po-
blación noble de Lima
se había compadecido de
ver a estos caballeros car-
gando piedras, ladrillos y
mezcla como simples es-
clavos negros, ya que sólo
éstos por natura, estaban
destinados a tan penosa
labor. Los comerciantes
y mercaderes realizaron
una colecta de dinero y
compraron cuantos es-
clavos fueron necesarios
para sustituir a los nobles
afectados y los ofrecieron
al Virrey, quien aceptó el
trueque con la condición
de que los implicados caballeros, abandonasen el Virreinato. El puente fun-
cionó hasta el mes de febrero de 1607 en que las crecientes avenidas del río
en el  verano lo destruyeron. 

Al año siguiente, el virrey Marqués de Montesclaros y el activo alcalde de


Lima don Jusepe de Rivera y Dávalos, iniciaron la construcción del actual puen-
te que dada la solidez de sus
estructuras, ha resistido los
terremotos de 1630, 1655,
1687 y 1746, además de los
sismos del siglo XX y las in-
numerables crecidas del río
por las lluvias veraniegas y
efectos del fenómeno de El
Niño a través del tiempo. 

Figura 3. Detalle de plano


anónimo de Lima en 1675.
(Museo Naval de Madrid).
Se aprecia a la ciudad, el río
Rímac, el puente y la nueva
Triana o barrio de San Lá-
zaro.

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Coloquio de Lima

El puente de piedra se hizo de “seis ojos” (Bernales, 1972:129), todo


en piedra con estribos seguros, pretiles con ángulos y recodos sobre estribos,
sus bases, por un extremo con punta de diamante para resistir los embates
del río y por el otro en semi círculo mostrando una solidez extraordinaria,
se utilizó también  ladrillo y el calicanto.

Entre algunos detalles de la colosal edificación, observamos que el


puente tuvo sus entradas fuentes o abrevaderos para acémilas. Por el lado
que daba a la ciudad, se construyó un magnífico arco de mampostería que
llevaba en su segundo cuerpo una hornacina labrada donde se colocó la
imagen de Nuestra Señora de Belén y en su parte central la inscripción
“Dios y el rey”, la cual fue sustituida en 1868 -durante el gobierno de José
Balta- por otra que decía “Dios y la patria”, además de agregarle el escudo
del Perú. (Cubillas, 1974: 39-40)

Todo el cornisamento se rodeó de una elegante balaustrada y coro-


nando el famoso arco se colocó una arrogante estatua ecuestre de Felipe II,
obra de Baltazar Gavilán, la cual cayó por tierra, perdiéndose irreparable-
mente con el terremoto de 1746.

Hacia el año 1752, el activo virrey Conde de Superunda reedificó


el arco y en 1771 el virrey Amat lo modificó, dotándolo de dos graciosos
torreoncillos (Fuentes, 1867: 10), colocando además, en lugar de la imagen
de Nuestra Señora de Belén, un reloj de doble esfera que perteneció al ex-
tinguido jesuita de San Pablo.

En el extremo que daba para el barrio de San Lázaro, se construyeron


dos torreoncillos de estilo toscano los cuales se hicieron de ladrillo y cali-
canto; se les colocó piedras en las que se grabaron las inscripciones en latín
y castellano, alusivas a la obra y a las personas que en ella intervinieron,
tales como los oidores don Juan de Vilela, don Juan Fernández, de Recal-
de, don Alonso Pérez de Marchán y don José de Rivera y Dávalos, alcalde
ordinario de la ciudad de Lima y el Marqués de Montesclaros. Los torreon-
cillos se destruyeron en 1890 y las famosas inscripciones fueron retiradas y
confundidas entre los desmontes que luego se utilizaron en la construcción
de los tajamares. 

El hermoso arco que daba entrada al puente de Montesclaros se ubica


en lo que hoy es la calle de Palacio y se destruyó debido a la propagación del
incendio de una panadería vecina el día 5 de abril de 1879. 

El puente había quedado un tanto dañado por el terremoto de 1687,


siendo reparado por los alarifes Pedro Fernández de Valdés y Antonio No-
lete.

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Luis Sifuentes / El Puente de Montesclaros...

Figura 4. Hermoso arco de


entrada a la Ciudad de Lima
por el Puente de Piedra.

El terremoto de 1746
también afectó parcialmente
al puente en los cimientos
del ultimo pilar, siendo re-
parado posteriormente por
el alarife José de Añazgo por
un costo de 24 mil pesos.
Posteriormente, Martín Gó-
mez en 1785 hizo reposo y
limpieza de todos los “ojos”
del puente y tajamares de
la ciudad, observándose la
constante preocupación y
atención al mantenimiento
de las obras públicas. 

  A principios del presente


siglo, en 1901, se hizo una
ampliación salediza, que comprendía el ensanche de la calzada del puente
y de los 6.50 m. que tenía, se proyectó que llegase a 9.60 m. y las aceras,

Figura 5. Vista del puente de Montesclaros con sus “seis ojos”.


Óleo de Theodore Fisquet.

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Coloquio de Lima

Figura 6. Vista del Puentes


desde la alameda de Acho.
Pintura de Max Radiguet,
1844. 

de 1.40 m a 2.00 m, con lo


cual se logró una amplitud
de 4.30 m para facilitar el
tránsito de carruajes y, pos-
teriormente, de grandes
vehículos de transporte,
eliminándose los asientos
y espacios para la estadía
y disfrute del paisaje sobre
el puente; los parapetos de
piedra fueron reemplazados  por barandas de hierro, traídas desde Bruselas
(Bromley y Barbagelata, 1945: 98) 

El puente de piedra fue esencialmente el medio de comunicación entre


Lima y la ciudad de Trujillo, pero además se constituyó en la vía de acceso al
no menos importante barrio de San Lázaro, ubicado al norte de la capital.

El arrabal de San Lázaro se ubicó en el actual distrito del Rímac, en


las inmediaciones del cerro tutelar de Lima, el San Cristóbal. En la zona
contigua hacia el norte estaban los Amancaes, que, al decir de José Gálvez,
era una zona que se veían salpicada de oro en el perlado mes de junio, y donde
se realizaban  alegres y coloridos  paseos campestres de las altas clases de la
sociedad  limeña.

Siendo la Plaza Mayor el gran espacio central de la ciudad, era de vital


importancia una vía de comunicación con el resto del territorio colonial, ra-
zón por la cual el puente de piedra se constituye en la única y principal vía de
acceso entre la capital y la zona norte, es decir con la ciudad de Trujillo, por 
lo cual el jirón que viene a continuación del puente lleva por nombre Trujillo,
por tratarse del camino a esta ciudad. Este hecho ha llevado a denominar
inadecuadamente al puente como “Puente Trujillo”, cuando en realidad su
nombre desde un inicio fue: el Puente de  Montesclaros o Puente de Piedra.

El Puente de Piedra ha significado así, a través de cuatro siglos, el


nexo de unión entre dos importantes espacios, la Plaza Mayor y el barrio de
San Lázaro o Nueva Triana.

Llamado también  la Nueva Triana, surgió en el siglo XVI al otro lado


del río. Al igual que en Lima, allí también se repartieron solares donde

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Luis Sifuentes / El Puente de Montesclaros...

Figura 7. Vista del Puente de Piedra, fotografía de Eugenio Courret. 

luego se edificaron casas, hospitales, ermitas, santuarios, alamedas, de tal


manera que al crecer tanto se formaron sus propios barrios o sectores, tales
como los de Malambo o Guía, Acho y mercados como El Baratillo y El Li-
moncillo, entre otros.

Resulta deliciosa realizar la comparación entre el puente Triana que se


tiende sobre el río Guadalquivir, uniendo a la ciudad de Sevilla con el barrio 
de Triana, y el puente de Montesclaros, que articula con su extensión a la
ciudad de Lima con la Nueva Triana –actual distrito del Rímac–. Es intere-
sante el parangón entre estos dos espacios y su funcionalidad de similares
características.

Espontáneamente en San Lázaro fueron inaugurándose mesones,


posadas y pulperías, establecimientos donde se vendían artículos diversos
como utensilios, botones, agujas, cintas, baratijas, algunos comestibles, en-
tre otros. También surgieron ollerías: fábricas o tiendas de cacharros que le
daban una identidad propia al barrio de San Lázaro, con la singularidad de
ofrecer cosas tan buenas como expendios de comida, picanterías, dulcerías,
lugares de fiesta y jolgorio en donde las afamadas mulatas, a más de un
cristiano hacían pecar.

También hubo zonas adecuadas para la diversión y el esparcimiento,


como los tradicionales paseos por los Amancaes. Otros como la Alameda
para la galantería y en donde se realizaban duelos y disputas relacionadas

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Coloquio de Lima

Figura 8. Vista del puente de Piedra. Anónimo.

Figura 9. El Puente de Piedra a inicios del siglo XX, se aprecia


la desaparecida Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados.
Fotografía coloreada.
con el amor o tal vez para demostrar la valentía de audaces caballeros. Por
todo aquello y mucho más, se denominó a este pintoresco lugar la Nueva
Triana, emulando a la Triana sevillana. Fueron estas dos ciudades similares
hasta en su disposición urbana, y en el uso de sus espacios y funciones.  

Entrado ya el siglo XX, el puente fue sumido en el abandono y el de-


terioro. Por otro lado se realizaron también diversas modificaciones relacio-
nadas con la edificación de la actual Vía de Evitamiento. Aquello culminó
con la demolición de uno de los arcos del puente, el que empalmaba con el
jirón Trujillo, edificándose en su reemplazo una sección anexa de concreto
armado, lo cual alteró significativamente su fisonomía.

Muchas de las restauraciones que se han realizado a través del tiempo


han desfigurado la fisonomía original de la edificación al colocarse soportes
metálicos, que alteran el diseño original y que le quitan prestancia al mo-
numento.

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Luis Sifuentes / El Puente de Montesclaros...

Figura 10. Placa colocada por el Consejo de Lima, denominando


erróneamente al Puente de Piedra como “Puente Trujillo”.
Fotografía del autor.

Figura 11. Vista actual del puente. Fotografía del autor.

En la actual gestión municipal, se han hecho también refacciones y


restauraciones al puente y aún se le ha colocado una placa, cambiando su
nombre original que es “Puente de Piedra” por “Puente Trujillo”, lo cual no
es correcto.

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Coloquio de Lima

El bello puente constituye el monumento más antiguo de Lima y es


mudo testigo de gran parte de nuestra historia, ya que Lima no sería tal sin
su puente.

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Luis Sifuentes / El Puente de Montesclaros...

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