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De esta época de su encierro es fruto la obra titulada Libro de buen amor en el que
se amplían las sátiras contra los clérigos de Talavera, así como una punzante crítica de las
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Soledad Anaya Solórzano, Literatura Española. Tercer curso de Español, p. 101.
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costumbres de la corrompida sociedad de su tiempo. Así pues, encontramos en el perfil del
Arcipreste a un fabulista sin par: un poeta que sabe crear un grupo, un ambiente, un retrato
de una figura esencial, desde los primeros versos, mismos que brindan carácter a toda la
narración. Aunque la obra está concebida, originalmente, como una unidad total, es posible
apuntalar una serie de determinadas desviaciones que, no obstante, no quebrantan dicha
compactación del Libro de buen amor, sino que refuerzan el propósito de la sátira social
unitaria y total a un tiempo. Así pues encontramos la siguiente estructura:
1. Los exemplos y apólogos.
2. La glosa del Ars amandi de Ovidio, en que trata las falsas vidas del propio
Ovidio ya difundidas desde la Edad Media con el nombre de De Vetula,
aunque la temática central en estos libros era la exposición de una somera
acción novelesca o teatral que consistía en mostrar o demostrar una técnica
para enamorar. El amor representa, pues, el tópico central del libro.
3. La imitación del Pamphilius. Consiste en la traducción del texto latino de
esta comedia en que dos amantes, bajo la protección de Venus, llegan a la
consecución de sus deseos por intervención de una tercera, la vieja Anus.
4. Poemas burlescoalegóricos.
5. Los poemas líricos, con notables elementos juglarescos.
6. Las digresiones morales y ascéticas.
El Libro de buen amor consiste en una serie de narraciones que tienen como
objetivo cimentar en el hombre las diferencias existentes entre el Loco Amor, es decir, el
amor mundano, y del Buen Amor, que es el que Dios ofrece. Para el Arcipreste de Hita, “el
amor es [más] una incitación reiterada que una ocasión para dogmatismos moralizantes,
incompatibles en absoluto con el tono y estilo de la obra. Las personas aman y desaman: los
animales corren, luchan o nadan, los instrumentos tañen”2.
La obra del Arcipreste de Hita es un referente histórico importantísimo, puesto que
en él encontraremos críticas acerbas a las costumbres de clérigos, damas y caballeros de su
tiempo; graciosas y pintorescas cánticas de serrana, precedente vigoroso de un género que
poco después se afina y ha de culminar en distinguido poeta del siglo XV; fuertes sátiras
contra el poder del dinero; deliciosas ironías contra las mujeres; interesantes y profundos
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Amancio Bolaño e Isla, “Prólogo” en Libro de buen amor, p. XIX.
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apólogos inspirados en los más antiguos, griegos y orientales, y semejantes a los que
aprovechó en su obra D. Juan Manuel; cantares de ciegos y de estudiantes, muestras todas,
en fin, de la riqueza literaria de D. Juan Ruiz, quien por primera vez se aparta del sendero
recorrido por sus antecesores, para entrarse de lleno por la vida misma, con sus vicios y
miserias, y encontrar en ella inagotable fuente inspiración poética.
Por otro lado, el valor moral de la obra es igual de importante que el histórico:
Los pueblos retratados a través de la pluma del Arcipreste son el reflejo de la humanidad
entera: quitemos los nombres de animales, humanicémoslos, socialicémoslos […] llamemos
Pedro y Juan al león y al caballo o a los dos mures de Guadalajara y Monferrado, y veamos
cómo lo que parece un pasatiempo se convierte en lección penetrante y ejemplar de
fortaleza o templanza, de humildad, honestidad o pureza. Son pues socialmente simbólicos
los animales en la cuentística del Arcipreste.3
Los aspectos formales en que la obra fue escrita se remiten al Mester de Clerecía,
versos alejandrinos con rima consonante, es decir, la Cuaderna Vía con el tetrásforo
monorrítmico de poetas como Gonzalo de Berceo; sin embargo, el Arcipreste toma algunas
libertades y llega a trabajar, incluso, los versos de dieciséis sílabas, así como la exclusión
de algunas rimas, variando la forma tan estrecha y rígida de la poética de Berceo. De esta
manera, la poética del Arcipreste logra lo que no logró la del clérigo de San Millán de la
Cogolla: por un lado, los versos de Gonzalo de Berceo estaban escritos bajo el dominio de
un lenguaje que no era dominado por el vulgo, ya que Berceo se formó bajo la escuela
clerical, mientras que la obra del Arcipreste cuenta con mayor pluralidad, en este sentido,
que la del otro poeta. Esto se verifica con el encarcelamiento de Juan Ruiz: en el caso de
que su obra hubiese carecido de poder de divulgación, éste no hubiese sido apresado.
Ahora bien, debido a la forma en que está escrito el Libro de buen amor, hace al
Arcipreste de Hita un hombre polémico ya que existe la incógnita de si fue él quien llevo a
cabo los pecados reseñados en su libro, o bien, fueron actos testificados a partir de la
misión encomendada por el Arzobispo de Toledo. Encontramos argumentos válidos por
ambos bandos; sin embargo, yo reseñaré los que hacen una apología a favor de la inocencia
de Juan Ruiz.
La razón del sentido autobiográfico de la obra estriba en que el autor aparece como
héroe de todas las aventuras, además de representar un hábil recurso para explotar las más
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Ibíd., p. XII-XIII.
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atrevidas situaciones sin peligro de causar encono a quien pudiera sentirse aludido. Aquí
también podemos mencionar que, luego de perder reputación tras haber permanecido en
cárcel, al Arcipreste no le hubiera importado tanto el hecho de desgastar un poco más su
imagen con el fin de evidenciar las actitudes de sus cofraternos de Talavera.
Y el que sabe convertir en poesía las acciones humanas, mal entendidas o censuradas por
prejuicios rutinarios o profesionalismo moralizador de doble cara, ese poeta es maestro
además de artista. Cuando recrea lo real, lo despoja de sus rasgos repugnantes descubriendo
el núcleo de su autenticidad […] El arte puede elevar a otro orden los aspectos más vulgares
de la realidad; pero sólo “uno de trobadores milll” atinará con el procedimiento de realizar
tal objetivo.4
Juan Ruiz es el poeta que transforma lo grotesco en poesía, al mismo tiempo que va
echando luces de las primeras voces netamente narrativas: se nota, ya no sólo la voz
poética, sino además la nitidez y claridad de una voz narrativa, que se enfoca a la redacción
de textos tales como el cuento.
Ahora bien, su encarcelamiento, bien pudo representar el consentimiento
correspondiente a asuntos meramente políticos: al evidenciarse los abusos de la vida
clerical, en este caso de los provenientes de Talavera, era obvio que se rozarían otros
conventos u otras diócesis. Así, pues, no resultaba conveniente la presencia de un individuo
como el Arcipreste de Hita, quien venía registrando los abusos del poder eclesiástico —que
además atravesaba por un siglo difícil: el papa es sustraído de Roma y es llevado con miras
terrenales a Aviñón para servir a los intereses políticos de los reyes de Francia y no a los
religiosos de la cristiandad entera—. Estamos hablando de una época en que la moral, ante
todo, debe permanecer unida, aun, con el sacrificio o pausa de miembros religiosos
importantes o de confianza, como en el caso del poeta Juan Ruiz.
El yo de Juan Ruiz es central para el manejo de las fábulas, puesto que es a través de
la experiencia o experimentación “en carne propia” de los hechos y acontecimientos en que
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Ibíd., p. XX-XXI.
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Ibíd., p X-XI.
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el Arcipreste puede hacer llegar el mensaje o moraleja. Esto viene a verificarse, a lo largo
del libro, ya que continuamente surgen problemáticas con la ubicación de los narradores, es
decir, la obra atraviesa por momentos en que no se sabe si es Juan Ruiz Arcipreste de Hita
quien es el protagonista, o bien si es don Melón de la Huerta.
Finalmente, el título del libro cabe decir que Buen Amor debe entenderse en su
connotación profana, esto es, amor que se conforma con las delicadas reglas de la cortesía6.
5
Como ejemplo del Zéjel tenemos las Cántigas a Santa María:
¡Oh, María! Oo Oo
Luz del día, Oo Oo
tú me guía Oo Oo
todavía. oo Oo
¡Oh, María! Oo Oo
Luz del día, Oo Oo
tú me guía Oo Oo
todavía. oo Oo
¡Oh, María! Oo Oo
Luz del día, Oo Oo
tú me guía Oo Oo
todavía. oo Oo
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Bolaño e Isla sostiene que el encierro del Arcipreste no pudo estar a cargo del Arzobispo de
Toledo Don Gil de Albornoz, ya que las fechas chocan y no coinciden, puesto que de ser
así, estaríamos afirmando que el Libro de buen amor fue redactado con el Arcipreste
muerto; sin embargo, estos datos no fueron tocados en el presente trabajo por ausencia de
información, pero creo que vale la pena seguir trabajando en la obra del Arcipreste, sobre
todo para eliminar esa imagen de hombre pecador y sucumbido ante la tentación del
pecado: hay que devolver a la literatura el buen hombre que fue Juan Ruiz Arcipreste de
Hita, como lo hizo Ramón Menéndez Pidal con la figura literaria e histórica de Rodrigo
Díaz de Vivar, el Cid.
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BIBLIOGRAFÍA