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El virus de inmuno deficiencia humana (VIH) ataca directamente a las defensas


del cuerpo, debilitando el sistema inmunitario hasta convertirlo en vulnerable a
gran número de infecciones.

En cambio, el SIDA es la manifestación de la última etapa del VIH, que se


convierte en síndrome de inmuno deficiencia adquirida y este diagnóstico
puede tardar más de 10 años en producirse

Toda esta información general sobre el virus junto con la evolució n e historia
del SIDA nos hace poner especial esfuerzo en erradicar el desarrollo del SIDA
en África, uno de los escenarios principales donde tienen lugar las mayores
tasas de mortalidad.

Por otro lado, a través de arduos estudios llevados a cabo tras est as
devastadoras estadísticas de mortalidad que deja el VIH en nuestra sociedad,
se han ido desentrañando los principales síntomas básicos de este peligroso
virus, logrando establecer con precisión cuáles son los medios de contagio más
comunes y combatirlos con medios de prevención cada día más contundentes
y numerosos.

Una más que positiva noticia gira en torno a los esfuerzos en cuanto a
investigaciones que avancen hacia una cura, potenciando el actual tratamiento
general del SIDA y haciendo hincapié en a mpliar las diferentes pruebas que
determinan el diagnóstico del VIH y conseguir una de las grandes quimeras
para vencer este mal: aumentar el número de vacunas probadas contra el
SIDA.
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El virus del VIH se ha convertido en un a de las epidemias más devastadoras


del siglo. Una de las causas del alcance que ha tenido esta enfermedad en la
población mundial es la desinformación y el desconocimiento de síntomas,
formas de contagio, métodos de prevención y acciones de riesgo a evita r.

Podemos establecer que las formas de contagio más comunes giran en torno a
3 variables:

Sangre: contiene la concentración más alta del VIH

Fluidos (Semen y Secreciones Vaginales)

Leche Materna

Por tanto el VIH no se transmite mediante heces, saliva, s udor, lágrimas u


orina.

Partiendo de estas variables, también hay que mencionar varios factores que
deben darse para que exista riesgo de contagio o transmisión del virus:

El virus del VIH ha de estar presente en una persona, es decir, aunque se


cometan imprudencias y se realicen prácticas sexuales de riesgo, no debemos
presuponer una causalidad directa para contraer la enfermedad. La presencia
del VIH solo la puede determinar una prueba médica específica.

La concentración del virus es determinante. Así p ara el caso de la sangre, una


cantidad pequeña de sangre infectada puede ser más que suficiente para
contagiar a otra persona. Sin embargo, para una misma cantidad de otros
fluidos (semen o secreción vaginal) el riesgo es bastante menor por tener una
concentración de VIH inferior.

Para que exista contagio es necesario que el VIH entre en el flujo sanguíneo.
Por tanto no sería suficiente haber tenido contacto con una persona infectada
para contagiarse del VIH. Conociendo otro tipo de situaciones que favorece n el
contagio como son el tiempo que se esté en contacto o condiciones
desfavorables al virus (temperatura, acidez, ausencia de oxígeno), tenemos
menor riesgo de infección por contagio.
Por último, en cuanto a las vías de transmisión o contagio, ya sabemo s que el
virus ha de entrar en contacto con el flujo sanguíneo mediante, por ejemplo:

Sexo sin protección: actualmente el mayor número de casos se da por contacto


heterosexual por vía vaginal, por tanto no podemos olvidar que todos somos
población de riesgo.

Contacto sanguíneo directo: antes tenía lugar por transfusiones de sangre (por
el desconocimiento de la enfermedad), ahora lo más habitual es infectarse por
compartir agujas para inyectarse droga o algunos casos de madres que
infectan a sus bebes a través de la leche materna.

Heridas abiertas o infección de mucosas: la transmisión puede darse en el ano,


el recto, la vagina, el pene, la boca y los ojos, así como en heridas abiertas o
nuevas, pero nunca en piel intacta sin heridas recientes.

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Los inicios del virus VIH datan de los años 80, cuando se detectan varios casos
de neumonía y sarcoma de Kaposi, una variante de cáncer de piel. El hecho de
que estos casos en su mayoría tuvieran lugar en pacientes homosexuales, con
otras patologías crónicas, dio pie a una investigación más exhaustiva que
concluyó con una carencia similar en todos ellos, de un tipo de células
sanguíneas.

Estos antecedentes de la enfermedad, a través de infecciones alternativas, nos


hacen ver la capacidad del VIH par a destruir los sistemas inmunológicos de los
infectados, con el consiguiente desarrollo de infecciones de distinto índole,
llegando hasta a hacerse crónicas.

Posteriormente, la enfermedad empieza a conocerse como ³La Peste Rosa´


asociando la aparición de manchas rosas en la piel con la tendencia
homosexual de la mayoría de estos primeros casos.

De forma errónea, se extendió esta idea, aunque ya había constancia de otros


afectados que también padecían la enfermedad como inmigrantes, receptores
de transfusiones sanguíneas, personas que se inyectaban droga y mujeres
heterosexuales.

Es en 1984 cuando empiezan a considerar la enfermedad como epidemia,


basándose en el estudio realizado a un grupo de personas contagiadas, que
habían tenido parejas en común, extr ayendo así patrones que lo demostraban.

Otras teorías menos científicas, llegaron a negar que el SIDA proviniese de la


infección del VIH y asociaban la enfermedad con el abuso de drogas de la
época, como el popper, así como la gran actividad sexual con di stintas
personas.

El virus ya se bautiza entonces como Acquired Immune Deficiency Syndrome


(AIDS).

En este mismo año, fruto de aislar el virus del sida y realizar posteriores
estudios, dos científicos franceses lograron desarrollar un anticuerpo que
identificaba a los infectados entre los grupos de riesgo. No estuvo este
descubrimiento exento de polémica, al anticiparse a estos resultados un
científico estadounidense, valiéndose de la investigación inicial llevada a cabo
por los franceses y haciendo observaciones por su cuenta. La polémica se
zanjaría en 2008, reconociendo el descubrimiento del virus con el Premio
Nobel, a los dos científicos francés junto con otro investigador.

La segunda mitad de la década transcurrió con el aislamiento social hacia los


infectados incluso por parte de sus familiares y amigos, fundamentalmente por
el miedo a contraer el virus y fruto del desconocimiento de las formas de
contagio, entre otros motivos. Se dieron casos de niños infectados que no
encontraban colegio al qu e asistir porque los padres del resto de niños se
negaban a que sus hijos compartieran aula con ellos, por ese terror que
transmitía la palabra VIH, por esa falsa creencia de que cualquier contacto
significaría el lastre de esa terrible enfermedad.

Una de las consecuencias de concentrar la atención en la comunidad


homosexual, fue la propagación sin control de la enfermedad entre
heterosexuales, más en concreto en zonas más desprotegidas como África,
Asia o Europa Oriental.

Actualmente los tratamientos ant irretrovirales, contribuyen a que se pueda


convivir de forma normal con la enfermedad, como si de una enfermedad
crónica se tratara, pero sin embargo, estos tratamientos solo están disponibles,
en su mayoría, en países desarrollados. De aquí la importancia de que países
en desarrollo y subdesarrollados, puedan tener un mayor acceso a los
tratamientos y evitar que desarrollen las infecciones asociadas a las que, sin el
tratamiento, lamentablemente siguen siendo inmunes.

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Si tenemos claro el riesgo que supone contraer una enfermedad como es el


SIDA, mediante la infección del virus VIH, debemos poner especial atención y
esfuerzo en conocer las formas de contagio más comunes del VIH para
prevenir posibles situaciones de riesgo.

En este sentido, algunas de las recomendaciones para prevenir el contagio


pueden ser:

Utilizar preservativos en todas las relaciones sexuales para evitar que nos
transmitan esta u otra enfermedad (ETS).

Comprobar el buen estado del preservativo

Colocarlo correctamente y con precaución pare evitar que se deteriore o que


sea ineficaz.

El preservativo es de un solo uso, posteriormente habrá de tirarlo a la basura.

Es necesario saber que el uso de lubricantes o vaselina, pueden deteriorar la


composición de latex de la mayoría de preservativos.

No compartir ningún tipo de jeringa o aguja y extremar la precaución si existen


heridas, hemorragias o cualquier otro corte que pueda ser susceptible de
sangrar.

En situaciones que sea preciso manipular material inyectable, se debe e xigir


que sea desechable y esterilizado.
Extremar la precaución en sesiones de acupuntura o centros de tatuaje, si las
condiciones de esterilidad del material implica riesgos para nuestra salud.

No donar sangre si en los meses anteriores se ha estado expue sto a un


comportamiento o situación de riesgo

Para mujeres infectadas con VIH, que deciden quedarse embarazadas, deben
considerar el riesgo del embarazo y prestarse a un exhaustivo control médico
para disminuir la posibilidad de transmitir el virus al bebé .

Conocer y saber reconocer los signos o síntomas que pueden presentarse al


infectarse de VIH, para tratar de recibir una atención médica cuanto ante

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El VIH o virus de la inmunodeficiencia humana afecta al sistema inmunitario,


debilitándolo y dañándolo progresivamente. Con esta definición, podemos
entender la vulnerabilidad que alcanzan las personas con esta deficiencia, ya
que su débil sistema inmunitario se expone a todo tipo de infecciones que
pueden agravar su estado.

Por otro lado, el SIDA es el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, es decir,


los síntomas posibles y causas que sufre el sistema inmunitario como
consecuencia de la infección por VIH.

Es necesario hacer la distinción entre VIH y SIDA, puesto que a la hora de


determinar los síntomas de la infección es importante conocer en qué fase se
encuentra el enfermo. Podemos concluir, por tanto, que el SIDA constituye el
grado avanzado del VIH.

Una vez que una persona se infecta de VIH, es posible que no sea conscien te
de ello puesto que los síntomas no tienen una manifestación clara tras contraer
el virus. Lo que hay que subrayar es que, tenga o no síntomas de infección, el
gran riesgo de contagio que existe en el periodo inicial. Por tanto, para saber si
portamos el VIH, sólo es posible mediante pruebas específicas que detecten
los anticuerpos del VIH o el mismo VIH.
Los síntomas si empiezan a hacerse visibles una vez que existe un deterioro
del sistema inmunitario, traducido en otro tipo de infecciones ³oportunista s´ que
se aprovechan de la vulnerabilidad que comentábamos.

Vamos a describir las distintas fases por las que pasa el virus, en función de los
síntomas que presentan los pacientes:

Infección primaria: en esta fase puede que no existan síntomas, o bien,


presentar el síndrome retroviral agudo, que provoca fiebres, erupciones, dolor
articular, entre otros. Desde este momento el virus se puede contagiar a otras
personas, independientemente de que se manifiesten o no los síntomas.

Fase 1: asintomática o inflama ción de nódulos linfáticos, comenzando a dañar


el sistema inmunitario.

Fase 2: fiebre, sudoración, pérdidas de peso, manifestaciones cutáneas leves


(como dermatitis), cefaleas, e infecciones en vías respiratorias«

Fase 3: diarrea crónica sin motivos aparen tes, fiebre severa, infecciones
bacterianas de consideración, tuberculosis pulmonar, etc. En esta fase, algunas
personas tienen SIDA.

Fase 4: se trata de 22 infecciones oportunistas o tipos de cáncer relacionados


con el VIH. En este punto, todas las person as infectadas tienen SIDA

Conviene aclarar que el tiempo que suele tardar una persona en desarrollar
SIDA una vez está infectado de VIH, oscila entre 10 y 15 años, pero es en los
primeros 5-10 años cuando corre el riesgo de desarrollar enfermedades
relacionadas con VIH si no recibe tratamiento. Cuanto más tiempo haya
permanecido el virus en el cuerpo sin haber recibido tratamiento, mayor
cantidad y gravedad alcanzarán los síntomas.

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Hoy en día existen importantes avances científic os y médicos que nos hacen
ser optimistas al pensar en un tratamiento que elimine por completo el virus del
VIH.
Lamentablemente en la actualidad, aún no contamos con fármacos o vacunas
de esta eficacia, no obstante, podemos describir los tratamientos gen erales que
si bien lo destruyen por completo el virus, si ayudan a disminuir la cantidad de
VIH en el cuerpo y a bloquear la acción destructiva del virus, con la
consiguiente mejora en la calidad de vida del paciente.

Por tanto, el principal tratamiento c onsiste en la combinación de fármacos


antiretrovirales que buscan neutralizar el VIH en el cuerpo, focalizándose en
anular su presencia lo máximo posible, restaurando el sistema inmunológico
del paciente. Este tipo de terapias son individualizadas y han de ser prescritas,
revisadas o alteradas por especialistas que sigan la evolución de dicho
paciente.

Con este tratamiento se consigue replicar el virus, propiciando que no se


multiplique, que disminuya la carga viral y en consecuencia, que se reduzcan
los riesgos de transmisión y contagio.

Hay que subrayar que es imprescindible cumplir de forma exigente todas las
indicaciones del tratamiento (dosis, horarios, régimen de comidas, etc.), ya que
lo contrario podría suponer una menor concentración del fármaco e n sangre y
esto, provocaría que el virus se hiciera resistente a los antirretrovirales,
anulando toda su eficacia.

Para tomar la decisión de someterse a este tratamiento o terapia hay que


conocer una implicación muy importante que lleva consigo y es que hasta que
no exista una vacuna o cura total, este tratamiento es permanente, es decir, lo
más probable es que los pacientes continúen con esta terapia toda su vida.

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