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Francisco Suárez Dávila

MÉXICO ANTE EL G-20: ¿FONDO O FORMA?


07 de abril de 2011.

En sólo 8 meses el Presidente Calderón asume la Presidencia del G-20, el


principal grupo de cooperación económica mundial, tomando la estafeta del
Presidente Zarkozy -ironías de la vida- que concluye su mandato con la reunión
cumbre de Cannes en noviembre de este año. Aunque escoger 2011, año de
avatares electorales en México y siendo Gobierno de salida, es una mala
decisión institucional, la responsabilidad para nuestro país es grande y merece
apoyo para que salga bien.

El G-20 se transformó en reunión de Líderes de Gobierno en noviembre de 2008


para enfrentar la Crisis, consecuencia de su carácter global y de los cambios en
la estructura de la economía mundial, que hacían imprescindible la presencia de
los grandes países emergentes, ahora responsables del 50% del crecimiento
mundial. Así, el G-20 se integra con el tradicional G-8 de los 7 principales países
industriales y Rusia, al que se suman México, Brasil y Argentina; China, India,
Corea e Indonesia, Sudáfrica, Arabia Saudita, Australia y Turquía, la Unión
Europea, como tal -un exceso de representación- y España que ha logrado
colarse como invitado permanente.

Las 3 primeras cumbres: Washington en 2008, Londres y Pittsburgh en 2009,


representaron uno de los más exitosos casos históricos de cooperación
internacional. Se decidió inyectar apoyos de $1 billón de dólares mediante los
organismos internacionales, lo que fue factor clave para iniciar la recuperación
mundial. En las 2 últimas: Toronto (junio 2010) y Seúl (noviembre 2010), han
prevalecido los intereses domésticos sobre la cooperación y se han desatado las
“guerras de las monedas”.

La contienda electoral francesa permea el G-20. Sarkozy ha actuado con su


incorregible hiperactivismo, procurando incorporar a la Agenda cualquier tema

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coyuntural como parte de su campaña. Paradójicamente su posible rival como
candidato socialista es Strauss Kahn, Director del FMI. Como arreglo
institucional los trabajos del G-20 debieran orientarse por el Presidente en turno,
Francia; el anterior, Corea, y el futuro, México. Esto que se llama la troika, en
este caso se asemeja más un complejo ”menage a trois”.

México ha adquirido un sólido prestigio en la cooperación económica


internacional. Fue una de las delegaciones más destacadas en la Conferencia
de Bretton Woods de 1944, donde se configuró el orden internacional de la
posguerra y surgen el FMI y el Banco Mundial. Cuando los países industriales
crearon ante la crisis de 1973 un súper Comité ministerial para avocarse a la
Reforma Monetaria Internacional, México propuso crear otro Comité para los
temas del desarrollo. México es el primer país emergente que ingresa a la
OCDE, luego lo harían Corea y Chile.

En algunos foros internacionales, sin embargo, la posición mexicana se ha


caracterizado por la improvisación, su intrascendencia o, peor aún, la fiel
subordinación a la posición americana, como fue el caso en la Conferencia de la
ONU sobre Financiamiento al Desarrollo de Monterrey, en que se desinvitó a
Castro.

Hoy México tiene una cierta dinámica a su favor por su contribución al tema del
cambio climático con la reunión de Cancún. Pero debe prepararse bien. Parte
del éxito en Bretton Woods fue que el Secretario de Hacienda y el Director del
Banco de México convocaron a los mejores expertos mexicanos sobre el tema,
sin prejuicios ideológicos: Cossio Villegas, Victor Urquidi, Medina Echeverría,
Javier Márquez y Raúl Martínez Ostos. Trabajaron durante más de un año
formulando propuestas.

Corea creo un Comité Presidencial para la Cumbre de Seúl. Con una excelente
preparación incorporó en la Agenda el gran tema del desarrollo y de allí surgió el
“Consenso de Seúl para el Desarrollo Compartido” y el “Plan de Acción de Seúl”.

Ahora, los grandes temas se han empantanado: ¿cómo “rebalancear” la


economía mundial? el reajuste de los tipos de cambio, la posible emisión de
DEGs, la moneda internacional, la reforma del FMI, los controles de capital, una
mejor coordinación de políticas.

Pero finalmente, ¿qué quiere México de la reunión? ¿Aprovecharla


electoralmente, como Sarkozy o puede también aspirar a dejar su “marca” como
lo hizo Corea? Sin caer en el juego de ampliar la “carta a Santa Claus”, puede
incluir temas prioritarios de su propia Agenda, que parecen crecientemente
afectar a todos los países como la migración (Norte-África la agudiza), el
desempleo de los jóvenes o el crimen organizado (legalización de drogas, tráfico
de armas, lavado de dinero).

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México puede mediar con inteligencia y ecuanimidad entre temas inconclusos,
donde prevalecen políticas contrapuestas y proponer con imaginación temas
nuevos que, acordes con sus intereses, avancen la Agenda Internacional. Que
no sea una reunión más con fotos sonrientes de jefes de Estado, sino que pueda
hablarse del Consenso o el Plan de Acción de México.

Twitter: @suarezdavila
Ex subsecretario de Hacienda

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