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Cultura de la pobreza y populismo.

La pobreza en Venezuela representa la brecha social más severa para poder llevar
adelante un programa cultural que busque el desarrollo.

¿Por qué representa una brecha?

• Las poblaciones pobres desarrollan estrategias de sobrevivencia, basadas en la


colaboración de la familia y hasta amigos. Así quien consigue empleo estable o
comienza a ahorrar capital, debe compartirlo con familiares y amigos para
ayudarlos a sobrevivir, mermando así la posibilidad de un crecimiento
individual.
• Es susceptible a ser manipulada por el populismo de algunos políticos, éste
explota las necesidades de los pobres enganchándolos con discursos
demagógicos a un poder particular que merma las posibilidades de superar la
pobreza pues no se da abasto de cumplir sus fantasiosas promesas
• La constante necesidad de supervivencia impide que los individuos logren ver
los largos plazos, y buscan satisfacer sus necesidades más inmediatas.
• Es fácilmente explotada por clases sociales mejor ubicadas en el escalafón
económico. Al igual esto crea desigualdades ante la ley pues crea sectores con
poder suficiente para ponerse por encima de la ley.

Roles y estilos de liderazgo democrático para Venezuela.

Venezuela requiere de un liderazgo de gran calidad, tanto política como éticamente.


Las oportunidades que tiene la cultura pública venezolana de ser explotada son
muchas, y por lo tanto también lo son las tentaciones de aprovecharse de las
mismas. Necesitamos un líder cuya calidad moral le permita resistir estas
tentaciones y asumir su papel de conductor entre la cultura presente y la modernidad
anhelada.

1) El político como mediador cultural:


Es necesario que el líder cumple un papel de mediador entre la cultura pública
predominante y la necesaria para lograr nuestras metas. Como mediador debe
comprender la situación de partida, para comunicarse con esa cultura en su lenguaje, no
así dejándose atrapar en ella . De la misma manera ha de tener visión clara de la meta y
también una propuesta tanto realista como convincente, comprendiendo que para
realmente avanzar no hay atajos.
Debe ser por sobre todo, un guía ético, puesto que las tentaciones que acarrea ser
gobernante de este país son muchas.

Por otra parte es necesario crear instituciones modernas duraderas, la tendencia es que
con cada cambio gobierno, y hasta con cada cambio de ministro (común en esta época)
las instituciones levantadas por el anterior pierden sentido y son reemplazadas por unas
nuevas, no logrando así un verdadero avance.

Como mediador entre la cultura que necesitamos para lograr nuestras metas y la actual
el líder se encontrará con dos problemas:
1. La tentación de los sujetos modernos, sobretodo aquellos profesionales de
separarse del resto de la comunidad y crear “islas de modernidad” para sí
mismos. Lo que no es malo, pero lamentablemente puede serlo si el fin de estas
islas es dejar de lado los problemas del país pues a la larga si el país se hunde,
estas islas no podrán seguir a flote pues forman parte de un todo. Ahí es donde el
líder entra en acción como mediador, lograr que quiénes pueden fabricar un
entorno moderno trabajen mano a mano con el estado para fabricar un país igual
de moderno.
2. La disfuncionalidad y desprestigio del estado: el gobierno no puede exigir que se
cumplan las leyes si precisame
nte los individuos encargados de las instituciones del estado trabajan de manera
individualista e ilegal.

Reconocer el camino recorrido


Venezuela a pesar de todo ha adquirido una honda nostálgica de modernidad, por
ejemplo recordando la actitud cívica y moderna para la época que se tenía en el Metro
de Caracas.
Por lo que Venezuela no está tan perdida ni tan lejos de la modernidad, los siguientes
puntos lo demuestran:
• Hemos adquirido hábitos democráticos, queremos ser libres.
• Los jóvenes quieren masivamente estudiar y prepararse porque tienen
aspiraciones.
• Deseamos un alianza sincera entre fuerzas y clases sociales, una en la
que haya oportunidades para los más pobres y respete las libertades.
• Estamos comprendiendo que erradicar la pobreza es la tarea principal de
nuestra sociedad.
• Hemos aprendido por las malas, tres décadas de desorden institucional
pueden enseñarnos a hacer los sacrificios necesarios para sostener
instituciones sólidas.

El político y la creación social


El gobierno debe actuar de manera positiva y no entorpeciendo la cooperación social
para la producción de vida según parámetros modernos.
Hay que tener dos cosas claras: el gobierno no es el Estado, y el Estado no es la nación.
La nación está primero y el Estado no es más que un instrumento a su servicio por lo
que el gobierno es el encargado por la sociedad de dirigir al Estado y no su dueño como
lo es.
Para que esto ocurra, es decir para que el político ocupe el lugar que le corresponde y no
sea un líder autoritarista y arbitrario, se reitera que la calidad ética de nuestro liderazgo
será lo que determine si esto ocurre o no.

El político y la competencia social


Necesitamos de la competencia social, ésta estimula a las personas a producir más y
mejor. Un mercado sin competencia es un monopolio, y un sistema político sin
competencia es una dictadura.
Por eso eliminar la competencia igualando a todos es un grave error.
En vez de eliminarla, hay que limitar a la competencia, de manera que no se resientan
los medios básicos de cooperación social.
La política debe tener entonces límites claros a los que todos se atengan, y así evitar
caer en un ambiente de violencia, donde la sociedad se pierde.
Junto con todas las tentaciones ya mencionadas hay que agregar que el político no debe
ensoberbecerse con su poder. Si no puede controlarse a sí mismo ¿cómo espera liderar a
la sociedad?.

En conclusión para que Venezuela logre sus metas y alcance la modernidad, depende de
un liderazgo político distinto al que hemos tenido las últimas décadas. Así pues las
políticas a largo plazo, las reglas de competencias políticas y el uso del poder, deben
estar en manos de los mejores de cada generación venezolana, que puedan plantear un
camino hacia la tan deseada modernidad.

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