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Aproximación Hermenéutica a la Obra de

Groos y Dönitz
(A Hermeneutic Approach to the Work of Groos and Dönitz)
Febrero de 2006
CN. Roberto Betancourt Arocha
Director de la Escuela de Postgrado de la Armada (EPAR)

Resumen
Otto Groos y Karl Dönitz son dos de los más citados oficiales navales de la
armada alemana contemporánea. Ambos oficiales participaron activamente
como practicantes de la táctica naval y como resultado de ello escribieron
gruesos volúmenes donde expusieron sus particulares puntos de vista de los
elementos que conforman el Poder Marítimo y más específicamente aquellos
que describen el éxito en las operaciones navales a través del análisis de las
acciones conducidas durante la Guerra. El presente trabajo muestra un
resumen de la investigación hermenéutica realizada a dos de las obras de
ambos autores. Esta investigación se presenta, metodológicamente, siguiendo
una aproximación discursiva con la ayuda de trabajos más coetáneos de
analistas del Poder Marítimo (Boots, Hill y Till). El escrito concluye sucintamente
con un resumen de los aportes que estos análisis aportan a la doctrina naval
venezolana.
Abstract
Otto Groos and Kart Dönitz are some of the most quoted naval officers of the
German Navy, and their lifetime accomplishments have been put together in
several books. Both authors have dedicated a considerable amount of their
time and attention in describing Naval Operations by a careful analysis of the
decision-making during World Wars. The research shows a hermeneutic
approach to two of the several volumes published by these two distinguished
practitioners of the Naval Warfare, by using a more contemporary approach
provided by other handpicked Maritime Power analysts (Boots, Hill and Till). This
paper finishes with a small set of proposals to the Venezuelan Naval Doctrine.

1. Introducción

El estado-Nación Alemán y el gentilicio de sus connacionales han estado


presentes de manera ubicua y determinante al momento de hacer el necesario
inventario exegético de la historia de la humanidad. Baste citar, la interesada y
activa presencia del Sacro Imperio Romano Germánico en los acuerdos
circundantes a la Paz de Westfalia (1648), su participación es indiscutible y
preponderante, siendo que la culminación de la Guerra de los Ochenta Años y
los Treinta Años formara parte de los intereses más elevados de ese naciente
estado-Nación.

Alemania ha mutado a lo largo de su dilatada historia no sólo en


territorio, nombres o costumbres, sino además madurado en el crisol de largas
y cruentas batallas, baste citar más específica y recientemente las dos grandes
confrontaciones armadas del siglo XX, la Primera y Segunda Guerra Mundial.
Rememorar las imágenes de esos conflictos armados sin los característicos
uniformes prusianos o nazis, es prácticamente improbable. Así mismo, el
inventario hermenéutico del amplio tema de la Guerra por parte de autores
germanos es abundante, bastaría citar al célebre Helmuth Johan von Moltke
(1848-1916) o al más divulgado Carl von Clausewitz (1780-1831) . Por otro
lado, en los aspectos concernientes a la Guerra en el Mar es posible mencionar
un par de singulares autores que son menos conocidos y citados que los
previamente nombrados, mas no por ello menos preclaros, y que se erigen
como inefables referentes: Otto Groos y Karl Dönitz. Estos dos últimos eruditos
y practicantes de la táctica naval, fueron además autores de escrupulosas
obras que describen, desde sus cuidadosos puntos de vista, la realidad vivida
por ellos, durante la Primera y Segunda Guerra Mundial respectivamente, y que
distinguieron en análisis post-facto las acciones y decisiones de aquellos
turbulentos momentos, acreditando enseñanzas y lecciones que pudieren
modelar el carácter de los ‘practicantes’ del conflicto armado.

“La Doctrina de la Guerra Marítima (según las Enseñanzas de la I Guerra


Mundial)” (1960), escrita por el entonces capitán de navío y doctor Otto Groos,
es el fruto de un estudio hecho por un combatiente de los documentos relativos
a la Guerra. En su obra, Groos expone juicios en forma elevada, justa y objetiva,
relacionando los acontecimientos bélicos de la guerra europea con la doctrina
de los grandes filósofos de la guerra.

De igual forma, el almirante Karl Dönitz en sus libros “Mi vida como
soldado” (1938) y “Diez Años y Veinte Días” (1997) enuncia, de manera
autobiográfica, su experiencia como oficial de la Marina alemana, la cual se
desarrolló con amplio protagonismo en las decisiones de los más importantes
eventos que tomaron lugar durante la Segunda Guerra Mundial y que dieron
forma a ese conflicto tal como le podemos recordar hoy día.

El presente trabajo muestra una aproximación hermenéutica


(entendiéndose ésta como la teoría de la verdad y el método que expresa la
universalización del fenómeno interpretativo desde la concreta y personal
historicidad) de la obra de estos dos distinguidos representantes de la Marina
alemana, la cual se realiza a la luz de la obra de los trabajos más recientes de
otros competentes investigadores del Poder Naval como lo son Geoffrey Till,
Richard Hill y Ken Booths. El trabajo se ha dividido, en cuatro claros segmentos
argumentativos, el primero de los cuales enuncia la metodología discursiva,
seguidamente otras dos secciones se dedican a la aplicación de ese método a
las obras ya mencionadas y a las líneas de pensamiento de Groos y Dönitz;
finalmente, y conjuntamente con las conclusiones que arrojan esta
investigación, se presentan algunas enseñanzas que pudieren considerarse
para los ejes doctrinarios venezolanos.

2. Metodología:

Con el propósito de facilitar la exposición y análisis de la obra de dos


autores, expertos ambos de la táctica naval de sus respectivos momentos
históricos, se presenta al lector una exégesis de las obras más relevantes de
éstos, precedida de breves aspectos biográficos. El análisis discursivo se realiza
empleando la línea de pensamiento que más adelanta se enuncia y que vendría
a representar un extracto de la contemporaneidad de conceptos tales como
diplomacia naval y estrategia, y otros más ortodoxos como defensa naval,
control del mar y proyección del poder naval a tierra, entre otros. Así mismo, en
esta exposición se ha tomando en consideración la importante ruptura de
esquemas ocasionada a raíz de los acuerdos conseguidos en la Paz de Westfalia
(1648) y que catalizaron y siguen dando forma a los eventos posmodernos en
Europa y el “Nuevo Mundo”; igualmente, se han omitido deliberadamente
algunos aspectos concernientes a la Convención de Jamaica (1982), siendo que
Groos y Dönitz redactaron sus obras en evidente desconocimiento a su
contenido y los cuales parten del principio del uso del mar sin fronteras,
haciendo especial énfasis en objetivos militares específicos, dejando a un lado
los conceptos de mare liberum, mare nostrum y mare claustrum .

Finalmente, en cada elemento discursivo se concluyen los aspectos que a


juicio del autor pudieren ser de contemporáneo provecho en el terreno naval
venezolano, así como la vigencia de su pensamiento.

El análisis hermenéutico se realizó asistiéndose en los aspectos más


relevantes de la obra de abstraídos autores en materia de Poder Naval, quienes
–de acuerdo al Índice de Citas de obras publicadas - son los autores más
aludidos por otros autores en la materia y son lugar común en el tratamiento
del tema del uso del Mar: Geoffrey Till, Richard Hill y Ken Booths, y que serán
empleados como tea que ilumina uno de los caminos posibles al realizar un
estudio de esta índole. A continuación, se exponen algunos comentarios de
estos eruditos.

Richard Hill, en su obra “Estrategias Marítimas para Potencias Medianas”


(1990), precisa conceptos tales como el de potencia mediana, el cual
corresponde a aquellas cuya “autonomía significativa y capacidad de
autodefensa” permiten “la preservación de la identidad nacional y sus
intereses nacionales”. Igualmente, se consideró a los efectos del análisis la
importancia brindada a la “preservación de sus intereses (los de la nación) en
el mar y resguardar y promocionar sus intereses generales por el mar”. Así
mismo, se destaca la importancia en la toma de decisiones en el uso de
alianzas flexibles (ayuda mutua) o dependencia de otras potencias.

Geoffrey Till, miembro del Departamento de Estudios Históricos del Real


Colegio Naval de Greenwich, y profesor de Relaciones Internacionales y
Estudios Estratégicos de la Universidad de Londres, ha escrito más de una
veintena de libros, pudiéndose citar: “El Futuro del Poder Naval Británico”
(1984), “Aviación Naval (Poder Naval: Buques, Sistemas de Armas y
Tecnología)” (1997), y más recientemente “Poder Naval: Una Guía para el Siglo
XXI” (2004). Till se desempeña como crítico especializado de la revista Estudios
Estratégicos. En su libro “Estrategia Marítima y la Era Nuclear” (1998), el
autor hace una recopilación de los conceptos relacionados con el tema y que
son el producto de trabajos previos de autores como Corbett, Mahan, y
Gorshkov entre otros, para lo cual señala como principal estrategia la flota
existente (fleet-in-being), partiendo del supuesto que el control del mar “es
algo relativo y no absoluto” y considerando que al “no poseerse” superioridad
relativa de medios, es necesario dibujar estrategias que van desde la ofensiva
moderada hasta la defensiva positiva, con el fin de “obtener una decisión” por
vías diferentes a la batalla decisiva. El autor toma en consideración –
igualmente- la interpretación de las viejas tareas (defensa de las líneas
marítimas, proyección del poder contra costa y control del mar) y las nuevas
tareas (diplomacia naval y disuasión estratégica).

Finalmente, se consideró a Ken Booths, quien afirma que son muchos los
roles que debe cumplir una armada; mas, en esencia ésta debe adecuarse a los
intereses nacionales, para lo cual el autor hace referencia a la trinidad de
funciones: a) tránsito de las mercaderías y de las personas, b) uso de fuerza
militares por razones diplomáticas, políticas o militares, y c) para explotar
riquezas del mar o del fondo del mar. Booths, considera además que la
Diplomacia Naval es una de las tareas más importantes que realiza una
potencia marítima, pues de esa manera logra afectar el modo de pensar y el
comportamiento de otros gobiernos, sin la necesidad imperante de emplear la
fuerza. Bajo este contexto, el autor señala que el buque es el medio de apoyo
para la posición negociadora de un país, siendo una táctica para ejercer
influencia y otras tareas de representación .

Ilustración 1 Otto Groos [Fuente: ]

3. Análisis a la obra de Otto Groos

Los datos biográficos de Groos son muchas veces imprecisos y vagos; no


obstante, nació en Jülich, el 17 de Julio de 1882, y falleció en Bremen el 29 de
Mayo de 1970. Tuvo una curtida experiencia naval y académica, ostentaba el
grado de capitán de navío, así como el título de Doctor en Filosofía (obtenido en
el año 1925 en la Universidad de Friedrich-Wilhelms en Bonn), cuando escribió
la más sonada de sus obras: “Der Krieg zur See 1914-1918” (1934) (La Guerra
en el Mar 1914-1918), recopilación de 15 volúmenes, de donde extraería los
eventos que después se resumen en el libro “La Doctrina de la Guerra
Marítima” (1960) . Entre los años 1931 y 1934 se desempeñó en el cargo de
Jefe de Estado Mayor de la Marina (tercero a bordo de las Fuerzas Navales) .

a. Aproximación hermenéutica del libro “La Doctrina de la


Guerra Marítima” (1960)

Groos inicia su libro exponiendo las posibles causas de la derrota alemana


en la Primera Guerra Mundial, indicando que:
la falta de una concepción universal de los problemas ligados a la
guerra, del enlace que existe entre la dirección de la misma en los
campos político, económico, militar y naval. No se había logrado, (...)
formar una visión conjunta del gran fenómeno y por consiguiente,
tampoco se supo preparar un plan de operaciones que abarcase el
ejército, la marina, la política y la economía, y lograse polarizar la
Nación y valorizar todas sus fuerzas para la conquista de la victoria.

Varias podrían haber sido las razones de tal hecho y entre ellas destaca
que el estudio de la Guerra después de 1870, se reservó solo al ambiente
militar y naval, cuando –en realidad- la Guerra es un fenómeno que hace sufrir
a una Nación entera en la misma medida, a hombres, mujeres y niños, así como
abraza los grandes problemas de la hacienda, de la economía en general y de
la política, influyendo en la organización y preparación de todas las fuerzas de
la Nación, en fin envuelve a toda la sociedad, y no solo a un segmento de ella.

1) Dirección de la Guerra y la Política. La capacidad de


dirigir la Guerra se halla tan estrechamente ligada a cualidades personales, a
dotes de carácter, intelecto sano y prontitud de decisión en las circunstancias
más variadas. En la dirección de la Guerra, todo se apoya en su mayor o menor
genialidad; pero ante la mesa en que se discute, el jefe debe poseer la cualidad
de convencer a los otros, con una racional concatenación de pensamientos y
una exposición clara de todas las cuestiones ligadas con la dirección de la
guerra. La eficaz cooperación de las fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, así
como de todos los factores que puedan contribuir al éxito, puede obtenerse
solamente con hombres que hayan templado su espíritu en el estudio del arte
militar. En continuidad con la línea de pensamiento de Clausewitz, Groos
confirma la subordinación de lo militar a lo político y la negación de contraste
entre los intereses políticos y los militares, concluye expresando que la guerra,
no obstante ser un acto de violencia dirigido contra el enemigo, no es un
fenómeno aislado, sino un hecho que tiene una estrecha relación con toda la
vida del Estado y una continuación de la política normal, con medios diferentes
a los de los tiempos de paz. En este sentido, estos conceptos son manejados
posteriormente por Hill (1990) cuando relaciona la preservación de los intereses
de la Nación en el Mar para resguardar y promocionar sus intereses generales
por el Mar.

2) Ataque y Defensa. La teoría de la Guerra en su aspecto


político, da una posibilidad de subdivisión según el objetivo, positivo o negativo,
que la guerra se proponga. Si se desea arrebatar una cosa al enemigo, la
dirección de la Guerra toma forma ofensiva, pero si se trata de impedir que el
enemigo avance, las normas serán defensivas. Pero, como quiera que la
defensa es imposible sin obrar en forma ofensiva, esta subdivisión no tiene
objeto, sino que más bien puede inducir a errores, puesto que los objetivos
positivos de la Guerra significan ataque, y los negativos dan a entender la
defensa.

Groos, al estudiar a Clausewitz, expresa que una defensiva absoluta


está en contraposición con el concepto general de la Guerra puesto que da a
entender que solo uno de los beligerantes se propone a llevar a cabo acciones
bélicas. No es posible establecer una separación clara entre los criterios de
ataque y defensa ya que ni uno ni otro representan un todo homogéneo, sino
que ambas son formas de Guerra, en la práctica se hallan continuamente
tejidas entre sí. El ataque, especialmente en el aspecto estratégico, es en la
práctica un cambio continuo de determinaciones ofensivas y defensivas.

Examinada la Guerra en sus aspectos positivos y negativos,


ofensivos o defensivos, puede mirársele desde un tercer punto de vista, y éste
se deriva una vez más de los conceptos clásicos; se puede concluir que el
objetivo político, además de ser el origen de la guerra, adquiere el carácter de
medio para la elección del objetivo que debe alcanzarse con las acciones de la
guerra y sirve de módulo para la medida de los esfuerzos que sean necesarios.

Ilustración 2 Foto inédita del almirante Otto Groos [Fuente: ]


3) Correspondencia entre la dirección de la Guerra
terrestre y naval. El efecto de una operación no puede nunca continuar
ligado a los límites que le fueron asignados en el plan general. La limitación de
las zonas de eficacia de las tres armas sólo es posible cuando se consideren los
grandes conceptos generales de la dirección de la Guerra, y precisamente
desde este punto de vista es cuando la definición de una teoría general de la
Guerra, adquiere su mayor importancia.

La dirección de la Guerra comprende el empleo de las fuerzas


terrestres, navales y aéreas; estas fuerzas se hallan íntimamente ligadas entre
sí y deben complementarse. Una vez reconocido el objetivo político de la
Guerra, y deducido la misión general, entonces se verá cuál ha de ser el reparto
de misiones entre el Ejército, la Marina y la Aviación debiéndose establecer las
relaciones de cooperación entre ellas.

4) Dominio del Mar. Según Groos, el valor del mar puede


expresarse con la siguiente frase de Ratzel “El mar es solamente un camino”.
La conservación o la conquista del dominio del mar sobre este camino es, por
ello, el objetivo principal de la Guerra Naval, o, para expresarlo en forma más
sencilla: el objeto de la Guerra Marítima es el de detener los buques que
transportan mercancías o tropas en beneficio del enemigo, y proteger, en
cambio, los barcos que sirven al comercio propio o llevan tropas amigas. El
dominio del Mar no es otra cosa sino el dominio de las líneas de
comunicaciones marítimas. Mientras el ejército victorioso tiene posibilidad de
destruir, o conquistar, todos los medios que emplea el enemigo para su
resistencia, el único valor positivo que ofrece la Guerra Naval estriba en las
posibilidades de comunicaciones que presentan. El objetivo de la Guerra Naval
es, pues, el dominio de estas comunicaciones, y no la conquista de zonas
determinadas, como en la Guerra Terrestre. Hill comparte esta idea y expresa
que el dominio del mar “Es algo relativo y no absoluto”, considerando que si no
se posee superioridad relativa de medios es necesario dibujar estrategias que
conduzcan al control del mar.

El autor es prolijo en detallar el dominio del Mar, desde ambos


puntos de vista: cómo ejercerlo y cómo evitar que otro lo ejerza. Es así como
brinda algunas alternativas razonadas, que a continuación se listan.

a) Métodos para la conquista del dominio del Mar: 1)


La búsqueda de una decisión por medio de la batalla y el Bloqueo, 2)
Cualquiera que sea la naturaleza de la Guerra Naval que tengamos que
conducir, la posesión y el ejercicio del dominio del Mar influirá siempre en el
éxito final, 3) El medio más adecuado para conquistar este dominio y
conservarlo con seguridad, es siempre la destrucción de la flota enemiga en
una batalla decisiva, 4) Una batalla de esta clase tendrá lugar ciertamente, más
tarde o temprano, y cuanto antes se verifique, tanto mejor para el desarrollo de
la situación general, y 5) Es tan evidente este criterio, tan intuitivo el pensar
que el objetivo de la propia flota no es otra que la flota enemiga.

b) Métodos para contrarrestar el dominio del Mar:


1) La flota debe permanecer en actitud defensiva y actuar en operaciones
de importancia secundaria; 2) La conquista del dominio del mar es, en la
Guerra Naval, el objetivo del más fuerte de los adversarios. Aquel que se
encuentra en estado de inferioridad, ya sea por el número de sus buques o por
las desventajas de su posición geográfica, sólo puede aspirar a contrarrestar
este dominio, y aún cuando no se considere en condiciones de conquistarlo, no
debe perder la esperanza de ser un factor importante en la Guerra; y 3) Para
vigilar a la flota más débil serán necesarias fuerzas numerosas, que acaso
fuesen de importancia en otros puntos, y podrá suceder que las exigencias
impuestas a tales fuerzas conduzcan a una limitación desfavorable en otros
importantes objetivos de la potencia más fuerte.

c) Métodos para ejercer el dominio del Mar: La


Guerra de Corzo, la Guerra al Comercio y Protección del Tráfico; Operaciones
Combinadas y Transporte de Tropas. Los métodos para el ejercicio del dominio
del Mar abarcan aquellas operaciones que no tienen por objeto la conquista del
mismo, o en otros términos, aquellas operaciones que, sin ir dirigidas contra la
flota enemiga, tratan de asegurar las comunicaciones marítimas en beneficio
propio y detrimento del contrario. Desde el punto de vista militar, estas
operaciones tienen una importancia secundaria, pero, en realidad, en todas las
guerras marítimas han tomado un desarrollo mayor que las encaminadas a la
conquista directa del dominio del Mar. Impedir una invasión enemiga, asegurar
o impedir el transporte de tropas por la vía marítima, proteger ante todo, el
propio comercio y producir daños al del contrario, son misiones de la flota que
utiliza el ejercicio del dominio del Mar.

Cualquiera que sea la forma de conducción de la Guerra


Marítima que quiera elegirse como principal, habrán de considerarse siempre,
en la mayoría de los casos, como de suma importancia, la Guerra al Comercio
en Aguas Extranjeras y la Guerra de Corzo, porque ambas producen efectos a
distancia verdaderamente considerados.
d) Guerra de “submarinos sin restricciones”. Casi al
finalizar su obra, Groos aborda el hecho que en el año 1915 se dio inicio a esta
novísima Guerra que puso en jaque desde el 22 de febrero de ese mismo año a
las flotas de los países y –“lamentablemente”- a aquellas de los países neutros.
Sin embargo, a pesar de lo acertado de las tácticas, y aún considerando el
autor que el hundimiento del Lusitania fue lícito “por transportar 5.400 cajas de
municiones”, señala que la moral del pueblo alemán fue el factor
preponderante en el fracaso de esta singular Guerra Naval. Es éste además el
evento que da verdadera génesis al Convoy.

c. Exégesis del pensamiento estratégico de Otto Groos

En el caso venezolano, en analogía con la obra en estudio, pueden


encontrarse coincidencias y diferencias con el pensamiento estratégico de
Groos. En lo concerniente a la preparación para la conducción de la Guerra, el
Estado ha percibido la necesidad de preparar a los altos cuadros dirigentes de
la Nación en el pensamiento estratégico y de la comprensión del manejo de los
conflictos bélicos a través del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional
donde acuden además de oficiales de la Fuerza Armada, políticos, altos
gerentes de las empresas públicas y privadas, así como empresarios del sector
privado a fin de prepararse sesudamente en el tema de Seguridad y Defensa de
la Nación, aspecto éste que recibe privilegiada atención en el máximo
documento legal venezolano, y donde se recopilan en un único Título los
aspectos medulares de su filosofía nacional y de mandataria ejecución.

La línea de pensamiento de Groos (clausewitziana en esencia)


señala que todas las interrogantes han de plantearse al momento de la
preparación de un plan de Guerra o para la planificación estratégica de
Seguridad y Defensa de la Nación cuando ésta tenga que actuar en el Teatro de
la Guerra, la claridad del alcance del conflicto permitirá asegurar en gran parte
el éxito en el enfrentamiento bélico.

De las consideraciones hechas respecto al ataque y la defensa y,


producto de la lectura de la Concepción Estratégica Naval en contraposición de
los elementos y recursos con que cuenta el componente, es posible deducir que
–hasta la fecha- la Armada habría sido concebido para la defensa de los
espacios acuáticos de la República a través de su conformación con unidades
de gran porte (en comparación relativa con aquellos de los potenciales
enemigos) y que tendían a la posibilidad de la ejecución del ataque
-ortodoxamente efectivo- a flotas de menor porte como forma y método de
Guerra en el campo naval.

Groos manifiesta que la obtención de una mejor posición


estratégica, debe comenzar desde los tiempos de paz, por lo que debe
trabajarse antes de la ruptura de hostilidades en la compresión de que este
problema no es únicamente un asunto de soldados y marinos, sino
principalmente del estadista que congenie las políticas claras, soliviantadas
éstas con el espíritu medular del pueblo. Finalmente, tanto el autor como las
políticas enunciadas y aplicadas en los últimos años por la República
Bolivariana de Venezuela, coinciden en el hecho inocultable e inaplazable que si
un Estado, su industria y economía, tienen necesariamente que apoyarse en
importaciones y exportaciones con ultramar, está obligado a desarrollar una
coherente política gubernamental de vocaciones navales que garantice el flujo
comercial y brinde la seguridad indispensable al Mercado Marítimo y el acceso
ininterrumpido a los Recursos Marinos, dixit Mahan (1995).

Ilustración 3 Dönitz después de su liberación de la cárcel de Spandau [Fuente: ]

4. Análisis a la obra de Karl Dönitz:

Karl Dönitz nació cerca de Berlín en 1891, en el seno de una familia


burguesa. En 1910 es cadete en la Marina Imperial, embarcándose por primera
vez tres años más tarde. En 1916, dado su conocimiento de la Guerra
Submarina, se desempeña como profesor en la Escuela de Submarinos. Su
actuación en la Primera Guerra Mundial lo había distinguido de forma muy
destacada. En 1928, con el grado de capitán de corbeta, actúa como primer
oficial de estado mayor de las Fuerzas Alemanas del Mar del Norte. En 1935,
comanda la para entonces nueva flotilla de submarinos del Reich. Dönitz
reorganiza la totalidad de la flota submarina con tanta eficacia que Hitler lo
asciende a contralmirante y le da el mando de la misma. En septiembre de
1940, debido a las victorias que obtiene sobre los aliados, es ascendido al
grado de vicealmirante. En enero de 1943 sustituye al almirante Raeder como
Comandante de la Marina de Guerra Alemana y en 1945, a pesar de no tener
relaciones especiales con el partido nazi, logra la confianza suficiente con el
Führer, quien en su testamento lo nombra su heredero incondicional el día 8 de
mayo. Tras la rendición incondicional de Alemania, se mantuvo en su cargo por
diez días, posteriormente el Tribunal de Nuremberg le condena a diez años de
prisión tras acusarlo de crímenes contra la paz al indicar que la fuerza
submarina alemana estaba lo suficientemente entrenada para causar daños
significativos a sus adversarios; hecho este sólo explicable al reconocer que los
juicios de posguerra en nada favorecen a los vencidos. Cautivo en la cárcel de
Spandau, recupera la libertad en el año 1956.

Vivió hasta su muerte en la pequeña población de Aumühle, cerca de


Hamburgo. Allí escribió sus “Memorias”, publicadas en 1968, y trabajó
honestamente en la confección de la historia militar de los submarinos
alemanes. Dönitz falleció el 24 de diciembre de 1980 y a su funeral, celebrado
el 6 de enero de 1981, asistieron cientos de camaradas de este ilustre marino y
patriota alemán .

a. Aproximación hermenéutica a la obra “Diez Años y Veinte


Días” (1968)

Mientras las circunstancias bélicas en frentes tan distantes como


los conocidos en la Guerra terrestre durante la Segunda Guerra Mundial
empezaban a dar la impresión de que se había llegado a un equilibrio entre los
contendientes, la Guerra Marítima comenzaba a tener desenlaces decisivos,
acentuándose estos ya bien entrado el año 1943. Tanto en el frente del Pacífico
como en el del Atlántico, la Guerra en el mar jugó un papel preponderante, que
inclusive permitió consolidar muchos de los acontecimientos bélicos producidos
en tierra. A diferencia de lo sucedido en la Primera Guerra Mundial, en la que
los aliados conservaron siempre el frente francés, ahora, lo habían perdido (a
partir de 1940) y volver a poner el pie en el continente suponía la
concentración de unas fuerzas formidables, de las que dependió siempre el
resultado de la Guerra. La contienda desarrollada en el Atlántico, tuvo un
resultado dudoso durante la mayor parte de su desarrollo y hacia 1942 pareció
incluso decantarse a favor de Alemania, destacándose por el empleo de su
fuerza submarina, para destruir el tráfico mercante aliado y cuando fuesen
posible sus unidades navales. Durante la Guerra atravesaron el Océano unos
75.000 barcos, trasladando 270 millones de toneladas de productos y tres
millones y medio de combatientes, sin todos estos recursos la victoria aliada
hubiese sido completamente imposible . Sin embargo, dos semanas antes del
estallido de la Guerra, ya los submarinos alemanes habían partido de sus
bases. Fue Alemania, en efecto, quien, en el Atlántico, se convirtió en
protagonista casi exclusiva del intento de estrangular la comunicación marítima
entre ambos lados del Océano. La Marina italiana se demostró anticuada y no
jugó papel alguno fuera del Mediterráneo, donde casi siempre fue derrotada por
la británica; la francesa tampoco tuvo papel decisorio en el desarrollo del
conflicto. La alemana, a pesar de que estaba en pañales al comenzar la Guerra,
producto de las imposiciones originadas del Tratado de Versalles (1919), en
tonelaje apenas era una octava parte del arma naval francobritánica e incluso
su arma submarina tampoco era tan importante en términos comparativos,
pudo desafiar a la prestigiosa Real Armada Británica . Los propios alemanes
calcularon necesitar unos 300 submarinos para estrangular el tráfico marítimo
anglosajón, pero al iniciarse el conflicto sólo disponían de una sexta parte. El
arma naval alemana tenía, sin embargo, la ventaja de la modernidad y ésta, en
especial merced a la velocidad en los navíos de superficie, le podía permitir
unas iniciativas que constituyeron, desde un principio, una amenaza grave para
el tráfico marítimo. Precisamente, el almirante Karl Dönitz fue un ferviente
creyente del empleo de esta arma en el ámbito estratégico y táctico para el
logro de la victoria en la Mar, por lo que dedicó casi toda su vida a su desarrollo
y evolución.

En el Mar se estableció un escenario parecido al de la Guerra en


tierra, donde la ciudad era reemplazada por el buque mercante; así como los
civiles en las ciudades bombardeadas eran parte integral de la producción para
combate en la guerra, los marinos civiles también lo eran al ayudar a
reabastecer a los combatientes aliados. Por lo que los alemanes llegaron a
practicar una Guerra Submarina sin restricciones, tal como lo habían hecho en
la Primera Guerra Mundial; atacando las líneas de comunicación marítimas y
amenazando “la supervivencia de Gran Bretaña y su libertad de acción como
gran potencia” . Dönitz detalla claramente en su obra, cómo se dedicó a
sigilosamente armar con limitados recursos una fuerza submarina, previendo
un conflicto futuro con la potencia naval inglesa a raíz de los acontecimientos
políticos que se venían sucediendo, tanto en Alemania como en Europa; de esta
manera, fue que a los alemanes se les hizo “más seguro y práctico” atacar a los
buques mercantes sin aviso, y atacar a los convoyes en la noche con sus
submarinos (U-boots), usando para ello la táctica Rudeltaktik (tácticas de
manadas de lobos) diseñada y puesta a punto por el propio almirante Karl
Dönitz. Algunos analistas confirman que uno de los errores de Hitler fue
haberse dado cuenta muy tarde de las ventajas de empleo del arma submarina
y el reconocimiento a ello fue el haber nombrado a Dönitz comandante en jefe
de la Marina de Guerra Alemana en Enero de 1943 . En la Guerra quedó
demostrado que las actividades marítimas involucraban fuertemente la moral
de los combatientes; los torpedos, el agua fría y los tiburones son aterrorizantes
para los marinos. A este respecto, el primer ministro británico Winston Churchill
observó que lo único que realmente le “asustó visiblemente durante la Guerra
era el peligro de los submarinos alemanes” .

b. Aplicación y vigencia del pensamiento de Karl Dönitz

La pobre relación sostenida al final del conflicto entre el objetivo


político y el objetivo militar, así como la disminución de la moral del pueblo
alemán conllevó al debilitamiento del fuero global que trajo como consecuencia
la pérdida de la Guerra por parte de Alemania. En este punto es posible evocar
la triada clausewitziana de pueblo, ejército y comandante, la cual fue
debilitándose a medida que el conflicto y las apetencias crecían.

El almirante Dönitz vio en el arma submarina, capacidades únicas y


especiales que le llevaron a ubicarle como la más importante dentro de las
prioridades seleccionadas para el desarrollo de la industria naval alemana,
manteniendo una estrechez absoluta y separada del todo de la flota del III
Reich, lo que bien podría definirse como un evidente “astigmatismo estratégico
submarino”.

El hecho de que el alto mando alemán cumpliera, la voluntad de


Hitler, de mantener varios frentes de Guerra, llevó a que los recursos se
orientaran hacia la guerra continental y no hacia la guerra naval, sin embargo
la Rudeltaktik rindió tan excelentes resultados que Dönitz se ganó la confianza
de Hitler, lastimosamente el desarrollo tecnológico del Radar y el Sonar alejó
sus metas, las cuales no vislumbraron nuevas salidas a este contratiempo.
El almirante Dönitz consideró seriamente –antes del inicio de la
contienda militar- la posibilidad de una nueva Guerra y que su adversario en la
Mar sería la potencia naval británica, antes de que se iniciaran los
acontecimientos que degeneraron en la Segunda Guerra Mundial. De la misma
manera, entendió que las posibilidades alemanas de enfrentarse tú a tú a ese
adversario eran muy limitadas, al no contar con el equipamiento necesario y
habiendo evidenciado las capacidades del arma submarina consideró que su
desarrollo sería el más efectivo esfuerzo a emprender por los alemanes si
querían estar preparados para la Guerra. En tal sentido, éste dedicó la mayor
parte de su vida activa antes y durante la Segunda Guerra Mundial para
materializar su visión.

Los esfuerzos realizados por la fuerza submarina alemana, a pesar


de su evolución tardía, alcanzaron un éxito inicialmente no esperado por el
propio Adolf Hitler y algunos de sus más directos seguidores. Es importante
destacar que para la época la doctrina de empleo del arma submarina se
asemejaba a la de hoy día; operar sólo y con el mayor sigilo posible. Dönitz
pensaba que la utilización de grupos de submarinos en el ataque al tráfico
marítimo, aunque disminuía la discreción, aseguraba la destrucción de un
mayor número de buques enemigos y garantizaba la capacidad de enfrentar a
las fuerzas de superficie encargadas de protegerlo.

Un aspecto también planteado y desarrollado posteriormente por


este almirante fue la necesidad de contar con unidades submarinas con
autonomía suficiente para operar especialmente en el Atlántico, para así
estrangular la logística enemiga y poder asegurar la de su nación.

c. Exégesis del pensamiento estratégico del almirante Kart


Dönitz a Venezuela

Es innegable que el arma submarina constituye en nuestros días


una ventaja estratégica considerable y en nuestro caso esta situación se hace
mucho más evidente, por las características propias de los probables teatros de
operaciones navales. El Mar Caribe presenta condiciones batitermográficas y de
propagación del sonido en el agua que son favorables para el empleo de este
tipo de arma. Aunado a ello, los potenciales adversarios del submarino
tendrían que hacer un gran esfuerzo en recursos materiales y humanos para
poder contrarrestar a la sola probabilidad de existencia práctica de esta
amenaza. Sin embargo, su empleo desde la perspectiva propuesta por Dönitz,
en términos de las características por él, conocidas carece de vigencia. El arma
submarina ha alcanzado un desarrollo tecnológico tal, que se hace inconcebible
operarla en grupos, siendo mucho más provechoso hacerlo de manera
independiente y discreta. Igualmente, en el caso venezolano posiblemente el
esfuerzo del arma submarina no esté orientado a destruir al tráfico marítimo
adversario, sino más bien sus unidades navales y de soporte logístico para la
Guerra, pudiéndose emplear como soporte para la inutilización de blancos
estratégicos ubicados en las costas enemigas. La capacidad de disuasión en
tiempo de Paz es un excelente argumento para potenciar la fuerza submarina
de un país como Venezuela que depende en gran medida de su comercio
marítimo.

5. Conclusiones

La obra de ambos autores, Groos y Dönitz, es complementaria y


yuxtaponen conceptos que permiten entrelazar en un continuom el
pensamiento estratégico que gobernó, al menos en los aspectos de la Guerra
Submarina irrestricta, el éxito de la Batalla del Atlántico. Sin embargo, Groos
abroga a la moral y Dönitz a la cavilación la derrota final.

Tanto Groos como Dönitz destilan el encomiable nacionalismo que como


militares deben a su patria, es así como realizan sendos análisis post facto de
las actividades emprendidas en las Guerras Mundiales, que alimentan el apetito
de soluciones en el arte de la Guerra Naval en particular y a la Estrategia en
general. Groos vislumbra soluciones, mientras que Dönitz justifica las acciones
en un ambiente autobiográfico.

El factor común de estos estadistas alemanes en el Control del Mar se


ubica en el empleo estratégico del arma submarina tomando en consideración
los aspectos tecnológicos y de tiempo y espacio, la Armada venezolana ante
tan extensa área de mar jurisdiccional bien podría considerar el empleo
prospectivo del submarino que permita, siguiendo el enunciado de Geoffrey Till,
la autonomía significativa y capacidad de autodefensa para la preservación de
los intereses nacionales.

El dominio de los aspectos de ilación de definición de adversarios y de la


estrategia para lograr el fin deseado y consecuentemente el establecimiento de
los “medios para” es también punto de común discusión por las obras
estudiadas; sin embargo, su discusión y convencimiento al más alto nivel y por
extensión al pueblo como un todo es ampliamente necesario para asegurar el
éxito de las probables y futuras contiendas en cualquiera de las hipótesis
venezolana de conflictos.

6. Referencias Bibliográficas

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