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COMPARACIÓN: Eric Hobsbawm, Francois Furet, Ernest Nolte

La manera de encarar la investigación histórica del siglo XX que se refleja en los


autores a comparar, supone, a mi entender, el reflejo de las experiencias vividas por
cada uno de ellos.
El análisis de corte materialista histórico al que nos tiene acostumbrados
Hobsbawm queda diluido en “Historia del siglo XX”, por un análisis de corte más
político, en el cual se entrecruzan implicancias de tipo social. Si bien dicho autor nos
advierte de las dificultades que presenta, para cualquier historiador, el estudio del
siglo XX, el mismo –como es comprensible- reviste su relato de un tono pesimista,
reflejo de su propia experiencia, que más que un análisis histórico parece el lamento
del paraíso perdido de toda una civilización. Dicho tono pesimista queda reflejado en
la periodización que hace del siglo XX.
Si bien no se puede comparar esta obra con otras referidas al estudio del siglo
XIX, en el nivel de análisis Hobsbawm mantiene una coherencia interna del relato
en cuanto a lo que plantea en la sección “vista panorámica” y lo que desarrolla a
posteriori.
Furet desde una óptica idealista – social prefiere ver este siglo como lo que pudo
ser y no fue.
El análisis del desencadenamiento de catástrofes como la segunda guerra
mundial, presenta para el autor la oportunidad de demostrar la evolución de una
ideología, desarrollada a partir de 1789 y que culminaría en 1917 (capitalismo,
socialismo y finalmente comunismo), que dominará el siglo XX contraponiéndola a la
vez que aliándola al fascismo para llegar a explicar el supuesto fin del capitalismo.
Supuesto fin porque como el autor lo plantea fue una ilusión que sobrevivió mientras
la URSS todavía existiera. En este punto es interesante observar que 1991 marca
para Furet el fin de la antedicha ilusión (comunismo) para que la democracia se
haga más fuerte y vuelva a ser finalmente la ideología triunfadora de fin de siglo.
Mientras que para Hobsbawm el mundo que se derrumbó a principios de los noventa
abre una brecha de incertidumbres y desconciertos que sumergen a la humanidad
en un nuevo mundo al parecer tenebroso, idea que ve reflejada en al pedida de la
memoria histórica de la sociedad.
El relato de Furet gira en torno al ascenso, supervivencia y a veces muerte de
ideologías (fascismo y comunismo) que dominaron gran parte de este siglo(o al
menos eso pareció) saliendo de las entrañas mismas de aquel orden que pretendían
destruir y suplantar (democracia).
La lógica interna del relato de Furet está claramente planteada como la de un
idealista rezagado que reconoce el declive de una ilusión frente a una realidad que
se fue retroalimentando a lo largo del siglo XX para finalmente superar dicha ilusión.
Reconocer dicho triunfo quizá no va con el militante comunista de 1949-1956 pero sí
con el analista de 1995.
Rever la culpabilidad alemana en la segunda guerra mundial llevan a Nolte a
analizar y diluir dicha culpabilidad desviándola hacia el bolchevismo.
El análisis de dos ideologías fuertes presupone (para Nolte) el engendramiento
de una dentro de otra. Restarle culpabilidad al nazismo alemán es atribuirséla al
bolchevismo ruso. Si bien es provocadora, la proposición de Nolte no deja de poseer
cierto atractivo. Su objetivo bien claro es quitarle responsabilidad política a
Alemania, pero al hacerlo nos muestra como los defensores del proletariado (el
comunismo y más precisamente Stalin) eran tan monstruosos como los mismos
nazis. Nos muestra la totalidad de las atrocidades cometidas por los bolcheviques y
consecuentemente implica lo mismo para el nazismo, ya que éste surge para
defenderse de aquél.
La comparabilidad de ambos movimientos viene dado por la admiración del
nazismo hacia el bolchevismo como modelo a seguir, a la vez que como amenaza a
los valores que el nazismo ve como intocables en una sociedad. Está claro que sin
uno no habría nacido el otro. Sin embargo esta explicación genética de evolución
deja fuera un tercer elemento que Nolte no considera relevante y que sí la hace
Furet, a saber, la democracia. Ésta jugaría un papel central para el autor francés en
la explicación de las nuevas ideologías, sin embargo pareciera que para los fines del
autor alemán, la relevancia de las democracias quedarían relegadas a un segundo
plano, dando prioridad al análisis del nacionalsocialismo como si solo se enfrentara
al bolchevismo.
El coherente planteamiento de la parcialidad histórica es tratado a favor del
argumento que pretende sostener.
Al mostrar la monstruosidad de otros movimientos (stalinismo) logra reducir la
monstruosidad cometida por el nazismo reduciéndolo a una simple actitud de
defensa nacional. Argumento que, por nuestra parte no es compartido, pero que
esta bien sustentado analíticamente por el autor, manteniendo, como los autores
anteriores, una coherencia interna con sus presupuestos.

INSAURRALDE ANA LAURA

Abril, 1999

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