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RESPUESTAS A ESOPO
Comisión Política
Partido de Izquierda (PAIZ)
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Presentación
El Partido de Izquierda (PAIZ) agradece la invitación de ESOPO a reflexionar y compartir
pareceres que nos ha extendido a propósito del documento “La Izquierda Perpleja”. Y la
agradecemos tanto por la calidad del documento como por la confianza y generosidad de
compartir reflexiones internas que, claramente, son el producto de mucho tiempo de discusión y
trabajo.
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articular a las fragmentarias fuerzas de la izquierda chilena en un frente único que sea
protagonista histórico.
Este documento se divide en 5 partes. La primera comenta las tesis históricas de “La
Izquierda Perpleja”. La segunda aporta reflexiones sobre la lectura de la situación actual. La
tercera abordará las bases programáticas propuestas en el documento. La cuarta expondrá
cómo ve PAIZ la tarea de convocar a la Asamblea Constituyente y las principales diferencias y
similitudes respecto a la propuesta de ESOPO. En la parte final planteamos nuestras
conclusiones políticas de la lectura de “La Izquierda Perpleja” y de la reflexión gatillada por ella.
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1. Reflexiones históricas
Una de las más profundas convicciones que se han desarrollado en el seno de PAIZ es la
de la necesidad de hacer el ejercicio de analizar el fracaso del proyecto de la Unidad Popular
sin apasionamientos, sin autovictimizaciones y sin idolatrías de ningún tipo. Como experiencia
histórica, no puede sino ser fuente de aprendizaje para cualquier proyecto de izquierda, sea o
no chileno. Hemos visto que otros procesos latinoamericanos, en especial el venezolano, el
boliviano y el ecuatoriano, han sacado importantes lecciones de la experiencia de la UP,
fundamentalmente en materia de subordinación efectiva (esto es, no sólo nominal y
constitucional) de las Fuerzas Armadas al poder civil, de la inevitabilidad del uso del poder
emanado de la capacidad de organización y movilización populares, de la necesidad de acción
enérgica (preventiva y reactiva) ante las tentaciones golpistas de parte del bloque dominante y
de los poderes fácticos.
Sabemos que las condiciones históricas que hubo de enfrentar la UP fueron complejas y
adversas en extremo. Sabemos que la virulencia de la reacción del gobierno de Nixon, los
grandes capitales norteamericanos y el bloque dominante local (burgués urbano, terrateniente,
pequeño-burgués y de la clase media más privilegiada) no podía sino obstaculizar la
implementación de los aspectos más vanguardistas del programa de gobierno de Allende, y
obstaculizar sin preocupaciones o escrúpulos acerca de la legitimidad o altura ética de los
medios usados. Sabemos que en los cálculos de la DC un golpe militar era menos un riesgo
para los DD. HH. que una vía fácil de llevar de nuevo a su líder a la presidencia, por lo cual hizo
todo lo que estuvo en sus manos para desestabilizar al gobierno y precipitar los eventos del 11
de septiembre. Sabemos, en definitiva, que el camino que debió transitar el proceso conducido
por la UP era más empedrado que pavimentado. Entre 1970 y 1973, Chile sufrió bloqueo
económico externo, sabotaje económico interno, múltiples conspiraciones golpistas y hasta
asesinatos cobardes de los comandantes de las FF. AA. partidarios del respeto a la
Constitución. Todo eso está tan acreditado que sólo a costa de caer en la ignorancia o el
cinismo extremo podría negarse.
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Que los principales conductores del proceso no hubieran sido capaces de contrarrestarlos, para
lo cual debieron haberse comportado con una madurez política que no tuvieron, es la causa
principal de dicho fracaso. El golpe ocurrió por la confabulación de las fuerzas de la reacción,
pero esa confabulación fue el resultado de la ineptitud histórica de la izquierda chilena y de su
total incapacidad de conjurarla.
Pues bien, cada vez que PAIZ ha intentado invitar a este ejercicio reflexivo y de
aprendizaje histórico a otras fuerzas de izquierda se ha encontrado con una negación cargada
de extraña emotividad. Mentar siquiera la posibilidad de responsabilidades de los líderes de la
UP o de Salvador Allende se toma como el peor de los sacrilegios políticos. Opera en el
inconsciente colectivo de la izquierda chilena un tabú en torno a sus responsabilidades
históricas, responsabilidades que, por lo demás, son las más importantes.
En vista de este tabú y de que el momento histórico ha impuesto tareas más urgentes,
PAIZ ha optado por esperar condiciones socio-emocionales más propicias para insistir en la
necesidad del juicio histórico a la experiencia de la UP. Las tesis de “La izquierda perpleja”
sobre esta materia, sin embargo, nos han servido para constatar que PAIZ no es una voz
aislada y solitaria en su convicción de que dicho juicio histórico, lejos de una traición a la
memoria de la izquierda, es un necesario ejercicio de responsabilidad y madurez política. Y no
nos queda más que alegrarnos por esta grata coincidencia.
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Tesis 1: “...en Chile se reemplazan las conquistas laborales obtenidas tras décadas de
lucha por formas de explotación aplicadas en el siglo diecinueve. Se genera una nueva realidad
política y social que las teorías de antaño y los precarios instrumentos actuales no logran
explicar en el plano de la acción política, constituyendo la mayor carencia de una izquierda a la
deriva.”
Posición de PAIZ: este quinto ciclo de expansión capitalista, el del capitalismo global,
combina formas de explotación presente en todas las formas anteriores de capitalismo con
otras formas nuevas y desconocidas. Eso redunda, también, en nuevas y más complejas
formas de alienación y en nuevas y más complejas formas de dominación. Un sólo ejemplo: las
cadenas productivas desintegradas verticalmente del capitalismo global hacen posible la
explotación combinada y simultánea del trabajo productivo y reproductivo de las mujeres en el
hogar, una forma de generación y apropiación de plusvalía desconocida para las anteriores
fases de desarrollo del capitalismo. Presentar las condiciones actuales como un retroceso, una
involución hacia un pasado ya superado, aunque tentador por su eficacia retórica, no siempre
aporta a la precisión analítica. Y sin precisión analítica no podemos aprehender adecuadamente
la realidad, lo que, a su vez, nos impide transformarla.
1 El medio principal de difusión del trabajo analítico de PAIZ es el suplemento “Politika”, que se publica
desde mayo de 2010 en la versión impresa de El Ciudadano. Ahí colabora una parte de los militantes de
PAIZ: Salvador Muñoz, Louis Casado, Valentina Escobar, Luis Jaqui, Armando Uribe, Camilo Navarro,
Daniel M. Gimenez, Guillermo Pérez, Carlos Philippe, José Robredo. También se hace público en otras
plataformas: El Mostrador, La Tercera, El Ciudadano, Rebelión.
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Tesis 3: “Quizás como nunca antes el bloque dominante ha logrado concentrar el poder
económico nacional y transnacional, el poder político y militar, el poder ideológico a través del
aparato educacional, desde la básica hasta las universidades, junto al control de los medios y
otras estructuras culturales.”
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Tesis 4: “Durante los gobiernos de la Concertación, como ahora con el de Piñera, se hizo
un esfuerzo por crear una imagen de unidad nacional. Primero con la imposición de un
consenso y la descalificación de la crítica y luego, en la actualidad, con una política de
marketing que intenta vender la idea de que si estamos juntos, “ con los 33” y tras el Gobierno,
seremos triunfadores.”
Tesis 5: “En este contexto necesitamos aprender las nuevas claves de los movimientos
sociales más allá de la aparente despolitización y debilidad de las organizaciones. Las protestas
de la población en las regiones del terremoto y contra la instalación de centrales térmicas, la
huelga de hambre de los comuneros mapuches y de las mujeres exigiendo trabajo, la de los
padres, alumnos y profesores por el cierre de establecimientos - aunque de carácter
reivindicativo local o sectorial - y la importante movilización social en Magallanes contra el alza
del precio del gas, parecen indicar una creciente conciencia de derechos y de potencial fuerza
política.”
Posición de PAIZ: Más allá del indudable potencial movilizador de estos sujetos
colectivos, fundamentalmente por su capacidad de agregación ciudadana, algo que todas las
orgánicas sociales y políticas de o con sensibilidades de izquierda envidian actualmente, no se
debe olvidar que son hijos de la “participación ciudadana” creada por el modelo neoliberal e
inducida por políticas públicas diseñadas por el Banco Mundial. La “participación ciudadana” es,
de hecho, el involucramiento extraordinario, esto es, irregular, esporádico y limitado espacial y
temporalmente, en asuntos de interés colectivo por parte de individuos atomizados socialmente
y desafiliados políticamente. Su lógica no es la acción colectiva, sino la de la agregación de
intereses individuales, y una de sus principales características es su impredecible vaivén
ideológico-político. Pueden activarse como producto de una creciente conciencia de derechos,
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pero también como reacción a derechos que afecten sus intereses individuales. Movilizaciones
como las de Magallanes se producen en Venezuela, Ecuador o Bolivia en reacción a la
ampliación de derechos sociales o a políticas de ampliación de la soberanía popular. Es
importante que la izquierda aprenda de estos movimientos cómo gatillan agregaciones rápidas
de intereses individuales que luego transforman en movilizaciones, pero con todas las
precauciones que amerite el caso.
Posición de PAIZ: Lo mismo que se mencionó respecto a que algo más complejo y
profundo que una mera política de marketing se encuentra detrás de los mecanismos de
creación de identidades colectivas nacionales aplica en este caso: la creciente individuación,
atomización y fragmentación de la sociedad chilena obedece a profundas transformaciones
estructurales y culturales que se han sucedido una tras otra en los último 38 años. El
clientelismo tiene poco que ver con “el individualismo” actual. Antes de 1973 había tanto
clientelismo como en la actualidad y, sin embargo, la solidaridad (entendida como capacidad de
coordinación colectiva de acciones) era sustancialmente más sólida que hoy. Tampoco queda
clara la relación entre la falta de legitimidad de la institucionalidad (parlamento, policía,
tribunales de justicia), de un lado, y la creciente individuación y atomización social en la
sociedad chilena, del otro. Un orden institucional puede estar afectado por una profunda crisis
de legitimidad sin que eso redunde en o se correlacione con una mayor individuación o una
mayor integración social. Probablemente el punto oscuro de esta tesis está en la ambigüedad
de su formulación. No queda del todo claro el significado de esta afirmación: “estas
características constituyen el sustrato para un individualismo...”.
Por otro lado, los cientistas políticos que estudian Chile han señalado exactamente lo
contrario a lo que plantea la tesis. Apelando a su fetichismo por las encuestas, han planteado
que la institucionalidad chilena es una de las que mayor legitimidad goza en América Latina;
que la aprobación de o confianza en la policía chilena es excepcionalmente alta; que aunque
menor que otras instituciones, la aprobación de o confianza en el sistema judicial chileno es
mayor que el de otros sistemas judiciales de la región. Y aunque hay desacuerdos respecto a
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los matices y significados de estos datos, la mayor parte de los y las cientistas políticos que
estudian Chile concuerdan en lo opuesto a lo que plantea esta tesis.
Aparte de los ligeros matices entre nuestras interpretaciones y las 6 tesis anteriores, hay
en PAIZ la convicción de que el sistema de dominación hoy vigente en Chile tiene
características adicionales que, aunque algunas insinuadas en “La Izquierda Perpleja”,
probablemente requieran una formulación más clara y explícita. De esas características, cuatro
son las que en la lectura de PAIZ son fundamentales para comprender el Chile actual y, a partir
de dicha comprensión, formular un proyecto de izquierda: el carácter altamente complejo de la
estructura de dominación vigente en Chile y el papel que desempeña la cultura en ella; el
candado institucional con el que el sistema político blinda a esa estructura; el carácter no sólo
económico, sino también confesional del bloque dominante; y, finalmente, la conformación de
una burguesía burocrática (lumpenburguesía) concertacionista cuya apropiación (en la práctica)
de los medios de administración del Estado le permitió en los últimos 21 años integrarse poco a
poco al bloque dominante, integración que se ha convertido en una condición de la
consolidación de la hegemonía de dicho bloque.
Respecto a lo cultural, durante los últimos 38 años se ha operado en Chile una profunda
transformación en los sistemas de valores y significación sin la cual fracasaría el reclamo de
legitimidad del orden creado por la estructura de dominación. Éste no es el lugar para
profundizar en el análisis de dicho fenómeno, que requiere de largas explicaciones y
disquisiciones teóricas. Baste con mencionar acá que sin un sistema de valores y significados
ad hoc a la forma atomizada y despolitizada de capitalismo neoliberal que impera en Chile, este
último sería históricamente inviable. “La izquierda Perpleja” señala con mucho acierto el papel
del control del sistema educacional y de comunicación masiva de parte de los grupos
económicos como motor de reproducción del modelo. En PAIZ coincidimos con la tesis de que
el cuasi-monopolio de los sistemas educacionales y de comunicación masiva constituye un
poderoso instrumento de dominación. Pero para que sea eficaz requiere como trasfondo un
marco cultural que haga que el modelo chileno de capitalismo neoliberal (el régimen de
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Respecto a lo político, se echa en falta en “La Izquierda Perpleja” un análisis del papel de
la institucionalidad y el sistema político actuales en el blindaje de la estructura de dominación. El
orden institucional actual, así como ha sido diseñado, es un obstáculo a cualquier intento de
transformar Chile por la vía política. Para entender esto, ténganse presente las diferencias entre
la configuración de las fuerzas políticas propiciada por el sistema electoral actual (binominal) y
la que existía antes del golpe de 1973 (proporcional).
El sistema electoral proporcional existente hasta 1973 había logrado partir a las fuerzas
políticas nacionales en tres porciones empatadas, de similar peso electoral (los tres tercios).
Este triple empate de los tres tercios inducía no sólo a la conformación de gobiernos de minoría
parlamentaria (con los consiguientes problemas de gobernabilidad que esa situación traía
consigo), sino también a la polarización del sistema de partidos. En efecto, las disputas por
votantes entre tercios empatados se desarrolla necesariamente en alguno de los polos. Por
ejemplo, en 1970 la UP y la DC se disputaron los votos de l@s elector@s de inclinación de
centro-izquierda. En 1958 (y también en 1964, antes del “naranjazo”) la DC y la coalición de
partidos de derecha (liberal, conservador) se disputaron los votos de l@s elector@s de
inclinación de centro-derecha. En 1970, por tanto, la DC sólo podía competir por electorado
desplazándose hacia la izquierda, algo que quedó totalmente patente en el programa de Tomic.
Y en 1958, por el contrario, hubo de desplazarse hacia la derecha para disputarle votos a
Alessandri, lo que también se plasmó en el particular programa de gobierno de Frei para esa
elección2 . En ambos casos, el desplazamiento del centro político hacia uno de los polos tuvo
como resultado una polarización leve pero consistente de todo el sistema de partidos, ya a la
2 La historiadora Patricia Arancibia, haciéndose eco de las tesis de Sofía Correa, ha dicho que en 1958
“...en el partido liberal y también en un pequeño grupo de diputados conservadores existía un clima
favorable al senador democratacristiano Eduardo Frei, quien necesitado de aliar fuerzas, trabajaba sin
disimulo para conquistar el apoyo de al menos un sector de la derecha. Cooperaba con ello el que, en
líneas generales, sus propuestas no se diferenciaban mayormente a las de dicho sector...”. Patricia
Arancibia Clavel, “La elección presidencial de 1958. Jorge Alessandri y la derecha en La Moneda” en
Alejandro San Francisco y Ángel Soto (eds.), Camino a La Moneda. Las elecciones presidenciales en la
historia de Chile, 1920 - 2000. Santiago: Centro de Estudios Bicentenario, 2005, p. 294. Subrayados
agregados.
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En este diseño binominal no hay espacio para terceras fuerzas. Quienes han intentado el
“camino propio”, aislado, terminan sin representación parlamentaria. El caso más conocido (por
lo ruidoso) es el del Partido Comunista, que durante 20 años fue incapaz de traducir su 3,5%
electoral (en promedio) en igual número de escaños. Pero también se encuentra la anecdótica
incursión en la política de la así llamada “Unión de Centro Centro”, que, por efecto del
binominal, tampoco logró transformar su 15% de votación presidencial en 1989 en proporción
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similar de escaños parlamentarios. Para sobrevivir en el marco del binominal, la única opción
que les quedó a ambos partidos fue plegarse a una de las dos grandes coaliciones3. Y ésa es
precisamente la forma en que el binominal termina reduciendo la oferta de alternativas políticas
viables a dos, y nada más que dos: haciendo que las pequeñas fuerzas sean asimiladas por las
dos grandes coaliciones.
3 En el caso de la UCC ni eso bastó. Y en el caso del PC nada garantiza que no vaya a ocurrir lo mismo.
4 Tanto Hitler como Mussolini accedieron al poder en sistemas multipartidistas.
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Un cuarto aspecto pasado por alto en “La Izquierda Perpleja” es el hecho de que la
consolidación definitiva y a largo plazo de la hegemonía del bloque dominante y de su proyecto
ha sido resultado del cambio de posición en la estructura de dominación del grueso de los
aparatos organizativos de los partidos que componen la Concertación. En efecto, si antes de
1989 las organizaciones políticas y sociales concertacionistas (incluida la CUT) habían
articulado la orgánica del bloque subalterno que le permitió competir por el poder político en el
plebiscito primero y en las presidenciales y parlamentarias después, a partir de 1990
abandonan la subalternidad y empiezan poco a poco a abrazar la ideología y hasta el proyecto
de sociedad que el bloque dominante había instaurado a través de la dictadura.
Este cambio de posición, por supuesto, no fue sólo ideológico, sino también material. Con
el control de los medios de administración burocrática se hicieron no sólo con un recurso de
poder fundamental para el funcionamiento del modelo, sino también con un medio de
subsistencia. Y como todo medio de subsistencia, generó intereses. Intereses de clase. Los
cuadros y funcionarios medios de la Concertación que controlaban la burocracia estatal, y por el
sólo hecho de dicho control, emergieron y se consolidaron como una nueva clase, la clase que,
aunque no de jure, pero sí en la práctica, se apropió durante 20 años de los medios de
administración del Estado: la burguesía burocrática.
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Pero eso es harina de otro costal. Para efectos de lo que importa en este diálogo entre
PAIZ y ESOPO, el hecho significativo es que las estructuras organizativas, tanto políticas como
sociales, de la Concertación se cambiaron de bloque histórico, del subalterno al dominante. Con
ello, sus principales cuadros adquirieron una nueva condición de clase basada en el control de
los medios de administración: la burguesía burocrática concertacionista. En poco tiempo
desarrolló conciencia de clase que se materializó en la convicción de que en cada proceso
electoral estaba en juego no la posibilidad de un proyecto político (que la Concertación no tenía
ni tiene), sino, al contrario, la propia subsistencia como clase. De ahí las conocidas prácticas de
intervencionismo electoral y de conducta corporativa del funcionariado concertacionista: todo
iba en resguardo de sus intereses de clase. Esta burguesía burocrática, por supuesto, en su
frágil posición de clase, no es más que un mal remedo de sus grupos de referencia (las
burguesías financiera e industrial), a los cuales pretendió igualar fundamentalmente a través de
hábitos (y habitus) de consumo. Desde el 11 de marzo de 2010, sin embargo, los tiene que ver
sólo como viejos aliados de clase para los que ya no prestan las mismas utilidades de antes y,
por tanto, de los cuales tampoco reciben el mismo favor. Como el lumpenproletariado, que tiene
una función histórica en el desarrollo del capital, la burguesía burocrática contertacionista sirvió
fiel y genuflectamente a su papel histórico en el proceso de acumulación y desarrollo del
capitalismo chileno. Se trata de una burguesía charcha, creada artificiosamente por el capital
local y global para proteger su acumulación, y que finalmente fue abortada por la historia. Y por
eso, el término que mejor la describe es el de lumpenburguesía burocrática
concertacionista.
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¿Qué consecuencia política tiene esto? Al formar parte del bloque dominante, la
lumpenburguesía burocrática concertacionista se transforma en adversario político de la
izquierda. Toda acción política de respaldo o apoyo a la Concertación es un acto de
reforzamiento y endosamiento de fuerzas al bloque dominante y, por ello, es contrario a los
intereses estratégicos de la izquierda.
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Tesis 2.a) “Establecer el rol central del Estado, que tendrá como eje articulador la
Doctrina de los Derechos Humanos en su expresión más amplia, la mantención y defensa de
los derechos ciudadanos y de las riquezas básicas, la protección de la naturaleza y del
medioambiente. El Estado, en su rol de redistribuidor de la riqueza, deberá garantizar la justicia
social y asegurar a todos los habitantes del país el acceso a la educación, la salud, la vivienda y
el trabajo.”
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Tesis 2.c) “Establecer que Chile es un país laico y pluriétnico, que garantiza a sus
pueblos originarios plenos derechos culturales, políticos y sociales.”
Posición de PAIZ: Estamos de acuerdo con el espíritu del punto. Pero sugerimos dos
modificaciones.
i) Chile no es un país laico; es un país religioso y, en términos más precisos, católico. Eso
tampoco es algo que se pueda modificar por decreto. Pero con independencia del catolicismo
de la población chilena, coincidimos en que la plataforma programática de la izquierda chilena
debe propugnar un Estado laico, que vele por instituciones públicas laicas, que incentive el
laicismo en la educación, en la cultura, en el ejercicio de las profesiones (fundamentalmente la
médica, la pedagógica y la científica) y hasta en la planificación familiar y el desarrollo urbano.
Sólo un compromiso irrestricto del Estado con el laicismo garantiza la plena libertad de
conciencia de los ciudadanos y el igual derecho a desarrollarse libremente de toda expresión
cultural y moral que no sea contraria al compromiso irrestricto e innegociable con los Derechos
Humanos.
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ii) Para reforzar el compromiso programático con todo el contenido del punto, PAIZ
considera que el problema histórico-político de los pueblos originarios y su derecho a la
autodeterminación es independiente del problema confesional del Estado. Por lo tanto, requiere
un inciso propio y autónomo, aunque igual de irrenunciable que el laicismo del Estado. Y, por
cierto, la demanda histórica de los pueblos originarios no refiere a los derechos políticos y los
DESC (derechos económicos, sociales y culturales). En la situación actual, a los pueblos
originales no se les ha denegado derechos políticos y sociales; nada les impide votar u optar a
cargos públicos de elección popular (derechos políticos) ni tampoco se les impide el goce de los
derechos sociales del resto de los ciudadanos. La demanda histórica de los pueblos originarios
es el derecho a la autodeterminación en sus territorios ancestrales y su reconocimiento como
portadores de derechos por su condición de pueblos originarios, derechos que obligan al Estado
y a las instituciones públicas a cumplir los regímenes internacionales en esta materia.
Tesis 2.d) “Declarar nuestra vocación pacifista y unitaria con los países latinoamericanos,
cuyo desarrollo debe descansar en la colaboración y apoyo mutuo de sus pueblos.”
Tesis 2.e) “Eliminar toda forma de discriminación basada en el genero ,etnia y opción
sexual
Posición de PAIZ: en el proyecto programático de PAIZ este punto es más enfático y, por
cierto, más radical. Para empezar, PAIZ propone la constitucionalización de los derechos
reproductivos, de las minorías sexuales y de los pueblos originarios. Luego, en atención a que
los problemas que afectan a estos grupos sociales son diferentes, proponemos darles
respuestas singularizadas. Por lo tanto, que, en lo programático, cada uno de estos segmentos
sociales sea objeto de un punto propio que dé cabal respuesta a sus demandas. El problema de
los pueblos originarios no es la discriminación; es la asimilación sin derecho ni respeto a su
condición de pueblos originarios violentados por el desarrollo del Estado chileno. De igual
forma, existiendo una demanda de no discriminación de género en el sistema político, en el
mercado laboral, en las estructuras sociales en general, otra parte fundamental de las
principales demandas del movimiento de mujeres es la instauración de mecanismos
institucionales de discriminación, pero positiva: reconocimiento de los derechos reproductivos
como consustanciales a las mujeres, creación de leyes de cuotas, etc. En resumen, una
izquierda que quiera hacerse cargo de las demandas de justicia social y política de los
movimientos de mujeres, de pueblos originarios y de minorías sexuales está en la obligación de
dar cabida a la singularidad de sus condiciones históricas y de sus aspiraciones. No se
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resuelven sus particulares demandas de una sociedad más justa (objetivo que los une con la
izquierda) con el planteamiento de la eliminación de la discriminación, en general y sin más
matices.
Tesis 2.f) “Reiterar la convicción de que son los pueblos organizados y políticamente
conscientes los protagonistas de los avances efectuados por la humanidad. Nos inspiramos
asimismo en las luchas populares que en Chile lograron nacionalizar el cobre, liquidar el
latifundio e iniciar el camino hacia una sociedad más justa y democrática. Por consiguiente,
rechazamos la tendencia elitista y militarista de sustituir las luchas masivas por la acción de
grupos que propician la violencia armada para la conquista del poder, y sostenemos que no es
posible construir una sociedad verdaderamente democrática sobre una estructura militar.”
Posición de PAIZ: Concordamos con el espíritu de este punto, aunque no con todas las
bases teóricas de su formulación. En términos concretos, son sujetos colectivos los que,
conscientes de sus condiciones históricas y de sus intereses, han introducido las revoluciones
cualitativas más significativas en la historia de la humanidad. En el inventario histórico de esos
sujetos colectivos, sin embargo, rara vez se encuentran “los pueblos”. Se encuentran por regla
general los estamentos, las castas, las clases sociales. O, también, las alianzas de estamentos,
castas y/o clases sociales. Pero, en lo fundamental, concordamos con el rechazo a la acción
minoritaria de grupos elitistas y militaristas que propugnan y recurren a la lucha armada para la
conquista del poder del Estado. Y a este rechazo nos une no sólo el profundo e innegociable
compromiso con los Derechos Humanos y el rechazo al uso del terror como recurso político.
Nos une también la profunda convicción de que es un despropósito estratégico combatir con
armas al capitalismo global, el sistema histórico que más basa su supervivencia en la
producción y el uso extensivo y concentrado de armas.
Tesis 2.g) “Democratizar realmente nuestro país exige la reformulación de los objetivos, el
carácter y la organización de las FF.AA., de modo que en el futuro podamos convertirlas en un
pilar fundamental de nuestro desarrollo en el marco del respeto irrestricto a los derechos
humanos. Asimismo, en un trabajo estrecho con los países hermanos, constituir fuerzas
integradas de paz que alejen el peligro de conflictos armados en la región.”
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e) Sustitución del sistema electoral actual por uno que permita la expresión y
representación política de la heterogeneidad estructural de la sociedad chilena.
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La segunda: “La Izquierda perpleja” plantea que se debe celebrar una Asamblea
Constituyente para crear una constitución con determinadas bases. Compartiendo la idea de
que una Constitución democrática para Chile debiera sustentarse en gran parte de las bases
que propone “La Izquierda Perpleja”, nos parece que hay una contradicción entre proponer una
constituyente, de un lado, y determinar por adelantado el contenido de la constitución que
debiera emanar de la constituyente, del otro. Si ya están definidas las bases por adelantado,
convocar a Asamblea Constiuuyente para que sólo las legitimen parece hacer trampa. Es como
concursar públicamente un cargo ex-post, cuando ya está saldado, sólo para revestir de
legitimidad y meritocracia a una decisión tomada de antemano. Si estamos convocando a una
Asamblea Constituyente es para que la constitución emane de la deliberación democrática de
l@s constituyentes elegid@s. Por lo tanto, pre-definir el resultado de la constitución es atentar
contra el espíritu mismo de una constituyente.
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3. Sistema electoral que debe aplicarse a la elección de asambleístas. PAIZ cree que no
puede ser sino proporcional y aplicar el método DʼHont de asignación de escaños.
4. Las barreras de acceso a la competencia electoral. PAIZ sostiene que una Asamblea
Constituyente puede ser verdaderamente democrática si, y sólo si, se rompe el monopolio
actual de la representación política por parte de los partidos políticos. Una asamblea
constituyente será democrática si, y sólo si, abre la posibilidad de competencia en igualdad
de condiciones por cupos de asambleístas a representantes sindicales y de organizaciones
ciudadanas no constituidas al amparo de la ley de partido políticos. Levantar las barreras de
acceso a la competencia electoral para democratizar el acceso a la representación es la
consigna. Y no sólo para la constituyente, sino para todos los cargos de representación
popular.
Una vez establecidas las condiciones necesarias para la convocatoria a una asamblea
constituyente totalmente democrática, la izquierda debiera volcarse a la definición de su
posición respecto a los principales problemas de la institucionalidad nacional, entre los cuales,
definitivamente, se incluyen parte importante de las bases de una nueva constitución
mencionadas por el documento “La izquierda perpleja”. PAIZ, además, considera fundamental
que la izquierda apueste por una constitución que garantice el desarrollo de otro modelo
económico, con control nacional sobre los recursos de interés estratégico; otra institucionalidad
política: semi-presidencial, de sistema electoral proporcional, que rompa el monopolio de la
representación de los partidos y permita la elección en cargos de representación popular de
representantes sindicales y de organizaciones ciudadanas no políticas, que permita la iniciativa
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a) “Será necesario evitar las deformaciones históricas en las relaciones políticas con los
intentos de hegemonización y totalitarismo ideológico, y favorecer la emergencia de liderazgos
de nuevo tipo, respetuosos de la diversidad y de la generación democrática del poder”.
c) “Creemos que los trabajadores y los sectores más activos y críticos de la población
necesitan identificarse con líderes no sólo capaces, sino también, y quizás fundamentalmente,
con personas honestas , coherentes entre lo que dicen, lo que piensan y lo que hacen y
dispuestas a ser evaluadas permanentemente por quienes los eligen por creer en ellos o ellas”
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producción teórica que requiere el desarrollo de un proyecto de izquierda. Así que, lejos de
convertir a la diversidad y heterogeneidad de fuerzas y visiones en un problema, en la
“Asamblea de Izquierda” se aprovechan como una ventaja. El crecimiento autónomo de alguna
de las fuerzas se entiende como un avance de la izquierda en su conjunto. Y el potenciamiento
de un liderazgo, lejos de eclipsar a las otras fuerzas, las proyecta. De hecho, uno de los
objetivos de la plataforma es hacer crecer los liderazgos necesarios para el resurgimiento de la
izquierda. Además, hemos tenido buen cuidado en resguardar la integridad ética de esos
liderazgos y de la plataforma misma.
Para concluir, sólo nos queda una reflexión final respecto a las posibilidades de una
izquierda con proyecto propio. Para cambiar Chile necesitamos una fuerza amplia de izquierda.
Su poder descansará necesariamente en dicha amplitud. PAIZ mantiene un profundo
compromiso con un proyecto político de esa naturaleza. Pero las fuerzas de izquierda sólo
pueden aglutinarse y potenciarse en torno a un proyecto de izquierda, que, por eso mismo, es
necesario definir y negociar antes de saber hacia qué dirección del espectro político puede o no
crecer. Ese proyecto, por supuesto, debe ser formulado de forma plural por todas los actores
que integren la fuerza amplia. Y, sin duda, debiera enriquecerse con nuevos aportes y
perspectivas conforme vaya avanzando, creciendo e incorporando a nuevas fuerzas.
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o por un par de cupos parlamentarios? No valen de nada. La izquierda sólo puede crecer con
un proyecto propio y cuyos componentes (o su totalidad) no estén sujetos a negociación por
insignificantes cupos parlamentarios o proyectos de ley que nunca se van a concretar.
En definitiva, una izquierda que sea realmente de izquierda sólo puede ser inclusiva,
plural y acogedora. Pero creemos necesario y urgente exigir este compromiso claro, no
ambiguo, con el proyecto de izquierda que construyamos cooperativamente y en conjunto.
A PAIZ, en definitiva, le parece fundamental debatir y, a partir del debate, definir si las
fuerzas que estén dispuesta a despotenciar la posición de la izquierda apoyando a candidatos
de la así llamada “centro-izquierda” o “el progresismo” tienen cabida en un frente amplio de
izquierda. Nos parece que todas las fuerzas del bloque de la así llamada “centro-izquierda” que
quieran sumarse a un proyecto de izquierda deben ser bienvenidas siempre que asuman un
compromiso claro, no ambiguo, con un proyecto de izquierda. Pero lo contrario, esto es, que
fuerzas de izquierda respalden proyectos o candidatos de la así llamada “centro-izquierda”, sólo
nos debilita. De ahí que, en principio, hayamos iniciado este camino con las fuerzas que están
por un proyecto de izquierda y no por ser un apéndice inútil e insignificante de la “centro-
izquierda” que, en la práctica, no es más que una derecha neoliberal pero con vocación social.
Esperamos tener la oportunidad de poder trabajar junto a ESOPO por ese proyecto de
autónomo, propio, no subordinado a otros proyectos o intereses políticos y económicos.
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El Colectivo ESOPO ha estimado útil compartir las ideas
que recoge este documento con los compañeros y compañeras que hoy se han
propuesto abrir camino a una nueva alternativa política de izquierda capaz
de construir un camino de progreso y justicia para Chile.
Todo lo aquí planteado es materia de debate, análisis y critica
si ello se consigue habríamos logrado nuestro propósito
IZQUIERDA PERPLEJA
El peso de la historia
Los juicios efectuados sobre ese momento histórico difieren aún en forma profunda. Los sectores
conservadores insisten en que la causa del conflicto residió principalmente en el voluntarismo de
los diversos actores de la izquierda y que, simplemente si se hubiera limado su accionar nada
habría ocurrido. Es evidente que en ese caso todo habría cambiado para continuar igual,
convirtiendo dicho gobierno en uno más. Esta interpretación ha permeado gran parte del análisis
político y las autorrecriminaciones, incluso en sectores que se identificaban con la izquierda.
El país había transitado por un largo período de paulatinos avances políticos y sociales, con
conquistas fruto de dolorosas luchas y tensiones crecientes, que determinaron un retroceso
permanente de las fuerzas conservadoras, hasta llegar a su más mínima expresión en la década
del 60 del siglo pasado.
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socialismos reales en progresiva crisis y aquellos que se habían abierto a partir de la revolución
cubana.
Después de ocurrido el golpe militar, sobreviene la crisis definitiva del socialismo mundial que
deja a la deriva ideológica a los sectores que buscaban transformaciones estructurales, quienes
comienzan a cuestionar fundamentalmente los métodos utilizados y los logros alcanzados.
En efecto, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que fue el modelo de una nueva
sociedad sin explotadores ni explotados, que aplastó a los invasores nazis y que fue la segunda
potencia más poderosa del mundo en el siglo XX, se hundió como un castillo de naipes, sin que
ni siquiera los sindicatos soviéticos ni los millones de militantes del Partido Comunista de la
URSS la defendieran.
En Chile, los partidos que idealizaban a la URSS como “el paraíso de los trabajadores”,
guardaron silencio ante esta victoria del capitalismo mundial y provocaron una gran
desmoralización en el movimiento popular.
A nuestro juicio, el fracaso de la experiencia soviética no fue el fracaso del socialismo humanista
y democrático. Creemos, como sostenían en 1947 Eugenio Gonzáles Rojas y otros intelectuales
socialistas, que en la URSS “la política inicial de socialización del poder económico se fue
convirtiendo en una mera estatización que condujo progresivamente a un régimen de capitalismo
de estado, dirigido por una burocracia que ejercía el poder en forma despótica, sometiendo a
una verdadera servidumbre a la clase trabajadora sin posibilidades de una real participación
democrática en la conducción del estado y del partido. De este modo, los auténticos fines del
socialismo, para servir a los cuales se realizó la revolución de 0ctubre, se fueron desvirtuando
cada vez más en función de una política de superpotencia que no tenía en cuenta los intereses de
los trabajadores” .
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décadas de lucha por formas de explotación aplicadas en el siglo diecinueve. Se genera una nueva
realidad política y social que las teorías de antaño y los precarios instrumentos actuales no logran
explicar en el plano de la acción política, constituyendo la mayor carencia de una izquierda a la
deriva.
Hoy tal vez podamos coincidir en que somos una nación fracturada, en búsqueda de identidad,
donde nuestra suerte política y social, e incluso cultural, ha sido entregada a las tendencias
predominantes en el exterior. Hemos capitulado con respecto a nuestra soberanía, estableciendo
vínculos, relaciones, acuerdos comerciales y compromisos que subordinan toda nuestra capacidad
de resolución interna a las decisiones de una tecnocracia burocrática transnacionalizada que ha
convertido al Estado en una herramienta articuladora de los intereses financieros. Las cúpulas
políticas son parte de este juego, que ha contribuido a aumentar la desconfianza social en los
partidos políticos y ha ensanchado la brecha que los separa de la ciudadanía y los movimientos
sociales.
Quizás como nunca antes el bloque dominante ha logrado concentrar el poder económico
nacional y transnacional, el poder político y militar, el poder ideológico a través del aparato
educacional, desde la básica hasta las universidades, junto al control de los medios y otras
estructuras culturales.
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Durante los gobiernos de la Concertación, como ahora con el de Piñera, se hizo un esfuerzo por
crear una imagen de unidad nacional. Primero con la imposición de un consenso y la
descalificación de la crítica y luego, en la actualidad, con una política de marketing que intenta
vender la idea de que si estamos juntos, “ con los 33” y tras el Gobierno, seremos triunfadores.
Sin embargo, una gran parte de la población tiene condiciones de vida precarias, está muy
endeudada, sufre inseguridad en el empleo y discriminación en la atención de salud, habita en
viviendas de mala calidad y tiene escasas posibilidades de educación para sus hijos. Asimismo,
muchos chilenos viven bajo el imperio del miedo a la delincuencia, a la inseguridad social, a la
contaminación del medio ambiente y a la represión que se prolonga desde el pasado, al que
reactivan periódicamente los mensajes y las acciones del Gobierno y de quienes fueron el
andamiaje político de la dictadura militar. En una sociedad de clases como la nuestra, la
inequidad y la injusticia social se comprueban también en las condiciones riesgosas de trabajo de
miles de chilenos y chilenas, muchas veces con resultados de invalidez y muerte.
En este contexto necesitamos aprender las nuevas claves de los movimientos sociales más allá de
la aparente despolitización y debilidad de las organizaciones. Las protestas de la población en las
regiones del terremoto y contra la instalación de centrales térmicas, la huelga de hambre de los
comuneros mapuches y de las mujeres exigiendo trabajo, la de los padres, alumnos y profesores
por el cierre de establecimientos - aunque de carácter reivindicativo local o sectorial - y la
importante movilización social en Magallanes contra el alza del precio del gas, parecen indicar
una creciente conciencia de derechos y de potencial fuerza política.
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Los cientistas políticos han señalado algunas características de la población chilena que
observamos en lo cotidiano. A una marcada estratificación social y fragmentación de las tramas
organizacionales se suma el temor y la desconfianza en el otro; la deslegitimación de la
institucionalidad, ya sea el parlamento, la policía o los tribunales de justicia, y la relación
clientelística con los partidos políticos que sufren de una evidente crisis de liderazgo. Todas esas
características constituyen el sustrato para un individualismo que suele penetrar los límites de la
familia con un mensaje aislacionista, que dificulta el desarrollo de vínculos solidarios y la
apertura de nuevos canales de comunicación.
Es esta realidad -que también contribuyeron a crear los partidos políticos portadores en el
pasado de un mensaje de cambio democrático y progresista para el país, y que hoy hacen parte
del sistema de dominación- la que ayuda a explicarse la deslegitimación de los referidos
partidos, de sus dirigencias y de la política. También ella justifica la búsqueda dispersa que
efectúan pequeños grupos y núcleos ciudadanos, sobrevivientes de la diáspora de la izquierda
post Concertación, de un proyecto de sociedad más democrática, participativa, con justicia social,
que proteja los recursos naturales y el medioambiente.
Esta frustración social determina que amplios sectores populares y de clase media condenen a la
cúpula dirigente de la concertación por haber traicionado el programa democrático y el gran
movimiento social que derrotó a la dictadura. Esta condena explica también el fracaso del
candidato presidencial de la Concertación. El mensaje de la ciudadanía no fue escuchado, ya
que en las dos elecciones presidenciales anteriores los candidatos Lagos y Bachelet sólo
pudieron ganar en segunda vuelta, es decir necesitaron del apoyo de los sectores políticos más
críticos a la gestión concertacionista."
La derrota de la Concertación fue construida por ella misma, por el encubrimiento de focos de
corrupción, por su incapacidad para entender lo que estaba ocurriendo en el seno del pueblo, por
su temor a favorecer la participación democrática, por el apoltronamiento de sus dirigentes que
fueron perdiendo credibilidad, por el funcionamiento de máquinas al interior de sus partidos que
fueron alejando las cúpulas de sus bases. Esto hace muy difícil, y en todo caso no deseable, que
la Concertación constituya la base de un nuevo proyecto político progresista para el Chile del
siglo XXI.
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tendencia hacia una religiosidad que intenta ser capitalizada por el Gobierno para avalar sus
acciones, como se constata, entre otros aspectos, en la convocatoria a autoridades de la iglesia
católica para servir de mediadora frente a conflictos sociales y políticos.
Pensamos que, en la larga marcha desde la dispersión actual hasta la convergencia en un fuerte y
orgánico movimiento político, necesitamos construir en forma progresiva instrumentos
asociativos que nos potencien mutuamente y que permitan unir nuestras capacidades en un
accionar común. Para lograrlo necesitamos conocer que principios compartimos con otros
compañeros y compañeras y que temas deberíamos debatir en este caminar conjunto.
Creemos que la construcción de una propuesta programática viable debiera ser el primer
hito en el avanzar hacia un proyecto unitario.
Nos parece importante en la elaboración de esta propuesta tomar en consideración los
elementos siguientes que debemos someter a análisis y debate y que sin duda no excluyen otros :
a)Establecer el rol central del Estado, que tendrá como eje articulador la Doctrina de los
Derechos Humanos en su expresión más amplia, la mantención y defensa de los derechos
ciudadanos y de las riquezas básicas, la protección de la naturaleza y del medioambiente.
El Estado, en su rol de redistribuidor de la riqueza, deberá garantizar la justicia social y
asegurar a todos los habitantes del país el acceso a la educación, la salud, la vivienda y el
trabajo.
c) Establecer que Chile es un país laico y pluriétnico, que garantiza a sus pueblos
originarios plenos derechos culturales, políticos y sociales.
f) Reiterar la convicción de que son los pueblos organizados y políticamente conscientes los
protagonistas de los avances efectuados por la humanidad. Nos inspiramos asimismo en
las luchas populares que en Chile lograron nacionalizar el cobre, liquidar el latifundio e
iniciar el camino hacia una sociedad más justa y democrática. Por consiguiente, rechazamos
la tendencia elitista y militarista de sustituir las luchas masivas por la acción de grupos que
propician la violencia armada para la conquista del poder, y sostenemos que no es posible
construir una sociedad verdaderamente democrática sobre una estructura militar.
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g) Democratizar realmente nuestro país exige la reformulación de los objetivos, el
carácter y la organización de las FF.AA., de modo que en el futuro podamos convertirlas
en un pilar fundamental de nuestro desarrollo en el marco del respeto irrestricto a los
derechos humanos. Asimismo, en un trabajo estrecho con los países hermanos, constituir
fuerzas integradas de paz que alejen el peligro de conflictos armados en la región.
Política de alianzas
Estamos en el camino largo para alcanzar una sociedad más justa y solidaria, capaz de garantizar
la protección y el máximo desarrollo posible para el conjunto de sus integrantes en el marco de
una convivencia fraterna. ESOPO es uno más de los diversos grupos e iniciativas con los cuales
probablemente vamos a coincidir en muchos aspectos programáticos y de acción.
Para apoyar la recuperación del movimiento popular es preciso identificar los núcleos motores
en cada sector y favorecer la constitución de redes sociales, base indispensable de una fuerza de
cambio.
Una importante y primera tarea es desarrollar vínculos y lazos de confianza que nos permitan
compartir ideas, articular progresivamente acciones conjuntas y potenciar la presencia y
crecimiento de cada organización. Evaluar la organización residual de cada acción.
Será necesario evitar las deformaciones históricas en las relaciones políticas con los intentos de
hegemonización y totalitarismo ideológico, y favorecer la emergencia de liderazgos de nuevo
tipo, respetuosos de la diversidad y de la generación democrática del poder. Creemos que los
trabajadores y los sectores más activos y críticos de la población necesitan identificarse con
líderes no sólo capaces, sino también, y quizás fundamentalmente, con personas honestas ,
coherentes entre lo que dicen, lo que piensan y lo que hacen y dispuestas a ser evaluadas
permanentemente por quienes los eligen por creer en ellos o ellas. Esperamos que aquellos
dirigentes que han sido protagónicos en los últimos 30 años y que se identifiquen con esta nueva
propuesta tengan la generosidad suficiente como para abrir caminos a los nuevos liderazgos sobre
la base de la experiencia acumulada por las antiguas generaciones.
Podría ser eficiente constituir fuerzas de tareas para abordar primero internamente, luego en
conjunto con otras organizaciones afines, temas como bases programáticas, política de alianzas,
objetivos y planes de acción de corto y mediano plazo y otras tareas que se decidan.
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Aunque no ha logrado estructurarse en un movimiento nacional coordinado, la iniciativa “Por
una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución” ha convocado a personas y grupos
diversos, lo que le ha dado permanencia en el tiempo. Teniendo como base la crítica al modelo
capitalista actual y la necesidad de superar la institucionalidad derivada de la dictadura, creemos
posible crear un polo de convergencia con los que apoyan dicha iniciativa, permitiéndonos un
espacio de conocimiento y acción común.
Respecto de los contenidos de una Convergencia Federativa se indican algunos que nos
parecen centrales:
PROPUESTA DE ORGANIZACIÓN
I.- Constituir un núcleo coordinador central de no más de 10 cros y cras cuyas tareas
principales serían:
a) Desarrollar y constituir una red permanente con los grupos políticos y organizaciones
sociales que compartan la iniciativa en la región metropolitana.
b) Buscar o retomar los contactos en las regiones para constituir coordinadores a nivel local.
c) Hacer un catastro de recursos y financiamiento y proponer nuevas iniciativas.
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d) Crear un equipo de comunicaciones que asuma la relación con los medios, las
publicaciones amigas en internet y la creación de un blog, la emisión de un comunicado, al
menos semanal, de análisis político y de información que pueda circular a través de las redes.
e) Articular con personalidades como Sergio Aguiló y otras, que adhieran a la convocatoria,
iniciativas que informen y mantengan en la opinión pública el desarrollo de nuestra fuerza.
II.-Preparar las bases materiales y la organización de una próxima asamblea constituyente que
deberá decidir sobre:
a) Qué forma debería tener el proyecto alternativo para garantizar la
democracia interna y la participación real de las personas, las agrupaciones políticas y
sociales, y las relaciones entre núcleos de dirección y bases.
b) Un documento base que establezca las líneas políticas centrales
que orientarán el quehacer en esta etapa.
c) Las bases de una política de alianzas que contribuya a avanzar en
nuestros objetivos programáticos.
ESOPO Stgo 17.03.2011