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3.1 EVOLUCIÓN
Las Comedias bárbaras. Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908), a las que
añadirá mucho más tarde Cara de Plata (1922). En estas obras se recrea el ambiente
rural gallego, insistiendo ahora en su miseria, lleno de personajes extraños, violentos o
tarados, con pasiones de fuerza alucinante. El personaje que preside estas obras es
don Juan de Montenegro, un hidalgo tiránico y arrebatado, que habita un mundo
heroico en descomposición. Con estas obras inicia Valle su "teatro en libertad": teatro
casi irrepresentable que parece novela dialogada. La evolución estilística se acentúa
con la trilogía de novelas La guerra carlista (1908-1909), de lenguaje desgarrado y
bronco que contrasta con ecos modernistas. De tonos similares serían las farsas y
dramas escritos entre 1909 y 1920: La cabeza del dragón, Cuento de abril, Voces de
gesta... Estos mismos cambios se observan en su obra poética: de la modernista
Aromas de leyenda (1907) pasa a La pipa de Kiff (1919) que presenta temas
suburbiales y tabernarios con tonos vecinos al “esperpento”.
La época de los esperpentos. En 1920 publica cuatro obras dramáticas decisivas: Farsa
italiana de la enamorada del rey -fábula sentimental y caricatura punzante con
personajes que son marionetas grotescas-. Farsa y licencia de la Reina Castiza -
deformación despiadada de la corte de Isabel II-, Divinas palabras -violento drama que
representa un mundo sórdido, en el que las deformidades morales y sociales se
corresponde con un lenguaje desgarrado y con frecuencia brutal- y Luces de Bohemia.
La deformación "esperpéntica" está ya presente en las tres primeras, pero es en Luces
de Bohemia, la primera que Valle denomina 'esperpento". Con esta palabra -"persona
o cosa extravagante, desatinada o absurda"- designa el autor a esas obras suyas en las
que lo trágico y lo burlesco se mezclan, con una estética que quiere ser “una
superación del dolor y de la risa*. (Definición en escena XII de LDB). Su literatura
esperpéntica culmina con la trilogía Martes de Carnaval Los cuernos de Don Friolera,
(1921); Las galas del difunto, (1926) y La hija del capitán, (1927). Estos esperpentos
muestran su visión acida y violentamente disconforme con la realidad. Es el Valle más
"iconoclasta". A esta época pertenecen novelas que siguen la estética del esperpento:
Tirano Banderas (1926) y la trilogía El ruedo ibérico (1927-1932): Jerifaltes de antaño.
Viva mi dueño y Baza de espadas, feroz sátira política de los tiempos de Isabel II.