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PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA

SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN LA


CONFERENCIA MAGISTRAL “LA JERARQUÍA DE LOS
TRATADOS INTERNACIONALES EN EL ORDEN JURÍDICO
MEXICANO”, ORGANIZADA POR EL DEPARTAMENTO DE
DERECHO DEL TECNOLÓGICO DE MONTERREY, CAMPUS
TOLUCA, EL 27 DE NOVIEMBRE DE 2008, EN EL
AUDITORIO III, EN LA CIUDAD DE TOLUCA, ESTADO DE
MEXICO.

YZ

LA JERARQUÍA DE LOS TRATADOS


INTERNACIONALES EN EL ORDEN
JURÍDICO MEXICANO
“En las relaciones Internacionales
conviene abrir campo a lo que es regla
entre caballeros: la palabra de honor no
se discute, se sostiene.”
Felipe Tena Ramirez.

Dice Daniel Innerarity1 que “la idea de


un mundo interconectado, que nos ha
servido como lugar común para designar la
realidad de la globalización, implica, en
principio, un mundo de responsabilidad
limitada, cuando no difusa o abiertamente
irresponsable, sobre el que no puede

1
“¿Un mundo fuera de control? “El país, España, 20 de noviembre de 2008.
establecerse ningún control y del que nadie
se hace cargo.”

En los tiempos que corren, eso resulta


absolutamente comprobable, incluso
empíricamente. En un mundo en el que las
relaciones de interconexión son tan
estrechas, tan rápidas, tan comunes, los
efectos en cascada suceden, con esas
mismas características, como en el caso de
la crisis financiera que asola el planeta.

En este "mundo desbocado", la


regulación internacional resulta de capital
importancia. Por eso, me halaga y me
alegra acudir a la invitación que me
formulara esta institución para estar con
ustedes esta tarde, por la importancia que
siempre le ha dado al tema de los tratados
internacionales. Me honra que sea a mí, a
2
quien corresponda el honor de poder tratar
este tema ante tan distinguido auditorio.

Así que, sin más preámbulo, les pido


que me permitan comentarles los aspectos
fundamentales de la sentencia de la Corte
que, en febrero del año pasado, resolvió
este tema.

MATERIA DEL AMPARO.

En primer término, debo decirles que la


sentencia emitida por el Tribunal Pleno, en
el caso2 fue interpuesta en contra de una
sentencia de amparo dictada en la
audiencia constitucional de un juicio de
garantías en el que se reclamó el artículo 8
del Decreto por el que se establecía la Tasa
Aplicable para el 2001 del Impuesto

2
S trata del AMPARO EN REVISIÓN 120/2002, promovido por MC. CAIN MÉXICO,
SOCIEDAD ANÓNIMA DE CAPITAL VARIABLE

3
General de Importación para las
mercancías originarias de América del
Norte, la Comunidad Europea, Colombia,
Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Chile,
Nicaragua y el Estado de Israel, publicado
en el Diario Oficial de la Federación el
veintinueve de diciembre de dos mil dos,
emitido por el Presidente de la República
con fundamento en el artículo 131 de la
Constitución Federal.

Por lo que la Corte se constriñó a


analizar el argumento contenido en el
primer concepto de violación expresado por
la quejosa en su demanda, en el que alegó
la violación al artículo 133 constitucional.

Sobre el particular debe indicarse que,


con fundamento en el punto tercero del
Acuerdo General 5/2001, ya citado, el
4
Tribunal Pleno analizó únicamente el
planteamiento de la parte quejosa referido
a la jerarquía de los tratados
internacionales que supone la
interpretación directa del artículo 133 de la
Constitución Federal, reservando
jurisdicción a las Salas de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación para que
resolvieran los restantes argumentos
hechos valer por las partes.

Esta medida, indicó, tuvo como


propósito respetar el espíritu primordial de
las reformas constitucionales que tienden
a fortalecer el carácter de Tribunal
Constitucional de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, posibilitando que
únicamente conozca de aquellos casos en
los que sea necesario establecer criterios

5
trascendentes para el orden jurídico
nacional.

En esa ocasión, el Tribunal Pleno


estimó necesario replantear las
consideraciones que llevaron a la Suprema
Corte a estimar que los tratados
internacionales se encuentran
jerárquicamente por encima de las leyes
federales, modificando para tal efecto la
tesis aislada que aparece publicada en la
página 46 del tomo X, noviembre de 1999,
del Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta, bajo el rubro: “TRATADOS
INTERNACIONALES. SE UBICAN
JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE
LAS LEYES FEDERALES Y EN UN
SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA
CONSTITUCIÓN FEDERAL.” De tal
manera que, eventualmente, se
6
determinara, en el caso concreto, si debía o
no prevalecer el Tratado de Libre Comercio
sobre el Decreto y Acuerdo impugnados en
esa vía.

"Ley Suprema de la Unión".

El Tribunal Pleno señaló que, de la


lectura del artículo 133 de la Constitución
se podía advertir con claridad que fue
intención del Constituyente establecer un
conjunto de disposiciones de observancia
general que, en la medida en que se
encuentran apegadas a lo previsto en la
Constitución General de la República,
constituyen la "Ley Suprema de la
Unión".

Y que, así, para determinar si existe


una relación de jerarquía entre los
7
tratados internacionales y las leyes
federales o disposiciones de la misma
jerarquía emitidas por el Presidente de
la República, era necesario identificar,
en primer lugar, qué disposiciones
generales constituyen la "Ley Suprema
de la Unión", a la cual deberán sujetarse,
inclusive, los jueces de cada Estado. En el
entendido de que la interpretación que se
hiciera del artículo 133 constitucional,
debería ser acorde con el sistema
constitucional en el cual se inserta ese
numeral, tal y como este Tribunal Pleno ha
establecido en la tesis de rubro3
"INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL. AL
FIJAR EL ALCANCE DE UN
DETERMINADO PRECEPTO DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS
ESTADOS UNIDOS MEXICANOS DEBE
3
Publicada en la página 25, del Tomo XXIII, febrero de 2006, del Semanario Judicial de la Federación y
su Gaceta.

8
ATENDERSE A LOS PRINCIPIOS
ESTABLECIDOS EN ELLA, ARRIBANDO A
UNA CONCLUSIÓN CONGRUENTE Y
SISTEMÁTICA”.

Pues, una lectura superficial de lo


previsto en el precepto constitucional que
nos ocupa, podría llevarnos a sostener que
en éste se establece una misma jerarquía
entre las leyes federales expedidas por el
Congreso de la Unión y los tratados
internacionales e inclusive, que coloca a
las leyes federales por encima de las
Constituciones y leyes de los Estados,
dado que los jueces de éstos están
obligados a sujetarse a lo dispuesto en
aquéllas, aun cuando las normas locales
se contrapongan o sean distintas a las
leyes federales.

9
Esta primera conclusión partiría del
supuesto de que las leyes del Congreso de
la Unión a las que se refiere el artículo 133
constitucional son exclusivamente las
federales. Sin embargo, estimó la mayoría,
esta conclusión preliminar estaría
sustentada en una premisa equivocada,
puesto que se estaría confiriendo a las
palabras utilizadas en el precepto
constitucional un sentido contrario al
sistema que deriva de lo previsto en los
artículos 41, párrafo primero y 124
constitucionales.

Diversidad de órdenes jurídicos.

Esto es, que de conformidad con lo


establecido en esos preceptos
fundamentales, en el Estado Mexicano
convergen diversos órdenes jurídicos o
10
niveles de gobierno entre los cuales no se
advierte la existencia de una relación de
jerarquía, sino que operan como diversos
ámbitos de competencia fijados
constitucionalmente.

Así, el orden jurídico federal se


distingue de los órdenes jurídicos locales
de conformidad con el principio de
facultades residuales, es decir, las
atribuciones no conferidas expresamente
por la Constitución Federal a la Federación
se entienden reservadas a los Estados.

La existencia de estos diversos órdenes


jurídicos, con esferas competenciales
propias y delimitadas, se corrobora con lo
previsto en las fracciones II y III del
artículo 103 y en el inciso a) de la fracción
I del artículo 105, ambos de la
11
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos,

Conforme a estos preceptos, es factible


la promoción de un juicio de amparo por
invasión de la esfera federal a la de algún
Estado o viceversa y, resulta igualmente
posible que una controversia
constitucional se suscite entre la
Federación y un Estado.

La existencia de estos supuestos de


procedencia, en relación con el ejercicio de
los medios de control constitucional
existentes en nuestro orden jurídico, revela
que en nuestra Constitución Federal
existen esferas delimitadas entre la
Federación y los Estados y, por ende,
diversos órdenes jurídicos parciales que,

12
sumados, integran el orden jurídico
nacional.

Igualmente, el Distrito Federal y los


Municipios poseen órdenes jurídicos
propios, distintos de los anteriores y
sujetos a otras reglas, pero que
indudablemente también conforman el
orden jurídico nacional.

Apoya lo hasta aquí considerado, la


tesis de jurisprudencia 3a./J. 10/91,
publicada en la página 56 del Tomo VII,
marzo de 1991, del Semanario Judicial de
la Federación, Octava Época, cuyo texto es
QUE PUEDEN USTEDES OBSERVAR:

"LEGISLACIONES FEDERAL Y
LOCAL. ENTRE ELLAS NO EXISTE
RELACIÓN JERÁRQUICA, SINO
13
COMPETENCIA DETERMINADA
POR LA CONSTITUCIÓN. El
artículo 133 de la Constitución
Política de los Estados Unidos
Mexicanos no establece ninguna
relación de jerarquía entre las
legislaciones federal y local,
sino que en el caso de una
aparente contradicción entre las
legislaciones mencionadas, ésta
se debe resolver atendiendo a
qué órgano es competente para
expedir esa ley de acuerdo con el
sistema de competencia que la
norma fundamental establece en
su artículo 124. Esta
interpretación se refuerza con
los artículos 16 y 103 de la
propia Constitución: el primero
al señalar que la actuación por
14
autoridad competente es una
garantía individual, y el
segundo, al establecer la
procedencia del juicio de amparo
si la autoridad local o federal
actúa más allá de su
competencia constitucional."

En este contexto, estimar que en el


artículo 133 constitucional se pretendió
modificar ese sistema de distribución de
competencias sujetando a las autoridades
locales a lo que disponen las leyes
federales, supone realizar una
interpretación contraria al sistema
constitucional que rige nuestro Estado
Federal, máxime que en dicho precepto no
se habla de leyes federales, sino de leyes
del Congreso de la Unión.

15
Para corroborar lo anterior, resulta
pertinente recordar que desde el texto
original de la Constitución General de la
República, aprobada el cinco de febrero de
mil novecientos diecisiete, se establecía un
orden jurídico supremo integrado por la
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, ciertas leyes dictadas
por el Congreso de la Unión y los Tratados
Internacionales.

En ese tenor, afirmó el pleno, las leyes


del Congreso de la Unión a las que se
refiere el artículo 133 constitucional, no
corresponden a las leyes federales,
considerando como tales aquellas que se
limitan a regular las atribuciones que en la
Constitución se confieren a determinados
órganos con el objeto de trascender
únicamente al ámbito federal, sino que se
16
trata de las leyes generales, esto es,
aquellas que válidamente pueden incidir
en los todos los órdenes jurídicos parciales
que integran al Estado Mexicano.

En efecto, desde el texto original de la


Constitución General de la República de
mil novecientos diecisiete y, en la
actualidad con mayor intensidad, se ha
previsto esa categoría de leyes expedidas
por el Congreso de la Unión, cuya validez
no se circunscribe al ámbito federal, sino
que permean los ámbitos locales, del
Distrito Federal y municipales.

Dicho de otra manera, las leyes


generales son aquellas respecto de las
cuales el Constituyente o el Poder
Revisor de la Constitución ha
renunciado expresamente a su potestad
17
distribuidora de atribuciones entre las
entidades políticas que integran el
Estado Mexicano, lo cual se traduce en
una excepción al principio establecido
por el artículo 124 constitucional.
Aunado a lo anterior, debe tenerse
presente que estas leyes no son emitidas
motu proprio por el Congreso de la Unión,
sino que se originan en cláusulas
constitucionales que constriñen al
Congreso a dictarlas y que, una vez
promulgadas y publicadas, por disposición
constitucional deberán ser aplicadas por
las autoridades federales, locales, del
Distrito Federal y municipales.

Inclusive, como hecho revelador de que


por su naturaleza, las leyes generales
previstas en la Constitución, no se
encuentran en la misma situación que
18
las leyes federales y que, por ende, son
jerárquicamente superiores a éstas y a
las leyes locales, debe tomarse en cuenta
que el Pleno del más Alto Tribunal ha
reconocido que la validez de las leyes
locales sí se encuentra sujeta a lo previsto
en una ley general e incluso que si
aquéllas no se apegan a lo previsto en este
tipo de leyes, resultarán
inconstitucionales, como deriva de las tesis
jurisprudenciales P./J. 143/2001, P./J.
145/2001 y P./J. 150/2001.

En este orden de ideas, si aceptamos


que las leyes del Congreso de la Unión a
las que se refiere el artículo 133
constitucional, no son las leyes federales,
es decir, las que regulan las atribuciones
que en la Constitución se confieren a
determinados órganos con el objeto de
19
trascender únicamente al ámbito federal,
sino las leyes generales que inciden en
los diferentes órdenes jurídicos parciales
que integran al Estado Mexicano,
podemos concluir que, conforme a lo
previsto en ese precepto constitucional, la
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, los tratados
internacionales y las leyes generales
expedidas por el Congreso de la Unión,
constituyen la "Ley Suprema de la
Unión", en la inteligencia, por supuesto,
de que la validez de dichos tratados y
leyes generales estará sujeta a que se
apeguen a lo establecido en la propia
Constitución, en tanto del mismo
precepto constitucional se desprende una
clara regla de supremacía constitucional
respecto de los ordenamientos que de ella
derivan.
20
Así interpretado el artículo 133 de la
Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, queda claro lo que
significa el principio de "supremacía
constitucional", conforme al cual la
Constitución General de la República, las
leyes del Congreso de la Unión o "leyes
generales" y los tratados internacionales
que estén de acuerdo con ella, constituyen
la Ley Suprema de toda la Unión, esto es,
conforman un orden jurídico nacional en
el que la Constitución se ubica en la
cúspide y, por debajo de ella, las
mencionadas leyes generales y los tratados
internacionales.

Consecuentemente, si la
Constitución General de la República,
junto con las leyes generales y los
21
tratados internacionales forman parte
del orden jurídico nacional, es
incuestionable que estos últimos se
ubican en un plano jerárquicamente
superior en relación con las leyes
federales y las leyes locales.

Para corroborar este aserto, los


ministros de la mayoría, realizando una
interpretación histórica señalamos que, ya
desde el año de 1857 se ha facultado al
Congreso de la Unión para expedir dos
tipos de leyes que se distinguen por su
ámbito material de validez. Por un lado, las
leyes federales que tienen como finalidad
regular los aspectos de las relaciones
sociales que en la propia Constitución se
han conferido expresamente a la
Federación. Por otro lado, en el artículo
115 de esa Constitución, equivalente al
22
actual 121, se facultó al Congreso de la
Unión a expedir “leyes generales” con el
objeto de regular la manera en la que se
probarían ante las autoridades de
cualquier Estado de la Unión los actos
públicos, registros y procesos judiciales
realizados ante las autoridades de
cualquier otro Estado.

De donde se advierte, también, que ya


desde esa época se concebía como
integrantes de un orden jurídico nacional a
las leyes generales, otorgándoles alcance
para incidir en los diferentes órdenes
jurídicos parciales que integran al Estado
Mexicano.

En las condiciones relatadas, señaló el


Pleno, era posible concluir que, en
términos del artículo 133 constitucional,
23
los tratados internacionales, al ser parte de
la Ley Suprema de toda la Unión, se
ubican jerárquicamente por encima de las
leyes federales.

Pero, por otra parte, el Pleno estableció


consideraciones de derecho internacional a
las que, dijo, habría que acudir para
concluir la ubicación de este tipo de leyes
por encima de las leyes generales. En el
entendido de que la Corte no se había,
como no lo ha hecho, pronunciado
respecto a la jerarquía de aquellos tratados
internacionales cuyo contenido estuviera
referido a derechos humanos, caso en el
cual, pudiera aceptarse que la jerarquía de
éstos corresponda a la de la Constitución
Federal misma, al concebirse dichos
instrumentos internacionales como una
extensión de lo previsto por ésta.
24
Por lo que, reconociendo que la
Constitución mexicana contiene en su
texto una visión internacionalista, es decir,
que hace referencia a diversos principios,
dispersos en varios de sus preceptos, en
los cuales claramente se advierte una
vocación para la convivencia pacífica con
las naciones que integran la comunidad
internacional. Había que reconocer, a su
vez, que no contiene cláusulas o
preceptos que específicamente hicieran
referencia a la validez o jerarquía del
Derecho Internacional; sin embargo, de
varios de sus artículos, se estableció, se
desprende el reconocimiento del
Constituyente a la necesidad de establecer
principios o guías que permitan al Estado
Mexicano insertarse en el contexto
internacional.4

4
“LA CONSTITUCIÓN Y LOS TRATADOS INTERNACIONALES”.IIJ-UNAM ,1ª ed. 1999.

25
Entre otros, destaca la sentencia: el
principio de solidaridad internacional al
cual se refiere el artículo 3º constitucional;
el artículo 15 constitucional (que establece
los límites que deberán respetarse en la
celebración de tratados internacionales de
extradición, prohibiendo que en éstos se
vulneren los derechos humanos); el
artículo 89 de la Constitución (al
establecer las facultades del Ejecutivo,
específicamente en relación con la
conducción de la política exterior
nacional); los principios de
autodeterminación de los pueblos, de no
intervención, de no uso de la fuerza, de
igualdad jurídica entre los Estados, de
cooperación para el desarrollo y el de la
lucha por la paz y seguridad mundiales,
entre otros.

26
Por lo que, con el propósito de
demostrar que los tratados internacionales
se ubican, inclusive, por encima de las
leyes generales, el Pleno determinó que era
conveniente hacer un estudio de los
principios y normas del Derecho
Internacional que se refieren a la
naturaleza de los tratados internacionales
y a los mecanismos a través de los cuales
éstos son incorporados a los órdenes
jurídicos internos de cada país.

En este contexto, señala la sentencia,


debemos tener presente que mientras el
orden interno y el internacional coexistan
armónicamente y no entren en conflicto
entre sí, no habrá necesidad de determinar
si existe y cuál pudiera ser la relación de
jerarquía entre ambos. No obstante, de
surgir un conflicto entre ambos órdenes,
27
corresponderá a cada Estado determinar la
jerarquía que las normas de derecho
internacional tendrán dentro de su orden
jurídico interno.

Respecto a estas relaciones, la


sentencia destaca la división entre las dos
grandes vertientes que pretenden
solucionar los problemas de validez,
naturaleza, esencia y efectos del orden
jurídico internacional en el derecho
interno: la escuela o teoría dualista, y la
monista. Luego de explicar en qué
consisten ambas, concluye que, en la
práctica, y especialmente después de la
Segunda Guerra Mundial, estas teorías
han tenido que ser modificadas para
buscar un acercamiento entre ambas que
permita dar respuesta a la realidad social,
política y económica internacional
28
contemporánea. Pero que, sin embargo, en
el ámbito teórico no se ha logrado formular
una respuesta concreta y definitiva
respecto a la jerarquía entre el derecho
internacional y el derecho interno.

Por lo que pasa a desarrollar varios


principios de Derecho Internacional que
pueden sustentar la posición que sostiene
que los tratados internacionales tienen
una mayor jerarquía que las leyes
generales, federales y locales.

A tal efecto –lo cual me parece algo


sumamente destacable– se citan en la
sentencia los principios de que un Estado
no puede invocar su derecho interno como
excusa para el incumplimiento de las
obligaciones contraídas frente a otros
actores internacionales, y el de “pacta
29
sunt servanda” plasmados en los artículos
26 y 27 de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados.

Establecidos estos principios generales


de derecho internacional, señala la
sentencia, era necesario analizar qué
tratamiento suele darse o se ha dado desde
el derecho nacional o interno al tema. Por
lo que, determina, atendiendo al principio
político-jurídico de soberanía, cada Estado
tiene la facultad de establecer, a través de
la normativa correspondiente, el sistema
mediante el cual incorpora, admite o
convive con el derecho internacional.
Situación que apunta hacia la complejidad
que representa encontrar un único
parámetro común a todos los Estados,
pues cada uno de ellos podrá válidamente,
conforme a los intereses sociales,
30
económicos y políticos imperantes en una
sociedad y momento dados, optar por cómo
incorporar a los tratados internacionales a
su derecho y otorgarles determinada
jerarquía.

En esa virtud, describe los dos tipos de


recepción del derecho internacional
pueden identificarse en el orden jurídico
interno, a saber: la transformación y la
incorporación.

En ese contexto y para tener mayores


elementos a partir de los cuales concluir
que los tratados internacionales se ubican
jerárquicamente por encima de las leyes
generales y federales, la sentencia
emprende un estudio de derecho
comparado, para, se establece, conocer el
trato dado al problema por distintos
31
Estados, a fin de identificar las directrices
contemporáneas sobre el tema,

Para el mismo efecto, se resalta en la


sentencia que en la Carta de las Naciones
Unidas se han incorporado principios de
derecho internacional tales como la
igualdad de derechos, la libre
determinación de los pueblos, igualdad
soberana e independencia de todos los
Estados, la no injerencia en sus asuntos
internos, la prohibición de la amenaza o el
uso de la fuerza; y el respeto universal a
los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, así como la
efectividad de tales derechos y libertades.
Es decir, señala la mayoría, se entiende
que la codificación y el desarrollo
progresivo del derecho de los tratados
contribuirán a la consecución de los
32
propósitos de las Naciones Unidas
enunciados en la Carta.

En estas condiciones, concluye, es


claro que, en la medida en que el Estado
Mexicano es parte signante de dicha
Convención, aunado a que varios de los
principios mencionados están
contemplados en el propio texto
constitucional, éste se encuentra
vinculado a su estricto cumplimiento.

Debe precisarse, además, que en el


sistema jurídico mexicano los tratados
internacionales constituyen normas
exógenas al derecho interno y, por tanto,
requieren de un procedimiento específico
para su incorporación al orden jurídico
nacional, a través de su negociación,
aprobación o ratificación y difusión oficial,
33
sin que sea necesaria la expedición de una
ley o norma específica para que el texto
mismo del tratado suscrito se convierta en
norma aplicable internamente.

En este contexto, en tanto constituye


un principio de derecho internacional que
todo tratado en vigor obliga a las partes y
debe ser cumplido por ellas de buena fe, es
claro que los Estados, al celebrar tratados
internacionales contraen libremente
obligaciones que deberán ser cumplidas en
los términos en los que fueron pactadas,
correspondiendo a cada Estado decidir
soberanamente sobre los mecanismos o
procedimientos mediante los cuales
traduce las obligaciones contraídas a su
derecho interno, en el entendido de que
el incumplimiento de éstas supondrá

34
una responsabilidad internacional para
el Estado.

Por ello, la aplicación y


cumplimiento de los tratados
internacionales de los que México sea
parte, no pueden quedar supeditados a
lo que dispongan las leyes ordinarias,
sean generales, federales o locales, pues
ello implicaría que el Estado mexicano
incumpla las obligaciones libre y
soberanamente contraídas frente a otro
Estado o Estados, obstaculizándose
además el propósito o propósitos para los
cuales el tratado específico hubiere sido
celebrado.

Las anteriores consideraciones, me


parecen de capital importancia, pues
comprometen, por medio de esa
35
interpretación, al Estado en su totalidad
al cumplimiento de los pactos
internacionales.

CONCLUYE LA SENTENCIA que, a


partir de la interpretación sistemática del
artículo 133 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos, armonizada
con los principios de Derecho Internacional
dispersos en el mismo ordenamiento, así
como con las reglas y premisas de esta
rama del derecho, se advertía la existencia
de un orden jurídico nacional o “Ley
Suprema de la Unión”, integrada con la
Constitución, los tratados internacionales
y las leyes generales, en el cual, los
tratados se ubican jerárquicamente por
encima de las leyes generales y federales,
en tanto el Estado Mexicano, al celebrar
éstos, de conformidad con lo dispuesto en
36
la Convención de Viena Sobre el Derecho
de los Tratados y atendiendo al principio
fundamental de derecho internacional
consuetudinario “pacta sunt servanda”,
contrae libremente obligaciones frente a
otros Estados que no pueden ser
desconocidas con base en normas de
derecho interno y cuyo incumplimiento
supone una responsabilidad de carácter
internacional.

Como verán, estos razonamientos que


fundaron la sentencia no fueron
compartidos por una minoría de cinco
ministros que estimó, por las razones que
a continuación expondré, que estos no
eran del todo acertados.

Pero antes de exponer, muy


sintéticamente, las razones por las cuales
37
los ministros de la minoría no
compartieron las razones de la sentencia,
me gustaría destacar un hecho que me
parece de la mayor importancia.

Al inicio de la novena época, la


definición sobre los órdenes de gobierno
que prevalecían en nuestro sistema
jurídico se constreñía a los órdenes federal
y local. Hoy por hoy, la Corte ha
establecido ya, en criterio jurisprudencial,
que esos órdenes son cinco. Y la diferencia
no solo es cuantitativa, sino que, como han
podido ver a lo largo de esta exposición, es
también cualitativa.

Me llevaría mucho más del tiempo que


amablemente se me ha concedido hablar
sobre la controversia de la que dimanó esa
jurisprudencia; pero, con muchos gusto,
38
en otra ocasión, si es posible, la
comentamos. Lo que les decía que me
parece muy destacable es el cambio de
paradigma jurisprudencial al respecto.

Pero comienzo con las razones de los


votos particulares que me ha parecido muy
necesario exponer junto con las razones de
la sentencia.

VOTO PARTICULAR DEL MINISTRO


JUAN N. SILVA MEZA.

El señor ministro Silva consideró que la


determinación mayoritaria partió de
premisas que no eran idóneas para sentar
las bases de solución del asunto. Pues, a
su parecer, la primera interrogante que
debió contestar el Pleno era ¿a qué se
refiere el artículo 133, primera parte, de la
Constitución General de la República,
39
cuando establece que ésta, las leyes del
Congreso de la Unión que emanen de ella y
los tratados que estén de acuerdo con la
misma, “serán la Ley Suprema de toda la
Unión”?

Por lo que fijó en ese voto su posición


sobre lo que debía entenderse por esa
expresión, señalando la manera en la que,
a su juicio, consideró que debían
resolverse las antinomias que suceden
entre los tratados internacionales y las
leyes federales o leyes secundarias, e hizo
algunas reflexiones sobre la posibilidad de
diseñar un bloque de constitucionalidad
que nos permitiera dirimir este tipo de
conflictos normativos.

En sentido inverso a lo que determinó


la mayoría, señaló que el artículo 133,
40
primera parte, de la Constitución, al
establecer que ésta, las leyes del Congreso
de la Unión que emanen de ella y los
tratados que estén de acuerdo con la
misma, serán la Ley Suprema de toda la
Unión, más que configurar un sistema de
jerarquía normativa, prevé la existencia
de una tipología de normas, que no
necesariamente atiende a un principio de
jerarquización, excepto por lo que hace a la
Norma Fundamental que constituye la
base de todo el sistema jurídico, en virtud
de que en relación con sus postulados
opera el principio de supremacía
constitucional, en términos expresos del
propio numeral en mención.

Lo que la Constitución Federal


establece en su artículo 133, dijo, es que,
de una parte, los tratados internacionales
41
que son incorporados al sistema jurídico
mexicano se convierten en derecho interno
y, de otra, que las disposiciones de la
Constitución, tienen primacía respecto de
la legislación estatal, al tenor de su párrafo
segundo.

Sobre esta base, afirmó, parece


dudoso que pueda afirmarse que
constitucionalmente exista una
dependencia de todas las disposiciones
secundarias a los tratados
internacionales y a las leyes
reglamentarias, esto es, en la especie no
opera un principio de jerarquía
normativa, sino lo que prevé el artículo
133 de la Carta Magna, son las leyes que
regulan el sistema jurídico mexicano,
pero no consagra una jerarquización,
habida cuenta que no hace depender la

42
validez de todas las disposiciones
secundarias a su conformidad con los
tratados y las leyes reglamentarias, caso
contrario a lo que sí sucede en relación con
las disposiciones iusfundamentales y éstos
últimos.
Por lo que estimó que, tratándose de la
interpretación del artículo 133
constitucional, no puede hablarse de un
sistema de jerarquización respecto de las
disposiciones secundarias en relación con
los tratados internacionales y las leyes
reglamentarias, pues ese principio actúa
con mayor detenimiento en función de la
dependencia que existe entre la norma
inferior y la norma superior de la que
aquélla dimana directamente, y a la cual,
por ese motivo, debe su validez normativa.

43
Bajo ese orden de ideas, a su juicio, el
único supuesto de jerarquía normativa que
se desprende del artículo 133, primera
parte, de la Constitución General de la
República, es que ésta es suprema frente a
todo el sistema jurídico; pero, por lo
demás, en tanto que las leyes secundarias
no emanan directamente de los tratados
internacionales, ni de las leyes
reglamentarias, porque la Constitución no
lo dispone de esa manera, la validez
normativa de ese entramado jurídico
secundario no puede pender de su
conformidad con disposiciones que
técnicamente no son superiores; por ello,
más que hablar de un sistema de
jerarquización normativa, la mayoría
debió retomar el principio de los cinco
órdenes diferenciados de ámbitos
normativos competenciales.
44
Al abordar el tema como un problema
de jerarquía normativa, concluyó, la
mayoría sustentó el criterio de que el
principio de supremacía constitucional no
sólo opera en relación con las
disposiciones constitucionales; sino
también respecto de las leyes
reglamentarias y los tratados
internacionales, abriendo la posibilidad de
que un conflicto suscitado por una
antinomia entre éstas y disposiciones
secundarias sea elevado a un conflicto de
constitucionalidad por violación indirecta
al artículo 133 constitucional, sin que
exista apoyo constitucional para ello, pues
reiteró, la Norma Fundamental no dispone
que la validez de las disposiciones
secundarias (ámbito federal, estatal,
municipal y del Distrito Federal) dependerá
45
de que sean acordes con las leyes
reglamentarias y los tratados
internacionales; y, por ende, el criterio
mayoritario ha desconocido la
jurisprudencia P/J. 108/99, aprobada en
el Tribunal Pleno por unanimidad de once
votos, en la que se refleja con claridad que
para analizar la constitucionalidad de una
ley, es indispensable que se efectúe un
planteamiento de contraste de ésta con la
Carta Fundamental (ese es el efecto
jurídico del principio de supremacía
constitucional), pero no así con otra ley
secundaria.

VOTO PARTICULAR DEL MINISTRO


JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ.

El ministro concluye (lo expondré de la


manera más breve posible) que no existe
46
ningún elemento constitucional, teórico o
histórico que le permitiera coincidir con la
afirmación de que los tratados
internacionales tienen una jerarquía
superior a las leyes. A su parecer, desde el
sistema constitucional hay que reconstruir
un sistema de relaciones distinto entre los
tratados y las normas de derecho interno
que tendría que tomar como ejes
fundamentales:
1) la relación de distribución
competencial estricta entre Federación y
estados, respetando la autonomía estatal y
tomando en cuenta las diversas
características de algunos tratados, como
el hecho de que algunos son de aplicación
directa y otros de adecuación legislativa;

2) los elementos particulares de cada


uno de los instrumentos internacionales a
47
incorporarse en el derecho interno, sus
ámbitos de aplicabilidad, para establecer
los elementos, para identificar los casos en
los cuales, a su juicio, puede haber una
genuina contradicción con normas de
derecho interno y en que casos ésta es sólo
aparente; y
3) las líneas interpretativas
desarrolladas consistentemente por el
tribunal constitucional.

Finalmente, dejo en claro que las


consideraciones expresadas en su voto
podrían no ser aplicables en casos de
instrumentos internacionales en materia
de derechos humanos, los cuales tienen
ciertas características materiales propias
que podrían, en relación con elementos
constitucionales diversos a los analizados,
ser objeto de un tratamiento diverso al de
48
los instrumentos internacionales en otras
materias, en particular los tratados en
materia comercial.

VOTO PARTICULAR DEL MINISTRO


JOSÉ FERNANDO FRANCO GÓNZALEZ
SALAS

El criterio aprobado por la mayoría, al


considerar sólo una especie del amplio
espectro de las normas producidas por el
Congreso de la Unión, las generales en este
caso, para posicionarlas en el rango de
norma suprema e incrustarlas únicamente
a ellas en el novedoso ámbito nacional,
introduce una distinción que el precepto
en análisis no hace, de modo que la
diferencia establecida no tiene sustento
directo en el artículo en cuestión y, en este
sentido, estimo que resulta dudoso que el
49
operador constitucional pueda introducir
una distinción que la norma constitucional
no contempla ni autoriza.

Ahora bien, el artículo 133 debe


insertarse en el concierto de normas que
rigen el sistema constitucional en su
conjunto; de ahí que si bien establece un
sistema de jerarquía normativa, también
responde a la organización de lo que yo he
llamado subsistemas, los cuales se
corresponden, necesariamente, con la
distribución de competencias entre los
diversos niveles y órdenes de órganos
productores de normas jurídicas, entre los
cuales se encuentra el generador de la
incorporación al sistema jurídico nacional
de los tratados internacionales.

50
En nuestro sistema federal existen
potestades señaladas en la Constitución
para crear normas secundarias que le
corresponden de manera exclusiva y
excluyente al órgano legislativo federal
frente a los locales y municipales (o,
inclusive de los órganos autónomos) o a la
inversa, de los órganos legislativos locales
respecto del federal; como también existen
aquellas facultades que les son propias a
cada órgano del poder público, con esas
mismas características, frente a los
órganos de su mismo nivel de gobierno. En
este caso no puede existir diferencia
jerárquica entre unas y otras, pues sus
ámbitos de validez son diferentes y, en
principio, no pueden chocar o
contradecirse; también existen las normas
producto del ejercicio de las llamadas

51
facultades concurrentes5 (conocidas como
“generales”), las cuales se organizan a
partir de la regulación que el órgano
competente (Congreso de la Unión) dispone
para la participación de órganos de
distintos órdenes de gobierno (federales,
locales, municipales, o del Distrito
Federal). De igual manera, en nuestro
sistema federal existen previstas en la
Constitución facultades coincidentes,
conforme las cuales distintos órdenes de
gobierno pueden producir normas de la
misma materia que coexisten en un mismo
ámbito espacial y temporal de validez. Y,
finalmente, existen normas, de muy
diversa naturaleza, que se producen a
través de la incorporación de tratados y
convenciones internacionales mediante un
5
Leyes que originalmente se habían considerado las generales. Ver: Tesis de
jurisprudencia P./J. 142/2001, Novena Época. Instancia: Pleno. Fuente: Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo: XV, enero de 2002, tesis: P./J. 142/2001,
página: 1042, “FACULTADES CONCURRENTES EN EL SISTEMA JURÍDICO
MEXICANO. SUS CARACTERÍSTICAS GENERALES”.

52
procedimiento constitucionalmente distinto
y que pueden, en algunos casos, impactar
a los órdenes federal y locales y, por tanto,
chocar con normas producidas por ellos
internamente.

De esta manera, el tema, que debería


reducirse a determinar la jerarquía de los
tratados internacionales, es rebasado,
pues con el cometido de establecer la
supremacía que les corresponde, se erige
toda una teoría concerniente a la
existencia de otro orden jurídico distinto al
federal, estatal, del Distrito Federal y
municipal, que se sobrepone a éstos y se
construye, esencialmente, a partir de la
existencia de un cierto tipo de leyes, para
el caso las llamadas generales.

53
También destacó que la relación
jerárquica de los tratados internacionales
sobre las leyes, tampoco puede
desprenderse de los principios
constitucionales a que la sentencia hace
referencia, ni de las normas del derecho
internacional.

Por tanto, consideró que más allá del


debate sobre el carácter internacionalista
de nuestro texto fundamental y aún
reconociéndolo como evidente, de ello no se
podría concluir de manera automática que
existe superioridad jerárquica de los
tratados internacionales, de manera
general y absoluta, sobre todas las leyes
nacionales (identificadas como generales,
federales y locales por la mayoría).

54
Finalmente, consideró, se extravió la
discusión de fondo del tema, pues se
involucraron dos distintos pero
íntimamente vinculados: jerarquía de
normas y conflicto de normas, que no
fueron debidamente analizados. Además,
la mayoría también pasó por alto la
discusión de los distintos tipos de tratados
y sus contenidos, equiparándolos todos en
una misma categoría y dándoles una
jerarquía superior al resto del sistema
normativo.

VOTO PARTICULAR DEL MINISTRO


JOSÉ DE JESÚS GUDIÑO PELAYO.

El Ministro Gudiño está en desacuerdo,


esencialmente, con que a esas leyes del
Congreso de la Unión se les refiera como
leyes generales y que se cataloguen como
55
superiores a las demás producidas por los
ordenes jurídicos parciales; asimismo, con
que, al encontrarse en conjunto con los
tratados internacionales conformen un
orden jurídico nacional.

Lo anterior, porque, a su juicio, no es


la ley general la que dota de competencia a
los órdenes jurídicos parciales para incidir
en una materia determinada como
concurrente, pues la competencia viene de
antemano dada por la Constitución. Es la
ley general, la que detalla el espacio de
cada uno, pero no lo dota per se.

Ahora bien, por lo que se refiere al


concepto de orden jurídico nacional, el
ministro reflexiona que, considerar que el
artículo 133 se concreta a establecer
jerarquías, ha reducido la problemática y
56
la solución de dónde están las relaciones
verticales entre las diversas fuentes a una
“mera cuestión literal”, que en esencia gire
en torno a cómo está confeccionada la
redacción de la norma. Por lo que, para
entender a una norma como superior de
la otra, es necesario que medie entre
ellas una relación de norma que funda a
norma fundada.

Por lo que se refiere a la relación que


existe entre las leyes internas y tratados
internacionales, para él ambas están
reconocidas como fuentes por la
Constitución, y sujetas a los medios de
control constitucional. Por lo que su
diferencia radica en que, el ámbito de
validez territorial de las normas internas,
está delimitado por el ámbito territorial en
el que actúan sus productores; mientras
57
que los tratados pueden versar sobre
cualquier materia, vinculando a su
observancia a todas las autoridades que
reconoce el sistema jurídico, por supuesto,
a cada una dentro de su respectivo ámbito.

Es por tales motivos que, para él, no se


dan los elementos necesarios para
establecer una superioridad jerárquica
entre una norma y otra (en el caso de de
tratados internacionales vis a vis leyes
nacionales), al internarse la norma
convencional internacional a nuestro
sistema jurídico, ya que su objeto incide en
un plano de igualdad respecto de las demás
que en él rigen.

Lo idóneo será, dice en su voto, que las


leyes internas y los tratados
internacionales tengan un contenido
58
diferenciado, de manera que una no entre
en conflicto con la otra.

Pero en el caso de que estuviéramos


ante una antinomia normativa, no podría
sostenerse que una debe prevalecer sobre
la otra, solo porque una es internacional y
la otra nacional o viceversa, ya que su
destino de origen, no le da a una un rango
superior que la otra.

Por tanto, concluye, en primer término,


habrá que ver cómo se relacionan esas
normas específicas, aparentemente
contradictorias, entre sí, pues no
necesariamente su contrariedad las hará
excluyentes. Es fácil prever que en la
mayoría de los casos, lo más frecuente será
que, ante situaciones normativas que se
excluyan, prevalezca la aplicación del
59
tratado, en aras de la especialidad y/o
mayor beneficio. Pero, tal solución será, no
porque el tratado sea superior a la norma
interna, sino por razones atribuibles al
caso mismo.

Por último, menciona el Ministro que


para efectos del amparo, sería cuestión de
analizar la antinomia en función del acto
concreto en que se presenta y resolver,
amparando o negando, en contra del acto
específico y no a favor o en contra de la
norma interna misma; dándole a la
problemática un tratamiento de legalidad,
y no de constitucionalidad, en virtud de
que, aún cuando mediara una verdadera
contradicción, ésta no sería con la
Constitución, sino con una norma
ordinaria.

60
A modo de conclusión.

Como he señalado desde el principio,


las normas sobre tratados internacionales
se tornan en estos tiempos de la mayor
importancia. La definición del lugar que
ocupen en nuestro sistema jurídico es una
cuestión que debe pronto quedar
definitivamente zanjada, pues, en la
mayoría de los casos, las antinomias que
se presentan entre dos sistemas jurídicos
no independientes como son el sistema
interno y el internacional, son de difícil
resolución.

Como he tratado de poner en claro, la


definición está aún pendiente de resolverse
de manera definitiva, pues la votación
alcanzada en la resolución de este asunto
no la hizo determinante para establecer
61
jurisprudencia al respecto. En esta
ocasión, únicamente he querido poner
frente a ustedes los argumentos de todos
los que intervenimos en esta resolución.
Serán ustedes quienes habrán de
comenzar a discutir los temas que, en esta
charla, solamente les he venido a esbozar.
Quede mi invitación a consultar la
sentencia y los votos, que hoy dejo con mis
anfitriones a quienes agradezco muy
cumplidamente, al igual que a todos
ustedes, la magnífica oportunidad que me
han concedido esta tarde para venir a
dialogar con ustedes.

Muchas gracias.

62

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