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DOCUMENTO INSPIRADOR
No pretendo comenzar estas líneas diciendo que vamos a buscar respuestas sino
a afrontar preguntas, atrevernos a dejarnos preguntar por Jesús y dejar que las
preguntas íntimas lleguen a expresarse y buscar modos de hacer que las
preguntas del mundo tengan oídos en nosotros, en el silencio de la escucha. No
pretendo que sea una escucha de respuestas, sino de preguntas que lleguen a
taladrar nuestro corazón y nuestra cotidianidad.
Dejemos que Dios nos pregunte, porque él también quiere escuchar nuestra
pregunta y ha decidido buscar las respuestas juntos/as… más allá de la doctrina,
lo aprendido, lo previsible, lo conocido…
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Nos identificamos como personas humanas, mujeres y consagradas que acogen el
amor y dolor, lo procesan desde la interioridad y lo proyectan en novedad y
esperanza, en la perla preciosa que sale de la herida de la ostra marina. Para ser
enteramente personas debemos entender que hemos nacido del amor y para el amor,
aunque siempre existió el dolor del parto y de las cicatrices del camino recorrido.
Quizá podamos asegurar que la sabiduría de una mujer tiene mucho que ver con la
capacidad de acoger el amor, cicatrizar el dolor y convertir todo en vida para los
demás.
La mujer que pone en juego todos los cinco sentidos para percibir, madurar y
responder corporeamente y con el mismo espíritu de Dios.
Pero además de tener los cinco sentidos de la fisiología para tomar contacto con la
realidad externa, la mujer va aprendiendo a tejer nuevas relaciones con los otros
cinco sentidos de la plenitud existencial: sentido del humor, sentido común, sentido
crítico, sentido de la vida y sentido de fe… que impregna a todo lo que la persona vive
y que es la manera de responder –desde su propio “interior”- a la realidad que le
rodea.
Y cuando una mujer “da a luz” una vida nueva está viviendo en Dios y Dios en ella,
que ha venido para dar vida y vida en abundancia a todos y a todas, incluso
entregándose por amor y con amor, aún con dolor, y siempre con esperanza.
"Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). El misterio
de la encarnación entendido como el compromiso con los pobres, llevó a Jesús a
concretizar el proyecto de Dios-Padre en favor de la vida y contra todo lo que pueda
disminuirla. El sentido de la encarnación del Verbo -horizonte cristológico- está
vinculado al sentido de la vida concreta del ser humano -horizonte ontológico-. A
partir de esta perspectiva la mística y la profecía nos llevan a comprometernos en la
lucha contra todos los males que oprimen la vida. (
“Si bien el hombre aspira a ser feliz, necesita un fundamento para serlo, a partir del
cual, y como efecto, surge la felicidad misma. Entonces, los dos elementos que
fundamentan la felicidad y el placer son la realización de un sentido y el encuentro
con el otro. Esta búsqueda de sentido por parte del hombre constituye una fuerza
primaria y no una racionalización secundaria”. (Graciela Senosiain, 2006).
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"Un día, vuelto a mi granero, después de haber dicho la misa, me arrodillé Junto al
corporal en que yo creía tener siempre el Santísimo Sacramento. Vi entonces lo que
somos ahora. Me pareció que estábamos varios reunidos; formábamos un grupo
grande de misioneros que debía llevar el Evangelio a todas partes. Mientras pensaba,
pues, en esta sociedad de misioneros, me vino también la idea de una sociedad de
mujeres (...)”
En sus primeros años, se expresaba con la frase: imitar las cuatro edades de
Jesucristo: Su infancia por medio de la instrucción de niños, y por la formación de
jóvenes para el sacerdocio; Su vida oculta por el ejercicio de la Adoración; Su vida
pública, predicando y misionando; Su crucifixión a través de la mortificación
cristiana.
“Nos lleva a conocerle más a Jesús por medio del Evangelio, vivir sus sentimientos y
actitudes. Un espacio fuerte es la Eucaristía – Adoración”
Estas nuevas realidades son complejas y amplias. Entrar en ellas exige despojarse de
las viejas certezas y seguridades y optar por lo incierto, por la inseguridad de lo
nuevo. Seguir radicalmente a Jesucristo, Verbo encarnado, Maestro-Siervo que lava
los pies de los discípulos y se hace pobre, significa salir de sí mismo e ir al encuentro
de todos, en especial de los que esperan contra toda esperanza.
“Dios que es amor nos insta para que nuestras relaciones con los demás, sean
profundas, misericordiosas y comprometidas a ser agentes de comunión”
El dinamismo del Amor Salvador, nos llena de "celo" o docilidad por extender el
Reino de Dios (B.P.) Nos induce a anunciar la Buena Noticia a nuestros hermanos y
llevar a la transformación del mundo según los criterios del Evangelio.
Para vivir la mística y la profecía es preciso recorrer con Jesús el camino que
comienza en Galilea (encarnación y misión), pasa por Jerusalén (sufrimiento y
muerte en la cruz), llega hasta Emaús, (certeza de la Resurrección) pero vuelve
constantemente a Jerusalén, esto es, al Cenáculo para recibir la fuerza del Espíritu y
proseguir la causa y la misión de Jesús.
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3. Testigos (Lc 24, 13-35)
Nos hemos encontrado con el Señor Vivo y Resucitado. Hemos tenido “experiencia de
Dios”.La experiencia de Dios es el momento de vivir la manifestación de Dios en la
vida personal en forma sensible y concreta que transforma la vida y que nos manda a
manifestar a los demás lo vivido, y esto nos mueve a teorizar sobre lo que es Dios en
la cotidianidad.
Dios tiene la iniciativa. Dios toma la iniciativa es por lo tanto un Don, como en
Navidad. 1 Jn 4,10.
Dios en cada experiencia nos da una promesa y respeta lo que somos, nos da
seguridad.
Da el paso del pueblo hacia la conversión: moral, política, social, con los criterios de
la antigua alianza (bautismo en el Jordán y viva ascético-contemplativa)
En medio del pueblo, Jesús tiene una experiencia de Dios: identidad que le viene del
padre al llamarse: Hijo, Amado, Predilecto, Ungido
Somos significativas: luz y sal, porque “queremos expresar la alegría de ser discípulos
del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio” (DA 23)
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“Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de
quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación
humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de
Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida” (DA 41)
“Jesús los hace familiares suyos, porque comparte la misma vida que viene del Padre
y les pide, como a discípulos, una unión íntima con Él, obediencia a la Palabra del
Padre, para producir en abundancia frutos de amor. Así lo atestigua san Juan en el
prólogo a su Evangelio: “A todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad
para ser hijos de Dios”, y son hijos de Dios que “no nacen por vía de generación
humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios” (Jn 1, 12-13) (DA 133)
“La «ciudad del hombre» no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes
sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión.
La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas,
otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo”
(Caritas in veritate 6)
Sentimos, decimos, hacemos… lo que Dios siente, dice y hace con su pueblo,
asumiendo el estilo de vida de Jesús:
Jesús aparece como un orante apasionado (Lc 9,29; Lc 11,1; Lc 21,36; Ef 8,18; 1
Tm 2,8). Amor y obediencia filial al Padre
Jesús se presenta como un célibe extraño, con amistades profundas (Mt 27,55;
Lc 1,42; Lc 7,50; Lc 8,2; Hch 1,14). Amor servicial hasta el don de su vida
Jesús aparece, al mismo tiempo, muy sobrio y muy festivo. Mt 22,3; Lc 2,41; Lc
15,23; Jn 4,45; Jn 7,37.
Jesús aparece inmerso en el estrato social de los pobres (Mt 5,3; Mc 12,42; Lc
16,20; Lc 6,20-26; Mt 22,1-14). Cercanía a los pobres y a los pequeños
Jesús tiene el aspecto de esos hombres sin patria (Jn 4, 3-6). Fidelidad a la
misión encomendada
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4. Profetas (Jn 13,1-20)
La profecía es una palabra de Dios dicha por testigos. El testigo habla de lo que
recibe de Dios, de su Amor, de su designio. Se pronuncia hoy. Goza de perennidad.
Anuncia el futuro llevado por el Espíritu (Jn 16,13-15)1. Los cristianos y la Vida
Consagrada están llamados a ser, en esta Iglesia y Sociedad, testigo de la Palabra
escuchada porque se nos ha dicho y ha sido proferida en la comunidad eclesial. La
Vida Consagrada tiene una peculiar profecía del Espíritu en el seno de la comunidad
eclesial en la que todo bautizado es profeta. Como dice Aparecida refiriéndose a los
laicos: Todo cristiano es profeta, participa de Jesús sacerdote, profeta y rey. Cada
uno realiza, según su condición, la misión de todo el pueblo de Dios en la Iglesia y en
el mundo (DA 209).
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Les anunciará lo que está por venir, no algo completamente nuevo más allá de la revelación de Jesús.
Conduce a la comunidad en su camino y futuro, le esclarece lo que le aguarda, no tanto la manifestación de
sucesos futuros. Le da el sentido de la historia; cómo actuar y reaccionar ante los acontecimientos que se
presentan. Enseña el mensaje de Jesús a la comunidad de un modo nuevo, de acuerdo con la situación de la
comunidad y con lo que le espera. Para ello le da una comprensión cada vez más profunda de la revelación
cristiana en relación con la historia. La lleva a vivenciar el misterio de Jesús (Jn 3,21; 1 Jn 1,6; 2 Jn 4; 3 Jn 4). Se
trata de la puesta en práctica de la fe, reclamada por la situación futura. El Espíritu anuncia a los discípulos lo
que llega, en cuanto que a ellos les afecta, a fin de que actúen en consonancia. Rudolf Schnackenburg, El
Evangelio según San Juan, Herder, Barcelona, 1980. Tomo III, pag 189-192.
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busca el bien y nace del amor. Palabra verdadera que saca de los intereses y
parcialidades.
Los rasgos del profeta son inconfundibles. En medio de una sociedad injusta donde
los poderosos buscan su bienestar silenciando el sufrimiento de los que lloran, el
profeta se atreve a leer y a vivir la realidad desde la compasión de Dios por los
últimos. Su vida entera se convierte en "presencia alternativa" que critica las
injusticias y llama a la conversión y el cambio.
Por otra parte, cuando la misma religión se acomoda a un orden de cosas injusto y
sus intereses ya no responden a los de Dios, el profeta sacude la indiferencia y el
autoengaño, critica la ilusión de eternidad y absoluto que amenaza a toda religión y
recuerda a todos que sólo Dios salva. Su presencia introduce una esperanza nueva
pues invita a pensar el futuro desde la libertad y el amor de Dios.
"Pasaba gran parte de sus días y sus noches - dice su íntima amiga y colaboradora
luego en la fundación de la Congregación, Gabriel de la Barre - trabajando con sus
manos para obtener con su producto lo necesario para una mejor alimentación de su
madre", de la que se había convertido ya en su sirvienta. La caridad fue la primera
sensibilidad que se despertó en ella. Comenzó por su madre y siguió por los más
necesitados. No visitaba a nadie, pero había en la prisión una señora que por sus
ideas revolucionarias era rechazada por todos. Ella la iba a ver y la acompañaba.
Luego se la juzgó y salió en libertad. No olvidó ese gesto de aquella joven y obtuvo del
jefe revolucionario que escondiera el expediente, de manera que las Aymer no fueron
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nunca juzgadas. Cuidó también como enfermera a los hijos del carcelero y se ganó,
aún sin pretenderlo, su simpatía”
Por otra parte la riqueza y la diversidad cultural de los pueblos de América Latina y el
Caribe resultan evidentes. Existen en nuestra región diversas culturas indígenas, afro
descendientes, mestizas, campesinas, urbanas y suburbanas. Las culturas indígenas
se caracterizan sobre todo por su apego profundo a la tierra y por la vida comunitaria,
y por una cierta búsqueda de Dios. Los afro descendientes se caracterizan, entre otros
elementos, por la expresividad corporal, el arraigo familiar y el sentido de Dios. La
cultura campesina está referida al ciclo agrario. La cultura mestiza, que es la más
extendida entre muchos pueblos de la región, ha buscado en medio de
contradicciones sintetizar a lo largo de la historia estas múltiples fuentes culturales
originarias, facilitando el diálogo de las respectivas cosmovisiones y permitiendo su
convergencia en una historia compartida. A esta complejidad cultural habría que
añadir también la de tantos inmigrantes europeos que se establecieron en los países
de nuestra región. (DA 56)
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es reconciliación con nuestra terrenalidad, con el lastre de lo terrenal, con el mundo
de nuestros impulsos, con todo cuanto de negativo existe en nosotros. Humildad es
valor para aceptar la propia verdad. Los griegos distinguen entre tapeinosis,
disminución, envilecimiento, pobreza y tapeinophrosyne, descripción de los
comportamientos de los pobres, actitud de humildad y pobreza espiritual. (Amseln
Grüm, Espiritualidad desde abajo).
“Nadie ha ascendido al cielo excepto aquel que ha descendido del cielo, el Hijo del
hombre” (Jn 3, 13). Si queremos ascender al Padre con Cristo, debemos descender
primero con él a la tierra, a o terrenal, a nuestra propia terrenalidad (Ef 4, 9). “Tu
caída, dice el profeta, (Jer 2, 19) se convertirá en tu educador”. Exactamente la caída,
la falta, el pecado, puede convertirse en pedagogo que enseña el camino hacia Dios.
Con los ojos puestos en sus hijos y en sus necesidades, como en Caná de Galilea,
María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de
gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo (DA 274)
Ante todo se trata, una vez más, de no demonizar el cambio de época, ni la crisis
consecuente, ni caer en pesimismos inútiles: todo es kairos, como se recordó
anteriormente con San Pablo. Y en la misma epístola nos recuerda que nada ni nadie
podrá separarnos del amor de Cristo: ni tribulaciones, angustias, persecuciones…
de una Iglesia – y Vida Consagrada, claro- que interviene desde fuera, a una
Iglesia que camina con el hombre y la mujer contemporáneos hacia el Reino de
Dios, lo último para Jesús y para nosotros; 5
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